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1. El término “tradicional”, tal como se le usa aquí, alude a la definición que Max Weber
hiciera de la autoridad tradicional, que figura en Weber 1964: 341-345.
los nuevos impuestos gubernamentales. En suma, los intentos de la Co-
rona por revertir la crisis fiscal requerían de una burocracia más fuerte,
más centralizada y leal, capaz de cambiar la distribución de los recursos
económicos dentro del imperio. Sin embargo, el gobierno de Madrid
emprendió esta difícil tarea sin intentar fortalecer de ninguna forma
significativa la estructura administrativa de la hacienda, la cual había
sido desarrollada generaciones antes para que cumpliera metas políticas
más modestas.
El aparato gubernativo del virreinato peruano simplemente resultó
inadecuado para hacer frente a la crisis de las reales rentas en el siglo
XVII. La descentralización del poder político, tanto en España como en
el virreinato, entre una serie de agencias administrativas estatales, es-
torbó continuamente los esfuerzos realizados por diseñar e implemen-
tar un paquete tributario operable con que detener la crisis fiscal. Los
administradores que trabajaban en España y Perú no contaban con un
conjunto claramente definido de obligaciones, y las relaciones entre su-
periores y subordinados eran informales y estaban mal definidas por la
ley. Esta ambigüedad del código legal permitió a los oficiales elegir entre
diversas opciones de política técnicamente legales, y les brindó una auto-
nomía considerable en el proceso de toma de decisiones.2 Abundaron, en
consecuencia, los conflictos jurisdiccionales, las pugnas burocráticas y la
ineficiencia, en tanto que las medidas basadas en la legislación existente
podían ser postergadas. Esto resultó particularmente cierto cuando la
Corona impuso políticas controvertidas. Tales cambios podían causar
serios conflictos a todos los niveles de la ponderosa burocracia fiscal. El
compromiso y el consenso eran esenciales para implementar estas polí-
ticas nuevas, pero eran algo difícil de alcanzar, particularmente cuando
se trataba de nuevos impuestos. Al final, esta descentralización del poder
político dentro del sistema de hacienda minó la implementación de nue-
vos y vigorosos programas diseñados para alterar la estructura tributaria
del virreinato e incrementar las remesas enviadas a España.
La dimensión administrativa de los problemas planteados por la
crisis fiscal resultó insuperable para el gobierno imperial español. Para
11. Solórzano y Pereyra 1972, libro VI, capítulo XV, números 1-44.
15. Recopilación, libro I, título XX, leyes 1-4; y libro 1, título XXX, ley 5.
16. Aunque las reales órdenes que creaban el Tribunal de Cuentas fueron emitidas en
1605, este solo comenzó a funcionar en 1607. Antes de ese entonces, las audiencias
habían auditado las cuentas fiscales de las cajas reales.
17. Recopilación, libro VIII, título I, ley 5.
23. AGI, Lima, 573, Conde de Salvatierra al rey, Lima, 3 de noviembre de 1652; y AGI,
Lima, 55, Conde de Salvatierra al rey, Lima, 9 de septiembre de 1651.
24. Ballesteros 1685, libro 1, título 27, ordenanzas 32, 33.
25. Cuando el Tribunal daba órdenes, los auditores las pasaban al alguacil mayor de Lima
para su ejecución. Si ellas involucraban medidas en contra del cabildo, de un corre-
gidor o de los funcionarios de la caja real, ellas debían ser refrendadas por el virrey o
por el presidente de la audiencia. Ballesteros 1685, libro 1, título 28, ordenanza 9.
26. Recopilación, libro VIII, título I, leyes 3, 6.
27. Ibíd., libro VIII, título 1, ley 41; Ballesteros 1685, libro 1, título 27, ordenanzas 37, 38.
El salario de estos jueces era pagado por la parte culpable. El virrey, un oidor de la
Audiencia y un contador del Tribunal acordaban los poderes y la jurisdicción exactos
de los jueces.
28. AGI, Lima, 36, Marqués de Montesclaros al rey, Lima, 13 de abril de 1611.
29. AGI, Lima 573, Tribunal de Cuentas al rey, Lima, 15 de julio de 1646.
30. Recopilación, libro VIII, título 1, ley 42.
31. AGI, Lima 309, Pedro de Villagómez al rey, Lima, 29 de abril de 1634.
32. Ibíd.
33. Altolaguirre 1930: 29.
34. Recopilación, libro VIII, título 3, leyes 8, 10.
37. Una copia de parte de las ordenanzas originales de la Caja Real de Castrovirreyna se
halla en BN, Manuscritos, F472, Ordenanzas de la Caja de Castrovirreyna, Lima, sin
fecha.
