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Blackmirror

Himno Nacional

Comunicación popular y práctica política.

Algunas aproximaciones hermenéuticas a


Black Mirror

Escrito por: Juan Diego Hernández Albarracín


Doctorado por la Universidad Simón Bolívar sede Barranquilla (Educación).
Maestría por la Universidad Industrial de Santander (Filosofía).
Pregrado/Universitario Universidad de Pamplona UDP (Comunicación Social).

Introducción

Se pretende elaborar una mirada hermenéutica al respecto de las condiciones


Black Mirror.
En razón de esto, nos interesa preguntar por elementos tales como la comunicación,
lo popular y su posible intromisión en la construcción de una imagen política
contemporánea.

Por consiguiente, se ubican itinerarios de pensamiento que orbitan la matriz de la


cultura popular y la comunicación leídas desde Jesús Martín-Barbero, las posiciones
de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe sobre el populismo, y las miradas coloniales y
poscoloniales críticas que representan Enrique Dussel, Aníbal Quijano, Walter
Mignolo y Santiago Castro-Gómez. Nos interesa, sobre todo, discutir las
posibilidades de reducir el pathos de la distancia y migrar a escenarios otros de
convergencia, creatividad y comprensión en materia de configurar una postura
política distinta a la ocasionada por las buenas maneras del liberalismo occidental.

Para esto, no acudimos teóricamente al liberalismo habermasiano o rawlsiano que

-Gómez, 2015: 67) para


pensar la comunicación y la política, sino a posturas más disruptivas que integran la
sexualidad, la cultura popular y las demandas políticas, cuestión que enriquece una

alienación que supeditan al sujeto al clímax de lo espectacular noticioso. Por esto,


abrimos vértices hacia la capacidad de causar una inquietud de sí, que pase del
espectáculo a la tragedia y transforme territorio, percepción y prácticas de la vida
política.

Así, el estudio tendrá dos escenarios fundantes: primero, la discusión sobre


comunicación popular, modernidad y populismo en la política latinoamericana, y
segundo, una lectura sobre los escenarios de enunciación identificados para la

una plataforma reflexiva que permita ver el reflejo de características categoriales de


la comunicación popular y la práctica política como elementos que deconstruyen las
concreciones, límites y libertades de la actual gubernamentalidad, migrando a una
postura subjetiva que abre una inquietud y cuidado de sí en los horizontes de
permitir e incluir al diferente/subordinado en el diálogo/práctica de lo político.

Comunicación, cultura política y populismo

La comunicación es uno de los desafíos de nuestra modernidad [3], debido a que las

y diferentes que nos exigen el abandono de la idea de un espacio constitutivo único

lo cual implica, para la condición comunicativa, presentar el vínculo interrelacional


entre sujetos que conflictúan con respecto a los horizontes de un itinerario, no tan
solo epistémico (abstracto), sino también popular (fáctico), para contrarrestar
informaciones, conocimientos e interacciones socioculturales hegemónicas.

Sobre esta concepción de lo popular, que llevada a la práctica política fue

degradado, sino denigrado. Su rechazo ha formado parte de una construcción


d
al superponer la razón científica al saber cultural.

Así, determina una dimensión lingüística y territorial unificada que aniquila los
sincretismos del diálogo intercultural. Esto implica una impronta inscrita en la
historia, que superpone las costumbres, los hábitos y los lenguajes hegemónicos de
características coloniales a las lógicas comunicativas de los habitantes que se
encuentran en los subterráneos del poder, debiendo configurar procesos de
resistencia de talante popular que los reconozca como integrantes no solo de los
espacios, sino también de la construcción discursiva, para confrontar los sentidos
comunes histórico-políticos que ven el mundo en rangos binarios anclados a la
representación del centro (desarrollo, primer mundo, mayoría de edad, civilización)
y la periferia (subdesarrollo, tercer mundo, minoría de edad, barbarie).

la dimensión política de la comunicación popular se sustenta sobre la


construcción de un saber dialogante que evite los quietivos de las maniobras

reaccionan con alergia a -Gómez, 2015: 397) y tienden redes de


poder para la manipulación informativa (fake news) y el ocultamiento de los sectores
vulnerados, desde una única matriz liberal de verdad que oculta sus fauces en un
manto de sobriedad y falsa modestia.

