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de David Olguín
1995
De la felicidad no sabemos de cierto más que la vastedad de su demanda. En ello reside precisamente lo que
de subversivo pueda tener el término, pues, por lo demás, resulta ñoñería de canción ligera o embaucamiento de
curas. La felicidad como anhelo es así, radicalmente, un proyecto de inconformismo: de lo que se nos ofrece
nada puede bastar. Se trata del ideal más arrogante, pues descaradamente asume que tacharla de “imposible” no
es aún decir nada contra ella. Imposible, pero imprescindible: irreductible.
Quizá lo que ocurre con la felicidad es que somos incompatibles con ella. Felicidad es aquello que brilla donde
yo no estoy, o aún no estoy o ya no estoy. Para ser feliz tendría que quitarme yo. Y, sin embargo, es el yo el que
quiere ser feliz, aunque no se atreva a proclamarlo a gritos por las calles del mundo, aunque finja resignación o
acomodo a la simple supervivencia, es decir, a la obligación de la muerte. Decir “quiero ser feliz” es una
ingenuidad o una cursilería, salvo cuando se trata de un desafío, de una declaración de independencia, de una
forma de proclamar: “Al cabo nada os debo”. En cuanto deja de ser un cebo o una reconciliación piadosa, la
felicidad -por inasible, por perennemente hurtada- comienza a liberar.
Lanzada hacia el futuro, por radiante que éste parezca, a felicidad suena a hueco: a fin de cuentas, todos
sabemos lo que nos espera... No es cierto que el tiempo se lleve la dicha, pues nos trae su nostalgia, que es la
única forma que tenemos de conocerla.
Fernando Savater
Personajes:
Las parcas:
Átropos
Láquesis
Cloto
El Ángel
Lola Sola y sus dobles:
Lola Sola 1 Lola Madre
Lola Sola 2 Lola Abuela
Lola Sola 3 Lola Bisabuela
Lola Plástica 1 Lola Ejecutiva
Lola Plástica 2 Lola Secre
Lola Plástica 3 Lola Mocha
Lola Mearrastro Lola Robótica
Lola Asústame Lola Cura
Lola Mento Lola Mantra
Tiempo: el aire que respiramos.
Lugar: Una habitación blanca. Las paredes son una apariencia: ocultan otras realidades. En un plano alto está
una rudimentaria máquina de tejido. Es el territorio de Las parcas. Se trata de un espacio mental, una especie de
no lugar donde conviven tiempos y espacios diversos. Domina la síntesis de elementos.
Vestuario: Las Parcas visten de negro. El Ángel de gris y blanco. Lola y sus dobles usan una misma gama de
color en su vestuario.
Primer acto
I Las parcas
En un plano alto, Las parcas tejen el Destino. Cloto tiene mal de San Vito y un defecto de habla. Cada vez que
trata de sostener un hilo enmaraña más y más la rueca. Láquesis, ocupada en su revista de moda, se olvida por
completo del huso. Átropos, con lentes oscuros, sostiene una tijera tan oxidada que apenas puede cortar los
hilos.
Cloto busca desenredar los hilos pero provoca el efecto contrario. Láquesis continúa absorta en la lectura de
su revista.
Cloto observa con impotencia el desastre: los hilos se han enredado en sus manos, la rueca y su cuello.
II El Ángel
Se hace visible una sombra en el balcón. De pronto, aparece en él un Ángel que carga en brazos a Lola Sola,
una mujer joven que viene inconsciente. El Ángel viste un viejo traje gris, cercano a la moda de los años
cuarenta, cubierto con una gabardina raída. Sus grandes alas están percudidas. Una de ellas, rota. Tiene
atrofiada una pierna. Cojea hacia el centro del escenario. Descubrimos su rostro casi femenino, hasta cierto
punto perverso. Está rodeado de luz.
Ángel: (Sin ver a Las parcas.) Vengo a presentar una querella. ¡Estoy harto de su estupidez!
Láquesis: ¿Y éste?
Átropos: ¿Pero qué palabras se te han escapado del cerco de los dientes?
Láquesis: Ay hermana, háblale en cristiano...
Átropos: ¿Acaso no sabes quiénes somos?
Ángel: Lo sé... Las parcas, de ingrata memoria. En pocas palabras, un trío de imbéciles.
Átropos: Hombre funesto, pagarás cara tu insolencia. ¡Cloto, sostén su hilo!
¡Láquesis, ponlo en el huso...!
Cloto: No lo encuentro...
Átropos: ¡Ah, cielos, ya verás el poder de mi tijera!
Cloto: La rueca esta enredada.
Átropos: (A Cloto.) ¡Tú sí que eres una imbécil! ¡Busca el hilo, idiota!
Ángel: No lo encontrará jamás. Mi reino es y no es de este mundo.
Láquesis: Cálmate. Déjalo hablar. (En secreto.) Es bastante atractivo.
Átropos: (A Láquesis.) No empieces.
Láquesis: Mira, cojea. Se ve interesante, ¿no?
Átropos: (Al Ángel.) ¿Quién eres?
Ángel: Un pobre diablo. (Deposita amorosamente el cuerpo de Lola Sola en el piso.) En otra esfera mi brillo
sería insufrible para los ojos físicos. Estoy ante ustedes con un cuerpo que nace del éter. ¿Podría tu tijera cortar
el aire?
Átropos: Claro que podría.
Láquesis: (Susurra.) Está oxidada, Átropos. Mejor ni digas.
Átropos: Tú cá-lla-te...
Láquesis: Escúchalo. Es guapísimo.
Átropos: ¿Quién eres...? Responde.
Ángel: Ya te dije, un pobre diablo...
Láquesis: Es encantador...
Ángel: Uno de los últimos mensajeros.
Átropos: ¿De quién?
Ángel: De un dios muerto... Otro pobre diablo que se cansó de reinar sobre esferas atrofiadas, sin música. Murió
de hastío.
Cloto: ¿Cómo está eso, Átropos?
Átropos: (ACloto.) No seas metiche...
Láquesis: ¿Y estás hecho de éter?
Ángel: La eternidad es mi materia. El tiempo, el aire que respiro. Mi cuerpo es una sombra.
Cloto: ¿Qué es una sombra?
Átropos: Tu cerebro no daría para entenderlo. (Al Ángel.) Vaya... el éter, la inmortalidad... Pero hay formas de
destruir a un ángel. Cortar tus alas, por ejemplo. Tú lo sabes...
Ángel: ¿Y qué más da? Han muerto millones de Tronos y Querubines, Arcángeles, Principados... Han caído en
la más ingrata de las formas del tiempo: el olvido. (Señalando a Lola.) Por lo menos esta mujer todavía me
recuerda. Tiene fe.
Cloto: ¿Qué es el olvido, Átropos?
Átropos: Cállate, hija de... Júpiter...
Cloto: Es que no me acuerdo. ¿Qué es?
Átropos: Cierra el pico. Lo abres sólo para ponernos en vergüenza.
Láquesis: Este hombre tiene una lengua divina... Me la comería enterita. (Al Ángel.) Habla. ¿De dónde vienes?
