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A Juan Luz
3
ÍNDICE
PRÓLOGO: DE LA SOCIEDAD
PENSAMIENTO
EL RETINTÍN DE MEDIODÍA
La Claridad
La Racionalidad
EL COLOR DE LA TARDE
La Profundidad
La Interioridad
FUÉRAMOS CULTOS
SENTIMIENTO
MATERIALES ETERNOS
Para Ser Frescos
MATERIALES INTEMPORALES
Afectos Cálidos
MATERIALES FECHADOS
Sentimientos Pensamentales
4
CONCIENCIA
LA VIDA ES UN MOVIMIENTO
Atmósfera
LA PERCEPCIÓN ES UN DETENIMIENTO
Renacimiento
La Incultura Científica
EL ALMA DEL ESPEJO
PERCEPCIÓN
LO CERCA TÁCTIL SENTIMENTAL
Hostilidades
LO LEJOS VISUAL PENSAMENTAL
El Espejo del Alma
SENSIBILIDAD
SENSIBILIDAD Y SENSATEZ
La Estética
ESTILO Y ACTITUD
SEAMOS CURSIS
INTELIGENCIA
LA TONTERÍA
Vapor de Acero
Y LA CULTURA DÓNDE ESTÁ
El Yo de la Cultura
El Bulto del Individuo
POSE
Lo Natural y Lo Artificial
LA ÉTICA DE LAS COSAS
PRÓLOGO: DE LA SOCIEDAD
más como un cuento que sube y baja sin detenerse mucho, que
como un reporte con inciso uno y subinciso uno punto uno,
para respetar la naturaleza de su objeto.
Para hacer esto, el presente texto toma los vocablos
que se aceptan como propios o cuando menos como afines a la
psicología, tales como los ya mencionados pensamiento y
sentimiento, y asimismo conciencia, así como percepción e
inteligencia, y con ellos se propone averiguar en qué
consisten cuando no son considerados como fenómenos
individuales, sino como acontecimientos exteriores a los
individuos, esto es, describir, por ejemplo, cómo se
comporta el pensamiento cuando el pensamiento está en la
sociedad. Y, según se sabe, la sociedad, por caso una
ciudad, con sus plazas y su campanario y sus calles y sus
transeúntes, o por caso la historia, con sus generaciones,
anécdotas, obras, escándalos y siglos, no tienen cosas
tales como cerebro ni neuronas ni hacen sinapsis, de manera
que dicho pensamiento debe existir de otro modo, por
ejemplo pensándose con distancias, escaleras, colores,
recorridos, peatones, aire y otras cosas, y no obstante ser
estricta y exactamente un pensamiento, y de hecho, éste es
el pensamiento originario de donde se deriva eso que ya
luego se le denomina pensamiento dentro de los individuos.
Y así también, de manera muy curiosa, da la impresión de
que la psicología, sobre todo la más difundida, siempre les
da la vuelta y se escabulle de sus propios objetos: promete
que los va a estudiar y acto seguido se pone a estudiar
otras cosas más fáciles con la expectativa de que nadie se
va a dar cuenta, o con la expectativa de que al final todos
crean que eso era la psicología, que es aquello que en
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PENSAMIENTO
EL RETINTÍN DE MEDIODÍA
La Claridad
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La Racionalidad
El pensamiento se hace de las cosas miradas. El lenguaje,
por ejemplo, es al mismo tiempo pensamiento y al mismo
tiempo cosa, y a esta distancia de las visiones audibles,
las palabras son más bien de tonos altos que apagados,
secos que mullidos, retintineantes que sordos; Kandinsky
diría que amarillas7 y si no alegres, cuando menos
animadas, y perfectamente claras, distinguiéndose unas de
otras y sonando cada una con todas sus sílabas, como con
exacta dicción. Un lenguaje así de claro que se oye cuando
la distancia es la correcta y no hay nada que lo confunda
que según la revista Lancet, los colorantes amarillos que se usan para
los alimentos causan hiperactividad en los niños: “se detectó
hiperactividad, falta de atención e impulsividad con mayor frecuencia
en el grupo de niños al que se administró ciertas mezclas de aditivos
que contenían amarillo anaranjado (E110), rojo cochinilla (E124),
amarillo quinoleina (E104) y rojo allura (E129)”.
7 “La cualidad acústica de los colores es tan concreta, que a nadie se
EL COLOR DE LA TARDE
cultura.
