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PROGRAMA 2020
UNIDAD UNO:
En el Cono Sur, luego de una serie de dictaduras o tragedia, las ideas de algunos países de
América Latina, partícipes de los acontecimientos. La teoría de la dependencia, fue la matriz
sobre la que se montaron acciones concretas.
Se comenzó a denunciar el uso que se pretendía hacer de los medios masivos como
instrumentos al servicio de un modelo de desarrollo inspirado en las universidades
norteamericanas que impediría la expansión de las acciones insurgentes de los pueblos
latinoamericanos. Se señalaba que la proliferación de facultades y escuelas consagradas al
ideal de la “comunicación para el desarrollo”, enmarcadas en proyectos como la resolución
verde o la Alianza para el Progreso, facilitaba la vinculación de América Latina a los intereses
hemisféricos de Estados Unidos. En nombre de la ciencia, se expandía una cultura que
consagra la dominación. La ciencia de la comunicación rebautiza el nombre de institutos de
enseñanza superior que antes se denominaban “de periodismo”.
La ciencia, la verdadera, era la que podía atravesar la opacidad del sentido común para
descubrir las leyes estructurales que rigen los procesos naturales, sociales o históricos.
1. Comunicación: los modos populares de relacionarse y las maneras que tiene la gente de
estar/sentirse juntos
Desde los cambios introducidos por la sociabilidad digital, remite también ahora a populares
prácticas de comunicación: las del chat que descoloca a los maestros por su impura
amalgama de oralidad con escritura, y las del hipertexto que, en su maleabilidad hipermedial,
hace estallar tanto la linealidad de la escritura como su enclaustramiento en el libro. (El
hipertexto es un muy otro texto abierto a la polifónica diversidad de las hablas y las escrituras,
las músicas y las imágenes, las visualidades y los ritmos.)
La experiencia de lo más nuevo habitaba en lo viejo, pues a dónde nos conduce y reubica el
novísimo paradigma de lo digital es a las viejas y olvidadas potencias de lo oral. Lo
culturalmente más parecido a las aperturas del hipertexto se halla en la vieja figura de la
conversación oral y gestual. El conversar es la matriz de lo que hoy se configura en una red
social, a la que se entra y de la que se sale entrelazando palabras con fotos, con retazos de
música y trazos de dibujos. Y como la conversación, así es de vulnerable el hipertexto a las
intervenciones de los que pueden intervenirlo para enriquecerlo o entorpecerlo, para corregirlo
o emborronarlo. Y como la conversación el hipertexto permanece abierto, no se acaba nunca
del todo sino que se suspende para continuarlo en otra ocasión, con otros invitados o
contertulios, el hipertexto nos reencuentra con la más antigua textualidad, la del palimpsesto
cuya escritura se hacía con un punzón sobre una tablilla de cera que se usaba mil veces
escribiendo sobre la borradura de lo ya escrito. En la conversación oral o digital aparecen
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enredados retazos de memoria, las entrelíneas que escriben el presente se ven asaltadas por
el pasado que aún está vivo.
En una fecunda coincidencia de pensamiento otro historiador, E.P. Thompson, al estudiar los
motines populares del siglo XVlll afirma que las clases populares se forman en la experiencia
de una lucha para la que no pueden escoger ni el tiempo ni el lugar, lo que ha generado en
ellas un peculiar sentido del desciframiento de las ocasiones.
En la sociedad que habitamos lo que había entrado en una profunda crisis era la idea misma
de cultura, por el movimiento creciente de su especialización comunicativa productoras de
bienes simbólicos ajustados a sus públicos consumidores. Con lo que estaba la vida social
toda antropologizada, convertida en cultura: ya no sólo el arte sino la salud, el trabajo o la
violencia devienen en culturas: cultura del narcotráfico, cultura organizacional, urbana, juvenil,
de género, cultura científica, audiovisual, tecnológica. Pero de toda esa redundancia quedó
una nueva contradicción: más que objetos de políticas, la comunicación y la cultura habían
pasado a constituir un campo primordial de batalla política: el estratégico escenario que le
exige a la política recuperar su dimensión simbólica para enfrentar la erosión del orden
colectivo. Qué es lo que no puede hacer el mercado por más eficaz que sea su simulacro.
Pues el mercado no puede sedimentar tradiciones ya que todo lo que produce “se evapora en
el aire”. El mercado no puede crear vínculos societales pues estos necesitan de largos
procesos de comunicación de sentido mientras que el mercado opera anónimamente
mediante lógicas de valor puramente formales, y promesas evanescentes.
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Los medios viven de los miedos. Pues no podemos comprender el sentido y la envergadura de
los nuevos miedos refiriéndose únicamente al aumento de la violencia, de la criminalidad y la
inseguridad en las calles, ya que los miedos son una clave de los nuevos modos del habitar y
del comunicar. necesitamos pensar conjuntamente cómo los medios se han ido convirtiendo
en parte del tejido constitutivo de lo urbano, a la vez que los miedos han entrado a formar
parte constitutiva de los nuevos procesos de comunicación. Y la necesidad entonces de
enfrentar dos prejuicios igualmente tenaces: uno que proviene del campo de los estudiosos
de la comunicación, y el otro que proviene de los expertos en violencias y miedos.
Enfrentar el segundo prejuicio nos lleva a plantear que no podemos comprender el sentido de
los nuevos miedos refiriéndolos únicamente al aumento de la violencia, de la criminalidad y la
inseguridad en las calles. Pues los miedos son una clave de los nuevos modos de habitar y de
comunicar, son expresión de una angustia honda, de una angustia cultural. Angustia que
proviene de varios factores. En primer lugar, de la pérdida del arraigo colectivo en unas
ciudades en las que un urbanismo salvaje va destruyendo poco a poco todo paisaje de
familiaridad en el que pueda apoyarse la memoria colectiva. Y en segundo lugar, es una
angustia producida por la manera como la ciudad normaliza las diferencias. la
angustia-que-nos-produce-miedo proviene del orden que nos impone la ciudad: un orden bien
precario y vulnerable pero eficaz, un orden construido en base al crecimiento de la
incertidumbre que nos produce el otro, un orden que inocula en nosotros la desconfianza
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En Colombia, como en ningún otro país de América Latina hoy, los medios viven de los
miedos. Ya que tenemos unos medios de comunicación desproporcionadamente
desarrollados. Pero esa desproporción es proporcional a la ausencia de espacios políticos
institucionales de expresión y negociación de los conflictos, y a la no representación en el
discurso cultural de las instituciones de las dimensiones claves de la vida y de los modos de
sentir de las mayorías. Es la realidad de un país con una muy débil sociedad civil. La verdadera
influencia de la televisión reside en la formación de imaginarios colectivos, esto es, una
mezcla de imágenes y representaciones de lo que vivimos y soñamos, de lo que tenemos
derecho a esperar y desear .El peso político o cultural de la televisión –como el de cualquier
otro medio– no es medible en términos de contacto directo e inmediato, sólo puede ser
evaluado en términos de la mediación social que logran sus imágenes.
La lucha por el espacio con la lucha por la autogestión contra las hoy sofisticadas formas de
verticalismo y paternalismo. Al descubrir la relación entre política y cultura –que nada tiene
que ver con la vieja obsesión por “politizar” todo– los nuevos movimientos descubren la
diferencia como espacio de profundización de la democracia y la autogestión. De manera que
la lucha contra la injusticia es, a la vez, la lucha contra la discriminación y las diversas formas
de exclusión, lo que es, en últimas, la construcción de un nuevo modo de ser ciudadano que
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Lo que sigue es una experiencia tan intensamente vivida por el que esto escribe. Por lo que
quiero al menos dejar enunciadas dos de las pistas más fecundas que se abrieron. Una, la
ciudad misma como clave de los modos en que la gente se comunica, y cuando digo ciudad
estoy nombrando especialmente el espacio público mirado como intercambiador cultural
fuerte, o sea el entrechoque de las más diversas culturas de clase, de etnia, de religión, de
sexo, de edad. Y dos, la política como mediación estructural tanto del comprender como del
hacer la ciudad, del análisis como del diseño, del proyecto y de la construcción.
Pocas ciudades han vivido una experiencia de transformación política y comunicacional como
la que vivió Bogotá en 1995, de Antanas Mockus. Quien tenia como lema de su campaña el
proyecto primordial de su gobierno: formar ciudad. Lo que significaba tres cosas: que quienes
le dan su verdadera forma a una ciudad no son las arquitecturas ni las ingenierías sino las
ciudadanías; pero que para que ello fuera posible los ciudadanos necesitaban re-conocerse en
la ciudad, o sea sentirse perteneciendo a algo que a la vez les pertenece a ellos. Y la única
manera de lograr eso era haciendo visible la ciudad como un todo: un territorio/
proyecto/tarea de todos.
Por esos tiempos los bogotanos iban de la casa al trabajo como por entre un tubo, la gente
aferrada a su bolso y que, sin mirar a nada ni a nadie, o sea la más viva figura de la
incomunicación.
Mockus lo primero que hizo fue poner en escena a la ciudad mediante estrategias
comunicativas que exigieron a la muchedumbre, a la mirada individual y colectiva, cambiar de
foco. Pues de un día para el otro un montón de teatralidades callejeras, sacaron a los
transeúntes del “túnel” al sorprenderles e incitarles a mirar y ver. La ciudad que apareció
teatralizada ya no era la de las deficiencias en su versión caótica de “hecho inevitable” sino en
otra versión: la de una experiencia colectiva que gritaba/coreaba los dolores de una ciudad
deforme, osea sin forma.Y así se convirtió en una pregunta acerca del espacio público: una
pregunta que encontró su traducción “masiva” en el lenguaje de los mimos a través del
aprendizaje de gestos y conductas respetuosas de las normas y solidarias hacia los otros.
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Se trató de un rico y complejo proceso de lucha contra la explosiva mezcla del conformismo
con la acumulación de rabia y resentimiento, y todo ello mediante gestos-de-comunicación
con los que se iba educando a los bogotanos en una cultura política de la pertenencia y una
política cultural de lo cotidiano. A donde apuntaba esa nueva cultura política es a las formas
de intervención en los lenguajes y las culturas buscando la constitución de actores de la vida
ciudadana, esto es, a trabajar con los ingredientes simbólicos e imaginarios presentes en los
procesos de formación y deformaciones del poder y de la sociedad.
