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Darío G. Barriera
Viviana Grieco
La política de dar en el Darío G. Barriera se licenció en
Virreinato del Río de la Plata. Historia en la Universidad Nacional
¿Qué conecta el pulso global del imperio de Felipe II con la admi- de Rosario, luego obtuvo su docto-
Donantes, prestamistas, súbditos nistración de la justicia en un inhóspito paraje rioplatense a finales rado en Historia en la EHESS (París,
y ciudadanos del siglo XVI? ¿Qué relación hay entre el incendio de los Reales 2002) y realizó su posdoctorado en la
Alcázares de Madrid y dos jueces rurales que le cuentan las costi- UNAM (México, 2003). Se desempe-
Ricardo D. Salvatore ña como Profesor Titular Regular en
Paisanos itinerantes
llas a una centena de familias que habitan la campaña santafesina?
la carrera de Historia de la Univer-
Orden estatal y experiencia subalterna en ¿Qué tienen en común el ilustrado José de Gálvez con el oneroso
sidad Nacional de Rosario (donde
Buenos Aires durante la era de Rosas entusiasmo de los vecinos del Coronda por convertirse en jueces dirige el CEHISO) y es Investigador
de sus campos? ¿Qué hay de nuevo en las modernas justicias de Principal del CONICET (Argentina),
Alex Borucki
De compañeros de barco a camaradas de proximidad? con sede en el ISHIR (CCT Rosario).
Darío G. Barriera
Historia y justicia
armas. Identidades negras en el Río de la A través del estudio sobre la manera en que los hombres y las mu- Fue Chercheur Invité por la Maison
Plata, 1760-1860 des Sciences de l’Homme (París),
jeres fueron juzgados (hasta tiempos muy recientes, sólo por otros
Director de estudios por la EHESS
hombres...) este libro –después de una primera parte dedicada
Historia y justicia
Juan Carlos Garavaglia y Raúl Fradkin (París), ha sido titular de la Chaire
A 150 años de la Guerra de la a comprender el surgimiento de los estudios sobre historia de la de l’Amérique Latine por el IPEAT
Triple Alianza contra el Paraguay justicia en la Argentina– muestra que las conexiones contenidas (Toulouse) e Investigador de la Casa
en aquellos interrogantes abren surcos aún no explorados por la de Velázquez (Madrid). Su libro Abrir
Carmen Bernand
Los indígenas y la construcción del Estado- historia del derecho y por la historia política. Surcos que conectan Cultura, política y sociedad en el Río de la Plata puertas a la tierra (en francés publica-
do por PUM como Ouvrir des portes
Nación. Argentina y México, 1810-1920:
historia y antropología de un enfrentamiento
fuertemente nuestro pasado con nuestro presente. (Siglos XVI-XIX) sur la terre. Microanalyse de la cons-
truction d’un espace politique...) ganó
Juan Carlos Garavaglia el Premio de la Academia Nacional
La disputa por la construcción nacional de la Historia en 2015 y el Premio In-
argentina. ternacional de Historia del Derecho
Buenos Aires, la Confederación y las
Indiano en 2018.
provincias (1850-1865)
Gabriel Di Meglio
¡Viva el bajo pueblo!
La plebe urbana en Buenos Aires y la política
entre la Revolución de Mayo y el rosismo
Imagen de tapa: Fragmento de El juicio,
Michael Goebel cortesía del Museo Histórico Provincial
La Argentina partida. de Rosario Dr. Julio Marc.
Nacionalismos y políticas de la historia
HISTORIA Y JUSTICIA
CULTURA, POLÍTICA Y SOCIEDAD EN EL RÍO DE LA PLATA
(SIGLOS XVI-XIX)
Darío G. Barriera
Historia y justicia
Cultura, política y sociedad
en el Río de la Plata
(Siglos XVI-XIX)
Barriera, Dario
la
Historia y justicia : cultura, política y sociedad en el Río de La
Plata / Dario Barriera. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos
Aires : Prometeo Libros, 2019.
740 p. ; 24 x 17 cm.
ISBN 978-987-8331-11-9
PRIMERA PARTE
Hacer historia de la justicia en la Argentina
Una historiografía constituida en intersecciones incómodas
Introducción........................................................................................................................................ 39
CAPÍTULO I
Textos que importan....................................................................................................................... 45
Los manuales de historia colonial americana: un caballo de Troya ............. 46
El boom editorial entre conmemoraciones y milenarismo:
un americanismo renovado ................................................................................................. 54
Justicia y gobierno: el estudio de las Audiencias americanas
hasta los años 1990 ................................................................................................................. 60
CAPÍTULO II
Una incomunicación con historia:
técnicas, prejuicios y algo más.................................................................................................. 67
Teoría y práctica de la formación de conjuntos ....................................................... 71
Hacia una historia política de las lealtades y las desconfianzas
académicas ................................................................................................................................... 77
La técnica, lo disciplinar, lo político y algo más...................................................... 87
Una metodología políticamente informada................................................................ 92
CAPÍTULO III
La mirada de los legos. Del uso de las fuentes judiciales
a la justicia como tema.......................................................................................................................... 95
Del padrón al expediente: el recorrido de “los otros” historiadores ............ 96
La caja de Pandora .................................................................................................................... 98
1999, annus mirabilis ........................................................................................................... 102
Coincidencias inesperadas ................................................................................................. 111
Marcas del presente ................................................................................................................ 114
La mirada de los legos ......................................................................................................... 117
El americanismo, una vez más......................................................................................... 122
CAPÍTULO IV
Rostros y lenguajes de un diálogo entre legos y letrados en el siglo XXI ....... 131
Distancias y acercamientos, siglo XXI .......................................................................... 131
Perder para ganar: la mediación académica como decisión política ......... 139
Del expediente a la sociedad:
la justicia como laboratorio para los historiadores ............................................. 144
Cuaderno de bitácora
(necesariamente incompleto) de los últimos años .............................................. 147
CAPÍTULO V
La historia social de la justicia: ¿Cuándo y por qué intercalar el adjetivo? ...... 165
La justicia tiene historia ....................................................................................................... 165
Historia Social .......................................................................................................................... 171
Historia social de la justicia ............................................................................................... 175
Estudiando a los agentes ..................................................................................................... 178
Lo que aportan otras perspectivas ................................................................................. 195
Sintetizando ............................................................................................................................... 202
SEGUNDA PARTE
Instituciones, territorios, agentes, distancias
CAPÍTULO VI
Un rostro local de la Monarquía hispánica. Justicia y equipamiento
político del territorio al sureste de Charcas, siglos XVI y XVII ........................................... 219
1) Las grandes jurisdicciones y la práctica de los agentes:
el Río de la Plata (1540-1617) ....................................................................................... 222
2) La ciudad como dispositivo clave ............................................................................ 231
3) De cómo la autonomía de los agentes favorece la conservación
de la Monarquía ....................................................................................................................... 239
4) Jurisdicciones y justicias: los agentes en el territorio ................................... 243
5) Las normas de la monarquía como recurso localmente disponible ....... 253
Rescatando papeles polvorientos: la coyuntural utilidad
de normas olvidadas .............................................................................................................. 257
Gobernar un territorio disperso ...................................................................................... 267
CAPÍTULO VII
La justicia en venta. Ordenamiento jurídico, equipamiento político
y venalidad: el oficio de alguacil mayor en Santa Fe la Vieja
(Gobernación del Río de la Plata, 1573-1660) ....................................................................... 273
Los oficios venales en la Monarquía hispánica entre turbación
y necesidad .................................................................................................................................. 275
Los oficios de alguacil y de alguacil mayor .............................................................. 278
El oficio de alguacil mayor en las ciudades ............................................................ 281
La enajenación del oficio de alguacil mayor ............................................................ 283
La venalidad de los oficios de vara en el Río de la Plata ................................... 285
¿Cómo se implementó este oficio en el Río de la Plata? .................................. 286
Título chico, problemas chicos; título grande, problemas grandes ........... 289
Designaciones, posesión del título y dirección del flujo
de las lealtades........................................................................................................................... 292
El voto del alguacil mayor .................................................................................................. 294
El carácter de las controversias y de los consensos ............................................. 296
El hombre que arrojó la vara ............................................................................................ 297
Cambio de hábito: procurador del cabildo, alguacil del gobernador ......... 303
Usos diferenciales de recursos jurídicos en conflictos similares:
la dinámica política en los dos primeros casos ..................................................... 308
El tercer caso: lo mismo puede ser diferente........................................................... 310
Conclusiones .............................................................................................................................. 312
CAPÍTULO VIII
Corregidores sin corregimientos. Un caso de mestizaje institucional
en Santa Fe del Río de la Plata durante los siglos XVII y XVIII ........................................ 315
Introducción ............................................................................................................................... 315
Corregidores y alcaldes mayores: una confusión frecuente
en la historiografía americanista ..................................................................................... 316
Gobernados por corregidores (Santa Fe, 1663-1673) ....................................... 322
Las reformas: Santa Fe bajo la segunda Real Audiencia
de Buenos Aires ........................................................................................................................ 328
Corregidores de indios e indios corregidores ......................................................... 330
Reflexiones finales ................................................................................................................. 339
CAPÍTULO IX
Justicias rurales (1). El oficio de alcalde de la hermandad entre el derecho,
la historia y la historiografía (Santa Fe, Gobernación del Río de la Plata,
siglos XVII a XIX) ................................................................................................................................... 343
El oficio del alcalde de la hermandad. Expectativas y restricciones
en el retrato de una tecnología de gobierno ................................................................... 348
Alcaldes de la hermandad en Santa Fe: delicias y sinsabores
de oficiales todo terreno ...................................................................................................... 355
Alcaldes de hermandad y otras autoridades de campaña:
complementariedades y conflictos ................................................................................ 362
Los jueces menores y su gobierno en el campo..................................................... 371
Perfiles ocupacionales y de acción ................................................................................ 373
Auge, cambios y extinción del oficio ........................................................................... 379
Consideraciones finales........................................................................................................ 384
CAPÍTULO X
Justicias rurales (2). El gobierno de los campos, entre el reformismo
y la política vecinal. Miniaturización del territorio, comisionados
y pedáneos en el sur santafesino (1766-1808) ......................................................................... 385
Jurisdicción, extensión y distancia: el planteamiento
de un problema general ....................................................................................................... 390
Santa Fe a finales del siglo XVIII ................................................................................... 3892
La enormidad como problema político ...................................................................... 400
Micropolítica de la gestión del territorio ................................................................... 405
Alcaldes de la hermandad y pedáneos/comisionados: la dinámica
de la subdivisóin del territorio......................................................................................... 419
Conclusiones: gobierno, población, territorio y política ................................ 424
CAPÍTULO XI
Gobernar los barrios: entre justicia y policía (1770-1860) ................................... 431
Historiografías .......................................................................................................................... 432
En la secuencia de una historia de la justicia y de la administración ....... 410
El oficio se desjudicializa .................................................................................................... 454
El cambio de la perspectiva y la prolongación de la cronología:
una vuelta a los orígenes antes de la extinción del “empleo” ....................... 461
CAPÍTULO XII
La organización del territorio y su gobierno. “Alcaldes mayores”
para la villa del Rosario. Un capítulo de transición (1826-1832) ................................. 469
La administración de la justicia y la representación del pueblo
en Santa Fe según el ordenamiento de 1819 .......................................................... 471
El cambio de condición del territorio: un pedido
de las “fuerzas intermedias”............................................................................................... 474
Evolución de matrimonios, bautismos y defunciones
según el registro del párroco del Rosario (1815-1823)..................................... 478
Alcaldes mayores para la villa del Rosario ............................................................... 479
Los alcaldes mayores del Rosario ................................................................................... 487
La casa, la ropa, el pan, el vino ....................................................................................... 493
Reflexiones finales ................................................................................................................... 495
CAPÍTULO XIII
Rediseñando lo judicial, reinventando lo jurídico. El “Reglamento”
de 1833 y los orígenes de la Justicia de Paz en la Provincia de Santa Fe .................... 497
Exordio: pequeñas causas................................................................................................... 497
El horizonte de la investigación ...................................................................................... 499
La metodología ......................................................................................................................... 500
TRES - El interés, una doble vacancia: geográfica y temática......................... 501
Preguntas generales para orientar los primeros pasos ....................................... 502
La reforma de 1833: la primera justicia sin cabildo,
la primera justicia provincial ............................................................................................... 506
La implementación de la justicia de paz en Santa Fe ....................................... 509
Algunas implicaciones de la función “distancia” (de la cabecera
del departamento a la Capital) sobre el alcance de las competencias
de los jueces de paz ................................................................................................................ 513
Algunas reflexiones................................................................................................................. 515
CAPÍTULO XIV
La justicia de paz en la provincia de Santa Fe (1833-1854).