La Profundidad
Una pintura, una foto, una visión, son planas, solamente
son altas y largas, pero no gruesas, y sin embargo, cuando
uno las mira contemplativamente, esto es, con mucho tiempo
por delante, como cuando uno se sienta porque ya está
cansado y se queda viendo un cuadro en un museo, en el
Museo Nacional de Arte de México, por ejemplo, a un
Baltazar Echave, por ejemplo, para más señas al llamado “el
Echave de los Azules”10, porque usaba profusamente ese
color en los trasfondos, sucede algo, a saber, que la
mirada, que antes se topaba con la superficie de la
pintura, en una de ésas se sume en el cuadro mismo, como si
se metiera por entre los pincelazos y los recorriera, no de
izquierda a derecha ni de arriba a abajo, sino hacia
adelante, como si el tiempo que uno tenía por delante para
ver el cuadro se volviera también el espacio por delante
para introducirse en él y caminarlo con los ojos, casi
sintiendo que la vista se va haciendo chiquita a medida que
se aleja por dentro del paisaje de la pintura, de la foto o
de la visión que tiene enfrente. En una palabra, agarra
profundidad, y de hecho, una pintura solamente está
realmente mirada cuando pierde plano y adquiere
profundidad, espesura. Y una idea también, y un gesto, y
una vida. Puede advertirse que la profundidad de la mirada
no es algo que esté dado en la visión, ni siquiera en la
visión estereoscópica, sino en el espíritu de la cultura,
porque la profundidad es algo que el espacio ejerce sobre
10 Los Echave son cuatro pintores, padre, dos hijos, un nieto, que
entre 1548 y 1682, abarcan los estilos renacentista y barroco.
37
La Interioridad
El conocimiento es una mirada que se va profundizando en el
espacio, pero si hay izquierda y derecha, si hay arriba y
hay abajo, entonces, si hay profundidad hacia adelante, no
tiene por qué no haber profundidad hacia atrás, es decir,
con los ojos en reversa. Pero mirar hacia atrás no quiere
decir voltear la cabeza para ver qué es lo que hay a las
espaldas, porque eso quedaría automáticamente adelante otra
vez, sino que mirar hacia atrás significa cerrar los ojos
para que los ojos solamente puedan ver lo que hay dentro,
ahí donde, según informes, lo único que hay es el cerebro.
Visto con los ojos de la visión no se ve nada, y uno nada
más se duerme, pero visto con la mirada de la cultura se
aparece una nueva realidad. A la mejor es lo que se piensa
en las noches, cuando afuera ya no hay nada. En efecto, el
espacio profundo que se venía mirando afuera, como que
rebota en los párpados, de manera que si el espacio visto
ciertamente tenía profundidad, la mirada que lo ve también,
toda vez que la mirada es una visión cargada de cultura,
una vista impregnada de historia, unos ojos con memoria,
creándose entonces una suerte de espacio en retroceso y de
mirada en retrospectiva, o sea, una mirada que no se asoma
al exterior, sino al interior, al cual inventa e inaugura.
Puesto en otras palabras, si hay un conocimiento de la
realidad de allá afuera, puede haber un conocimiento de la
43
FUÉRAMOS CULTOS
SENTIMIENTO
MATERIALES ETERNOS
que “el Río Sena es una cloaca donde cualquiera puede beber”, o,
citando a Beaumarchais, que “los parisinos beben en la tarde lo que
vacían al río en la mañana” (1997, p. 160), Pablo Escalante dice que
México-Tenochtitlan “contaba con un interesante sistema de letrinas,
59
de su propia vida.
MATERIALES INTEMPORALES
Afectos Cálidos
Materiales intemporales son aquéllos que son de color ocre,
que va desde el rojizo hasta el café, como el beige, el
castaño, el tabaco, el siena, el sepia, el crema, el ámbar,
el marrón o el óxido de hierro, y que es una especie de no-
color, porque es el color neutro de fondo con que está
pintada toda la tierra22. Son de color ocre los siguientes
MATERIALES FECHADOS
Sentimientos Pensamentales
Las catedrales, así como las casas que paulatinamente se
empezaron a hacer con piedra tallada, traen un rasgo que no
estaba antes, que es el de las aristas y el de las líneas
rectas, como si los filos de los fierros se les contagiaran
a las piedras a la hora de cortarlas, y se les pegara un
poquito de su frialdad. Ya son cosas derechas, alineadas, y
en esto ya se funda el criterio de racionalidad, no
solamente porque para hacer esquinas rectas que se acoplen
bien hay que pensar más calculada que sentidamente, sino
porque los filos y la rectilinearidad son figuras cuya
separación con el resto es marcada, tajante, cortante,
precisa, definida y, ciertamente, éstas son características
de la racionalidad occidental. Lo racional es aquello, por
ejemplo en el lenguaje, que es directo, que no da vueltas
para llegar de un lado a otro, como las líneas rectas o la
información; que es distinto, esto es, lo que permite
diferenciar entre una cosa y otra y clasificarlas cada una
en su compartimento, que es para lo que se hace una
descripción precisa; y que es impersonal, es decir, que
debe valer para todos por igual y por lo tanto no se debe
confundir con los deseos o ilusiones de cada uno, por lo
que debe ser independiente de todos sus usuarios. Así son
las definiciones en el lenguaje. Cuando las palabras entran
al diccionario, les salen filos por todas partes como para
separarse de las demás y no confundirse con otras. Lo
racional es lo que tiene líneas nítidas de demarcación. En
82
32Mientras verbos como doler o amar son del siglo XII, vienen ya en El
Cid, otros como sumar o restar son del siglo XV, del diccionario
español-latino de Antonio de Nebrija, en 1492, pero la verdad es que
esto no es prueba de nada (lo que sí puede ser prueba de algo es que
ya hay un diccionario en 1492), sino más bien un juego de palabras,
toda vez que el latín estaba disponible para tomar palabras de él, y
podía utilizarse con referentes diferentes de los actuales; por
ejemplo, la palabra amor significaba algo más violento que la de hoy,
mientras que lo que ahora indica se parecería más al sustantivo
caridad de la Edad Media; la palabra razón está presente desde el
siglo XII, pero si con ella no se podía sumar ni restar, difícilmente
tendría la connotación actual. A lo que en la Edad Media se referían
al decir pensar, no era para nada un pensamiento, sino un sentimiento,
por lo demás bastante tierno.
