Está en la página 1de 149

5 D- 3 /

Traducción de

ER:-,ESTIKA DE CHA~!POURCIN

GASTOK B ..i.CHEL\RD

DONACION
LITTE,~

FONDO DE CULTURA ECONóMICA


MÉXICO-BUENOS AIRES

tií....,_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _~--~·~··
Primera edición en francés, 19 57
Cuarta edición en francés, 1964
Primera edición en español, 1965
INTRODUCCIQN

UN" FILÓSOFO que ha formado todo su pensamiento


adhiriéndose a los temas fundamentales de la filosofía
de las ciencias, que ha seguido tan claramente como
ha podido el eje del racionalismo actirn, el eje del ra-
cionalismo creciente de la ciencia contemporfoca, debe
olvidar su saber, romper con todos sus hábiJ:os de in-
vestigación filo. sÓÍica, si qui e.re estu.di~r los ~oJ?le.mas
e!anteadQ.S__JJ_()_r__k imaginacisnr_J2ºé~ic¿:; Aquí, el culto
pa-sado no cuenta, el largo esfuerzo de los enlaces '/las
construcciones d_e pensamientos, el esfuerzo de meses y
J'ie
4
C-fi·Jd·s,J.e·}·W..tª. ~m.·.".-.f.1c~l;!ªY estar e.n. el.p1.cs···~. !1. t_e,f::n. g). '
it:ire.s__eI1tt:.d_e 1a_~rpagcn_e12._~ mi1.1nto_ <J.¡;J.g_ j_mageg ~h-''!Y
t:¡'¡íJTiil6f6fíf'Cle_Lj poesía, esta filosofía debe nacer y rena-
cercón el motivo de nnverso do111iJ:ml1.te,.enJa adhesión
'fóta1, ay~i1 IJ.;:ag~g ,a{~rijfo,· iJ:ü~g~;¡Ill en t~crr.J:It'xta5js
rn1srriÓ-ª'.,'j;¡_~1gyedad _<i_el':l. i.~en.-La!rncigcii-pcfélica:_
es un"\esaltar súbito del psiquismo, relieve mal estu-
diado ·en causalidades psicológicas subalternas. Nada
general ni coordinado tampoco puede servir de base a
una filosofía de la poesía. La noción de principio, la·.
noción ele "base'',. sería aqní ruinosa. Bloquearía la ac-
La edición original de esta obra fue registrada tualidad esencial, la novedad psíquica esencial del poe-
por Presses Universitaircs de Fance, con el tí- ma. Mientms la reflexión filosófica que se ejercita sobre
tulo La poé~ique de fespacc.
un pensamiento científico largamente elaborado exige
Derechos reservados conforme a la. 1ev q~1e la nueva idea se integre en un cuerpo de ideas
© 1965 Fondo de Cultura Económic; elfperimentadas, aunque ese cuerpo se soi:neta, a cansa
ch. de la Universidad, 975 - México 12, D. F.
de la nueva ídea, a una elaboraciól} profunda, como
~J_r{ip_r~_o
y _héCftO · en j\-léxico sucede en el caso de todas las revoluciones ·de la cier,t-
Printe4, a~d _made --in ]\{exi<;o' ci~ contemporánea, lr filosofía de la poesía debe reco-
nocer que el acto poético no tiene pasado, que no tiene
7

..
INTRODUCCIÓN 9
8 Il''iTRODUCCióN
puede prestar atención a los métodos psicoanalíticos
al menos un pasado próximo, remontándose al cual se para determinar la personalidad de un poeta, se puede
podría seguir su preparación y su advenimiento. encontrar así una medida de las presiones -sobre todo,'
Cuando más tarde nos refiramos a 'la relación entre de la opresión- que el poeta ha debido padecer en el ,
1una imagen poética nuern y un arquetipo dormido en,¡.
curso de su vida, pero el acto poético, la imagen súbita, .
•.el fondo del inconsciente, tendremos que comprender la llamarada del ser en la imaginación, escapan a tales '
que dicha relación no es, hablando con propiedad, cau-, encuestas. Para iluminar filosóficamente el problema ,·
sal, La imagen poética ria está sometida a un impuJSo: de la imagen poética es preciso llegar a una fenomeno-
No es el eco de un pasado. Es más bien lo contrario: ¡:ítir logía de la imaginación. Entendamos por esto un es-
él resplandor de una imagen, resuenan los ecos del pa- tudio del fenómeno de la imagen poética cuando la
sado lejano,,, sin que se vea hasta qué profundidad van imagen surge en la conciencia como un producto direc-
,.a repercutir y. extinguirse, . En su novedad, en su acti- to del corazón, del alma. del ser del hombre captado en
vidad, la imagen poética tiene un ser propio, un dina- su actualidad.
mismo propio,. Procede de ,,U,,[la ()ntglogí.a c!il'ecta. Y
nosotros queremos trabajar en esta mitología. · H
Es, pues, en la inversa de la causalidad, en la reper-.
cusi6~, en Ja .resouaú.cia~ tan finamente e5tudiada por Se nos preguntará tal vez por qué, modificando nuestro
·J\;Ifo'kowsky 1 donde creemos encontrar las verdaderás punto de vista anterior, buscamos ahora una determi-
medidas d~l sei de una imagen poética, En esa resd§ ,nación fenomenológica de las imágenes,. En nuestros
nancia, la imagen poética tendrá una sonoridad de set: trabajos anteriores sobre la imaginación, en efecto, es-
El poeta habla en el umbral del ser. Para determinar el '' timamos preferible situarnos lo. más objetiva.mente Pº:
ser de una imagen tendremos que experimentar, comd Sible ante las imágenes de los cuatro elementos de la
en la fenomenología de J\;linkowsl.")', su resonancia. ,,},ñateria, de los cuatro principios de las ~_o.gemías_
Decir que la imagen poética escapa a la causalidad üÚuiti\aS. Fieles a nuestros hábitos de filósofo de las
es, sin duda, una declaración grave. Pero las causas .ci~ habíamos tratado de considerar las imágenes
alegadas por el psicólogo y el psicoanalista no i;>ueden _fuera de toda tentativa de interpretación personal. Poco,.:·
nunca explicar bien el carácter verdaderamente mespe- a poco, dicho método, que tiene a su favor la pruden- '
rado de la imagen nueva, ni la adhesión que suscita ep cia científica, me ha parecido insuficiente para fundar
un alma extraña al proceso de su creación. El poeta' una metafísica de la imaginación. La actitud "pruden-
no me confiere el pasado de su imagen y, sin embargo,' .te", ¿no es acaso por sí sola la negación ele obedecer a
su imagen arraiga en seguida en mí. La .comunicabilidad la dinámica inmediata de la imagen? Por otra parte
de una imagen singular es un hecho de gran significado hemos comprobado cuán difícil resulta despegarse de
ontológico. Volveremos a esta comunión por actos bré; esta "prudencia". Decir que se abandonan los hábitos
ves, aislados y activos. Las imágenes arrastran -después intelectuales es una declaración fácil, ¿pero cómo cum-
de surgir-, pero no son los fenómenos de un arrastre:: -plirla' Hay ahí, para un racionalista, un pequeño drama
Claro está que en las investigaciones psicológicas se cotidiano, una especie de desdoblamiento del pensa-
~ Cf. Eugtne Minko\vsky, V ers une cosmologie, cap. IX.
u mm WW

10 ll\TRODUCC!ó:'.'i l:\'TRODUCCW?\ ll
miento que, por parcial que sea su objeto -una simple ciencia: la imagen poética. Al ni,-el de la imagen
imagen-. no deja de tener una gran resonancia psíqui- poética, h:rdualiil_a¡j-Ge_f-sujeto· del ·objeto es irisada,
ca. Pero este pequeño drama de cultura, este drama al "éspé¡eiilite;-cüñfin ua!Ilente _a.<;tiva ~n.. sn~ .!n,:;=.rsi_ones. En
simple nivel de una imagen nueva, contiene toda la pa- ese.C!OfñlriiOC!e~E-él:eación ele la imagen poética por el
radoja de una fenomenología de la imaginación: ¿Cómo' poeta, la fenomenología es, si así puede decirse, una
una imagen, a veces muy singular, puede aparecer fenomenología microscópica. Por esta razón dicha fe-
como una concentración de todo el psiquismo? ¿Cómo, -nomeno1ogía.-tiene r)robabiliclades de ser estrictamente
también, ese acontecimiento singular y efímero que es elemental. En esta unión, por la imagen. de una sub.
la aparición de una imagen poética singular, puede reac-' jetividad pura pero efímera y de una realidad que no
cionar -sin preparación alguna-_sobre otras almas, en, va necesariamente hasta su constitución completa, el
otros corazones, y eso, pese a todas las barreras del sen-: fenomenólogo encuentra un campo de innumerables
tido común, a todos los prudentes pensamientos, com-; experiencias; apronccha observaciones que pueden ser
placidos en su inmovilidad? , precisas porque son simples, porque "no tienen conse-
Nos ha parecido entonces que es~a ü·an~nbj_~!Ü.J.cl_~d~ cuencias", a la irn·ersa de lo c¡ue sucede con los pensa-
de la imaaen no podía ser 'comprendida, en su esencia, mientos científicos, que son siempre pensamientos en-
·úii1camrnte por los hábitos de l~s referen~ias obj.etivas. lazados. La.i1Ilagen,en su si_111_plici.Qad, !lQ necesita un
Sólo la fenomenología -_es decir Ja. considerac1on del saber; Es propiedad de una conciencia ingenua .. En
.Siif.g{r~de la ~mggen en µ11a concien~ia indi\-idual-.-, pue- su expresión -es lenguaje joven. El poeta, en la noved~~
de ayudamos a restituir la subjebv1dad de las imagencs de sus imágenes es siempre oiigeil-de1!engua¡e.~ Para
y a medir la amplitud, la fuerza, el sentido de l_a _trans- especifíéar-bieii_TO_qi!e.piiéck ser una fenomenología
subjetividad de la imagen. Todas esas _sub¡etividades de la imagen, para aclarar que Ja imagen es antes que
v transubjetividadcs, no pueden determmarse de una d pensamiento, habría que decir que la poesía es, más •
· · ~C'L por todas. EE;_. ef<:_<;to, l<1,_im¡¡ge11 _poética es. esCié'.f q·u·e una fenomenología del espíritu, una fenomenología .
cialmente variable. No es, como el concepto, consfi' del alma. Se deberían entonces acumular documentos,
· 'tlit!v;i-"S]n duda;' la tarea de desprender la acción mu; sobre la conciencia soñadora.
tadora: de la imagen poética en el detalle de las vana- La filosofía en lengua francesa contemporánea y a
ciones de las imágenes es dura, aunque monótona. Para fortiori, la psicología, no se sirven apenas de la dualidad
un lector de poemas, la referencia a una doctrina que de las palabras alma y espíritu. Son por este hecho,
lleva el nombre tan a menudo mal entendido de feno- una y otra, un poco sordas respecto a los ternas tan
menoloaía corre el riesao de permanecer oscura. Sin numerosos en la filosofía alemana, en c¡ue la distinción
b ' b . 1
embargo, fuera de toda doctrina, esa referencia es.ca- entre el espíritu y el alma ( der Geist y die Seele) es
ra. Se pide al lector de poemas que no tome u.na ima- tan clara. Pero puesto c¡ne una filosofía de la poesía
gen corno un objeto, menos aún corno ~1'. sustituto de debe recibir todos los poderes del vocabulario, no debe
objeto, sino que capte su realidad especifica. Para. eso simplificar nada ni endurecer nada. Para dicha filos,o-
\ hay que asociar sistemáticamente e} acto de la conc1en- fía, espíritu y alma .no son sinón.imos. Tomándolos S"n
l cía donadora con · el producto mas fugaz de la con- sinonimia, se nos impide traducir textos preciosos,- se
\
'
12 INTROOUCC!óN INTROOUCCióN 13
deforman los documentos entregados por la arqueología nor, de luz interior se reivindican con demasiada facili-
de las imágenes. La palabra alma es una palabra in- dad. Pero el que habla aqní es un pintor, un productor
mortal. En ciertos poemas es imborrable. Es una pa- de luces. Sabe de qué foco parte la iluminación. Vive
labra del aliento.2 La importancia vocal de una palabra el sentido íntimo de la pasión de lo rojo. En el prin-
debe retener por sí sola la atención de un fenomenó- cipio de tal pintura hay un alma que lucha. Semejante
logo de la poesía. La palabra alma puede ser dicha con pintura es, pues, un fenómeno del alma. La obra debe
tal convicción que comprometa todo un poema. El tono redimir a un alma apasionada.
poético que corresponde al alma debe, pues, quedar Las páginas de René Huyghe nos confirman en Li
abierto a nuestras encuestas fenomenológicas. idea de que el hablar de una fenomenología del alm<I
En el terreno de la pintura misma, donde la reali- no carece de sentido. En muchas circunstancias, debe
zación parece traer decisiones que proceden del espí- reconocerse que la poesía es un compromiso del alma.
ritu, que encuentran obligaciones del mundo de la La conciencia asociada al alma es más reposada, menos
percepción, la fenomenología del alma puede revelar el intencionada que la conciencia asociada a los fenóme-
primer compromiso de una obra. René Huyghe, en nos del espíritu. :g!l los_poemas se. manifiestan fuerzas,
el bello prefacio que ha escrito para la exposición de que no_pa~an_por)os cir::uitos..dc_~m.saber., .Las dialéc-
las obras de Georges Rouault en Albi, dice: "Si hu- ficás-_ggJ;¡ inspiración y Cle1 talento. se iluminan si se
biera que buscar por dónde hace explotar Rouault las consideran sus <los polos: el alma y el espíritu. A nues-
definiciones... , tal vez tuviéramos que evocar una pala- fro-íúicio, alma y espíritu son indispensables parn estu-
bra un poco caída en desuso, a saber, alma." Y R_ené diar los fenómenos de la imagen poética en sus diversos
Huyghe muestra que para comprender, para sentir y matices, para seguir sobre todo la evolución de las imá-
amar la obra de Rouault "hay que lanzarse al centro, genes poéticas desde el ensueño hasta la ejecución. En
al corazón, a la encrucijada donde todo toma su orige:i particular, e5tudfarerrios eri· ·otra obra ·a ensueño poéti-
y su sentido: y encontramos de nuevo la palabra olvi- co como fenomenología del alma. El ensueño es por si
dada o reprobada, el alma". Y el alma -la pmtura de solo una instancia psíquica que se confunde demasiado
Rouault lo demuestra- posee una luz interior, la que frecuentemente con el sueño. Pero cuando se trata de
una "visión interior" conoce y traduce en el mundo un ensueño poético, de un ensueño que goza no sólo
de los colores resplandecientes, en el mundo de la de sí mismo, sino que prepara para otras almas goces
luz del sol. Así, se exige una verdadera inversión de poéticos, se sabe muy bien que no estamos en la pen-
las perspectivas psicológicas al que 9uiere compre.n?er, diente de las somnolencias. El espíritu puede conocer
amando, la pintura de Rouault. Tiene que participar un relajamiento, pero en el ensueño poético el alma
en una luz interior que no es el reflejo de una luz del vela, sin tensión, descansada y actirn. Para hacer un
mundo exterior; sin duda las expresiones de visión inte- poema completo, bien estructurado, será preciso que el
espíritu lo prefigure en proyecto. Pero para una simple
2 Charles 1\"'odier,
Dictionnaire raísonné des onomatopées fran:
~aises, París,. 1828, p.
46. "Los diferentes ~o.mb~es del alma,. en casi
imagen poética, no hay proyecto, no hace falta más
todos ]os pueblos, son otras tantas rnod1f1cac1ones de1 ahento y que un mm·imiento del alma. En una imagen poética
onomatopeyas de la respiración." el alma dice su presencia.
l4 INTRODUCCIÓN
INTRODUCClóN 15
, Y así un poeta plantea el problema fenomenológico cusión. Parece que por su exuberancia, el poeta reani-
del alma con toda claridad. Pierre-Jean Jom·e escribe: 3 ma eri nosotros unas profundidades. Para dar cuenta
"La poesía es un alma inaugurando una forma." El de la acción psicológica de un poema habrá, pues, que
alma inaugura. Es aquí potencia primera. Es dignidad seguir dos ejes de análisis fenomenológicos, hacia las
humana. Incluso si la forma fuera conocida, percibida, exuberancias del espíritu y hacia la profundidad del
tallada en los "lugares comunes", era, antes de la luz alma.
poética interior, un simple objeto para el estudio. Pero Claro que -¿será preciso decirlo?- la repercusión,
el alma viene a inaugurar la forma, a habitarla, a com- pese a su nombre derivado, tiene un carácter fenome-
placerse en ella. La frase de Pierre-Jean Jom·e puede nológico simple en los dominios ele la imaginación poé-
tomarse corno una clara máxima de una fenomenol0- tica donde queremos estudiarla. Se trata, en efecto, de
gía del alnrn. determinar, por la repercusión de una sola imagen poé-
tica, un verdadero despertar de la creación poética hasta
III en el alma ele! lector. Por su novedad, una imagen
Puesto que pretende ir tan lejos, descender a tanta poética pone en movimiento toda la actividad lingüís-
profundidad, una encuesta fenomenológica sobre la poe- tica. La imagen poética nos sitúa en el origen del ser
hablante.
sía debe rebasar, por obligación de métodos, las reso-
nancias sentimentales con las que recibimos más o me- ..., Por esa repercusión, yendo en seguida más allá de
nos ricamente -según que esta riqueza esté en nosohos toda psicología o psicoanálisis, sentimos un poder poé··
o en· el poema- la obra de arte. Aquí debe scnsib!1i- tico que se eleva candorosamente en nosohos mismos.
zarse la duplicación fenomenológica de las resonancias . Después de la repercusión podremos experimentar
y de la repercusión. Las resonancias .se dispersan sobre ecos, resonancias sentimentales, recuerdos de nnestro
los diferentes planos de nuestra nda en ,el mundo, la pasado. Pero la imagen ha tocado las profundidades
repercusión nos llama a una profund1zac10n ele nuesha antes de conmover las superficies. Y esto es verdad en
propia existencia. En la resonancia oímos el poema,. ~n una simple experiencia del lector. Esta imagen que la
la repercusión lo hablamos, es nuestro. La repcrcus1011 lectura del poema nos ofrece, se hace verdaderamente,_
opera un cambio del ser ..Parece que el ser del poeta nuestra. Echa raíces en nosotros mismos. La hemos
sea nuestro ser. La multiplicidad ele las resonancias recibido, pero tenemos la impresión de que hubiéra-
sale entonces ele la unidad de. ser de la repercusión. mos podido crearla, que hubiéramos debido crearla. Se
Más simplemente dicho, tocamos aquí una impresión convierte en un ser nun·o en nuestra lengua, nos ex-
bien conocida de to el o lector apasionado de poemas: el presa convirtiéndonos en lo que expresa, o dicho ele
poema nos capta .enteros. Esta captación del ser por oho modo, es a la vez un decenir ele expresión v un
la poesía tiene un signo fenomenológico que no enga- devenir de nuestro ser. Aquí, la expresión crea ser.
ña ..La exuberancia y la profundidad__ de un poema son Esta última observación define el nivel de la onto-
sie.ril'pre fenómrn.os ·c]e la auplicación resonancia-r,eper- logía en la 'que trabajamos. E1i._t_¡;~jLgeneral, pensamos -
. que.todoJo que es.específicamente.. humano .en el hom-.
a Pierre~~~-J~~,~~~E,~-·_i\;jf;oÍr, l\~{~~~re de_, Francc, p. 11.
bre es lagos. No llegamos a meditar en una región q·ue
-"·~-----
16 iNTRODUCCJóN Ic;TRODUCCfóN l~

