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§IMONE DE BEAUIIOIR

SIMONE DE BEAUVOIR

PARA UNA MORAL


DE LA AMB¡GÜTDAD

EDITORIAL LA PLEYADE
BUENOS AIRES

,tl
PARA uNA MoRAL DE tA AMBtcüeoap

/i
Título del original francés
POUR UNE MORALE DE LAMBIGUITE

Traducción de
RUBEN A. N. LAPORTE

a Bianca

"La oida no es, en sí misrna, ni buena


ni mala. Es, segim c6mo ln aioamos,
el lugar d,ol bien y ilel mal.. ."
Mo¡,.lrf¡c¡.ff

Queda hecho el depósito que prcvr'cne la ley lLíL3


@ by EDITORIAL LA PLÉYADE - Sarandí 745 - Buenos Aires
lmpreso en la Argentina Printed in Argentina.
-
-l
T

"La continua labor de nuestra vida, consiste en


Icvantar los cimientos de la muerte", dice Montaig-
r)c. Cita a los poetas latinos: Príma quae oitam
cicdit, hora carpsit. Y también: Nascentes moú-
tnur. Esta trágica ambivalencia que el animal y la
planta tan sólo sufren, el hombre la conoce, la pien-
s¡r. De ahí se introduce una nueva paradoja en su
rlcstino. "Animal racional", "cañ,a pensante", se evá-
rlc cle su condición naturai sin no obstante liberarse.
] istr: mundo, del cual es conciencia, se integra adernás
con él; se afirma como pura interioridad, contra la cual
nrr podría ninguna duerza exterior, y se experimenta
f ;rrnl¡ián como una cosa aptra.stada por el peso oscuro

,lt'las dernás cosas. A cada instante puede asir la ver-


,l,rrl iirternporal de su existencia; pero entre el pasado
(ir('ya no es y el porvenir que no es todavía, este ins-
t rn (c cn. el que existe no es nada. Este raro priviiegio
,1, I rlue sólo él gaza: ser Lln sujeto soberano y único
''n rl¡cdio cle un universo de objetos, lo cornparte con
l.tlos :;us semejantes. Objeto a su \,rez pata los otros,
rrr) ('rj nnás que un individuo para ia colectividad de
l;r t rr;¡i clepende.
Desde el rnornento en que hay horrbres, y que es- c¡ue eligen dejar en las sombras ciertos aspectos em-
tos viven, todos experimentaron esta trágica ambigüe- t arrz.ior de una situación demasiado compleja. Pero
dad de su condición, pero desde el instante en que hay es en vano gue se intente mentirnos: la cobardía no
filósofos, y que estos piensan, la mayoría trató de di- resulta. Esas metafiísicas razonables, esas éticas con'
simularla. Se esforzaron por reducir el espíritu a la soladoras con las que se pretende engañarnos, no ha-
materia, o de reabsorber a la rnateria en el espíritu, cen más que acentuar la confusión que padecemos.
o de confundirlos en el seno de una sustancia única. Los hombres de hoy parecen experimentar con rnayor
Los que aceptaron el dualismo establecieron entre el vivacidad que nunca la paradoja de su condición. Se
cuerpo y el alma una 1'erarquía que permitía conside- reconocen por el fin supremo al cual debe subordi-
rar desdeñable la parte de uno misnao que no pudiera narse toda acción; pero las exigencias de la misrna los
salvar. Negaron la rnuerte, ya fuera integrándola a obligan a tratarse unos a otros como instrumentos o
Ia vida o bien prornetiéndole al hornbre la inrnortali- cofno obstáculos: como rnedios. Cuanto más se agran-
clad; o incluso negaron Ia vida, considerándola como da su empresa en el mundo, rnás se encuentran abru-
un velo de ilusión tras el cual se esconde la verdad mados pór f.uerzas incontrolables: amos de la bon:ba
clel Nirvana. Y la moral que propusieron a sus dis- atómica, ella no fue creada, sin embargo, rnás que
cípulos perseguía siempre el misrno fin: se trataba de para destruirlos. Cada uno tiene en sus labios e! Sus-
suprirnir la arnbigüedad haciéndose pura interioridad io incornparable de su propia vida, y sin eurbargo
o pura exterioridad, evadiéndose del mundo sensible cada uno se siente rnás insignificante que un insecto
o devorándolo, accectriendo a la eternidad, o encerrán- en el seno de la inrnensa colectividad cuyos límites
dose en el instante puro. Con mayor ingenio, FIegel se confunden con tros de la tierra. Probablernente en
pretendió no desdeñar ninguno de los aspectos de la ninguna época hayan manifestado con malor apa-
condición humana, conciliándolos todos. De acuerdo r'¿rto su gramdeza, en ningtlna época, tampoco_, esa
con su sistema, el instante se conserva en el desarro- E¡randezJ ha sido tan atrozrnente escarnecida. A p"-
llo del tiempo, la Naturaleza se afirrna frente al Es- sar de tantos sueños obstinados, a cada instante, en
píritu, gue la niega al afirrnarla, el individuo se reefl- cada ocasión, la verdad resurge: la verdad de la vida
cuentra en la colectividad, en cuyo seno se pierde, y y de la muerte, de mi soledad y de mis lazos con el
la rnuerte de cada homL,re se reatriza anulándose en rnundo, de mi libertad y de rni servidumbre, de mi in-
Ia Vida de la Hurnanidad. Así puede uno descansar significancia y de la soberana irnportancia de cada
en un maravilloso optimismo, en el que las guerras hcornbre y de todos tros hormbrres. F{ubo un Stalingrado
sanqrientas no hacen rnás que expresar la fecunda y un Buchenwald, y ninguno de ellos hace olvidar al
inquietucl del Espíritu. otro, Puesto que no tenemos éxito huyéndole, ftate'
Exrsten aun en la actLialidacl bastantes doctrinas rnos entonces de enfrentar a Ia verdad. Traterrlos de

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asumir nuestra ambigüedad fundamental. Es en el
conocimiento de las auténticas condiciones de nues- tituirse sino introduciendo subrepticiamente alguna
tra vida donde nos es necesario poner la fuerza de falla en el seno del hombre-cosa que habian definido
vivir y las razones para la acción, previamente. La conciencia moral no puede subsis-
El existencialismo se ha definldo desde el comien- tir, nos dice Hegel en la última parte de la Fenome-
zo como una filosofia de la ambigüedad; afirmando nología del Espírifu, sino en la medida en que haya
el carácter irreductible de la ambigüedad es como desacuerdo entre la naturaleza y la moralidad; des-
Kierkegaard se opuso a Hegel; y, efl nuestros días, aparece si la ley de la moral se convierte en ley de la
es por medio de la arnbigüedad que Sartre en El ser natutaleza. Por un "desplazamiento" paradójico, si
g la nada define fundamentalrnente al hornbre, ese la acción moral es el fin absoluto, el fin absoluto re-
ser cuyo ser consiste en no ser, esa subjetividad que side también en que la acción moral no se halle pre-
no se realiza rnás que como presencia en el mundo, sente. Lo que irnporta decir que sólo habría deber-ser
esa libertad comprometida, ese surgir del para-sí que para un ser gue, según la definición existencialista,
es dato inmediato para el otro. Pero también se pre- se ponga en cuestión con su ser, un ser que esté a dis-
tende que el existencialismo es una filosofía del ab- tancia de sí mismo, y gue tenga por ser a su ser.
surdo y de la desesperación; encierra al hombre en Sea, se dirá. Pero es necesario aún que el fraeaso
una angustia estéril, en una sub¡etividad vacía; es in- sea superado, y la ontología existencialista no per-
capaz de suministrarle ningún principio de elección: mite esa esperanza: la pasión del hombre es inútil,
que actúe como le plazca; de todos modos la partida no existe para él ningún medio de convertirse en ese
está perdida. En efecto, ¿no declara acaso Sartre que ser que no es. Es verdad, todavía. Y es verdad tam-
el hombre es "una pasión inútil", que trata en vano bién que en El ser g la mada, Sartre ha insistido so-
de realizar la síntesis del para-sí y del efl-sí, de ha- bre todo en el aspecto fallido de la aventtlra humana:
cerse Dios? Es verdad. Pero es tarnbién verdad que sólo en las últirnas páginas abre las perspectivas cle
las morales rnás optirnistas han cornenzado todas por una rnoral. Sin ernbargo, si se meditan sus clescrip-
destacar la parte de fracaso que comporta la condi- ciones de la existencia, percibimos que están lejos cle
ción del hornbre; sin fracaso, no hay rnoral. Para un condenar al hombre sin recursos.
ser que se hallase de pronto en exacta coincidencia El fracaso descripto en El ser y la nada es defíni-
consigo mismo, en perfecta plenitud, la noción de tivo, pero es también ambiguo. El hombre, nos cli'-e
deber ser no tendría sentido. No se proponen morales Sartre, es "tln ser que se hace carencia de ser, can e!
a un Dios. Es irnposible proponérselas al hornbre, si fin de tener ser"'. Es decir, en primer lugar, rltie st,r
se lo define como maturaleza, corno dato: las llarna- pasión no le es inflingida desde afuera: ál tra e1i3e,
das morales psicológicas o empíricas no lograron cofls- constituye su rnismo ser y como tal no in:plica le :ír!e.':
de infelicidad. Si esta elección es calificada clq irtlo'ir
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es porque no existe ante la pasión del hombre, fuera el cielo y el agua existen frente a mi; mi contempla-
de ella, ningún valor absoluto con relación al cual cirin es un desgarramiento pCIrque es también una ale-
podría ser definido lo inútil y lo útil. En el nivel de rlría. No puedo apropiarrne del campo de nieve en el
descripción en que se sitúa El ser g la nada,la pala- crral me deslizo: perffIanece extraño, prohibido; pero
bra util no ha recibido aún sentido: no puede defi- rrre cornplazc.o efi ese esfuerzo, incluso hacia una po-
nirse más que en el rnundo hurnano, constituido por ricsion irnposíble, y la experimento como un triunfo,
los proyectos del hombre y las finalidades que él se rr() corno una derrota. Es decir que, en su vana tenta-
ha planteado. En el desamparo original de donde tivir por ser Dios, el hornt¡re se hace exisfir como hom-
surge el hornbre, nada es útil, nada es inútil. Es ne- lrrc, y se satisface con esta existencia, coincide exac-
cesario entonces comprender que la pasión consefl- t;rrrrcnte con elia. No tre está perrnitido existir sin ten-
tida por el hombre no encuentra justificación exterior rlrl hacia ese ser gue nunca será; pero le es posibie
alguna. Ningún llamado exterior, ninguna necesidad rlr('r'cr esta tensión, incluso corl el fracaso eue su-
"rbjetiva permiten calificarla de útil; ella no tíene nin- lror)t. Su ser es carencia de ser, pero hay una manera
guna razón para quererse. Pero ello no quiere decir rlt' ser de esa carencia que es precisamente Ia exis-
que rlo pueda justificarse a sí tnisma, darse \as razo- turcia. En términos hegelianos se podría decir que hay
nes de ser que mo tiene. Y, en efecto, Sartre nos dice irr¡rrí una negación de la negación por rnedio de ia
gue el hombre se hace carencia de ser con el fin de t'rr;rl se restablece 1o positlvo: el hombre se hace ca-
tener ser; el término "con el fin" indica claramente rt'rrcia, pero puede negar la carencia corno tal, y afir.
una intencionalidad, no es en vano que el hornbre nr.rr'.se como existencia positiva. Asume entonces el
aniquila al ser; gracías a ello el ser se revela y él lrrircaso. Y la acción, condenada en tanto que esfuerzo
quiere esa revelación. Existe un tipo original de ad- f)or ser, reencuentra su validez como manifestación
hesión al ser que no es la relación querer ser, sino tlc la existencia. Sin embargo, más gue de una supe-
más bien querer revelar al ser. Entonces no hay aquí r'¡rr:ión hegeliana, se trata aquí de una conversión;
fracaso, sino por el contrario éxito: este fin que el ¡lrcsto que en Flegel los térrninos superados no son
hombre se propone haciéndose carencia de ser, se cons;ervados más que corno momentos abstractos, en
realiza en efecto por su intermedio. Por su desarraigo trrnto que nosotros consideramos que la existencia
del mundo, el hombre se hace presente al mundo, el pcrmanece todavía como negatividad en la af.irma.
mundo se torna presente. Quisiera ser el paisaje que ción positiva de sí rnisma; y que no aparece a su vez
contemplo, quisiera que este cielo, esta agua calma, como el término de una síntesis ulterior: el fracaso
se pensasen en mí, que fuera yo a quien expresasen rro ha sido superado, sino asumido; la existencia se
en carne y hueso, en tanto yo permaneciese a distan- ¡rfirma como un absoluto que debe buscar en sí mis-
cia. Pero es también en razón de esta distancia que rn¿l su justificación, y no suprimirse, aunque fuese

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conservándose. Para llegar a esta verdad, el hombre
no debe intentar disipar la ambigüedad de su ser, sino ¡urttlrtticamente, abandonará el sueño de una objetivi-
por el contrario aceptar realizarla: no se reencuentra rl¡¡tl inhumana; comprenderá que no se trata -para él
tlc tener razón ante ios ojos de un Dios, sino de tener
'o¡os.
más que en la medida en que consiente en permane- Renunciando a buscar
cer a distancia de sí rnismo. Esta conversión se distin- ¡'¡rzirn ante sus propios
gue profundamente de la conversión estoica en que frrt'ra de sí mismo lá gataitía de su existencia' rehu-
.q¿,,ii también a creer"en los valores incondicionados
no pretende oponer al universo sensible una libertad (lu(' se erigirían como cosas a través de su libertad'
formal sin contenido; existir auténticamente no es n€-
gar el movimiento espontáneo de mi trascendencia, l'll valor eé este ser fallido cuya libertad s'e hace ca-
sino solamente rehusar perderme en é1. La conversión n'ncia; y es porque se hace carencia qrte aparece el
existencialista debe ser asimilada más bien a la re- u,rl',r;'e" el á"."á lo que crea lo deseable'- y el pro-
ducción husserliana: que el hombre "ponga entre pa- ,,:.ri;lo gue plantea el-fin. Es la existencia humana la
.rrrc hace suiqir en el mundo los valores de acuerdo
réntesis" su voluntad de ser, y ello lo conducirá a la
,l,rn los cualeJ podrá juzgat las empresas en las cua-
conciencia de su condición verdadera. Y así corno la
reducción fenomenológica previene los errores del It's se comprometerá; pero se sitúa- de antemano rnás
dogmatism.o suspendiendo toda afirrnación coflcer- ¡rll¿i de todo pesimismo, asi como de todo optimismo'
niente al modo de la realidad del mundo exterior, del ¡rrresto qr" hecho de su brote original €s puro coll'
iingenciá: no "i hay antes de la existencia tazón para
cual no disputa sin embargo la presencia de carne y
hueso, de igual rnodo, la conversión existencialista cxistir en mayor grado gue razón para no existir' El
no suprime mis instintos, rnis deseos, mis proyectos, hccho de la existencia no puede ser estimado' puesto
mis pasiones: previene solarnente toda posibilidad de (lrre es el hecho a partir del cual se define todo prin-
fracaso rehusando plantear como absolutos los fines .ipio d" estimacián; no puede- compararse a nada'
hacia los cuales se proyecta mi trascendencia y consi- puesto gue no hay nada fuera de é1 que pueda.servir
,1" t¿r-it o de coáparación. Esta repulsa de toda
jus-
derándolos en su relación con la libertad que los pro-
yecta. tificación extrínseóa confirma también ese rechazo de
La primera implicancia de tal actitud consiste en run pesimismo original gu-e hemos planteado al princi-
que el hombre auténtico no consentirá en reconocer pioi puesto que es, deide aÍueta, iniustificable' ¿no
ningún absoluto extraño. Cuando un hornbre proyec- .orde, u, i lu existencia declararla, desde afuera'
ta en un cielo ideal esta imposible síntesis del para-sí ""
injustificada? Y en verdad fuera de la existencia no
y del en-sÍ que denominamos Dios, es porque de- hay nadie. El hombre existe. Para él no se trata de
sea gue la visión de ese ser existente cambie su exis- práguntarse si su presencia en el mundo es útil' si la
tencia en ser; pero si acepta no ser a fin de existir vidá vd" la pena-de ser vivida: son preguntas des-
t6 17,
provistas de sentido. se trata
y en gué condiciones. de saber si guiere vivir, In r¡rrt. st'habla poco de ello actualmente, existen tam-
Pero si el hombre es libre Irh'r¡ r'«rrrdenados. Así, sobre el plano terrestre, una
de
las condiciones dt;;" ;lá;j;_ definir por sí mismo vlrl¡r (lue no buscase fundamentarse sería pura con-
¿no puede r.-q,;;,#,
"r"ái, ufir*ál^lis i::J,Hxl.Jlj#"?
llttl¡r'ttcia. Pero le está permitido querer darse uri s€r-
ltrlo y r¡na verdad; y encuentra entonces en el cora-
cómo? Dostoi&sty D,o, no existe, todo
está permitido". Los no ,,r'rrr rlc sí misma rigurosas exigencias.
.r"y""á,
por su cuenra esta fórmulu. actuales retoman No obstante, incluso entre los partidarios de una
el corazón de su d".il;,
É".táUt";;, ; h.;t#"" rrrrtr'¡rl l¿rica, se encuentran muchos que reprochan al
moral. Sin embargo, Ia ;;;";J;;e
;
,"iui,u", pretenden, toda e'rt:ilcncialismo no proponer al acto moral ningún
toda licencia, por?l .."trário Dios no autoriza r .'nlr.nirlo objetivo; esta filosofia es, se dice, un sub-
encuentra desarnparado sobre "1 oorou" el hombre se ft'livisrrl<t, es decir, un solepsismo; y, una vez ence-
son cornpromisos definitivos,
li i¡"rru, que sus actos n,rrlo cn sí mismo, ¿cómo podría el hombre salir?
ponsabilidad de.un absoluás, j[#ir1::- lrr'r'() (':jto también es dar prueba de mala fe; se sabe
poder exrraño. .sino de lnun-do ñ;; es Ia obra de un lr¡r,rl¡urtc bien que el hecho de ser un sujeto es un
ben tanto sus derrotas como
áiárli.,'"" el cual se inscri_ Ir,'. 1¡rr rrniversal, y que el Cogito cartesiano expresa
puede perdonar, bo.rár,-.oriffiuc sus victorias. Un Dios ¡r l,r vt'z la experiencia más singular y la verdad más
existe, Ias faltas del hombr" pero si Dios no ,l't.tiv;r. Al afirmar que la fuente de todos los valo-
pretende que, de todas "; ,i";"" expiación. Si se rr':r lt'sicle en la libertad del hombre, el existencialis-
tre no tiene importancia,"r;;;;: ;ra apuesta rerres- rrl(, n() hace más que retomar la tradición de Kant,
Oorou"
men te es ta ob
fer"i {t J;" ",
zado poruecháza,r. ñ;;ü.üI"
h,ffi ñ ::'iln'.l r.lri iÍ:
l;i,'lrtt', Hegel, quienes, según las palabras del mis-
lrr,r llcclel, "han tomado como punto de partida el
d"cir, de antemano,
que nuestro destino terresire
tieni ¡rlirrt'ipio según el cual la esencia del derecho y del
nr""," i"". g"p;;;U-,*;,á: :ffi#X"H: rl,'lrt'r' y la esencia del sujeto pensante y actuante
Fl:,",
t,stá en manos del hombr" h;;"; r,,,n ¡rbsolutarnente idénticas". Lo que define todo hu-
qre sea importante
ser un hombre, sólo él pr;;;;;"]i*"rrta, nr;rnismo, es que el mundo rnoral no es un mundo
o y
su fracaso. ,i s" diál;1, su triunfo ,l.rrkr, cxtraño al hombre y al cual éste debiera esfor-
tentar justificar de este modo ;ffi;da Io obtiga a in- ;irso por acceder desde afuera: es el mundo deseado
.u ."", es que se iuesa
todavía de mala fe. con.la ¡ror cl hombre en tanto que su voluntad expresa su
yente es también libre de "á.iá" ll tb"rtud. Ei cie- ¡rr ttilrtica realidad.
p".u., iu üy di"i;;-;;i; r

impone más sue desde Sca, dirán algunos. Pero Kant escapa al solepsis-
que él
salvar su almá. e" tu "l;;;;t'Ln decidió
si bien es cier-
nr(), ya que para él la realidad auténtica es la persona
""rigü;;;Hila, Irr¡¡nana en tanto trasciende su encarnación empírica
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y elige ser universal. y sin duda Hegel afirmó: .,El
derecho de los individuos u ." purti.rÉrid;J;;á tecorrocimiento de las separaciones que la misma im-
tenido igualmente en la substancialidad ;;;rl,;";;;;"; ¡rllcrr, no son propios sólo del existencialismo. Los
que Ia particularidad es la modaliá;J;;;:f.;;- ,'r.r.ncontramos también en el marxismo, que, desde
ménica, en Ia cual existe Ia realidad *or"l;;-lÉ
il.r;- t'k'r'to punto de vista, podría ser considerado como
fía del derecho, s 154). É";; la particularidad no rrnir apoteosis de la subjetividad. Como todo huma-
lparece en él más que como ,n moáento de Ia totaii- rrlsnro radical, el marxismo desaprueba la idea de una
dad por medio de ja cual debe sr.lp"rur.". En tanto olr jctividad inhumana y se sitúa en la tradición de Kant
que para el existencialismo Ia fueáte de los
no es el hombre impersonal, universal, sino l.
;.ñ;; y rle Hegel. A diferencia de los viejos socialistas utó-
lidad de los hombres concretos, J"grúr".,';i;;: ;i;;;: ¡rir'«rs que confrontaban el orden terrestre con los ar-
r¡rrctipos de ]usticia, de Orden, de Bien, Marx oo con-
tándose hacia sus propios fines.u p.""ti" ¿" ¡itlcra que ciertas situaciones humanas sean por sí y
nes cuya particularidad es tan radícal, tan
,it"áio-
irr"áu.ti, cn forma absoluta preferibles a otras: son las necesi-
DIe como Ia misma sujetividad. Separados tli¡des de un pueblo, las rebeliones de una clase, las
oriqinal-
mente, ¿cómo podrían los hombres íorver
u ,"rii.."t t¡ue definen los objetivos y los fines. Es desde el seno
Y en efecto, llegamos al ve¡dadero plante;-á;i clc una situación rehusada, alaluz de ese rechazo, gue
Pero plaátearlo no es áemostrar que ha- tun estado nuevo se presenta como deseable: sólo la
l::bl:.".
Dra de ser resuelto. por el contrario, aún voluntad de los hombres decide; y es a partir de un
es ,ecesa-
Ll^1:Yo-.1t,
aquí la noción de "desplazamientoi,-
ñ;- arraigamiento singular en el mundo histórico y eco-
Irano:.no hay moral a.menos que exista un probleila nómico como esta voluntad se lanza hacia el porve-
a resolver. Y podría decirse, invirtienáá l, ;r;;;; nir, eligiendo entonces una perspectiva desde la cual
tación precedente, gue las morales que h." ;;;?J; cobran sentido las palabras objetivo, progreso, efica-
soluciones sin tener en consideración h""hio- ¿" lu cia, éxito, fracaso, acción, adversarios, instrumentos,
"r
separación de los hombres, no son ,rul"d""ár,;;; obstáculos. Entonces ciertas reacciones pueden ser
que sin duda esta separación tiene luga;.
de Ia ambigüedad, sería una moral qü"
ú;;;;;;l consideradas como buenas, y otras como malas. Para
que surja el universo de valores revolucionarios, es
gar a priori que existencias s"purrá., ""hrru;;;:
pudieser, ál necesario que un movimiento subjetivo los cree en la
1ism9 tiempo estar Iigadas entrl sí, que sus liberta- revolución y en la esperanza. Y ese movimiento se
pudiesen forjar al mismo riempo 1"y", presenta a los marxistas de un modo tan esencial que
::i^:,1q:lares
varederas para todos. si un intelectual, un burgués, pretenden también que-
Antes de enaprender la búsqueda de una solución, rer la revolución, se desconÍ.iará de ellos; se piensa
es interesante señalar que la nóción de situaciO; que el intelectual burgués puede adherir sólo descle
;;i afuera, por medio de un reconocimiento abstracto, a
20
2t

li_
esos valores que él mismo no ha constituido. No im- manera; puede querer la revolución a través de un
porta lo que haga, su situación interfiere para que los partido ó de otro, puede dejarse engañar, como le
fines perseguidos por los proletarios sean absoluta- sucediO al proletariado alemán, o adormecerse en la
mente sus fines, puesto que no ha sido el impulso aburrida comodidad que le otorga el capitalisillo, co-
mismo de su vida que los ha engendrado. mo hace el proletariado norteamericano. Se dirá que
Solamente en el marxismo, si es verdad que la [ina- en todos esos casos traiciona; pero incluso es D€c€-
lidad, el sentido de la acción, son definidos por vo- sario que sea libre de traicionar. O, si se pretende
luntades humanas, estas voluntades no aparec€n co- distinguir al verdadero proletariado de un proleta-
mo libres: son el reflejo de condiciones objetivas por riado lraidor., extraviado, inconsciente o mistificado,
medio de las cuales se define la situación de la cla- ya no es más al proletariado de carne y hueso al gue
se, del pueblo considerado. En el momento actual de nos estamos refiriendo, sino a la Idea del proletaria-
desarrollo del capitalismo, el proletariado no puede do: una de esas Ideas que Marx escarnecía.
dejar de querer su supresión como clase; la sub¡eti- Asimismo, prácticamente, el marxismo no niega
vidad se reabsorbe en la ob¡etividad del mundo dado; siempre la libertad; la noción misma de acción per-
revolución, necesidades, esperatlza, rechazos, deseos, dería todo sentido si la historia fuera un desarrollo
no son más que resultantes de las Í.uerzas exteriores; mecánico en el cual el hombre no apareciese más gue
la psicología del comportamiento se esfuerza por dar como un conductor pasivo de fuerzas extrañas. Ac-
cuenta de esta alquimia. tuando, así como predicando la acción, el marxista
revolucionario se afirma corno un agente verdadero,
Sabemos que ése es el punto esencial en el cual la
se plantea como libre. E incluso es curioso destacar
ontología existencialista se opone al materialismo dia- que la mayoría de los marxistas actuales diferen-
léctico: nosotros pensamos que el sentido de la situa- -a
cia del mismo Marx- no experimentan repugnancia
ción no se impone a la conciencia de un sujeto pasivo, por la edificante insipidez de los discursos motaliza'
que no surge sino por medio del develamiento que
tlores. No se limitan a zaherir a sus adversarios en
opera en su proyecto un sujeto libre. Nos parece evi- nombre del realismo histórico: cuando los acusan de
dente que para adherir al marxismo, para entrar en cobardía, de falsedad, de egoísmo, de venalidad, es-
un partido, y et7 éste, más bien que en aquél, para tírn convencidos de condenarlos en nombre de un mo-
permanecer ligado al mismo de una manera viviente,
r¿rlismo superior a la historia. Del mismo modo, e¡t
le es necesario al marxista una decisión que tiene su los elogios que se disciernen unos a otros, exaltan vir-
origen sólo en él; y esta autonomía no es el privile- tucles eternas: coraie, abnegación, lucidez, integri'
gio (o la tara) del intelectual, del burgués: el prole- thcl. Se dirá posiblemente que todas esas palabras
tariado tomado en su conjunto, en tanto que clase, :ion empleadas con una finalidad de propaganda, que
puede tomar conciencia de su situación de más de una

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no se trata más_ gue de un
lenguaje útil. pero ello su-
pone admitir gue ese. lengua¡á moralidad, Kant postulaba la libertad; el marxista,
despierta un eéo es comprendido, sue
."rlrá,ri d; ,;üll*.;.;;i"1", por el contrario, declara: "Tú debes, luego tú no
"" "l ni el desprecio ni
se dirige. Por Io tanto, puedes"; la acción de un hombre no le parece valiosa
drían sentido .i ." Ia estima ten-
a menos que este hombre haya contribuido a consti-
bre como una pura-"rid;."íi"s actos de un hom-
,e.ulturrt" mlcanica. para indig- tuirla mediante un movimiento interior. Admitir la
narse, para admira¡, .r;;;;;io posibilidad ontológica de una elección, es ya traicio-
tengan conciencia. de Ia hb;;;;; que los hombres
su propia libertad. Todo tiene d",lo-" ;;_*;:"
nar la Causa. ¿Es decir, que la actitud revolucionaria
cada hombre v gl lu ,a"ri.r-'lolectiva, lugar,"";;;:"rl :" renuncia a ser de algún modo una actitud moral? Ello
sería lógico, puesto que hemos destacado, junto con
hombres fuesen iib+. "ir;,o* como si los
ción podría pretend"r oporr"r-'r, #or."., ¿qué revela-
Hegel, que sólo en la medida en que la elección no
hrorunista cohe- esté rcalizada de antemano puede constituirse como
rente al testimonio que'"i elección moral. Pero aquí, una vez más, el pensa-
ño"iUre Ileva sobre sí?
Como asimismo 1", .1""i.tr.'lJ'irr"r"ntran
¿r rtreru_
miento marxista vacila: se burla de las morales idea-
do forzados a ratifi;;;;."""i.," Iistas que no hacen mella en el mundo, pero sus bur-
su libertad , tratan d" ;";;;li;i-"o*o del hombre en
pueden con eI las significan que no sabría encontrar una moral [ue-
determinismo.
Sin embargo, en-tanto que esta ra de la acción, no que la acción se rebaja al nivel de
_
arrancada por Ia práctica _i;#;
concesión les es un simple proceso natural; es bien evidente que la
cisamente en nombre d";il';üo, ü";;;¿;:.":?":: empresa revolucionaria pretende tener un sentido
condenar una firosofiu J"-lá que pretenden humano. La palabra de Lenin que dice, en substan-
autoridad que Ia existencia
ri[iitad. Decraran con cia: "llamo acción a toda acción útil al partido, in-
imposible roda empresa concert.au.
¿"-lr^li¡""áJ-ü;; ;: moral a toda acción que le es perjudicial", es de do-
individuo no estuvie." Ságú; ;iil; #:i ble filor por un lado rehúsa los valores perimidos.
terior a suerer e.sro en """.t""-riJJ por el mundo ex- pero ve también en la operación política una manifes-
fendería tontua .u.
lrg;;á;;;uello, nada Io de- tación total del hombre, en tanto que deber ser al
"upri."ü..*Vllrrr".os a encontrar mismo tiempo que en tanto que se¡. Lenin rehúsa
1l!!:-en
otro tensuaje,
creyente respetuoso de "l
,;É";h; fil¿ilil::i
Ios i_p"rutirro" ,obr"nítir"r] plantear abstractamente Ia moral, porque entiende
Ies. A Ios ojás d"l
-ur*i.-á,;ffi;; realizaila efectivamente. Y por todas partes, en los
parecería que actuar libremente Ios del cristiano,
ful" discursos, los escritos, los actos de las rnarxistas, está
iif icar.r.r.1o.-."Hil;ril;:ffi presente una idea moral. Es pues contradictorio re-
debes, Iuego tu pueáes;
-k;;,#;;""r, ::::tJlr:r::,,.yr.;
,,o*bre de Ia chazar con horror el momento de la elección, que es
precisamente el momento del pasaje del espíritu en la
24
t
25

