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Aimée es el caso clínico que le permite a Lacan aislar el tipo clínico de la "paranoia de autopunición" dentro del cuadro
general de la paranoia.
La "comunidad de estructura" de Aimée y Schreber permite que sea estudiado uno junto a otro. De hecho, Lacan
construyó el historial apoyándose en los escritos de esta enferma. En ambos casos los escritos se sitúan pues en primer
lugar.
Pero tropezamos con una dificultad. La construcción de un caso clínico no es independiente de la teoría puesta en juego
en su análisis. La teoría psicoanalítica de las fijaciones libidinales que Lacan utiliza en su tesis lo restringe al dominio del
complejo fraterno, del "narcisismo secundario", de la "elección de objeto homosexual".
De allí que se puede situar en el texto, sin ningún inconveniente, las perturbaciones psicóticas que pertenecen al registro
imaginario, pero el trastorno simbólico resulta más difícil de pensar, lo que no impide, en base a nuestros conocimientos
actuales, considerar al propio delirio como una metáfora delirante en el lugar de la falta de la metáfora fálica. No
obstante, en el transcurso de su enseñanza Lacan se encargó de mostrar la insuficiencia de la utilización de una
concepción puramente imaginaria para estudiar la psicosis.
La conceptualización del concepto de "forclusión" en lugar del "desconocimiento" (que figura en la tesis) indica el pasaje
de lo imaginario a lo simbólico en el establecimiento de la causalidad de la psicosis.
De esta manera, la prevalencia simbólica y la conceptualización del Nombre-del-Padre permiten a Lacan explicar la
constitución de la psicosis en otros términos que los puramente imaginarios. El concepto de forclusión sitúa una
causalidad significante en la producción de la estructura. En la medida en que la significación fálica es el efecto de la
inscripción del significante del Nombre-del-Padre, su falta produce un agujero que cambia el orden de la estructura.
En la tesis de Lacan la ausencia de esta formalización produce que la falta de este significante y de la significación fálica
no puedan ser precisados con nitidez en el relato del caso.
Esto constituye una diferencia entre ambos casos. En su análisis del Presidente Schreber Lacan acentúa, como el propio
Freud, el complejo paterno en la causalidad de la psicosis. En cambio, en el caso de Aimée falta un desarrollo en ese
sentido.
No obstante, el análisis de la psicosis en Lacan continúa su recorrido, y en los años 60 incluye lo real en la introducción a
las Memorias del Presidente Schreber. La indicación de la localización del goce en el lugar del Otro también puede
encontrarse en el análisis de Aimée.
Tomando en cuenta estas consideraciones preliminares podemos retomar los tres registros en el análisis del caso: el eje
imaginario en la aparición de los dobles, lo simbólico en el hecho de que la metáfora delirante se sitúa en el lugar de la
falta de la metáfora paterna, y lo real en el goce invasor que termina por impulsarla a su pasaje al acto homicida.
Dos años más tarde, ella tiene 30 años, nace su hijo, y recrudece su delirio. Se vuelve más hostil, interpretativa,
querellante. Es internada entonces por primera vez con un diagnóstico de "delirio de interpretación" durante seis
meses. Su salida es llevada a cabo a pedido de su familia. Decide vivir en París, y durante ese periodo construye su
delirio erotomaníaco y persecutor.
Sus sucesivas perseguidoras –C. de la N., Sara Bernhardt, Huguette ex – Duflos – son consideradas por Lacan como
subrogados de su hermana mayor. El complejo fraterno es situado en primer lugar. Esta hermana constituye de alguna
manera el ideal de Aimée, "la imagen que ella es impotente de realizar". Así, ese odio que siente hacia ella, por un
mecanismo de "desconocimiento sistemático", por negación, es orientado hacia objetos alejados de su objeto real. Se
establece entonces una serie metonímica entre todas estas mujeres en la medida que toda ellas representan su ideal.
Debemos señalar que el concepto de ideal utilizado por Lacan en su tesis no establece ninguna distinción entre el Ideal
del yo y el Yo ideal, que hará más adelante, por lo que constituye en punto de aspiración simbólico e imaginario a la
manera bovárica, es decir, determinado por la acción del "medio social".
Lacan se pregunta en su tesis: ¿Cuál es en efecto el valor representativo de sus perseguidoras para Aimée? Mujeres de
letras, actrices, mujeres de mundo, ellas representan la imagen que Aimée se hace de la mujer que, en cualquier grado,
goza de la libertad y del poder social…, la misma imagen que representa su ideal es el objeto de su odio".
Estas consideraciones le permiten a Lacan explicar el mecanismo de la autopunición: Aimée arremete su ideal
exteriorizado, y al hacerlo, se arremete a sí misma. En la medida en que el objeto agredido tiene el valor de un símbolo,
logra tranquilizarse – a diferencia del pasional – luego de su pasaje al acto. Cuando se da cuenta que por su acto es
culpable frente a la ley, es decir, que logró agredirse, obtiene su pacificación.
Lacan considera que las mujeres que simbolizan el ideal de Aimée forman parte de su "idealismo pasional", de su
"erotomanía homosexual". No olvidemos que la concepción de erotomanía que predomina en su tesis es la de Dide, en
la que es subrayado sobre todo el aspecto platónico, es decir, que a diferencia de Clérembault deja de lado la cuestión
de la sexualidad. El complejo fraterno le permite establecer una regresión a un punto de fijación narcisista paralelo al
empuje de la pulsión homosexual (sigue en esta época tanto los lineamientos teóricos de Freud como de Abraham
acerca de la psicosis).
