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Cristóbal Balenciaga logró lo que sin duda constituye una de sus mayores contribuciones
a la historia de la indumentaria: la introducción de una nueva silueta para la mujer. En el
mismo año en el que Christian Dior cautivaba al mundo con el New Look, Balenciaga
sorprendía con la presentación de líneas fluidas y curvadas y volúmenes sorprendentes
que rompían con lo establecido. Así, la línea tonneau de 1947, el look semientallado de
1951, las faldas balón de 1953, la túnica de 1955, el vestido saco de 1957 o el baby-doll
de 1958 se convirtieron en auténticos hitos de la historia de la moda occidental a los que
modistos y críticos se rindieron por igual. En los años cincuenta y sesenta, cada una de sus
colecciones marcó tendencia e introdujo extraordinarias innovaciones sobre las bases de
una costura rigurosa e inteligente, y la atemporalidad de sus aportaciones hace que
todavía hoy se sean sus propuestas en las pasarelas del siglo XXI.
Getaria
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Su paso por Burdeos no solo le permitió ampliar su experiencia y conocer mejor a la
clientela del otro lado de la frontera, sino que le proporcionó la posibilidad de mejorar sus
conocimientos de la legua francesa, uno de los instrumentos fundamentales para
relacionarse en el mundo de la moda. Las inesperadas condiciones generadas por la
Primera Guerra Mundial en la costa vasca propiciaron el momento idóneo para que
Balenciaga se arriesgara y apostara por su talento.
Experiencia empresarial
Muchos de los responsables de las casas de modas de San Sebastián siguieron viajando a
la capital francesa dos veces al año para seguir las presentaciones de las principales
casas de costura. Cristóbal Balenciaga siguió este modelo de negocio en sus comienzos,
trasladándose a París en Febrero y Agosto para adquirir prendas de Callot, Doucet,
Paquin, Cheruit o Chanel, y presentar a sus clientes una colección creada según estos
modelos. Se trataba de realizar una selección que se ajustara a los gustos de las clientas
habituales en San Sebastián y de reproducir los modelos seleccionados, permitiéndoles
acceder a las últimas novedades de París a precios relativamente asequibles. En este
proceso Balenciaga debía deshacer las piezas, comprender su construcción y estudiar los
tejidos, lo que sin duda le sirvió para perfeccionar y depurar sus técnicas de costura y
desarrollar su creatividad. Como era habitual en la época, Balenciaga comenzó
presentándose no solo en San Sebastian sino también en otras ciudades como Bilbao,
Oviedo o Sevilla, dándose a conocer a una clientela que fue conquistando
gradualmente.
Balenciaga y Compañía
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Cristóbal Balenciaga
Con 30 años cumplidos, Balenciaga concebía y creaba por fin sus propias colecciones
de temporada. No obstante, siguió viajado a la capital gala con asiduidad, donde
frecuentaba las principales casas de costura cuyas colecciones constituían aún la base
de su inspiración, destacando entre ellas las de sus admiradas Chanel y Vionnet. Cuando
poco después Vionnet llegó a conocer algunos de los diseños de Balenciaga, esta le
animó a establecer su propia casa de costura. Quizás fueron las palabras de Vionnet las
que le animan a crear sus propias colecciones a partir de 1924.
El eco de la primera colección del modisto llegó a oídos de la reina María Cristina y otras
mujeres de la Casa Real, con su nieta la infanta Isabel Alfonsa. El 5 de septiembre de
1925, la infanta Isabel Alfonsa adquiría en Cristóbal Balenciaga varias prendas. Las
atenciones para con la infanta Isabel Alfonsa resultaron fructíferas, no solo porque se
hiciera con varios modelos de la colección, sino porque visitaría de nuevo el
establecimiento, acompañada esta vez de su abuela la reina María Cristina. Esta visita
debió de suponer un enorme impulso para la carrera de Cristóbal Balenciaga.