Y fueron dos las decisiones claves de política que se le plantearon a la ciudad: una política
cultural que, por primera vez, asumía como objeto primordial trabajar con, y promover la
cultura cotidiana de las mayorías. Con un objetivo estratégico: potenciar al máximo la
competencia comunicativa de los individuos y los grupos sociales como forma de resolver
ciudadanamente los conflictos y de dar expresión a nuevas formas de inconformidad. Con
una heterodoxa idea de fondo, la de que lo cultural (el nosotros) media y establece el lazo
entre lo moral (el individuo) y lo jurídico (los otros); como lo ponen de presente los
comportamientos que –siendo ilegales o inmorales– son sin embargo culturalmente
aceptados por la comunidad. La cultura ciudadana pasó a constituir el objetivo estratégico,
dedicando el máximo de energías y presupuesto a aumentar la capacidad de regular los
comportamientos cívicos mediante el aumento de la propia capacidad expresiva para
entender lo que el otro trata de decirnos.
El otro hilo conductor fue el de una política cultural que se convirtió en el nudo gestor donde
se articulaban los muchos y muy diversos programas del proyecto rector de Formar ciudad,
en el que se insertaban tanto las acciones de la alcaldía con las de las instituciones
especializadas de cultura y las de las asociaciones comunitarias en los barrios. Por lo que la
propuesta de Formar ciudad estuvo dedicada a lo contrario: a insertar las artes en las culturas
de la convivencia social desde las relaciones con el espacio público –respeto a los andenes,
los parques y las plazas– hasta las reglas de juego ciudadano en y entre las pandillas
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el latín, civis-civitas y urbs-urbis nombraban las dos caras de la ciudad. La urbs sostenía y
atravesaba la civis pues era su sustrato material y comunicativo. El primero en no oponerlos
ha sido Z. Bauman; quien ha sabido diferenciar esos dos modos de habitar la ciudad mediante
las figuras del turista y el vagabundo. El turista habita un mundo desespacializado, sin
territorio, ese mundo en el que quedarse quieto es morir, y vivir es transitar incesantemente
acumulando “nuevas” experiencias, sensaciones y emociones, el mundo del turista es en
definitiva el del consumidor. El vagabundo (cuya figura resulta siendo la del inmigrante) habita
el mundo espeso del espacio con territorios y fronteras, visas y desarraigos, un territorio al
que se pertenece pero en el que tampoco se puede quedar quieto pues se es expulsado sin
tener un otro al que pueda hacer suyo, ya que viajar para él es salir sin llegar del todo a
ninguna parte. Pero la distinción entre esos dos tipos de viajeros le sirve a Bauman para
mostrar que sus mundos no son exteriores el uno al otro y, que por poco que se comuniquen
entre ellos se hallan sin embargo conectados estructuralmente: “un mundo sin vagabundos es
la utopía de la sociedad de los turistas”. O sea que en la des-territorialización y la
re-localización que hoy vive la ciudad se entrelazan fuertemente los movimientos que
implican las emigraciones y los flujos. Las migraciones constituyen una de las causas más
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George Simmel fue el sociólogo pionero en introducido una nueva figura del extranjero que es
la del migrante como también el primero en tematizar la incertidumbre y afirmar: el extranjero
es aquel que al salir de su lugar trastorna el nuestro con su proximidad. La sociabilidad
moderna nace entonces de dos correlaciones: primera, la relación entre amigo y enemigo, la
relación entre nacional y extranjero, nacida a partir del Estado-nación moderno que creó la
identidad de nacimiento. Pues nación viene de nacer, y de ahí la fuerza de la identidad nativa,
la que nos da el lugar donde nacemos, una identidad que se nos da al nacer. Pero no se trata
del lugar propiamente territorial sino de ese otro tipo de lugar político que es la nación
instituida desde el Estado. De ahí que el extranjero se convierta en el fantasma que acecha y
desestabiliza la modernidad, porque no cabe en la determinación de amigo/enemigo sino que
introduce toda la trasformadora ambigüedad de el otro que vive adentro. el extranjero no
pertenece y por tanto desordena, perturba, enloquece la identidad fundante de lo nacional.
Así como los flujos de emigrantes ocasionan desórdenes sociales y políticos en la ciudad,
también los flujos de información y de imágenes, los lenguajes y las escrituras virtuales
introducen el caos en la ciudad letrada y escolar, pues también estos desbaratan las
autoridades y las jerarquías. Ya el mundo audiovisual desafió desde hace tiempo a la escuela
en la experiencia cotidiana del maestro que atestigua la distorsionadora presencia en la vida
escolar de lógicas, saberes y relatos que escapan a su control. Pues los medios audiovisuales
se habían constituido en un nuevo y poderoso ámbito de socialización, esto es de elaboración
y transmisión de valores y pautas de comportamiento.
La tecnología digital nos remite hoy no a la novedad de los aparatos sino a los nuevos modos
de percepción y de lenguaje, a nuevas sensibilidades y escrituras deslocalizado los saberes
modificando tanto el estatuto cognitivo como institucional de las condiciones del saber, y
conduciendo a un fuerte emborronamiento de las fronteras entre razón e imaginación, saber e
información, naturaleza y artificio, arte y ciencia, saber experto y experiencia profana. De ahí
que las transformaciones en los modos como circula el saber constituyan una de las más
profundas transformaciones que una sociedad pueda sufrir.
Las nuevas generaciones perciben y asumen las relaciones sociales como una experiencia
que pasa fuertemente por su sensibilidad. Y es por eso que muchos jóvenes deciden hablar
poco o muy poco con los adultos ya que los jóvenes hablan un montón, sólo que usan otros
idiomas: los rituales del vestirse, del tatuarse, del adornarse, y también del enflaquecerse para
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conectar con los modelos de cuerpo que les propone la sociedad a través de la moda y la
publicidad.
La pregunta con la que termino este texto es la que ha tenido la osadía de hacerse Donna J.
Haraway al pensar las posibilidades del cuerpo-cyborg ya que mientras toda la historia de la
evolución de lo humano es una historia plena de hibridaciones, de transfusiones de lo natural
en lo artificial, y viceversa, el racionalismo en que se convirtió el idealismo antiguo ha
pretendido mantener en mundos separados la episteme y la techné, el conocimiento y la
técnica; dotando al primero de toda la positividad de la invención y reduciendo la técnica a
mero instrumento o utensilio. Lo que nos ha impedido pensar las relaciones constitutivas que
siempre hubo no la singularidad del “mundo de la técnica”, sino– como advirtiera Heidegger, la
tecnicidad del mundo; esto es, la técnica como dimensión constituyente de lo humano. Es a
ese desafío al que van dirigidos los esfuerzos por pensar la técnica como tercer entorno y
ecosistema comunicativo, hoy socialmente tan estratégico como el ecosistema verde.Y en
este punto están los desafíos a pensar la comunicación: empezando por seguir pensándola
desde unos procesos y prácticas sociales cuyas transformaciones desestabilizan lo que
teníamos por “sujeto” y “objeto” de la investigación.
UNIDAD DOS:
Las culturas populares se constituyen en dos espacios: a- las prácticas laborales, familiares,
comunicacionales y de todo tipo con que el sistema capitalista organiza la vida de todos sus
miembros; b- las prácticas y formas de pensamiento que los sectores populares crean para sí
mismo, para concebir y manifestar su realidad, su lugar subordinado en la producción, la
circulación y el consumo.
Ambos espacios, el de la cultura hegemónica y el de la popular, están interpretados, de
manera que el lenguaje particular de los obreros o de los campesinos es en parte
construcción propia y en parte una resemantización del lenguaje de los medios masivos y del
poder político, o un modo específico de aludir a condiciones sociales comunes a todos. Las
culturas populares son resultado de una apropiación propia desigual del capital cultural, una
elaboración propia de sus condiciones de vida y una interacción conflictiva con los sectores
hegemónicos.
Los románticos concibieron al pueblo como un todo homogéneo y autónomo, cuya
creatividad espontánea sería la manifestación más alta de los valores humanos y el modelo
de vida al que deberíamos regresar.
Esta visión metafísica del pueblo lo imagina como el lugar en el que se conservan intactas
virtudes biológicas (de la raza) e irracionales (el amor a la tierra, religión, creencias
ancestrales). La dinámica histórica, que fue constituyendo el concepto y el sentimiento de
nación, es neutralizada y diluida en la tradición. A partir de este concepto de folclore como
archivo fosilizado y apolítico, promueven una política populista que, con el pretexto de dar al
pueblo lo que le gusta, evita problematizar si la cultura popular se forma entregando
productos enlatados o permitiéndole elegir y crear.
La alternativa científica a esta idealización es para muchos especialistas universitarios el
empirismo, más o menos positivista. Impulsan el contacto directo con la realidad, el examen
minucioso de objetos y costumbres, su clasificación según el origen y las diferencias
inmediatamente, observables.
La desproporción entre datos reunidos y las explicaciones alcanzadas, nos parece que deriva
del estrecho recorte del objeto de estudio - ven solo las artesanías o la comunidad local - y su
errónea ubicación en el desenvolvimiento del capitalismo.
Estudios iniciados en la década del 30: con pulcra benevolencia llamaron a los explotadores
grupo donante de valores y a la reacción de los oprimidos adaptación. Linton, introdujo una
variación significativa cuando se refirió al cambio dirigido para explicar los casos en que uno
de los grupos en contacto interviene activa e intencionalmente en la cultura del otro.
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La cuestión decisiva es entender a las culturas populares en conexión con los conflictos entre
las clases sociales, con las condiciones de explotación en que estos sectores producen y
consumen.
La preocupación por lo que se llamó contacto cultural o aculturación entre sociedades
diferentes surge durante la expansión imperialista del capitalismo y la necesidad de ampliar el
mercado mundial a fines del siglo XIX y principios del XX. La reorganización capitalista de la
economía y la cultura campesinas, agudizan las contradicciones en el campo, en la ciudad y
entre ambos: de este proceso nació el interés por entender los conflictos interculturales
dentro de cada sociedad, entre sus distintas clases y grupos étnicos.