Ángel: Ya no hay otro cielo encima del que vemos. Un sol negro extiende sus rayos sobre el humo de esta
ciudad sombría. Tengo las alas rotas de tanto caer del cielo.
Láquesis: Un ángel...
Ángel: Un pobre diablo, ya te dije.
Láquesis: Es divino...
Cloto: (Después de mucho cavilar.) Claro, ya entendí... Es un ángel, Átropos.
¡Un ángel de verdad! Por fin conozco uno...
Láquesis: Ay, Cloto...
Cloto: Oye, ¿y vuelas?
Átropos: Ya es hora, ¿no? Bastante mala fama tenemos.
Cloto: ¡No...! ¡La mordaza no...!
Átropos: Como de que no.
Cloto: Por favor, la mordaza no...
Láquesis: Ni pareces del linaje de Júpiter.
Cloto: ¡Quiero hablar con él!
Láquesis: Lo siento. Es un visitante distinguido.
Cloto busca con rapidez en la maraña de hilos separando los que están rotos.
Átropos: Ya le tocaba.
Ángel: Imposible. Lo hubiera sabido.
Átropos: ¡Ya le tocaba!
Ángel: No ha terminado. No ha encontrado lo que busca.
Láquesis: ¿Y qué busca?
Ángel: A Lola.
Láquesis: ¿Lola?
Ángel: A sí misma.
Átropos: Oh, Dioses, otra más que se busca a sí misma... No, no, por favor...
Ángel: ¡Busca ser feliz!
Átropos: ¡Lo que una tiene que oír!
Láquesis: ¿Y quién es ella?
Ángel: Una mujer sola... Está perdida. No sabe qué hacer... Mucho podría contarles, pero basta con hablar de su
último día... El tiempo es el aire que respiramos... Hay gestos que resumen una vida. Un salto al vacío es un
suspiro que no sale... Contener el aire y dejarse ir contemplando la inmensidad de la noche... Su grito me
desgarró el alma.
Descubrimos, en distintas áreas de la habitación, a tres mujeres con el mismo vestido de Lola Sola: Lola 1
plancha. Lola 2 talla una pieza de madera. Lola 3 termina de hacer una maleta y camina con ella de un lado a
otro. Lola Sola está sentada frente a una botella de licor y un vaso. Bebe y fuma. Todas accionan de manera
concertada, como si fuera un sueño donde enfrentamos, una y otra vez, la misma rutina fatigosa. El Ángel
ronda.
Lola Sola: (Mira su reloj. Se incorpora y apaga la grabadora donde suenan los Rolling.) Las tres de la
madrugada. Me miro en un espejo y veo a una mujer extraña.
Lola 2: Si pudiera dejar este cuarto saturado de sales. Huir del trabajo, la ciudad, tu recuerdo.
Lola 1: Siete de la mañana...
Lola 2: Salir de mí misma...
Lola 1: Llueve. Otro día nublado. Gris sobre gris en la ciudad. Vestirme, pintarme, estar bonita... Ir al trabajo,
saludar al jefe, ser hipócrita. Poner buena cara. Ejecutiva, de preferencia... ¿Y para qué? Arrastro mis pies día
tras día. Sobrevivo...
Lola 3: Nueve de la noche y sigo aquí... No me atrevo. Si pudiera irme... Bajar la escalera corriendo, tomar un
taxi a la estación, comprar el boleto del tren. ¿A dónde? Al mar. ¿A qué parte? No importa. Lejos... Dejarlo
todo.
Lola 1: Empieza el día... Café, cigarro, café, cigarro... Otra cruda. “No se ve bien en una dama”, dirá de nuevo
el jefe. En la tarde me invitará a comer. Tratará de tocar mis nalgas...
Lola 2: Podría coger con él. Despeñarme, hundirme... No valgo nada.
Lola Sola: Tres y quince y pienso que uno hace lo que puede...
Lola 2: ¿En dónde estás...?
Lola Sola: No me gusté a tu lado.
Lola 2: ¿Qué sueño habitas...? ¿En qué cama?
Lola Sola: Me desprecio y te desprecio...
Lola 2: Apenas son las cuatro de la tarde y ya no sé cómo terminar el día.
Lola 1: Mi cuerpo pesa.
Lola 2: Siempre pensé que eras un ángel con las alas rotas.
Lola 1: Mis párpados caen sobre este amanecer oscuro...
Lola 2: Jamás podríamos volar...
Lola 1: Cómo quisiera cerrarlos para siempre. No haber despertado. Las últimas gotitas de licor hicieron que ya
no pensara en ti. Pero el llanto del bebito de abajo me siguió en sueños... Tenaz. La vecina cantaba arrullos de
cuna. Su voz me atravesó como un cuchillo. “Un aborto quita la carga”, pensamos... pero ¿quién se lleva el
recuerdo? Siempre quise tener un hijo. Ahora todo es un recuerdo. ¿Estaba dormida o despierta?
Lola Sola: Todavía suena la sirena. La ambulancia recogió a una mujer sola. Quedó un charco de sangre en el
piso. El grito enmudeció el canto de la vecina.
“Fue la del décimo. Estaba borracha”, le dirá el conserje.
Lola 1: ¿Estaba dormida o despierta?
Lola 3: En algún sitio podría empezar de nuevo. Donde nadie me conozca. Salir, viajar...
Lola 1: ¿Estaba dormida o despierta?
Lola 3: Nueve y veinte y sigo aquí, despeñada... Cómo me gustaría ser otra.
Lola 2: Tus alas. Me ahogaría en tus alas azules, en el mar de tu mirada...
Lola 3: Soy una cobarde. Nueve y veinticinco... Debería largarme, debería... Siempre debería: si yo hubiera, si
yo pudiera, si yo tratara... Cuánta mierda.
(Mira su reloj.) Nueve veintiséis. Lárgate. ¡Ya lárgate!
Lola Sola: “Las mujeres valen menos que los hombres, hija”. Resígnate. “Niña bonita, mujer solita, vieja
arrugadita”. Resígnate.... Resígnate o conquista, castra o cede, revienta o revienta...
Lola 3: ¡Bla, bla, bla, bla! Cuántas frases aprendidas, huecas... Lárgate de aquí, Lola...Ten fe. Tú tienes fe, Lola.
Empieza otra vida. Busca algo distinto...
Lola 2: Una isla... Si tuviera dinero me iría a Grecia. Ojalá pudiera volar sobre tus alas.
Lola Sola: Huesos rotos que han amado. Mis labios, irreconocibles. Fracturas de mandíbula, cráneo, espalda...
Los ojos fijos, abiertos...
Lola 3: Cómo me gustaría verte antes de irme, mamá. Nunca nos entendimos, pero me gustaría verte de nuevo...
Con los mismos ojos que cuando te vi por primera vez.
Lola Sola: ¿Por qué hacerlo?
Lola 2: Por nada. Un gesto.
Lola Sola: Nadie tendría la culpa. Hoy mismo, tres treinta de la madrugada...
Lola 1: No, no, vete.
Lola Sola: “Bebía demasiado en las noches”, dirá el conserje.
Lola 2: “Era medio puta. Quería cogérmela. Pobre pendeja... de lo que se perdió”.
Lola 3: El mar... Tus alas... El tiempo...