existiría antes que la lengua. Incluso si esta tesis parece muy simplemente, pero muy puramente, un origen. Al
rechazar una profundidad ontológica, nos debe ser con- desprender este valor de origen de diversas imágenes
cedida, por lo menos, como hipótesis de trabajo bien poéticas debe dedicarse, en el estudio de la imagina-
adecuada al tipo de investigaciones que perseguirnos ción, la fenomenología de la imaginación poética.
sob1 e la imagen poética.
Así, !.:; irnagei:i poética, aconteci_112iento de logos, nos. IV
es personalmeñte innovadora. Ya no la tornarnos corno
un "objefo". Sentirnos que la actitud objetiva del crí- Limitando de esta manera nuestra encuesta a la ima-
tico ahoga la "repercusión", rechaza, por principio, esta gen poética en su origen, a partir de la imaginación
profundidad de donde debe partir el fenómeno poético pura, dejamos de lado el problema de la composición del
primitivo. En cuanto al psicólogo está ensordecido por poema, como agrupación de imágenes múltiples. En
las resonancias, y quiere describir sus sentimientos. Y esta composición del poema ínten·ienen elementos psi-
en cuanto al psicoanalista, pierde la resonancia, ocupa- cológicamente complejos, que asocian la cultura más
do en desenredar la madeja de sus interpretaciones. Por o menos lejana y el ideal literario de un tiempo, y otros
una fatalidad del método, el psicoanalista intelectualiza componentes que una fenomenología completa debería
la imagen. Comprende la imagen más profundamente tener en cuenta. Pero un programa tan vasto podría
que el psicólogo .. Pero, precisamente, la "comprende". empañar la p9reza de las observaciones fenomenológi-
Para el psicoanalista la imagen poética tiene siempre cas, resueltamente elementales, que queremos presentar.
un contexto. Interpretando la imagen, la traduce en El verdadero fenomenólogo tiene la obligación de ser
otra lengua que el logos poético. Por lo tanto, nunca sistemáticamente modesto. Por lo tanto, nos parece
se puede decir, con más razón: "traduttore, traditore". que la simple referencia a poderes fenomenológi_cos de
Recibiendo una imagen poética nueva, experimen- lectura; que convierten al lector en un poeta al _nivel.
tamos su valor de intersubjetividad. Sabemos que la <}e la imagen leída, supone ya un matiz de orgullo. Se-
repetiremos para comunicarnos nuestro entusiasmo. ría para nosotros inmodesto asumir personalmente una
Considerada en la trasmisión de un alma a otra, se facultad de lectura que volvería a encontrar y resuci-
ve que una imagen poétid' elude las investigaciones taría el poder de creación organizada y completa que
de causalidad. Las doctrinas tímidamente causales corno :\ integra el conjunto de un poema. Y menos aún pode-
la psicología, o fuertemente causales como el psicoaná- mos esperar llegar a una fenomenología sintética que
lisis, no pueden determinar la ontología de lo poético: domine, como creen lograr ciertos psicoanalistas, el
nada prepara una imagen poética, sobre todo no la conjunto de una obra. Es, pues, al nivel de las imáge-
cultura en el modo literario, ni la percepción en el modo nes aisladas donde podemos "repercutir" fenomenoló-
psicológico. gicamente.
Por lo tanto, llegamos síempre a la misma conclu- Pero precisamente esta punta de orgullo, este orgu-
sión: la novedad esencial de la imagen poética plantea llo menor, este orgullo de simple lectura que se nutre
el problema de la creatividad del ser que habla. Por con la soledad de la lectura, lleva en sí un signo fenQ-
esta creatividad, la conciencia imaginante resulta ser, menológico innegable, si se conserva su simplicidad. El
IS INTRODUCCióN le\TRODUCC!ó>:
fenomenólogo no tiene aquí nada que ver con el crítico de sn héroe: "leía los elogios de los grandes hombres
hterano que, corno se ha observado con frecuencia con tanto placer como si él hubiera sido el objeto ele
juz~a un.a obra que no podría crear, e incluso segú~ esos panegíricos". De todas maneras la simpatía en la
teshmomo de las censuras fáciles, una obra que no lectura es inseparable de la admiración. Se puede ad.
querría hacer. El crítico literario es un lector necesa- mirar más o menos, pero siempre es necesario un im-
riamente severo. Volviendo del revés como un guante pulso sincero, un pqueño impulso de admiración parn
un complejo que el uso excesivo ha desvalorizado hasta recibir el provecho fenomenológico de una imagen poé-
el punto de penetrar en el vocabulario de los estadistas tica. La menor reflexión crítica detiene este impulso.
podría decirse que el crítico literario, que el profeso; situando al espíritu en posición secundaria, lo cual
de retórica, que saben siempre y juzgan siempre, tienen destruye la primitividad de la imaginación. En esta
un simplejo de superioridad. En cuanto a nosotros, afi- ; admiración que rebasa lJ pasividad de Lis actitudes con-
cionados a la iectura feliz, no leemos ni releemos más ¿7 tcmplatfras, parece que el goce ele leer sea reflejo elel
que lo que nos gusta, con un pequeño orgullo de lec- goce de escribir como si el lector fuera el fantasma del es-
tor mezclado con mucho entusiasmo. J'vfientras el o~- . critor. Por lo menos el lector participa en este júbilo
gullo suele desarrollarse por lo general en un sentimiento ~ de creación que Bergson da como signo de la creación
avasallador que pesa sobre todo el psiquismo, la punta 2 misma. 4 Aquí la creación se produce sobre el hilo tenue
de orgullo que nace de la adhesión a una dicha de ima- de la frase, en la vida efímera ele una expresión. Pero
gen, es siempre discreta, secreta. Está en 'nosotros, sim- S esta expresión poética, aún no teniendo una necesidad
ples lectores para nosotros, únicamente para nosotros. Es vital, es de todas maneras una tonificación de la vida.
un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos, le- El bien decir es un elemento del bien vivir._, La imagen 1
yendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector 12_oética es una emergenci:i.__g_el lenguajs__c:s.t~_s1empre ;
un poco apasionado por la lectura, alienta y reprime, Ll!L p<?Qo_p9r:~11cin1~. dd. l(C_gggaic:,_si@ifi0~11..te.. Vi\;ien- !
leyendo, un deseo de ser escritor. Cuando la página do los poemas se tiene la experiencia saludable de la i
leída es demasiado bella la modestia reprime ese deseo. emergencia. Es sin duda una emergencia de poco 1
. L , 1
Pero el deseo renace. De todas maneras, todo lector alcance. Pero esas emergencias se renuevan; ..¡_¡¡, poeS!iU ·
que relee una obra que ama, sabe que las páginas ama- Rone al lenguaje en estado de e.n1('i:ge_n('ia. La vida se \
das lo conciernen. Jean-Pierre Richard, en su hermoso designaeneilas-por -sU\;í,CiCielad. i=_sosjmpulsos lin- i
libro Poesía y profundidad, escribe entre Qtros estudios güísticos._g U('_~~en__<ie:_ja_ Jí.r1('aordin :1rí;i cl_el__lerigúafc 1
uno sobre Baudelaire y otro sobre Verbine. Baudelaire pragmTfico, son miniaturas del ímp\tlso ,-ital. Un mi· 1
es puesto en relieve, 'precisamente porgue, como dice erobergsonismo. que ~fülridona_ra]a .tesi§ del' J.eri.gµ51jc- 1
el autor, su obra "nos concierne". De un estudio a instrumento, p.ua ~_cloptar. la t~sj~cle~lenguaje-realiqªg, /
otro, la diferencia de tono es grande. Verlaine no reci- encfüirratía en-1a poesía muchos documentos sobre la
be como Baudelaire la adhesión fenomenológica total. vida completamente actual del lenguaje.
Y . así sucede siempre; en ciertas lecturas que nos Así, junto a consideraciones sobre la vida de las
simpatizan a fondo, somos "parte interesada" en la ex- palabras, tal y como aparece en la evolución de una
preúón misma. En su Titán, Jean Paul Richter dice 4 Bergson, L'énetgie spirituclle, p. 23.
:o INTRODUCClóN lNTRODUCClóN 21
lengua a través de los siglos, la imagen poética nos pre- atomismo del lenguaje conceptual reclama razones de
senta, al estilo del matemático, nna especie de diferen- fijación, fuerzas de centralización. Pero el verso tiene
cial d.e esta e~olución. Un gran verso puede tener una siempre un movimiento, la imagen se vierte en la línea
¡;ran mfluenc1a sobre el alma de una lengua. Despierta del verso, arrastra la imaginación como si ésta creara
1má~e.nes borradas. Y al mismo tiempo sanciona lo im- una fibra nerviosa. Pontalis añade esta fórmula (p. 932) ·
prev!Slble de la palabra. ¿Hacer imprevisible la palabra que merece recordarse como índice muy seguro para ·
no es un aprend1za¡e de la libertad? ¡ Oué hechizo tiene una fenomenología de la expresión: "El sujeto que ha-
para la imaginación poética el evadir;; de las censuras! bla es todo el sujeto."
Antaño, las artes poéticas codificaban las licencias. Pero Y va no nos parece paradoja decir que el sujeto
la poesía contemporánea ha puesto la libertad en el que habla está entero en una imagen poética, porque
cuerpo mismo del lenguaje. La poesía aparece enton- si no se entrega a ella sin reservas, no penetra en el
ces como un fenómeno de la libertad. espacio poético de la imagen. J\1uy claramente la ima-
gen poética trae una de las experiencias más simples
del lenguaje vivido; y si se la considera, como nos pro-
V ponemos, en cuanto origen de conciencia, procede muy
Así, fncluso al nivel .de una imagen poética aislada, en bien de una fenomenología.
ese un.1,co devemr de expresión que es el verso, la re- Y si hubiera que crear una "escuela" de fenomeno-
percus1on fenomenológica puede aparecer; v en su ex- logía es sin duda en el fenómeno poético donde se en-
trema simplicidad nos da el dominio de ;,uestra len- contrarían las lecciones más claras y elementales. En un
gua. Estamos aquí ante un fenómeno minúsculo de la libro reciente, J. H. Van den Berg escribe: 6 "Los poe-
concien:ia refleja. La imagen poética es sin duda el tas y los pintores son fenomenólogos natos." Y ob-
acontecimiento psíqnico de menos responsabilidad. Bus- servando que las cosas nos "hablan", y que por ese
carle una justificación en el orden de la realidad sen- hecho tenemos, si damos todo su valor al lenguaje, un
sible, así. ;:orno determinar su lugar y su papel en la contacto con las cosas, Van den Berg añade: "Vivimos
compos1c10n del poema, son dos tareas que sólo deben continuamente una solución de los problemas que no
plantearse en segundo lugar. En la primera encuesta esperamos resolver por medio de la reflexión." Esta
fenomenológica sobre la imaginación poética la ima"en página del sabio fenomenólogo holandés puede estimu-
aislada, la frase que la desarrolla, el verso ~ la estrofa lar al filósofo en sus estudios centrados sobre el ser
donde. la imagen poética irradia, forman espacios de que habla.
lengucr¡e que un topoanálisis debería estudiar. Es así
como J.-B. Pontalis nos presenta a 1fichel Leiris como VI
un "prnspector solitario en las galerías de las palabras''.5 Tal vez la situación fenomenológica quedará concre-
P?ntahs desi~na así muy bien ese espacio fibroso reco- tada, respecto a las encuestas psicoanalíticas, si pode-
mdo por el simple impulso de las palabras vividas. El
5 J.-B. Pontalis, "i"v:Echel Leiris ou la psvchanah·se intermina- 6 J. H. Van den Berg, Tlie Phenomenoiogical Approach i:-1
ble", Les temps n1odernes, dic., 1955, P· 931:- , Psychology. An introduction to recent phenomeno1ogical Psycho-

