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alimenta el hilo más profundo de tu existencia.


musicales. Desde ahí, en perfecta armonía, mientras, tal vez, está dormido.
carse un jardín cerrado hecho de silencios caminara torpemente sobre las alas de usted
De esta manera el ángel ha conseguido fabri- dónde anda. Sería lamentable que alguien
demonios hacen función de espantapájaros. intencionada y sorda que tampoco se fija por
monio ocioso. Las extrañas ocupaciones de los siado confiado y, uno no sabe, hay gente mal
porque no hay cosa más peligrosa que un de- tenga cuidado con sus alas; es usted dema-
vidades oscuras que los mantienen ocupados, Perdóneme si me permito aconsejarle que
tus demonios de la guarda. Lo hace con acti- lugar donde nadie se preocupe por oírlas.
centro de tu laberinto y desde allí alimenta a escapado sin su consentimiento a algún otro
te armado de hojalata abollada que vive en el me preocupa el pensar que, a lo mejor, han
naturaleza imprevisible. El tuyo es un angelo- deber, que cuando no oigo la visita de sus alas
Lo que tú no sabes es que los ángeles son de Por último, sólo me resta decirle, y es mi
Arcángel

mireya cueto 1A
Arrecife Carta
Yo no soy mi nombre, ni mi casa, ni mi cara Muy estimado señor:
del espejo, ni tampoco el secreto linotipo que Varias veces he oído en mi casa el ruido de
Primera edición en Confabuladores: 1997
formula en mi cerebro las palabras, ni mucho sus alas y por eso le escribo. Es posible que
Primera edición: marzo de 2014 menos la voz de mi garganta, ni siquiera el ges- usted no sepa lo que pasa con sus alas cuando
D.R. © 2014, Universidad Nacional Autónoma de México
to prestado que mis manos y mis pies repiten está dormido.
Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán por su cuenta, ni las cosas que acarreo a través No sé cuál sea el uso que usted haga de sus
C.P. 04510 México, Distrito Federal El arrecife
Coordinación de Difusión Cultural
de los años en la fotografía de la memoria. alas, pero creo que es conveniente que sepa dón-
Dirección de Literatura Tal vez sea sólo una línea, un límite, un de pueden estar cuando, por algo, las necesita. y otras divagaciones
muro, una playa o un arrecife donde el viento También quiero aclararle que sus alas vie-
D.R. © 2014, Mireya Cueto
arroja las preguntas. nen solas y que no he tenido la más leve inten- MIREYA CUETO
Ilustración de portada: “La leyenda de los soles”, dibujo ción de, pongamos por caso, quedarme con
de Mireya Cueto a partir de una escultura de Germán Cueto.
Diseño de portada y formación: ellas para usarlas.
Roxana Deneb y Diego Álvarez Sé que son de usted y por eso le aviso. Me
Diseño de logotipo de la Dirección de Literatura:
Andrea Jiménez Textos de Difusión Cultural permití, eso sí, tomar un diseño que me servirá
de modelo, ya que, a decir verdad, no he visto
ISBN: 978-607-02-5195-5
otras mejores y de tan exacta medida. Espe-
Esta edición y sus características son propiedad ro que no me lo tome a mal, puesto que, por
de la Universidad Nacional Autónoma de México. Universidad Nacional Autónoma de México
Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción motivos insólitos, sus alas vienen aquí. No se
Coordinación de Difusión Cultural
total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita inquiete. Bien sabe que ésta es su casa; siem-
del titular de los derechos patrimoniales. Dirección de Literatura
Impreso y hecho en México México, 2014 pre estarán seguras y serán bien recibidas.
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fortuna, no les había pasado nada.
Aunque muy transparentes, le vi las alas y, por
nuestras espaldas tan cerca que me estremecí.
mismo. Cruzamos la calle; un automóvil pasó a
Universidad. Salvo su voz establecida, era el
tudiado medicina y también daba clases en la
contramos casualmente en la calle. Había es-
A la vuelta de los años Teófilo y yo nos en-
tético y religioso respeto.
una de las ciencias ocultas y me infunde un es-
prueba. Desde entonces fue para mí la química
bilidad de mi vecino para resolver también mi
su enorme corazón, no cupo en las palabras. Culpa mía. Mal pasé el examen, gracias a la ha-
tomar y darle forma a todo lo que, escapado de adolescente. Pero ni así aprendí mayor cosa.
sus dedos las bondades de su voz como para sabía explicar mejor con su voz cambiante de
precisas, suaves o apasionadas prolongan en tro: en todo caso era mucho más simpático y
gesto arquitectónico de sus manos. Líneas y sonriente, sabía más, yo creo, que el maes-
bla modelando los sonidos en el aire con el llanados, cejas pobladas. Siempre tranquilo
El pintor Enrique Assad, casi traslúcido, ha- Teófilo: espigado, color de espiga, ojos ave-
De ángeles vivos Teófilo

mireya cueto 1B
Cuando acontece un ángel
La presente impresión es una reducción del archivo las células las cosas de que no se habla o escri- Si un ángel llega ¿qué sucede? El ángel es de
PDF gratuito de Material de Lectura / Dirección de be y puede ser que imprevistamente compar- sustancia diferente. A su paso el tiempo se pa-
Literatura / Coordinación de Difusión Cultural UNAM
http://www.literatura.unam.mx/ ta alguna nube en fuga por el universo, algún raliza o vuela arrebatado. El ángel trasmuta las
reflejo profundo, algún destello de un ángel cosas en lo que verdaderamente son.
La impresión se realiza con fines didácticos de recién resucitado en su propia alma. De los demás, unos lo ven claramente, otros El arrecife
acabados editoriales para estudiantes de la carrera
en Diseño y Comunicacón Visual lo entrevén, otros pasan junto a sus ojos y sólo y otras divagaciones
Facultad de Artes y Diseño, UNAM son capaces de verle los zapatos o la tela de su
saco, otros ni siquiera eso. MIREYA CUETO
Impresión sin fines de lucro.
mayo 2015 El que ve al ángel y empieza a comprender,
lo ama sin reservas y quiere proteger su in-
sólita materia, pero el ángel está protegido
como si alguien velara desde siempre su lim-
pia desnudez.
Los que lo miran a medias no importan, Textos de Difusión Cultural
sólo pasan, se ríen con él y ya. Lo raro es que
los ciegos, más ciegos, no se atreverían a to-
carle un pelo de sus alas.
Universidad Nacional Autónoma de México
Quien lo ve y lo ama, nada más lo mira, lo
Coordinación de Difusión Cultural
escucha con atención, procura entender con Dirección de Literatura
México, 2014
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eso todo el mundo lo sabe, pero sólo los griegos