Cuando Lola Sola enfila decidida hacia el balcón, se hace el oscuro súbito. La música crece.
Luz. Silencio. El Ángel tiene, de nuevo, a Lola entre sus brazos. Se arrodilla y deposita amorosamente su
cuerpo en el piso.
Ángel: Su grito me desgarró el alma.
Átropos: ¡Deja los hilos, Cloto! (Al Ángel.) Lárgate. No podemos hacer nada.
Láquesis: Claro que podemos.
Átropos: No empieces, Láquesis.
Ángel: No ha muerto. Encuentren el hilo.
Átropos: ¡Jamás nos equivocamos!
Láquesis: Cloto, busca ese hilo.
Ángel: ¡Cometieron un error!
Átropos: ¡Vete!
Láquesis: ¡ Átropos, con un carajo...!
Átropos: Respeta a tu hermana mayor. No somos iguales. Háblame con respeto.
Láquesis: (Sarcástica.) ¡Aplaca, oh indómita, la funesta cólera...!
Átropos: ¡Infecta perra arrogante!
Láquesis: ¿Querías respeto, no?
Átropos: ¡Haber vivido tanto para oír estas burlas! ¡Qué impudente vejez!
Láquesis: ¡Ya, doña Atropina, ya..! Bájele, sea razonable por una vez en su vida.
Átropos: Yo no soy razonable; tú lo sabes.
Ángel: ¡Lo que ustedes saben es que cometieron un error!
Átropos: (A Láquesis.) Simplemente no soy razonable. Guárdalo en tu cabeza.
Yo no soy razonable. Jamás lo he sido y nunca lo seré.
Ángel: ¡Cortaron hilos a diestra y siniestra!
Láquesis: Sí, Átropos. No puede seguir este caos. (Señalando a Lola.) Con esta criatura podríamos empezar a
remediarlo.
Átropos: ¿Remediar qué?
Láquesis: Todo. Aquí los asesinos gobiernan, los narcos son policías y hasta las esposas blancas tienen de
pronto hijos negros...
Átropos: No seas imbécil. Ahora resulta que los cornudos también presentarán su queja a Las parcas, ¿no?
Láquesis: Hay que arreglar el mundo.
Átropos: (A Láquesis.) Estoy harta de tus sueños de felicidad general. Unos sufren; otros gozan, pero luego
sufren. Así es y punto.
Láquesis: ¿Qué culpa tenía Lola?
Átropos: Mucha. Haber nacido.
Ángel: Déjenla encontrar lo que busca.
Átropos: (Al Ángel.) Ya lárgate, miserable cojo. ¡A buscar lástima a otro sitio!
Cloto que ha estado buscando un hilo, lo hace ahora con mayor desesperación.
Pausa.
Transición de luz.
V La anunciación
Lola despierta de un largo sueño. La luz de la habitación blanca es intensa.
Ella parece flotar en la luz. El Ángel la contempla.
Lola observa alrededor tratando de comprender dónde está, qué sueño habita.
Lola: ¿Sueño?
Ángel: No... La vida sigue tras los párpados cerrados. Real, tangible...
Lola: Dios mío, ayúdame... Estoy perdida.
Ángel: Te traigo el mensaje, la llave que abre las puertas.
Lola: ¿Qué me está pasando?
Ángel: Las puertas son de aire. Atraviesa el umbral. Viaja.
Lola: Todo me da vueltas.
Ángel: Tu alma salió del cuerpo. Es un viaje circular... Viajas a otro país, un territorio extraño donde eres y no
eres. Soy y no soy. Tu casa es y no es tu casa.
No escuchas mi voz porque viene de otra parte. Es y no es.
Lola: ¡No te escucho!
Ángel: Viaja mientras tu cuerpo queda en el aire. Desafía la gravedad. El cuerpo encierra sueños.
Lola: ¿Dijiste sueño?
Ángel: Quiero salvarte...
Lola: ¿Salvarme?
Ángel: ¡Te llevaré a otros reinos!
Lola: ¡Habla más despacio!
Ángel: Tú encierras a otras Lolas. Alguna debe ser feliz.
Lola: ¡No te entiendo, carajo!
Ángel: ¡Escucha, con un demonio! La felicidad, Lola. Sígueme. Estoy contigo...
¡Escucha el mensaje!
Lola: ¡No entiendo!
El Ángel: (La estruja.) ¡Búscala, con un demonio!
Lola cae como si desfalleciera tras una pesadilla. El Ángel la sostiene y la coloca sobre una silla. Escribe en
un pedazo de papel. Lo hace bola y lo pone en la mano de Lola. Desaparece. Transición de luz. Lola despierta.
Voltea hacia donde estaba El Ángel. No hay nadie.
Lola: Fue un sueño... un sueño. (Descubre el papel hecho bola en su mano. Lo extiende con desesperación. Lo
lee ansiosa.) Roma 45, primer piso... ¿Ángel? (Lo vuelve a leer incrédula.) ¿Fue un sueño...? Lo hice de nuevo.
Hace años que no duermo en la tierra. Soy de aire. Fragilidad. La nariz, los ojos, la dentadura. Todo se
desvanecerá un día. Tenía una meta: la soga, la estufa de gas, el balazo en la oscuridad de la noche. ¿Y ahora?
Ciudad irreal. Devórame. (Toma la maleta que la acompañará en todo su viaje. Se dispone a salir.) ¿Fue un
sueño? Roma 45... La felicidad.
Oscuro.
Segundo acto
Un Spa ultramoderno. Los instrumentos de belleza y acondicionamiento físico semejan aparatos de tortura.
Música techno. El Ángel, con un traje de instructor de aerobics y lentes oscuros, conduce la rutina. Las Lolas
plásticas cuidan sus carnes: Plástica 1 acompaña al Ángel en la motivación. Plástica 2 agita sus turgentes
lonjas en una banda vibradora; Plástica 3, una señora restirada a más no poder, luce un generoso equipo de
implantes y, más que ejercitar su cuerpo al ritmo de los aerobics, admira su rostro en un espejo. Entre las
Plásticas se encuentran tres impostoras: Láquesis, con traje de leopardo, trata de seguir la rutina. Apenas
puede sostener un par de mancuernas. Átropos, con sus típicos lentes oscuros, se mueve con una rigidez
olímpica. Hay otra mujer (Cloto), dentro de una especie de horno de estufa a manera de sauna.
Ángel: ¿Quiere ser cuidada y amada? ¿Quiere usted ser bien acogida?
Plástica 1: Todo tiene un precio, querida. Ser feliz no es cosa de nada. Todos: Busque ser sensual, perfecta, no
se acepte, no se quiera, mueva, sí, mueva la cadera, trabaje sí, su carne selecta.
Ángel: ¿Sos chaparra, más que enana?
Todos: Usa zancos, altos tacones.
Ángel: ¿Eres gorda, prieta adorada?
Todos: Ven a blanquear tus almidones.
Todos: Si no le duele, no le sirve, si no le sirve, no le duele. Noventa, sesenta, noventa, noventa, sesenta,
noventa... Ángel: Ten de avispa la cinturita, sal bien tersa y afeitadita.
Todas: Y el varón dirá a su mujercita: es de playboy mi conejita.