------ ... --~--


..
22 INTRODUCCióN I>.!RODUCClóN 23
mos desprender, a propósito de las imágenes poéticas, sublimación no es más que una compensac10n ,·ertical,
una esfera de sublimación pura, de una sublimación un:i huida hacia la altura, exactamente como la compen-
que no sublima nada, que está libre del lastre de las sación es una huida lateral. Y en seguida, el psicoanalista
pasiones, del impulso de los deseos. Dando así a la ima- abandona el estudio ontológico ele la imagen; excava
gen poética un absoluto de sublimación, jugarnos al la historia de un hombre; ve, revela los padecimientos
a;ar sobre un simple matiz. Pero creemos que la poe- ocultos del poeta. Explica la flor por el fertilizante.
sia presenta abundantes pruebas de esta sublimación El fenomenólogo no va tan lejos. Para él la imagen
absoluta. Las encontraremos a menudo en el curso de está allí, la palabra habla, la palabra del poeta le habla.
esta obra. El psicólogo y el psicoanalista, cuando se No es necesario haber vi\'ido los sufrimientos del poeta
les dan dichas pruebas, no ven en la imagen poética para recibir la dicha hablada que ofrece --dicha ha-
más que un simple juego, juego efímero de vanidad blada que domina el drama mismo. La sublimación, en
total. Precisamente, las imágenes son entonces para poesía, supera la psicología del alma terrestremente des-
ellos sin significado -sin significado pasional, sin sig- graciada, es un eje: la poesía tiene una fel.iciclad que
nificado psicológico, ni psicoanalítico. No se les ocurre le es propia, sea cual fuere el drama que descubre.
que tales imágenes tienen precisamente una significa- La sublimación pura tal como la planteamos, impli-
ción poética. Pero la poesía está allí, con sus miles de ca un drama de métoclo, porque naturalmente, el feno-
imágenes en surtidor, imágenes por las cuales la imagi- menólogo no podría desconocer la realidad psicológica
nación creadora se instala en su propio dominio. profunda ele los procesos de sublimación tan detenida-
Buscar antecedentes a una imagen, cuando se está / mente estudiados por el psicoanálisis. Pero se trata de
en la existencia misma de la imagen, es, para un feno- := pasar fenomenológicamente a imágenes no vividas, a
menólogo, una señal inveterada de psicologismo. Al ~ imágenes que la vida no prepara y que el poeta crea.
contrario, tornemos la imagen poética en su ser. La Se trata ele vivir lo no vivido y de abrirse a una apertura
coi:ciencia p'oética está tan totalmente absorta por del lenguaje. Se encontrarán estas experiencias en escasos
la imagen que aparece sobre el lenguaje, por encima poemas. En ciertos poemas ele Picrre-Jean Jome. No
del lengnaje habitual -habla, con la imagen poética, hay obra más nutrida de meditaciones psicoanalíticas
un lenguaje tan nuevo--, que ya no se pueden consi- que los libros de Pierre-Jc'ln Jom:e. Pero hay momentos ~.
derar con provecho las relaciones entre el pasado y el en que su poesía experimenta tales llamas que ya no se
presente. Daremos después ejemplos de tales rupturas puede vivir en la primitiva hoguera. Dice: 7 "La poe-
el.e significado, de sensación, de~e-~tj111entalidad, y ten- sía rebasa constantemente sus orígenes, y padeciendo
dremos que conceder que la imagen poética está bajo más lejos en el éxtasis o en la pena, se conser\'a más
el signo de un ser nuevo. libre." Y en la página 112: "Cuanto más a\-anzaba en
Este ser nuevo, es el hombre feliz.
Feliz en palabras, por lo tanto desdichado en he- 7 Pierre-Jean Jouve, En lv!iroir, ed. cit., p. l 09. Andrée Ché·
chos, objetará en seguida el psicoanalista. Para él, la did escribe también: "El poema permanece 1ibre. Xo encerraremos
jamás su destino en el nuestro." El poeta sabe bíen que •·'.su aliento
pathology. Charles-C. Thomas, Springfield, Illinois, U. S. :\., 1955, lo llevará más lejos que su deseo" (Terre et poé,síe, G. L. i\L,
p. 61. pp. 14 y 25).
1

t_ •
24 INTRODUCCIÓN
el ti~mpo mejor dominaba el buceo alejado de la causa
l:\TRODUCC!óN 2;
ocas10nal; conducido a la pura forma del lenguaje." rreno de las pasiones confusionales que empaiían la
¿Aceptana Pierre-Jean Jouve el contar las "causas" des- poesía. Además, la altura a partir de la cual se aborda
cubiertas por el psicoanálisis corno causas "ocasionales"? la sublimación pura no se halla sin duda al mismo ni-
No lo sé. Pero, en la región de "la pura forma del len- vel para todas las almas. Por lo menos, la necesidad de
guaje", las ca~sas del psicoanalista no permiten prewr se,-iarar b sublimación estudiada por el psicoanalista y
la imagen poebca en su novedad. Son todo lo más la sublimación estudiada por el fenomenólogo de la
"ocasiones" de liberación. Y la poesía es en esto -e;; poesía, es una necesidad de método .. El psicoanalista
la era poética en que estamos- específicamente "sor- puede muy bien estudiar la naturaleza humana de los
prendente", por lo tanto, sus imágenes son impn:,·isi- poetas, pero no está preparado, a causa de su perma-
bles. El conjunto de las críticas literarias no toman nencia en la región pasional, para estudiar las imágenes
una conciencia bastante clara de esta imprevisibilidad poéticas en su realidad de cima. C. G. Jung lo ha dicho
qu_e e~tc:rba, precisamente, los planes de la explicación muy claramente en sus Ensayos de psicología analítica:
¡ psicologica habitual. Pero el poeta lo dice claramente: sig~iendo los hábitos de juicio del psicoanálisis, "el in-
(La poesía, sobre todo en su sorprendente marcha ac- terés se desvía de la obra de arte para perderse en el
(tual, sólo puede corresponder a . pensami~ntos aten. caos inexplicable de los antecedentes psicológicos, y
·to~, enarr10rad~~-~-t;,, algo_, desconocido y escrÍciálmente el poeta se convierte en un caso clínico, en un ejem-
,al:n:rros aI devemr. Y, p. 170: "Desde entonces se' plo que lleva un número determinado de la psychopathia
entrevé una nueva definición del poeta. Es el que cono- sexualis. Así, el psicoanálisis de la obra de arte se ha
ce, es decir el que trasciende, y nombra lo que conoce." apartado de su objeto, ha transportado el debate a un
Por último (p. 10): "No hay poesía, si no hav creación terreno generalmente humano, en ningún modo pecu-
absoluta." ·
liar al artista y sin importancia para su arte".
Semejante poesía es rara. 8 En su gran masa la poe- Con el solo objeto de resumir este debate, vamos
sía se encuentra más mezclada a las pasiones, más psico-
logizadct. Pero aquí la rareza, la excepción no confirma a permitirnos un gesto polémico, aunque la polémica
la regla, sino que la contradice e instaura un régimen no se incluya entre nuestras costumbres.
nuevo. Sin la región de la sublimación absoluta, por
'1
(
El romano decía al zapatero que concentraba sus
muy restringida y elevada que sea, incluso si parece miradas demasiado alto:
fuera del alcance de los psicólogos y de los psicoanalis-
tas, que después de todo no tienen que examinar Ja Ne sutor ultra crepídam.
poesía pura, no se puede revelar la polaridad exacta de 1
la poesía. l
''."
En ocasiones en qne se trata de sublimación pura,
donde hay que determinar el ser propio de la poesía, el
Se podrá dudar de la determinación exacta del plan
de ruptura, se podrá permanecer largamente en el te- fenomenólogo debería decirle al psicoanalista:

s Píerre~Jean Jouve, op. cit., p. 9: "La poesía es rara." Ne psuchor ultra ut<mtm.
26 l0:TRODUCCJ6:-; I>:TRODUCCiü:'\ 27
p. 132): "Si por ejemplo pinto el pJso del río en .\uteuil,
VII espero de mi pintura que me tnig;i tanto imprc\Ísto,
aunque de otro género, como el que me trajo la carrera
En resumen, en cuanto un arte se hace autónomo toma
que presencié. No puede tratarse un solo instante de
un nuevo punto de partida. Entonces interesa' comí·
copiar exactamente un espectáculo que pertenece ya al
dcrar esta partida en el espíritu de una fenomenolo-
pasado. Pero necesito revivirlo por entero, ele una ma-
gía. Por principio, la fenomenología liquida nn pasado
nera nueva y pictórica esta vez, y así, darme la posibi-
v se enfrenta con la novedad. Incluso en un arte como
lidad de un nuevo choque." Y Lcscurc concluye: "El
la pintura, que ·neva el testimonio de un oficio los
artista no crea como vive, vive como crea:·
g'.andes éxitos son ajenos al oficio. Jean Lescure, ::Stu-. Así, el pintor contemporáneo no considera ya la
dwndo la obra del pintor Lapicque, escribe con justi- imagen como un simple sustituto de una realidad sen·
cia: "Aunque su obra testimonia una gran cultura y sible. Proust decía ya de las rosas pintadas por Elstir.
un. conocimiento de todas las expresiones dinámica·s que eran una "variedad nuern con la que el pintor,
del espacio, no las aplica, no las convierte en recetas ... como horticultor, había enriquecido fa familia de las
es_¡:i;s:ci.so, pues, q,ue_:!_~~~e_i:,;:<IY'!.;JC_()f!1pañado por un Rosas".10
~\'i.do 1gt1ill . . del saber ¡ms¡np ..EtnSJ:;~ab,er .J:1() es una
i2nora1'.cia.sü10 11n difícil acto de superación del cono- VIII
cuniento .. Sólo a este precio una o.1.iM _~,.a cada in_~­
t~nte:, esa esi;ecí~ .de comienzo puro. que hace de sú La psicología clásica no trata apenas de la imagen poé-
creac10n un e¡erc1c10 .d~ hbertacl.:' 9 Este texto es capi- tica, tan frecuentemente confundida con la simple
tal para nosotros porque se transporta inmediatamente metáfora. Por otra parte, en general, la palabrn image_n
a una fenomenología de lo poético. En poesía, el nQ-. ~!? grAv.;cia. ci~,. c,()nfpsíón en las obras ?é-·105· p'sicólo-
saber es una condición primera; si hay oficio en el poeta gos: sf.V~IJ ..Jl.TIªgenºes, se reproducen imagcnes, s~ cog-
es en la tarea subalterna de asociar imágenes. Pero la serva,ri, imágenéS enJa'.iDern§fia: La iií.Jilgen)o .es. todo, 1
vida de la imagen está toda en su fulguración, en el he- saJ::~.. 11}:.i~PJ~O-dirccto de la imaginación. ]'..1l, ja ·
cho de que la imagen sea· una superación de todos los o15ra d~J?~~gwJXfateng_y1~e1179r:a, en donde la noc10n. ·;·
datos de la sensibilidad. · de1ma~1enc una extensión muy grande, sólo hav {
Entonces se ve bien que la obra resalta de tal ma- una referencia a la imaginación productora. Esfaºpió~
nera por encima de la vida, que la Yida ya no la expli- ducción es entonces ..llna aéfí~·ida·d de libertad menor,
ca. Jean Lescure dice del pintor ( op. cit. p. 132): sin relación con los grandes actos libres sobre los que
"Lapicque reclama del acto creador que le ofrezca tanta arroja luz la filosofía bergsoniana. En es.e .b. r. evc pa.sa- ~
sorpresa como la vida." El arte es entonces un redo- je, el filósofo se refiere "~ los juegos de la
f?_ll_tasía'.'. !
t~~rt:J~~~~IC. ~!fftfsM~ltµ~f~~:t~~~~~~::i~,~~~~r~~~f,:1
blamiento de vida, una especie de emulación en las
sorpresas que excitan .nuestra. conciencia y· la impiden
adormecerse. Lapicque escribe (citado por Lescure,
iO I'vfarce1Proust,1\ la recherchc du temps perdu, t. \ 1 · Sodome
9 Jean Lescurc, L[Jpicque, ed. Galanis, p. 78.
et Gomorrhe, TI, p. 210.

. .
28 I:--:TRODUCCió::\ l':'TRODUCC!ó::\ _,
/('

Pero esas libertades en plural, no comprometen el función de lo irreal ,-iene a seducir o a inquietar -siem-
ser; no aumentafj el lenguaje, _no sacan al lenguaje de pre a despertar- al ser dormido en su automatismo. El
su _papel u~~litario Son_\·er_tl_a_d_eramente "juegos". Y más insidioso de los automatismos, el automatismo del
la rmagrnac10n apenas irisa los recueicfos-. En ese cam- lenguaje, no funciona ya cuando se ha penetrado en
po de la memoria poetizada, Bergson se queda mucho el terreno de 1a sublimación pura. Vista desde esa
más corto qne Proust. Las libertades que el espíritu cima, la imaginación reproductora ya no es gran cosa.
toma con la naturaleza no designan realmente la natn- Je1Il Paul Richter ha escrito en su Poética: "La imagi- -
raleza del espíritu. _: __ . · nación reproductora es la prosa de la imagímción pro-
Nosotros proponemos, \áí -cont~ar!Ci;')considerar la ductora."
imagTi-iació11 como una- pófe?-icia:íiúyor de la n_aturalczn
humana. Claro que no adelantamos nada diciendo que ; IX
)_¡¡__ imaginación es la facultad _de producir_ imágen_<;_s. ·
Pero esta tautología tiene por lo menos el interés de Hemos resumido en una introducción filosófica sin
c]etener las asimilaciones de.. las imágenes en los r~ duda demasiado larga, tesis generales que quisiéramos
cuerdos. '"- poner a prueba en esta obra, así como en algunas otras
La~11a¡,;_inació~;Í err ~us_;¡_ccio~1eSYiva_s, nos despreJ.l- que tenemos esperanzas de escribir todavía. En este
de a la vez del pasado y de la _ realidad. Se abre en el libro nuestro campo de estudio ofrece la ,-entaja de es-
p~rVe~i~: A la función de lo real, instruida por el pasa: tar bien señalado. En efecto, sólo queremos examinar!;
do, taI como la desprende la psicología clásica, hay imágenes ~nuy sencillas, las, im?i.genes _del ~spacio, feli;:. -
que unir una función de lo irreal igualmente positiva, Nuestras enc_i¿~:;,!ª;~/nerec_enan, en esb onentac10n, el
como nos hemos esforzado en establecerla en las obrns 0
!_1ombre dC:~ofilisu AspHan a detemunar_ el_ valor hu:j
anteriores. Una im·alidez de la función de lo irreal en- mano de los espacios de posesión, de los espacios defen;,
torpece el psiquismo productor. ¿Cómo prever sin ima- di dos contra fuerzas adversas, de los .. espacios amado_s.(
ginar? , · Por razones frecuentemente muy diversas y con las
Pero tratando más simplemente los__ problemas de .. diferencias que comprenden los matices poéticos, .s9Q.\
la imaginación po_~tiG'!, es imposib_!~JS'cil;iir la ganancia espacios ensalzados. /1 su valor de _protecció11_,_3uc p~c-.
psíquica de la poesía sin 1_1ace(_~éooperar )u~ dos fun- de_ ser positivo, se adhierer1 también valores imagina~ _
~ de psiq11i:;,I!l_Q_humano:-- funCiói1:ae-_I(J_re-ª-I y dos v dichos valores son muy pronJo _yalo_i;es dominan; •
funciónéfe1o-irreal. Se nos ofrece una verdadera cura tes_'-·r;:1 espacio captado por la imaginación no puede i
cJe en-
rit~~a-r1<Í.ÜSJS el poema que teje Jo real V lo irreal, seg~ir siendo -el espaciO indiferente entregado a la me-
que dinamiza el lenguaje por la doble acti,·idad de la dida v a la reflexión del geómetra. :i::;s vivido. Y es
significación de la acción y de la poesía. Y~_J¡poe­ vivid¿, no en su positividad, sino con todas las parcia-
sía, el compromiso del ser_irnagir,ant(';_es t<I.Lql,l_e Y? ;;:() lld_a_d_~s_cl_(!lairn_agi11_a_<;i~n. En pa~ticular, ~Jra~_c¡¡_?i__:;,i_e_m:_ ·
- es~~lSírriplesujeto del verbo adaptarse. Las condiciones pre. C.gµcen.tra ser en e] intenor_,de los_ lnnites .que .
rt~ales ya no son determinantes. Con la poesía, la ima- ll~~teg<0n. _El juego de~ e;cterior y d~ la intim_i~ad. no.
ginación se sitúa en el m<;_rgen _donde precisamente_ la e.s, en el remo de las rmagenes, un ¡uego eqmhbraao. 1,
IXTRODUCC!óX 31
;o !0.'TRODUCCióN
y explicarlo: su piso superior ha siclo construido en el
Por otra parte, los espacios de hostilidad están apei:iªs- siglo xrx, la planta baja elata del xvr y un examen mi-
e,·ocados en las 'páginas sigúien!es. Esos espacios del nucioso ele la construcción demuestra que se erigió
odio ,. del combate sólo pueden estudiarse refiriéndose sobre una torre del siglo IL En los sótanos descubrimos
a materias ardientes, a las imágenes de apocalipsis. J:'2r cimientos romanos, y debajo de éstos se encuentra una
el momento nos situamos ante_ in1ágen_es que atnwa- gruta llena ele escombros sobre el suelo de la cual se
y en lo que concierne a las imágenes, se óbserva bien descubren en la capa superior herramientas de sílex, y
pronto que atraer v rechazar no_ dan expenencrns con- en las capas más profundas restos de fauna glaciar, F:st1
trarias. Los términos son contrarios. Al estudiar la elec- sería más o menos la estructura ele nuestra ;1lma." 1 '
tricidad o el magnetismo se puede hablar sistemática- Naturalmente, que Jung conoce el carácter insuficiente
mente de repulsión v de atracción. Basta uu cambio de esta comparación. Pero por el hecho mismo de des-
de signos algebraicos. Pero las imágenes no se acomo- arrollarse tan fácilmente tiene sentido el tomar la casa
dan a las ideas trn1Lq,1ihs,,ni sobre todo a las ideas de- como in~gu_¡n<Cnto .de ~Dálísis para el alma ..humana:
finitivas. La!irnaginación \imagina s~n__c,-es_ar_y se enr1_- Ayudados por este "instrumento", ¿no encontraremo,,
quece C,-()ñ ni;eú1~-:iTi1ág".lles-__ -N o_sotros quisiéramos_ ex- en nosotros mismos. soñando en nuestra simple casa.
plorar estas nquezas ele ser i;n~gmado. - . , consuelos de gruta? ¿Y la torre ele nuestra alma estará
He aquí entonces una rap1da enumcrac1on de los arrasada para siempre? ¿Somos para siempre, siguiendo
capítu_!$;"'de esta obra. . . _. __ el hemistiquio famoso, seres "de la torre abolida"? No
'Prirnefü• como corresponde a una mvestigac10n so- solamente nuestros recuerdos, sino también .nuestros
bre las .llilá'genes.__ cle lajntimi~ad, planteamos el prs- ~lüdos, están "alojados". Nuestro inconsciente está
blema ele la poética de la casa. Y surgen abundantes ','alojado"_ Nuestra alma es rma morada. X..;1Lacordar.~
preguntas =·-¿Como-íiñas·--ca1~:;;s secreta_5,_cáJ11ªrns__~l-~ .r;ios ele las "casas''., __de los. '.'cuartos", ap.Lenclemos a
aparecidas se constituyen en moradas para un, pasa\lg "mofar'' -en ñosotros ,mismos. Se. 1e_ descle ahora .que
ipol:vid_~ble? ¿Q<)_f!cl_e :~ cómo encuentr_an el resposo _s1- lás imágenes ele la casa marchan en dos sentidos: _est-ln
tuacíones~ pri,ilegiac1ás? ¿De que mancera lo~ refug1?s en nosotros tanto como nosotros estamos en ellas. Este
efímeros y los albergues ocasionales reciben a veces, ~n ;fi.Íego es tan múltiple que hemos necesitado dos largos
nuestros ensueños íntimos, -,-alor_es _que no tienen nm- capítulos para trazar los ,-alares ele imágenes de la casa.
guna base objetjya?_ Con la image~ de la_ cas~ _tenemo_s Después ele estos dos capítulos sobre la casa de los
, un ,-erclaclero pnnc1p10 de 111tegrac10n ps1colog1ca. Ps1- hombres, hemos estudiado una serie ele imágenes que
coloofa descriptiva, psicología de las profundidades, ¡podemos tomar como fa 9asa ele fas cosas: los cajones,
psícganálisis y fenomenología podrían comtituir, con !a Jos cofres y los armarios. ¡Cuánta psicología bajo su
casa, ese cuerpo de doctnnas que designamos ba¡o ;¡:erradural Llevan en ellos una especie ·de S'sté,tica ele
el nombre de topoanálísis. Para dar una idea de. la JQ,_,o_culto; - Para cap;ar de"de ahora; la feno111enología
complejidad de la tarea del psicólogo que estudia el alma _de ]o oculto, bastara una observacron ,prelimmar: un
humana en sus profnndidade5, C. G. Jung, en sus E11sa-
7os ,de psicología analítica, pide a su lector c¡ue conside:e 7-1 ,11 ··Este pasaje 'está 'torriadó def ensayo qúe se· "titu~a: "El acon·-
:~dícionamiento terre:stre :del · a1n1a. '
1

