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Cristóbal Balenciaga está unánimemente considerado como uno de los más destacados

e influyentes creadores de moda del siglo XX. Perfeccionista incansable, Balenciaga


adquirió un dominio absoluto de las técnicas de costura y dedicó su vida al
perfeccionamiento de la construcción de sus creaciones, evolucionando siempre hacia
una mayor simplicidad y pureza de formas. Su conocimiento de la técnica y su rigor le
valieron el respeto de sus compañeros de oficio. Coco Chanel dijo de él que era el único
auténtico couturier, ya que a diferencia de sus contemporáneos, era capaz de diseñar,
cortar, montar y coser un vestido de principio a fin. Christian Dior lo llamó “el Maestro de
todos nosotros” y Hubert de Givenchy se refería a él como “el arquitecto de la alta
costura”.

Cristóbal Balenciaga logró lo que sin duda constituye una de sus mayores contribuciones
a la historia de la indumentaria: la introducción de una nueva silueta para la mujer. En el
mismo año en el que Christian Dior cautivaba al mundo con el New Look, Balenciaga
sorprendía con la presentación de líneas fluidas y curvadas y volúmenes sorprendentes
que rompían con lo establecido. Así, la línea tonneau de 1947, el look semientallado de
1951, las faldas balón de 1953, la túnica de 1955, el vestido saco de 1957 o el baby-doll
de 1958 se convirtieron en auténticos hitos de la historia de la moda occidental a los que
modistos y críticos se rindieron por igual. En los años cincuenta y sesenta, cada una de sus
colecciones marcó tendencia e introdujo extraordinarias innovaciones sobre las bases de
una costura rigurosa e inteligente, y la atemporalidad de sus aportaciones hace que
todavía hoy se sean sus propuestas en las pasarelas del siglo XXI.

Getaria

Cristóbal Balenciaga Eizaguirre nació el 21 de Enero de 1895 en Getaria, villa marinera de


la costa gipuzcuana, hijo de José Balenziaga Basurto y de Martina Eizaguirre Embil.
Cuando Cristóbal contaba con tan solo once años, en 1906, fallecía también su padre a
causa de un “derrame cerebral”, dejando a Martina viuda y con tres hijos a su cargo. Sin
embargo, la situación económica no se tornó desesperada ya que tanto Agustina como
Juan contaban con la edad suficiente para trabajar y contribuir al sustento familiar.
Cristóbal se convertía, a partir de ese momento, en la principal preocupación y
compañía de su madre, y esta en referencia vital de su hijo más joven.

Se sabe que Martina Eizaguirre, madre de Cristóbal, se dedicaba a la costura. Había


establecido un pequeño taller que le servía además para impartir clases, realizar labores
que le encargaban diversos particulares, entre los cuales se encontraba la familia de los
marqueses de Casa de Torres, con los cuales establece la familia Balenciaga una
estrecha relación, tal y como muestra un fondo documental de libros de cuentas,
facturas, publicaciones periódicos o fotografías que pertenecieron a los marqueses de
Casa de Torres. Documentación que data de finales del siglo XIX y principios del XX,
Fue así, a través de su madre, como Cristóbal Balenciaga tuvo acceso a los gustos y
costumbres de la aristocracia europea. Lo cierto es que Balenciaga conoció y
experimentó desde niño el modo de vivir y los hábitos de consumo de una élite
internacional.
Entre los gustos y aficiones de los marqueses de Casa de Torres cabe destacar su enorme
interés por la historia y el arte en todas sus formas. Es difícil saber cuánto de este ambiente
de aprecio y conocimiento del arte pudo llegar al joven Cristóbal. No obstante, parece
evidente por sus creaciones posteriores que tanto los pintores del Siglo de Oro español le
inspiraron de un modo más o menos profundo. Considerando que no recibió educación
alguna, ni mucho menos formación específica sobre arte o historia, se debe cuando
menos valorar la posibilidad de que al joven Balenciaga se familiarizara con el mundo del
arte, en el más amplio sentido de la palabra.
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En Vista Ona, la villa de los marqueses, se le presentó la oportunidad de admirar su
exclusivo guardarropa. Junto con su madre, tuvo acceso a lo más representativo y
exquisito de la moda de finales del siglo XIX y principios del XX, y conoció los cortes, los
tejidos y los diseños los mejores sastres ingleses y modistos parisienses de la época lo que
sin duda constituyó una excelente y temprana introducción al mundo de la moda.

