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Pete
N
unca, nunca diría esto en voz alta, pero cuando Reagan decidió
darle nuestra boda a otra pareja, estaba aliviado. Es estúpido. Sé
que lo es. Pero no puedo superar la idea de que quizás, solo
quizás, que si… ¿Qué si no soy lo suficientemente bueno para ella? ¿Y si
ella puede hacerlo mejor?
¿Qué si se despierta un día y se da cuenta de que cometió un error al
elegirme?
Tengo mi brazo alrededor de su hombro mientras miramos a Patty
Michaels caminar por el pasillo que estaba destinado a traer a Reagan a
mí como mi esposa, usando el vestido que Reagen eligió, llevando las
flores que Reagan se suponía que llevara. Reagan tiene su mano en mi
rodilla y la aprieta suavemente. Mira hacia mí y parpadea, mirando
fijamente mi rostro.
—¿Estás bien? —susurra.
Asiento
—Bien —la beso en la punta de la nariz.
Su ceño se frunce
—¿Estás seguro?
—Mm-hmm —miro a Patyy y John, y puedo sentir la emoción saliendo
de ellos.
Conocimos a Patty y John en la playa, donde nos estábamos
quedando por unas vacaciones del trabajo. En realidad estábamos aquí
por un festival donde estaríamos haciendo tatuajes para nuestro programa
en televisión, pero son las primeras vacaciones que hemos tomado como
una familia en un tiempo realmente largo. Patty y John eran los dueños de
la casa junto a la que estábamos rentando. Patty tenía cáncer y ya sabían
que iba a morir. Ha hecho quimioterapia y no hay nada más que puedan
hacer por ella.
Reagan le dio a Patty y John nuestra boda. Fue una boda
improvisada que lanzamos juntos en el calor del momento. No es algo que
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hemos estado planeando por un largo tiempo. Solo se suponía que


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fuéramos nosotros dos en la playa, con nuestra familia,
comprometiéndonos formalmente el uno con el otro.
Pero entonces…
Justo después de que le anunciamos a mi familia que queríamos
casarnos, Reagan dijo algo que me preocupó.
Éramos felices, y dije algo acerca de los niños, ya que la esposa de
Matt, Sky, está embarazada otra vez. Estoy celoso. Quiero eso. Pero por la
forma en la que reaccionó cuando saqué el tema, Reagan me hizo sentir
como si ella no quisiera la misma cosa.
Así que, si…ahora tengo dudas.
Reagan descansa su cabeza en mi hombro y automáticamente
apoyo mi cabeza sobre la de ella para mantenerla allí, inclinándome más
cerca. A veces siento como si pudiera arrastrarme dentro de ella y
quedarme allí para siempre. Pero hoy lo estoy dudando.
No debería.
Pero lo hago.
Patty y John acaban de volver juntos después de una separación
bastante larga. Si tienen suerte, tendrán cerca de un mes junto antes del
final, si dura eso. Bajo la mirada hacia Reagan en mis brazos, y pienso en
todas las formas en la que la amo. Sé que si estuviera enferma como Patty,
estaría devastado.
Pienso acerca de Henry y el modo en el que ama a Nan. Quiero eso.
Quiero envejecer con Reagan. Pero incluso más que eso, quiero tener hijos
con ella. Quiero crecer para ser más de los que somos ahora.
Matt y Sky están sentados frente a nosotros, y tienen a sus cuatro niños
pequeños con ellos. Adoptaron a las niñas más grandes, y luego tuvieron
gemelos, un niño y una niña. Su familia se está haciendo más y más
grande, y Matt ama cada segundo. Tendrá suficientes para un equipo de
softball si siguen así.
Matt se estira hacia atrás y deja caer a Hoppy en mi regazo. Levanto
mi brazo de alrededor de Reagan y pongo mis manos en la pequeña
cintura de Hoppy mientras ella salta de arriba abajo
—Ya regreso —dice Matt—. Sostenla por un minuto, ¿quieres?
Con la forma en la que Joey está bailando, supongo que el necesita
llevarla al baño. Sky tiene a Matty en su regazo, y Mellie está en la silla a su
lado. Me rio cuando me doy cuenta de que cuando el nuevo niño llegue
aquí tendrá más niños que brazos.
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Hoppy hace un ruidito feliz en mi regazo, y la levanto así puedo soplar


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una frutilla en su vientre. Se ríe fuerte, y Reagan nos calla. Pero también
está sonriendo. Golpea sus manos y Hoppy salta hacia ella, así que se la
paso. Reagan se apoya hacia atrás y Hoppy se apoya contra ella, quieta y
tranquila mientras mordisquea una cajita de plástico de goma que
Reagan sacó de su bolsillo.
—¿Seguro que estas bien? —me pregunta Reagan. Luce preocupada
y quiero tranquilizarla, pero no estoy seguro de poder.
Asiento y meto un mechón de su cabello detrás de su oreja.
No sé cómo decirle lo que estoy sintiendo.
Desearía poder.
Reagan observa a Patty y John mientras intercambian sus votos, y
limpia una lagrima de su ojo. No puedo evitarlo. También estoy un poco
emocionado. Incluso sabiendo que la vida de Patty está por terminar,
tomaron la oportunidad de reafirma su amor hacia el otro. Es desgarrador.
Y tan jodidamente hermoso.
Cuando termina la ceremonia, todos van a la casa de playa de Patty
y John para sentarse en la terraza, y Emily toca la guitarra para nosotros.
Patty luce cansada, pero también luce como si fuera a pasar por ello, así
que nadie insiste en que tome una siesta, o que tome un descanso, o
cualquier cosa. Solo la dejan disfrutarlo. De eso se trata la vida. Disfrutarla.
Cuando termina la fiesta, ayudo a limpiar las sillas y las decoraciones
de la fiesta, y Sam viene hacia mí llevando una pelota de futbol
—¿Quieres lanzar la pelota por ahí? —pregunta.
Niego
—Creo que solo voy a dar un paseo —miro alrededor buscando a
Reagan pero no está afuera. Eso probablemente es lo mejor.
—Iré contigo.
Suspiro y asiento. Sam esta en silencio mientras caminamos por la
playa. El sol se está ocultando y el viento sopla suavemente. Está hermoso
aquí afuera. Pero dentro de mí, no esta tan hermoso.
—¿Qué te está molestando? —pregunta Sam.
Levanto mi cabeza para mirarlo
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que has tenido un insecto en el trasero todo el día.
¿Qué está mal?
Niego
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—No hay nada mal.


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Sigo caminando.
—Amigo, compartimos el útero —dice Sam—. Escúpelo.
—No es nada —murmuro.
—Tienes todos los vellos de mi cuerpo erizados —levanta su brazo para
que lo vea—. Así que, escúpelo así puedo dejar de sentirme como el
gemelo espeluznante —se estremece dramáticamente.
Dicen que los gemelos pueden ver cuando algo está mal. Eso es
verdad con nosotros. Siempre hemos sido de ese modo. Incluso cuando
estamos separados. Sé cuándo algo está molestando a Sam. Sé cuándo
está en problemas. Sé cuándo algo está mal. Y no aceptaría un no por
respuesta si le preguntara a el sobre ello.
—Es solo… —niego—. Nada.
Arroja el balón al aire y la atrapa
—¿Estas teniendo segundos pensamientos sobre casarte?
—¿Cómo supiste?
Sonríe.
—Jodidamente te odio —digo.
Camino en silencio por un minuto y el me deja. Solo arroja el balón
hacia arriba y lo atrapa, una y otra vez.
—Quiero tener hijos y esa mierda —murmuro.
Sam ahueca una mano alrededor de su oreja y se inclina hacia mí
como un hombre viejo
—¿Qué? —grazna.
—Quiero niños —dejo de caminar y lo miro.
Se encoge de hombros como si acabara de decir la cosa más
estúpida en el mundo
—Entonces ten sexo con ella. ¿Cuál es el gran problema? —sus ojos se
agrandan—. Espera, ¿hay algo mal con tu pene? ¿Alguna razón por la
cual no puedas tener sexo? —Mira hacia mis pantalones cortos y de nuevo
a mi rostro, una y otra vez—. ¿Agarraste alguna extraña enfermedad en la
prisión, verdad? ¿Bajo tu conteo de esperma?—levanta las manos como si
se estuviera entregando—. Oye, no te juzgo —se agacha cuando trato de
golpearlo, pero está sonriendo.
—No eres gracioso —murmuro, pero también estoy conteniendo una
sonrisa.
Pone una mano en mi hombro y aprieta
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—En serio, ¿tu pene no es el problema, no? —puede sostener una


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cara seria por un momento. Luego sonríe.


—A Reagan le justa mi pene como esta, muchas gracias.
—Amigo, demasiada información —pretende estar sorprendido.
Luego se pone serio—. ¿Entonces qué es?
—No creo que quiera niños.
Frunce el ceño
—¿Qué te hace pensar eso?
—Lo dijo en la fogata. Lo escuchaste.
Niega
—Eso no es lo que dijo.
—Sí, lo dijo.
—Cierra tu jodida boca —dice—. No. Dijo que ustedes dos tienen
niños alrededor todo el tiempo. Eso fue lo que dijo.
—Exacto —dejo salir una respiración.
—Tiene razón.
—¿Qué?
Se encoge de hombros
—Tiene razón. Si tienen niños alrededor todo el tiempo.
—No los tenemos —protesto.
—Si. Los. Tienen —me mira—. No es que sea algo malo. Pero siempre
tienes a por lo menos uno de los niños del programa contigo. Y Edward y
Gonzo. Ellos casi viven en nuestra casa.
Resoplo
—Ellos ya no son niños —Edward es ahora un mecánico y es uno
malditamente bueno. Y Gonzo está en la universidad.
—Y el programa tu pequeño hermano. Y el programa de delincuentes
juveniles. Sin mencionar todos los niños de Matt. Y ahora Paul y Friday
tienen a PJ, junto con Hayley. Y Em y Logan tienen a Kit. Hay jodidos niños
arrastrándose por las paredes las veinticuatro horas. A veces tengo que
conseguirme una habitación de hotel solo para poder tomar una siesta
cuando estoy de visita. Es ridículo.
Considero lo que ha dicho. Es verdad. Reagan nunca se queja, pero si
tenemos un montón de niños por todo el lugar. Están en todas partes. La
semana pasada, Matt perdió a uno de los gemelos y lo encontramos
escondido en las cortinas.
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—¿Crees que fue eso lo que quiso decir?


