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 Barbero, Jesús Martín, De los medios a las mediaciones, comunicación, cultura y

hegemonía, Editorial Anthropos, Barcelona, 2010.

Se propone indagar el mestizaje que es la trama de la modernidad y de las discontinuidades


culturales, de formaciones sociales y estructuras del sentimiento, de memorias e imaginarios que
revuelven lo indígena con lo rural, el folclor y lo popular con lo masivo […] la apuesta y el objetivo
de este libro es cambiar el lugar de las preguntas para hacer investigables los procesos de
comunicación desde las mediaciones y los sujetos, esto es, desde la articulación de prácticas de
comunicación y movimientos sociales. (VII)

Mediaciones remite al trazo que pone en red los dispersos, distintos y alejados puntos y líneas que
tejen un mapa que a una realidad que se constata o a un concepto que se tiene y se maneja.

Popular: memoria de otra economía tanto política como simbólica, memoria de otra matriz cultural
negada.

Estructuras de tiempo y formas del espacio.

Temporalidades:

“Moderna es aquella temporalidad en la que la dinámica y el peso de la historia se hallaban


enteramente volcados hacia el futuro en detrimento del pasado” (XIII) la novedad aparece como
fuente única de legitimidad cultural.

“Estamos ante un progreso vacío cuya realidad se confunde con la apariencia del cambio que
producen las imágenes”

El sentido en que se mueve la tecnología ya no es por dominio de la naturaleza sino en específico


por el desarrollo de la información y de la comunicación del mundo como imagen.

Contemporánea es, en primer lugar, una temporalidad configurada por la crisis de la moderna
experiencia en el tiempo, que tiene en el actual boom de la memoria una de las manifestaciones más
elocuentes.

Nuestra fiebre de memoria es expresión de la necesidad de anclaje temporal que sufren unas
sociedades cuya temporalidad es sacudida brutalmente por la revolución informacional que disuelve
las coordenadas espacio territoriales de nuestras vidas. Y en las que se hace manifiesta la
trasformación profunda de la estructura de temporalidad que nos legó la modernidad.
Espacialidades.

el espacio habitado es el espacio primigenio de los cuerpos y del territorio. El espacio nicho tan
cercano fonética y topográficamente al nido, el habitar precede al construir que es el de disponer de
un lugar donde caber de manera que todo construir es para el ser humano la búsqueda permanente
de un habitar donde quepa, esto es, donde se sienta bien, a gusto.

El espacio habitado resulta inseparable del tiempo, pero no el de los relojes sino del tiempo que
hace y al que dan forma los mitos del origen, los ritos de iniciación y el tiempo de los ritmos del
día: mañana, tarde, noche, las estaciones del año y de las etapas de la vida, pero el espacio habitado
moviliza también lo que llamamos territorio: es espacio marcado por mojones de barro o piedra.

El espacio practicado es el de la ciudad moderna en el sentido que lo leyó W. Benjamín (1972) al


observar que la ciudad se halla formada no sólo por las nuevas construcciones como los bulevares y
los pasajes sino por el anonimato del paseante de las grandes avenidas y por el nuevo arte que es el
cine. De modo que es la subjetividad moderna la que emerge en la nueva relación de la gente con la
ciudad, una nueva sensación de soledad que comparte el individuo en medio de la muchedumbre
con la del espectador de cine en la sala oscura, ambos inaugurando dos dispositivos de percepción:
la mirada dispersa y el montaje de la imagen múltiple.

Pistas para entre-ver medios y mediaciones.

*Esquema en papel.

1. La relación entre matrices culturales y formas industriales que se mueve en un eje diacrónico,
remite a la historia de los cambios en la articulación entre movimientos sociales y discursos
públicos, y de estos con las modalidades de producción de lo público que agencian las formas
hegemónicas de comunicación colectiva.

2. La doble relación de las matrices culturales con las competencias de recepción y las lógicas de
producción es mediada por los movimientos de la socialidad y los cambios de la institucionalidad.
La socialidad se genera en la trama de las relaciones cotidianas que tejen los hombres al juntarse,
que es a la vez lugar de anclaje de la praxis comunicativa y resultado de los modos y usos
colectivos de comunicación, esto es, de interpelación/constitución de los actores sociales y de sus
relaciones (hegemonía, contra hegemonía) con el poder. En ese proceso las matrices culturales
activan y moldean los habitus que conforman las diversas competencias de recepción.