Justicia de proximidad, justicia de transición .......................................................................... 519
La justicia de paz: experiencias y abordajes ........................................................... 522
Francia ........................................................................................................................................... 524
España y sus excolonias ....................................................................................................... 526
La justicia de paz en el Río de la Plata: su carácter excepcional
(histórico e historiográfico) ............................................................................................... 528
La justicia de paz en Santa Fe ......................................................................................... 531
Una imprescindible comparación con Buenos Aires .......................................... 533
Desde el caso a lo general, por el camino de la historia
de la justicia como revulsivo de la historia estatalista ........................................ 536
La historia del gobierno y su correspondencia
con los órdenes jurídicos .................................................................................................... 539
TERCERA PARTE
La justicia y lo jurídico en clave social y cultural
CAPÍTULO XV
De crimen a delito. Desacralización de lo jurídico y de la forma
de poder político a través del desplazamiento de un concepto .......................................... 545
Introducción ............................................................................................................................... 545
Crímenes y delitos .................................................................................................................. 546
Profesionales de la lengua: una de traductores ...................................................... 547
Transparente y opaco ............................................................................................................ 550
Estratos letrados de la arqueología de crimen: tesoros de la lengua,
diccionarios, doctrina, registros jurídicos ................................................................. 552
Las definiciones por agregación, o el método de Laura ....................................... 552
Definición jurídica, desplazamiento en la legislación
(Siglos XIX y XX) ...................................................................................................................... 558
La definición por amputación, o el método de Agnes ........................................... 563
Una valoración política de la comunicación entre culturas
a través de la semántica y del lenguaje ....................................................................... 567
Coda: el aborto como crimen, el pasado que nos habita .................................. 572
CAPÍTULO XVI
La tierra nueva es algo libre y vidriosa. El delito de “traición
a la corona real”. Lealtades, tiranía, delito y pecado en jurisdicción
de la Real Audiencia de Charcas (1580-81) ............................................................................. 577
La tierra nueva ......................................................................................................................... 579
Tierra nueva y novedades de la tierra ........................................................................ 581
Lex Julia majestatis: Monarquía, doctrina, juicio y castigo ........................... 589
Delito y pecado, justicia y pacificación....................................................................... 591
Nueva, libre y vidriosa:
fragilidad y fortaleza del buen gobierno .................................................................... 598
Post scriptum ............................................................................................................................. 601
CAPÍTULO XVII
Entre el retrato jurídico y la experiencia en el territorio.
Una reflexión sobre la función distancia a partir de las normas de los
Habsburgo sobre las sociabilidades locales de los oidores americanos ......................... 603
La función distancia en justicia: introducción metodológica ........................ 604
Una justicia “imparcial” para la América colonial:
la construcción doctrinal de la distancia .................................................................. 610
Físicamente lejos: de la Península y de los más humildes vasallos ............ 612
Oidores en su tinta. La construcción jurídica de las distancias
sociales como buffer en situación de proximidad física .................................... 614
Más allá de las aulas: la contribución de los símbolos
y la etiqueta a la distancia cultural ................................................................................ 618
La distancia imposible .......................................................................................................... 619
Conclusiones .............................................................................................................................. 622
CAPÍTULO XVIII
Pruebas de derecho, pruebas de fuerza. Disputas por derechos
sobre ganado cimarrón ante la justicia ordinaria (Siglo XVII) .......................................... 625
De domésticos a cimarrones: animales europeos que se imponen
en llanos americanos ............................................................................................................. 626
El disfrute del derecho a recoger ganado cimarrón ............................................. 631
¿Quién tiene el mejor derecho a vaquear esos bovinos
que tascan libremente? ......................................................................................................... 636
Entre la justicia y el terreno: pruebas de derecho, pruebas de fuerza ...... 649
Reflexiones finales ................................................................................................................... 659
CAPÍTULO XIX
Los saberes de los justiciables. Cultura popular, cultura católica,
cultura judicial ........................................................................................................................................ 665
De la historia social a la historia cultural................................................................... 665
Registro judicial del lenguaje de los justiciables legos ....................................... 669
¿Cómo escuchar lo que está escrito? ............................................................................. 673
Legos y letrados: por el camino de la semántica ................................................... 674
Jueces legos y cultura letrada ........................................................................................... 676
Lenguajes de justicia, lenguajes de la fe: lo primero es jurar......................... 680
No soy Judas: saberes sobre la traición....................................................................... 682
Creencias comunes, saberes compartidos ............................................................... 684
Maledicencia, injuria y blasfemia .................................................................................. 687
No levantarás falso testimonio: testigos en acción ............................................. 688
El juicio, al fin y al cabo, es el Juicio y la Ley, la ley ........................................... 692
CAPÍTULO XX
Las distancias entre una población y sus jueces. Situación y proximidad
como problema para la historia de la justicia (siglos XXI-XVII) ...................................... 697
El presente como punto de partida............................................................................... 700
Justicias y distancias: o la función distancia en la justicia
La función distancia y su papel en el análisis histórico
de la justicia ............................................................................................................................... 702
La emergencia historiográfica de las justicias de proximidad:
la justicia de paz en la historiografía jurídica francesa,
un caso paradigmático ........................................................................................................ 706
Ventajas y desventajas de la proximidad .................................................................. 709
La proximidad física como virtud para la justicia y el gobierno .................. 710
Local knowledge: achicando todas las distancias al mismo tiempo .............. 720
Recortando la distancia procesal .................................................................................... 723
Cuando la misma distancia es distinta a sí misma ............................................... 725
Cuando lo material se hace conflicto y sacude las distancias....................... 727
Distancias y centralización política: la proximidad
vista “desde arriba” ................................................................................................................. 729
Conclusiones. Más cerca, más accesible ¿una justicia mejor
para todos, en todo tiempo y lugar? ........................................................................... 733
Siglas y abreviaturas más utilizadas
1
La base de este texto es el artículo, con título homónimo, publicado en el número 15:4 de
CLAHR, correspondiente al año 2006. Para esta versión se introdujeron correcciones, se adaptó
el citado, evitando la reiteración de las obras que ya aparecen en el libro, se repuso el epígrafe
y los subtítulos que habían sido retirados por la edición de la revista, así como varios párrafos
que debieron ser suprimidos por cuestiones de extensión.
2
Véase el monográfico coordinado por Óscar Mazín Gómez, “La Monarquía española: grupos
políticos locales ante la corte de Madrid”, en Relaciones, 73, Zamora, 1998.
3
Jean-Frédéric Schaub, “El Estado en Francia en los siglos XVI y XVII: Guía de lectura para la
historiografía de los años 1980-1992”, en Cuadernos de Historia Moderna, 14, Madrid 1993,
pp. 225-241; “Le temps et l´état: vers un nouveau régime historiographique de l´ancien
Régime français”, en Quaderni Fiorentini, 25; Milano 1996, pp. 127-181; Le Portugal au temps
du Comte-Duc d’Olivares (1621-1640). Le conflit de juridictions comme exercice de la politique,
Casa de Velázquez, Madrid 2001, 521 pp. Robert Descimon, Jean-Frédéric Schaub y Bernard
Vincent, Les Figures de l´administrateur. Institutions, réseaux, pouvoirs en Espagne, en France at au
219
HISTORIA Y JUSTICIA
Portugal. 16è-19è siècle. Éditions de l´ÉHESS, París 1997, y mis “Por el camino de la Historia
Política...” (2002, cit.) y el dossier Historia y Antropología Jurídica, (2001, cit.)
4
Sobre la concepción de tierra y de tierra nueva, véase “La tierra nueva...”, en este volumen.
5
Cfr. mi ya citado “La historia del poder político...”, en Penélope (2006) así como el de Víctor
Tau Anzoátegui, “La Monarquía: poder central y poderes locales” y “Órdenes normativos y
prácticas socio-jurídicas: la justicia,” ambos en Período Español: 1600-1810, Tomo 2 de Nueva
historia de la nación argentina, Planeta, Buenos Aires, 1999. Desde la perspectiva socioeconó-
mica, véase Zacarías Moutoukias, “Gobierno y sociedad en el Tucumán y el Río de la Plata,
1550-1800,” en La sociedad colonial, ed. Enrique Tandeter, tomo 2 de Nueva historia argentina,
Sudamericana, Buenos Aires, 2000, pp. 355-411.
