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LEVÍTICO 23 Progreso: 17.8%

El calendario de las fiestas litúrgicas: el Sábado Lectura de hoy:


Levítico 23 y 24
1 El Señor dijo a Moisés: Salmo 67
Hechos 07,01-30
2 Habla en estos términos a los israelitas:
Estas son mis fiestas, las fiestas del Señor en las que ustedes
convocarán las asambleas litúrgicas:

3 Durante seis días se trabajará, pero el séptimo será un día de reposo, de asamblea
litúrgica, en el que ustedes no harán ningún trabajo. Será un sábado consagrado al
Señor, cualquiera sea el lugar donde habiten.

La Pascua y los Ácimos

4 Las fiestas del Señor, las asambleas litúrgicas que ustedes convocarán a su debido
tiempo, son las siguientes:

5 En el primer mes, el día catorce, al ponerse el sol, se celebrará la Pascua del


Señor, 6 y el quince de ese mismo mes tendrá lugar la fiesta de los Ácimos en honor del
Señor. Durante siete días comerán panes sin levadura.

7 El primer día tendrán una asamblea litúrgica y no harán ningún trabajo servil.

8 Durante siete días ofrecerán una ofrenda que se quema para el Señor. El séptimo día
habrá una asamblea litúrgica y ustedes no harán ningún trabajo servil.

La ofrenda de la primera gavilla

9 El Señor dijo a Moisés:

10 Habla en estos términos a los israelitas:


Cuando entren en la tierra que yo les doy y cuando recojan la cosecha, entregarán al
sacerdote la primera gavilla.

11 El día siguiente al sábado, él la ofrecerá al Señor con el gesto de presentación, para


que les sea aceptada; 12 y ese mismo día ustedes sacrificarán como holocausto al
Señor un cordero de un año y sin defecto.
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13 Juntamente con él, presentarán –como ofrenda que se quema con aroma agradable
al Señor– una oblación consistente en dos décimas de harina de la mejor calidad
mezclada con aceite; y añadirán como libación un litro y medio de vino.

14 Antes de ese día, o sea, antes de entregar la ofrenda de su Dios, no comerán pan,
grano tostado ni espigas tiernas. Este es un decreto válido para siempre, a lo largo de
las generaciones, cualquiera sea el lugar donde habiten.

La Fiesta de las Semanas

15 También contarán siete semanas, a partir del día en que entreguen la gavilla
ofrecida con el gesto de presentación, o sea a partir del día siguiente al sábado. Las
semanas deberán ser completas.

16 Por eso tendrán que contar hasta el día siguiente al séptimo sábado: cincuenta días
en total. Entonces ofrecerán al Señor una ofrenda de grano nuevo.

17 Ustedes traerán desde sus casas dos panes, para que sean ofrecidos con el gesto de
presentación. Cada pan deberá estar preparado con dos décimas de harina de la mejor
calidad y cocido después de fermentar, son las primicias para el Señor.

18 Junto con el pan, ofrecerán en holocausto al Señor siete corderos de un año y sin
defecto, un novillo y dos carneros, con sus correspondientes oblaciones y libaciones,
como ofrenda que se quema con aroma agradable al Señor.

19 También ofrecerán un chivo como sacrificio por el pecado, y dos corderos de un año
como sacrificio de comunión.

20 El sacerdote los ofrecerá al Señor con el gesto de presentación, junto con el pan de
las primicias y dos corderos. Todo esto es una cosa consagrada al Señor y pertenecerá
al sacerdote.

21 Ese mismo día harán una convocatoria, ustedes tendrán una asamblea litúrgica y no
se podrá realizar ningún trabajo servil. Este es un decreto válido para siempre, a lo
largo de las generaciones, cualquiera sea el lugar donde habiten.

22 En el momento de recoger la cosecha de tu tierra, no segarás todo el campo hasta


sus bordes, ni volverás a buscar las espigas caídas: las dejarás para el pobre y el
extranjero. Yo soy el Señor, tu Dios.