89
CONCIENCIA
34Esta noción puede ser leída en otras partes; así es como la resume
John Searle: “La definición pragmática siguiente, parece ser
ampliamente aceptada: la conciencia consiste en esos estados y en esos
procesos de experiencia, de sensación, de lucidez o de sentimiento que
se desatan típicamente en la mañana, cuando emergemos de un dormir sin
sueños, y continúan hasta que nos dormimos, que caemos en coma, que
nos morimos o que nos volvemos ‘inconcientes’ de alguna otra manera.
Según esta definición, los sueños son una forma de conciencia,
evidentemente diferentes en muchos aspectos de las experiencias
96
LA VIDA ES UN MOVIMIENTO
35De Vries (1984, p. 46) contabiliza, en Europa, 154 ciudades con más
de 10,000 habitantes cada una. Desde 1400, la Ciudad de México
(Tenochtitlan) era un gigante de 80,000 gentes. En 1500, solamente
París, Milán y Venecia alcanzaron esa población (De Vries, 1984, pp.
357 ss.)
101
Atmósfera
El ritmo de la vida no es un caminito, porque en rigor las
oposiciones que jalonan el movimiento no son dos más que de
una manera muy elemental; en realidad son múltiples, como
todo lo que sucede entre nacer y morirse: uno no se mueve
nada más entre despertar y dormirse, sino entretanto entre
ir, no ir, ir más lejos, tener hambre, hacer frío, buscar,
desdeñar, cumplir el deber, cumplirlo mal, intimidarse,
intimar, o sea, entre extremos que pertenecen a distintos
géneros, entre lo que pertenece a la política, a la
meteorología, a la moda, a la edad, al recuerdo, y por lo
tanto, esta colisión de oposiciones que es el ritmo no es
un vaivén bidireccional, sino más bien algo que oscila de
todas las maneras, con todos los materiales, y ocupa la
realidad por todas partes no sabiendo uno de dónde le
llega, de suerte que la sensación que surge no es la de una
relación de algo y algo opuesto, sino la de un ambiente,
como un clima, como el aire que abraza y envuelve, como una
atmósfera en donde lo que se respira y se escucha y se
palpa tiene la cadencia del ritmo del mundo. También se
mete por debajo de la piel e inventa lo que haya ahí dentro
y lo hace moverse a su mismo compás. Por eso se habla de
cadencia al hablar de ritmo, porque es algo en lo que uno
cae, aunque eso en lo que cae es lo que lo levanta a uno.
Los habitantes de las ciudades, desde el Renacimiento
107
LA PERCEPCIÓN ES UN DETENIMIENTO
cuando cada vez que se pasa por allí hay que sortearlo,
como una coladera abierta, un escaloncito impertinente, una
amistad poco recomendable, y hay que variar el ritmo. Éste
es uno de esos pensamientos único de toda una vida que tuvo
Herbert Spencer en su teoría de la sociedad, a lo largo de
la cual argumenta que la evolución es la integración de la
materia acompañada de la disipación de movimiento; nada más
cámbiese la palabra evolución por la palabra percepción.