I
ffi['X':ít#'"T"f :t:,t'"g:li:::ionamientocon- ante todo y en forma absoluta la libertad misma: al
sea como fuere, en Io q,r;;sokos se refiere cre€- mismo tiempo que ésta exige la realización de fines
mos en Ia libertad.
¿E, ¿t"¿-",1 esta creencia debe concretos, de proyectos singulares, se exige univer-
;HÍ Xj;,X.,;," a;.Ápl,"áo.i, r zg,,-".".i,l "l ¿_ salmente. No es un valor enteramente constituido que
se propondría desde fuera a mi adhesión abstracta,
;: .:'"?1K" iniii't, :t ffiff*: sino que aparece (no en el plano de la facticidad, sino
ffi ,H r?ffi en el plano moral), como causa de sí: es solicitada
Nos parece pol el contrario necesariamente por los valores que plantea y a tra-
que es volviéndonos
hacia eÁta lib""tr¿ ..*á'lr;br"";..
principio de acción de descubrir un vés de los cuales se plantea: no puede fundamentar
propio de toda.moral"-rX.
,f"á"." ,"ra universal. Es un techazo de sí misma, puesto que al techazatse re-
como una partid,u qr?
t""rlil;;, u Iu vida humana husaría la posibilidad de toda fundamentación. Que-
,ro pr"J" ganar o.perder, rerse moral y quererse libre, es una sola e idéntica
enseñarle al hombre
*oáJJJlururlu. Ahora bien,y decisión.
*;,T;:' ;x,:i"",:i * gi ;:x,,:l*l'd;";i#"¿,
"l Parece entonces que se vuelve contra nosotros esa
noción de "desplazamiertto" hegeliano en la cual nos
con ei ta r" tu ¿, rru¿
cuales se"o
r
;;, ; il'.'iff
actualiza este querer."" ,xUff Jr":X. i3: hemos apoyado en todo momento. No hay moral a
Ios fines circunscript". ro, condenados, y menos que la acción moral esté presente. Luego, Sar-
pd, á.* |ioyectos per_urrec"n tre declara que todo hornbre es libre, que no hay nin-
como espejismos. La trásce,
d;;l;,h;;;í""^# úff: gún medio de no serlo; incluso cuando quiere escapar
en vano en esas tentativas
ub*tud"r.
se guiere también,d"r.rUri_i""to
p;;;"iiffi;: a su destino, lo hace libremente. Esta presencia de
con esta voluntad,, gana,, pr".1" ü. ."", y si coincide una libertad natural, por así decirlo, ¿no contradice
cia en el mundo. el inundd [r" po. su presen- Ia noción de libertad rnoral? ¿Qué sentido pueden
;; h.¿
descubrimiento implica-- u"n;-,;;; presenre. pero el preservar las palabras guererse libre, puesto que de
antemano so/nos libres? Es contradictorio plantear la
mantener er ser
y afirmarse como
al*r".i",;##;"¿:T"ill,Xff3
" Lb."ft"d; libertad como una conquista si es de anternano un don.
tr"r#'"1 descubrimienro
del mundo, qr"r"r." Iib;;:;r,ff'r'álo Esta objeción sólo tendría perspectivas si la liber-
mienro. La libertad idéntico movi_ tad fuese una cosa o una cualidad adherida natural-
lr-lr-Jrrl" il"lu"que surgen rnente a una cosa. En efecto, entonces o bien se la
". y todos lo, ,rulor"s;
das las siqnificaciones to-
poseería, o bien no se la poseería. Pero en verdad se
dición orióinal de toda'i"r,rfr"#rO, es la con-
el hombre'que busca jústificar a" lu existencia: confunde con el movimiento mismo de esta realidad
lJ'.rida debe querer ambigua que llamamos la existencia y que no es más
que haciándose ser. En forma tal, que precisamente
26
27
es sólo debiendo ser conguistada
rerse libre, es efectua, ;i';;J;9 como se da. eue- dad dada, sino de adherir al movimiento concreto y
moralidad, fundando ;; ílU"irJ¿ la natural eza a la singular por el cual esta espontaneidad se definió
b'9" originat auténrica sobre el arrojándose hacia un fin; mediante este fin se plan-
d.
";;.;;
"'i*llj.,r.
Todo hombre es lrÉi;;ñ;l*enre,
en el sentido
te-a cómo mi espontaneidad se confirma al reflexio--
nar sobre sí misma. Entonces, por un solo movimien-
de gue se arroja espontárrearñente
la consideramos."á ,, fr;;;;;-, en el mundo; pero si to, mi voluntad, fundando el contenido del acto, se
se nos aparece sólo como esra espontaneidad legitima por é1. Realizo como libertad mi evasión
sión tan estúpida como
prr, .ortirrg"r.,ia;i;;1"_ hacia el otro luego que, planteando Ia presencia del
reo, que surgía en "i "li"r*n del átomo epicú- ob¡eto, me coloco por ello frente a él como presencia.
cualqui". _o_"nto y en cualquier Pero esta justificación exige una tensión constante:
dirección. y sin
".Uurg;,-áru'"?"ru"¡o
Ilegase a alsuna parte, que el átomo nunca está realizada, es necesario que sin vacilar se
!".o .u ortrrimiento no se iusti- realice; mi proyecto jamás se ha fundado, mi pro-
ficaba por e"se *:¡j¡iñ,r"ffiía sido eresido; se- yecto se funda. Para evitar la angustia de esta elec-
,. ranto,
absu.á..
fff fl?*;r..", ,a.i f, ".pártár"i-
j"'ii,f"','1"'j'r"'j:TIl¿Tl":l::;fl:1H
ción permanente, se puede intentar huir en el ob¡eto
mismo, sumir en él su propia presencia; en la servi-
""r";;;;;;
análisis descubre un sentido;
dumbre de lo formal, la espontaneidad original se
tido justifique Ia-rrar""rrd"rr.iá;;;" para que ese sen- esf.uerza en negarse; se esfueÍza ert vano y sin em-
iI" fo devela, bargo fracasa en realizarse como libertad moral.
cesario que sea él mismo
i;;Jrá;, no Io será€ssirie-
vo Acabamos sólo de describir el aspecto sub¡etivo
fr;.ff *:Í,""?:,?"0.,_"","J"Idr,""",Ér"",";;-ril"J: y formal de esta libertad. Pero debemos también pre-
;
fori o q u er", ;;ili
"x:T;; *:1.* n;Tr;Tt
guntarnos si es mediante cualquier contenido como
podemos querernos libres. Es necesario destacar de
de no guererse lihre:
gyll oir"ru]"i urolondramiánto,
el capricho, Ia coba_rdr;,'tr"r_;;:;".r.iu, "1t: antemano que esta voluntad se desar¡olla a través del
sentido del provecto en se disputa el tiempo; a través del tiempo es como el fin se percibe
Io define; "l
.Á;;;; mismo en que se y como la libertad se confirma a sí misma, ] esto su-
"átoí.". lq
más que una vana ".p"r;i"ffi"d
prlpii;;¿;;H;,", del sujero ro es pone que se realiza como unidad a través de la parti-
hacia el ob¡eto, ,"á su movimienro ción del tiempo. No se escapa al absurdo del clinamen
riiar,l'ui'.,,'Jrro,
Para convertir esta ar."rr.íu;;';;"."rcia, una ausencia. sino escapando al absurdo del instante puro. Lfna
en voluntad, es necesario mi huida existencia no podría fundarse si se fundara instante
que .;il; positivamente por instante en la nada; es por ello que ninguna cues-
proyecto; no se trla.de mi
:"pr"Jár*"" en el movimiento
interior y por Io tanto .bü;;il-á-" tión moral se plantea al niño en tanto que es incapaz.
.rrru espontanei- de reconocerse en el pasado, de preverse en el porve-

28 29
,l

ri

L__
nir. Sólo cuando los momentos
de su vida comienzan
a organizarse en forma de conducta, creaciones; su proyecto actual abarca al pasado y
cidir y etesir. Co3:r9;ú;;*:. es que puede de-
mediante Ia pacien- confiere a la libertad por venir una confianza que
cia, el coraie, Ia fidelidaá,-;;;; nunca ha sido desmentida. A cada instante, revela
se confirma el valor
del fin elegido y, r-ecÍprocurn"rrt", al ser con miras a una revelación ulterior; a cada ins-
ta aurenricidad de U á1"..iár.'§i como se manifiesta tante su libertad se confirma mediante la creación
mí un acto que he cumplidá,;l
se convierte en
"¡""J."";il;:"
;;"" en el pasado, ésre total.
Sin embargo, el hombre no crea el mundo; ro con.
yopaco;p".";;:?,il.:.:ilH,ffi,H.§:1",:::"g,1: sigue develarlo sino en razón de las resistencias que
que sin cesar Io retome y
Io ¡usfifique en Ia unidad del el mismo Ie opone. La voluntad sólo se define al sus-
proyecto en el
movimient" d" r*Íg,Í citarse obstáculos, y por la contingencia de la f.acti-
cidad, ciertos obstáculos se dejan vencer, otros no.
:i,';;..ff;Hl#í1,X.;"
deje recaer inútilme;i" soi;'.?
*irroo, que lo pro- Es lo que expresaba Descartes cuando decía que la
Iongue indefinida*;;t;."Á; libertad del hombre es infinita, pero su poder limi-
io'podriu
auténticamente un fin sin quererlo hoy qulrer
a tuavés de toda tado, ¿Cómo puede conciliarse la presencia de esos
mi existencia entera, tu"l" qr" l"ir- ;;#".á;,- límites con la idea de una libertad confirmándose co-
mento presenre, "" qr"' pruuJ;-r;br;;;l"" mo unidad y movimiento indefinido?
por los días que _:l lult"
vendrán, qu".Jr, es comprometerse Frente a un obstáculo imposible de franquear, el
a perseverar en mi volunta¿. empecinamiento es estúpido: si me obstino en dar pu-
Eilo no signific, ;;;;;
haya de encarar ningún fin limir;do: ietazos contra un muro inquebrantable, mi libertad
sear en forma absoluá y para;;;;p."
yo puedo de-
una revelación se agota en ese gesto inútil sin lograr darse ufl colr-
de un instante; ello sigíif;i; tenido; se degrada en vana contingencia. Sin embar-
provisorio será confiimado ü; valor de este fin
go, hay pocas virtudes más tristes que la resignación:
esta confirmación viviente
i"¿"Ji"iJurrr;":"'p;;
t uUrá de ser sólo con- transforma en fantasmas, en ensueños contingentes,
templativa y verbalr "";;,;;.*o Ia misma se
Ios proyectos que se habían constituido previamente
opera; es necesario que".el",
fin hacia .uJ áoffi ;; como voluntad y como libertad. Un hombre joven ha
me presente como p,unto de deseado una vida f.eliz, o útil, o gloriosa. Si el hom-
partida"lpara una nueva
superación. Así se desarrolli bre adulto en que se ha convertido contempla con in-
let¡imente, sin inmovi-
Iizarse jamás como r*.t*rJ.J diferencia desilusionada esas tentativas abortadas de
r"jríi,rr."da, una liber_
tad creadora. El creador ;;;;;'.ob"" su adolescencia, Ias tendremos fijadas para siempre
nes anteriores para crear Ia pósibilidud Ias creacio- en el pasado muerto. Cuando un esfuerzo Í.racasa,
;;;;;;; se declara con amargura que se ha perdido el tiem-
t
po, que se han desperdiciado las f.uerzas; el fracaso
30

L
31
condena toda esa parte de nosotros mismos que ha- en ello estéril resignación. La pintura constituía para
bíamos comprometido en ese esfuerzo. Fue para €s- él un modo de vida personal y de comunicación con
capar a ese dilema gue los estoicos predicaron la indi- los demás que podría, tomando otra forma' perp-etuar-
ferencia. PodrÍamos en efecto afirmar nuestra liber- se hasta en un'asilo. En un renunciamiento similat, sl
tad contra toda restricción si consintiéramos eo re- pasado se encontrará integrado y la libertad confir-
nunciar a la singularidad de nuestros proyectos: si y en
-ada. Será vivido a la Yez erL el desgarramiento el proyecto
una puerta rehúsa abrirse, aceptemos no abrirla, y nos la alegría: en el desgarramiento, porque
hallaremos libres. Pero con ello no se consigue sino se deípo¡a entonces de su carácter singular' sacri-
-salvar una noción abstracta de la libertad, se la des- fica su .á.rr" y su sangre; en la alegría' porque en el
poja de todo contenido y de toda verdad: el poder momento en que la tensión afloia,-uno se encuentra
del hombre cesa de ser limitado porque se anula. La con las manosiibres y prestas a tenderse hacia un nüe-
singularidad del proyecto es lo que determina la limi- ;;;;;i;. P"to t p"ración.es concebible si el
tación del poder; pero es también lo que otorga al ".tá
contenido no es encarado como obstruyendo el por-
proyecto su contenido y lo que le permite fundarse. ;;;il, sino, por el contrario, diseñando en é1- posibi-
Hay personas a las cuales la idea del fracaso les ins- iil"áLt ,,r"tur. Ello nos lleva por caminos diferentes
pira tal horror gue se abstienen de querer algo para á i"r 1"" habíamos señalado: mi libertad no debe tra-
siempre; pero nadie soñaría con considerar esta som- tur aJ.uptar el ser, sino de develarlo' Este devela-
bría pasividad como un triunfo de la libertad. -Lrto e, el paruje del ser a la existencia' La finali-
En realidad, para que mi libertad no corra el ries- ááJ p"tt"guiáa pór mi libertad es conquistar la exis-
go de morir contra el obstáculo que ha suscitado su tencia por medio de la existencia siempre trustrada
mismo cornpromiso, para que pueda aún a través del del ser.
--Si;
fracaso proseguir su movimiento, es necesario que, e*burgo, este bienestar sólo es posible si' a des-
dándose un contenido singular, apunte mediante él pecho de los ábstáculos y los fracasos, un hombre con-
a un fin que no sea una cosa determinada, sino pre- !"; la disposición de su porvenir, si la situación su le
cisamente el libre movimiento de la existencia. La opi- áUr" to¿uvíá posibilidades.- En el caso en el cual
nión pública no es en esto mal juez, cuando admira a trascendencia es separada de sus fines,- en que no tie-
un hombre que sabe, en caso de ruina, de accidente, ,r" r,it g.tt a posibiliáad de cap-tación sobre los obietos
recuperarse, es decir, renovar su compromiso con el que po"drían- darle un contenido valedero, su esponta-
mundo, afirmando con altura la independencia de la i""lá¿ se disipa sin fundamentar nada. Entonces le
Iibertad en relación con la cosa. Así, cuando Van está prohibido justificar positivamente su existencia,
Gogh enfermo acepta serenamente la perspectiva de f"*p"tlo"enta lá contingáncia con desoladora disgusto'
un porvenir en el gue ya no podrá pintar, no existe Ño Lxiste manera más ádiosa de castigar un hom-
32 33
!1e
que obligarlo a realizar actt abstracta. No se perfecciona como libertad sino retor-
fi :r'ril:3:ffiT""!?:;Tf[j*{":"i:i,"i*:}í* nando a lo positivo, es decir, dándose un contenido

Hi:?:#;,;,,". . i;;Jj;;l.
por medio de una acción: evasión, Iucha política, revo-
o cuan- lución. Entonces la trascendencia humana refirma con
"u.tis.udos,
t,, q*u;"á:ii":[.H f#,:i la destrucción de la situación dada, todo el porvenir
"u.r
Dre úlfimo se debieron;'ü"t !?fl,"".,:i
obtigaba a
l¿#
los huel-
que surgirá de su victoria: renueva su relación inde-
finida consigo misma. Existen situaciones límites en
las gue este retorno a Io positivo es irnposible, en las
cuales el porvenir está definitivamente suprimido. En-

$¿g**l,.t**lt***sfi l+¿",a* tonces la rebelión no puede verificarse más que me-


diante el rechazo definitivo de Ia situación impuesta:
r:T ff Jii":,"#i' lj tx"*i;:l* ji:i{ ftx por medio del suicidio.
Ver^ros así que, por una parte,la libertad puede sal-
Í:lilm'nf"#l:o-"l*t",;,','*"i:,á1.'üfJi?rff
jf,3?,ilX
; varse siempre, puesto que se realiza como develamien-
to de la existencia a través de los mismos fracasos, y
l,:.i,,:,"a;r,;;atifr"1?ili,.t"""i*H:
ffii:i'#f:13'*::. *l "" ; ;;-i.pu so h acia sí misma.
puede incluso confirmarse por medio de una muertl
r elegida libremente. Pero por otra parte, las situacio-
,1,n. i,-
"",." # li,ffi ,l i, :i?.il i; fl.i:*J:tr
;:t:11H5;,:, "*,.," "i"u,á.il* ,"suti,,o de ra re-
fli nes que devela a través de su proyecto hacia sí mis-
ma no aparecen como equivalentes: plantea como pri-
vilegiadas las que Ie perrniten realizarse como movi-
miento indefinido. Es decir, que quiere superar todo
aquello que limite su poder, y este poder, sin embar-
go, es siempre limitado. Así, del mismo modo como
flt',f:,ffi n'fi lTtrlgü:i:ffi la vida se confunde siempre con el querer-vivir, la li-

:iT*,'il,::-?T.,ffi
en sy
:i.?
'EÍ,T¿ :l :' t# I : bertad se presenta siempre como movimiento de libe-
ración. Só1o prolongándose a través de la libertad de
los otros alcanza a superar la muerte y a rcalizav
;
5ursir "á*,0"
mismo dá IÉ"g:J!:1,;*lii:f
.u existenct,'lT.,"u,r¿s ;*::,
U]:{í se como unidad indefinida: veremos más adelante los
pgoblema,s que plantea tal relación. Nos basta por
cual se exisre: del munclo
:i^"1.
cuando d"rl,".ur:": ahora haber establecido que las palabras "quererse
el prisione
"
"n n to" ffi ffii;"-".*#
ta jt
"j,&
libre" tienen un sentido positivo y concreto. Si et hom-
bre guiere salvar su existencia, Io que solo él puede
":,ir*Ji+:,".I
34
35

\--_
l,
-
lograr, es necesario que su
espontaneidad original se
eleve a la altura de úna liberáá
sÍ misma como fin a ,"u"". moral, tomándose a gación y la asunción de su libertad, puesto gue, des-
contenido singular.
¿"i develamiento de un de el momento en que opta, asume. No puede querer
Pero de inmediato se plantea positivamente no ser libre, puesto gue una libertad así
te. Si hay para hoÁÉi";;;-."""ra un nuevo interrogan- se destruiúa a sí misma. Solo que, a diferencia de
salvar su existencia,"l y sólo una de Kant, el hombre no se nos presenta esencialmente co-
¿cómo p.riUl"drffi ,rl¿.", mo una voluntad positiva: por el contrario, se define
de todos modos, ", es posibte oue ante todo como negatividad. Está de antemano a dis-
exisra en ello mala "t¿";;;;i^i'¿éln.,o
volurtád?. elr" pr"¡li#""i;
contramos en todas Ia. mo.ule*
I
H- tancia de sí, no puede coincidir consigo sino aceptan-
do no reencontrarse con su propio ser. Existe en el
J;
m en te l. p",i uil i
g ; ü'
perverrida es ro que da un ";::;:;1,:T3,H*ffi,,.ff interior de sí mismo un juego perpetuo de lo nega-
conocemos Ia respuesta de
;";,;d" , ra idea de virtud. tivo; y por ahí se escapa, se escapa de su libertad. Y
sá.rut"r, de pratón, de
Spinoza: "Nadie es malo ,rJrriüriumente,,. precisamen!¿ porque es posible aquí la existencia de
Bien es un rrascend.;";;;r;;;..
y si el una mala voluntad, las palabras "quererse libre" tie-
exr¡año al hom- nen un sentido. No solo afirmamos entonces que la
hre, se concibe
"r" I;f;;;;r;#';oticarse
Pero si se admite que el ;;;;;lro"ul por error. doctrina existencialista permite la elaboración de una
querido auténricamenre por es el mundo moral, sino que nos parece incluso que es la única fi-
Iidad de error oueda ,LJi,J.."l h;É;;, ;á¿l ii.J,ii,l losofía en la que una moral pueda tener su lugar.
kantiana, qr" A:Iá,._o, en la moral Puesto que en una metafísica de la trascendencia, en
""tá-""
Ie.s de Ia áutonomía,.es
l.;;;;;;;;'1" todas las mora- el sentido clásico de la palabra, el mal se reduce al
existencia de una.
qüJ,T;;,i ar. cuenra de Ia error, y en las filosofías humanistas, es imposible dar
-rlÍ "olrír"a.^
elección que el suiero hr.;-;;;*;#a.te, B" virtud de que la cuenta de ella, puesto gue el hombre ha sido defini-
tuada en el munjo inteiigiñ;;;;"a ha sido efec- do como pleno en un mundo pleno. Solo el existencia-
mente racional, no se .o*pr"rá".J_o voluntad pura- lismo, como las religiones, concede una parte real al
husar expresamenre la l"i;;;;-¿"á ésta podría re- mal y es quizá por ello gue se lo juzga tan mal: a los
u .i misma. pero hombres no les agrada sentirse en peligro. No obs-
pura
d*:3.qg"
:ll"'"positividad, y"t nok;;í.;;"d;ff, atr rrombre como tante, porque existe un peligro verdadero, fracasos
le por tanto, otra verdaderos, una verdadera condenación terrestre, las
"".""".iá, consiso
posibitidad más oúe ü .;;;ü;;;
palabras victoria, sabiduría o alegría tienen un senti-
Nosorros también ¿"li"i*á.';i;;;rrlidad mismo.
mediante do. Nada está decidido de antemano, y ello porque
esra adhesión consigo _i.Á,
el homb¡e ,o
y;;;;il.
puede".il;;;iilá"nt" dffi;ü1; el hombre tiene algo que perder, y puede perder, pero
entre Ia ne- puede también ganar.
Es, por lo tanto, propio de la misma condición hu-
36
37
mana, poder deiar de cumplir
cumplirla, Ie es necesario con esta condición. para
asumirse en tanto gue ser
que "se hace care¡cia
de .", , f¡" ¿e obtener él
et jueso d" I; ;"ü f.;#1'," ,"",,.
!er.o
porta en qué momento:.""o_iru"a" derenerse no im-
carencia vacilar en hacerse
de ser. retroceder d;Iil; d;-ü.;;r;;;:
bien puede afirmarse engañosam"rt"
marse como nada- Uno pued" ser, o afir-
"o*o
;-ír#"i
más que como independárrci, "o ""uiirl"
trario, rechazar .tir*ra o, por el con-
des"spe;.;i#il;;H; ;.i,i;
"o, l"rirrooJ.o,
separa del ser. Todos
que el hombre es.negativij;J,; po.ibles, puesto
por la angustia crue e-xperimentá J.l-lo. .on motivados La desgracia del hombre, ha dicho Descartes, pro-
tad. Concreramente, I.; delante de su liber_ viene de que primero fue un niño. Y en efecto, esas
coherencia de una actitud
h;;;;;l'" ¿"rlirun con in- elecciones desafortunadas que hacen la mayor parte
, f;r;: Nos limitaremos de los hombres sólo pueden explicarse por el hecho de
i*":'Jl?:,:;J: ,"u r".-u ;t';;¿" ñ;;;;H;: que se han operado a partir de la infancia. Lo que ca-
ractefiza la situación del niño es que se encuentra
arrojado en un universo que no ha contribuido a cofls-
tituir, que ha sido formado sin él y que se le aparece
como un absoluto al cual no puede someterse. A sus
ojos, las invenciones humanas: las palabras, las cos-
tumbres, los valores, son hechos dados, ineluctables
como el cielo y los árboles. Es decir, que el mundo
en que vive es el mundo de lo formal, puesto que es
propio del espíritu formal considerar los valores co-
mo cosas dadas. Y ello no significa que el niño mismo
sea formal. Por el contrario, le está permitido jugar,
derrochar libremente su existencia. En su círculo in-
fantil, experimenta que puede perseguir con pasión,
y alcanzar con alegría, las finalidades que se propuso
a sí mismo. Pero si lleva a cabo esta experiencia tan
tranquilamente, es precisamente porque el dominio
38 39
abierto a su subietividad parece a sus propios ojos
insignificante, pueril, y se siente en él üchósameáte es metafísicamente privilegiada (aún cuando pueda
irresponsable. El mundo verdadero es el de los adul- ser en otros aspectos desgraciada). El n,Éo escapa
tos, en el g]r_e no le está permitido más que respetar y normalmente a ia angustia de la libertad. Puede ser,
obedecer. Víctima ingenua del espejisho dei p^rí- a su gusto, indócil, perezoso, sus caprichgt y sus fal-
otro, cree en el ser de sus padres, de sus profes-ores: tas le"conciernen sóló a é1, no pesan sobre la tierra. No
los toma por las divinidadás que estos tratan en vano podrían alterar el orden sereno de un mundo que exis-
de ser, y de las cuales se cómplacen en adoptar la iía antes que é1, sin é1, y donde se siente seguro pre-
apariencia delante de sus ojos ingenuos. Las cisamente en virtud de su insignificancia. Puede hacer
"ecom-
pensas, los castigos, los premios, las palabras de elo- impunemente todo aguello que le place, sabe que- na-
gio_o de censura le insuflan la conviccíOn de gue existe da sucederá nunca pót st culpa, que todo está dado
un bien, un mal, fines en sí mismos, como existen un ya, glJe sus actos no comprometen a nadie, ni siquiera
sol o una luna. En este universo de cosas definidas y a él mismo.
plenas, cree ser, él también, de modo definido y plenoi Existen seres cuya vida entera se desliza en un rlull-
es un buen muchacho o un mal sujeto, y." co-piuce en do infantil, porque mantenidos en un estado de ser-
ello, si algo en su interior desmiente esta convicción, vidumbre o'de ígnorancia, no poseen ningún medio
disimula esta tara. Se consuela con una inconsisten- de romper ese "iecho" edificado sobre sus cabezas.
cia que atribuy_e a su juventud orientada hacia el por- Como l'os mismos niños, pueden ejercitar su libertad,
venir: más tarde, también él se volverá una gran ásta- pero sólo en el seno de ese universo constituido antes
tua imponente; mientras llega el momento, juega a que ellos, sin ellos. Tal el caso,-por ejemplo, de los es-
ser: a ser un santo, un héroe, un vagabundo. Se siente ilarros, que no han sido elevados aún a la conciencia
oarecido a esos modelos que sus libios describen para de su esclavitud. No es entonces erróneamente que
él en trazos gruesos, en imágenes sin equívocosi los plantadores del Sur consideraban como "niños
plorador, bandido, hermana de caridad.'El juego"*- de g"añdes" a los negros que sufrían dócilmente 5u P?-
lo formal adquiere tal importancia en la viáa áe un iernalismo. En la medida en que respetaban el mundo
niño que él mismo, efectivamente, se vuelve formal: de los blancos, la situación de los esclavos negros era
conocemos esos niños que son caricaturas de hom- una situación infantil. En muchas civilizaciones, esta
bres. E incluso cuando la alegría de existir es la más situación es también la de las mujeres, que sólo pueden
fuerte, cuando el niño se abándona a ella, se siente sufrir las leyes, los dioses, las costumbres, las verda-
protegido-contra el riesgo de la existencia por ese "te- des, cread.Á pot los hombres. Incluso hoy, en los paí-
cho" gue las generaciones humanas han eáificado so- ses de Occidente, existen todavía muchas mujeres
bre su cabeza. Y es por ello que la condición del niño que no han hecho por medio del trabajo el aPrendizaie
á" r,, libertad, que se cobi¡'an bajo la sombra de los
4o 4t
hombres: adoptan sin discusión las opiniones y valo-
res reconocidos por su marido o amante, lo cual les mación de su libertad. Pero desde el momento en que
permite desarrollar cualidades infantiles prohibidas una liberación se presenta como posible, no explotar
a los adultos, puesto que se apoyan en un sentimien- esta posibilidad constituye una dimisión de la liber-
to de irresponsabilidad. Si lo que se denomina la futi- tad, dimisión que implica mala fe y que constituye una
lidad de las mujeres tiene a menudo tanto encanto y falta positiva.
gracia, si por momentos posee incluso un carácter de En realidad es muy raro que el mundo infantil se
emocionante autenticidad, se debe a que, al igual que mantenga más allá de la adolescencia. Desde la infan-
los juegos infantiles, manifiestan un gusto giatuito y cia se revelan ya ciertas fallas. En la sorpresa, en la
puro de la existencia, a que carece totalmente de [or- rebelión, en la irrespetuosidad, poco a poco, el niño
malidad. Lo malo es que, en muchos casos, esta des- se interroga: ¿por qué es necesario obrar así?, ¿de qué
preocupación, esta alegría, esas encantadores inven- sirve? y si actuase de otro modo, ¿qué sucedería? Des-
ciones, implican una profunda complicidad con el mun- cubre su subjetividad, descubre la de los otros. Y una
do de los hombres que parecen impugnar de modo tan vez qre alcanza la edad de la adolescencia, todo su
gracioso, y es con equivocado asombro que vemos, universo vacila porque percibe las contradicciones que
cuando el edificio que las abriga parece peligrar, a enfrentan unos contra otros a los adultos, y también
estas mujeres sensibles, ingenuas, ligeras, mostrarse sus vacilaciones, sus debilidades. Los hombres dejan
más ásperas, más duras, incluso más furiosas o más de aparecérsele como dioses, y al mismo tiempo, el
crueles que sus maestros. Entonces se descubre cuál adolescente descubre el carácter humano de las rcali-
es la diferencia que las distingue de un niño verdadero.
dades que lo rodean: el lenguaje, las costumbres, la
AI niño su situación le es irnpuesta, en tanto que la moral, Ios valores, tienen su origen en esas inciertas
mujer (entiendo la mujer occidental de la actua[aaa) criaturas. Ha llegado el momento en que también él
!a elige, o por lo menos, Ia consiente.La ignorancia, el va a ser llamado a participar en su operacióni sus ác-
error, son hechos tan ineluctables como los muros de tos pesan sobre la tierra tanto como los de los otros
una prisión. El esclavo negro del siglo xvrrr, Ia musul- hombres, de ahora en más le será necesario elegir y
mana encerrada dentro de un harem, no poseen nin- decidir. Se comprende que le dé pena vivir este mo-
gún instrumento que les permita atacaf , aunque solo mento de su historia, y en ello reside sin duda la causa
fuese con el pensamiento, Ia sorpresa o la célera, Ia más profunda de la crisis de la adolescencia: en que
civilización que los oprime. Su conducta no se define el individuo debe por fin asumir su subjetividad. En
y no sabría juzgarse sino en el seno de Io dado, e in- cierto sentido, el derrumbamiento del mundo formal
cluso puede suceder que en su condición, limitada co- constituye una liberación, Irresponsable, el niño se
mo toda situación humana, realicen una perfecta aÍir- sentía también sin defensa enfrentado con las oscuras
potencias que dirigian el curso de las cosas. Pero
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43
cualguiera que sea la alegría de esta liberación, es con por el niño sin prever su desarrollo. El ignoraba el
un gran desgarramiento que el adolescente se cncüefl- rostro inquietante de esta libertad que ejercía con atur-
tra arrojado en un mundo gue no está ya todo hecho, dimiento, se abandonaba con tranquilidad a caprichbs,
sino que es necesario hacer, enfrentado con una liber- risas, lágrimas, cóleras, que le parecían sin mañana y
tad que ya nada traba, desamparado, injustificado. sin peligro y que sin embargo dejaban en torno de sl
Frente a esta nueva situación, ¿gué ha de hacer? Es hueÍlas indele6les. El drama de la elección original
entonces cuando se decide. Si la historia que podría- reside en que se opera instante tras instante durante
mos llamar natural de un individuo¡ su sensualidad, la vida eratera, en que se opera sin razón, por €11-
sus complejos afectivos, etc., dependen sobre todo de cima de toda razón, en que la libertad no está presente
su infancia, la adolescencia aparece como el momento en ella sino baio la figura de la contingencia. Esta
de Ia elección moral: es entonces cuando la libertad contingencia no deja de recordar lo arbitrario de la
se revela y cuando es necesario decidir una actitud gracia"acordada poí Dio. a los hombres, según la doc-
frente a ella. Sin duda, esta decisión puede ser siem- irina de Calvino. Aquí existe también una especie de
pre controvertida, pero de hecho las conversiones predestinación proveniente no de una tiranía exterior,
son dificiles, puesto que el mundo nos devuelve el re- iino de la operación misma del sujeto. Pensamos gue
flejo de una elección que se confirma a través de ese el hombre tiene siempre un recurso; no hay elección
mundo que se ha conformado. De este modo se anuda tan desdichada que no le permita ser salvado.
un círculo cada vez más riguroso, del cual se hace En este momento de la justificación -filoflleflto que
cadavez más improbable escapar. La desgracia gue le se extiende a través de toda su vida adulta- €s ctláfl-'
sobreviene al hombre como consecuencia de haber do la actitud del hombre se sitúa en un plano moral.
sido un niño, reside entonces en que su libertad le ha La espontaneidad contingente no podría ser iuzgada
sido enmascarada de antemano y en que conservará en nombre de la libertad. Sin embargo, un niño suscita
durante toda su vida la nostalgia de un tiempo en que simpatía o antipatía. Todo hombre se arroja en el mun-
ignoraba sus exigencias. do haciéndose carencia de ser, corr ello contribuye a
Esta desgracia tiene todavía otro aspecto. La elec- revestirlo de significación humana, lo devela. E in-
ción moral es libre, y por lo tanto imprevisible. El niño cluso el más deJheredado experimenta por momentos
no contiene a ese hombre en el cual se convertirá. Sin en ese movimiento la alegría de existir: manifiesta en-
embargo, un hombre decide lo que va a ser siempre tonces la existencia como una felicidad, y al mundo
a partir de lo gue ha sido: en el carácter que se ha da- como fuente de alegría. Pero pertenece a cada uno
do, en el universo que le es correlativo, apoya.las mo- hacerse carencia de aspectos más o menos diversos,
tivaciones de su actitud moral. Por lo tanto ese carác- profundos y ricos del ser. Eso que se denomina vila-
ter, ese universo, han sido constituidos poco a poco iidad, sensibilidad, inteligencia, no son cualidades da-

44 45
das, sino una manéra de arrojarse en el mundo y de
develar el ser. Sin duda cada uno se arroja a partir los riesgos y la tensión que ésta implica. El sub-hom- '

de sus posibilidades fisiológicas, pero el cuerpo mismo bre rcchaza esta "pasión" gue es su condición de hom-
no es un hecho grosero, sino que expresa nuestra re- bre, el desgarramiento y el fracaso de este impulso
lación con el mundo, y por ello es objeto de simpatía hacia el ser que nunca alcanza su objetivo, pero re-
Iri
o de repulsión. Por otra parte, no determína ninguna chaza con ello a la existencia misma. Tal elección se
i; conducta: no hay vitalidad sino por medio de una li- confirma bien pronto. Del mismo modo como un mal
i'r
bre generosidad, la inteligencia supone la buena vo- pintor pinta con un solo movimiento cuadros malos y
luntad, e inversamente un hombre no es nunca estú- se siente.satisfecho, mientras que el artista encuentra
pido si adapta su lenguaje y su conducta a sus capa- pronto en una obra de valor la exigencia de una obra
cidades, y la sensibilidad no es otra cosa gue la pre- más elevada, así, la pobreza primitiva de su proyecto,
sencia atenta al mundo y a uno mismo. El valor de es- dispensa al subáombre de tratar de legitimarlo: no
tas cualidades espontáneas proviene de que hacen descubre a su alrededor más que un mundo débil e in-
aperecer en el mundo' finalidades, significaciones. significante; ¿cómo podría este mundo despojado sus-
Descubren razones para existir, nos confirman en citar en él un deseo de sentir, de comprender, de vivir?
el orgullo y Ia alegría de nuestro destino de hombres. Cuanto menos existe, menos razones para existir hay
En Ia medida en que subsisten en un individuo, y aún para é1, puesto que éstas razones no se crean sino
cuando éste se haya vuelto odioso por el sentido que existiendo.
ha dado a su vida, suscitan aún la simpatía: oí comen. Existe, sin embargo, desde el momento en que se
tar que en el proceso de Nüremberg, Goering eiercía trasciende, indica ciertas finalidades, circunscribe
sobre sus jueces cierta seducción, a causa de la vita- ciertos valores. Pero bien pronto borra estas sombras
lidad que de él emanaba. inciertas, todas sus conductas tienden hacia üfIEt BÍlü.
Si se trata de establecer entre los hombr€s üfra €s- lación de sus fines, reduce a la nada el sentido de su
pecie de jerarquía, se pondrá en el grado más baio de superación por la incoherencia de sus proyectos, sus
Ia escala a aquellos desprovistos de todo valor vital: caprichos desordenados o su indiferencia. Sus actos
Ios tibios de los cuales habla el Evangelio. Existir, es no son nunca elecciones positivas: solamente huidas.
hacerse carencia de ser, es arrojarse en el mundo: po- No puede impedirse ser presencia en el mundo, pero
dría considerarse como sub-hombres a quienes se €m- mantiene esta presencia en el plano de la facticidad
plean en retener este movimiento original. Tienen ojos desnuda.
y orejas, pero se hacen desde la infancia ciegos y sor- Sin embargo, si se le permitiese a un hombre ser
dos: sin amor, sin deseos. Esta apatía manifiesta un sólo un hecho bruto, se confundiría con los árboles y
temor fundamental delante de la existencia, frente a con los guijarros, que no saben que existen. Conside-
raríarnos con indiferencia esas vidas opacas ! tran-
46 47
quilas. Pero el sub-hombre suscita el desprecio: es construido por hombres libres, experimentará tanto
decir, lo consideramos responsable de sí mismo desde
disgusto por los sub-hombres. [,a moral es'el triunfo
el momento en que le reprochamos no quererse, y en de la libertad sobre la facticidad. Y el sub-hombre no
efecto, ningún hombre es algo dado, sufrido paéiva-
realiza sinopla facticidad de su existencia. En lugar
mente. El rechazo de la existencia es todavía üna ma-
de agrandar el reino humano, opone a los proyectos de
nera de existir, y nadie puede conocer, viviente, lapaz
los otros hombres su resistencia inerte. En el mundo
de la tumba. En ello reside el fracaso del sub-hombre.
que devela tal existencia, ningún proyecto tiene sen-
Quisiera olvidarse, ignorarse, estar ausente del Írulr- tido, el hombre es definido como una fuga salvaie. El
do y de sí mismo, pero la nada que reside en el cora- mundo a sti alrededor es incoherente y desnudo. Nada
zón del hombre, es también la conciencia que tiene sucede jamás, nada merece un deseo o un esfuerzo. A
de sí mismo. Su negatividad se revela positivamente través de un mundo desprovisto de sentido, el sub-
como angustia, deseo, apelación, desgarramiento, pe-
hombre se encamina hacia una muerte que no hace si-
ro el sub-hombre elude este auténtico retorno a lo po- no confirmar su prolongada negación de sí mismo.
sitivo. Del mismo modo que de comprometerse en un En esta experiencia, sólo se revela la absurda factici-
proyecto, tiene miedo de una disponibilidad que lo
dad de una existencia que permanece por siempre in-
dejaria en peligro delante del futuro, en medio de sus justicada, puesto que no supo justificarse.
posibilidades. Por lo tanto, se ve obligado a refugiarse
Es en el hastío donde el sub-hombre experimenta el
en los valores siempre disponibles del mundo formal.
desierto del mundo. Y el carácter extranjero de un
P¡oclamará ciertas opiniones, se cobijará detrás de
universo con el cual no ha creado ningún lazo, susci-
una etiqueta. Y para ocultar su indiferencia, se aban-
ta también en él cierto temor. Aplastado por los acon-
donará voluntariarnente a violencias verbales e incluso
tecimientos presentes, se extravía delante de las ti-
a arrebatos físicos. Monárquico ayer, anarquista hoy,
nieblas del porvenir que agitan estremecedgres espec-
es de buen grado antisemita, anticlerical, antirepubli-
cano. Así, aún cuando lo hayamos definido coÍro re-
tros: la guerra, la enfermedad, la revolución, el fa-
cismo, el-bolchevismo. Estos peligros son tanto más
chazo y huida, el sub-hombre no es un ser inofensivo:
temibles en razón de ser indistintos. El sub-hombre
se realiza en el mundo como wa fuerza ciega, incon-
no sabe demasiado lo que tiene que perder, puesto que
trolada, que cualquiera puede captar. En los lincha- nada posee, pero incluso esta incertidumbre teÍterza
mientos, en los progroms, en todos los grandes movi-
su terror: lo que teme, de hecho, es que el choque con
mientos sangrientos y sin riesgos que organiza el fa-
natismo de Io formal y de la pasión, Ia mano de obra
lo imprevisto lo lleve a la angustiante conciencia de
sí mismo.
se recluta entre los sub-hombres. Por ello todo hombre
que se quiere libre en el seno de un mundo humano
Así, por fundamental que sea el temor de un hom.
bre delante de la existencia, aún cuando haya elegido
48 49
desde su edad más temprana iü

neqar su presenciu *
&undo, no Fodría Ai formal desde el momento en que se reuiega de la li-
podría borrar,: 1d;Jiffi i?l*," de gue exisre, ni bertad en provecho de fines que se pretenden abso-
y{i"J. de su liberád.
""ni""nre ;;ü
,