El primer día del séptimo mes

23 El Señor dijo a Moisés:

24 Habla en estos términos a los israelitas:


El primer día del séptimo mes será para ustedes un día de descanso, una
conmemoración anunciada con toque de trompetas, y habrá una asamblea litúrgica.

25 No harán ningún trabajo servil y presentarán una ofrenda que se quema en


homenaje al Señor.

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El Día de la Expiación

26 El Señor dijo a Moisés:

27 Además, el décimo día de ese séptimo mes, será el día de la Expiación. Habrá una
asamblea litúrgica, observarán el ayuno y presentarán una ofrenda que se quema para
el Señor.

28 En el transcurso de todo ese día no harán ningún trabajo, porque es el día de la


Expiación, en que se practicará el rito de expiación en favor de ustedes, delante del
Señor, su Dios.

29 El que no observe el ayuno a lo largo de ese día, será excluido de su pueblo.

30 Y yo haré desaparecer de su pueblo al que realice cualquier clase de trabajo.

31 Ustedes no harán ningún trabajo. Es un decreto válido para siempre, a lo largo de


las generaciones, cualquiera sea el lugar donde habiten.

32 Este será para ustedes un día de descanso, en el que observarán el ayuno. El


noveno día del mes por la tarde, desde esa tarde hasta la siguiente, observarán este
descanso.

La Fiesta de las Chozas

33 El Señor dijo a Moisés:

34 Habla en estos términos a los israelitas:


Además, el día quince de este séptimo mes se celebrará la fiesta de las Chozas en honor
del Señor, durante siete días.

35 El primer día habrá una asamblea litúrgica, y ustedes no harán ningún trabajo servil.

36 Durante siete días presentarán una ofrenda que se quema para el Señor. Al octavo
día, celebrarán una asamblea litúrgica y presentarán una ofrenda que se quema para el
Señor: es una asamblea solemne y ustedes no harán ningún trabajo.

Conclusión

37 Estas son las fiestas del Señor, en las que ustedes convocarán las asambleas
litúrgicas y presentarán ofrendas que se queman para el Señor –holocaustos,
oblaciones, sacrificios y libaciones, según corresponda a cada día– 38 además de los
sábados del Señor, y de los dones, las ofrendas votivas y las ofrendas voluntarias que
ustedes ofrezcan al Señor.

Apéndice sobre la Fiesta de las Chozas

39 El día quince del séptimo mes, cuando hayan cosechado los productos de la tierra,
celebrarán la Fiesta del Señor durante siete días. El primero y el octavo día serán de
descanso.

40 El primer día ustedes tomarán frutos de los mejores árboles, ramas de palmeras,
ramas de árboles frondosos y sauces del río, y se alegrarán en la presencia del Señor,

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su Dios, durante siete días.

41 Así celebrarán la Fiesta del Señor durante siete días cada año, en el séptimo mes.
Este es un decreto válido para siempre, a lo largo de las generaciones.

42 Durante siete días vivirán en chozas. Así tendrán que hacerlo todos los nativos de
Israel, 43 para que las generaciones futuras sepan que yo hice vivir en chozas a los
israelitas, cuando los hice salir del país de Egipto. Yo soy el Señor, su Dios.

44 De esta manera, Moisés declaró a los israelitas cuáles eran las fiestas del Señor.

LEVÍTICO 24

El cuidado de las lámparas

1 El Señor dijo a Moisés:

2 Ordena a los israelitas que traigan aceite puro de oliva molida para el candelero, a fin
de que se pueda mantener encendida permanentemente una lámpara.

3 Aarón deberá prepararla en la Carpa del Encuentro, fuera del velo que está ante el
Arca del Testimonio, para que arda regularmente delante del Señor, durante toda la
noche. Este es un decreto válido para siempre, a lo largo de las generaciones.

