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Celestino Mancera Daniela

Psicoanálisis y sociedad
De acuerdo con Sigmund Freud;
1. Yo
Se aplique el principio de realidad, es práctica y funciona bajo la supervivencia​. Pero nos
hace pensar en las consecuencias que puede generar una conducta espontánea. Se enfrenta al
Ello para aplacar las pulsiones de éste y a la​ del Superyó por su carácter restrictivo.
2. Ello.
Son deseos e impulsos inconscientes. Se caracteriza por el principio del placer inmediato,
lucha por hacer que las pulsiones primarias/instintivas sin pensarlas en las consecuencias a
medio o largo plazo.
3. Superyó
Vela por el cumplimiento de las reglas morales. Presiona para realizar sacrificios y esfuerzos
para que el sujeto se acerque a la idea del bien. Tiene sentido en un contexto social; nos
obliga a adoptar conductas de vigilancia de uno mismo para evitar las confrontaciones con los
demás.
4. Los impulsos/ las pulsaciones
La pulsión es la razón de la actividad mental que consta de una fuente (donde se origina la
pulsión), de una fuerza (el tamaño de motivación a la acción) y una meta (que es el objetivo
de satisfacción) y el objeto que satisface.
5. Eros (pulsión de vida)
Es el impulso o fuerza que genera una sensación erótica, de placer o sensualidad,
enamoramiento a nivel biológico. Se encarga de garantizar la vida y supervivencia. ​tiene
como principal función la de buscar el placer y evitar el displacer.
6. T​hannatos
Representa el deseo inconsciente de muerte, es lo opuesto al Eros. Tiende a la erradicación
del deseo y aniquilar todo estímulo placentero.
7. Compulsión a la repetición
Es la capacidad inconsciente de cometer los mismos errores en repetidas ocasiones a pesar de
saber que esto nos hirió y que se cometió un error. Esto se debe a que en el inconsciente este
hecho representa algo simbólico y significativo.
Eros y Thanatos
En este momento de mi vida estoy pasando por un buen momento en el aspecto romántico. Es
el eros, prácticamente en todo su esplendor. Tengo una pareja con la que estoy muy feliz. Él
comenzó a ser una parte importante de esa felicidad y disfrute de la que habla el Eros.

Nos conocíamos de años y poco a poco nos fuimos acercando. Comencé a frecuentarlo;
siendo amigos, porque aportaba a mi vida alegría, felicidad, tranquilidad y paz. Solíamos
hablar de cualquier cosa y todo era agradable, todo se pintaba de colores y prácticamente la
pesadez de la cotidianeidad y otras situaciones difíciles, quedaban enterradas y olvidadas por
el tiempo suficiente del día.

Durante esa época pasaba por momentos difíciles y pesados tanto en mi vida personal como
en mi vida académica. Las cosas se pusieron feas, pesadas. Muchas veces tuve pocas ganas
de seguir estudiando o de mejorar los problemas por los que estaba pasando, es aquí donde
hace presencia el Thanatos. El entusiasmo, la alegría, el interés se estaban esfumando y la
pena, la indiferencia incluso con mi misma persona, se estaban apoderando de mi vida.

Es curioso cómo una persona puede ayudarte a recobrar esa visión llena de luz sobre la vida.
Sobre todo cuando no esperas que apareciera. Como mencioné antes, me gustaba ver a mi
actual novio para pasar un buen rato de entre todo ese caos: yo estaba utilizando al Eros para
sobrevivir y lograr salir de ese hoy en el que me estaba quedando.

La estabilidad la estaba recobrando valiéndome del placer que me generaba estar en


compañía de una persona de mi total confianza. Mi ser anímico estaba buscando, sin que yo
tuviera total certeza consciente, asegurar mi supervivencia y mi estabilidad emocional.

Ambos aceptamos que nos gustábamos y comenzamos una relación seria y con buenos
compromisos por parte de ambos. Hasta la fecha, tenerlo a mi lado, ha sido de gran ayuda
para mejorar grandes aspectos de mi vida. El amor que nos tenemos, despertó de nuevo en mi
la ilusión de salir adelante para poder formar, una familia. Todo a su tiempo, pero mi
motivación más grande es saber que, en un futuro, se puede ser feliz a lado de la persona que
amas.
Compulsión a la repetición
Tengo un gran problema que me ha estado afectando por muchos años, uno personal que
también afecta a mis seres queridos; familia, amigos, pareja. Durante gran parte de mi vida
ignoraba que fuera algo malo, a pesar de sufrir constantemente por ello; y es el manejo de mis
emociones y de las cosas que hacen los demás hacia conmigo y me afectan más de lo que
debería.

