Está en la página 1de 16

63

ALEJANDRA WATTY* / ALEJANDRA HERRERA**

Adulterio e histeria.
Aproximación a cuatro personajes
literarios femeninos***

Resumen
Se trata de un ensayo que analiza a tres protagonistas de la literatura del siglo :
Ana Ozores, Emma Bovary y Ana Karenina; y una del siglo : la Narradora de “La
última niebla” de la escritora chilena María Luisa Bombal. El análisis parte de una
perspectiva psiconalìtica, es decir, desde los rasgos más sobresalientes de la estruc-
tura de la histeria.

Palabras clave: histeria, adulterio, fantasía, represión, síntoma histérico, Madame Bovary, Ana Karenina,
La Regenta, psicología social, psicoanálisis

L a lectura de “La última niebla” de la


escritora chilena María Luisa Bombal
traña de la protagonista, libera al cuento
del tono moral que de modo directo o
indirecto aparece en las novelas de
obras de la literatura del siglo : Madame Gustave Flaubert, León Tolstoi y Leopol-
Bovary, Ana Karénina y La Regenta, para do Alas, Clarín.
rastrear algunas similitudes y diferencias, Las cuatro protagonistas correspon-
pues las cuatro protagonistas presentan den a lo que sería en términos literarios,
un tipo, desde el punto de vista de Georg
rio. Es relevante señalar que el cuento de Lukács,1 porque se mueven dentro de
María Luisa Bombal, es el único texto la categoría del conocimiento de lo par-
que está narrado en primera persona,
por una mujer, y ya pertenece al siglo co de la realidad; se trata de la síntesis
de lo general (categoría de lo abstracto,
trata, pues, de una perspectiva femeni- las leyes, lo general) y lo individual (ca-
na, y esa voz, honda, que surge de la en- tegoría del fenómeno, de lo inmediato,

Instituto Nacional de Perinatología.


Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad
1
Azcapotzalco, Departamento de Humanidades. George Lukács, “Sobre las diferencias entre el arte
***
Fecha de recepción: 27 febrero 2012. y la ciencia, lo típico como categoría artística”.
Problemas del realismo, pp. 20-24.
64
Adulterio e histeria. Aproximación a cuatro personajes literarios femeninos

de lo concreto). Así estas mujeres perte- se desarrolló y consolidó, creando,


necen a una clase, desde una perspectiva incluso, otras escuelas.
social, transgresora: la adúltera. Sin em- A pesar de sus diferencias, lo primero
bargo, no permanecen en esa abstrac- que encontramos en relación a estas cua-
ción que interesaría a las ciencias, por tro protagonistas es la histeria, entendida
ejemplo, a la sociología o a la psicología ésta como una clase de neurosis, la cual
social; pues al mismo tiempo presentan ofrece cuadros clínicos muy diversos. Los
una serie de rasgos individuales, virtu- cuadros sintomatológicos más frecuen-
des y limitaciones que las acercan a la
inmediatez de un ser humano concreto. la histeria de conversión, en la que el con-
Así, cada una se distingue de las otras
por una serie de peculiaridades, las cua- síntomas corporales; y la histeria de an-
les van desde los contextos sociales, su
posición en ellos, la historia personal y más o menos estable en un determinado
todas sus características individuales, objeto exterior, como sería el caso de las
fobias. En palabras de Freud:
mo: asumir las consecuencias psicológi-
cas y externas de esa trasgresión, y las En todas las psiconeurosis los procesos
conducirá al desenlace individual de ca- psíquicos son durante un buen trecho los
da una de ellas. Un rasgo más que une a mismos, y sólo después entra en cuen-
dichas mujeres es una estructura psíqui- ta la “solicitación somática” que procura
a los procesos psíquicos inconscientes
ca llamada histeria, y partiendo de ésta
una salida hacia lo corporal. Cuando este
analizaremos sus diferencias. factor no se presenta, el estado total será
Consideramos pertinente acercarnos diverso de un síntoma histérico, pese a
a ellas desde la perspectiva de algu- lo cual es afín en cierta medida: tal vez
nos conceptos psicoanalíticos, pues los una fobia o una idea obsesiva; en su-
primeros casos de Josef Breuer y Sigmund ma, un síntoma psíquico.
Freud, fueron trasladados a relatos, y al-
gunos de ellos epistolares, en los cuales Vale preguntar, entonces, ¿cuál es la etio-
la literatura y el germen de la teoría y la logía de la histeria? Un trauma sexual
técnica psicoanalítica se fundieron. Dice sufrido en la infancia sería una respuesta
Francisco Otero que: “En este sentido un adecuada, pero según J. D. Nasio:
caso clínico es la expresión narrada, la
Novela, de una experiencia terapéutica”.2 La violencia del trauma consiste en el
surgimiento de una demasía de afecto
Dora y otras mujeres estudiadas por es- sexual, no sentido en la conciencia sino
tos médicos, dieron lugar a la nueva te- recibido inconscientemente […] De este
rapia, talking cure, que a lo largo del siglo modo, comprendemos que el trauma
ya no es un acontecimiento exterior sino
un violento desarreglo interno, situado
en el yo. 4

2
Francisco Otero, Las cartas de Freud a Fliess: el caso Sigmund Freud, , tomo
Dora, la historia y la novela, p. 2. 4
Juan David Nasio, , p. 26.
65
Fuentes Humanísticas 45 > Dosier > Alejandra Watty / Alejandra Herrera