San Sebastián, los años de formación

Cristóbal Balenciaga decidió dedicarse a la costura cuando era todavía un adolescente.


El joven Balenciaga inició su formación profesional de mano de la marquesa, siendo
admitido en uno de los elegantes establecimientos que esta frecuentaba en San
Sebastían.
Balenciaga contaba al inicio de su aprendizaje en San Sebastián con tan solo 12 años,
una edad habitual para los chicos que en aquella época entraban como aprendices en
algún comercio o taller. Sin embargo, para estas fechas las enseñanzas de su madre le
habrían proporcionado una excelente base sobre la que perfeccionar sus conocimientos
de costura.

Les grands magasins du Louvre en San Sebastian

Tras varios años formándose en sastrería, Balenciaga pasó a trabajar en un comercio


llamado Au Louvre, que en realidad era una especie de sucursal de Les Grands Magasins
du Louvre de París en San Sebastián. Se ignora si el paso de Balenciaga por Au Louvre se
debiera a una nueva intervención de la marquesa o si el joven sastre se vio atraído por un
nuevo e interesante reto. En Au Louvre, Balenciaga comenzó a trabajar como sastre en la
sección de confecciones para señoras, sección de la que se convertiría en jefe al cabo
de tan solo dos años de comenzar a trabajar en el nuevo establecimiento con tan solo 18
años de edad.
Era habitual que este tipo de establecimientos organizara equipos especializados
encargados de realizar las compras para la próxima temporada. Es muy probable que,
en la medida en que Balenciaga adquiría una mayor responsabilidad en los almacenes
se uniera a aquellos que viajaban a París con objeto de adquirir nuevos artículos,
proporcionándole la oportunidad de conocer de primera mano la impresionante casa
central de Les Grandes Magasins du Louvre en París.
Cristóbal atendería a encargos individualizados, realizados con los tejidos escogidos entre
el variado surtido ofertado en el propio Au Louvre. Sin embargo, en los viajes a París,
Balenciaga tendría la oportunidad de conocer otro tipo de establecimiento, en el que
primaba la excelencia en el corte, la calidad en los materiales y la exclusividad en el
diseño.

La primera Guerra Mundial: de San Sebastián a Burdeos

Según el testimonio de Gérard Chueca, quién fuera secretario personal de Cristóbal


Balenciaga, fue durante uno de los mencionados viajes de compras que Au Louvre
organizaba a París cuando el modisto entró en contacto con dos hermanos cuya familia
regentaba una casa de modas de cierta importancia en Burdeos. Los hermanos, viendo
la disposición y el espíritu emprendedor de Balenciaga, le ofrecieron la oportunidad de
seguir perfeccionando sus conocimientos de costura en el establecimiento propiedad de
su familia.
Es probable que su etapa en Burdeos coincidiera con los inicios de la Primera Guerra
Mundial, entre 1914 y 1916.

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Su paso por Burdeos no solo le permitió ampliar su experiencia y conocer mejor a la
clientela del otro lado de la frontera, sino que le proporcionó la posibilidad de mejorar sus
conocimientos de la legua francesa, uno de los instrumentos fundamentales para
relacionarse en el mundo de la moda. Las inesperadas condiciones generadas por la
Primera Guerra Mundial en la costa vasca propiciaron el momento idóneo para que
Balenciaga se arriesgara y apostara por su talento.

Experiencia empresarial

Desde su ocupación como Sastre en Burdeos, Balenciaga no debía de ignorar lo que


estaba ocurriendo en la costa vasca y convencido de que se le respetaba una
excelente oportunidad, decidió volver a San Sebastián para comenzar a organizar y
gestionar lo que fuera necesario con el fin de establecer su propia casa de modas: En
1917, Balenciaga se encontraba ya establecido en el primer piso del número 2 de la calle
Vergara bajo el nombre de C.Balenciaga, desde donde, junto a su hermana Agustina, se
esforzará por reunir a un grupo de profesionales que formaran su equipo de confianza.
Balenciaga siempre seleccionó cuidadosamente a los miembros de su equipo, a los que
demandaba el mismo rigor y profesionalidad que se exigía a sí mismo.

