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Consideraciones de Agustín de Hipona sobre el Logos.

Agustín de Hipona, en su escrito Confesiones, advierte que leyó en “los libros de ciertos platónicos”, el
comienzo del evangelio de Juan, no con las mismas palabras pero si con el mismo sentido. Agustín al
citar dicho evangelio para dar cuenta de ello, usa la palabra latinaverbo, que significa “palabra”, como
traducción de la palabra griega logos, la cual es más rica semánticamente.Ya autores cristianos
platónicos, habían identificado a este logos con el Hijo de la Trinidad cristiana, o sea con el verbo
encarnado tal es el caso de Mario Victorino, quien seguramente sea el traductor al latín de aquellos libros
que menciona haber leído Agustín. Observa que el logos hace a veces del nous del sistema platónico, sin
implicar una alteridad, sino que conforma una única realidad que reúne las 2 hipostasis (uno y nous) sin
alteridad; esa realidad será la Trinidad, ese algo que dice Agustín haber leído en los textos platónicos y
refieren al comienzo del evangelio de Juan, haciendo cierta analogía entre dos cosas. Pero aclara que no
leyó en los libros de los platónicos sobre la encarnación del verbo, que era la luz en las tinieblas y era el
mismo hijo encarnado.
Entonces advierte que si Dios hizo todas las cosas conforme al logos, el modelo o paradigma de
creación de todo es el logos, o sea el verbo que luego se encarnase en Cristo, y así lega para toda la Edad
Media la identidad entre el logos cristiano y el mundo idetico de Platón, que como el logos cristiano es
perfecto, inmutable y eterno, y en la doctrina platónica sirve como modelo o paradigma del cual
participa, es copia y semejanza todo el mundo sensible. De esta manera el mundo creado participa a la
manera platónica del logos.
En su escrito Acerca de las ideas, Agustín al definir las ideas, las caracteriza como a este logos o verbo,
o podríamos decir que las ubica en el logos, contenidas en la inteligencia divina como eternas, estables
que permanecen siempre del mismo modo, ya que ellas “ni se originan ni perecen y conforme a ellas es
formado todo lo que puede originarse y perecer, y todo lo que se origina y perece.” De esta manera las
ideas actúan como un paradigma y modelo de todo lo que puede originarse y perecer, tal cual como
sucede con respecto al logos.
Más adelante Agustín habla de cómo conocemos estas ideas, las cuales traduce como formas, especies o
dice que no estaría mal llamarlas razones. Trata entonces la cuestión de la reminiscencia como en
Platón, pero con la salvedad que Agustín no se menciona una preexistencia del alma que recuerda las
ideas que ya conoció en otro plano, sino que reconoce, hay un reconocimiento interior, y solo puedo
conocer las ideas volviéndome a mí mismo, porque en mi interior esta Dios en cierta manera; habita en
mi alma una luz, ese logos o maestro interior; se trata de una presencia sobrenatural, un maestro interior,
que es el logos, la presencia de lo eterno en el alma (pero no es el alma) que ilumina las ideas para que
estas puedan ser vistas por el alma, por el aspecto racional del alma. Se trata de una asistencia de la
gracia lo que permite que el alma humana conozca. El logos ilumina las ideas para que mi intelecto las
vea. Aquel aspecto racional del alma capaz de intermitir y ver las ideas iluminadas por la gracia ha de
ser santo y puro para que ello ocurra; y este conocimiento depende de que la gracia asista a una voluntad
que esta bien orientada.
Que mi intelecto vea las ideas depende de hacia dondeesté orientada mi voluntad, la voluntad tiene que
estar bien orientada y así determina mi conocimiento. La voluntad determina el conocimiento, ya que la
dirección de la voluntad opera sobre el conocimiento y la capacidad de conocer. Que la voluntad esta
bien orientada quiere decir que esté orientada hacia el bien supremo, hacia la verdad, hacia Dios, y solo
en tal caso será el alma asistida por la gracia divina, ilumine las ideas y estas puedan ser vistas. De esta
manera el alma racional, el aspecto superior del alma, tiene la capacidad de intuir (captar directamente
las ideas), pero para ello debe ser santa y pura, o sea que su voluntad se oriente al bien supremo,
entonces será asistida por la gracia divina que iluminara las ideas para que el alma las pueda captar.
Al final del fragmento del evangelio de Juan, citado por Agustín que cree haber leído en los platónicos,
dice: “y la luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la comprendieron”. Puede que aquí Agustín haga
referencia a quienes no comprendieron a Cristo por no tener su voluntad bien orientada, no ser santos y
puros.

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