La institucionalidad es desde siempre una mediación espesa de intereses y poderes contrapuestos


que ha afectado, y sigue afectando, especialmente la regulación de los discursos que, de parte del
Estado, buscan dar estabilidad al orden constituido, y de parte de los ciudadanos-mayorías y
minorías- buscan defender sus derechos y hacerse reconocer, esto es reconstituir permanentemente
lo social. Si mirada desde la socialidad la comunicación se revela cuestión de fines de la
constitución del sentido y del hacerse y deshacerse de la sociedad, mirada desde la institucionalidad
la comunicación se convierte en cuestión de medios, esto es, de producción de discursos públicos
cuya hegemonía se haya hoy paradójicamente del lado de los intereses privados.

Los cambios en la socialidad remiten a movimientos de reencuentro con lo comunitario no


necesariamente fundamentalistas o nacionalistas.

3. la comprensión del funcionamiento de las lógicas de producción moviliza una triple indagación:
sobre la estructura empresarial en sus dimensiones económicas, ideologías profesionales y rutinas
productivas, sobre su competencia comunicativa, capacidad de interpelar/construir públicos,
audiencias, consumidores y muy especialmente sobre su competitividad tecnológica: usos de la
tecnicidad por los que pasa hoy en gran medida la capacidad de innovar en las formas industriales.

4. la mediación de las ritualidades nos remite al nexo simbólico que sostiene toda comunicación: a
sus anclajes en la memoria, sus ritmos y formas, sus escenarios de interacción y repetición, en su
relación con las formas industriales (discursos, géneros, programas y parrillas) las ritualidades
constituyen gramáticas de la acción, del mirar, del escuchar, del leer, que regulan la interacción
entre los espacios y tiempos de la vida cotidiana y los espacios y tiempos que conforman los
medios. Lo que implica de parte de los medios, una cierta capacidad de poner reglas a los juegos
entre significación y situación. Pero una cosa es la significación del mensaje y otra aquello a lo que
alude la pragmática cuando plantea la pregunta por el sentido que para el receptor tiene la acción de
oír radio o ver televisión.

Lo que busco con ese mapa es reconocer que los medios constituyen hoy espacios claves de
condensación e intersección de múltiples redes de poder y de producción cultural, pero alertar al
mismo tiempo contra el pensamiento único que legitima la idea de que la tecnología es hoy el gran
mediador entre los pueblos y el mundo, cuando lo que la tecnología media hoy más intensa y
aceleradamente es la trasformación de la sociedad en mercado y de este en principal agenciador de
la mundialización (es sus muy contrapuestos sentidos).

Indaga cómo se fue desarrollando la masificación antes de que surgieran los medios
electrónicos: mediante la escuela y la iglesia, la literatura de cordel y el melodrama, la
organización masiva de la producción industrial y del espacio urbano.

La noción de pueblo nace como parte de la masificación social.


En el método de investigación no cabía el modo en que las gentes construyen su sentido de vida, del
modo en que se comunican y utilizan los medios, dicho en otras palabras, los procesos políticos y
sociales.

Primera parte

Pueblo y masa en la cultura: los hitos del debate.

En su origen el debate se halla configurado por dos grandes movimientos: el que


contradictoriamente pone en marcha el mito del pueblo en la política (los ilustrados) y en la cultura
(románticos); y el que fundiendo política y cultura afirma la vigencia moderna popular (anarquistas)
o la niega por su superación en el proletariado (marxistas).

1. El pueblo-mito: románticos versus ilustrados

Históricamente el romanticismo es reacción, pero no necesariamente reaccionaria. Reacción de


desconcierto y fuga frente a las contradicciones brutales de la naciente sociedad capitalista, es
también reacción de lucidez y crítica frente al racionalismo ilustrado y su legitimación de los
“nuevos horrores”. El sentido de lo popular en la cultura que se gesta en el movimiento romántico
solo se puede entender en relación al sentido que adquiere el pueblo en la política tal y como es
elaborado por la ilustración.

Desde el inicio de la reforma y en los discursos de Maquiavelo se ve organizar en torno a la figura


del pueblo un nuevo sistema de legitimación del poder político.

“A la noción política del pueblo como instancia legitimante del gobierno civil, como generador de
la nueva soberanía, corresponde en el ámbito de la cultura una idea radicalmente negativa de lo
popular, que sintetiza para los ilustrados todo lo que éstos quisieran ver superado, todo lo que viene
a barrer la razón: superstición, ignorancia y turbulencia.” (4)

Más que un sujeto de un movimiento histórico, más que actor social el pueblo designa en el
discurso aquella generalidad que es la condición de una posibilidad de una verdadera sociedad.

