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La función
administrativa del
estado
Derecho
Administrativo
La función administrativa del
estado
El principio de división de poderes fue una creación que surgió como una
propuesta para poner límite al poder absoluto. Autores como Locke y
Montesquieu introdujeron esta teoría años antes de la creación del estado
de derecho.
FUNCIÓN ADMINISTRATIVA:
C) Otras teorías
FUNCION EJECUTIVA:
FUNCION DE GOBIERNO:
FUNCIÓN JUDICIAL:
Derecho
Administrativo
Sujetos de la función administrativa
La organización Administrativa.
Definición
Principios de la organización.
Ya dijimos que la organización tiene por objetivo gestionar y administrar
sus propios bienes en beneficio de terceros, ahora, en su funcionamiento la
organización administrativa se encuentra regida por principios, éstos son
los que permiten que una estructura sumamente importante y burocrática
como la del Estado pueda funcionar en forma correcta y ordenada y la
inobservancia de estos principios en muchos casos determina una accionar
ilegítimo de la Administración que se encuentra sancionado por la ley.
Jerarquía. Definición.
Otro de los principios fundamentales de la organización administrativa es
el de jerarquía, ésta surge de la relación piramidal que existe entre órganos
de una misma persona jurídica, en donde el órgano de mayor jerarquía se
encuentra en la cúspide de esta pirámide y el de inferior jerarquía en su
base, esto es lo que denominamos la línea jerárquica, en tanto que el
grado es la posición que cada uno de los órganos ocupa en esa línea.
Esta jerarquía está dada a fin de establecer una ordenación de todos los
órganos integrantes de la persona jurídica estatal, con el objeto que a
través de relaciones de subordinación y supremacía pueda funcionar
correctamente el complejo aparato del Estado en su conjunto, en estas
relaciones los órganos superiores disponen del poder jerárquico para
dirigir, ordenar e inspeccionar la conducta de sus inferiores. En definitiva
como dice Diez en su obra, la Jerarquía es poder y la función jerárquica es
el ejercicio efectivo de dicho poder.
Relaciones interorgánicas.
Si bien los órganos como tales no cuentan con personalidad jurídica propia,
ello no importa que no existan relaciones entre los distintos órganos que
integran la Administración Pública, estas relaciones se llaman
interorgánicas y se clasifican según su contenido en a) de colaboración
(v.gr. propuestas); b) de jerarquía ( órdenes); c) consultivas (dictámenes
emitidos por los distintos servicios jurídicos); d) de control ( que pueden
ser tanto dentro del mismo órgano a través de las unidades de auditoria
interna o en forma externa por otro órgano como pueden ser la SIGEN o la
Auditoria General de la Nación.).
Concentración y
desconcentración.
La concentración y desconcentración son conceptos que se relacionan con
el ejercicio del poder del Estado, son técnicas de agrupamiento o
distribución de competencias entre los órganos de la Administración
Pública. Ambos constituyen principios organizativos que se verifican en el
marco de una misma persona jurídica pública estatal.
Centralización y descentralización
Centralizar importa asumir la totalidad de las decisiones en los órganos
superiores de la organización, en tanto que la atribución de personalidad
jurídica a un organismo estatal al cual se le asignan funciones y
competencias ya existentes, constituye un presupuesto de la
descentralización administrativa.
La Constitución Nacional, establece en sus artículos 5°, 121; 122 y 123 los
principios fundamentales que rigen la organización de las Provincias,
quienes como entes autónomos pueden dictarse sus propias leyes, darse
sus propias instituciones, elegir sus propias autoridades y administrar sus
recursos. La única limitación que exige la Constitución Nacional es que
necesariamente deben garantizar la forma representativa y republicana de
gobierno.
Sin embargo debe quedar claro que la región, no constituye una forma de
descentralización del poder de las Provincias, sino como dice el Dr. Barrera
Buteler en su obra ―Provincias y Nación, son una instancia de
concertación de políticas entre las Provincias con caracteres e intereses
comunes que les permita coordinar entre si el ejercicio de sus poderes
conservados y concurrentes y éstos con los que ejerce el gobierno federal
en las materias que les afectan.
Principios constitucionales.
Los principios constitucionales que rigen el empleo público, se encuentran
insertos fundamentalmente en el art. 14 Bis de la C.N., sin duda alguna el
más importante es el derecho a la estabilidad en el cargo de que gozan
empleados del Estado.
Naturaleza de la relación de
empleo público.
A lo largo de la historia podemos decir que la doctrina no ha sido uniforme
al respecto, así en un primer momento la discusión se planteó en si la
relación existente era de derecho público o de derecho privado y superado
este conflicto las dos teorías principales discurren en si se trata de una
relación estatutaria o contractual.
Por último con el avenimiento del Estado de Derecho apareció la teoría que
consideraba la relación como contractual que es la actualmente predomina
entre los tratadistas y es la que aceptamos aquí también. Para esta teoría
lo importante no sólo es el acto de designación del agente, sino también el
de aceptación por el cual este se compromete a cumplir la función legal y
fielmente. Con lo que aquí existe una clara relación bilateral que es lo que
da inicio al contrato de empleo público.
Formación de la relación de
empleo público.
Nacimiento.
Según Marienhoff el ingreso a la función pública puede ser en forma
voluntaria o forzosa y dentro de la primera a su vez regular o irregular.
Una derivación de este deber es que, en caso de renuncia del agente, éste
debe continuar prestando tareas hasta tanto le sea aceptada su dimisión,
ya que si no lo hace incurre en responsabilidad administrativa, patrimonial
y penal.
Escalafón, podríamos decir que es una norma emitida por el Estado y/o
que surge de un CCT que tiene por objeto regular los cargos, categorías,
clases, funciones, sueldos, condiciones para el ascenso, la forma de
encasillar al personal, etc.
El funcionario de facto y el
usurpador.
El funcionario de facto es aquel que ha ingresado a la Administración en
forma irregular por no reunir la totalidad de los requisitos que exige el
ordenamiento para la designación, v.gr. no reunir las condiciones legales,
designado mediante acto inválido, etc. es decir que es lo contrario a lo que
anteriormente dijimos que es el funcionario o agente ingresado
regularmente a la Administración.
En tanto que el usurpador, es aquel que llega al cargo por voluntad propia,
generalmente ejerciendo dolo o violencia, y que en consecuencia su objeto
no es la satisfacción del interés general sino el suyo propio.
Bibliografías de referencia
Derecho
Administrativo
Situación jurídico subjetiva
Derecho subjetivo, interés legítimo e
interés simple:
Escapa al objeto de este trabajo el estudio particularizado del tema de la
capacidad del administrado en la relación jurídica administrativa. Sin
embargo, vinculado no ya con la capacidad sino con la situación que
ostenta o puede ostentar el administrado en dicha relación.
Tenemos con ellos una doble remisión e inclusión en el art. 43: todos los
derechos de incidencia colectiva de los Art. establece que todas las
autoridades (por ende tanto legislativas como administrativas y en su
defecto judiciales), deben proveer lo necesario al ―control de los
monopolios naturales y legales.‖
Derecho
Administrativo
El Derecho Administrativo
Sostenemos que el derecho Administrativo, como regulación jurídica
aplicable a la relación entre el estado y la Administración del estado y el
ciudadano sin límite alguno para la Administración del Estado, existe desde
la creación del primer estado antiguo, creciendo la regulación de esta
materia en estados con una importante organización estatal como el
romano.
Concepciones de derecho
administrativo:
En la primera etapa de desarrollo que tuvo el derecho administrativo se
pudo observar importantes diferencias entre el régimen aplicable en
Inglaterra y el utilizado en Francia, principalmente en materia de división
de poderes y en el tipo de relación entre el derecho administrativo y el
derecho privado.
PRINCIPIOS GENERALES:
Ello ha llegado a ser así debido a que, generalmente, toda vez que el
legislador o el juez han considerado una relación jurídica establecida entre
el Estado y otro sujeto de derecho, se han inclinado a dar soluciones
particulares antes que aplicar al pie de la letra la legislación común. Una
consecuencia de esto es que en el derecho público hay a menudo una
relación de subordinación (porque se le confiere al Estado una cierta
superioridad jurídica sobre el particular, un número de atribuciones
superiores a los derechos individuales del habitante), a diferencia del
derecho privado, en que es más frecuente la coordinación: en los sujetos se
encuentran allí en un plano de más igualdad. Esa diferencia de régimen
tiene en parte por raíz sociológica que por lo general tales relaciones
afectan el ―interés público,‖ (―bien común‖), o el ―interés privado,‖
individual, respectivamente. Pero la distinción entre derecho público y
privado no es a priori; no se trata de que las normas de derecho público
tengan una estructura diferente de las del derecho privado, ni que
matemáticamente unas y otras contemplen situaciones de interés general
y de interés individual, sino tan sólo que las leyes que rigen las relaciones
del Estado con los particulares van acumulando prerrogativas y privilegios
para el Estado. Además, algunos de los principios de tales leyes deben
regular situaciones que no se dan sino en el caso del Estado: todo lo
relativo a la organización, funcionamiento y actividad de los poderes
públicos y el control de los servicios públicos monopolizados emplea
principios diversos de los del derecho común.
Entre las principales instituciones del derecho civil con las que el derecho
administrativo tiene relaciones de contacto e interferencia pueden
mencionarse: 1) Capacidad de las personas físicas; 2) Personas jurídicas; 3)
Locación de cosas; 4) Dominio privado; 5) Instrumentos públicos; 6)
Prescripción, etcétera.
Las normas y principios que son objeto de estudio por parte del derecho
administrativo no forman, según ya hemos dicho, un verdadero sistema
coherente, sino tan solo un conjunto de normas jurídicas positivas, de
principios de derecho público y de reglas jurisprudenciales,
frecuentemente asistemáticas. En ello juega un papel preponderante la
doctrina, que en nuestro país arrastra una inexplicable tendencia a
favorecer las teorías cesaristas y no las que enfatizan el control judicial,
parlamentario o por entes o autoridades independientes.
a) Constitución Nacional.
d) Reglamentos administrativos.
e) Analogía.
g) Jurisprudencia.
h) Doctrina científica.
Derecho
Administrativo
Elementos y requisitos del
acto administrativo
Conforme al principio de separación de poderes tal cual lo plasmado por la
teoría de Montesquieu, debemos distinguir el Poder Legislativo, del Ejecutivo y
del Judicial. No obstante lo cual, como es sabido, tal división de poderes no es
tajante sino que estamos ante un solo poder con distribución de funciones en
diversos órganos del Estado.
Así el Código Civil y Comercial define en el Art. 257 al hecho jurídico El hecho
jurídico es el acontecimiento que, conforme al ordenamiento jurídico, produce
el nacimiento, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas.
Hecho jurídico es, por tanto, cualquier evento al que el derecho le asigna una
consecuencia jurídica.
Así puede resaltarse como una diferencia fundamental entre hecho y acto a la
circunstancia de que mientras el primero es un simple acontecimiento, el
segundo consiste en una declaración de voluntad.