Balenciaga no estuvo solo en el reto de fundar una casa de costura en San Sebastián,
pues recibió un gran apoyo por parte de su familia, que se volcó completamente en
levantar la nueva empresa. Su madre le acompañó en todo momento viviendo con él en
los mismo edificios donde establecía sus talleres y salones. Su hermana Agustina,
desempeñó junto a Cristóbal labores de modista y encargada desde la apertura del
primer establecimiento en 1917. Su hermano Juan se les unió en 1919 colaborando de
manera fundamental en la creación de artículos de peletería, así como en la gestión
general de la empresa. Balenciaga se rodeó de su familia durante el resto de su vida y
podría decirse que esta constituyó un pilar de estabilidad fundamental.
Eisa Costura
Durante la década de los años veinte Cristóbal Balenciaga vivió un periodo de éxito y
reconocimiento. Las más elegantes damas de la Corte, con la reina María Cristina al
frente, visitaban su establecimiento y adquirían sus creaciones. Tras ellas, hacían lo propio
las señoras de la aristocracia y la alta burguesía, logrando el modisto una sólida
reputación. Sin embargo, el verano donostiarra evidenciaba considerables
transformaciones a las que el modisto no debía de vivir ajeno. Se produjo en aquellos
años un cambio sustancial en la composición social mayoritaria del veraneante que
acudía a San Sebastián. debido a la prohibición del juego por parte de Primo de Rivera.
Esto tuvo un efecto devastador en el turismo de élite que cada año acudía a la ciudad
atraída en gran medida por su magnífico Casino. Ante el cierre del Casino, la alta
sociedad acudió a otros puntos de la costa vasca. A pesar de a constancia del veraneo
regio y de la Corte, este venía ahora acompañado por amplios sectores de las clases
medias que veían por fin realizado su sueño de compartir la temporada con la buena
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sociedad. El menor nivel adquisitivo de estos veraneantes habría tener consecuencias en
el comercio de lujo que se había desarrollado en San Sebastián.
Puede decirse que Guipúzcoa vivió intensamente los profundos cambios políticos
acaecidos en 1931. La espectacular victoria de las opciones republicanas y la
abrumadora movilización popular obligaron a Alfonso XIII a renunciar al trono y optar por
el exilio, al que le siguieron los miembros de la familia real, la Corte y sus más estrechos
consejeros.
Así, Cristóbal Balenciaga regentaba ahora tres casas de costura que funcionaban
simultáneamente en San Sebastián: Cristóbal Balenziaga en la avenida de la Libertad, 2,
1º; Eisa Costura en Oquendo,, 10, 1º; y B.e. Costura en Santa Catalina, 3, 1º.
En el transcurso de 1933 cerró B.E. Costura en la calle Santa Catalina, y dejó de presentar
modelos en Eisa Costura de la calle Oquendo, para abrir EISA B.E. Costura en el primer
piso de la avenida de a Libertad número 2. La nueva casa se convertía en el nuevo
buque insignia de su empresa.
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EISA B.E., la expansión
La primera colección presentada por la nueva casa de costura, tanto en San Sebastián
como en Madrid, fue la de primavera-verano de 1933.
Así, Balenciaga seguía dividiéndose entre sus dos negocios, recibiendo en su domicilio de
la Avenida a clientas que exigían modelos exclusivos realizados con los mejores tejidos de
proveedores internacionales, al tiempo que preparaba dos colecciones al año para sus
casas EISA B.E. de San Sebastián y Madrid.
Las clientas, que previamente habían recibido una invitación personalizada, acudían a la
casa donde eran recibidas y acomodadas, proporcionándoles una tarjeta en la que
anotar los modelos de su interés. Las maniquíes comenzaban el pase mostrando los
modelos de los talleres de sastrería, modistería y sombrerería. Cada una de las maniquíes
portaba en su mano el número del modelo exhibido y caminaba lentamente y sin
estridencias, en medio de un silencio sepulcral. de manera que toda la atención se
centra exclusivamente en las prendas. Según el testimonio de algunas clientas, esta
tenían en ocasiones la posibilidad de elegir entre distintos tejidos que variaban la calidad
y precio. La crónica social de la época da muestra de que muchos de estos encargos
esta relacionados con ceremonias especiales, principalmente enlaces matrimoniales.