Así observamos que la experiencia trau- huella de la experiencia traumática. La


mática exterior, como sería la seducción situación lo condujo a una nueva teoría
de un adulto a un infante, se ha despla- que señala el germen de la histeria en
zado al interior del sujeto; de hecho en “un acontecimiento psíquico cargado de
sí misma ya no tiene peso, lo importante afecto, verdadero microtrauma local,
es la huella plasmada en el inconscien- centrado en torno a una región erógena
te. Nasio, siguiendo a Freud, lo expresa de
este modo: una escena traumática que el psicoaná-
lisis llama fantasma”.6
[…] la neurosis histérica es provocada Cabe ahora preguntar ¿cuándo y có-
por la torpeza con que el yo pretende mo ocurre el surgimiento del fantasma?
neutralizar ese parásito interno que es Nasio responde:
la representación sexual intolerable.
[…] [Porque] Cuanto más ataca el yo La sexualidad infantil nace siempre mal,
a la representación, más la aísla. […] pues es siempre exorbitante y extrema.
[este sobresalto defensivo del yo es Éste fue el gran descubrimiento que hizo
exactamente lo que Freud llama “re- abandonar a Freud la teoría del trauma
presión”. […] “reprimir” quiere decir, ante real como origen de la histeria. [Ya que]
todo, “aislar”. Lo que hace a la represión el propio cuerpo erógeno del niño pro-
radicalmente intolerable es el hecho duce el acontecimiento psíquico, pues
de haber quedado fundamentalmente es foco de una sexualidad rebosante,
separada de las otras representaciones asiento del deseo. Un deseo que entraña
organizadas de la vida psíquica; y pre- la idea de que algún día podría realizarse
cisamente esto hace que conserve, en en la satisfacción de un goce ilimitado y
el seno del yo, una actividad patóge- absoluto. Lo insoportable para el sujeto
na inextinguible.5 es, justamente, esta posibilidad de un
absoluto cumplimiento de[l] deseo.7
De este modo, al quedar aislada, la huella
de la experiencia traumática, adquiere Esta posibilidad de goce es vivida, en-
una sobrecarga de afecto inmanejable tonces, por el sujeto con un intenso sufri-
por el yo, y sólo se resuelve mediante la miento, que para mesurarse necesita de
vía de comprometer, una o varias partes “la creación inconsciente de fabulacio-
del cuerpo, con dolor; pues éste es me- nes, escenas y fantasmas protectores”.8
nos amenazante que la representación Es fácil comprender que en el surgimiento
intolerable, lo cual constituye el síntoma de la sexualidad infantil se encuentra
conversivo. Esta clase de histeria se re- siempre presente el complejo de Edipo,
el cual, el caso de la niña, corresponde a
dicho desarreglo psíquico; sin embargo, un proceso más complicado que en el del
niño; pues ésta deberá dejar su primer ob-
ciente para explicar los mismos síntomas jeto amoroso, la madre, para sustituirlo
en pacientes en los cuales no aparecía la

6
Ibidem, p. 41.
7
Ibidem, pp. 41 y 42.
5 8
Ibidem Ibidem, p. 42.
66
Adulterio e histeria. Aproximación a cuatro personajes literarios femeninos

por el padre, y en las mejores condicio- hay una pulsión relativa a la sexualidad
nes, dado el surgimiento de su conciencia difícil de controlar. A esta estructura
moral, el , renunciará a toda po- histérica, habrá que añadir el contexto his-
sibilidad del cumplimiento del deseo se- tórico y social, pues exacerba los efectos
xual con el padre, y previa agresión a represivos. En el caso de las cuatro pro-
la madre regresará a ella a través de la tagonistas habremos de decir, que sus
Por otra parte, en el de- matrimonios se han concertado sin amor
sarrollo de la etapa fálica del infante y ni atracción, su base ha sido un interés
frente a la “angustia de castración [ésta] de orden económico o social: son muje-
se convierte por un lado en un exceso res, por tanto, insatisfechas, quienes no
de erotización del cuerpo no genital y, tienen a su alcance ninguna forma de
por el otro, paradójicamente, en una realización personal, dadas las condicio-
inhibición de la sexualidad genital”.10 nes de la época.
Esta fragmentación del cuerpo erotizado, En el caso de Emma Bovary, los sín-
constituye la infelicidad y la búsqueda tomas propiamente histéricos aparecen
frustrante de la histeria, pues la fuente cuando, después del matrimonio, la mu-
de placer situada en la zona genital está jer se desencanta de la nueva realidad
cancelada, desde luego, por la represión que vive con Charles, su marido:
derivada de la prohibición del incesto.
Así, el síntoma histérico conversivo, Algunos días parecía atacada como por
una crisis de histérica verborrea, y a
parte del cuerpo o en cualquier otro ma- tales exaltaciones sucedían de impro-
lestar, tiene su origen, según Freud, en: viso embotamientos que la mantenían
en el más absoluto silencio e inmovili-
dad. Lo único que la reanimaba en tales
[...] un compromiso entre dos mociones
casos era derramarse un frasco de co-
pulsionares o afectivas opuestas, una
lonia por los brazos.12
de las cuales se empeña en expresar
una pulsión parcial o uno de los compo-
nentes de la constitución sexual, mien- Estos estados anuncian que desde el
tras que la otra se empeña en sofocarlos punto de vista literario y para dar lugar
[es decir] Un síntoma histérico corres-
ponde a un compromiso entre una mo- da a esa energía reprimida, que en esos
ción libidinosa y una moción represora.11 momentos compromete su salud corpo-
ral, mediante el adulterio: una trasgre-
La moción represora, desde luego super- sión muy grave en el orden moral y social
yoica, corresponde a los valores adquiri- en el siglo , todavía en el y, aun
dos en la educación moral a través de la hoy, en algunas culturas; trasgresión que
familia, que a su vez está sujeta a las ins-
tituciones y leyes sociales. Sin embargo, tivo. Después de una relación desbor-
dada con su amante, de la cual él sale

Sigmund Freud, op. cit., tomo , p. 120.


10
Juan David Nasio, op. cit.
11 12
Sigmund Freud, op. cit., tomo , p. 145. Gustave Flaubert, Madame Bovary, p. 101.
67
Fuentes Humanísticas 45 > Dosier > Alejandra Watty / Alejandra Herrera

huyendo, al saberse abandonada, ella pre- entonces, que la religiosidad de Emma se