Muchos de los responsables de las casas de modas de San Sebastián siguieron viajando a
la capital francesa dos veces al año para seguir las presentaciones de las principales
casas de costura. Cristóbal Balenciaga siguió este modelo de negocio en sus comienzos,
trasladándose a París en Febrero y Agosto para adquirir prendas de Callot, Doucet,
Paquin, Cheruit o Chanel, y presentar a sus clientes una colección creada según estos
modelos. Se trataba de realizar una selección que se ajustara a los gustos de las clientas
habituales en San Sebastián y de reproducir los modelos seleccionados, permitiéndoles
acceder a las últimas novedades de París a precios relativamente asequibles. En este
proceso Balenciaga debía deshacer las piezas, comprender su construcción y estudiar los
tejidos, lo que sin duda le sirvió para perfeccionar y depurar sus técnicas de costura y
desarrollar su creatividad. Como era habitual en la época, Balenciaga comenzó
presentándose no solo en San Sebastian sino también en otras ciudades como Bilbao,
Oviedo o Sevilla, dándose a conocer a una clientela que fue conquistando
gradualmente.

Balenciaga y Compañía

La preparación de esta primera colección suponía para Balenciaga un importante


esfuerzo económico y hubo de buscar nuevos apoyos que le proporcionaran el respaldo
necesario para financiar los gastos del viaje a París, la adquisición de modelos, la
contratación de nuevo personal, la compra de material y la publicidad en prensa. Las
hermanas Benita y Daniela Lizaso, ambas comerciantes, le proporcionaron el dinero
necesario en Enero de 1918 y fue gracias a su apoyo como Balenciaga pudo llevar
adelante su arriesgada empresa. Uno de los primeros encargos que recibió una vez se
hubo establecido en la calle Vergara vino de la familia Guibert. Se trataba del vestido de
novia de Epifanía Guibert. El éxito alcanzado en las dos primeras temporadas hubo de ser
contundente, ya que en Julio de 1919 Balenciaga y las hermanas Lizaso constituían
formalmente ante notario la sociedad Balenciaga y Compañía, que se dedicaría al
“negocio de confección de ropa y cuanto se relacione con este fin o se considere
necesario para el mismo”.

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Cristóbal Balenciaga

En 1924 Cristóbal Balenciaga se establecía en solitario en el primer piso del número 2 de


la avenida de la Libertad en San Sebastián, dando comienzo a lo que sería una nueva y
determinante etapa en su carrera profesional. En Abril de 1925 Balenciaga presentó un
pase de colección en sus salones del número 2 de la avenida de la Libertad.

Con 30 años cumplidos, Balenciaga concebía y creaba por fin sus propias colecciones
de temporada. No obstante, siguió viajado a la capital gala con asiduidad, donde
frecuentaba las principales casas de costura cuyas colecciones constituían aún la base
de su inspiración, destacando entre ellas las de sus admiradas Chanel y Vionnet. Cuando
poco después Vionnet llegó a conocer algunos de los diseños de Balenciaga, esta le
animó a establecer su propia casa de costura. Quizás fueron las palabras de Vionnet las
que le animan a crear sus propias colecciones a partir de 1924.

El eco de la primera colección del modisto llegó a oídos de la reina María Cristina y otras
mujeres de la Casa Real, con su nieta la infanta Isabel Alfonsa. El 5 de septiembre de
1925, la infanta Isabel Alfonsa adquiría en Cristóbal Balenciaga varias prendas. Las
atenciones para con la infanta Isabel Alfonsa resultaron fructíferas, no solo porque se
hiciera con varios modelos de la colección, sino porque visitaría de nuevo el
establecimiento, acompañada esta vez de su abuela la reina María Cristina. Esta visita
debió de suponer un enorme impulso para la carrera de Cristóbal Balenciaga.