Encontramos aquí un tipo de comunicación fundamental, no porque piense los


universales abstractos de la tradición, ni porque dialogue el impacto procedimental
de la gestión informativa o porque determine que un sector es más fundamental u
originario que otro, sino debido a que redescubre un escenario históricamente
vulnerado, una sombra que solo se miraba por contraste en espera de su
desaparición. Esto es, la posibilidad de poner a dialogar las diferencias y construir
con base en los antagonismos
también ofrecerles una lucha común, pues hoy en día nuestros problemas son

parte, y, por otra, de intercambio cultural, en interacciones diversas que se


construyen y transforman de manera permanente más allá de los idearios
comunicacionales del multiculturalismo liberal que transforma la verdadera lucha
política

Por esto, la cultura popular debe ser recuperada para ampliar los entresijos de la
dinámica comunicativa de las luchas políticas, comprendida no como un proceso
transmisor de saberes prefigurados, sino ejercicio vivo de la experiencia que
e amigos

interesa tanto (solo como aproximación) lo que ocurre en los santuarios


academicistas o de la organización tradicional de la política, sino lo que pasa en los
barrios, los mercados, las marchas y las plazas públicas con sus estéticas, economías

atolladero en el que es
2008: 61). Ahí está la raíz de lo que nos pasa y la coordenada que nos posiciona para
problematizar los mapas del saber filosófico y político contemporáneo.

La ciudad y lo popular: primeras enunciaciones del populismo

Según cuenta Martín-Barbero, fue en la ciudad, ya sea como territorio o como idea,
donde se produjo la formación discursiva de lo popular a partir de la expresión de
una masa desbordada que buscaba refugio de la violencia rural. Esto generó
un aluvión proletario que descentraba las luchas (discursos y prácticas) políticas
que sostenían las perspectivas de la derecha hegemónica y de una izquierda
resistente sin posibilidades de hacerse con los ejercicios del poder. Por esta cuestión,
esta protociudadanía
comenzó a significar un enorme déficit de vivienda y transporte, y un nuevo
modo de habitar la ciudad, de marchar por las calles, de comportarse. En la
periferia aparecieron los barrios de invasión y en el centro las rupturas
ostensibles de las normas de urbanidad. La ciudad comenzaba a perder su

de las clases populares a la sociedad y la aceptación por parte de ésta del


derecho de las masas, es decir, de todos los bienes y servicios que hasta
entonces habían sido privilegios de unos pocos (Martín-Barbero, 2010: 182-
183).

Esto deriva en una lucha frontal entre el poder constituido (potestas) de la


institucionalidad y el poder constituyente (potentia
antagonismos entre Nosotros, el pueblo y Ellos, la oligarquía bancaria que ostenta
los oficios del poder. Se hace urgente abrir lo diverso ya no desde las lógicas del
ejercer bélico de la aniquilación entre unos (pueblo) y otros (oligarquía), sino a partir
de la integración de una comunicación abiertamente popular que articule las
diferencias no para unificar las peticiones, sino para multiplicar las demandas en el
camino de las luchas comunes.

Este fenómeno será leído desde los lugares de enunciación que interpretamos son
como condicionantes estructurales de una
comunicación política que cierra distancias, los cuales nominamos: 1) el rapto y 2)
la fornicación. De este modo, abre un ejercicio que resignifica simbólicamente el
papel comunicativo de los gobernantes y los gobernados, al utilizar una dimensión
artística que salta del territorio específico de las museografías y las abstracciones
estéticas, al estrictamente práctico de la política como construcción conjunta.

En razón de esto, nuestra posición hermenéutica buscará elementos de relación que


reivindiquen al interior de la trama, tan
-Gómez, 2015: 364) que
incorpora la idea del desobedecer mandando y la comunicación popular que habilita
una integración entre gobernantes y gobernados como habitantes de un mismo
estado ontológico, que, en vez de segregar, permite la convergencia y creatividad
desde una base siempre antagónica.