:
lutos.
,?""j":::I:".#I,?*t:xilh#:
positivamente.
;T;1" l
En razón de ser todo eso bien conocido, guisiéra-
mos tan sólo proponer algunos reparos. Se comprende
io gi ili":: lffi i*j,íf *#]ffi L:];T,lxi
",- su
con facilidad por qué de todas las actitudes inautén-
asumir libertad ticas ésta es la más expandida: porque todo hombre
"" "l .üL;#;1;".:.::r::::?^pl
Ia sociedad, se pierá;:;
j; ha sido anteriormente un niño; luego de haber vivido
sub¡etividad. Esta actitudgü#;:""Xff;:T"ffifi:X bajo la mirada de los dioses, de haberse prometido a
frr,rtaá g"scripta tan a
me- sí mismo la divinidad, no se acepta de buen grado ha-
I'xt".,nün:""r:Ui;r:*U:l'i*T¿lí"Tif;* ;
cerse en la inquietud y la duda simplemente un hom-
menología del Es[ui1r. bre. ¿Qué hacer? ¿En gué creerl A menudo, el adoles-
H"" á"*o.truao que el hom-
cente que no ha rechazado de antemano, como el sub-
,11:,-::ffi L::*:;'"'b';;;;i'nt"senciarf
-¿::: renteJ;- hombre, la existencia, se espanta, sin embargo, ante la
;"¿ ; ;;i ; ;?T,"x?:.ff :* fi 3::1 :i$u:
idea de hallar respuesta a estas preguntas. Luego de
rece bajo Ia fo"ma'áá G;;, ;l,i",r, fitosofía,lj:: una crisis más o menos prolongada, se vuelve hacia el
Iución, etc. pero, ve"daJ, mundo de sus padres o de sus maestros, o bien adhiere
""rro-
to que la causa ,o "rr"'".rr.ia fracasa, pues-
"n podrárJi;;;'individuo i a valores nuevos, pero que le parecen igualmente se-
gue existencia concrelu
y r"pu.uJu. I)espués endeianto guros. En lugar de asumir una afectividad que le arrto-
jaría peligrosamente delante de sí, la recltaza. La li-
sel, Kierk"guurJ v ñi"rl..r,ii"1i¡,u" se burlaronHe-
Ia engañosa torpáza d;l;;il;"1o"*ul. de :

quidación bajo una forma clásica: tranferencia, su-


Et ser u ti blimación, es un pasaje de lo afectivo a lo formal bajo
liffl ;,;l J,"il,i:ii:: É?i*i:,".,:,,"#,ffi HT"T:
baraza de su lihertaá-p+;;;ü;;o
r la propicia sombra de la mala fe. Lo que importa al
hombre formal no es tanto la naturaleza del ob¡eto
valores que serían ir"oirai"iáüJor. subordinarta a que prefiere a sí mismo, sino el hecho de poder perder-
ro,ugina que el I
se en é1. Aunque el movimiento hacia el objeto sea en
manera perrnanente: -'derec-üf verdad, por su carácter arbitrario, la afirmación más
como un ser escaoando ; .;;;rl#
ristre,
i radical de la subjetividad: creer por creer, querer por
"l-¿"rgr"ráierto.de la;r:
i;,utu,"r",u-¿llo'r,i { querer; es, desgarrando la trascendencia de su fin,
realizar su libertad bajo la forma vacía y absurda de
[f":'i"?"'r"J,Tuüo'"¿"iñ]ffi
er espiritu til;i libertad de indiferencia.
;i,tXÍt1",",1",t"
#hii:Éf:¿lT l La mala fe del hombre formal proviene de gue está
50
51
obligado sin cesar a renovar el renunciamiento
de esta un padre, un iefe, un miembro de la Iglesia Cristiana
lib-ertad. Eligio vivir en *u"áá i;¡;;iü"- * a
niño, los valores están "" realmente dadá.;'á-l;;ü"" o del Partido comunista.
formal debe disfrazar er-""i--i*to por er Si uno reniega de la tensión sub¡etiva de la liber-
cual se ros tad, se prohibe, evidentemente, guerer en forma uni-
da, como Ia mitómana que pretende
carta .le amor, que es ellá misma quien
;íil;";.
"t"i¿"",.e h há árr- versal la libertad en un movimiento indefinido. Desde
üado. Hemos indicado y" qr",-ár'"t ,rriu*;;" el momento en que rehúsa reconocer gue constituye
fonnal, ciertos adultos p"La"ir i. libremente el valor del fin que se plantea, el hombre
¿" fr"", ?;; ;;- formal se hace esclavo de este fin. Olvida que toda
llos a quienes se ha rehusado- "i"i"
t"¿o d;;;;;lo't'"
evasión, a guienes se esclaviza o se engaña. meta es al mismo tiempo un puntó de partida y que la
menos Ie permiten a un individuo ras
C;;"t. libertad humana es el fin último, único, al cual debe el
económicas y sociales actuar sobre el murrdo, "'i""r"rtuili* hombre destinarse. Concede un sentido absoluto a
mundo se ,e
;á;;;" este epíteto único gu€, en verdad, no tiene malor sefi-
mujeres que -presenta
como dado. Er;i;;;;;:;;; tido, si se lo considera aisladamente, que las palabras,
heredan una larga tradición d; ,;;;;;-
miento, y de quienes llamamts los humildes. alto, ba;o, derecha, izquierda. No designa más que
menudo mucho de péreza y de timid;;;;;;r:
Íi;; una relación y reclama un complemento: útil a esto o
ción, su buena fe no es absoluta. pero * i, aquello. El complemento mismo debe ser puesto en
en que existe, su libertad permanece disponible,
;áid" tela de juicio y, como vetemos más adelante, es en-
reniega. EIIos pueden, el,. su condición
,o ." tonces cuando se plantea todo el problema de la ac-
ignorantes, impotentes, considerar Ia
i" irr¿i.riároJ ción. Pero el hombre formal no pone nada en tela de
existencia y elevarse a una vida propiamente
i;;
"""¿áJ moral.
juicio. Para el militar, el ejército es útil. Para el ad-
ministrador colonial, la carretera. Para el revolucio-
Ducecle incluso que vuelven además Ia nario formal, la revolución. Ejército, carretero, r€vo-
libertad así con-
qurstada contra el objeto merecedor lución, productos convertidos en ídolos inhumanos a
de su respeto. Así
en Casa de muñeca, lu irrg"rr;J;¡ ¡rrfrntii-á"]; Ios cuales no se vacilará en sacrificar al hombre mis-
roina Ia conduce a una h;:
contra mo. Por ello, el hombre formal es peligroso: es natural
lo formal. Por el contrario, el hombre que"l
"e6ehOn ""g.ño;;
tiene los ins- gue se convierta en tirano. Desconociendo de mala
trumentos necesarios para evadirse de fe la subjetividad de su elección, pretende que a úa-
no quiere utilizarlos, consume su ribertad"rt" ""gáf"
y
a vés de ella se afirme el valor incondicional del ob¡eto.
Se hace a sí mismo formal, di.il;ü su ""rrirr"irJ.
sub¡etividaJ Y con un mismo movimiento, desconoce también el
bajo la armadura de los a"r""horlu" emanan
del uni- valor de la sub¡etividad y de la libertad de los otros,
verso ético por él reconocido. No .ro ho-br", siro ya que al sacrificarlos a la cosa, se persuade de que
"" lo gue sacrifica no es nada. El administrador colonial
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53
que ha elevado a la carretera a la altura de un ídolo, que no es capaz de existir stri garantía, Proust desta-
no tendrá escrúpulos en asegurar su construcción al caba con sorpresa gue un gran mádico, ür grat PrY
precio de un gran número de vidas indígenas. Ya que, fesor, se puástra a menudo, fuera de su especialidad,
¿qué valor tiene una vida indígena, ineficazpara cofrs-
desprovidto de sensibilidad, de ínteligencia, de hu-
truir carreteras, inepta o perezosa? Lo formal conduce maáidad. Es gue al haber abdicado sus libertades, no
a un fanatismo tan reprobable como el fanatismo de la les queda mái que su técnica. En aquellos dominios
pasión. Es el fanatismo de la Inquisición eue flo vá- donáe su técnicá no tiene valor, o bien adhieren a los
cila en imponer su credo, es decir, un movimiento in- valores más corrientes, o bien no se realizan más que
terior, mediante presiones exteriores. Es el fanatismo como huida. El hombre formal absorbe obstinada-
de los Vigilantes de América, que defienden la mora- mente su trascendencia en el ob¡eto gue obstruye el
lidad por medio de linchamientos. Es el fanatismo po- horizonte, que cierra el cielo. El resto del mundo es
lítico que vacía a la política de todo contenido humano un desierto sin. rostro. Aqui se ve, [rLa Yez más, como
e impone al Estado, no para los individuos, sino con- tal elección se confirma de inmediato. Si es que no
tra ellos. existe el ser más que bajo la forma, por ejemplo, del
Para justificar lo que estas conductas tienen de ejército, ¿cómo podría el militar querer otra cosa que
contradictorio, de absurdo, de escandaloso, el hombre no fuera-la multiplicación de los cuarteles y las 1a-
formal se refugia de buen grado en una réplica de lo niobras? Ninguná voz se eleva de zonas abandonadas
formal, pero es a la formalidad de los otros eue re- en las cuales nadá podemos cosechar porque nada ha
plica, no a la suya propia. Así, el administrador colo- sido sembrado. Desde el momento en que deia el es-
nial no ignora el juego de la ironía: pone en tela de tado mayor, el vieio general se vuelve sordo. Es por
juicio la felicidad, el confort,la vida misma del indí- ello que'si el hombre formal se encuentra separado
gina, pero reverencia la Carretera, la Economía, el de sus fines, su vida pierde todo sentido. Por lo común
Imperio Francés, se reverencia incluso a sí mismo co- no apuesta todo a una sola postura, pero si-llegá o su-
mo servidor de tales divinidades. Casi todos los hom- ceder que el fracaso olaveiez arruinen todas sus jus-
bres formales cultivan una provechosa ligereza. Co- tificaciones, entonces, a menos que se produzca una
nocemos bien la alegría de buena ley de los católicos, conversión siempre posible, no le queda más recurso
el "sentido del humor" de los fascistas. Existen tam- gue la huida. Arruinado, deshonrado, este hombre
bién quienes no experimentan la necesidad de tal ar- importante no es más que un "hombre liquidado", se
ma, enmascaran la incoherencia de su elección por confunde exactamente con el sub-hombre, a menos
medio de la huida. Desde el momento en que el Idolo que ponga fin, mediante el suicidio, al suplicio de su
no le concierne más, el hornbre formal se desliza hacia libertad.
la actitud del sub-hombre. Se contiene de existir, por- Por rnedio del miedo el hombre formal experimenta

54 55
e-sta dependencia con relación al obieto. y la Drimera
de sus virtudes es asus ojo_s Ia p",rá"*i". ñJ;r..p; ximo al espíritu formal, P,'€s en lugar de rcalizar
a Ia angustia de la libertad más gue para caer en'la su negatividad como movimiento vivo, concibe su
preocupación, el cuidado. Todo Íe amenaza, puesto anigui[ación de una manera sustancial. Quiere no
que la cosa erigida en idolo, siendo exterioridaá,-;; ser iada y esa nada con la que sueña es todavía una
encuentra en relación con el universo entero, está por especie dá ser, exactamente ia antítesis hegeliana del
lo tanto amenazado por el universo entero. y .oilo, sá, .rn dato inmóvil. El nihilismo es lo formal decep-
a despecho de todas-las precauciones, no será nunca cionado y volviéndose contra sí mismo. Tal elección
el amo de ese mundo exterior al cual hu co".errtiá;; no se encuentra en quienes, experimentando la exis-
someterse, será sin cesar contrariado por el curso in- tencia como alegría, asumen su gratuidad. Aparece,
controlable de los acontecimientos. Sin cesar ." ¿"- ya sea en el momento de la adolescencia, cuando el
clara defraudado, pues su voluntad de fiia;"i;"i*"- individuo al ver desmoronarse su universo de niño,
so en cosa, está desmentida por el movimiento mismo siente la carencia que hay en su corazón, o bien más
de Ia vida. El futuro disputára sus éxitos presentes, tarde, cuando han fracasado las tentativas pora rea-
sus niños le desobedecerán, voluntades extrañas se lizarse como ser. En todo caso, en hombres que de-
opondrá1a Ia suya, será presa del mal humor seen liberarse de la inquietud de su libertad, negando
acritud. Sus mismos éxit-os tendrán gusto a tá;
i; al mundo y a sí mismos. Mediante ese rechazo, se
ceniza. aproxima al sub-hombre. La diferencia reside en que
Puesto que lo formal es una de las oraáeru. de buscar
la síntesis imposible del en sí y del para sí. H ho;b;; su retroceso no es original. De antemano, se arroja-
tormal se qrri¿¡s dios: no Io es y lo sabe. euiere librar- ron en el mundo, incluso a veces con generosidad;
existen, y lo saben.
1" d" su subjetividad, -pero ésta, sin cesar, ur"ürg,
desenmascararse, se desenmascara. Sucede que, en su decepción, un hombre conserve
Trascendi"rráo una especié de adhesión por el mundo formal. Asi es
lgdos los fines, la-reflexión se pregunta: ¿para qué?
Entonces estalla el absurdo de una"vid; qilil É;;: como, án el estudio que le ha consagrado, Sartre des-
cado fuera de sí las justificaciones que ,át" cribe a Baudelaire. Baudelaire experimenta un agudo
t r- rencor en relación con los valores de su infancia, pero
piera podido darse. Separados de la iib"ráá "llu il-
biera podido fundarlos auténticamente, todos'los ñ; ese rencor encierra todavía el respeto: sólo el des-
fi- precio libera. Él tiene necesidad de gue el universo
nel pers,eguidos se presentan arbitrarios, inútiles, que rechaza se perpetúe, a fin de detestarlo 1z €scar-
Este fracaso de- lo formal apareja por veces un
trastrocamiento radical. consciente de -no poder ser iecerlo. Es la actitud del demoníaco, como la ha des-
nada, el hombre decide entonces no ser ,rudu. Es la crito también |ouhandeau: uno conserva con empe-
actitud que llamamos nihilista. EI nihilista cinamiento los valores de la infancia, los de ura so-
"rta-p"* ciedad o una Iglesia, con el fin de poder meflospre'
56 57
. ....
,,

ciarlos" EI denaolíaco está aún cerca de


lo formal, de la existencia. Si uno no se resigna al suicidio, se
dgseg creer en ello, lo
Se experimenta"""rirrá
i;;;o;áá,i"il'll desliza fácilmente hacia una actitud más estable que
::!"8": como negación y como liber-
Eo, pero no realiza esta libertad como liberación el rechazo crispado del nihilismo. El surrealismo nos
po- pro\¡ee un ejemplo histórico y concreto de las di[e-
sitiva.
Podemos ir mucho más lejos en el rechazo, rentes evoluciones posibles. Algunos de sus adeptos,
_ em-
pleándonos no en escarnecer, sino como Veché, Crevel, debieron recurrir a la solución
en aniquilar al mun-
do rechaz3do y a nosotros mismos con é1. radical del suicidio. Otros, destruyeron su cuerpo y
Este hom- arruinaron su espíritu pormedio de las drogas. Otros
Dre, por eiemplo, que se da a una causa
gue sabe per- lograron una especie de suicidio moral: a f.uerza de
dida, eligio cónfundi, at
-undá ti u,o á"lil;ñ-
tos, que lleva en sí el germen de su ruina, despoblar el mundo a su alrededor, se encontraron
tiéndose en ese univer'so
.o*prá*"- en medio de un desierto, rebajados ellos mismos al
y condenándose nivel de sub-hombr€s, yEl no tratan de huir, se han
con é1. Otro consagra su "orrd"rrJo
tiempo y sus fr;;;;;;;
empresa que no estaba de antemano evadido. Hay también quienes buscaron de nuevo la
destinada al fra-
Re¡o que. él mismo se encarniza en arruinar. seguridad de lo formal. Se han ordenado, eligiendo
f$fo,
\_rrro, aun, reniega, uno,después de otro, arbitrariamente como refugios el matrimonio, la polí-
sus proye_ctos, dásga¡andololen r*,ltrpf",
de todos tica,la religión. Ni siquiera los surrealistas gue gui-
y anulando con elÍo'sistematicamente'lo, firies ñrñil; sieron permanecer fieles a ellos mismos, pudieron evi-
avizora. La constante negación de É-p;l;br" orJ
tar el retorno a 1o positivo, a lo formal. La negación
palabra, del acto por el u""t", ¿"iurte por ili; de los valores estéticos, espirituales, morales, devino
el arte, ha
hallado su realizaéión en ra incoherlncia una ética. I-a carencia de reglas, una regla. Se asistió
dadaísta. Al
aplicar una consigna de ¿".orá1" ¿" a la edif¡cación de una nueva Iglesia con sus dogmas,
obtuvo una abolic"io" á" ,J;; las ,tonductas,
;ü;;;,:;
por lo sus ritos, sus fieles, sus predicadores e incluso sus
tanto de todos los fines y d" urro mártires. Ya no hay nada de destructor, hoy, en Bre-
-ismo.
_Pero esta voluntad de ,r"gr.i-or, .e da un desmen- ton; es un papa. Y como todo asesinato de la pintura
que en Lo*"rrto en que se des- es aún un cuadro, muchos surrealistas se encontraron
Ir{^"_l"lf"ruo,.y.,
pllega se manitiesta como"l presencia. Impiica por
lo con que eran autores de obras positivas: su rebelión
t-anto una tensión constante, inversamente
simétrica se convirtió en la materia sobre la cual se edificó su
de la tensión existenciar, y Áár-á.urosa. pues
si bien carrera. Por último, algunos entre ellos supieron, en
es.cierto que el hombre no es, es también
un auténtico retorno a lo positivo, realizar su liber-
lara realizar ";;il;;;
positivamenre su negatividad
sera Inecesario
,":l.l:
re tad. Le dieron un contenido sin renegar de ella. Se
contradecir sin cesar er móvimiento comprometieron, sin perderse, en una acción política,

58
59
en investigaciones intelectuales o artísticas, en una riencia auténtica, a partir de la cual
la única solución
vida familiar o social. posible es asumir lá ca'encia' dar raz6t
al hombre'
que no existe'
La actitud del nihilista no puede perpetuarse como que existe, contra la idea de un Dios
tal a menos que se descubra, en su mismo corazón, Por el contrario -;;;;";iu-tta"
G¡ites
como positividad. Al rehusar su existencia el nihilista en su
"t Lt}"b.-a
decepción'. Eligió'
de ello- Drieu se empecinó
hom'
debe rehusar también las existencias que la confir- de
en su odio a t¡ *it*, rehusar su condición a todos
man. Si se quiere nada, es necesario también que toda
bre, 1o que lo .";á;,; u ááiut
junto consigo
Ia humanidad sea aniquilada. Si no, por la presencia i";'#lñr. cirt"r' no conoce satisfacción alguna
de ese mundo que otro revela, se reencuentra consigo los obreros espá'-
hasta el momento en que tira sobre conJu t?1-
mismo como presencia en el mundo. Pero esta sed de compara
ñoles y ve correr una iangle que
destrucción toma asimismo la figura de una voluntad .,"o rerlentora det;.t.'"Coá" si la única salvación
de poderío. El gusto de la nada se encuentra con el ffii:ilffiü"*lr,*i* * tu muerte de,otros hom-
t; ct'-pliese' al. [in' la perfectd rre'
gusto original del ser, por el cual todo hombre se de-
finiO de antemano. Se realiza como ser convirtiéndose
ffiá ;J *;i hUá llevado. al
gación. Es natur;i-q"" 9tt",9amino
en aquello por lo cual la nada viene al mundo. Así, p-ara Drieu la ruina
colaboracio.tir-o].I-confundirse
el nazismo era a la vez voluntad de poderío y volun- ;;;;;;" J"tltt'¿o con la anulación de sí mismo'
tad de suicidio. Históricamente, podemos hallar en él LIn fracaso condu¡o a.dar a su vida la cott'
-re;il;t"tdiulé.ti"umente:
muchas otras cosas más, y en especial, además del el sui-
clusión que"rt",iotlo
esta
negro romanticismo que incitó a Rauschnig a intitular
-'1;
cidio. a tta-
su obra La reuolución del nihilismo, hallamos también actitud nihilista manifiesta cierta verdad:la con-
una sombría formalidad. Es que el nazismo estaba la ambioüedad de
vés de ella se
puesto al servicio del pequeño-burgués formal. Pero "xpe;táta
dición humana. FL'o el error en que.define
'"'á"
es interesante destacar que su ideología no hacía im-
posible esta alianza, pues lo formal se alía a veces
.i-ho*br" ,,o .oáo t" "TlT::#:i:t5ri:""t:
carencia, sino como una carencla
con un nihilismo parcial, negando todo aquello que la existencia, eo tanto que enqueverdad la existencia
no es su objeto, a fin de disimularse las antinomias no se hace carencia en ianto tal' Y si la-liber-
de re-
de Ia acción.
Un ejemplo bastante puro de este nihilismo apasio-
tad se experimenta aquí como una formaEl nihi-
chazo,no se ll"t'u--u dabo auténticamente'
nado, es, como sabemos, Drieu Ia Rochelle. La ualíja
uacía es el testimonio de un hombre joven que expe-
lirtu ti"r," razón i1 ,"*= :T *,#T*: :: i:i::
ninguna iustificació{, Y 9ue et r
rimentaba de una manera aguda el hecho de existir p"rá ái"iáu qr" á ct le áorresponde
-forma iustificar el rtrtln-
como carencia de ser, como no ser. Esta es una expe-
do y hacerse valiósa' En lugar de
"ittit-""
60 6t
integrar la muerte a la vida, ve en ella la sola verdad bre un fondo de desesperación nihilista, o gue tazca
de la vida,- gue no se le aparece más que como una directamente de la experiencia de las horas felices de
muerte disfrazada. Sin embargo, la vida existe, y el la infancia, siempre implica gue la libertad se realiza
nihilista se sabe vivo, y en ello reside su fracáso: como independencia frente a un mundo formal, y que,
rechaza la existencia sin lograr abolirla. Niega todo además, la aübigüedad de la existencia se experimen-
sentido a su trascendencia y sin embargo se trascien- ta no como una carencia, sino bajo su figura positiva,
de. Un hombre ávido de libertad puéde hallar un Esta actitud encierra dialécticamente la iefutación de
aliado en el nihilista, porque ambos rechazan con- 1o formal por parte del nihilismo, la del nihilismo por
juntamente el mundo de lo formal. Pero ve también
Ia existencia como tal. Pero, por cierto, la historia con-
en _él un enemigo, elr tanto el nihilista significa un
creta de un individuo no se identifica necesariamente
rechazo sistemático del mundo y del hombré. Y si ese
con esta dialéctica, desde el momento en que sü con-
rechazo concluye en voluntad positiva de destrucción,
dición se le hace presente por completo a cada ins-
se instaura entonces ufra tiranía contra la cual debe tante y que su libertad frente a ella es total en cada
alzarse la libertad.
instante. Desde la adolescencia, un hombre puede
La falta fundamer.rtal del nihilista es que, r€cüsarr- definirse como aventurero, la unión de una original
do todos los valores dados, no encuentra, más alla de
vitalidad generosa y de un escepticismo reflexivo
su ruina, la irnportancia de este fin universal, abso- conducirá más particularmente a esta elección.
luto, que es la libertad. misma. Puede suceder que en Esta elección está bien cerca, lo vemos, de una
este fracaso un hombre conserve al menos el gusto actitud auténticamente moral, El aventurero no se
de una existencia que experimenta originalmenté co- propone ser. Se hace deliberadamente carencia de
mo alegría. Al no esperar ninguna justificación, se ser, encara expresamente la existencia. Comprometi-
complacerá p9r io menos en vivir, no se distraerá por
do en su empresa, eslá, al mismo tiempo, separado
las cosas en las cuáles no cree. Buscará en eilaá el del fin. Triunfe o fracase, se arrojará en una nueva
pretexto para un despliegue gratuito de su actividad.
empresa a la que se entregará con el mismo ardor in-
Un hombre semejante ei Io que se llama corriente- diferente. No es de parte de las cosas que espera la
mente un aventurero. Se arroja con ardor en empre- justificación de su elección. Considerándola en el mo-
sas: exploración, conquistas, §Juerra, especulaiión, mento de su subjetividad, tal conducta resulta con-
amor, política, pero no se adhiére al fin avizorado, forme a las exigencias de Ia moral, y si el existencia- ,,.'.
sino sólo a su conquista. Ama la acción por la acción.
lismo fuese, como generalmente se pretende, un solip-,'
Encuentra su alegría en desplegar a &ávés del mun- sismo, debiera consagrar al aventurero como a su hé-
do una libertad que permánecelndiferente á sü con- roe más realizado.
tenido. Sea gue el gusto de la aventura ápár€zco so- Es necesario antes destacar que la actitud del
62 63
aventurero no es siempre pura. A través de las apa- a los hombres. Lo que distingue a la aventura de un
riencias del capricho, hay muchos hombres gue per- simple juego, es que el aventurero no se limita a af.k-
siguen con total formalidad una finalidad secreta: mar solitariamente su existencia. La afirma con rela-
foituna, por ejemplo, o gloria. Proclaman su escepti- ción a otras existencias: le es necesario tomar par-
cismo con relación a los valores reconocidos, rro to- tido.
man la política en serio, se autojustifican para _ser Son posibles dos actitudes. Puede tomar concien-
colaboralionistas en el4.l, comunistas en el 45. Y es cia'de las verdaderas exigencias de su propia liber-
verdad que se burlan de los intereses franceses, de tad. Ésta no puede quererse más gue destinándose
los del proletariado, pero están adheridos El sü co- a un porvenir abierto, tratando de prolongErrse me-
rreÍa, a su éxito. Este arrivismo sin escrúpulos está diante la libertad de los otros. Es necesario entonces,
en las antípodas del espíritu de aventura, puesto que en todo caso, respetar la libertad de los otros hom-
el gusto dá la existencia no es nunca experimentado bres y ayudarlos a liberarse. Una ley similar impone
aquí en su gratuidad. Sucede también que el amor límites a la acción y, al mismo ¿iempo, le da de inme-
auténtico por la aventura esté inextricablemente mez- diato un contenido: más allá de lo formal rehusado,
clado con una adhesión a los valores formales: Cor- se encuentra una auténtica gravedad. Pero el horybre
tés y los conquistadores servían a Dios y al-empera- que actúa de ese modo con el fin de liberarse a sí
dor, a la vez que servían a su propio placer. La aven- mismo y a los otros, que se esfuerza por respetar este
tura puede estar también penetrada de pasión. El fin a través de los medios que emplea para alcanzav
gusto de la conquista se alía a menudo sutilmente al lo, no merece ya el nombre de aventurero. No pen-
áe la posesión. Don ]uan, ¿gusta solamente seducir? samos, por ejemplo, en aplicarlo a un Lawrence, tan
avaro de la sangre de sus compañeros, tan respetuoso
¿No ama también a las mujeres? E, incluso, ¿no bus-
ia quizás una mujer capaz de satisfacerlo? cle la vida y de la libertad de los otros, tan atormen-
Pero aun cuando consideremos a la aventura eir es- tado por los problemas humanos que toda accióil sú-
tado puro, nos parecerá satisfactoria sólo en ün ltro- pone. Es entonces cuando uno se encuentra eo pre-
mentó subjetivo que es en verdad un momento total- sencia de un hombre auténticamente libre.
mente abstracto. El aventurero en su camino eflcuefl- Aquel que llamarnos aveáturero, por el contrario,
tra siempre a los otros. El conquistador se encuentra es el que permanece indiferente al contenido, es de-
con los indios. El condottiero se abre una ruta a tra' cir, al sentido humano de su acción, aquel que cree
vés de la sangre y de las ruinas. El explorador- tiene poder afirmar su propia existencia sin tener eo cüeir.
camaradas ett su torno o soldados bajo sus órdenes- ta la de los otros. Poco le importa al condottiero la
Frente a todo Don |uan están las Elviras. Toda em- suerte de ltalia, a Pizano las masacres de los indios.
presa se desarrolla en un mundo humano e interesa a Don fuan las lágrimas de Elvira. Indiferentes al