Balenciaga no estuvo solo en el reto de fundar una casa de costura en San Sebastián,
pues recibió un gran apoyo por parte de su familia, que se volcó completamente en
levantar la nueva empresa. Su madre le acompañó en todo momento viviendo con él en
los mismo edificios donde establecía sus talleres y salones. Su hermana Agustina,
desempeñó junto a Cristóbal labores de modista y encargada desde la apertura del
primer establecimiento en 1917. Su hermano Juan se les unió en 1919 colaborando de
manera fundamental en la creación de artículos de peletería, así como en la gestión
general de la empresa. Balenciaga se rodeó de su familia durante el resto de su vida y
podría decirse que esta constituyó un pilar de estabilidad fundamental.

Junto a su famlia, Balenciaga encontró en Wladzio d’attainville un valioso e incondicional


colaborador. Wladzio desempeñó un papel determinante en el diseño y planificación de
la nueva casa de costura Cristóbal Balenciaga, trasladándose de París a San Sebastián
para ayudar al modisto en el complejo proceso de establecerse por su cuenta e
instalándose en la capital guipuzcoana hasta la marcha de ambos a París en 1936.

Eisa Costura

Durante la década de los años veinte Cristóbal Balenciaga vivió un periodo de éxito y
reconocimiento. Las más elegantes damas de la Corte, con la reina María Cristina al
frente, visitaban su establecimiento y adquirían sus creaciones. Tras ellas, hacían lo propio
las señoras de la aristocracia y la alta burguesía, logrando el modisto una sólida
reputación. Sin embargo, el verano donostiarra evidenciaba considerables
transformaciones a las que el modisto no debía de vivir ajeno. Se produjo en aquellos
años un cambio sustancial en la composición social mayoritaria del veraneante que
acudía a San Sebastián. debido a la prohibición del juego por parte de Primo de Rivera.
Esto tuvo un efecto devastador en el turismo de élite que cada año acudía a la ciudad
atraída en gran medida por su magnífico Casino. Ante el cierre del Casino, la alta
sociedad acudió a otros puntos de la costa vasca. A pesar de a constancia del veraneo
regio y de la Corte, este venía ahora acompañado por amplios sectores de las clases
medias que veían por fin realizado su sueño de compartir la temporada con la buena
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sociedad. El menor nivel adquisitivo de estos veraneantes habría tener consecuencias en
el comercio de lujo que se había desarrollado en San Sebastián.

Ante esta situación, la fidelidad de su clientela eximió a Balenciaga de sufrir estrechez


alguna. Lejos de verse limitado en su negocio, el modisto de Getaria decidió ampliarlo,
diversificando la oferta con el fin de captar un público más variado. Así, en 1927 abrió un
segundo establecimiento en el primer piso del número 10 de la calle Oquendo bajo el
nombre de Eisa Costura. El nombre Eisa respondía a la abreviatura del apellido de su
madre, Eizaguirre; Balenziaga sustituyó en esta nueva marca la z por la s, al ser esta última
más cercana a su pronunciación fonética original. Así, Balenciaga decidió crear una
casa de alta modistería en la que se realizaran modelos de acuerdo con las
necesidades, gustos y preferencias de las clientas donostiarras. De este modo, la venta
de un mayor número de prendas a un coste menor le permitiría rentabilidad su negocio y
seguir financiando la presentación de dos colecciones de alta costura al año en su
establecimiento de la Avenida. Por otro lado, lograría ampliar su clientela a la clase
media-alta donostiarra y posiblemente reducir así el número de copias de sus modelos
que muchas modistas de la ciudad ya realizaban.

República y exilio regio

Puede decirse que Guipúzcoa vivió intensamente los profundos cambios políticos
acaecidos en 1931. La espectacular victoria de las opciones republicanas y la
abrumadora movilización popular obligaron a Alfonso XIII a renunciar al trono y optar por
el exilio, al que le siguieron los miembros de la familia real, la Corte y sus más estrechos
consejeros.