La importancia del rapto: un ángulo diferencial de la atención


democrática

El capítulo 1 de la primera temporada de Black Mirror


con un rapto. Una importante integrante de la nobleza ha sido secuestrada. Ella, la
princesa Susannah, es el símbolo de los nuevos tiempos, una suerte de reinvención
de la monarquía, al estilo de Diana de Gales, que participa del emergente cuerpo

(Ierardo, 2018: 42), haciendo eco de preocupaciones propias de la posmodernidad


mas de género, derechos
de minorías, etc. Esto la convierte en ídolo de la cultura pop y, por esto, un icono del
multiculturalismo neoliberal, que produce mercancías a partir del imperio de un
capital global transformado que da
testimonio de la homogeneización sin precedentes del mundo contemporáneo.
Es como si, dado que el horizonte de la imaginación social ya no nos permite
considerar la idea de una eventual caída del capitalismo (se podría decir que
todos tácitamente aceptan que el capitalismo está aquí para quedarse), la
energía crítica hubiera encontrado una válvula de escape en la pelea por
diferencias culturales que dejan intacta la homogeneidad básica del sistema
capitalista mundial. Entonces, nuestras batallas electrónicas giran sobre los
derechos de las minorías étnicas, los gays y las lesbianas, los diferentes estilos
de vida y otras cuestiones de ese tipo, mientras el capitalismo continúa su
Precisamente, es en las lógicas atractivas de producción capitalista de subjetividad

multiculturalismo liberal y por esto, la atención de una cultura esquizofrénica


emergente que se sustenta en lo que sus ídolos son capaces de representar. Así, el
captor emprende su trabajo desorbitando la presencia física y dejando tan solo su
expresión simbólica. Elemento con el cual establece una primera conexión
problémica entre los intereses de la potestas y la potentia.

Tal tríada entre sujeto de intención, esto es, quien motiva el hecho narrativo
(secuestrador), la institucionalidad (potestas) y el pueblo (potentia), comienza a
tejer una estrategia que acercará el último a sus gobernantes desde el desgaste
neoliberal, sustentado, como diría Fouca

que, en principio, la petición no fuese estrictamente monetaria, como queda


demostrado en la conversación inicial sobre el secuestro entre el primer ministro y

-
3:56). Hay un estado de desconcierto que entreteje las bases de un acontecimiento
desde la relación demanda-verdad. Porque no es el rapto lo que causa extrañeza, sino
la demanda, pues no está cubierta por las lógicas del mercado, lo que hace
extraordinario el evento al que se debe enfrentar el mundo político.

Se interpreta que la razón primordial del rapto es pronunciar una demanda que
busque hacer una cadena equivalencial entre la pluralidad de situaciones que afectan
las inserciones de la institucionalidad en la vida pública de las personas. Debido a
esto, se sustrae a un representante de los significantes vacíos de la hegemonía para

lo cual significa que el pueblo se constituye mediante el establecimiento de una


cadena de demandas
narrativa de la cinta pase de una preocupación puramente fáctica (el rapto) a una
simbólica (la fornicación), teniendo que ver más con una inspección propia del sí
mismo popular y no tanto con la suerte del sujeto alternativo.

Lo venidero es la pronunciación por parte de la princesa Susannah (sujeto


alternativo) de la demanda, un fenómeno inimaginable, para el cual no hay
protocolo, mucho menos anticipación del daño al interior de los principios
normativos de la técnica política. La primera aseveración es no hacerlo, distanciarse
de las intenciones del terrorismo. Pero, a medida que se desarrollan los hechos, el
cuerpo, la carne y el sufrimiento comienzan a hacer presencia a partir de una escucha
ate
elemento accidental de la vida, sino que constituye su esencia, pues nuestra

Así, la dimensión simbólica de la representación ha sido fracturada a causa de su


contagio de realidad. La permanencia originaria del poder, su dignidad poco
importan al mostrarse en la pantalla un dedo cortado (aparentemente de Susannah),
que genera en el público una sensación de desarraigo. Ya no es tan solo la princesa,
sino un ser sufriente (como ellos) que debe ser salvado.
La opinión pública, a través de la medición estadística y los canales informativos de
masas tradicionales (prensa, radio, televisión) y actuales (Facebook, Twitter,
Instagram), demanda que el cuerpo retenido sea protegido a como dé lugar, asunto
que comienza a desdibujar el escenario superficial de la trama (el secuestro de la
princesa). Eso queda claro en la antesala al cumplimiento de la demanda, debido a
que los esfuerzos de las autoridades no han rendido frutos y el tiempo se está

hombre, para ser directa, de cuestionable popularidad que prioriza su humillación


personal ant -29:43)

La presión entre el cumplimiento del deber y la exposición a la mirada pública


implica el establecimiento de una decisión que no contemple únicamente la
salvaguarda de la carrera profesional, sino la satisfacción de la opinión, del epicentro
del poder constituyente que clama por recuperar, con el cuerpo de su icono cultural,
una identificación de sí. Este es el primer aterrizaje de quienes conforman la pléyade
gubernamental al mundo del sacrificio público. El jefe de estado pierde su aura y
comienza a descender a la vileza de donde provienen a quienes comanda.