Son hechos jurídicos cuando se les atribuye una consecuencia jurídica, cuando
produciéndose traen aparejado el nacimiento de efectos jurídicos. Un hecho no
contemplado por el derecho no es un hecho jurídico.1
Por otra parte dentro de los hechos humanos es necesario hacer referencia a
las Vías de Hecho, resaltando que estas se diferencian del hecho jurídico en
tanto son esencialmente ilícitas, se oponen a las vías de derecho y requieren la
intervención de un funcionario o agente público cuyo comportamiento se
opone al orden jurídico vigente.
Por otra parte señala Manuel María Diez: Es una declaración unilateral y
concreta del órgano ejecutivo que produce efectos jurídicos directos e
inmediatos.
Por el contrario cuando el acto puede ser emitido sin el pedido, consentimiento
o manifestación alguna del particular administrado, dicho acto es unilateral.
Como ejemplo de tales actos pueden mencionarse la imposición de una multa,
un llamado a licitación, la declaración de emergencia en una determinada zona
etc.
A su vez, el artículo 959 dispone efecto vinculante del contrato. Todo contrato
válidamente celebrado es obligatorio para las partes. Su contenido sólo puede
ser modificado o extinguido por acuerdo de partes o en los supuestos en que la
ley lo prevé.
Pero para alcanzar la más alta y eficaz gestión la administración debe participar
en la celebración de actos plurilaterales, originándose así verdaderas
convenciones, en la cuales participan distintos órganos de la administración, o
en las que ésta se vincula directamente con los particulares.
La Corte ha señalado cuales son los distintos elementos que nos permiten
advertir que estamos ante un contrato administrativo, sostiene que los
elementos especiales del contrato administrativo son: “Una de las partes es una
persona jurídica estatal, su objeto está constituido por un fin público o propio
de la administración y que llevan insertas explícita o implícitamente cláusulas
exorbitantes de derecho privado”. (Conforme lo señalado en Dulcamara La Ley,
1990-E, 311).
Para una parte de la doctrina el acto administrativo solo puede ser concreto,
encuadrando dentro de esta categoría a todos aquellos que tengan alcance
sobre situación particular o individual como así también a los que se refieran a
un grupo determinado de personas. Se denominan así a los actos que no se
incorporan con vocación de permanencia al ordenamiento jurídico sino que se
agotan en su cumplimiento inmediato. Puede citarse como ejemplo a un acto
administrativo que pase a retiro obligatorio a una o varias personas, a un acto
que tenga por objeto el llamado a una licitación pública etc.
En este sentido el art. 11 del Decreto Ley 19549 establece que los actos
administrativos de alcance particular adquieren eficacia a partir de su
notificación a diferencia del reglamento que la adquiere a partir de su
publicación. Por lo cual para que el acto administrativo adquiera uno de los
caracteres que hacen que el mismo pueda considerarse perfecto, esto es el de
la eficacia, se hace necesario el conocimiento cierto para los actos de alcance
particular, bastando del presunto o ficto para los de alcance general.
Por otra parte se sostiene que existe una cuestión de jerarquía normativa del
acto administrativo particular respecto del general, ya que el primero se
encuentra subordinado y a los principios y normas establecidos por el
reglamento.
Para que el acto administrativo sea válido debe reunir una serie de elementos o
requisitos establecidos por la ley, la ausencia de alguno de estos elementos
ocasionará la existencia de vicios que afectarán la validez del acto en cuestión.
El acto entonces debe ser dictado por un órgano competente caso contrario se
encontrará viciado, esta competencia debe surgir de la constitución o de ley
formal o material.
A su vez como requisitos del objeto el mismo debe ser lícito en virtud del
principio de legalidad que exige a la administración obrar de conformidad al
orden jurídico vigente, cierto lo que permitirá determinar con exactitud los
alcances del acto y física y jurídicamente posible.
Los caracteres señalados coinciden con los preceptuados por el art. 279 del
Código Civil y Comercial para el objeto de los actos jurídicos, a su vez se
establecen expresamente por el art. 7 inc. c) de la ley nacional de
procedimiento administrativo.
El objeto del acto jurídico no debe ser un hecho imposible o prohibido por la
ley, contrario a la moral, a las buenas costumbres, al orden público o lesivo de
los derechos ajenos o de la dignidad humana. Tampoco puede ser un bien que
por un motivo especial se haya prohibido que lo sea.
A través de la motivación se hace conocer la causa o el fin del acto, las razones
por las cuales se emite una determinada decisión administrativa.
Por otra parte la ley provincial (L.N° 5350 t.o Ley 6658) en su artículo 98
establece: “Todo acto administrativo final deberá ser motivado, y contendrá
una relación de hechos y fundamentos de derecho, cuando: a) decida sobre
derechos subjetivos; b) resuelva recursos; c) se separe del criterio seguido en
actuaciones precedentes, o del dictamen de órganos consultivos”.
A su vez establece que formalidades para los actos emanados del Gobernador,
fijando que los actos que emanen del Gobernador de la Provincia adoptarán la
fórmula de Decreto, cuando dispongan sobre situaciones particulares o se trate
de reglamentos que produzcan efectos jurídicos dentro y fuera de la
Administración.
Por otra parte la Legislación Nacional establece en su artículo 8 que: “El acto
administrativo se manifestará expresamente y por escrito; indicará el lugar y
fecha en que se lo dicta y contendrá la firma de la autoridad que lo emite; sólo
por excepción y si las circunstancias lo permitieren podrá utilizarse una forma
distinta”.
Con respecto a este aspecto las normas aplicables son claras y no son
necesarias mayores consideraciones. En el orden provincial la ley de
procedimiento administrativo establece que las notificaciones ordenadas en
actuaciones administrativas deberán contener la pertinente motivación del
acto y el texto íntegro de su parte resolutiva, con la expresión de su carátula y
numeración correspondiente, y se dirigirán al domicilio constituido o, en su
defecto, al domicilio real (Artículo 54).
Establece, a su vez, que los actos que deben notificarse son las resoluciones de
carácter definitivo, los emplazamientos, citaciones, apertura a prueba, y las
providencias que confieran vista o traslado o decidan alguna cuestión
planteada por el interesado.
El efecto que la norma atribuye al silencio es una presunción legal y tiene como
principal objetivo la posibilidad de controlar judicialmente la actividad
administrativa.
Derecho
Administrativo
Caracteres del acto
administrativo
Caracteres de los actos administrativos: el principio de legitimidad y la
ejecutoriedad del acto.
Por otra parte la Ejecutoriedad como carácter del acto administrativo significa
que la propia administración tiene la potestad de hacerlo efectivo o ponerlo en
práctica por sí misma. No debe confundirse con la ejecutividad entendida como
la posibilidad de exigir el cumplimiento.
Derecho
Administrativo
Facultades revocatorias
Facultades revocatorias de la Administración:
Por otro lado, el órgano judicial tendrá como función primordial, la de impartir
justicia, esto es, aplicar al caso concreto la norma creada por el órgano
legislativo, y definir en una situación jurídica en particular cual es el derecho y
de qué forma debe aplicarse.
Mencionamos antes que cada uno de los órganos realiza primordialmente una
función, pero esto no quiere decir que sea la única sino la principal, ya que a su
vez cada uno de ellos puede ejercer, siempre en menor medida, el resto de las
funciones, por ejemplo: el órgano legislativo, cuando constituye un jurado de
destitución de alguno de sus miembros está ejerciendo indirectamente la
función judicial, o el órgano judicial cuando sanciona su reglamento interno
está ejerciendo indirectamente la función legislativa, o en su caso el órgano
administrativo cuando reglamenta alguna norma está ejerciendo
indirectamente la función legislativa o cuando sanciona a un dependiente
ejerce indirectamente la función judicial.
Cada uno de los órganos realiza una función estatal específica que tendrá
también su procedimiento específico y diferenciado de acuerdo a cual sea su
finalidad, anticipando entonces que existe un procedimiento judicial, un
procedimiento legislativo y un procedimiento administrativo, y que como
cuestión preliminar debemos decir que los tres procedimientos tienen una
fuente en común: la ley.
Procedimiento administrativo
2“Curso de derecho administrativo”, Eduardo García de Enterría y Tomás Ramón Fernández con
notas de Agustín Gordillo, Tomo II, 1ra. Edición, Ed. La Ley, Buenos Aires 2006.
3“Régimen de procedimientos administrativos”, Tomás Hutchinson, 7ma. Edición, Ed. Astrea,
Legalidad objetiva
Impulsión de oficio
Verdad real
Debido proceso
5“Derecho Constitucional y Administrativo”, Ildarraz - Zarza Mensaque – Viale, 2da. Edic., Ed.
Eudecor, pág. 629, Córdoba 2001.
Derecho de defensa
Recursos administrativos
Una definición precisa es el escrito por el Dr. Viale como: “El recurso
administrativo es el medio jurídico del que dispone un interesado, dentro de un
procedimiento, para impugnar un acto administrativo en cuanto le afecta una
situación jurídica, ante la propia Administración que lo produjo, para hacer
valer las razones jurídicas que le asisten”6.
Por otro lado, hay que señalar que los recursos administrativos, como el
concepto lo señala, tramitan siempre en sede administrativa, es decir que quien
resolverá la impugnación será siempre un órgano de la Administración, el
mismo que haya dictado el acto administrativo o un superior dependiendo del
recurso interpuesto.
Recurso de Reconsideración
La pretensión objeto del recurso puede variar de acuerdo a cual haya sido el
agravio sufrido, de esta manera puede solicitarse la anulación total del acto
atacado, o puede solicitarse la modificación por no estar totalmente
contemplada la pretensión inicial si fuere el caso, o también solicitarse la
sustitución del acto.
Recurso Jerárquico
Recurso de Alzada
Deber ser interpuesto ante la misma autoridad que dicto el acto impugnado,
invocando exactamente cuál es la causal en la que se encuentra incursa.
1) Denegatoria Tácita:
Esta POSIBILIDAD con la que cuenta el administrado consiste en que una vez
vencidos los plazos establecidos legalmente para que la administración resuelva
la presentación del administrado, y no lo hubiese hecho, previa interposición
del “pronto despacho”, le permitirá atribuirle a la falta de respuesta de la
administración un efecto negativo, es decir, que ese silencio puede
transformarse en una respuesta negativa de la administración a la pretensión
esgrimida. Se obtiene la denegación tácita de la pretensión esgrimida
quedando de esta manera agotada la vía administrativa.
Artículo 52.- Para el caso de que esta Constitución, una ley u otra norma
impongan a un funcionario, repartición o ente público administrativo un deber
concreto a cumplir en un plazo determinado, toda persona afectada puede
demandar su cumplimiento judicialmente y peticionar la ejecución inmediata
de los actos que el funcionario, repartición o ente público administrativo se
hubiera rehusado a cumplir. El juez, previa comprobación sumaria de los
hechos enunciados, de la obligación legal y del interés del reclamante, puede
librar mandamiento judicial de pronto despacho en el plazo que
prudencialmente establezca.
Es una acción judicial de brevísimo trámite que tiene como fin ordenar a la
administración a que resuelva expresamente una petición administrativa.
Características
Acción judicial.
Impulso de oficio.
Objeto
Plazos
Sentencia:
Nociones generales
se concretan en lo siguiente:
del derecho privado: las implícitas y las expresas, especiales o concretas. Las primeras
corresponden a todos los contratos que son administrativos por razón de su propio objeto; (vgr.