Renacimiento
Las cosas que se usan una sola vez en la vida no son
percibidas: si se coge un cenicero para detener unos
papeles que se están volando con la brisa, eso no es un
pisapapeles, pero si se empieza a utilizar de diario y ya
se busca el cenicero para detener los papeles cada que uno
va a abrir la ventana, y uno ya mejor no echa ceniza en él,
eso ya no es un cenicero, sino un pisapapeles, y de hecho,
así es como se inventaron estos utensilios no tan útiles
que de paso siempre fueron imposibles de patentar, y de
paso también, en este proceso de la invención o percepción
del pisapapeles, uno se habrá fijado en la brisa y la
ventana, y comoquiera, cuando uno “se fija” en algo,
papeles, brisa, ventana, significa que lo vuelve fijo, que
ya no se mueve, y sólo es así cuando lo puede percibir.
“Fíjate” es un verbo imperativo muy gráfico. Como dice
David Le Breton, antropólogo de la percepción, “las
percepciones son justamente la consecuencia de la
separación efectuada sobre el flujo sensorial sin fin que
baña al ser humano” (2006, p. 27)41. Por eso Santayana
La Incultura Científica
Durante el siglo XX, la percepción fue sustituida por el
lenguaje a la hora de intentar la comprensión de la
conciencia, debido a la cantidad de lenguaje que actúa en
toda percepción, empezando por el nombre del percepto. Y
con toda razón, porque, en el siglo XIX, la percepción
había sido, digamos, disecada, seccionada y expuesta en una
vitrina por la autodenominada psicología científica, la
cual, para explicarla, tomó las ideas de un físico, Hermann
Helmholtz, que son las ideas inteligentes de cómo un
aparato de registro, en este caso el organismo humano,
puede calibrar estímulos del mundo circundante. En efecto,
la percepción, según los libros y enciclopedias45, resulta
46 Donald Lowe, por ejemplo, dice que “la percepción como todo
reflexivo e integral es el contexto inmanente y hermenéutico en el
cual localizar todos los contenidos de pensamiento” (1982, p. 12).
David Le Breton dice que “la percepción es el advenimiento de sentido
ahí donde la sensación es un ambiente olvidado pero fundatorio” (2006,
p. 28).
126
sentirse.
reflejan.
PERCEPCIÓN
55En otra parte, dice que alguien “cruzó el aire donde terminaban las
cuatro de la tarde” (p. 272). En Cien Años de Soledad (1967), el
tiempo se vuelve un lugar y el lugar se vuelve un tiempo, y en esto
radica aquello que los críticos llamaron realismo mágico, bonito
nombre, y en donde, en efecto, la temporalidad adquiere la concreción
y materialidad que solamente se le atribuye a las cosas, y por lo
mismo, las cosas se vuelven entonces más etéreas, y evanescentes, como
Remedios La Bella, que un buen día, específicamente el 6 de marzo de
1867 (p. 611), se va flotando al cielo, entre las sábanas que estaba
tendiendo al sol. Por eso, en la última página de la novela, el último
Aureliano se da cuenta de que Melquíades, el sabio gitano, “concentró
un siglo de episodios cotidianos, de modo que todos coexistieran en un
instante”.
146
Hostilidades
Parece que todos somos muy amigos, porque hasta aquí se ha
descrito puro Caldo de Pollo para el Alma56, es decir, a
los objetos cercanos como siendo sólo ternezas, y en
efecto, tal es quizá su sentido originario, ya que lo que
uno permite que se le acerque no son lobos sino
borreguitos, esto es, inofensividades gratas; de tonto uno
se va a juntar con un alambre de púas, con un señor que
vocifera: a éstos mejor se los ve a distancia. Pero muchas
veces, demasiadas, las púas de la vida no piden permiso, y
se le aproximan a uno y se le pegan, como el mismo verbo
pegar, que es algo bien cercano, como un golpe, y sin
lo que no.
Wladilslaw Tatarkiewics, citando a Adolf Ritter Von
Hildebrand, dice que “cuando miran de cerca, los ojos están
en constante movimiento, recorriendo los contornos del
objeto”; esto, aunque hay sido hecho con los ojos, es
tocar, porque los ojos estarían haciendo lo mismo que hacen
las yemas de los dedos, no más que no lo dejan a uno,
porque Hildebrand era un teórico del arte y además un
escultor, y se estaba refiriendo a una escultura en un
museo donde suele haber un letrero de no tocar. En cambio,
“una imagen unida y distinta sólo es posible a distancia”
(Tatarkiewics, 1976, p. 271). Merleau-Ponty cita a un ciego
de doce años diciendo: “los que están en relación conmigo
por un sentido desconocido que me abarca por entero a
distancia, me sigue, me atraviesa y desde que me levanto
hasta que me acuesto, me tiene, por decir así, bajo su
dominio” (1945, p. 239). En efecto, lo que es visual es
abarcable.