Por esto, la cinta comienza a mostrarnos imágenes cada vez más sobresalientes de
sujetos subalternos que cobran protagonismo mayoritariamente en sus lugares

nueva racionalidad que, considerada dialógicamente, es capaz de razonar a partir del


-Fernández, 2018: 83), multiplicando
las voces de las clases trabajadoras, que al inicio no tenían mayor importancia,
siendo opacadas por las ocupaciones de la técnica gubernamental, la cual buscaba
tácticas de manipulación mediática para ocultar los puntos de fuga de esa obra
artística disfrazada de terrorismo.

Precisamente la imagen del terrorismo desde los ejes de normalización biopolítica se


va difuminando conforme se va desarrollando la trama. Esto es lo extraordinario, de
ahí la distopía de Black Mirror, pues el terror impartido, al no venir precedido de

estatal, pierde toda su fuerza al no gen

tanto, en otra cosa, un extraño gólem labrado al estilo del Rabí de Borges sobre un
muñeco que no tiene más sentido que la provocación del acto. Ahí tiembla la razón
gubernamental (gubernamentalidad) y se apura el cumplimiento de una operación
impensable. El terror de la bomba o la libertad de algún preso político se sustituyen
por la vergüenza de verse frente al espejo (mirror) de sí mismos.

El ejercicio comunicativo comienza con el desarraigo del sujeto alternativo del


multiculturalismo para captar la atención y culminar con el aseguramiento de la
superposición de la capa popular al itinerario de las relaciones gubernamentales de
seguridad que sacrifican al sujeto del ejercicio privilegiado del poder (primer
ministro), en función de preservar una opinión pública favorable. Así, este debe
desvestirse, literalmente, pero también simbólicamente, y hacer lo que le demandan:
ro horas de esta tarde, el primer ministro Michael Callow debe aparecer

(Brooker, Bathurst, 2011, 4:13-4:41).

Esta cadena de eventos, sucedida desde el rapto, propiciará una preocupación


política del sí mismo de los sujetos intervinientes. Pasaremos del espectáculo caníbal
del mirar entretenido
solo como el lugar del sufrimiento, sino también como aquella instancia mediadora
en la que se pone en evidencia de manera concreta la aporía que posibilita y, al

Desorbitado el rapto, la princesa se desdibuja a completud para dar paso a otro


escenario comunicativo, donde surge la náusea, el vómito y la vergüenza; escenario
constitutivo de una conciencia popular que cerrará (sin hacerlas desaparecer) las
brechas entre la hegemonía y sus resistencias, para verse a sí misma como una fuerza
perar con creces el modelo del racionalismo neoliberal
individualista, por otro mucho más humanizante que avale y acredite la diversidad
-
Fernández, 2018: 83).

El símbolo de la fornicación: eliminación del pathos de la distancia

El rapto de la princesa es la desaparición parcial del capitalismo global de las


incorporaciones del multiculturalismo liberal en los ejercicios de poder. El acto
representa, o mejor, gira hacia un lugar de enunciación donde las atenciones no
orbiten las relaciones del mercado originadas a partir de las condiciones maquínicas

sobre la posibilidad de hibridar los intereses de la potentia y la potestas desde un


conjunto esquizoide que tiene al arte como principal sustento.

