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En el siglo XX, las culturas públicas de las democracias cobran un carácter cada vez más
comercial y mercantil. En lugar de solidario.
En lugar de las culturas integradoras de cada nación, en la actualidad surge una cultura global
más fragmentada, basada en goces más populares.
El desarrollo de las nuevas tecnologías y de las nuevas formas culturales parece depender más
de modos privados de consumo que de los principios del debate y la discusión abiertos.
Habermas.
Para satisfacer las necesidades comunicativas de los ciudadanos hacen falta derechos y
obligaciones de comunicación en una zona civil exenta del dominio del dinero y del poder. Esto
lleva al proyecto emancipatorio más allá de la lógica tanto del marxismo como del liberalismo.
La esfera pública burguesa se desarrolló a partir de un sistema feudal que negaba el principio
de la discusión pública abierta en cuestiones de interés universal. Avanzó durante los siglos
XVII y XVIII con el desarrollo del capitalismo.
Entre la autoridad del Estado y la sociedad civil apareció el dominio crítico de la esfera pública.
La esfera pública se desarrolló inicialmente desde los cafés y los salones donde los miembros
varones de la burguesía, los nobles y los intelectuales, se reunían para discutir y dialogar sobre
obras literarias.
El propósito de la esfera pública era habilitar a las personas para reflexionar críticamente
acerca de ellas mismas y de las prácticas del Estado.
Campos de debate social que habían sido clausurados bajo el feudalismo perdieron el “aura”
que les habían conferido la Iglesia y la corte y fueron problematizados cada vez más a través de
un diálogo que prescindía de la condición de los participantes.
Las reuniones que ocurrieron a lo largo de Europa en cafés y en salones, entre 1680 y 1730,
eran tanto inclusivas como exclusivas. De todos modos esa actividad constituía un portavoz
para lo público.
Si bien lo “público” seguía reducido, empezó a aceptarse el principio de universalidad: los que
reunían las condiciones de ser racionales, varones y propietarios podían servir, a través de la
participación, en la esfera pública. Mediante el principio de la publicidad, se estableció que el
uso público de la razón era superior a su empleo privado.
La esfera pública burguesa declinó y se destruyó a partir de 1870 con el advenimiento del
capitalismo monopólico que comercializaba y organizaba la comunicación.
Las formas literarias de representación fueron desplazadas por periodistas especializados que
obedecían a los intereses privados de un propietario.
El mercado del libro fue adaptado a una cultura masiva del tiempo libre, la cual requiere
distensión y sencillez en la recepción.
Las formas culturales modernas incorporan a los sujetos a una cultura despolitizada que elude
la esfera pública donde se pudiera debatir.
La esfera pública ha pasado a estar dominada por una fuerza cohesionante que se dirige a las
personas a título de consumidores antes que de ciudadanos.
A fines del siglo XX las masas están aisladas y alienados de la mayor parte de la producción
mediática.
Habermas afirma que la personalidad sólo puede surgir a través de una comunidad
intersubjetiva del lenguaje.
La “situación ideal del habla” es una comunicación en la que están ausentes las barreras.
Esto se puede cumplir cuando hay igualdad de oportunidades para tomar parte en la
comunicación.
Sólo una democracia radical, ofrecería las condiciones sociales para que los hombres tuvieran
pleno conocimiento de sus necesidades y sus intereses.
Puede decirse que el mundo de vida ha sido exitosamente colonizado por los mecanismos de
mando sistémico del dinero y el poder; en esa medida, la acción comunicativa es excluida en
favor de una acción instrumental orientada hacia el “éxito”.
Las formas racionales de entendimiento es socavada por las instrumentales que sos-tienen un
sistema social injusto.
La doble presión de la economía y del poder social instituido procura reprimir el cuestiona-
miento crítico de lo social a través de una dimensión cultural.
La eficacia de la industria cultural no se aseguraba con una ideología engañosa sino apartando
de la conciencia de las masas cualquier alternativa al capitalismo.
El Estado penetrado desde arriba por la acción de instituciones transnacionales, al tiempo que
debía enfrentar nuevas demandas de autonomía desde abajo.
A través de los nuevos movimientos sociales puede discernirse también el surgimiento de una
esfera pública local más fragmentada, donde pequeños grupos enfrentan en una discusión
abierta multitud de temas, que van desde el desarme nuclear hasta la sexualidad.
Con el tiempo eso llevará a la disminución de un servicio universal “de calidad” al que to-dos
tienen acceso y al abandono de una pro-gramación de interés especial que no pueda asegurar
el respaldo de los anunciantes.
Para preservar la esfera pública, la emisión de servicio público sigue siendo importante por
tres razones:
3) considera que el público está formado más por ciudadanos que por consumidores.
La dificultad de que la información que los ciudadanos requieren en una cultura global no
puede ser originada internamente dentro de un país aislado. Mientras que hay que separar las
diferentes esferas de valor que son el consumo y la ciudadanía, lo público y lo privado, estas
distinciones tienen que ser redefinidas internacionalmente.
Al pensar en el futuro de la emisión pública, debemos elaborar políticas que atiendan tanto al
ámbito de debate internacional como al nacional.
El desarrollo de una cultura más comunicativa que procure “expandir el pensamiento” sólo es
posible, en los contextos modernos, mediante la democratización radical de la industria
cultural.
La obra de Habermas acerca de la esfera pública contiene una fuerza considerable por el
énfasis puesto en la comunicación y en la participación.
Los intentos actuales de imaginar nuevas formas de solidaridad social mediante un discurso
acerca de la ciudadanía presuponen establecer condiciones materiales que hagan posible un
compromiso democrático popular por un grupo más amplio de ciudadanos.
Los directivos de la BBC, son designados por elites políticas antes que por los que costean la
licencia. Si el servicio fuera desvinculándose gradualmente del Estado, sería posible hallar
formas de instituir medios de representación más democráticos.
Habermas privilegia las formas universales de la ciudadanía como medio para reintroducir los
temas de la solidaridad y la comunidad en el debate político contemporáneo.
La esfera pública se ha revelado como un importante recurso en la lucha por preservar los
sistemas públicos de comunicación.
La sociedad. Se define como aquel conjunto de ordenaciones legítimas a través de las cuales
los participantes regulan sus perte-nencias a grupos sociales, asegurando con ello la
solidaridad. Como en el caso anterior, también aquí la integración social del mundo de la vida
se encarga de que las situaciones nuevas queden conectadas con los estados del mundo ya
existentes. Pero, y a diferencia de la cultura, no se trata aquí de la dimen-sión semántica, sino
del espacio social.
Sistema:Mientras el mundo de la vida representa el punto de vista de los sujetos que actúan
sobre la sociedad, el sistema implica una perspectiva externa que contempla la sociedad
"desde la perspectiva del observador, de alguien no implicado”.
El sistema tiene sus raíces en el mundo de la vida, pero en última instancia, desarrolla sus
propias características estructurales.
Las estructuras del sistema son la familia, la judicatura, el Estado y la economía. A medida que
estas estructuras evolucionan se distancian cada vez más del mundo de la vida. Al igual que
ocurre en el mundo de la vida, la racionalización en el nivel del sistema implica una
diferenciación progresiva y una mayor complejidad. Aumenta también la autosuficiencia de
estas estructuras.
Cuanto más poder tienen, más y más capacidad de gobierno ejercen sobre el mundo de la
vida.
Mientras ambos evolucionan hacia una mayor racionalización, esta racionalización adopta
diferentes formas en el mundo de la viday en el sistema,y tal diferencia constituye el
fundamento de la colonización del mundo de la vida.