64 65
fin que se proponen, son más indiferentes aún a los servidor o incluso en valet, alienando una libertad
medios necesarios para alcanzarlo: no se preocupan oue no Duede realmente confirmarse como tal si no
más que por su placer o por su gloria. Esto implica reviste s, figuta verdadera. Por ha]er- querido limi'
que el aventurero comparte el desprecio del nihilista tarla a sí miima, por haberla vaciado de todo conte-
por los hombres, incluso por este desprecio cree des- nido corrcreto, no la realiza más que como una inde-
prenderse de la condición miserable en la cual penna- ,pendencia abstracta gue se convierte en servidumbre'
neqen los que no imitan su orgullo. Nada le impide bebe someterse a amos, a menos que se convierta él
entonces sacrificar esos seres insignificantes a su mismo eh el amo supremo. Son suficientes unas pocas
propia voluntad de poderío. Los tratará como instru- circunstancias favorables para transformar al aven-
mentos, Ios destruirá si se convierten en obstáculos. turero en dictador: él lleva en si el germen, puesto
Pero entonces aparecerá a los ojos de los otros como oue considefa ala humanidad como la materia indite-
un ene-igo, su empresa ya no es sólo un desafío indi- rente destinada a soportar el iuego de su existencia'
vidual: es un combate. No puede ganar la partida Pero lo que conocerá entonces'seÉ la suprema escla-
sin convertirse en tirano o verdugo. Y como rro szl- vitud
- de la tiranía.
bría ímponer sin ayuda esta tiranía, se ve obligado iá critica dirigida por Hegel al tirano se aplica
a sen¡ír al régimen que le permitirá ejercerla. Le son al aventurero en Ia medida en que él mismo es tirano
necesarios dinero, armas, soldados, o bien el apoyo ;ú.i; menos cómplice d-el gpiesor: ningún hombre
de Ia policía y de las leyes. No es el azar, sino una puede salvarse solo. Sin duda, en el curso mismo de
necesidad dialéctica lo que conduce al aventurero a L__ u..iO", el aventurero puede conocer una-alegría
mostrarse complaciente con todos los regímenes que que se baste a sí misma, per.o ufla Yez concluida la
Cefienden los privilegios de una clase o de un par- é-pr".u, y fi¡ada tras él como cosa, es necesario'
tidq, y más particularmente con los regímenes totali- para que peÍmatezca viva, que-uta intención humana
tarios y con el fascismo. Tiene necesidad de fortuna, ia arrime á" ,r.r"',ro, la trascíenda hacia el futuro me-
del ocio, del placer, y tomará esos bienes como fines diante el reconocimiento o la admiración' Al morir'
supremos para estar en condiciones de permanecer tláu-t" vida entera lo que el aventurero abando-
Iibre respecto de todo fin. Por ello, confundiendo una "t
nará en manos de los hombres. Ella no tendrá otro
disponibilidad totalmente exterior con la verdadera sentido que el que éstos le acuerden' El lo sab€'-ptl€s-
libertad, cae, bajo pretexto de independencia, en la to t"" .á d"t"¡be a sí mismo, y a menudo incluso a
servidumbre del objeto. Se alineará junto a los regí- través de los libros. Muchos desean legar a la poste-
menes que le garanticen esos privilegios y preferirá ridad, a falta de una obra, por lo menos su propia
aquellos que lo confirmen en su desprecio respecto al figura. Tienen necesidad, mientras viven, al menos
común de los hombres. Se convertirá en cómplice, en J; it aprobación de algunos fieles. Olvidado, detes'
66 67
tado, el aventurero pierde el gusto por su propia exis-
tencia. Posiblemente sin saberlo, es nuevamente a ser amado sea admirado ob¡etivamente, se prefiere
través de los otros que aquélla le parecia tan pre- pensarlo desconocido, ignorado: se piensa en opro-
ciosa. Ella se quería una afirmacíón, un ejeáplo piárselo primero si se es el único en descubrir sus va-
frente a la -humanidad, pero resulta vana e in¡ustifi- lores. Esto es lo que toda pasión presenta de autén-
cada una vez vuelta sobre sí misma. tico. Aquí se afirma de modo evidente en su forma
Así, el aventurero esboza una conducta moral por- positiva el instante de la sub¡etividad en su movi-
gue asume positivamente su sub¡etividad, péro si re- miento hacia el obieto. Sólo cuando la pasión se de-
húsa con mala fe reconocer que esta sub¡átividad se grada en necesidad orgánica cesa de elegirse, pero
trasciende necesariamente hacia los otros, se ence- en tanto permanece viva, es la sub¡etividad la que la
rrará en una falsa independencia que será en realidad anima: sino por orgullo, al menos por complacencia
servidumbre. Para el hombre librá, no será más que o por obstinación. Al mismo tiempo gue asunción de
un aliado del azar al cual no otorgará confian ru, .án- esta subjetividad, es también develamiento del ser.
virtiéndose fácilmente en un enemigo. Su falta con- Contribuye a poblar el mundo de objetos deseables,
siste en creer que puede conseguir algo para sí sin de significaciones emotivas. Sólo en las pasiones que
Ios otros, e incluso contra ellos. llamaremos maniáticas para distinguirlas de las ge-
El hombre apasionado es en cierto modo la anti- nerosas, la libertad no encuentra su auténtica figura:
tesis del aventurero. También en él se bosqueja la el apasionado busca la posesión, trata de alcanzar el
síntesis de la libertad y su contenido. Pero mientras ser. Se ha descrito su fracaso, y este infierno que él
gue en el aventurero es el contenido el que no alcanza mismo se crea. Hace brotar en el mundo algunas ri-
a realizarse auténticamente, en el apásionado es la quezas insólitas, pero al mismo tiempo lo despoia.
strbjetividad Ia que fracasa en confirmarse a sí misma. Fuera del proyecto que ha encarado nada existe, y
-
Lo que caracteriza al apasionado es que coloca al nada podría incitarlo a modificar su elección. Al ha-
ob¡eto como un absoluto, no somo el hombre formal ber comprometido toda su vida en un objeto exterior
Sopo cosa desprendida de é1, sino en tanto que deve- que puede escapársele sin cesar, experimenta trági-
Iada por su subjetividad. Hay transiciones entre lo camente su dependencia. Y aun cuando no se oculte
formal-y la pasión: una finalidad querida primero con de manera definitiva, el objeto no se da jamás. El
rniras _formales puede convertirse en ob¡e[o de la pa-
apasionado se hace carencia de ser, no para tenet
sión. A Ia inversa, una adhesión apasionad. prád" ser, sino para ser. Y permanece a distancia, y no se
convertirse en vínculo formal. Pero la pasión ierda- siente nunca colmado.
dera reivindica la subjetividad de su compromiso. En
Es por ello que al mismo tiempo que admiración,
la pasión amorosa, en particular, no ," á"r"" que el el apasionado despierta cierto horror. Admiramos el
orgullo de una sub¡etividad que elige su fin sin ple-
68
69
garse a ninguna ley extraña, y el despliegue precioso que toda adhesión al mundo formal se realiza a fra.
del objeto develado por Ia Íueua de esta afirmación, vés de tendencias y complejos rechazados. Así, la
pero consideramos también como enemiga a la sole- p_asión maníaca representa un daño para quien la
dad en que esta subjetividad se encierra. Al haberse elige, y para los otros hombres es una-de las formas
retirado a una región particular del mundo, al no tra- de la separación que divide a las libertades. Conduce
tar de comunicarse con los otros hombres, esta liber- a la_ lucha _y a la opresión. Un hombre que busca el
tad no se realiza más que como separación. Todo diá- ser lejos de los otros hombres lo busca óontua ellos,
logo, toda relación con el apasionado es imposible. al tiempo que se pierde él mismo.
A los ojos de quienes desean una comunión de liber- -
Sin embargo, puede bosquejarse una conversión en
tades, aparece como un extraño, como un obstáculo: el centro mismo de la pasión. Es necesario que el apa-
opone una resistencia opaca al movimiento de la li- sionado acepte esta distancia al objeto qre coniti-
bertad que se quiere infinito. El apasionado es no tuye su tormento, en lugar de querer vanamente abo-
sólo facticidad inerte, está, él también, en el camino lirla: es la condición paia el dávelamiento del objeto.
de la tirania, Sabe que su voluntad no emana sino El individuo encontrará entonces su alegría en el mis-
de é1, pero puede, no obstante, pretender imponerla mo desgarramiento que lo separa del ser cula caren-
a los otros. Se autorizapor ello a un nihilismo parcial: cia siente. Así, en las cartas de Mlle. de Lespinasse
sólo el objeto de su pasión le parece real y pleno, el hay un tránsito constante del dolor a la asuniión de
resto es insignificante. ¿Por qué entonces no traicio- este mismo dolor. La enamorada describe sus lágri-
nar, asesinar, violar? Nunca se destruye nada. El mas, sus torturas, pero afirma que quiere su desdi-
universo entero es aprehendido sólo como url corl- cha: es para ella también una fuente de delicias. Se
junto de medios o de obstáculos a través de los cua- complace en que a través de la separación el otro se
les se trata de alcanzar la cosa en la cual se ha com- le presente como tal. Se complace-en exaltar, con su
prometido el ser. Al no destinar a los hombres su mismo sufrimiento, esta existencia extraña que eliqió
libertad, el apasionado no los reconoce como libres: como digna de todos los sacrificios. Es sólo lomo Jx-
no vacilará en tratarlos como cosas. Si el ob¡eto de traño, como prohibido, en tanto gue libre, gue el otro
su pasión interesa al mundo en su coniunto, esta tira- se devela como otro. Y amarlo auténticamente, es
nía se convierte en fanatismo. En todos los movimien- amarlo en su alteridad y en esa libertad por la cual se
tos fanáticos existe una parte formal. Los valores in- escapa. EI amor_es entonces renuncia á toda pose-
ventados por ciertos hombres en la pasión del odio, sión, a toda confusión. Renunciamos a ser a fin de
del miedo, de la fe, son pensados y queridos por otros que exista ese ser que no se es. Tal generosidad no
homb¡es como realidades dadas. Pero no hay fana- p-uede entonces ejercerse en provechó de cualquier
tismo formal que no tenga una base pasional, puesto objeto. No podríamos querer en su independen.i" y

70 71
su separación una cosa pura, puesto que la cosa no universal de todos los aspectos
-de de lo formal, pelo sin
posee independencia positiva. Si un hombre prefiere hundirse en la angustia la pura négación' Posee
la tierra que ha descubierto a la posesión de esa tie- un valor superior,irniversal, iniemporal, que sería.la
rra, un cuadro o una estatua a su presencia material, verdad ob¡étiva, y correlativamente, el crítico se de-
es en tanto se le presentan como posibilidades abier- fine positivamentl a sí mismo como la independen-
tas a otros hombres. La pasión sólo se convierte en cia dll espíritu. Fi¡ando en realidad positiva el movi-
libertad auténtica si a través del ser percibido miento nágativo áe refutación de los valores-, fiia
-cosa
u hombre- se destina su existencia a otras existen- también có"mo presencia positiva la negatividad pro-
cias, sin pretender disimularlo en la densidad del pia de todo espíritu. Cree escapar así a toda crítica
en-sí. terrestre, no tiene para elegir entre la ruta y el indí-
Vemos entonces que ninguna existencia puede rea- qena, entre Norteámérica y Rusia, entre la produc-
lizarse plenamente si se limita a sí misma: reguiere .iOn y la libertad. Comprende, domin a y techaza, .9'
la existencia de otro. La idea de tal dependencia es- ,o*br" de la verdad total, las verdades necesaria-
tremece. Y la separación, la multiplicación de exis- mente parciales gue descubre todo compromiso hu-
tencias suscita problemas más inquietantes. Se con- mano. Pero la ambigüedad está en el centro de su
cibe que hombres conscientes de los riesgos y de la misma actitud, puesó que el espíritu independiente
inevitable parte de fracaso que implica todo com- es aún un hombre con su situación singular en el
promiso en el mundo, pretendan realizarse fuera del mundo, y lo que él define como verdad ob¡'etiva, es
mundo. Le está permitido al hombre separarse de este el ob¡eto de su propia elección-. Sus críticas caen en
mundo mediante la contemplación, pensarlo, e inclu- el mundo de los'hombres singulares. No describe so-
so crearlo de nuevo. Algunos, en lugar de construir lamente: toma partido. Si nó asume la sub¡etividad
su existencia a través del desarrollo indefinido del de su juicio, caérá indefectiblemente en la trampa de
tiempo, se proponen afirmarla bajo su aspecto eterno lo formal. En lugar del espíritu independiente que
y llevarla a cabo como un absoluto. Confían superar pretende ser, no Ls más 9!e e] servidor vergonzoso
así la ambigüedad de su condición. Así, muchos inte- i" rlrru causa a la cual no ha elegido adherirse'
lectuales buscan su salvación mediante el ejercicio de El artista y el escritor se esfuerzan de otra manera
la crítica, o mediante una actividad creadora. Dor suDerar'la existencia: intentan tealizarla como
Hemos visto que el ser formal se cuestiona a sí un absoluto. Lo que hace su esfuerzo auténtico es
mismo por el hecho de no poder asir totalmente lo que no sé proponei alcattzar el ser. Por ello se distin-
formal. Se desliza así hacia un nihilismo parcial. Pero guen de un iágeniero o de un maníaco. 14 9ue bus-
el nihilismo es inestable, tiende hacia lo positivo. El ian fi¡ar y haier pasar a la eternidad es la existen-
pensamiento crítico pretende realizar una refutación c¡a. fÁ pálabr", él fiazn, incluso el mármol indican

72 73
al ob¡eto en tanto que ausencia. Sólo en Ia obra de
arte Ia carencia de sór se vuerve a ro positivo. Ei ti¿m- puéde decirse que el hombre libre quiere la libertad
po es detenido, surgen formas claras, ,ig"iiiá;"L para develar al ser, ni el develamiento del ser para
terminadas. En ese retorno, la existenci-a se confir- alcanzar la libertad: son dos aspectos de una misma
ma, planre? su_ p,ropia significación. a áfiá;; ;;i&; realidad. Y cualquiera sea el gue se consideÍe, arfr-
ttant cuando definió al arte como .,una finalidad sin bos implican la relación entre cada hombre y los otros.
fin". Del hecho de que ha constituido así ,"-áUi"i" Esta relación no se revela a todos de repente. Un
v hombre joven se quiere libre, quiere poseer el ser.
absoluto, el creador se siente tentadá-aá;id;;il;
Esta generosidad espontánea que lo arroja con ardor
él mismo como absoluto. el
¡ustifiá ;i ;"J;,;-ñ;;: en el mundo puede aliarse con lo que denominamos
fS.por
tanto que no tiene necesidad de nadie pu"á ir._
trtrcarse. pero, en realidad, el esfuerzo créadoí corrientemente egoísmo. A menudo el joven no apre-
hende de su relación con los otros sino el aspecto me-
auténtico en tanto que movimiento hacia Ia erisien- "" diante el cual el otro se nos aparece como enemigo.
cia confirmándose a sí misma. Si la obra se
";;;¿
en un ídolo mediante Ia cuar el artista cree arcanr"iii Pues en verdad es también un enemigo. En el prefa-
como ser, reafirma en torno de sí el universo d¿-i; cio de La experíencia ínterior, Georges Bataille pone
formal, cae en la ilusión q.re Hegel A;;#;r;;i; de relieve con mucha fuerza que cada individuo guie-
describió a la raza de rós "aniáales i"t"i".tráiu.;I re ser Todo. En cada hombre, y particularmente en
hay para gl hombre-"r"f""Ledio de evadirse aquellos cuya existencia se afirma con mayor vigor,
oe, No.
este mundo. Es en este mundo donde le es nece- ve una limitación, una condenación de sí mismo.
sario "Cada conciencia persigue la muerte de la otra", di¡o
los escollos que acabamos d; ;"ñ;-
Iar- -evitando
realizarse moralmente. És necesario que la ii- Hegel. Y en efecto, a cada instante, otro me sustrae
bertad se proyecte hacia su propia realidad,'u t"u"¿, el mundo entero¡ el primer impulso es odiarlo. Pero
cte un contenido en el cual funda su valor. este odio es ingenuo y la envidia se cuestiona pronto
Un fin no a sí misma. Si verdaderamente yo fuera todo, no ha-
es valioso sino medianre un retorno . i" ii¡"il"J-qrá
Io ha planteado y que se quiere a través de ¿1. páro bría nada a mi lado, el mundo estaría vacío, no ha-
esta wolun-tad implica gue Ia libertad no se aqlutine bría nada que poseer e incluso yo mismo no sería
en algún Iin y menos aún que se disipe vanámente nada. Si tiene buena voluntad, el joven comprenderá
sin percibir su fin. No necesita gue J"¡"t" tüi"^J" pronto que al sustraerme el mundo, el otro también
por conrrario, debe-aspiru""t á qr" tengá me lo da, puesto que una cosa me es dada sólo por el
¡:1, 1in",
ser. ?1
Lluererse Iibre y_ querer gue ténga ser, son una movimiento que la desgaja de mí. Querer que exista
s.ola y misma cosa:-la-elección qr" Él ti"á¡* el ser, es también querer que existan hombres por
de si mismo en tanto gue presen"iu
fr*" quienes y para los cuales el mundo está dotado de
", "l -""¿o. ño significaciones humanas. No podemos revelar al mun-
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do más que sobr_e el fondo de un mundo revelado por das en su propia soledad. Pero hemos visto por el con'
otros hombres. Ningún proyecto se define sino por trario, que en la medida en que el espíritu de aventura,
su interferencia con otros proyectos. Hacer "á,r" la pasión, el orgullo, conducen a esta tiranía Y l-es19¡
exista" el ser, es comunicarse a través del ser ion coáfli"tor, la móral existencialista los condena. Y ello,
los otros. , no en nombre de una ley abstracta, sino porque si es
Esta verdad se encuentra bajo otra forma cuar- verdad que todo proyecio emana de una sub¡etividad,
do decimos- que la libertad no púede quererse sin en- lo es también que ese movimiento subjetivo pl?nt99
trever un futuro abierto. Es necesarió que los fines por sí mismo ura supe"ación de la sub¡etividad. El
que se da no puedan ser trascendidos por ninguna hombre no puede encontrar más que en la existencia
reflexión, pero sólo la libertad de los ot"o. homires de los otros hombres la justificación de su propia exis-
puede prolongarlos más alla de nuestra vida. He tra- tencia. Ahora bien: él tiene necesidad de tal justifi-
tado de demostrarlo en ¿Para qué la acción?: todo cación, no puede escapar de ella. La preocupación
hornbre tiene necesidad de la libertad de los otros moral no le viene al hombre desde fuera. Encuentra en
hombres y, en cierto sentido, la quiere siempre, aun- sí mismo esta ansiosa pregunta: ¿Para qué? O, para
que sea un ti¡ano. Le falta tan sólo asumir con buena decirlo meior, él mismo es esta urgente interrogación.
fe las consecuencias de tal voluntad. Sólo la libertad No la evade sino evadiéndose, y desde el momento en
d-" I-or otros impide a cada uno de nosotros fijarse en que existe, la responde. Se dirá probablemente que
el absurdo de la facticidad. Y si hemos de cráer en el sólo para é/ es moral, y que tal actitud es egoísta'
mito cristiano de la creación, Dios mismo estaría de Pero no hay ninguna moral a la cual no pueda diriqir-
acuerdo en este punto con la doctrina existencialista, se este reproche, que bien pronto se destruye a sí mis-
puesto que, según las palabras de un cura antifas- rno,'pu"rio que, ¿por qué habría de preocuparme de
cista, ltenia tal respeto por el hombre que Io creó aquello que no me concierne? Yo me preocupo por
libre". los otros y es por mí por quien ellos se preocupan.
Vemos entonces hasta qué punto se engañan Esta es una verdad inseparable: la relación yo-otros
mienten- quienes pretenden asimilar el éxistencia- -o es tan indisoluble como la relación sujeto-objeto.
lismo a un solipsismo que exaltaría, como Nietzsche, Al misrno tiempo podemos prever ese otro reproche
tan sólo la voluntad de dominio. Según esta interpre- que se dirige a menudo al existencialismol el de ser
tación, tan difundida como errónealel individuo, una doctrina formal, incapaz de proponer ningún con-
nociéndose y eligiéndose como creador de sus propios "o- tenido a esta libertad que quiere comprometida. Que-
valores, trataria de imponerlos a los otros. Resulária rerse libre es también querer libres a los otros. Esta
de ello un con{licto de voluntades adversas, €rrccrrs- voluntad no es una fórmula abstracta, indica a cada

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uno acciones concretas a cumplir. pero los otros
están
separ_ados, incluso en oposiáón y en .u.
con ellos, el hombre de buena volúntad ""lu"iool"
";r;"gi";;;:
blemas concretos y difíciles, Este aspecto positivo
la moralidad es el que vamos á €xámi¡¿r ahora. de
-t
)
1.
- LA ACTITUD ESTETICA

Todo hombre tiene, por lo tanto, algo que ver con


los demás. El mundo en el cual se compromete es un
mundo humano, en el cual cada objeto está penetrado
de significaciones humanas. Es un mundo que habla,
del cual provienen solicitudes, reguerimientos. Se com-
prende por ello que a través de este mundo cada indi-
viduo pueda dar un contenido concreto a su libertad.
Le es necesario develar el mundo para lograr un deve-
lamiento ulterior, y mediante un mismo movimiento
buscar liberar a los hombres para los cuales ese murl-
do adquiere'un sentido. Pero vamos a encontrar
aguí la objeción que hemos ya encontrado al exami-
nar el momento abstracto de la moral individual. Si
todo hombre es libre, no sabría guererse libre. Del
mismo modo no sabría, se afirma, querer nada para
otro, puesto que ese otro es libre en todas las circuns-
tancias. Los hombres llevan siempre a cabo un deve-
lamiento del ser, sea en Buchenwald como en las pa-
radisíacas islas del Pacífico, en las chozas como en los
palacios. Siempre sucede algo en el mundo, y en el
movimiento de tener el ser a distancia, ¿no podemos
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considerar con un júbilo desasido lss diferentes ava-
tares? ¿o encontrar entonces razones para actuar?
y que se extinguirán, como se extínguieron las. ebu-
Ninguna solución es mejor ni peor que otra. Ílicíones de los Áiglos pasados. Lo que importa, piensa'
es sólo comprender los acontecimientos provisorios' Y
Podemos llamar estética estáactitud, porque guien
la adopta pretende no tener con el mundo otrá relácion cultivar a tiavés de ellos esa belleza que no perece'
qu,e no sea la de una contemplación desasida. Fuera
Este pensamiento sirvió de consuelo también a mu-
del tiempo, Iejos de los hombíes, se coloca delante áá chos iranceses en 1940 y en los años que siguieron'
'Tratemos de captar el punto de vista de la historia"'
Ia historia, a la cual no cree pertenecer, como una pu-
se decía al conoier la entrada de los alemanes en Pa-
ra mirada. Esta visión impersonal iguala todas las si-
tuaciones, no las aprehende sino én la indiferencia rís. Y durante toda la ocupación, ciertos intelectua-
de sus diferencias, excluye toda preferencia. ies pretendieron mantenersé "[u"ra del lío" conside-
Así, el aficionado a IaÁ obra, Éirtó"icus asiste con ranáo con imparcialidad hechos contingentes que no
la misma serena pasión al nacimiento y a Ia decad"""i;
les concernían.
de Atenas, de Roma, deBizancio. EI turista considera
Pero advertimos de inmediato que tal actitud apa-
rece en los momentos de desaliento, de confusión: de
con la rnisma tranquila curiosidad las arenas del Co-
liseo, las ruinas de Siracusa, las termas, los palacios, hecho aparece como una posición de repliegue, una
Áut de huir de la veráad del presente' A la luz
los templos, las prisiones, las iglesias: esas cosas exis- "tu
del pasado, este eclecticismo es legítimo' No estamos
tieron, ello es suficiente para sátisfacerlo. ¿por gué no
considera también con un interés impariial las que en situación de tomar partido por Atenas, Esparta o
existen hoy? Es una tentación que se encuentra, por
Alejandría , y la idea misma de una elección no tiene
ejemplo, en muchos italianos, á los que aplasta'un ,i"ár" sentído. Pero el presente no es un pasado
pasado mágico-y engañoso: ya_el presérrt" .L les apa-
en frotencia, es el momento de la elección y de la ac-
rece como un futuro pasado. Sobre su tierra ." Éao
ción y no podemos evitar vivirlo a través de un pro-
yecto. Y no hay proyecto que sea puramente contem-
sucedjdo, guerras, querellas intestinas, invasiones,
servidumbres. Cada momento de esta historia afoÍ. ólutirro, puesto'qúe uno se proyecta hacia algo, hacia
mentada es desmentido por el siguiente, y sin embap
.l frturó. Colocarse "fuera" es todavía una manera
de vivir el hecho ineluctable que se tiene delante'
go, del seno de esta vana agitaci*ón rr"gi".on domos,
Aquellos intelectuales franceses que pretendieron, en
estatuas, bajorrelieves, pinturas, palaiios que han
permanecido intactos a través de los siglos y que erl-
,ro-br" de la historia, de la poesía o del arte, dominar
ul dru-u de la época, siendo de buen o mal grado los
cantan todavía a los hombres de hoy. Se conclbe que
áctores, hicieron, más o menos explícitamente, el jue-
un intelectual florentino considere'con escepticismo go a los ocupantes. Del mismo modo, el esteta italiano,
ücupado únicamente en acariciar los mármoles y
los grandes rnovimientos inciertos gue agitan á su paÍs

80 81
bronces de Florencia, desempeña incluso con su iner- la nocheindistinta del ser'
cia u¡ papel político en la vida de su país. No podrÍa lu historia vuelva a caeÍ en
h"*utto' elevarla
develarla, irrt"g'u;li? ;ffi"*io-
iustificarse todo lo gue es, afirmando que todo puede estética que lleva en- ú
a la diqnidad de UiJití"""ia que esa
ser igualmente objeto de contemplacién, puestó gue
el hombre no contempla nunca: hace. i r iti"iiárJ. p"t" "t" t"
necesario de antemano
t"uli'ó co.mo escándalo' res- re-
historia ." ,"uli'u'áI intentar
Para el artista, para el escritor, el problema se plan-
vuelta, crimen, 'ut'i[itio'
y no pudimos
dL antemano un rostro'
catarla sino porqu;; ofrácía
tea de manera particularmente aguday almismo tie*-
po equív-oca, puesto que no es en nombre de la pura ser confirmado
contemplación, sino de un proyecto definido que se
El hoy también d"b";;iJt-á*it-1"como comoromiso y toma
en su existencia: sólo existe al mundo
de posició". si tti'i¿"t;;;t
pretende plantear entonces Ia indiferencia de ias si- de anteáano
tuaciones humanas: el creador proyecta en la obra de
como un obieto .'ffi;i;;"'
ti l" pensamos--t:l:::
arte un da_to que justificará er¡- tanto que materia de todo nos parezca
if i".i "tiJ'á",titto' de manera. que por rehusar' no ha-
esta obra_. No importa cual sea el dato que pueda ser
ya iustificado y ;;'ñ;"*.""a"por-decir' puesto que
salvado de esta manera: una masacre tanto como una
mascarada. Esta justificación estética es por Íroffi€rr-
bría enton"". ,u*páco nada P"to él io se devela
ninquna forma '""d:ñ;';;;il-'
tos tan abrumadora que traiciona el designio del autor. '"#;;;;; d"l;h;;;'-"i d"'"o' elqueodio' el amor'
Cierto escritor quería comunicarnos el io"ror que le un expresar' es
ü;;"H" el artistá-teng.a ry"*
situado-e¡ ese mundo' oprl-
necesario antes q* ;;té
inspiran los reformatorios: ha logrado un libró tan
t,:l-:11"' hombre entre los
mido u opresor, J;n-,,J; "
hermoso, que encantados por el el estilo, las
imágenes, olvidamos el horror por "elato,
el reformatorio en el centro de su
e hombres. Pero encuÉntra entoncestodos los hombres'
incluso nos sentimos inclinados a admirarlo. ¿No nos a
existencia lu "*ig"t¿ia común
inclinaremos entonces a pensar que si la müerte, la
miseria, la injusticia, puáden ser transfiguradas por
il;; necesario ffi{ ñilt{'::1,:ff1,J, :i:","#i';
Á"ttt", le es necesario intentar-conql v se des-
este proyecto se'i;;;;;;'i;tá' 'it"u"iones
nuestra ale,gria, no hay nada de malo en que existan
la muerte, la miseria y la injusticia?
cubrán iazones Para actuar'
Pero aquí, nuevamente, es necesario no confundir
el presente con el pasado. Respecto del pasado, nin-
guna ac-ción es posible. Hubo la guerra, la peste, el 2.- LIBERTAD Y LIBERACIÓN
escándalo, la traición, y no teneáos ningún medio
de impedir que ello hubiera sucedido. S¡n iosotros, el que se hacen al
Una de las principales objeciones
^
verdugo fue verdugo, la víctima sufrió su suerte de precepto lt'"t"t J1-'l!:t:?9'
existencialismo "t d; ;1
victima. Todo lo que podemos hacer, es impedir que f'ot*utá vacia' gue no proPone nrn-
no es más que
'"á
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82
gún contenido concreto para la acción. Pero ello se Dreocupa por las matemáticas, el físico de
la física'.y
la
debe a que se ha comenzado por vaciar a la palabra Iffi írt lpii.á.r.""t. Y por otra parte' ni siquieraSi pla1-
Iibertad de su sentido concreto. Ya hemos visto que técnica misma esta ob;etivamente fustificada'
Ia libertad no se realiza sino comprometiéndose en el ;;;;;; ri""t uutolrlá. lu ""ot'o-iu y el lujo av de
de tiempo
los
mundo, si bien, para el hombre, su proyección hacia truUu¡" que permili r,.ul¡,u', el confort
co-
la libertad se encarna en conductas definidas. cuales pát-ít" acceder, se nos presenta entonces
mo inutil, como absurda, puesto que el tiempo
gue
Querer la libertad, querer develar el ser, es una
sola y misma elección. Por ella se define un tránsito uno economizano puede almacenarse en
un granero'
positivo y constructivo de la libertad, que hace pasar qr"t"t economizar la existencia' que
Er
el ser a la existencia en un movimiento superado sin "o"t."dictorio
orecisamente no áxiste sino gastándose, y uno se
cesar. La ciencia, la técnica, el arte,la filosofia, son ;;il;; áiri."ttud"= para demóst-rar que los aviones'
conquistas indefinidas de la existencia sobre el ser. las máquinas, el teléfono y el telégtu,to l?-t:i i]::
de antaño' Hero
Asumiéndose corno tales es como adguieren un rostro ir;.b;¿ de hoy más felices que a-los hombres tiempo'
verdadero. A la luz de esta asunción es que la palabra no se frata efi realidad de dár a lo-*
de la
progreso adquiere su sentido real. No se trata de re- felicidad. No se tt;;; d" detener el movimiento lle-
pretende
conciliarse con un término fi¡o: el Saber absoluto, la ffi;;",*tá de ilÁ¡r"tt"' Si la técnica lleva en su seno'
fel¡cidad del hombre, o la perfección de la belleza. nar esa carencia que la existencia
a toda crítica si se
Entonces todo esfuerzo humano estaría condenado al ñ;;;.udicul-"ttte. Pero escapa
fracaso, puesto que a cada paso el horizonte retroce- admite que a ft;;;; á"- la existencia' leios de
"llu
seguridad del ser' se arroja de-
de un paso. Se trata, para el hombre, de proseguir la desear reposarse ;b
to-
expansión de su existencia y de recuperar como ab- lante de sí misma, a fin de arrojarse más adelante ser
soluto este mismo esfuerzo. davía. Q.ue encaru á"""lamiánto indefinido del
La ciencia se condena al f.racaso porque, cediendo ""
."Jiu"tá la transformación de la cosa en instrumento'
al vértigo de Io formal, pretend e alcanzar el ser, con- v la aoertura para el hombre de posibilidades siempre
tenerlo y poseerlo. Pero encuentra su verdad si se i;;d. En clat to al atte, hemos- dicho Y.a lue ¡o
descubrir a los
considera como un libre compromiso del pensamiento á"b" pt"tender instituir ídolos:,debe
Por ello
y del dato, viendo en cada descubrimiento no la [u- hombres la existencia como tazón de existir'
de la tierra
sión con Ia cosa, sino la posibilidad de nuevos descu- Platón, qu" qr".iu apar-tat a los hombres
brimientos. Lo que proyecta el espíritu, entonces, es ;;;.ti;tlos'al ;J; á" las ldeas' condenaba a los
la realización concreta de su libertad. Se pretende por contrario' los
#ñ:^P;;"ll. a¿" humanista' porloeltransitorio co-
veces buscar en Ia técnica una fustificación ob¡etiva ffi;; á" luu."t"s. El arte revela atransitoria se per'
de la ciencia. Pero de ordinario, el matemático se -o ub.otuto' Y como la existencia

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petúa a través de los siglos,
es necesario
a través de los siglos urt" p""petúe también que antes de llegar a su meta. El sabio, que determinado
"i
que no será nunca perfeccionu¿u. esa revelación fenómeno puede seguir permaneciendo oscuro. El téc-
constructivas del hombre no adquieren
Ári, r;"#;;i;e, nico, que su tentativa puede fracasar. Esos retroce-
Iedero sino cuan$g ;;;;;;;;, ,o ."rt¡JJiu- Bos, esos errores, son todavía un modo de develamien-
como movimienro to del mundo. Y por cierto, un obstáculo material pue-
hacia Ia libertad. V
"".iprá;;;;;",
movimiento así es conCreto: se percibe que un de frustrar cruelmente una empresa: las inundacio.
descubrimientos, inven- nes, los terremotos, la langosta, las epidemias, la peste,
ciones, industria,s, cultura, pi"tir"u.,
concretamente el mundo y
Irb;;"il;üi;" son calamidades. Pero nos encontramos aquí con una
Lbren' para los'É.;ú;;,
vsLs ru§ ,()mDr€ verdad del estoicismor un hombre debe asumir inclu-
posibilidades Concretas.
Puede sernos permitido soñar so sus desdichas, y puesto que no debe nunca abdicar
con un porvenir en el en favor de cosa alguna, la destrucción de ninguna co-
cual los hombres no conozcan
otro uso de su libertad sa será para él una ruina radical. Incluso su muerte
que el libre desnliegue de la
misia,
todos una activid"J;;JJ;.'r'ü'lu¿.se"a posible para no es un mal, puesto que no es hombre sino en tanto
carar positivamente_ a través de uno podrá en- que es mortal. Debe asumirla como el término natural
sus proyectos su pro_ de su vida, como el riesgo implicado por todo tránsito
pio porvenir. Pero la realidaJ,-hoy,
bres qu9- no preden es que hay hom- viviente. SOlo el hombre puede ser un enemigo para
,iliiü;'*"'rrr¿u
una acciónregativa. Lo hemos sino mediante otro hombre, sólo él puede quitarle el sentido de sus
visto ya: t"d;h;;i;; actos, de su vida, porque sólo a él le compete confir-
se trasciende. pero
¡u9ese gr" "rá tíansform;;;;;
condenada a caer inutilmeiJe marlo en su existencia, reconocerlo efectivamente co-
;;üg. sí porque se la
separa de sus fine.s. Eso es l";;";;rrne mo libertad. Aquí es donde la distinción estoica entre
de opresión. Tal situación una situación las "cosas que no dependen de nosotros" y aquellas
natural¡ que "dependen de nosotros" se muestra insuficiente:
bre no es oprimid" p.;G;';**.".;;;;;aüa mismo modo, el hom-
ya que "nosotros" son legión y no un individuo. Cada
menos que sea un niño.ingenuo a
que golp;;G;;ffi;;; uno depende de los otros y lo que me llega de los
o un príncipe contra_riadá qr" hu""
castigar al mar,
no se rebela contra.lr. .orá., J;;'..ú;il";";;;; otros depende de mí en cuanto a su sentido. No se
Ios hornbres. La resisrencia sufre una guerra, una ocupación, del mismo modo
ción del hombre como el ,i"e
¡; i;-;;r" sostiene la ac- que se sufre un terremoto: es necesario tomar partido
J;1.;;-f;rl#;:
Y al proyectarse a.través de eira,-"r a favor o en contra, y por lo mismo las voluntades ex-
constituirla en obstáculo, ,s,rme-ái hombre acepta trañas se vuelven aliadas o hostiles. Esta interdepen-
caso en el cual no ve u'd"u*"rrtiJo
,i"rgo de un fra_ dencia es lo que explica que la opresión sea posible
Explorador sabe gue puede ."" áUfig.do ¿"-¡., lr#;:Éi y que sea odiosa. Segúri hemos visto, mi libertad, para
a retrocecler realizarse, exige desembocar en un futuro abierto:

86 87
que no haypor lo tanto
son los otros hombres los que me abren el porvenir, tlquezas es un hecho natural Y-
son ellos quienes, constituyendo el mundo del mañana, ;:ffi;""-;"hrt"rlr.
- V ti" duda no tiene dificultad en
definen mi futuro. Pero si en lugar de permitirme par- il#;;"";; Luá aob'"'o' estrictamente hablando'
ticipar en este movimiento constructor, me obligan a ff;iliñ-J" .u trabaio' puesto que la palabra rcbo
por otra parte' au-
consumir vanamente mi trascendencia, si me mantie- *,,iorr" convenciones sociales g',e' p"'o 1o que el revolu-
nen por debajo del nivel que han conquistado y a il#; #;,p;J;;ñil;'io"' q'"
partir del cual se efectuarán las nuevas conguistas, cionario indica *"Ji'"t" esa palabrul "t. que"l^1?- tal de-
entonces me separan del futuro, me transforman en Y en tanto
*." r.,r"t es un hecho humano' separa a su vez
B'ii '"..hu'o a la
cosa. La vida se emplea a la vez en perpetuarse y en i;;;;;;irárr¿". el cual pre-
superarse. Si no hace más que mantenerse, vivir es voluntad del opresor J* "t" futuro hacia otro futuro'
tendía arroiarse ,áiot t" le sustituye Dor
solamente no morir, y la existencia humana no se dis-
tingue de una vegetación absurda. Una vida se jus- que es el de la,".o"oiut'á' r' r"tt'á
"á "t
de palabras
si este futuro es
tifica tan solo si su esfuerzo por perpetuarse está in- o de ideologias, .y concreta:
tegrado en su superación, y si esta superación no tiene á;;;;i"iíu,v "' '"ul el
no aquel' es el oprimido Que se
rea-
otros límites que aquellos que el sujeto se asigna a sí L;-;;" libe;tal pásitiva ábietta' es elcosa'
v opresor
se convierte en un obstáculo' efl
una
mismo. La opresión divide al mundo en dos clanes: ;;i"" el dato: es
aquellos que edifican a la humanidad arrojándola de- Hav enton.". áot lnu""'ut de superar
lante de sí misma, y aquellos condenados a sufrir sin ¡r#"ir"t""i"-ilu'"u' un viaje o evadirte de la pri'
presente en t" :l'
esperanzas, solo para entretener a la colectividad. Su riO". e" t"s dos casos, el dato está que acep'
vida es pura repetición de gestos mecánicos, su ocio p"rr.fO". Pero en un caso' presente en tanto lo qu-e cons/
les alcanza solo para la recuperación de sus fuerzas. iJ;, en el otro, en tanto §ue-rechazado' ha
El opresor se nutre con su trascendencia, y se rehusa ;ñ;;; áirl'"*i"''á¿i'a' Hqs.el confundido
a prolongarla mediante un libre reconocimiento. No dos rnovimientos bajo el ambiguo "9tu,il:, ^11-
"ttJt todo
le queda al oprimido sino una solución: negar la ar- ih;.beJ'. t sobre esta ambigüedad reposa la muerte' ?'::':
gue nie.ga el fracaso Y
monía de esta humanidad de la cual se pretende ex- fi.io d" un optimismo
del mundo
cluirlo, probar que es un hombre y que es libre rebe- EIlo es lo que p"''"*ñ""o"sidÉrar el futuro Esta con'
lándose contra los tiranos. Para prevenir esta revuelta, como un desarrollo continuo
y armonioso'
uno de los trucos de la opresión será disfrazarse tras ;;á-;. h fuente, y también la consecuencia' un
idealista y verbosa
una situación natural, puesto gue, en efecto, no pode- perfiecto ,"r.r*"í^á-" áa-blandura
mos rebelarnos contra la naturaleza. Cuando un con- ár" ttAurt ."pro.hu a Hegel y a.la cual opone una
inteqra al desarrollo
servador quiere demostrar que el proletariado no está áurezarealista' La 'ebeliO'"'o t"
oprimido, declara que la distribución actual de las armonioso ¿"r rnlitdáno quiere
intefrarse' sino más

