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LA ESCUELA:
COMUNIDAD QUE APRENDE
Tomado de: Mario Comoglio1
Traducción del texto original por:
Ricardo Pulido Aguilar
Doctor en Ciencias de la Educación - UNISAL, Roma
Gladys Moncada Díaz
Magíster en Educación – UPN
Docentes de la Especialización en Educación y Orientación Familiar - FUM
INTRODUCCION
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Questo contributo è stato pubblicato in: M. Comoglio (2003). La scuola cominitá che apprende. ISRE, 10
(2), 7-31
Mario Comoglio 2
La Escuela: Comunidad Que Aprende
promueve una visión compartida en todos aquellos que hacen parte de tal
comunidad. Dicho de otro modo, es un conjunto de personas que viven una unidad
que las vincula con la construcción de una idea (Sergiovanni, 2001).
“El lazo que une de modo especial a las personas a los valores y a
las ideas compartidas, es la característica que define a la escuela
como comunidad. Las comunidades son definidas por sus valores,
sus sentimientos y sus creencias, las cuales ofrecen las condiciones
necesarias para crear el sentido del nosotros a partir de un yo”
(Sergiovanni, 2001,p.77).
Si las comunidades son definidas por sus centros de valor, por sus sentimientos y
por sus creencias, que ofrecen las condiciones necesarias para crear un sentido
del nosotros, es evidente que el centro del valor sobre el cual convergen los
miembros de la comunidad, no preexisten a la comunidad, es decir, no es
impuesto y no proviene de lo externo. Es algo que se construye a través del
aporte de tantos “yo”. Una comunidad es un conjunto de personas de edad, de
proveniencia, de experiencias diversas pero que encuentran objetivos, valores y
modos de ser y de actuar compartidos. Es la visión común descubierta, construida
que une en el mismo esfuerzo y en el mismo compromiso. Como afirma Senge
(1990):
confianza en una relación emergen cuando esta viene a menos. En este caso,
todo se vuelve difícil.
Paul reconoce que las situaciones de alta o baja confianza se acompañan de una
secuencia diversa de sentimientos y actitudes. Cuando existe un bajo nivel e
confianza, disminuye la productividad y aparecen actitudes de defensa, de
hostilidad, de lucha por el poder, de empobrecimiento de energía, de sentimientos
insaciables, de ansiedad y tensión, de reducción de la creatividad. Al contrario,
cuando existe confianza recíproca, crece la productividad y aparece la amistad, la
apertura, la cooperación, el crecimiento de energía, la satisfacción, el sentido de
paz, la creatividad y la visión amplia.
Para comprender mejor esta cualidad se puede pensar en las relaciones que las
personas establecen entre ellas al interior de las organizaciones de las que
forman parte. En las instituciones u organizaciones, las personas se relacionan
con los otros o al propio trabajo sobre la base de un vínculo contractual que define
las labores y los roles, fija la remuneración, establece las sanciones en caso de
trasgresión o violación de los acuerdos. Cada modificación debe ser consensuada
y debe responder a un adecuado aumento del salario, en la medida en que el
desempeño crece. La norma que regula las relaciones es: “Si hace esto, puede
ser recompensado”. Se puede objetar que esta visión es restrictiva y además, en
la institución se enfatiza la importancia de las relaciones interpersonales, de la
cooperación entre las personas. La objeción es correcta y permite clarificar mejor
el término “moral” que no puede ser confundido con el término “psicológico”. En
estas realidades las buenas relaciones psicológicas son funcionales en cuanto
buscan obtener que las personas se involucren haciendo bien aquello que deben
hacer, por medio de un ambiente facilitador. Pero el contrato y la norma aparecen
como dominantes en cuanto a que vinculan a las personas que trabajan juntas. En
la comunidad, las relaciones son reguladas por lo que se debe hacer, realizar y
construir. Es la visión compartida la que guía y orienta las relaciones, determina
los compromisos e involucra a todos. Dice Sergiovanni (2001):
… Las conexiones morales son más fuertes que las conexiones que
vienen de recompensas intrínsecas o extrínsecas. Las conexiones
morales están enraizadas en normas culturales más que en
necesidades psicológicas. “Una norma… es una idea que está en la
mente de los miembros de un grupo, una idea que puede ser puesta
en práctica como una afirmación específica de aquello que los
miembros deberán hacer o de aquello que se espera de ellos en
determinadas circunstancias” (Homans, 1950, p.123). Una norma es
tal cuando su no aplicación conduce a un tipo de sanción. De
ordinario esta sanción asume la forma de sentirse mal cuando no se
han satisfecho los compromisos a los que se había llegado”
(Sergiovanni, 2001, p. 33-34).
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La Escuela: Comunidad Que Aprende
sostiene que la verdadera comunidad no busca pasar por alto la diversidad, sino
trabajar por la integración de todo el conjunto. Busca equilibrar, reconciliar las
tensiones por medio de un compromiso recíproco. La comunidad es más una
ensalada que una salsa, es más una orquesta de jazz que una sinfónica; es más
un territorio ondulado que una llanura plana. El concluye que todas las formas de
pensamiento deben ser aceptadas y algunas formas de comportamiento no
deberían ser aceptadas.
CONCLUSION
Los cambios que requiere una comunidad que aprende se dan a través de un
examen continuo, abierto, sincero, desprevenido y apasionado de la realidad; de
la acogida de nuevos paradigmas de interpretación y del deseo de arriesgar, de
arriesgarse a cambiar, de reflexionar y de involucrarse en un proceso de
transformación que requiere compromiso y perseverancia.
BIBLIOGRAFIA
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PECK, M.S. (1987). The different drum: Community making and peace. New York:
Simon & Schuster.
PUTMAN, R.T. & Burke, J.B. (1992). Organizing and managing classroom learning
communities. New York: McGraw Hill.