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Neblina del Ártico

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Vías de contaminación de gran escala hacia el Ártico


La neblina del Ártico o neblina ártica (más correctamente calima ártica)1 es un
fenómeno atmosférico que consiste en una calima de tonalidad rojizo-marrón presente
en latitudes altas en el Ártico debido al impacto ambiental.2 Un factor distintivo
de la neblina del Ártico es la capacidad de sus componentes químicos para persistir
en la atmósfera durante más tiempo que otros contaminantes. Debido a las cantidades
limitadas de nieve, lluvia o aire turbulento para desplazar los contaminantes,
especialmente en primavera, la neblina ártica puede persistir durante más de un mes
en la atmósfera del hemisferio norte.2

Índice
1 Historia
2 Origen de contaminantes
3 Estudios recientes
4 Predicciones científicas
5 Véase también
6 Referencias
7 Enlaces externos
Historia
La neblina del Ártico fue observada por primera vez en 1750 en los inicios de la
Revolución Industrial. Los exploradores y balleneros no pudieron averiguar de dónde
venía la capa de niebla. «Poo-jok» era el término que usaban los inuit para
describirlo. Otro indicio sobre aquel fenómeno fue registrado hace aproximadamente
un siglo por el explorador noruego Fridtjof Nansen, quien en su expedición en
Groenlandia encontró manchas oscuras en el hielo presumiblemente causadas por
contaminantes industriales.3

El término «Arctic haze» fue acuñado en 1956 por J. Murray Mitchell, un oficial de
la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en Alaska, para describir una reducción
inusual en la visibilidad observada por los aviones de reconocimiento meteorológico
norteamericanos. Cuando una aeronave se encontraba dentro de una capa de neblina
ártica, los pilotos informaban que la visibilidad horizontal se reducía hasta una
décima parte de la del cielo normalmente despejado. A partir de sus
investigaciones; Mitchell, quien posteriormente se convirtió en un eminente
climatólogo, determinó que la neblina provenía de áreas industriales en Europa y
China.4 Además, posteriores estudios indicaron que la neblina era estacional y
alcanzaba su punto máximo a fines del invierno y la primavera.2

En 1972, Glenn Shaw del Instituto Geofísico de la Universidad de Alaska atribuyó


este fenómeno a la contaminación antropogénica transfronteriza, por lo que el
Ártico sería el receptor de contaminantes cuyas fuentes se encontrarían a miles de
kilómetros de distancia. Sin embargo, las investigaciones aún continúan con el
objetivo de comprender el impacto de dicha contaminación en el calentamiento
global.5

Origen de contaminantes
La quema de carbón en las latitudes medias del norte aporta aerosoles que contienen
aproximadamente un 90% de azufre y el resto de carbono, lo que hace que la neblina
sea de color rojizo. Dicha contaminación está acelerando el calentamiento
atmosférico del Ártico que cualquier otra región, aunque el aumento de los gases de
efecto invernadero (GEI) sigue constituyendo el principal impulsor de este cambio
climático.6

Los aerosoles de azufre en la atmósfera afectan la formación de nubes, lo que lleva


a efectos de enfriamiento localizados en las regiones industrializadas debido al
aumento de la reflexión de la luz solar, que enmascara el efecto opuesto del calor
atrapado debajo de la capa de nubes. Durante el invierno ártico, sin embargo, no
hay luz solar para reflejar. En ausencia de este efecto de enfriamiento, el efecto
dominante de los cambios en las nubes árticas es una mayor captura de radiación
infrarroja de la superficie.

Las emisiones de los barcos, el mercurio, el aluminio, el vanadio, el manganeso y


el ozono son muchos ejemplos de la contaminación que está afectando esta atmósfera,
a diferencia del humo de los incendios forestales que no contribuye de manera
significativa. Algunos de esos contaminantes figuran entre los efectos ambientales
de la quema de carbón. Debido a las bajas tasas de deposición, estos contaminantes
aún no tienen efectos adversos en personas o animales.