esta comparación: .<'Tenemos que descubnr un ed1f1c10


32 INTRODUCClóN '
!>:TROD\JCC!(J'.'; 33
ca¡on vacío es inimaginahle. Sólo puede ser pensado. presentaba, para una poética del espacio, la dialéctica
Y para nosotros que tenemos que describir lo que
imagina antes de lo que se conoce, lo que se suena
:e de lo grande y de lo pequeño; cómo en el espacio exte-
rior la imaginación gozaba, sin socorro de las ideas, casi
antes de lo que se comprueba, todos los armarios están naturalmente, del relativismo de lo grande. Hemos
llenos. ¡ puesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo
Creyendo a wces estudiar cosas, nos abrimos sola- los signos de la J\Jiniatura y de la Inmensidad. Estos
mente a un tipo de ensueños. Los dos capítulos que dos capítulos no sori tan antitéticos como podría creer-
hemos consagrado a to:_.N,i<los y a l<;1s. Sc;n,_c;~as -esos se. En ambos casos, lo pequcfio y lo grande no de-
dos refugios de lo vertebrado )'..de lo mvertebra<lg-
.1:estimonian una actividad de imaginación apenas fre-
nada por la realidad de los objetos. N?sotr?s q_ue he-
1
1
ben ser captados en su objetivi<l:id. Sólo tratamos
de ello en este libro, como los dos polos de una pro-
yección de imágenes. En otros libros, especialmente
mos meditado tan largamente sobre la imagmac1ón de en lo que se refiere a la inmensidad, hemos tratado de
los elementos hemos revi\~do mil ensueños aéreos o caracterizar las meditaciones de los poetas ante los es-
acuáticos, segttn seguíamos a los poetas en el nido de pectáculos grandiosos de la naturaleza. 12 Aquí se trata
los árboles o en esa P"ruta del animal que es la con- de una participación más íntima en el movimiento de
cha. Por mucho que toque las cosas, sueño siempre el la imagen. Por ejemplo, tendremos que probar, siguien-
elemento. do ciertos poemas, que la impresión de inmensidad está
Después de haber seguido los ensueños ,<le habitar en nosotros, que no está ligada necesariamente a un
esos lugares inhabitables, hemos vuelto a imagenes que objeto.
exigen -para que las vivamos- que, como en los m- En ese punto de nuestro libro, habíamos reunido
dos y en las conchas, nos hagamos muy _pequeños. En ya bastantes imágenes para plantear, a nuestro modo,
efecto, ¿no encontramos en nuestras mismas casas re- dando a las imágenes su valor ontológico, la dialéctica
ductos y rincones donde nos gusta agazapamos? Aga- ie lo intern() y deJo externo, dialéctica que repercute
zapar pertenece a la fenomenología del _verbo habitar. en una dialéctica de lo abierto v de lo cerrado.
Sólo habita con intensidad quien ha sabido agazaparse .. J\fuy cerca de ese ~~pítnlo ;·~ enclientra el ~iguiente, ~.
· Llevamos en nosotros, a este respecto, toda una reser;a titulado: "La· fenomenologí_a ele lo. redondo.."' La difi-
de imágenes y recuerdos que no conf!amos volunta_na- cultad que-tuvimos que vencer al escribir este capítulo
mente. Sin duda el psicoanalista, si qmsi~ra sistematiza; consistió en alejamos de toda evidencia geométrica. Di-
estas imágenes del agazapam1ento, podna s~mm1stra,r­ cho ele otro modo, tuvimos que partir de una especie
nos múltiples pruebas. Nosotros no d1spomamos ma~ de intimidad de la redondez. Hemos encontrado en
que de documentos literarios. Herr;::is escnto, pues,_ un los pensadores y en los poetas imágenes de esta redon-
breve capítulo sobre jos "nncones , sorprend1éndono,s dez directa, imágenes -y esto es para nosotros esen-
cuando urandes escritores daban a estos document_os cial- que no son simples metáforas. Tendremos allí
psicológi~os una gran dignidad literaria. '' una nue\·a c1portunidael para denunciar el intelcctua-
Después de todos estos capítulos consagrados a los
espacios de la intimidad, hemos querido ver cómo se l.:? Cf. La terre et les rCveries de Ia \'Olonté, Corti, pp. 378 ss.

. '
34 INTRODUCCIÓN '
Ji·mo
':l
de Ja metáfora v demostrar, por consiguiente, una
..1 • • • ,

,-ez más, la actividad propia de la 1ma?mac10n. pura.


En nuestro espíritu, estos dos cap1tulos grav1dos de I. LA C1\SA, DEL SóTANO A LA GUARDILL/\.
metafísica implícita, deberían enlazarse con oho hb~o EL SE?\"TIDO DE LA CHOZ.\
que quisiéramos escribir aún. Este libro condensana r--
todos los cursos que hemos dado en h Sorbona dur8,ntc f ¿Quién vendrá a 1Jan1ar a ]a puerta?
los tres últimos años de nuestra actindad docente. ¿1 en- ' l_)uerta abierta, se entra.
dremos fuerzas para escribir ese libro? Hay una gran _,. }Jucrta cerrada, un antro.
distancia entre las palabras que se conffan libremente ' El mundo llama del otro bdo de
.a un auditorio simpatizante "1 la disciplma 1. n11 puerta.
¡ neccsana
· d
para escribir un libro. En la enseííanza ora , amma os PIERRE 1\LBERT·BrnoT.
por ]a alegría de enseííar, a veces la palabra pi_ensa. Al Les amusements naturcls.
escribir un libro, de todas maneras, es preC1so reíle-
xío11ar. I
PARA un estudio fenomenológico de los ,·alares de inti-
midad del espacio interior, la casa es, sin duda alguna,
un ser privilegiado, siempre y cuando se considere la
casa a la \'CZ en su unidad y su complejidad, tratando
de integrar todos sus valores particulares en un valor
fundamental. La casa nos brindará a un tiempo imá-
genes dispersas y un cue'.>:° ,..dcjmágenes, En ambos
casos, demostraremos '\'C:
fa_\in.1_agi.l_l'1ció.12._';iur:i_ent~ losJ
~$;es _Ss~lª. r_c_alig_<:i9:,.J Úna especie Cle atracción ele¡
1111agenes concenha a estas en torno de la casa. A tra-:
ves - de· todos los recuerdos de todas las casas que nos··
han albergado, y allende todas las casas que soñamos
habitar, ¿puede desprenderse una esencia íntima y con-
creta que sea una justificación del valor singular de to-
das nuestras imágenes de intimidad protegida? He aquí
el problema central.
· Para resol\'erlo no basta considerar la casa como un
':o_bjet()" sobre. el quepooríainüshacer reacdonar jui~­
;;_)
cios y ensoñaciori<es. Para un féi:JiJrnénóiogo, para un
psicoanalista, para un psicólogo (enumerando estos tres
puntos de vista por orden de precisión decreciente), no
se trata de describir unas casas, seüalando los aspectos
35
36 LA C.-\S,-\, DEL SóT.-\:\'O A L\ GUARDiLL\ L.\ C.\SA, DEL SéJT.\:-\0 .\ LA GU.\RD!LLA 37
pintorescos y analizando lo que constituye su comodi- tan relajados que no se siente su primer apego en el
dad. Al contrario, es preciso rebasar los problemas de uní,uso de la casa. No faltan filósofos que "rnunifi-
la descripción -sea ésta objetiva o subjetin, es decir, can" abstractamente, que encuentran un universo por
que narre hechos o impresiones- para llegar a las el juego dialéctico del vo y del no-yo. Precisamente,
virtudes primeras, a aquellas donde se revela una adhe- conocen el uni,·erso antes que la casa, el horizonte
sión, en cierto modo innata, a la función primera de antes que el albergue. Al contrario, las verdaderas sa-
habitar. El geógrafo, el etnógrafo, pueden muv bien lidas de imágenes, si las estudiamos fenomenológica-
describimos distintos tipos de habitación. En esta di- mente, nos dirán de un modo concreto los valores del
versidad el ferio2ne;¡ólogo hace el esfuerzo necesario para espacio habitado, el no-yo que protege al yo.
•captar el }germen;c!eJ.afelicidad central, segura, inme-. Aquí, en efecto, tocamos una recíproca cuvas imá-
\__diata. 'Eñ-tüda ,frierída, incluso en el castillo, el en- genes debemos explorar; todo espacio realmente habi-
ccmtrar la concha inicial, es la tarea ineludible del feno- tado lleva como esencia b 'nClción de ·casa. Veremos, en
menólogo. el curso de este ensayo, cómo la imagi!1ación trabaja
Pero ¡cuántos problemas afines si queremos deter- en ese sentido cuando el ser ha encontrado el menor
minar la realidad profunda de cada uno de los matices albergue: ,-eremos a la imaginación construir "muros"
de nuestro apego a un lugar de elección! Para un feno- con sombras impalpables, confortarse con ilusiones ele
menólogo e1 ·:mati:Cdebe-rnmarse· como un fenómeno protección -o, a la im·ersa, temblar tras unos muros
psicológico de primer brote. El matiz no es una colo- gruesos v dudar de las más sólidas atalans. En resu-
ración superficial suplementaria. Hay que decir, pues, men, en. la m:\s interminable de las cliaÍécticas, fl.sCf\
cómo habitamos. nuestro espacio Yital de acuerdo con ~1!1E'1!:1.do sensibiliza los límites de su albergue. Vive ¡
todas las dialécticas de la vida, cómo nos enraizamos, la casa en SÜ realidad V en SU virtualidad, con el pensa- ¡
de día en día, erí un "rincón del mundo". ,;iento v-los- sl{efiü~5.- " ... -- - -
Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es ---IféSde- ese rríorr:lento, todos los refugios, todos los
, -se ha dicho con frecuencia- nuestro primer .univer- albergues, todas las habitaciones tienen valores de oni-
so. Es realmente un cosmos. Un cosmos en toda la risrno consonantes. Ya no se v~ve verdaderamente h.
acepció11 del término. Vista ínt1~arnente, Ja vivienda casa en su positividad, no es sólo ahora cuando se reco-
más humilde i_rio es "la más bella? Los escritores de la nocen sus beneficios. Los v·erdaderos bienestares tienen
"habitación humilde" erncan a menudo ese elemento un pasado. Todo un pasado viene a yivir, por el sueño
de la poética del espacio. Pero dicha evocación peca de en una· nueva casa. La_ vieja expresión "transportamc:s
sucinta. Como tienen poco que describir en la humil- allí nuestros dioses lares" tiene mil variantes. Y la
de Yivienda, no permanecen mucho en ella. Caracte- ensoñación se profundiza hasta el punto en que una
rizan la habitación humilde en su actualidad, sin vivir propiedad inmemorial se abre para el soñad_oi:. \)~] hS!::..._.
realmente su calidad primitiva, calidad que pertenece gar_más.., allá del más antiguo rec_uer,do . .lca(casa, torno l
a todos, ricos o pobres, si aceptan soñar. ~Lfu~go)_comoel agua, nos perm1tira erncar, .en.. el cur- :
Pero nuestra Yida adulta se halla tan despojada de so de este libro,. fulgores de ensoñació!l. que ilumin_an
los bienes primeros, los lazos antropocósmicos están la síntesis de lo_ in_rncrnorial y de]_ recuerdo. En esta
38 LA CASA, DEL S(>TA'\O _\ L.\ CU.\RDILL\ L.\ CAS.\, DEL SóT,\~O AL\ CU.\RDILL\ 39
región lcja11a,Qnc:.moria c:inngina¿i__Ói;7i10 permiten que tiene incluso un pri\·ilegio de autova1oriz;:ición. Goza
-se las disoci_e_ Una y otra trabajan -cri- su profundiza- directamente ele su ser. Entonces, los lugares donde se
ción mutua. ·una v otra constituven en el orden de los ha vivído el ensueño se restituyen por sí mismos en un
valores, _una _cómu;1idad del rec~erdq y cfE, la imagen. nue,-o ensueño. Porque los !e_cuerclos ele l;¡~_antig[laS
Así la casa no se vive solamente al día al hilo de un:i - moradas se reYi,·en corno--eñ-sueños, las_moracbs_del p:1-
historia, en el relato <le nuestra historia'. Por los sueños - sado sc)n en nosotros imperecederas.
laS,. diversas .111QnlcJ-ªs _d_en_1iesha. -~jga _s_e-J::ol:hpenetrarí - ·- - Ahor_a,.nuestro objeto está claro: debemos demos-
y guardan_los t_esoros de los días antiguos. Cuando vuel- trar que la.cas:i··es.'.;1¿:0 ele los rnayores poderes ele intc,
.(
ven, en la nuern casa;· los recuerdos de las antiguas 1 gración paralos pensamientos, los recuerdos y los suefíos
'--' moradas, vamos ~LP-'!fa.de la Infa11cia Inmóvil, inmó.-il del hombre. En esa íntegración, el principio unificador
como )o Inmemoríal.1 Nós reconfortamos re,-i,·iendo 'ts el ensueñ9_. El pasado, el presente y el porn:nir dan
recu.<0.s:lg_s cl_e__ p_i:o_t_<".~~j_éJp. Algo cerrado debe guardar a la casa diferentes, dinamismos, dinamismos que in-
a los recuerdos dejándoles sus .-alores ele imágenes. Los terfieren con frecuencia, a veces oponiéndose, a veces
'_-- (f~cuerclosClei rn:ündcfex1'eñcír7no tendrán nunca la m1S:: excitándose rnutuamente. __ La_ casa en la vida del hom-
ma tonalidad q1!e los recuerdos~-de la (;§a. Evocaiido bre suplanta contingencias, multiplica sus consejos ele
-
Tos recuerdos ele 1á casa, sumamos valores ele sueño·' no
-
continuidad Sin ella, el hombre sería un se.r clisper- j
somos nunca Yercladeros historiadores, somos siempre so. Lo sostiene a través ele lasJg\mentas del cielo y ele
un poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca las tormentas de la vida. E;s cuerpo y alma. Es el pri-
la. poesía perdida. mernrnnclo del ser huma~o==l\11t~s _cl_i.C ser ·-"Ta11z8do
Así, abordando las im:ígenes de la casa con la pre- aln1unció":-con1o dice~ fos metafísicos rápidos, el hom-
ocupación de no quebrar la solidaridad de la memoria -bre es -depositado en la cuna ele la casa. y siempre, en
y ele la imaginación, podernos esperar hacer sentir toda nuestros sueños, la.. c_asa es Jma gran cm_¡a, Una meta-
la elasticidad psicológica ele una imagen que nos con- física concreta no puede dejar a un fodo ese hecho, ese
mueve con una profundidad insospechada. En los poe- simple hecho, tanto más cuanto qnc ese hecho es un
mas, tal vez más que en los recuerdos, llegamos al fondo .-alor, un gran Yalor al cual yolvcrnos en nuestros ensue~_
poético del espacio de la casa. üos. El ser es ele inmediato un Yalor. La vida empieza
En esas condiciones, si nos preguntaran cuál es el bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el re-
beneficio más precioso de la c-ªs;i, clirÍamos: la casa ·gazo ·de una casa.
alberga el ensueño, la casa protege al soñador, la casa nos --Desde ·nuestro punto de vista, desde el punto ele
permite soñar en paz. No son únicamente los pensa- \~Sta del fenomenólogo que viYe de los orígenes, la
mientos y las experiencias los que sancionan los valo- metafísica consciente que se sitúa en el instante en que
res humanos. Al ensueño le pertenecen Yalores que el ser es "lanzado al mundo", es una metafísica de se-
marcan al hombre en su profundidad. El ensueño gunda posición. Salta por encima ele los preliminares
1 ¿No es preciso devolver a la "fijación" sus vírtudeS, al mar-
donde el ser es el ser-bien, en que el ser humano es
gen de 1a literatura psicoanalítica que debe, por su función tera- depositado en un estar-bien, en un bien-estar asociado
péutica1 registrar sobre todo procesos de desfijnción? primitivamente al ser. Para ilustrar la metafísica ·c]e