El marco más fértil para el estudio de las culturas populares parece darse en la intersección
de la explicación marxista sobre el funcionamiento del capitalismo y los aportes empíricos, y
en parte metodológicos, de la antropología y sociología.
Cirese, refuta a quienes definen la cultura popular por propiedades intrínsecas, por una serie
de rasgos que le serían propios, y la caracteriza, en cambio, en relación con las culturas que la
enfrentan. La popularidad de cualquier fenómeno debe ser establecida por su uso y no por su
origen, como hecho y no como esencia, como posición relacional y no como sustancia. Lo
que constituye la popularidad de un hecho cultural, agrega, es la relación histórica, de
diferencia o de contraste, respecto de otros hechos culturales.
Hablar de niveles que estarían a distinta altura nos parece demasiado estático, un concepto
poco pertinente para dar cuenta de las desigualdades y conflictos que interrelacionan
permanentemente a las culturas populares con las hegemónicas. Este vocabulario lo lleva a
designar como proceso de descenso y ascenso los que cumplen los mensajes y productos de
un nivel al pasar al otro, lo cual connota una jerarquización inaceptable.
El objeto de investigación no puede ser el desnivel sino las desigualdades y conflictos entre
manifestaciones simbólicas de clases a las que la participación conjunta en un mismo
sistema no permite ser autónomas.
Corresponde entonces, centrar el estudio más que en los fenómenos de cuestionamiento y
narcotización, en la estructura del conflicto, incluye esos fenómenos pero también otros de
integración, interpretación, encubrimiento, disimulación y amortiguamiento de las
contradicciones sociales.
¿Por qué hablar de culturas populares? Si bien, usamos ocasionalmente la expresión
“tradicional” para dar cuenta de un aspecto o un tipo de cultura popular que se constituye por
oposición a la modernidad, habrá que leer siempre esas palabras entre comillas, como
fórmulas utilizadas por su valor operatorio, para identificar fenómenos, no esencias, que
existen y necesitan ser nombrados, pese a no ser determinantes. La misma subalternidad
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No pensamos que la suma de estos hechos sea determinante para colocar a la fiesta en un
tiempo y un lugar enfrentados a lo cotidiano. Las fiestas campesinas son movimientos de
unificación comunitaria para celebrar acontecimientos o creencias surgidos de su experiencia
cotidiana con la naturaleza y con otros hombres, o impuestos para dirigir la representación de
sus condiciones materiales de vida. Lo que motiva la fiesta está vinculado a la vida común del
pueblo.
Esa diferencia de la fiesta, sus excesos, el derroche y la expansiva decoración, se entienden al
vincularlos con las carencias rutinarias. Desde un enfoque materialista pueden interpretarse
como compensación ideal o simbólica de las insatisfacciones económicas.
Mediante el ritual de la fiesta el pueblo impone un orden a poderes que siente incontrolables,
intenta trascender la coerción o frustración de estructuras limitantes a través de su
reorganización ceremonial, imagina otras prácticas sociales, que a veces llega a ejercer en el
tiempo permisivo de la celebración. La fiesta continúa la existencia cotidiana que reproduce
en su desarrollo las contradicciones de la sociedad.
LAS CULTURAS POPULARES EN TRANSFORMACIÓN: EL CASO TARASCO
En México, los tarascos eran el grupo dominante de una región. Subyugados por los
españoles, perdieron posesiones e independencias, debieron renunciar parcialmente a sus
hábitos. La sobreexplotación de la colonia, los enfrentamientos en el período de la
Independencia y la Revolución, las luchas entre agraristas y sinarquistas - que interrumpieron
y cambiaron su continuidad cultural - no abolieron totalmente el sentido comunal en la
explotación de la tierra y los bosques, organizaciones locales del gobierno, las técnicas
artesanales, algunos ritos y fiestas.
En este grupo, los hombres y adolescentes salían muy temprano montados en caballos y
asnos, armados con hachas y sierras, a buscar madera y resina. Las mujeres, niños y algunos
hombres cuidan a los animales, un pequeño cultivo, y producen loza verde, de compleja
decoración, que en las fiestas llevan a la plaza o exhiben en las puertas.
Como tantos objetos ceremoniales, son el recurso para apropiarse y conservar los símbolos
de su identidad. Es claro que el medio usado, el lugar de donde lo traen y a donde lo llevan,
revelan cómo la identidad está modificándose.
Existe un organismo internacional, el Centro Regional de Educación Fundamental para
América Latina (CREFAL) que se dedica a la organización comunitaria, la educación
campesina, y en la década del sesenta influyó en la producción artesanal mediante estudios,
cursos, asistencia técnica y propuestas a organismos gubernamentales.
Se dice que los talleres artesanales corresponden a otro modo de producción, que en la
metrópolis hace mucho tiempo fueron reemplazados por la manufactura, luego por las
fábricas, y que su competencia desventajosa con las empresas capitalistas relega a los
artesanos a trabajos de reparación u otros marginales en que sigue siendo útil la creatividad
manual.
Las artesanías - como las fiestas y otras manifestaciones populares - subsisten, crecen
porque cumplen funciones en la reproducción social y la división del trabajo necesarias para
la expansión del capitalismo. Hay que analizar, dentro del actual ciclo de reproducción del
capital económico y cultural en los países dependientes, que funciones cumplen las
artesanías, no contra la lógica capitalista sino como parte de ella.
1. INTRODUCCIÓN
Entender a la ideología como una formación social, esto es, como algo que ocupa un lugar
preciso dentro de la sociedad y que se determina por la estructura material de esa sociedad,
fue lo que hizo Marx. Pero una lectura prejuiciada superficial de su obra ha tenido dos
consecuencias graves: ha suscitado toda clase de esquematismos que pretenden ver en la
llamada "superestructura" una especie de añadido o complemento más o menos mampuesto
sobre la estructura : interpretación rígida y decididamente absurda. Para Marx, decir
“superestructura” no es denotar un “nivel” que este “por encima” de la estructura social, sino
más bien lo contrario: la superestructura no es sino una continuación interna de la estructura
social. No hay que salirse del ámbito de la estructura social para examinar ideología.
La otra consecuencia grave es que ha consistido en creer y hacer creer que una obra como La
Ideología Alemana se agota en la crítica.
Cuando se habla de Plusvalía ideológica lo primero que salta a la vista es la presencia de dos
planos o zonas de significación. Por una parte, se trata de plusvalía, o sea de una realidad
material, concreta y mesurable que resulta de considerar a la fuerza de trabajo como
mercancía. Por otra parte, se trata de una plusvalía ideológica, la cual refiere a la ideología,
esto es, una realidad subjetiva, espiritual, cuyo lugar es la mente de los hombres, aunque
socialmente pueda considerársela como un hecho objetivo. Esto implica que nuestro
constructo tiene una estructura analógica, se fundamenta en una analogía. Cuando se habla
de “plusvalía ideológica”, no hicimos otra cosa que establecer una analogía entre cosas que
ocurren en el plano material, y cosas que ocurren en el plano espiritual.
material. Las relaciones de producción capitalista producen una determinada ideología, y ésta
a vez preserva a aquellas relaciones de producción. Todo comienza y termina en las
relaciones materiales de producción.
Lo que Marx nos indica expresamente es que las relaciones de producción que se dan en el
plano de la producción material son las mismas relaciones que se dan en el plano de la
producción ideológica. “La producción de plusvalía o extracción de trabajo excedente
constituye el contenido específico de la producción capitalista”. La plusvalía que se da en las
relaciones materiales, también habrá de darse en las relaciones espirituales de producción.
Lo que se repite en ambas esferas son las relaciones que se dan entre cada conjunto de
términos. Lo que al trabajo físico es la plusvalía material, eso mismo es el trabajo psíquico la
plusvalía ideológica.
El capitalista se apodera de una parte del valor de la fuerza de trabajo que en realidad
pertenece al dueño de la fuerza de trabajo; del mismo modo, el capitalismo- a través del
control de las comunicaciones masivas y de la “industria cultural”- se apodera de una venta
parte de la mentalidad de los hombres, pues inserta en ella toda clase de mensajes que
tienden a preservar al capitalismo.
Una parte importante de la teoría de plusvalía es aquella donde Marx insiste en las relaciones
entre el valor de uso y valor de cambio.
¿Cómo llamar a las relaciones de producción que contribuyen hoy en tantas partes del
mundo, a la fabricación de un tipo de ser humano enfermo, reprimido, aplastado por un peso
ideológico que desconoce, esclavizado por una turba de objetos que consume
irracionalmente, vorazmente? Todo podría describirse como una órbita que va desde la rabia
con que los luddita del siglo pasado destruían a hachazos las máquinas que los
reemplazaban como fuerzas productivas, hasta la rabia inconsciente con que hoy el sujeto de
clase media en la sociedad industrial se come esas máquinas y sus productos, las digiere y
las integra a su ser. ¿cómo llamar a tales relaciones de producción sino relaciones de
destrucción? “relaciones de producción”, en el capitalismo, implican “relaciones de
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Así como hemos notado que el proceso de producción de la plusvalía material es un proceso
oculto, la plusvalía ideológica es también algo que ocurre por debajo de las apariencias.
Desde el punto de vista del individuo humano, tal análisis no puede hacerse sino con ayuda
de una teoría psicológica.
Según Freud, la conciencia es siempre algo determinado por otra cosa. La teoría freudiana es
descubridora de un mundo nuevo e inexplorado: el mundo del psiquismo no-consciente. En
este caso, la discusión se plantea en dos niveles: un nivel puramente verbal, descriptivo, y otro
nivel más importante, que es el de la dinámica psíquica.
Nosotros sostenemos que sin la teoría de la comunicación es imposible elaborar una teoría
de la ideología del mundo capitalista-imperialista, desde el punto de vista del marxismo.
