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antropología psicológica
1º Grado en Psicología
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
EVOLUCIÓN DE LAS CAPACIDADES COGNITIVAS
EN LOS PRIMATES
El aumento del tamaño del cerebro está vinculado con el bidedismo, el cambio de la dieta, el
aumento del tamaño del grupo social, la producción de los primeros instrumentos técnicos y, en
general, con un aumento en la complejidad cognitiva, que es la característica principal del homo
sapiens sapiens: el pensamiento simbólico.
- La relación entre el tamaño del cerebro y el tamaño del cuerpo, relación expresada en el
coeficiente de encefalización, el cual, siendo de 7 en el homo sapiens sapiens, es el mayor en
la escala filogenética. Esto quiere decir que nosotros tenemos un cerebro 7 veces más grande
que el que nos correspondería por nuestro tamaño corporal. Somos primates muy
encefalizados.
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1. HIPÓTESIS DE LA INTELIGENCIA ADAPTATIVA
La hipótesis adaptativa afirma que nuestras habilidades cognitivas evolucionan como respuesta a
las exigencias del entorno. Es decir, son seleccionadas aquellas capacidades que nos permiten
resolver mejor los retos ambientales o los que se presentan en la vida social en grupo. Jean
Piaget (1926, 1976) que consideraba la inteligencia como una adaptación biológica humana.
Desde la perspectiva de Piaget, el hombre no solo hereda las características específicas de su
sistema nervioso y sensorial, sino también una disposición que le permite superar los límites
biológicos impuestos por la naturaleza.
Pero existen dos teorías a la hora de priorizar la importancia del entorno ecológico o social en el
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desarrollo de las capacidades cognitivas. La teoría ecológica centra el protagonismo en la
adaptación al nicho ecológico mientras que la teoría social se centra en el entorno social.
Actualmente se defiende que estas dos presiones colectivas (social y ecológica) han favorecido la
miembros.
A. Teoría Ecológica.
La teoría ecológica defiende que las habilidades cognitivas se desarrollan y aumentan al resolver
problemas ecológicos, como aprovechar mejor los recursos o los nichos ecológicos, o buscar
nuevas fuente de alimento que exijan otras habilidades para su procesamiento.
cuales van a tomar el mando que exige la complejidad de un cerebro más grande con más
neuronas y por lo tanto con muchas más conexiones.
Para esta teoría, la ecología ha sido determinante en la evolución del tamaño del cerebro
humano, y no aspectos sociales como la cooperación o la competición. Entre estos factores
ecológicos se cuentan problemas como encontrar comida, almacenarla, y procesarla para
consumirla. Cuando el medio ambiente es inhóspito y los individuos pueden continuar
aprendiendo cómo resolver problemas mucho después de la niñez –por ejemplo, porque pueden
aprender técnicas difíciles de otros individuos–, esa combinación entre ecología y acumulación
de conocimiento produce cerebros de tamaño humano.
De acuerdo con esta teoría, las especies con habilidades más desarrolladas deberían usar más
fuentes de comida dispersas y efímeras.
• Estáticas: Recordar las características del entorno (lugares donde encontrar alimento,
cantidades de alimento en cada lugar).
• Dinámicas: predecir los cambios del entorno (por ejemplo tener la habilidad para rodeos si el
camino principal puede ser más complicado).
Adaptarse al medio, generar estrategias, resolver problemas y saber actuar de manera eficiente
permiten a cada especie sobrevivir y hacer frente a las demandas ambientales.
Tradicionalmente, las teorías evolutivas como el darvinismo o la teoría sintética, han sostenido
básicamente que el organismo estaría limitado por causas externas (ecología) e internas (genes).
Las características de un individuo estarían presentes desde el origen. Se ha considerado la
inteligencia algo heredado genéticamente y estimulado durante nuestro desarrollo a lo largo del
embarazo y la infancia. Pero el espacio social es tan importante como el espacio físico, y
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además, menos estable. La interacción social obliga constantemente a anticipar las reacciones y
respuestas de otros sujetos, y adaptar las estrategias, compitiendo o cooperando por los
recursos para la subsistencia.
El ser humano ha ido evolucionando con el paso de las generaciones y desarrollando una
inteligencia específica basada en la comunicación y en la interacción social, desarrollando
sociedades cada vez más complejas que exigen una cada vez mayor flexibilidad y capacidad
cognitiva para gestionarlas, desde las hordas y pequeñas tribus familiares, a los estados
centralizados.
Sin embargo, la hipótesis de la inteligencia social o del cerebro social, que parte de la psicología
evolucionista, sostiene que la inteligencia y el desarrollo cognitivo es promovido por el hecho de
tener que gestionar relaciones sociales cada vez más complejas. Es decir, que existe una
correlación positiva entre la complejidad de la vida social de una especie y el grado de
Ojo: No estamos hablando del concepto de inteligencia social, sino del surgimiento de la
inteligencia como algo social.