Ver es alcanzar lo que está lejos sin tocarlo, y a
hacer eso se le denomina pensar. Las cosas que así se
perciben se llaman pensamientos. Pensar es alejarse de un
sentimiento. Las pirámides, los edificios, el panorama,
paradójicamente las amibas y otros objetos del microscopio,
el lenguaje, la luna, las multitudes, las ideas, la
pintura, las teorías, las letras de los libros, los
proyectos, el futuro y el pasado también pero no el
presente porque éste es puro tatco, son cosas que están
hechas de distancia, y si se les quita eso, desaparecen. Si
a una pintura se le resta la distancia, el resultado es una
plasta con olor de aguarrás, aunque lo chistoso del asunto
155
SENSIBILIDAD
SENSIBILIDAD Y SENSATEZ
autores que se asoman a él. Mumford dice que “fue uno de los períodos
173
1521 (los demás son más tardíos: Perú y Nueva Granada, 1717; Buenos
Aires, 1776); por eso, la Ciudad de México, capital de la Nueva
España, tiene la riqueza y la profundidad propias de este período. El
Barroco que se desarrolla en América no es una imitación del europeo,
sino que sigue su propio paso y gusto que es, paradójicamente, más
sobrio en sus estructuras, tanto en arquitectura como en socialidad, y
no obstante es más recargado en los pequeños adornos que le cuelgan
por todos lados, como una atención detallista a las minucias, según se
puede ver en los edificios, las iglesias, los altares, las pinturas o
el lenguaje, en donde a lo europeo se le incorpora lo autóctono
náhuatl, incluyendo aportaciones árabes que venían de España,
africanas que venían en barcos cargados de esclavos, y orientales que
llegaban en la Nao de China.
174
67Por cierto que ambos términos son anacronismos, esto es, ninguno es
propio de la época: sensibilidad viene desde el siglo XV, y sensatez a
partir del XIX, aunque en latín existía sensatus.
179
69 “Ha sido una idea deficiente considerar como época de las pelucas el
siglo XVIII, porque en el siglo XVII la peluca es mucho más
característica” (Huizinga, 1938, p. 216)
70 Luis XIV es el mejor –i.e. peor- representante del absolutismo
monárquico, y su ansia de poder llevó a la ruina a Francia. Importa,
en efecto, subrayar que el Barroco incluye una portentosa desigualdad
e injusticia, lo cual contribuyó sin duda a su corta duración y a su
propia imposibilidad como forma de la sociedad. Alfred Weber (1935, p.
292) dice que durante el Barroco se da un empobrecimiento
184
La Estética
El ritmo de la vida en que uno corre, se detiene, se apura,
se espera, compra, cambia, besa, vende, duerme, despierta,
trabaja, regresa, vive y muere mientras atiende otras cosas
como las cuentas por pagar y los sueños por cumplir, es
necesariamente una impercepción típica de la conciencia, lo
que Leibniz denominó pequeñas percepciones74. El ritmo
75En cambio, las pasiones en su sentido fuerte, que son los arrebatos,
como los de ira, o los de amor, o los de éxtasis, lo que sucede es que
uno mismo cae dentro del ritmo de las cosas, y uno ya no se puede
percatar de nada, y pierde toda sensatez y toda sensibilidad, y
entonces, uno se convierte, literalmente, en esa ira, en ese amor, en
ese éxtasis. Uno se funde, o se fusiona, con el resto, y por ende, uno
desaparece, lo cual es siempre una experiencia. Pero la sensibilidad
no hace eso porque conserva su sensatez.
191
ESTILO Y ACTITUD
SEAMOS CURSIS
el más allá. Por eso, esta mentalidad que se mueve como una
pieza de aire, como una corriente sólida, pudo lograr una
producción riquísima en todos los aspectos, y no sólo en
uno o unos como la tecnología y la economía de hoy en día:
ciertamente, participaban del estilo barroco tanto la
ciencia como el arte, la técnica como la urbanidad, los
jardines como las ciudades, la astronomía como la música,
los hombres como las mujeres, las modas como las
instituciones. Se trataba de una época contenta consigo
misma; la palabra contento no significa nada más alegre,
sino, como se nota mejor en inglés, que no necesita nada,
que tiene lo que le hace falta, y por eso la contentud se
ubica en la gama de la tranquilidad y la confianza (en
castellano se nota cuando alguien se sale con la suya y
entonces lo recriminan: “¿ya quedaste contento?”), y es una
época contenta en el sentido de que no anda desesperada
tras más de lo que tenía, más de algo, más de todo, y es
que, como dice Mumford, su meta, “hasta que alcanzó la
decadencia del siglo XVIII, no fue el poder solamente sino
una mayor intensificación de la vida: color, perfume,
imágenes, música” (1934, p. 163), en suma, sensibilidad y
sensatez, actitud y estilo.