220
DARÍO G. BARRIERA
6
El concepto de “equipamiento político del territorio” es una adaptación que hago a partir
de las obras de António Hespanha y de Roger Brunet (autor de L’aménagement du territoire en
France, La Documentation Française, París, 1997). El concepto de “ordenamiento territorial”
ha sido utilizado en su primer estado por las escuelas de gubernamentabilidad socialdemó-
cratas y preeminentemente para señalar discontinuidades o inequidades localizables con el
propósito de cartografiarlas para formular estrategias que permitan corregirlas. Dado que en
geografía se designaba originalmente tanto el proceso como el resultado y se orientaba a rela-
cionar la acción política con las modificaciones impresas en el territorio, aquí se ha recuperado
su característica recursiva para analizar el proceso por el cual la Monarquía hispánica instaló
en los territorios que conquistaba las relaciones sociales, jurisdiccionales y judiciales –expre-
sadas institucionalmente– que desde el punto de vista del europeo organizaban la extensión en
territorio (lo convertían en un espacio político). Por ello el concepto de equipamiento político
de un territorio designa al proceso que incluye acciones de diversos agentes y de distinto tipo
–que tienden a conseguir un resultado orientado por esta voluntad de ordenamiento– y las
expresiones simbólicas o físicas que este accionar va imprimiendo tanto en el terreno como en
la concepción de su relación con las instituciones políticas.
7
Utilizo el concepto de espacio político inspirado en el sentido que le diera António Manuel
Hespanha en distintos momentos de su obra, Vísperas…, cit. y La Gracia del Derecho. Economía
de la cultura en la Edad Moderna, CIC, Madrid, 1993.
221
HISTORIA Y JUSTICIA
8
En el Derecho Romano, la potestas estaba ligada originalmente a las figuras que adminis-
traban la justicia. En las sociedades de antiguo régimen con fuerte incidencia del Derecho
Romano, como la que aquí se analiza, su delegación implicaba transferir capacidades juris-
diccionales, judiciales y de gobierno con carácter legítimo, que debían ser efectivizadas en un
territorio conocido o por conocer.
9
El término “funcionario”, en su actual sentido (el de funcionario público) no fue registrado
por la Real Academia Española hasta la edición de 1869. En cambio, en la primera edición del
diccionario, oficiales “en la República son l”en la República son los que tienen cargo de gobier-
no de ella: como Alcaldes, Regidores, &c. Lat. Republica Ministri.”, Diccionario de Autoridades,
1737, Tomo V, p. 21. En cuanto al vocablo “funcionario”, que se ha impuesto por el uso, no
es completamente incorrecto si se considera que hace referencia a quien ejercita una función
de gobierno o de justicia. Véase al respecto Ricardo Zorraquín Becú, La función de justicia en el
Derecho Indiano, IIHD, Buenos Aires, 1948, pp. 26-27.
10
Juan José Saer, El río sin orillas: tratado imaginario, Alianza, Buenos Aires, 1991, p. 34.
11
Los cronistas debatían sobre el punto. Gonzalo Fernández de Oviedo afirmaba que Río de
222
DARÍO G. BARRIERA
la Plata era la denominación cristiana del que, en voz indígena, se llamaba Paraná. Cabe recor-
dar que no estuvo jamás en el Río de la Plata y se basó en gran medida en el Islario de Alonso
de Santa Cruz y en otros testimonios. Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia general
y natural de las Indias, islas y tierra-firme del mar océano, Real Academia de la Historia, Madrid,
1852, Tomo 2, p. 114 y 165. El fragmento inferior izquierdo de una carta atlántica datada a
finales del siglo XVII y atribuida a João Teixeira Albernaz representa al Río de la Plata como
un grueso brazo de agua que se abre en dos hacia el norte y se fibrila en numerosos afluentes
menores hacia el este y el oeste, subrayando la continuidad que existía todavía para algunos
entre el estuario del mar dulce y el Río Paraná. Suzanne Daveau, Lugares e regiões em mapas
antigos, CNCDP, Lisboa, 1997, p. 48.
12
El mapa de Gutiérrez, que se conserva bajo en número 1303 de la Rosenwald Collection de
la Library of Congress, Washington, DC, fue titulado Americae sive qvartae orbis partis nova et
exactissima descriptio, y fue grabado por Hieronymus Cock. Una descripción del mismo apare-
ce en Quarterly Journal of the Library of Congress 6:3, 1949, pp. 18-20.
223
HISTORIA Y JUSTICIA
13
Miguel Alberto Guérin, “La organización inicial del espacio rioplatense”, en Tandeter, La
sociedad colonial, p. 40.
14
Oscar R. Nocetti y Lucio B. Mir, La disputa por la tierra: Tucumán, Río de la Plata y Chile,
1531-1822, Sudamericana, Buenos Aires, 1997, pp. 23-31.
15
Francisco Pizarro había recibido los títulos de adelantado, gobernador, alguacil mayor y
capitán general de la Nueva Castilla (Capitulación de Toledo, 1529) y Diego de Almagro, a
través de una rectificación de la misma capitulación en 1534, los de adelantado y gobernador
de la Nueva Toledo. Véase la transcripción de la capitulación en Manuel Josef Quintana, Vidas
de españoles célebres, Libería Europea, París, 1845, pp. 176-80.
16
Sanabria falleció antes de llegar y el adelantazgo recayó en su hijo Diego, una “gobernación”
que incluía Asunción, el Guayrá y el litoral pero no, por ejemplo, la actual provincia de Buenos
Aires. Llegaba hasta el Pacífico, pero estaba recortada por la capitanía de Valdivia, conservando
salida al océano por el norte de ésta. Nocetti y Mir, La disputa por la tierra, pp. 49-51.
224
DARÍO G. BARRIERA
17
Nocetti y Mir, La disputa por la tierra, p. 51.
18
Es el caso de Domingo Martínez de Irala, Nuflo de Chávez y del mismo Licenciado La
Gasca, presidente de la Audiencia de Lima. Roberto Levillier, Nueva crónica de la conquista del
Tucumán Sucesores de Rivadeneyra, Madrid, 1926, Tomo I, p. 158.
19
La Real Audiencia de Charcas fue creada por Real Cédula del Rey Felipe II el 18 de sep-
tiembre de 1559, y sus límites fueron fijados por Real Cédula del 29 de agosto de 1563. Luego
ésta se modificó por un conflicto suscitado en Cuzco con la Audiencia de Lima. Recopilación
de las Leyes de los Reinos de las Indias [1680], Quinta edición, Roix editor, Madrid, 1845; Ley
9, Título IX, Libro 2, Tomo I.
225
HISTORIA Y JUSTICIA
226
DARÍO G. BARRIERA
20
Nocetti y Mir, La disputa…, pp. 57-60.
21
En su idea de “pacificar” el Perú, La Gasca incluía el intento de contener la carga de los
asunceños sobre la rica región altoperuana, “bajo pena de vida”. Según el cronista Ulrich
Schmidel, el tema se zanjó negociando, ya que “el dicho gobernador [del Perú, Pedro de La
Gasca] hizo un convenio con nuestro capitán y le hizo un buen regalo, de modo que éste que-
dó bien contento y se aseguró que salvaba la vida”, Ulrich Schmidel, “Relación del viaje al Río
de la Plata”, en Alemanes en América, ed. Lorenzo E. López, Historia 16, Madrid, 1985, p. 210.
Otras versiones (la del Padre Lozano, la de V. F. López y la de Levillier) descreen de ese testi-
monio, e indican que Irala se retiró del Perú desconfiado por la demora en la falta de noticias
y que Centeno no realizó la “jornada” al Paraguay porque jamás recibió el apoyo prometido.
22
Muerto Gonzalo de Mendoza también prematuramente, un cabildo abierto nombró gober-
nador a Francisco Ortíz de Vergara, otro de los yernos de Irala, quien de todos modos debió
esperar confirmación de la Real Audiencia. Félix de Azara, Descripción e historia del Paraguay y
del Río de la Plata, Bajel, Buenos Aires, 1943, p. 337.
23
Cayetano Bruno, Gobernantes beneméritos en la evangelización en el Río de la Plata: época
española, Didascalia, Rosario, 1993, p. 71.
24
Nocetti y Mir, La disputa por la tierra, pp. 57-60.
227
HISTORIA Y JUSTICIA
25
“Carta del Licenciado La Gasca al consejo de Indias sobre diversos asuntos de gobierno”,
en Los Reyes, 17 de julio de 1549, en Roberto Levillier, Gobernantes del Perú: cartas y papeles,
siglo XVI Sucesores de Rivadaneyra S.A., Madrid, 1921, Tomo I, p. 205.
26
Roberto Levillier, Nueva crónica, Tomo I, p. 164.
27
Según una probanza levantada entre vecinos de Santiago del Estero a poco de fundada la
ciudad, la ecuación inversa entre inflación de capitanes y escasez de premios como situación
posterior a las guerras civiles era evidente. Levillier, Nueva crónica, Tomo I, p. 168 y Tomo
III, p. 4. Véase también Carta de Alanís y otros papeles de 1565, Biblioteca Nacional, Buenos
Aires, Colección Gaspar García Viñas, XCV, BN 1489.
28
Ana María Presta, “Cuando la clave es juntar lo disperso: fuentes para el estudio de la vida y
los tiempos del adelantado Juan Ortiz de Zárate”, en Anuario del Archivo y Biblioteca Nacionales
de Bolivia 1 (1994/1995), p. 38.
228
DARÍO G. BARRIERA
29
Miguel Guérin, “La organización…”, especialmente pp. 46-48.
30
Roberto Levillier, Nueva crónica, III, p. 13.
31
“Rey, Virreyes, Audiencias y aún Cabildos –como se vio en el intríngulis provocado en Chile
por la sucesión de Valdivia– chocaban en sus designaciones, con lo cual desprestigiaban las
autoridades menores, introducían desconciertos, infundían a los gobernantes y gobernados
inseguridad acerca de la duración de los jefes en el poder, suscitaban odio entre las posibles
víctimas de la confusión y conducían a querellas que perturbaban la paz de una provincia.”
Levillier, Nueva crónica, III, p. 13.
229
HISTORIA Y JUSTICIA
los alcances de la potestad, lo que casi siempre daba una forma diferente a la
prevista. Hacia mediados del siglo, el diseño latitudinal de las gobernaciones
trazadas sobre el mapa por Carlos V en 1534 ya estaba hecho añicos: en la
última década del siglo XVI, las divisiones jurisdiccionales que presentaba el
virreinato del Perú cartografiaban el peso local de adelantados (su ascenso
y también su caída), gobernadores y audiencias, así como el resultado de la
presión desde el Alto Perú sobre el Tucumán con el propósito de llegar hasta
el Río de la Plata.
La fundación de una ciudad sobre el río Paraná con el propósito de conec-
tar Asunción con el Perú por tierra, deseada por los expedicionarios que en-
traron por el Río de la Plata y por la Corona desde 1540, no se concretó hasta
1573. Finalmente fue emplazada sobre un río menor pero de buen cauce,
unos kilómetros al oeste del Paraná, el Quiloazas (hoy río San Javier); allí se
fundó la ciudad de Santa Fe.32 En el interín, los pertinaces exploradores fue-
ron derrotados por la falta de estímulos, las tribus originarias, los microbios,
el clima o sus propias incapacidades, pero también estimulados por la presión
de los conquistadores que venían desde el Alto Perú, vía el área tucumana.