El origen esquizofrénico del acto propiciado por Bloom, que parte de una demanda
que no se consigna en las formas del obrar político tradicional, nos permite asumir
que el originador quería cerrar el pathos de la distancia (Pathos der Distanz), que,
como diría Nietzsche, es propio de las clases dominantes
sensación general y básica, duradera y dominante, de ser una especie superior que
manda a otra especie inferior, a algo bajo; ese es el origen de la contraposición bueno
, y hacer posible la conexión entre gobernantes y
gobernados desde la expresión estética de un evento que, más allá de ridiculizar al
aparato estatal, quiere anclarlo a las expresiones populares. De ahí que el objeto
erotizado sea un cerdo, mamífero cuya representación narrativa siempre estará
ligada a lo más bajo, desaseado y oloroso de la cultura, esto es, a las experiencias
culturales de lo popular mantenidas lejanas por quienes ejercen el poder.
La cerda, sexualizada, fornicada y silenciosamente maltratada, disminuye las
distancias, su experiencia coital conecta lo que en teoría debería ser siempre objeto
de separación. Aquí vemos que la cinta ya no trata sobre el rapto, pues el sujeto
alternativo

2014: 155). La concentración, entonces, se empieza a entretejer primero como

alimentar los inve


cual aniquila la idea de sublimación freudiana que implica la desexualización de los
investimentos sociales, por estar subordinados a la naturaleza primaria de las
relaciones con los padres
burgueses, en una especie de triángulo artificial bastante desagradable, que ahogaba

monótonas de la burguesía victoriana donde la sexualidad era cuidadosamente

obnubilaban las diferencias, contradicciones o antagonismos de las subjetividades

Por tanto, la interpretación de la sexualidad se vuelve indispensable, pues configura


un acontecimiento que será determinante en los modos de apreciación de los

externa, que tiene que ver con las estipulaciones de multiplicidad de una relación no
edípica que subsiste de los objetos parciales de las máquina

73), por lo que se hace necesario alcanzar sus operaciones molares y moleculares
para salir de la orientación de los grandes conjuntos, que en nuestro caso no deriva
de la unidad sacramental de la familia, sino de la estructura originaria de un Estado
que debe ser protegido con la vida, incluso, de su individuo más poderoso.

Alcanzar las operaciones inconscientes de esas máquinas de desterritorialización


(fenómeno del cerdo) hace que las reglas de la conducta producidas por el pathos de
la distancia sean aniquiladas, al no existir un elemento absoluto, una unidad
completa desde la cual segregar sus partes. Por tanto, el primer ministro Michael
Callow y los espectadores comienzan a padecer los influjos maquínicos que van a
estremecer las bases mismas de la realidad. La popularidad del gobernante se
desgarra, así como su estabilidad familiar. Tal situación se observa en la discusión
del primer ministro con su asesora principal:
PRIMER MINISTRO: La matarán de todas formas, quizás ya esté muerta.
ASESORA: Y si no, la matará en un video en vivo. Todos lo verán, el mundo lo
verá. Te llevarán a la junta por insurrección y serás destruido. ¡Totalmente
destruido! No solo serás un político en desgracia, serás un individuo
despreciado. El público, el Palacio y el partido insisten.
PRIMER MINISTRO: Al diablo el maldito partido.
ASESORA: Si te rehúsas, me han informado que no garantizaremos tu

siento, Michael, no tienes opción (Brooker, Bathurst, 2011, 29:45-30:47).

Así, vemos el evento en el que la esposa del primer ministro entra en escena. Su
sentimiento no es tanto por la aventura que emprenderá su marido, sino porque hará

jerarquías y establece nítidamente las diferencias dentro de un mismo nivel social y

implicaciones de comer con la mano, hurgarse la nariz o vestir de forma inapropiada.


Es desesperante que la elite pierda su luminosidad en un acto público de depravación
que asquea a una clase acostumbrada a las buenas maneras de su apariencia.

Esto es visible en la esposa. Su asco y vergüenza denuncia el puritanismo moderno


en materia de decretar prohibición, inexistencia y mutismo (Foucault, 2011),
comenzando a despertar la necesidad de restringir, sobre cualquier consecuencia, la
acción original (fornicar la cerda), luego establecer en público una cierta inexistencia
del hecho y, ya en privado, el total mutismo, la distancia máxima de lo marital,
recluyendo al primer ministro a un orden de total apatía por romper las sagradas
leyes del acuerdo conyugal para pecar contra la pureza (Foucault, 2011) y volcarse a
una práctica antinatural que los deja expuestos como clase, al escrutinio visceral de
los subalternos.

