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Ocupación estadounidense en Nicaragua de 1912 a 1933

-La ocupación estadounidense de Nicaragua de 1912 a 1933 fue un


acontecimiento histórico encuadrado en las llamadas «guerras
bananeras», en las que el Ejército de los Estados Unidos intervino
en varios países de la América Latina entre 1898 y 1934.
-La ocupación oficial del país centroamericano comenzó en 1912,
aunque los estadounidenses ya lo habían atacado en varias
ocasiones antes. -El objetivo de las operaciones militares
estadounidenses en Nicaragua era asegurarse la construcción
del Canal de Nicaragua y evitar que la llevase a cabo otro país.
-En virtud de la firma del Tratado Bryan-Chamorro en 1916,
Nicaragua quedó sometida a un régimen de cuasi protectorado. El
estallido de la Gran Depresión en 1929 y el hostigamiento que
sufrían las fuerzas estadounidenses a manos de la guerrilla
de Augusto César Sandino hicieron que la ocupación se hiciese
demasiado onerosa para el Gobierno estadounidense, que en 1933
decidió ponerle fin.
Ya durante el mandato de -Theodore Roosevelt, el Gobierno
estadounidense había decidido deshacerse del presidente
nicaragüense José Santos Zelaya, del Partido Liberal
Constitucionalista. Zelaya, dictador corrupto aunque reformista,
ostentaba el poder desde la década de 1890, periodo en el que
el Reino Unido cedió la Costa de Mosquitos, que hasta entonces
estaba bajo su protección. En 1894, y con la ayuda estadounidense,
Zelaya había logrado anexarse la costa oriental y eliminar la
influencia británica. Cuando Roosevelt tomó posesión de la
Presidencia estadounidense, las relaciones con Nicaragua eran
buenas, El país veía a los estadounidenses como los libertadores
de la influencia británica y los inversores de EE. UU. acudieron en
masa al país. Por entonces el Gobierno les ofrecía ventajas con la
esperanza de que ayudasen a desarrollar la economía nacional. En
1894, según los cálculos del embajador estadounidense en
Nicaragua y Costa Rica, entre el 90 % y el 95 % de las inversiones
extranjeras en Nicaragua provenían de los Estados Unidos. Zelaya
esperaba además que el previsto canal que debía unir los
océanos Pacífico y Atlántico se construyese en Nicaragua. La
decisión estadounidense de hacerlo en Panamá, entre otras, agrió
las relaciones bilaterales. El desilusionado Zelaya se volvió un feroz
nacionalista, decidido a acabar con la influencia estadounidense en
la zona. Las medidas que aplicó, como la aplicación de impuestos
mayores a sus empresas e incluso el uso de la piratería hicieron
que Washington sopesase actuar contra
-El principal motivo de desavenencias entre Zelaya y los inversores
estadounidenses fue la concesión de aquel a la Bluefields
Steamship Company —de la que la United Fruit Company,
minoritaria en el comercio del plátano nicaragüense pese a su
influencia en la región, tenía el 51 % de las acciones— del
monopolio del transporte de plátano en el río Escondido, donde se
concentraban las plantaciones. Este monopolio había arruinado a
los hacendados, rivales de la United Fruit, y los había vuelto contra
Zelaya, quien, por su parte, cobraba diez mil dólares por la
concesión del transporte además de los quince mil que la empresa
entregaba al Estado. Cuando los hacendados, cuatrocientos de los
cuales formaron una asociación para negociar con la Bluefields
Steamship Company, emprendieron violentas protestas, Zelaya
decretó el estado de sitio en la región bananera. La Bluefields
Steamship Company se negó a negociar con los hacendados, que
la boicoteaban, y las dos partes solicitaron la intervención del
Gobierno estadounidense. Este despachó a la zona al USS Tacoma
(CL-20). La disputa entre los hacendados y la Bluefields Steamship
Company tuvo su repercusión luego en el levantamiento contra
Zelaya: mientras que los primeros casi en bloque tomaron partido
contra el presidente, la segunda lo apoyó.
En julio el gobernador de la región con capital en Bluefields, Juan
José Estrada Morales, liberal como Zelaya pero con el que en el
pasado había tenido ciertas desavenencias, había solicitado al
cónsul Linard cincuenta mil dólares, dos mil fusiles y el apoyo de su
Gobierno para encabezar un alzamiento contra el presidente. Para
entonces había recabado ya el respaldo de la mayoría los
inversores estadounidenses, a los que había prometido abolir el
monopolio del río Escondido y algunas concesiones más. Los
oficiales de la Armada estadounidense interesados en los asuntos
nicaragüenses también fiaban en Estrada Morales para deshacerse
de Zelaya. El gobernador envió un emisario a Washington a solicitar
la ayuda necesaria para el golpe de Estado. Recibió muchas más
armas que las que había pedido, desde distintos puertos de los
Estados Unidos.
Así, a partir del 10 octubre de 1909, el presidente nicaragüense
Zelaya se enfrentó al alzamiento que acaudilló el liberal Estrada
Morales, rodeado empero de conservadores, que contaba con el
apoyo gubernamental y de los inversores estadounidenses. El
cónsul de Bluefields, centro de las inversiones estadounidenses en
el país, avisó al Departamento de Estado tres días antes de que
estallase la rebelión contra el presidente y participó en los
preparativos. Por entonces la presencia militar estadounidense en el
país se limitaba a un buque de la Armada, que patrullaba las aguas
cercanas a Bluefields con la misión de proteger los intereses
económicos estadounidenses en Nicaragua y sus ciudadanos
residentes en el país.
En noviembre las fuerzas de Zelaya tomaron San Juan del Norte,