4 Él dispondrá las lámparas delante del Señor, sobre el candelabro de oro puro, para
que ardan regularmente.

Los panes de la ofrenda

5 Prepara además doce tortas de harina de la mejor calidad, empleando dos décimas
partes de una medida para cada una.

6 Luego las depositarás en la presencia del Señor, en dos hileras de seis, sobre la mesa
de oro puro; 7 y sobre cada hilera pondrás incienso puro, como un memorial del pan,
como una ofrenda que se quema para el Señor.

8 Esto se dispondrá regularmente todos los sábados delante del Señor: es una
obligación permanente para los israelitas.

9 Los panes serán para Aarón y sus hijos, y ellos deberán comerlos en el recinto
sagrado, porque se trata de una cosa santísima. Es un derecho que Aarón tendrá
siempre sobre las ofrendas que se queman para el Señor.

El castigo de la blasfemia

10 Entre los israelitas apareció un hombre, cuya madre era israelita y su padre egipcio.
Al suscitarse una pelea entre este último y un israelita, 11 el hijo de la israelita
blasfemó contra el Nombre, pronunciando una maldición. Entonces lo llevaron ante
Moisés –su madre se llamaba Selomit, hija de Dibrí, y era de la tribu de Dan–.

12 Y el hombre fue puesto bajo custodia, hasta tanto se pudiera tomar una decisión en
virtud de un oráculo del Señor.

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13 El Señor dijo a Moisés: 14 "Saca al blasfemo fuera del campamento; que todos los
que lo oyeron, pongan las manos sobre su cabeza, y que toda la comunidad lo mate a
pedradas.

15 Luego di a los israelitas: ‘Cualquier hombre que maldiga a su Dios, cargará con su
pecado. 16 El que pronuncie una blasfemia contra el nombre del Señor será castigado
con la muerte: toda la comunidad deberá matarlo a pedradas. Sea extranjero o nativo,
si pronuncia una blasfemia contra el Nombre, será castigado con la muerte’".

La ley del talión

17 El que hiera mortalmente a cualquier hombre, será castigado con la muerte.

18 El que hiera mortalmente a un animal, pagará la indemnización correspondiente:


vida por vida.

19 Si alguien lesiona a su prójimo, lo mismo que él hizo se le hará a él: 20 fractura por
fractura, ojo por ojo, diente por diente; se le hará la misma lesión que él haya causado
al otro.

21 El que mate un animal pagará una indemnización por él, pero el que mate a un
hombre, será castigado con la muerte.

22 No habrá para ustedes más que un derecho, válido tanto para el extranjero como
para el nativo. Porque yo soy el señor, su Dios.

La aplicación del castigo

23 Así habló Moisés a los israelitas. Entonces ellos sacaron al blasfemo fuera del
campamento y lo mataron a pedradas. De esta manera ejecutaron la orden que el Señor
había dado a Moisés.

SALMO 67 (66)
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COSECHA

1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. Canto.

2 El Señor tenga piedad y nos bendiga,


haga brillar su rostro sobre nosotros,
3 para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones.

4 ¡Que los pueblos te den gracias, Señor,


que todos los pueblos te den gracias!

5 Que canten de alegría las naciones,


porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra.

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6 ¡Que los pueblos te den gracias, Señor,
que todos los pueblos te den gracias!

7 La tierra ha dado su fruto:


el Señor, nuestro Dios, nos bendice.

8 Que Dios nos bendiga,


y lo teman todos los confines de la tierra.

HECHOS DE LOS APÓSTOLES 07,01-30

1 El Sumo Sacerdote preguntó a Esteban: «¿Es verdad lo que estos dicen?».

2 El respondió: «Hermanos y padres, escuchen: El Dios de la gloria se apareció a


nuestro padre Abraham, cuando aún estaba en la Mesopotamia, antes de establecerse
en Jarán,

3 y le dijo: «Abandona tu tierra natal y la casa de tu padre y ve al país que yo te


indicaré».