Lo que ocurre en la concesión de servicio público). En toda esta categoría de contratos, las
cláusulas exorbitantes implícitas constituyen expresiones que aluden a potestades o
b) No obstante lo dicho en el punto anterior, cabe tener presente que, dado
que la diferencia entre el contrato de derecho privado de la Administración
Pública y el contrato administrativo, propiamente dicho, es substancial u
objetiva y de ningún modo orgánica o subjetiva, en ambos tipos de contratos
de la Administración lo relacionado con la competencia del órgano de la
Administración para emitir el acto se rige por las disposiciones del derecho
público (administrativo en la especie). Lo mismo cuadra decir de la expresión de
la voluntad por parte de la Administración.
A pesar de los ataques que en derecho privado recibió la teoría del cuasi-
contrato -que se considera como una categoría híbrida, desacreditada como
fuente de obligaciones- en derecho administrativo, con acertados argumentos,
es propiciada por un calificado sector doctrinal.
Por cuasicontrato se entiende a todo hecho o acto voluntario lícito que produce
efectos semejantes a los contratos, sin existir acuerdo de voluntades ni
consentimiento sobre la materia concreta de tal hecho o acto.
Procedimientos de contratación
Cuando el texto legal exija que se recurra a la licitación, sin aclarar si ésta es
pública o privada, debe entenderse que se trata de la licitación pública: 1º
porque en materia de licitación, ella constituye el principio, siendo la licitación
privada la excepción, lo que así resulta de nuestros textos legales (decreto-ley
de contabilidad, 23354/56, artículos 55 y 56, inciso 1º; ley de obras públicas,
13064, artículo 9º; 2º porque pudiendo concurrir a ella un número ilimitado de
licitadores u oferentes -en tanto, desde luego, éstos se hallen encuadrados en
las reglamentaciones vigentes-, ello está más de acuerdo con la idea de
libertad, de la cual jamás debe prescindirse en un Estado de Derecho.
Se abrirán los sobres que contienen las propuestas; éstas se leerán en alta voz
por el actuario ante los funcionarios y personas que presencien el acto.
Terminada dicha lectura, del resultado obtenido se procederá a labrar acta, que
deberá ser absolutamente objetiva. El acta será firmada por los funcionarios
intervinientes y por los proponentes que, deseándolo hacer, estuvieren
presentes en el momento de redacción del acta.
Los licitadores podrán dejar constancia en dicha acta de las observaciones que
les merezca el acto o cualquiera de las propuestas presentadas; e)
Adjudicación: Es una de las más fundamentales etapas de la licitación. Todo el
procedimiento de esta última tiende, precisamente, a permitir una adecuada
adjudicación, efectuándose así la selección concreta del cocontratante. La
adjudicación es, entonces, el acto de la Administración Pública en el que ésta,
previo examen de las propuestas u ofertas presentadas, decide cuál de ellas es
la más conveniente, y la acepta, quedando con ello simultáneamente
determinado el cocontratante para ese caso particular. Dicho cocontratante es
el licitador que formuló la oferta considerada como más conveniente. Mientras
que la autoridad competente para efectuar la adjudicación definitiva, o para
aprobar el contrato, no se haya expedido disponiendo esas medidas, la
Administración Pública (Estado) no está obligada a contratar con quien haya
sido adjudicado provisionalmente, y correlativamente éste no puede intimar a
la autoridad a que contrate con él, pues se ha dicho que en ese estado del
procedimiento la Administración Pública tiene una especie de derecho de veto
respecto a la celebración del contrato, lo que es consecuencia del carácter
discrecional de la actividad de la Administración en lo atinente a la aprobación
de la adjudicación. Recién la adjudicación definitiva, o la aprobación del
contrato, crean un derecho en favor del oferente elegido o seleccionado, quien
entonces podrá exigir la realización o formalización del contrato.
D. Remate público: Otro medio de que el Estado suele valerse para realizar sus
contrataciones es el remate público, figura ésta que, si bien tiene vigencia en
derecho público (administrativo, en la especie), tuvo más desarrollo en el
derecho privado, especialmente comercial, cuyo Código la contempla13.
A la inversa, las partes contratantes pueden convenir que no rijan las causas de
exención previstas por la ley, y se imponga al obligado una responsabilidad más
amplia por la falta de cumplimiento o ejecución. Se ha dicho que el orden
público no aparece comprometido a raíz de esa cláusula, la que entonces
resulta amparada por el principio de libertad contractual15.
14Tienen el mismo significado. Así se deduce del artículo 513 del Código Civil, que pone a ambas
en idéntico pie, y de la nota al artículo 514 del mismo, que también habla de ellas como de
figuras jurídicamente iguales, tanto más en lo atinente a sus consecuencias
15Lafaille: op. cit., tomo 1º, nº 198, página 185; Busso: op. cit., tomo 3º, nº 194, página 324.
Además: véase a Guastavino: Notas al Código Civil Argentino, tomo 4º, nº 355, páginas 265-266,
Buenos Aires 1900.
exterior e imprevisible trastorne o altere de una manera definitiva el equilibrio
del contrato administrativo; pero sin que sea necesario que dicho
acontecimiento torne absolutamente imposible la ejecución del contrato. Lo
insuperable queda reemplazado por lo definitivo. Esta noción de fuerza mayor
tendió a evitar que en esos casos entrare en funcionamiento la teoría de la
imprevisión, que sólo debe aplicarse en supuestos que originen dificultades
temporarias. En cambio, cuando la alteración del equilibrio contractual se
presenta como definitivo, pero sin aparejar una imposibilidad absoluta de
cumplir o ejecutar el contrato, no es aplicable la teoría de la imprevisión, sino la
de la fuerza mayor, lo cual permite que el cocontratante solicite la rescisión del
contrato.
16Un ejemplo estaría marcado por la creación de un impuesto que afecte el precio que la
Administración paga al contratista y éste cobra por la ejecución del contrato administrativo en
cuestión.
sancionar a su cocontratante, pero bien entendido, en ciertos supuestos la
aplicación de la sanción debe supeditarse a ciertos principios jurídicos
fundamentales.
1) Sanciones pecuniarias:
A) Cláusula penal: las partes pueden prever y fijar ab initio el monto de los
daños y perjuicios que representará el incumplimiento17.Producido éste, y
constituido en mora el cocontratante, se aplica dicha cláusula. En lo
fundamental tienen vigencia las normas y principios existentes en el derecho
privado, con las salvedades propias requeridas por el derecho administrativo.
Con ello el interesado se libera del cargo de probar los daños sufridos y su valor
en dinero; por su parte, el infractor sabe anticipadamente a cuánto ascenderá
la indemnización respectiva, sin exponerse a un cobro exagerado o superior a
los recursos de que dispone. 18;
17Aída Rosa Kemelmajer de Carlucci; La cláusula penal, página 485 y siguientes, Buenos Aires
1981, donde la autora hace referencia a la cláusula penal en la contratación administrativa.
18Por esas razones se ha sugerido que en lugar de hablar de cláusula penal se hable de
haber, entonces, dos sanciones: la multa y la cláusula penal, que contemplan supuestos
distintos.
20Por ejemplo, no es lo mismo el objeto de ese tipo de sanción en un contrato de concesión de
Derecho
Administrativo
Contrato y concesión de
obra pública
Contratos administrativos en
particular
Entre los del primer grupo (contratos que son administrativos por razón de su
objeto) pueden mencionarse:
f) De suministro,
g) De transporte,
i) De locación de servicios,
j) El mandato22,
k) La fianza23,
l) El depósito24.
Los contratos administrativos del segundo grupo (o sea los que son
administrativos por contener expresamente cláusulas exorbitantes del derecho
común) pueden responder a tantas especies como cláusulas exorbitantes de la
categoría mencionada sean concebibles jurídicamente. En estos casos, para
determinar si el contrato es o no administrativo, propiamente dicho, debe
aclararse previamente si la supuesta cláusula exorbitante de que se trate es
realmente tal, sea por su carácter inusual en el derecho privado, o porque,
incluida en un contrato de derecho privado, ella sería ilícita.
22
En ciertos casos el mandato puede constituir un contrato administrativo; vgr., cuando el Estado
actúe como mandatario de un Estado extranjero, o como mandante del mismo
23La fianza -contrato accesorio- puede revestir carácter administrativo cuando tenga relación con
un contrato de esta índole. Puede ser dada por el Estado (ver ley permanente de presupuesto,
16432, artículo 48, in fine), o a favor del Estado, como ocurre con ciertos funcionarios o
empleados públicos (decreto-ley de contabilidad 23354/56, artículo 97) que habitualmente
manejan fondos o valores públicos.
24El depósito puede determinar un contrato administrativo; por ejemplo, cuando responda a
finalidades de interés público constitutivas de funciones específicas del Estado. Así, sería
administrativo -contrato de atribución- el depósito de mercaderías en los galpones de la Aduana,
cuando dichas mercaderías vayan en tránsito, o cuando las mismas deban detenerse hasta que
se efectúan los trámites de liquidación de los derechos aduaneros. Todo lo atinente a la
percepción de derechos aduaneros implica funciones específicas del Estado, tanto más cuando
tales derechos constituyen medios para que el Estado cumpla sus finalidades esenciales: se trata
de una materia insusceptible de relaciones contractuales entre particulares.
indirectamente con fondos públicos o afectados a la disposición de un ente
público, destinada a servir directa o indirectamente a un cometido público y
cuya ejecución es de competencia de un ente público.
Contrato de suministro
El contrato de suministro es aquel por el cual una de las partes asume frente a
la otra la obligación de cumplir prestaciones periódicas y continuadas durante
un término determinado o indeterminado en la medida que lo solicite y por
un precio fijado o a fijarse.
25Paraampliar sobre contrato de obra pública y de concesión de obra pública ver: Ismael
Farrando (h) y Patricia R. Martínez, MANUAL DE DERECHO ADMINISTRATIVO, Ediciones
Depalma, 2000, pág. 368-389.
Contrato de servicio público y de concesión de
servicio público
Contrato de empréstito
Contrato de consultoría:
27Para
profundizar el estudio de este contrato ver: Ismael Farrando (h) y Patricia R. Martínez,
MANUAL DE DERECHO ADMINISTRATIVO, Ediciones Depalma, 2000, pág. 347-368.
Una característica propia de este contrato, que lo diferencia del contrato de
locación de obras en general, radica en las responsabilidades que conlleva su
celebración para las partes por su vinculación con la transferencia de
tecnología. Se establecen rigurosas cláusulas relacionadas con la
intransferibilidad de la información por ambas partes y la obligación de guardar
secreto aún después de terminado el contrato.
La facultad de legislar sobre juegos de azar les pertenece a las provincias, por
cuanto no la han delegado a la Nación; suelen ejercerla como una eventual
fuente de recursos para supuestos fines de interés general.
28Un claro ejemplo de ello es el decreto 2219/71. El mismo establecía que el Estado nacional
debía contratar toda su publicidad con TelamS.A.
Contrato administrativo innominado:
Derecho
Administrativo
Dinámica de la
administración pública
El Estado en la Economía
Modelos económicos
A) Economía de mercado.
Este modelo se asemeja al anterior por cuanto los particulares siguen siendo los
actores de la actividad económica. El estado continúa excluido de la misma,
D) Economía dirigista.