La racionalidad que inaugura el pensamiento ilustrado se condensa entera en la contradicción que


cubre: está contra la tiranía en nombre de la voluntad popular pero está en contra del pueblo en
nombre de la razón.
“La invocación al pueblo legitima el poder de la burguesía en la medida exacta en que esa
invocación articula su exclusión de la cultura. Y es en ese movimiento en el que se gestan las
categorías de lo culto y lo popular. Esto es de lo popular como inculto, de lo popular designado, en
el momento de su constitución de concepto, un modo especifico de su relación con la totalidad de lo
social: la negación, la de una identidad refleja, la de aquello que está constituido no por lo que es
sino por lo que le falta. Definición del pueblo por exclusión, tanto de la riqueza como del oficio
político y la educación.” (5)

Al descubrimiento del pueblo los románticos llegan por tres vías no siempre convergentes, la de la
exaltación revolucionaria, dotando al populacho de una imagen positiva que integra dos ideas: la de
una colectividad que unida tiene fuerza y la del héroe que se levanta y hace frente al mal.

Una segunda vía: el surgimiento del nacionalismo y exaltación de un alma que estaría en el pueblo
y por último la reacción contra la ilustración desde dos frentes: lo político y lo estético, reacción
política contra la fe al racionalismo y el utilitarismo

El pueblo-nación de los románticos conforma una unidad orgánica, esto es, constituida por lazos
biológicos, sin historia como serían la raza y la geografía. Analizando la persistencia de esa
concepción de la cultura política de los populismos, García Canclini resume así la operación de la
mitificación: “se olvidan los conflictos en medio de los cuales se formaron las tradiciones
nacionales o se los narra legendariamente, como simples tramites arcaicos para configurar
instituciones y relaciones sociales que garantizan de una vez para siempre la esencia de la nación.”

El pueblo es el pasado, la burguesía es la nación.

2. Pueblo y clase: del anarquismo al marxismo.

Siglo XIX disolución del concepto de pueblo.

Pueblo se transforma en clase

El anarquismo recupera muchos rasgos de la concepción romántica en un proyecto y unas prácticas


revolucionarias, en cambio el marxismo va a romper totalmente con él y va a recuperar rasgos de la
racionalidad ilustrada, ambos rompen con el culturalismo de los románticos al politizar la idea de
pueblo, politización que significa al descubierto de la relación del modo de ser del pueblo con la
división de la sociedad en clases, y la puesta en historia de esa relación en cuanto proceso de
opresión de las clases populares por la aristocracia y la burguesía. En síntesis, los anarquistas y los
marxistas comparten la concepción de lo popular que tiene como base la afirmación del origen
social, estructural de la opresión como dinámica de conformación de la vida del pueblo frente a los
ilustrados, eso significa que la ignorancia o la superstición no son meros rezagos, sino efectos de la
miseria social de las clases sociales.

Los anarquistas conservarán el concepto de pueblo porque algo dice en él que no cabe o no se agota
en el de clase oprimida, y los marxistas rechazarán su uso teórico por ambiguo mistificador
remplazándolo por el de proletariado.

Asunción de lo popular en los movimientos anarquistas.

Para el movimiento libertario el pueblo se define por su enfrentamiento estructural y su lucha contra
la burguesía, pero se niegan a identificarlo con el proletariado en el sentido restringido que tiene en
el marxismo. Y ello porque la relación constitutiva del sujeto social de enfrentamiento y la lucha es
para los libertarios no una determinada relación con los medios de producción, sino la relación con
la opresión en todas sus formas.

Los libertarios piensan sus modos de lucha en continuidad directa con el largo proceso de gestación
del pueblo. Los marxistas en cambio ponen en primer plano las rupturas en los modos de lucha que
vienen exigidas por las rupturas que introduce el nuevo modo de producción. La continuidad es para
los anarquistas una fuente de estrategias, aquella que piensa la acción política como una actividad
de articulación de los diferentes frentes y modos de lucha que el pueblo mismo se da. Es la relación
de la opresión y la resistencia en la lucha cotidiana, y a través de la memoria de la lucha los
anarquistas conectan con la cultura popular.

Disolución de lo popular en el marxismo.

El marxismo ortodoxo negará su validez tanto teórica como política.

El proletariado se define como clase exclusivamente por la contradicción antagónica que la


constituye en el plano de las relaciones de producción: el trabajo frente al capital. La explicación de
la opresión y la estrategia de la lucha se sitúan así en un solo y único plano: el económico, el de la
producción. Todos los demás planos o niveles de lo social adquieren su sentido a partir de las
relaciones de producción.

Pensaban la especificidad de lo político como un terreno separado, aquél justamente en que era
pensable y efectuable la respuesta a la dominación económica.

E.P. Thompson plantea explícitamente la imposibilidad histórica de separar tajantemente la lucha


obrera de las luchas plebeyas, de manera que hacer historia de la clase obrera implica hacer historia
de la cultura popular.
En el marxismo se da lo popular reprimido que se constituye como el conjunto de actores, espacios
y conflictos que han sido condenados a subsistir en los márgenes de lo social, sujetos de una
condena ética y política.