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Asiente.
Exhalo un suspiro
—Esta bien.
—Deberías hablar con ella sobre ello.
Asiento. Debería. Aquí estoy, preocupándome cuando quizás no haya
ningún problema.
—¿Quieres casarte con ella, verdad? ¿Esto es solo una excusa para
salir de ello?
—No joder.
—Bien, porque su padre cumplirá su promesa de cortarte las bolas si
descubre que nunca vas a casarte.
—Oh, voy a casarme con ella, sin importar que.
Sonríe
—Te gustan tus bolas. Lo sé.
—La amo. Incluso más que a mis bolas. Y como que estoy encariñado
con ellas.
Se ríe
—¿Entonces arreglé tus problemas?
—Si.
Ahueca su mano alrededor de su oreja otra vez.
—¡Si! —grito en su mano. Salta hacia atrás y pretende estar ofendido.
Esta en silencio mientras empieza a caminar. El cabello de mis brazos
se eriza. Oh mierda.
—Entonces, ¿Qué pasa contigo? —pregunto.
Se encoge de hombros
—Nada nuevo.
Levanto mi brazo.
—Mierda —respira—. Jodida mierda de gemelos.
Le hago señas para que siga.
—Así que creo que cometí un error —dice.
—¿Tu? No sabía que cometías errores —me rio.
Me mira
—Muy gracioso.
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—¿Qué hiciste?
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—¿Recuerdas a Peck? —me mira de reojo.


—Si —digo lentamente. Está en la banda con la que toca Emily, Fallen
from Zero
—¿La baterista, verdad?
Asiente.
—Por favor dime que no la follaste —digo, tirando mi cabeza hacia
atrás con frustración.
—No —dice—. Creo que ese es el problema.
—¿Qué no te la follaste?
—Si. Ahora no habla conmigo.
—Porque… —hice un gesto moviendo mi dedo.
—Salimos un par de veces.
—Y…
Se encoge de hombros
—Y me invitó de nuevo a su casa.
—¿Fuiste?
Asiente. Y su rostro se sonroja.
—¿Y? —Dios, sacarle información es como sacarle un diente.
—Y como que lo estábamos haciendo
Esta vez no hago el gesto.
—Y apagó las luces —dice con gran prisa, realmente rápido. Lugo
cierra la boca.
—¿En verdad te gusta, no?
Asiente.
—Te gusta tanto que no quieres hablar sobre las cosas íntimas.
Asiente otra vez.
—Bueno, ¡ya era el jodido momento! —grito. Finalmente encontró a
alguien de la que no hablaría, lo que significa que tiene sentimientos
reales. Porque cuando conoces a la elegida, tu solo quieres hablar los
detalles íntimos con ella.
Sus labios se aprietan juntos
—Entonces, quería las luces apagadas.
Le hago un gesto para que continúe. Sé que no me dará detalles.
Pero aun así— Así que no lo haces en la oscuridad. No es gran cosa.
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—Si es la gran cosa —suspira—. Tengo la sensación de que quería las
luces apagadas para evitar que la viera. Pero yo como que quería ver
todo. A toda ella —niega y murmura—. Es estúpido.
—¿Quizás simplemente se sentía cohibida?
Asiente
—Eso creo.
—Entonces quiere seguir teniendo sexo, pero solo lo hará en la
oscuridad.
Asiente otra vez
—Eso es todo lo que voy a decirte.
Levanto mis manos como si me estuviera rindiendo a los policías
—Lo entiendo. ¿Le preguntaste a una de las chicas lo que eso
significa?
Niega.
—Ahí es donde yo empezaría.
Niega otra vez
—Solo te conté porque preguntaste. Cosa de gemelos
—No es como si no lo hubieras hecho en la oscuridad antes —mierda,
compartíamos una habitación.
—Es como si estuviera escondiéndose de mí.
—Oh —exhalé lentamente. Ahora lo entiendo.
Asiente y comienza a tirar la maldita pelota otra vez.
—Entonces quizás necesitas retroceder un poco. Llevarla donde se
siente cómoda contigo.
Niega
—No responde mis llamadas.
—Entonces ve a su casa.
—No responde la puerta —está en silencio por un momento y luego
espeta—. Amo jodidamente su cuerpo. Cada centímetro de el —hace
como si agarra un culo con sus manos—. Su culo, oh mi dios, es perfecto.
Suficiente para agarrarlo y aferrarse. Y sus muslos. Quiero besarlos por todos
lados.
Contengo mi sonrisa
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—Bueno, eso fue incómodo.


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—Es perfecta.
—Pero no se siente perfecta.
—Al parecer no.
Suspira
—¿Dónde empiezo?
—Tenía miedo de tocar a Reagan cuando estábamos juntos.
Asiente
—Lo recuerdo.
—Tuvimos que trabajar en ello. Juntos. Lentamente.
Por lo menos los vellos de mi brazo no se están erizando. Corro hacia
la playa y le hago señas para que arroje la pelota. La envía en un largo
arco, directa a mis brazos.
—¿Entonces porque no lo hiciste con las luces apagadas? —le grito
desde la playa.
—Porque me gusta —me grita de regreso—. Me gusta, mucho,
mucho.
Bien, no puedo evitar pensar. Y le arrojo la pelota de regreso.
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Sam
G
olpeo suavemente la puerta de Paul y Friday, y presiono mi
oído contra ella. Cuando escucho un gruñido, dudo de la
cordura de esta misión en particular. Oh, mierda. Llegué en el
momento equivocado. Retrocedo, listo para dar la vuelta y correr por el
pasillo en la otra dirección, pero de repente la puerta de Paul se abre y
saca la cabeza fuera.
Se frota el sueño de los ojos.
—¿Qué quieres?
—¿Estás ocupado? —pregunto nerviosamente moviendo mis dedos.
Sus ojos se estrechan hacia mí cuando me atrapa y me obligo a parar.
Abre la puerta del todo y levanta un dedo a la boca. Hayley está
tendida sobre su cama, y Friday está sentada en una silla cómoda con PJ
unido a su pecho, alimentándose. Miro a todas partes menos a ella, y se ríe
y ajusta su ropa para que esté totalmente cubierta.
—¿Feliz ahora? —Pregunta. Sacude la cabeza.
Me acerco y presiono un beso en su frente. Miro PJ, y veo lo feliz que
es. Lo felices que son. Friday mueve sus pies y patea el reposapiés hacia
fuera unos centímetros. Me siento en él y suelto un suspiro.
—¿Qué pasa? —Pregunta Paul, frunciendo el ceño.
—Como que necesito un consejo —digo.
Paul se ríe.
—Déjame adivinar. Se trata de una chica.
—La chica —le digo.
—¿La animadora?
Salí con una de las animadoras del equipo el año pasado, pero ella
no era para mí. Era hermosa, pero eso es lo más profundo que llegué.
—No, se trata de Peck.
Friday resopla. Paul le lanza una mirada.
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—Lo siento —susurra dramáticamente. Mete un dedo en la comisura de la


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boca del PJ y lo retira su teta—. No mires, Sam —dice.


Me giro hacia Paul y lo observo, en su lugar. Mira a Friday como si
fuera todo su mundo. Con la forma en que está mirándola, tengo que
mirarla también, sólo para ver si su cara refleja la de él. Se encuentra con
sus ojos, su cara es suave y acogedora. Es íntimo y perfecto y estoy tan
jodidamente celoso que apenas puedo ver bien.
—Así que... sobre Peck —dice Paul—. ¿Qué hiciste mal?
—¿Qué te hace pensar que fui yo? —Pregunto, fingiendo estar
ofendido.
Me recuesto contra la rodilla de Friday y estira una mano y la pasa por
mi cabello corto. Se siente bien, así que pongo mi peso sobre ella. Se ríe y
se rasca sus uñas contra mi cuero cabelludo durante un minuto. Ronroneo
como un gatito.
—Sam —dice, ralentizando su mano. Sacude mi cabeza por lo que
tengo que mirarla—. ¿Alguna vez le has hablado realmente a Peck?
—Salimos un par de veces —me apresuro a decir.
Menea la cabeza.
—Eso no es lo que quiero decir.
—Por supuesto que hablé con ella.
—¿Con palabras? ¿De su boca?
Pienso de nuevo. ¿Verdad? Estoy seguro de que lo hice.
—Sí.
—Hmm.
—¿Qué?
—Nada —dice agudamente. Pasa la mano sobre la cabeza del PJ
para despertarlo. Está a punto de caerse de su teta. Se sacude un poco y
se engancha de nuevo y vuelve a chupar. El hombre tiene la vida.
—¿Qué? —Le pregunto un poco más fuerte.
Hayley despierta y se da la vuelta. Sus ojos azules se abren de golpe y
Paul gime.
—El sol está brillando —dice.
Paul se ríe.
—Tanto para terminar esa siesta.
—¿Puedo ir a jugar con Joey y Mellie? —Pregunta.
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Paul la sigue por el pasillo y la deja con Matt y sus niñas. Regresa y se
sienta en el borde de la cama.
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—Peck es diferente —le digo.


Sólo me mira y no dice una palabra.
—¡Tienes que ayudarme aquí! —No sé cómo decir lo que quiero decir.
—Es la que quieres, ¿eh? —Pregunta Paul.
—Es la que quiero conocer. Pero no me deja.
—¿Cómo se comunica contigo? —Friday pregunta.
—Habla.
—¿Con las manos?
—A veces. —Me encojo de hombros-. A veces habla. A veces hace
señas.
—¿Realmente habla? ¿Contigo?
Asiento.
—¿Sin estar jugando con sus baquetas?
Pienso de nuevo. No estoy seguro de que alguna vez me hablara
cuando no estaba golpeteando con ellas. Cuando no tiene baquetas en
sus manos, hace señas.
—No.
—Así que, ahí está tu respuesta. —Friday es toda sonrisas, como si
acabara de resolver el secreto del universo.
—Hazla hablar contigo. Sin las baquetas.
—¿Por qué? —No me importa el golpeteo.
—Porque tengo la sensación de que si consigues que te hable será
mucho más íntimo que conseguir meterte en sus pantalones. —Mira a
Paul—. ¿No lo crees?
—Me temo que sí —dice con un suspiro.
—No lo entiendo. —Lanzo mi cabeza hacia atrás y gimo.
—¿Cuántas citas te tardas en meterte en los pantalones de una
chica? —Pregunta Paul.
—Depende de la chica —murmuro.
Frunce el ceño.
—Las chicas que te importan.
—No ha habido muchos de esos. —Me froto un dedo en la nariz,
porque necesito algo para romper la mirada estúpida que estoy seguro de
que está en mi cara.
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—Está bien, así que piensa en esto. Toda la energía que normalmente
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se pones en conseguir meterte en sus pantalones, necesitas concentrarla