Santa Fe había sido proyectada desde Asunción como un paso indispensable
para “abrir puertas a la tierra” (pasar desde el litoral al Perú por un camino
seguro) y para asentar otra ciudad portuaria allá donde había estado el real
de Buenos Aires en 1536. Ambos objetivos fueron alcanzados; el último por
el mismo fundador de Santa Fe, el vizcaíno Juan de Garay, en 1580.33 El en-
cuentro físico entre las dos corrientes de colonización de estos territorios se
produjo al sur de Santa Fe, cuando las huestes de Jerónimo Luis de Cabrera,
y las de Juan de Garay se encontraron en las inmediaciones de Coronda.34
Cabrera acababa de fundar el puerto de San Luis muy cerca de allí, en la con-
fluencia del Carcarañá con el Paraná, ya que pretendía extender la jurisdicción
32
Entre 1650 y 1660 esta ciudad fue trasladada al sitio que actualmente ocupa, a orillas del
Río Salado, y su nombre completo fue desde entonces Santa Fe de la Vera Cruz. Por este mo-
tivo, el sitio arqueológico de la ciudad de Santa Fe (cerca de la localidad de Cayastá, en el de-
partamento San Javier), es conocido también como “Santa Fe la Vieja.” El Parque Arqueológico
puede visitarse virtualmente en http://www.santafelavieja.ceride.gov.ar.
33
Agustín Zapata Gollán, “Fundaciones de Santa Fe y Buenos Aires,” en Obra Completa, UNL,
Santa Fe, Tomo II, pp. 269-94. El análisis más denso sobre las múltiples implicaciones de la
fundación de Buenos Aires en 1580 en Rodolfo González Lebrero, La pequeña aldea. Sociedad
y economía en Buenos Aires (1580-1640), Biblos, Buenos Aires, 2002.
34
Zapata Gollán, “Fundaciones...”, pp. 242-50.
230
DARÍO G. BARRIERA
del Tucumán hasta conseguir una salida sobre “el mar del Norte”, como se
llamaba entonces al océano Atlántico.
35
Santa Fe, antes de ser trasladada al lugar que hoy ocupa (lo cual ocurrió entre 1650 y 1660),
distaba de Buenos Aires poco más de cien leguas, es decir, unos 550 kilómetros. Después del
traslado, siguió siendo sufragánea de Buenos Aires, aunque ahora más cerca de su cabecera, a
unos 470 kilómetros.
36
Y tras arduas discusiones en el Congreso Nacional y laudos arbitrales de la Suprema Corte
a lo largo de la década de 1880.
231
HISTORIA Y JUSTICIA
Esa ciudad bidimensional fue el dispositivo a través del cual los europeos
planearon imponer sus términos de espacialización frente a unas sociedades
(invadidas y colonizadas por ellos) que, hacia el siglo XVI, tenían los propios.37
Los invasores no tardarían en descubrir su lógica ni su utilidad.
La fundación de Santa Fe condensaba varios procesos vinculados: la “vuel-
ta hacia el Atlántico” de los que habían llegado a Asunción cuarenta años an-
tes, la expulsión de hombres desde Asunción del Paraguay, la formulación de
un “tope” a la descarga de hombres desde el Perú y el inicio de conflictos ju-
risdiccionales en clave europea en un territorio hasta entonces completamente
controlado por las sociedades indígenas que los habitaban. A diferencia de lo
que sucedía en algunas zonas mesoamericanas y andinas, el litoral paranaense
no presentaba ningún tipo de instalación que física o políticamente pudiera
asemejarse a la ciudad europea.38 Esta, por tanto, constituyó una irrupción
arrogante, destructora o expoliadora de las organizaciones preexistentes, al
mismo tiempo que fungió como sede de poder político –sin brillo, pero fe-
cunda en posibilidades– para peninsulares y sobre todo para mestizos que
lidiaban localmente por su reproducción mínima, finalmente la materia prima
de la reproducción ampliada de la monarquía hispánica como forma de poder
político.
Toda fundación de una ciudad es un fenómeno recursivo: no existe sin
cabildo y no hay cabildo sin vecinos. En el siglo XVI, además, los vecinos solo
podían adquirir esa condición en la ciudad,39 y cualquier varón que quisiera
participar en el cabildo debía serlo. En un mismo acto, el fundador disponía
cuáles integrantes de su hueste iban a convertirse en vecinos –para lo cual les
37
Para el caso de los guaraníes, esto ha sido propuesto por Branka Susnik, Hélêne Clastres y
Bartolomeu Meliá, entre otros. [2018] Poco tiempo después de que redactara el artículo que
dio origen a este capítulo se publicaron obras clave al respecto: Paola Domingo, Naissance
d’une société métisse, ETILAL, Montpellier, 2006; Lía Quarleri Rebelión y guerra en las fronteras
del Plata. Guaraníes, jesuitas e imperios coloniales, FCE, Buenos Aires, 2009; y Guillermo Wilde,
Religión y poder en las misiones de guaraníes, SB Ediciones, Buenos Aires, 2009, entre otros.
38
Sobre el área mesoamericana véase el libro de James Lockhart, Los nahuas después de la
Conquista. Historia social y cultural de la población indígena del México central, siglo XVI-XVIII, FCE,
México, 1999 [1992], trad. de Roberto Reyes Mazzoni.
39
Para el siglo XVIII, en cambio, se habla muy frecuentemente de vecinos en ámbitos rurales,
lo que nos recuerda con mucha crudeza que el denominado “antiguo régimen” no es siempre
igual a sí mismo y experimenta muchas transformaciones. Véase el cap X de este libro.
232
DARÍO G. BARRIERA
asignaba en posesión tierras para hacer casa y otras para hacer chacra–40 y,
seguramente después de algunas negociaciones, cuáles de ellos iban a compo-
ner el primer cabildo.
La prerrogativa para fundar ciudades pertenecía al conjunto de potestades
que, por contrato y delegación, viajaban a través de los nudos de unas redes
de potestas y auctoritas que, en su parte más ancha, tendían a superponerse.
Así como el Adelantado designaba gobernadores cediéndole la potestad de
fundar ciudades en su nombre, un gobernador podía delegarla en su tenien-
te. Ya las instrucciones entregadas a Cristóbal Colón por los Reyes Católicos
exhortaban la instalación (aun provisoria o precaria) de municipios y delega-
ban en el Almirante, capitulación de por medio, los poderes necesarios para
hacerlo.41
Al fundador le incumbía señalar los sitios para emplazar las instalaciones
políticas y jurídicas –rollo, cabildo, iglesia– repartir solares y tierras para los
vecinos (dentro y fuera del núcleo urbano) y señalar el ejido y los “términos”,
es decir, la jurisdicción sobre la cual el gobierno de esta ciudad extendería su
señorío civil y criminal, al tiempo que quedaba sujeta a partes más grandes
del cuerpo de la monarquía.
40
Bayle subraya la temprana aparición de recomendaciones en este sentido, relacionando la
instalación urbana con el reparto de tierras como recurso para asegurar la vinculación de los
pobladores con una condición jurídica –la de vecinos– a partir de un complejo de derechos y
obligaciones (defender la ciudad era la más importante) que apuntaban, sobre todo, a asegurar
la estabilidad temporal de los asentamientos. Constantino Bayle, Los cabildos seculares en la
América española, Sapientia, Madrid, 1952, p. 90. Juan López de Velasco definió a los vecinos
como aquellos “...que tienen repartimiento en la tierra, que no los pueden tener si salen della
sin licencia, y están obligados a tener armas y caballos para la defensa della”. Algunas ordenan-
zas de la primera mitad del siglo XVI, muestran que para “sujetarlos más e impedir arrebatos
de hombre suelto, se los obligaba a edificar casas de piedra, a casarse, plantar árboles de fruta
y leña”. Los privilegios, claro, compensaban: podían tener armas ofensivas y defensivas, caba-
llos, esclavos, camas, etc., y todo esto era inicialmente inembargable, puesto que las necesita-
ban para cumplir sus funciones militares. Bayle, Los cabildos... cit., p. 68, 69 y 70.
41
De ciertos capítulos de las Ordenanzas del Bosque de Segovia (1573), se desprende que “...
el fundar equivalía la ocupación definitiva del territorio, y se consignaba entre las obligaciones
del conquistador, según su dignidad: el Adelantado dentro del tiempo que le fuere señalado,
tendrá erigidas, fundadas, edificadas y pobladas por lo menos tres ciudades, una principal y
dos sufragáneas; el Alcalde mayor, dos sufragáneas y una diocesana; el Corregidor, una sufra-
gánea y los lugares de su jurisdicción que bastaren para la labranza y crianza de los términos
de la dicha ciudad ”. Constantino Bayle, Los cabildos…, cit., p. 19.
233
HISTORIA Y JUSTICIA
42
Constantino Bayle, Los cabildos…, cit., p. 29.
43
AGSF, AC, Tomo II, f. 154 y Tomo X, f. 144 v.
234
DARÍO G. BARRIERA
el día de Año Nuevo que vendrá que es el principio del año que Reyna de mil
y quinientos y setenta y cuatro; y assi mando y por ordenanza que aquel día
antes de missa todos los años tengan de costumbre de juntarse en su Cabildo
los Alcaldes y Rexidores con el Escribano de Cabildo y hacer su nombramiento
y elección como Dios maxor les diere a entender á la manera y forma que se
acostumbre en todos los Reynos del Perú.”44
Garay, en calidad de agente de una cultura y una práctica política, instituyó
ese “poder autónomo” –el cabildo– como la forma requerida por la monarquía
para la ciudad. Designando oficios que organizaban su funcionamiento, ins-
talaba una tecnología del poder político, una ciencia del gobierno.45 Además,
haciendo la primera formación, fundó la costumbre, legitimando una tradi-
ción entre varias disponibles.
La opción por la escritura registrada por un escribano –designado como
tal en la misma operación en que los soldados mutaron en vecinos– insertaba
el evento en el lenguaje político de la monarquía y en un flujo de comunica-
ciones que reconocía en el rey a su vértice y en el escribano al agente regular
de la transmisión de la palabra escrita con carácter oficial. Si la potestas que
legitimaba el orden fundado derramaba desde el vértice, la confección del re-
gistro letrado de la organización de la extensión apuntaba exactamente hacia
ese mismo polo.
Garay había establecido en el acta fundacional las bases del equipamiento
político del territorio.
El rollo de la justicia (o picota), en el centro de la plaza –en el centro del
centro– hacía presente el atributo regio por excelencia, la iustitia. Aunque
sería administrada por los alcaldes del cabildo, las potestades que le habían
sido delegadas por el teniente de su gobernador-adelantado le permitían crear
el órgano de gobierno y también conservar la calidad de justicia mayor en la
ciudad.