senta los siguientes síntomas: esfume al comenzar una nueva aventura.
En el caso de Ana Karénina, el cua-
Emma lanzó un grito, se puso rígida y dro histérico propiamente dicho, se pre-
cayó de espaldas. senta en pleno adulterio, durante la gra-
[…] vedad en la que cae al dar a luz a la hija
Allí permaneció tendida, con la boca de su amante, el conde Alexis Vronski.
abierta y los ojos cerrados. Inmóvil y
En medio de ella, el narrador concede la
sionaba su aspecto, sobre todo si se
palabra a Ana, quien en un discurso en-
miraban sus manos crispadas. De sus trecortado, dice:
ojos caía un raudal de lágrimas, que aca-
baron por empapar la almohada.
[es decir, a su marido]… ¿No es extraño
y terrible que los dos se llamen Alexis?
En estas condiciones, inmóvil e insensi-
Pues Alexis no me lo rehusaría. Yo lo
ble, Emma permanece cuarenta y tres hubiese olvidado todo y él me habría
días. Al recuperarse decidió consagrarse perdonado… ¿Por qué no viene? Es bue-
por entero a la religión y a prodigar fa- no pero él mismo no sabe lo que es. ¡Dios
vores a los pobres. Quería ser una santa. mío qué angustia! Denme agua… ¡Pronto!
[…]
esta situación que: No te extrañe [dice a su marido], soy la
misma de siempre… Pero dentro de mí
[...] las histéricas se dedican al cuidado de hay otra, y la temo. Es esa otra la que amó
los enfermos, para ejercer su superioridad a aquel hombre y trataba de odiarte, sin
y ser tenidas como donantes. Esto les poder olvidar la que antes fuera… Ahora
soy yo misma, soy la verdadera…, toda yo
de su relación personal con Jesucristo […] me muero, lo sé […] Siento un peso
que las distingue de la gran masa de en los brazos, las piernas, los dedos… […]
creyentes.14 Sólo necesito una cosa: que me perdo-
nes, que me perdones de todo corazón.
Así lo percibía el cura de Yonville, quien […]
por un lado: “se maravillaba de aquella —Recuerda…, que sólo he deseado tu
religiosidad, si bien […] temía que aque- perdón… No pido más… ¿Por qué no
viene él? –miraba hacia la puerta del
lla exaltación pudiese acabar cayendo,
cuarto contiguo, donde estaba Vronski–.
por exceso de fervor, en la herejía, cuan- Acércate y dale la mano.16
do no en la extravagancia”.15 Esta cita
permite subrayar el carácter histriónico Esta cita es importante porque en ella,
y exaltado de la histeria. No es extraño aparece una escena dramáticamente his-
térica, única en la novela de Tolstoi, quizá
debida a la gravedad en que se produjo el
alumbramiento; pero sobre todo porque
Ibidem
14
Enrique Guarner, Psicología clínica y tratamiento
analítico, p. 107
15 16
Gustave Flaubert, op. cit., p. 281. León Tolstoi, Ana Karénina
68
Adulterio e histeria. Aproximación a cuatro personajes literarios femeninos

Ana se presenta disociada, –mecanismo dos, en medio de una procesión […] Y


de defensa propio de algunas personali- tres días con los pies abrasados por do-
lores que me avergonzaban, inmóvil en
el caso de la histeria–, dentro de ella co- una butaca! […] El mal subió de los pies
existen dos Anas, una buena y otra mala,
y sentí aquel terror pánico a la locura.18
por lo cual puede inferirse que la súplica
del perdón, así como el que los dos Alexis
Y la idea obsesiva: “Había sido ridícula,
división, y aunque en efecto los rivales es-
la atormentaba, el narrador describe
trechen sus manos, la situación no sólo
así la sensación: “Si quería huir de ella [la
en aquellos tiempos, sino incluso en estos
idea], se la recordaba sin cesar el dolor
días es un sueño, en términos genera-
de sus pies, que ardían, como abrasados de
les, poco realizable.
vergüenza; aquellos pies que habían sido
En Ana Ozores el síntoma conversi-
del público, desnudos una tarde entera”.
vo se presenta en muchas más ocasiones
Al igual que Ana Karénina, la Re-
que en Emma y Ana Karénina. Un ejemplo
genta también se siente disociada, pero
sería cuando el narrador omnisciente des-
a diferencia de la primera en la cual se
cribe esta situación:
presenta el episodio en que realmente
[Ana] Sintió un escalofrío y se sorpren-
está comprometida su salud, el alumbra-
dió con los dientes apretados hasta cau- miento; en Ana Ozores todos sus sínto-
sarle un dolor sordo. Pasó una mano por mas están relacionados con la insatis-
la frente; se tomó el pulso, y después se facción de sus deseos, pues Quintanar
puso los dedos de ambas manos delan- soslaya incluso la posibilidad de ser pa-
te de los ojos. Era aquélla su manera de dre. Y ése es un hueco tan grande para
experimentar si se le iba o no la vista.17 ella, comparable sólo al de haber sido
huérfana de madre. Todas esas caren-
En esta última frase, se advierte la fre- cias hacen que Ana sienta que va a per-
cuencia de estos síntomas. der la cordura:
También podríamos citar el males-
tar generalizado que presenta Ana, des- Con toda el alma creía Ana que iba a
pués de participar en las solemnes festi- volverse loca […] “Dios, como decía
vidades de la Semana Santa, cuando a ella, se le hacía migajas el cerebro”, y
pesar de la desaprobación social y de su entonces sentía un abandono ambiente
marido, vestida como nazarena caminó [sic
la atormentaban y producían pánico
descalza, por las calles de Vetusta. Así
[…] creía la Regenta que sus facultades
lo describe la protagonista en su diario:
morales se separaban, que dentro de
ella ya no había nadie que fuese ella,
Ana, principal y genuinamente, y tras
prostituida de un modo extraño […] Todo
Vetusta me había visto los pies desnu-