Diálogos superpuestos.
Plástica 2: ¡Lo que hace una para gustarle a los culeros, fíjate!
Plástica 1: ¡Oh, my god! Pero qué bien te ves.
Láquesis: La felicidad tiene un alto precio, mi reina. Altísimo...
Plástica 3: ¡Así me costó, querida!
Ángel: ¡Stop, now ! Just relax...
Plástica 1: Te restiraron todo, my love.
Plástica 2: ¡Uf! ¡Y mi marido que ya me quiere quitar la tarjeta, fíjate!
Plástica 3: ¡Hasta el fundillo, corazón!
Ángel: ¡Dije que ya, chingao! Si no entienden, métanse a clases de inglés... También hay que cultivar el
espíritu, gordas... ¡Ah, qué marranas estas! ¿Okey, honies...? Just relax... Just relax, now.
Entra Lola Sola con su maleta en mano. Observa extrañada. Átropos se acerca a Láquesis.
El Ángel sale. Las plásticas vuelven a formar corrillos. Cacarean. Ocupadas en su festín, ni siquiera se
percatan de la presencia de Lola Sola
Plástica 2: Fíjate, no me había dado cuenta... Tu cutis... Pero qué bonito te quedó. (Riendo.) ¿Te acuerdas de las
verrugas que tenías?
Plástica 3: Ay, cállate, corazón, ni me digas.
Láquesis: ¿Y de plano nada?
Plástica 1: Na-da de na-da. No se le paraguas. Ni siquiera porque me operé la nariz
Plástica 2: Estás guapísima, fíjate.
Plástica 3: ¿Tú crees?
Plástica 2: (Riendo.) Pero claro...Bien lo decía my mother. “¿Los hombres?
Como los teléfonos, hija. O no sirven o están ocupados”.
Átropos: (Llamando a Láquesis.) Ven acá, niña.
Plástica 1: Te habla tu tía.
Láquesis: (A Átropos.) Espérame.
Átropos: ¡Ven acá!
Plástica 1: Vaya genio el de tu tía.
Láquesis: (En secreto.) Es frígida y amargada.
Átropos: ¡Ven!
Plástica 1 se aleja.
Átropos: (Fuera de papel.) Por Júpiter Tonante, te dije que mantuvieras los ojos muy abiertos.
Láquesis: Ay, Átropos, me estaban contando un chisme buenísimo.
Átropos: Esto es peor que el Hades... ¿Dónde está Cloto, la de mirada torpe y lengua atrofiada?
Láquesis: En el sauna.
Átropos: ¡Dioses! ¡Qué impudente vejez!
Se comen vivas.
Plástica 3: Ay, no me quiero reír. Me hice la cirugía para ser felíz, pero no me puedo reír.
Plástica 1: I can´t believe it.
Plástica 2: ¿De veras...? ¿En el coche?
Plástica 3: Mientras mi marido hacía el super. No me puedo reír. Me lo prohibió el doctor.
Plástica 2: ¿Te lo cogiste ahí?
Plástica 1: ¿Really? ¿A tu edad?
Plástica 3: ¿Pues cuántos años crees que tengo, idiota?
Plástica 1: Es un milagro que a tu edad...
Plástica 3: Estoy mejor que tú, pendejeta ésta...
Plástica 1: Okey, Abuela, okey.
Plástica 3: Puta.
Plástica 2: Venerable puta...
Plástica 3: (A Plástica 2.) Tú no te metas. Por algo te mandaron a hacer cintura... Tocineta, bolsa de agua,
fabada cuajada...
Plástica 2: ¡Vete al museo de cera, pinche araña!
Plástica 1: ¡Fuck off!
Ángel: ¡Quietas, perras, quietas....! ¡Llegó la hora! ¡Abramos la estufa y festejemos a nuestra amiga!
¡Bravo!
- Corazón, estás feísima.
Este ambiente es pa-drí-si-mo.
- It´s wonderful to be here!
Por Júpiter, debe estar como un fiambre asado.
- Bás-cula, bás-cula...
- Te lo dije: es como tener una family.
- ¡A la báscula!
Ángel: (Leyendo el peso.) ¡Un kilo menos! ¡Lo logró! ¡Un aplauso!
Cloto: Ay,ayayayayayayay....
Música rave. Las plásticas desvisten a Lola hasta dejarla en ropa interior.
Plástica 1: ¿Estatura?
Plástica 2: Uno sesenta y ocho.
Plástica 1: Hay que estirarla. ¿Ojos?
Plástica 2: Cafés.
Plástica 3: ¡Qué horror!
Plástica 1: ¿Cabello?
Plástica 3: Con orzuela.
Plástica 1: ¿Nalgas?
Plástica 3: Caídas.
Plástica 1: ¿Senos?
Plástica 2: Dos tres.
Plástica 1: ¿Edad? ¡Responde!
Lola: Treinta...
Plática 3: A tu edad yo era un cuero, mi reina.
Plástica 1: ¿Dentadura?
Plástica 2: Pésimo aliento, fíjate.
Plástica 1: ¿Piernas?
Plástica 2: Ay, Dios... ¡deplorables!
Plástica 1: ¿Diagnóstico?
Plástica 2: De-vas-ta-da.
Plástica 1: ¡Tratamiento general!
Ángel: ¡A darle!
Cloto: ¡Qué júbilo!
Láquesis: (A Átropos.) ¡Me fascinaría estar en su lugar!
Plástica 1: ¡Implantes! ¡Bicarbonato! ¡El vestido! ¡Come on!
Empieza la rutina de perfeccionamiento físico. La tortura culmina en una plancha de quirófano. “La operan”.
Por último, le pondrán un vestido de gala, zapatos de tacón alto, peluca, estola y un cigarrillo con boquilla de
oro en los labios. Al terminar la música, contemplan a Lola “plástica”.
Las parcas salen. Aparece El Ángel bajo el disfraz de un locutor. Enciende un radio: suena una estrofa de
“Somos novios”, de Armando Manzanero, en la voz de Las parcas. Queda, bajo una luz cenital, frente a un
micrófono de pie.
Ángel (al micrófono): A ti que te palpita el corazón. A ti que todavía sientes en tu piel vibrar la emoción del
primer beso. A ti, sensitiva que floreces para morir de amor... A ti, mujer eterna... Donde quiera que te
encuentres, mujer, mujer que ama demasiado, sintoniza tu radio con H-69, el más querido...
Suena la rúbrica del programa después de cada “H-69”. Se ilumina el estudio: sentadas en un pequeño estrado
están Lola Sola, Lola Mearrastro, Lola Asústame y Lola Mento rodeando a un maniquí con un vestido de
novia. “Las enamoradas” forman un cuadro cursi. Lola desentona. En otra zona, están Las parcas bajo el
disfraz del trío Las arpas que -intempestivamente- lanza, en vivo y en directo, una estrofa de “Somos novios”:
Las Parcas: “Somos novios mantenemos un cariño limpio y puro para ver de qué color son los cerezos... sin
hacer más comentarios... somos novios”.
Ángel: Hoy tengo en el estudio a cuatro damitas que traen su dolor a flor de piel, que acumulan salitre en sus
párpados de tanto llanto, sufrimiento y espera... cuatro damitas que quieren compartir contigo su desesperación
de mujer.
