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El F.B.I. a través del agente Michael Lewansowski, de la Unidad Internacional en la lucha contra la
corrupción, declaro ante el juez Robert Levy, de la Corte del Distrito Este de New York, explicando
la supuesta participación de los hermanos Luis Enrique y Ricardo Alberto Martinelli, hijos del ex-
presidente Ricardo Martinelli, en la corrupción patrocinada por la compañía brasileña
ODEBRECHT. En su intervención estableció que los hechos investigados por su departamento, con
la colaboración de otras entidades investigativas nacionales e internacionales indicaban "causa
probable" y que por eso el arresto de los Martinelli, efectuado en Guatemala, era justificado y la
solicitud de extradición también.
El agente Lewansowski procedió a explicar que los hermanos Martinelli abrieron cuentas en Suiza
con el propósito de recibir pagos ilegales de ODEBRECHT, girados a nombre de empresas creadas
para tal fin y ubicadas "off-shore", con ellos dos como intermediarios directos y, como utilizaron
instituciones financieras estadounidenses, por hacerlo terminaron, como decimos en Panamá,
"jodidos".
En el caso también están representados fiscales norteamericanos para el Distrito Este de New York
y abogados de la sección de Fraudes de la División Criminal de la Sección de Activos y
Recuperación de Activos de la División Criminal. Quien quiera que examine los detalles del
"indictment", (acusación formal) se percatará de que desde hace años les estaban siguiendo los
movimientos. Si no los arrestaron antes fue quizás para recoger mas información incriminatoria y
descubrir a sus otros posibles cómplices y asociados en el delito.
Como el caso luce demoledor, aparentemente los hijos del ex-presidente desearon de repente
volver a Panamá, COVID-19 o no.
¿Cómo es posible que los mismos hechos que sirven para acusarlos con seguridad ante una corte
de Estados Unidos no pueden ser interpretados y utilizados de igual manera en la Republica de
Panamá? Quizás la respuesta es corrupción, corrupción, corrupción y billete, billete, billete. El
apuro de ir a Panamá ¿era por la garantía de que se podría comprar su seguridad en nuestro
territorio, a pesar de la cantidad existente de probable evidencia inculpatoria? (está en el
diccionario de la Real Academia Española, no jodan).
¿Y quién les soplo sobre la acusación que venia desde Brooklyn? ¿Coincidencia?
Lo importante ahora es ver qué hará Guatemala. El argumento esgrimido por algunos sobre la
inmunidad que confiere el Parlacen es algo que no me convence.
Primero, no le sirvió al padre de las criaturas para zafarse de la extradición, a pesar de haber sido
juramentado y haber aceptado su cargo.
Segundo, la prole no había sido juramentada, no habían tomado posesión del cargo y algo quizás
importante, ellos fueron electos como suplentes y el que ocupa el cargo no lo había abandonado
al momento de la detención. Hay quienes creen que Guatemala no se atrevería a desairar una
solicitud hecha por Estados Unidos. No estoy tan seguro, especialmente, por la cantidad de
quetzales que esperan levantar vuelo tan pronto se transformen los dólares que a esta hora
posiblemente deben ya haber emprendido una desaforada carrera para introducirse en los
corruptos bolsillos de siempre. Escaparan los hermanos y aparezcan en Panamá de pronto, desde
donde no podrían ser extraditados. En ese caso, ¿qué haría al respecto nuestro gobierno con este
nuevo bollo de dinamita en su manos?.
Recuerdo el caso de tres políticos salvadoreños, uno de ellos, Eduardo D'Aubisson, senador e hijo
del criminal Roberto D'Aubisson, quienes viajaron por carretera, el 17 de Febrero del 2007, de El
Salvador a Guatemala, para asistir a una reunión política. Una vez atravesaron la frontera,
unidades guatemaltecas enviadas para escoltarlos procedieron a asesinarlos, no sé por cuál
motivo. Los policías culpables del hecho fueron arrestados y enviados a la prision de máxima
seguridad de "El Boqueron" donde, bajo condiciones contradictorias, fueron asesinados en sus
celdas.
Ese episodio me dejó, como diría un argentino amigo mío, anonadado. Moraleja: cualquier cosa
puede pasar en Guatemala.
Rubén Blades
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