Está en la página 1de 3

RESUMEN “MUERTE Y VIDA DE LAS GRANDES CIUDADES”

El libro busca analizar los aspectos urbanos para entender cómo se maneja una ciudad. Inicia
describiendo dos puntos de vista sobre lo que es un barrio que funciona bien y otro que no. A
partir de aquí, inicia un contraste sobre como los planeadores urbanos han estado
proponiendo como modelo de ciudad sin gente en las calles, segmentado, zonificado versus
ejercicios tan fundamentales como pasar sentada horas en una banca, analizando lo que
sucede en la banqueta de una calle transitada. Este primer modelo, propuesto por urbanistas,
está alejado de la realidad de lo que sucede en las calles, parecieran tener sentido en lo
abstracto, pero en realidad solo han acabado por generar espacios inseguros, estériles, sin
vida.

Las grandes ciudades se encuentran llenas de personas desconocidas, por lo cuál el objetico
del distrito es que las personas se sientan seguras al momento de estar rodeadas de tantas
personas. Para evitar caos se deben reforzar la seguridad ya existente, y en el libro se hablan
de dos puntos importantes, el primero es que la paz de las personas debe ser garantizada por
una red de controles y reflejos, y, además, ser reforzada por la misma gente. El segundo punto
es que la inseguridad no se resuelve con la dispersión de la población, las calles pueden ser
equipadas para manejar este tipo de situaciones, esto se hace creando tres cualidades para las
calles; la primera de ellas es que debe existir una demarcación entre el espacio público y
privado, la segunda es que siempre debe de haber personas vigilando las calles, y, por último,
se debe garantizar que la acera tenga casi siempre personas transitando por ella.

En la segunda parte para resaltar la importancia de la diversidad y la complejidad en la


creación de ciudades. Se profundiza en la crítica hacia los modelos de zonificación y los
grandes proyectos urbanos de vivienda, los cuales no solo han prohibido un sinfín de
posibilidades de acceso a los habitantes de los barrios de las ciudades, sino que han propuesto
un modelo de ciudad segregado e inequitativo. La diversidad no solo tiene que ver con los
usos de los edificios que componen el barrio o de la gente que vive en ellos, sino también en
la edad y la forma que tienen. Este enfoque en el que la diversidad debe contemplarse como
una característica que genere un sistema complejo. Parte de esta diversidad se logra
aumentando la densidad de personas en los barrios pues permite que haya siempre un
número de personas en la calle que promuevan comportamientos que den seguridad.

Las ciudades deben también optar por vigilar a los visitantes que llegan a las ciudades y
proteger a los llamados “desconocidos bien intencionados”. La vigilancia que se proporcione
debe ser casi inconsciente y voluntaria ya que de esta manera las personas usan y disfrutan de
la calle. Un requisito básico para esta vigilancia es que debe haber tiendas y otros
establecimientos públicos que sean utilizados en la tarde y noche para proporcionar una
mayor seguridad a los usuarios que transiten. Todo esto genera una buena sensación para el
uso de las aceras frente a los establecimientos que existen, y, además les brinda abundancia a
los negocios pues atrae más usuarios a los comercios.
Usualmente se cree que sus calles son peligrosas debido a la falta de luz ya que sin una buena
iluminación los espectadores no podrán divisar a los que pasen, pero si los vigilantes no son
personas del mismo sector, no servirán de nada a las luces.

Para sobrevivir en medio de la inseguridad hay tres maneras: la primera es dejar que se
cometan los crímenes y los afectados paguen en las consecuencias, la segunda es refugiarse
en los vehículos y la tercera promover la institución de territorio. El territorio permite que una
banda se apropie de una determinada calle, grupo de viviendas o parques para que así otras
bandas no puedan entrar sin permiso. No obstante, la seguridad es inexistente en donde las
bandas dominen.

Se puede mantener una línea entre lo público y privado si se dan una gran cantidad de
oportunidades de mantener contacto público y la presencia de anfitriones públicos, los cuales
son personas que siempre están presentes en las aceras. Es posible establecer buenas
relaciones de acera con personas muy diferentes que usualmente están de paso en el
itinerario de la gente al salir de sus casas. Cuando la ciudad carece de acera obliga a los
vecinos a ampliar sus vidas privadas si desean tener algún contacto. En las áreas urbanas que
carecen de vida pública natural se convierte en una normalidad que los vecinos se aíslen unos
de otros sin enredarse en sus vidas privadas por lo que están limitados a compartir mucho o
no convertir nada

Las ciudades están llenas de gente con la cual es útil y divertido establecer cierto grado de
contacto. En las calles se genera una conexión llamada confianza con la cual sabes que la calle
te apoyaría si lo necesitases y esto se crea a partir de contactos públicos en la acera. Para que
surja esta organización pública, es necesario que se desarrolle una intensa vida pública
informal que medie entre ellas y la privacidad de la gente. Dicha privacidad sea limitando el
conocimiento de asuntos privados usuario a los escogidos. Una vida en vecindad lograr el
equilibrio entre conversar la intimidad de los jugadores y establecer contacto con los vecinos.

Las reflexiones del libro están presenten en el discurso urbano contemporáneo, sin embargo,
cincuenta años después, parecieran no ser realmente tomadas en cuenta a la hora de
construir ciudad. La tercera parte profundiza sobre las dinámicas de declive y regeneración de
las ciudades: ¿qué hace que un barrio que funciona pueda dejar de hacerlo con tan solo
disminuir su diversidad y la complejidad?, por ejemplo. Esta parte también aborda ejemplos
de sitios que se mejoran de manera gradual y ejemplifica algunos mecanismos financieros que
pueden servir como catalizadores para estos procesos. El dinero que se utiliza para invertir en
las ciudades se caracteriza en tres diferentes tipos de dinero que tienen intereses ocultos
detrás y, por ende, tienen efectos diversos. La mejor manera de financiar una ciudad es de
manera gradual. La crítica que se realiza hacía lo que ocurría en 1961 en Nueva York sigue
vigente hoy genera la pregunta de hasta qué punto el modelo económico de las ciudades, la
manera de financiación, así como la especulación inmobiliaria tienen gran responsabilidad de
lo que al final se diseña, construye y habita.

La cuarta parte del libro aborda diversas tácticas de gestión de la ciudad, desde estrategias
para el financiamiento de viviendas, hasta modelos de resolución de conflictos en audiencias
públicas. Es en este capítulo donde se da la crítica más feroz en contra de la Planeación y la
Gobernanza de Nueva York en ese entonces. Muchas de las decisiones que se han tomado a
nivel ciudad han perdido completamente la relación con la escala actual de la ciudad, por lo
que el enfoque debe llevarse más a un ámbito barrial, decidido en la medida de lo posible, por
los mismos vecinos que habitan los barrios. Lo descrito en esta parte es posiblemente lo que
más contradice el modelo imperante en ese 1961, cuando los megaproyectos metropolitanos,
de vivienda masiva, de grandes parques y autopistas urbanos, están teniendo su auge.

BIBLIOGRAFIA

− Jacobs, J. (1961). MUERTE Y VIDA DE LAS GRANDES CIUDADES. Capitán Swing.

También podría gustarte