Esta hipótesis surgió de la observación que hizo Humphrey del comportamiento de primates en
cautividad en su día a día, llegando a la conclusión de que sus dinámicas sociales explicaban y
promovían parte de su desarrollo cognitivo. Los prosimios solitarios tienen una menor
neocortización que los prosimios sociales. Los primates superiores que tienen un sistema de
aparejamiento poligínico presentan un mayor tamaño relativo de la corteza que los que lo tienen
monogínico. Elevada correlación entre tamaño del subgrupo que mantiene relaciones estrechas y
el tamaño relativo de la corteza.
Además, se ha relacionado el tamaño del neocórtex y la alometría de sus cerebros con otros
factores, como las relaciones entre los sistemas de apareamiento u otras características
sociobiológicas de los primates. Estos estudios apoyan la idea de que ha sido la creciente
complejidad en la vida social lo que propició el desarrollo de cerebros de gran tamaño relativo y la
aparición de nuevas o mayores estructuras neurales. A su vez, estos hallazgos se correlacionan
bien con la hipótesis de la inteligencia maquiavélica, en el sentido de que los cerebros de gran
tamaño (particularmente las neocortezas) son necesarios para el procesamiento de información
compleja, pasada y presente, que requiere de una salida conductual igualmente compleja.
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comportamiento para la interacción.
El grupo es un espacio social finito. Algunos factores que determinan el tamaño del grupo
estarían relacionados con la capacidad de manipular y coordinar información de las relaciones
sociales son:
• Grado de habilidad social requerido por las estrategias de apareamiento del macho.
• Frecuencia del engaño táctico: habilidad de manipular a otros miembros del grupo social sin
utilizar la fuerza.
En este sentido, el aumento de las capacidades cognitivas en relación al tamaño del grupo podría
ser consecuencia de:
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-Hipótesis amplia del aprendizaje social. Aplica el aprendizaje social a todas las especies. Los
animales capaces de aprender socialmente lo hacen antes que adquirir las habilidades mediante
exploración individual. Esto se ha observado a través de experimentos de cross-fostering. El cross
fostering consiste en la exposición de individuos durante el período de aprendizaje a padres
heteroespecíficos (es decir de diferente especie). Se hizo con pájaros y mamíferos y se observó
que tenía cambios importantes en la dieta, el forrajeo y los movimientos y conducta social
respecto a lo que su propia especie solía tener. En otras palabras, el aprendizaje social prevalece
sobre el innato de la especie en estos ámbitos.
Según esta hipótesis, a mayor oportunidad de aprendizaje social durante la ontogenia, mayores
habilidades cognitivas tendrá; y por tanto, repercutirá favorablemente en el aprendizaje individual
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de manera directa. Algunas conductas que no se podrían haber logrado aprender de forma
individual, pueden aprenderse por aprendizaje social, por lo que este es más eficiente que el
individual. Además, el aprendizaje social facilita la adquisición rápida de patrones de conducta
que son universales en una determinada especie y que, probablemente, tengan un componente
innato, haciendo este aprendizaje más rápido.
• Facilitación social: realizamos más una conducta cuando nuestros congéneres también lo
hacen a nuestro alrededor.
• Imitación: es similar a la emulación, pero no solo se comprenden los pasos sino que se es
capaz de reproducirlos. Es una de las formas más complejas de aprendizaje. Se da en grandes
simios, delfines y loros.
• Sobreimitación: consiste en imitar todo lo que se ve aunque alguno de esos pasos no sean
necesarios para conseguir el fin que se busca. Es muy específico de los humanos.
• Instrucción: es algo únicamente humano. Para ello se necesita colaboración interactiva entre
quien aprende y quien enseña.
Las oportunidades para el aprendizaje social mejoran cuando concurren determinadas variables,
como la integración en grupos estables con diferentes generaciones, largos periodos de relación
estrecha con uno o dos padres, presencia de crianza cooperativa y extensa tolerancia social.
-Hipótesis restringida, que considera que el aprendizaje social es propio del ser humano. Los
humanos adultos poseen toda una serie de habilidades que no se encuentran en otros primates.
Estas habilidades se adquieren durante la ontogenia, al incorporarse las habilidades y los
condicionamientos del propio grupo social. La adquisición de estas poderosas habilidades en
etapas tempranas de la ontogenia, sirven de trampolín del complejo desarrollo de la cognición,
específicamente humana. Esto es lo que defiende la hipótesis de la inteligencia cultural
restringida.
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comportamiento imitativo y el lenguaje maduran de forma sincrónica y se facilitan mutuamente. El
aprendizaje social es posible gracias a las capacidades imitativas humanas.
Pero Tomasello, los seres humanos tenemos habilidades cognitivas únicas no presentes en una
ninguna otra especie:
-Atención: pero además podemos compartir esta atención de forma conjunta con otros
seres humanos, compartiendo los problemas colaborando y resolviéndolos en conjunto.