Reconozcamos la utilidad que podría tener para nuestra teoría una noción como la de “reflejo”,
en Pavlov. Según el mismo, el reflejo condicionado es producto de un “estímulo condicional”
después que este ha sido asociado a menudo al “estímulo normal” o incondicional. La
aplicación repetida de ambos estímulos asociados se llama “condicionamiento”, y a la inversa:
se llama “desconcondicionamiento”. En cambio, con la aplicación repetida muy a menudo de
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La industria cultural se revela como el típico lugar social de la ideología. Pues se trata, en
primer lugar, de una industria: industrial material, como cualquier otra industria capitalista,
con sus relaciones de producción y su plusvalía material (una de las ramas industriales del
capitalismo contemporáneo). Pero, además, es cultural: se dedica a la producción de toda
suerte de valores y representaciones destinadas al consumo masivo, es decir: es una
industria ideológica, productora de ideología en sentido estricto, destinada a formar
ideológicamente a las masas: dotarlas de “imágenes”, valores, ídolos, fetiches, creencias,
representaciones, etc.; que tienden a preservar el capitalismo. No solo la industria cultural es
productora de ideología: todo el aparato económico del capitalismo es productor de ideología.
¿Y por qué tiene esa función la ideología? ¿A qué se debe ello? Ello se debe al contenido
mismo de la ideología: sus imágenes del mundo, sus representaciones, sus creencias y, en
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suma, sus valores, sus valores de cambio. Que la fuerza de trabajo humana se vuelve una
mercancía. Faltaba decir que la fuerza de trabajo espiritual también se vuelve una mercancía
bajo el capitalismo: a cambio de esa especie de salario espiritual que es la “seguridad” de no
tener que pensar por cuenta propia, el hombre explotado por la industria ideológica vende su
fuerza de trabajo espiritual y produce un excedente ideológico; o mejor dicho, compra su
“seguridad” a cambio de su conciencia.
Tales intelectuales, aunque aún hoy sigan llamándose “revolucionarios”, no son otra cosa,
realmente, que esclavos ideológicos del capitalismo. Pertenecen sin saberlo a la ideología
capitalista.
Lo más grave, no reside en eso, sino en que tales artistas e intelectuales son los mayores
productores de plusvalía ideológica para el sistema. La plusvalía ideológica se produce
proporcionalmente al potencial revolucionario de aquellos que la producen.
7. PSICOANÁLIS AL REVÉS.
Los productos de la industria cultural no son “también” mercancías, sino que lo son
integralmente: son absolutamente valores de cambio dirigidos a la mente de los hombres, y
en este sentido es legítimo hablar de que convierten a esa mente misma en un valor de
cambio y por ende productora de la plusvalía ideológica. Hay dos maneras de convertir a la
energía mental en un valor de cambio: en el caso que vende su fuerza de trabajo espiritual, su
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arte mismo, y en el caso del hombre corriente, que pierde su autonomía espiritual y es
manejado por una ideología puesta en él y que no es propiamente suya o no va en su
beneficio, sino en el del sistema que lo maneja a través de muchos medios. Por eso dice
Adorno que “el provecho se ha objetivado en la ideología de la industria cultural”.
En este caso, el objetivo es canalizar la reacción del público. Con la televisión se manipula al
auditorio, se hace un “psicoanálisis al revés”. A través de los medios de comunicación, el
sistema capitalista engendra represión en el psiquismo de los hombres.
Así la respuesta colocada en la pre conciencia de los hombres-y que constituyen su ideología-
funcionan exactamente como mecanismos: se disparan ciegamente, como resortes
psíquicos, y constituyen eso que suele llamarse visión del mundo, y que más valdría, llamar
punto o perspectiva de visión del mundo. La plusvalía ideológica se produce también
mecánicamente, aunque su forma de determinación general no sea mecánica ni causal.
La industria cultural tiende a mecanizar la mente humana, con sus mensajes ocultos y su
“motivación” conscientemente buscada. Por ello, el intento de esclarecer este gran problema
de nuestro tiempo es, en verdad, una lucha contra el universo en que vivimos, y el mundo de
que de algún modo somos.
8.CONCLUSIÓN.
Ya no se genera plusvalía mediante la sola energía física, sino también mediante la energía
mental. Esta energía mental ha de entenderse como la que gasta diariamente cualquier
individuo medio dentro del capitalismo que viva en la creencia, específicamente ideológica, de
que el mundo es “esencialmente” un mercado: en su estructura instintiva está instalado un
freno poderoso contra todo impulso por destruir la concepción del mundo en tanto mercado,
o más simplemente dicho, para colaborar en la revolución contra el capitalismo.
su conciencia, como una atadura ideológica. Y ¿Por qué ha ocurrido esto? Porque en el
capitalismo más avanzado tiene lugar una creciente “desmaterialización del trabajo”.
¿No está bastante claro que el capitalismo se ha convertido también en una industria de la
conciencia y que en esa industria se produce plusvalía, y que esta plusvalía merece ser
llamada con toda precisión ideológica? La industria de la conciencia designa al conjunto de
los medios de comunicación masiva, inclusive sus ramas menos notorias (como el turismo,
la moda) y, sobre todo, su rubro más importante: el aparato de educación, que se ha venido
industrializándose paulatinamente. La industria de la conciencia es una industria clave. Su
función principal es la manipulación de la población sometida.
¿Por qué es esta teoría de la plusvalía ideológica una formulación propia de nuestro tiempo?
¿Cuál es su relación, por ejemplo, con los cambios en las relaciones de trabajo ocurridos
desde la época de Marx hasta ahora? El mismo desarrolló una teoría acerca del tiempo libre.
El tiempo libre es el espacio del desarrollo del hombre. Este tiempo libre no es el mero y
simple “no-trabajo”, no se lo puede caracterizar sólo negativamente: es el tiempo cualitativo
del desarrollo del hombre.
En este caso, ha aparecido un falso tiempo libre. Es decir, el tiempo libre de las relaciones
actuales de trabajo no es un verdadero tiempo libre, porque en realidad no es un tiempo para
el desarrollo pleno del individuo. ¿Por qué? Esto ocurre así porque el tiempo libre de la
sociedad capitalista es un simple “no-trabajo”, un escaparse durante el resto del día a la
alineación del trabajo. Pero lo más importante: es un tiempo libre en el que trabajamos para la
preservación del sistema, es el tiempo de producción de la plusvalía ideológica. La energía
psíquica permanece concentrada en los múltiples mensajes que el sistema distribuye;
permanecemos atados a la ideología capitalista, y se trata de un tiempo de nuestra jornada
que no es indiferente a la producción capitalista, sino es utilizado como tiempo óptimo para el
condicionamiento ideológico. El tiempo libre de la sociedad capitalista no es un tiempo libre:
es el tiempo de producción de la plusvalía ideológica.
diferentes enunciadores -por ejemplo las empresas, los investigadores, los periodistas,
etcétera- y tipos de discursos -los comerciales, los informativos, los contraculturales, los
académicos, etcétera- que hablan de lo digital. Los discursos comerciales tienen como
objetivo la venta de productos y servicios (hacer hacer) mientras que los académicos y
periodísticos, cada uno a su modo, se plantean la transferencia de un conocimiento (hacer
saber). Los discursos contraculturales, por su parte, proponen a sus enunciatarios la
ejecución de una práctica otra como puede ser el rechazo al software comercial o el uso
desviado de alguna tecnología.
Todos estos discursos son persuasivos, ya que buscan impulsar una acción, desde la
adquisición de un hardware, la adopción de alguna teoría hasta el rechazo de un software
producido por una multinacional. La estrategia de persuasión del discurso comercial se puede
fundarse en argumentos racionales, amenazas o simplemente manipulando la dimensión del
deseo. Los discursos científicos tampoco escapan a estas estrategias de manipulación. Se
vuelve imperativo utilizar ciertos conceptos o categorías de análisis para no quedar al margen
de una comunidad científica. Hay enunciadores que se ponen de moda y estamos casi
obligados a conversar con ellos.
Los discursos predominantes sobre las tecnologías digitales no debería excluir las posibles
variaciones entre enunciadores y discursos.Si bien no entra en los objetivos de este texto,
puede ser un buen ejercicio analizar los cruces entre los discursos académicos y
empresariales.
Entraremos ahora en el territorio de los discursos académicos sobre los nuevos medios. Cada
vez que aparece una nueva tecnología -ésta es hablada por la sociedad y sus instituciones. La
tecnología se convierte en objeto del discurso y entra a formar parte de una trama cultural
donde conocimiento y poder se entremezclan. Estas condiciones culturales, tarde o temprano,
terminarán por resignificar a esa tecnología. Nuestra reflexión comienza con la afirmación de
que no podemos seguir hablando de nuevos medios. Algunos investigadores sostienen que
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"lo nuevo de los nuevos medios es, en parte, real, ya que esos medios no existían antes. Pero
tomar en consideración estos cambios no implica abolir la historia porque en ésta abundan
los momentos de novedad» La relatividad del concepto de newmedia queda a la vista. Dentro
de veinte o treinta años los blogs y los diarios en línea, hoy situados en la primera posición de
las nuevas formas de comunicación digital, serán considerados viejos medios
¿De qué estamos hablando cuando nos referimos a los nuevos medios? ¿Cómo se construye
este objeto de estudio? ¿Cómo definir esta nueva comunicación? New media, medios
interactivos, comunicación digital, cibermedios, metamediums, cibercomunicación o
eComunicación son algunos de los conceptos barajados en los últimos años.
Pierre Lévy, propone el concepto de super lenguaje para hablar de lo nuevo. El super lenguaje
iría más allá de la oralidad y del texto impreso para ubicarse en el cruce entre el multimedia y
el dialogismo colectivo que permite la red digital. La comunidad de hablantes del
superlenguaje acabarían por conformar un espacio del saber que Lévy bautizó cosmopedia.
Otro concepto es la transmedialidad. Según Marshall, una de las características primordiales
de los nuevos dispositivos de comunicación es su capacidad para borrar las barreras entre los
medios y contaminarlos entre sí. Los medios digitales también habrían disuelto los límites
entre las máquinas de reproducción y las de diseminación. De esta manera la new thing
podría ser la aparición de una transmedialidad que atraviesa y combina los viejos lenguajes y
medios.
conceptos de nuevo medio y nuevas tecnologías son, evidentemente, los más frágiles de
todos. De aquí en adelante trataremos de reducir el uso de este concepto en nuestro discurso
con los términos hipertexto, interactividad, digital, cibermedios o multimedia.