..---. t.
40 LA CAS,\, DEL SóT:\NO :\ L\ CU,\RDILL\ LA C.,\S.\, DEL SóTA~O A LA GUARDILLA 41
la conciencia habrá que esperar las experiencias en prestar su atención a esta simple localización de los re-
que el ser es lanzado fuera, o sea en el estilo de las cuerdos. Como decíamos en nuestra Introducción, da-
imágenes que estudiamos; puesto a la puerta, fuera ríamos con gusto a este análisis auxiliar del psicoanálisis
del ser_ de la casa, circunstancia en que se acumulan el nombre de topoanálisis. El topoanálisis sería, pues, el
Ia·110strhdad efe los hombres v la hostilidad del univer- estudio psicológico sistemático de los parajes de nuestra
so. Pero una metafísica completa que englobe la con- vida íntima. En ese teatro del pasado que es nuestra
ciencia y lo inconsciente debe dejar dentro el privilegio memoria, el decorado mantiene a los personajes en su
de sus valores. Dentro del ser, en el ser ele dentro, hav papel dominante. Creemos a veces que nos conocemos
un calor que acoge el ser que lo envuelve. El se'r. en el tiempo, cuando en realidad sólo se conocen una
reina en una especie de paraíso terrestre de la materia,' serie de fijaciones en espacios de la estabilidad del ser,
fundido en la dulzura· de una materia adecuada. Pa- de un ser que no quiere transcurrir, que _en el mismo. ¡
rece que en ese. paraíso material, el ser está impregnado E~sado va en bnsc~ del_!it~p_oper9i.§c;,_gL\C_qui7e "su~- l
de una sustancia que lo nutre, está colmado de todos pencfer',...er vuelo ae!tiempo. ~r¡_sus milalvl'._o_lc;s, _~l 1
los bienes esenciales. i;fp.iic.io c9iis'eí3c:Cnempo .. coniprimido. Er espacio suve [
Cuando se sueña en la casa natal, en la profundi- para eso.
dad extrema del ensueño, se participa de este calor pri- Y si queremos rebasar la historia, o incluso perma-
mero, de esta materia bien templada d_el paraíso mate- neciendo dentro ele ella, desprender de nuestra historia
nal. En este_ ambiente_ yi~<;!} ]9sseres _protect(}i:_e;. Y a la historia, siempre demasiado contingente, de los seres
volveremos a ocupamos de la maternidad de la casa. Por ,,1,·, que la han agobiado, nos damos cuenta de que el ca-
ahora sólo queríamos señalar la plenitud primera del lendario de nuestra vida sólo puede establecerse en su
ser de la casa. Nuestros ensueños nos vuelven a ella. Y imaginería. Para analizar nuestro ser en la jerarquía
el poeta,_ Rainer _fyJa.rLa .J3:ilke, sabe muy bien que la r de una ontologb, para psicoanalizar nuestro mcons-
casa sostiene a l<(émfan9 mmóvil "en sus brazos": · .... · cicnte agazapado en moradas primiti\·as, es preciso, al
~-•• ,c .. ••
maraen del psicoanálisis normal, desocialz;:ar nuestros
Casa, jirón de prado, oh luz de la tarde granbdcs recuerdos y llegar al plano ele los ensueños que
de súbito adquiere faz casi humana teníamos en los espacios de 1westras soledades. Para es-
estáis junto a nosotros, abrazando: abrazados. tas investigaciones los ensueños son más útiles que los
sueños. Y demuestran que los primeros pueden ser bien
II diferentes de los segundos. 2 .
Entonces, frente a esas soledades, el topoanahsta
Claro que gracias a la casa, un gran número de nues- ! interroga: "¿Era grande la habitación? ¿Estaba muy
tros recuerdos tit:.ri.é'.~albergue, y si esa cásá se complica. t atiborrada de objetos la guardilla? ¿Era caliente el rin-
un poco, s.i tren e sot:irio .y gua.r~Jilla,_nncones.y cont:- \· ción? ¿De dónde yenb b luz? ¿Cómo se saboreaban
dores, i:uestr.o~. rec,:l1er9gs_liªll_an x.oftigios cada vez más \
_caractenzados. Volvemos a ellos toda la vida en nues- ' :; Estudiaremos 1as diferencias entre el sueño y el ensueño en
__tras ensueñós. Por lo tanto, un psicoanalista debería un libro próximo.
LA CASA, DEL SóTANO A LA GU.\RDILLA
LA C\S.\, DEL SóT.\"iO !\ L\ GU.\RDILL:\
los silencios, tan especiales, de los di\·ersos albergues
del ensueño solitario?'' que vivimos en la guardilla. _Se vuelvcallí_ en los sueños
nocturnÜS:I Esos reductos tienen el valor de una con-
Aquí el espacio lo es tod9,cP<?rquc el tiempo no
cha: Y Cuando se llega a lo último de los laberintos del
.-. anima .Yª la memori~ . .La(!:1ernorj,¡l-¡ co;a extraña!-.
:'.; _no registra ]_a_ durac10n concreta, la durac1on en el sen- · suefio, cuando se tocan las regiones del sueño profundo,
" tido bergsoniano. No se puedeúreYiyir las duraciones se conocen tal vez reposos antehumanos. Lo antehu.
abolidas, Sólo es posible pensarlas, pensarlas sobre la· m:1110 se funda aquí con lo inmemorial. Pero aun en
S-' línea de un tiempo abstracto pri::acjo dé_to_do espeSOL el ensuefio diurno, el recuerdo de las soledades estre-
~ Es por el espac10, es en el espac10 donde encontramos chas, simples, reducidas, son experiencias del espacio
esos b_(:)los fósiks de dura_;:i_q¡1, COncr-etizados por· larg<JS reconfortante, ele un espacio que no desea extenderse,
estancias. El inconsciente reside. Los recuerdos son in- pero que quisiera sobre todo estar todavía poseído. An-
móviles, tanto más sólidos cuanto más espacializados. taño la guardílla podía parecernos demasiado estrecha,
Localizar un recuerdo en el tiempo es sólo una preocu- fría en invierno, caliente en verano. Pero ahora en el
pación de biógrafo y corresponde únicamente a una recuerdo vuelto a encontrar por el ensueño, v no sabe-
especie de historia externa, una historia para uso exte- mos por qué sincretismo, es pequeña y grande, cálida
rior, para comunicar a los otros. J\;Iás profunda que la y fresca, siempre consoladora.
biografía, la hern1enéutica debe determinar los centros
de destino, despojando a la historia de su tejido tem-
III
poral conjuntivo, sin acción sobre nuestro propio des-
tino. Para el conocimiento de la intimidad es más ur- Pero ya en la base misma del topoanálisis debemos in-
gente que l;"'<lete;;:;irÍacióií d~ Ías fechas, ~Jg~<~li~;_¡ciór¡ troducir un matiz. Observábamos que el inconsciente
Q!.'~!l~I_e~tra)ntirnic!ad en los espacigs. está albergado. Debe añadirse que est:i bien albergado,
/,,.....--- El psicoanálisis sitúa con excesirn frecuencia las pa- felizmente instalado. Está en el espacio de su dicha.
l siones "en el siglo". De hecho, las pasiones se incuban El inconsciente normal sabe estar a gusto en todas
v hien-en en la soledad. Encerrado en su soledad el ser partes. El psicoanálisis ayuda a los inconscientes des-
. ápasionado prepara sus explosiones o sus proezas. , J ahuciados, brutal o insidiosamente desahuciados. Pero··
~ Y todos losrespacios de nuestras soledades pasadas\ 1 el psicoanálisis pone al ser en movimiento más que en
·31j· los éspacios dohde hemos sufrido de la soledad o go:· 1¡ reposo. Llama al ser a Yivir en el exterior, fuera de los
-~ .:'2 zado de ella, donde la hemo.s de~eado o la ,hemos ~or:q- ¡ albergues del inconsciente, a entrar en las aventuras de
'o-: 1:; promebdo, son en nosotros 1mborrablfs. 1, ademas, el ,' la Yida, a salir de sí. Y, naturalmente, su acción es salu-
,.. '-'i ser no quiere l:íofrarlos. Sabe por instinto que esos ';
dable. Pues también es preciso dar un destino exterior
espacios de su soledad son constitutivo_s. Incluso cuan-
;i] ser de dentro. Para acompañar al psicoanálisis en
do diéfíos.espacios están borr.ados del presente sin re-
medio, extraños ya a todas las promesas del pon-enir, esta acción saludable, habría que emprender un topo_:
incluso cuando ya no se tiene granero ni des\·án, quedará análisis de todos los espacios que nos llaman fuera de
siempre el cariño que le tmimos al granero, la vida ñ-osotros mismos. Aunque centremos nuestras investi-
gaciones en los ensucfios de reposo, no debemos olvidar
44 LA CASA, DEL SóT.\NO A LA GUARDILLA LA CJ\S.\, DLL S(JT.\'.\0 ,\ L\ Cl .\Pd)JLL\ 45
que hay un c;:isucño del hombre que anda, un ensueño Le nioutonnemcnt des haies
del camino. e' est en moí que je l' ai.

l!'an111ene:r.-moi chemins! ... [El aborregamiento de los setos / en mí lo siento.]


1

[¡Llevadme, caminos! ...] (Poemes, p. 46).

dice JVIarceline Desbordes-Valmore pensando en su Q.ubrimos así el tmiYerso con nuestros diseños vi-
Flandes natal (Un ruisseau de la Scarpe). . _,ÍcJ()S: N() h~ce falta que sean exa~tos. Sólo. qué estén
¡Y qué her!lloso objeto dinámico es el sendero! , .!onal;:~~oss_obre el n;odo de nu~stro espacio ín_terior.
¡Qué'~éTaros permanécen en la conciencia muscular los ,.-;-Pero qué libro habna que escnb1r para determinar
senderos familiares de la colina! Un poeta evoca todo todos estos pro?lemas! E!
esl?~cio llama a la acción, y
ese dinamismo en un solo verso: antes.de la acc10n la 1magmac10n trabaja. Siega y labra.
Habna q_ue cantar los beneficios de todas esas acciones
O 111es chen1íns et leur cadence 3 1ma_gmanas. El psicoanálisis ha multiplicado sus obser-
vacwnes sobre el comportamiento proyectivo, sobre los
[Oh inis caminos y su cadencia]
caracteres extraverbdos, siempre dispuestos a mani-
Cuando rcYiYo dinámicamente el camino que "esca- fest~r sus 1r:ipr~s10nes íntimas. Un topoanálisis exte-
laba" la colina, estoy seguro de que el camino mismo r;onsta pr.ec1sana tal vez ese comportamiento proyec-
t~nía músculos, contramúsculos. En mí cuarto pari- bvo defm1endo los ensueños de objetos. Pero en esta
siense, el recuerdo de aquel sendero me sirve de ejer- obra, no podemos trazar, como convendría, la doble
cicio. Al escribir esta página me siento liberado del geometría, la doble física imaginaria de la extraversión
deber de dar un paseo; estoy seguro que he salido Y, ?e la introversió'.1. Además no creemos que ambas
de casa. f1s1cas. teng~n el mismo yeso psíquico. Es a la región
Y se encontrarían mil intermediarios entre la reali- de. la mbm1dad, a la región donde el peso psíquico do-
dad y los símbolos si se diera a las cosas todos los mma, a la que consagramos nuestras investigaciones.
movimentos que sugieren. George Sand soñando a ori- Nos confiaremos, pues, al poder de atracción de
llas de un sendero de arena amarilla ve transcurrir la todas fas regiones de intimidad. Ninguna intimidad
aut~nhca rechaza. Todos los espacios de intimidad se
existencia. Escribe: "¿Hay algo más bello que un
camino? Es el símbolo y la imagen de la \·ida acti\·a designan por una atracción. Repitamos una vez más
y variada." que su estar es bienestar. En dichas condiciones el
Cada uno debería hablar de sus carreteras, sus en- topoa:iálisis tiene la marca de una topofilia. Y debe~os
crucijadas, sus bancos. Erigir el catastro de sus cam- estudiar los albergues y bs habitaciones en el sentido
piñas perdidas Thoreau dice que tiene el plano de de esta evaluación.
los campos inscritos en el alma. Y Jean \Vahl pudo IV
escribir:
Esos valores de albergue son tan sencillos, se hallan
-3 Jean Caubere, Déserts, Debresse, p. 38. tan profundamente enraizados ei1 el inconsciente que
46 LA C\S,\, DEL Sc)T,\:\O A L\ GU,\RDILL\ LA C\S.\, DEL SélTA:\0 A L\ CC:.\RDILL\
se les nrelve a encontrar más bien por una simple evo- to que fue realmente mi cwlTto, describir la pequeña
cación, que por una descripción minuciosa, Entonces habitación en el fondo de un granero, decir que desde
el matiz re,·ela el color, La palabra de un poeta, por- la ventana, a través de la desgarradura de los tejados,
que da en el bLmco, conmuc,·c los estratos profundos se veía la colina' Yo solo, en mis recuerdos de otro
de nue5tm_ser.. siglo, puedo abrir la alacena profunda que consena to-
El ,excesirn pintoresquismo de una morada puede davía, para mí solo, el aroma único, el olor de las tffas
ocultar su intimid,1cL Esto es cierto en la vida, Las que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las m·as! Olor
\erdaderas éasas dclrecuerdo, las casas donde vuél\cn límite; para percibirlo hay que imaginar mm· a fondo,
·,a conducirnos~nuestros s;eiros:~ bs casas.
eñríquécielas Pero ya hablé demasiado, Si dijera más, el lector no
por un onirismo fiel, se ..resisten. a toda descripcióll, abriría, en su habitación nuevamente encontrada, el
De-scribirlas equivaldría a ¡ensei'iarlas! Tal vez se pue- armario único, el armario de olor único, que firma una,
da decir todo del presente, ¡pero del pasado! La casa intimidad, Para evocar los valores deintimidad, es pre-'
primera v oníricamcntc definitiva debe conservar su QSO, paradóji~mente, inducir al lector a un estado de
p¡;_gu_mbri Se relaciona con la literat~ra profonda:-és lectura suspensa. Es en el momento en que los ojos
decir, con la poesía, v no con la literatura diserta que derkctorabandonan el libro, cuando la erncacíón de
necesita de las nm·elas ajenas para analizar la intimi- mi cuarto puede convertirse en umbral de onirisIDQ.
dad, Sólo debo decir de la casa de mi infancia lo para los demás, Entonces, cuando es un poeta quien
necesario para ponerme yo mismo en situación onírica, habla, el alma del lector resuena, .conoce esa resonan-
para situarme en el umbral de un ensueño donde vov cia, que como lo expone J\Iinkowski~n,uelve al ser la
a descansar en mi pasado, Entonces puedo esperar qu~ energía de un origen. --- ../ .
:mi, página. 5'.Qntenga alg~~ i:.~ñ~-iidaaes~· auféúiic·as~. Por lo tanto, tiene sentido decir, en el pbno de una
qmero decrr UJ]¡t __v()z lejana .e!l mr inismo qüe .será la. filosofía de la literatura y de la poesía en que nos si-
11
voz. que todos oyen cuando escuchan en el fondo de tuamos, que se "escribe un cuarto se ºlee un cuarto",
,