Art. 4: sostiene que el Tesoro Nacional se forma por tributos que deben
imponerse de manera equitativa y proporcional a la sociedad, y que los
créditos pueden ser para urgencias de la Nación o empresas de utilidad
nacional.
Límites
De este principio se desprenden dos límites, uno negativo y otro positivo para
el Estado:
Teniendo en cuenta que las necesidades y requerimientos del bien común son
múltiples, variables, y transitorias, las técnicas de intervención estatales
tendrán los mismos caracteres, además de ser siempre residuales -tendrán
lugar ante la falta o insuficiencia de actividad por parte de los particulares-, por
el principio de subsidiariedad arriba explicado, y legales, no sólo por el principio
de la competencia –siempre excepcional- sino también porque toda restricción
de la libertad debe tener sustento y fundamento en ley del Congreso.
El servicio público (v. punto 9.2) también es una intervención directa, pues el
Estado asume la titularidad de una actividad, sustituyendo total o parcialmente
a los particulares, según que la prestación sea directa o indirecta por parte del
Estado, y según que suponga o no la existencia de un monopolio.
Los servicios sociales son actividades de asistencia, realizadas por el Estado con
fin humanitario, más que económico, que confluye con actividades de igual
finalidad que realizan los particulares. La actividad de estos últimos se va a regir
por el derecho privado, en tanto que la del Estado por el derecho público, por
ser el normal ejercicio de la función administrativa, en ámbitos como el de la
salud, educación y asistencia social.
Las formas jurídicas que asume la intervención estatal son variadas y pueden
distinguirse en organizativas y autoritativas. Las primeras son las que utiliza el
Estado en todas aquellas clases de intervención que implican de su parte
actividades de prestación directa (servicio público, actividades privadas de
interés público y servicios sociales). Aquí recurre el estado a las distintas formas
de descentralización administrativa.
2ILDARRAZ, Benigno, ZARZA MENSAQUE, Alberto R., VIALE, Claudio Martín, ob. cit., pág.
565.-
Habilitación: resume los caracteres de la autorización, pero a ellos se
añade que las facultades del Estado no se agotan en la emisión del acto,
sino que perdura en el tiempo el control estatal y la verificación de que
se están cumpliendo los requisitos propios de la actividad. Ej.:
ordenanzas que regulan la habilitación de ascensores, como es en
Córdoba la Ordenanza 10.950, que establece las pruebas periódicas y
controles estatales que deben efectuarse sobre la instalación mecánica.
Privilegios y estímulos
Regulación y desregulación
Ello produjo que interviniera el Estado, de una forma cada vez más paulatina,
regulando las actividades para proteger la parte más débil y así restablecer la
igualdad de las partes contratantes. Así, se reguló el campo del derecho laboral
-con jornadas de labor, vacaciones, equipamiento permanente-, se reguló en
materia de precios, fijando en muchos casos precios máximos, se dispuso
prórroga de contratos de locación, tasas máximas de interés, se crearon juntas
reguladoras, que se convertían en únicos adquirentes de determinados
productos de exportación, se impuso obligación de contratar empleados a
través de determinado gremios, etc.
Por ello, la ola reguladora tuvo como contrapartida, a partir de la década del
80, la ola desreguladora, que consistió, no en eliminar la regulación efectuada,
sino limitarla, desregulando el exceso, a fin de que el Estado pueda asumir con
vigor aquellas actividades que le son esenciales, y los particulares puedan
desarrollar libremente su potencial creador.
La reforma del estado exige por tanto una modificación del texto
constitucional.
4Cuatro son las causas que nos permiten conocer un objeto. La formal, es decir, aquella que nos
describe el modo de ser de una cosa o la forma que ésta adopta y por la que viene a ser lo que
es; la causa material, que es la que nos indica aquello de lo que está compuesta una cosa; la
causa eficiente, que explica aquello de que proviene una cosa; y la causa final, por la cual
conocemos aquello a lo que una cosa tiende.
intenso de la función legislativa, administrativa y judicial, ya que supone el
dictado de leyes de reforma, reglamentos, contrataciones, resoluciones, y el
debido control judicial (recordemos el per saltum ocurrido con motivo de la
privatización de Aerolíneas Argentinas).
Definición
Para algunos, el criterio para definir si una actividad es servicio público se funda
en la persona pública que lo presta: es el criterio subjetivo orgánico.
Sólo a nivel nacional existen grandes divergencias entre los autores acerca de
su concepto. Así, el eminente jurista Marienhoff6define al servicio público como
“toda actividad de la Administración Pública, o de los particulares o
administrados, que tienda a satisfacer necesidades o intereses de carácter
5cfr. SILVA CENCIO, Jorge A., “La concesión del servicio público”, en Contratos Administrativos,
varios autores, Astrea, Buenos Aires, 1982, pág. 115, citado por PEREZ SÁNCHEZ, Luis R.
Servicio Público. Técnica de Protección al Usuario, Ed. Abeledo – Perrot, Buenos Aires, 1998,
Cuadernos de la Universidad Austral, Derecho Administrativo 1, pág. 9.-
6 cfr. MARIENHOFF, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, Ed. Abeledo – Perrot,
Buenos Aires, 2003, Tomo II, Cuarta Edición actualizada, pág. 17 y ss., passim.-
general cuya índole o gravitación, en el supuesto de actividades de los
particulares o administrados, requiera el control de la autoridad estatal”7. Una
concepción objetiva del servicio público que se basa en la naturaleza material
de la actividad nos brinda Juan Carlos Cassagne8, para quien el instituto en
cuestión se trata de una parte de la actividad administrativa del Estado, quien
puede a su vez, encomendar, conceder o atribuir el ejercicio de los
correspondientes cometidos a los particulares, ya sea a través de la concesión u
otros medios jurídicos, como la gestión concertada, el permiso, etc., en cuyo
caso se le transfieren determinados poderes públicos que pertenecen iure
propio a la Administración. La actividad consiste en una prestación obligatoria y
concreta de naturaleza económico social, que satisface una necesidad básica y
directa del habitante. Desde otra perspectiva, para Mairal9, el modelo del
servicio público concebido como de titularidad estatal sufrió un quiebre total
en nuestro país a partir de la reforma del Estado operada desde finales de la
década del ’80 y en virtud de las leyes que la pusieron en vigencia. Dicha
transformación la resume así: a) losservicios públicos han dejado de constituir
“actividad administrativa”; b) no es posible mantener hoy como nota definitoria
del servicio público la “titularidad” estatal de la actividad; c) en el ámbito
nacional, se tiende a reemplazar el modelo francés por uno basado en gran
medida en el derecho norteamericano, o lo que es lo mismo, a pasar del
régimen tradicional europeo del servicio público a uno de regulación. Se funda
en los Art. de la ley 24.076 y 24.065 que establecen el rol subsidiario del Estado
a la hora de prestar un determinado servicio y en el otorgamiento de licencias
telefónicas sin plazo. Para Gordillo10, sólo cuando la realidad económica nos
indica que determinados servicios están en manos de particulares en
condiciones monopólicas, sea de hecho o por concesión o licencia otorgada por
la administración, el Estado debe ejercer su potestad de controlar cómo se
presta ese poder, y allí aparece un corpus normativo y una realidad económica
que puede ser calificada útilmente como servicio público. Por ello, sólo su
condición monopólica, cuando la tenga y no su objeto, ni la naturaleza de la
actividad, ni su fin, es lo que justifica y determina ese régimen.
nro. 14, Depalma, Buenos Aires, 1993, pág. 398 y s.s., passim.
10cfr. GORDILLO, Agustín, Tratado de Derecho Administrativo, Tomo 2, La defensa del usuario y
del administrado, Ed. Fundación de Derecho Administrativo, Tercera Edición, Buenos Aires,
1998, Capítulo VI, passim.-
incluidas dentro del concepto las actividades esenciales del Estado, las de
interés público, ni las simples actividades económicas11.
Caracteres
Igualdad: significa que todos tienen derecho a exigir y recibir del servicio
público el mismo tratamiento económico y jurídico que las demás
personas que se encuentren en iguales condiciones. Por lo tanto, en
igualdad de condiciones, corresponde igual servicio, igual prestación e
igual precio.
11
Acordamos con GARCIA TREVIJANO en clasificar las actividades que puede llevar a cabo el
Estado en: 1) funciones incesibles o indelegables (ej. justicia, defensa, relaciones exteriores); 2)
servicios públicos; 3) actividades de interés público (v. gr. la radiodifusión) y, 4) actividades
económicas simples (las meras actividades industriales o comerciales), vid. GARCIA
TREVIJANO FOS, José A. en el libro sobre la "La empresa pública", t. I, ps. 70 y sigtes.,
Publicaciones del Real Colegio de España en Bolonia, Zaragoza 1970, citado por CASSAGNE,
Juan Carlos, “La transformación del Estado – Segundo Artículo”, LL, 1990-E, 1085, nota 36. Las
primeras hacen a la razón de ser del Estado, y jamás pueden ser asumidas por los particulares;
las terceras son actividades por esencia privadas, pero sometidas a una mayor regulación por la
incidencia que tienen en el interés general, y pueden o no ser prestadas por el Estado, pero no
son servicio público (ej: actividad farmacéutica); las últimas son las restantes actividades
económicas, con escasa incidencia en el interés público, y por tanto escasamente reguladas (por
el derecho público, se entiende), regidas mayoritariamente por el derecho privado, que podrían
ser efectuadas por el Estado (ej: actividad agropecuaria que se practica en campos de propiedad
de las F.F.A.A.).
Creación y extinción
Sistemas de prestación
El análisis de la situación jurídica del usuario varía según que el servicio público
lo preste directamente la Administración Pública, o indirectamente un
particular.
El precio es la suma de dinero que se abona por el efectivo uso del servicio.
Los entes reguladores son entidades autárquicas –por tanto, personas públicas
y estatales- creadas con el fin de dictar las normas necesarias para regular la
prestación del servicio (dentro del marco regulatorio), controlarla, proteger los
derechos de los usuarios, y resolver los conflictos que se presenten con motivo
de la prestación del servicio.
Tal como surge de su concepto, las funciones que cumple se pueden clasificar
en administrativas (funciones de dirección, control, fiscalización y en general las
que resultan del ejercicio de la policía), jurisdiccionales (resoluciones de
conflictos que puedan presentarse entre usuarios, prestadores, concedentes, y
terceros) y reglamentarias (dictado de normas que hacen al servicio: seguridad
en la prestación, conexión, cortes, etc.).
Si bien en principio estos entes deben ser creados por ley, porque implican la
limitación y regulación de derechos fundamentales, existen varios creados por
Bibliografías de referencia
Derecho
Administrativo
Poder de policía y Policía
Administrativa
Principios constitucionales
12CSJN, Angel Estrada y Cía. Vs. Secretaría de Energía y Puertos, 05/04/05, LA LEY 2005-D,
439.
gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su
ejercicio”.
Ahora bien, por más extensión que adquiera el ejercicio del poder de policía no
es incontrolable, sino que tiene dos límites fundamentales que nacen de la
misma constitución.
Los primeros son normas generales que regulan las conductas de las
personales, y como ejemplo, tenemos al reglamento o edicto de policía.