La erotomanía heterosexual se manifiesta en relación a Pierre Benoit (p. B. en la tesis), analizada en términos de los tres
tiempos propuestos por Clérembault, y sobre todo hacia el príncipe de Gales (a quien le envía todos sus escritos) con la
forma del platonismo. El protegerá a Aimée y a su hijo. Dirige entonces su devoción a este benefactor.
Una entrevista personal con Sven Follin, quien fue el último médico interno que se encargó de ella en el hospital, me
permitió afinar esta descripción. En realidad en el momento en que sale del hospital ella se encontraba bastante bien y
desde hacía algún tiempo se planeaba la posibilidad de su salida.
Su hijo, Didier Anzieu, dice: (luego de su salida definitiva del hospital) "Luego de sus doce años de encierro ella llevó una
vida independiente. Trabajó activamente para completar las dos escasas pensiones que le daban mi padre y los de la
P.T.T. A continuación se volcó hacia las obras de caridad, en las que fue muy querida y a veces bastante susceptible.
Hasta el momento de su declive guardó una curiosidad intelectual insaciable. A los ochenta años proyectó escribir un
largo poema de ejecución clásica sobre las mujeres de la Biblia"[2].
El periodo analizado por Lacan incluye sobre todo el que precede y prepara el pasaje al acto. Podemos ver el camino
hacia el misticismo constituye un viraje de su antiguo delirio.
Pero la escritura continúa a ocupar un lugar importante en su vida. De hecho, sus estudios y sus escritos le permiten
llevar una vida estable durante los siete anios que preceden el pasaje al acto, y luego de su salida del asilo la ayudan a no
necesitar una reinternación.
posición del "garante del orden del mundo" el psicótico logra poner un límite al goce invasor. Elucubra entonces un
saber que le permite crear su propia ley como suplencia a la falta de la ley paterna.
En Aimée, este lugar de "garante del orden del mundo", al estilo del delirio schreberiano, se bosqueja en la misión que
debe cumplir.
Durante el período llamado por ella "acceso de disipación", cree que "tiene que ir hacia los hombres" a causa de una
misión indeterminada: "aborda a los transeúntes al azar, les habla de su vago entusiasmo… y numerosas veces es llevada
a hoteles, en los que quiéranlo o no, debe ejecutarse". Confiesa que siente una gran curiosidad acerca de los
pensamientos de los hombres.
En el transcurso del comentario de una presentación de enfermos en Sainte-Anne, Eric Laurent subrayó que en este
período Aimée se sitúa como "la mujer que falta a los hombres".
Al dirigirse hacia los hombres, uno por uno, podemos suponer que busca ubicarse en el lugar de la excepción que le
permite construir el universal de los hombres. Este rasgo también es llamado por Lacan "donjuanismo", que incluye la
idea del esfuerzo por contabilizar el goce.
Lacan incluye este procedimiento extraño en el "idealismo altruista". Creía estar destinada a una especie de apostolado
que protegía a los hombres de la guerra. Ella sabe que debe ser algo especial en el gobierno, ejercer una influencia, guiar
las reformas.
Este "idealismo altruista" se relaciona al "idealismo pasional" (ambos conceptos forman parte de la terminología de
Dide), a su platonismo dirigido hacia el príncipe de Gales. Pero se plantea de modo inverso: es protegida por el príncipe
de Gales de las persecuciones de Pierre Benoit. Encontramos aquí su erotomanía delirante. La protección que recibe del
príncipe de Gales expresa su interés hacia ella, la manera a través de la cual el Otro goza de ella.
Pero el goce queda también enlazado a la misión que debe cumplir. La progresión que conduce hacia el pasaje al acto
sitúa esta misión como un índice de goce.
Es más, Lacan llama la atención sobre el hecho que ninguno de sus episodios de ansiedad aguda la impulsan a un acto
delictuoso durante más de cinco años. ¿Qué la lleva entonces a intentar matar a Huguette ex – Duflos?
Durante los últimos años antes del atentado comienza a sentir la "necesidad de hacer algo". Esta necesidad se
manifiesta como "el sentimiento de faltar a sus deberes desconocidos que relaciona a los mandamientos de su misión
delirante".
La publicación de sus escritos apunta entonces a hacer retroceder a sus perseguidores.
Los últimos ocho meses que anteceden su pasaje al acto siente la necesidad de "una acción directa", necesidad que se
incrementa frente al rechazo de publicación de su novela.
En el momento en que ya no se puede situar más como el "garante del orden del mundo"-sus escritos son rechazados,
vive con el miedo continuo e inminente del atentado contra su hijo- surge "la acción directa" con la que intenta
liberarse; y simbólica, en su esfuerzo de producir una simbolización en lo real.
París, agosto de 1991.
NOTAS
1. E. Roudinesco, Histoire de la psychanalyse en France. Tomo II, pág. 135. Ed. Seuil, Paris, 1986.
2. D. Anzieu, Une peau pour les pensées. Pág. 13. Ed. Glancier-Guenaud, París, 1986.
3. J.-A. Miller, "Sept remarques de Jacques-Alain Miller sur la création". La Lettre mensuell, n 68, págs. 9-13. Abril
1988.