en conseguir que hable.
Miro a Friday y me recuesto sobre su pierna de nuevo.
—¿Cuándo fue que los dos empezaron a hablar este lenguaje de
mierda? —Pregunto.
—Lo entiendo perfectamente —dice Friday.
—Yo también —Paul replica, sonriendo.
—Ustedes dos fueron de ninguna ayuda.
PJ suelta el seno de Friday, y veo un destello de su pezón. Aparto la
mirada lo más rápido que puedo, porque no quiero avergonzarla. Pero,
Dios mío, mirar las tetas de Friday es como mirar el pecho de Paul. No veo
nada que haga que mi corazón se dispare de golpe en una especie de
manera sexy.
Friday ubica a PJ en su regazo y abotona su blusa.
Paul mira sus dedos, sus ojos yendo nublándose mientras se cubre a sí
misma. Joder, tengo que salir de aquí.
—Gracias por no ayudar —me quejo.
Paul se acerca a Friday y recoge a PJ. Acaricia su espalda hasta que
eructa y luego me lo entrega.
—Toma esto, ¿quieres? —Dice. Entonces nos empuja a mí y a PJ por la
puerta y la cierra en mi cara.
—¡Oye! —grito—. No me apunté para cuidar a los niños.
—Sólo será un minuto —Paul grita a través de la puerta.
Friday se ríe, y le oigo decir:
—Más vale que te tomes más de un minuto.
Miro PJ.
—Espero que tenga una barriga llena, amigo, porque no tengo tetas
para ti.
Eructa de nuevo y sus pequeños ojos se cierran.
Me lo llevo a la cubierta y me siento, dejando que el viento sople a
través de nosotros, mientras pasamos el rato juntos en la sombra. PJ se
duerme en mi pecho, y yo veo las olas, tratando de averiguar que mierda
puedo hacer para hacer que Peck hable conmigo. Que realmente hable
conmigo.
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Paul
F
riday desabrocha su camisa muy lentamente mientras camina
hacia mí. Lleva un sujetador de lactancia. Nunca esperé que el
algodón blanco con ganchos y fajas fuera sexy, pero maldita sea
si no es sexy como el infierno. Mi pene se endurece inmediatamente, y
ajusto la cremallera de mis pantalones cortos.
Friday deja caer su camisa y se da la vuelta, tirando de su cabello a
un lado para que yo pueda desenganchar la parte posterior de su
sujetador. Lo hago, y bajo las correas para quitárselo.
Se vuelve hacia mí, y tengo que detenerme un minuto para
apreciarla. Sus pechos están llenos y pesados, su cintura no es tan estrecha
como solía serlo, sus caderas están un poco anchas, pero ella es tan
jodidamente perfecta que me quita el aliento.
Se pone de puntillas y envuelve sus brazos alrededor de mi cuello.
Palmeo sus pechos, siendo gentil, porque sé que están sensibles. Hace un
ruido feliz y envuelvo mis brazos alrededor de su cintura desnuda y tiro de
ella contra mí.
—¿Cuánto tiempo crees que durará PJ? —pregunta.
—El tiempo suficiente para hacerte correr al menos una vez —le digo.
—No se alimentó en mucho tiempo. Va a estar hambriento en una
media hora más o menos.
—Puedo hacer que te corras más de una vez en media hora.
El vello de sus brazos se levanta, y sus pezones desnudos se ponen
duros contra mi pecho.
—Pruébalo —dice.
Saco mi camisa sobre mi cabeza y me quito mis pantalones cortos y el
bóxer tan rápidamente que tropiezo con ellos. Se ríe hasta que me dejo
caer delante de ella para sacarle sus pantalones.
Está de pie delante de mí desnuda y sin vergüenza. Mía. Toda mía.
Levanto sus pechos y los aprieto suavemente. Mi hijo estuvo tomando
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alimento de estos hermosos pechos. No hay mucho que sea más hermoso
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que eso.
—¿Puedo besarlos? —pregunto.
—Sólo sé gentil —dice, mordiéndose el labio inferior entre sus dientes.
Levanto uno de sus pechos hacia mis labios y beso suavemente el
pezón. Ella susurra: —Un poco más.
Tomo la punta turgente y oscura en mi boca, una explosión de dulzura
se extiende por mi lengua cuando le doy un tirón.
—No chupes —advierte.
—Está bien —susurro. Pero su leche ya está fluyendo. Una gota cae a
través de su vientre y la persigo con mi lengua—. Lo siento —le digo—. No
fue mi intención.
—Lo sé —susurra. Levanta su otro pecho a mis labios—. No chupes —
dice.
Lamo en su lugar, y mordisqueo tan suavemente como me es posible,
y enrosca sus dedos en mi cabello, tirando suavemente mientras gruñe.
Se siente casi extraño tener los pezones de Friday en mi boca sin
piercings. Se los sacó antes de que PJ naciera. No tengo ningún metal
para jugar, así que sólo me concentro en ponerlos duros y pasarle la
lengua a sus pezones hasta que ella me aparte.
Se acerca a la cama y se sienta, abriendo sus muslos. Todavía está
afeitada ahí abajo, y está brillante y húmeda. Sé que me desea. Y Dios, la
deseo.
Apunta al vértice de sus muslos y se recuesta, haciendo espacio para
mí.
No pierdo un instante. Me sumerjo. Sostengo sus muslos extendidos y
deslizo dos dedos dentro de ella, de la manera que sé que le gusta. Los
aparto como una tijera, y encuentro el punto dulce que sólo yo puedo
encontrar. Grita cuando atrapo su clítoris.
Sostiene mi cabeza en su lugar con la mano hecha un puño en mi
cabello. La dejo, porque sé que le gusta fingir que está a cargo. Sus
caderas se arquean y se mece contra mi boca. Sé cómo conseguir
hacerla despegar así, y rápidamente. Sucede que me gusta comer en la
“Y” y su coño es mi lugar favorito. Se trata de encontrar un ritmo para ella.
Una vez que tengo eso, voy a hacer que se corra por toda mi cara.
Grita, y sé que está cerca. Me presiona más fuerte contra su coño y
sigo haciendo lo que estoy haciendo, porque sus piernas están temblando
a mi alrededor y está derramando crema por todo el lugar.
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Ella se rompe, su cuerpo tiembla y se estremece mientras grita mi


nombre. Mi nombre está en sus labios. Sólo mía. Siempre.
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Saca las manos de mi cabello, y limpio mi cara en las sábanas y subo
por su cuerpo.
—Eso fue rápido —le digo.
Empuja mi pecho.
—Deja de regodearte. —Se ríe y me da la vuelta sobre mi espalda.
Se inclina sobre mí y me sostiene en su mano, dándole a mi pene un
bombeo rápido.
—No es eso —le digo—. Tú.
Toca el tatuaje que está en mi vientre. Me estremezco. Tiene el
nombre de mi ex.
—Voy a cubrir esto —dice.
—Está bien. —Nada me gustaría más.
—No me gusta que su nombre esté tan cerca de tu pene.
—Está bien.
—¿Con qué quieres que lo cubra?
—¡Friday!
—¿Qué? —pregunta, acariciando de arriba a abajo la longitud de mi
pene con su puño apretado. Pero está sonriendo.
La levanto y abro sus piernas para que esté a horcajadas.
—Eres un matón —dice.
Pero sé que está bromeando. Le gusta cuando la recojo y la pongo
donde quiero. Es dura, pero es suave, también. Sé eso. Creo que soy el
único que lo sabe.
Se inclina y me besa.
—Podrías haber dicho por favor —susurra. Me lleva dentro y
lentamente se desliza por mi pene, hasta que está todo dentro de ella.
Todo dentro. Ahí es donde quiero estar. Siempre.
—Siéntate un poco —le digo.
Se equilibra con sus manos sobre mi pecho.
—¿Así? —Sonríe y me aprieta en su interior. Muevo mis caderas y
comienza a moverse.
—Dios, eres tan hermosa —le digo, sopesando sus tetas en mis manos,
tocando sus pezones.
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—Sé gentil —advierte en voz baja.


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A veces se me olvida. Aunque cómo podría con esos pechos en mi


cara, no tengo idea.
Friday me monta, llevándome rápidamente, sus tetas rebotando
ligeramente, porque sabe que me gusta duro. Sostengo sus caderas y la
ayudo. Está apretada en mi pene y estoy cerca, pero me contengo,
porque quiero que se corra de nuevo. Mi objetivo en la vida es hacer que
se corra tantas veces como sea posible. La segunda vez no es nunca un
orgasmo de clítoris que la hace temblar y estremecerse, pero puedo sentir
su apriete. Puedo ver el placer en su cara. Puedo sentirla cuando se pone
toda blanda en su interior, y cuando grita mi nombre otra vez y tiro de ella
hacia abajo y bombeo dentro de ella, sosteniéndola quieta mientras libero
mi orgasmo, y siento que sus paredes se contraen en mí, y luego se
suavizan, y sé que se corrió de nuevo.
Entre nosotros, mi pecho está mojado, porque se le escapa leche
cuando se corre, la mayoría de las veces. Sky asegura que se detendrá en
algún momento, pero no me importa. Quiero todas sus partes íntimas.
Quiero que ella se corra en mi pene y obtener leche materna en mi pecho,
porque es suya, mía y nuestra. Es perfecto.
Me deslizo fuera de ella, y ella yace ahí en mi pecho, sin moverse,
poniendo su suave peso sobre mí.
Froto mis dedos hacia arriba y abajo de su espalda, y queda allí
tumbada en silencio ronroneando sobre mí.
—¿Qué estás pensando? —pregunto.
—Nada. —Pero ladea la cabeza y apoya su barbilla en el dorso de su
mano para poder mirar mi cara.
—Podrías decirme. O voy a tener que retener los favores sexuales
hasta que lo hagas.
Se ríe.
—Estaba pensando en Sam.
—¿Justo ahora? —Trato de sonar asombrado. Pero no lo estoy, porque
estaba pensando en él también.
—Sí. —Se ríe. Pero entonces recobra la compostura—. ¿Crees que
sepa del tartamudeo de Peck?
Niego con la cabeza.
—Probablemente no.
—No le digas —dice.
—No lo haré.
—Será mejor si lo averigua por su cuenta.
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—Lo sé. —Me cepillo el cabello de su frente—. Es el último —le digo. El


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último que necesito que se establezca.


—Lo sé. —Me sonríe—. Entonces podrás hacerlo todo de nuevo con
los hijos que en realidad hagas. —Se ríe.
—No estoy seguro de que pueda hacerlo con una chica —le digo.
—Lo resolveremos.
Sí, lo haremos.
Consigo una toalla, nos secó, y tiro a Friday en mis brazos. A veces no
puedo creer que sea mía.
Un golpe suena en la puerta y oigo un bebé llorando. Le lanzo a
Friday mi camisa y se la pone sobre su cabeza. Me pongo el bóxer.
Cuando sé que está toda cubierta, le digo a Sam que puede entrar.
—Tiene hambre —dice Sam—. Sigue tratando de chupar mi cara.
Tomo al bebé de manos de Sam y se va sin decir una palabra más.
Aparto las sábanas y Friday atrae a PJ hacia ella, y él se prende. Suspira y
cierra los ojos. El pecho donde no está PJ gotea un poco, y puedo ver la
mancha de humedad expandirse en mi camisa que está usando. Nunca
me acostumbraré a esto. Nunca.
Miro hacia ellos y pienso en donde estaba antes, y donde estoy
ahora. Hay otro golpe en la puerta, así que me levanto y me pongo los
pantalones cortos sobre el bóxer. Friday se tapa con las sábanas alrededor
de la mitad inferior. Hayley irrumpe en la habitación y salta sobre la cama.
Ella pone los ojos en blanco.
—¿Está comiendo de nuevo? —pregunta.
Paso la mano hacia abajo por la longitud de su cabello.
—Sí, tenía hambre.
—¿Puedo hacerlo eructar cuando haya terminado?
Asiento.
—Luego, ¿podemos ir a nadar? —Me mira expectante.
—Claro —dice Friday.
—¿No estás demasiado cansada? —le pregunto. Tuvo que levantarse
varias veces anoche para alimentar a PJ.
Niega con la cabeza.
—Me quedaré acostada aquí hasta que él haya terminado.
Cierra los ojos. Me inclino y la beso en la frente. Tomo a Hayley de la
mano y la llevo fuera de la habitación, susurrándole. Susurra en respuesta:
20

—Te quiero, papá —dice con una sonrisa.