88 89
bien explotar erl el centro de ese mundo y quebrar la pretexto de liberación, de arrojar a los hombres a su
continuidad. No fue por azat gue Marx definió ne- pesar en un mundo nuevo, gue no han elegido, del
gativa y no positivamente la actitud del proletariado: cual no tienen conciencia. Los esclavistas de la Caro-
no lo muestra afirmándose a sí mismo, ni tratando de Iina mostraban complacidos a sus vencedores vieios
realizar una sociedad sin clases, sino ante todo tra- esclavos negros, desconcertados ante una libertad
tando de suprimirse en tanto que clase. Y precisamen- con la cual no sabían qué hacer y reclamando a llan-
te porque esta situación no tiene sino una salida nega- tos a sus viejos amos. Estas falsas liberacion€s
tiva, es que debe suprimirse. cuando en ciertos casos sean inevitables* agobian
-áun
Todos los hombres están interesados en esta su- a quienes son sus víctimas como un nuevo golpe del
presión y, como el mismo Marx lo dice, tanto el opre- ciego destino. Lo gue se debe hacer es suministrar al
sor como el oprimido, ya que cada uno tiene necesidad esclavo ignorante el medio para trascender su situa-
de gue todos los hombres sean libres. Hay casos en ción por la rebelión, es disipar su ignorancia. Sabe-
que el esclavo no conoce su servidumbre y en los cua- mos que el problema de los socialistas del siglo xIx fue
les será necesario aportarle desde fuera el germen de precisamente desarrollar en el proletariado una con-
su liberación: su sumisión no es suficiente para ius- ciencia de clase. Vemos por ejemplo en la vida de
tificar la tirania gue se ejerce entra é1. El esclavo es una Flora Tristán hasta qué punto era ingrata una
sumiso cuando se ha tenido éxito en mistificarlo de tal tarea semejante. Lo que quería para los trabajadores,
modo que su situación no le parezca impuesta por los le era necesario antes quererlo sin ellos. Pero, ¿con
hombres, sino dada inmediatamente por la naturaleza, qué derecho queremos algo para los otros? pregunta el
por los dioses, por potencias contra las cuales no tiene conservador, que considera sin embargo al obrero o
sentido la rebelión. No es entonces como ufi rnerlos- al indígena como a un "niño grande" y no vacila en
cabo de su libertad que acepta esa condición, puesto disponer de la voluntad de ese niño. Y en efecto, na-
que no puede soñar siquiera con otra. Y en el interior da es más arbitrario que intervenir como extraño en
de ese mundo en el cual lo encierra su ignorancia pue- un destino que no es el nuestro: precisamente uno de
de, en sus relaciones con sus camaradas, por ejemplo, los escándalos de Ia caridad
vivir corno un hombre moral y libre. El conservador -€r el sentido corrien-
te de la palabra- es que se ejerce desde ufu"ru, ."-
argumentará que no debemos perturbar esta paz: es gún el capricho de quien la distribuye, que está sepa-
necesario no dar educación al pueblo ni confort a los rado de su objeto. Porque la causa de la libertad es
indígenas colonizados. Hay que amordazar a los ca- tanto del otro como mía: es universalmente humana.
becillas, es el sentido de un viejo cuento de Maurras. Si quiero que un esclavo tome conciencia de su servi-
Es preciso no despertar al dormido, ya gue ello sería dumbre, es por no ser yo mismo tirano
despertar la desgracia. Por cierto no se trala, baio -puesto gue
toda abstención es complicidad, y la complicidad es
90 9t
de perderse: tal la política
aquí tirania- alavez que porque se abren al esclavo diversiones donde termina que atrapan'al
liberado posibilidades nuevas y a través de é1, a todos de los empresario' "o't"u*ericanos' deportivos' las
los hombres. Querer la existencia, querer develar el obrero en el cepo UG;;;pectáculoslas heladeias' Sin em-
mundo, querer a los hombres libres, constituye una estrellas de cine, ür;;'y
tentaciones de traición
bargo, en coniunt; ht -"'ó'-
sola voluntad.
Por tanto miente el opresor cuando sostiene que el oue entre los mienibttJ¿"
f"t tl""t privilegiadás' por-
el placer por la ?Ven-
oprimido guiere positivamente la opresión: se abstiene á.re el hartazgod"";; fáti*"t' social les están
solamente de no quererla, porque ignora incluso la tura, las ruti.fuctt"'Eá;i-f;;;tlismo
posibilidad del rechazo. Todo lo que puede proponer- vedados. Y ,our""táá"o]á
Áit*" tiempo que pueden
cooperar en la ,'d;;ttta
la opresion' le es posible
se una acción exterior es poner al oprimido en pr€-
i"á"ttual' usar en forma positiva
su
sencia de su libertadt entonces decidirá positiva, li- :i"#*ñit ár
que ind:: ::13:
bremente. El hecho reside en gue se decida contra la libertad, ., t'tt"á"-o" t"tt" Jt''Bs.lo I
que hace literatura Pos-
opresión, entonces comienza verdaderamente el mo- por eiempto, .',urrio escribe escritor' del mis'
vimiento de liberación. Pues si es verdad que la causa trevolucionaria .'#;;;itfJt 'trealizar' en tanto la
de la libertad es la causa de cada uno, también es mo modo que al 'Ibio' ál técnico' recreación del mun-
revolución no se putt""ti""e'
esta
verdad que la urgencia de la liberación no es igual J" todot los hombres' si en
para todos. Marx lo dice con razón: solo al oprimido do que debiera '5t-i;;;;
no estuvi era aur- encade-
se le aparece como inmediatamente necesaria. No cree- algunas partes fl i["ttá¿- anticioarse al porvenir'
mos en cuanto a nosotros en una necesidad de hecho, nada. Que sea o""á1"u"áble Lso positivo de su
sino en una exigencia moral. El oprimido no puede que los hombres ¿"Uu" renunciar.al t"dot no se hava
realizar su libertad de hombre más que en la rebelión, libertad tu"JÍ;'iib*;:-ád"toda realización hu-
puesto que 1o propio de la situación contra Ia cual se
"r,
cumplido, o qu""oá' el contrario' u" punto sobre el
rebela reside precisamente en impedirle todo desarro, *uná sirva a r' "5llu'i;iil;;ü;' "' En el
llo positivo. Solo en Ia lucha social y política su tras- cual vacil" la ;;;" politica '""átt"iá"aria'
la relación entre la
cendencia se proyecta al infinito. Y por cierto, el pro- interior de la ú^ri* §ot'i¿ti"u' parece
Ietario no es un hombre moral más naturalmente que á;;i;;.;¿" d"l;;;;eniráv v la lucha presentelos mo-
¿iversos según
otro: puede escapar de su libertad, disiparla, vegetaf estar definid" d'tH;b"t Es tambi¿n un pünto so-
sin deseos, consagrarse a un mito inhumano. Y la as- mentos v tu, ti'l'"táncias'
debe jmaqinar libremente
tucia de un capitalismo "esclarecido" consistiría en bre el cuul tadJ;ü;id"t caso' 1o qüe podemos a[ir'
su propia tot"iá'' E;
t;á"
hacerle olvidar su preocupación por una justificación más- totalmente compro-
auténtica, proponiéndole, a Ia salida de la fábrica en mar es que el tú;i¿t está rechazando del mismo
quienes'
la cual un trabajo mecánico absorbe su trascendencia" metido en la lucha que
93
92
modo que él su servidumbre,
por otra parte, todo hombre no Ia sufren; pero que sirve no debe cerrarse sobre sí creando un nuevo ele-
esta comprometido en
esta lucha de una manera mento de separación: a través de su propia lucha de-
tan esencial íu"fi'Jo"¿r¡"
realizarse moralmenr" ;;;;;;."re be tratar de servir la causa universal de la libertad.
EI probtem" ." en ella.
El opresor presenta de inmediato una obieción: ba-
9:_gr"
":lú,[;;;;""mente
hoy Ia opresión por el hecho
tiená más á" urru cara: el jo el pretexto de la libertad, dice, se me oprime a la
pesino árabe está oprimido cam_ vez: usted me priva de mi libertad. Es el argumento
a- lá.r", po, los jeques
por la administra.iOn f"u".e* y que los esclavistas del Sur oponían a los abolicionis-
dos enemigos debe ;;ilffi
Jirgr". a, ¿a cuálde los tas, y sabemos que los Yanquis estaban tan penetra-
Ietariado francés no son lo. Lo, ,r,"reses del pro- dos de los principios de una democracia abstracta que
*i._ls que los del indi-
sena colonizado.: ¿a cuáles .;;;i pil
aquí político más -qu" *orui,^".^
no se reconocieron el derecho de rehusar a los plan-
"i"air".r?"
que toda. opresión *u .rpri.i¿J rr".".ario tender a
tadores del Sur la libertad de poseer esclavos: fue só-
eáál; ;á:.:"_ lo por un pretexto formal que estalló la guerra de
carar su lucha en reracióá .o"iu'¿" Secesión. Tales escrúpulos hacen sonreír. Sin em-
grándose en un esgue^ma r., J"*a.;#- bargo, aún hoy el norteamericano reconoce más o me-
generar. ¿Cü
ZQué tácrica adoptar? Er";;;;ilri o" "r-j"" .lá,,iill nos implícitamente a los blancos de los Estados del
de eficacia. EIIo á"p""J" tffi#, oportunidad y
para cada uno, de Sur la libertad de linchar a los negros. Es el mismo
su siruación particuÍar. pu"á"-.;;A; sofisma que se despliega con inocencia en los perió-
gado a sacriiicar provisorir."rri" qr; ."
"",
urra causa cuyo
.¡tl dicos del P. R. L.8 y en forma más o menos sutil en
to esté subordinado.at de .¿;;';ü; j;f;;-¿."i?" éxi- todos los diarios conservadores. Cuando un partido
urgente. Puede suceder, po" promete a las clases dirigentes defender sus liberta-
sue necesario mantener rá "i"ü
¿*";t:T?fl:,"ái;í: des, ello significa exactamente que reivindica para
tra una situación ellas la libertad de explotar a las clases trabajadoras.
prec i o. Á.1ñ ;; t,frl j: ff::T"..ñ."?[,jf.l,[r
guerra solicita a Ioé lidlre, :l Y no es en nombre de una justicia abstracta que tal
,enunciar en el in- reivindicación escan daliza, sino por la contradicción
""g.*
,i,:i,fi??l;H.!lij':: ji:lm::k,*l'áil¡ existente, que se disimula con muy mala fe. Ya que
una libertad no se quiere auténticamente sino querién-
rante el transcurso,de I" gu;;;, dose como movimiento indefinido a través de la li-
.T""uu.u
siendo defendida. Lo qr""lá;fu;;,ge, debía seguir bertad del otro, desde el momento en que se repliega
es que el combatiente no en todo caso,

i;$Jiil;,", il
se sobre sÍ, se niega en provecho de algún objeto que
quq se propon? "rr""guecido
por el
.fl"
tismo de Io formal o ¿" en er fana_ I ParH Révoluüon¡aire de la Lib€rté (Partido Revolucionario de la
lu-ñ.i;;.i" "ro
causa a la que Libertad). Partido políüco il€ te¡¡derciB reacrfonarie actuale€nte desa-
pa¡ecldo. (N. del T.)
94
95
prefiere a sí misma. sabemos bastante
libertad que et p..R. i.;;;l;; bien cuár es ra que entraña necesariamente todo cambio, optan por
se kara de Ia pro- aquello que ha sido contra lo que todavía no es.
piedad privada, el usufruct;:;l
Ia seguridad moral. ñ; J;il;s ;p,áL'"1 "."?#i,, Es bien cierto que la superación del pasado hacia
resperar Ia libertad el porvenir exige siempre sacrificios. Pretender que
sino cuando se destinu u l" liL"rád,
;" ;;;;;Jü;;-
disipa y se desmi""t" u ,i misma.
al destruir un viejo bárrio para reconstruir sobre sus
lruyru,se
tad que no se emplea ,i"o pu"á Una liber- ruinas casas nuevas se lo conserva dialécticamente,
be ser neqada^ v Iu libertad, de- no es más que un juego de palabras: ninguna dialéc-
;;;J#ü" "lgu"el reconocimiento tica podría resucitar al viel'o puerto de Marsella. El
""
de la liberiad de i.;;;I;',;;
#p.opia libertad: ser pasado, en tanto que no superado, en su presenci4 de
libre no imptica a.pgá"i;;'ffi;;
cualquier cosa, es
pot'er superar Io dádo h";á-ri-"iorrr"rrir carne y hueso, se desvanece en forma absoluta. Todo
existencia de los otros en tanto abierro. La lo que puede pretender un optimismo obcecado es que
mi situación y es incluso !r" Iib"rt;J-;;#; bajo esta forma singular y rígida, el pasado no nos
"""Ji.iá;?;;ipr.pi"H;-
tad. Se me oprime.si se me-ar;"r;;" concierne y que al sacrificarlo no sacrificamos nada,
una
seme impide arrojar en ella a ái prójimo.prisión, no si Así, muchos revolucionarios juzgan sano rehusar to-
da ligadura con el pasado, profesar un desprecio por
De igual modo, er mismo opr"ro" los monumentos, por las tradiciones. "¿Qué hacemos
es consciente de
este sofismá, y r1o osa siquiera aqui?, perdemos el tiempo", decía un periodista de
recurrir a é1. Más bien
que en reivindicar en su forma izguierda pisando con impaciencia una calle de Pom-
más descar"r¿á-r"-ii
bertad de opresión, se presenta peya. Esta actitud se confirma por sí misma: apafié-
como más preocupado
defen.sor de cierros ,ríor".. monos del pasado y no quedará traza de él para el
N"-;;'""
lucha: es en nombre ¿"1á-"i"ilirilror, su nombre que presente ni para el porvenir. La gente de la Edad Me-
de las institu-
ciones, de los monumentos, de clia habia olvidado de tal modo la antigüedad que na-
zan ob¡etivamente Ia situació;
las virtude, q;I";li- die entre ellos deseaba conocerla. Podemos vivir sin
Decla_ra a todas esas cosas
q* entiende mantener. el griego, sin el latín, sin catedrales, sin historia. Sí,
bellas y br"rru. en sí mis-
mas, defiende un pasado qu" pero también hay muchas otras cosas sin las cuales se
h;;;esrido lr;lg;id; podría vivirr el hombre no tiende a reducirse, sino a
helada de serlo, contra un porvenir
incierto cuvos va- acrecentar su poder. Abandonar el pasado a la noche
Iores no han sido aún coiqur.rrJ...'n.d
expresa con claridad el rótuio: .,conservador,,. ;rr:"#; de la facticidad, es una manera de despoblar el rrufl-
algunos son conser"u¿or", á" C.r;; do. Yo desconfiaría de un humanismo demasiado indi-
parate de medallas, otros se
rrr-ñr."o o de un esc.l- ferente a los esfuerzos de los hombres de antaño. Si
hacen corrservadores del ese develamiento del ser que han realizado nuestros
mundo dado, ponen ¿"
""i¡"* ,.¿.. Ios sacrificios ancestros no nos alcanza de ningún modo, ¿por qué

96 97
estar tan interesados en el gue se opera hoy, por qué alrededores de Coimbra, donde
d*í' ser edificada
tanto dinero en hacer re-
desear tan ardientemente realizaciones futuras? il;;;il;áinia"til, derrochó
Afirmar el reino humano, es reconocer al hombre ffid;i;;r."f, ,"¿""ida los diferentes ripos de casas
niños pu-
tanto en el pasado como en el porvenir. Los Humanis- antiguas portuguesas, que apenas- cuatro
ciudad' Por
tas del Renacimiento son un ejemplo de la ayuda que dieron ser albergados "" "'u honstruosa
todas partes ," danzas' los cantos' las
el entroncamiento con el pasado puede aportar a un "rliá'ian-lts
movimiento de liberación. Sin duda, no en todas las H#;t"ü;i;, "i-;; Je viejos trajes reeionales:.no
se abre iamás una escuela.' Se
percibe.aq"í'
épocas el estudio del griego y del latín tiene esta fuer-
una elección que "":-1i:::
Pretlere
zaviyaz, pero el hecho de tener un pasado es, en todo ;;;;;á;a, el absurdo quien solamente
de
aquélla pue'
caso, parte de la condición del hombre. Si el mundo i" Cár" JifááUr",.áe los trajes
detrás de nosotros estuviera desnudo, no sabríamos ;;;;;id * "ut*"ru' áu"'ut' los cantos'
-q'"emocionantespaisanos delal
porque eS du;
percibir delante otra cosa que un desierto yermo. Es ;;d;fu"t, i""á"" ser otrora
necesario tratar de retomar por nuestra cuenta, a ras condiciones vivíaq los
",,
esas fantariu. ,"p,"J""tabat' la
única realización libre
través de nuestros proyectos vivos, esta libertad que
de estas creacio-
se halla comprometida con el pasado, e integrarla en ;;;l* ;ttaba pármitida' Por mediotrascendían su si-
el mundo presente. #; ;;"ilá;'¿"I" iraba¡o-servil' las bes-
Pero, por otra parte, sabemos que si el pasado nos ffi#;y frente
t;ári..rlu"" it'"" hombres aún espontá-
existan
a

concierne, no es en tanto dato en bruto, sino en tanto ii".. O,í"¿"qui"ü "tas fiiestasguardado ese carácter'
posee una significación humana. Si esta significación ;;;"*' áÍri áo"¿" havan Fero cQre-
no puede ser reconocida más que por un proyecto ;;;;;; sentido ; s; 'uíot' a-""eoroducidas indiferen-
moniosam"rrr" pu/u áiri"átio"
túristas
gue rehusa el legado del pasado, entonces esa heren- fastidioso' es decir'
cia debe ser rechazada. Sería absurdo mantener con- tes, no son más q;,; d"¿;mental
un sofisma querer f,arr'
iiü manifestacián odiosa' Escosas-
tra el hombre un dato que no es precioso sino en tanto cuyo valor surge'
exprese Ia libertad del hombre. Existe un país en el ;;;;áiárrt" tu violencia los hombres inten-
cual, más que en ningún otro, el culto del pasado se ;'.".i#;;;;,- d"i h""t'o de
^fi¡"áÁLque
tnban, mediante ¿" la violencia' Del
ha erigido en sistema: es el Portugal de hoy. Pero ello
tiene lugar al precio de un desdén deliberado por el
"ff"
mismo modo, todás los que oponen
a la evolución so-
los tapices'
hombre. Sobre todas las colinas en las cuales se alzan cial el respeto po" los ánca¡és antiguos'
pintorescas' las
ruinas, Salazar ha hecho construir, sin reparar en sas- i.t^ p"r"ááo. .áÁp"'inos' lás casas
costumbre, ,"gio"JJ;' l;! t"¡i¿tt
u áu'o' lo-s vieios
tos, fastuosos castillos. En Obidos, no vaciló en af.ec- mala fe: 'ellos
tar a estas restauraciones sumas destinadas a la Ma- idiomas, saben ti;;";1o úut"" de
presente de las
ternidad, que se vieron obligados a cerrar. En los mismos ro ¿"u¿Jáá" i=;1;lr;"alidad
99
98
cosas y, la mayor parte del tiempo, su vida lo de-
muestra muy bien. Por cierto, tratan de estúpidos a Pero hemos visto que pretender
dar a la palabra,"úti1"
del espí-
quienes no reconocen el valor incondicionado de un ;;^;;;i];-uu'or,io-Á-uno deeslosútilembustes
al hombre' Nada
punto Alengon, pero en el fondo saben que estos ob- ritu formal. Nada á «iiti"á
jetos son menos preciosos en sí que como manifesta- es útil al hombre si éste no está
en condiciones de de[i-
ción de la civilización que representan: más que la ;" ;.;;;ñ; d;;;;;' ;;"'"s' si no es libre' sin
pue-de tealizat colls'
puntilla, admiramos la paciencia y la sumisión áe las cluda, un régimen de opresión
q,r"."*t;"áh;bre' le servirán sólo el
manos afanosas adheridas a la aguja. Y por ello, al trucciones
rechazar la paciencia y la sumisión, rechazamos la ;;;;;;;u-1ib". d;;il;" de ellas' Ninguno de los
real en tan-
d; l;.r.esión es un b_eneficiopasado
puntilla. Sabemos también que los nazis hacían en- ffiJü.il Ni en el ni en
cuadernaciones y pantallas muy bonitas con la piel ;;il;;;i *r"á¿J¿ái-op'"'o'' una Cosá al Hombre
humana. el oorveni, pod"-L- fi"t"tit
Así, la opresión de ningún modo podria justificarse ilJ"..Lr;";á;;;;;tiiuir la rqzón de todas las cosas'
' Por [in, el .pt;;;';; to*prá"" en mostrar gue el
en nombre del contenido que defiende, y que de mala lugar sin di[i'
fe erige en ídolo. Adherido a la subjetividad que la ,"rü"^rár-iu-f;b"'tad no tiene nunca
a.afirmar que nunca
fundó, ese contenido exige su propia superación. No ;;jI;J;t: L ir,.l,,,o puede llegar
las libertades' Pero
amamos el pasado en su verdad viviente si nos obsti- oodríamos respet;; Ñ"' tádut
hombre debe aceptar
iiíJ'.TnJi,;;";;1.-;nte que el.liberación
namos en mantener las fo¡mas rígidas y momificadas. debe buscar
El pasado es una apelación, una apelación hacia el i;;";'i¿; de la l;ñ;, d"sin su
avizonn un estado im-
futuro que a veces no se puede salvar sino destru- activament" p""p"t'árse'
, ¿".reposo' No sisnifica gue
yéndolo. Que esta destrucción sea un sacrificio, sería ;r,bil;preferir"iltl'ibti"
a tt"q"istá incesante el sueño de
iluso negarlo. Puesto que el hombre desea que exista cleba
ff";i;;iüi. ",tu
craesquiára sue sean los problemas
el ser, qo puede renunciar sin pesar a ninguna forma
que se le planteeri, iot itututo'. q'" deberá
asumir' las
de ser. Pero una moral auténtica no enseñá a rehusar
el sacrificio, ni a negarlo: es necesario asumirlo. á,ti."1,"-i* ;i;;';;les ;; dJbati'á' deberá recha-
El opresor no intenta sólo justificarse en tanto que zar la oPresión a todo Precio'
conservador. A menudo prefiere invocar realizacio-
nes futuras, habla en nombre del porvenir. El capi-
talismo se plantea como el régimen más favorable a la 3. - LAS ANTINOMIAS DE LA ACCIÓN
producción. El colono es el único capaz de explotar
Como hemos visto, si el opresor fuera mismo de'
consciente
las riquezas que el indígena dejaria perder. Por mé.
dio de su utilidad, la opresión intenta defenderse. d"J;;;;;;¿i,' ;;il;;Pii ribertad' ér
actiLa de mala fe;
bería denunciar i"-;p*íiil-P"'o
100
101
en nombre de lo formal, o de sus pasiones,
ciertos hombres como cosas para conquistar la liber-
Iuntad de poder o d" ,u. ;;;ñr, rehúsa de su vo-
renunciar
a sus privilegios. p.ara que Iá acción riberad""ál;;;"
tad de los demás.
Una libertad que se emplea en rechazar la libertad
una acción integralm-ente moral, sería es en sí misma tan escandalosa, que el escándalo dé
necesario que
se realizase a tuávés de una
res: tendría Iuoar entonces "";;";ri¿; ;;l;, ü":;- la violencia que se ejerce contra ella queda casi anu-
una reconciliaciOn-áe to- lado: el odio, la indignación, Ia cólera (que incluso
das las libe.tu"J"1.- i;;;;"ffi; 'oruríu
el marxista cultiva a pesar de la fría imparcialidad de
hoy día a esas ensoñacio.r"r-utOpi"as. abandonarse la doctrina ) esfuma todos los escrúpulos. Sólo que el
Sabemos de-
masiado bien que no podemor.áriu,
con una conver- opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplic€s eir-
sión colectiva. Sin embargo, lo. opre.ores,
cho mismo de oue rehusan cooperar
por el he- tre los mismos oprimidos. La mistificación es una de
en la afirmación las formas de la opresión. La ignorancia es una si-
de Ia libertad, ár.urrru, a los o;os
de todos los hom- tuación en que el hombre puede ser encerrado tan
bres de buena voluntad á áL*irJ. de
La la facticidad. estrechamente como en una prisión. Lo hemos dicho
-moral, al reclarna, trir"]" á" U libertad sobre ya: cada individuo puede ejercer su libertad en el in-
Ia facticidad, reclamu "ltu.Ui¿" gir" ." Ios suprima. terior de su mundo, pero no todos tienen los medios
Y puesto que, por definición,
"u=.iriüi,,ñj
a nuestra empresa, sólo será posible J#l; para rechazar, aunque sea por la duda, los valores,
presencia objetiva: será necáario aquÍ
actru" .oÉr" !" los tabúes, las consignas de que se los ha rodeado.
tratar a los Sin duda, Ias conciencias respetuosas adhieren por
otros como una cosa, hacerles violencía, su cuenta al objeto de su respeto, en ese sentido son
asÍ el hecho doloros-o de la separu.il"
d" "orrfi"_urr.il
i;r-h;*b;;: rcsponsables, como son responsables de su presencia
He aquí entonces ut opr"ro"; ;;", oprimido, y los en el mundo; pero no son culpables si su adhesión no
hombres que Io violentan
verdugos,
;;;;;" a su vez amos, es una dimisión de su libertad. Cuando un joven nazi
tiranos: en su rebelión,-lo; de dieciséis años moría gritando: "¡Heil Hitler!", no
metamorfosean en una f.uerza ciega, ñ;rrrd*;
u", futuiid.J
brutal. En el cenrro a" .i áiuÁá. ,i"Ir.l,rgár;i;;;:
era culpable, y no eÍa a él a quien aborrecíamos, sino
a sus amos. Lo que hubiera sido deseable era reedu-
dalo que divide al mundo. y, ,i; álr¿u,
f;;;; d"
cuestión retroceder dela¡¡" de estas consecuencias,
""Já
car a esa juventud equivocada. Sería necesario de-
nunciar la mistificación y colocar a los hombres que
ya que la mala voluntad del opreso" por"
a cada uno son sus víctimas en presencia de su libertad. Pero la
en Ia alternativa de ser
no se Io es de su tirano. :""-i;;-á;l;;;ri_iJ;^r;
urgencia de la lucha impide ese lento trabajo. Al mis-
E, ,r"áruri,o, evident"_""t", mo tiempo que al opresor, estamos obligados a des-
glegir sacrificar a quien es un erámigo del hombre. truir a todos quienes lo sirven, sea por ignorancia o
Pero el hecho es que nos vemos forzados
a tratar a por obligación.

102 103
Ya hemos visto también que la situación del mundo la. posibilidad perma-
es tan compleja que no podríamos luchar en todas en los cuales corre la sangre, entre las nacio'
partes a la vez y por todos, Para obtener una victoria iá"* ¿L-f" rriole"ciapuede"constituir
las razas' un estado de
nes, entre lu, ""r' entte
urgente, deberemos renunciar, al menos provisoria-
ouerra larvado
"lutJ'i ;;f lt; individuos son sacrifi-
mente, a servir algunas causas valiosas, e incluso es ""
cadou de manera Permanente' ' .
posible que nos veamos obligados a combatirlas. Así,
Nosencontramosasíenpre-sencladelaparadoia
ningún partido antifascista podía desear, durante la
cle que ninguna ptl"de,llevarse a cabo a favor
^tJ"l'ada
última guerra, el éxito de las rebeliones indígenas en ".ü0"
clel hombre, sin t"t asimismo contra los
el seno deJ Imperio Británico: tales rebelioáes eran universalmente cono-
apoyadas, por el contrario, por los regímenes {ascis- i;;;;;. Esta verdad evidente' que la primera q."o-
tas; y_ sin embargo, no se podría culpar a quienes, .ár, ,r, "*burgo tan amarga
", de una i;;i"t de 1á aóción reside ordina-
cupación
considerando su liberación como la cosa más urgen-
riamente esta par-te de fracaso que
te, aprovechaban Ia situación para tratar de obtenérla. "r, "rr*á.oárar es-
toda empr"ru .o*porta' Los partidos de opresión
Es posible entonces, e inclusá sucede a menudo, que
ár p..uilÁu: niegan el valor
de lo que sa-
nos veamos obligados a oprimir, a matar, a hombres ;;,*'" o sacrifiicar nada'
que persiguen fines cuya validez en sí misma reco- crifican, d" *ur,"']-;;; ;;;i*den-n al nihilismo'
Pasando .or, ,n,'f'Jutu'[" d" 1o formal
nocemos. de su fin
Pero no reside en ello el peor escándalo de la vio- plantean u lu u.l' "i ürtt incondicionado 1":.."^':H t":
lencia. No sólo nos obliga a sacrificar a los hombres y la insigniticanc-iJ ¿á f"t hombres 9: que sea' et
iit"""^.J*. instrumentos'siempre Por elevado
que se convierten en obstáculos de nuestros desig- es mensurable; y cada
nios, sino también a quienes luchan junto con nos- número de las víctimas
sique siendo siem-
otros, y a nosotros mismos. Puesto que no podemos una de ellas, tomada una por una
a tr"av¿s del espacio
Dre un individuo'-§i" ""'Éu'go'
vencer a nuestros enemigos sino actuando sobre su la"causa abarca el infinito'
facticidad, reduciéndoloJ a cosas, nosotros mismos l'á"i i,"áil,liitrr"rt de entera' Es suficiente' para
debemos hacernos cosas. En esta lucha, en la cual i";;;;;'r. .a""ti"idad al.P.r,ecio de esta colecti-
todo' él
vidad lu ";á;á;ü;';"gut
las voluntades son constreñidas a afrontarse a través ""nrt""r irrrportut""i'^áÉi-i"¿ividuo: ella es
de los cuerpos, los cuerpos de nuestros aliados, como
los de nuestros adversarios, están expuestos al mismo no es más que cero' es poca
azar brutal: serán heridos, muertos, sufrirán hambre. En cierto ,","iJo, en efecto' un individuo de un misán-
Toda guerra, toda revolución, exige de quienes la cosa. Y uri .o*j'"ldámos la¡-nalfras "Desoués de todo'
emprenden el sacrificio de una generación, de üná co-
lectividad. E incluso fuera de los períodos de crisis
""* il;^i#;;;"Á-gig"
cuando .orrio"á*os a la gente "'u'oot
g'"""
una' real-
contra ella"'
mente no da tantá1ii"stiá"[uZ""ru
104 105
Reducido a la pura facticidad de su presencia, fijado tias. Hubiera sido necesario estar sostenido por una
en su inmanencia, desgajado de su porvenir, privado fe política, un orgullo intelectual, -una caridad cris-
de su trascendencia y del mundo gue esta trascen- tiana, para ser capu. de perc,ibir al hombre a través
dencia devela, un hombre no se presenta sino como de esos cuerpos húmilladós. Y es por ello gue los na-
una cosa entre las cosas, que podemos sustraer de la zis ponían un encarnecimiento sistemático en arrojar
colectividad de las demás cosas sin que. su ausencia fu abyección a los hombres que querían destruir:
deje ningitn trazo sobre la tierra. Aun cuando uno "t
el disgusto que las víctimas experimentaban en tela-
multiplique por millares de ejemplares esta existen- ción ánsigo mismas ahogaba la voz de la rebelión
cia miserable, su insignificancia permanece. Las ma- y iustifica6a a sus propiosLios a los-verdugos. Todos
temáticas mismas nos enseñan que cero, multiplicado íoá regi-enes de áprlsión'se fortifican mediante el
por cualquier número finito, sigue siendo cero. Puede envileámiento de los oprimidos. He visto en Argelia
suceder incluso que en esta vana abundancia, la mi- a muchos colonos tranguilizar su conciencia mediante
seria de cada elemento se afirme aún más. Delante el desprecio que sentían por los árabes, hundidos en
de las fotografías de los osarios de Buchenwald y de la mislria. Cúanto más miserables erarL, más despre-
Dachau, de las fosas sembradas de cadáveres, el ho- ciables parecían, tanto, que nunca había lugar para
rror por momentos se destruye a sí mismo, toma la los remárdimientos. Es várdad que ciertas tribus del
figura de la indiferencia. Esta carne descompuesta, sur estaban tan estragadas por el hambre y las enfer'
esta carne animal parece de tal modo destinada a la medades, que no se podía sentir en su presencia ni
putrición, que no se puede ni siquiera lamentar que rebelión ni esperanza. S" deseaba más bien la muerte
haya cumplido su destino. Cuando un hombre está de esos desdichados, reducidos a una animalidad tan
vivo su muerte se nos presenta como un escándalo, elemental que incluso el instinto maternal estaba en
pero un cadáver tiene la tranquilidad estúpida de los ellos abolido. Sin embargo, en el seno de esta sórdida
árboles y de las piedras: es fácil, dicen quienes han resignación había niños que- jugaban y -que sonreian
hecho la prueba, caminar sobre un cadáver, y más y ,ü uot denunciaba la hipocresía de los opreso'
todavía a través de montones de cadáveres. Y por la i"r, "isa
un llamado y una piomesa. Proyectaba -de'
misma razón se explica el endurecimiento que experi- lante".u
del niño ,rtt pofo"ttir: un porvenir de hombre'
mentan los deportados que han escapado a [a muerte: Si en todos los paíies oprimidos un rostro de niño es
a través de la enfermedad, del sufrimiento, del ham- tan emocionante, no es porque el niño sea más eÍro-
bre, de la muerte, no percibían en sus camaradas y en cionante, porque tenga más áerecho a la felicidad que
ellos mismos sino una horda animal en la cual nada los otros:'", potqr"lonstituye la afirmación viva de
justificaba ya ni la vida ni los deseos, en la cual in- la trascendencia ñt'r-uttu, una mirada al acecho, una
cluso las rebeliones no eran sino sobresaltos de bes- mano ávida que se tiende hacia el mundo, es espe-

106 107
Íanza, proyecto. La astucia de los tiranos reside en Ila que lo áutoriza a la opresión brutal: que el valor
encerrar al hombre en la inmanencia de su faciiciáaá,
fingiendo olvidar que el hombre es siempre, según
del individuo no se afirma sino en su superación.
Éste es uno de los aspectos de la doctrina de Hegel
las palabras de Heídegger, "infinitamente'más dÉ lo que emplean voluntariamente los regímenes dictato.
que seria si se lo redujese a ser aquello que
es,'. EI riales. Y un punto en el cual se encuentran la ideolo-
hombre es ser dg.le¡aÁia.s, movimient" t uliu ;i p; gía fascista y la marxista. Una doctrina que se pro-
venir, proyecto. El tirano se afirma a sí mismo .L_o ponga la liberacióq del hombre no podría evidente-
trascendencia, considera a los otros como prr"r-i"-
mente apoyarse en el desprecio por el individuo, pero
manencias: se arroga así el derecho de tra[arlos
co- tampoco puede proponerle otra salida que su subor-
mo bestias. Vemos iobre qué sofisma furrda-e;;,
conducta: de la condición ámbigua de t.¿á, r.. tá*"
; dinación a la colectividad. Lo finito no es nada, sino
su pasaje hacia el infinito, la muerte de un individuo
bres retiene, para é1, el único as"pecto de una ft";;;-
no es un fracaso si está integrada en un proyecto que
oencta capaz de justilicarse; para los otros, el aspecto
sobrepasa los límites de la vida, puesto que la sus-
contingente e injustificado de la inmanencia.
tancia de esta vida está fuera del mismo individuo,
Pero tal desprecio del hombre, si bien es cómodo,
es también-peligroso. EI sentimiento de I. ubt;;¿;
en la clase, en el estado socialista. Si enseñamos al
puede confirmar a los hombres en una resignación
individuo a consentir su sacrificio, este sacrificio re-
sulta abolido en cuanto tal, y el soldado que ha
¡1 .":p..runzas, pero no incitarlos u lu lu.liu y ui renunciado a sí mismo en favor de su causa, morirá
sacriticio consentido de su vida. Es lo que se vió en jubilosamente. Y es así en efecto como morian los
tiempos_ de la decadencia romana, los hom_ jóvenes hitleristas. Sabemos cuántos discursos edifi-
b¡es habÍan perdi*, junto con el gusto "rurrdo
por su vida, cantes ha inspirado esta filosofía: perdiéndose es Co-
eI de arriesgarla. Del mismo modó, el tírano mismo
mo uno se encuentra, muriendo es como se curnpli-
no erige abiertamente este desprecio en principio uni-
menta una vida, aceptando la esclavitud corno realiza
versal: es al judío, al negro, al-indígena a quienes en-
cierra en su inmanencia. para suJ servidtr"r, oá"u su libertad, así es como predican todos los conduc-
tores de hombres. Y si algunos rehúsan ese lenguaje,
sus soldados, tiene otro lenguaje. ya q"",L.r1tJá;:
están equivocados, son cobardes: como tales no va-
masiado claro que si el indiv;duá ,, puro cero, len nada, no merecen que uno se preocupe por ellos.
§uma de ceros que es la colectividad ", Ls tambiénesta un El hombre valeroso muere alegremente por su propio
c.ero. Ninguna empresa tiene importancia, ninguna
consentimiento; quien se rehúsa a morir no merece
derrota, como tampoco ninguna víctoria. pu"u ui"tr"
más que la muerte. He aguí cómo se resuelve con ele-
a Ia devoción de sus tropasi el ¡efe,
tario, utilizará una verdad que !s el "t
furtiao .ñ;: gancia el problema.
reverro a"uqi"- Pero uno podría preguntarse si esta córnoda solu.

