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Reflexiones sobre el género, el cuerpo y el poder

Néstor Camilo Castiblanco Alfonso, 3204728716, calle 40b#9-104,


nestor.castiblanco@juanncorpas.edu.co , enfermero, magister en Salud Mental
Comunitaria Universidad el Bosque.

Oscar Javier Vergara Escobar, 3006576811, calle 69a #99-36,


oscar.vergara@juanncorpas.edu.co , enfermero, Especialista en Promoción de la Salud y
Desarrollo Humano, Magister y Doctor en Enfermería

Resumen

Desde las teorías feministas, Judith Butler trata de explicar diferentes enfoques que
pueden coexistir al momento de debatir sobre el cuerpo, su uso y su interpretación,
evidenciando una primera diferenciación que se da entre lo simbólico y lo biológico. El
presente documento es una reflexión sobre el libro “Reflexiones sobre el género, el
cuerpo y el poder: cinco voces trans en diálogo con Judith Butler”; y se pretende
resaltar los grandes aportes de su teoría en este plano, y vislumbrar un poco su
complejidad; así mismo, se intenta evidenciar los grandes retos sociales y políticos que
su aplicación conlleva en una sociedad como la colombiana.

Palabras claves: teorías feministas, cuerpo, simbólico, reto social y político.

Abstrac

From the feminist theories, Judith Butler tries to explain different approaches that can
coexist when debating about the body, its use and its interpretation, evidencing a first
differentiation that occurs between the symbolic and the biological. This document is a
reflection on the book "Reflections on gender, body and power: five voices trans in
dialogue with Judith Butler"; and we try to highlight the great contributions of his
theory in this plane, and to glimpse a little its complexity; likewise, it tries to highlight
the great social and political challenges that its application entails in a society like the
Colombian.

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Introducción

El reflexionar sobre el cuerpo nos obliga a entender los conceptos de género y sexo, así
como desde las teorías feministas y las experiencias trans, podemos analizar la
existencia de subyugación y control desde el estado y por ello hemos de remitirnos al
biopoder.

A partir del rompimiento teórico conceptual entre los conceptos de género y sexo, se
han entretejido simbolismos que han permitido ahondar aún más en las formas de
visualizar e interpretar el cuerpo. Dichos simbolismos, aún lejos de poseer un consenso
universal, permiten comprender los diferentes grados de transición por los cuales un
sujeto decide llevar el cuerpo y sus prácticas (Davila, 2017). Dependiendo del contexto,
el cuerpo y su simbolismo pueden estar inmersos dentro de múltiples dinámicas de bio-
poder (Foucault, 2002), como también llevar las riendas de las más altas
manifestaciones de la resistencia (Durand, 2009).

El género, es definido por la UNICEF como “el conjunto de construcciones


socioculturales que determinan las formas de ser hombres o mujeres en un tiempo y una
cultura específicos” (MEN, UNFPA, PNUD, UNICEF, 2016). El sexo por su parte
“hace referencia a las características de orden biológico que diferencian unos cuerpos de
otros… a la configuración de las corporalidades en razón de tres características
principales: lo cromosómico, lo gonadal y lo genital” (MEN et al., 2016).

Figura 1. Análisis del sexo desde el orden biológico.

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Fuente: MEN et al. (2016).

La relación y distinción entre lo fisiológico y lo simbólico nos plantea así como las
ideas tradicionales han pensado sobre el cuerpo y lo que deben ser unos y otros. Por
tanto “es importante entender que históricamente a los cuerpos, en razón de su sexo, se
les ha asignado un papel particular que deben cumplir, asociado directamente al género;
así, a las personas que nacen con un cuerpo de hembra se les ha exigido ser mujeres y a
las personas que nacen con un cuerpo de macho se les ha exigido ser hombres” (MEN et
al., 2016). De aquí se concibe “por qué las personas han considerado naturales ciertas
construcciones que obedecen al plano cultural; es decir, la forma en que se ha
considerado que se nace siendo mujer y se nace siendo hombre, sin tener la
comprensión de que esto obedece a los aprendizajes que se construyen y se estructuran
en los diferentes espacios sociales, como la escuela y la familia, entre otros, y no
necesariamente corresponde al sexo con el que se nace” (MEN et al., 2016), el cual
tampoco se limita a solo dos opciones como se ha suele suponer.