18
Ibidem
17
Leopoldo Alas, La Regenta, p. 54. Loc. cit.
69
Fuentes Humanísticas 45 > Dosier > Alejandra Watty / Alejandra Herrera

esto el vértigo, el terror, que traía la re- en dos de ellas, el disociativo que apa-
acción con gritos y pasmos periféricos.20 rece para encubrir una representación
sexual desmesurada y amenazante para
Hemos convenido en que la histeria es una la integridad de la psique. El llamado
forma de neurosis que aparece cuando, fantasma se presenta a través de una
la sobrecarga investida de afecto, toma escena o representación dramática que
con dolor una o varias partes del cuerpo; contiene: “una acción principal, protago-
pero cuando su curso va al exterior y se nista, y una zona corporal excesiva-
condensa en un objeto; en el caso de la mente investida [erotizada, sexualizada],
Regenta, temor a los sapos, entonces se fuente de angustia”.
hablará de una neurosis fóbica, misma Vale la pena detenernos en la infan-
que padece Ana en varios momentos de cia de estas protagonistas porque si la
la historia y que funcionará para dar ve- revisamos, podemos ver que en ningu-
na se observa la huella de una experien-
cuando el contenido de la representación cia traumática, en el sentido del abuso
sexual por parte de un adulto, sin embar-
recurrente se tratará de una neurosis ob- go, sí puede ubicarse el fantasma histé-
sesiva. En la personalidad de Ana Ozores, rico, especialmente en el carácter his-
aunque predomina la neurosis histérica, triónico y exaltado en algunas de ellas.
pueden observarse todos estos síntomas. Veamos cada caso.
Por su parte la Narradora21 de “La Flaubert presenta a Emma Bovary
última niebla”, también presenta un sín-
toma conversivo, digamos que leve en cia transcurrió en el campo. Se sabe que
comparación con las protagonistas del a esa edad, la joven ingresa a un conven-
siglo to y en él es educada por las monjas. Las
da, dice: “mi dolor de estos últimos días, actividades conventuales, las misas y
ese dolor lancinante como una quema- oraciones, según cuenta el narrador, la
dura, se ha convertido en una dulce tris- hicieron “languidecer suavemente bajo
teza que me trae a los labios una triste- el efecto místico que exhalaba el incien-
za cansada”.22 Debido a la estructura del so de los altares”.24 Además: “Las com-
cuento, en este caso, un cuento largo, paraciones parabólicas de prometido,
la autora no puede detenerse en repeti- esposo, amante celestial o matrimonio
das escenas como ésta, pero igual que celestial, que tanto se prodiga en los
en Emma Bovary, el síntoma histérico sermones, constituían para ella imáge-
incrementa la tensión narrativa, y da sali- nes que le inspiraban, en lo más profun-
da a esta presión mediante un amante. do de su espíritu, insospechados pla-
Podemos inferir que las cuatro mu- ceres”.25 Puede reconocerse, en esta
jeres presentan el síntoma conversivo y, cita, que Emma tiene una desbordante

20
Ibidem
21
Escribiremos Narradora con mayúscula para Juan David Nasio, op. cit.
24
referirnos al personaje, pues no tiene nombre. Gustave Flaubert, op. cit.
22 25
María Luisa Bombal, “La última niebla”, p. 17. Ibidem, p. 64.
70
Adulterio e histeria. Aproximación a cuatro personajes literarios femeninos

imaginación y se siente satisfecha, es- que pretende sustituir las insatisfaccio-


tas fantasías que le provocan placer, ge- nes que provienen de la realidad. Veamos
nerarán más adelante los síntomas his- en qué consiste:
téricos, pues la fantasía nuca es igual a
la realidad.
No obstante, del fervor religioso, terior, llega el hombre a adquirir poco
pronto pasará a la lectura de novelas de a poco una exacta noción de lo real y
amor –que entraban al convento furti- adaptar su conducta a aquello que hemos
convenido en denominar “principio de
vamente a través de una lavandera–,
la realidad”, adaptación que le fuerza a
las cuales generaban en Emma todo un renunciar […] a sus tendencias hedonis-
mundo imaginario. La muerte de la ma- tas […] Pero todo renunciamiento al pla-
dre desata lágrimas y a pesar de los en- cer ha sido siempre doloroso para el
cargos fúnebres que hace al padre, pa- hombre, el cual no lo lleva a cabo sin ase-
rece que sufre de manera sublime: gurarse cierta compensación. Con este

[...] se sentía más bien satisfecha en su quica [llamada] fantasía, en la que el


intimidad, al comprobar que había lle- individuo a través de satisfacciones ima-
gado tan pronto a ese raro ideal de ginarias experimenta placer y continúa
las existencias melancólicas, nunca al- gozando de una libertad a la que la coer-
canzado por los corazones mediocres. ción exterior le ha hecho renunciar.27
[Pasado un tiempo la vemos] sorpren-
diéndose de sentirse tranquila y sin más Desde luego, este es el caso de Emma
tristeza en el corazón que arrugas en Bovary, la Regenta y especialmente de
la frente.26 la Narradora de “La última niebla”. Las
dos primeras son lectoras y la lectura
contribuye, aún más, a la elaboración
entonces, que al igual a sus otros intere- fantástica de mundos en los cuales se
ses, pronto se diluye la emoción produ- sienten menos desprovistas de lo que ca-
cida por el duelo, pues sólo le sirvió para da una añora. En contra parte, la Narra-
sentirse protagonista de sentimientos dora no lee, al principio se contenta con
nobles y sublimes, pero la muerte de su el goce sensual de la naturaleza, que

nada. Así, la joven Bovary se aburre de En cuanto a los primeros años de


Ana Karénina se sabe poco, menos si
si desata su ensoñación, si puede cons-
truir en la imaginación un mundo supe- la presenta ya casada y con Sergio, su
rior al real. hijo de ocho años. Lo más que se sabe de
En la histeria hay una tendencia muy su vida anterior al matrimonio, es cómo
señalada a la fantasía, cabe ahora aclarar éste fue arreglado por la condesa Lidia,
qué fenómeno es éste. Siguiendo a Freud, su tía, quien ejerció cierta presión en el
se trata de un mecanismo de defensa