Las sanciones administrativas son las penas previstas para quienes cometen
una falta administrativa. No deben ser confundidas con las sanciones
disciplinarias que resultan de la relación de empleo público. Las primeras se
refieren a las relaciones externas de la Administración respecto a terceros
administrados, y tienen por fin mantener el orden público en general; en
cambio las segundas, son las sanciones que aplica la Administración en su
relación interna con un empleado público, para mantener la regularidad de la
función, tienen carácter disciplinario y no policial, y se aplican ante la comisión
de una falta disciplinaria prevista en un estatuto particular de empleo público.
La falta o contravención
Se “configura por una situación de hecho en cuyo mérito una persona aparece
en contradicción con lo dispuesto en una norma de policía”15. No requiere de
culpa o dolo por parte del contraventor, más allá de que alguna falta en
particular lo exija. Puede consistir en una conducta positiva o negativa. Se
diferencia del delito por su carácter local, por su menor gravedad, porque
puede aplicarse a personas jurídicas, y porque puede ser sancionado por
14Conf. clasificación de ALTAMIRA GIGENA, Julio Isidro, ob. cit., pág. 447.
15MARIENHOFF Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, Ed. Abeledo – Perrot, Buenos
Aires, 1997, Tomo VI, Sexta Edición actualizada, 597.-
cualquier nivel estadual (Nación, Provincia o Municipio), siempre que emane
del ejercicio de la función legislativa16.
De allí que la sanción debe hallarse establecida en una norma anterior al hecho,
debe darse oportunidad al imputado para defenderse y ofrecer pruebas, y la
sanción que se imponga es susceptible de ser recurrida administrativamente e
impugnada en sede judicial.
Multa: es una pena pecuniaria que debe ser satisfecha por el infractor
abonando una suma de dinero. El acto administrativo que las impone
carece de ejecutoriedad, por lo cual, en caso de falta de pago por parte
del sancionado, el cobro compulsivo debe ser gestionado por el órgano
sancionador ante el Poder Judicial.
Derecho
Administrativo
Medios materiales de
la Administración
Esta propiedad estatal puede ser pública o privada. El Código Civil Y comercial,
distingue entre dominio público y privado del Estado (art. 235), definiendo con
alguna imprecisión en los art. 235 y 236 cuales bienes integran uno y otro
dominio.
La principal diferencia entre unos y otros está en el régimen jurídico que los
regula: mientras que los bienes privados del Estado están sometidos, en
general, a las reglas del derecho privado, el dominio público tiene un régimen
público particular con características propias.
17ILDARRAZ, Benigno, ZARZA MENSAQUE, Alberto R., VIALE, Claudio Martín, ob. cit., pág.
579.
el pueblo. Para los Dres. Ildarraz, Zarza Mensaque y Viale18, el titular es el
Estado u órgano público que tiene el poder de jurisdicción, regulación y tutela
sobre dichos bienes.
b) objetivo: está referido a los bienes que integran el dominio público. Dejando
aclarado que por analogía de derecho rige en el derecho público la clasificación
de bienes y cosas del derecho civil19, decimos que el dominio público se ejerce
sobre idénticos bienes a aquellos sobre los que se ejerce el derecho de dominio
privado. Hay completo acuerdo en que la enunciación del art. 236 es
meramente enunciativa, lo cual surge del mismo inc. 7mo. de dicho artículo,
que se refiere a “cualquier otra obra pública construida para utilidad o
comodidad común”.
Inalienabilidad e imprescriptibilidad.
18ILDARRAZ, Benigno, ZARZA MENSAQUE, Alberto R., VIALE, Claudio Martín, ob. cit., pág.
583.
19Conf. DROMI, Roberto, ob. cit., pág. 887.- Se puede ver una explicación de las diferencias
Los bienes públicos naturales son aquellos que no existen por obra del hombre:
es el caso del mar, las playas, los ríos, etc. Los bienes públicos artificiales son los
que existen por obra del hombre: es el caso de las calles o puentes.
El uso común es el que pueden realizar todas las personas por su sola condición
de tales, observando la reglamentación que sobre tal uso haya efectuado la
autoridad administrativa.
El uso especial es aquel que sólo pueden realizar las personas que hayan
adquirido dicha facultad previo cumplimiento de los requisitos fijados por la
reglamentación. Tiene los siguientes caracteres:
Limitado en el tiempo.
Según Marienhoff, los bienes de dominio público pueden ser utilizados por el
público en forma directa o indirecta, y cada uno, en forma individual o
colectiva23.
Los usos especiales (que emplean las figuras jurídicas del permiso y la
concesión) son formas de uso directo individual; los usos comunes (como
puede ser el uso de las vías públicas) son formas de uso directo colectivo.
21Cfr. MARIENHOFF, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, Ed. Abeledo – Perrot,
Buenos Aires, 1998, Tomo V, Cuarta Edición actualizada, pág. 350.
22Cfr. DROMI Roberto, Derecho Administrativo, Ed. Ciudad Argentina, Buenos Aires, 2006, 11ª
Básicamente los bienes de dominio público están definidos en el art. 235 del
C.C., si bien dicha enunciación no es taxativa.
c) los ríos, estuarios, arroyos y demás aguas que corren por cauces naturales,
los lagos y lagunas navegables, los glaciares y el ambiente periglacial y toda otra
agua que tenga o adquiera la aptitud de satisfacer usos de interés general,
comprendiéndose las aguas subterráneas, sin perjuicio del ejercicio regular del
derecho del propietario del fundo de extraer las aguas subterráneas en la
medida de su interés y con sujeción a las disposiciones locales. Se entiende por
río el agua, las playas y el lecho por donde corre, delimitado por la línea de
ribera que fija el promedio de las máximas crecidas ordinarias. Por lago o
laguna se entiende el agua, sus playas y su lecho, respectivamente, delimitado
de la misma manera que los ríos;
f) las calles, plazas, caminos, canales, puentes y cualquier otra obra pública
construida para utilidad o comodidad común;
Derecho
Administrativo
Limitaciones
administrativas a la
propiedad privada
Limitaciones administrativas a la
propiedad privada: fundamento
Exclusivo porque el dominio total de una persona sobre una cosa excluye la
injerencia de un tercero: dos personas no puede tener en el todo el dominio de
una cosa.
Las limitaciones impuestas en interés público inciden sobre cada uno de los
caracteres del derecho de propiedad.
Cada día cobra mayor importancia una especie particular de restricciones que
son las que conforman las normas de urbanismo. Estas son un conjunto de
“principios y normas que tienen por finalidad establecer patrones de
habitabilidad y ocupación del suelo”24.
Comprende normas que regulan las superficies mínimas de los terrenos, alturas
máximas de los edificios25, distancias mínimas de retiros (de frente, fondo y
laterales), superficies edificables, etc., según las distintas zonas en que se divide
a las ciudades. Dado su objetivo, el dictado de estas normas es de
preponderante competencia municipal, a través de los Códigos de Edificación y
de Uso del Suelo.
Servidumbres administrativas:
caracteres y diferencias con las
servidumbres privadas
Las servidumbres del derecho privado tienen varias diferencias con las de
derecho administrativo. Por un lado las primeras se rigen exclusivamente por el
derecho privado, mientras que a las administrativas les resulta aplicable el
derecho público. La finalidad también es distinta, siendo obvio que las privadas
se crean en el sólo interés particular, mientras que las administrativas con una
finalidad pública. En cuanto al objeto, las servidumbres privadas no pueden
constituirse sobre bienes de dominio público, que están fuera del comercio.
Finalmente, las servidumbres privadas lo son siempre reales, a favor de un
fundo ajeno dominante, en cambio las administrativas son siempre personales,
a favor de una entidad pública o una entidad privada en ejercicio de facultades
delegadas por aquella.
Son varias las formas jurídicas por las cuales se puede constituir una
servidumbre.
Expropiación: definición y
fundamentos
26MARIENHOFF, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, Ed. Abeledo – Perrot, Buenos
Aires, 1997, Tomo IV, Sexta Edición actualizada, pág. 127.-
Estado esta herramienta jurídica de la expropiación, que tiene la particularidad
de permitir, por un lado, la satisfacción del bien común, y por otro, salvar los
derechos fundamentales de los ciudadanos, como es el de la propiedad,
protegido debidamente en el art. 17 de la C.N.
La Nación y la Provincia son los únicos entes con facultades para declarar la
utilidad pública mediante ley del Congreso o la respectiva legislatura.
27Hablamos del Estado en general, ya que las leyes también facultan a expropiar a sujetos
privados o públicos no estatales, en la medida en que se les ha encomendado el ejercicio de
potestades públicas y la satisfacción de un fin de interés general.-
ordinariamente. Pero si quien ejecuta la declaración de utilidad pública,
transfiere el bien expropiado a otra persona, aparece el sujeto beneficiario. No
está previsto expresamente en la legislación local, pero nada impide su
existencia, siempre que se cumpla la finalidad de bien común prevista en la
norma. Es el caso, por ejemplo, en que el bien expropiado se destina a
viviendas de carenciados, a planes de colonización, etc.
Objeto
Los bienes pueden ser del Estado nacional, provincial y municipal, si bien en los
casos en que una Provincia quiera expropiar bienes de la Nación, o un
Municipio de la Provincia o Nación, se requerirá justificar concretamente la
preeminencia en el caso concreto de la finalidad de utilidad pública
expropiatoria por sobre la finalidad de utilidad pública que se encuentran
satisfaciendo dichos bienes.
Causa expropiatoria
La única causa por la cual el Estado puede expropiar es la utilidad pública. Esta
comprende todos los casos en que se procura el bien común. El bienestar
general perseguido con la expropiación puede ser tanto material como
espiritual o cultural (conf. art. 1 ley 21.499; art. 1 ley 3694). Esta finalidad de
bien común es permanente, y debe por tanto existir tanto al momento de la
sanción de la ley, como con posterioridad a la transferencia de la propiedad al
sujeto beneficiario de la expropiación.
La utilidad pública debe ser declarada por ley, y la misma está sujeta a control
judicial, pues siempre debe mediar razonabilidad en la declaración, por lo cual
se ha decidido que puede ser declarada inconstitucional si media grave y
ostensible arbitrariedad.
Indemnización
Los requisitos constitucionales son que debe ser previa, y justa. La ley
expropiatoria establece además que debe ser en dinero en efectivo, salvo
conformidad del expropiado para que se efectúe en otra especie de valor (art.
12 ley 21499; art. 12 ley 3694).
La indemnización justa significa que se debe restituir al propietario expropiado
el mismo valor económico del que se le priva, cubriendo los daños y perjuicios
que sean consecuencia de la expropiación28.
El valor objetivo del bien es el valor general del mercado, con indiferencia del
valor subjetivo que pueda atribuirle el propietario.
El trámite expropiatorio
30CSJN, 5/04/1995, “Servicio Nacional de Parques Nacionales c/ Franzini, Carlos y/o propietarios
de Finca Las Pavas”.
31Las normas de procedimiento que regulan la Expropiación Regular se encuentran
principalmente en el Título VI, arts. 20 a 31 de la ley 6.394; el Titulo VII –arts. 32 a 36-, regula la
Expropiación Irregular. En el caso de la ley nacional 21.499 las normas de procedimiento están
en Título V, arts. 18 a 32, y la Expropiación Irregular en el Tìtulo VII, arts. 51 a 56.