la memoria, en ·el límite de.la mem·oria, tál véz allen-, se "lee una casa", Así, rápidamente, a las primeras
de la memcíria,-c;ñ. ~lc~D-ipo_ qe; lo. inmemoriaL Se co- palabras, a la primera abertura poética, el lector que
munica únicamente a los otros una orfrñtación hacia ·"lee un cuarto", suspende la lectura y empieza a pene¡
el secreto, sin poder decir jamás éste objetivamente, El ,sar en alguna antigua morada, Querríamos decir1o ·todo\
secreto no tiene nunca una objetividad totaL En esta sobre nuestro cuarto. Ouerríamos"ifiteresar al lector -eff
\'Ía se orienta al onirismo, no se le realiza,4 ·nosotros n"lismos ya qu~ hemos ·entreabierto una puerta'
Por ejemplo, ¿de qué serviría dar el plano del cuar- al ensueño, Los valores de intimidad son tan absorben-
tes que el lector no lee ya nuestro cuarto: vuelve a ver
4 Teniendo que describir la propiedad de Canaen (Volupté)
Sainte-Beuve añadf·: "Es mucho n1enos por ti, amigo 1nío, que el suyo. Ya marchó a escuchar los recuerdos de un
no has visto estos lugares, o que si los hubieras visitado, no po~ ¡)adre, de una abuela, de una madre, de una sinienta,
drías ahora sentir mis impresiones y mis colores, por quien los de "la sirvienta de gran corazón", en resumen, del ser
recorro con tanto detalle, por 1o cual quiero excusarme. No vayas
tampoco a tratar de representárte1os por lo que te digo; <leía que la que domina el rincón de sus recuerdos más apreciados,
imagen flote en ti;- pasa levemente; ]a menor idea te bastará.n Y la casa del recuerdo se hace psicológicamente
48 LA C\S.\, DEL SOTANO ,\LA GU,\RDILL:\ L\ C.\S\, DEL Só"L\'--:0 ,\ L\ GU.\RDILL\
compleja. A sus albergues de soledad se asocian el otra \·ez. La poesía, en su gran función, vuelve a dar-
cuarto, la sala donde reinaron los seres dominantes. La nos las situaciones del sueño. La casa natal es más que
casa natal es una casa habitada. Los valores de inti- un cuerpo de vivienda, es un cuerpo de sueños. Cada
midad se dispersan en ella, se estabilizan mal, padecen uno de sus reductos fue un albergue de ensueños. Y el
dialécticas. ¡Cuántos relatos de infancia -si los relatos albergue ha particularizado con frecuencia la ensoña-
de infancia fueran sinceros- en donde se nos diría ción. Hemos adquirido en él hábitos peculiares de
que el niño, por no tener cuarto, se \·a enfurruñado ensueño. La casa, el cuarto, el granero donde estuvi-
a- un rincón! mos solos, proporcionan los marcos de un ensueño inter-
/ Pero allende~.~':~uerdos,_!a~c~_i-:_ataLe.~g_físic:_~- minable, de un ensueño que sólo la poesía, por medio
·, ~~~ inscrita en~osotros:_ JES u.n grupo de costumbres de una obra, podría terminar, realizar. Si se da a todos
orgamcas. Con vemte años de mten-alo, pese a todas esos retiros su función, que es la de albergar sueños,
las escaleras anónimas, voh·eríamos a encontrar los re- puede decirse como yo afirmaba en un libro anterior/
flejos de la "primera escalera", no tropezaríamos con que existe para cada uno de nosotros una casa onírica,
tal peldaño un poco más alto. Todo el ser de la casa una casa del recuerdo-sueño, perdida en la sombra de
se desplegaría, fiel a nuestro ser. Empujaríamos con eD { un más allá del pasado verdadero. Decía que esa casa
mismo gesto la puerta que rechina, iríamos sin luz hasta / ¡ onírica es la cripta de la casa natal. Estamos aquí en
I.
la guardilla lejana. El menor de los picaportes quedó ¡ un eje alrededor del cual giran las interpretaCÍQnes recí-
en nuestras manos. · 1 procas del sueño por el pensamiento y del pensamiento
Sin duda las casas sucesivas donde hemos habitado 1 por el sueño. La palabra i,nterpretación endurece de-
más tarde han trivializado nuestros gestos. Pero nos
l
masiado ese movimiento. De hecho, estamos aquí en
sorprende mucho, si entramos en la antigua casa, tras r la unidad de la imagen y del recuerdo, en el mixto
décadas de odisea, el ver que los gestos más finos, los 1 funcional de la imaginación y de la memoria. La posi-
gestos primeros son súbitamente vivos, siempre perfec- 1 tiYidad dé la historia y de la geografía psicológicas no
tos. En suma,\ la casa natal ha inscrito en nosotro5__la
jerarquía deJ.as.PiLer.s.i!Lfunc10ne5 de __ hab_íi:#~Soinos
l puede servir de piedra de toque para_.de,tt;.~:¡;:iinar el ser
yerdadero de nuestra infancia. La \infancii'1es cierta-
el diagrama de las funciones de habitar esa casa y to-
das las demás casas no son más que variaciones de un
l
l
mente más_ grande que la. realídad.~-Pára coiliprobar, a ·
'fravés--de todos 'm1esfros- años; nuestra adhesión a la
1
tema fundamental. La palabra hábito es una palabra casa natal, el sueño es más poderoso que los pensa-
demasiado gastada para expresar ese enlace apasionado mientos. Son las potencias del inconsciente quienes
de nuestro cuerpo que no olvida con la casa inolvidable. fijan los recuerdos m;ís lejanos. Si no hubiera habido
Pero esta región de los recuerdos bien desmenuza- un centro compacto de ensueños de reposo en la casa
dos, fácilmente guardados por los nombres de los seres natal, las circunstancias, tan distintas, que rodean la
y de las cosas que han vivido en la casa natal, pueden verdadera vida, hubieran embrollado los recuerdos. Ex-
ser estudiados por la psicología normal. l\1ás confusos, cepto algunas medallas con la efigie de nuestros ante-
más desdibujados son los recuerdos de los sueños que
sólo la meditación poética puede ayudamos a encontrar ti La terre et les réveries du repos, p. 98.

.'
50 LA CASc\, DEL SóTA:\'0 ,\ LA CU.-\RD!LL\ L\ CAS.\, DEL SóTA:;O .\LA GUARDILLA 51
cesores, nuestra memoria infantil no contiene más que suefio, para decir la profundidad de ese terreno de los
monedas gastadas. E.s en. el plano .del ensu.eño y noj suefios donde se han enraizado los recuerdos.
en el plano de los hechos, donde la infancia sigue ~nl ·Y no olvidemos que ~.on esos nlorcs de sueño los
nosotros viva y poéticamente útil. Por esta infancia1 que se comunican poé'ticamente de alma a alma. La
permanente conserrnmos la poesía del pasado .. Habitar · 'lectura de los poetas es esencialmente ensucfio.
oníricamente la casa natal, es más que habitarla por el . -----~-~--

recuerdo, es ,·ivir en la casa desaparecida como lohabíc¡-


mos soñado. V
¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensue- 1 La casa es un cuerpo ele imágenes que dan al hombre
ños del niño! ¡Dichoso el niño que ha poseído, verda- ( ra:tfüíesc-ci--iltisiones oc estabilidad. Reil115gínaillos sin
deramente poseído, sus soledades! Es bueno, es sano · -cesár nuestra ·realidad: distinguir todas esas imágenes
que un niño tenga sus horas de tedio, que conozca la sería decir el alma de la casa; sería dcsarrolbr una ver-
dialéctica del juego exagerado y de los aburrimientos dadera psicología de la casa.
sin causa, del tedio puro. En sus I\1emorias, Alejan- Creemos que para ordenar esas imágenes hay que
dro Dumas dice que era un niño aburrido, aburrido tener en cuenta dos puntos de enlace principa!cs:
hasta llorar. Cuando su madre lo encontraba así, llo- 1) La casa es _imaginada CQmo ..un ser vertical. Se
rando de aburrimiento, le decía: eleva. Se .diferencia en el sentido .de .su.vertrcahdad. Es
-¿Por qué llora Dumas?
-Dumas llora, porque Dumas tiene lágrimas -con-
uño '<le Jo; Ilarn~1nientos a n~e;tra ~nciencia de verti-
calidad; . \ ----
testaba el niño de seis años-. He ahí sin duda una ~---zrLa·c·asa es imagiriadacomo un ser concentrado.
anécdota como las que suelen contarse en las J'v1emo- Nos Ilaina a una\ conciencia de centralidad.1
rias. Pero ¡qué bien señala el tedio absolut9, ese tedio ' 'Estos puntos 'esran sm ciúc{1·--cnu~1cwdos de un
que no procede nunca de una falta de compañeros de modo bien abstracto. Pero no es difícil reconocer, por
juego! ¿No hay niños que dejan de jugar para ir a medio de ejemplos, su carácter psicológicamente con-
aburrirse a un rincón del desván? Desván de mis te- creto.
dios cuántas veces te he echado de menos, cuando la
vida' múltiple me hacía perder . el germen de toda La \'erticalidad es asegurada or la ol¿¡ridad _c!el sóta-
libertad! -:;;-o v de la guardil a. as marcas de dicha polaridad son
\.' Así, más allá .de todos los ,·alores positivos de pro- ~profundas quca'5rcn, en cierto modo, dos ejes muy
hección
,,
' ' 'eri la casa natal se establecen~valo.
- - -'"--- res de'sUeño; diferentes para una fenomenología de b imaginación.
f últim.os valores que permanecen cuando la casa ya no En efecto, casi sin comentario, se puede oponer la irra-
~·existe.
l ' .... Centros de tedio, centros de soledad, centros cionalidad del tejado a la irracionalidad del sótano. El
de ensueño que se agrupan para constituir la casa ~ado dice en seguida su razón de ser; protege al hom-
onírica, más duradera que los recuerdos dispersos en ~re-quel:eme-hr-tlm·i:ry-e_lo;oJ.-Lns:geógrafos ño cesan
la casa natal. Serían necesarias largas investigaciones
fenomenológicas para determinar todos esos valores de 6 Para esta segunda p1rte véase mÍ!s adelante, página 64,
52 LJ\ CAS.\, DSL S6TANO AL\ GU.\RD!LL\ LA CASA, DEL S(JTA:\0 A L\ GUARDlLL\ 53
de recordar que en cada país, la inclinación del tejado es ésta: "La conciencia se conduce ahí como un hom-
es uno de los signos más seguros del clima. Se "com- bre que, oyendo un ruido sospechoso en el sótano, se
prende" la inclinación del tejado. Incluso el soñador precipita al desván para comprobar que allí no hay
sneña racionalmente; para él el tejado agudo rebana ladrones y que, por consiguiente, el ruido era purn
las nubes. Hacia tejado todos los pensamientos son imaginación. En realidad, ese hombre prudente no se
claros. Ener(c!esvan,)se ve a esnuC!O,-con-placcr; la atrevió a venturarsc en el sótano."
fuerfe osamentaae1as Yigas. Se participa de la sólida En la medida misma en que la imagen explicativa
geomeffUí-ª.et:fatpinrero :---- empleada por Jung nos convence, nosotros lectores re-
Ek(ótan o se considerará sin duda útil. Se le racio- vivimos fenomenológicamente ambos miedos: tl.núrno_,
nalizará..eiúúnerando sus ventajas. Pero es ante todo el en el desván v el miedo en el sótmo •..• En vez de en-
ser oscuro de la casa, el ser que participa de los poderes f~~;t;~;~~;;;-;:r;;st;I1o (el in~~!l;~ien te), "el hombre
suotefráñéos:------ prudente" de Jung le busca a su valor las coartadas del
Soña ndo con él, nos acercamos a la irracionalidad desván. Allí ratas y ratones pueden alborotar a gusto.
de_l~r-~do. Si aparece el señor volverán silenciosos a su escondite.
Nos haremos sensibles a esta Q.Qb!e .polaridad ,yc¡ti, En el sótano se mueve[] seres más lentos, menos vivos.
cal de la casa, si nos hacemos sensibles a la función de m1Sñifsterio5D;:-·f~-el desván los miedos se "raciona-
-habitar, hasta el punto de convertirla en réplica imagi- l}za!l'; fácilmente. EI1 él sót;;;_·¿; · ¡;1cluso p2ra un ser
naria de la fun ci6n de construir. .Los.Jlisos. al tos, . .el miis valiente que el hombre evocado por Jung, la "ra-
desván, son ''edificados" por els 0ñador, éllos reedifica. cionalización" es menos rápida y menos clara; no es
):i~c;!l.. edifü:¡ido,~,' - Con lÓs sueños e~i la:_ ~l~~a __aJtEra. nunca definitiva. En el.desván la .experiencia .. del.día
estamos, repitámoslo, en la ZQI]a racional de Jos pro, puede siempre borrar los .miedos de.la.noche. ~n el
yectos intelectualizac] 0s. Pero en cuanto al sófario; el sótano las tinieblas subsisten noche v día. Incluso con
habitante apasionado lo cava, lo cava más, hace activa su palmatoria en la mano, el homb're ·ye en el sótano
S!J. profundic]¡id. El hecho no basta, .~! enslleño tra- cómo danzan las sombras sobre el negro muro.
baja. Del ladÓ de la tierra cavada, los suéños no tienen Si seguimos la inspiración del ejemplo explicativo _
límite. Presentaremos después ensueños de ultra-sótano. de Jung hasta la toma total de la realidad psicol6gica,
Permanezcamos primero en el espacio polarizado por encontramos una cooperaci6n del psicoanálisis y de la
el sótano y el desván y veamos c6mo dicho espacio fenomenología, cooperación que será preciso acentuar
puede ilustrar los más finos matices psicológicos. siempre si se quiere dominar el fenómeno humano. De
He aquí c6mo el psicoanalista C. G. Jung se sirve hecho hay que comprender fenomenológicamente la
de la doble imagen del sótano y el desván para analizar imagen para darle una eficacia psicoanalítica. El feno-
los miedos que habitan la casa. Se encontrará en efecto rnen61ogo aceptará aquí b im;1gen del psicoanalista con
en el libro de Jung El hombre descubriendo su alma una simpatía de temblor. Reavivará la primitividad y
una comparación que debe hacer comprender la espe- la especificidad de los miedos. En nuestra ci1ilización,
ranza que tiene el ser consciente de "aniquilar la auto· que pone la misma luz en todas partes e instala la elec-
nomía de los complejos desbautizándolos" _ La imagen tricidad en el s6tano, ya no se baja al s6tano con una .
54 L\ CASA, DEL SóT,\NO A LA GU.\RDILL\ L\ CASA, DEL SóT.\:\O .\ L\ GUARDILL\ 55
Yela encendida. Pero el inconsciente no se civiliza. Él co, todo baluarte, toda fosa, el centro del castillo con
sí toma la vela para bajar al sótano. El psicoanalista no el bosque lejano. El castillo plantado sobre la colina
puede quedarse en la superficialidad de las comparacio- tenía raíces fasciculadas de subterráneos. ¡Qué poder
nes o metáforas y el fenomenólogo debe ir hasta el extre- para una simple casa, estar construida sobre una mata
mo de las imágenes. Ahí, lejos de reducir y explicar, de de subterráneos!
comparar, el fenornenólogo ... f2Cªgerará la exageración. En las novelas de Hcnri Bosco, gran soñador de ca-
Entonces, leyendo los Cuentos\de E_dgar Poe, el feno- sas, se encuentran esos ultrasótanos. Bajo la casa de
menólogo y el psicoanalista reunidos comprenderán su El anticuario hay "una rotonda abovedada en la que se
rnlor de realización. Esos cuentos son miedos infan- abren cuatro puertas". De esas cuatro puertas salen
tilesque_seJeali_;c<ll1· El lector que se· "entrega"--a-su unos corredores que dominan de algún modo los cuatro
·lectura, oirá al gato maldito, signo de las faltas no ex- puntos cardinales de un horizonte subterráneo. La
piadas, maullar detrás de la pared.7 El soñador de sóta- puerta del este se abre y entonces "subterráneamente
no sabe que los muros son paredes enterradas, paredes yamos muy lejos, bajo las casas de ese barrio ... " Las
con un solo lado, muros que tienen toda la tierra tras páginas l!eyan la huella de sueños laberínticos. Pero
ellos. Y el drama crece, y el miedo se exagera. ¿Pero a los laberintos de los corredores donde el "aire es pe-
qué cosa es un miedo que deja de exagerar? sado" se asocian rotondas y capillas, los santuarios del
En esa simpatía de temblor, el fenomenólogo aguza secreto. Así el sótano del Anticuario es, si nos atreve-
el oído, como escribe el poeta Thoby Marcelin, "al ras mos a decirlo, oníricamente complejo. El lector debe
de la locura". ,,._.E;I_~ótano es e!1.tQl1CesJocura enterrada, explorarlo con sueños que sienten, unos, el dolor de los
dranJ!l ell1pargcl,ado. Los relatos de los sótanos crirnina- corredores, otros, el asombro de los palacios subterrá-
1es dejan en la memoria huellas imborrables, huellas neos. El lector puede perderse en ellos (en sentido
que no nos gusta acentuar: ¿quién querría releer El ba- literal y figurado). Primero, no ve claramente la nece-
rril de amontillado? El drama es aquí demasiado fácil, sidad literaria de una geometría tan complicada. Es
pero explota los temores naturales, temores que están aquí donde el estudio fenomenológico va a revelar su
en la doble naturaleza del hombre v de la casa. eficacia. ¿Qué es lo que nos aconseja la actitud feno-
Pero sin abrir un expediente de dramas humanos, menológica? Nos pide que instituyamos en nosotros un
,-amos a estudiar algunos ultra-sótanos que demuestran orgullo de lectura que nos dé la ilusión de participar
muy simplemente que el sueño de sótano aumenta de en el trabajo mismo del creador del libro. No es po-
manera inYencible la realidad. sible adoptar dicha actitud en el curso de una primera
Si la casa del soñador está situada en la ciudad, no lectura. La primera lectura conserya demasiada pasi-\
es raro que el sucfio consista en dominar, por la pro- viciad. El lector es aún casi un niño, un niño que se
fundidad, los sótanos próximos. Su morada quiere los distrae leyendo. Pero todo buen libro debe ser releído
snbterráneos de las fortalezas de la leyenda donde mis- . inme?i~t,~~-I1~S· DespuésCíe.ésé-é~tüzü-C¡í:;é'és·11-¡;~1:·
teriosos caminos comunicaban, por debajo de todo ccr- ·mera lectura, viene la obra de la lectura. Entonces
hay que conocer el problema del autor. La segunda
7 Edgar Poe, El gato negro. lectura .. :11 Tercera.' .. ·nos enseñan poco a poco la sÓ-