Balenciaga perdía a la clientela sobre cuya fidelidad y dispendio había construido su


casa de costura en la avenida de la Libertad. Las consecuencias no tardaron en dejarse
sentir y el año de 1932 se presentaba especialmente complicado para Balenciaga.
No obstante, Balenciaga hizo, una vez más, de la extraordinaria capacidad de
adaptación y versatilidad que le caracterizaría a lo largo de toda su trayectoria
profesional. En 1932 solicitaba al ayuntamiento donostiarra la apertura de un nuevo
establecimiento dedicado a la costura en el primer piso del número 3 de la calle Santa
Catalina, bajo el nombre de B.E. Costura, y el 21 de Septiembre del mismo año
presentaba una colección de otoño-invierno en su nuevo salón. Las iniciales del nombre
elegido para esta nueva empresa respondían a sus apellidos, Balenciaga y Eizaguirre,
queriendo de nuevo rendir homenaje a su madre y reforzar la idea de que se trataba de
un proyecto familiar. Dada la situación, es muy probable que dicho establecimiento se
enmarcara dentro del concepto de negocio que había concebido para Eisa Costura, ya
que ahora más que nunca debía responder a la demanda de una clientela de clase
media-alta, pero que no podía compararse al de su exiliada clientela. Sin embargo, no
abandonó su taller de la avenida de la Libertad, y es muy probable que en el transcurso
de 1932 Balenciaga siguiera recibiendo allí a sus más distinguidas clientas, diseñando
para ellas modelos exclusivos.

Así, Cristóbal Balenciaga regentaba ahora tres casas de costura que funcionaban
simultáneamente en San Sebastián: Cristóbal Balenziaga en la avenida de la Libertad, 2,
1º; Eisa Costura en Oquendo,, 10, 1º; y B.e. Costura en Santa Catalina, 3, 1º.

En el transcurso de 1933 cerró B.E. Costura en la calle Santa Catalina, y dejó de presentar
modelos en Eisa Costura de la calle Oquendo, para abrir EISA B.E. Costura en el primer
piso de la avenida de a Libertad número 2. La nueva casa se convertía en el nuevo
buque insignia de su empresa.

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EISA B.E., la expansión

La primera colección presentada por la nueva casa de costura, tanto en San Sebastián
como en Madrid, fue la de primavera-verano de 1933.

Así, Balenciaga seguía dividiéndose entre sus dos negocios, recibiendo en su domicilio de
la Avenida a clientas que exigían modelos exclusivos realizados con los mejores tejidos de
proveedores internacionales, al tiempo que preparaba dos colecciones al año para sus
casas EISA B.E. de San Sebastián y Madrid.

Las clientas, que previamente habían recibido una invitación personalizada, acudían a la
casa donde eran recibidas y acomodadas, proporcionándoles una tarjeta en la que
anotar los modelos de su interés. Las maniquíes comenzaban el pase mostrando los
modelos de los talleres de sastrería, modistería y sombrerería. Cada una de las maniquíes
portaba en su mano el número del modelo exhibido y caminaba lentamente y sin
estridencias, en medio de un silencio sepulcral. de manera que toda la atención se
centra exclusivamente en las prendas. Según el testimonio de algunas clientas, esta
tenían en ocasiones la posibilidad de elegir entre distintos tejidos que variaban la calidad
y precio. La crónica social de la época da muestra de que muchos de estos encargos
esta relacionados con ceremonias especiales, principalmente enlaces matrimoniales.

Por otro lado, la sociedad donostiarra organizaba cada verano numerosos actos de
carácter social y benéfico, como bailes, galas, representaciones teatrales o actuaciones
de danzas. Así, Balenciaga diseñó el vestuario de María Elena Arizmendi para una
actuación, en la que sería su primera colaboración conocida con una producción
escénica, experiencia que repitió en numerosas ocasiones una vez establecido en París.

Balenciaga atendía en el segundo piso de la Avenida encargos para bodas y


ceremonias, mientras que EISA B.E. ofrecía dos colecciones al año de extraordinaria
calidad, aún considerablemente incluidas por la moda de París.

El éxito de sus casas de San Sebastián y Madrid debió de ser rotundo ya que en 1935,
animado por su amigo y colega Pedro Rodríguez, el modisto decidió abrir una tercera
casa en Barcelona.

Diversos testimonios informan sobre la marcha de Balenciaga de San Sebastián a causa


del estallido de la Guerra Civil de 1936, aunque se ignora en qué momento preciso
abandonó la ciudad.