Y como todos los días, la ganadora recibirá el paquete “luna de miel” que ofrece... “La eterna enamorada”, su
programa predilecto de H- 69, el más querido.
Lola Mearrastro: ¿Yo? ¿Yo qué? La mera verdá, yo me arrastro... Mi Jaime era borrachito, pero lindo como
pocos... Casi a diario llegaba en la madrugada apestando a trago y un poquito, también, por qué no
decirlo... a eso que huele cuando una se pone... cuando una está en la cosa... O sea que me engañaba con
cualquiera... Yo lo sabía, pero la mera verdá mi Jaime era bien lindo... A veces, cómo se dice, me Madreaba,
pero pus yo le daba sus motivos... ¡Ay, ese hombre! Nunca traía dinero a casa entre semana, pero eso sí... qué
pachangones los domingos, qué espléndido mi Jaimito comprándoles helados a los chiquillos en Chapultepec...
¡Ay, esos domingos! Me acuerdo y de veras que fui feliz con mi Jaime... (Empieza a sollozar.) Pero todo
cambio un día, como todo en este valle de lágrimas... Pienso en esa tarde y las palabras se me atragantan en el
buche y se me atascan lágrimas en los ojos... Todo cambió el día en que a mi marido se lo raptó un hombre... Sí,
señor, como usted lo oye, se lo llevó por la fuerza, a punta de pistola, amarrado, encostalado, como novia de
pueblo... Pobrecito de mi Jaime.
Átropos: Qué degradación. Para raptos, el de Helena.
Una señal del Ángel y el Trío ataca. Me Arrastro regresa con “Las enamoradas”.
Las Parcas: “¿Quién te hará tus totopitos con sus frijolitos como yo te hacía?
A ver, a ver, a ver, a ver, a ver, averaveraveraver...”
Ángel: Gracias. Muchas gracias por su participación. Ahora queda con ustedes nuestra siguiente concursante...
Lola Mento. ¿Y usted qué?
Lola Mento se acerca al micrófono. Es una solterona que parece pieza de museo: traje y modales de principios
de siglo. Trae una botellita con licor.
Lola Mento: ¿Yo? Yo necesito una copita para relajarme. (Bebe.) Ay, Dios... Si Alberto me viera haciendo estas
caras, se defraudaría. Tanto esmero que puso para enseñarme a tomar y nunca aprendí... Cómo lo lamento.
"Macetita embalsamada, con orillas de laurel qué bonitos son los hombres cuando empiezan a querer”.
Átropos: ¡Ya calle a esa borracha, señor locutor! ¡Para música, el trío Las arpas! Ángel: (A Lola Mento.) Lo
lamento, señora, tengo que descalificarla. Vuelva a su sitio.
Lola Mento: No, no, yo soy quien lo lamenta.
Átropos: ¡Movida, execrable adoradora de Baco!
El Ángel: Lamentos, lamentos y más lamentos. Sí, señoras, éste es el único programa donde usted confiesa su
sufrimiento y gana. Este es el auténtico Gólgota de la felicidad... Y queda con ustedes...Lola Asústame. ¿Y
usted qué?
Se acerca Lola Asústame, una mujer fea, gorda. Toma el micrófono con decisión.
Lola Asústame: ¿Yo? ¿Yo qué? Yo soy fea, muy fea... Y tengo, por desgracia, la mala suerte de la
bonita...Cuando nací mi mamá gritó: “Ay, hija, ya´stuvo que te quedaste p´ ajuarear santos”. Y sí...digo, para
hablar claro ni las moscas se me acercan y hasta los perros me ladran...
El Ángel indica la entrada del comercial y ahora trata de que la concursante regrese a su sitio.
Las Parcas: “Piquetitos de insectitos, espinillas y barritos. Le conviene el tubo grande de esta buena medicina...”
Lola Asústame: Yo no quiero puntos de encuentro. ¡Descalifíquenme! (Al Ángel.) Yo sólo vine para
mandarte a chingar a tu Madre. Digo, es injusto. Un hombre feo no es un feo, es un hombre interesante, varonil,
viril y hasta atractivo... Pero una mujer fea es una fea... Y sí, yo soy fea, pero chinguen a su Madre.
Ángel: ¡Y sigue vacante el premio! ¡Sufre y gana! ¡Música, maestras del trío Las arpas!
Las parcas (Tango.): “Procurando que el mundo no la vea ahí va la pobre fea
camino del taller; y a su paso, escucha una torpeza e inclina la cabeza,
transida de dolor...”
El Ángel corta la música. Lola Sola observa asombrada.
Ángel: Nadie es perfecto, queridos radioescuchas. Vaya sustos que uno tiene que aguantar. Y queda con
nosotros... Lola Sola... ¿Y usted qué?
Lola Sola: Yo, ¿yo qué? Yo no sé qué decir...
El Ángel: ¿Y usted qué?
Lola Sola: ...Yo vivía con un hombre. Nos amábamos. Mucho... Y tal vez por eso... no sé... nos hicimos daño.
Por una palabra, por el silencio, por tocarnos, por un gesto, una mirada, un recuerdo, por un perro muerto, por
todo crecía la distancia... Y de pronto el otro desaparece. Se pierde, desaparece, pero está ahí... Respira...
Tiempo después, sentí unas manos que la asfixiaban... Eran sus manos. Por fin volvía a encontrarlo. (Pausa.) A
veces pienso que deberíamos encontrarnos en otra parte, en el aire, tú y yo... Debería, siempre debería. El
tiempo pasa. (Pausa.) Renté un departamento. El décimo piso; cerca del cielo. Pero, en realidad, me sentía sin
espacio, sin aire, sin nada... Una madrugada sucedió algo muy extraño... Un tren se detuvo frente al balcón.
Estruendo enorme. Vapores a presión. El silbato de salida. Y corrí, corrí al descubrir lo que siempre había
anhelado... Irme, viajar, empezar de nuevo... Me parecía un milagro. El tren estaba ahí... Suspendido en el aire.
Tomé la maleta, me acerqué al balcón, calculé la distancia entre el balcón y el estribo y lo hice... Di el paso...
Me fui.
Ángel: ¡Extraordinario! ¡Sublime! ¡Por fin una ganadora! ¡Lola Sola se lleva el paquete “luna de miel” de
“Punto de encuentro”!
Lola Sola: Gracias, pero no quiero ningún premio. Me voy.
Ángel: Tú te quedas.
Lola Sola: No, yo sólo quería hablar. En serio.
El Ángel: ¡Se nos casa Lola Sola...!
Las parcas festejan. Las otras mujeres desvisten a Lola Sola. Se resiste. Traen el vestido de novia. La obligan a
ponérselo.
Cuando todo ha finalizado, Lola Sola grita y se desploma. Todos salen con excepción de Las parcas.
Las parcas salen a bordo de su maquinaria patafísica. El Ángel reaparece. Se acerca a Lola Sola.
Oscuro súbito.
Una galería de espejos. Lola Bisabuela, Lola Abuela y Lola Madre tejen ropa de bebé. Caminan con un solo
vestido de novia -un gran miriñaque y tres torsos.