Es menester comprender que las manifestaciones de resistencia, en este caso referentes


a los cambios sobre el cuerpo, no tienen razón de ser por sí solas, ya que, como su
nombre lo implica, surgen como necesidad de “resistir” “algo” o “alguien” (Durand,
2009). En el caso particular, dicha resistencia surge como una necesidad de posicionar
tanto el cuerpo como su símbolo y significado como propios y superar “las particulares
condiciones de violencia y discriminación a las que están expuestas las personas
intersexuales, que, en muchas situaciones, distan de aquellas que viven lesbianas, gais,
bisexuales y personas transgénero”.

Sobresale en los diferentes diálogos encontrados en el libro Reflexiones sobre el género,


el cuerpo y el poder: cinco voces trans en diálogo con Judith Butler, que las personas
transgenero desde su vivir, permiten visualizar tanto las diferentes dinámicas de
biopoder como las diversas manifestaciones de resistencia (Davila, 2017). El presente
ensayo se basa en el análisis de dicho libro, donde a partir de diferentes personas
transgénero se cuenta como ellas expresan ese biopoder.

DESARROLLO

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De la teoría a la práctica

Resulta fácil para gran parte de la población, bajo la norma social aceptada de Hombre-
Masculino y Mujer-Femenino, señalar y lapidar todo lo que no se encuentre dentro de
este espectro dual. Ello implica castrar sin cesar lo que no esté aceptado por la norma
socialmente establecida, impidiendo de esta manera un óptimo desarrollo de la
sexualidad de cada ser (Case, 1990), como veremos.

Infancia encasillada en lo dual

En la infancia se enseña que niño es quien cumple unas características propias del
género masculino, así como niña es quien cumple con características propias del género
femenino; todo aquello que se encuentre fuera de esta dualidad, será estigmatizado,
condenado y forzado a reincorporarse en la norma. Para el niño(a) esto no tiene mayor
complicación de entendimiento, salvo en los casos en donde aún bajo tan elaborada
explicación, el sentir difiere, no se encuentra (Davila, 2017).

Realmente esta diferencia en el sentir personal parece ser condenada y violentada por la
sociedad contemporánea, ya que su principal interés se haya en disciplinar cuerpos
dóciles (Foucault, 2002) que encajen en la norma. Gracias a las diferentes teorías de
Butler, podría afirmarse que se ha intentado llevar a la sociedad a pensar en la ineficacia
de crear cuerpos disciplinados con el ánimo de permitir a los sujetos sociales
cuestionarse, deconstruirse y construirse constantemente, en busca de la libertad del ser
(Durand, 2009), sin embargo la aceptación social todavía es muy poca y el tema
empieza hasta ahora a discutirse desde la teoría. Al tener una sociedad que acepte dicha
diferencia se generaría de forma automática un equilibrio psíquico, que permite
desarrollar a profundidad y de manera constante la identidad, entendiendo que esta es
indiscutiblemente, un constructo que se reconstruye a sí mismo dependiendo del
contexto y la cultura donde esta se dé (Davila, 2017).

No obstante, para que esta aceptación social de la diferencia en cuestión se cumpla, es


necesario salir de la sociedad disciplinaria y adentrarse en una sociedad más dada al
entendimiento y la comprensión del sujeto como ser sexuado y social (Durand, 2009). A
la luz de la evidencia de lo descrito en el libro Reflexiones sobre el género, el cuerpo y
el poder: cinco voces trans en diálogo con Judith Butler, aún se visualiza que se vive en
una sociedad inquisidora, que si bien se encuentra en un mundo en plena globalización,

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sigue atada a los conceptos dialécticos del 1 y el 0 (Davila, 2017). Por lo cual en la
sociedad contemporánea, incluyendo especialmente a la colombiana, dicho paso se
asume demorado.