Pero, extrañamente, como ya se mencionó, el siglo
barroco no sólo no produjo justicia o igualdad, ambas cosas
que hubieran sido de buen gusto y ciertamente estéticas, es
decir, acordes a la conciencia en que flotaba, sino que
produjo un sistema absolutista con monarquías petulantes y
virreinatos majaderos, y produjo el hambre del pueblo por
el puro afán del desprecio, “que coman pasteles”, y produjo
humillación. Sólo basta preguntarse cuántos miserables,
209
INTELIGENCIA
mapas o las de las fotos sino las ciudades vivas de las que
uno no se da cuenta porque está envuelto en ellas,
moviéndose y viviendo con su mismo ritmo, que son un fluido
de gentes, actos, calles, transportes, prisa, pausa,
suciedades, y de las que lo único que uno puede entresacar
para darse cuenta son ciertas esquinas, versiones o
imágenes que, ciertamente, tienen la forma general de la
ciudad y la conciencia. Por ejemplo, algo de la conciencia
de la sociedad medieval puede percibirse en la estructura
de sus ciudades, y cuyo ritmo lo puede uno modestamente
reavivar al andar por ellas: las calles son angostas, y la
velocidad posible ya queda estipulada por eso, y asimismo
son torcidas, irregulares, y las casas colocadas
líricamente, rodeando un árbol, siguiendo un arroyo,
evitando roca, dándole al panorama una gracia muy suya
(Mumford, 1961, p. 302); y en efecto, así sería más o menos
la conciencia medieval, esa manera de moverse que también
sería una forma de pensar, de sentir y de actuar, que,
recursivamente, fue capaz de producir calles y casas así:
dan la impresión de un ritmo ciertamente lento pero
suficientemente fluido, sin mucho contratiempo ni
sobresalto, algo monótono también, como canto gregoriano;
así seguro también caminaba la gente, y así hablaba y
trabajaba.
Pero también, hay diferentes ritmos, o sea,
conciencias de distintas formas, según la época. A esos
rasgos sobresalientes a los que se les puede llamar la obra
(cultura material, se le ha dicho) de una sociedad, les
sucede que, por habituación, costumbre, olvido o
distracción, dejan de ser notorios y por ende se
214
LA TONTERÍA
la “inteligencia es
un comportamiento adaptativo
dirigido a un fin”
Vapor de Acero
La inteligencia es el espejo de la máquina, o de la
Revolución Industrial. La Revolución Industrial103 es el
momento del brinco de la sociedad vieja de la escasez y la
insalubridad de todos al mundo actual de la riqueza y la
salud de pocos: en la imaginación y sobre todo en la
propaganda se debió a la creatividad y el conocimiento que
permitieron la gran cantidad de inventos que se le
atribuyen, desde el globo de los hermanos Montgolfier,
1783, hasta el cinematógrafo de los hermanos Lumiére, 1894,
o el vuelo de los hermanos Wright en 1903, mismo año en que
aparece la inteligencia en la psicología; también la
fotografía de Joseph Niepce, 1827, el telégrafo de Samuel
Morse, 1837, el teléfono de Alexander Graham Bell, 1876, el
fonógrafo de Thomas Alva Edison o el telégrafo inalámbrico
de Guglielmo Marconi en 1896 (Pascoe, 1974), es decir,
todas esas buenas obras que pueblan el siglo XIX y que se
presentan como si el mundo actual fuese un producto de la
inteligencia y la inteligencia fuese un refinamiento de la
cultura.
Pero no es así. En realidad todos estos inventos y
toda la Revolución Industrial y el enriquecimiento general
–no particular- del mundo no proviene ni de la ciencia ni
del talento, sino de la codicia, esto es, de unos deseos
salvajes de riqueza mediante el método de empobrecer a los
demás. Así es como se hizo la riqueza a partir del siglo
XIX, así es como se sigue haciendo, y de ahí viene la idea
de inteligencia. Las fábricas no salieron de la
inteligencia, pero la inteligencia sí salió de las
fábricas, del mismo lugar de donde salían por las noches
obreros desproveídos después de dejar regalada su riqueza
corporal en el trabajo, como dijo Marx por esas fechas. Así
pues, la inteligencia proviene de la codicia de unos grupos
no muy grandes de banqueros, dueños y aventureros que
buscaban cómo hacerle para enriquecerse, no sólo rápida,
sino exorbitantemente. Y a la codicia no se le coloca del
lado de los pensamientos, sino de los sentimientos, para
mayores señas de los que no son muy edificantes, de los que
está hechos del algún fierro muy frío. A pesar de que, como
se sabe, un sentimiento es una especie de pensamiento
práctico, o sea, un pensamiento no contemplado, sino
actuado, hecho con las manos y con las cosas, difícilmente
puede ponerse a la inteligencia en la dimensión de las
actividades más espirituales de la vida; más bien, la
inteligencia es un pensamiento invadido de malos
pensamientos y pocas contemplaciones. El pensamiento
contempla, la inteligencia actúa, o dicho de otro modo, el
pensamiento tiene profundidad, se introduce dentro del
objeto para conocerlo o inventarlo; la inteligencia tiene
233
104“¿Quiénes son los innovadores? Rara vez los teóricos; suelen ser
los industriales, enfrentados a problemas de abastecimiento de
materias primas, insuficiencias productivas, arcaísmo profesional, y
estimulados por los desafíos de la competencia o la demanda del
mercado” (Peyrefitte, 1995, p. 166).