Tal exposición de clase ante un acto antinatural desde la costumbre es lo que fabrica
la producción de una subjetividad que deja de mirar al otro como diferente, como
parte de otra orilla elemental y privilegiada. El estertor hilarante de las redes
sociales, que muestra el ridículo del gobernante, poco a poco comienza a proyectar
un asco hacia sí mismo. El espectador ya no ve al otro-fornicador como un intérprete,
sino que lo aprecia como parte propia, de su mundo, pues lo compadece y acompaña

una cerda y vislumbrar el goce que castiga la prepotencia o privilegios del poder, pero
ardo, 2018: 45).

Esto es posible porque el velo de la ficción que sostiene la verdad, como afirma
Lacan, ha sido rasgado. El pathos de la distancia se cierra a partir de la puesta en
marcha de una máquina de desterritorialización. La comunicación deja de ser el
altavoz de la economía de mercado, para asistir al acontecimiento de una alteridad
capturada que desnuda en su cautiverio una posición convergente y creativa con
respecto al poder constituido. El Estado y los sujetos que lo gobiernan han perdido
el aura de limpieza y pulcritud que históricamente los acompaña, debido a que el
líder del gobierno se fornica literalmente a una cerda, y, con esto, pese a lo que se
pudiese pensar, el Estado no claudica, sino que se transforma y adquiere otra
perspectiva más abierta y menos dogmática.

La performática del cerdo fornicado es la obra de un artista que se aleja del producto
concreto de la obra de arte y busca significar prácticas, comportamientos y
valoraciones más allá de la plena contemplación. Él mismo ya no es importante una
vez la secuencia ha sido iniciada. La inmolación de Bloom implica la independencia
de la obra con respecto al artista, no existiendo más interpretaciones que las que se
puedan desarrollar por parte de los espectadores: se suicida, tal vez para no
intermediar con explicaciones o justificaciones sobre su posición al respecto de esa

(Deleuze, 1985: 12), sin una relación causal estricta, un sesgo, razón de ser o
significante especifico.

Así, el artista lega la virtualidad de un cierre entre las esferas de la vida privada, lo
público y la razón gubernamental conectadas en un ejercicio de producción
comunicativa, que si bien es perverso o parafílico en origen por estar sujeto al campo
de los desórdenes psicológicos, desata otras maneras de asumir las condiciones
políticas de un campo social que no está cerrado al raciocinio, a la historia o

hay cortes, cortes de cortes. Ese conjunto transfinito del campo social implica
máquinas, agentes de producción, agentes de antiproducción. La libido sexual lo

fornica a la cerda, son todos, espectadores atentos que se alternan en la penetración.


Eso los asquea, pero también los atrae.

Debido a la relación investimento, campo social y libido sexual, la obra de Bloom


origina un nuevo ethos comunicativo y político, tanto en las relaciones sociales
ordinarias, como en las prácticas de los medios de información, al demostrar que
había gentes que estaban indagando la comunicación, trabajando y produciendo
desde el arte y la política, la arquitectura y la antropología. Se necesitó perder el
objeto para encontrar el camino al movimiento de lo social en la comunicación, a la
comunicación en proceso como plantea Barbero , producto quizás de las
emergentes culturas digitales postelevisivas que se afectan en los intersticios de la

minorías trasnacionales, interesadas por la obra de un poeta o de un videoartista


que, de

De este modo, se observa cómo la proliferación de estas comunicaciones no oficiales,


que reptan en el ciberespacio, son las causales del desenfreno ante el fenómeno
rector de la obra de Bloom. Tal vez, en otros tiempos/culturas la información pudo
haber sido contenida, aplacada por los intereses de la razón de Estado. La apuesta
estética, política y comunicativa del artista pudo transitar más allá del territorio
informacional de los medios de comunicación de masas, recluyendo, literalmente, a
las gentes en sus dispositivos digitales para vivenciar la obra sin una intermediación
interpretante hegemónica que cierra las distancias históricas entre el poder
constituido (potestas) y el constituyente (potentia).

