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Resumen
Desde las teorías feministas, Judith Butler trata de explicar diferentes enfoques que
pueden coexistir al momento de debatir sobre el cuerpo, su uso y su interpretación,
evidenciando una primera diferenciación que se da entre lo simbólico y lo biológico. El
presente documento es una reflexión sobre el libro “Reflexiones sobre el género, el
cuerpo y el poder: cinco voces trans en diálogo con Judith Butler”; y se pretende
resaltar los grandes aportes de su teoría en este plano, y vislumbrar un poco su
complejidad; así mismo, se intenta evidenciar los grandes retos sociales y políticos que
su aplicación conlleva en una sociedad como la colombiana.
Abstrac
From the feminist theories, Judith Butler tries to explain different approaches that can
coexist when debating about the body, its use and its interpretation, evidencing a first
differentiation that occurs between the symbolic and the biological. This document is a
reflection on the book "Reflections on gender, body and power: five voices trans in
dialogue with Judith Butler"; and we try to highlight the great contributions of his
theory in this plane, and to glimpse a little its complexity; likewise, it tries to highlight
the great social and political challenges that its application entails in a society like the
Colombian.
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Introducción
El reflexionar sobre el cuerpo nos obliga a entender los conceptos de género y sexo, así
como desde las teorías feministas y las experiencias trans, podemos analizar la
existencia de subyugación y control desde el estado y por ello hemos de remitirnos al
biopoder.
A partir del rompimiento teórico conceptual entre los conceptos de género y sexo, se
han entretejido simbolismos que han permitido ahondar aún más en las formas de
visualizar e interpretar el cuerpo. Dichos simbolismos, aún lejos de poseer un consenso
universal, permiten comprender los diferentes grados de transición por los cuales un
sujeto decide llevar el cuerpo y sus prácticas (Davila, 2017). Dependiendo del contexto,
el cuerpo y su simbolismo pueden estar inmersos dentro de múltiples dinámicas de bio-
poder (Foucault, 2002), como también llevar las riendas de las más altas
manifestaciones de la resistencia (Durand, 2009).
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Fuente: MEN et al. (2016).
La relación y distinción entre lo fisiológico y lo simbólico nos plantea así como las
ideas tradicionales han pensado sobre el cuerpo y lo que deben ser unos y otros. Por
tanto “es importante entender que históricamente a los cuerpos, en razón de su sexo, se
les ha asignado un papel particular que deben cumplir, asociado directamente al género;
así, a las personas que nacen con un cuerpo de hembra se les ha exigido ser mujeres y a
las personas que nacen con un cuerpo de macho se les ha exigido ser hombres” (MEN et
al., 2016). De aquí se concibe “por qué las personas han considerado naturales ciertas
construcciones que obedecen al plano cultural; es decir, la forma en que se ha
considerado que se nace siendo mujer y se nace siendo hombre, sin tener la
comprensión de que esto obedece a los aprendizajes que se construyen y se estructuran
en los diferentes espacios sociales, como la escuela y la familia, entre otros, y no
necesariamente corresponde al sexo con el que se nace” (MEN et al., 2016), el cual
tampoco se limita a solo dos opciones como se ha suele suponer.
DESARROLLO
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De la teoría a la práctica
Resulta fácil para gran parte de la población, bajo la norma social aceptada de Hombre-
Masculino y Mujer-Femenino, señalar y lapidar todo lo que no se encuentre dentro de
este espectro dual. Ello implica castrar sin cesar lo que no esté aceptado por la norma
socialmente establecida, impidiendo de esta manera un óptimo desarrollo de la
sexualidad de cada ser (Case, 1990), como veremos.
En la infancia se enseña que niño es quien cumple unas características propias del
género masculino, así como niña es quien cumple con características propias del género
femenino; todo aquello que se encuentre fuera de esta dualidad, será estigmatizado,
condenado y forzado a reincorporarse en la norma. Para el niño(a) esto no tiene mayor
complicación de entendimiento, salvo en los casos en donde aún bajo tan elaborada
explicación, el sentir difiere, no se encuentra (Davila, 2017).
Realmente esta diferencia en el sentir personal parece ser condenada y violentada por la
sociedad contemporánea, ya que su principal interés se haya en disciplinar cuerpos
dóciles (Foucault, 2002) que encajen en la norma. Gracias a las diferentes teorías de
Butler, podría afirmarse que se ha intentado llevar a la sociedad a pensar en la ineficacia
de crear cuerpos disciplinados con el ánimo de permitir a los sujetos sociales
cuestionarse, deconstruirse y construirse constantemente, en busca de la libertad del ser
(Durand, 2009), sin embargo la aceptación social todavía es muy poca y el tema
empieza hasta ahora a discutirse desde la teoría. Al tener una sociedad que acepte dicha
diferencia se generaría de forma automática un equilibrio psíquico, que permite
desarrollar a profundidad y de manera constante la identidad, entendiendo que esta es
indiscutiblemente, un constructo que se reconstruye a sí mismo dependiendo del
contexto y la cultura donde esta se dé (Davila, 2017).
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sigue atada a los conceptos dialécticos del 1 y el 0 (Davila, 2017). Por lo cual en la
sociedad contemporánea, incluyendo especialmente a la colombiana, dicho paso se
asume demorado.
Dicho olvido, obliga al sujeto a establecer dinámicas clandestinas en algunos casos, para
hacerse a su libertad sexual, significarla y resignificarla; se encuentran sujetos que pese
a la presión de la norma social, optan por resistir y manifestar abiertamente su placer
desde lo que sienten y como lo sienten (Case, 1990). De ahí surge el concepto de
performance, que se refiere a todas aquellas puestas en escena por un sujeto para
realizar un acto en particular. Dicha performance se utiliza con el fin de resaltar un
deseo profundo, ocultando o sublimando otro (Case, 1990).
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Todavía queda camino por recorrer en términos de entender la vastedad del sentir
humano, ante la necesidad humana de descubrir y redescubrir formas de interactuar,
formas de amar, formas de entregarse en libertad. En el camino del activismo,
entendido como la consagración a una línea de acción publica, se encuentra una llave
para abrir el pensamiento hacia estas formas de sentir, de pensar y de actuar, y si bien se
dio el primer paso desde el activismo femenino, es menester que dicho activismo
también deje atrás la dicotomía de lo femenino y masculino y se piense por y para la
pluralidad (Davila, 2017).
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que desea, contra todos los factores de riesgo que aparecen en la oscuridad (Davila,
2017).
Finalmente, unos pasan toda su vida ocultos en el “closet”, creando fantasmas que son
susceptibles de generar malestar a lo largo de su vida, en todos los canales de respuesta
(pensamiento, emoción, acción) proyectándose a todas sus dimensiones (Davila, 2017).
Bibliografía
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Davila, S. C. (2017). Reflexiones sobre el género, el cuerpo y el poder: Cinco voces
trans en dialogo con Judith Butler. Bogotá, Colombia: UNAL.