Así, Balenciaga se dirigió a Londres con la esperanza de abrirse camino en la capital


británica, un intento que finalmente resultó fallido. Tras Londres vino París, donde una vez
afincados Balenciaga y Wladzio se reencontraron con sus exiliados vecinos, el matrimonio
compuesto por Nicolás Bizcarrondo y Virginia Mendizábal. Planificaron con ellos un
aventurado plan, animados por el entusiasmo y la convicción de las hermanas Virginia y
Claudia (hijas de Victor Mendizábal y Catalina Coyos). Fue así como el 7 de Julio de 1937,
Cristóbal Balenciaga constituyó una sociedad junto a Nicolás Bizcarrondo y Wladzio
Jaworowski con el objeto de fundar la casa de alta costura denominada Balenciaga en
el número 10 de la Avenue George V. Balenciaga presentaba su primera colección de
alta costura en París en Agosto de 1937.

Cristóbal Balenciaga pidió a sus jefas de taller que mantuvieran todas las casas abiertas
con intención de retomar la creación y presentación de colecciones tan pronto como la
situación lo permitiera. Así, la casa de Madrid reinició su actividad normal al término de la
Guerra Civil y presentó su primera colección en marzo de 1940.

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Influencias

París

Además de toda una vida dedicada al aprendizaje y perfeccionamiento de las rigurosas


técnicas de costura, y tras casi veinte años de experiencia espesarial y comercial,
Balenciaga llegaba a París cargado con su propio repertorio de ideas, influencias
artísticas y estéticas que marcarían sus creaciones desde su llegada a la capital de la
moda hasta el cierre de sus casas en 1968. Su establecimiento y consiguiente éxito en
París proporcionaron a Balenciaga la seguridad, así como la oportunidad, de explotar su
propio genio creativo e imponer su particular visión de la moda. Tras años desarmando y
estudiando las creaciones de los grandes modistos parisinos, y tras adquirir un dominio
absoluto de la costura, el maestro de Getaria confiaba por fin en el bagaje artístico y
cultural que había acumulado durante los 42 años de vida.

Historicismo en París

Desde que presentara en París su primera colección en Agosto de 1937, tanto la crítica
como el púbico hicieron hincapié en el origen de Balenciaga y en el exotismo que,
consideraban, emanaba de sus creaciones. Según los expertos, “su inspiración provenía
de las plazas de toros, de los bailaores de flamenco, de los oscuros sombreros de las islas
baleares, de los boleros bordados en oro, de las holgadas blusas que visten los
pescadores, adoptando estos modos y colores a su propio gusto. Sin embargo, la que
fuera responsable durante más de veinte años de los archivos de la casa Balenziaga de
París argumentó además la que se ha convertido en una de las más extendidas
interpretaciones sobre la influencia del arte en Balenciaga: la de los grandes maestros de
la pintura española.
Jouve apunta la influencia del negro de la Corte de Felipe II, tal y como fue representado
por Sánchez Coello y Pantoja de la Cruz en trajes que cobraban una austera elegancia
con una igualmente extraordinaria profusión de bordados, combinación por otra parte
muy recurrente en las creaciones de Balenciaga a lo largo de toda su carrera.
También indica que tanto determinadas combinaciones de colores característicos de la
obra de Velázquez como varios de los elementos de la indumentaria en sus cuadros, son
igualmente utilizadas en los vestidos de Balenciaga. Este es el caso de los siempre
señalados vestidos Infanta. Asimismo hace hincapié en la influencia de varios elementos
que adornan a las mujeres de los cuadros de Goya, como la leve muselina de los
vestidos, la transparente calidad de los encajes, entre otras.

Cristóbal Balenciaga conoció bien la obra de los grandes maestros de la pintura


española mucho antes de su establecimiento en París en 1936. Su posible familiaridad
con la colección de los marqueses de Casa Torres, que contaba con obras de
Velázquez, Goya y El Greco hubo de ser una buena introducción a la apreciación y
comprensión de la pintura española. Por otra parte, la obra de los pintores del
Renacimiento y el Siglo de Oro gozaba de un altísimo grado de popularidad y difusión en
España.