234
107 Dickens inventa un lugar que se llama Coketown, algo así como
Carbolandia, y lo describe manchesterianamente: “una ciudad de
ladrillo que había sido rojo si el humo y la ceniza se lo hubieran
consentido. Era una ciudad de máquinas y altas chimeneas, por las que
salían interminables serpientes de humo que no acababan nunca de
desenroscarse, a pesar de salir y salir sin interrupción. Pasaban por
la ciudad un negro canal y un río de aguas teñidas de púrpura
maloliente; tenía grandes bloques de edificios llenos de ventanas, y
en cuyo interior resonaba todo el día un continuo traqueteo y temblor
y en el que el émbolo de la máquina de vapor subía y bajaba con
monotonía. Contenía la ciudad varias calles anchas, todas muy
parecidas, además de muchas calles estrechas que se parecían entre sí
todavía más que las grandes; estaban habitadas por gentes que también
se parecían entre sí, y que entraban y salían de sus casas a idénticas
horas, levantando en el suelo idénticos ruidos de pasos, que se
encaminaban hacia idéntica ocupación y para las que el día era
idéntico al de ayer y al de mañana y cada año era la repetición del
anterior y del siguiente” (1854, p. 29).
237
111 Los carros automóviles movidos por vapor no funcionaron más que
como curiosidades descarriladas, y parece que el secreto de una
posible eficiencia residía en los rieles, en montar a dichos carros
sobre ellos, cosa que hizo Trevithick; por esta razón el nombre del
aparato es el de su vía: ferro-carril en castellano, camino de fierro
en francés (chemin de fer), camino de riel en inglés (rail-road).
112 Después de las líneas en Inglaterra en 1825, para 1827 ya había en
inteligentes que las mujeres era justamente ésta, que su cerebro era
más grande (Hothersall, 1984, p. 397).
114 De entonces a la fecha, lo que ha suavizado notablemente la
violencia de este poderío es la aerodinamia, esto es, la necesidad de
incorporar, por así decir, a los vehículos al ambiente que los
circunda para que opongan menos resistencia al aire y se desplacen
mejor. Así, actualmente, los trenes ya no son esos armatostes hechos a
martillazos, sino unas lanzaderas esbeltas y silenciosas que
atraviesan las distancias a velocidades altísimas sin ningún
aspaviento, que es lo mismo que se puede decir de los automóviles, y
242
El Yo de la Cultura
Pero la primera persona que entró en el espejo se llamaba
Alicia, y fue hasta 1871, hasta pleno siglo XIX119. En
efecto, en quinto lugar, el yo se refiere a aquello que
aprende a viajar, por decirlo así, por dentro de la palabra
yo y mientras lo hace no sabe nada, ni siquiera la palabra,
porque en este yo, al parecer, nunca se menciona la palabra
porque no da tiempo, pero, en cambio, se sabe a sí mismo,
121Como Taylor hace notar en su libro sobre Las Fuentes del Yo (1989),
para que aparezca este concepto se requieren las nociones previas de
interioridad y exterioridad, que son, evidentemente, creaciones
culturales históricas, trabajosas y elaboradas: “nuestras nociones
modernas de lo interno y lo externo son, de hecho, extrañas y sin
precedentes en otras culturas y otros tiempos” (p. 165), y así,
“nuestra noción moderna del yo es una autointerpretación tan
históricamente ubicada que también dejaría perplejo y estupefacto a un
foráneo” (p. 164). Hasta aquí Taylor, porque su voluminosísimo texto
es una revisión erudita de teólogos, San Agustín, filósofos, Platón,
Locke y cualquier otro, y literatos, Montaigne, que la gente nunca ha
leído, aun cuando ciertas nociones se hayan colado del púlpito o la
cátedra para abajo, pero no resulta creíble que la sensación que la
gente tenga de su yo provenga de tales referencias.
255
trabajo de serlo.
POSE
123Una guía de las marcas puede ser el total libro de Naomí Klein
(1999) que documenta todas las infamias y todos los cinismos de todas
las grandes marcas así como la triste ingenuidad juvenil y jovial de
sus compradores, y al mismo tiempo presenta un panorama de las
resistencias ciudadanas –también ingenuas, hay que admitir- en contra
del imperio de las marcas.