La sociedad se adentra así en un universo donde se intenta dar reconocimiento, pero no


se tolera al sujeto que decida hacer y darle el significado que le plazca a su cuerpo.
Culturalmente, resulta inoperante el hecho de que existen múltiples formas de entender
un mismo cuerpo, y así mismo infinidad de maneras de interpretarlo. Ello obedece a que
la dicotomía sexual no se debe tomar por una realidad natural, sino como una realidad
construida (Case, 1990), pues no reconoce la diversidad siendo hecha por el hombre
disciplinado para la sociedad disciplinada.

Dicho olvido, obliga al sujeto a establecer dinámicas clandestinas en algunos casos, para
hacerse a su libertad sexual, significarla y resignificarla; se encuentran sujetos que pese
a la presión de la norma social, optan por resistir y manifestar abiertamente su placer
desde lo que sienten y como lo sienten (Case, 1990). De ahí surge el concepto de
performance, que se refiere a todas aquellas puestas en escena por un sujeto para
realizar un acto en particular. Dicha performance se utiliza con el fin de resaltar un
deseo profundo, ocultando o sublimando otro (Case, 1990).

De esta forma tenemos que la carencia de espacios abiertos y protegidos en donde


ejercer dicho performance, conduce a poner en riesgo constante a los sujetos que tienen
pulsiones y deseos fuertemente arraigados en desarrollar libremente su sexualidad. Así
mismo, los jóvenes comienzan a cuestionarse de manera más temprana el significado y
símbolo del cuerpo, y al no encontrar herramientas claras y que tengan los diferentes
espectros sin tabú, buscan en las redes sociales y otros mecanismos respuestas a tan
complejos y delicados cuestionamientos (Davila, 2017).

Por su parte la privación resultante de dicha carencia lleva a la manifestación de la


resistencia, que en los países latinoamericanos, conduce a huir, a evitar, generando
problemáticas individuales, familiares y sociales aún más complejas. La carencia de
políticas públicas que brinden espacio de educación y desarrollo con total protección, da
espacio a la opresión y al señalamiento, lo cual al final se traduce como la inquisición
sobre el cuerpo en los tiempos modernos, una inquisición sutil, efímera pero que deja
heridas sociales profundas (Durand, 2009).

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Todavía queda camino por recorrer en términos de entender la vastedad del sentir
humano, ante la necesidad humana de descubrir y redescubrir formas de interactuar,
formas de amar, formas de entregarse en libertad. En el camino del activismo,
entendido como la consagración a una línea de acción publica, se encuentra una llave
para abrir el pensamiento hacia estas formas de sentir, de pensar y de actuar, y si bien se
dio el primer paso desde el activismo femenino, es menester que dicho activismo
también deje atrás la dicotomía de lo femenino y masculino y se piense por y para la
pluralidad (Davila, 2017).

En la sociedad disciplinada se pretende docilizar cuerpos para que encajen en los


parámetros estandarizados de la norma (Foucault, 2002), y cosificar y naturalizar el
género en su más simple significado, inhibiendo el libre desarrollo (Case, 1990), lo que
implica manifestaciones constantes de resistencia como herramienta para alzarse en la
sociedad disciplinada (Durand, 2009). Para salir de la docilidad y entrar en las
dinámicas clandestinas de actos performativos, en algunos casos, el sujeto se adentra en
un mundo oscuro, inseguro y peligroso, donde irrumpe porque allí encuentra el espacio
de libertad anhelado (Davila, 2017). En este lugar se construye un espacio en donde la
identidad real es amada y deseada, alimentando el simbolismo del cuerpo para el sujeto.
No obstante, en las sociedades no docilizadas, o construidas bajo la esencia del
pluralismo, los sujetos en tanto performativos, llegan a ostentar la libertad del desarrollo
en su más grande expresión, permitiendo una deconstrucción y reconstrucción social
continua (Davila, 2017).