También prevé la ley local que el sujeto expropiante, una vez autorizada la
expropiación, adquiera el bien en remate público.32
El expropiado puede retirar la suma depositada una vez que justifique que es
de su dominio, que el bien no reconoce hipoteca u otro derecho real, que no
está embargado y que no pesan sobre él restricciones a la libre disposición de
sus bienes (art. 23 de ambas leyes).-
32No abordaremos aquí el análisis de este supuesto, por cuestiones de extensión y porque
escapa a los fines del presente trabajo, aunque adelantamos la opinión de que sería muy
probable que el mismo viole el principio de la indemnización justa e integral. Ello con sólo pensar
que si toma estado público la existencia de la autorización para expropiar entre los posibles
participantes del remate, indudablemente va a disminuir el valor venal del bien, porque a nadie le
interesa adquirir una cosa que va a ser expropiada. En consecuencia, si se verifica dicha
hipótesis, que es sumamente probable, la Administración estaría abonando un precio de compra
en el remate que no sería el valor objetivo del mismo, sino uno disminuido resultante de la
depreciación que produce el conocimiento de la autorización para expropiar. Entiendo que a esta
situación le resultaría aplicable el art. 32, inc. b de la ley 6394, previsto para la Expropiación
Irregular, pues la ley de declaración de utilidad pública convertiría al bien a rematarse en
“indisponible”, por la evidente dificultad o impedimento para que la venta en remate –aunque
forzada- se realice en condiciones normales.
Ninguna acción de terceros puede impedir la expropiación, y los derechos de
los reclamantes se consideran transferidos de la cosa a su precio o la
indemnización, quedando aquella libre de todo gravamen (art. 28 ley 21499 y
29 ley 6394).
Desistimiento y abandono
33En el artículo "La expropiación de bienes inmuebles en la Provincia de Córdoba: un análisis del
régimen probatorio en sede judicial”, publicado en el Suplemento de Derecho Administrativo y
Constitucional de la Revista Foro de Córdoba, Nro. 17, págs. 63/81, planteé la
inconstitucionalidad del art. 15 de la ley 6.394.
La ley establece que se reputa abandona la expropiación si el sujeto
expropiante no promueve el juicio dentro de los dos (2) años de sancionada la
ley si el bien está determinado; dentro de los cinco (5) años si el bien está
comprendido dentro de una zona determinada, y dentro de los diez (10) años si
se trata de bienes comprendidos en una enunciación genérica.
La expropiación irregular
La acción prescribe a los cinco años computados desde que tienen lugar los
comportamientos del Estado que tornan viable la acción.
Retrocesión
Requisición: definición
Pueden ser militares o civiles. Las primeras son las que se disponen para
contribuir a la defensa del país, en los términos del Art. 34 de la ley de defensa
nacional 23.554. Las segundas para situaciones de paz.
34Art. 50 ley 21499: La acción por retrocesión prescribe a los tres años, computados desde que,
habiendo quedado perfeccionada la expropiación en la forma prevista en el artículo 29, al bien se
le dio un destino ajeno al que la determinó, o desde que no habiéndosele dado al bien destino
alguno, hubieren transcurrido los plazos previstos en los artículos 35 y 39. El trámite previsto en
el artículo 39 suspende el curso de esta prescripción. .
Art. 39 ley 3694: La acción por retrocesión sólo podrá intentarse dentro de los dos años,
computados desde que habiendo quedado perfeccionada la expropiación en la forma prevista en
el art. 19 al bien se le dio un destino ajeno al que lo determinó, o al que, no habiéndosele dado al
bien destino alguno, hubieren transcurrido los plazos previstos por el art. 37, Inc. “b” y vencida la
interpelación judicial del art. 38. El trámite previsto en el art. 38 suspende el curso de este plazo.
Art. 34 ley 23554: En caso de guerra o ante su inminencia, el Poder Ejecutivo nacional podrá
disponer requisiciones de servicios o de bienes, convocatorias y sus excepciones para satisfacer
necesidades de la defensa nacional. En la reglamentación de la presente ley se determinará el
procedimiento y los recaudos a los que se ajustarán las requisiciones.
Para determinar el alcance de la justa indemnización, se aplica por analogía lo
dispuesto en materia expropiatoria.
Su duración no puede ser mayor a dos años. Vencido este lapso, el propietario
podrá intimar la devolución del bien, y si transcurren treinta días desde dicha
intimación sin que el bien hubiere sido devuelto, el propietario puede exigir la
expropiación, mediante la acción expropiatoria irregular (art. 64 ley 21499; art.
50 ley 6394).
Derecho
Administrativo
Tipos de
responsabilidad
Introducción. Aspectos generales.
Sabido es que, el Estado, con el objeto de cumplir sus fines de carácter público
y procurar sus cometidos estatales, realiza un sinnúmero de actividades.
Ante tales acontecimientos, debe analizarse si el Estado debe resarcir los daños
producidos, y en caso afirmativo ¿cuáles son las condiciones o requisitos para
que ello pueda ocurrir?
Tipos de responsabilidad
Evolución
Antecedentes históricos
Por otra parte, el fisco era considerado como el conjunto de bienes y fondos
formado para la correcta administración del Estado, concepción que se fue
perdiendo, en la época del Imperio, para confundirse con los bienes del
emperador, lo que trajo aparejado que los mismos no fueran susceptibles de
ninguna media legal.
A comienzos del siglo XIX, siguiendo la clasificación montada por la "teoría del
Fisco" -de origen romano-, se distinguió entre los llamados "actos de gestión", y
los actos de iure imperii. Los primeros eran considerados de naturaleza civil,
por existir una igualdad de derechos entre las partes; los segundos donde no
existía igualdad de derecho- caían en el dominio de las relaciones de poder.
En el ámbito del commonlaw, a mediados del siglo XX, se dictan normas que
reconocen la responsabilidad del estado.
Tal fue el caso del ordenamiento jurídico británico a través del dictado de la
“Crown ProceedingsAct” de 1947 se sometió a la Corona a mismo régimen de
responsabilidad que le cabe a una persona privada. Por su parte, en los Estados
Unidos, a partir de la “Federal TrotClaimsAct” de 1946, se reconoció
expresamente la responsabilidad del Estado, aunque sólo se pudiera
comprobar una actuación culposa del agente público (Agüero Piñero, Juan
Pablo, Responsabilidad del Estado: una reseña de su evolución y situación
actual, Suplemento de Derecho Administrativo y Constitucional, Foro de
Córdoba, Año 1 N° 3 Año 2000).
En este caso, los actores perseguían una indemnización por el mayor tiempo
que habían servido al Estado. Sostuvieron que se engancharon como
personeros de guardias nacionales y, a pesar de que la guardia nacional fue
licenciada en diciembre de 1861, ellos sirvieron hasta agosto de 1863. En
consecuencia debía abonárseles un aumento proporcional del premio recibido
por el enganche.
En esta causa resolvió, como en otras causas anteriores, que el Poder Ejecutivo
Nacional no podía ser demandado sin su expreso consentimiento.
A lo largo de este período que abarca desde 1860 hasta 1933, el Alto Tribunal
mantuvo su tesitura de consagrar la irresponsabilidad del Estado Nacional,
alegando por una parte que el Estado Nacional para ser demandado debía dar
su expreso consentimiento. Además se sostenía que, el mismo no era
responsable por el pago de daños y perjuicios por actos o hechos de sus
dependientes por imperio del entonces artículo 43 del Código Civil (reformado
por la ley 17.711 en 1968), que consagraba la irresponsabilidad de las personas
jurídicas. En virtud de ello la irresponsabilidad estatal ocurría, tanto cuando el
Estado producía actos de “gestión” (como persona jurídica), como cuando
actuaba con actos de “imperio” (como poder público) (Coronel German A.,
Responsabilidad del Estado por acto ilícito de sus dependientes, en Revista d
Derecho de Daños N° 9 sobre Responsabilidad del Estado, Ed. RubinzalCulzoni,
Sante Fe, 2000, p. 381).
La causa había sido iniciada por Ferrocarril Oeste, con el objeto de obtener el
pago de una suma de dinero que había tenido que abonar al reivindicante de
un terreno para recuperar su propiedad.
Por tal motivo Ferrocarril Oeste plantea ante los tribunales su reclamo en
contra de la Provincia de Buenos Aires, tendiente a obtener la reparación por el
daño sufrido por el defectuoso obrar del Registro de la propiedad provincial.
Hasta ese momento, la mayoría de la doctrina interpretaba que el art. 1112 del
C.C., hacía referencia únicamente a la responsabilidad del funcionario frente al
Estado y que no involucraba a éste en su responsabilidad frente a los
particulares damnificados (Agüero Piñero, Juan Pablo, op.cit., p. 17).
Derecho
Administrativo
Fundamentos de la
responsabilidad
Reconocida la responsabilidad estatal, tal como sostiene Marienhoff (Tratado
de Derecho Administrativo, T. IV, Ed. AbeleldoPerrot), es necesario determinar
cuál es su fundamento.
Algunos autores, entre los que éste autor ubica a Duguit, considera que la
responsabilidad del Estado por los daños que ocasione encuentra su
fundamento en los “riesgos sociales”, lo cual implica excluir la “culpa” estatal
como fundamento de su deber de resarcir los daños que produzca por los
hechos o actos que le sean imputables (Marienhoff Miguel S., Tratado de
Derecho Administrativo, T. IV, Ed. AbeleldoPerrot, p. 695). Esta teoría, según
Bianchi, preconiza la responsabilidad objetiva y excluye la noción de culpa se
opone naturalmente a la de quienes ven en esta última el fundamento del
deber de indemnizar a cargo del Estado.
“Como puede verse ambas doctrinas acusan una marcada influencia civilista
propia de la explicación de la responsabilidad en una etapa en que el derecho
público no había desarrollado todavía sus potencias autonómicas” (Bianchi
Alberto. B, Panorama actual de la responsabilidad del Estado en el Derecho
comparado, L.L. 1996-A, p. 922 y ss.).
Otro criterio sostiene la necesidad del dictado de una ley formal que
expresamente reconozca el deber de reparar el daño causado. Es la posición
adoptada en nuestro país por Bielsa. (Marienhoff Miguel S., op. cit, p. 696).
a) sacrificio especial e igualdad ante las cargas públicas: Los Art. 4 y 16 in fine
de la C.N., determinan que las contribuciones exigidas a los habitantes deben
ser equitativas y proporcionales. Si se produce un sacrificio especial por acto –
legítimo o no- de cualquier órgano, deben restablecerse la “igualdad de todos
los habitantes” mediante una indemnización a cargo del Estado que generalice
el sacrificio especial que se ha exigido al damnificado.
Derecho
Administrativo
Fundamentos de la
responsabilidad estatal por
actividad lícita
Responsabilidad extracontractual del estado por su actividad ilegitima.
Evolución. Remisión.
A continuación analizaremos cuales son los requisitos exigidos para que sea
procedente la responsabilidad extracontractual del estado por su obrar
ilegítimo.
Presupuestos
Para que pueda atribuirse responsabilidad al Estado por sus hechos o actos
ilegítimos, se han señalado los siguientes presupuestos:
En otras palabras, el daño es necesario que sea provocado por la persona del
agente o funcionario, actuando en el ámbito del vínculo que se establece con la
función asignada. En todo lo que exceda ese ámbito, la responsabilidad recaerá
en cabeza del agente (falta personal) y no en la organización (falta de servicio).