108 109
ción no se contradice a sí misma. En Hegel el indivi- cartes, que subjetividad significa radicalmente sepa-
duo no es más que un momento abstractó de la His- ración? Y si admitimos, al precio de una contradicción
toria del Espíritu absoluto. Ello se explica por la in- que el sujeto serán /os hombres del futuro reconci-
tuición primera de un sistema que, identificando lo liados, será necesario también reconocer que perma-
real y lo racional, vacía al mundo humano de su den- necen por siempre excluidos de esta reconciliación
siclad sensible. Si la verdad del aquí y ahora, son so- los hombres de hoy, que se supone han sido la sas-
Iamente el Espacio y el Tiempo universal, si la verdad tancia de lo real, y no suietos. Por otra parte, incluso
de la causa de uno es su pasaje en el otro, entonces la Hegel retrocede ante la idea de este porvenir _inmó-
adhesión a la sustancia índiüdual de la vida es evi- vil: puesto que el Espíritu es inquietud, la dialéctica
dentemente un error, una actitud inadecuada. El mo- de la lucha y de la conciliación no podría detenerse
mento esencial de la moral hegeliana es el momento nunca: el porvenir que encara no es la paz pelPetua
del reconocimiento de las conciencias una por otra, de Kant, iioo un estado de guerra indefinido. Hegel
En esta operación, el otro es reconocido como idénti- declara gue esta guerra no aparecerá más como un
co a mí, lo que significa que en mí mismo solo es re- mal el día en que todo individuo habrá hecho don de sí
conocida Ia verdad universal de mi yo. He aquí en- mismo al Estado. Pero precisamente aquí tiene lugar
tonces negada la singularidad, y la misma no podrá otra vuelta de tuerca, yd que ¿Por quéhabúa de con-
reaparecer más que en el plano natural y contingen- sentir en ese don, puesto que el Estado no podría ser
te. La salud moral residirá en la superación hacia ese la superación de lo real, la Totalidad recuperándose a
otro que es igual a mí mismo y que se superará a su sí misma? Todo el sistema se presenta como una vasta
veihacia otro. Hegel mismo reconoce quá si ese pa- mistificación, puesto que subordina todos sus momer-
saje se produjese indefinidamente, la Totalidad no se tos a un término del cual no se atreve a plantear el ad-
realizaria nunca, lo real se disiparia en relación: no venimiento. El individuo renuncia a sí mismo, pero
se podría sacrificar indefinidamente cada generación nunca resulta afirmada ni recuperada ninguna reali-
a la siguiente sin caer en el absurdo, La historia hu- dad en favor de la cual pueda renunciar. A través de
mana no sería entonces sino una interminable serie de de toda esa sabia dialéctica volvemos al sofisma que
negaciones que nunca alcanzarian lo positivo. Toda denunciamos: si el individuo no es nada, la sociedad
acción sería destrucción y Ia vida una vana fuga. Es tampoco podría ser algo mejor. Que se le prive de 1u
necesario admitir que habrá una recuperación de lo subÁtancia , y el Estado no tendrá más substancia. Si
real y que todos los sacrificios enconlrarán su figura no tiene naáa que sacrificar, tampoco habrá delante
positiva en el seno del Espíritu absoluto. Pero ello de él nada por gué sacrificarse.La plenitud hegeliana
tiene lugar no sin dificultad. El espíritu es sujeto, pero pasa repentinamente a la nada de la ausencia. Y la
¿quién está sujeto? ¿Cómo ignorar, después de Des- misma magnitud de este fracaso hace surgir la ver-

110 111
áad,_sólo el sujeto puede justificar su propia existen- hombres han muerto por millones, como mueren las
cia. Ningún sujeto extraño, ningún objeto, podría bestias, cuando esos mismos a guienes se juzga los
aportarle desde Í.uera la salvación. No se le puede han masacrado fríamente? Es que tan pronto como ha
considerar como una nada, puesto que en él está la pasado el período de crisis durante el cual, de buen
conciencia de todas las cosas. o mal grado, las mismas democracias han debido re-
Así, el pesimismo nihilista y el optimismo raciona- solverse por Ia violencia ciega, entienden gue cleben
lista fracasan en su esfuerzo por escamotear la verdad restablecer al individuo en sus derechos. Más gue
amarga del sacrificio: suprimen también todas las nunca, les es necesario devolver a sus miembros el
razones para quererlo. Alguien decía a una joven en- sentido de su dignidad, el sentido de la dignidad de
ferma que lloraba porque le era necesario a6andonar cada hombre, tomado uno por uno. Es necesario que
su casa, sus ocupaciones, toda su vida pasada: "Cú- el soldado se haga de nuevo ciudadano a fin de que
rese. El resto no tiene importancia". "Pero si nada la ciudad continúe subsistiendo como tal, continúe me-
tiene importancia, respondió ella, ¿de qué sirve que reciendo que nos consagremos a ella.
me cure?". Tenía razón. Para que este mundo tenga Pero si el individuo es planteado como valor sin-
alguna irnportancia, para que nuestras empresas ten- gular e irreductible, la palabra sacrificio recobra todo
gan un sentido y merezcan ciertos sacrificios, es rre- su sentido. Lo que un hombre pierde renunciando a
cesario que afirmemos la densidad concreta y singu- sus proyectos, a su futuro, a su vida, no se presenta
lar de este mundo, la realidad singular de nuestios ya como una cosa desdeñable. Incluso si decide que
proyectos y cle nosotros mismos. EJ lo que compren- para justificar su vida le es necesario consentir en li-
den las sociedades democráticas: se esfuerzaá por mitar el curso de la misma, incluso si acepta morir, hay
confirmar a los ciudadanos en el sentimiento de'su en el centro de esta aceptación un desgarramiento.
valor individual. Todo el aparato ceremonial de los Ya que la libertad exige a la vez recuperarse a sí mis-
bautisrnos, de los matrimonios, de los entierros, es un ma como un absoluto y prolongar indefinidamente su
hornenaje de la colectividad hacia el individuo. Y los movimiento: es a través de este movimiento indefini-
ritos de la justicia tratan de manifestar el respeto de do que desea volver sobre sí misma y confirmarse. No
Ia sociedad por cada uno de sus rniembros, coásidera- obstante, la muerte detiene su impulso. El héroe puede
do en su singularidad. Nos sorprendemos, e incluso trascender su muerte hacia una realización futura,
nos irritarnos cuando vemos, luego o durante un pe- pero no estará presente en ese futuro. Esto es nec€sa-
ríodo de violencia en el cual los hombres son trataáos rio comprender si queremos restituir al heroismo su
corno objetos, que la vida humana recobra en ciertos verdadero valor; que no es ni natural ni fácil. El hé-
casos un carácter sagrado. ¿Por qué esas vacilaciones roe puede superar su pesar y consumar su sacrificio,
de los tribunales, esos largos procesos, cuando los el cual sigue siendo de todos modos un renunciamiento

tt2 t13
absoluto. La muerte-de aguellos a quienes
nos ligan dría ser muy peligroso para ellos hacerla en voz de-
lu:_"_r _.rlnulares
será tamti¿n-consentida como una
cesgracra singular e irreductible. Una masiado alta. Tratan de disimular el crimen. Por lo
concepción á- menos tratan de ocultarlo a los ojos de guienes pade-
Iectivista del hombre_no acuerdá existencia
sentimientos como_ el amor, la ternura, valiosa a cen su ley. Si no pueden negarlo totalmente, tratan al
Tan sólo la idenridal lá ,*irir¿. menos de iustificarlo. La justificación más radical se-
toúza entre ellos una "Urt*"iá
iJlo, individuos au- ría demostrar que es necesario: cesa entonces de ser
camaradería por f" ."ui
uno se asimila a cada uno de los un crimen, se convierte en fatalidad. Incluso si un fin
juntos, en las canciones otros. E; "rJ. es planteado como necesario, la contingencia de los
"i;;;;;
"urtráá, "r, aoro,
comunes y las l".h;;-;;Li,irr,
en los tra- medios vuelve arbitrarias las decisiones del jef.e y ca-
l?"rse presentan como él mismo¡
mas
todos los de- da sufrimiento singular se presenta como iniustifica-
nadie *""r" do: ¿por qué esta revolución sangrienta en lugar de
P. or el contrario,
si los i"di;iá;; .l "r""á.
en sus
se produ"u" """orro.en reformas lentas? ¿Y quién osará designar a la víctima
*,j:::::1,
rares y cada uno se vuelve ""t""
á11."
"a..i"i;;;;ñ-
para los otros
exigida anónimamente por la voluntad general? Por
ble..Y la violencia no prorroca solamente irremplízá- el contrario, si se avisora como posible un solo camino,
en el mundo si el desarrollo de la historia es fatal, no queda ya
el desgarra¡riento d"i rrüft.á?rrr"rtido,
también sufrida en Ia -", resulta lugar para la angustia de la elección, ni para el
y rechazo. In- lamento, ni para el escándalo, ninguna rebelión
cluso.aguél que desea ,rru "ebeliJn "l
,ri"áá, y *ú-;;;;;;-
cesario pagar por ella se preguntaiá puede surgir ya en ningún corazón, Esto es lo que
con á-u"o*, hace del materialismo histórico una doctrina tan
¿por-qué con mi sangre ei véz de la dt
qué fue tli hijo el qué resultó "il;i",p;; reconfortante: se elimina por su intermedio la idea
-;;t"? V ffi;;
que toda lucha nos obliga u ,acrifi"ur í,# fastidiosa de un capricho subjetivo o de un azar ob-
gente a quienes jetivo. El pensamiento y la voz de los dirigentes no
nuestra victoria no concierne, gente
la rechaza como un catacli"rná, qré, co., bá;i;, hacen sino reflejar las exigencias fatales de la His-
la sorpress, er la cólera ;;i" -o"¡rán sumidos en toria. Pero para que esta fe sea viviente y ef.icaz, es
;""sesperación. Su- necesario que ninguna reflexión mediatice la subje-
frida como una desgracia, para quien la ejerce, la vio- tividad de los jefes y la haga aparecer como tal. Si el
lencía se presenta como un crimen,
Saint-|ust, que creía.en el individ-uá y que
*-r*:il" ;;; fefe considera gue no refleia simplemente el dato, si-
toda autoridad es violencia, d"¿r";;;
sabía sue no que lo interpreta, lo veremos proa a la angustia:
"Nadie gobierna inocentem"rt";,]-^ iá¡"iálr"i¿ür, ¿quién soy yo para creer en mí mismo? Y si el soldado
abre los ojos, preguntará también: ¿quién es él para
, :.:,:,'J:ti"'¿: i:Í::f,::"¿:i í*run ;:,ff ix: mandarme? En lugar de un profeta, no verá más que
a un tirano. Por ello todo partido autoritario considera

Itl 1t5
al pensamiento como un peligro, a la reflexión como a toda acción. Desde los conservadores a los revolucio-
un crimen. Es por ellos que el crimen aparece como tal ;;;;, át,u,r¿t ¿" vocabula"ios idealiltas de y g'orales
en el mundo. Este es uno de los sentidos de Cerc y el ;i;;'r"uli.tu" y positivos, es-en-nombre la utili-
Poco
infinito, de Koestler. R.ubatchov se desliza fácilmente dad como se e*cuá el escándalo de la violencia'
por el sendero del consentimiento, pues percibe'§ue id*t; d; la accion no esté fatalmente comandada
la hesitación y la duda constituyen la más radical, la oo, lo. aáontecimientos anteriores' si ha sido orienta-
más imperdonable de las faltas. Más que constituir una ü;;J fi" ptopr".to. Este esta-subordinación que
fin funda los medios
po-
desobediencia caprichosa, minan el mundo de la ob- ;i" ;"b"táiiruri, y gracias a pero sí.legiti-
jetividad. Sin embargo, por duro que sea el yugo, a il;;, ;;^J" J"¿á ávitar el sacrificio, de acción' trt
pesar de las depuraciones, de las muertes, de las de- áátlo, esto es lo que importa al hombre
portaciones, todo régimen tiene opositores: subsiste ;;;;tJ;, ..-. sái"¡-¡ust, en del crimen'inocencia'
perder su
más que
L9'
el
la reflexión, la duda, la resistencia. E incluso si el opo- oue le ¡sp¡tqtta, io utUitrario
sitor se equivoca, su error pone de relieve una verdad: "t
il;;; ;i;i;. Si los sacrificios consentidos €ocuer-
gue hay lugar en este mundo para el error, para la t;;;" lugar racional en el seno de lay- em,presal::11-
a lo¡ rertrorcll-
sub¡etividad. Ya sea que esté equivocado o tenga ra- Damos u lu ut qrstia de la decisión
zón, triunfa, pues demuestra que los hombres que de- mientos. Es nécesario tan solo triunfar' La derrom
tentan el poder pueden también equivocarse. Y estos tornaría ,rn er.arrJátá i"¡"ttificado las muertes' las
tenido
además lo saben. Saben que vacilan y que deciden con destrucciones, puesto qúe entonces habrían
riesgo. Más que una fe, la doctrina de la necesidad sentido y su uti-
lr-;;;; ,runo. Éero la victoria dahansuservido párá corl'
es un arma. Y si uno se sirve de ella, es porque sabe iidil u t"dot los infortunios que
bien que el soldado podría actuar de otro modo que quistarla. .. r
como lo hace, de otro modo que como quisiéramos, Tal posición sería sólida y satisfactoria si la,pala'
que podría desobedecer¡ sabemos bien que es libre y bra útít tuviera seítido absoluto' Ya 1o he-
encadenamos su libertad. Es el primer sacrificio que mos visto, "rr-ti-," ptopio del espíritu formal
pr""irá-1,'t"-"t
conferirle un sentido elevaádo-la Cosa o la Causa el
le imponemos: el de renunciar a su propia libertad, a
hasta a sus pensamientos, a fin de lograr una libera- ilü;id"l ¿" "" li" i""ondicionado. Entonces,
ción del hombre. Para disimular la violencia no se ha- que se-plantea es un Probleml,i:"^-1:
etlcacla'
ce más gue recurrir a una violencia nueva que alcanza co. Los medios serán elegidos conforme a su
""i.o"pt"Ulema
incluso el plano del espíritu. ti *ár.i¿"á, t" tápia"'",'u economía' Se trata sola-
mente de mensuru" ltt relaciones de
Sea, pero esa violencia es útil, responde el partida- estos factores:
tiempo, gastos, probabilidades de éxito' Incluso
rio seguro de sus fines. Y la justificación que invoca en
es la que, de la manera más general, inspira y legitima ii"*ñá ¿É il"rru iu áirciplina evita a los subordinados
tl6 117
esos cálculos: Ios mismos conciernen únicamente al recuperan nunca. El Hombre universal, absoluto, no
Estado Mayor. El soldado no cuestiona ni el [in, ni existe en ninguna parte. Por este lado, se encuentra
Ios medios para alcanzarlo: obedece sin discutir. Lo nuevamente la misma antinomia¡ la única justifica-
único que distingue a la guerra y ala política de cual- ción del sacrificio es su utilidad. Pero lo útil es áeu€-
quier otra técnica, es que el material que utilizan es llo que sirve al Hombre. Por lo tanto, para servir a los
un material humano. Por lo tanto, del mismo modo hombres, es necesario perjudicar a otros. ¿En nom-
que no podemos ftatar como una simple mercancía el bre de qué principio elegir entre ellos?
trabajo hurnano, tampoco podemos tratar como instru- Es necesario recordar a:ún que el fin supremo al
mentos ciegos los esfuerzos y las vidas humanas. Al que el hombre debe tender es su libertad, la única ca-
mismo tiempo que medio para alcanzar el fin, el hom- paz de fundar el valor de todo [in. Subordinaremos en-
bre es en si mismo fin. La palabra útil reclamá un com- tonces el confort, la felicidad, todos los bienes rela-
plemento y no podría tener más que uno: el hombre tivos que definen los proyectos humanos a esa condi.
mismo. Y el soldado más disciplinado se amotinaría si ción absoluta de realización La libertad de un hombre
una propaganda juiciosa no lo persuadiese de que está sólo debe importar más que una cosecha de algodón
consagrado a la causa del hombre, es decir, a su causa. o de caucho. Aún cuando este principio no sea, de
Pero la causa del hombre, ¿es la de cada hombre? hecho, respetado, es de ordinario teóricament€ reco-
Esto es Io que, luego de Hegel, se esfuerzan por de- nocido. Pero lo que torna tan dificultoso el problema,
mostrar las morales utilitarias. Se trata siempre, si es que se trata de elegir entre la negación de una
se quiere dar a la palabra útil un sentido universal y o de otra libertad: toda guerra supone una disciplina,
absoluto, de reintegrar a cada hombre en el seno dL toda revolución una dictadura, toda política fraudes.
la humanidad. Se declara que a despecho de las de- De Ia muerte a la mistificación, la acción implica to-
bilidades carnales y de este ternor singular que cada <las las formas del avasallamiento. ¿Es, en todo caso,
uno experimenta delante de su muerte particular, el absurda? ¿O se puede encontrar, a pesar de todo, en
interés verdadero de cada uno se confunde con el in- el mismo seno del escándalo que implica, Íazones paÍa
terés_general. Y es .¿erdad que cada uno está ligado 'querer una cosa más que ofia?
a todos, pero en ello reside precisamente la ambi- Por un extraño compromiso que señala que toda
güedad de su condición: en su superación hacia los acción trata a la vez al hombre como medio y como
otros, cada uno existe absolutamente como para sí, fin, como objeto exterior y como interioridad, tene-
Cada uno está interesado en la liberación dá todos, mos en cuenta generalmente consideraciones numé-
pero en tanto que existencia separada, comprometi- ricas. Vale más salvar la vida de diez hombres que la
da en sus proyectos singulares. De tal modo, que los de uno solo. Así, se considera al hombre como fin,
términos¡ útil al Hombre, útil a este hombre. no se puesto que plantear la cantidad como valor, implica

118 tt9
plantear el valor p_ositivo de cada
plantearla como rrálo"
unidad. pero es deraban justa, les parecía la más útil para preservar.
mo exterioridad. conocí"rá"tiri.uill;, ñ;ñ',"rrá"".-
un racionaiiJt.-r.r"tll"."
Sabemos que se ha reprochado mucho a los comunis-
sostenÍa con oasión que es tan inmorai ü" tas esta parcialidad. Sin embargo, puesto que de nin-
de un solo hómb"".á*o d";;; i;;#" gún modo se podía eludir la atrocidad de esas mdsd-
ñ; cer"r"gtu
diezmil. Tenía cres, el único partido a adoptar era tentar, en la me-
razón en el senrido de- gu"'
"rr'"áJ";;;;"";i';.á"-
dalo es rotal. Diez mil ;;*r;;o dida de Io posible, de racionalizarlas.
constitu yen diez Parece que no hemos avanzado demasiado, puesto
mil.repeticiones de una ;"grh;,
tiplicación puede "r;;"k ;;;¿;;Juj- que en suma hemos vuelto a decir que lo que se pre-
ser hecha.;ilü subjetividad. pero senta como útil, es sacrificar a los hombres menos
útiles por aquellos que Io son en mayor medida. Pero
!*t?l3 J" ;, f#;,
podemos contar. Es por
: :,,r"h'.1 J::*: tl"ñ:iltr
,r"tálo"J" o, attncuando esta
incluso esta remisión de lo útil a lo útil nos va a escla-
lógica.imp]iq.ue un áscandulorá'át.rrdo, recer: el complemento de la palabra util, es la palabra
salvación de la mayor cantidad.
preferir la hombre, pero lo es también la palabra futuro, Es el
Este plr",J" á"i p.á- hombre en tanto gue, según la fórmula de Ponge, es
blema es bastante;bsü¿t; J"?0,
bien raro
rgo, ya que es "el futuro del hombre". Y en efecto, desgajado áe su
que funde-", lu á"".i0",
pura. Estos hombres entre lo, .rul", .oU." la cantidad trascendencia, reducido a la facticidad de su presen-
vacilamos tienen cia, un individuo no es nada. Mediante su proyecto
funciones en la sociedad. Ei;;;;;"I
que economiza es como se realiza, por el fin encarado como se ius-
Ia vida de sus soldudo., il'"¿;;;;
iza en tanto que tifica. Esta justificación está por lo tanto siempre por
material humano rltil de p;l;;;",ü.r;:
""."rrru"del pais.
mañana o para la reconstrucción venir. SOlo el futuro puede retomar por su cuenta el
condena a la muerte a millares de
Y.ñri"c;, presente y conservarlo vivo al superarlo. A la luz del
ci"ilás l.ir;Jü* futuro, que es el sentido y la sustancia misma de la
no Ie concierne. oara sa_lva, l, ;á;
o de diez especiál¡stá..-ü"^;. i?rl,," ;;;;Iffi;;
d" acción, es como se hará posible una elección. SaCri-
es el que des- ficaremos a los hombres de hoy a los de mañana, p6¡-
cribe David Rousset Loi-iAi'á." ,uurtra muerte: que el presente aparece como la facticidad que es fle-
Hoe concentración ",
"n
r;;
l§;^:gllq:!,"a.designar ;;1";;i", de ros campos cesario trascender hacia la libertad. Ninguna acción
ellos mismos a los dát"- es concebible sin esta afirmación soberana del porve-
nidos que habrían de ir á l, .ari*u
d" ou.. Los nntí-
ticos acepraban asumir esra respo"üiilfu"á¿";ü; nir. Pero todavia es necesario que nos entendamos
creían poseer un valioso principiá sobre lo que esta palabra encubre.
áe seleccióni pro-
tegían a los hombres de .ú pu.tido,
f,uesto que Ia vida
de esos hombres .orrrugruáu u ,ru".ausa
gue consi-

120 121
el reposo de las cosas. Bajo- esta-forma se re{eja con
4. _ EL PRESENTE Y EL FUTURO vacifación en el sistema de Hegel y en el de Augusto
Comte. Bajo esta forma se lo evoca tan a menudo hoy'
La palabra futuro tiene dos sentidos, corr€spofl- sea en tanto que unidad del Mundo, sea en tanto que
dientes a dos aspectos de la condición ambigüa del nrtu¿" sociaíish realizado, En ambos casos, el Fu-
hombre, que es carencia de ser y que es existencia. turo aparece a la vez como el infinito-y gopq la tota-
Es a la vez como ser y como existencia que debe ser liclad, como el número y como la unidad de la conci-
encarado. Cuando me enfrento a mi futuro, considero iiu"iá"r es la abolición áe lo negativo, la plenitud y la
ese momento que, prolongando mi existencia de hoy, felicidad. Se concibe que pueda reclamarse en su flom-
cumplirá mis proyectos presentes y los superará ha- bre no importa qué sácrificio finito. Cualq-uiera sea la
cia fines nuevos. El futuro es el sentido definido de cantidad áe los hombres sacrificados hoy, la que aPlo-
una trascendencia singular y está tan estrechamente vechará de este sacrificio es infinitamente más ele-
Iigado con el presente, que compone con él una sola vada. For otra parte, frente a la positividad del futu-
forma ternporal. Este futuro es el que Heidegger con- ,o, presente io más que lo negativo que debe
sidera como una realidad dada a cada instante. Pero ser "l "t
en cuanto tal: sólo consagrándose a
los hombres han soñado a través de los siglos con otro esta pósitividad lo negativo puede ahora y ya retor-
"uptimido
futuro en el cual les fuera permitido recuperarse co- nu, á lo positivo. El presente es la- existencia transi-
mo seres en la Gloria, la Felicidad o la |usticia. Este toria gue está hecha para ser abolida: no se recupera
futuro no prolongaba el presente, instalaba en el mun- ,i"o tiur""ndiéndoseiacia la permanencia del ser [u-
do una especie de cataclismo anunciado por signos turo. Solo como instrumento, como medio, solo por-su
que cortaban la continuidad del tiempol mediante un en lo gue concierne al acontecimiento del [u-
Mesías, por meteoros, por las trompetas del |uicio "fi"u.i"
tu.o, el pr"r"rrí" se realiza en forma valiosa' Reduci-
Final. Transportando al cielo el reino de Dios, los do a sí mir*o no es nada: podemos disponer de él-a
cristianos lo han despojado casi de su carácter tem- nuestro antojo. En ello reside el sentido acabado de
poral, aún cuando no fuese prometido al creyente sino la fórmular él [i, iustifica los medios' Todos los me-
al término de su vida. Es el humanismo anticristiano áio, ,e.ult an autoíizados en virtud de su misma indi-
del siglo xv¡I¡ el que hace descender nuevamente el ferencia. Así, unos piensan con serenidad que la opre-
mito a la tierra. Entonces, mediante la idea de pro- sión actual no tiene importancia si, a través de ella'
greso, se elabora una idea del futuro en la cual se puede realiz'arse en cuanto tal' Entonces'
fusionan sus dos aspectos: el futuro aparece alavez ur, ,"n. áel ar-ot ioso equilibrio del trabajo yde la
"i-tr¿""do
como el sentido de nuestra trascendencia y como la "l
,iqu.ru,la opresión desapa-r-ecerá por sí misma' Otros
inmovilidad del ser. Es humano, terrestre, y es alavez piensan con serenidad que la dictadura actual de un

122 123
partido, sus engaños, sus violencias, no tienen impor- de la negatividad; Sin ese movinaiento singular que lo
tancia si, a través de ella, se realiza el Estado socia- arroja hacia el ser, el hornbre no existiría. Pero enton-
lista. Entonces desaparecerán para siempre Ia arbitra, ces no podríamos imaginar la reconciliación de las
riedad y el crimen de la f.az de la tierra.Y otros pien- trascendencias: estas no tienen la docilidad indife-
san, más muellemente todavía, que los plazos y los rente de una pura abstracción, son concretas y se
compromisos no tienen importancia puesto que de una disputan concretamente el ser. El mundo que develan
u otra manera, el porvenir terminará por triunfar. To- es un campo de batalla en el gue no hay terreno neu-
dos los que pioyectándose hacia ,í Po.verrir-Cosa, tral y gue no podemos parcelar, puesto que es a través
sacrifican a él su libertad, encuentran Ia tranquilidad del mundo entero como cada proyecto singular se
de lo formal. afirma. La ambigtiedad fundamental de la condición
Sin embargo, hemos visto que, a pesar de las exi- humana abrirá siempre a los hombres la posibilidad
gencias de su sistema, Hegel mismo no se atrevió a de opciones opuestas. Siempre habrá en ellos el deseo
admitir el engaño de la ideJde un futuro inmóvil. Ad- de ser ese ser del que se sienten carentes, la huida de-
mitió que por ser el espíritu inquietud, Ia lucha ro ce- lante de la angustia de la libertad. El plano del infier-
sará nunca. Marx no consideraba el advenimiento no, de la lucha, nunca será abolido. La libertad nunca
del Estado socialista como una finalidad absoluta, será dada, sino algo por conquistar. Es lo eue expre-
sino como el término de una prehistoria a partir de la saba Trotsky cuando imaginaba el futuro como revo-
cual comienza la historia verdadera. Seríá suficiente lución permanente. Es también el sofisma eü€ se esr
sin embargo, p_ara que el mito del porvenir fuese legí- conde en ese abuso verbal del que se sienten autori-
timo, que esta historia pudiese ser concebida como un zados todos los partidos para justificar su política,
d.esarrollo armonioso en el cual los hombres r€con- cuando declaran que el mundo está todavía en guerra,
ciliados se realizarían como pura positividad. Pero Si se entiende por esto que la lucha no ha terminado
este sueño no está permitido, puesto que el hombre es aún, que el mundo se debate entre intereses opuestos
originalmente negatividad. Ninguna- convulsión so- que se enfrentan en la violencia, se dice la verdad.
cial, ninguna conversión moral puede suprimir esta Pero se quiere decir también que tal situación es áfror-
carencia que reside en su corazón. Haciéndose cáreÍl- mal y reclama conductas anormales. La política que
cia de ser es como el hombre existe, y la existencia po- ello comporta puede recusar todo principio moral,
sitiva es esta carencia asumida, pero no abolida. No puesto que no tiene más que una forma provisoria:
podemos fundar en la existencia una sabiduría abs- más tarde, se actuará de acuerdo con la justicia y con
tracta que, apartándose del ser, no vislumbre más que la verdad. A la idea de una guerra actual, se opone la
la armonía de los existentes, ya que entonces el silán- de una paz Íutura, en la cual el hombre encontrará,
cio absoluto del en-sí se cenaria- sobre esta negación con una situación estable, la posibilidad de una moral.