27
Sigmund. Freud, “El arte y la fantasía inconscien-
26
Ibidem, p. 67. te”, p. 81.
71
Fuentes Humanísticas 45 > Dosier > Alejandra Watty / Alejandra Herrera

magistrado Karenin, lo que hace suponer corrió como pólvora, y la sociedad de


que era huérfana. Loreto y Vetusta se enteró, lo que oca-
En cambio, Leopoldo Alas, Clarín, sionó en ella una serie de emociones en-
presenta detalladamente la niñez de Ana contradas, incapaz de manejar.
Hemos mencionado ya, que la expe-
murió la madre, una modista italiana que riencia traumática deja de tener valor,
no era bien vista por la familia Ozores. y lo relevante es la forma en que se vive
Su padre, don Carlos, era republicano y en el inconsciente del sujeto. Éste es el
liberal, motivo por el cual tuvo que mar- caso de Ana, pues no fue la aventura, sino
charse y encargar a su pequeña hija con la repercusión grupal que la marcó más
un aya, llamada Camila. Se trataba de una allá del propio hecho, incluso generando
mujer libertina e hipócrita cuyo amante en la joven pensamientos obsesivos:
“turbaba no pocas veces el sueño de su
inocencia”.28 Cuando ya nadie pensaba en tal cosa,
de la pequeña Ana, debido a que la niña pensaba ella todavía, y confundiendo
percibía el carácter libidinoso en las mi- actos inocentes con verdaderas culpas,
radas de aquel hombre.
gran injusticia, que era la ley del mun-
Pensamos que en el caso de Ana
do, porque Dios quería; tuvo miedo de
Ozores, sí se puede hablar de un trauma lo que los hombres opinaban de todas
vivido en la infancia, se trata de una ex- las acciones, y contradiciendo podero-
periencia, la cual consiste en una acción sos instintos de la naturaleza, vivió en
inocente y mal interpretada por los perpetua escuela de disimulo, contuvo
adultos. Estando la niña con su aya en los impulsos de espontánea alegría; y
el puerto de Loreto, tenía un amigo, ella, antes altiva capaz de oponerse al
Germán, quien era el protagonista, en la mundo entero se declaró vencida, siguió
imaginación de Ana, de todas las aven- la conducta moral que se le impuso, sin
turas que leía –habrá que recordar el discutirla, ciegamente, sin fe en ella, pe-
papel compensatorio que tiene la fan- ro sin hacer traición nunca.
tasía–. Una noche, Ana invita a su ami-
go a un paseo nocturno en una barca, La cita anterior presenta el cambio que
se trataba sólo de ver la luna y contar se generó en la personalidad de Ana y
cuentos, sin ninguna otra intención. Este cómo repercutió en su memoria: aunque
episodio dio lugar a que doña Camila ya nadie se acordaba del asunto; ella, sí.
interpretara con maldad que la niña, La experiencia de la barca, no le produce
obedeciendo a la herencia vulgar de su un trauma, sino la recepción que tuvo en
madre, había manifestado sus malos ins- la familia y allegados. Bien a bien, ella no
tintos a tan temprana edad. Hasta Ve- entendía lo retorcido y oscuro de la inter-
tusta llegó el chisme y escándalo, pues pretación de la libidinosa aya, pero sí la
la aya dio aviso a las hermanas de don percibía como algo turbio y pecaminoso.
Carlos. La inocente travesura de la niña Será necesario recordar que en esta clase

28
Leopoldo Alas, Clarín, op. cit., tomo 1, p. 76. Ibidem, p. 81.
72
Adulterio e histeria. Aproximación a cuatro personajes literarios femeninos

de traumas hay una carga excesiva de la primera aparece en labios de su mari-


contenido sexual, y aunque Ana no lo do y primo, Daniel, recién el matrimonio:
sabe, lo intuye.
En este sentido, como efecto, su- —Te miro y pienso que te conozco de-
puestamente de haber hecho algo prohi- masiado… […]
bido, surge una tensión entre lo inge- —Hasta los ocho años, nos bañaron a
nuamente deseado y la represión social un tiempo en la misma bañera […] No
necesito ni siquiera desnudarte. De ti
que se acrecienta en una sociedad ce-
conozco hasta la cicatriz de tu operación
rrada, regida por los convencionalismos de apendicitis.
como la expuesta en La Regenta por
Clarín, en el siglo ; y tratándose de Dice, desencantado, Daniel a su nueva es-
una mujer, la personalidad después de la posa. Casi para terminar el relato escu-
maledicencia quedará decididamente de- chamos lo que señala la protagonista:
bilitada y sometida al superyó. Por eso,
en adelante, Ana reprime sus impulsos Si no fuera por un olor a éter y a de-
y obedece las normas morales y sociales sinfectante, me creería en el locutorio
de su entorno, lo cual suprime en ella del convento en que me eduqué. He
todo gesto y rastro de autenticidad, pues aquí el mismo impersonal y odioso mo-
de lo que se trata es de integrarse al blaje, las mismas ventanas, altas y des-
grupo, para no perder el afecto familiar nudas, dando sobre el mismo parque
y la reputación social. Freud, en barroso que tanto odié.
lestar en la cultura menciona que:
Resulta inquietante cómo las dos citas
[...] la severidad del superyó […] es conti-
nuación de la severidad de la autoridad la Narradora están ligados a hospitales
externa, revelada y en parte sustituida y, por tanto, al dolor, a la enfermedad y
por ella. Ahora vemos el nexo entre la en última instancia a la muerte. En la su-
renuncia de lo pulsional y la concien-
cia moral. Originariamente, en efecto, la
renuncia de lo pulsional es la consecuen-
to nos enteramos que ha visitado a una
cia de la angustia frente a la autoridad
externa; se renuncia a satisfacciones pa-
prima de su marido en el hospital de la
ra no perder su amor. ciudad cercana a la hacienda dónde vive.
Pero ¿cuál es la causa que sostiene esa
En el caso de la Narradora, sin nombre, de vivencia de su infancia? Quizá la autora y,
“La última niebla”, la encontramos, como
a Ana Karénina, ya casada. No se sabe
cómo fue su infancia ni se menciona a sus tenemos es que ella se educó en un
padres. Las dos referencias a esa etapa convento, tal vez ahí fue internada, pero
de su vida, que encontramos en el texto,

María Luisa Bombal, op. cit., p. 10.