que las de Estrada sitiaron gracias a la benevolente actitud
estadounidense. Al mismo tiempo, los representantes
estadounidenses animaron a las demás naciones centroamericanas
a colaborar con los rebeldes. Guatemala, en efecto, les envió armas
y municiones. Los inversores estadounidenses también
coadyuvaron en la rebelión, aportando un millón de dólares a sus
arcas. Docenas de estadounidenses se unieron a los rebeldes,
tanto para darles adiestramiento militar como, en ocasiones, para
dirigir sus fuerzas. En los combates, las autoridades nicaragüenses
capturaron a dos ciudadanos estadounidenses, Leonard Groce y
Lee Roy Cannon, a los que acusaron de participar en el alzamiento
y de sembrar minas. Zelaya ordenó el ajusticiamiento de los
prisioneros, lo que causó la ruptura de relaciones diplomáticas con
los Estados Unidos. Hasta entonces la rebelión había fracasado,
pero resurgió merced al apoyo estadounidense, público a partir del
1 de diciembre. Washington envió unidades de infantes de marina a
los puertos nicaragüenses con la justificación de proteger a sus
ciudadanos y sus propiedades en el país.
El presidente Estrada le permitió a su homólogo
estadounidense Taft y al secretario de Estado Knox poner en
práctica la «diplomacia del dólar» para influir en el país. Esta
consistía fundamentalmente en obtener influencia política en un
país determinado merced a las inversiones estadounidenses. En las
relaciones diplomáticas estadounidenses en tiempos de Knox,
primaban los intereses de los grandes inversores financieros. El
objetivo de los estadounidenses era socavar la influencia financiera
europea en la región, que suponía una amenaza para los planes de
los Estados Unidos para construir el canal previsto en el istmo
centroamericano y, al tiempo, proteger sus intereses en la
explotación de los recursos naturales nicaragüenses. La política
exterior de Taft les permitió a los bancos de los EE. UU. prestar
dinero al Gobierno de Nicaragua, lo que a su vez servía para
someter a las finanzas del país al dominio estadounidense. El
Gobierno de Estrada no solo se sometió a los intereses
estadounidenses, sino que arruinó las finanzas estatales, hasta
entonces relativamente saneadas, a causa de la codicia de sus
miembros y los pagos a los que se habían «sacrificado por la
revolución». Pese al continuo control de las finanzas nacionales por
los estadounidenses, el Estado se halló continuamente al borde de
la bancarrota hasta comienzos de la década de 1920. La cercanía
de Estrada a Washington le privó de las simpatías de la mayoría de
la población.
Estrada tuvo que enfrentarse a diversos problemas durante su
mandato: a su escasa popularidad, la codicia de sus ministros y sus
problemas con la bebida se añadían la competencia de los
conservadores, que ansiaban hacerse con todo el poder y gozaban
del favor de los estadounidenses, y la rivalidad de su ministro de
Defensa, Mena Vado, que dominaba la Asamblea Nacional y
anhelaba arrebatarle el poder. Mena había desempeñado un papel
crucial para que la nueva Asamblea Nacional aprobase la reforma
financiera deseada por los estadounidenses. Esta se justificó por la
situación de cuasi bancarrota de la Hacienda nacional tras los
combates, la necesidad de pagar la deuda externa y las
reclamaciones de los inversores extranjeros.
Los conservadores se dividían principalmente en tres fracciones: la
de Emiliano Chamorro, señor del centro conservador por
antonomasia, la ciudad de Granada; la de Mena Vado, que se había
distinguido durante la guerra; y la de Adolfo Díaz, más moderada y
que había financiado la guerra.
arte de los conservadores, no obstante, no aceptaron la vuelta al
Gobierno de los liberales. Poco después de la marcha de los
soldados estadounidenses, en octubre de 1925, el general
Chamorro dio un golpe de Estado, obligó al débil Carlos José
Solórzano a rescindir su liga con los liberales y a abandonar la
Presidencia, envió al vicepresidente al exilio y se hizo nombrar
presidente de la república en enero de 1926. Había esperado que
los Estados Unidos admitiesen la nueva situación, pero estos se
negaron en enero de 1926 a admitir su autoridad.
Estalló un levantamiento liberal en la costa atlántica en mayo,
aplastado y otro más poderoso que desencadenó una guerra civil,
en agosto. Con apoyo mexicano, el exvicepresidente
exiliado Sacasa regresó al país y se alzó contra Chamorro desde
la costa de los mosquitos, en Puerto Cabezas, conquistada
por José María Moncada Tapia ese mismo mes. Las
conversaciones entre los enemigos para poner fin al conflicto,
celebradas en un buque de guerra estadounidense anclado en
Corinto, fracasaron en octubre. La participación mexicana alarmó a
los estadounidenses, que vieron peligrar su dominio del país y por
ello decidieron deshacerse tanto de Sacasa como de Chamorro y
devolver al poder a Adolfo Díaz Recinos, en calidad de presidente
interino «imparcial». Chamorro tuvo que dimitir y ceder la
presidencia a Díaz; Sacasa, sin embargo, no reconoció su autoridad
y formó un Gobierno propio en el este el 1 de diciembre. México
reconoció a Sacasa y le envió armas y abastos. Para sostener a
Díaz frente a los rebeldes liberales, el presidente Coolidge, al que
aquel había solicitado socorros, aplicó una serie de medidas que le
favorecieron, pese al disgusto de la opinión pública de su país, que
rechazó sus razones para hacerlo: ampliar las zonas neutrales
impuestas por la Armada, abolir el embargo de armas a su
Gobierno y concederle varios empréstitos.