Veamos otros conceptos. Podemos por ejemplo detenernos en el término cibermedios. Ese
concepto hace referencia a «los medios presentes en el ciberespacio»El ciberespacio, según
la Real Academia Española, es un «ámbito artificial creado por medios informáticos» y el
cibernauta es la «persona que navega por los ciberespacios». Los cibermedios, habrían
surgido a mediados de los años noventa, cuando aparecieron en las pantallas los primeros
productos del periodismo electrónico. En la misma línea, Orihuela sostiene que el cibermedio
es «aquel emisor de contenidos que tiene voluntad de mediación entre hechos y públicos,
utiliza fundamentalmente criterios y técnicas periodísticas, usa el lenguaje multimedia, es
interactivo e hipertextual y se actualiza y se publica en la red internet» Este concepto nace con
dos fuertes hipotecas semánticas. Por un lado, el prefijo ciber proviene del inglés eyberneties,
entendido como piloto o controlador.
Al ciberespacio le queda un largo trecho para recorrer antes de ser asumido por una teoría de
las comunicaciones digitales interactivas. Por otro lado, esta idea de cibermedios está
fuertemente marcada por la experiencia y las prácticas del llamado periodismo electrónico,
periodismo en línea, ciberperiodismo.
Para terminar de esta primera contraposición entre lo nuevo y lo viejo, podemos construir una
rápida oposición entre las formas de comunicación digital y la tradicional comunicación de
masas.Por un lado las tecnologías analógicas, en el otro las digitales. A la lógica
uno-a-muchos de la difusión masiva tradicional se oponen las tramas reticulares, y a las
textualidades lineales se enfrenta el hipertexto. Tal como predican los teóricos del hipertexto,
en las nuevas textualidades el poder pasaría del autor al lector (tabla 2.4 pag 79).
2.1.2. Digitalizaciones
La digitalización es un proceso a través del cual las señales eléctricas pasan de un dominio
analógico a uno binario. Hace tiempo toda la electrónica era analógica: los sistemas se
encargan de traducir fenómenos físicos en impulsos eléctricos, generando señales que
podían ser amplificadas, moduladas, archivadas, identificadas y reconvertidas al formato
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original. Todos estos procesos analógicos implican una distorsión o error en los procesos de
transmisión denominada ruido por los teóricos de la información.
La digitalización nace del interés por reducir o directamente erradicar estas distorsiones y
pérdidas de información. De esta manera una simple señal analógica -la voz del cantante-- se
registra como una masa de valores numéricos expresados por medio del sistema binario, los
cuales se pueden reconvertir en señal analógica en cualquier momento y sin ningún tipo de
distorsión. Los sistemas digitales también permiten que las señales sean amplificadas,
moduladas, archivadas, identificadas, reconvertidas y reproducidas manteniéndose idénticas
al original, sin perder información.
En principio la digitalización se aplicó a las señales sonoras (teléfono y música). Por entonces
el archivo y transmisión de estos documentos digitales ya eran mucho más costosos. Gracias
a los programas de compresión y a la capacidad de las máquinas de descomprimirlos casi
instantáneamente, la digitalización ya no tuvo más barreras que sortear: libros, fotos,
películas, músicas y animaciones fueron engullidas por su dispositivo traductor/compresor.
Una vez que los textos se digitalizan, se convierten en puros datos numéricos infinitamente
modificables y reproducibles. Para algunos teóricos la digitalización es el proceso que ha
desencadenado las grandes transformaciones en nuestra sociedad.
La digitalización de los textos también facilitó su transmisión a larga distancia sin perder
información por el camino. Ésa es la base de internet y la de todos los medios tradicionales
traducidos en formato digital. Según Negroponte, la digitalización de los medios de
comunicación «crea e! potencial de un nuevo contenido originado a partir de una combinación
totalmente nueva de fuentes» (1995: 33). La conversión de los textos en un formato digital
facilita no sólo la reproducción y distribución sin pérdida de calidad, sino también la
fragmentación, manipulación, combinación y recomposición de sus elementos. En otras
palabras, la cultura del remix, e! sampling y la lógica de corta y pega serían imposibles sin la
digitalización: La reducción de todo tipo de contenido a un sistema binario, es esencial para
entender no sólo la web sino también la tecnología de los ordenadores.
podría decirse que a estas alturas toda la comunicación mediatizada es digital. Por ejemplo el
proceso productivo de este libro se realizó con instrumentos digitales.
2.1.3. Hipertextualidades
Muchos investigadores se han centrado en la dimensión hipertextual que ofrecen las nuevas
formas de comunicación. Para acercarnos al concepto de hipertexto debemos alejarnos en el
tiempo. La gestión de grandes masas de documentación científica era un argumento que ya
preocupaba a los investigadores en los años treinta. Apenas terminada la segunda guerra
mundial, Bush tenía muy claro que esa producción textual se expandía a un ritmo superior a la
capacidad humana de comprenderla y controlarla. Su planteamiento partía del problema de la
selección de la información, un proceso que podía ser mecanizado ya con la tecnología
disponible en los años treinta: «Podemos extender enormemente la documentación. En este
contexto Bush propone descartar las formas lineales o jerárquicas de organización de la
información estos dos sistemas resultan artificiosos, ya que la mente humana funciona por
asociación, La selección por asociación, en vez que por clasificación, puede ser mecanizada.
Bush imaginó un sistema electro-óptico basado en las máquinas analógicas en las que había
trabajado en los años treinta que denominó Memex (MEMory EXxtension). Se trataba de un
dispositivo destinado al uso individual, una especie de archivo privado mecanizado en el cual
se memorizaban libros, documentos y comunicaciones, y que podía ser consultado con gran
rapidez y flexibilidad (véase la figura 2.1). La esencia del Memex no estaba tanto en sus
contenidos textuales sino en los enlaces por asociación que el usuario podía realizar uniendo
documentos entre sí. Después de varios años de uso, un documento quedaba atravesado por
una red de enlaces en la que el lector podía volver a navegar, saltando de un texto a otro, o
ampliar creando nuevas conexiones por asociación. Veinte años después cuando la
tecnología digital estaba lo bastante madura como para permitir la construcción de los
primeros sistemas inspirados en el Memex de Bush. Los artículos, prototipos y reflexiones de
pioneros como Douglas Engelbart (2001),Joseph Licklider (2001) yTed Nelson (1992a) fueron
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configurando un nuevo territorio donde el hipertexto dejaba de ser una buena idea para
convertirse en un sistema real.
Ted Nelson -creador de un sistema llamado Xanadu para la gestión de redes textuales-
corresponde el mérito de haber utilizado por primera vez en 1965, la palabra hipertexto para
definirla: con la memorización del ordenador no es necesario imponer una secuencia al
material y , será posible crear estructuras generales de mayor complejidad. Éstas pueden
tener, por ejemplo, ramificaciones hacia distintas direcciones. Podemos llamar «hipertextos» a
estas estructuras complejas no secuenciales.
A diferencia del Memex de Bush, en última instancia el proyecto Xanadu se presentaba como
un sistema de archivo universal, una especie de red mundial de enlaces entre documentos en
evolución que incorporaba constantemente nuevos textos y conexiones. Esta concepción de
la hipertextualidad llevó a Nelson a rechazar soportes digitales como el CD-RüM: «Se trata de
sistemas cerrados a los cuales no se pueden agregar datos ni variaciones.
2.1.4. Reticularidades
Ya en estos primeros años de vida en línea los investigadores descubrieron que los científicos
usaban Arpanet para intercambiar mensajes personales. Por las redes digitales circulaba
propaganda contra la guerra en Vietnam, informaciones sobre el caso Watergate y las
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Algunos comenzaron a pensar en una interconexión de todas estas redes utilizando los
satélites de telecomunicaciones, o sea, crear una red de redes o inter-red (inter-net). Los
problemas que cabía resolver iban desde definir los protocolos para que todos estos sistemas
pudieran dialogar entre sí hasta la creación de gateways con objeto de dirigir y distribuir los
paquetes de datos.
Como sostiene Winograd (1997) con el correr de los años los ordenadores dejaron de ser
vistos como gigantescos cerebros electrónicos destinados a resolver problemas
matemáticos para ser considerados dispositivos de comunicación. Pero en la comunicación
mediada por computadoras confluyen diferentes estilos, desde el uno-amuchos hasta el
uno-a-uno del correo electrónico, pasando por el muchos-a-uno, un formato mixto que integra
la comunicación de masas y la interpersonal o el muchos-a-muchos de las comunidades
virtuales o de los sistemas entre pares Según Burnett y Marshall, «la web es,
simultáneamente, una forma de comunicación de masas y un uno-a-uno» (2003: 59). Desde
una perspectiva teórica las configuraciones muchos-amuchos son las más interesantes, ya
que han demolido el clásico paradigma uno-a-muchos del broadcasting sobre el que se
asentaban las viejas teorías de la comunicación de masas."
Ya no estamos hablando tanto del hipertexto entendido como una estructura de documento
interconectados sino de una red de usuarios interactuando entre sí mediatizados por
documentos compartidos y dispositivos de comunicación. Esta “capacidad de crear redes es
uno de los componentes fundamentales de las nuevas formas de comunicación."
2.1.5. Interactividades
Según Licklider esta relación simbiótica entre el sujeto y la computadora es la que permitirá
alcanzar una eficiencia en las operaciones intelectuales difícil de lograr por un sujeto
trabajando aislado. Entonces Engelbart estaba desarrollando el que sería el primer sistema
digital de producción colectiva (groupware) basado en la idea de hipertexto. El proyecto
Augrnent constituyó una etapa fundamental en la historia que llevó a la construcción de las
actuales maquinas digitales interactivas.
¿Es la interactividad, ese «acoplamiento entre el hombre y sus socios electrónicos», lo que
define a las nuevas formas de comunicación de la era digital? A finales de los años ochenta,
poco tiempo antes de que laWorld Wide Web remodela nuestros hábitos de producción y
consumo cultural, Heeter (1989) describe los desafíos que las tecnologías interactivas
proponían a la comunicación." Dicho autor identificó varias dimensiones de la interactividad y
analizó cómo las tecnologías de la interacción estaban cambiando nuestros conceptos de
comunicación interpersonal o masiva. El desarrollo de esas primeras interpretaciones es
sumamente valioso para la construcción de una teoría de las nuevas formas de
comunicación."