Pero estas habilidades no se desarrollaron por si solas, no es porque tengamos un cerebro más
grande o un entorno adecuado. Estas habilidades se desarrollaron en el marco de una cultura
humana. Nosotros no solo producimos conocimientos sino que tenemos la capacidad de
compartirlos con otros seres humanos, y en esta colaboración e interacción se acrecienta la
cultura humana, que se va acumulando, aumentando también nuestras habilidades cognitivas de
generación en generación, acrecentando la cultura. Cada ser humano no parte de cero, sino que
parte del conocimiento generado por otros seres humanos. De esta forma no solo se desarrolla
nuestra cultura, sino que se desarrollan nuestras habilidades cognitivas de generación en
generación.
La gran diferencia con otros primates es esta, que la nuestra es una cognición social, en cambio
los simios tienen una cognición meramente física. Si un niño no se desarrolla en una entorno
cultural rico en interacciones simbólicas (en los casos que estos son abandonados en entornos
salvajes) rápidamente sufren un proceso de deterioro cognitivo, pierden el habla, la capacidad de
comunicación simbólica y su cognición se vuelve similar a los chimpancés. Por tanto, hay un
periodo durante la ontogenia temprana del ser humano, en particular antes de que los niños
hayan sido intensamente influenciados mediante el lenguaje, los símbolos matemáticos y la
educación formal, durante el que las habilidades en cognición física serán muy similares a las de
los otros primates. A través del aprendizaje social, la comunicación y la teoría de la mente,
tendrán un desarrollo distintivamente humano.
Las habilidades que nos diferencian del resto de primates es el aprendizaje social y la
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Existen tres hipótesis principales para explicar por qué ha evolucionado el altruismo ya que en un
principio parece ser una contraposición para la teoría de la evolución. Esto se debe a que la
conducta de ayudar a los demás no supone ninguna ventaja en principio para el individuo, lo que
entra en contradicción con el postulado de la teoría de la evolución que afirma que la selección
natural actúa sobre el individuo y no sobre el grupo. Las hipótesis para explicarlo son las
siguientes:
De acuerdo con esta hipótesis, la causa del altruismo está en los beneficios que proporciona al
grupo. La presencia de individuos altruistas que se ayudan unos a otros favorece el
funcionamiento del grupo debido a los beneficios que se derivan de tal comportamiento; frente a
los grupos con individuos egoístas, que funcionarían peor y no obtendrían los beneficios de la
cooperación. En esas circunstancias los grupos con una alta proporción de individuos altruistas
pueden funcionar mejor, ser más productivos y tener más posibilidades de evitar la extinción que
los otros.
Los que se oponen a la teoría de la selección de grupo sostienen, por otra parte, que ese modelo
no es viable, porque la estabilización de los grupos con alto número de altruistas sería un proceso
muy lento, mientras que la subversión de los grupos desde su interior puede ser un proceso más
rápido, con lo que en un tiempo relativamente breve habrían desaparecido todos los grupos con
mayoría de individuos altruistas.
3. Hipótesis de la interdependencia
Michael Tomasello y sus colegas del Instituto Max Planck de Antropología Evolucionista sugieren
que “en algún punto de la historia los seres humanos crearon formas de vida en las que colaborar
con los demás resultaba necesario para la supervivencia y la procreación”. Nos hicimos más
solidarios a medida que nos convertimos en progresivamente más interdependientes.
Esta hipótesis cambia el término altruista por colaboración mutua. Defiende que en algunas
formas de vida, la colaboración con los otros es central para la supervivencia y la procreación. Es
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decir, los individuos tienen que colaborar con aquellos de los que dependen. Tienen que
colaborar mutuamente.
Para colaborar mutuamente deben desarrollar intencionalidad compartida con la que fabricar
tecnologías complejas, sistemas de símbolos, instituciones, normas...
-El primer paso es la cooperación dentro de pequeños grupos para resolver problemas de
forrajeo. Esto crearía vínculos reproductivos más estables lo que llevaría a la crianza
compartida basada en fundamentos motivacionales y emocionales. Esto habría
evolucionado en contextos en los que, para obtener comida, los individuos tenían que
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crear estrategias de coordinación de las conductas y crear sistemas de comunicación
cooperativos.
El escenario llamado de “caza de ciervo” se refiere a situaciones en las que los individuos están
obligados a colaborar para perseguir un objetivo valioso. En esta situación, todos los
participantes tienen alternativas pero son capaces de anticipar los beneficios de colaborar en un
objetivo común, como la caza de un ciervo y el reparto posterior del botín.
Tomasello y sus compañeros aportan evidencias de que tenemos “cableada” esta conducta
específicamente humana, como muestran varios experimentos con niños de tres años que
muestra que comparten recursos más equitativamente si proceden de esfuerzos de colaboración,
más que del trabajo en paralelo, mientras que los chimpancés “comparten” (o más bien permiten
que los demás tomen su parte) sin tener en cuenta esta diferencia. Los niños humanos también
esperan que los participantes en una tarea común estén comprometidos con ella.