ras de la noche son más largas que las del día y fin, Hermes, que supo ganárselas con gracia.
tervalos cantores de las gotas de agua. “Las ho- manera para sorprender con sus flechas y, en
de la clepsidra, a fin de acelerar el paso a in- go viene Eros, que no podría funcionar de otra
contabilidad, luego ajustó la pequeña válvula recordar que toda victoria es mutilante). Lue-
do. Hizo anotaciones en una gruesa libreta de incluso a veces se llama áptera o sin alas para
vidrio ahumado para observar al recién naci- ron del privilegio de las alas: La Victoria (que
camino. Con ademán cotidiano se sirvió de un como las flores y son buenos como la miel. Total, muy pocas divinidades griegas goza-
el globo solar hasta dejarlo bien puesto en su Isabel viven de boca en boca, vuelan azules que los espacios interatómicos son enormes.
lo y al ritmo tardo del alba enrojecida levantó Las rimas, los versos y las canciones de la niña humano de volar, comenzó en los pies. agua y aire y además es del dominio público
Elia Dorotea formó con sus manos un círcu- bas sanjuaneras siguieron vivas y olorosas. Pero queda claro que el verdadero anhelo peso, porque en realidad está constituido de
que lo miran y para los que no lo miran”. Pasó el tiempo, pasaron los años y las yer- las aves. contra el suelo para que el cuerpo pierda su
bría creación un día más para todos, para los llena de magias. tras año contempla la migración en masa de que basta un breve impulso de la punta del pie
y haz el día, un día más. Haz nacer de tu som- La niña Isabel volvió a su casa con la canasta muy explicables en gente del norte que año Los que sueñan que vuelan saben muy bien
mino dos, toma con mis manos el redondo sol las antiguas tonadas de las nanas indias. Las alitas en los cascos de los vikingos son ruidosísimo mecanismo.
de los hombros: “Omecíhuatl, señora dos, ca- piedras verdeazules que cantaban con el agua murallones o de plano sentados junto a los reyes. chiste que se eleve por los aires mediante un
zonte. Levantó despacio los brazos hasta nivel mas y versos hasta que llegó al río. Encontró guardia en las puertas de los templos y de los Y aunque un avión cueste tanto oro, no tiene
oriental penetró con su mirada verde el hori- adornar su sombrero y siguió inventando ri- volaban, porque siempre aparecen haciendo que es a lo redondo del planeta.
en el estudio alto. De pie frente a la ventana La niña Isabel cortó flores silvestres para Los toros alados asirios está claro que no del Arca de la Alianza), y por algo el oro es lo

mireya cueto 2A
El colibrí La druida La source de la sorcière

digas que eres como todo el mundo que ve el El equilibrio del colibrí se funda en su ener- Pajarita de enormes ojos acuáticos, ribetea- Yo sé que la fuente está allí, sé dónde ha es-
sol como si nada y ni se imagina lo que es subir gía. Metáfora del trompo sustentada en mieles dos de negro y rímel en las pestañas. Pelo ru- tado siempre; sé que cuando me acerco sus
esta escalera y que eres de los que creen que que el sol hace posibles. Inmortal el colibrí, bio cenizo en aureola, nariz aguda, cara delga- aguas se refunden y oscurecen más hasta vol-
el sol sale cada mañana nomás por sus lindas torna al sol el destello de su fuego en plumas da como toda ella. Moda inventada. verse letales. Sin embargo, sé que de ella las
caras y no saben no entienden, no tienen idea, tornasoles. Cuando empieza a hablar de los Apalaches, cosas salen vueltas fuego o vueltas transpa-
yo llevo toda mi vida cumpliendo con mi tra- de su vida montañesa, entre bosques, cuevas rencia. A ella va a dar lo que pasa por mis ojos
bajo truene llueva o relampaguee. A pesar de y helechos, la veo componer cuentos, histo- a pesar mío, apenas formulado, apenas sabido
estas pobrezas y de la cantidad de cosas extra- rias que toman cuerpo en seres nunca vistos de miedo de saberlo. Por eso las aguas de la
ñas que tengo que hacer y de las pedradas que que nacen de sus manos artesanas abriéndose fuente son volcánicas y azufradas como si to-
los chicos del vecindario me avientan cada vez paso entre ramas, plumas, semillas, fibras y dos los demonios se hubieran bañado en ellas.
que salgo. Pero qué tal cuando se echan al sol a guijarros. Yo lo sé y me empeño en buscar la fuente por-
flojear, a calentarse, entonces ni se acuerdan, Porque ella es druida. que lo que no pasa por sus aguas nace muerto o
ni se les ocurre, sólo se aprovechan del sol sin Fue nutrida por su madre irlandesa con los no tiene sentido, pero también me aterra. Por
agradecer no seas tan zalamero no te me atra- alimentos reconocidos de la imaginación. Ali- eso voy despacio y pienso llegar a ella trampo-
vieses déjame subir.” mentos ancestrales que dan a los ojos la capa- samente para sólo ver su transparencia.
Elia se cruzó sobre el pecho la medieval bata cidad de ver a los evasivos duendes vigías de
de lana. Era el frío de las tinieblas atropelladas los hongos, diminutos habitantes del bosque.
por el primer resplandor solar. Elia Dorotea “Los ojos druídicos —me dice ella— pueden
llegó exacta al último escalón, entró sin el gato ver sin sobresalto a los hombrecitos verdes

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tes que tenían encargado el misterio eléctrico


oro eran también las sandalias de los sacerdo- La mejorana que hace cantar a la rana.
le regaló para sus mensajerías eran de oro (de El tomillo que le encanta al grillo.
primer lugar, las sandalias que el padre Zeus La Santa María para curar a la tía. de la hermosísima mujer del cuadro.
El caso Hermes es muy aparte porque, en La ruda para limpiar la cara de la luna. apenas un engaño más cobriza que la cabellera
rapto. Muerto, doy fe del acto sublime de la magia. La albahaca para perfumar la casa. reacomodarse la pequeña peluca azafranada,
calzos y el suelo. Los zapatos imposibilitan este tos, llegamos al borde de mi muerte. El romero para que no falte dinero. En el descenso, Elia Dorotea tuvo que
todo el poder de su espíritu entre sus pies des- camino de su voz: me prestó su palabra y, jun- El trébol de cuatro hojas para la buena suerte. plantarte justo donde yo voy a poner el pie.”
Los levitantes logran ese milagro colocando ataúd sus muchas muertes. Hicimos juntos el yerbas de la mañana de San Juan: de paso te hubiera aplastado por esa manía de
tiva de semejante fuerza? gico, a lo verdadero. Tomé en mi cuerpo de ro de paja y se fue al monte a recoger las siete ¿no te digo? por poco me caigo de narices y
plantas el grave lazo con la tierra, a su vez cau- así nada más como era a lo desnudo, a lo trá- La niña Isabel tomó su canasta, su sombre- te me atravieses por culpa tuya me voy a caer
lar?, ¿de romper en la escasa superficie de las cuerpo, sin contrapuntos, sin pretensiones, ciosas del estudio alto. “Ya te he dicho que no
¿A qué ladrón no le entran ganas de vo- que lo aplastaba. Yo tomé su opacidad en mi A Isabel Suárez de la Prida tiempo multiplicado en percusiones minu-
poetas). fue lapidado, el gris del miedo a ser traslúcido Elia Dorotea topó con el gatito al salir del
flauta (vuelo de pastores) y de la lira (vuelo de queño cuerpo contrahecho el gris con que él LOpE dE VEgA tan los de allá abajo.”
a la bolsa con el maravilloso invento de la su angustia, de su ahogo. Absorbí en mi pe- Mañana serán miel.” darlos a la hora astronómica exacta. “Me fal-
queridas vacas al dios Apolo y luego se lo echó Fui construido a la imagen de su soledad, de Hoy son flores azules de todos los relojes del estudio alto para acor-
prueba es Hermes, el niño que le robó sus Niña Isabel, del reloj de sol y empezó el rutinario recorrido
El anhelo de volar comenzó en los pies. La A Juan José Barreiro “Las flores del romero, lo tomaron en cuenta.” Rectificó la hora con la

