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LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Un instrumento de evangelización

El aporte de la Iglesia a la liberación y promoción humana se ha venido concretando en un


conjunto de orientaciones doctrinales y criterios de acción que solemos llamar "enseñanza
social de la Iglesia". Tienen su fuente en la Sagrada Escritura, en la enseñanza de los Padres y
grandes teólogos de la Iglesia y en el Magisterio, especialmente de los últimos Papas. Como
aparece desde su origen, hay en ellas elementos de validez permanente que se fundan en una
antropología nacida del mismo mensaje de Cristo y en los valores perennes de la ética
cristiana. Pero hay también elementos cambiantes que responden a las condiciones propias de
cada país y de cada época (Puebla, 472).

El objeto primario de esta enseñanza social es la dignidad personal del hombre, imagen de
Dios y la tutela de sus derechos inalienables. La Iglesia ha sido explicitando sus enseñanzas
en los diversos campos de la existencia, lo social, lo económico, lo político, lo cultural, según
sus necesidades. Por tanto, la finalidad de esta doctrina de la Iglesia -que aporta su visión
propia del hombre y de la humanidad- es siempre la promoción y liberación integral de la
persona humana, en su dimensión terrena y trascendente, contribuyendo así a la construcción
del Reino último y definitivo, sin confundir sin embargo progreso terrestre y crecimiento del
Reino de Cristo (Puebla, 475).

La doctrina social de la Iglesia no es, pues, una "tercera vía" entre el capitalismo liberal y el
colectivismo marxista, y ni siquiera una posible alternativa a otras soluciones menos
contrapuestas radicalmente, sino que tiene una categoría propia. No es tampoco una
ideología sino la cuidadosa formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las
complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la
luz de la fe y de la tradición eclesial. Su objetivo principal es interpretar esas realidades,
examinando su conformidad o diferencia con lo que el evangelio enseña acerca del hombre y
su vocación terrena y, a la vez, trascendente, para orientar en consecuencia la conducta
cristiana. Por tanto, no pertenece al ámbito de la ideología, sino al de la teología y
especialmente de la teología moral. La enseñanza y la difusión de esta doctrina social forma
parte de la misión evangelizadora de la Iglesia. Y como se trata de una doctrina que debe
orientar la conducta de las personas, tiene como consecuencia el "compromiso por la justicia"
según la función, vocación y circunstancias de cada uno. Al ejercicio de este ministerio de
evangelización en el campo social, que es un aspecto de la función profética de la Iglesia,
pertenece también la denuncia de los males y de las injusticias. Pero conviene aclarar que el
anuncio es siempre más importante que la denuncia, y que ésta no puede prescindir de aquél,
que le brinda su verdadera consistencia y la fuerza de su motivación más alta (SRS, 41).

En los últimos cien años la Iglesia ha manifestado repetidas veces su pensamiento,


siguiendo de cerca la continua evolución de la cuestión social (...) Su única finalidad ha sido la
atención y la responsabilidad hacia el hombre, confiado hacia ella por Cristo mismo (...) No se
trata del hombre abstracto, sino del hombre real, concreto e histórico: se trata de cada hombre,
porque a cada uno llega el misterio de la redención, y con cada uno se ha unido Cristo para
siempre a través de este misterio. De ahí se sigue que la Iglesia no puede abandonar al
hombre, y que este hombre es el primer camino que la Iglesia debe recorrer en el
cumplimiento de su misión, camino trazado por Cristo mismo, vía que inmutablemente
conduce a través del misterio de la encarnación y de la redención. Es esto y solamente esto lo
que inspira la doctrina social de la Iglesia (CA, 53).
La doctrina social, especialmente hoy día, mira al hombre, inserido en la compleja trama de
relaciones de la sociedad moderna. Las ciencias humanas y la filosofía ayudan a interpretar la
centralidad del hombre en la sociedad y a hacerlo capaz de comprenderse mejor a sí mismo,
como "ser social". Sin embargo, solamente la fe le revela plenamente su identidad verdadera,
y precisamente de ella arranca la doctrina social de la Iglesia, la cual, valiéndose de todas las
aportaciones de las ciencias y de la filosofía, se propone a ayudar al hombre en el camino de
la salvación (...) De esto se deduce que la doctrina social tiene de por sí el valor de un
instrumento de evangelización: en cuanto tal, anuncia a Dios y su misterio de salvación en
Cristo a todo hombre y, por la misma razón, revela al hombre a sí mismo. Solamente bajo esta
perspectiva se ocupa de lo demás: de los derechos humanos de cada uno y, en particular, del
"proletariado", la familia y la educación, los deberes del Estado, el ordenamiento de la
sociedad nacional e internacional, la vida económica, la cultura, la guerra y la paz, así como
del respeto a la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte (CA, 54).

La doctrina social de la Iglesia es la enseñanza del Magisterio en materia social y contiene


principios, criterios y orientaciones para la actuación del creyente en la tarea de transformar
el mundo según el proyecto de Dios. La enseñanza del pensamiento social de la Iglesia "forma
parte de la misión evangelizadora" (SRS 41) y tiene "el valor de un instrumento de
evangelización" (CA 54), porque ilumina la vivencia concreta de nuestra fe (Santo Domingo,
158).

Evangelización - Liberación - Promoción humana

Un mensaje que afecta a toda la vida. La evangelización no sería completa si no tuviera en


cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio
y la vida concreta, personal y social, del hombre. Precisamente por esto la evangelización
lleva consigo un mensaje explícito, adaptado a las diversas situaciones y constantemente
actualizado, sobre los derechos y deberes de toda persona humana, sobre la vida familiar sin
la cual apenas es posible el progreso personal, sobre la vida comunitaria de la sociedad, sobre
la vida internacional, la paz, la justicia, el desarrollo; un mensaje, especialmente vigoroso en
nuestros días, sobre la liberación (EN, 29).

En conexión necesaria con la promoción humana. Entre evangelización y promoción


humana (desarrollo, liberación) existen efectivamente lazos muy fuertes. Vínculos de orden
antropológico, porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser
sujeto a los problemas sociales y económicos. Lazos de orden teológico, ya que no se puede
disociar el plan de la creación del plan de la redención que llega hasta situaciones muy
concretas de injusticia, a la que hay que combatir y de justicia que hay que restaurar. Vínculos
de orden eminentemente evangélico como es el de la caridad: en efecto, ¿cómo proclamar el
mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico
crecimiento del hombre? Nosotros mismos lo indicamos, al recordar que no es posible aceptar
que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves,
tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el
mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor hacia el
prójimo que sufre o padece necesidad (EN, 31).
Algunos documentos de Doctrina Social
Nombre Ab. Autor Año
Pacem in Terris PT Juan XXIII 1963
Gaudium et Spes GS Concilio Vaticano II 1965
Populorum Progressio PP Pablo VI 1967
Evangelii Nuntiandi EN Pablo VI 1975
Familiaris Consortio FC Juan Pablo II 1981
Sollicitudo Rei Socialis SRS Juan Pablo II 1987
Centesimus annus CA Juan Pablo II 1991
Evangelium Vitae EV Juan Pablo II 1995
Puebla DP * 1979
Santo Domingo SD * 1992
Aparecida DA ** 2007
Caritas in Veritate CV Benedicto XVI 2009
Laudato si´ LS Francisco 2015
Fratelli Tutti FT Francisco 2020
* Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
** Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe

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