Página

Mi mundo es perfecto. Jodidamente perfecto.


Página 21
Matt
Y
a que dejé que Hayley jugara con las niñas el tiempo suficiente
para que Paul echara un polvo, voy a dejarle cuidar a los míos. Sí,
ya sé que no es justo. Tengo cinco. Pero Seth va con ellos. Seth
puede ayudar con Joey y Mellie, y los gemelos duermen, al menos por
ahora.
Agito mi mano hacia las chicas, mientras se van con Paul y Friday, y
me arrastro por el pasillo, tratando de ser lo más silencioso que puedo.
Friday puso a PJ a dormir la siesta y está en su habitación, así que voy y lo
chequeo. Tiene sus piernas dobladas debajo de sí como una pequeña
tortuga, y me maravillo por lo majestuosa que es mi vida. Y la vida de mis
hermanos. Pasamos de nada más que conseguir un poco de cola de vez
en cuando a tener familias.
Trato de contar mis bendiciones cada día.
Mi mujer.
A mis hijos.
Mis hermanos.
Mi vida.
Mirando hacia atrás, es difícil recordar cuando estaba luchando por
ver el mañana. Mis días de lucha han terminado, al menos por ahora. No
tenemos garantizado un mañana, sin embargo. Eso es una cosa que trato
de recordar. Nadie tiene garantizado ver el día siguiente, así que tenemos
vivir cada minuto al máximo.
Me tapo la boca y bostezo. Ayer por la noche, Hoppy se levantó un
par de veces. No lo está haciendo tan bien como Matty en un lugar
extraño.
PJ se encuentra boca abajo con la boca abierta, sus labios de color
rosa en un arco perfecto. Tomo el monitor que Friday dejó sobre la
cómoda y vuelvo a mi propia habitación.
Mis dos bebés están todavía durmiendo en sus cunas en la habitación
22

contigua, así que cierro la puerta, con cuidado para amortiguar el clic. No
quiero que se despierten. Al menos por un rato. Levanto las cubiertas y
Página

deslizo en la cama detrás de Sky.


Murmura algo cuando envuelvo mi brazo alrededor de ella y la
atraigo hacia mí, enclavando su trasero en mi regazo. Está embarazada
de tres meses, por lo que está más cansada de lo que normalmente está,
por no hablar de que está cuidando de los gemelos que acaban de
aprender a caminar. Y Joey y Mellie. Y Seth, de vez en cuando. La oí
regañarlo la noche en la terraza, cuando regresó de la playa tomado de
la mano con una chica. Él tenía más de su lápiz labial en su boca que ella
tenía en la suya.
El niño está a punto de empezar la universidad, no es virgen, y es más
o menos como hormonas caminantes, pero de todas maneras lo regañó.
Ella hizo exactamente lo que mi madre hubiera hecho. Estaba orgulloso de
ella cuando la escuché.
Se acomodó bien en la maternidad como si estuviera hecha para
ello. Lo dudé al principio, pero se ha dedicado a su familia, incluso los niños
que no eran suyos. Joey, Mellie, y Seth son tanto nuestros hijos como Matty
y Hoppy lo son.
Sky friega su cara en la almohada y se desplaza hacia mí.
—Vuelve a dormir —le digo.
—No-o —murmura. Coge mi cremallera, y presiona sus dedos contra
mi polla—. ¿Los niños están dormidos?
—Joey y Mellie están con Paul y Friday. Los gemelos están dormidos.
Seth está probablemente en algún lugar pensando en echar un polvo,
pero está viendo Joey y Mellie mientras lo hace.
Resopla. Sus dedos esbozan mi polla, hasta que se da la vuelta hacia
mí y suelta un botón de mis pantalones.
—Sácate estos —dice.
—Sí, señora. —Una sonrisa tira en mis labios cuando me pongo de pie
y me despojo de mi ropa lo más rápido que puedo. Tirón las sábanas de
encima, y veo que lleva bragas y una camiseta, así que me inclino sobre
ella y engancho mis dedos en las caderas de sus bragas y tiro de ellas
sobre sus muslos y hasta sus pies. Agita su pie y las bragas vuelan a través
del cuarto—. ¿Segura que no quieres terminar tu siesta? —Miro hacia su
hermoso rostro mientras me arrodillo entre sus piernas y levanto su pierna
hasta que descansa sobre mi hombro.
—Puedo dormir la siesta después —dice. Sonríe y sus mejillas se
vuelven de color de rosa.
—Veré a los niños después —le digo. Beso el interior de su tobillo y
23

trabajo mi camino hasta la pantorrilla.


Página

—Mm-hmm —Tararea cuando presiono un beso en la cara interna del


muslo—. Sigue adelante.
—Sabes a sal.
Se ríe cuando rozo mi barba incipiente contra la cara interna de su
muslo.
—Deja de hacer eso —gime.
Deja que sus piernas se abran y sumerjo mi cabeza, adorando la
belleza de mi mujer.
Escucho un ruido en la habitación contigua, y dejó caer mi cabeza
sobre vientre de Sky y gruño.
—Están despiertos.
Los gemelos hacen sonidos graciosos el uno al otro desde detrás de la
puerta cerrada. Supongo que tenemos unos tres minutos antes de que
empiecen a impacientarse.
Sky alcanza la mesita de noche y se abre el cajón. Saca una pequeña
bala vibradora de color rosa y levanta una ceja.
—Diablos, sí —le digo. Guío su mano hasta su coño, y lo enciende.
Sonrío, y me deslizo dentro de ella.
Está húmeda y caliente y estoy dispuesto a venirme casi tan pronto
como llego a su interior. Pero todavía no está muy lista.
Los gemelos en el otro cuarto hacen más ruido. Me siento y levanto los
pies de Sky y los cruzo, luego los pongo sobre mi hombro izquierdo. Me
inclino hacia delante, y sus caderas moviéndose hacia arriba. Levanto su
camiseta por encima de sus tetas, y toco suavemente su pecho izquierdo,
apretándolo con mis dedos, estirando suavemente pero con firmeza. Ya
que no está amamantando, puedo ser un poco más áspero.
Bombeo dentro de ella, y su boca cae abierta. Me aprieta, y sé que
está cerca. Puedo notarlo por como respira y el arco de su cuerpo, lo he
llegado a conocer tan bien como el mío propio.
—¿Puedes venirte para mí? —Pregunto. Presiono sus piernas hacia
adelante y profundizo más, y ella grita.
—Ahora —dice, y sus paredes se aprietan debajo en mí. Me quedo
quieto, y disfruto de las pequeñas vibraciones de su coño alrededor de mi
longitud, y le dejo disfrutar el orgasmo que el vibrador acaba de darle.
Entonces abro las piernas, pongo un pie en cada uno de mis hombros, y le
doy un orgasmo de un tipo diferente.
Sus uñas rastrillan por mi espalda mientras tomo su pezón en mi boca y
chupo con dureza de la forma en que sé que le gusta.
24

—Vente, Matt —dice.


Página
Así que lo hago. Es tan jodidamente mojada y tan jodidamente
caliente, y es mía. Bombeo por mi orgasmo, viniéndome profundamente
dentro de ella, como a mí me gusta. Dejo sus piernas caer y suelto mi peso
encima de ella. Cepilla mi pelo detrás de mis orejas.
—Te amo —dice, mirándome a los ojos.
La beso rápido en los labios.
—¿Estás satisfecha por ahora?
Sonríe.
—Por ahora.
Averiguamos cuando estuvo embarazada de los gemelos que es una
mujer embarazada cachonda.
—Lamento haber tenido que utilizarte tan descaradamente —dice
ella. Hace un sonido con los dientes.
—Que vida tan dura que tienes —se burla.
—Hacer que mi mujer se corra. Es muy difícil para mí. —pretendo estar
cansado, y me dejo caer sobre la cama junto a ella.
Empuja mi hombro y se estira, bosteza.
Cojo el vibrador que se le cayó y lo limpio en las sábanas, y luego lo
coloco en el cajón.
—¿Quieres terminar tu siesta?
Niega y se levanta. Se limpia muy rápidamente en el baño y se viste.
Luego va a la habitación de los gemelos y vuelve con uno de ellos en
cada cadera.
—Debemos comenzar la cena.
—La cena puede esperar. —Cepillo el pelo de su frente—. Estás
embarazada. Consigues un pase libre.
—No puedo creer que se lo dijeras a todos alrededor de la fogata. No
puedes mantener ni un jodido secreto.
Me río. No puedo ocultarles nada a mis hermanos. Ya era bastante
difícil de espera hasta el punto de tres meses para contárselos. No podía
esperar más.
—No parecían sorprendidos.
—¿Que no pudieras guardar un secreto? No lo creo.
Me pasa a Matty y lo sostengo.
25

—¿Has visto a Emily y Logan? —Pregunto.


Página

—Em está trabajando en un regalo para Pete y Reagan —dice Sky.