262
Lo Natural y lo Artificial
La frase más sincera y simpática del siglo del siglo XX fue
la de Ava Gardner cuando dijo: “yo, en el fondo, soy muy
superficial”. Fue la última vez que alguien dijo algo en
serio, y con eso ya avisaba lo que se venía: la cosmética
como lo más interior del ser humano, la barnizada por
encima como la única estructura interna de las cosas. Se
venden noventa mil millones de dólares anuales de
cosméticos en el mundo; L’Oreal vende ochenta y cinco
productos por segundo. Ya la vida sólo apunta a sus
dividendos y enfoca solamente en la carrocería, como
aquellas aspiradoras que por dentro tienen el mismo
motorcito de siempre pero por fuera parecen avión126, y como
porque ya ni la burla perdona, es que hay otro 20% que se queda con el
82%.
126 Esto es lo que se conoce como styling, que consiste en darle una
dentro127.
Hay vidas que se hacen como París, en las cuales una
serie de comportamientos y vicisitudes al azar en un cierto
momento cristalizan en una especie de descubrimiento de uno
mismo y de compromiso de desplegarse en ese sentido; es la
vida de los que saben qué hay que hacer para respetar su
yo. Y habrá vidas que son como Disneylandias, que se ponen
gorrito de Mickey Mouse si las circunstancias se lo
indican, y se comportan, hoy en día con mucho éxito, como
administradores de sus vidas impuestas. Las arrugas son
naturales, como decía Coco Chanel, porque vienen desde el
fondo de la edad y del cansancio, y uno las trabaja
lentamente para que cuando surjan sean buenas o sean malas,
mientras que artificiales serán todos los trámites para
sacar juventud de los laboratorios e ir a adosársela a la
cara de quien ciertamente no se enteró de que los años eran
mundos que había que habitar y no meras descascaradas del
maniquí el cuerpo, y donde lo único natural, gestado en lo
profundo, como dice Vicente Verdú, es que disfrazarse de
joven es un acto trágico. Natural es pertenecer, sea a un
lugar, a una posición, a un proyecto, a una ciudad o a una
historia, o a un deber como decía Saint-Exupéry, porque ahí
uno sabe que lo que hace le es necesario a esa misma
pertenencia; en cambio, artificial es poseer, controlar,
misma.
Lo natural señala pues una pertenencia entrañable a la
vida de la cultura, como si uno hubiera estado ahí siempre
y tuviera la misma edad de la historia y conociera de
memoria su pensamiento y sus sentimientos y sus avatares.
Lo artificial es, en cambio, advenedizo. Y tal parece que
la sociedad contemporánea está algo incapacitada para la
naturalidad, lo cual quiere decir que en algún momento, por
decir uno, el año 1900, se le cruzaron los caminos, se le
pasó el tren, se le fue el avión, se le enredaron los
cables y hubiera quedado medio extraviada y ya no supiera
cuál es el rumbo ni por dónde queda la salida. Ése es el
precio de la inteligencia, porque ésta se separa de su
objeto para poderlo controlar, y al hacerlo termina por
desconocerlo íntimamente, y por eso, cuando se quiere
relacionar con él, siempre le sale de un modo medio torpe;
paradójicamente, la inteligencia se mueve en un mundo que
no conoce, aunque sí domina: cree que la cultura es un
negocio, que la belleza es un pegote, que la razón es un
resultado. Como que la cultura contemporánea hace las cosas
sin razón de ser, porque la inteligencia no está para saber
eso, y así, todo lo que hace se antoja demasiado elaborado,
lleno de afectación, impostado, alambicado, rebuscado: los
performances, los alimentos macrobióticos, los viajes a
marchas forzadas del verano, la arquitectura espectáculo,
las religiones biodegradables, el negocio mundial de los
conciertos de rock, las mercancías retro. Y las modas: las
roturas de los pantalones que debían surgir de su uso y del
apego a ese pantalón, son artificialmente deszurcidas con
bastante preciosismo, el pelo despeinado que tendría que
271
dice que “la energía es una de las nociones más importantes y más
utilizadas en física. Y sin embargo, no se la sabe definir”. Cita como
prueba de esto, por una parte a Henri Poincaré: “ya que no podemos dar
una definición general de energía, el principio de conservación de la
energía quiere decir simplemente que hay algo que se mantiene
constante. Cualesquiera que sean las nociones que las experiencias
futuras nos puedan aportar, sabemos de antemano que siempre habrá algo
que se mantiene constante y que le podemos llamar energía”; y por otra
parte, a Richard Phillips Feynman, Premio Nobel 1965: “es importante
darse cuenta de que, en la física actual, no tenemos ningún
conocimiento de lo que la energía es” (p. 379).
282
134 En cambio, aplicar una idea implica haberla dado ya por terminada.
292
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