Aunque el rey era el vértice de una constelación jerárquica de los poderes,
el régimen político que se expandía era policéntrico. Cabildo, iglesia y rollo,
conforman la tríada visible de la organización simbólica de la vida en policía,
44
Acta de fundación de Santa Fe, en Garay, fundador de Buenos Aires..., cit., p. 21.
45
Esta investidura de varios elementos de espacialización política de la extensión es, en tér-
minos de António Hespanha, una cuestión política fundamental: “la distinción o separación de
territorios va seguida de la distinción o separación de esferas políticas, es decir, de la creación
de poderes autónomos”. La gracia…, cit., pp. 104 y 105.
235
HISTORIA Y JUSTICIA
46
En Abrir puertas… (pp. 106-109), me ocupé de las inflexiones sobre el nombre de la ciudad
durante los primeros años de su vida.
47
Ver los capítulos XII y XIII en este volumen.
236
DARÍO G. BARRIERA
48
AGSF, ACSF, Tomo I, f. 5 y ss.
49
AGSF, ACSF, Tomo I, f. 8.
50
AGSF, ACSF, Tomo I, f. 46.
237
HISTORIA Y JUSTICIA
51
AGSF, ACSF, Tomo I, f. 52 y ss.
52
AGSF, ACSF, Tomo I, f. 136. Sesión del 3 de febrero de 1592.
53
AGSF, ACSF, Tomo I, f. 208.
238
DARÍO G. BARRIERA
239
HISTORIA Y JUSTICIA
54
La media para el área y el período es de 60 a 90 días. Mireille Peytavin encuentra lo mismo
para la península y sus provincias mediterráneas. Véase Mireille Peytavin, “Visites Générales
du Royaume de Naples. XVIème et XVIIème siècles: pratiques judiciaires”, en Johannes-Michael
Scholz, Fallstudien zur spanischen und portugiesische Justiz -15 bis 20. Jahrhundert, Vittorio
Klostermann, Frankfurt, 1994, Vol. VIII, pp. 321-22. A lo largo del siglo XVII, en algunas ju-
risdicciones la visita se tornó más temible que una residencia (que, en casos como Quito o el
mismo Río de la Plata, se habían vuelto previsibles y negociables). Tamar Herzog, La adminis-
tración…, cit., p. 352 y Oscar J. Trujillo, “Fieles y leales vasallos. Agentes subalternos y poder
en los Juicios de Residencia. Buenos Aires, mediados del siglo XVII,” en Justicias y fronteras…,
cit., pp. 51-64. Sobre los juicios de residencia, véase José María Mariluz Urquijo, Ensayo sobre
los juicios de residencia indianos, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Sevilla, 1952.
55
El Rey Sabio lo retomó del Derecho Romano, que contemplaba juicios solemnes y públicos
contra sus funcionarios. Todas las personas que se habían visto perjudicadas por un funciona-
rio podían presentar formalmente sus quejas ante un juez de comisión encargado de levantar
las actuaciones para elaborar los cargos que se imputarían al oficial saliente. Sobre el particu-
lar, véase Benjamín González Alonso, “El juicio de residencia en Castilla,” Anuario de Historia
del Derecho Español, núm. 40, 1978, pp. 193-247.
240
DARÍO G. BARRIERA
56
Francisco de Quevedo, Política de Dios, gobierno de Cristo, ed. de Germán Arciniegas,
Jackson, Buenos Aires, 1948, especialmente capítulos IX y X.
57
Véanse las reales provisiones, cédulas y ordenanzas contenidas en el Libro Cuarto de los
Sumarios. Rodrigo Aguiar y Acuña y Juan Francisco Montemayor y Córdoba de Cuenca,
Sumarios de la Recopilación General de Leyes de las Indias Occidentales, ed. José Luis Soberanes
Fernández et al., edición fascimilar de la edición de 1628, FCE, México, 1994 y Michel
Bertrand, Grandeur et misère de l’office: les officiers de finances de Nouvelle-Espagne, XVIIe-XVIIIe
siècles, Publications de la Sorbonne, París, 1999, pp. 282-83.
58
Sumarios…, cit., Libro Cuarto, Título octavo. En la Recopilación de leyes de los reinos de las
Indias: mandadas a imprimir y publicar por la Magestad Catolica del rey don Carlos II (Madrid,
1841), figuraban todavía dentro del Título quince del Quinto libro.
59
La preocupación puede verificarse tanto en la copiosa prescriptiva al respecto en los títulos
octavo y noveno del libro X de los Sumarios como en la correspondencia de funcionarios y
virreyes. El Licenciado Aguiar y Acuña, del Consejo de Indias, advertía discretamente a Felipe
IV acerca de la necesidad del ordenamiento jurídico para el gobierno de las Indias, donde había
servido nueve años. “Al Rey, Nuestro Sor. Don Felipe Qvarto, en su Real, y Supremo Consejo
de las Indias,” en Sumarios…, cit., ff. 3-8. Véase también la “Carta del Virrey Don Francisco
de Toledo a S.M. sobre distintas materias de gobierno, justicia, hacienda y guerra, desde Los
Reyes, a 12 de diciembre de 1577,” en Roberto Levillier, El Virrey Francisco de Toledo…, VI,
pp. 5-21.
241
HISTORIA Y JUSTICIA
60
El ejemplo paradigmático de estas posturas es Horst Pietchsmann, El estado y su evolu-
ción…, cit.
61
Santiago Gerardo Suárez, Las reales audiencias indianas…, cit., Tomo I, p. 242.
62
Sumarios…, cit., Libro Cuarto, Título nono, Ley 1.
242
DARÍO G. BARRIERA
Muchas varas
A finales del siglo XVI y comienzos del XVII, el término justicia identificaba
potestad y persona: “llamamos justicia a los ministros della, como dezir: a
63
Darío G. Barriera, “Conjura de mancebos. Justicia, equipamiento político del territorio e
identidades. Santa Fe del Río de la Plata, 1580”, en Justicias y fronteras…, cit., pp. 11-50.
64
El mismo Toledo se manifestaba como un “desengañado” del funcionamiento de las resi-
dencias y de la justicia en general, justamente apuntando hacia este funcionamiento faccioso y
localista. Véanse las cartas enviadas al rey desde Lima a 8 de marzo de 1578 y a 27 de noviem-
bre de 1579, en Levillier, El Virrey Francisco de Toledo, VI, p. 28 y p. 202.
65
En el sentido que le da al término la Real Academia Española, como potestad de juzgar o
dignidad de juez.
243
HISTORIA Y JUSTICIA
fulano topó la justicia esta noche y le quitó las armas”.66 Tenerse a la justicia era
tenerse al rey por cualquier ministro suyo. Esa identificación reconocía la pro-
longación de la potestad regia en su justicia, en su ministro. Estuvo presente
en actas capitulares a todo lo largo del Antiguo Régimen y no sólo en la figura
del alcalde. Cuando Sebastián de Vera Mujica obtuvo un permiso del teniente
de gobernador de Buenos Aires en Santa Fe, dijo haber sido autorizado por
“el justicia mayor”. Las excepcionalidades consignadas en las ordenanzas de
gobernadores desde 1597 en adelante son casos del mismo tipo.67 La posesión
de “poder y facultad” los homologaba, coincidiendo en que la capacidad –en
este caso jurídica– era invisible, inmortal y delegable.
La normativa hispánica regló que el ejercicio de la justicia ordinaria en los
cabildos hispanoamericanos reposara en la figura del alcalde de primer voto.68
Sin embargo, el alcalde no era el único en poseer esa facultad,69 ni ésta fue de
su exclusivo dominio: el ejercicio de la justicia en el orden local también res-
pondía a los principios de la naturaleza policéntrica del poder político monár-
quico (fragmentación, delegación y, casi siempre, superposición de funciones
y jurisdicciones).70 El gobierno local reposaba sobre alcaldes y regidores reu-
nidos en cabildo bajo la atenta mirada de un gobernador (en su ciudad sede)
o de un teniente suyo (en ciudades sujetas a la gobernación, o sufragáneas);
estos cabildos, los adelantados o los tenientes de gobernador habían recibido
por delegación la potestad de investir justicias en una sede local del poder
político. Esta potestad no se agotaba en la designación del acalde. El alcalde
66
Sebastián de Covarrubias, Tesoro…, cit., p. 724.
67
Véanse las mismas en Manuel M. Cervera, Historia de la ciudad y provincia de Santa Fe, 1573-
1853, UNL, Santa Fe, 1979, Tomo III, pp. 305-331.
68
Según la definición adoptada por la Real Academia Española en 1726 el “Alcalde [h]or-
dinario” es aquél que “tiene la jurisdición radicada y anexa de mismo oficio, u dignidad: sea
puesto por el Rey ó por el Señor que para ello tiene potestad comedida por su magestad; ò por
los concejos, ayuntamientos ò Cabildos, que tienen esta facultad de nombrar y elegir Alcaldes: y
sin que se les añada el distintivo se entiende ser ordinarios, no por otra razón que la de residir
en ellos la jurisdicción ordinaria”. Diccionario de Autoridades…, cit., Tomo I, p. 177, énfasis
añadido.
69
Al-cadi, su etimología árabe remite a la figura de un juez-gobernador y, en la práctica,
también tenía funciones de gobierno. Diccionario de Autoridades…, cit., Tomo I, p. 176. Para
Covarrubias las raíces debían buscarse en cahed y calede, las cuales, sin negar el rol de juez, lo
llevaban a enfatizar un origen etimológico que reforzaba las funciones de presidencia y gobier-
no. Tesoro…, cit., p. 72.
70
Zorraquín Becú, La función de justicia, pp. 28-29.
244
DARÍO G. BARRIERA
71
“…varas son las que traen el día de oy los alcaldes de corte, los corregidores, sus tenientes y
alcaldes, los juezes pesquisidores, los alguaziles y los demás ministros de justicia”. En esta definición,
el énfasis está puesto en los “ministros de justicia”. Ministros de la justicia regia. Su semántica,
la carga que la vara portaba como símbolo, es la de una “insignia y animadvertencia al pueblo
que cada una de los susodichos [cada portador de una vara] en su tanto representa la autori-
dad real, y assí el más ínfimo destos ministros dize en ocasiones: Teneos al rey.” Covarrubias,
Tesoro…, p. 994. En el primer fragmento, énfasis añadido. La vara era, en definitiva, el signo
del imperio de la justicia del rey y, lo que aquí importa, de la delegación de la potestad de ad-
ministrar justicia en el regio nombre por parte de quien fuera su portador.