—¿Qué tipo de regalo?
—De los buenos. —sonríe—. Escuché un poco de ello esta mañana. Es
realmente maravilloso.
—¿Para después de la boda?
Se encoge de hombros.
—Supongo que sí.
—¿Cuándo es la boda? —Pregunto. Se suponía que iba a ser ayer,
pero no fue así, por una buena razón.
—Mañana por la mañana —dice—. Sam tiene que volver a entrenar
mañana por la noche.
—¿Ya? —Nosotros no lo vemos lo suficiente ahora que está jugando
futbol profesional.
Se encoge de hombros otra vez.
—Tuvo que estirarlo para obtener permiso para permanecer tanto
tiempo.
Me inclino hacia ella y la beso. Hoppy da rebotes y acaricia mi mejilla,
pero no dejo de besar a Sky.
Cuando por fin levanto mi cabeza, yo digo a Hoppy:
—Los besos son buenos. Así es como llegaste hasta aquí. —Salta un
poco más y chilla.
—Te amo —me dice Sky. Luego se acomoda a Hoppy en la cama y se
sumerge a soplar en su vientre. Hago lo mismo con Matty, y en cuestión de
segundos tenemos dos felices bebés riendo en la cama.
Me mira, y es tan jodidamente perfecto que mi corazón se aprieta. El
monitor de bebé activa, y oigo a PJ haciendo ruidos, así que voy a
buscarlo. Cuando ya tienes cinco, que pronto serán seis, ¿qué es uno más?
Es el cielo, eso es lo que es.
26
Página
Emily
-N
ecesito una palabra que rime con siempre. —digo mientras
arrastro mi púa por las cuerdas de mi guitarra. Logan se sienta
frente a mí, alternando entre escribir las palabras de la canción
en la que estoy trabajando y dibujando en un pedazo de papel con un
lápiz. Él me mira y sé que él no oyó lo que dije. Le pego con mi dedo del
pie—. Necesito una palabra que rime con siempre. —Vuelvo a decir.
Su pecho retumba—. ¿Estás pidiéndole al chico sordo una palabra
que rime? —Él se ríe—. Divertido.
Yo le empujo con mi dedo del pie de nuevo—. Estoy hablando en
serio. Dame una palabra.
—Nunca. Romper. Inteligente1.
—Dice el chico sordo —digo, rodando mis ojos. Sé que él es capaz de
casi cualquier cosa que él quiera hacer. Devora libros como si fueran
agua. Su vocabulario es mucho mejor que el mío.
Kit se acerca a él y extiende un bloque. Le balbucea y él me mira—.
¿Qué dijo ella?
—Ma ma ma ma —digo. Él no puede leer sus labios. Es difícil para él,
no saber qué sonidos están saliendo de su boca. Ella no dice palabras
todavía, pero está definitivamente haciendo ruidos.
—Pa pa pa pa pa pa. —Apunta él, hablando con ella. Ella sonríe y
mete el bloque en el clasificador de bloques. Él aplaude cuando ella lo
hace bien, y ella hace un pequeño baile—. ¿Dijo eso? —Me pregunta.
Niego con la cabeza.
Se levanta y viene a unirse a mí en la cama—. ¿A qué suena cuando
se ríe? —pregunta. Me mira de cerca, y mi corazón se voltea. Él me
pregunta esto todo el tiempo, y yo trato de decirle, haciendo ajustes por
los cambios en ella a medida que crece. Su risita cambia cada día. Todo
sobre sus cambios, y los sonidos que hace son las únicas cosas que él se
27

pierde. Dejo mi guitarra a un lado.


Página

1
Originalmente: Forever. Never. Sever. Clever.
—Es fuerte y desagradable, igual que tú. —digo. Empujo su hombro y
me rueda debajo de él, haciéndome cosquillas mientras me sostiene—.
¡Para! —chillo. Él no me puede oír, pero sé que él puede sentir la prisa de
mis respiraciones en su oreja y la vibración de mi voz en mi garganta.
Siente todo, pero él no puede escucharlo.
—Te voy a dar fuerte y desagradable. —Gruñe en broma, y luego me
besa. Él levanta su cabeza y me mira a la cara—. Tú fuiste un poco ruidosa
anoche. —dice—. Sam se quejaba de ello esta mañana.
—¡Deberías haberme dicho!
—¿Cómo iba yo a saber lo fuerte que eres? —pregunta, sonriendo. Él
señala a sus oídos—. Chico sordo.
Empujo su hombro y él se sienta—. Quiero hablar contigo de algo
importante —digo.
Se sienta, frunciendo el ceño—. Está bien —dice lentamente.
Señalo mientras hablo con él—. ¿Te acuerdas justo después de que
ella naciera, cuando tú y yo hablamos sobre un implante coclear2?
Se congela, sus rasgos poniéndose duros inmediatamente, y lamento
plantearlo. Cuando él primero me lo mencionó, yo estaba completamente
en contra de ello. Yo estaba decidida a que no había nada de malo en él,
que su oído no tenía importancia, al igual que mi dislexia no importaba.
Pero lo hace. Importa cada vez que me pide que describa su risa, o
cuando no puede oírla llamarlo. Cuando ella llora en la noche y su única
indicación de ello es una luz intermitente y vibración bajo la almohada.
Importa muchísimo.
Me trago el nudo en la garganta y parpadeo las lágrimas que de
pronto llenan mis ojos. No creí que sería tan emocional cuando hablé con
él sobre esto. Pero lo estoy.
—Si hubiera un procedimiento para arreglar mi dislexia, ¿querrías que
yo lo tuviera? —pregunto.
—¿Y tú? —Él mira fijamente a mi cara, mirando atentamente.
Una lágrima cae sobre mis pestañas y él la desliza lejos con la yema
de su dedo pulgar.
—¿Por qué lloras? —pregunta—. Te dije que no necesito la cirugía.
—Responde a mi pregunta.
—¿Quieres saber si arreglaría tu dislexia?
—Sí.
28
Página

2
El Implante Coclear es un transductor que transforma las señales acústicas en señales eléctricas que
estimulan el nervio auditivo.
Él mira hacia otro lado, tirando de su perforación del labio en su boca
para jugar con él—. Sí, lo haría.
Un sollozo llena mi pecho, y lo ahogo de vuelta—. ¿Por qué?
—Porque... —Se detiene. Mira todos lados menos a mí—. Porque
quiero que tengas todo. Yo quiero que seas capaz de leer las señales de la
calle y enviar mensajes de texto y leer los menús. Quiero todo eso para ti.
Trago—. Y quiero todo eso para ti.
Él me mira—. Puedo hacer todas esas cosas.
—Pero no puedes oír su risa. No puedes oír sus balbuceos a ti. No
puedes oírla llorar. —Tomo sus manos en las mía—. Quiero todas esas cosas
para ti.
Chupa un aliento y lo sostiene—. No lo sé.
—Yo lo sé. Hice una cita para ti para cuando volvamos.
Él me mira fijamente. Él no está enojado, y hay un brillo en sus ojos, el
que yo había esperado—. ¿Estás segura? —pregunta.
—Soy positiva. Si tú lo quieres.
—Yo lo quiero. —Espeta. Luego sonríe—. Lo quiero.
—No lo hagas por mí, porque yo no lo necesito.
Él asiente—. Sé que no lo haces. —Él mira a nuestra hija—. Pero ella lo
hace.
—Ella no lo hace. Ella estaría muy bien como son las cosas.
—Yo lo necesito —dice.
—Está bien —digo. Sostengo su rostro en mis manos y miro en esos ojos
azules. Él tiene mi corazón y alma. Él lo hace, desde que lo conocí. Él
siempre lo hará.
—No se lo digas a nadie, ¿de acuerdo? —dice.
Asiento—. Está bien.
—Sólo nosotros.
—Está bien.
Él me pasa mi guitarra—. Termina tu canción para Pete y Reagan.
Él va y se sienta en el suelo con nuestra hija, diciendo una y otra vez—.
Pa pa pa pa pa pa —Ella no lo dice de vuelta. Todavía....
29
Página
Reagan
M
uevo el anillo en mi dedo mientras camino de vuelta por la
playa. Tomé un paseo hasta el faro yo sola, porque necesitaba
unos minutos para ordenar mis pensamientos. Es hermoso aquí. El
viento levanta mi cabello y mi espíritu.
—¡Reagan! —Escucho desde la playa. Levanto la mirada y veo a
mamá correr hacia mí. Se parece a mí, sus extremidades largas y
delgadas, su cabello colgando sobre sus hombros. No está usando
maquillaje y puedo decir que ha estado tomando sol hoy—. Quería hablar
contigo. —dice, su respiración pesada por haber corrido en la playa.
—¿Está todo bien? —pregunto—. ¿Dónde está papá?
Sonríe—. Fue a pescar al muelle con Pete y Lincoln.
Río. Puedo imaginar cómo va eso, con Pete teniendo que aguantar
tanto a mi papá como a mi hermano pequeño.
—Lo que hiciste, darle a Patty y John tu boda… —dice. Me mira a los
ojos—. Estoy tan orgullosa de ti.
—Fue hermosa, ¿verdad? —Pienso en ésta mañana. Mi vestido era
muy grande para ella. Mis flores eran demasiado claras. Pero aun así fue
maravilloso.
—Preciosa. —Ella camina en silencio—. Entonces… —Finalmente dice.
—¿Entonces?
—Entonces, sobre tu propia boda
—Oh sí, eso —Río—. Mañana temprano. Siento mucho que hayan
venido hasta aquí y luego la tuvimos que posponer.
—Oh, no estoy preocupada por eso. Solo quería estar segura de… —
Su voz se apaga.
—¿De? —Le sonrío.
—Nada —Me devuelve la sonrisa, y quita un pedazo de cabello de
mis labios.
30

—Dime
Página

—Solo quería estar segura de que no estabas teniendo dudas.


—¿Sobre de la boda?
Asiente.
—No, no hay dudas.
—¿Estás segura?
Soy positiva. No tengo ninguna duda de mi decisión de casarme con
Pete en lo absoluto. Ni por un segundo—. Cien por ciento.
—Entonces, ¿porque siento como si estas dudando? Parecías aliviada
cuando Patty y John tomaron tu boda.
Río—. Oh, lo estaba.
—Sabía que algo iba mal —exclama—. ¿Estáis Pete y tú teniendo
problemas?
Niego—. No, nada como eso. Había planeado una sorpresa para
Pete, pero luego el vuelo fue cancelado. Ellos llegan hoy.
—¿Ellos quienes? —pregunta.
—Los expósitos de Pete. Gonzo y Edward. Y la hermana menor de
Edward. Henry está viajando con ellos. No podemos casarnos sin ellos. Son
como familia.
—Oh, Reagan —dice.
—¿Qué? —pregunto.
—Ojala pudiera decir que tuve algo que ver con la maravillosa mujer
en que te has convertido, pero creo que todo eso fue gracias a ti —
Moquea.
—Mamá —Me quejo. Ella se ríe de mí.
—¿Qué vas a usar mañana? —pregunta.
—No tengo ni idea —Le di a Patty mí vestido de lujo, el cual no me
quedaba bien de todos modos.
—¿Quieres ir de compras? —pregunta—. Así podemos tomarnos algo,
¿tal vez? —Levanta su ceja.
—Seguro.
Cuando regresamos a la casa, el sol se está poniendo y todos están
en la cocina. Y me refiero a todo el mundo.
Me inclino hacia Friday—. Así que, mi mamá quiere salir de compras y
tomar algo. ¿Quieres ir?
31

Ella pasa PJ a Paul y asiente—. ¿Crees que Sky y Emily quieran venir
también?
Página
Anima a todas las demás y nos vamos de compras. Tengo un vestido
corto blanco que será perfecta para mi boda.
Mi teléfono suena. Lo saco de mi bolsillo.
—¿Qué fue lo que hiciste, princesa? —Pete ladra en mi oído, pero
puedo escuchar la risa en su voz.
—No sé a qué te refieres —digo, mientras mi mamá paga la cuenta
de mi vestido.
—Gonzo llegó con la hermana de Edward en su regazo, Edward le
está disparando cuchillos con sus ojos, y Henry acaba de llevar a tu papá
de pesca.
—¡Oh, están aquí, estoy tan feliz de que lo hicieran!
—No puedo creer que los hayas invitado.
Exhalo un suspiro—. Ellos son familia, Pete.
—¿No te molestan, princesa?¿No son lo bastante suficiente en éste
momento?
—Nunca —digo, y lo digo en serio.
Puedo oír la sonrisa en su voz cuando dice—. Te amo.
—Yo también te amo —Le respondo.