Por otro lado, la sociedad donostiarra organizaba cada verano numerosos actos de
carácter social y benéfico, como bailes, galas, representaciones teatrales o actuaciones
de danzas. Así, Balenciaga diseñó el vestuario de María Elena Arizmendi para una
actuación, en la que sería su primera colaboración conocida con una producción
escénica, experiencia que repitió en numerosas ocasiones una vez establecido en París.
El éxito de sus casas de San Sebastián y Madrid debió de ser rotundo ya que en 1935,
animado por su amigo y colega Pedro Rodríguez, el modisto decidió abrir una tercera
casa en Barcelona.
Cristóbal Balenciaga pidió a sus jefas de taller que mantuvieran todas las casas abiertas
con intención de retomar la creación y presentación de colecciones tan pronto como la
situación lo permitiera. Así, la casa de Madrid reinició su actividad normal al término de la
Guerra Civil y presentó su primera colección en marzo de 1940.
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Influencias
París
Historicismo en París
Desde que presentara en París su primera colección en Agosto de 1937, tanto la crítica
como el púbico hicieron hincapié en el origen de Balenciaga y en el exotismo que,
consideraban, emanaba de sus creaciones. Según los expertos, “su inspiración provenía
de las plazas de toros, de los bailaores de flamenco, de los oscuros sombreros de las islas
baleares, de los boleros bordados en oro, de las holgadas blusas que visten los
pescadores, adoptando estos modos y colores a su propio gusto. Sin embargo, la que
fuera responsable durante más de veinte años de los archivos de la casa Balenziaga de
París argumentó además la que se ha convertido en una de las más extendidas
interpretaciones sobre la influencia del arte en Balenciaga: la de los grandes maestros de
la pintura española.
Jouve apunta la influencia del negro de la Corte de Felipe II, tal y como fue representado
por Sánchez Coello y Pantoja de la Cruz en trajes que cobraban una austera elegancia
con una igualmente extraordinaria profusión de bordados, combinación por otra parte
muy recurrente en las creaciones de Balenciaga a lo largo de toda su carrera.
También indica que tanto determinadas combinaciones de colores característicos de la
obra de Velázquez como varios de los elementos de la indumentaria en sus cuadros, son
igualmente utilizadas en los vestidos de Balenciaga. Este es el caso de los siempre
señalados vestidos Infanta. Asimismo hace hincapié en la influencia de varios elementos
que adornan a las mujeres de los cuadros de Goya, como la leve muselina de los
vestidos, la transparente calidad de los encajes, entre otras.
Otra de las referencias comunes en lo que respecta a una posible influencia del arte en
Balenciaga es la de Goya y sus mujeres. A menudo se argumenta que la recurrente
utilización que el modisto hace de encajes, madroños, flecos o mantillas se debe al influjo
obras realizadas por Goya. Balenciaga presentó en sus colecciones de los años cuarenta
varios modelos en los que se puede apreciar una reinterpretación de la mantilla
española, así como el uso de tejidos y adornos característicos de las mujeres de Goya, en
forma de encajes, madroños o flecos. Sin embargo, no debe pasarse por alto que la
mantilla ha constituido un elemento constante en la indumentaria femenina de España
hasta bien entrado el siglo XX. No obstante, es probable que el modisto comprendiera la
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fascinación de sus clientas por lo que consideraban un exotismo, y que integrara la
tradicional mantilla en algunas de sus creaciones.
Balenciaga, con su habitual gusto por la sobriedad y la fuerza, encontró en los temas que
recorrían la obra de Zuloaga, y en la interpretación que el pintor embarres hizo de ellos.
Las chaquetillas de torero, las largas capas o las esclavizas, los volantes y los mantones de
Manila fueron adoptados y depurados por el modisto, integrándolos en la alta costura
parisina con la sobriedad que caracterizaba su estilo. También su paleta cromática,
dominada por combinaciones insólitas a ojos del público parisino. se asemejaba
considerablemente a la utilizada por Zuloaga en sus cuadros andaluces y castellanos.