Sigmund Freud, op. cit. , tomo Ibidem,
73
Fuentes Humanísticas 45 > Dosier > Alejandra Watty / Alejandra Herrera

desagradable y opresor, que sólo sería que en ellos aspiraciones humanas se han
recordado al visitar un sanatorio, diez plasmado de la manera más intensa y
años, después, de infeliz matrimonio. Si pura, y por eso […] más unilateral.
retomamos la teoría de que un trauma Otro punto de concordancia es que el
superyó de la cultura, en un todo como
se da por exceso o carencia de afecto,
el del individuo, plantea severas exi-
la Narradora revive los años infantiles
gencias ideales a cuyo incumplimiento
cargados de afectos desagradables y, por es castigado mediante una “angustia”
lo tanto, traumáticos. De cualquier ma- de la conciencia moral.
nera, no hay una experiencia traumática
sexual que perciba el lector en los hechos. Veamos, cómo se conforma el triángulo
Podemos concluir en cuanto a estas amoroso constituido por las protagonis-
protagonistas que el trauma exterior, no tas, maridos y amantes. Cuáles son las
es registrado en ninguno de los textos, y causas que propician la trasgresión moral
que sólo en Ana Ozores, puede advertir- y social, de qué manera son compensa-
se cierta huella traumática referida a la das en la relación marginal. Hemos dicho
represión social de cualquier manifesta- ya que los cuatro matrimonios se reali-
ción cercana a la sexualidad, pero, sobre zan sin amor, lo cual condena de entrada
todo, en cuanto a la maledicencia. Esto es la unión a la insatisfacción. Sin embargo,
lo que explica, justamente, la histeria de se registra en los maridos, sobre todo en
las otras: el surgimiento de la sexualidad aquéllos de las novelas del , una cierta
en una sociedad opresora que cierra las satisfacción referente a sus esposas: son
puertas del gozo sensual, especialmen- mujeres bellas y atractivas, quienes ad-
te, a las mujeres. Si la sexualidad, como quieren el papel de objeto decorativo, de
dice Nasio, surge siempre mal, frente a acompañantes socialmente aceptadas.
tal represión se presenta de manera más Este no es, sin embargo, el caso de la
complicada, en el caso de las mujeres; Narradora de “La última niebla”. ¿Qué
pues esa pulsión será vivida como culpa impulsa a éstas cuatro mujeres a come-
y requerirá ser purgada a través de un ter adulterio? Habrá que recordar que
castigo. Aquí vale citar la comparación desde Aristóteles no hay fábula sin tras-
que hace Freud con el desarrollo del gresión. En primer lugar, encontramos
superyó individual y colectivo: que el ambiente social circundante, cie-
rra toda posibilidad de realización a las
La analogía entre el proceso cultural mujeres. Sólo en la novela de Tolstoi se
y la vía evolutiva del individuo puede
advierte la discusión, desde luego entre
ampliarse en un aspecto sustantivo. Es
lícito aseverar, en efecto, que también
hombres, de la posibilidad de instruir a
la comunidad plasma un superyó, bajo las mujeres. Cuando Ana Ozores preten-
de escribir se le ridiculiza comparándo-
la cultura […] El superyó de una época la despectivamente con George Sand.
cultural tiene un origen semejante al En este contexto las mujeres sólo tienen
de un individuo: reposa en la impresión
que han dejado tras sí grandes perso-
nalidades conductoras, hombres de
fuerza espiritual avasalladora, o tales
Sigmund Freud, op. cit., tomo
74
Adulterio e histeria. Aproximación a cuatro personajes literarios femeninos

opciones cerradas: el convento, la reli- […] la histérica siente la necesidad de


gión, el matrimonio y, en consecuencia, aparecer como más de lo que es (frente
la maternidad. Habrá que subrayar que a sí misma y ante los demás), de ahí
durante el siglo , en Francia, Rusia, el aumento de la labilidad afectiva [es
decir, los frecuentes cambios de humor],
España y, por tanto, en América Latina,
el predominio de la fantasía, la falta de
la sociedad se regía por apariencias, las
veracidad, los frecuentes caprichos y
normas podían violarse siempre y cuan- sobre todo el egoísmo, el cual mueve a
estas personas en la vida.
cie. Se trata, pues, de una doble moral
que propicia en las clases aristócratas y Tal conceptualización de la histeria se
burguesas el chisme y la maledicencia. aplica a Emma, precisamente por la ines-
Baste un ejemplo de la alta sociedad de
la Rusia de Ana Karénina:
presamente cuando nace su hija. Esta
La conversación empezó de una mane-
ra agradable, pero era demasiado insus-
su incompletud y castración. Por eso,
tancial para que pudiera mantenerse.
Por tanto, hubo de recurrirse a un re-
deseaba un varón, y al tener a la niña, la
entrega de inmediato a una nodriza y
nunca falla: la maledicencia. casi no tiene trato con la pequeña. Emma
es incapaz de tolerar no tenerlo todo.
Este es, pues, el contexto donde se rea- Frente a la frustración de la realidad se
lizan los enlaces, y en el cual, como si se aburre y abandona lo real para encontrar
tratara de un cultivo prolifera la histeria, goce en sus fantasías. En este contexto
sus síntomas y la trasgresión. entra Rodolphe, un hombre joven y rico,
Emma Rouault está casada con de fuerte personalidad, todo lo contrario
Charles Bovary, médico sin título que ad- a Charles, quien conquista a Emma, co-
quiere cierto reconocimiento en su natal mo el seductor experimentado que era.
Tostes. A los pocos meses de matrimo- Ella se vuelca absolutamente en él, y si-
nio Emma se aburre, no encuentra nin- guiendo sus más puras fantasías, le pro-
guna satisfacción en su relación ni en pone escapar, llevando con ellos, incluso
las actividades domésticas que la ocu- a su pequeña hija. La propuesta asus-
pan. La exaspera enormemente la me- ta a Rodolphe, porque en sus planes no
diocridad y conformismo de su marido. estaba asumir ninguna responsabilidad.
No le da los lujos que ella cree merecer, Así que previa carta de despedida dirigida
pues aunque sea la hija de un granjero, a Emma, desaparece de Yonville. Es aquí
ella desea más. La realidad siempre es donde se presenta el brote histérico que la
menor y diferente a lo que aspira. discapacita y la religiosidad que surge en
Dice Enrique Guarner, siguiendo la ella, mencionada en páginas anteriores.
fórmula de Kart Jaspers, que: La religiosidad de Emma se esfuma-
rá al comenzar una nueva aventura. Es

León Tolstoi, op. cit Enrique Guarner, op. cit.