El caso Hermes Habla el títere de su autor La niña Isabel

mireya cueto 2B
La clepsidra El tranvía de Loreto

Elia Dorotea subió trabajosamente cuatro reconocía a los corderos recienacidos “por Cuando casi adolescente, yo siempre qui- vertical la cola esperanzada. “Ya tienes ham-
peldaños. Sus pies hinchados cabían apenas la cara”, o en su hermano Domingo, aboga- se subirme a ese tranvía y dar toda la vuelta. bre pobre de ti debo decirte que tendrás que
en los únicos chanclos. La madera crujió bajo do brillante de las causas perdidas, las de los Parece que llegaba hasta San Cosme y volvía esperar hasta la tarde es sencillo se me acabó
su peso sexagenario. Una luz sucia, anticipe pobres; políglota, liberal y escritor caído en a estacionarse en el jardín de Loreto, frente a el dinero tú sabes que sólo me pagan un suel-
del alba, amortajó el caserón desvencijado, aquel pozo pueblerino cerca de Santander. la iglesia de Teresitas, para que las mulas des- do miserable que la casa tiene goteras que el
museo disímbolo de cosas venidas muy a me- O en su prima casada con noble que cantaba cansaran. Daría algo por acordarme cuántas techo del estudio se viene abajo que el piso
nos. Elia se detuvo en el primer descanso y, “muchas armas y blasones y los hijos sin cal- eran: jalaban un vagón de no más de diez pa- del comedor se hunde que todavía tengo que
como todos los días, se sentó en el equipal a zones”. O en su sobrina Matilde que agradecía res de asientos dobles, casi al descubierto. Era pagar los cochinos abogados por el lío de la
ver el gran cuadro memorizado en su piel: una a la gente malhadada el haberle templado el lo que más me gustaba, me hacía pensar en un herencia. Porque todo lo que me dejó él a mí
despampanante mujer semidesnuda, la cabe- carácter. Y por insospechados caminos condu- día de campo citadino. la familia me lo ha robado. Como si él no me
llera en cascada sobre el hombro, contra un cido a Beethoven, a Bach y a tantos otros pri- Andando el tiempo, allí en el recuerdo de hubiera presentado en todas partes como su
fondo eólico de nubes y montañas. “Se hace vilegios. O bien, remontado a su infancia, en esas bancas de bejuco, vino a sentarse mi esposa por eso me dejó todo. Tengo las car-
tarde, es hora”. Elia Dorotea se incorporó con el carnaval de Gigantes y Cabezudos… el Sar- abuelo español, muy erguido, muy guapo, con tas puedo probarlo y hoy tengo que ir a mis
ayuda de sus manos incrustadas en los gruesos dinero o el vuelo en garrocha por la montaña. los dedos cruzados sobre el bastón y sus ojos asuntos y a cobrar al Observatorio antes de ir
muslos. Yo nunca conocí a ese abuelo español tan penetrantes clavados en su juventud marina a comprar tu carne. Consíguete un ratón por
Emprendió heroica el ascenso de los veinte dignamente taciturno y sentado cada tarde en o en la gente medio celta, medio vasca, de su mientras: yo trabajo todo el día tengo que vi-
escalones siguientes, veinte como los días del el recuerdo del último tranvía de mulitas, ida pueblo. gilar que estar pendiente. Ya vendrá tu carnita
Tonalámatl. El gatito negro, apresurado en sus y vuelta del jardín de Loreto hasta San Cosme, Por ejemplo en aquel pastor que llegó a no te apures al rato te daré un poco de leche
pies de goma, le tomó la delantera y maulló, con sólo su nostalgia. olvidar el castellano, su única lengua, y que hay cosas más importantes que tu panza no me

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de un planeta y luego de lo que dicen que dice
za la forma de un globo de Cantolla, y luego la
a secas amor y el sustantivo toma en mi cabe-
dos, casi adjetivos y no quiero calificar. Digo
trampa. Los últimos son en verdad predica-
usarlo. Los sustantivos bastan: amor, filtro,
rro, un trapo usado, no debí usarlo, eso es,
incluso el adjetivo maravilloso es un engo-
así sin verbos, sin gramática. Pero es que
ravillosa... Me olvidaba, no se puede hablar
el filtro... el gran misterio… la trampa ma-
ventana y arreglé las cosas de mi casa. sencia. Me confío: “El amor ¿sabe usted?...
pardos. Los tiré uno a uno al fuego. Cerré la En el vacío de la silla reincorpora su otra pre-
Eché una mirada a los cuatro huevecillos se va, empieza otra clase de diálogo inédito.
ondulación en el polvo. La huella era evidente. biera, lo extraño es que apenas el interlocutor
la luz de arriba. Descubrí una leve e irregular pájaro al pardear. Acepto mi culpa, si la hu-
cuchar otros mundos.” espejo, de modo que proyectara concentrada Se aburre por momentos, cabecea como un
a pisar la yerba, donde el silencio permite es- dad de parecer segura y de parecer francesa. estaba del todo cerrada. Acerqué al pretil el No es la primera vez. Es posible que vuelva.
que andan por ahí donde los pies aprendieron Me dejo llevar por la estética de la inutili- Vi mecánicamente hacia la ventana. No El interlocutor se levanta de su silla y se va.
El interlocutor

mireya cueto 3A
Definición El espejo
Una mujer es una red, la red misteriosa y Salí, dejé mi casa descuidada, ausente de mí. espejo redondo que alguna vez olvidó mi her- Einstein que es el universo: una manzana, tan
fina de la generación. Una tela de araña que A mi regreso la habitaba una pequeña ser- mana. Revolví todos los cajones. La luna apa- simple como eso, la de Adán, la de Guillermo
se empieza a tejer en los ovarios y se enreda piente. No la he visto. Me dijeron. Está en la recida del espejo me paralizó un segundo. Mi Tell y una flecha, la de Eros. ¡Y dicen que dice
en los ojos, en las pestañas y en la piel. Lustra cocina cerca del fogón. Aunque no he querido mano obedeció sin yo saberlo. Corrí a la coci- Einstein que la manzana late como un cora-
el pelo, aligera los pies, invade todo el gesto. verla, su presencia invade toda la casa. Desde na. En la puerta calculé otro segundo el ángulo zón! ¡Ay, un corazón!, tan cursi como eso, y
Llena una calle, varias. Se pega en la carne ese día no tengo paz. Me conformo con saber del espejo. Entré. un pedernal azteca, el agua quemada de los
de los hombres, es su recuerdo, su obsesión, que está en un lugar fijo: es difícil que cam- No había serpiente. Sólo cuatro huevecillos sacrificios y el Sagrado Corazón del beaterío.
todos sus pasos. Se vuelve maraña de luces y bie su nido porque ahí hace calor. Además pardos. ¿Era una burla? ¿Y si esos hueveci- Usted perdone, me fui demasiado lejos. Voy
de sombras; se vuelve poza y ancla. Enyerba, hice que gente a mi servicio le lleve comida y llos fueran de algún pájaro? ¿Si la serpiente a volver a pronunciar la palabra: amor, ojos,
vegetaliza. Convierte en selva cada cosa. Selva leche para que no cambie de sitio. hubiera sido una paloma? No, las palomas no ojos conocidos, tan conocidos como los míos,
multiplicada en selva hasta la asfixia. No sé lo que es sosiego. Hay motivos: Her- abandonan así a sus crías. La pequeña ser- entre cada vez más ojos. Para cada par valdría
El hombre usa entonces sus brazos fuertes. minia dice que no es una serpiente sino una piente se habría ido justamente porque acos- un adjetivo.
Empieza a segar, a cortar, a descuajar el enre- salamandra. Parece que las salamandras no tumbra dejar sus huevos. Pero ¿se habría ido Los adjetivos no sirven, entorpecen todo,
dijo de las lianas acuáticas, hasta sacar libre el existen; creo que Herminia está inventando. realmente? pero son divertidos. La tentación es gran-
último pie. En cambio Teófila me asegura que es una cu- La única manera de saberlo era rastrear sus de, la tentación de la balanza; pero no, no se
De ella no queda nada sino, de nuevo, la lebrita inofensiva, que ella la ha visto siempre huellas. Alrededor del nido, el espejo no re- preocupe, no lo voy a meter en este juego por-
inocencia. enroscada del mismo modo, que no se mueve. velaba huellas perceptibles. ¿Por dónde pudo que estropearía el suyo y usted tiene derecho a
Tal vez así sea. salir, si salió? su propio juego, usted sabe cómo son los ojos
de las mujeres, de los jóvenes, de los niños, de
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la flauta martirizó mis nervios. traté de recordar dónde podría ocultarse un