Otra de las referencias comunes en lo que respecta a una posible influencia del arte en
Balenciaga es la de Goya y sus mujeres. A menudo se argumenta que la recurrente
utilización que el modisto hace de encajes, madroños, flecos o mantillas se debe al influjo
obras realizadas por Goya. Balenciaga presentó en sus colecciones de los años cuarenta
varios modelos en los que se puede apreciar una reinterpretación de la mantilla
española, así como el uso de tejidos y adornos característicos de las mujeres de Goya, en
forma de encajes, madroños o flecos. Sin embargo, no debe pasarse por alto que la
mantilla ha constituido un elemento constante en la indumentaria femenina de España
hasta bien entrado el siglo XX. No obstante, es probable que el modisto comprendiera la
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fascinación de sus clientas por lo que consideraban un exotismo, y que integrara la
tradicional mantilla en algunas de sus creaciones.

Balenciaga, con su habitual gusto por la sobriedad y la fuerza, encontró en los temas que
recorrían la obra de Zuloaga, y en la interpretación que el pintor embarres hizo de ellos.
Las chaquetillas de torero, las largas capas o las esclavizas, los volantes y los mantones de
Manila fueron adoptados y depurados por el modisto, integrándolos en la alta costura
parisina con la sobriedad que caracterizaba su estilo. También su paleta cromática,
dominada por combinaciones insólitas a ojos del público parisino. se asemejaba
considerablemente a la utilizada por Zuloaga en sus cuadros andaluces y castellanos.
Asimismo, los voluminosos vuelos y volantes de los diseños de Balenciaga parecían
reproducir el comportamiento de los tejidos en las obras de Zuloaga, para lo que el
modisto recurrió a tejidos de mucho cuerpo que él mismo seleccionaba, e incluso
diseñaba.

Balenciaga y el Japonismo

El entusiasmo por la cultura japonesa en general formó parte del entorno de Cristóbal
Balenciaga desde su infancia en Getaria, debido al apasionado interés de los marqueses
de la Casa Torres por las últimas tendencias y debates artísticos. Desde mediados del siglo
XIX determinadas corrientes artísticas habían ejercido una influencia fundamental en los
principales modistos que desde París imponían tendencias. Entre dichas influencias cabe
destacar la del japonismo, que invadió Europa con ocasión de la apertura del país nipón
al mundo en la década de 1850, y la consiguiente difusión de dicha cultura. Las artes
japonesas tuvieron un destacado impacto en la pintura, las artes decorativas y la moda
que emanaban de París.

La estrecha amistad que unía a Cristóbal Balenciaga con Madeleine Vionnet desde sus
inicios como modisto le brindó la oportunidad de aquilatar su adquirido conocimiento del
arte japonés. Aprendió junto a ella innovadoras técnicas de corte inspiradas por el
quimono japonés y descubrió nuevas formas en los grabado Ukiyo-e. De este modo,
Balenciaga se inspiró en la estilización que del tradicional quimono japonés hacían los
artistas Ukiyo-e que desde niño había admirado. Dicha silueta fue magistralmente
interpretada por Baleciaga.
Así, podría decirse que el comienzo de la experimentación de Balenciaga en la silueta de
sus creaciones de sastrería procede de su conocimiento del quimono, y de la estilización
que de este se hace en los grabados japoneses de Ukiyo-e. Así, tras el abrigo de línea
tonneau de 1947, en el vestido saco que Balenciaga presentó en 1957 el efecto ablusado
se produce tanto en la parte frontal como en la espalda, ajustándose éste en un punto
inferior al nivel de la cadera gracias a una banda realizada con el mismo material del
vestido. Dicha silueta se asemeja considerablemente a las imágenes de las mujeres
representadas en los grabados japoneses, y difiere de la rígida figura que resulta de la
utilización del gran Obi. Tal y como se aprecia en este vestido, Balenciaga se inspira a
menudo en el característico cuello del quimono, incorporando en sus trajes y vestidos
sastre un tipo de cuello que se ahueca en torno a la nuca y cae ligeramente sobre la
parte posterior del vestido. Debido a que los japoneses consideran la nuca de la mujer
como una de las zonas más destacadas de su belleza, la parte posterior del cuello del
quimono se moldea y estructura alrededor de ésta con objeto de dejarla al descubierto,
lo que provoca un alargamiento visual del cuello en su conjunto. Balenciaga integró en
sus creaciones una personal interpretación de los principales elementos del quimono
japonés, modificándolos en función de su particular visión del vestido.
La experimentación de Balenciaga con la construcción y la silueta llegaría a su máxima
expresión en la década de 1960.
La concepción por parte de Balenciaga del cuerpo como un elemento abstracto bien
podría haberse derivado de su contacto con el arte y la indumentaria japoneses.
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Balenciaga y los tejidos