72
En la península, la creación de la figura del alcalde mayor fue un intento de someter juris-
dicciones menores a una justicia supralocal –pretendiendo controlarlas– incluyendo bajo su
jurisdicción varios ayuntamientos o cabildos. En algunos casos fue un funcionario de com-
petencia señorial. En el caso del repoblamiento de Chipiona (1480) fue el encargado de de-
fender los intereses del marquesado de los Ponce de León. Funcionó como tribunal de alzada
ya que la competencia ordinaria seguía siendo la del alcalde ordinario y podía ser apelado él
mismo a una tercera, representada en el Señor. Alfonso Franco Silva, Estudios sobre ordenanzas
Municipales, siglos XIV-XVI, UC, Cádiz, 1999. En Santa Fe no tiene que ver con esto ni con la
figura del corregidor, con la que suele confundirse en otros casos hispanoamericanos. Sobre
esta última confusión véanse las reflexiones de Guillermo Lohmann Villena en Franklin Pease
y Frank Moya Pons, eds., El primer contacto y la formación de nuevas sociedades, Trotta, Madrid,
2000, p. 469. Sobre procuradores, véase AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 40v-50.
245
HISTORIA Y JUSTICIA
73
DEEC, SF, EC, Tomo LX, leg. 161, fol. 273. Énfasis añadido, la expresión textual es “jues
apropocito” y el denunciante de la connivencia fue Cristóbal de Sanabria.
74
Surgida en el siglo XIII y cuya quintaesencia jurisdiccional lo constituían los procesos fora-
les. Ángel Bonet Navarro et al, Sexto encuentro de estudios sobre “El Justicia de Aragón”, Iber-Caja,
Zaragoza, 2005. Su peculiaridad fue señalada también en Luis Suárez Fernández, Los Reyes
Católicos: fundamentos de la monarquía, Rialp, Madrid, 1989, p. 36.
75
En definitiva, se trataba de un oficial “designado por las autoridades superiores residentes
o directamente por la corte metropolitana, [que] constituirá la referencia inmediata de la ju-
risdicción real en el territorio municipal”. Alejandro Agüero, Castigar y perdonar…, cit., p. 59.
76
Véase Bernardino Bravo Lira, Historia de las instituciones políticas de Chile e Hispanoamérica,
Andrés Bello, Santiago, 1986, p. 86.
77
José Manuel Pérez-Prendes, La monarquía indiana…, cit., p. 142.
246
DARÍO G. BARRIERA
78
Sumarios…, Libro Cuarto, Título quinto, Ley 1.
79
Sumarios…, Libro Cuarto, Título quinto, Ley 13.
80
El hecho de que la figura del alcalde no fuera siempre preeminente frente a la del gober-
nador como “juez” o como justicia en la ciudad de su residencia ha sido señalada. Víctor Tau
expresa claramente: “Quien primero conocía desplazaba al otro. La elección de una u otra vía
varió de acuerdo con el tiempo y las circunstancias, pero fue más frecuente, según parece,
la utilización de la primera [el alcalde]”, Tau Anzoátegui, “Órdenes normativos…”, cit., pp.
309-10. Zacarías Moutoukias sospecha que la intervención de una u otra figura respondía en
algunos casos a la gravedad del delito en cuestión. Moutoukias, “Gobierno y sociedad…”, cit.,
pp. 375-76. Pero también podía deberse a la calidad de las personas o los oficios que revestían
los pleiteantes al momento de iniciarse el proceso.
247
HISTORIA Y JUSTICIA
deja leer: “estando presente el muy magnífico señor capitan Juan de garay
teniente general y justicia mayor que es de las provincias y gobernacion de la
Nueva Viscaya por el muy noble señor adelantado Juan ortiz de çarate cavalle-
ro de la orden del señor Santiago gobernador y capitan general y justicia mayor
y alguacil mayor de las dichas provincias de la nueva Viscaya”.81
Ese documento hace coincidir la jurisdicción y las varas: la jurisdicción de
las “provincias de la Nueva Viscaya” en la ciudad de Santa Fe. Este fenómeno
sobreimprimía dos sedes en un solo sitio.82 Santa Fe de la Nueva Viscaya era
la capital de una provincia, jamás cartografiada, que no tenía otra ciudad. El
adelantado del Paraguay y Río de la Plata, Ortíz de Zárate, abrió dos nuevas
jurisdicciones –la de la provincia y la de la ciudad– en un solo acto y un solo
sitio, por intermedio de Juan de Garay, delegado como su lugarteniente y tam-
bién portador de vara de justicia. La ciudad tenía desde luego su cabildo, con
su alcalde de primer voto y bien pronto contaría con otros oficios que también
ostentaban vara de justicia (alcalde mayor y alguacil mayor).
81
AGSF, AC, Tomo I, f. 6v; énfasis añadido.
82
De corta duración, dado que esta denominación no perduró y que, pocos años después,
Santa Fe fue ciudad de la gobernación del Río de la Plata (en dos sesiones del año 1577 se la
denominó “de Luyando”). Actas Capitulares de Santa Fe, AGP, Tomo I, Libro 1º, fol. 8.
83
Alejandro Audibert, Los límites de la antigua provincia del paragauya, Iustoni, Buenos Aires,
1892.
248
DARÍO G. BARRIERA
84
Raúl Molina, Hernandarias: el hijo de la tierra, Lances Tremere, Buenos Aires, 1948, pp.
104-05.
85
Esto fue, eventualmente, fuente de conflictos, ya que una Real Cédula dada por Felipe II en
1560 consignaba: “Que los Governadores no se entrometan à conocer de las causas civiles, ò
criminales, que passaren ante los Alcaldes Ordinarios; conforme à la Ley cincuenta y siete, del
título antes de este”, Sumarios…, Libro Cuarto, Título quinto, Ley 21.
86
Zorraquín Becú, La función de justicia, cit., p. 28.
87
Recibimiento de Juan de Garay, Asunción, 15 de septiembre de 1578. Archivo Nacional de
Asunción, Sección Nueva Encuadernación, v. 322, fol. 83, reproducida en Actas Capitulares
del Cabildo de Asunción del Paraguay, siglo XVI, ed. Roberto Quevedo et. Al, Municipalidad de la
Ciudad de Asunción, Asunción, 2001.
249
HISTORIA Y JUSTICIA
se contaban las de “remover los cargos del Cabildo” –a excepción de los alcal-
des– “entender en causas civiles y criminales”, y en tomar parte en la “guerra
y pacificación de los naturales”.88 Pero para conceder esta suma de poderes que
incluía la facultad de administrar justicia en el cabildo, ésta no fue la única
figura utilizada por Juan de Garay. En 1583, apeló a una diferente.
Con motivo de su ausencia en enero de ese año, echó mano de la designa-
ción de un alcalde mayor en la persona de Antonio Tomás, otro hombre de su
confianza. Este poder fue otorgado para que “como alcalde mayor y Justicia
riga y administre y haga Justicia en lo civil y criminal apedimento de parte...
y podais Entrar en Cavildo y hazer el oficio de Justicia mayor y para hablar de
indios y determinar los pleytos que sobre ello se rreceviere y para compeler y
apremiar a los capitanes caudillos y quadrillas que yo dexo señalados”.89 La
similitud con las atribuciones asignadas a un teniente de gobernador de ciu-
dad es tal que hace pensar en un reemplazo liso y llano de una figura por otra,
resignificando, por otra parte, la semántica de la función de alcalde mayor.
Pero el teniente de gobernador de turno no había sido destituido.
La potestad de “justicia mayor” contenida en el cargo de alcalde mayor y la
facultad de hacer justicia en el cabildo estaban presentes también en la desig-
nación como teniente de gobernador extendida a Gonzalo Martel de Guzmán
por Juan de Garay pocos años antes –y todavía vigente–. Así, a la jurisdicción
ordinaria y de la hermandad contenida en los alcances del oficio del alcalde
de primer voto, se solapaban en este momento las de otras dos justicias mayo-
res residentes, la del teniente de gobernador y la del alcalde mayor. No debe
omitirse una tercera, la del adelantado-gobernador, quien era también justicia
mayor a todo lo largo y a lo ancho de su jurisdicción. Probablemente en este
caso Garay estuviera jugando una carta de control sobre Martel de Guzmán,
en la medida en que, como se ve por la transcripción de los alcances de ambos
títulos, prácticamente los homologó. De cualquier modo sigue siendo eviden-
te que los agentes practicaban la sobreimpresión de jurisdicción sin que esto
provocara obligadamente la reacción de alguno de los involucrados.
Juan de Garay fue, primero, el lugarteniente en Santa Fe de Martín Suárez
de Toledo, teniente él mismo del Adelantado Juan Ortíz de Zárate, elegido por
los rebeldes que expulsaron a Felipe de Cáceres de Asunción en 1572 y, luego,
88
AGSF, AC, Tomo I, f. 36.
89
AGSF, AC, Tomo I, ff. 51-52; énfasis añadido.
250
DARÍO G. BARRIERA
consuegro de Garay. Más tarde, el vizcaíno fue teniente del Adelantado Juan
Ortíz de Zárate y luego, hasta su muerte acaecida en 1583, de Juan Torres
de Vera y Aragón, para quien el vizcaíno trabajó tenazmente a fin de obtener
su casamiento con Juana, la hija de su predecesor, portadora del título de
Adelantado para quien la desposara.90 El alto grado de compromiso de Garay
con las familias encarnadas en las más altas autoridades del territorio para-
guayo-rioplatense (los adelantados) garantizó sus sucesivos nombramientos
como teniente de gobernador (en rigor, lugarteniente de teniente de adelan-
tado primero y teniente de adelantado después). Su movilidad y su capacidad
de movilizar hombres constituían sus mejores recursos. También era creativo:
en coyunturas difíciles como las vividas en Santa Fe para él y sus allegados
durante la gobernación interina de Diego de Mendieta en 1577, o la rebelión
de los mancebos en 1580, creó oficios nuevos en los que delegaba su autori-
dad y sus capacidades jurisdiccionales91 utilizando distintas figuras, lo cual le
permitía contar con hombres leales en las ciudades que no lograban retenerlo
por demasiado tiempo.
Por lo tanto, Juan de Garay fundó ciudades, ejerció el gobierno, detentó y
delegó varas, oficio y ejecución de justicia, sin haber sido más que un lugarte-
niente de adelantado (y por ello, teniente de gobernador). Su potestad nunca
estuvo fuera de los márgenes de la legitimidad y sus acciones estaban encua-
dradas dentro de las capacidades que la normativa habilitaba, facilitando la
implementación de tecnologías de gobierno y justicia sumamente complejas
pero muy funcionales a la dinámica del proceso de equipamiento político del
territorio.92 La historia de este espacio, entonces, fue la de una territorializa-
ción93 con potestades sobreimpresas, con solapamientos jurisdiccionales, ju-
90
Sobre Juan Ortíz de Zárate, véase Ana María Presta, “Cuando la clave es juntar lo disper-
so,” pp. 21-44. Sobre Garay, véase Augusto Fernández Díaz, Juan de Garay: su vida y su obra,
Molachino, Rosario, 1973.
91
Es preciso tener presente la definición de Baldo, según quien la jurisdicción era “la potes-
tad de decir el derecho o de imponer soluciones de equidad”, cit. en António Hespanha, La
gracia…, cit., p. 44.
