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Taller

Cosmovisión Cristiana
LA LEY
DE DIOS
Cuando hablamos
sobre “la historia de
la creación” nos
estamos refiriendo a
la actividad de Dios
de hacer el
mundo.
Cuando hablamos de las “bellezas de la creación” nos
estamos refiriendo al orden creado que resulta en
un cosmos.
El mismo Dios Creador y el mismo
poder soberano que le ha dado
existencia al universo en el
principio, ha seguido
manteniendo
la existencia de ese
cosmos momento a
momento hasta este mismo día.
Las obras diarias de Dios
de preservación y de
gobierno del mundo
no pueden separarse
de su acto de dar
existencia al mundo.
El orden creado
es a cada instante
inimaginable sin la
actividad creadora
de Dios.
Al considerar la
idea bíblica
de la creación, no
debemos perder de vista
la actividad soberana del
Creador en dar origen,
sostener, guiar, y
gobernar su mundo.
¿QUÉ TÉRMINO USAMOS PARA
DESCRIBIR LOS HECHOS DE LA
SOBERANÍA DE DIOS A TRAVÉS DE LOS
CUALES CONSTITUYE Y SOSTIENE LA
TOTALIDAD DE LA REALIDAD?
Usaremos la palabra LEY para referirnos a la

totalidad de los actos


ordenadores del cosmos.
Ley tiene la ventaja de no
sólo ser una palabra central
bíblica, sino también la de
centrar nuestra atención en
Dios como soberano, como

absoluto Señor y Rey.


Nos estamos refiriendo a la

ley que se relaciona con la


creación, al diseño de Dios
para el mundo y la vida
humana desde el principio.
La palabra ley en este sentido comprende todo el

espectro de la realidad creada.


Hay dos maneras
en que Dios impone su
ley en el cosmos, dos
maneras en que su
voluntad se hace en la
tierra como en el cielo.
O bien, la hace directamente, sin mediación, o bien

indirectamente, a través de involucrar la


responsabilidad humana.
En otras palabras, el gobierno de la ley de Dios es inmediato en
la esfera donde no intervienen los seres humanos, pero
mediato en la cultura y en la sociedad.
Como criatura
hecha a la imagen de Dios,
el hombre también tiene una
especie de señorío sobre la tierra,
es virrey de Dios en la creación.
A estas dos maneras de gobierno les corresponden
dos clases de leyes: leyes de la
naturaleza y normas.
No estamos
familiarizados, o estamos
menos seguros acerca de
las leyes de Dios para la
cultura y sociedad, a las

que llamamos normas.


La voluntad de Dios debe discernir que el

Creador es soberano sobre el estado tanto


como lo es sobre el reino animal, que él es el
Señor de la agricultura tanto como lo es sobre
los intercambios de energía.
Hay, sin embargo,
una diferencia
decisiva entre las
leyes de la
naturaleza y
las normas.
Una persona debe ejercer su

responsabilidad personal:
estamos llamados a darle forma

positiva a la norma, a aplicarla


a situaciones específicas en
nuestras vidas.
En la mente secularizada de Occidente, la distinción entre
leyes de la naturaleza y normas es tan grande que parecen
ser no sólo diferentes variedades de la misma
categoría, sino categorías
totalmente diferentes.
En el mejor de los casos hablarían de “valores”, un término que
fuertemente da fe del intento de la humanidad por emanciparse
de todo imperativo divino.
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Dr. Carlos Cebreros

LM. Karen Ferrari

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