dos, y que podría al fin dormir. Pero entonces espejo estaba empotrado. Corrí a mi cuarto; chan... ¡por Dios! Escuchan cosas diferentes.
asomaría en mi habitación sus ojos sin párpa- nada, entré en la casa, corrí al baño: el único de sustituir el latido de sus corazones. Y escu-
dor de serpientes. Pensé que así el visitante no pronto a una palabra: Perseo. Ciega o aluci- pequeñísimos radios de transistores a punto
nuada. Conseguí dinero para pagar un encanta- ta. Tenía que hacerlo. Mi terror se tradujo de recen conocerse entre sí. Todos llevan unos
Llevo ya varias noches sin dormir, estoy exte- jada por la avanzada noche llegué a mi puer- que nadie abre la boca. No se miran. No pa-
importancia a mi terror. todo el día corrí las calles sonámbula. Empu- gente desconocida. El ruido es infernal aun-
a tocarla y, además, no parecen dar la menor Hoy salí al alba, con los ojos enrojecidos, y dónde diablos entraron? Mi casa se llena de
Quienes dicen haberla visto no se atreven hay jardín, anida una serpiente. Pero ¿qué pasa?, ¿qué ruido es ése?, ¿por
su nido, se enroscó más. Todo ha sido inútil. creer que en mi propia casa, donde ni siquiera ficción para su silla vacía.
irse; pero entraba viento fresco y se hundió en burlaron de mí. Tuve que callar. Quién iba a cuerdo, el interlocutor no está. Inventé una
todo el día la ventana abierta, tal vez quisiera pregunté cómo se mata a una serpiente y se Pasmada como, cuando... Es verdad, ya re-
las serpientes. También encargué que dejaran lución: matarla. Pero ¿cómo? Cuántas veces y me quedo pasmada ante tanta abstracción.
Fui a la droguería y pregunté por algo para oscuros días, comprendí que sólo hay una so- sin cuerpo, sin verbo, sin adjetivo, sin artículo
silla vacía, a esperarlo. so que entro a la cocina y me hielo. Después de esta eternidad de noches y de cinea y Don Quijote, nombres sólo, sin cara,
Cierro la puerta con rabia y me siento en la casa. No duermo, paso la noche en vela. Pien- mal silencioso. e Isolda, Laura y Petrarca, Beatriz y Dante, Dul-
¡Fuera de mi casa! fuera todo el día; pero tengo que dormir en la sigue. Me siento impotente y sola ante ese ani- Vuelvo a pronunciar la palabra amor: Tristán
lencio...! y se me ahueca algo arriba del estómago. Estoy pensamientos. Es inútil salir a la calle: me per- ojos que vi con mis ojos?
¡Fuera, fuera todo el mundo! ¡Silencio... si- Con todo, me es insoportable su existencia No sólo ha invadido mi casa sino todos mis los viejos, ¿por qué voy a molestarlo con los

mireya cueto 3B
Viudez El paraguas Entrevista con Circe

Ser la viuda de Don Miguel de Cervantes no es Como quiera que sea, es absurdo que mi Camino por la avenida (yo no puedo hablar A Remedios Varo
fácil. Comenzó a la sexta lectura, en el último paraguas camine como un bastón, ¿por qué lo sino en mi nombre), llevo un traje muy exacto,
capítulo, en el momento de la muerte de Don hace? Es obvio que está desempeñando un pa- medias nailon y zapatos de charol. Toda mi se- Fui a despedirme. Toqué el timbre y aguar-
Quijote, de perpetua resurrección. La inmorta- pel, un papel cómico. Pese a la autonomía de su guridad me viene de que camino con la colum- dé. Un equilibrista pasó por las cuerdas de un
lidad de ellos dos y su enigmática presencia me juego (que también consiste en ir metiendo na vertebral muy derecha, tan derecha como laúd. Se abrió la puerta y Remedios me arras-
hacen “celebrarlos” con la nostalgia de una viuda su punta metálica en las rendijas del asfalto), mi paraguas azul (mío desde que lo encontré tró con apresuramiento, risas y aire de com-
que baraja sus recuerdos para poder sobrevi- no me oculto que toda esa actuación depen- en un taxi). Me empeño en no olvidarlo. plicidad, frente al espejo. “Cierra los ojos”,
virse, para prolongar el privilegio del encuen- de de mi voluntad, que podría colgármelo del Camina conmigo como si fuera parte de mí. ordenó. Obedecí como novicia.
tro, del compartir, del recibir, del admirar, del brazo y hacer evidente mi agilidad para ca- Camina de una manera bastante ridícula, igual Mientras acomodaba sobre mi cabeza tal
asombrarse, del amar. Ellos mueren y resucitan minar. Lo pienso pero no lo hago. He comu- que bastón de señor antiguo. Trata sin éxito de vez un sombrero o más seguramente un gorro,
constantemente y a veces el acento está en su nicado al paraguas una voluntad imprevista y armonizarse con mis pasos. Mis propios pasos, desfilaron las épocas por mis muchas caras
presencia y otras en su ausencia insoportable. el paraguas hace cosas en cierto modo por su demasiado pensados, son tiesos o vacilantes, interiores. “Ya puedes abrir los ojos”, volvió a
De la manera más inesperada, en plena y chata cuenta, y al mismo tiempo me comunica una expresan sin querer lo que mi columna verte- ordenar.
cotidianidad, me sorprendo enlutada por den- actualización del papel, también imprevista, bral y mi paraguas tratan de disimular con su No era sombrero ni gorro. Era una peluca
tro, sumergida en sus muertes, y lo que es peor, automática. Por obra y gracia del paraguas soy solemne verticalidad. Si alguien pudiera ver- de pelos de gato marfilino, y yo, por obra de
advierto que ellos nunca cruzaron por esa calle, de pronto francesa. Es decir, los dos somos los por dentro, se daría cuenta de que son on- su magia, quedé iniciada en el asombro: den-
ni por esos ojos, ni por aquella imaginación. Es franceses. No es esto una simple imaginación: dulantes como las cosas que se ven detrás del tro del espejo fui un cuadro yo misma, ese que
la verdadera ausencia la de nunca haber estado. alguien que nos vio juntos lo dijo. aire caliente y vibratorio de las hogueras. ella hubiera pintado con la imagen de mi me-
Claro que un recuerdo puede fabricarse, pero jor metamorfosis.
¿si no hay siquiera un clavo en qué colgarlo?