92
Los textos de las múltiples designaciones a Juan de Garay en Enrique Ruiz Guiñazú, Garay...
93
Siempre inspirado en la bella expresión de A. M. Hespanha según la cual el espacio es la
extensión organizada, Vísperas del Leviatán…, utilizo ‘territorialización’ cuando predominan
agencias organizativas predominantemente jurisdiccionales (político-administrativas) y ‘espa-
cialización’ cuando lo hacen otro tipo de intercambios e interacciones humanas (económicas,
culturales, etc.).
251
HISTORIA Y JUSTICIA
94
[2018] Y así fue… Este artículo tenía (y tiene, porque se ha editado conservándolo) un
déficit: el no haber considerado entre las justicias de la ciudad la ejercida por jueces eclesiás-
ticos. Estos entendían en asuntos eclesiásticos, desde luego, pero a veces también lo hicieron
en cuestiones que bien podrían haber sido tratadas por la justicia secular. Este déficit me fue
señalado por Miriam Moriconi y, años después, elaboramos conjuntamente una imagen de las
justicias santafesinas que sí las contiene. El texto [“Las justicias en Santa Fe del Río de la Plata
durante el período colonial (ss. XVI- XVIII)”] integra el libro de María Elena Barral y Marco
Antonio Silveira, Historia, poder e instituciones, Prohistoria Ediciones, Rosario, 2015.
95
El caso de Antón Romero, alcalde en 1576 y 1577. Mateo Gil, alcalde en 1576, firmaba
con una cruz potenzada o por terceros. AGSF, AC, Tomo I. No se registran residencias para los
alcaldes santafesinos durante el período 1573-1640.
252
DARÍO G. BARRIERA
96
La traducción de la República de Bodin que más difusión tuvo en España fue la de Añastro
de 1590, cathólicamente enmendada. Allí soberanía se tradujo como suprema autoridad. Pablo
Fernandez Albaladejo, Fragmentos…, cit., pp. 73-74.
97
Hacia 1569, Felipe II insistía en que no se proveyera cargo de gobernador o corregidor
a nadie en la ciudad en que estuviere avecindado. Sumarios…, cit., Libro Cuarto, Título se-
gundo, Ley 25. También pretendía excluir de la posesión de oficios a mercaderes (Ley 24 del
mismo Título), encomenderos (Ley 26) y a parientes hasta el cuarto grado, criados, familiares
o allegados de virreyes, presidentes de audiencia, oidores, gobernadores, corregidores, fiscales
o alcaldes del crimen (Ley 28).
253
HISTORIA Y JUSTICIA
98
Toledo había propuesto a Pedro de Arana como gobernador del Tucumán, pero tomaba
nota de que “un licenciado” (Lerma) venía con el título expedido por Felipe II: “Carta a S.M.
del Virrey Don Francisco de Toledo dando noticia de la entrada de corsarios ingleses en el
Callao y las que había de Chile, Tucumán y la Plata, desde Los Reyes, a 21 de marzo de 1579”,
en Roberto Levillier, El Virrey Francisco de Toledo, VI, p. 106. Hernando de Lerma quedaba
mejor ubicado por llegar nombrado por Real Provisión. “Carta del Virrey Don Francisco de
Toledo a S.M. sobre negocios que tocan a la justicia y gobierno. Refiérese al juicio contra Torres
de Vera y Aragón, y al despacho del Gobernador Lerma a Tucumán, desde Los Reyes, a 27 de
noviembre de 1579”, en El Virrey…, cit., VI, p. 210.
99
Darío G. Barriera, “Conjura...”, cit., p. 27.
100
Juicio de Residencia de Gonzalo de Abreu, gobernador que fue de Tucumán, e instrucción
sumaria incoada a los culpables del motín de Santa Fe, BN, GGV, CXXI, BN 2117.
254
DARÍO G. BARRIERA
101
Sentencia de Hernando de Lerma en el juicio de residencia practicado a Gonzalo de Abreu,
Santiago del Estero, 3 de septiembre de 1580, BN, GGV, CXXI, BN 2112.
102
Aspecto ejemplificado en los párrafos que Rubira consagró en sus cartas al Bachiller García.
Éste era un deudo de Gonzalo de Abreu que tenía inconvenientes en Córdoba y Rubira debía
tratar de resolvérselos por pedido de su jefe. Carta de Diego Rubira a Gonzalo de Abreu, desde
Córdoba, 9 de junio de 1580, BN, GGV, CXXI, BN 2090. Véase también el pedido de Abreu, en
Carta de Gonzalo de Abreu a Diego Rubira, desde Santiago del Estero, a 15 de mayo de 1580,
BN, GGV, CXXI, BN 2102.
255
HISTORIA Y JUSTICIA
contaba con su protección para los suyos.103 Ambos señalaban quiénes eran sus
hombres, aunque estaba muy claro quién podía imponer condiciones. Rubira
contaba con la venia de Abreu para hacer en Córdoba lo que quisiera, pero el
gobernador le pasaba el costo de ese margen de operatividad, indicándole el
circuito que debían seguir los favores que debía hacer en su nombre. Abreu
exigió a Rubira que satisficiera al Bachiller García, a Tristán de Tejeda y a
Francisco Velásquez, quienes eran sus acreedores, correos o le auxiliaban con
hospedajes, caballos y avíos para sus hombres.104 Hacia el final de su período
de gobierno, Abreu probó la fidelidad y disposición de Rubira en las “tareas de
inteligencia” realizadas durante 1579, junto a otros cuatro hombres, vigilando
la llegada del nuevo gobernador, Hernando de Lerma, por el Camino Real. El
contenido de este epistolario está estrechamente ligado a la literatura política
de la Monarquía.105 Rubira fue el brazo ejecutor del trazado partidario diseñado
por Abreu y fue también su criatura política.
El conflicto desatado en 1580 entre Abreu y el gobernador entrante,
Hernando de Lerma, era un secreto a voces. Involucraba al virrey Toledo,
a Abreu, a Pedro de Arana y el cruce de designaciones como gobernador de
Tucumán realizados por el Virrey Toledo y Felipe II. A punto tal estaba avisado
Abreu de su suerte que, para organizar su resistencia, había dispuesto hom-
bres en dos o tres sitios estratégicos del Camino Real, e incluso utilizó a algu-
nas indias como “cazadoras” de información entre españoles que no le eran
completamente fiables.106 A pesar de todas estas prevenciones, la llegada de
Lerma aconteció, y con ella el juicio de residencia que terminó con la vida
103
Carta de Diego Rubira a Gonzalo de Abreu, desde Córdoba, 9 de junio de 1580, BN, GGV,
CXXI, BN 2090.
104
Carta de Abreu a Rubira, desde Santiago del Estero, a 3 de junio de 1580, BN, GGV, CXXI,
BN 2103; Carta de Abreu a Rubira, desde Santiago del Estero, a 27 de marzo de 1580, BN, GGV,
CXXI, BN 2094; y Carta de Abreu a Rubira, desde Santiago del Estero, a 28 de marzo de 1580,
BN, GGV, CXXI, BN 2095.
105
Es interesante compararla, por ejemplo, con algunas cartas de Olivares, que pueden con-
sultarse en Copia de papeles que ha dado a Su Majestad el Conde Duque, gran canciller, sobre
diferentes materias de gobierno de España, conocido como Gran Memorial del Conde Duque de
Olivares, en John Elliott, y José F. de la Peña, Política interior, 1621 a 1627, volumen 1 de
Memoriales y cartas del Conde Duque de Olivares, Alfaguara, Madrid, 1978, pp. 35-100.
106
Sentencia de Hernando de Lerma en el juicio de residencia practicado a Gonzalo de Abreu,
Santiago del Estero, 3 de septiembre de 1580, BN, GGV, CXXI, BN 2112.
256
DARÍO G. BARRIERA
107
Véase la querella presentada por su hijo, Juan de Abreu, relatando los tormentos infligidos
por Lerma que le llevaron a una “muerte natural” [sic]. Causa Criminal de Juan de Abrego y
Figueroa contra el Juez de Residencia y de Antonio de Miraval sobre la muerte de Gonzalo
Abrego, 18 de mayo de 1589, AGI, Escribanía de Cámara, 873, Pieza I, fols. 14-79.
108
Sentencia de Hernando de Lerma en el juicio de residencia practicado a Gonzalo de Abreu,
Santiago del Estero, 3 de septiembre de 1580, BN, GGV, CXXI, BN 2112.
109
Sentencia de Hernando de Lerma en el juicio de residencia practicado a Gonzalo de Abreu,
Santiago del Estero, 3 de septiembre de 1580, BN, GGV, CXXI, BN 2112, sentencia al cargo 45.
Cabe destacar que, en las Leyes de Indias, las personas “baxas” no podían ser acreedoras de
oficios importantes. Sumarios…, cit., Libro Cuarto, Título segundo, Ley 27.
110
Así aparece textualmente en el documento citado anteriormente.
257
HISTORIA Y JUSTICIA
111
John Parry, La audiencia de Nueva Galicia en el siglo XVI, El Colegio de Michoacán, Zamora,
1993 [1948], p. 123.
112
Sumarios…, cit., Libro Cuarto, títulos octavo y noveno.
258
DARÍO G. BARRIERA
113
Luis Navarro García, Historia general de España y América, Rialp, Madrid, 1983, Tomo XI,
731. Lo mismo sucedería en el siglo XVIII cuando a la creación de varias alcaldías de la her-
mandad en 1725 en todo el Río de la Plata siguió la casi inmediata creación de curatos en las
mismas sedes en 1730. Ver el capítulo sobre jueces rurales en este libro.
114
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 40v-43. Este episodio lo estudié por primera vez en “Resistir
al Teniente...”, cit.
259
HISTORIA Y JUSTICIA
había sido hasta el momento: conocía el cabildo desde adentro y sabía que lo
que el cuerpo le pedía era tan legal como infrecuente.115
Un hecho aparentemente curioso parece dar sentido a las reticencias plan-
teadas por el cabildo el día 14 de noviembre. Ese mismo día, el gobernador
Góngora expidió otro título idéntico al otorgado a Manuel Martín pero a favor
de Juan Bautista de Vega. Si el gobernador jugaba con dos cartas a la vez, es
probable que para los capitulares no estuviera demasiado claro cuál era la
que más convenía a su propio juego. De la misma manera que lo hicieron
con Manuel Martín, supeditaron la presentación de Juan Bautista de Vega a la
aprobación que de su título debía llegarle desde la lejana Real Audiencia. De
ambas dilaciones, el único que salía fortalecido era el cabildo.