124 125
Pero en verdad, si la división y ra viorencia definetr
la guerra, el mundo ha estado .í".pr" * o*r"",;l; pudieron concebirse en su finitud, porque el infinito
estará siempre.-Si el hombre aguaráa la páz univeísal que las investía no era para ellas sino tinieblas. Ellas
para tratar de fundar legítimamente su existencia, es- murieron en esa ignorancia, pero también vivieron en
perará indefinidamente: nunca tendrá oúro porvenir. ella. Hoy, sin embargo, no nos resulta tan cómodo
Py"{" que algunos recusen esta afirmu.ior, .;; vivir, puesto que estamos demasiado aplicados a pre-
"
runctada sofr.e presuposiciones ontológicas cuestio- venir la muerte. Somos conscientes de que el mundo
naDles. §e debe reconocer al menos que este futuro entero está interesado en cada una de nuestras €fl-
armonioso no es más que un sueño incierto, y gue en presas, y esta ampliación espacial de nuestros proyec-
todo caso no es nreri"o. Nuestra empresa tos comanda también su dimensión temporal. Por una
""t"" "i
porvenir está limitada, el movimiento- de expansión paradójica simetría, mientras un individuo acuerda
de la existencia exige que nos esforcemo, u cádu irrr- un precio a una jornada de su vida, a una ciudad, a un
tante por acrecerlo. Pero ahí donde nuestra empresa año, los intereses del mundo se calculan por siglos.
se detenga, se detiene también nuestro porvenir.'Más Cuanto más grande es la densidad humana que se
allá no hay nada, puesto que nada es'develad". Oá considera, mayor es la incidencia del punto de vista de
esta noche informe no sabríamos extraer ninsuna ius- la exterioridad sobre el de la interioridad. Y la idea
tificación para nuestros acros. EIla ñ ¿;;á;;; l;; de exterioridad implica también la de cantidad. Así,
Ia misma indiferencia. Al borrar ras faltas y derrotas las medidas han cambiado de escala. A nuestro alre-
de hoy, borrará también los triunfos. Tantá ;.;;;; dedor el espacio y el tiempo se han dilatado. Un mi-
paraíso,- puede construir el caos o la muerte, Un llón de hornbres es hoy poca cosa, y un siglo no nos
dia, parece más que un momento provisorio. Sin embargo,
quizás,los hombres retornarán a la barbari", ,r, áiá
Ia tierra no será más que un planeta helado. D".d; el individuo no resulta tocado por esta transformación,
esta perspectiva, todos Ios momentos se confunden su vida conserva el mismo ritmo, su muerte no retro-
en Ia indistinción de la nada y del ser. No cede delante de é1. Prolonga su empresa sobre el mun-
, do por medio de instrumentos que le permiten devorar
". "ri"
futuro incierto, extraño, qr" ál hombre d"b"-c""ú"
el cuidado de su salvación: es su resporrrubiiid.d las distancias y multiplicar el rendimiento de su es-
gurarlo en el seno de su propia exisiencia. E.t" ;;-"r"- fuerzo en el tiempo, pero sigue siendo siempre uno
tencia no es concebible, ya Io hemos dicho, sino como solo. Sin embargo, en lugar de aceptar sus límites, tra-
afirmación del futuro, páro de un futuro hu*.rro, d" ta de abolirlos. Pretende actuar sobre todo, sabién-
un futuro finito. dolo todo. A través del siglo xvIII y xlx se desarrolló
el sueño de una cieneia universal que, manifestando
- Este sentido de Ia finitud es dificil de sarvaguardar
hoy día. Las ciudades griegas, Ia repúbli.r-;;;;; la solidaridad de las partes con el todo, permite tam-
bién un dominio universal. Era un sueño "soñado por
126 127
el fondo del tiempo, una a una finitas, aun cuando es-
la ÍazóÍt", según palabras de Valéry, pero que no deja tén totalmente abiertas sobre el infinito del porvenir,
de ser cruel, como todos los sueños. Puesto eue ufr sa- y por ello sus figuras singulares se impliquen sin des-
bio que pretendiera saberlo todo de un fenómeno, lo irúirce. Tal concepción no contradice la de una in-
disolvería en el seno de la totalidad; y un hombre que teligibilidad histórica, puesto que- no es verdad que
pretendiera actuar sobre la totalidad del Universo -y entre el absurdo contingente
el espíritu deba optar
vería desvanecerse el sentido de su acción. Del mismo de ló discontinuo la necesidad racionalista de lo
modo que el infinito abierto a mi mirada se contrae continuo. Le corresponde, por el contrario, destacar
por encima de mi cabeza en un cielo azul, así mi tras- sobre el fondo únióo del mundo, una pluralidad de
cendencia hacina a lo lejos el espesor opaco del por- conjuntos coherentes e, inversamente, comprender
venir. Pero entre el cielo y la tierra hay un campo per- esoÁ conjuntos en la perspectiva de una unidad ideal
ceptivo con sus formas y colores, y en el intervalo que del munáo. Sin suscitar del todo el problema de la
me separa hoy de un porvenir imprevisible existen comprehensión y de la causalidad históricas, es su[i-
significaciones, fines hacia los cuales dirigir mis actos. cienie comprobar en el seno de las formas tempora-
Desde que introducimos en el mundo la presencia del les la preséncia de encadenamientos inteligibles para
individuo finito sin la cual no hay rlull- que las previsiones sean posibles y, al mismo tiempo,
do-, se recortan-presencia
formas finitas a través del espacio y 1ó sea lá acción. Y en verdad, cualquiera gue sea la
del tiempo. Y del mismo modo que el paisaje no es filosofía a la cual uno adhiera, sea que nuestra incer-
solamente una transición sino un objeto singular, un tidumbre manifieste una contingencia objetiva y fun'
acontecimiento no es solo un pasaje, sino una realidad damental o que exprese nuestra ignorancia-subjetiva
singular. Si se niega, con Hegel, la densidad concre- frente a uni necesidad rigurosa, la actitud práctica
ta del agui y ahora, en provecho del espacio-tiempo es siempre la misma: nos es necesario decidir sobre
universal; si se niega la conciencia separada en bene- la oporiunidad de un acto y tratar de medir su efica-
ficio del Espíritu, se yerra, iunto con Hegel, respecto cia sin conocer todos los factores intervinientes' Del
a la verdad del mundo. mismo modo gue un sabio, para conocer un fen6-
Del mismo modo que al Lfniverso, es necesario con- meno, no espera que brille sobre él la luz de la cien-
siderar a la Historia como una totalidad racional. El cia: aclarando el fenómeno, por el contrario, contri-
hombre, la humanidad,. el universo, la historia son, buye a constituir esa misma ciencia: así, el hombre de
según la expresión de Sartre, "totalidades destotali- acción no esperará nunca, para decidir,-gye üfl coxo-
zadas" , es decir, que la separación no excluye la re- cimiento periecto le pruebe la necesidad de una elec-
lación, ni a la inversa. No existe sociedad más que ción deteiminada. Debe elegir de antemano, y contri-
por la existencia de individuos singulares. Del mis- buye así a construir la historia. Tal elección no es
mo modo, las aventuras humanas se destacan sobre
t29
128
I
li
I

ooone no en e1 plano de los hechos, sino en el plans


lr
i más arbitraria que una hipótesis: no excluye la rc-
I
l,l flexión y ni siquiera el méíodo, pero tambi¿í es übre, J""i, á ta afit*ación de una colectividad de indivi-
/l e implica riesgos que es necesaiio asumir como tales, duos existentes cada uno para sí. ['o mismo sucede
El movimiento del espíritu surge siempre desde las fr que concierne al tienrpo y su: momentos,.Y del
I

tinieblas, sea que lo consideremós p"nrádo o volunta- ""


*i.*o'*odo que estimamol que al negar a. cada in-
rio. Y, en el fondo, importa prácdcamente bien poco áiriduo ,no pó, uno, anulamos a la,colectividad pen-
que exista o no una Ciencia de la historia, puesto que samos también que si el hombre se aboca a una perse-
esta Ciencia no puede descubrirse sino al término áel cución indefinida del porvenir, perderá su existencia
futuro, y en el seno de cada momento singular será sin posibilidades de recup-erarla: se parecerá a un
necesario, en todo caso, mániobrar en Ia áuda. Los tontá que corre tras su sornbra. Los medios serán' de-
comunistas mismos admiten que les es subjetivamente .i*ot, justificados por el fin. Pero son aquéllos guie-
posible_equivocarse, a pesar de la d¡al¿ctita rigurosa nes deíinen a éste. Y si lo contradicen en el momento
de la Historia. Esta no se les revela hoy bajo su for- ;;-q"" l" llánteat, toda espeÍatza.se hundirá en el
ma acabada: están obligados a prever su desarrollo, ubrü.do. Ásí, se defiende la actitud de Inglaterra en
{deesta previsión puede ser e¡rónea. Desde el punto E-ú;ñr" en Grecia, en Palestina, bajo el pretexto de
vista político y táctico, no habrá entonces niáguna q.tá d"b" tomar posiciones contra la amenaza rusa'
diferencia entre una doctrina de la pura n"."ridud para iuntó con su propia existencia' su civi'
dialéctica y_u-na doctrina que deje lugar a ia contin- "tlvar,
íiÁil" i ios '.rulo"es de lá dámocracia' Pero un de'
genciar la diferencia es de orden moral. Puesto que, ;;.;;t;'que se defiende por opresiones equivalen'
en.el primer caso, admitimos una recuperación'de tes a las áe los regímenes autoritarios reniega pre§i-
"sus
cada instante en el futuro y no se pretánde iustifi- .á""i" de todos valores. Cualesquiera sean las
carlo entonces por sí mismo. En el segundo casó, cada virtudes de una civilización, Ias desmiente tan pronto
empre"§a, suponiendo nada más que un porvenir fi- ;;; hr ;dquiere por medio- de la injusticia y de la
nito, debe ser vivida en su finidad y co- tiranía. Inversamente, si el fin justificador €s arro-
mo un absoluto que ningún tiempo extraño "orride"ada
alcanzará iu¿" hu.iu el fondo de un porvenir mítico' deja de re-
nunca a salvar. En verdad, quien afirma la unidad í1"¡u"." sobre los medios. Al estar más p-róximo y más
de la historia reconoce también gue se destacan en .iá", el medio mismo se convierte en el fin entrevis-
ella conjuntos distintos. Y quien Áubraya la singula- tá.-Ci"ttu el horizonte, sin ser, no obstante' delibe'
ridad de esos conjuntos admite que todos confliryen ,á¿uÁát" querido. El triunfo de la Unión Soviética
en un horizonte único, del mismó modo que existen se propone como un medio paralaliberación del
pro-
para todos a Ia vez individuos y una coleciividad. La letáriado internacional, ¿pero no se convirtió para los
afirmación de Ia colectividad éontra el individuo se stalinistas en un fin abJóluto? El fin no justifica los

130 t3l
medios a menos que permanezca presente,
eue s€ en-
cuentre totalmente develado en LI curso de h em-
presa actual.
Por ello, si es verdad que los hombres buscan en el marse positivamente en tanto que tal. Es por ello,
futuro una garantía de ,ú é*ito, una negación de sus como lo ha señalado Bataille, gue se caracteriza por
tracasos, es verdad también que experiñentan la ne, la destrucción. La moral del ser es la moral del aho-
cesidad de negar Ia huida indefinidá aer ti"r"p" y-d" rro, al acumular, se avizora la plenitud inmóvil del
retener su presente entre sus manos. Es nócesario en-sí. La existencia, por el contrario, es consumo;
affmar Ia existencia en el presente si no se quiere no se hace más que deshaciendo. Para indicar acle-
gue Ia_vida entera se defina-corno ,ru fuga hñ-i; cuadamente su independencia con relación a la cosa
nada. Por ello las sociedades instituyen fLstu. .r.r, tiene lugar ese movimiento negador que la fiesta rea-
función es detener el movimiento dé É tr;-.;;"á;;_ liza: se corne, se bebe, se encienden fuegos, se rompe,
cia, plantear el fin como fin. Las horas qr" .igriárá se gastan tiempo y riguezas, se los gasta en vano.
a Ia liberación de París, por ejemplo, fulron ;;; i"- A través del derroche se trata también de establecer
mensa fiesta colectiva qo" el fin dichoso v una comunicación de los existentes, ya que es m€-
"*áltuba
absoluto de esa historia iingular gue fue, p;¿i;;;;"'- diante el movimiento de reconocimiento que va del
te, Ia ocupación de París. Flubo á, momento es- uno al otro como la existencia se confirma. En los
píritus. afligido-s que_ sobrepasaban"." el pr"r"rrtá Ln cantos, en las risas, en las danzas, el erotismo, la em-
vista de las dificultades futlras. Rehusába" ;ú"; briaguez, se busca a la vez una exaltación del instante
jarse bajo el pretexto de que bien pronto habria"n y una complicidad con los otros hombres. Pero la ten-
áe
plantearse nuevos problernas. pero este mal humor sión de una existencia realizada como pura negativi-
sólo se encontraba entre aquellos que no hubiu" J"- dad no podría mantenerse durante mucho tiempo. Es
seado demasiado Ia derrotá alemaía. Todos q"i""", necesario que bien pronto se comprometa en una em-
habían hecho de ese combate su combat", ,;;qir;;i; presa nueva, que se lance hacia el porvenir. El ins-
fuera por la sinceridad de sus esperanzas, considera- tante de desasimiento, la pura afirmación del pre-
ban tambi én la victoria como uáa victoria absorutá, sente subjetivo no son sino abstracciones. La alegría
cualquiera que hubiese de ser el futuro. Nadie ;; I" se sofoca, la embriaguez cae en la Í.atiga, flos ericoll-
suficientemente ingenuo como para ignorar que bien tramos con las manos vacías porque nunca podemos
pronto la desdicha adquiriría oiros plro ¿ste poseer el presente: esto es lo que confiere a las [ies-
habia sido borrado dé Ia üerra, de "o-.tro..
modo ubrolrto. tas su carácter patético y decepcionante. Una de las
F.ste es el sentido moderno de la fiesta, tanto la pu- funciones del arte es la de fi¡ar de un modo más clu-
blica corno la pri'ada. La existencia intenta .orr'fir- rable esta afirmación apasionada de la existencia: la
fiesta está en los orígenes del teatro, de la música,
132 de Ia danza, de la poesía. Al contar una historia, al
representarla, se la hace existir en su singularidad

133
con su comienzo, su fin, su gloria o su vergienza. meta de largo plazo, Y se la encara concretamente in-
Y es así como en verdad es necesario vivirla] En Ia cluso más allá de la propia muerte, a través del mo-
fiesta, en el arte, los hombres experimentan su oec€- vimiento, de la liga, de las instituciones, el partido
sidad de sentirse en forma absoiuta. Deb"n-cuÁpli, que se ayuda a constituir. Lo que pretendemos es que
realmente ese anhelo. Lo que les detiene qr", dar- no haga falta aguardar que ese fin se vea justificado
de el momento en que confieren a la palabra "* i'i" ¿f J"- en tanto punto de partida de un nuevo porvenir. En
ble sentido de meta y de terminación, perciben ¿tr".- Ia medida en que tengamos ya participación de ese
mente esta ambigüedad de su condiiión, que es Ia tiempo que fluirá más allá de su advenimiento, nada
más fundamental de todas: que todo
-ovimiento vi- debemos esperar de ese tiempo para el cual hemos
viente es un deslizamiento hacia Ia muerte. pero si trabajado: otros hombres vivirán esas alegrías y esas
aceptan enfrentarlo, descubren también que todo mo- penas. En cuanto a nosotros, en tanto que fin deberá
vimiento hacia la muerte es vida. Se gritaba antes: ser la meta considerada. Tenemos que iustificarla, a
"EI rey ha muerto, viva el rey". Así, esiecesario que partir de nuestra libertad que la ha proyectado, por
el presente muera para que siga viviendo. La e"istán- el conjunto de movimientos que contribuyen á su cunl-
cia no debe negar esta muerté que lleva en su corá- plimiento. Las tareas que nos proponemos y que, des-
zón, sino quererla. Debe afirmaise como absoluto en bordando el límite de nuestras vidas, son nuestras,
su misma finitud. Es en el seno de lo transitorio don- deben encontrar su sentido en sí mismas, y no en una
de el hombre se realiza, nlrnca fuera de é1. Lr;, finalidad mítica de Ia Historia.
sario considerar sus empresas como finitas, y ";¿;- que- Pero entonces, si rechazamos la idea de un porve-
rerlas en forma absoluta. nir-mito para no retener más que la de un porvenir
Resulta claro que esta finitud no es la del puro ins- viviente y finito, delimitando formas transitorias, la
tante. Hemos dicho que el porvenir era el sentido y la antinomia de la acción sigue vigente. Los sacrificios
sustancia de toda acción. Los límites no podrianla- y los fracasos actuales se nos presentan como rro res-
ber sido trazados a priori. Existen proyeétos gue de- catados a lo largo del tiempo. Y la utilidad no puede
finen un porvenir deun día, de ,rru hoá. V o"" ya definirse en forma absoluta. ¿No terminamos de
"tio. ,
se insertan en estructuras capaces de desarrollar.á este modo por condenar a la acción como criminal y
través de uno, dos, o varios siglos, y tienen por ello absurda al tiempo que condenamos al hombre a ella?
asidero concreto sobre .rrro, áo., o varios siqlos.
Cuando se lucha la liberación de los i"¿üÉ"r,
-p-or
oprimidos, ppr Iq liberación de los negros norteame-
ricanos-, por la edificación de un estadd palestino, por
la revolución socialista, es evidente que se encara una

134 135
ma. No es el vano desplazamiento de una muela gi-
5,
- LA AMBIGüEDAD ,á"¿" en el vacío. Se concreta en cada tela como exis-
t"rr.iu absoluta. El arte, la ciencia, no se cons-tituyen
Es necesario no confundir la noción de ambigüe- sino a través de ellos' Lo cual
il;;.-á; los fr*uror,verdades-y
dad con la de absurdo. Declarar absurda a la exis- que existan errores' obras rnáes'
tencia, es negar que pueda darse un sentido. Decir ".ir-pl¿"
;;r; de=elhos, según que el descubrimiento' el cua-
que es ambigua, es plantear que su sentido no está il il;;"-.áui¿""" !9 ganarse la adhesión de las
nunca determinado, que debe ser conquistado sin ce- ..""i*ái"s humanas. Es tecir que el fracaso' siem- y
sar. El absurdo recusa toda moral, pero la racionali- ;;;;iaubl", ,"rrrlta en ciertos casos salvado en
zación acabada de lo real tampoco dejaría lugar a la otros no.
moral. Porque la condición del hombre es ambigua Es interesante proseguir con esta comparaclon'
es que trata, a través del fracaso y del escándalo, de N;;.rq""-átirnit"*os 1á acción a una obra de arte
la
salvar su existencia. Así, decir que la acción debe ser o a una teoría científica, sino porque en todo caso
vivida en su verdad, es decir, en la conciencia de las t.u..""¿""cia humana debe enfrentar el mismo sea pro'
antinomias que comporta, no significa que debamos blema¡ le es necesario fundarse, aun cuando le
renunciar. Pierrefeu dice con justeza, en Plutarco impedido por siempre poder realizarse' Ahora bien'
mintió que no existe en la guerra victoria eue no pue- ;;ffi;q;"i-iu ti"táia, ni el arte, han transferido
pre-
da ser considerada como un fracaso, puesto que el á1 por.r"tti" el cuidado de justificar su existencia
ob¡etivo encarado es Ia destrucción total del enemigo ;dt;. En ninguna época el atte-se ha considerado lla-
y ese resultado nunca se alcanza Sin embargo, hay como un encaminamiento hacia el Arte: el arte
guerras ganadas y guerras perdidas. Y lo mismo pue- mado arcaico no prepara el clasicismo sino a los ojos
de decirse de toda actividad. Exito y fracaso son dos ilñ ;;qr"otogá.. El e=cultor que esculpióuna las Co-
aspectos de la realidad que no se distinguen de ante- ;;; i" Aients iensaba con razón que hacía ha consi- obra
mano. Precisamente esto hace a la crítica tan cómoda, terminada. En ninguna época, la ciencia se
al arte tan difícil; al crítico le resulta siempre fácil á;"d";;r"iul, .o"r, lagúnas' Sin creerse definitiva'
mostrar los límites que se fija todo artista al elegirse. ."^ñt-q'r"rido siempre"sin -embargo expresión total
Ni en el Giotto, ni en el Tiziano, ni en Cézanne,la del mundo y es su lotalidad lo que ella se replantea
pintura se da entera. Se busca a través de los siglos, áe tiempo án tiempo. E-s!e es un ejemplo de la. ma-
y nunca se realiza totalmente. Un cuadro en el cual ,r"tu .o-o el hombre debe en todo caso asumir su
estuvieran resueltos todos los problemas pictóricos iiritud, no planteando su existencia como transito-
sería inconcebible. Pero este movimiento hacia su ,iá, relativa,-sino refleiando en ella al infinito' es de-
propia realidad es lo que constituye a la pintura mis¿ .it, piá"t"ándola como absoluto' El arte existe por-
136 137
gue en todo momento se ha querido de manera abso-
luta. Del mismo modo, no hábra liberación del hom- de rechazarlo sin condiciones. La resistencia ro pre-
bre a menos que, entreviéndose, la libertad se realice tendía una eficacia positiva: era negación, rebelión,
en forma absoluta por el hecho mismo de entreverse. martirio. Y en este movimiento negativo, la libertad
resultaba positiva y absolutamente confirmada.
Esto exige que cadá acción sea considerada En cierto sentido, la actitud negativa es facil. El
forma acabada cuyos diferentes momentos,"o-"-""L
en lusar
de huir hacia el infinito para encontrar allí su ¡uíti- ob¡eto rechazado es dado sin equívocos, y define sin
ficación, se reflejen los unos en los otros, confirmán- equívocos la rebelión que se Ie opone. Así, todos los
dose unos con otros, aun cuando no exista una se- franceses antifascistas estaban unidos durante la ocu-
oaración definida entre presente y futuró, medios y pación por su resistencia común contra un solo opre-
fines. sor. El retorno a lo positivo encuentra mayor€s esco-
Pero si esos momentos constituyen una unidad, no llos, como bien pudo verse en Francia, donde resuci-
debe haber entre ellos contradicáón. puesto que la taron, al mismo tiempo que los partidos, las divisiones
Iiberación entrevista no es una cosa situada ár, t'r, y los rencores. En el momento del rechazo,la antino-
tiempo extraño, sino un movimiento que se realiza mia de la acción se esfuma, el medio y el fin se unifi-
tendiendo a conquistarse, no podría alianzarse si re- can. La libertad se plantea inmediatamente a sí mis-
niega de antemano de sí mismo. La acción no puede ma como su fin y se cumple al plantearse. Pero la
intentar realizarce por medios que destruirían su mis- antinomia reaparece desde el momento en que la li-
mo sentido. Al punto de que en ciertas situaciones no bertad se dé nuevamente fines que se encuentren a
para el hombre otrá alternativa que el rechazo. distancia, en el futuro. Entonces, a través de las resis-
FbF
En Io gue s_e denomina realismo politicá no hay I";;; tencias de lo dado, se proponen medios divergentes
para el rechazo, puesto que el presente es cónsiáe- y algunos se definen como contrarios a sus fines. Se
rado como transitorio. Nó hay iechazo sino cuando ha podido comprobarlo a menudo: sólo la rebelión es
el hombre reivindica su existeácia como un valor ab. pura. Toda construcción implica el escándalo de la
soluto. Debe rechazar entonces en forma absoluta dictadura, de la violencia. Este es el tema, entre otros,
'todo de Espartaco, de Koestler. Quienes no quieren, como
Io que niegue este valor. De modo más o *"rro.
consciente, en nombre de una moral tal, es que conde- este Espartaco simbólico, retroceder ante el escán,
namos hoy a,un magistrado que entregó á üo coftu- dalo y consagrarse a la impotencia, buscan de ordi-
nista para salvar a diez rehenes y co., ¿l a todos los nario refugio en los valores de lo {ormal. Por ello,
partidarios de Vichl que pretenáían "seguir Ia co- tanto en los individuos como en las colectividades, el
rriente": no se trataba de iacionalizar el p"resente tal momento negativo es a menudo el más auténtico. Goe-
como nos era impuesto por la ocupación alemana, sino the, Barrés, Aragón, en su juventud romántica, des-
deñosa o rebelde, rompen con los viejos conformis-
138
139
mo que el de Kierkegaard. Lo gue nos importa es
saber, en las condiciones dadas, si es necesario o no
mos y proponen de este modo una liberación real, aun matar a Isaac. Pero pensamos también que lo que dis-
cuando incompleta. Pero más tarde lo vemos a Goe- tingue al tirano del hombre de buena voluntad, es
the servidor del Estado, a Barrés del nacionalismo, que el primero descansa en la certidumbre de sus fi-
a Aragón del conformismo stalinista. Sabemos cómo nes, en tanto que el segundo se pregunta en incesan-
el espiritu cristiano, que era rechazo de la Ley muer. te interrogación: ¿Estoy realmente trabajando por la
ta, relación subjetiva del individuo con Dios á través liberación de los hombres? Esta finalidad, ¿no se ve
de la -fe y de Ia caridad, ha sido substituido por el contradecida por todos los sacrificios a través de los
formalismo de la Iglesia católica. La Reforma há sido cuales puedo entreverla? Al plantearse sus fines, la
una rebelión de la sub¡etividad, pero el protestantis- Iibertad debe colocarlos entre paréntesis, confrontar-
mo a su vez se convirtió en un moralismo ob;etivo en los a cada momento con este fin absoluto que ella
el ctral el formalismo de las obras reemplazó a la in- misma constituye e impugnar en su propio nombre los
quietud de la fe. El humanisrno revolúcionario, por rnedios de que se vale para conquistarse.
su parte, no acepta sino raramente la tensión de la Estas consideraciones permanecen, se dirá, bas-
Iiberación_ permanente. Ha creado una Iglesia en la tante abstractas. Prácticamente, ¿qué es necesario ha-
cual Ia salvación se adquiere mediante liinscripción cer? ¿Cuál acción es buena? ¿C:uál mala? Plantear tal
al partido, del mismo modo como se compra en otras pregunta, es también caer en. una abstracción inge-
mediante el bautismo y las indulgencias. i{emos visto nua. No preguntamos a un físico cuáles hipótesis son
que estos recursos a lo formal son engañosos. Entra- verdaderas. Ni al artista mediante qué procedimien-
ñan el sacrificio del hombre ala Cosá, de la libertad to podemos fabricar una obra cuya belleza esté ga-
a la Causa. Para que el retorno a lo positivo sea ,iantizada. La moral, de igual manera que la ciencia
auténtico, es necesario que comprenda la negativi- y el arte, no provee recetas. Solamente pueden pro-
clad, que no-disimule las antinomiás entre medio"y fin, ponerse métodos. Así, en la ciencia, el problema fun-
presente y futuro, sino que las mismas sean vividas damental es la adecuación de la idea a su contenido,
en una tensión permanente. Es necesario no retroce- de la ley a los hechos. El lógico comprueba que en el
der delante del escándalo de la violencia, ni negarla caso en que la presión de los datos hace estallar el
o, lo que-es igua1,-asumirla con ligereza. Kierkegáard concepto que sirve para comprenderlos, se recurre
dice gue Io que diferencia del fariieo al hombre horal al ardid de inventar un nuevo concepto. Pero no
auténtico, es que el primero considera a su angustia puede definir a priori el momento de la invención,
como prenda cierta de su virtud. Cuando se pre*gunta menos aún preverlo. De manera análoga, puede de-
¿Soy-Abi¿ham?, se responde: soy Abraham, páro h cirse que en el caso en que el.contenido de la acción
moralidad reside en el dolor de una interrogaóión in-
definida. El problema que planteamor ,ro á, el mis- 141

t{0
desmienta el sentido, es necesario modificar no el sen- al hombre libre, es querer gue exista el ser, es querer
tido, que es querido aquí en forma absoluta, sino el el develamiento del ser en la alegria de la existencia.
contenido mismo. Sin embargo es imposible decidir Para que la idea de liberación tenga un sentido con-
abstracta y universalmente esta relación del sentido creto es necesario que la alegría de existir se vea afir-
con el contenido. Es necesario en cada caso particu- mada en cada uno, a cada instante. Es densificándose
lar una experiencia y una decisión. Pero del mismo en placer, en felicidacl, como el movimiento hacia la
modo como sin esperar de sus reflexiones ninguna f,ibertad adquiere en el mundo su figura carnal y real.
solución definitiva, el físico encuentra provechoso re- Si Ia satisfacción de un anciano que bebe un vaso de
flexionar sobre las condiciones de la invención cien- vino no cuenta para nada, entonces la producción, la
tifica, y el artista sobre las de la creación artística, es riqueza, no son más que mitos vacíos. No tienen sen-
útil para el hombre de acción tratar de encontrar en tido a menos que sean susceptibles de recuperarse en
qué condiciones sus empresas son legítimas. Habre- alegría individual y viviente. La economía del tiempo,
mos de ver que a partir de ahí se descubren perspec- la conquista del ocio no tienen ningún sentido si la
tivas positivas. risa de un niño que juega no nos toca. Si no amamos
Se nos hace evidente de antemano que el individuo la vida por nuestra propia cuenta y a través de los
en cuanto tal es uno de los fines a los cuales debe des- otros, es en vano buscar justificarla de alguna ma-
tinarse nuestra acción. Coincidimos aqui con el pun- nera.
to de vista de la caridad cristiana, el culto epicúreo de La política tiene razón sin embargo al rechazar la
la amistad, el moralismo kantiano, que trata a cada bondad en la medida en que ésta sacrifica con aturdi-
hombre como un fin. No es sólo como miembro de miento el porvenir al presente. En las relaciones con
una clase, de una nación, de una colectividad, que nos cada individuo, tomados uno a uno, la ambigüedad
intEresa, sino en tanto que es sólo un hombre. Esto de la libertad, que muy a menudo no se empléa sino
nos distingue del político sistemático que no se preo- para huir, introduce un difícil equívoco. iQué signi-
cupa más que de los destinos colectivos. Y sin duda fica exactamente amar al prójimo? ¿Que signiiica
no ayuda en nada a la liberación de los hombres que considerarlo como un fin? Es evidente que no álcan-
un vagabundo encuentre placer en beberse un litro zaremos a cumplir en todo caso la voluntad de todos
de vino, un niño en jugar con su pelota, w lazarone Ios hombres. Hay casos en que un hombre quiere po-
napolitano en holgazanear al sol. Es por ello que la sitivamente el mal, es decir, la servidumbre de otros
voluntad abstracta del revolucionario desprecia la hombres, y es necesario entonces combatirlo. Sucede
bondad concreta que se emplea para saciar deseos sin también que sin causar daño a nadie evade su propia
mañana. Sin embargo, no debemos olvidar que hay -alcán-
libertad, buscando apasionada y solitariamente
un.lazo concreto entre libertad y existencia. Querer ;
zar el ser que sin cesar se le sustrae. Si pide nuestra
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ayuda, ¿es necesario acordársela? Censuramos a un
hombre que necesita una droga para intoxicarse, a un
desesperado que se suicida, porque pensamos que catar o no, es totalmente abstracto. En ausencia de
esas conductas inconsideradas constituyen atentados
lazos concretos con ese desesperado, mi elección no
del individuo contra su propia libertad. Es necesario será nunca más que facticidad contingente. Si rne €o-
hacerle tomar conciencia de su error, ponerlo en pre- cuentro en situación de ejercer violencia sobre un
sencia de las verdaderas eiigencias de su libertad. niño, un débil mental, un enfermo o un demente, es
porgue, de una u otra manera, estoy también €[car-
Sea, pero ¿si se empecina? ¿es necesario usar enton-
ces la violencia? IUna vez más todavía, lo formal se gado de su educación, de su felicidad, de su cura-
emplea aquí para esquivar el problema. lfna vez gue ción: pariente o profesor, enfermero, médico, amigo. . "
quedan planteados los valores de la vida, de la sal- Entonces, por una convención tácita, por el mismo
vación, del conformismo moral, no se vacilará en im- hecho de que se me solicita, se acepta o incluso se
ponerlos a los demás. Pero sabemos que ese fariseís- desea el rigor de mi decisión. Ella es por lo tanto,
mo puede entraiar los peores desastres: carente de tanto más justificada cuando asumo más profunda-
droga, puede suceder que el intoxicado se mate. Si mente mis responsabilidades. Por ello el amor auto-
bien es cierto que es necesario no ceder a la ligera a riza severidades que no le están permitidas a la indi.
Ios impulsos de la piedad y de la generosidad, tam- ferencia. Lo gue hace al problema tan complejo es
gue, por una parte, no debemos hacernos cómplices
bién es cierto que no debemos servir con empecina-
miento a una moral abstracta. La violencia no se jus- de esta huida de la libertad que encontramos en el
tifica a menos que abra posibilidades concretas a esa aturdimiento, en el capricho,lamania,la pasión; pero
gue, por otra parte, el movimiento fallido del hombre
libertad que pretendo salvar. Ejerciéndola, asumo de
buen o mal grado un compromiso en relación con los hacia el ser es Io que constituye su misma existencia,
puesto que a través del fracaso asumido se afirma
otros o conmigo mismo. Un hombre al que arranco de
la muerte que habia elegido tiene el derecho de soli- como libertad. Querer impedirle a un hombre errar,
citarme los medios y las razones para vivir. La tiranía es impedirle cumplir su propia existencia, es privarlo
ejercida sobre un enfermo no puede justificarse a no de su vida. Al comienzo de Los zapatos de raso, de
ser que resulte curado. Cualguiera que sea la pureza Claudel, el marido de Doña Prouhéze, elluez, el |us-
de la intención que me anima, toda dictadura consti- to, según el pensamiento del autor, explica que toda
tuye una falta que debo hacerme perdonar. Del mis- planta, para crecer derecho, tiene necesidad de un
jardinero y que él es el que el cielo ha destinado para
mo modo, no estoy en condiciones de tomar cualquier
decisión a costa de no importa qué. El ejemplo clel su joven esposa. Aparte de que uno resulta chocado
desconocido que se arroja al Sena y que dudo eri r€s- por la arrogancia de tal pensamiento (ya que ¿cómo
sabe él que es ese jardinero esclarecido? ¿no será so-
lamente un marido celoso?) esta asimilación de un
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alma 3 ]ra plal_ta no es aceptable, pues, retomando gobernar. Y gobernar no es tan sólo maniobrar. Exis-
Ias palabras de Kant, el valor de un acto no reside tan te hoy un equívoco, y particularmente en Francia,
sólo en su,conformidad con un modelo porque pensamos que nuestro destino se nos escapa.
en su verdad interior. Recusamos a los"*t""i*,1iil
inguisidores Ya no esperamos contribuir a hacer la historia, nos
que quieren crear desde fuera la fe y la virtúd. Recu- resignamos a sufrirla. Nuestra política interna no
samos todas las formas de fascis-o que pretenden hace más que reflejar el juego de fuerzas exteriores.
lograr desde fuera la felicidad del homd"". ftu,,,ti¿; Ningún partido pretende determinar la suerte del
al paternalismo que.cree ha.ber hecho ,lgo pár;l h;;- país, sino solamente prever el porvenir que preparan
bre prohibiéndoll argunas posibiiiáad"." dá üt*ió", atr mundo las potencias extranjeras y emplear de la
cuando era necesario darlé razones para resisti". -- mejor rnanera esta cuota de imprevisión que escapa
Así, Ia violencia no se halla justificada á" todavía a sus previsiones. Arrastrados por este rea-
luan{o ""ir"¿u
se opone. a voluntad", qu" se juzga perverti- lismo táctico, los ciudadanos mismos consideran al
das. §e hace inadmisible si se escuda en Iiignorancia voto no más como la afirmación de su voluntad, sino
para negar una libertad que, ya Io hemos vislo, puede como una maniobra, ya sea que uno adhiera total-
en verdad_ ejercerse en"ál seáo de Ia misma mente a la maniobra de un partido, ya sea que unc)
cia. Que las "élites esclarecidas,, se üri";;;:
-oá"
invente su propia estrategia. Los electores se consi-
"rf,r""á"r,
cambiar la situación del niño, del u".lfubeto, ¡;i á";- deran a sí rnisrnos no como hombres a los cuales se
mitivo aplastado por las supersticiones: ésta es una consulta sobre un punto en especial, sino como [uer-
de sus tareas más urgentes. pero incluso zas a las cuales se empadrona y ordena con miras a
f.uerzo, ellas deben reipetar una libertaJqr; "" ".t" "r- fines lejanos. Y sin duda por ello los francesesl dfl-
Ia suya, un absoluto. Éstas minorías ;" ñ;; ";;;;; taño tan ávidos por proclamar sus opiniones, se des-
por ejempl-o, a Ia extensión del sufragio univers óñ;,
al ar- interesan por un acto que se ha convertido en una
gumentando Ia incompetencia de laI masas,-á" decepcionante estrategia. Entonces, efectivamente, es
mujeres, de los indígenas de las colonias. p;r;-J;
U,
necesario no votar, sino medir el peso de ese voto.
es olvidar qu_e el hombre tiene dere"t o á á"Jd;r;;;: Este cálculo exige conocimientos tan vastos, tal se-
ca de sí en Ias tinieblas, gue Ie es necesario guerer guridad de previsión, que sólo un técnico especiali-
má-s ¿ll5 de Io que conoce.- si er saber i"ri"it"-r""* zado puede tener la audacia de emitir un pronóstico.
necesario (suponiendo incluso que fuera Pero éste constituye uno de esos abusos por los cua-
entonces el administrador colonial no tendría """""¡flá1,
,rr Já- les se pierde todo el sentido de la democracia. Se de-
le5ho.qayor a la libertad. Se encuentra mucho más bería lógicamente tender a la supresión del voto. El
te¡os det conocimiento perfecto que lo que Io voto debe ser en realidad la expresión de una volun-
está del
suyo el salvaje más atrasado. En lr"rdud, lrot;;;; tad concreta, la elección de un representante capaz
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de defendeÍ, en el cuadro general del país y del mur-
oue la muier, el esclavo Í.eliz o resignado viven en el
do, los intereses singulares de sus electores. El hom-
bre ignorante y desheredado tiene, él también, inte- ;;;d.l;í""iir de valores ya dados-, tiene un sentido
ffi;tl"t 'iniños eternos",'"niños grandes"' pero la ,