Yo justificaba mi compulsión bajo la premisa de “soy muy sensible”. Sin embargo, esto no
era algo normal en mí, pues de ser así no afectaría mi estabilidad mental. Me cuesta mucho
trabajo controlar mi enojo, mi desagrado y mi molestia con algo o alguien. Muchos pensarán
que es normal o que no hay nada de grave.

Pero es que el poco control recae en el hecho de que si yo me enojo por “x” razón, todos los
que me rodean se llevan mucho de mi ira. Me enojo con ellos y cargan con ello, sin ser los
responsables. Lo peor es que muchas veces ni me doy cuenta, otras lo hago a propósito y
cuando se molestan conmigo y me dicen que me de cuenta de lo que hago, yo me enojo aún
más.

De tanto que me regañan o reclaman mi actitud termino sintiéndome la víctima de ellos. De


alguna manera les volteo las cosas, los culpo de mi estado emocional y me deslindo de la
responsabilidad. Esta situación que yo permití, culminó en el fin de muchas relaciones de
amistad, sobre todo, en peleas repetitivas con mi madre y en no querer relacionarme con las
personas, creyendo que siempre actuaban en mi contra.

No sé ignorar lo que no me corresponde, hago de mis conflictos los más terribles del mundo y
tengo temor de enfrentarlos. Prefiero evadirlos que darles una solución. Cabe señalar que de
esto me doy cuenta recientemente, que ha sido difícil aceptarlo, pues lo normalice por
prácticamente toda mi vida.

A pesar de ello, he decidido cambiar, ser más consciente y responsable de mis emociones. A
veces vuelvo a caer, es difícil no hacerlo, pero afortunadamente ya se aceptar y reconocer que
lo hice, así como pedir perdón.
Experiencias amorosas
La primera es cuando comencé una relación “a distancia” con un amigo mío de la
preparatoria. Ambos estudiamos en C. U. A distancia, porque jamás nos vimos. Debo decir
que fue traumática, fue la razón de una fuerte depresión en la que estuve por más de un año.
Pues había decidido enamorarme sin miedo, en por fín confiar en el amor que el otro decía
darme.

Esta pareja jamás tuvo intención de verme. Habíamos sido amigos y yo estaba enamorada,
confiaba en él. No obstante, cuidaba con quien hablaba y los tiempos en los que estaba
conectada. Me controlaba mucho a pesar de no vernos nunca, una vez iniciada la relación.
Cuando terminó conmigo lo hizo dejándome de hablar, sin dar ninguna explicación.

Suplique respuesta de su parte, no obtuve nada. Me sentí traicionada, fue la peor época
decembrina de mi vida. Me aislé en mi mundo, le tuve miedo y caí en una depresión de la que
jamás creí ser víctima. Lo superé motivandome sola; trabajé por primera vez y las cosas se
fueron acomodando poco a poco.

La segunda ocasión, es en la que me encuentro actualmente. Una historia totalmente


diferente. Él es una persona que me respeta mucho, que me da mi espacio, que me cuida de
otra manera. Se preocupa por mi bienestar en general. No le molesta demostrar que me ama,
está seguro de nuestra relación.

Es significativa porque me ayudó a perderle el miedo a enamorarme de nuevo, a creer y


confiar en las personas. Lo mejor es que todo sucedió sin que ninguno de los dos tuviera la
intención pero cuando nos dimos cuenta, no nos opusimos. él atiende mis molestias, mis
inseguridades y me ayuda a salir adelante.

Ambos hemos aprendido del otro, hemos mejorado nuestro carácter, aprendimos a solucionar
conflictos, a hablar las indiferencias. No ha sido fácil, pero ambos siempre hemos estado
dispuestos a solucionarlo y seguir adelante. Me devolvió la confianza, la esperanza. El amor
es recíproco. Tenemos los mismos sueños y las mismas ganas de salir adelante y ser plenos.

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