Los diferentes contaminantes en realidad representan diferentes colores de neblina.


En 1976, se descubrió que la neblina amarillenta proviene de las tormentas de polvo
en China y Mongolia. Las partículas fueron transportadas hacia los polos por
corrientes de aire inusuales. Las partículas atrapadas eran de color gris oscuro al
año siguiente que se tomaron muestras. Se cree que fue causado por una gran
cantidad de contaminantes industriales.3

En 2013, un estudio encontró que al menos el 40% del carbono negro depositado en el
Ártico se originó de los gases residuales de las plantas industriales,
principalmente de las actividades de extracción de petróleo en las latitudes del
norte.78 El carbono negro es de corta duración, pero esta quema rutinaria también
emite grandes cantidades de azufre. Los incendios domésticos en la India también
contribuyen.9

Estudios recientes
Según Tim Garrett, profesor asistente de meteorología en la Universidad de Utah
involucrado en el estudio de la neblina ártica, las ciudades de latitudes medias
contribuyen a la contaminación del Ártico y se mezcla con nubes delgadas, lo que
les permite atrapar el calor con mayor facilidad. El estudio de Garrett encontró
que durante el invierno ártico, cuando no hay precipitaciones para contrarrestar la
contaminación, los efectos son más fuertes, porque los contaminantes pueden
calentar el medio ambiente hasta 3°F.10

Predicciones científicas
Los climatólogos europeos predijeron en 2009 que a finales del siglo XXI, se espera
que la temperatura promedio de la región ártica aumente 3° C.11 En ese mismo
artículo, la National Geographic citó al coautor del estudio, Andreas Stohl, del
Instituto Noruego de Investigación Aérea: «Previous climate models have suggested
that the Arctic's summer sea ice may completely disappear by 2040 if warming
continues unabated» [Los modelos climáticos anteriores han sugerido que el casquete
polar ártico puede desaparecer por completo para 2040 si el calentamiento se
mantiene constante].11

Véase también
Biomagnificación
Convenio sobre la contaminación atmosférica transfronteriza a gran distancia
Protocolo de Kyoto
Protocolo de Montreal
Agujero de la capa de ozono
Convención de Estocolmo
Referencias
Hov, O.; Shepson, P.; Wolff, E. (2007). «La composición química de la atmósfera
polar: la contribución del API». Boletín de la OMM 56 (4): 263-269.
Shaw, G. E. (1995). «The Arctic Haze Phenomenon». Bulletin of the American
Meteorological Society 76 (12): 2403-2413. Bibcode:1995BAMS...76.2403S.
doi:10.1175/1520-0477(1995)076<2403:TAHP>2.0.CO;2.
Soroos, M. S. (1992). «The Odyssey of Arctic Haze toward a Global Atmospheric
Regime». Environment: Science and Policy for Sustainable Development 34 (10): 6-27.
doi:10.1080/00139157.1992.9930938.
McFadden, R. D. (8 de octubre de 1990). «J. Murray Mitchell, Climatologist Who
Foresaw Warming Peril, 62 - Page 2». The New York Times. Consultado el 7 de febrero
de 2012.
«Arctic Pollution». Scholastic. Scholastic Corporation. 1999. Archivado desde el
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doi:10.1126/science.1137695.
Stohl, A.; Klimont, Z.; Eckhardt, S.; Kupiainen, K.; Chevchenko, V. P.; Kopeikin,
V. M.; Novigatsky, A. N. (2013), «Black carbon in the Arctic: the underestimated
role of gas flaring and residential combustion emissions», Atmospheric Chemistry
and Physics 13 (17): 8833-8855, Bibcode:2013ACP....13.8833S, doi:10.5194/acp-13-
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Stanley, M. (10 de diciembre de 2018). «Gas flaring: An industry practice faces
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"The Haze is Heating Up the Arctic". 10 de mayo de 2006. United Press
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«Summary report of "Arctic Climate Feedbacks: Global Implications"».
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