Así, vemos cómo la periodista de siempre, que canibaliza la noticia para entregársela
al mercado, fue herida, humillada y desacreditada. Sus prácticas noticiosas,
manipulaciones y expectativas de éxito bursátil se vieron impedidas por el impacto
estético de la obra erótico-
comunicación tendrá otra mediación, no sabemos si mejor o peor, pero al menos
diferente. La cerda sexualizada fácticamente por el representante del poder
(simbólicamente por todos) traza otra ruta ante la puerilidad de un acto, que más
allá del desnudo físico, desata en los espectadores la vergüenza, el sentimiento
miserable y las distancias existentes que convierten el sufrimiento en espectáculo.
La ciudadanía vista a sí misma en el espejo negro de los dispositivos electrónicos
(black mirrors) descubre su retrato y se somete al escrutinio de su propia vileza, para

homogénea, y radicalmente extraña a todo lo que no es uno mismo: yo es otro. Pero

Tal ejercicio de ida y vuelta, presentado por el espejo oscuro de la realidad-pantalla,


hará que el estado de cosas se transforme y el asunto político sea ya no cuestión de
fundamentos originarios, sino de constantes construcciones para determinar que el

decir, el problema es imaginar y tratar de construir lo que podríamos llegar a


(Díaz, 2014: 189), lo que implica que el lugar de enunciación de lo político no está
prehecho, sino abierto. Cualquier cosa puede pasar, permitiéndonos preguntar, con
Victor Hugo, de qué estará hecho el mañana, y responder, con Roman Gubern, que
hemos entrado en él, por muy cierta la aseveración de que las nuevas tecnologías

(Gubern, (2013: 415), consideración que, a nuestro juicio, determina la aporía


de Black Mirror
comunicativo.

Conclusiones

Se consiguió establecer una mirada hermenéutica al respecto de las consideraciones


de la comunicación popular desde la base del populismo político, asumiendo así una
estructura de base que permitiese pensar la cultura y sus informaciones más allá de
la traducción hegemónica. Por esto, se privilegia una comunicación antagónica que
tenga como ethos la creatividad y articulación de cadenas equivalenciales de
demandas que configuren un territorio político sin las distancias de clase, raciales y
geográficas de nuestra actualidad.

Esto no significa que la idea antagónica del ejercicio comunicativo como base de una
política popular cierre ciclos o agote diferencias. Es todo lo contrario, busca
multiplicidades, alteraciones y dinámicas dialógicas en función de agenciar procesos

por tanto, a un asunto de carácter histórico. Lo cual significa que ningún movimiento

(Castro-Gómez, 2015: 54), esto es, una especie de reconciliación total acerca de los
conflictos tratados, tal como pensaba Marx al respecto de la toma de conciencia por
parte del proletariado, base primaria de las luchas populares en Latinoamérica.
cación popular
como eje desarticulante del pathos de la distancia, pudiendo, en el tránsito
indagativo, reflexionar sobre las industrias y consumos culturales, medios masivos
de información y demás condiciones emergentes del ethos comunicacional.

Precisamente, fue a partir de lo emergente a partir de lo que pudimos observar cómo

multiculturalismo liberal, a una que se ancla en las relaciones de la identificación


vinculante de lo humano a partir de la obra erótico-política de Bloom en las maneras
físicas de un ministro que fornica una cerda mientras esto se trasmite en las
pantallas.

Tal acontecimiento, que transita del espectáculo a la tragedia, permite observar una
nueva racionalidad comunicativa que no vive de la univocidad, sino que se expande
por las autopistas digitales para reconstruir imaginarios, prácticas y costumbres, en
este caso, de la gubernamentalidad. La ciudadanía, identificada y asqueada de sí
misma, transforma su comunicación con el Estado y con quienes ejercen el poder.
Percibimos, por esto, una cadena equivalencial de demandas que fueron suscitadas
por un fenómeno externo, para luego articular una forma renovada de inquietud,
autoconocimiento e identificación que hacen del otro un ser de cercanías, un hombre
sin más
otras expresiones del razonar, para así ampliar, enriquecer el propio ser y razonar
3: 382).

Esta experiencia reflexiva abrió una preocupación crítica por vernos como sujetos
posicionados geográfica y epistemológicamente, racional y afectivamente en el
reflejo de nuestros orígenes. Por esto, salimos de una política distancial que segrega,
para entrar a otra de abierta comunicación entre las partes, cuyo substrato
ontológico no es el acuerdo pasivo sobre universales, sino el antagonismo singular
de las sociedades políticas que se mantienen abiertas. Esta cuestión se leyó en

integrar estéticamente dirigentes y dirigidos desde una perspectiva abiertamente


popular. El acto lesivo de la fornicación no lo hace un solo hombre distante,
además , sino un representante de todos, por eso abre la alteridad popular, la
afección y la vergüenza.

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