Para que tenga lugar la responsabilidad estatal, debe existir un daño cierto, real
y efectivo en el afectado, que puede comprender el daño patrimonial como el
daño moral actual o futuro. Lo que como es lógico, excluye los daños
puramente eventuales o hipotéticos.
c) Falta de servicio.
Desde esas época, la Corte rechazó la responsabilidad del Estado por su obrar
lícito, con fundamento en el principio del art. 1071 del C.C. y en el alcance
asignado al derecho de propiedad, que suscita amparo constitucional sólo
frente al desapoderamiento directo y no ante el perjuicio resultante del
ejercicio de poderes legítimos (Lopez Mesa, Marcelo J., op.cit. p. 105).
Sostuvo la Corte que en ese caso la indemnización tenía por objeto tutelar la
incolumidad del patrimonio lesionado al dejarse sin efecto una autorización
anterior. Señalando que el sacrificio impuesto en forma particular a Los Pinos
S.A., en beneficio de toda la comunidad, no era propio que fuese soportado
únicamente por aquélla, puesto que de ese modo lo sería en desmedro del
principio de igualdad ante las cargas públicas, consagrado en el art. 16 de la
Constitución Nacional (CSJN, 22/12/1975) L.L. 1976-B-300).
d) Ausencia del deber de soportar, por parte del damnificado, del perjuicio
sufrido, en la medida en que existen ciertos perjuicios o daños universales que
deben obligatoriamente, ser soportados por todo los ciudadanos.
e) El sacrificio especial. El daño para ser indemnizado debe ser, por una parte,
sufrido por una persona en particular o un número determinado de ellas y
además constituir una afectación irrazonable de la propiedad por imponer un
sacrificio superior o una carga desproporcionada al exigible igualitariamente a
raíz de la vida en comunidad.
Supuestos de la responsabilidad estatal por su actividad lícita
Derecho
Administrativo
Responsabilidad del
estado por omisión
La responsabilidad del estado por omisión
Se trataba de una demanda por daños y perjuicios originados por una crecida
que arrasó la defensa aluvional – considerada insuficiente – que había
construido la provincia de Mendoza. Como consecuencia de ella, fueron
destruidos plantíos y otros bienes del actor.
La responsabilidad del Estado por actos legislativos ha sido una de las últimas
en ser reconocida. Y ello obedece sustancialmente a que durante largo tiempo,
debió vencerse una gran resistencia radicada en la consideración de que al ser
el Parlamento el depositario de la voluntad popular y la ley expresión de esa
voluntad, ella no era susceptible de causar daños resarcibles a un particular.
En relación a las leyes que lesionan un derecho de un particular pero que son
consideradas lícitas, la regla es que, en principio no genera la responsabilidad
estatal. (Dromi Roberto, Derecho Administrativo, 11° Ed., Ed. Ciudad Argentina,
2006, p. 1082 y ss.).
A modo de síntesis
Sin embargo, como señala Agüero Piñero, esa carga de contribuir al bien
común, representado por la realización de la justicia en el seno de la
comunidad, genera en algunos supuestos excepcionales injustificados y
excesivos daños que deben ser reparados, (Agüero Piñero, op. cit. p. 24), tanto
en perjuicios derivados de procesos penales como civiles o comerciales,
derivados de errores judiciales o por un anormal funcionamiento del servicio de
justicia.
El error judicial, siguiendo a Trigo Represas y Lopez Mesa, es todo acto judicial
ejecutado por el juez en el proceso, que resulta objetivamente contradictorio
con los hechos de la causa o el derecho y la equidad, desviando la solución del
resultado justo al que naturalmente debía llegar. Es un verdadero acto ilícito”
(Trigo Represas, Félix – Lopez Mesa Marcelo, op. cit. p. 170).
En primer lugar, habrá que determinar la existencia del error judicial a través de
la revisión de la resolución judicial de la que surge el error, en la medida que
resulta imprescindible remover el efecto de la cosa juzgada que, a pesar del
error, la sentencia judicial ostenta, y en caso de prosperar, se abriría el camino
de la posible indemnización. (Mertehikian, op. cit. p. 260).
En ese sentido la Corte Suprema ha establecido que “en principio sólo puede
responsabilizarse al Estado por error judicial en la medida en que el acto
jurisdiccional que origina el daño sea declarado ilegítimo y dejado sin efecto,
pues antes de ese momento el carácter de verdad legal que ostenta l sentencia
pasada en autoridad de cosa juzgada impide, en tanto se mantenga, juzgar que
hay error. Lo contrario importaría un atentado contra el orden social y la
seguridad jurídica, pues la acción de daños y perjuicios constituiría un recurso
contra un pronunciamiento firme, no previsto ni admitido” (CSJN, “Vignoni
Antonio c/ Gobierno Nacional “L. L. 1988-E-224).
En efecto los artículos 1764, 1765; y 1766 del nuevo Código Civil, al propio
tiempo que implica las normas del derecho común al Estado, predica que ella
se regirá por normas y principios del derecho administrativo nacional o local
según corresponda, quedando comprendidos los actos de los funcionarios y
empleados en ejercicio de sus funciones.-
Lo que ha sucedido es que cada provincia debe dictar una nueva ley de
Responsabilidad del Estado o Ratificar la ley nacional. En el caso de que no se
haga es de toda lógica y deber como magistrado judicial de la provincia,
procurar mínimamente, sin alarmar o bien generar una incertidumbre que se
traduzca en una inseguridad jurídica, que sin perjuicio de lo que corresponda
decidir judicialmente en cada caso, existen principios jurídicos, normas
constitucionales y supraconstitucionales; e innumerables fallos de la CSJN, a
saber : CONSTITUCION NACIONAL; TRATADOS internacionales entre otros, art.
15 (indemnización por ley especial a los propietarios de esclavos), art. 17
(indemnización previa en caso de expropiación), art. 41 (reparación de daños al
medio ambiente), art. 10 de la C.A.D.H. (indemnización a los condenados con
sentencia firme por error judicial), Convención Americana sobre Derechos
Humanos, art. 21 (Derecho a la Propiedad Privada... 2. Ninguna persona puede
ser privada de sus bienes, excepto mediante el pago de indemnización justa,
por razones de utilidad pública o de interés social y en los casos y según las
formas establecidas por la ley).-
Por nuestra parte, partimos del carácter federal de la LRE. Pero el examen no se
detiene allí. Suele ocurrir que una ley federal impere en el ámbito provincial por
decisión legislativa de una Provincia, por adhesión como sucede con nuestra
LRE.
En un afín orden de ideas, para nosotros se han prohibido los daños punitivos,
no las astreintes. Ahora bien, ¿tal prohibición resulta inconstitucional o
constituye una cuestión de política legislativa?, ¿pueden aplicársele multas al
Estado en el ámbito de la ley de defensa de los consumidores?
Pero, más allá de esos circunscriptos ámbitos como el ambiental, por ejemplo,
existe un vasto campo que no ha sido captado ni ha pretendido aprehender la
LRE, esto es, el supuesto —muy corriente, por cierto- del Estado dueño o
guardián de la cosa riesgosa o viciosa que causa daños.
Por nuestra parte pensamos que la responsabilidad del Estado en el ámbito del
derecho privado no puede relativizarse o minimizarse a poco se repare en el
objetivo dato estadístico que da cuenta de una enorme cantidad de supuestos
de hecho en los que el estado responde, especialmente, en su calidad de dueño
o guardián.
A poco de sancionarse la nueva LRE los autores comenzaron por exponer sus
dudas en torno al régimen a aplicar al supuesto del estado dueño o guardián de
la cosa riesgosa.
Es cierto que una lectura exegética del art. 1764 del C.C.yC. parece
desaconsejar esa posibilidad al establecer la inaplicabilidad de sus normas a la
responsabilidad del Estado en general, sin establecer distinciones que le
estarían vedadas al intérprete.
Otro caso de responsabilidad del Estado —no infrecuente, por cierto- es el del
deber de dar cuentas del sujeto público en el ámbito de la ley de defensa de los
consumidores y usuarios, ley 24.240.
Al estado empresario bien se le pueden aplicar las multas civiles del art. 52 bis.
Jurisprudencia
Que esta Corte ha resuelto que el recurso ordinario es procedente, aun cuando
el Fisco o la Nación no sea la parte actora (Fallos: 162:80).
6. Que, tampoco sería justo reducir dicha cantidad, dentro de las constancias
que se han tenido en cuenta para determinarla, ni los agravios expresados por
el ministerio fiscal en esta instancia se refieren a este punto de modo
particular.
Respecto del primer punto, aunque el actor ofreció desde el primer escrito la
prueba de haberse expedido el informe inexacto atribuido al Registro de la
Propiedad y base de la acción, tal elemento de criterio no aparece en autos, ni
fue presentado en el juicio de reivindicación, ni resulta haber influido en el fallo
de este último, ya que las partes se limitaron allí a discutir cuál de los dos
compradores había sido primero puesto en posesión. No resulta, entonces, que
el pleito se perdiera como consecuencia de dicho informe, respecto del cual ni
aún se sabe qué firma y fecha llevaba al pie. La única noticia que aparece acerca
de su existencia es la mención de que el escribano otorgante de la segunda
venta dijo haberlo tenido a la vista; pero la escritura que se dice contener tal
aserto, fue retirada del expediente anexo antes de iniciarse la actual demanda,
y el Ferrocarril Oeste no ha vuelto a presentarla. Por otra parte, en la sentencia
de segunda instancia que dio fin al referido juicio de reivindicación, la Cámara
hace notar que la secunda venta no se hizo con un duplicado del título original
sino con éste mismo, de cuyas anotaciones marginales se desprendía no ser ya
Gómez Pardal propietario del bien. Cabe preguntarse, entonces, si realmente
hubo un certificado inexacto del Registro de la Propiedad, o si se trata más bien
de una inexactitud cometida, por el escribano que dijo haberlo tenido a la vista.
En cualquier caso, falta la prueba del hecho, presunto generador de los
perjuicios.
Cita en su apoyo los fallos de esta Corte, de los ts. 124, p. 16, causa 146; 78, p.
371, causa 57; 96, p. 278, causa 108; t. 105, p. 254, causa 37; 99, p. 139.
Que, igualmente, resulta cierto que el mismo lote de terreno había sido
enajenado por Gómez Pardal a don Alejandro Casir, en 1910 y registrada la
operación el 17 de agosto del mismo, lo que dio lugar al juicio de reivindicación
que después se siguiera con éxito contra la Empresa del Oeste.
Que estas disposiciones no son sino el corolario lógico del principio general
según el cual todos los que emplean a otras personas para el manejo de un
negocio o para determinada función, llevan la responsabilidad de su elección y
son pasibles de los perjuicios que éstas ocasionaren a terceros en el
desempeño de su función, dado que nadie puede por sí o por intermedio de
otro ejercer sus derechos en forma tal que lesione el derecho de un tercero.
Que esto es así tanto cuando se trata de personas como de entidades jurídicas.