Pasar del concepto de cuerpo sexual y comenzar a comprender al cuerpo como


expresión emocional que trasciende lo sexual; entender al cuerpo como un módulo
histórico y cultural, permite llevar su desarrollo al máximo, al simbolismo propio e
individual, constituyendo el significado y lo que este representa como agente que actúa
(Case, 1990).

El cuerpo en continua expresión histórica necesita remodelarse con el sujeto, y esto en


una sociedad disciplinada, no funciona. En la sociedad disciplinada, es ella misma o la
norma social que impera, la que define lo que es cuerpo y no el sujeto el que dice: “este
es mi cuerpo” (Foucault, 2002). Ello lleva al sujeto a la clandestinidad para hacerse de
su propio cuerpo, como ser sexual y emocional, para de esta forma darle el significado

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que desea, contra todos los factores de riesgo que aparecen en la oscuridad (Davila,
2017).

En el libro Reflexiones sobre el género, el cuerpo y el poder: cinco voces trans en


diálogo con Judith Butler, se representa lo que estos sujetos atraviesan en una sociedad
disciplinada para darle significado a su propio cuerpo: algunos hacen esta transición de
manera natural y espontánea, con el apoyo de su círculo primario; algunos deben estar a
la sombra de la clandestinidad, consumiendo sustancias para hacer a un lado el miedo
que esta produce; otros pasan su vida negando y reprimiendo lo que el cuerpo grita,
creando en cierta medida una doble identidad; esto último parece ser una tendencia, la
necesidad de crear un ‘alterego’, en términos de Jung, que facilite esta transición.

Finalmente, unos pasan toda su vida ocultos en el “closet”, creando fantasmas que son
susceptibles de generar malestar a lo largo de su vida, en todos los canales de respuesta
(pensamiento, emoción, acción) proyectándose a todas sus dimensiones (Davila, 2017).

En principio se estima que desde temprana edad, estas manifestaciones, ya sean


somáticas o psicológicas, según Davila (2017) pueden evaluarse por la misma
estigmatización que se teje en torno a estas formas de ser, que pasan desapercibidas, y
se cree que el problema per se son las formas de ser. Por tanto, es necesario alentar
desde la primera infancia a los niños (as) a entender y comprender la naturaleza de su
cuerpo, mostrarles su simbolismo oculto, y de esta forma empezar una construcción
sana del mismo. Por ejemplo, es necesario que los establecimientos educativos generen
acciones que permitan la sensibilización, reflexión y transformación de los imaginarios
existentes con respecto a los roles de género tradicionalmente aceptados. Sin embargo,
si las políticas públicas no dan la seguridad ni los espacios necesarios, y se deja la
decisión a los sectores que dogmatizan al ser y disciplinan el cuerpo, los contextos
clandestinos aumentarán, y con ellos el riesgo contra la integridad del ser (Davila,
2017).

Bibliografía

Case, S. E. (1990). Performing Feminisms: Feminist Critical Theory and Theatre.


Baltimore, Estados Unidos: Johns Hopkins University Press.

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Davila, S. C. (2017). Reflexiones sobre el género, el cuerpo y el poder: Cinco voces
trans en dialogo con Judith Butler. Bogotá, Colombia: UNAL.

Durand, A. (08 de 12 de 2009). La orientacion escolar y profesional. Recuperado el 13


de 03 de 2018, http://www.journals.openedition.org/osp/1516:
http://osp.revues.org/1516.

Ministerio de Educacion Nacional - MEN, Fondo de Población de las Naciones Unidas


- UNFPA, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo - PNUD, Fondo para la
Infancia de las Naciones Unidas - UNICEF. (2016). Ambientes escolares libres de
discriminación. Recuperado de:
https://unicef.org.co/sites/default/files/informes/Ambientes%20escolares%20Libres
%20de%20Discriminacion%20May%202016_0.pdf.

Foucault, M. (2002). Vigilar y Castigar. Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI.

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