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GOBIERNO REAL, CRISIS

FISCAL Y DECADENCIA
• Mientras que la economía del virreinato peruano experimentó una reestructuración sustancial en el siglo xvii, lo que llevó a una
mayor diversificación y una estabilidad global antes que a la decadencia, la condición fiscal del gobierno virreinal se fue
deteriorando severamente. estructurado para recibir rentas del cobro de impuestos a la minería de la plata y el comercio
trasatlántico, la caja real de lima necesitaba modificar su estructura tributaria y encontrar nuevas fuentes de ingresos si iba a
conservar el nivel de sus gastos y remesas a España. 
• Para ello debía incrementar los impuestos a los sectores de una economía ahora más diversificada y regionalizada, una tarea
nada fácil dada la oposición inherente de las élites criollas locales a la imposición de nuevos gravámenes a sus operaciones. en
términos estadísticos, el problema era que el setenta por ciento de las rentas reales provenían principalmente de los centros de
extracción de la plata, mientras que diversos impuestos portuarios y alcabalas que se cobraban en lima-callao dependían del
flujo del metal por la capital.
• La principal unidad administrativa en este sistema era el virreinato. México, siguiéndole poco después el
de Perú en 1543, con su capital en Lima. En dicho año Blasco Núñez de Vela, el primer virrey, arribó a Lima
para asumir sus tareas administrativas como el funcionario administrativo más importante del nuevo
reino. Cada una estaba conformada por oidores o jueces, que además de su función judicial e investigadora
supervisaban el cumplimiento de las leyes reales y tenían a su cargo el virreinato entre el gobierno de un
virrey y el siguiente.
• Aún más importante era que la audiencia de Lima asumía el mando cuando el mandatario fallecía o era
depuesto. Otra importante subdivisión administrativa del virreinato era el corregimiento, fundado sobre
un área alrededor de una ciudad o pueblo y gobernado por un corregidor, nombrado ya fuera por el rey o
el virrey, dependiendo de su importancia. Las obligaciones del cabildo comprendían la imposición de
impuestos locales y el control del abastecimiento y el precio del trigo y la carne, así como de la asignación
de los solares. Los cabildos llegaron a estar dominados y ser instrumentos de las oligarquías criollas
locales, conformadas por acaudalados comerciantes, mineros o terratenientes, debido a que este cargo era
un nombramiento o, en el caso de elecciones estaba sujeto, a los requisitos de elegibilidad restringida
basados en la propiedad.
• De esta manera, y en tanto era la única institución local con canales hacia la jerarquía de oficiales reales
que se remontaba hasta el Consejo de Indias en Madrid, el cabildo no sólo era el instrumento más
importante del gobierno local, sino el centro de las rivalidades familiares locales en la lucha por los
recursos y el poder en la zona. Sin embargo, la crisis fiscal del siglo XVII exigía un sistema administrativo
diferente, más moderno y eficiente, capaz de concentrar el poder y las líneas de autoridad para realizar
con éxito el desplazamiento fundamental de la carga fiscal a las recalcitrantes élites locales. Esta tarea
requería una burocracia disciplinada, meritoria y profesional que pudiera defender los intereses de
Madrid y que no fuera minada o corrompida por los intereses locales. Al venderse los cargos a los postores
más altos, a menudo acaudalados criollos locales comprometidos, la calidad de las personas que ocupaban
los cargos en el virreinato se deterioró rápidamente.
• Los funcionarios inexpertos, corruptos e ineficientes, firmemente ligados a los intereses locales, lograron
alcanzar el control de muchos cargos importantes, entre ellos la caja real de Lima. Si bien se obtuvo una
renta importante con la venta de estos puestos en el corto plazo, la administración y la toma de decisiones
eficaces fueron severamente comprometidas con respecto a los poderosos grupos e intereses locales en el
largo plazo. En un caso de 1641, un acaudalado criollo compró un nombramiento en la real hacienda de
Lima para su hijo de quince años, quien asumiría su cargo a los veinticinco años de edad. Los grupos
aliados con las élites criollas locales y los intereses creados lograron comprar los puestos claves y bloquear
todo intento de reforma fiscal, además de ganar una influencia creciente sobre la administración imperial.
• Por último, si la calidad y la efectividad del gobierno real en Lima decayó, la primacía de la
ciudad de los Reyes en la economía virreinal también se vio seriamente minada. La ciudad y su
lugar en el virreinato fueron reemplazados por lo que Andrien llamó «un virreinato más
cantonal conformado por regiones menos dependientes ya fuera de Lima o de Madrid». Los
terremotos golpearon Lima en 1655, 1687 y 1746, para no mencionar sino a los más
fuertes, causando numerosas bajas por la endeble construcción de las viviendas populares. La
aparición de los holandeses en la mar del Sur y los ataques a los navíos y puertos peruanos a
comienzos del siglo XVII incrementaron hasta el paroxismo el temor a los odiados y
satanizados protestantes en Lima y a lo largo de la costa peruana.
• Existieron campañas de extirpación de idolatrías en las décadas de 1620, 1640 y 1660, y desde
entonces se realizaron periódicamente hasta 1730, cuando parecen haber cesado. Después de la
primera campaña un sacerdote y participante en ellas, Pablo José de Arriaga, publicó una guía
para futuros investigadores que registraba cuidadosamente las creencias y prácticas nativas.
• Tácticas de tipo inquisitorial que acompañaron una campaña específica contra las
idolatrías en la parroquia de San Lorenzo de Quinti, en Huarochirí, en 1660:
• La investigación comenzaba con una denuncia secreta dada por un informante
anónimo, nombrando a una serie de personas como idólatras, brujos y sacerdotes de
las ceremonias tradicionales.
• Estas personas eran llevadas para ser interrogadas, encerraba y amenazadas mientras
duraba la investigación, algunas fueron incluso torturadas para extraerles confesiones
y descripciones íntegras de las prácticas ceremoniales tradicionales.
• Las sentencias iban desde la humillación pública a los azotes e incluso el exilio y
encarcelamiento en la Casa de la Santa Cruz, la prisión limeña para personas
consideradas como las más recalcitrantes de los sacerdotes de las creencias nativas
descubiertas por los inquisidores.

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