II

Ni pueblo ni clases: la sociedad de masas.

Teoría sociedad masa ya estaba presente desde 1830, nace en la reflexión de liberales franceses e
ingleses durante el periodo posnapoleónico que va desde la restauración hasta la revolución de
1848, queda bien difícil separar lo que hay de decepción por el caos social que ha traído el progreso
del miedo a las peligrosas masas que conforman las clases trabajadoras.

Hacía 1835 comienza a gestarse una concepción nueva del papel y el lugar de las multitudes en la
sociedad, producido por los efectos de la industrialización capitalista sobre el cuadro de vida de las
clases populares, los cambios se producían de forma que a medida que las técnicas eran más
racionales y las riquezas materiales más abundan, las relaciones sociales eran más irracionales y la
cultura del pueblo más pobre.

El descubrimiento político de la multitud.

la nueva visión de la relación sociedad/masas encuentra en el pensamiento de Tocqueville su primer


trazado de conjunto, la masa ya no estaba afuera, como turbas que amenazan con su barbarie la
sociedad, ahora se encontraba adentro disolviendo las viejas relaciones de poder.

Tocqueville alcanza a ver en la emergencia de las masas el comienzo de la democracia de la


democracia moderna, pero esta porta en si el principio de su destrucción, porque al tener las mismas
oportunidades la libertad individual y la independencia quedan relegadas a un segundo plano y en el
primero se encontrará la voluntad de las mayorías y de ese modo lo que viene a tener verdadera
importancia no es aquello en que hay razón y virtud, sino aquello que es querido por la mayoría.

Sacrifican la libertad por la igualdad

¿Se puede separar el movimiento por la igualdad social y política del proceso de homogeneización
y uniformación cultural?

Engels ve en la masificación de las condiciones de vida el proceso de homogenización de la


explotación a partir de la cual se hace posible una conciencia colectiva de la injusticia y de la
capacidad de las masas obreras para gestar una sociedad diferente.

La psicología de las muchedumbres.


Después de los sucesos de la comuna de parís el estudio de la relación masa/sociedad tomo un giro
bastante conservador y en el último cuarto del siglo XIX la masa se confundía con el “obsceno”
proletariado que amenazaba el poder burgués, por lo que el pensamiento conservador más que
entender las masas buscaba controlar.

Gustave Lebon parte de una constatación: la civilización industrial no es posible sin la formación
de multitudes y el modo de existencia de estás es la turbulencia: un modo de comportamiento en el
que aflora a la superficie haciéndose visible el alma colectiva de la masa.

La masa es un fenómeno psicológico por el que los individuos, por más diferentes que sea su modo
de vida, sus ocupaciones o su carácter están dotados de un alma colectiva que les hace comportarse
de manera distinta a como lo haría cada individuo de manera aislada. (primitivas, infantiles.)

Lo que le interesa a Freud de este autor es la importancia que tiene el inconsciente (la masa está
hecha del mismo material del individuo, no solo hay instintos sino también producción)

historia popular o historia total.

Peter Burke.

¿Cuándo empezó la historia popular? ¿Cuáles fueron los logros de la historia popular a finales del
siglo XVIII y comienzos del siglo XIX? ¿cuáles son los logros de la historia popular actualmente?

Siglo XVIII se descubre la cultura popular por parte de un grupo de intelectuales alemanes entre
ellos J.G. Herder que inventó el término “cultura popular” y los hermanos Grimm que eran
recopiladores de cuentos tradicionales. El entusiasmo de la clase media por todas las formas de
folclore se entendió rápidamente por toda Europa.

No había en el fondo un esfuerzo por relacionar al pueblo con acontecimientos políticos y militares,
“creo que antes de Marx y Engels nadie vio claramente la necesidad establecer una relación entre
las estructuras y los acontecimientos.” (74)

Otro defecto era la ambigüedad del termino pueblo, a veces se refería a toda la sociedad, en
ocasiones excluía a la aristocracia o a la población de las ciudades, también se tenía una concepción
romántica e idealista de esté.

El descubrimiento de la cultura popular.


Peter burke.

En el contexto en que surgió el uso de la historia popular a finales del siglo XVIII y comienzos del
siglo XIX está caracterizado por un motivo estético, la revuelta contra el clasismo y su culminación
en el movimiento romántico.

El motivo político del descubrimiento de la cultura popular fue que encajaba legitimando los
movimientos de liberación nacional, los intelectuales y los campesinos luchaban codo a codo por lo
que la palabra pueblo no resultaba ser una palabra tan ambigua.

La cultura popular nace de la forma de la vida local y necesariamente cambia con ella,

Distinción entre la cultura que procede de las personas y corrientes (producida desde adentro) y la
cultura para las personas corrientes (proporcionada por otras personas)

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