reses que defender. El sólo es "competente" para de-


analogía es sólo parcial. La infancia es una situación
cidir acerca de sus esperanzas y de su confianza. Por ,rrru situación natwal cuyos limites no
un sofisma que se apoya en la mala fe de lo formal, =i"g.tÉ", ", por otros hombres-y que, por ello' es in-
no sólo se arguye acerca de su impotencia formal r""""""udos
cott una situación {e opresión' Es una si-
para elegir, sino que se argumenta sobre el contenido "á-pu""ble
tuación común a todos los hombres y provisoria para
de su elección. Recuerdo, entre otros, los ingenuos
razonamientos de una jovenqita bien pensante, que todos. No representa por lo tanto un límite que corte
las oosibilidádes del hombre, sino por el contrario el
decía: "El voto de las mujeres está muy bien en prin-
cipio, sólo que si damos el voto a las mujeres votarán moáento de un desarrollo en el cual se conquistan
nuevas posibilidades. El niño es ignorante porque no
a los rojos". Con la misma desvergüerrza, se declara
casi unánimemente hoy en Francia que si se permi- ha teniáo todavía tiempo para instruirse' no porgue
ese tiempo le haya sido negado. Tratarlo como a un
tiese a los indígenas de Ia Unión Francesa disponer
de ellos mismos, vivirían tranquilamente en sus po- iii", i"'rignificá cerrarle el porvenir, sino abrírselo.
blados sin hacer nada, lo que sería nefasto para los ti";" rr"."iidud de que se 1o vigile, reclama la resis'
auto-
ridad, que es la forma que toma-para él esta
superiores intereses de la Economía. Y sin duda, el
estado de estancamiento en que elegirían vivir no es tencia de la facticidad a través de la cual se opera
el que un hombre puede desear para otro hombre. toda liberación. Y por otra parte, incluso en esa situa'
Es deseable abrir delante de los negros indolentes ción, el niño tiene'derecho a su libert?d y debe ser
posibilidades nuevas, de modo que un día probable- respetado como una persona humana' Lo que consti'
Rousseau haya afir'
mente los intereses de la Economía se confundan con ói"-;l ;"lor del Ei¡tio, es que iot-t contundente' Hay
Ios suyos. Pero por el momento, se los deja vegetar -á¿" en él ese principio "r,naturalista bien estimulan-
en situación tal que su libertad puede ser solamente Emilio un Lptimísmo
negativa. Lo mejor que pueden desear es no Í.atigar- "" "f
te. En la instrucción del niño, como en toda relación
se, no sufrir, no trabajar. E incluso se les niega esa .án otro, la ambigüedad de la libertad rgplica el es-
Iibertad. Es la forma más depurada y más inacepta- de la vioLncia. En cierto sentido' toda edu-
ble de la opresión. "á"¿ul"
cación es un fracaso. Pero Rousseau tiene taz6n en
Sin embargo, objeta la "élite esclarecida", no se rehusar que se oprima al niño' Y en la práctica' es
deja que un niño disponga de sí mismo, no se le per- Lien diferente eáucar a un niño que cultivar una
mite votar. Este es otro sofisma. En la medida en planta, a la cual no se consulta sobre sus necesida-
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cles,o considerarlo como una libertad delante de la horto a curarse, lo conduzco a un médico, trato de
cual es necesario ab¡ir un porvenir. ayudarle a vivir. En la medida en gue teqgo chances
Así podemos plantear un primer punto: el bien de de triunfar, actúo correctamente rehusándole la suma
un individuo o de un grupo de individuos merece ser pedida. Pero si las circunstancias me impiden hacer
tomado como fin absoluto de nuestra acción, pero no
nada para cambiar la situación en que se debate, no
estamos autorizados para decidir a priori acerca de tengo-más remedio que ceder. Una privació-n de algu-
ese bien. A decir verdad, no estamos nunca autoriza-
naJhoras no hará más que exasperar inútilmente sus
dos de antemano a ninguna conducta, y una de las tormentos. Y es posible que acuda a medios extremos
consecuencias de la moral existencialista es el rechazo
para obtener 1o que no le doy. Es -e! problema abor-
de todas las justificaciones previas que podrídn ecx. dado por Ibsen en El pato saluaie. Un individuo vive
traerse de la civilización, de la edad, de la cultura: en oná situación de engaño. El engaño es violencia,
es el rechazo de todo principio de autoridad, Positi-
tiranía: ¿diré la verdad para liberar a la víctima?
vamente, el precepto será tratar al otro (en la me- Sería neéesario antes haber creado una situación tal
que la verdad fuese soportable y que, perdiendo sus
dida en que esté también interesado, que es el caso
que consideramos ahora) como una libertad en pro- ilusiones, el individuo engañado encontrase en torno
cura de su libertad. Utilizando ese hilo conductor de- suyo razones para esperar. Lo gue hace, el problema
beremos, en cada caso singular, inventar, a riesgo de
nás co-plejo es que_la libertad.de un hombre inte-
errar, una solución inédita. Por despecho amoroso, resa casi siempre la de otros individuos.' Considere-
una joven ingiere un tubo de gardenal. Los amigos la mos, por ejemplo, a una pateia que se empecina en
encuentran una rnañana moribunda, llaman a un mé- vivir en una covacha. Si no tenemos éxito en infun-
dico, la salvan, Con el tiempo se convierte en una ma- dirles el deseo de habitar en un lugar más sano, es
dre de farnilia amante. Sus amigos tuvieron razón en necesario dejarles seguir sus preferencias. Pero la
considerar su suicidio como un acto precipitado y situación .uábia si tiénen niños. La libertad de los
aturdido y en colocarla en situación de rechazarlo padres sería la ruina de sus niños, y com-o de parte
o de reasumirlo libremente. Pero vemos en los asilos áe éstos está el porvenir, la libertad, es a ellos a quie-
depresivos que han intentado matarse veinte veces, nes debemos tener en cuenta. El prójimo es múltiple,
que consagran su libertad a buscar el medio de esca- y- a'partir de ahí, nuevos problemas se plantean.-
par de sus carceleros y poner fin a sus intolerables Páden os preguntarnos ante todo para quién bus-
angustias. El médico que les palmea amigablemente camos la libártaá, la felicidad. Así planteado, el pro-
las espaldas es su tirano y su verdugo. Un amigo in- blema es ábstracto. La respuesta será por lo tanto
toxicado por el alcohol o las drogas me pide dinero arbitraria y lo arbitrario no tiene nunca lugar-sin es-
para adguirir el veneno que le es necesario. Yo lo ex- cándalo. No es por cierto culpa de la dama de cari-

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dad si resulta fácilmente odiosa. por er hecho de oue
disponiendo de su tiempo y de su di";;;;;-;#i;; lujo, el ocio de algunos para asegurar la liberación
limitada, vacile antes dL dístr¡buirlo a éste o a aquéI, de otros, pero cuando se trata de elegir entre dos li-
se presenta ante los otros como pura exterioriáad, bertades, ¿cómo dec¡dir?
como facticidad ciega. Contrariamente al ,i;;; f;;_ Repitámoslo, no se podría indicar sino un método.
mal del kantismo gue considera al u.tá trit" *á" El primer punto es considerar siempre qué interés hu-
virtuoso cuanto más abstracto, la generosidad mano verdadero satisface la forma abstracta que pro-
parece, por el contrario, tanto másJundada, v "o, ponemos como fin a Ia acción. La política pone en pri-
oor mer término Ideas: Nación, Imperio, Llnión, Econo-
lo tanto más valiosa, cuando el otro ái.tiñrLlr;-
nos de nosotros mismos y cuando nosotros "; mía, etc. Pero ninguna de estas formas tiene valor en
nos reali- sí, y no lo tendrá a menos que comprenda a individuos
zamos tomándola por fin. Eso es lo gue se produce
si concretos. Si una nación no puede afirmarse orgullo-
estoy comprometido con relación a otro. Lós estoicos
recusaban los lazos de familia, de amistad, de;"ñ: samente sin detrimento de sus miembros, si ufla rrá-
nalidad, par_a norecono-cer más que l" fig""á-";i""i- ción no puede crearse sin detrimento de aguellos que
sal del hombre. Pero el hombre'", h"*É.;; ;;;;, pretende unir, la nación, la unión deben ser rechaza-
de situaciones cuy_a singularidad es precisamente un das. Repudiamos todos los idealismos, misticismos,
hecho universal. Hay hombr", q,r" etc., que prefieren una Forma al hombre mismo. Pero
el ;";; el problema se haceverdaderamente angustiante cuan-
de ciertos hombres y no el de ótros, ".peran
y sus espectati-
vas definen líneas de acción privilegiádrr. C;;;i;;" do se trata de una causa que sirve auténticamente al
luche.por el negío, el ¡üdio ,""; jr;i;; hombre. Por ello el problema de la política stalinista,
!,r"proletarr:
el "l,r."glo po.r el proletario, el problema de la relación del partido con las masas
el español- en España. de las que se sirve a fin de servirlas, está en el pri-
l1s necesario solamente gue Ia afirmáción de
estás so- mer plano de las preocupaciones de todos los hombres
lidaridades individuales no contradiga lu d"
una solidaridad universal y que cadá e*pre;¿il: ""ru"t"¿ de buena voluntad. Son pocos, sin embargo, quienes
Io plantean sin mala fe, y es necesario tratar de ante-
lud? quede también abierá éobre la totalidal ¿" lo, mano de disipar algunos sofismas.
hombres.
Pero entonces encontramos baio una forma con- El adversario de la Unión Soviética utiliza un sofis.
creta los conflictos gue hemos descripto abrt"ucta- ma cuando, subrayando la parte de violencia criminal
mente. Pues la causa de la libertad no puede triunfar asumida por la política.stalinista, desdeña confron-
sino a través de sacrificios singulu"".. y por ciertá tarla con los fines perseguidos. Sin duda las depura-
existen jerarquías entre los bieáes deseadós por los ciones, las deportaciones, los abusos en las ocupacio-
hombres. No se vacilará en sacrificar el confort, nes, las dictaduras policiales sobrepasan en importan.
el cia a las violencias ejercidas en cualquier otro país.
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El hecho mismo de que haya en Rusia ciento sesenta de meter la revolución entera en uno de los platos de
millones de habitantes multiplica el coeficiente numé- labalanza, en comparación, el otro platg parece-siem-
rico de las injusticias cometidas. Pero estas conside. Dre Doco carqado.'Pero la idea misma de una dialéc-
raciones cuantitativas son insuficientes. Del mismo ii"u ilobul dé la historia no impl-ica gue algun factor
modo como no se puede separar el fin del medio que ,"i"*pre determinante. Por el contrario, si se ad-
Io define, no se pueden juzgar los medios sin tener en ""u
mite que la vida de un hombre Puede cambiar el cur-
cuenta el fin que les da su sentido. Linchar á ün rle- so de'los acontecimientos, se adhiere a la concepción
gro o suprimir a cien opositores, no son actos análo. qr'r" u.r"rda un papel prep-onderante a la r.atiz de
gos. El linchamiento es un mal absoluto, representa la Óleopatra, ala u""rillu á" Cto-*ell. Con total mala
supervivencia de una civilización perimida, la perpe- [e se juega aquí con dos concepciones distintas de la
tuación de una lucha derazas que debe desaparecer: idea de nlcesidadl una sintética, la otra analítica; una
es una falta sin iustificación, sin excusa. Suprimir cien dialéctica, la otra determinista, La primera hace apa-
opositores es sin duda un escándalo, pero es posible a la Historia como un devenir inteligible en el
que tenga un sentido, una razón. Se trata de mantener "i.",
seno del cual se reabsorbe la singularidad de los ac-
un régimen que aporta a una inmensa masa de hom- cidentes contingentes. El encadenamiento dialéctico
bres un mejoramiento de su suerte. Es posible gue esa de los momentos solo es posible si hay en cada mo-
medida hubiera podido ser evitada. Posiblemente re- mento una indeterminación de los elementos singu-
presente tan solo esa parte necesaria de fracaso que láres tomados uno por uno. Si por el contrario se ad-
comporta toda construcción positiva. No se podría mite el determinisáo riguroso-de cada serie causal'
juzgarla sino reubicándola en el conjunto de la causa arribamos a una visión cóntingente y desordenada del
que sirve. conjunto, siendo la conjuncióñ de las series producto
Pero por otra parte, el defensor de la Unión So- del'azar. L-In marxista debe por lo tanto reconocer que
viética ttiliza un sofisma cuando justifica incondicio- rrirrgur. de sus decisiones singulares compromete a la
nalmente en virtud del fin perseguido los sacrificios revólución en su totalidad. Se trata únicamente de ac-
y los crímenes. Sería necesario antes probar que, por tirru" o retardar el acontecimiento, de evitar el empleo
una parte, el fin es incondicionado y por otra, que los de otros medios más costosos. Ello no significa que
crímenes cometidos en su nombre eran rigurosamente deba retroceder delante de la violencia, sino- que no
necesarios. A la muerte de Bukarin se opone Stalin- J"U".ott.ideiarla a priori justificada por sus fines' Si
grado, pero sería necesario saber en qué efectiva me- considera a su empresa en su verdad, es decir en su
dida los procesos de Moscú aumentaron las chances finitud, comprenderá que siempre tendrá-que oponer
de la victoria rusa. Una de las astucias de la ortodoxia a los sacrifiiios q,re teála*a una apuesta finita, y que
stalinista es que, jugando con la idea de necesidad, esta apuesta es iácierta. Por cierto, esta incertidumbre

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no debe impedirle cuestionar sus fines, pero le exigi- es necesario decidirlo sin auxilio, y al hacerlo pone-
rá gue se preocupe en cada caso por encontrar un equi- mos en juego valores. Si los Girondinos rechazaban,
librio entre el fin y los medios. en el93,las violencias del Terror, en tanto que Saint-
Así recusamos toda condenación, al igual que toda |ust, Robespierre, las asumían, es porgue no tenían la
iustificación a priori, de las violencias ejercidas con misma concepción de la libertad. Del mismo modo, no
miras a un fin legítimo. Es necesario legitimarlos con- era la misma república la que entreveían, entre 1830
cretamente. Es imposible aquí un tranquilo cálculo y 1840,los republicanos que se limitaban I üna opo-
matemático. Se debe intentar apreciar las probabili- sición puramente política, y aquellos que adoptaban
dades de éxito que determinado sacrificio implica. Pe- la técnica de Ia insurrección. Se trata en cada caso de
ro de antemano ese juicio será siempre dudoso. Ade- definir un fin y de realizarlo, sabiendo que la elección
más, encarada la realidad inmediata del sacrificio, la de los medios utilizados interesa a la vez a esta defi-
noción de chance es difícil de considerar. Por una par- nición y a esta realización,
te, se puede multiplicar hasta el infinito una probabi- De ordinario, las situaciones son tan complejas que
lidad sin encontrar nunca la certidumbre. Sin embar- es necesario un prolongado análisis político antes de
go, prácticamente, termina por confundirse con esta poder plantear el momento ético de la elección. Nos
asíntota: en nuestra vida privada, así como en nuestra limitaremos a considerar aquí algunos ejemplos muy
vida colectiva, no existe otra verdad que la estadística. simples que permiten precisar un poco nuestra acti-
Por otra parte,los intereses en juego no se deian po- tud. Cuando en un movimiento revolucionario clan-
ner en ecuación. El sufrimiento de un hombre, el de destino se descubre la presencia de un traidor, no se
un millón de hombres no son comparables con las con- vacila en abatirlo. Es un peligro presente y futuro del
quistas rcalizadas por millones de otros hombres; la cual es necesario desembarazarse. Pero si el hombre
muerte presente no es mensurable con la vida por ve- es sólo sospechoso de traición, el caso es más ambiguo,
nir. Seria utópico querer plantear por un lado las pro" Se condena a esos paisanos del norte que durante la
babil¡dades de éxito multiplicadas por la recompensa guerra de l9l4-18 masacraron a una familia inocente
que se piensa alcanzar, y por el otro lado el peso del que se supuso hacía señales al enemigo. Es que no
sacrificio inmediato. Nos encontramos nuevamente solo las presunciones eran vagas, sino que el peligro
frente a Ia angustia de la decisión libre. Y es por ello era incierto. De todos modos, bastaba con meter a los
que la elección política es una elección éticat al mismo sospechosos en prisión. Era fácil, en tanto se agüsr-
tiempo que una apuesta, es una decisión. Apostamos daba una investigación seria, impedirles que causaran
respecto a las chances y los riesgos de la medida en- daño. Sin embargo, si un individuo dudoso tiene la
carada, pero respecto a que las chances y los riesgos suerte de otros hombres en sus manos, si, por evitar el
deban o no ser asumidos en las circunstancias dadas, riesgo de matar a un inocente, se corre el de dejar mo-

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rfu a diez, es razonable sacrificarlo. Lo único que se camaradas tratan de que se revise su proceso. Se pro-
puede pedir es que tales decisiones no sean tomadas ponen dos métodos: se puede actuar oficiosameltel Y
con precipitación o ligereza y que en su conjunto el se sabe que entonces se tienen grandes posibilidades
mal que se inflige sea inferior al que se previene. de ser oídos. Se puede también hacer un proceso s€r-
Existen casos todavía más inquietantes, porgue en sacional, tomando el partido comunista en sus manos
ellos la violencia no es inmediatamente eÍ.icaz. Las el asunto, suscitando una campaña de prensa y Peti-
violencias de la resistencia no suponían el debilitamien- ciones internacionales, pero el tribunal no querrá en-
to material de Alemania. Se proponía precisamente tonces ceder a esta intirnidación. El partido logrará
crear un estado de violencia tal gue la colaboración mediante este arbitrio una gran publicidad, pero los
fuese imposible. En cierto sentido, era un precio de- mineros serán condenados. iQué decidirá aquí un
masiado caro la supresión de tres oficiales enemigos hombre bien intencionado?
si costaba el incendio de todo un pueblo francés. Pe- El héroe de Dos Passos elige salvar a los mineros,
ro estos incendios, las rnasacres de rehenes, formandd y le damos la razón, Por cierto, si hubiese sido necesa-
parte del plan, creaban un abismo entre ocupantes y rio elegir entre la revolución por entero y- la vida de
ocupados. Del mismo modo las insurrecciones de Pa- dos o ties hombres, ningún revolucionario hubiese va-
rís y de Lyon, a principios del siglo xlx, o las rebelio- cilado. Pero se trataba solamente de ayudar a la pro-
nes de los indios, no pretendían quebrar de un golpe paganda del partido, o ntejor, de a-yudar un poco a:us
el yugo del opresor, sino crear y mantener el sentido prótrrUliaadás de desarrollo en el interior de los Es-
de la rebelión, volver imposibles las mistificaciones de iados Unidos. El interés inmediato del partido cornu-
la conciliación. Tentativas que se saben una por una nista en ese país no está ligado más gue hipotética-
volcadas al fracaso pueden legitimarse mediante el mente al de la revolución. De hecho, un cataclismo co-
conjunto de la situación que crean. Es también el sen- mo la guerra ha trastornado de tal modo la situación
tido de Ia novela de Steinbeck, Un combate dudoso, qr" gtán parte de las ganancias y las pérdidas del pa-
en la que un fefe comunista no vacila en desencadenar sadJhan Áido barridaspor el viento. Si verdaderarrlerl-
una huelga costosa, de éxito dudoso, pero mediante te el movimiento pretende servir a los hombres, debe
la cual nacerá, con la solidaridad de los trabajadores, aquí preferir la vida de tres individuos concretos a una
Ia conciencia de la explotación sufrida y la voluntad probáUiUaad muy débil e incierta de se-rvir un poco
de rcchazarla. más eficazmente por medio de su sacrificio a la hu-
Me parece interesante oponer a este ejemplo el de- manidad por venii. Si considera a esas vidas desde-
bate que relata |ohn Dos Passos en Auenturas de un ñables, sé coloca, también, del lado de los políticos
hombre jouen. Como secuela de una huelga, tres mi- formales que prefieren la Idea a su contenido. Es que
neros norteamericanos son condenados a muerte. Sus se prefiere a sí mismo, en su sub¡etividad, más que a

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gante tensión exigida por el existencialismo. Instala-
los fines a los cuales pretende consagrarse. Además,
do en la permanencia del heroísmo, nos dirigimos cie-
en tanto en el ejemplo de Steinbeck la huelga era-in-
gamente hacia un fin incontestado. Pero nos asemeja-
mediatamente una ápelación a la libertad de los traba'
jadores y constituía en su mismo fracaso una libera- remos entonces al coronel de La Roque que marchaba
firmemente delante suyo sin saber hacia dónde iba.
tión, el sacrificio de los mineros es mistificación y Malaparte relata que los jóvenes nazis, para hacerse
opresión. Se les engaña haciéndoles creer gue se trata
insensibles al sufrimiento de los otros, se ejercitaban
dL salvar sus vidas, y se engaña con ellos a todo el
en arrancar los ojos a gatos vivos. No podrían evitar-
proletariado. Así, en uno y otro caso, nos encontramos
se de modo más radical las trampas de la ambigüe-
áelante del mismo caso abstracto: algunos hombres
dad. Pero una acción que quiere servir al hombre debe
deben morir para que el partido que pretende-servirlos
realice ,rra gat u.tcia limitada. Pero un análisis coo'
por el contrario cuidar no olvidarlo en el curso de la
ruta. Si elige cumplirse ciegamente perderá su sentido
creto nos conduce a soluciones morales opuestas.
o revestirá un sentido imprevisto, ya gue el fin no está
Vemos que el método que nos proponemos, análogo
en ello a los métodos científicos o estéticos, consiste
fi;ado de una vez por todasr se define a lo largo del
camino que a él conduce. Solo la vigilancia puede per-
en confrontar en cada caso los valores realizados y los
petuar la validez de las metas y la afirmación aufén-
valores previstos, el sentido del acto con su contenido'
El hecho es que en oposición al sabio o al artista, y tica de la libertad. Por otra parte, la ambigüedad no
puede dejar de abrirse paso, es padecida por la víc-
aún cuando lá parte de fracaso que asume es bastante
más escandalosa, el político raramente se preocupa 99r
tima, y su rebelión o sus lamentos la hacen existir
también para el tirano. Este se sentirá entonces tenta-
emplearlo. ¿Será que hay una dialéctica irresistible
def poder !r'r" t o deja ningún lugar- a la moral? do de cuestionarlo todo, de renunciar, renegando así
de sí mismo y de sus fines. O, si se empecina, conti-
La preocupáción ética, incluso bajo su forma realista
nuará encegueciéndose, multiplicando sus crímenes y
conlreta, ¿es nefasta a los intereses de la acción? Se pervirtiendo de más en más sus designios originales.
nos ob¡etará seguramente que la vacilación, la Pguie-
En verdad, no es por respeto a sus fines que el hombre
tud, ná hacen -ás que retardar la victoria. Puesto de acción se hace dictador: es porque sus fines son
que de todas formas hay en cada éxito una parte de
necesariamente planteados a través de su voluntad.
fracaso, puesto que es necesario en todo caso superar
la ambigüedad, ¿por qué no rehusar tomar conciencia Hegel ha señalado en la Fenomenología esfa confu-
,sión inextricable entre obletividad y sub¡etividad. Un
de ella?"En el priáer íú-"to deCuadetnosde Accíón,
hombre no se entrega a una Causa sino haciéndola su
un lector dedáraba que se debería considerar al mili-
Causa. Como se realizará en ella, es también a través
tante comunista, de ina vez por todas, como "el hé'
suyo que ella se expresa, y la voluntad de poder no
roe permanente de nuestro tiempo" y rehusar la f.ati'

160 t6t
se distingue aquí de la generosidad. Lo gue un indi- aparecer como tal lo sub¡etivo. Del mismo modo, exige
viduo o un partido toman como fin cuando eligen .rrru permunente puesta án tela dg juicio de los medios
triunfar a no importa qué precio es su propio triunfo. p.r átlirr, d"l fin por los medios. Dábe tener cuidado él
Si se realizasela fusión del Comisario y del Yogi, ha- iambién de no aíruinar mediante los medios gue em-
bría en el hombre de acción una autocrítica que le de- pi"r"l fin que se propo-ne, y en primer término, de no
nunciaría a cada instante la ambigüedad de su volun- borr"rr" al iervicio de los opositores del primer tipo'
tad, deteniendo el impulso imperioso de su sub¡etivi- P"ro po" delicado que sea, su papel no es menos n€ce-
dad y al mismo tiempo cuestionando el valor incondi- sario.'En efecto, pót ,rtu parte, sería absurdo contra-
cionado del fin. Pero, en realidad, la política sigue la decir una acción Íiberadora con el pretexto de que im-
pendiente de la facilidad. Es fácil adormecerse ante la plica el crimen y la tiranía, Yd que sin crimen Y tita'
infelicidad de los otros o considerarla en menos. Es ,riu ,ro podría Íraber liberación del hombre: no es
más fácil arrojar a prisión a cien hombres de los cuales posible L..rpu, a esta dialéctica gue va de la libertad
noventa y siete son inocentes que descubrir a los tres á la übertad a través de la dictadura y de la opresión'
malhechores que se esconden entre ellos. Es más fá- Pero, por otra parte, seríamos culpables si deiásemos
cil matar a un hombre que vigilarlo. Toda política uti- que el-movimiento liberador se fi¡ase en un momento
liza a la policía, gue pregona profesionalmente un des- qr" aceptable solo si se transmite a su contrario'
precio radical por el individuo y que ama la violencia
""
É, .r"."t"rio impedir que la tiranía-y el crimen se.ins-
por sí misma. Lo que designamos con el nombre de talen triunfalmente en el mundo. La conquista de la
necesidad política, es en parte la pereza y la brutali- libertad es su única justificación y contra ellos debe-
dad policiales. Por ello corresponde a la moral remor- *or fot lo tanto mántener viviente la afirmación de
tar una pendiente que no es fatal, sino libremente la libertad.
consentida. Es necesario que se haga efectiva a fin de
que se vuelva difícil lo que era anteriormente facil. A
falta de crítica interna, este es el papel que debe pro-
ponerse Ia oposición. Hay dos tipos de oposición. La
primera es un rechazo radical de los fines mismos plan-
teados por un régimen: es la oposición del antifascis-
mo al fascismo, del fascismo al socialismo. En el se-
gundo tipo, el opositor acepta el fin objetivo, pero cri-
tica el movimiento subjetivo que lo intenta. Incluso es
posible gue no desee un cambio de poder, sino que juz-
gue necesario efectuar un cuestionamiento que hará

162 163
CONCLUSION

LIna moral como ésta ¿constituye o no un individua-


lismo? Sí, si errt"tdá-or"po' ello'que acuerde al
indi-
;iá;; rrr'rrulu, absoluto y qu" no 'econozca sino a él
ir.rpr.i¿J i" t""¿u, su existencia' Es individualis-la"mo-
tá áf"l t"ntido en que las sabidurías antiguas'
rál *i.,i""a de la sálvación, el ideal de la virtud kan-
tiana, merecen tarnbi¿n ese nombre' Se opolq las a
il;ú;t totalitarias que erigen por encirna del hom'
bre espejismo de la Humanidad' Pero no es ürI so-
"l
liosismo, puesto que el individuo no se define sino por
;;;iliá:¿; i mundo v con los otros individuos'
No existe sino trascendiénáose y su libertad no puede
realizarcemás que a través de la libertad de los otros'
Tustifica su existencia por un movimiento -que' qom9
¿ila,;;"eiot"p"
- grt" coiazón,pero termina fuera de él'
individuálismo no conduce a la anarquía que
p"Ñ".tiu invasión de la comodidad',"T': P1h11!1"
Ls übre, pero encuettta su-l-ey en.su misma libertad'
X;t" ,;d" debe asumir su libártad yconstructivo:
no huir de ella'
no
La asume mediante un movimiento
sin hacer. Y también mediante un movimien'
"*i.ii-ot
to neqativo que rechaza la opresión para sí y.para
i;r;;;: B"iu construcción, ásí como en el rechazo'
t65
quien
setrata de reconquistar la libertad sobre la facticidad en su totalidad puesto que es precisamente ella
contingente de la existencia, es decir, de retomar co- crea los criterios de lo verdaáero y 1o falso' El arte
platón puesto que existe el cielo
mo querido por el hombre, el dato que está ahí de an.
temano, sin razón. Tal conquista nunca está termina- "r-_irurrc"Liá"
¿" fu, f¿"us. Pero ""en el doáinio teirestre, toda glori-
da. La contingencia permanece e incluso, paru afir- li.""io" de la tierra es verdadera desde el momento
;;;;; ;ta- real¡zada. Que los hombres adiudiquen
mar su voluntad, el hombre está obligado a hacer sur-
,i üt*i" a las palabras, a las formas' físicas'
a los colores' a
gir en el mundo el escándalo de lo quL no quiere. Pero a las
esta parte de fracaso es condición misma de la vida, los teoremas matemáticos, a las leyes
no se podría soñar su abolición sin soñar al punto la oro.rut deportivas, al heroísmo' Que en ely amor' los obje-
en
muerte. Esto no significa que uno deba consentir el i;;ilJ'á"rá"r, un precio entre ellos'
fracaso, sino gue debe consentir luchar contra él sin to", los acontecimientos, ios hombres tendrán también
reposo. ;; ñ;;i"-"¿iuto, lo tendrán-ert forma absoluta'
Sin emb_argo, esta batalla sin victoria, ¿no es puro E, óotibl" qr" ,r, hombre se rehuse I guerer 1ud9
engaño? No hay ahí, dirán algunos, más que uná as- ;;1i" ilti"ria. Probará este rechazo y 1o efectivizará
tucia de la trascendencia proyectando delante de sí mediante el suicidio. Si vive es porque' no importa
un fin que retrocede sin cesar, corriendo delante de lo oue disa, permanece en él cierto apego por la exrs-
ella en una marcha indefinida. Existir para la Huma- i;"4. Sü viáa será a la medida de este apego' se jus-
nidad es quedarse en el mismo sitio, y ella se mistifica tificará en la medida en que justifique auténticamente
Ilamando progreso a este turbulento estancamiento. al
-- mundo.
Toda nuestra moral no hace más que estimularla en f"tu iustificación, aunque abierta sobre el universo
esta empresa de ensueño, puesto que pedimos a cada entero a través del espacio y del tiempo' será siempre
uno confirmar para todos los otros la existencia co, firritr. No importa lo que uno haga, no tealiza nunca
mo valor, ¿no se trata simplemente de organizar entre más que ,rta bbru limiiada, como esta misma existen-
los hombres una complicidad que les pérmita susti- ;;".'lr; i"t;"t; furrdarr" a través de-deella y qu9. la
liáita. La afirmación nuestra fini-
tuir al mundo dado naediante un juego de ilusiones? -i"lü,á-Ui* que.acabamos
Hemos intentado ya responder a esta ob¡eción. No t"á lo que sin duda da a la doctrina
se podría formularla sino colocándose en.el terreno "t
de evocar su austeridad y, a los ojos de algunos'. su
de irna ob¡etividad inhumana y por consecuencia [al- tristeza. Desde el momento en que consideramos abs-
sa. En el interior de la Humanidad es posible mistifi- lractay teóricamente un sistema, nos situamos efecti'
;;;í" *bre el plano de lo universal' eshegelianodecir' de lo
car a los hombres. La palabra engaño tiene un sentido
por oposición a la verdad establecida por los mismos ilf*;il. Por ello'la lectura del sistema es
un
hombres, pero la Humanidad no podría mistificarse ¡uf ;;;t;ladora: recuerdo haber experimentado
167
166
gran sosiego al Ieer a Hegel en el marco impersonal no 9s exterior a la bue'
de otro modo, que el resultado-
de la Biblioteca Nacional, en agosto de 1940. Pero na voluntad que ;;;;ú al vislumbrarlo' Si suce-
luego que me encontré nuevamente en la calle, en mi 'ál#;;lá¿á t 1o sue debiera' la exis"
vicla, fuera del sistema, bajo un cielo verdadero, el tencia de cada
"ñu'I*¡'i"i"t"
-to" tut"á¿u' sin gue hu!i11
sistema no rne sirvió ya de nada: eran, bajo el color '"o '""t-"i*iu
necesidad ¿" totát un paraíso en el que todos
de nuestra muerte'
del infinito, las consolaciones de la muerte las que me quedaríamo, ,"toii"itiados luego
habla ofrecido, y yo deseaba todavía vivir en medio
de hombres vivientes. Pienso que, inversamente, el
existencialismo no propone al lector los consuelos de
una evasión abstracta: el existencialismo no propone
ninguna evasión. Por el contrario, es en la verdad de
la vida donde se comprueba su moral y entonces se
presenta como Ia unica proposición de salvación que
se pueda dirigir a los hombres. Retomando por su
cuenta la rebelión de Descartes contra el genio ma-
Iigno, el orgullo de la caña pensante frente al universo
que la aplasta, afirma que a pesar de sus límites, a
través de ellos, corresponde a cada uno realizar su
existencia corno un absoluto. Cualesquiera sean las
dimensiones vertiginosas del mundo que nos rodea, la
densidad de nuestra ignorancia, los riesgos de las ca-
tástrofes por venir y nuestra debilidad lndividual en
el seno de la inmensa colectividad, permanece el he-
cho de que somos libres hoy y en forma absoluta si
elegimos guerer nuestra existencia en su finitud abier.
ta sobre el infinito. Y de hecho, todo hombre que ha-
ya tenido verdaderos amores, verdaderas rebáliones,
verdaderos deseos, verdaderas voluntades, sabe bien
que no hay necesidad de ninguna garantía extrañ,apa.
ra estar seguro de sus fines. Su certidumbre le viene
{_e_su propio impulso. Hay un viejo refrán que dice:
"Haz Io que debes, sucederá lo posible". És decir,

168 169
INDICB

P,á5.
1) .. . I
q\ 39

3) ... 7g

- La actitud estética
1. 79

2.-Libertad y liberación .. . 83

3. Las antinomias de la acción 101


-
4. presente y el futuro t22
-El
- La arnbigüedad
5. 136

Conclwión 165

t7t
Este libro se termi¡ó de
imprimir el ?Á. de r.rzo
de 1972, en los Talleres
"El Grafieo/Impresores",
Niearagua 4462, Bs. As.

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