9
Friday se ríe desde la parte de atrás de la Van, y alguien más eructa.
Creo que podría haber sido mamá, quien hizo a Friday reír tanto que
resopla, y entonces vuelve una vez más.
—¡Oh dios mío! Matt va a matarme —dice Sky desde su puesto en el
asiento del conductor—. Me fui con un montón de viejas casadas, y
regreso con un montón de borrachas.
Mamá eructa de nuevo, e incluso tengo que reír.
Sky fue la conductora designada ésta noche, ya que está
embarazada. Ella bebió agua toda la noche. Toda la noche está siendo
una seria exageración. Tomo una hora exactamente para que todas
estuviéramos borrachas. Nos detenemos en la entrada del camino de la
casa de la playa y Sky llama a alguien—. ¿Puedes venir y ayudarme a
sacar a las borrachas del auto? —dice.
32

—¡Yo no estoy borracha! —grito, y luego me estremezco porque me


duele la cabeza. He tenido que beber mucho.
Página
—Esa es la razón por la que tuve que sobornarte para meterte en el
auto.
Mamá toca la parte superior de mi cabeza desde su asiento detrás de
mí. Bueno más bien ella me da golpes en mi cabeza—. Estás tan borracha,
cariño. —dice—. Yo también. Espero que tu padre esté despierto porque
planeo sacudir su mundo.
—¡Ewww! —digo—. ¡TMI3!
Se ríe—. Estás a punto de ser una señora casada, Reagan. Supéralo.
Estoy a punto ser una señora casada. La señora de Pete.
Hablando del rey de Roma, la puerta de la Van se abre y todos los
hombres Reed miran adentro, sonrisas en sus rostros—. Oh, santo cielo. —
dice Logan—. ¿Qué le hicieron a mi esposa? —Saca el brazo de Emily
porque es la más cercana a la puerta, y la levanta sobre sus hombros.
—¡Podrías haberme llevado como un caballero! —chilla. Él le da una
nalgada en el trasero y ella se ríe.
—Buenas noches a todos —Logan grita.
La siguiente es Friday, ella aún se está riendo. Dice en voz alta—. Creo
que necesito que me ayudes a vaciar mis tetas, Paul —Ella se agarra sus
tetas y todos los otros chicos miran para otro lado—. ¿Le diste a PJ el
biberón?
—Le di a PJ el biberón —dice. Mira abajo hacia sus tetas, el cual
parece tenerla preocupada por alguna razón—. Y yo me haré cargo de
tus tetas. —Ríe él.
—Sabía que lo harías —Ella ríe de nuevo y él pone su brazo alrededor
de ella y la lleva a la casa.
Papá saca a mamá luego, y ella se que ahí mirándolo—. Sé un
caballero y levántame sobre tus hombros, ¿Lo harías?
Se inclina hacia su cintura y la levanta, ella se ríe y golpea su culo—.
Compórtate. —dice él, y le pellizca su trasero. Su cara es roja brillante.
—¡Buenas noches, Reagan! —grita mamá.
—¡Buenas noches, mamá! —Le grito devuelta.
Pete se estremece.
—¡Oops! —Río—. ¿Lo dije muy alto?
—Nunca —Gruñe Pete mientras me trae en sus brazos.
—No muevas tan rápido —digo. Entonces abofeteo su brazo para
33

poder conseguir bajarme, y rápidamente vomitar en los arbustos.


Página

3
Too Much Information; demasiada información.
—Oh, no —dice Sky—. No quise que eso sucediera.
—Está bien —dice Pete, me alza para que pueda envolver mis piernas
alrededor de su cintura. Aprieta mi trasero mientras nos llevaba lejos de
todos, y pongo mi cara en su hombro.
Matt pone su brazo alrededor de Sky y le oigo decir—. ¿Estás sobria?
—Como un juez —dice ella.
—Bien —responde—. Porque parece que soy el único que va a poder
dormir ésta noche.
Ella lo besa y él sonríe.
Pete nos lleva por el pasillo a nuestra habitación. Se detiene en frente
a nuestro lavado del baño y me baja. Pone pasta en un cepillo de diente y
lo sostiene hacia mí—. ¿Puedes hacerlo por ti misma? —pregunta.
Asiento.
—Bien —Le oigo registrar en los cajones y regresa con una de sus
camisas. Me ayuda a cambiarme la ropa.
—Por lo tanto, ¿quieres tener suerte? —pregunto. Tropiezo cuando
trato de caminar hacia él.
—Tentador. —dice. Se ríe y me empuja a la cama a las yemas de mis
dedos. Caigo hacia atrás sobre mi almohada—. ¿Te divertiste?
Asiento, pero eso hace que mi cabeza duela. Pete va y consigue un
paño húmedo y lo pone en su frente.
—Creo que se supone que eso debe ir en mi frente —digo.
—Oh, sí. —Se ríe y lo lanza sobre mi cara—. No creo haberte visto
nunca antes así de borracha.
—Lo sé, ¿verdad? —Suspiro.
—Ya que estás borracha, ¿puedo preguntarte algo?
Levanto un dedo para detenerlo—. Tengo el presentimiento que
debería decir no a eso. Pero no puedo entender porque.
Se ríe y toma mi mano—. ¿Quieres casarte conmigo, verdad?
Lo miro a los ojos—. Más que nada.
Sonríe y besa el torso de mis nudillos—. ¿Quieres tener bebés
conmigo? —pregunta suavemente.
Casi creo que no lo he oído bien.
34

—Si. —Ni siquiera tener que pensar en ello—. Si


—¿Pronto?
Página

—¿Podemos casarnos primero y luego hablamos sobre ello?


Asiente y tira de mí así que estoy en frente de él. Besa la punta de mi
nariz—. Ve a descansar.
—¿Estás seguro que no quieres tener sexo? —pregunto—. Porque me
gustaría tener sexo.
—Eres encantadora tratando de quitarme los pantalones, princesa —
dice. Tira de mí más cerca y pongo mi cabeza en su pecho. Puedo
escuchar los latidos de su corazón, y cierro mis ojos, nunca me sentí tan
segura en mi vida.
35
Página
Pete
M
e despierto con alguien saltando sobre la cama y abro los ojos.
—¿Qué carajos estás haciendo? —le pregunto a Sam.
Él se inclina y sonríe en mi cara.
—Amigo, levántate de una puta vez. Te vas a casar hoy.
Me froto el sueño de mis ojos y miro alrededor.
—¿Dónde está Reagan?
—Todas las chicas están en casa de John y Patty, donde ella se está
vistiendo.
Me incorporo.
—¿Por qué está ahí?
Sacude un dedo.
—Es de mala suerte que el novio vea a la novia antes de la boda.
—¿Ella está bien? —pregunto.
—Todos están enfermos como perros esta mañana. Así que su mamá
sacó una botella de champán para hacer que todos se sientan mejor. —Se
ríe—. Si Reagan se ve algo parecida a su mamá cuando sea mayor, serás
un bastardo con suerte.
Ya lo soy.
—Hablando de suerte —dice, y ahueca sus manos alrededor de su
boca y le susurra en voz alta—: ¿escuchaste el estruendo proveniente de la
habitación de sus padres anoche? Tuve que levantarme y salir fuera. —Él
hace un crudo empuje de cadera, mientras sostiene mi cabecera, así que
le pateo la cadera para sacarlo de mi cama. Pero me estoy riendo. Sam
siempre me hace reír—. Levántate. —canta en voz alta—. Necesitas
vestirte, porque tengo que irme pronto y quiero verte atado en un nudo
primero.
—Atar el nudo —lo corrijo.
36

Se encoge de hombros.
—Atar el nudo. Atado en un nudo. Es lo mismo —Sonríe.
Página

—Vete a la mierda.
Él se recompone rápidamente.
—¿Estás asustado?
Niego con la cabeza.
—En realidad no —En realidad, estoy cagado de miedo. No por
casarme con Reagan, pero sobre lo que viene después.
—Eres un mentiroso de mierda —dice. Luego comienza a saltar en mi
cama de nuevo—. Levántate —canta.
Me levanto y camino hacia el baño, y cierro de golpe la puerta en su
nariz cuando trata de seguirme.
—Vete —le grito.
—¡Pero soy el padrino! —grita en respuesta.
Abro la puerta y lo miro.
—¿Quién te pidió que seas el padrino?
—Amigo, compartimos un útero. Por supuesto que soy el padrino.
Me meto en la ducha y escucho la tapa del inodoro detrás de mí. Me
asomo y veo a Sam sentado allí. Conozco la mejor manera de
deshacerme de él.
—Así que —digo—, ¿qué vas a hacer sobre Peck?
Oigo el chirrido de la tapa del inodoro y miro hacia fuera. Se ha ido
del baño, y eso me hace reír. Sí que quiero escuchar lo que va a hacer
sobre Peck, pero supongo que no tiene idea. Eso no me sorprende.
Me afeito, y me visto con un par de pantalones ligeros y una camisa
blanca de botones, que dejo desabotonada. Me deslizo en unas chanclas
y camino hacia la sala de estar. Todos mis hermanos están allí con los niños.
Paul me agarra y tira de mi cabeza en el hueco de su brazo, y luego
me da un coscorrón. Tengo que envolver mi pierna alrededor de la suya y
tratar de derribarlo antes de que me suelte.
Corro una mano por mi cabello y trato de arreglar el desastre que
acaba de hacer, cuando por fin me suelta.
—¿Puedo hablar contigo un segundo? —dice.
Asiento y le sigo a su habitación. Abre una maleta y saca una caja. Él
la sostiene hacia mí.
—¿Qué es esto? —pregunto.
Sus mejillas se enrojecen.
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—Bueno, quería ver si lo querías. Para Reagan.


Página
Abro la caja y miro dentro. Es un collar de zafiros en una simple
cadena de oro.
—Era de Mamá —le digo. Y lo saco de la caja y lo sostengo.
Paul asiente.
—Ella la amaría tanto como nosotros lo hacemos. Y sé que estaría feliz
de que Reagan tuviera algo de ella en este día.
Lo coloco de nuevo en la caja y se lo entrego de vuelta a Paul.
—¿Por qué no se lo das tú a ella? —le digo—. Necesita algo azul antes
de la ceremonia.
Me lo entrega de nuevo.
—Deberías dárselo tú.
—Ve a dárselo. Por mí. Por favor.
La emoción obstruye mi garganta y me dirijo hacia el espejo y
alboroto mi cabello. Pero Paul coloca un brazo alrededor de mi garganta y
me mira fijamente en el espejo.
—Estoy muy orgulloso de ti —dice en voz baja—. Sólo quiero que
sepas eso.
Su voz es ronca, y se detiene para aclararse la garganta.
—Gracias —grazno.
Él sostiene la caja.
—Voy a ir a ver a Reagan.
Asiento.
Todavía tengo un pequeño nudo en la garganta cuando alguien
llama a la puerta. Levanto la mirada y veo al Sr. Caster en la puerta.
—Buenos días —le digo. Mi cara se calienta cuando me acuerdo de
lo que Sam estaba diciendo esta mañana, pero trato de empujarlo al
fondo de mi mente.
—Tengo que decirte algo —dice. Él cierra la puerta detrás de él y
comienza a caminar por la habitación.
—¿Qué es? —Me siento en el borde de la cama de Paul.
—Amo a esa chica más que a nada en este mundo —dice.
—Lo sé.
—Y cuando te conocí, te prometí que si alguna vez la lastimabas, te
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arrancaría las nueces.