Muchos investigadores proponen que la interactividad sea lo que define a los medios
digitales. A diferencia de los medios tradicionales, ahora es posible detectar una «relación
transformativa entre el usuario del medio y el mismo medio. Esta relación transformativa es
básica para entender la diferencia entre "activo" e "interactivo.La interactividad en e! consumo
de los nuevos medios va mucho más allá." Por un lado estaríamos en presencia de sistemas
de comunicación que aumentan la interconexión entre usuarios y las posibilidades de
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modificar/controlar la forma cultural, por otro, los nuevos medios crean entornos inmersivos
donde e! sujeto forma parte de un sistema mayor. Marshall considera que la interactividad es
el elemento clave que termina por hundir el modelo de! Broadcasting. La interactividad
conformaría, de esa manera, un nuevo tipo de usuario.
El entorno cibernético termina por construir un dispositivo ideológico que engulle a su usuario.
Además, el control del usuario durante el proceso interactivo se refuerza por los dispositivos
de tracking que registran sus acciones y movimientos. Esta dimensión que hace referencia al
control inscrito se contrapone a la dimensión emancipadora que transfiere poder del autor al
lector. En los medios digitales los usuarios tienden a convertirse en productores textuales y, al
interactuar en red, aumentan la entropía del sistema. La interactividad de los medios digitales
consolida ese recorrido y acentúa aún más la disolución de algunas categorías de análisis
(por ejemplo emisor y receptor). Este nuevo tipo de subjetividad se puede resumir en la figura
híbrida del prosumidor, una combinación entre el productor y el consumidor.
En otras palabras, nos encontramos frente a una ruptura de las categorías que fundaban el
proceso cultural y ante un desplazamiento desde el consumo a la producción
comunicacional. Al participar en el control de los contenidos, el usuario de los medios
interactivos termina por convertirse en parte de ese contenido. Parafraseando a McLuhan,
podría decirse que en las nuevas formas de comunicación digital el usuario es el mensaje.
Investigadores como Strate (2000) han tratado de desmontar este enlace directo entre
medios digitales e interactividad porque reduce el consumo de los viejos medios a un proceso
pasivo.
Más allá de los posibles efectos colaterales sobre las teorías de la comunicación podemos
afirmar que 1) los textos de cualquier medio de comunicación -más o menos interactivo que
sea- siempre generan un amplio espectro de interpretaciones posibles, y 2) en los últimos
años se han desarrollado medios de comunicación que exigen una mayor participación del
receptor. La interactividad, desde esta perspectiva y con sus luces y sombras, se encuentra en
el centro de esta experiencia comunicacional y deberemos tenerla muy en cuenta a la hora de
definir nuestro objeto de estudio.
La palabra multimedia está perdiendo valor en el mercado semántico digital, mientras que las
acciones del término convergencia cotizan a la alza. Para Miller (2004) la convergencia admite
dos declinaciones: convergencia digital o convergencia industrial. La primera hace referencia
al proceso que aquí hemos llamado digitalización, o sea, la reducción de todos los flujos
informativos a una serie de bits. La convergencia industrial es una consecuencia de la anterior
y reenvía a los procesos de confluencia!fusión de actividades entre diferentes sujetos
económicos. Esta segunda confluencia lleva, según Miller, a la conformación de un nuevo
sector de la economía: la industria del multimedia interactivo o el sector de las
infocomunicaciones. Para Salaverría (2003) la convergencia multimedia implica cuatro
dimensiones: empresarial, tecnológica, profesional y comunicativa. En el primer caso la
convergencia hace referencia a la diversificación mediática dentro de un mismo grupo de
comunicación, en el segundo a las transformaciones en los procesos de producción
informativa, en el tercero a las transformaciones del rol del periodista y en el cuarto a las
hibridaciones semióticas que se verifican en las narrativas multimedia. El grado de evolución
de esas cuatro dimensiones no es uniforme. Ciertas dimensiones -en particular, la empresarial
y la tecnológica- cuentan «con un nivel de desarrollo avanzado porque fueron las primeras en
iniciarse y porque ha sido en ellas donde más se ha invertido, mientras que la profesional y
comunicativa se encuentran todavía en un estadio embrionario.
Lo que está pasando en las redacciones de los medios informativos es representativo de las
transformaciones que está sufriendo toda la industria cultural. Según Salaverría, el periodista
multimedia admite dos interpretaciones: el periodista multiárea y el periodista
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La multimedialidad o la convergencia retórica dejan de ser algo más que una suma de medios
en una única pantalla: los lenguajes comienzan a interactuar entre sí y emergen espacios
híbridos que pueden dar origen a nuevas formas de comunicación. Cuando nace un nuevo
medio o lenguaje las formas anteriores de comunicación no desaparecen. Algunos profetas
de la sociedad digital sostenían que internet va a reemplazar a los medios tradicionales y que
los viejos medios son especies condenadas a la extinción. Una lectura atenta de la evolución
de las tecnologías de comunicación nos muestra una historia diferente. Más que hablar de la
extinción de los medios, conviene apuntar nuestra mirada teórica hacia los procesos de
remediación o la contaminación entre interfaces. Las máquinas digitales fagocitan medios,
lenguajes, interfaces, estéticas y teorías.
Jay David Bolter ha desarrollado el término remediación, esta idea se ubica en la teoría de
tintes mcluhanianos que pretende identificar algunas de las claves de la contaminación entre
viejos y nuevos medios, la remediación consiste en la «representación de un medio dentro de
otro medio» y es similar a lo que llamamos «convergencia pero con otro nombre. El
planteamiento de Bolter y Grusin se alimenta de los postulados de McLuhan, en especial el
que expresa que «el contenido de un medio siempre es otro medio».
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Según Bolter y Grusin la remedación se funda en una doble lógica: transparencia y opacidad.
La transparencia se refiere a la capacidad que tienen los medios de desaparecer, de
representar directamente una realidad ocultando su dispositivo. Mientras que la opacidad es
la capacidad de desviar la atención hacia el mismo medio. El medio se vuelve evidente, es
opaco y se impone a su contenido.
Si los sistemas de realidad virtual, en su búsqueda incansable del hiperrealismo por medio de
técnico del renderino tienden a convertirse en el más claro ejemplo de inmediatez y
transparencia, la web es el gran dispositivo hipermediatizador del ecosistema digital. Esto
significa que la interfaz de la web nunca será totalmente transparente. En la web domina la
estrategia de la hipermediatez, alcanzando lo real llenando cada ventana con elementos y
cubriendo la pantalla de ventanas. La hipermediatez es también la estrategia predominante en
la televisión. De esta manera queda clara la vinculación entre remedación y convergencia: la
web remedia otros medios y éstos a su vez la remedian. Para Bolter y Grusin la convergencia
es la mutua remedación de al menos tres importantes tecnologías -teléfono, televisión y
ordenador-, cada una de las cuales es un híbrido de prácticas técnicas, sociales y
económicas, que ofrece su propio camino hacia la inmediatez.
Según Fagerjod los límites de la teoría de las remedaciones estarían marcados por las
relaciones bilaterales que se establecen entre diferentes medios (televisió, internet, diarios
etc). Las hibridaciones entre los diferentes lenguajes y medios irían más allá de la
«representación de un medio dentro de otro medio». Para este autor (Fagerjord) los autores
estadounidenses se olvidan de hacer referencia a los medios en tanto constructores de
significado. Por estos motivos Fagerjord termina descartando el concepto de remedacion
para proponer una nueva categoría de análisis -la convergencia retórica- que «enfatiza cómo
diferentes estilos y sistemas de signos se combinan en complejos textos y significaciones,
selecciones a cargo del lector y procesos semióticos». El uso del término retórica, según
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FageJjord, dejaría la puerta abierta a una posible taxonomía de las diferentes figuras de la
convergencia entre lenguajes y medios. Finalmente, la inmediatez podría asimilarse a la
función referencial del lenguaje y la hipermediatez se equiparaba a la función metalingüística
descritas por jakobson a principios de la década de 1960.
Como hemos visto las dificultades para construir y nombrar un objeto mientras éste
evoluciona y adopta nuevas formas no son pocas. Hablar hoy de la comunicación digital o
interactiva es tan difícil como lo podría haber sido escribir sobre el lenguaje cinematográfico
en el año 1910.
Sin embargo, si analizamos los diferentes conceptos hay uno que hasta ahora no hemos
abordado: hipermedia. Según la Wikipedia el término hipermedia se usa como una extensión
lógica de hipertexto donde se cruzan e integran.
el concepto de hipermedia confluye una buena parte de las propiedades que distinguen a las
nuevas formas de comunicación: la hipertextualidad dentro de un contexto de convergencia
de lenguaj.es y medios. En ese contexto podemos definir a la hipermedialidad como la suma
de hipertexto más multimedia. La dimensión interactiva está presente en el mismo concepto
de hipertexto y la digitalización, como ya indicamos, es una propiedad transversal y basilar de
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Ahora bien, dado que nos interesa estudiar las (nuevas) «mediaciones». Pasaremos de esta
manera del objeto alproceso. O, como decia Martín-Barbero, perderíamos el objeto para ganar
un proceso: el proceso de hipermediación. Al hablar de hipermediación no nos referimos tanto
a un producto o un medio sino a procesos de intercambio, producción y consumo simbólico
que se desarrollan en un entorno caracterizado por unagran cantidad de sujetos, medios y
lenguajes interconectados tecnológicamente de manera reticular entre sí. Cuando hablamos de
hipermediaciones no estamos simplemente haciendo referencia a una mayor cantidad de
medios y sujetos sino a la trama de reenvíos, hibridaciones y contaminaciones que la
tecnología digital, al reducir todas las textualidades a una masa de bits, permite articular dentro
del ecosistema mediático. Las hipermediaaones, en otras palabras, nos llevan a indagar en la
emergencia de nuevas configuraciones que van más allá -por encima- de los medios
tradicionales.