La Guardia Nacional era impopular, costosa para los


estadounidenses y un instrumento en manos de quien detentase el
poder, primero el presidente José María Moncada Tapia, antiguo
jefe militar de la rebelión de Sacasa y vencedor en los comicios de
1928, y luego de Anastasio Somoza García. Fue además incapaz
de acabar con el movimiento guerrillero de Augusto César Sandino,
que entre 1927 y 1933 se opuso a la ocupación militar
norteamericana. Sandino, uno de los dirigentes liberales, se había
comprometido en principio a aceptar el pacto de Tipitapa, pero
luego se había retirado con sus hombres, unos doscientos, a la
abrupta región fronteriza de Las Segovia, en el norte del país,
donde había emprendido la acción guerrillera. Las operaciones de
las fuerzas estadounidenses y nicaragüenses contra Sandino
resultaron infructuosas. Tras retirarse un año a México en 1929,
Sandino regresó a Nicaragua en 1930 y pudo reunir en torno a sí a
unos cinco mil hombres. La hábil propaganda de Sandino perjudicó
la imagen de los Estados Unidos en el mundo: fomentó la hostilidad
de los países latinoamericanos hacia Washington en la Sexta
Conferencia Panamericana celebrada en 1928 en La Habana, fue
asunto de los comicios presidenciales y complicó la intervención
estadounidense en la crisis de Manchuria de 1931. Así, el
presidente Herbert Hoover decidió poner fin a la ocupación y, pese
a los ruegos de su homólogo nicaragüense, retiró a las tropas el 2
de enero de 1933, al día siguiente de que Sacasa tomase posesión
de la Presidencia del Gobierno. En 1929 los cinco mil infantes de
marina estadounidenses se habían reducido a poco más de dos mil
doscientos y en 1931 se habían retirado de las operaciones contra
Sandino.  En febrero de 1932, apenas quedaban ya setecientos
cuarenta y cinco en Nicaragua. En noviembre de 1932 se habían
celebrado nuevas elecciones en Nicaragua, que ganó Sacasa, que,
con el respaldo de liberales y conservadores, llegó a un acuerdo
para poner fin a la rebelión de Sandino en febrero de 1933.
Cuestionario

1. ¿Que fue la ocupación estadounidense de Nicaragua? 