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gro, por el delicioso betún de sus entrañas,


el aire, el aire que todo lo mueve. Si acaso fue motivo del pecado el zapote ne-
tes, solamente los pinos, los grillos, las rocas y que nadie sospeche su secreto.
bién de las palabras insidiosas y deslumbran- na del mamey, oculta en cáscara de leño para
Más lejos del ruido espeso, más allá tam- pitahaya puntillosa en simulacro de alcachofa. O todo fue asunto de la carne tersa o corali-
cotidiano de alas truncas. cautivar a la inocente el magenta púrpura de la sonrisa tricolor en el horno costeño del verano.
morias inventadas sobre el denso acontecer Más que la serpiente embaucadora pudo O culpemos del pecado a la sandía con su
socorro de materia alguna. Levitación de me- sus semillas. siempre embriagadora.
intensidad desnuda, movimiento puro sin nosa, incitadora, con los tropiezos sin fin de de madura la guayaba soltando su aroma de
cen geometrías y caminos. Todo sin cuerpo, O también pudo ser causa la guanábana car- O la tentación primera caminó por don-
das, pasos, palpitaciones y se hacen y desha- chorros y te baña. fiende su alquimia solar en un panal acorazado.
con las pupilas móviles resucitan voces, mira- generoso mango, donde el sabor escurre a Pudo ser la piña, reina y coronada, que de-
transparentes, impalpables viajes. Al contacto fiernos. Seguramente fue responsable de todo el gotas de almíbar.
mer renglón y el tapiz volador se remonta en La imaginación también desciende a los in- diluvios de junio. O más bien fue la pera de ancas femeninas y
Basta poner la punta del pie en el pri- huye de las palabras aprendidas. capulín, ojos de azabache abrillantados en los piel tentadora de la manzana adánica.
cras, invitando. Como una liebre de campo, la imaginación O vencieron la honestidad los guiños del De la flor a la fruta el pétalo sobrevive en la
muros gruesos de silencio, apretadas y pul- palabras condensadas en su nebulosa infinita. da curiosidad de nuestra madre Eva.
Allí están de nuevo las palabras insidiosas, en La imaginación sobrevive más allá de las probarlo por vez primera sólo pudo ser atrevi- A Iliana Fuentes

Lectura Las frutas del paraíso

mireya cueto 4A
Las alfombras Babel derruida

que máscaras? Y más allá, ¿qué somos?, ¿qué Toda composición basada en la geometría y la De noche todas las puertas se abren de par Ahí estaban hacinadas, igual que dunas pero
quedará de nosotros? Si las palabras se borran repetición implica, de algún modo, el orden en par y no da tiempo de entrar en ellas antes sin calma. El tiempo las había alisado a casi
¿qué será de nuestras voces?, ¿quién vivirá del Universo. del alba. todas. Otras eran violentos poliedros llenos
para oírlas? Las alfombras persas son geométricas, pero A mediodía la ciudad es una enorme ma- de discrepantes posibilidades.
Más allá de la sangre que huye por el tiempo hay en ellas pequeñas modificaciones aquí y drépora de puertas. Buscar, buscar entre los escombros del edi-
misterioso y potente, ¿qué puta palabra dará allá, de hecho imperceptibles a la mirada ge- Lo cierto es que no hay puertas en el páramo. ficio milenario y prodigioso. Encontrar: ésta
testimonio y de quién? neral. Estos errores, que desde luego no lo son, junto con ésta que es azul y tener que tirar
Ellas encarnan, sin embargo, en su máscara responden a la manera extraordinariamente una en favor de otra más chica y más redon-
terrible y frágil a la inmortalidad posible, aun dinámica como el ojo percibe; dicho de otro da y con reflejos. Seguir andando como con
deleznable, aun mentirosa, aun ambigua. modo, estos cambios que no rompen sin em- indiferencia y dar un puntapié a cualquiera,
Ella sola, la palabra manoseada, resiste y bargo el orden general, evitan el cansancio vi- anodina, por observar las leyes de la inercia o
persiste en la hoja delgada del azar, la terrible sual que muy pronto provocan la repetición y el lanzarla lejos por el aire, sólo porque estaba a
muerte. estatismo geométrico. la medida de la mano y por el placer de la pa-
Pero más allá de este primer plano percepti- rábola; o también mover una del montón por
vo, sobreviene la tentación de considerar estos la diversión de la inusitada avalancha. Y luego
“errores” conscientes como intersticios por dejar ahí a sabiendas las más hermosas, por no
donde se cuela lo imprevisible, esa partícula cambiarlas de lugar, por respeto. O, al contra-
de libertad sin la cual el orden absoluto del rio, escarbar como sacrílego maniático, con la
Universo sería letal. idea de encontrar una, una sola incomparable:

48 56 49 57 60 44 61 45
55 51 54 50 51 55 50 54

la imaginación se cuida de no caer en la locura.


liberan en el paladar toda la magia de Tabasco. Equilibrista sobre las cuerdas de un violín,
puestas a secar, tostadas y molidas con azúcar, flauta elemental de Polifemo.
da igualmente delicada. Las semillas morenas pan del afilador y la imaginación se afianza a la
De lavar estas camisas blancas sale una bebi- De la calma y el silencio surge la flauta de y Cacahuamilpa.
millas arropadas en húmedas túnicas. y la alquimia de las imaginaciones. en Grecia desde una esquina de avenida Jalisco
guarda en perfecto orden una carnada de se- Primero el sol, luego el ojo, luego el cerebro biera visto la cara, podría yo seguir pensando
to de gruesas paredes, afelpadas por dentro, el falso tiempo de todo lo demás. sos que la imaginación inventa y pierde. café, que por cierto no está. Si al menos le hu-
empezará a inflarse un balón verde. Este fru- mediodía: burbuja de tiempo verdadero sobre Del desierto nace el espejismo de los paraí- copa del-olvido: ocurrencia del griego del
atracción de insectos Celestinos, de donde corporan en una alquimia dorada con el sol de el imaginador. helado sin duda significativo porque se llama
diminuta flor blanca de pétalos en estrella, presenta el mundo. La piña y el clavecín se in- Donde no hay nada todo es posible si asoma rías, hamburguesas y hot-dogs y, además, un
sus cuerpos duros dejan pasar aquí y allá una hablar ni con la manera incómoda como se me imaginación llegó por fin a las palabras. ría común y corriente donde sirven tresma-
bra compacta de las hojas vivas. A lo largo de tiene nada que ver con mi manera alocada de Del laberinto inventado por la araña, la Por lo demás, el café es anodino, una neve-
Los troncos arquitrabes sostienen la som- gino lo que podría ser el absoluto, algo que no ginación huyó por el ojo de una aguja. muerte de Pericles y te escribo.
luntades secretas. borra el tiempo lineal de la sobremesa, ima- inventaron la máquina perfecta y luego la ima- Es de tarde. Recuerdo los famosos muros, la
pigmentos, metamorfosis, cronologías, vo- en alta mar, lo único concreto y navegable: se Generaciones y generaciones de hombres sol, casi de trópico, produce sombras tajantes.
donde la vida y la muerte intercambian jugos, Rameau; son lo mismo y de pronto una isla palabras, la imaginación galopa. parente; las nubes son de adorno porque el
Umbroso palacio alfombrado de hojas secas La piña me sabe al clavecín de Jean Philippe De las palabras a las cosas, de las cosas a las Estoy en el Pireo. Es junio. El cielo es trans-
sobre la imaginación
El cacaotal Concierto para piña Imaginaciones Postal