Arrullan con su canto el sueño de Lola Sola hasta que ella despierta.
Lola Madre: Hola, hija. Qué gusto verte de nuevo.
Lola Sola: (Asombrada.) ¿Mamá?
Lola Abuela: Y la mamá de tu mamá y la mamá de la mamá de tu mamá...
Lola Bisabuela: Todas reunidas.
Lola Abuela: Tres Lolas.
Lola Madre: Juntas.
Lola Abuela: Una para todas y todas para una.
Lola Sola: (Pausa.) ¿Sueño?
Lola Bisabuela: Ay, mijita, qué preguntas. El tiempo es un sueño. Figúrate que siento que apenas ayer me casé.
Ríen.
Lola Madre: Pero qué bien te ves en tu traje.
Lola Bisabuela: ¡Claro! Mira qué bonito traje.
Lola Abuela: Igualito al de nosotras.
Lola Bisabuela: Ay, Dios, como si no pasara el tiempo...
Lola Madre: Así que tú también te nos casaste...
Lola Sola: Sí.
Lola Madre: ¿Y?
Lola Abuela: ¿Cómo te ha ido?
Lola Bisabuela: ¿Ya encargaste, pilluela?
Lola Abuela: ¿Qué pasa, mijita?
Lola Madre: ¿Qué tienes?
Lola Sola: Me divorcié.
Lola Abuela: ¡¿Qué?!
Lola Bisabuela: ¿Qué es eso?
Lola Madre: ¿Por qué, Lola?
Lola Sola: Por que sí.
Lola Bisabuela: ¿Divorcio?
Lola Abuela: (A la Bisabuela.) Abandonar al marido, mamá.
Lola Madre: (A la Abuela.) No, una separación pactada, mamá.
Lola Sola: (A la Madre.) Es una bendición, mamá.
Lola Abuela: ¡¿Pero cómo te atreves?!
Lola Madre: (A Lola Sola.) Siempre has sido una rebelde.
Lola Abuela: (A Lola Madre.) Siempre has querido hacerme daño.
Lola Bisabuela: (A Lola Abuela.) Siempre haces lo contrario de lo que te digo.
Lola Sola: Siempre...
Lola Bisabuela: ¿De veras dejaste a tu marido?
Lola Sola: No lo dejé. Se terminó.
Lola Bisabuela: ¿Y quién le va a planchar y a lavar?
Lola Abuela: ¡¿Quién le hará de comer?!
Lola Bisabuela: Pobre hombre.
Lola Madre: ¡Qué no dirán de ti! ¡Y de mí! Me zumban los oídos...
Lola Sola: Que digan lo que quieran, mamá.
Lola Bisabuela: Eso en mis tiempos no se veía.
Lola Abuela: Tampoco en los míos.
Lola Bisabuela: Ese tal Juárez corrompió tantas cosas...
Lola Abuela: Trajo esa palabra tan ajena a nuestras costumbres...
Lola Bisabuela: En tiempos de don Porfirio era impensable un divorcio. Ni me acordaba que existía esa palabra.
Lola Abuela: Todo tiempo pasado fue mejor, mamá.
Lola Sola: Sería mejor que no pasara el tiempo. Acabé odiándolo.
Lola Madre: Algo le habrás hecho.
Lola Sola: No más de lo que él me hizo.
Lola Bisabuela: Hablas como una hereje...
Lola Abuela: Como una sinvergüenza...
Lola Madre: No, como una puta.
Lola Bisabuela: Las mujeres valen menos que los hombres. Resígnate. (A Lola Abuela.) Tú tienes la culpa. Te
lo dije.
Lola Abuela: (A Lola Madre.) Te lo dije. (Señalando a Lola Sola.) Le faltan principios.
Lola Madre: (A Lola Sola.) ¿Ves? Te lo dije. Siempre te lo dije.
Lola Sola: Era muy infeliz.
Lola Madre: Pues hay que aguantar.
Lola Bisabuela: Sí, hijita, hay que aguantar.
Lola Madre: Ruégale que regrese contigo, que te controle.
Lola Abuela: Es lo más conveniente.
Lola Sola: Ya no lo amo. ¿Para qué?
Lola Bisabuela: (Riendo.) ¿Amar? ¿Quién habló de amar?
Lola Abuela: El matrimonio no es para amar...
Lola Bisabuela: Es para tener hijos.
Lola Abuela: Al paso de los años son tu única compañía. (Irónica.): Si son niñas. (A Lola Madre.) ¿O no,
hija?
Lola Madre: (A Lola Sola.) Tú me dejaste sola.
Lola Sola: Era necesario.
Lola Madre: Jamás te lo perdonaré. Yo nunca, nunca dejé a mi Madre.
Lola Abuela: Ni yo.
Lola Bisabuela: Ni yo.
Lola Madre: No sabes cuánto daño me hiciste. Y eso, Lola, eso se paga.
Lola Bisabuela: Se paga.
Lola Abuela: Estás pagando.
Lola Sola, para evadir el regaño, canturrea una letanía infantil. Aparece El Ángel en un plano alto.
Lola Sola: “Niña bonita, mujer solita, vieja arrugadita.” Resígnate. Lola Madre: No te burles.
Lola Bisabuela: Majadera. Ojalá te quedes sola y pagues por tu egoísmo.
Lola Abuela: ¿Eres de las que usan pastillas?
Lola Madre: Acepta condones, que es peor.
Lola Sola: “Niña bonita, mujer solita, vieja arrugadita”. Lola Abuela: ¡Y aborta!
Lola Bisabuela: ¡Válgame!
Lola Abuela: ¡Sólo te pareces a nosotras en el traje!
Lola Madre: A ver. ¿llegaste virgen al matrimonio?
Lola Abuela: Responde. ¿Por lo menos llegaste virgen?
Lola Sola: No.
Lola Bisabuela: ¡Qué humillación!
Lola Abuela: ¡Qué impudicia! (A Lola Madre.) Lamento decirlo, hija. Pero sí pariste a una puta.
Lola Madre: (A Lola Sola.) Despreciable.
La luz se concentra en El Ángel que tiene las alas extendidas en plenitud. Lola lo contempla.
Tercer acto
I Lola busca en la tierra
Una oficina de lujo. Suena “La culebra” en un radio antiguo. Lola Ejecutiva vestida con elegancia masculina-
y Lola Secre bailan un minué totalmente ajeno al ritmo tropical de la canción. El Ángel observa. Lola Secre le
dice, al oído, algo a la Ejecutiva.
Lola Secre apaga el radio. Hace pasar a Lola Sola. Viene con su maleta de viaje.
Sale. El Ángel, con tacto sutil, se hace de la cartera. Revisa los billetes.
II Un beso en la tierra
Lola Sola: Ya tuve suficiente. En todos lados me ponen una camisa de fuerza.
Ángel: Hay algo. Por fin empieza la pizca.
Oscuro.
Una habitación clandestina. Átropos, Láquesis y Cloto -con pelucas de plástico- aguardan sentadas. Lola
Mocha las observa con agudeza inquisitorial. Todas visten, únicamente, batas de baño.
Entra Lola Robótica -una escultural chica mecánica- y les entrega unos catálogos.