75
Fuentes Humanísticas 45 > Dosier > Alejandra Watty / Alejandra Herrera

ésta, de las cuatro protagonistas, la úni- parte de su vida cotidiana. Sin embargo,
ca que tendrá dos amantes. Se trata de la relación entre Karenin y su mujer era
León, el joven escribano enamorado distante, ya que éste “dedicó […] a su
de ella, que conoció en Yonville; quien mujer todo el afecto de que su naturale-
pasado el tiempo estudia en Rouen la za era capaz, […] Este afecto excluyó de
carrera de abogado. En adelante, la vi- él toda apetencia de intimidad”. Des-
da de la joven se convertirá en una lar- pués del enamoramiento surgido entre el
ga serie de embustes y endeudamientos conde Vroski y Ana, es realmente cuan-
para poder trasladarse a Rouen, y los sín- do se ve la interacción entre ella y su
tomas histéricos desaparecerán, pues marido. Éste se muestra obviamente
estará, por un lado, satisfecha con su enojado, y frente a los ojos enamora-
amante y, por el otro, la necesidad eco- dos de Ana en torno a Vronsky, todos los
nómica para realizar sus viajes ocupará
su mente y sus actos. Pero la desespera- cierto, Karenin aparece más preocupa-
do por el “qué dirán” y no por su propio
suicidio. Cuando Emma comprueba que
ni su belleza ni su fuerza seductora ha- mar que fuera un hombre de mala entra-
rán que encuentre la solidaridad de sus ña, simplemente no la deseaba, y la falta
amantes, ni de absolutamente nadie, sin de intimidad entre él su pareja, posible-
dar explicación a su marido por llevarlo mente generaron que el enamoramien-
a la ruina, decide tomar arsénico para to entre Ana y Vronski surgiera de ma-
acabar con su vida. El veneno la hace nera descontrolada.
montar una escena de convulsiones, vó- El narrador presenta al marido como
mito y contracciones dolorosas que la un hombre de valores que se debate
harán morir como vivió, en la exalta- entre el espíritu cristiano del perdón y su
ción, sin serenidad. miedo al rechazo social, recordemos la
En el caso de Ana Karénina, sabe- colectividad del superyó:
mos que el matrimonio fue arreglado
por su tía para que la unión se diera en- Además de la elevada fuerza moral que
tre su sobrina y el exgobernador Karenin, le guiaba interiormente, había otra tan
hombre veinte años mayor que Ana y fuerte, si no más, que guiaba su vida, y
quien no manifestaba interés por casar- esta segunda fuerza no podía darle la
paz espiritual que tanto deseaba.
se. Gracias a un comentario de su her-
mano Esteban Arcadievich, sabemos que
Incluso entre los empleados de la casa
la equivocación de ella fue casarse sin
Karenin, había burlas y comentarios iró-
conocer el amor. En otras palabras, creyó
nicos sobre la situación que ahí se vivía.
que amaba a su marido, pero se da cuenta
Debido a lo penoso de la situación vivida
de que no es así cuando conoce a Vronski.
por los tres, Ana cambia: del amor y ne-
Antes vivía una vida tranquila y decorosa,
cesidad del perdón de su marido, pasa a
yarse que Ana y Karenin pertenecen a
la aristocracia; de ahí que para ambos;
los viajes, la servidumbre, los lujos son León Tolstoi, Ana Karénina, p. 500.
Ibidem, p. 417.
76
Adulterio e histeria. Aproximación a cuatro personajes literarios femeninos

un rechazo absoluto; recordemos la labi- protagonistas, no sabe qué curso dar a


lidad, lo cambiante, del carácter histéri- su sexualidad. De este modo, se refugia
co, que incluso, de manera absurda, la en la religión, en las lecturas de san Juan
hace rechazar el divorcio. El repudio so- de la Cruz y santa Teresa. El Magistral, don
cial que esto le genera, estropea la re- Fermín, adquiere en su vida un papel muy
lación con Vronski, quien realmente la relevante. Es su rector y padre espiritual.
ama, pero no tolera las escenas de celos A través del confesionario se entabla una
ni el carácter posesivo y controlador de
ella. La obsesión de la joven por ser aban- ro, él se enamora de ella, a tal grado es
su pasión que los celos lo hacen perder el
equilibrio. Hay por otra parte un amigo
estropea la relación con su amante a tal del marido, don Álvaro Mesía, seductor
grado que decide suicidarse. Es curioso, consumado, hipócrita, sin ningún susten-
el día en que Ana y Vronski se conocen to moral, en quien Ana construye sus
hay un accidente en la estación de tre- fantasías amorosas, y la relación entre
nes en Moscú: un chico es atropellado ellos es propiciada incluso por el marido.
y muerto en las vías. Justo en ese lugar, Sin embargo, cuando Ana se da cuenta
decide Ana terminar sin vacilaciones de que el Magistral está enamorado de
con su vida. Parece como si en medio de ella, ésta entra en una crisis generada por
las dos muertes se hubiese dado la rela- la magnitud de la falta, la cual acaba, en
ción entre ellos: el germen de la relación un desafío social al participar en la ce-
lebración de la Semana Santa; para dar
Ana Karénina. gusto a su confesor por haber pensado
El triángulo de Ana Ozores, es más mal de él. Poco tiempo después, Ana se
complicado, pues si bien está casada con deja seducir por don Álvaro, y será el Ma-
Víctor Quintanar, y como lo hemos des- gistral, quien con base en intrigas hará

de una relación únicamente social, la Después el duelo entre Álvaro y don Víctor
joven es su acompañante en el “alto terminará con la vida de este último. Ana
mundo” en que se mueven. Ana no lo ama- Ozores no muere, era demasiado religio-
ba pero, según el narrador omnisciente sa para terminar con su vida mediante
ella pensaba así: “No le amaba, no; pero el suicidio. El destino de ella, quizá es
procuraría amarle”. más complicado. Al ser despreciada por
Sin embargo, don Víctor no se preo- el confesor, Ana cae desmayada en la
cupa mucho por su mujer. Además su catedral, y Celestino, el sacristán, la besa.
Cuando se recobra, tiene la sensación
Calderón, más su delirio por la caza, y su repugnante de la panza de un sapo en
carácter cercano a lo infantil, impiden la boca –recordemos su fobia por este
que su joven esposa se sienta atendida La Regenta.
como mujer: Ana, como las otras tres El lector puede inferir que Ana Ozores
sufre una caída social a un pozo sin fon-
do, al ser presa del desprestigio y tal
vez de la locura, dado su frágil carácter.
Leopoldo Alas, Clarín, op. cit.
77
Fuentes Humanísticas 45 > Dosier > Alejandra Watty / Alejandra Herrera