Si la teoría de las mediaciones nos hablaba de los medios masivos y de sus contaminaciones
con las culturas populares, las hipermediaciones construyen su mirada científica a partir de
los nuevos espacios participativos de comunicación y de su irrupción en lo masivo. En este
sentido se interesan más por estudiar las hibridaciones de lenguajes y la convergencia de
medios que centrarse en un medio en particular. El estudio de las mediaciones, además, se
insertaba en un proceso social bien determinado donde los medios de difusión de masas
cumplieron, según Martín-Barbero, un papel fundamental. Ese proceso hoy está, como
mínimo, en discusión: tanto las identidades colectivas como los medios masivos no tienen ni
el poder ni la homogeneidad de que gozaban en las épocas doradas de la Modernidad.
Ahora bien, estas diferencias no deberían generar la idea de dos universos teóricos
separados. Existen más continuidades que rupturas en el camino que va de las mediaciones a
las hipermediaciones. Los hipermedios emergen de ese ecosistema y lo transforman. Las
hipermediaciones tampoco han descubierto las contaminaciones culturales o la
intertextualidad: simplemente las ponen en el centro de un posible programa de investigación.
Si en las mediaciones se pierde la fascinación por el objeto (los medios) para recuperar el
proceso, ahora debemos perder la fascinación por los nuevos medios para recuperar las
hipermediaciones. En otras palabras: las hipermediaciones no niegan a las mediaciones, sólo
miran los procesos comunicacionales desde una perspectiva diferente y los ponen en
discurso desde otra perspectiva. Las investigaciones de las hipermediaciones deberían salir
de la pantalla para analizar las transformaciones sociales que el desarrollo de nuevas formas
de comunicación está generando.
Las hipermediaciones, al reivindicar el rol activo del receptor, marcan otro nivel de continuidad
con uno de los presupuestos fundamentales de la teoría de las mediaciones. Desmontar las
visiones que sólo ven manipulaciones -ya sea en una telenovela o en un videojuego- y
evidenciar la complejidad de los procesos de interpretación es una tarea teórica que los
procesos de hipermediación vuelven a poner en primer plano En las conversaciones
cotidianas de los comunicadores las linealidades del modelo de Shannon todavía siguen
vigentes.
el programa del 1987 delineado por Martín-Barbero el cual nunca se desplegó hasta sus
últimas consecuencias, sigue vigente: «Lo que importa es lo que configura las condiciones
específicas de producción, lo que de la estructura productiva deja huellas en el formato, y los
modos en que el sistema productivo semántica y recicla las demandas que vienen de los
"públicos" y sus diferentes usos. Respecto a las lógicas de los usos, Martín-Barbero proponía
«sacar el estudio de la recepción del espacio acotado por una comunicación pensada en
términos de mensajes que circulan, de efectos y reacciones, para reubicar su problema en el
campo de la cultura», en «los conflictos que articula la cultura, los mestizajes que la tejen y las
anacronías que la sostienen, y en últimas del modo en que trabaja la hegemonía y las
resistencias que moviliza, del rescate, por tanto, de los modos de apropiación y réplica de las
clases subalternas»
¿De qué se debería ocupar el campo de las hipermediaciones? Más que de objetos-medios se
debería encargar de estudiar los procesos que acabamos de mencionar, no sólo desde la
perspectiva de lo nuevo sino en el contexto de una ecología de la comunicación.
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UNIDAD TRES:
“El instante solidario en la separación clasista: la práctica del café pendiente”. María Eugenia
Boito.
Café pendiente es una iniciativa que invita a realizar una acción solidaria, sin fines de lucro,
basada en la confianza. Consiste en pagar anticipadamente un café a alguien que no tiene
recursos para comprar una taza de café caliente.
Son un grupo de jóvenes que desean invitar a toda la comunidad a realizar un gesto generoso
sencillo y de bajo costo.
Consiste en que cada cliente que ingrese al lugar identificado, podrá consumir su café y dejar
pago otro para quienes lo necesiten, en cualquier momento, por situación de pobreza y/o
calle.
Es un proyecto basado en la solidaridad y en la confianza. En los espacios que por diversas
razones no pueden alojar personas en situación de pobreza o calle, pueden servir el café en
un vaso descartable. Cada espacio gastronómico es libre de poner sus reglas o limitaciones,
siempre y cuando cumpla con el compromiso solidario asumido y lo comunique tanto a los
compradores como a los consumidores.
En el desarrollo del presente trabajo nos centramos fundamentalmente en la definición de la
acción como gesto en tanto fantasía social que enmarca la situación: de este modo y en una
primera aproximación es evidente que no hay clases sino gente; no hay desigualdad
estructural y clases sino pobreza y/o calle (situación, no condición o posición). De este modo,
todos podemos hacer algo.
El tacto nos enseña que vivimos en un mundo de tres dimensiones; no es una escena o un
espectáculo que tenemos ante nosotros sino que en la operación conjunta ojo/mano a la que
hemos referido, nuestro mundo es un entorno del que somos partes. Esto indica una forma
hegemónica de regulación de lo sensible, en la cual la experiencia de realidad producida
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se produce es una forma sumamente protegida de acción sobre quien carece: el otro se ubica
por debajo.
El gesto es la forma seleccionada para definir en términos comunicativos la interacción. ¿Qué
tipo de comunicación supone el gesto? Un gesto es una forma de comunicación no verbal
realizada con alguna parte del cuerpo, y producida por el movimiento de las articulaciones y
músculos de brazos, manos y cabeza. En este caso, el gesto está centrado en las manos:
pedir un café - sobre un fondo de silencio.
Violencia en acto, cobardía y crueldad:
La crueldad y solidaridad se disponen como términos contrarios, esto no quiere decir que se
encuentran absolutamente desligados. La propuesta de café pendiente, identifica que el
solidarismo se encuentra ligado a la crueldad de clase y entre crueldad y cobardía es posible
detectar particulares vínculos. El café pendiente es un gesto cruel en acto, la presentación de
una forma de crueldad de clase que está más allá de cualquier tipo de teatro de la
representación. Lo intolerable de esta crueldad de clase no es solo que no se percibe sino que
en el solidarismo aparece como su envés, como lo contrario a lo cruel.
En mayo de 2010, Mark Zuckerberg confió al periodista de Time Dan Fletcher que la misión de
Facebook era construir una red “social por default”, con el propósito de “hacer del mundo un
lugar más abierto e interconectado”.
“Al hacer del mundo un lugar más abierto e interconectado, estamos expandiendo el
entendimiento entre las personas y convirtiendo al mundo en un lugar con mayor empatía”.
Es preciso advertir que no se trata de una norma que esté tan sólo “allí”, en la sociedad, y se
refleje en el mundo online. Por el contrario, sus propietarios y usuarios vienen negociando el
significado de la palabra “compartir” desde el inicio mismo de esta red universitaria en
Harvard (2004) hasta su debut en el Nasdaq (2012).
Pero ¿cómo este significado ideológico de la palabra “compartir” –junto con “hacer amigos” y
“me gusta”– se convirtió en el significado dominante a lo largo del período?
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Mientras que el término “privacidad” a menudo remite al ámbito judicial, “compartir” involucra
normas sociales y económicas, valores no sólo legales, sino también culturales. Por
consiguiente, la adopción masiva de Facebook como el motor preferido de interacción social
online en occidente merece un detenido análisis.
TECNOLOGÍA
Desde un punto de vista tecnológico, los dos grandes significados de “compartir” tienen
relación con dos tipos de formas de codificación. El primero de ellos se relaciona con la
conexión, impulsa a los usuarios a compartir información con otros a través de interfaces
diseñadas para ello.
Son muchas las formas en que las funciones conectivas de Facebook empoderan a sus
usuarios y enriquecen sus experiencias sociales.
En mayo de 2010, Zuckerberg anunció dos nuevas funciones que suponían un paso natural de
este proceso: la introducción de Open Graph y el botón “me gusta”. Estos nuevos elementos
de la interface suponían un desplazamiento definitivo del primer al segundo significado de
“compartir”.
La aplicación Open Graph permite a sitios web externos acceder a la información que
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Conectar personas, cosas e ideas es también el principio que subyace al controvertido botón
“me gusta”, función que permite a los usuarios expresar de manera instantánea su aprobación
de una idea o elemento específico y compartirlo en el acto.
La ventana “me gusta” permite a Facebook rastrear cuántos usuarios y cuáles de sus amigos
han apretado el botón. La parte visible de esta interface llama la atención sobre la interacción
entre usuarios, dando a entender que la información se mantiene dentro del sentido primero
de la palabra “compartir”. Sin embargo, los algoritmos y protocolos invisibles ejecutan la tarea
socialmente programada de “gustar”.
USUARIOS
A lo largo de los años el gran elemento que permitió a Facebook diferenciarse de sus
competidores fue su base de usuarios, que crece a tasas gigantescas no sólo en términos de
números brutos, sino también de diversidad y alcance global.
Este libro intenta rastrear de qué modo el hábito inscripto en las plataformas despierta
respuestas explícitas por parte de los usuarios.
En primer lugar, antes de analizar los distintos modos de resistencia, querría explicar las
motivaciones de los usuarios para unirse a Facebook y disfrutar de su propuesta.
centradas en los sitios de red social: los servicios facilitan la superación de las distancias de
espacio y tiempo y ayudan a que las personas se mantengan informadas acerca de la vida de
sus amigos.
La identidad es un producto social creado no sólo por aquello que se comparte, sino también
por lo que los demás comparten y dicen acerca de uno… Las personas más populares son
aquellas en cuya construcción de identidad participan de manera más activa otras personas.
Dado que Facebook es la red social más extendida, ofrece las mejores posibilidades para
aquello que Castells (2009) denomina “autocomunicación de masas”. La popularidad y la
exposición de información personal son dos caras de la misma moneda, y reflejan
especularmente el doble significado de “compartir” discutido en este capítulo.
Los usuarios no se limitan a aceptar el significado de “hacer amigos” tal como se inscribe en
la interface, sino que se apropian de él e incluso lo contradicen. Si bien la gran mayoría de los
usuarios de Facebook manifiesta su conformidad con los protocolos de socialidad online del
sitio, una parte sustancial de sus miembros reconoce distintas preocupaciones acerca del
modo en que sus datos son utilizados.