Asimismo, los voluminosos vuelos y volantes de los diseños de Balenciaga parecían
reproducir el comportamiento de los tejidos en las obras de Zuloaga, para lo que el
modisto recurrió a tejidos de mucho cuerpo que él mismo seleccionaba, e incluso
diseñaba.
Balenciaga y el Japonismo
El entusiasmo por la cultura japonesa en general formó parte del entorno de Cristóbal
Balenciaga desde su infancia en Getaria, debido al apasionado interés de los marqueses
de la Casa Torres por las últimas tendencias y debates artísticos. Desde mediados del siglo
XIX determinadas corrientes artísticas habían ejercido una influencia fundamental en los
principales modistos que desde París imponían tendencias. Entre dichas influencias cabe
destacar la del japonismo, que invadió Europa con ocasión de la apertura del país nipón
al mundo en la década de 1850, y la consiguiente difusión de dicha cultura. Las artes
japonesas tuvieron un destacado impacto en la pintura, las artes decorativas y la moda
que emanaban de París.
La estrecha amistad que unía a Cristóbal Balenciaga con Madeleine Vionnet desde sus
inicios como modisto le brindó la oportunidad de aquilatar su adquirido conocimiento del
arte japonés. Aprendió junto a ella innovadoras técnicas de corte inspiradas por el
quimono japonés y descubrió nuevas formas en los grabado Ukiyo-e. De este modo,
Balenciaga se inspiró en la estilización que del tradicional quimono japonés hacían los
artistas Ukiyo-e que desde niño había admirado. Dicha silueta fue magistralmente
interpretada por Baleciaga.
Así, podría decirse que el comienzo de la experimentación de Balenciaga en la silueta de
sus creaciones de sastrería procede de su conocimiento del quimono, y de la estilización
que de este se hace en los grabados japoneses de Ukiyo-e. Así, tras el abrigo de línea
tonneau de 1947, en el vestido saco que Balenciaga presentó en 1957 el efecto ablusado
se produce tanto en la parte frontal como en la espalda, ajustándose éste en un punto
inferior al nivel de la cadera gracias a una banda realizada con el mismo material del
vestido. Dicha silueta se asemeja considerablemente a las imágenes de las mujeres
representadas en los grabados japoneses, y difiere de la rígida figura que resulta de la
utilización del gran Obi. Tal y como se aprecia en este vestido, Balenciaga se inspira a
menudo en el característico cuello del quimono, incorporando en sus trajes y vestidos
sastre un tipo de cuello que se ahueca en torno a la nuca y cae ligeramente sobre la
parte posterior del vestido. Debido a que los japoneses consideran la nuca de la mujer
como una de las zonas más destacadas de su belleza, la parte posterior del cuello del
quimono se moldea y estructura alrededor de ésta con objeto de dejarla al descubierto,
lo que provoca un alargamiento visual del cuello en su conjunto. Balenciaga integró en
sus creaciones una personal interpretación de los principales elementos del quimono
japonés, modificándolos en función de su particular visión del vestido.
La experimentación de Balenciaga con la construcción y la silueta llegaría a su máxima
expresión en la década de 1960.
La concepción por parte de Balenciaga del cuerpo como un elemento abstracto bien
podría haberse derivado de su contacto con el arte y la indumentaria japoneses.
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Balenciaga y los tejidos
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BALENCIAGA, la firma
2003 Nueva York es la ciudad elegida para abrir la primera boutique de la firma diseñada por la
artista Dominique Gonzalez-Foerster.
2010 Sale al mercado Balenciaga París, la primera fragancia de la firma en la era Ghesquière, de
la que es imagen Charlotte Gainsbourg.
2011 El museo Balenciaga abre sus puertas en Guetaria, el pueblo de origen del maestro Cristóbal
Balenciaga.
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BIBLIOGRAFÍA E INFOGRAFÍA
- Arzalluz, Mirem , “Cristóbal Balenciaga, La forja del Maestro (1895 -1936)”, Ed. Nerea
DOCUMENTALES
- https://www.youtube.com/watch?v=G1AgTo5N6cw
- https://www.youtube.com/watch?v=sJ2fQT5ILaI
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