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En cercanía al antiguo Camino Real al Alto Perú, se ubica la atractiva Estancia Jesuítica
de Jesús María. Compuesta por un parque de cuatro hectáreas, hoy la encontramos
conformada por una iglesia, una particular bodega y la residencia. Pese a los años
transcurridos, aún se conservan restos de antiguos molinos, rodeando el predio un
poblado de árboles autóctono y una ingeniosa laguna artificial que decora el lugar.
La iglesia que posee una fuerte influencia del Barroco Americano, es dueña de
características estéticas que la convierten en única. Cuenta con una planta de cruz
latina abovedada, destacándose su importante cúpula central. Sobre los
entablamentos se ubican cuatro ángeles de fisionomía nativa, y una elegante espadaña
de piedra ubicada junto a la sacristía que lleva inscripto 1762, año de su construcción.
“A partir del trabajo que se comenzó a desarrollar, se dio lugar a las exportaciones de
trigo, a la venta de vino, se desarrolló la crianza de ganado mular que iba hacia el
norte. Paralelamente, se capacitaba a la gente que trabajaba en la estancia, como el
maestro herrero o el bodeguero”.
“Las personas que estaban especializadas en su trabajo, que generalmente provenían
de Europa y poseían una capacitación previa; volcaban sus conocimientos en el
lugareño. Lo aprendido fue perdurando en el tiempo, como sucede con los albañiles
que continuaron edificando como habían aprendido desde la época de la compañía
jesuítica”.
Características distintivas
La producción vitivinícola y triguera representó el fuerte económico que permitió el
desarrollo de la Estancia de Jesús María.
https://prensa.cba.gov.ar/cultura-y-espectaculos/el-legado-jesuita-se-renueva-en-la-estancia-de-
jesus-maria/