En los años anteriores a la guerra, en algunas publicaciones como La Femme Chic, o


L’Officiel de la Couture et de la Mode de París, las creaciones del modisto se detallan
con especial atención, incidiendo en la materia prima. Destacan, como eje principal, los
tejidos, protagonistas a lo largo de toda la carrera de Cristóbal Balenciaga: terciopelo,
faya, raso duquesa, bordados para vestidos de noche, el uso recurrente de encajes y las
singulares prendas de lana fina para trajes de día.
Desde 1941 L’Officiel destaca el “lujo y la majestuosidad inimitable de la faya, del raso de
los vestidos largos”, los bordados de azabache (Octubre 1942), el resultado de sus
investigaciones (combinación, en una bata, de punto de angora y falda verde de
cachemira de color tabaco y blanco, 1946), los terciopelos de seda rosa vivo o el tafetán
negro de los vestidos de cóctel (1948). Los cronistas observan con admiración el uso
detenidos de excelente caída, la pana, la tralla, más tarde el gazar, esenciales en su
creación y que permiten mantener un aspecto impecable, fiel al estilo construido,
rechazando los excesos y respetando la forma y anchura de los hombros.
A partir de 1945 (La Femme Chic), una de las principales tendencias destacadas es “la
atracción secreta de Balenciaga por el Segundo Imperio, las sedas fuertes, los tonos
cobrizos”. Y el “estilo gran dama”, con sus sedas rígidas, tules y organzas, con frecuencias
superpuestos.
En cuanto a los bordados, gruesos, tipo encaje de guipur, es de los primeros en ponerlos
de moda y su presencia será una constante en su obra.

Debido a su acertada selección de tejidos, algunos creados exclusivamente para él,


Balenciaga suscita la admiración de sus proveedores. Le gustan los tejidos fuertes, las
telas con caída y peso, los nuevos materiales, los relieves que captan y reflejan la luz, los
sugerentes juegos de transparencias de los encajes y los suntuosos bordados, a menudo
de inspiración española. El modisto combina los colores a partir de minúsculas muestras,
bastándole en ocasiones un par de hilos recogidos del suelo de su taller, según confiesa
su secretario.
Los modelos se diferencian por la sutilidad de los toques y por la variedad y riqueza de los
materiales.
Sus conjuntos de lino o crepé destacan por su absoluto dominio del corte al bies.

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BALENCIAGA, la firma

1997 Nicolás Ghesquière debuta al frente de Balenciaga presentando su primera colección en la


Ópera de París.

2001 El grupo Gucci (PPR) se hace con el control de la maison.

2003 Nueva York es la ciudad elegida para abrir la primera boutique de la firma diseñada por la
artista Dominique Gonzalez-Foerster.

2010 Sale al mercado Balenciaga París, la primera fragancia de la firma en la era Ghesquière, de
la que es imagen Charlotte Gainsbourg.

2011 El museo Balenciaga abre sus puertas en Guetaria, el pueblo de origen del maestro Cristóbal
Balenciaga.

2012 Nicolas Ghesquière abandona la marca. Le sustituye al frente de la dirección creativa el


norteamericano Alexander Wang.

2014 Alexander Wang presenta su primer perfume para Balenciaga, B.

2015 Se inaugura la primera boutique de Balenciaga en Madrid, concretamente en el número 75


de la calle Lagasca. Alexander Wang. Alexander Wang deja de ser director creativo de la firma.
Demna Gvasalia –líder de la firma Vêtements– pasa a ocupar su cargo al frente de la maison.

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BIBLIOGRAFÍA E INFOGRAFÍA

- Arzalluz, Mirem , “Cristóbal Balenciaga, La forja del Maestro (1895 -1936)”, Ed. Nerea

- Cristóbal Balenciaga Museoa, “Balenciaga”, Ed. Nerea

DOCUMENTALES

- https://www.youtube.com/watch?v=G1AgTo5N6cw

- https://www.youtube.com/watch?v=sJ2fQT5ILaI

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