El chisme y el repudio en su entorno A menudo se escucha que la histeria


colocarán a la Regenta como un ser mar- de conversión era propia del siglo ;
ginal, de la peor especie de alimañas. sin embargo, nosotras pensamos, que
Como Ana Karénina, la Narradora mientras se presenten las condiciones
de “La última niebla”, al iniciarse el sociales opresivas como en ese siglo, es-
relato aparece ya casada. La diferencia ta clase de histeria saldrá a luz. No es
entre ellas es que mientras aquella tiene arbitrario señalar el caso aparecido en
años ya de matrimonio, ésta acaba de nuestro país, en la ciudad de Chalco,
casarse. La hostilidad de su marido hacia Estado de México, en donde, en un in-
la Narradora, aparece desde el momen- ternado de cuatro mil alumnas regidas
por cuarenta religiosas, seiscientas de
venida a menos, de él. Todo indica al ellas dejaron de caminar, fenómeno que
lector la falta de amor entre ellos: él se atribuía a enfermedades infecciosas, y
se casa con ella porque no quiere estar
sólo, después de su viudez; y ella, según dieron como resultado una histeria con-
Daniel, para salvarse de la soltería. Lo versiva colectiva. A mayor represión so-
que diferencia, el adulterio de esta jo- cial, en términos de sexualidad, la pul-
ven, es que el de ella, no es real, sólo se sión sexual saldrá en cualquiera de los
fragua en su fantasía. Recordemos la caminos señalados, comprometiendo una
compensación ideal que provoca la fan- parte del cuerpo, o través de una angus-
tasía, frente a la hostilidad e insatisfac- tia exterior como sería una fobia o me-
ción de la realidad. Pero no es una en- diante ideas obsesivas.
soñación momentánea, ella la hace durar Podemos deducir que éste es el
años. Toda actividad cotidiana la moles- caso de Emma Bovary, Ana Ozores y la
ta porque la distrae de sus estados ima- Narradora de María Luisa Bombal. No es,
ginarios –habrá que recordar el espacio sin embargo, el de Ana Karénina, quien
habitado por el fantasma freudiano–, desde su encuentro con Vronsky y el
la cual está provista de argumentos y embarazo producto de su adulterio, tie-
escenarios, ahí hay desencuentros y re- ne que dedicarse a recomponer su mun-
conciliaciones, la construcción fanta- do exterior, a romper con normas morales
siosa es tan real, que incluso el lector, y reglas sociales, a Karénina no le falta
por momentos, cree en su existencia. valor. Pareciera tener una fuerza interior
Esta ambivalencia formulada en el plano la cual le impide renunciar al amor. Po-
narrativo demuestra la calidad y origina- dríamos decir, que de las cuatro es la
lidad de su autora. Igual que la Regenta, menos histérica, aunque no podemos
la Narradora tampoco muere, a diferen- soslayar que para enfrentar el repudio so-
cia de aquella no tendrá que pagar ningún cial y la idea obsesiva del abandono de
precio social. Al ver su fantasía destrui-
da, trata de arrojarse bajo las ruedas
de un coche; pero, su marido la detiene. se suicida.
Ella continuará, para vivir la muerte en
vida, condenada a la repetición de los
días sin ilusión y sin remedio.
Confrontar Nashyela Loa, “Histeria colectiva”.
78
Adulterio e histeria. Aproximación a cuatro personajes literarios femeninos

Esta fuerza de espíritu, no la tienen Luis Etcheverry. Buenos Aires, Amo-


Emma Bovary, Ana Ozores ni la Narra- rrortu, 2005.
dora de “La última niebla”. A las dos . “El malestar en la cultura”.
primeras las vemos pasar de la religión a . Tomo , Buenos
las lecturas, de éstas a la fantasía y de allí Aires, Amarrout, 2005.
como hemos visto al adulterio, en aras
de satisfacer una necesidad imposible de nidad”. . Tomo ,
satisfacer, que es la lucha de toda fan- Buenos Aires, Amarrout, 2005.
tasía histérica. Además, ninguno de los . “El arte y la fantasía in-
amantes las ayuda en el peor de los tran- consciente”. Adolfo Sánchez Váz-
ces, todos ellos corresponden a una quez, Antología. Textos de estética y
elaboración ideal, difícil de conciliar con teoría del arte. México, Universidad
su verdadero ser. El caso de la Narra-
dora de “La última niebla”, es distinto (Lecturas universitarias, 14)
porque ahí el amante es auténticamente Guarner, Enrique. Psicopatología clínica
una elaboración fantástica, que en úl- y tratamiento analítico. México, Po-
tima instancia procura una serie de pla-
ceres que si no se pueden dar en la vida Lukács, Gëorg. Problemas del realismo.
real, se construyen en una realidad al- Traductor Carlos Gerhard. México,
ternativa donde se salva la personalidad
del caos autodestructivo. Nasio, Juan David. .
Podemos concluir, entonces: las cua-
tro son mujeres, pese a sus luchas por Paidós, 2008.
tener una existencia más plena, son pro- Tolstoi, León. Ana Karénina. Traductores
fundamente infelices. L. Sureda Goytó y Alfredo Santiago

Bibliografía
Cibergrafía
Alas, Leopoldo, Clarín. La Regenta. México,
Universidad Nacional Autónoma de Loa, Nashyela. Histeria colectiva. http://es.

Bombal, María Luisa. y ADA (consultado en enero de 2012)


La amortajada Tomsich, María Giovanna. Histeria y na-
. http.//bib.cer
de bolsillo) vantesvirtual.com/servlet/ (consulta-
Flaubert, Gustave. Madame Bovary. Tra- do en enero de 2012)
ductor Julio C. Acerote. Barcelona, Otero, Francisco. Las cartas de Freud a
Fliess: el caso Dora, la historia y la no-
Freud, Sigmund. “Fragmento de análisis vela
de un caso de histeria (Dora)”.
Completas. Tomo . Traductor José

También podría gustarte