Al respecto, dice Bibiloni: "No hay dos clases de propiedad regidas por dos
reglas diversas en cuanto a sus facultades y restricciones, según sean sus
titulares hombres o instituciones. No hay dos derechos distintos para regular
las actividades. Todos deben cuidar de usar de las facultades legales de modo
de no causar daño indebido a terceros. Si, voluntaria o necesariamente, se obra
por medio de representantes, éstos deben observar las mismas precauciones".
Y después agrega: "La ley no establece excepción. Basta que haya encargado o
comisión. ¿Por qué se establecería la irresponsabilidad de las personas
jurídicas? ¿Y de qué manera es más grave la situación de un particular por los
actos de sus empleados que la de aquélla? Nadie, ciertamente, verá razón para
exonerar a unas personas de las consecuencias que la ley impondrá a otras.
Hasta se podría decir que, justamente, para que las jurídicas no puedan usar de
sus derechos, sino por el medio necesario de su representante, los actos de
éste, deben ajustarse a las mayores condiciones de vigilancia, y que al ejercer
sus funciones en actos de éste, deben ajustarse a las mayores condiciones de
vigilancia, y que al ejercer sus funciones en actos del resorte de los institutos,
son éstos mismos los que obran ante los ojos de los terceros". Agrega, después,
que la misma regla prescripta por el Código de Napoleón, art. 1384, ha sido
aplicada con igual amplitud en Francia y Bélgica. Que idéntica doctrina
prevalece en Italia, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, y ha sido incorporada
a los códigos más modernos, por lo general. (Anteproyecto de Reformas al
Código Civil, ps. 67 y sigts.).
Que la disposición del art. 1112 del Código Civil correlacionada con la que le
sigue del art. 1113, significa la aceptación del principio de la responsabilidad del
Estado, cuando concurren las condiciones anteriormente indicadas, tanto por lo
que se desprende de su texto mismo cuando porque, interpretada así,
concuerda con la doctrina expuesta por Aubry y Rau, citado por el Codificador
en su nota al art. 1112 (Aubry y Rau, t. 4, p. 799, párrafo 447; Laurent, t. 20,
párrafos 593, 594 y 595). Y así se ha aplicado por esta Corte Suprema en un
caso de incendio producido por culpa de obreros del Estado, al hacerse la
limpieza de una línea telegráfica, en el cual, por haber ellos obrado en
desempeño de sus tareas y bajo la dependencia del Gobierno, fue éste
declarado responsable del daño causado a un tercero (t. 169, p. 120. Concuerda
con los de los ts. 124, p. 22; 145, p. 89, y 171, p. 142).
2° - Que a los efectos de precisar los antecedentes dominiales que dan origen al
pleito, es conveniente su relación circunstanciada, la que, por lo demás, resulta
suficientemente esclarecida en el dictamen pericial del escribano Rubio. En el
año 1906, Gervasio Abásolo adquirió la totalidad de la chacra 164, compuesta
entre otras de las manzanas "E" y "F" sobre las que se suscitarán las sucesivas
controversias, y años después, entre 1910 y 1911, vendió las fracciones S. O. y
N. E. en que se dividía la "F" a Méndez y Cía. y Ayrolo, y la S.E. -de las dos que
conformaban la "E"- a José Koblitz. Sólo quedó en su patrimonio, entonces, la
individualizada como N.O. de la manzana "E".
4° - Que esa respuesta evidencia que el registro, pese a contar con medios para
informar sobre anteriores transferencias -así lo prueban la mención antedicha
del estado de la chacra 136 y las constancias que reconoce en la absolución de
posiciones-, ponían en cabeza de Emiliano Abásolo la titularidad de un bien que
nunca le había pertenecido totalmente. Este se reitera, según el perito, en otras
piezas provenientes de esa repartición que obran en el protocolo respectivo
(certificado 39.676, del 31 de julio de 1924, y su ampliación bajo N° 48.632 del
22 de septiembre de ese año). Allí se comunica, por el primero, que la chacra
164 consta en su integridad a nombre de Emiliano y por el segundo, emitido
meses después, que ese dominio no se había modificado en sus condiciones. De
lo expuesto, surge la evidencia de que el registro ignoró la primitiva venta de
Gervasio Abásolo a Méndez que involucró el terreno que suscita el litigio y las
posteriores de Emiliano atribuyéndole a éste la plenitud de un dominio del que
no fue titular. Cabe señalar también que la venta de Bilbao y Jaca se anotó sin
reservas pese a las incongruencias ya expuestas.
9º - Que dificultan la solución del tema algunas disposiciones del Código Civil,
como los arts. 979 incs. 1° y 2°, 997 y 1004 que contienen menciones no
suficientemente explícitas acerca de quienes denomina escribanos o
funcionarios públicos, y también la referencia que hace el codificador en su
nota al art. 1112, en la cual ubica a aquéllos en esa última clasificación. No debe
perderse de vista, por otra parte, que el art. 10 de la ley 12.990 ha reconocido
formalmente ere carácter siguiendo sus antecedentes, las leyes 1144 y 1893.
12 - Que la referencia contenida en la nota al art. 1112 del Cód. Civil que
incorpora entre los agentes públicos a "los escribanos, procuradores y todos los
empleados en la administración del Estado" no altera lo expuesto toda vez que
no cabe afirmar que contenga una inequívoca mención de los escribanos de
registro. Contribuye a esta convicción la circunstancia de que al sancionarse el
Código Civil, no existía la separación entre la fe pública notarial y la judicial, que
sólo se opera con la vigencia de las leyes 1144 y 1893, que siguen la orientación
innovadora de la ley orgánica del notariado español de 1862. De tal manera, la
expresión -ubicada en su preciso contexto temporal- no es suficientemente
indicativa si se toma en cuenta que, aun en aquellas normas, los escribanos de
registro tenían su regulación junto a los escribanos secretarios -éstos sí
incuestionablemente funcionarios estatales- en el marco de las leyes
destinadas a ordenar la organización de los tribunales bajo la genérica
definición de escribanos públicos (ley 1893, título XII, caps. I, II y III).
13 - Que por otra parte y aún de admitir que la función fedataria sea la más
trascendente de las que realiza el notario, no puede ignorarse que concurre con
otras que no ostentan ese carácter y que son propias de su condición de
profesional independiente. Parece absurdo, entonces, que semejante dualidad
se presente en quien se pretende definir como funcionario público, como
igualmente inaceptable que, necesariamente sometido como tal a una típica
subordinación disciplinaria, esta facultad del Estado pueda coexistir con el
ejercicio de una superintendencia a cargo de organismos corporativos como los
que contempla la ley 12.990 (arts. 43 y siguientes).
14 - Que, por último, cabe recordar que la Corte definió el particular status del
escribano de registro señalando que "la reglamentación a que puede someterse
el ejercicio de las profesiones liberales, ofrece aspecto esencial tratándose de
los escribanos, porque la facultad que se les atribuye de dar fe a los actos y
contratos que celebren conforme a las leyes constituye una concesión del
Estado acordada por la calidad de 'funcionario' o de 'oficial público' que
corresponde a los escribanos de Registro" (Fallos, t. 235, p. 445, Rev. La Ley, t.
85, p. 605). De estas conclusiones surge, reafirmada, la naturaleza atribuida a la
actividad notarial sin que obste a ello la caracterización de su vínculo con el
Estado dentro de un régimen de concesión toda vez que éste no importa
adjudicar a sus beneficiarios el rango de funcionarios públicos que tampoco
aparece nítidamente perfilado en el párrafo transcripto a través, tan sólo, de las
expresiones encomilladas que contiene.
Por ello, y lo dispuesto en los arts. 1112 y concs. del Código Civil, se decide:
Hacer lugar parcialmente a la demanda seguida por Jorge F. Vadell contra la
Provincia de Buenos Aires. Estése a lo establecido en el consid. 15 sobre la
fijación del resarcimiento. Las costas se imponen en un 70% a cargo del estado
provincial y un 30% a la parte actora en atención al resultado del pleito (art. 71,
Cód. Procesal). - Genaro R. Carrió. - José S. Caballero. - Carlos S. Fayt. - Augusto
C. Belluscio. - Enrique S. Petracchi.
3. Que la actora sostuvo a lo largo del pleito que las sucesivas reformas al
sistema financiero, que tuvieron lugar entre 1982 y 1986, la condujeron a un
proceso de descapitalización continuo y creciente que desembocó en una
situación gravemente deficitaria.
En lo referente al dec. 1926/86, juzgó que el límite fijado por su art. 11 respecto
de la compensación prevista por el art. 13 de la ley 23.370, en tanto se refiere
sólo a intereses punitorios devengados e impagos superiores al 6 % sobre
capital actualizado, no afecto un derecho patrimonial adquirido ni alteró la
reparación integral contemplada por la norma legal. Del mismo modo,
consideró que al dictar la comunicación "A" 995 el Banco Central actúa
válidamente en la esfera de sus potestades constitucionales, sin apartarse de lo
dispuesto en normas de mayor jerarquía. Por tales razones, descartó que los
eventuales daños cuyo resarcimiento reclama la actora fuesen consecuencia de
actividad ilícita del Estado.
10. Que el art. 13 de la ley 23.370 reconoció una compensación a cargo del
Estado nacional, que sería efectivizada por el Banco Central de la República
Argentina por cuenta de la Secretaría de Hacienda, respecto de las entidades
financieras que acreditasen haber sufrido pérdida o quebranto a raíz de la
refinanciación establecida por dicha ley. Sin perjuicio de que tal compensación
quedó supeditada a la prueba del concreto perjuicio, cabe poner de relieve que
-como resulta claramente del mismo texto de la norma- aquélla se refiere al
quebranto o pérdida ocasionado por el sistema de refinanciación establecido
por esa ley, de manera que mal podría importar un reconocimiento de deuda
alguna por daños que podrían haber causado otras normas dictadas con
anterioridad.
Como surge de sus agravios, las cuestiones que trae a conocimiento de esta
Corte giran en torno a determinar si concurren en el sub lite las condiciones
que resultan exigibles para que se genere la responsabilidad del Estado tanto
en el supuesto de una conducta irregular como, en la hipótesis en que se la
juzgue lícita.
13. Que en lo atinente a la pretensión resarcitoria respecto del obrar lícito del
Estado, también la recurrente ha omitido controvertir el argumento medular de
la sentencia, relativo a que únicamente la pérdida o el sacrificio de derechos e
intereses incorporados al patrimonio son susceptibles de generar un derecho al
resarcimiento, y que no puede considerarse que revista esa calidad la
pretensión de que se mantenga la aplicación de tasas de interés libres,
anteriormente dispuestas por el Banco Central, que no asumió la obligación de
mantenerlas en caso de operarse una modificación en las condiciones
económicas contempladas, extremo éste que no fue negado por la recurrente.
16. Que en lo atinente a las costas, no concurren, a juicio del tribunal, motivos
que justifiquen apartarse del principio establecido por el art. 68, primera parte
del Cód. Procesal, por lo que corresponde confirmar en este punto el fallo -que
las impuso a la parte vencida- y decidir del mismo modo en lo referente a las
irrogadas en la presente instancia.
Su designación y remoción está a cargo del PL y necesita del voto de las 2/3
partes de los miembros presentes de cada cámara. Dura 5 años en su cargo y
solo puede ser renovado por una vez.