. .
56 LA CASA, DEL SóT.\:\"O A L\ GUARD!LL\ LA C\S.\, DEL SóT.\:\"0 A L.\ CL\RDJLLA 57
lución de ese problema. Insensiblemente hacemos nues- proyectos de los hombres infernales. Es ycrdadcramcn-
tros el problema y la solución. Este matiz psicológico: te natural, inscrito en la natur;;lcza de un mundo sub-
"deberíamos haber escrito esto" nos sitúa como feno- terráneo. Vamos a ,frir, siguiendo a Henri Bosco, en
mcnólogos de la lectura. :0.Iientras no accedamos a ese una casa de raíz cósmica.
matiz, seguiremos siendo psicólogo o psicoanalista. Esta casa de raíz cósmica se nos aparece como una
¿Cuál es entonces el problema literario de Henri Bosco pbnta de picdrn que crece desde la roca hasta el azul
en la descripción del ultrasótano? Es el de concretar en de una torre.
una imagen central una novela que es, en líneas gene- El protagonista de la noYcla El anticuario, sor-
rales, la novela de las intrigas subterráneas. Esta gas- prendido en una visita indiscreta, ha tenido que me-
tada metáfora queda ilustrada aquí por las cuevas múl- terse en el sótano de una casa. Pero en seguida, el inte-
tiples, por una red de galerías, por un grupo de celdas rés del relato real pasa al relato cósmico. Las realidades
cuyas puertas· están a menudo encadenadas. Allí. ,se sin-en aquí para exponer sueños. Primero, estamos aún
meditan secretos; se preparan proyectos. Y la acc1on en el laberinto de los corredores fallados en la peña. Y
camina, bajo tierra. Estamos verdaderamente en el es- · súbitamente se encuentra un agua nocturna. Entonces
pacio íntimo de las intrigas s_ubte:ráneas. . la descripción de los acontecimientos ele b novela que-
En ese subsuelo, los anticuanos que nven la no- da, para nosotros, suspensa. Sólo recibiremos el pre-
vela pretenden amarrar destinos. El sótano de Henri mio de la página si pmticipamos en ella por nuestros
Bosco con sus ramales cuadriculados, es un telar del sueños de la noche. Leamos ese poema de la cueva
destino. El héroe que relata sus aventuras tiene un cósmica.s
anillo destina/, una sortija con la piedra grabada con los "Justo a mis pies el agua surgió de las tinieblas.
sianos de una era antigua. El trabajo propiamente sub- "¡El agua! ... ¡una laguna inmensa! ... ¡Y qué
t:rráneo, infernal de los anticuarios fracasará. En el ag:rn! ... Un agua negra, dormida, tan perfectamente
momento mismo en que iban a enlazarse dos grandes lisa que ni una arruga, ni una burbuja turbaban su su-
destinos del amor, muere en el cerebro de la casa mal- perficie. Ni manantial, ni origen. Estaba allí hacía
dita una de las más bellas sílfides del novelista, un se! milenios, y allí permanecía sorprendida por la roca, se
del jardín y de la torre, el ser _que debía da~ la ,dic~a. extendía en una sola capa insensible y habíase conver-
El lector atento al acompañamiento de poesia cosm1ca tido, en <u ganga de piedra, ella misma, en esa piedra ne-
siempre activa bajo el relato psicol?g.ico en las nO\·elas gra, inmóvil, cauti;-a del mundo mineral. Había sufrido
de Bosco, encontrará en muchas pagmas del libro, tes- la masa aplastante, el amontonamiento enorme de ese
timonios del drama de lo aéreo y lo terrestre. Pero mundo opresivo. Bajo ese peso, diríase que había cam-
para vivir tales dramas, es preciso releer, poder d;spla- biado de naturaleza, infiltrándose a través de la espesura
zar el interés o lleYar la lectura con el doble mtercs del de fas losas calcáreas que retenían su secreto. Se había
hombre v de las cosas, sin descuidar nada en el tejido n1elto también el elemento fluido más denso de la
antropo-¿ósmico de una úda humana. . montaña subterránea. Su opacidad y su consistencia
En otra morada donde nos condnce el noYehsta, el
ultrasótano ya no está bajo el signo de ]os tenebrosos 8 Henri Bosco, L'antiqu:úre, p. 154.
58 LA CAS,·,, DEL SóTA~O A LA GU,\RDILL\ L\ CAS.\, DEL S(lT.\'.\"O .\ L\ GU.\RD!LL\ 59
insólita 9 hacían de ella una materia desconocida v c::a barrena el soüador se extrae de las profundidades
cargada de fosforecencias de las que sólo afloraban a de la tierra v entra en las aventuras de lo alto. En
la superficie huidizas fulguraciones. Signos de poten- efecto, al final de tantos clcsfilaclcros tortuosos y angos-
cias o.scuras en reposo en las profundidades, esas colo- tos, el lector clesem boca en una torre. Es la torre ideal
raciones eléctricas manifestaban la vida latente v el que encanta a todo soüaclor de una antigua morada; es
temible poder de ese elemento aún adormecido. Sentí "perfectamente redonda"; está cefiicla ele una "bre,·e
un calosfrío." luz" que cae por una "ventana estrecha". Y el techo
Ese escalofrío, se comprende bien, no es va un mie- está abovedado. í Qué gwn principio ele suei'ío ele in-
do humano, es un miedo cósmico, un miedo antropo- timida el es nn techo abO\edado! Refleja sin fin la inti-
cósmico que hace eco a la gran leyenda del hombre que midad en su centro. l\o nos sorprenderá que la estan-
n1elve a las situaciones primitiYas. De la cue,·a bllada cia de la torre se-a el cuarto de una dulce muchacha v
en la roca al subterráneo, del subterráneo al agua es- que esté habitada por los recuerdos ele una apasionada
tancada, hemos pasado del mundo construido al mundo abuela. El cuarto redondo v abovedado se encuentra
soñado; de la novela a la poesía. Pero lo real v el sueño aislado en la altura. Guarda· el pasado y· domina el es-
están ahora en la unidad. La casa, el sótanÓ,. la tierra pacio. En el misal de la doncella, misal que fue de la
profunda encuentran una totalidad por fa profundidad. abuela lejana, leemos esta divisa:
La casa se ha convertido en un ser ele la naturaleza. Es
solidaria ele la montaña y ele las aguas que labran b La flor está siempre en la almendra.
tierra. Esa gran planta pétrea que es la casa crecería
mal si no tuviese en su base el agua ele los subterráneos. Gracias a este lema admirable, la casa, el cuarto I
Así van los sueños en su grandeza sin límite. quedan firmados por una intimidad inolvidable. ¿Hay, 1
La página de Bosco trae al lector, por su ensofla- en efecto, una imagen de intimidad más condensada,
ción cósmica, un gran reposo de lectura, pidiéndole que más segura de su centro que el sueño de poffcnir el~
participe en el descanso que da todo onirismo profun- una flor cerrada aún, y replegada en su semílla? ¡Cómo
do. El relato se estaciona entonces en un tiempo sus- desearíamos que, si no la felicidad, por lo menos su
penso propicio al ahondamiento psicológico. Ahora el presagio, quedara encerrado en el cuarto redondo!
relato ele los sucesos reales puede reanudarse: ya ha re- Así, la casa evocada por Bosco va ele la tierra al
cibido su provisión de cosmicidad y ensueño. En rea- ciclo. Tiene la verticalidad de la torre que se elern
lidad, allende el agua subterránea, la casa ele Bosco ele las profundidades más terrestres y acuáticas hasta la
vuelve a encontrar sus escaleras. La descripción, tras morada de un alma que cree en el cielo. Dicha casa,
la pausa poética, puede desplegar otra ,-ez su itinerario: construida por un escritor, ilustra la verticalidad ele lo
''Una escalera se abría en la roca y al subir, giraba. Era humano. Es oníricamente completa. Dramatiza los dos
muy estrecha y muy empinada. La subí" (p. 155). Por polos de los sueños de la casa. Hace la caridad ele una
torre a los que tal vez ni siquiera conocieron un palo-
D En un estudio sobre Ja imaginación n1ateria1, L'eau et les
reves, he1nos encontrado un agua densa y consistente, un agua pe·
mar. La torre es obra de otro siglo. Sin pasado, no es
sada. Era Ja de un gran poeta, Edgar Poe (cap. n). nada. Una torre nue\·a cs algo irrisorio. Pero están ahí

. .
"
60 L\ CAS.\, DEL SélT,\C.:0 A L\ GU.\RDILL\ L.-\ C.\S.\, DEL SóTASO .\ L\ GU,\RDILL\ Gl
los libros que dan a nuestros ensueños mil moradas. En lera. Pero corno necesita un simbolismo que englo-
la torre de los libros ¿quién no ha ido a vi1·ir sus horas be para fijar su interpretación, se ha preocupado poco
románticas? Esas horas vuelven. El ensueño las necesi- de la complejidad de las mezclas del ensueño y del re-
.. ta. En el teclado de una vasta lectura referente a la cuerdo. Por eso, en ese punto, como en otros, el psico-
función de habitar, la torre es una nota de grandes sue- análisis es más apto a estudiar los sueños c¡uc el cnsue.
ños. ¡Cuántas 1·cces, desde que leí El anticuario, me ño. La fenomenología del ensueño puede despejar el
fui a habitar la torre de Henri Bosco! complejo de memoria v de imaginación. Se hace nece-
sariamente sensible a las diferenciaciones del símbolo.
La torre, los subterráneos ultraprofundos, distienden El ensueño poético, creador de símbolos, da a nuestra
en ambos sentidos la casa que acabarnos de estudiar. intimidad una actividad polisimbólica. Y los recuerdos
Esa casa es, para nosotros, una ampliación de la ver- se afinan. La casa -onírica hsume
- ----- - -·- - ·-
"""'"""~---¡ ---~--
en -· el 1énsucño -\ma_.,,
.
ticalidad de las casas más modestas, que de todas extraordinaria sensibilidad. A Yeces algunos peldaños
maneras, para satisfacer nuestros ensueños, deben dife- "han inscrito en la memoria un débil desnivel ele la casa
renciarse por la altura. Si fuéramos el arquitecto de la nataJ.1° Tal cuarto no es solamente una puerta, es una
casa onírica, vacilaríamos entre la casa tercia v la casa puerta y tres peldaños. Cuando se pone uno a pensar
cuarta. La primera, más sencilla respecto a ia altnra en la vieja casa en relación con la al tura, todo lo que
esencial. Tiene un sótano, una planta baja, y un des- sube y baja vuelve a \'Íl"ir dinámicamente. Ya no se
1·án. La segunda pone un piso entre la planta baja v puede ser un hombre de un solo piso como decía Joé
el desván. Un piso más, un segundo piso, y los sueños Bousquet: "Es un homhre de un solo piso: tiene el só-
se confunden. En la casa onírica, el topoanálisis no tano en el desván." 11
sabe contar más que hasta tres o cuatro. A manera de antítesis hagamos algunos comenta-
De uno a tres o cuatro van las escaleras. Todas di- rios sobre las moradas oníricamente incompletas.
ferenciadas. La escale¡'i_q,r¡c_Ya <rlJ:{itaI1.9' se,ba¡a_ siern-
. _pre. Es el descenso ]_oque .se conserva· en los recuerdos, En París no hay casas. Los habitantes de la gran ciu-
- el descenso. lo _qµc caracteriza su onirismg, La escalera dad viven en cajas superpuestas: "Nuestro cuarto pari- -.
que lleva ál;tilarTó-s_e sube y se baja. Es _uni_Yía fl1át - siense -dice Paul Claudel-,12 entre sus cuatro pare-
j:r]\:iaC E5--íam!liai'. -EI"niño de doce años hace en ella des, es una especie de lugar geométrico, un agujero
. escaláS de subida, haciendo tercias y cuartas, intentando convencional que amueblamos con estampas, cachiva-
quintas, gustándole sobre todo subir de cuatro en cua- ches y armarios dentro de un armario." El número de
tro, a zancadas. Subir la escalera de cuatro en cuatro, la calle, la cifra del piso fijan la localización de nuestro
¡qué dicha para losr11µslos! "agujero convencional", pero nuestra morada no tiene
En fin, la ~séalera del Cles\·iíií;~más empinada, más espacio en torno de ella ni verticalidad en sí. "Sobre
tosca, se sub"e-siempre. Tiene el signo de la ascenslón el suelo las casas se fijan con el asfalto para no hundir-
-ha~ia_]a sOledad mas franquila. Cuando vuelvo a soñar 10 Cf. La terrc et les reveries du repos 1 pp. 105-106.
en los desvanes de antaño, no bajo nunca. ll Joé Bousqnet, La neigc d'un autrc Jgc, p. 1OO.
El psicoanálisis ha encontrado el sueño de la· esca- 12 Paul Ciaudc], Oiseau noir dans le soleil lcvant, p. 144.
-
6" L\ C\S.\, DEL SóTA:\O .\ LA GUARDILL\
:_ --- -- ------~~--.,--~
1 L\ C.\S.\, DEL SóT.\XO A LA GUARDILLA 63
se en la tierra." i:>\I:i'( ·caSd no tiene-raíces. Cosa inima- Pero aquí queda abierto un problema al filósofo
ginable para un soñador de casas: los rascacielos no que cree en el carácter saludable de los vastos ensueños:
tienen sótano. Desde la acera hasta el techo, los cuar- cómo ayudar a la cosmízación del espacio exterior a la
tos se amontonan Y la tienda de un ciclo sin horizonte habitación de las ciudades. Como ejemplo, darnos la so-
ciüc la ciudad entera. Los edificios no tienen en la lución de un soñador al problema ele los ruidos de
ciudad más que una altura exterior. Los ascensores des- París.
truvcn los heroísmos de la escalera. Ya no tiene nin- Cuando el insomnio, mal ele los filósofos, aumenta
gúii mérito Yi\ir cerca del cielo. Y el en sí no es más con la nerviosidad debida a los ruidos de b ciudad
que una simple horizontalidad. /\ las diferentes habita- .
cuando en la plaza J\!aubert, ya tarde en la noche, los
'
ciones ele una viYiencla metida en un piso le falta uno automóviles roncan, y el paso ele los camiones me in-
ele los principios fundamentales para distinguir y clasi- ch1ce a maldecir, mi destino ciudadano, encuentro paz
ficar los valores de intimidad. nnendo las metaforas del océano. Se sabe que la ciu-
A la ausencia de valores íntimos de verticalidad, dad es un mar ruidoso, se ha dicho muchas veces que
hav que añadir la falta de cosmicidad de fa casa de las París deja oír, en el centro de la noche, el murmullo
gráncles urbes. /\llí las casas ,.a no están dentro de la na- mces,mte de la ola y las mareas. Entonces convierto
turaleza. Las relaciones ele ia morada y del espacio se :esas imágenes manidas en una imagen sincera, una
vuelven facticias. Todo es máquina y la Yida íntima imagen que es mía, tan mía como si la inYentara vo
huye por todas partes. "Las calles son como tubos don- mismo, según ~l!l5'_('. !11:1_T!Ía~e_creer q;ie S(J;,_siernPF.e_
de son aspirados los hombres." (ivfax Picard, op. cit., el_13_\!J.CJQ._g~J() que pienso\ Si el rodar de los coches s¡;
p. 119.) hace más clolorosü;!nc ingenio para encontrar en él la
Y la casa va no conoce los dramas del universo. :\ rnz del trueno, de un trueno que me habla y me rega-
veces el Yiento Yiene a romper una teja para matar a üa. Y tengo compasión ele mí mismo. ¡Ahí estás, pobre
un transeúnte en la calle. Ese crimen del tejado sólo filósofo, ele nucrn en la tempestad, en las tempestades
apunta al peatón tardío. El rayo enciende un instante de la \ida! Hago una ensoüación abstracto-concreta. ]\·fi
los vidrios ele la yentana. Pero la casa no tiembla bajo diván es una barca perdida sobre las ondas; ese silbido
el trueno. No tiembla con nosotros y por nosotros. En súbito, es el viento entre las velas. El aire furioso '·
nuestras casas, apretadas unas contra otras, tenemos "claxonea" por todas partes. Y me digo a mí mismo
menos miedo. La tempestad en París no tiene la misma para animarme: mira, tu esquife es sólido, estás seguro
ofcnsividad contra el soüador que contra una casa de en tu barca de piedra. Duerme a pesar de la tempes-
solitario. Lo comprenderemos mejor cuando hayamos tad. Duerme en la tempestad. Duerme en tu valor, fe-
estudiado en párrafos ulteriores, la situación de la casa liz de ser un hombre asaltado por las olas.
en el mundo, situación que nos da, de un modo con- Y rne duermo arrullado por los ruidos de París.''
creto, una \'ariación de la situación, con frecuencia tan
14: l'a había escrito esta página cuando leí en la obra de B1lzac
metafísicamente resumida, del hombre en el mundo. Petitcs rnisCres de Ja vie conjugale, Formes & Reflets, 1952, t. 12,
p. 1302: "Cnando vuestra ca:,a tien1bla en sus n1icn1bros y se agita
13 l\lax Picar<l, La fuite dcvant Dieu, p. 121. sobre su qui1L1, os creéis un 1narinero inecido por el céfiro." ·-