Lola Robótica: Esta es una grabación. Pleasure and toys informa a su distinguida clientela que el dólar afectó la
importación de juguetes. Los artículos de la página 4 están agotados. Los vibradores de doble enchufe sólo
quedan en color negro. ¿Condones musicales? Agotados. Ricky y Tony ya no hacen Table. Sólo servicio
completo. Yo trabajo en la sección S. M. Puedes hacerme lo que quieras. Soy de hule. Esta es una grabación.
Pleasure and Toys te da la más cordial bienvenida. Thank you and welcome.
Átropos: ¡Por Júpiter Tonante ¿a dónde diablos hemos venido a parar?!
Cloto: ¿Alguna de ustedes podría...?
Láquesis: (Señalando el catálogo.) ¡Aquí está la felicidad, Átropos! ¡En algún sitio teníamos que encontrarla!
¡Por fin! Mira qué papacitos...
Átropos: ¡Qué impudente vejez!
Entra Lola Sola. Lola Robótica le da un catálogo y sale. Suena a todo volumen Dire Straits. Lola Sola se sienta
al tiempo que se ilumina una vitrina que encierra a Lola Cura -una doctora con liguero y otros atuendos sexys.
A medida que avanza su exposición, se iluminan otras vitrinas. Es como un circo con todas las variedades del
placer. Tras una vitrina, aparece El Ángel. Lola Robótica, tras otra, se ejercita con un vestuario
sadomasoquista.
Lola Cura: Queridas mías... Como respuesta a la muerte de Dios, el sicoanálisis transformó el confesionario en
un diván. Sin embargo, la inverosímil ciencia del Doctor Freud es inútil frente a la dimensión de nuestros
problemas. ¿Buscas la paz interior? Pues usa adecuadamente el diván. Pleasure and Toys y tu amiga Lola Cura
te enseñan qué hacer con tu locura. Sí, querida, libera tus fantasías en una cama; descubre tus miedos más
profundos frente a un látigo.Ya no sufras si tu marido sólo se excita con pornos, tiene eyaculación precoz o no
se le para. ¡Ya no finjas orgasmos! ¡Atrévete! ¡Extermina la culpa! ¡Despliega tu erotismo y cúrate!
¡Pulveriza tu razón! ¡Pleasure and Toys cura tu locura!
Láquesis: ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!
Átropos: ¡Láquesis, por el amor de Júpiter, conténte!
Lola Cura:Hot line, table, virtual reality, contacto directo con el nene de tus sueños, el hombre que sí tiene ese
animal que tanto anhelas. ¡La frigidez tiene cura!
Átropos se entusiasma.
Las parcas salen al tiempo que Lola Mocha agrede a Lola Cura y la echa fuera.
Lola Mocha: Véanla, véanla... ahí viene la bestia que surge del mar... Siete cabezas y diez cuernos... diez
diademas y sobre las cabezas de ella un nombre de blasfemia...
Lola Mantra: Calma, Lola... Respira profundamente; tranquiliza tu espíritu. Ya estás con Lola Mantra. Respira.
Lola Sola: Lamento distraerte.
Lola Mantra: Apenas entré en meditación. Todavía no alcanzaba la inconsciencia. ¿Qué tienes?
Lola Sola: Estoy perdida.
Lola Mantra: Todos estamos perdidos... Si meditaras te sentirías mejor, en paz contigo y tus semejantes...
Ábrete a la verdad, abre tu corazón. Sólo así es posible hallar la paz, la paz del espíritu...
Lola Sola se acerca. Hay un tapete hindú en el piso. Se para sobre él.
Lola Mantra: Te llegó la hora de la verdad. Eso es lo que te preocupa, ¿no? La verdad sobre ti misma...
Lola Sola: Sí, de alguna manera.
Lola Mantra: Yo sentía un vacío muy profundo. Estaba como tú ahora.
Lola Sola: ¿Cómo?
Lola Mantra: Como un animal acorralado... Pero no te preocupes. Ese animal trae la luz dentro. Yo la encontré.
Lola Sola: ¿Dónde?
Lola Mantra: Cálmate, sí... No te muevas. Respira hondo....
Lola Sola: ¿Cómo fue? ¿Qué hiciste?
Lola Mantra: Zamora 195.
Lola Sola: ¿Zamora...? ¿Qué hay ahí?
Lola Mantra: La casa de Gurumai.
Lola Sola: (Para sí, tras una pausa.) La paz en el templo.
Lola Mantra: ¿Qué quieres decir?
Lola Sola: (Moviéndose de un lado a otro.) Creo que Dios está con la gente...
Lola Mantra: Deja de moverte, ¿quieres?
Lola Sola: Dios no está en el cielo...
Lola Mantra: No, está en tu interior...
Lola Sola: Pero tu interior está en el mundo...
Lola Mantra: ¿Por qué no te sientas...?
Lola Sola: Me gustaría encontrarlo...
Lola Mantra: Siéntate...
Lola Sola: A veces me parece verlo junto a un mendigo, una anciana perdida...
Lola Mantra: Om-nama-shibaya...
Lola Sola: ...gente que grita, moribundos...
Lola Mantra: Om-nama- shibaya...
Lola Sola: ...con un perro atropellado, un preso, un gato, hablando en boca de un loco ...
Lola Mantra: Om-nama-shibaya...
Lola Sola: En un baño, en el cielo...
Lola Mantra: Om-nama-shibaya...
Lola Sola: ... en el metro, en una pared, en un bote de basura ...
Lola Mantra: ¡Ya! ¡Ya! ¡Quédate en paz! ¡Ya no te muevas! (Lola Sola se para en seco ante el arrebato.)
¡Desperdicias tu energía! (Se contiene. Respira profundamente.) Om-nama-shibaya... Todos estamos perdidos.
Pero llega el día en que buscas la luz...Yo la encontré en el templo. Encuéntrala donde se te pegue la gana.
Lola Mantra sale. El Ángel se hace visible en la penumbra.
Ángel: Siempre buscas con la pregunta equivocada y sin hallarle el modo a la gente. (Recorre la habitación.
Tiene una mirada siniestra.) Escuché todo. (Cierra la puerta con llave y saca un sobrecito con cocaína. Se acerca
a l la mesita y la prepara. Se da varios pases.) Me la he pasado bien, Lola... Lola Sola... Hay mucho qué
experimentar y ver en la tierra. No me explico por qué en cada estación yo encuentro algo nuevo y tú nada.
Pides mucho.
Lola Sola: ¿Dónde has estado?
Ángel: Aprendo rápido los usos de este mundo....La pureza estorba. Sé feliz.
Date un pase.
Lola Sola: Vámonos.
Ángel: Llévatela con calma.
Lola Sola: Ya no puedo. Encontré algo. Vámonos.
Ángel: Ay, Lola, ya me cansé de andar tras de ti. (Se mete más coca.) Es una sensación tan placentera.. Lola
Sola: No tengo tiempo.
Ángel: Hay más tiempo que vida. Ven. Acércate, nos quedan unos minutos. Ya todo está perdido.
Lola Sola: Tengo que seguir buscando...
Ángel: ¡Quieta...!