—Lo recuerdo —Ajusto mi postura, porque mis bolas se están
Página

marchitando dentro de mi vientre.


—Y sólo quiero que sepas que eso sigue en pie, aun cuando tenga un
anillo en su dedo.
—Sí, señor —le digo.
Deja de pasearse y me mira por un segundo. Levanto una ceja. No
puedo culparlo por sus comentarios. Si alguna vez tengo una hija, voy a
hacer lo mismo.
—No pude escoger el hombre del que mi hija se enamoró —dice—.
Pero si hubiera podido, te habría escogido a ti. Eso es todo lo que quería
decir.
—Gracias, señor.
Él sale de la habitación, y me hundo en el borde de la cama.
Maldición, están decididos a hacerme llorar hoy.
Después de un minuto, la puerta se abre de nuevo y Friday salta
encima de mí.
—¿Por qué estás en mi cama? —pregunta.
—Estaba tratando de acariciar tus bragas sin que nadie sepa. Gracias
por arruinarlo —Dejo salir con un soplo sarcástico.
—Eres un Pervertido, Sr. Pervertido —dice. Entonces se ríe.
—¿Has estado bebiendo?
—No. Ni una gota. —Me empuja—. ¿Enviaste a Paul con un collar?
—Tal vez. ¿Por qué?
—Reagan está llorando —admite, su cara se suaviza.
—¿Un llanto de estoy muy feliz, o uno de odio sus tripas?
—Llanto feliz.
—Oh, menos mal —Exhalo. Puedo tomar el llanto, siempre que sea
uno feliz.
—¿Estás listo?
—¿Para qué?
—Para casarte, tonto —chilla.
Me pongo de pie.
—¿Ahora?
Ella asiente.
Asiento también.
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—Estoy listo —Estoy muy listo. He estado listo desde la primera vez que
Página

la vi, creo.
Camino hacia la cubierta y miro, y veo las sillas que han colocado, y
Emily se alza sobre un taburete tocando su guitarra mientras camino por el
pasillo. Paso junto a Gonzo y él me sonríe, y luego se estira para chocar los
nudillos conmigo. Henry me está sonriendo desde la primera fila, donde mis
padres estarían sentados si estuvieran aquí. Está justo al lado de Paul y de
Friday, y mis hermanos y sus esposas están en la fila detrás de él. Sam está
de pie junto al altar, y me está esperando. Toco mis bolsillos en busca del
anillo. Pero luego él acaricia el suyo y asiente con la cabeza. Lo tengo, me
dice sin palabras.
Voy y me planto delante del predicador, y la madre de Reagan me
sonríe y se limpia una lágrima de su ojo. Estoy inquieto, porque necesito a
Reagan aquí a mi lado.
Entonces la puerta corredera de cristal se abre y ella sale del brazo de
su padre. Dejo de respirar. No puedo evitarlo. Es tan hermosa que mi
corazón se pierde un latido. Ella lleva un coqueto vestido corto blanco y es
perfecto para la playa. Es perfecto para ella. Para nosotros. Para esto. Para
mí.
Se detiene a mi lado, y su padre le da un beso en la mejilla. Le oigo
decirle—: No es demasiado tarde para dar marcha atrás.
—No quiero dar marcha atrás, papá. —dice ella. Besa su mejilla y él le
limpia una lágrima con la yema de su dedo pulgar—. Gracias.
Me mira por un segundo y se detiene para darme la mano.
—Gracias, señor —le digo.
Entonces tomo su mano en la mía, y trato de recordar este momento.
Quiero cimentarlo en mi cabeza. Ella no está llevando flores. Está usando
un círculo de margaritas como una corona en la cabeza, y es tan
jodidamente increíble que no puedo dejar de mirarla.
—¿Estás bien? —pregunta. Toca el collar que perteneció a mi
madre—. Me encanta esto. —dice, mirándolo.
—A ella le gustaría que lo tuvieras —le digo. Creo eso con todo mi
corazón.
El predicador se aclara la garganta, y comienza su discurso de
“queridos hermanos”.
Cuando es mi turno de decir mis votos, me aclaro la garganta y
parpadeo más allá de las lágrimas.
—Reagan, tienes más fuerza que cualquier persona que he conocido.
Sabía que te amaba cuando estábamos sentados en torno a una fogata y
40

me rogaste que no te besara. Puede que no te guste ese recuerdo, pero a


Página

mí me encanta, porque fue la primera vez que supe con mi corazón que
podrías ser mía. Y mis sentimientos no han cambiado desde entonces. —
Me froto una mano por mi nariz y me río—. Entonces me diste un puñetazo
en la cara, y sabía que haría cualquier cosa por ganarte.
Miro a mi familia, y veo que todas las chicas se limpian sus caras.
—Entonces te traje a mi casa y a mi familia le encantaste tanto como
a mí. Puedes patear culos, pero también sabes cómo amar, y eso es todo
lo que se requiere para ser un Reed.
Mi familia se ríe.
—Entonces, Reagan, me comprometo a cuidar de ti, a tratarte con
respeto, y a amarte con todo mi corazón.
Reagan sorbe por la nariz.
—Te conocí en la peor noche de mi vida —dice ella—. Luego me
pasé dos años tratando de averiguar cómo podía llegar a verte de nuevo.
—Ella se ríe—. Dos años de intrigas, porque sabía que eras algo especial.
Tuviste mi corazón mucho antes de que probablemente lo quisieras, y
espero que lo mantengas para siempre. Te rogué que no me besaras, y me
alegro mucho de que te tomaras tu tiempo, y me besaras cuando tenías la
intensión de hacerlo. Me enseñaste a confiar en ti, y ganaste mi confianza
más y más cada día. Así que, Pete, te doy mi corazón, tomo el tuyo, y
planeo guardarlo hasta el día que me muera.
Intercambiamos anillos, y finalmente puedo besarla. Por último. La
atraigo hacia mí y la beso, y nunca quiero dejarla ir. Pero entonces
escucho su padre decir—: Ve a buscar el hacha.
Levanto la cabeza y me rio—. Te amo —digo. Le beso la punta de su
nariz.
El predicador nos presenta como el Sr. y la Sra. Peter Reed, y todo el
mundo se pone de pie y aplaude. Aceptamos felicitaciones de Patty y
John, pero Patty luce cansada, así que no se queda mucho tiempo. Carrie
y Nick pasan el rato con nosotros, sin embargo, por un rato.
Oigo un golpe en el micrófono delante de Emily, y vuelvo hacia ella.
—Tengo un regalito para ustedes —dice ella. Ella se sonroja—. Por lo
tanto, si pueden darme un minuto...
Ella afina su guitarra, y entonces comienza a tocar.

Ella es una ninja en un par de tacones,


Un pedazo de la esquina del rompecabezas.
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Es todo lo que nunca supo que necesitaba,


Y todo lo que siempre quiso tener.
Página

Ella es un amor de dama y


Una patea-traseros cuando lo necesita.
Es ferozmente protectora,
Y suave como el algodón cuando él la abraza.
Ella lo tiene,
En corazón y alma.
Ella lo necesita,
Para tener y mantener.
Él es el aliento que ella respira,
Y los pensamientos en su cabeza,
Él es la luz en su oscuridad
Cuando ella se siente sola.
Es una rosa en un lecho de espinas,
Un chico malo cuando es necesario.
Él es todo lo que nunca supo que necesitaba,
Y todo lo que siempre quiso.
Él es una pieza tatuada de arte,
Un blandengue debajo de la cáscara.
Es el ronroneo bajo el gruñido,
Y duro como unas garras cuando la abraza.
Él la tiene,
En corazón y alma.
Él la necesita,
Para tener y mantener.
Ella es el aliento que él respira,
Y los pensamientos en su cabeza,
Ella es la luz en su oscuridad
Cuando se siente solo.
Algún día, cuando sean mayores,
Y sus bocas se nieguen a hablar,
O fallen en su caminar,
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Van a mirar hacia atrás en este día


Y recordar lo que los trajo aquí.
Página

Y que los llevará allí,


Porque un amor como el suyo nunca falla.
Vuela.
Salta.
Da vueltas.
Combate.
Ama.
Es suyo, y es todo lo que necesitaban —el uno al otro.

Mi corazón está en mi garganta cuando Emily se detiene. Ella pone su


guitarra a un lado y Reagan me tira hacia adelante para darle las gracias.
Ella abraza a Emily. Ni siquiera sé qué decir.
—Soy increíble, ¿no? —dice Emily, y abre los brazos para mí. La abrazo
de regreso con fuerza.
Ella susurra en mi oreja—. Logan escribirá las letras para que las
puedas guardar.
—Gracias —le digo.
Ella asiente.
Logan se acerca y envuelve su brazo alrededor de Emily—. Eso fue
perfecto —le dice.
—Voy a tocarla para ti otra vez en pocas semanas —le dice a
Logan—. Después. —Ella lo mira y él asiente.
—¿Después de qué? —Pregunto.
—Después de que esté desnuda, amigo —dice Logan.
Reagan se ríe.
Nos mezclamos con mi familia durante un par de horas, con gente
entrando y saliendo de la casa.
Hasta que Friday dice—: ¡Oh, mierda! Se supone que debemos estar
haciendo tatuajes esta noche —Paul mira su reloj.
Se supone que debemos estar haciendo tatuajes en el festival al aire
libre esta noche. Ha habido una gran cantidad de prensa al respecto, y es
todo para la caridad. Si tenemos suerte, podremos recaudar un montón de
dinero para la caridad de Emily. Ella quiere donar dinero a los refugios en la
ciudad de Nueva York donde estuvo antes de conocer a Logan, por lo
que organizó este evento, y nos trajo a los equipos de cámara porque
43

parecía una buena oportunidad.