Otra forma de resistencia favorita de los usuarios que adoptan una postura crítica respecto de
las estrategias de control de la información implementadas por Facebook consiste en realizar
una intervención en el nivel tecnológico. Hubo varios intentos por desbaratar las políticas de
control de la compañía.
Para resistir a las configuraciones por default o alterarlas no sólo hace falta ingenio
tecnológico, sino también una motivación sostenida. El propósito de Facebook es sostener
configuraciones por default que mantengan la información lo más abierta posible.
Una forma más sutil de crítica contra Facebook tiene lugar cuando los periodistas descubren
y dan a conocer detalles técnicos estratégicos de las tácticas invisibles de la plataforma. En
octubre de 2011, por ejemplo, el periodista Byron Acohido de USA Today descubrió que
Facebook registra tanto a los usuarios leales como a aquellos que suelen cerrar sesión y a
quienes no son miembros, mediante la inserción de cookies en el buscador. Estas registran la
fecha y hora en que se visita un sitio web con un botón “me gusta” o un plug-in de Facebook,
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además de direcciones IP. Esto permite establecer correlaciones entre los datos personales y
los hábitos de búsqueda que revelan simpatías políticas, creencias religiosas, orientaciones
sexuales o problemas de salud.
Con el paso del tiempo, los propietarios de la plataforma claramente apuntaron a una mayor
uniformidad en el ingreso de los datos y comenzaron a introducir en la interface distintas
características narrativas específicas, transformación que culminó con la implementación de
la “línea de tiempo”.
El formato de la “línea de tiempo” induce a sus miembros a subir fotografías de los días de su
juventud previos a Facebook, lo que les permite experimentar el contenido como una historia
de vida personal. Pero mientras que el paso a la “línea de tiempo” supuso un aumento en los
sentimientos de intimidad, recuerdo y conexión entre algunos miembros, en otros despertó
sospecha y descontento, sobre todo respecto de la divulgación de información más personal.
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El ingreso unificado de datos hace más sencillo, por ejemplo, que las compañías inserten
anuncios personalizados de pañales en las “líneas de tiempo” de mujeres que tienen bebés.
Otra función de Facebook lanzada en simultáneo a ese formato narrativo, y a la que se prestó
mucha menos atención, fue la “estadística de páginas”. Esto permite a las compañías tomar
decisiones acerca de qué funciona y qué no, y modificar sus anuncios para optimizar su
efecto.
PROPIEDAD
La estrategia con la que Facebook intenta incrementar su poder dentro del ecosistema de
medios conectivos revela dos caras: Zuckerberg enfrenta a sus (potenciales) competidores
señalando la inevitabilidad de una norma en transformación (“todo va a ser social”) para luego
invitar a estos competidores a sumarse a Facebook en su intento de crear un “espacio
verdaderamente abierto y conectado”.
En los meses previos a su cotización en Bolsa, Facebook Inc. se mostró cautelosa de cultivar
una imagen corporativa no como multinacional que trabaja por el interés de sus accionistas,
sino como un negocio centrado en usuarios, deseoso de compartir su propiedad con las
personas que le permitieron crecer. “compartir” adoptó un nuevo significado ambiguo en el
contexto de la tenencia accionaria. La relación contenciosa entre propietarios, usuarios,
publicitarios y accionistas se hizo penosamente pública en vísperas de que la compañía
comenzará a cotizar en Bolsa.
GOBIERNO
Las políticas con que el sitio regula el tráfico online son el resultado de una ecléctica
combinación de cosas permitidas y prohibidas, cargos y descargos de responsabilidad,
derechos y deberes y acuerdo contractual.
Si se miran con detenimiento las regulaciones de Faceboook, lo primero que llama la atención
es la existencia de al menos cinco niveles distintos en cuanto a las Condiciones de servicio:
los Principios de Facebook, la Declaración de derechos y responsabilidades, la Política de
privacidad, la Política de uso de datos y la Política de plataforma.
En lo que resta del texto de los Principios, el doble significado de “compartir” ocupa un lugar
destacado en los dos primeros, que llevan por título “Libertad para compartir y conectarse” y
“Propiedad y control de la información”. Mientras el primero de estos principios señala el
derecho del usuario a conectarse con otros y compartir datos “siempre que ambas partes
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consientan la conexión”, el segundo declara que las personas “deben ser propietarias de su
información” y tener la libertad de “establecer los controles de privacidad que protejan sus
decisiones”.
En agosto de 2010, se presentó una demanda legal en Los Ángeles según la cual el botón “me
gusta” de Facebook exponía de manera intencional a menores a publicidad no solicitada. La
respuesta habitual de Facebook ante estas demandas legales y otras acusaciones en cuanto
a sus políticas de privacidad consistió en prestar atención a las quejas de los usuarios y
realizar las correcciones exigidas por la ley.
MODELO DE NEGOCIOS
Las redes sociales online generan otros dos valores económicos potenciales además de la
conectividad: atención y popularidad. En la “economía de la atención”, la atención significa
visitas a la red (potenciales clientes) o exposición (inconsciente), y este valor es parte
importante de la publicidad que se ve en internet en forma de banners, pop-ups y espacio
publicitario pago.
Identificar la popularidad resulta relevante para las compañías que buscan identificar a
personas influyentes o reconocer tendencias en alza.
Si bien la popularidad no guarda relación con valores tales como verdad, confianza,
objetividad o calidad, a menudo se la equipara a ellos. Por ejemplo, los usuarios confían su
información privada de perfil a Facebook porque un amigo los ha invitado a sumarse a la red,
a menudo como parte de un entramado comunitario offline preexistente, y a sumarse a otros
círculos de amigos una vez que ya estén online. La función “personas que quizá conozcas”
emplea el principio de popularidad a la hora de sugerir nombres a partir de datos y cookies
automatizadas. En otras palabras, esta popularidad fundada en la existencia de conexiones
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relativas entre las personas sobre una base de confianza mutua se traduce en un bien
cuantificable.
El modelo de negocios de Facebook sin duda supone un delicado equilibrio entre estimular y
explotar la actividad de los usuarios. Su éxito, en última instancia, depende de la voluntad que
muestren sus clientes de contribuir a la producción de datos y permitir su máxima recolección
y análisis. En Facebook los mensajes no sólo se difunden de la empresa al consumidor, sino
entre amigos.
El eslogan de Facebook, hacer del mundo un lugar más social, se presenta como una
propuesta de negocios provechosa para todos los involucrados. La doble lógica de
“compartir”, como hemos visto, no sólo queda así anclada al modelo de negocios de la
empresa, sino que atraviesa cada átomo de su filosofía organizacional, incluidos las
decisiones de codificación, las prácticas de los usuarios, el contenido, las estrategias de
propiedad y los modelos de gobierno.
La difusión de la norma de “compartir” pergeñada por Facebook sólo fue posible en la medida
en que esta plataforma logró exportar sus botones a otras, en una acción promovida por el
discurso estratégico de una necesidad de compartir sin fricciones.
Pero el hecho de que tantas personas incorporarán la plataforma a su rutina cotidiana acaso
haya desempeñado un papel aún más significativo que la exportación de botones y la difusión
del principio de “compartir”.
En menos de ocho años, el significado de “compartir”, fue sutilmente reemplazado por uno
que naturaliza el acto de compartir datos personales con las demás personas del mundo.
Entre los adolescentes, la noción de “hacer amigos”, definida como la construcción de una red
de contactos lo más extensa posible, creció a paso constante.
El concepto de “gustar” fomenta la popularidad de ideas o cosas con un alto grado de valor
emocional, tal vez a expensas del juicio racional, para el que no hay botones en el universo
online; “Compartir”, “hacer amigos” y dar “me gusta” son conceptos ideológicos potentes cuyo
impacto trasciende Facebook y alcanza todos los rincones de la cultura, lo que afecta el
sentido mismo de la socialidad.
Aun así, la preeminencia normativa de Facebook no es una verdad inscripta en piedra, sino un
hecho vulnerable a las fuerzas rectoras del mismo entorno conectivo que ha contribuido a
crear. Individuos, organismos de gobierno e incluso distintos agentes del mercado plantearon
respuestas críticas a su definición hoy dominante de “compartir”. En primer lugar, no es del
todo inimaginable que los usuarios puedan dar un escarmiento.
Si otras plataformas lograran atraer una base de usuarios significativa y ocupar nuevos
nichos especializados dentro del universo de las redes sociales, ese valor podría caer. El
ecosistema de los medios conectivos se reveló como un entorno impredecible, en el que
ninguna plataforma tiene su posición asegurada.
En Barrio San Vicente, se comenzó la construcción en 2012 del puente Leticia, es parte de un
plan de conectividad urbana que une las dos terminales de ómnibus con la avenida de
Circunvalación. Puentes que no ponen en común, que no comunican.
La obra del puente estuvo parcialmente construida durante años, detenida por conflictos y
fuertes resistencias de los habitantes de ambos lados del río. Los vecinos de barrio Juniors
aducían que iban a sufrir mayor inseguridad por la conexión de su barrio con el sector de Villa
La Maternidad.
Del lado Sur, los vecinos de La Maternidad se oponían a la forzosa relocalización de 16
familias, cuyas viviendas estaban en el trazado del puente. Los vecinos del barrio Juniors,
lograron el objetivo: el gobierno provinvial definió no hacer una bajada a su barrio. La villa ya
no puede, siquiera, ser vista desde la otra orilla.
Una vez más: una comunicación lineal y estructurada como modelo de circular en la ciudad.
Circular como sinónimo de velocidad. Velocidad como sinónimo de no estar detenido con el
otro.
¿Qué comunicación es posible en un nudo? El de la confusión al entrar, y el alivio al salir. ¿Qué
comunicación es posible en la velocidad? La simplificada, la del cartel de lectura rápida, la
señalética. La comunicación en estos contextos se vuelven intensas, cargadas de exhibición y
unilateral. Actualmente, los medios conectivos avanzan cada vez más sobre diversos factores
de las conexiones humanas, codificándolas como datos y convirtiéndolas en mercancías que
producen valor.
La comunicación negada se vuelve conexión en los espacios urbanos y en las redes. Lo que
hay, cuando hay, es una inmensa concentración de datos que dejan de producirse en la vida
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Córdoba: En prensa