4 Abraham salió de Caldea para establecerse en Jarán. Después de la muerte de su


padre, Dios le ordenó que se trasladara a este país, donde ustedes ahora están
viviendo.

5 El no le dio nada en propiedad, ni siquiera un palmo de tierra, pero prometió darle en


posesión este país, a él, y después de él a sus descendientes, aunque todavía no tenía
hijos.

6 Y Dios le anunció que sus descendientes emigrarían a una tierra extranjera, y serían
esclavizados y maltratados durante cuatrocientos años.

7 Pero yo juzgaré al pueblo que los esclavizará –dice el Señor– y después quedarán en
libertad y me tributarán culto en este mismo lugar.

8 Le dio luego la alianza sellada con la circuncisión y así Abraham, cuando nació su hijo
Isaac, lo circuncidó al octavo día; Isaac hizo lo mismo con Jacob, y Jacob con los doce
patriarcas.

9 Los patriarcas, movidos por la envidia, vendieron a su hermano José para que fuera
llevado a Egipto. Pero Dios estaba con él

10 y lo salvó en todas sus tribulaciones, le dio sabiduría, y lo hizo grato al Faraón, rey
de Egipto, el cual lo nombró gobernador de su país y lo puso al frente de su casa real.

11 Luego sobrevino una época de hambre y de extrema miseria en toda la tierra de


Egipto y de Canaán, y nuestros padres no tenían qué comer.

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12 Jacob, al enterarse de que en Egipto había trigo, decidió enviar allí a nuestros
padres. Esta fue la primera visita.

13 Cuando llegaron por segunda vez, José se dio a conocer a sus hermanos, y el mismo
Faraón se enteró de origen de José.

14 Este mandó llamar a su padre Jacob y a toda su familia, unas setenta y cinco
personas.

15 Jacob se radicó entonces en Egipto, y allí murió, lo mismo que nuestros padres.

16 Sus restos fueron trasladados a Siquem y sepultados en la tumba que Abraham


Había comprado por una suma de dinero a los hijos de Emor, que habitaban en Siquem.

17 Al acercarse el tiempo en que debía cumplirse la promesa que Dios había hecho a
Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto,

18 hasta que vino un nuevo rey que no sabía nada acerca de José.

19 Este rey, empleando la astucia contra nuestro pueblo, maltrató a nuestros padres y
los obligó a que abandonaran a sus hijos recién nacidos para que no sobrevivieran.

20 En ese tiempo nació Moisés, que era muy hermoso delante de Dios. Durante tres
meses fue criado en la casa de su padre,

21 y al ser abandonado, la hija del Faraón lo recogió y lo crió como a su propio hijo.

22 Así Moisés fue iniciado en toda la sabiduría de los egipcios y llegó a ser poderoso en
palabras y obras.

23 Al cumplir cuarenta años, sintió un vivo deseo de visitar a sus hermanos, los
israelitas.

24 Y como vio que maltrataban a uno de ellos salió en su defensa, y vengó al oprimido
matando al egipcio.

25 Moisés pensaba que sus hermanos iban a comprender que Dios, por su intermedio,
les daría la salvación. Pero ellos no lo entendieron así.

26 Al día siguiente sorprendió a dos israelitas que se estaban peleando y trató de


reconciliarlos, diciéndoles: «Ustedes son hermanos, ¿por qué se hacen daño?».

27 Pero el que maltrataba a su compañero rechazó a Moisés y le dijo: «¿Quién te ha


nombrado jefe o árbitro nuestro?

28 ¿Acaso piensas matarme como mataste ayer al egipcio?».

29 Al oír esto, Moisés huyó y fue a vivir al país de Madián, donde tuvo dos hijos.

30 Al cabo de cuarenta años se le apareció un ángel en el desierto del monto Sinaí, en


la llama de una zarza ardiente.

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