2. ¿Cuándo comenzó la ocupación oficial del país centroamericano?

3. ¿Cuales fueron las causas de la ocupación estadounidense en


Nicaragua

4. ¿Cuál era objetivo de las operaciones militares estadounidenses


en Nicaragua? 

5. ¿Como quedo Nicaragua con la firma del Tratado Bryan-


Chamorro en 1916?

6. ¿Cuándo entro en vigor el tratado Bryan Chamorro?

7. ¿Qué había decidido el Gobierno estadounidense?

8. ¿Para que fue intervención militar?


fue para evitar el derrocamiento del gobierno títere del conservador
presidente Adolfo Díaz (ex contable de una empresa minera de EE.
UU.) por un ejército rebelde.
La intervención militar fue para evitar el derrocamiento del gobierno títere
del conservador presidente Adolfo Díaz (ex contable de una empresa
minera de EEUU) por un ejército rebelde. 
No fue sino hasta 1933, las tropas estadounidenses se retiraron después de
un levantamiento de seis años bajo el liderazgo del General Augusto César
Sandino.
El presidente William Taft (1909-1913) continuó el "gran garrote", política
de su predecesor, Theodore Roosevelt, ("América para los americanos")
como una extensión de la Doctrina Monroe de 1823. 
En consecuencia, los EE.UU. tuvieron que proporcionar la paz y el orden
en las Américas y el Caribe y para ejercer una especie de fuerza policial en
su "patio trasero". En 1898 se había expulsado a los colonizadores
españoles en Cuba y Puerto Rico (así como de las Filipinas). En Cuba, se
instaló un régimen satélite y atacaron a varios militares hasta 1933.
En Nicaragua, José Santos Zelaya del partido liberal, era presidente desde
1893. Había logrado desembarazarse de los ingleses en la costa atlántica y
trató de interesar a los japoneses para que construyeran un canal
interoceánico. Los EEUU consideraron esta actitud como una afrenta y
armaron a los conservadores que se sublevaron contra Zelaya
desembarcando en Bluefields. Este renunció al igual que su sucesor, José
Madriz. La presidencia recayó entonces en Adolfo Díaz, un ex empleado de
la compañía minera yanqui Fletcher.

Sin embargo, una revuelta dirigida por los liberales estalló en 1912 y el
presidente Taft envió con toda presteza a 1 700 marines para proteger al
presidente Díaz. Las tropas yanquis permanecerán en Nicaragua hasta
1925.

Causas de la intervención estadounidense

1. La coyuntura inmediata fue que dos estadounidenses, Cannon y Groce,


habían sido sorprendidos con bombas en su poder destinadas a volar los
barcos del gobierno de Nicaragua que navegaban en el río San Juan. Tropas
de Zelaya los tomaron in fraganti. Fueron sometidos a un cuidadoso
proceso. Llenadas todas las formalidades y plenamente confirmada su
culpabilidad, se les pasó por las armas.

La culpabilidad de los dos estadounidenses era indudable y su muerte fue el


pretexto final para la intervención abierta de Estados Unidos en Nicaragua.

2. Pero no era solo eso: Zelaya se había negado a aceptar un empréstito que
le ofrecieron los banqueros estadounidenses con el aval del gobierno de
Estados Unidos.

3. Al mismo tiempo, Zelaya contrató un empréstito con los banqueros


ingleses de la Casa Ethel Burg66, que tenía como objetivo la construcción
de un ferrocarril que uniera el Atlántico al Pacífico del país, y para, como
dice el mismo Zelaya, "Liberar al comercio nacional de ser tributario del
ferrocarril de Panamá... y realizar, además, la consolidación de nuestra
deuda externa".

Pero había algo más: Estados Unidos tenía el propósito de conseguir la


concesión canalera por Nicaragua y no encontraban las facilidades con
Zelaya, ya que éste exigía que se garantizara la soberanía de Nicaragua y
una cantidad de dinero correspondiente a la importancia de la obra.

La actitud del gobierno de Nicaragua no encuadraba dentro de los planes


políticos y financieros de la burguesía estadounidense. Zelaya era un
estorbo para la diplomacia del dólar y era preciso eliminarlo.

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