mireya cueto 4B
El páramo El tablado Putas palabras

el corazón mismo de Babel. O si no, merodear Me dijo que tal vez dejaría la puerta abierta. Más allá del espectáculo, la trascendencia en Callar por dentro, horrorizar de las palabras
sin fanatismo y aquí y allá inclinarse como de- Es muy fácil dejar una puerta abierta; pero los pies, energía pura, ancestral raíz, diálogo impersonales, impertenecientes. No basta apa-
voto y juntarlas nada más por el placer de las voy y vengo por dudas infinitas. Además nun- entusiasta con la tierra, madre muda, pródiga learlas, amortajarlas, romperlas, abjurarlas. Ha-
nimias afinidades. Cuando ya no caben en las ca me dijo qué puerta, y las repaso en la ima- y terrible. brá que tomarlas, así de prostituidas y ajenas, tan
manos, ni en las bolsas, levar la vista y com- ginación. Las manos, pájaros intensos, son diálogos ajenas como ajenos somos a nosotros mismos
placerse en imaginar arquitecturas sonoras. Me gusta mucho la del fondo, la del jardín. con el viento, apresándolo, domeñándolo, li- gracias a ellas. Porque son las únicas posibles.
Al fin, ahí donde sopla el silencio de la anti- Esa que apenas es una puerta. Se abre desde berándolo. Si no ¿cómo palparemos nuestras verdades y
gua Babel y rondan aún las voces de tantos di- fuera. Incorporación de sustancias inasibles, nuestras mentiras?, ¿cómo nos formaremos?
luvios, ahí tratar de construir entre tanteos y Las puertas con cerraduras hay que abrir- transmutación del aire en esencia corporal, ¿Será posible que estemos tan constituidos
destellos, con júbilo a veces y hasta silbando, las con la duda en las yemas de los dedos, sin apasionada y trágica. por las palabras? ¿Dónde estará nuestra carne
construir con ellas una torre miniatura con respirar. En los dedos del guitarrista, el despegue perdurable? La que sobrevive a la caricia.
rendijas para ver a los demás buscadores, o Abrir una puerta no es sencillo y fácil. Será metafísico, llevado a la voz ultraica. ¿Cómo y cuándo nos reconoceremos? ¿Sa-
construir un balcón a secas, o por lo menos por la movilidad de las puertas. Algunas van tan Todo unido, la perfección de los ritmos bremos algún día nuestros rostros interio-
un cobertizo de charadas. lejos que apenas pueden verse, otras amura- universales, comparables al vuelo estático y res? Conmovidos hasta el fondo del silencio
llan, otras se disimulan en larguísimos corre- extático del colibrí. penitencial, probaremos comunicar nuestros
dores entre muchas puertas y hay que adivinar. verdaderos nombres. ¿Cuáles serán al cabo
Las puertas de los laberintos son todas falsas nuestros signos? Las palabras nos falsean y
y con espejos: se pierde la imagen en la imagen. nos niegan. ¿No quedarán al cabo sino las
palabras, las que nos negarán del todo, igual

46 58 47 59 58 46 59 47
73 65 72 64 69 69 68 68

atormentadas lajas de un pasado terremoto. de cualquier cosa.


están por suerte detenidas sobre irregulares y comer, dormir y muchas veces también me río
se produciría una catástrofe porque las ruedas nombre de las calles de mi infancia, procuro
arrastrado por los leones durante la luz verde, baño diario y aunque he muerto y no sé ni el
cuelgan dos guirnaldas. Si el carro fuera al fin indeleble, y sin embargo, procuro tomar mi hasta no haber quedado convencida de algo.
Cibeles tiene un moñito en medio; del que me sigue salpicando y me socava. La tinta es quila. Procure no dormir, mi buena señora,
Visto por detrás, el sillón de terciopelo de el llanto. La tinta pegajosa de la gran mancha y horrible, tírelo por la ventana y respire tran-
fletuda la intención de lanzárselo a alguien. calles, me anclo en mi muerte y me erosiona horas el sombrero le sigue pareciendo extraño
tener en alto un caracol, y tiene en la cara mo- raíces, aquí olvido de pronto el nombre de las al caminar. Si por lo contrario y al cabo de las
pesadísima ánfora de piedra, y el otro en sos- muerto. Aquí donde mis pies caminan con existencia, como cuando se olvida de sus pies
entretienen, uno en volcar sin esfuerzo una Y yo, que siempre viví en México, me he usted misma que perderá la conciencia de su
y a poca distancia, dos andróginos sin alas se tatua de sí misma. se abrió el infierno en Hiroshima y Nagasaki. ra del sombrero, le parecerá tan perfecto, tan
nificado desconozco. En fin, atrás del carro el silencio nace, tierna y pétrea, la iguana: es- men se hizo total como la noche de los ciegos y cética todos sus nervios proliferan en la textu-
tivo yace un mascarón boca arriba cuyo sig- la vida cálida y húmeda. En el límite de la vida y Dachau, en Auschwitz, en Buchenwald. El cri- cuero cabelludo. Si al terminar esta prueba as-
En la plataforma delantera del carro primi- silencio de los signos. Se levanta omnipotente La vergüenza fue en Vichy. La ignorancia fue en la capacidad identificativa de los nervios de su
su Sheraton y de su autobús especial. finitos. Agoniza en Palenque la esperanza en el El crimen fue en Varsovia y en Lidice total. te diez horas seguidas, a fin de poner a prueba
vinciano en un eje vial o de un gringo fuera de sacro brota la vibración ubicua de insectos in- En Madrid venció por fin en toda España. solas (esto es de primera importancia) duran-
Oaxaca, con la expresión azorada de un pro- tes para siempre herméticos. Del verde olor Guernica y en Teruel, en El Ebro, en Montjuich. que su marido le adjudica y mírese al espejo a
hacia la calle Durango y otra hacia la avenida Horizonte total. Piedras de signos evanescen- “El crimen fue en Granada...” y también en para aconsejarla: póngase el extraño sombrero