Página

—¿Por qué no te tomas esta noche libre? —dice Paul, dándome una
palmada en el hombro—. Podemos hacerlo sin ti.
—Mierda, no —protesto—. Voy.
—Acabas de casarte —Me recuerda.
Miro Reagan—. ¿Quieres que me tome la noche libre?
Ella niega—. No. Quiero ir, también.
—Bueno, vayan y cámbiense de ropa. —Paul hace un movimiento
como que nos está empujando fuera de la habitación.
Tomo la mano de Reagan y tiro de ella hacia nuestro dormitorio.
Cierro la puerta detrás de nosotros, y la beso, y eso es todo lo que necesita.
Me pongo duro inmediatamente. La presiono contra la puerta y la
sostengo allí—. ¿Tenemos tiempo para un rapidito? —pregunto.
Ella asiente, y comienza a desabrocharse los pantalones. Abro mis
piernas y dejo que ella meta su mano en el interior, y gimo cuando me
tiene en su puño. Estoy listo, y ella no lo está, por lo que retiro su mano de
mis pantalones y caigo de rodillas frente a ella. Levanto su vestido y saco
sus bragas hacia abajo, y pongo mi boca sobre ella. Ella me mira y asiente.
Solía tener miedo de hacerle daño, pero ella ha probado que está
hecha de un material más fuerte de lo que le he dado el crédito
correspondiente.
Deslizo dos dedos dentro de ella, y lamo a través de su clítoris, una y
otra vez, hasta que sus piernas comienzan a temblar. Desliza sus dedos en
mi pelo, y miro hacia ella. Su boca cuelga abierta y sus ojos están cerrados.
Luego se viene en mi cara. Ella me mira, sus ojos se suavizan mientras se
viene, y me mira fijamente, hasta que he lamido hasta el último temblor y
estremecimiento de su cuerpo.
—Gracias —susurra.
—De nada, señora Reed. —Me levanto y vuelvo a ir y conseguir un
condón. Pero me tira hacia ella—. Tengo que conseguir un…
Me interrumpe. —No quiero uno.
¿Ella no quiere que uno de qué?—. ¿Eh?
Sus ojos buscan mi rostro—. Pensé que tal vez podríamos probarlo sin
condón.
Nos dimos cuenta de pronto de que Reagan no podía tomar píldoras
anticonceptivas, por lo que hemos utilizado preservativos religiosamente
desde que estamos juntos. Nunca he estado dentro de ella sin uno.
Mi corazón golpea—. ¿Estás segura? —pregunto.
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Ella asiente—. Estoy seguro.


Yo pongo mi frente contra la de ella y respiro—. Te amo tanto.
Página

—Te amo, también —dice en voz baja.


Levanto el vestido por su cabeza y bajo la mirada a sus senos
perfectos una vez que le quito su sujetador. La levanto y ella envuelve sus
piernas alrededor de mi cintura. La pongo cuidado en la cama.
—No me voy a romper, Pete —dice.
—No estoy preocupado por romperte —le digo—. Estoy preocupado
de olvidarme cómo se sintió este día si voy demasiado rápido.
Ella acuna mi cara y me besa. Extiende sus piernas y me acomodo
entre ellas, deslizándome dentro deveroonoel ella en un impulso sólido. Ella
está mojada por correrse en mi cara, y tan resbaladiza.
Sé lo que esto significa, y ella también lo hace. Significa que puede
quedar embarazada. Significa mucho.
Engancho sus piernas sobre mis brazos, porque sé que le gusta más
profundo y duro, pero no puedo durar ni una mierda así, no sin un condón.
Una gota de sudor resbala por mi nariz. ¿O es una lágrima? No estoy
seguro de qué. De cualquier manera, me limpio.
Ella grita, y el camino se pone más resbaladiza—. Ahora, Pete —
exhorta—. Ahora. Por Favor.
Me vengo dentro de mi esposa por primera vez en la historia. Presiono
profundamente, derramando todo lo que tengo dentro de mí en ella. Me
sostiene cerca mientras la lleno, hasta que dejo caer mi peso encima de
ella.
—Bueno, esa es una sensación extraña —susurra.
—¿Qué? —Me siento un poco.
—Estoy toda mojada. —Ella baja su mirada entre nosotros—. Cómo
que, más mojada de lo normal.
—Sacas lo mejor de mí, princesa —le digo. Me río y ella lo hace,
también, empujándome fuera de ella—. Vamos a tomar una ducha
rápida.
La llevo al baño y la lavo rápidamente, y ella sale y se viste mientras
yo me baño, y entonces se arregla el pelo y el maquillaje mientras me visto.
Esta noche va a ser acerca del reality show, por lo que todos tenemos lucir
y actuar bien. Me pongo los pantalones vaqueros rasgados y una camiseta
blanca con el logotipo de Reed en ella. Mis hermanos estarán vestidos de
manera similar. Friday será ella misma.
Tomo la mano de Reagan y salimos de la habitación como marido y
mujer.
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Sam está de pie junto a un taxi con su maleta. Mi corazón se cae—.


Ya nos estás dejando, ¿verdad? —pregunto.
Página
Él me abraza y besa rápidamente Reagan—. Tengo que volver. Los
amo chicos —dice. Se pone junto a la cabina, y ondea su mano hacia
nosotros todo el camino hasta el coche.
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Página
Friday
E
stoy usando tacones altos y un vestido corto, y Paul no parece
poder sacar sus ojos de mis piernas.
—Si te inclinas así una vez más, no seré responsable de mis
acciones —engatusa. La multitud ama nuestra burla. Él termina el tatuaje
que estaba trabajando y tomo el micrófono del estante.
—¡Hola, Carolina del Norte! —grito. La multitud, la cual es retenida por
guardias y divisiones, enloqueciendo—. Espero que puedan complacerme,
porque tengo una pequeña cosa que quiero hacer con Paul.
Paul sonríe.
—Mi cosa no es pequeña —grita. La multitud se ríe.
—Bueno, Carolina —digo. Tengo su atención. Eso es bueno—. Mi
esposo sólo pasa que tiene tatuado el nombre de su ex en su bajo vientre.
Booh se brama.
—Así que, hoy, creo que debería cubrir esa mierda. ¿Qué piensan? —
Sostengo el micrófono hacia afuera y la multitud enloquece. Miro a mi
esposo—. ¿Qué dices, grandullón? ¿Confías en mí?
Hago tatuajes en la tienda todo el tiempo, ahora, y admito que tengo
un ojo para ello. Es arte. Sólo del tipo permanente.
— ¿Quieres cubrir mi tatuaje? —dice Paul en voz alta.
—Sí. —Miro a la multitud—. Su nombre está demasiado cerca de tu
polla.
Él camina hacia mí y levanto el borde de su playera así la multitud
puede verlo.
Ellos comienzan a cantar:
—¡Cúbrelo!¡Cúbrelo!
El equipo empuja una mesa al frente del escenario, donde ya puse
todo mi equipo.
—¿Cuánto tiempo has estado planeando esto? —Me murmura Paul.
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—Cerca de cinco minutos —digo con descaro. En verdad, he estado


Página

planeándolo desde que vi esa estúpida banda en su vientre.


—¿Vas a poner ranas o algo en mí?¿O calaveras?
—¿Confías en mí? —pregunto.
Él me besa.
—Lo hago. —Tira su platera sobre su cabeza y desabotona el botón
de sus vaqueros. La multitud grita y chilla. Él se recuesta y expone el área, y
la limpio y lo afeito.
—¿Quieres que vaya un poco más abajo? —pregunto a la multitud,
sosteniendo mi navaja cerca de sus bolas.
Él agarra mi muñeca.
—Puedes hacer eso más tarde, si quieres.
La multitud ríe.
Enciendo mi máquina y consigo mis colores juntos. Ya había hecho la
transferencia. Logan me ayudó con ello ayer, así que lo pongo en la piel
de Paul. Él mira abajo como que quiere verlo, pero empujo su barbilla atrás
así que está acostado.
—Sin mirar —digo.
Él mira hacia arriba y rueda los ojos.
—Haz tu peor —dice.
Pasé mucho tiempo dibujando esto. Es mi nombre en letras góticas.
Bueno, mi nombre Friday. El que me di a mí misma. Paul es el único que
conoce mi verdadero nombre.
Lo pinto en su piel. Cuando termino, levanto un espejo así él puede
verlo.
Frunce el ceño.
—Bueno, eso no es muy original —dice. Me mira.
Tomo el espejo lejos así que tiene que mirar abajo desde arriba.
—Oh, santo infierno —dice.
Cuando mira abajo, ve el anagrama desde otra dirección, y lee mi
nombre real. Sólo él puede verlo, y eso es lo que quería. Janet. Cuando él
mira abajo, ve el nombre de Janet, pero cuando alguien más lo ve, verán
Friday, lo cual es lo que quiero que vean. Paul es el único que sabe todos
mis secretos, y quiero que permanezca así.
Él me agarra y me besa duro. La multitud enloquece.
—Te amo tan jodidamente tanto —dice contra mis labios—, gracias
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por dejarme amarte.


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Lo beso de vuelta.
—Te amo también.
Ahora Kelly se ha ido de su cuerpo. Ella nunca se irá de su vida, desde
que comparten una hija, pero ahora sabe que somos sólidos como roca y
siempre lo seremos. Eso no es la razón del tatuaje; sólo es por la forma en
que lo amo. Y la forma en que me ama.
—¿Quién sigue? —grita Paul.
Paul toma a alguien en su mesa y yo llevo a alguien a la mía. Le sonrío
y él me guiña.
Todo lo que tenía que hacer era dejarlo jodidamente amarme,
porque mi amor por él era inevitable.

9
Cuatro horas después, tenemos una llamada. La llamada que tiene el
potencial de cambiar nuestras vidas para siempre.
Sam. Sam, quien volvió para alistarse para jugar pelota. Sam, quien se
quedó el tiempo suficiente para ver a Pete casarse, cuando debería hacer
vuelto hace dos días. Sam. Su hermano.
Empacamos tan rápido como podemos y vamos a él. Todo lo que
sabemos es que su futuro no es seguro, y estamos asustados a muerte.
Sam.
Paul mueve su rodilla en el taxi. Dejamos a Henry para regresar los
vehículos a la compañía de renta y regresamos a los niños con él.
Paul es un manojo de nervios. Su teléfono suena. Su mano está
temblando demasiado para responder. Tomo su teléfono, lo respondo, y
escucho por un minuto.
—Él está bien —digo sobre el teléfono. Mi corazón tartamudea.
Paul deja su cabeza caer hacia atrás contra el asiento y sopla un
aliento.
—Consiguió un golpe feo en la cabeza y se rompió algo. —Cuelgo el
teléfono cuando pierdo la conexión—. Terrible jodida señal de aquí.
Él levanta su cabeza.
—¿Qué se quebró?
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—No dijeron. Y la llamada cayó.


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—¿No preguntaste? —me ladra.


—Estaba demasiado ocupada contando mis bendiciones de que está
vivo, idiota —digo. Lanzando su teléfono a él.
Lo alcanza y toma mi mano y la aprieta. Lo dejo, porque sé que está
herido. Y asustado.
—¿Está bien? —pregunta Paul.
—Está bien —digo otra vez.
Pero no sabemos nada sobre lo que pasó, todavía. No sabremos
nada hasta que lleguemos ahí.
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