Lola Sola: ¿Qué te pasa...? ¿No me quieres ayudar?
Ángel: Ya no puedo... El tiempo... Estoy hecho de tiempo.
Lola Sola: ¿Tú...? ¿Qué quieres decir...?
Ángel: Tiempo...
Lola Sola: Me duele verte así... Te quiero.
Ángel: ¿Cómo me quieres?
Lola Sola: (Tras una pausa.) Como algo perdido. Así te quiero.
Ángel: Suena ridículo... En estos tiempos suena ridículo... La felicidad...
Lola Sola: No pienses... Cierra los ojos.
Ángel: El tiempo...
Lola Sola: Abrázame.
El Ángel: ...es el aire que respiramos...
Lola Sola: Ya no hay que pensar. Tal vez de eso se trate. Moverse sin pensar.
Tener una esperanza.
El Ángel: Consignas, lecciones, máximas... Así hablamos arriba. Aquí todo es frágil. Escucha... Escucha pasar
el tiempo...
Lola Sola: Bésame. (Ella lo besa.) Bésame otra vez.
Ángel: El tiempo... Escucha...
Lola Sola: Ya, por favor. No sigas. Ven. Abrázame.
Se abrazan; se acarician. Poco a poco se irán apartando. El Ángel está definitivamente en otra parte, mira con
otros ojos.
Ángel: Sería como un suspiro... como el tiempo... Caímos del cielo como un rayo. Nos hundimos en la tierra.
Lola Sola: Pero tiene sentido.
Ángel: Hundirse... morir.
Lola Sola: Ayúdame. Queda poco tiempo.
Ángel: Nada me contenta. El aire que respiro está enrarecido.
Le ofrece un pase a Lola que mira con tristeza una pared. Se lo dan.
El Ángel (Mirando al vacío.): “Un calabozo de muros redondos como un enorme horno en llamas;
pero de esas llamas no emana luz sino una visible oscuridad...”.
Oscuro súbito.
VI. El paraíso
En el plano alto, las parcas aguardan al Ángel. Átropos contempla la rudimentaria máquina de tejido. Láquesis
se entretiene con su revista de moda. Cloto custodia un hilo y observa con desasosiego el reloj de arena
Átropos: Grande es el prodigio que a mi vista se ofrece, hermanas. La arena de ese reloj se acerca a su fin.
Oídme, la hora ha llegado. Volvamos a entramar el destino. (Señalando el hilo que cuida Cloto.) Láquesis, pon
ese hilo en el huso; Cloto, sostenlo. Ya es hora. Voy a cortarlo con mi fatídica tijera.
Cloto: ¡No te atrevas!
Átropos: ¿Te rebelas contra tu hermana?
Láquesis: No grites, Átropos...
Átropos: (A Cloto.) ¡Perra funesta, dame ese hilo!
Cloto: (Sin su típico defecto de habla.) ¡No! El Ángel traerá la felicidad. Estoy segura. Y algo te dará contra ese
genio tan horrible que tienes. ¡Estamos hartas de ti! ¿Me oíste? ¡Hartas!
Láquesis: ¡Cloto, se te destrabó la lengua!
Átropos: ¡Qué impudente vejez!
Cloto: ¡Nadie tocará ese hilo! Lolita merece vivir.
Átropos: ¡Pero qué cursilería es ésta!
Láquesis: Ya, Atropina, tómalo con calma...
Átropos: ¡Trae acá ese hilo! ¡Voy a despedazarlo!
Cloto: ¡No permitiré que le haga daño una vieja amargada y frígida!
Átropos: (A Cloto.) No vuelvas a mencionar esa palabra o...
Cloto: ¿O qué?
Átropos: O te encajo la tijera.
Cloto: ¡Vieja frígida!
Átropos: ¡Perra inmunda!
Láquesis: Vas a provocar otro desastre...
Átropos: ¡¿Y qué?! ¡Ven a mí, furia homicida! ¡Cortaré todos los hilos de raíz!
Cloto: ¡Atrévete...!
Láquesis: ¡Ya, Cloto...!
Átropos: ¡Destruiré el entramado del universo!
Láquesis: ¡Átropos, por favor! Date cuenta de lo que dices.
Átropos: (A Cloto.) Mira, perra puta... (La amenaza con la tijera.) O pones los hilos en el huso o...
Cloto: ¿O qué?
Átropos: ¡Por Júpiter Tonante, mide las consecuencias!
Cloto: Eres una vieja rancia. Te aborrezco. Me querías tener siempre de tu pendeja, ¿no? ¡Pues se acabó...!
Láquesis: (Asombrada.) Esto es increíble...
Cloto: Me rebelo. ¡Muerte a la tirana! ¡Guillotina a la perra vieja! Llegó mi hora. Paso a la juventud. Anda,
entrega la tijera, criada inmunda. Yo quiero mandar. De ahora en adelante serás nuestra vieja criada y cuando
mueras escupiré sobre tu frígido cadáver.
Átropos: (Por primera vez serena.) Haber vivido tanto para oír estas palabras... Cloto: ¡La tijera!
Átropos: Muy bien. Me queda claro que no me quieres, malagradecida. Tanto esmero que puse en tu educación
y todo para nada. Me decepcionas más que los humanos...
Cloto: ¡La tijera!
Átropos: Tómala.
Láquesis: ¿Estás segura, Átropos?
Átropos: (Entrega la tijera. ) Absolutamente... Pero queda un pequeño detalle por resolver.
Átropos abre una trampilla y saca, ante el asombro de sus hermanas, un extraño artefacto, un gragroje
inservible hecho de elementos disímbolos, una especie de maquinaria patafísica.
Átropos está a punto de arrojarla al piso cuando irrumpe El Ángel con Lola, que viene inconsciente entre sus
brazos. El Ángel viste un traje elegante, lentes oscuros, joyas, celular...
Láquesis: (Observando al Ángel.) Dioses, viene transformado... Está buenísimo. Qué bueno que no la arrojaste.
Ahora sí me lo cojo.
Átropos: (Señalando el reloj.) Te pasaste del tiempo previsto.
Ángel: No fue fácil encontrarla.
Átropos: ¿Y triunfaste?
Ángel: Sí, señoras, tal cual lo prometí...
Cloto: ¡Qué júbilo!
Átropos: ¿Dónde está?
Ángel: Acérquense. Desde aquí la verán. (Saca cocaína.) Pero antes métanse esto para la impresión.
Átropos: ¡Por Júpiter, ¿qué diablos es?!
Láquesis: Parece talco.
Ángel: Prueben.
Cloto: ¿Cómo?
Láquesis le pone la mordaza a Cloto en una acción expedita. Átropos toma el hilo de Lola entre sus dedos.
Pausa.
Intensa luz blanca. Dentro del departamento de Lola Sola hay una playa. Lola Sola despierta en su silla como
de un largo sueño. En otras áreas de la habitación, hay dos mujeres con el mismo vestido del primer acto: Lola
1 escribe a máquina; Lola 2 recoge los pedazos de una pieza de madera para tallar y empieza a pegarlos. La
paz de Lola y sus dobles es absoluta. Suena el mar. Lola 3 entra a la habitación con su maleta de viaje. Lola
Sola voltea a verla.