La iguana Historia contemporánea

mireya cueto 5A
Fuente de Cibeles Las playas Los pies Estar Nepantla

Por nostalgia de Madrid me detengo ante la Estoy en la playa. En ésta como en otras, cum- Tan fieles, tan rocinantes. Cimiento móvil No estar ni aquí ni allá, aburrida dentro de
copia de Cibeles en la plaza Miravalle. Día nu- plo el rito de ir dejando las huellas de mis pies contra el cemento armado. Prisioneros que una pregunta difusa. Cuando se mete uno en
blado y caluroso. desnudos, en la cinta húmeda de arena. obedecen, olvidados van, olvidados vienen un trasatlántico y está en alta mar varios días,
Doña Cibeles está sentada en un sillón de Sigo atenta el juego de azar de las conchas por donde la imaginación ordena caminos todo es, y uno mismo, un paréntesis inmez-
terciopelo. Su actitud es modesta y majestuosa recién nacidas, echadas como dados por el la- redondos o ciegos, alocados o con prisa. Sin clable y esencial. Un paréntesis que centellea
al mismo tiempo, como la de esas damas deci- tigazo de las olas. Ritmo y anarquía. sentido. Y ellos tan simples, lejos del cielo, porque es de tránsito: el pasado y el futuro se
monónicas; los pliegues de su túnica y manto Repito el gesto devoto de recoger las pe- del pensamiento, del abierto mundo. Remotos entremezclan en la inexistencia infinita que
caen con previsto descuido. Tiene en la mano queñas joyas limpias de miradas, y el ges- peces, frustradas manos, se acompasan con la da el mar.
una rosquilla que pudiera ser la idea de una to recorre simultáneo el cuerpo de todas mis verdad del alma. Si uno se sube en un ferrocarril, la sensa-
polvera y está muy segura de que ese carro de edades. Tengo cinco años, siete, diez, catorce ción del paréntesis es diferente. Transcurren
piedra no se moverá ya. Sin embargo los dos años, dieciocho, veinticuatro, veintisiete años, las cosas por la ventanilla y uno está inmóvil,
leones levantan sus respectivas patas izquier- treinta y dos, treinta y siete, cuarenta y cuatro en un aburrimiento muy consistente, muy en-
das delanteras en actitud de marcha y parecen años. Repito el gesto de detenerme a contem- riquecido con el traqueteo constante, musical
muy preocupados por tener que atravesar la ca- plar en la palma de mi mano las pequeñas con- y enérgico. Los ruidos se van poblando de
lle, atentos al ruido y al paso de los automóviles, chas, húmedas y olorosas. Repito el esfuerzo de imágenes pasadas y futuras entreveradas en
sólo que no tienen, a diferencia de los perros imaginar la masa viscosa e informe que pudo divagaciones malabaristas, en fuga. Entre más
callejeros, ese aire de inteligencia agudizada habitarlas: el ciego artífice de tanta perfección. largo el viaje, mejor.
en la autodeterminación y el desamparo, sino Repito las preguntas y la respuesta absurda: si- Si uno sube a un camión urbano, está in-
que sus cabezotas melenudas voltean, una licato. ¿Y de dónde el color de alba?, ¿y cómo merso en los olores, las pestes invasoras,

64 72 65 73 76 60 77 61
75 63 74 62 63 75 62 74
bajar escaleras, a la máxima velocidad posible
en Manzanillo. lante en caminar por corredores lisos, subir y
dad de ser libre. Sardinero, en Tánger, en Nautla, en Veracruz, de vorágine, hay algo de muy vital y estimu-
Cualquier trayecto es casi la única posibili- y nunca son las mismas en Tecolutla, en el Si uno toma el metro en horas que no son
con plomo. Producción en masa, producción en serie... el hilo de lo extemporáneo divagante.
igual que respirar sin catarro y sin gasolina za de alfiler, transparentes e intachables. bajar, aunque vaya leyendo, y casi sin perder
posible y es nada y no importa, pierde peso, Mis ojos de lupa descubren milagros de cabe- su asiento en el momento exacto en que debe
es el que realmente le pertenece a uno: todo es número impensable de conchas diminutas. un secreto automatismo lo levanta a uno de
El tiempo espacio que está entre algo y algo trás de sus resacas, como lagunas móviles un muchos años en alguna monstruosa ciudad,
ya llegó a la parada, tan pronto. cas. Las gigantes olas de otras playas dejan de- la gana imaginarme.” Y así. Si uno reside por
bro; uno lo abre y se pone a buscar dónde iba y playas un tosco osario de conchas muy blan- de dónde vengo? Desde donde a mí se me dé
vagón tan luminoso que dan ganas de leer un li- chas a mis pies: las olas perezosas dejan en las tense y viví en Knossos”, por ejemplo. “¿Des-
el juego de ganar asiento y luego ir sentado en el Repito en mis ojos el recuerdo de las con- ranza y también en suposiciones: “Fui cre-
casi siempre inexistentes. Es el juego urbano, Producción en gran escala de milenios. producción a gran escala. por sus propios túneles de angustia o espe-
muy serio, muy cargado de responsabilidades blanco? Producción en masa, producción en serie, apropiación de uno mismo. Entra uno a saco
los más viejos para comprobar energías. Todo finibles azules?, ¿y todas las posibilidades del terio de latas de conserva y de botellas rotas. ras somnolientas y extrañas contribuyen a la
creta competencia con los más jóvenes y con concéntricas?, ¿y los tersos rojos?, ¿y los inde- conchas. Sólo un enorme y enmohecido cemen- potencia. El trayecto se disfruta y tantas ca-
to menos prisa se tiene. Es el reto de una se- de las estrías?, ¿y las suaves, armónicas curvas imagen de otra playa, al norte del Bravo: no hay sentado, se siente el rey y pone cara de pre-
sin perder la compostura, más cómica cuan- tal tersura?, ¿y por qué el diseño matemático Con igual derecho a la existencia, acude la más que en los ruidos y las apreturas. Si va

mireya cueto 5B
Hamlet o el sombrero Inmigrantes
A propósito de su carta, mi querida señora, Cuando tropiezo con tu silenciosa y atenta Si no os hubiese mirado cabelludo de que el sombrero en cuestión no
sólo puedo decirle que es cuestión de conven- presencia, siento que sabes —o adivinas— que no penare, es ni más pesado ni de distinta naturaleza que
cerse o no convencerse. Así pasa por ejem- en mi mesa de maestra tengo una tarjeta de pero tampoco os mirara. el propio pelo. Es decir, los convencidos ner-
plo con los dientes postizos: el cerebro tarda Epidauro y que, mirarla cada vez que puedo, vios deben penetrar al fieltro, a las plumas o
dos semanas o más en convencer a los hiper- es el barco que me salva de mi perpetuo nau- Cancionero de Upsala a la seda de tal manera íntima que la perso-
sensibles nervios bucales de que los dientes fragio; que la existencia de tu revuelta patria na olvide por completo dichos materiales de
de pasta no son diez veces mayores y que la me hace posible la esperanza de no morirme Qué haces allí, Chrystos Lassos, sentado en la origen orgánico pero altamente desvirtuados
apariencia caballuna es sólo imaginaria. Si al de una vez por todas en este sudario de veinte banca de hasta atrás, con tu cara de ángel ado- por la civilización. Quiero decir que, gracias a
cabo de tres semanas este convencimiento ha grados bajo cero; que mi país remoto y sub- lescente y tus ojos tan abiertos frente a mis este profundo proceso de convencimiento, el
sido del todo imposible, sólo queda escupir la desarrollado (como ahora le llaman a las cosas anteojos de maestra. Tú sabes unas veinticin- fieltro, las plumas o la seda deben integrarse
dentadura. Pero tal vez el ejemplo no sea muy naturales) es tal vez para ti también un sue- co palabras de inglés y yo unas ciento quince. a las propias células de usted, si no, mejor no
apropiado, porque es usted todavía joven para ño iluminado. Pero ¿qué haces aquí Chrystos Con ellas tengo que enseñar rudimentos de intente nunca ponerse un sombrero, pues la
haber pasado por semejante experiencia. Lassos? Afrodite y Cintia vinieron a decirme historia del arte a estos monstruos masticado- menor rebeldía de uno de los nervios del cue-
Su profesión me hace pensar que muy pro- que habías vuelto a Grecia. Yo me alegré y res de chicle que nunca han visto, ni soñado, ro cabelludo hará que la gente se burle des-
bablemente usted usa o ha usado sombrero y descansé. Ahora, para navegar sólo me queda el cielo de la Acrópolis. Qué haces, Chrystos piadadamente de usted.
exclamado: “este sombrero no me convence”. la tarjeta de Epidauro. Lassos, en este país lleno de nieve y de orden Volviendo a la delicada cuestión de los ad-
Así pasa. Pero es el caso que ahí no está todo para nada. Deberías de estar en la Acrópolis, jetivos (tan ofensivos) a que se refiere su carta
el problema; porque de lo que se trata es de junto a las Cariátides del Erecteum, con tus de consulta, le ruego que siga con cuidado el
convencer a la prolija red nerviosa del cuero ojos tranquilos y tu facilidad para el dibujo. paralelismo del sombrero, del cual me serviré
66 70 67 71 70 66 71 67
77 76 81 80
lloro cuando muere y le digo “vamos al campo
cho a mi señor y no puedo prescindir de él;
o me echo a dormir cuando él vela, pero escu-
ces cuando más me valiera oír con más cuidado
vendrán y camino sobre un asno; digo sande-
caigo en la tentación de las ínsulas que nunca
gustan el ajo, la cebolla y los refranes; también
Yo no presumo: soy simplemente Sancho, me
sistores, de la cuantificación y de las bombas.
bernética, de la máquina, del radio de tran-
lo asumo aquí, ahora, en el mundo de la ci-
y no lo encontré, no estaba todavía. Por eso
Anduve por la Historia Universal en su busca
es mi señor. Su historia es la única que me sé.
al místico batallador y burlado. Yo respondo, terror.
la condición humana, al esteta de la conducta, pujada por una tristeza desconocida, casi un
fracasos, al de las palizas, al gran inventor de Salí llorando por dentro y por fuera. Em-
loco de la lanza rota en las costillas, al de los jilla y en la aleta de la nariz.
Yo asumo a Don Alonso Quijano el Bueno, al coincidían con la misma expresión en la me-
Profesión de fe