38. Sánchez Bella 1968: 99; AGI, Lima, 36, Marqués de Montesclaros al rey, Lima, 9 de
marzo de 1616.
39. Varallanos 1959: 325. Durante la segunda mitad del siglo XVII, los funcionarios de
la Caja también mudaron la de Castrovirreyna a Otoca, y la de San Antonio de Es-
quilache a Chucuito. AGI, Lima, 73, Conde de Castellar al rey, Lima, 12 de marzo de
1675.
40. La jurisdicción de una Caja no se adecuaba a los linderos de cualquier otra unidad
administrativa, política o eclesiástica, como una Audiencia o un obispado.
41. AGI, Lima, 573, Conde de Salvatierra al rey, Lima, 11 de agosto de 1652.
42. Ibíd.
43. Sánchez Bella 1968: 96.
44. Las minas del Nuevo Potosí, en la provincia de Huarochirí, fueron manejadas por
una caja separada, que tenía jurisdicción solo sobre la vecindad inmediata de las
minas. La oficina del Nuevo Potosí, o Bombón, fue mudada a Huarochirí desde la
vecina provincia de Canta cuando las minas de Santiago de Guadalcázar, en dicha
provincia, se hicieron menos productivas. AGI, Lima 47, Conde de Chinchón al rey,
Lima, 22 de marzo de 1635. Cuando la Junta de Hacienda decidió cerrar la caja de
Conchucos en 1652, estipuló que las obligaciones recaudadoras de la provincia de-
bían ser compartidas por igual entre las cajas de Lima y de Trujillo. AGI, Lima 573,
Conde de Salvatierra al rey, Lima, 31 de diciembre de 1653.
45. AGI, Contaduría, 1704-1759B, Cuentas de la Caja de Lima, Lima, 1607-1690.
46. Para la Corona, cada oficial de la Caja Real era responsable por el pago de una tercera
parte de todas las multas cobradas contra la Caja o por cualquier dinero faltante en
la “caja fuerte”. En ciertos casos extraordinarios, un funcionario podía ser hallado
culpable, pero usualmente los tres compartían la culpa y la carga del pago. Escalona
y Agüero 1941, libro I, parte II, capítulo I, números 11, 12.
47. Ibíd., libro I, parte II, capítulo II, números 8, 9.
52. En Lima, los oficiales reales vendían en subasta pública todos los impuestos cobrados
en especie, materiales confiscados y bienes recibidos como multas; estas subastas
eran celebradas usualmente los viernes en las principales plazas de la ciudad. Los
funcionarios más importantes de la Caja llevaban a cabo la subasta con ayuda del
escribano de minas y registros, así como de un oidor y un fiscal de la Audiencia. Cada
funcionario presente firmaba el acuerdo de venta. La ley no permitía ninguna tran-
sacción a crédito. El presidente de la Audiencia era quien sancionaba estas ventas. Por
ley, los funcionarios del tesoro debían notificar públicamente treinta días antes de
cada subasta, salvo cuando ella involucraba bienes cobrados como parte del tributo
indígena, en cuyo caso solo se exigía una notificación de nueve días. Recopilación,
libro VIII, título VI, ley 10; Escalona y Agüero 1941, libro I, parte II, capítulo XVI,
números 5, 7, 13.
53. Recopilación, libro VIII, título III, leyes 2, 3.
54. Escalona y Agüero 1941, libro I, parte II, capítulo VI, número 3. Hasta 1567, todos
estos casos caían bajo la jurisdicción de la Audiencia.
57. AGN, Lima, ex AHMH, Sección Colonial, manuscrito 172, folio 69.
58. AGI, Lima, 39, Marqués de Guadalcázar al rey, Lima, 28 de abril de 1623. Los fun-
cionarios de la Caja no podían exigir las cuentas o las rentas de otro distrito sin el
permiso de una autoridad superior. Escalona y Agüero 1941, libro I, parte II, capítulo
XVII, número 26.
61. AGI, Lima, 114, Oficiales de la Caja al rey, Lima, 21 de julio de 1647.
62. Ibíd.
63. Ibíd.
64. Para complicar aun más las cosas, Diego Moreno de Zárate, el corregidor de Huaro-
chirí, también se hallaba bajo la jurisdicción de la oficina de Lima y era responsable
por el cobro del tributo para ella. AGN, Lima, Superior Gobierno, 32, cuaderno 92.
65. Ibíd.
66. AGI, Lima, 8, Consulta, Madrid, 22 de septiembre de 1653.
71. AGI, Lima, 106, Tribunal de Cuentas al rey, Lima, 15 de noviembre de 1647.
72. Sánchez Bella 1968: 284.
73. Ibíd., pp. 282-83.
Conclusiones
74. AGI, Lima 309, Pedro de Villagómez al rey, Arequipa, 2 de abril de 1637.