El 12 de diciembre, Manuel Martín se apersonó provisto de otro título, más
acotado y por su propia especificidad, para entonces novedoso: “Capitán a
Guerra de Santa Fe”. El mismo le habilitaba para asistir al cabildo y entender
en causas de guerra y gobierno, aunque no de justicia. Era indiscutible que,
para el mantenimiento del orden y la seguridad, al menos como un horizonte
simbólico, resultaba imprescindible que en la ciudad hubiera al menos un
responsable de la cuestión. Mientras tanto, resolvía el cuerpo, el procurador
(curiosamente ausente en la mayor parte de las sesiones del año) debía enten-
der en cuestiones de justicia.116
El novedoso título también había sido dado por Góngora y también fue re-
chazado provisionalmente, con los argumentos ya referidos. Góngora le había
investido con este honor el 29 de noviembre del mismo año, a tan sólo quince
días que hubiera designado como teniente a Juan Bautista de Vega. El asunto
se simplificó –aunque no se resolvió– con el deceso de Vega, acaecido el día
después de la designación de Martín en funciones de guerra. Sin embargo, el
problema no sólo no fue resuelto sino que irradió con su onda expansiva la
totalidad de las sillas dispuestas en torno de la mesa capitular. En la jornada
del 1º de enero del año siguiente, tras la designación de las nuevas autorida-
des, el escribano asentó que se esperaba la confirmación en su cargo de todos
los capitulares por el gobernador en un plazo no mayor de cuatro meses.117
Este requisito no era nuevo pero tampoco había sido mencionado hasta
115
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, f. 44.
116
Los tres últimos párrafos se basan en AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 40v-50.
117
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 54-62v.
260
DARÍO G. BARRIERA
118
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 74-78.
119
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 86v-87.
120
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 89-90.
121
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 96-97.
261
HISTORIA Y JUSTICIA
122
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 105-06.
123
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 110-11.
124
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 114-15.
125
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 137-39.
126
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 141v-43.
262
DARÍO G. BARRIERA
no admitirlo, dadas las “amenazas que hizo antes que llegase a esta ciudad
como después de ella”, instruyendo al eternamente dispuesto Hernando Arias
de Saavedra en adelante Hernandarias127 para que fuera a resolver el asunto
allí donde se encontraba el Visitador Pérez de Salazar.128 A mediados de mayo,
el cabildo dispuso de una carta firmada por el oidor, entregando el mando a
los alcaldes. Nada se dice acerca del estado de los “caminos” utilizados por el
oidor para llegarse hasta Santa Fe.
Nada se dice pero parecen haber estado malos, si no en su textura, en su
función de conducir los flujos necesarios para zanjar los problemas. Juan de
Zamudio, designado por el nuevo gobernador, Francisco de Céspedes, como
su teniente en Santa Fe en 1624, tuvo los mismos inconvenientes que sus pre-
decesores. Hasta tanto llegó su confirmación por la Real Audiencia –en agosto
de 1625– se lo aceptó sólo como “capitán a guerra”.129
Las actas capitulares de la primera semana de ese año muestran nuevamen-
te cómo la complejidad del funcionamiento local se imponía en Santa Fe por
sobre cualquier otra dimensión. El drama, una vez más, involucró a un par
de notables, quienes descargaron todos sus recursos en función de los intere-
ses que perseguían. El 3 de enero de 1625, el Teniente Zamudio, ejerciendo
como juez de comisión, puso en prisión a Juan de Osuna, alcalde electo. Los
capitulares se expidieron inmediata y corporativamente, argumentando que
Zamudio no había sido aceptado todavía como teniente, por lo cual mal po-
día apresar a un alcalde. El teniente debía liberarlo inmediatamente y ponerlo
en ejercicio de su cargo.130 En un juego de “toma y daca”, Zamudio recibió la
aprobación del cuerpo menos de una semana después. El alcalde Osuna, reha-
bilitado, parecía ahora bien predispuesto para con su teniente, desestimando
la necesidad de la aprobación tantas veces exigida. El argumento invocado en
esta ocasión fue la situación de peligro en que se encontraba no la ciudad de
Santa Fe sino la de Buenos Aires. Era necesario tomar disposiciones imposter-
gables; en consecuencia, el teniente presentó a sus fiadores,131 entre quienes
127
Así firmaba y así lo llamaban sus coetáneos.
128
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 144-46.
129
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 160-61.
130
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 169-71v.
131
Se trata de Agustín Álvarez Martínez y Juan Ruiz de Atienza, AGSF, AC, 2ª. Serie, Tomo II,
ff. 177-82, 7 de enero de 1625.
263
HISTORIA Y JUSTICIA
se alistó nuevamente don Agustín Álvarez Martínez, un vecino que había sido
fiador de tenientes y alcaldes ordinarios en repetidas oportunidades durante
los últimos años.
Juan de Zamudio también había entrado pisando fuerte a Santa Fe; no
obstante, lo mejor de sus credenciales, en manos de quienes estaban bien in-
formados, se convirtió en materia de controversia por estar fuera de la ley. En
noviembre de 1625, Gregorio Sánchez Ceciliano exigió el cumplimiento de la
Real Provisión por la cual los gobernadores no podían nombrar “a personas
de su casa” en cargos públicos.132 Al día siguiente, el Alcalde Pero Hernández
solicitó a Zamudio que dejara su cargo. Juan de Osuna, el hombre encarcelado
por Zamudio a comienzos del año, salió esta vez en su defensa. El Licenciado
Gabriel Sánchez de Ojeda, vecino de Santa Fe y abogado de la Real Audiencia
de Charcas, fue presentado por Juan de Osuna ante el cabildo a fin de que
proporcionara su opinión de letrado. Éste, en un acto de prestidigitación le-
gal, afirmó que como esa real provisión había sido dirigida a los alcaldes de
la Provincia del Tucumán, no tenía vigencia en el Río de la Plata.133 Zamudio,
además, arguyó que su designación estaba aprobada por la Real Audiencia de
la Ciudad de La Plata, incluso con posterioridad a la redacción de esta Real
Provisión.134 En la copia de lo conversado, extendida a pedido de Sánchez
Ceciliano, el cabildo no incluyó el parecer del letrado, ni el parecer del tenien-
te de gobernador que, a ojos de los capitulares, quebrantaba “la ley”.135
En la sesión del 8 de noviembre, Sánchez Ceciliano caracterizó a Zamudio
como “criado” de Céspedes.136 Dos días más tarde, Pero Hernández pidió co-
pia de los pareceres faltantes en la transcripción de las actuaciones y el cabildo
132
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, f. 226.
133
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 226v-28v.
134
Que es, en rigor, copia de una Real Cédula, dada por Felipe III, en Madrid, a 12 de diciem-
bre de 1619.
135
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 226v-28v.
136
Idéntica actitud asume en la sesión del 29 de diciembre de 1626 el Regidor Pedro Ruiz de
Villegas. El 2 de enero de 1627 solicita el cese de Zamudio, por ser paniaguado de Céspedes.
AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 272-75. Y, efectivamente, tenía razón. En el Archivo General de
Indias se encuentra el expediente que incluye a Juan de Zamudio, embarcado con Francisco
de Céspedes, como gente de su casa, nombrado como criado en primer término. Expediente
de información y licencia de pasajero a indias de Francisco de Céspedes, gobernador del Río
de la Plata, con sus hijos Juan, José y Diego, y los siguientes criados, al Río de la Plata. 23 de
septiembre de 1624, AGI, Contaduría, 5388, n. 74.
264
DARÍO G. BARRIERA
137
Real Cédula dada por Felipe III en Madrid, a 28 de diciembre de 1619, transcripta en AGSF,
AC, 2ª Serie, Tomo II, ff. 285-98v [289 a 298v ilegible].
138
Véanse las sesiones del 8 y del 22 de febrero de 1627, en AGSF, AC, 2ª Serie, Tomo II, ff.
306v-08.
265
HISTORIA Y JUSTICIA
139
En clave de dinámica facciosa, éstos eran llamados los “beneméritos”, mientras que el
grupo que se apoyaba en los comerciantes portugueses llegados a Buenos Aires y ligados a
Góngora eran denominados por aquellos como “confederados”.
266
DARÍO G. BARRIERA
267
HISTORIA Y JUSTICIA
140
Antonio Feros, “Clientelismo y poder monárquico en la España de los siglos XVI y XVII,”
Relaciones, núm. 73, 1998, p. 17.
141
En el debate referido por Feros, la tensión fundamental reposa en las expresiones “cen-
tralización” y “descentralización”. Esta última expresión forma parte de un vocabulario más
contemporáneo, instalado por la teoría política sobre la gobernabilidad municipal en la social-
democracia europea. Para la realidad del Antiguo Régimen cabe hablar en cambio de policen-
trismo en el sentido de multiplicidad de centros de autoridad. Descentralización evoca una
centralización previa que, a partir de un programa voluntario o provocado, instala funciones
del centro en sedes periféricas, persiguiendo el fin de la gobernabilidad.
142
Véase Conrad Russell y José Andrés-Gallego, eds., Las monarquías del Antiguo Régimen:
¿Monarquías compuestas?, U. Complutense, Madrid, 1996; también Thomas Calvo, “El rey y
268
DARÍO G. BARRIERA
sus Indias: ausencia, distancia y presencia, siglos XVI-XVIII,” en México en el mundo hispánico,
ed. Oscar Mazín Gómez, El Colegio de Michoacán, Zamora, 2000, Tomo 2, pp. 427-83.
143
John H. Elliott, “A Europe of Composite Monarchies”, Past and Present, num. 137, 1992,
pp. 48-71.
144
Para la primera etapa, Darío Barriera, “La tierra nueva es algo libre y vidriosa….”, cit. Oscar
Trujillo, “La mano poderosa: los gobernadores de Buenos Aires y los juicios de Residencia (me-
diados del siglo XVII)”, en X Jornadas Interescuelas-Departamentos de Historia, CDRom, Rosario,
2005; y Trujillo, “Fieles y leales vasallos”, cit. Tamar Herzog, La administración…, cit.
269
HISTORIA Y JUSTICIA
145
Conocida como la “Rebelión de los Siete Jefes”, analizada en Barriera, “Conjura de
Mancebos...”, cit.
146
Se coincide aquí con la advertencia de Ruiz Ibáñez y Vincent: “La Monarquía no fue una
simple adición territorial de elementos preexistentes, ya que si bien en general, se respetó para
cada territorio la ordenación jurídica, política y social, la inclusión [de cualquiera de ellos] en
la Monarquía provocó cambios efectivos en los equilibrios de poder local”. José Javier Ruiz
Ibáñez y Bernard Vincent, Los siglos XVI-XVII: política y sociedad, Síntesis, Madrid, 2007, p. 31.
147
Lo que se deduce de los datos vertidos y analizados en Francisco Tomás y Valiente, La
venta de oficios en Indias, 1492-1606, Instituto de Estudios Administrativos, Madrid, 1972.
270
DARÍO G. BARRIERA
148
Frank Moya Pons, Después de Colón…, cit. Steve Stern, Los pueblos indígenas…, cit.
271