mireya cueto 6A
Índice Semana inglesa
Arrecife 5 Putas palabras 47
Cuando acontece un ángel 6 Lectura 49 Saltan las liebres:
Carta 8 Postal 50 La del lunes se lanza valientemente, a ojos
De ángeles vivos 10 El cacaotal 51 cerrados, fuera de la madriguera y cae sentada
Teófilo 11 Las frutas del paraíso 52
en mitad del hormiguero.
Arcángel 12 Concierto para piña 54
La del martes atisba recelosa lo que falta del
La source de la sorcière 13 Imaginaciones sobre la imaginación 55
camino y se acomoda al trote.
La clepsidra 14 Las alfombras 57
La del miércoles se detiene ecléctica a con-
El caso Hermes 19 El tablado 58
El páramo 59 templar las dos mitades exactas del camino:
Habla el títere de su autor 22
La niña Isabel 23 Estar Nepantla 61 para atrás y para adelante. Se echa a andar con
El colibrí 25 Fuente de Cibeles 64 espíritu gris hacia el siguiente día.
El tranvía de Loreto 26 Hamlet o el sombrero 66 La del jueves mira esperanzada el viernes y
La druida 28 Historia contemporánea 69 corretea con ánimo por todas las veredas.
Viudez 30 Inmigrantes 70 La del viernes se vuelve esquizofrénica y
El arrecife y otras divagaciones, de Mireya Cueto,
Entrevista con Circe 31 La iguana 72 editado por la Dirección de Literatura de la Coordinación comparte el cansancio con el júbilo. Al caer la
El interlocutor 32 Las playas 73 de Difusión Cultural de la UNAM, tarde se ilumina de libertad y se multiplica en
Definición 36 Los pies 76 se terminó de imprimir el 28 de marzo de 2014
sensaciones. Goza la noche hasta que, solos, se
en los talleres de Grupo Edición, S.A. de C.V., Xochicalco
El espejo 37 Profesión de fe 77 le cierran los ojos.
619, Col. Letrán Valle, 03650 México, D.F. Se tiraron
El paraguas 42 Psyche 79 500 ejemplares en papel cultural de 90 gs. La del sábado se tumba al sol hasta las doce,
Babel derruida 45 Semana inglesa 81 La composición se realizó con la tipografía
olfatea la mejor hierba, y sin saber cómo ni
El Minotauro 83 Filosofia 12:16 puntos. Impresión en offset.
Cuidó la edición Martha Angélica Santos Ugarte.
80 81
83 82
83 82

EdITOREs
Martha Angélica Santos Ugarte
Víctor Cabrera
vuelvo Minotauro. Pero ella no lo sabe.
brys. Y yo, sentado detrás de mi escritorio, me
sUbdIRECTORA
cio, acechada por los ocultos símbolos del La- Leticia García
va y viene en las infinitas estancias del pala-
entre las manos y no lo sabe. “La Parisiense”
dIRECTORA dE LITERATURA lunes.
papeles se les vuelven las palomas de la Diosa Rosa Beltrán
los ojos y no lo sabe. Oficia en la oficina y los paciente y dolorosamente al encuentro con el
me da los buenos días le navegan barcos por tarde, la melancolía, y por la noche se prepara
COORdInAdORA dE dIfUsIón CULTURAL la pereza hasta que llega el mediodía. Por la
tense... de Knossos... de Hagyatrida. Cuando María Teresa Uriarte
A pesar de que nació en México, D.F., es cre- La del domingo armoniza el desencanto con
nomás se le fue en alocados planes.
RECTOR por qué se le escurre el tiempo entre las patas;
A Fausto Vega
José Narro Robles

El minotauro UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

mireya cueto 6B
Psyche

vestidos de pastores”. Le digo que tome la pa- No regresaré. Tal vez prefieras saber. Re-
labra para que callen todos los que pretenden cuerdas: me fui al amanecer como otras veces
ver al hombre como dizque es: los psiquiatras y dejé un recado tranquilizante. Pero ya no me
de Cadillac, los filósofos que luchan sentados esperes. Aunque es difícil procuraré explicar-
y nunca vuelven a sus casas con la cabeza rota te. Mejor es que sepas: cometí el pecado de
después de la aventura; los maestros cegato- Eurídice.
nes, los economistas de traje inglés, los políti- Esa noche, mientras dormías, prendí la
cos que explotan a Cristo y a Marx. Sólo tienen lámpara y me acerqué a tu cara. Tu sueño era
derecho al diálogo con mi señor los poetas, profundo. Vi tu belleza milímetro a milíme-
más concretamente León Felipe. Yo soy San- tro. Te miré como nunca antes. Y ahora ¿cómo
cho porque creo en la palabra y en la lanza del podré escribirlo? Detrás de tu gesto abando-
hidalgo manchego y en su soberana santidad. nado, vi en la mitad derecha de tu cara reve-
larse una mitad de ti desconocida para ambos.
Odio los adjetivos y deliberadamente no los
pienso. Pero sé qué había en la comisura ape-
nas descendente del lado derecho de tu boca,
réplica al casi imperceptible descenso de la
línea de tu ojo derecho. Las dos alteraciones

78 79 78 79

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