. .
64 L\. CASA, DEL SóTANO A LA GUARDILLA
LA C\SA, DEL '.ióT.\:\O A L\ GU.\RDlLL.\ 65
Además, todo comprueba que la imagen de los rui-
dos oceánicos de la ciudad pertenecen a la "naturaleza VI
de las cosas", que es una imagen verdadera, que es
Hay que buscar Erirneramentc en !'.!_casa .Irl_últip_l"'., ¿·rn~.
saludable naturalizar los ruidos para hacerlos menos
~txe:i,,S
dc_,;¡1rr1p1icidaéT:T-corno cllée-Bauae!aire: en un pa-
hostiles. Seüalo al paso, en la joven poesía de nuestro
lacio "ya no li~1)7fír1cones para la intimidad".
tiempo, este matiz delicado de la imagen bienhechora. Pero la simplicidad, a ,-cces encomiada demasiado
Yvonne Caroutch 1 5 ove el alba ciudadana cuando la racionalmente, no es una fuente de onirísrno de gran
ciudad tiene "rumores' de concha vacía". Esta imagen potencia. Hay que Ilegar a la primitiYidad del refugio.
me avuda a mi ser madrugador, a despertarme dulce-
' ' '! allenc!c las situaciones vi, idas, hay que descubrir las
mente, naturalmente. Todas las imágenes son buenas sifoáéiones ~oüadas. Allende los recuerdos positivos que
con tal de saber utilizarlas. son material para una psicología positiva, hay que abrir
Sería fácil encontrar otras imágenes sobre la ciudad- de nuevo el campo de las irn:igenes primitivas que han
océano. Anotemos ésta que se impone a un pintor. sido tal .-ez los centros de fijación de los recuerdos
Courbet encerrado en Sainte-Pélagie quiso, nos dice qnc se quedaron en la memoria.
Pierre Courthion, 16 representar París ,·isto desde las bó- Puede hacerse la demostración de las primiti\·idades
vedas de la prisión. Courbet escribe a uno de sus ami- imaginarias incluso sobre ese ser, sólido en la memoria,
gos: "Lo hubiera pintado en el estilo de mis marinas, que es laG:~sa natal.!
con un cielo de una profundidad inmensa, con sus Por ejemplo, en la casa misma, en la sala familiar,
movimientos, sus casas, sus cúpulas simulando las ondas un soüador de refugios sueüa en la choza, en el nido, en
tumultuosas del océano ... " rincones donde quisiera agazaparse como un animal
Siguiendo nuestro método hemos querido conser- en su guarida. Vi\·e así en un rn,ás allá ,Q~J,g_~jm;íg,.,_11s;s_
var la coalescencia de las imágenes que rechaza una Immanas. Si el fenomenólogo llegara a vivir la prírniti-
anatomía absoluta. Hemos debido evocar incidental- ,·idcid el-e tales imágenes, despbzaría tal yez los proble-
mente la cosmicidad de la casa. Pero habrá que volver mas referentes a la poesía de la casa. Encontraremos
sobre ese carácter. Tenernos que estudiar ahora, des- un ejemplo muy claro de esa con<;:entrn¡:iéJn_,Qe_Ja_al,('.r
gría de ,h_~liit,ar, leyendo una página admirable del libro
pués de haber examinado la verticalidad el.e la casa oní-
donde Henri Bachelin relata la vida de su padre.1 7
rica, .y como lo hemos anunciado antenormente, los La casa de la iufancia de Henrí Bachelín es sencilla
centros de condensación de intimidad donde se acumu- en trc todas. Es la casa rústica de un burgo del lvfor-
la el ensueüo. Yan. Es, sin embargo, con sus anexos rurales y gracias
al trabajo y a b economía del padre, una morada en
que la vida de farnilic; Li encontrado seguridad y dicha.
15Yvonne Caroutch, \ 1 eilleurs endornJis, Dcbresse, p. 30.
Pierre Court:hion, Courbet raconté par lui-méme et par ses
16
Es en la habitación ilumimda por la lámpara, junto a
amis, C::iiller, 1948, t. I~ p. 278. El general Valentin no permitió l 7 Henri Bachelin 1 I,e r;erviteur, 6? ed. l\fercure Je FranceJ con
a Courbet pintar París-Océano. Le m:indó decir que '''no estaba un bello i)refacio de René Durncsnil, h,1blando de la Yida y de la
eu la cárcel para divertirse". obra del novelista o1vid3do.
i

' .
66 LA CASA, DEL SÓTANO A LA GUARDILLA LA C\SA, DEL SóTA>:O A LA GU,\RD!U.\
la cual el padre, sacristán y jornalero, lee por la ::io- lámpara, v;,·c en una c:isa redonda, en la choza primi-
che la vida de los santos, es en ese cuarto donde el mño tiva. ¡Cuantas nnendas enca¡adas unas en otras si
conduce su ensueño de primitividad, un ensueño que rea;iz;lramos, en sus detalles y sus jerarquías, todas' las
acentúa la soledad hasta que imagina vivir en una choza 1magenes por las cuales ,·ivimos nuestros eusuei'ios de
perdida en el bosque. Para un fenomenólogo que busca intimidad! ¡Cuántos Yalores difusos sabríamos concen-
las raíces de la función de ha bitar, la página de Henn trar si ,friéramos, con toda sinceridad, fos imágenes de
Bachelin es un documento de una gran pureza. He nuestras ensofiaciones!
aquí el pasaje esencial: La choza, en la página de Bachclin, aparece sin duda
, "Eran horas en que sentía con fuerza, lo juro, que cnmo la rníz pirnte de la función de habitar. Es la
estábamos como rFtirados de la aldea, de Francia y del planta humana más simple, la que no necesita ramifi-
mundo. l'vie complacía -guardaba para mí solo mis caciones para poder subsistir. Es tan simple que no
sensaciones- imaginar que vivíamos en medio de los pertenece ya a los recuerdos, a ,-eees demasiado llenos
bosques en una choza de carboneros, bien calentada; de imágenes. Pertenece a las le1-endas. Es un centro de
hubiera querido oír a los lobos afilando sus pezuñas leyendas. Ante una luz remota perdida en la noche,
en el granito incólume de nuestro umbral. Nuestra ¿qmén no ha soñado en la choza, quién no ha soñado
casa era mi choza. :Me veía en ella al abrigo del frío adentrándose aún más en las leyendas, en la cabaña deÍ
v del hambre. Sí me estremecía un escalofrío era de ermitaño?
bienestar." Y evocando a su padre en una novela es- ¡La cabaiía del en'.út;mo! ¡He ahí un grabado prín-
crita todo el tiempo en segunda persona, Henri Bache- ceps! J,,_as verdaderas 1magenes son grabados. La ima-
lin añade: "Bien instalado en mi silla, me impregnaba gina_cLón _las graJ:ia en nuestra memoria. Ahondan
en el sentimiento de tu fuerza." recuerdos vividos; desplazan ~ecuerdos \ i1idos para con-
Así el escritor nos llama al 'cerifro de la casa,l. como \ 1:etirse en recuerdos ele la imaginación. ·La cabai'ia del \
a un c~ntro de fuerza, en uña~Ona deprotecci6n ma- ermitaño es un tema que no necesita \'ariacioues. A 1
.~or. Lleva hasta el fondo ese "suefio de choza" que partir de la eocación más sencilla, "el estruendo fe-
~onocen bien los que aman las imágenes legendarias de nomenológico" borra las resonancias mccliocres. La
las casas primitivas .. Pero en la mayoría de nuestros cabaña del ermitaño es un grabado al que perjudicaría~.
.c.,u:';- -~~_os . cit'!._cho:z:~, deS:'_flmos'-Vivír~en-:-oi:oJago,-1ejos ·.de' un pintoresquismo excesivo. Debe recibir su verdad
\ ~ \ la casa atestada, lejos de las preocupac10nes que trae la de la intensidad de su esencia, la esencia del verbo ha- '\
. ciúdad.:l{iñ_mos_ en pensamiento parabuscar Uil Vé!rf, bitm. En seguida la cabaña es la soledad centrada. En -
· daderó·refli;¡(i')'1 'Más dichosos que los soñadores de evaf el país de las leyendas no ha,· cabaña medianera. El
sion\:s\::.¡ejari~s, Bachelin encuentra en la casa misma la geógrafo puede traernos, de sus lejanos viajes, fotoara-
raíz del ensueño de la choza. No tiene más que ela- _, fías dea]Reas compuestas ele cabafias. Nuestro:pas~do
borar un poco el espectáculo del cuarto familiar, escu- < ·:!egendaricf trasciende todo lo visto, todó lo. que hemos
char, en el silencio de la velada, la estufa que ro:nca, ::: yi1·ido personalmente. La imagen nos' conduce. Vamos
mientras el cierzo asalta la casa, para saber que en el a la extrema soledad. El ermitaño está solo ante Dios,
centro de ésta, bajo el círculo de luz que proyecta Ja La cabaña del ermitaño es el anticipo del monasterio.
!.
68 LA CASA, DEL SóL\~O A L\ C\T.\RDILLA 1 LACAS,\, DEL SóT.\XO \ L.\ CU.\RDILL\ 69
\En torno a esa soledad centrada irradia un universo l\ [ichckt meditando b obra ele Villicrs ele l'Islc-\cla·fu.
,'que medita ); ora, _uri universo fu<eradeL universo. La escribe: "¡Ay! es preciso arnnzar en edad para con:
cabaña no puede recibir ninguna riqueza de "este mun- quistar la jm·entud, pam liberarla ele tnbas, para vi,·ir
do". Tiene una feliz intensidad de pobreza. La cabaña ele acuerdo con su impulso inicial."
del ermitaño es una gloria de la pobreza. De despojo La poesía no nos da tanto la nostalgia de b jm-cn-
en despojo, nos da acceso a lo absoluto del refugio. tnd, lo cual sería n1lgar, sino la nostalgia de bs nprc-
/ Esta valorización de un centro ele soledad concen- siones de la juventud. Nos ofrece im:ígenc-s corno las
trada es tan fuerte, tan primitiva, tan indiscutida, que que deberíamos haber imaginado en el "impulso ini-
la imagen ele la luz lejana sin-e de referencia para imá- cial" de la juventud. Las imágenes princeps, los gra-
genes menos claramente localizadas. Henry-David '1110- bados sencillos, los ensueños ele la choza son otras
reau ¿oye acaso "el cuerno en el fondo de los bosques"? tantas im·itacioncs a imaginar de nuevo. Nos.~c]syn_,L:
Esta imagen ele centro mal determinado, esta imagen ,·en estancias del ser, casas del ser donde se concentra
sonora que llena la naturaleza nocturna le sugiere una uña___cérticltimbrc élc ser..
Parece 'que habitando. tal°9s
imagen de reposo y confianza: "Ese sonido en Un filó- iinágehes, im_ágenes tan estabilizadoras, se rnlviera a
sofo en los bosques --dice-- es tan amistoso corno la e!I1pezar otra vida, una \ida que sería nuestra, que nos
candela remota del ermitaño." Y nosotros que nos acor- pertenecería en las profuncliclaclcs del ser. Contem-
damos de qué valle íntimo suenan aún los cuernos plando dichas imágenes, leyendo las imágenes del libro
ele antaño ¿por qué aceptamos en seguida la común de Bachclin, rumiamos lo primitivo. Por el hecho
amistad del mundo sonoro despertado por el cuerno mismo de esta primitividad restituida, deseada, vivida
y del mundo del ermitaño iluminado por la luz lejana? en imágenes sencillas, un álbum de chozas sería un
¿Cómo unas imágenes tan raras en la vida tienen tal manual ele ejercicios simples para la fenomenología
ele la imaginación.
(
-pQd~ob~e. la imagin~n?_ .
~Jgn'.na~s !i,tia[e1'..:S', uenen 'Lb 'e:zy11a h1stona Después de la luz remota de la choza del ermitaño,
¡ y una pre1íistoria. Son s1einpre a un tiemp() recuerdo y símbolo del hombre que vela, podría explotarse un
1 leyenda. No se Yive nunca la imagen en primera ins- archivo considerable de documentos literarios relativos
l tancia. Toda imagen grande tiene un fondo onírico a la poesía de la casa, bajo el único signo ele la lámpara ··
i insondable y sobre ese fondo el pasado personal pone que luce en la ventana. Habría que situar esta imao-cn
1 sus colores peculiares. Por lo tanto, ya_está muy avan- bajo la dependencia de uno ele los más grandes te~re­
¡ zado _el curso ele .la vida· cuando se venera 'realii1enfe mas de la imaginación del mundo de la luz: todo lo
1 ~na imagen descubriendo sus raíces más allá de:Ja .his~· que brilla ve. Rimbaud ha dicho en tres palabras ese
1 toria fijad:i en la memoria. En el reino ele la imagi- -( , .
t eorema co_sr:11co: " el naca,r
, ve" .is· .L a l'ampar~ ve1a, por_ 1~
l nación absoluta se es jalen muy tarde. l:h1.Y.. fll1C perde~¡ lo~.tanto ng1la; cuanto mas estrecho es el hilo ele luz, \)
más p~l}ffi"imteesfa":Vigílanéüi.n-·n------ .::z:
: ~lv~r~~í!~ t1:r~;;aÍI/a~ªd~n;~sv~~=:=~~~e:~cl~n~~~f;;~1
n ••• -· ••

- ~m¡:~.:._::_.e.::i__ L~venta_!'.P._ es. eLojCJ <l<: la casa_J_~n el


• 'Ción . abSolufa- quc 1rásciende toél~~y;sión. u¡:,-pc,~effi, 18 Rimbaud, ffiu~1res completes, c<l. Grand-Ch€:ne, Lausan~,
' meditando sobre la vida de uú gran.póeta, Victor-f:milc p. 321.
70 LA CASc\, DEL SÓTANO A LA GUARDILLA. L\ C\S,\, DEL SóTA;.;'0 A LA GU.\RDILL\. 71
reino de la imaginac:ión-la-Limpara no se enciende de la casa en la noche. A \·eces brilla como una luciér-
jamás fuera .. Es un:()uz _encerr~cy.' que sólo puede fil- _ naga entre la hierba, el ser de la luz solitaria:
/ trarse al cxtenor. Un poema escrito con el título de
~'Enfre paredes", empieza así: Je vcrraí yos maisons commes des VCi3 !uisants au creux des
[collines.'20
Une lampe alluméc derriere la fenétre
\ reille au coeur sccret de la nuit. [\!eré vuestras casas como luciérnagas en e1 hueco de Ias
colinas.]
[Una lán1para encendida tras Ja \·entana / vela en el
corazón secreto de Ja noche.] Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la
tierra "~strellas de hierba". Christian e Barucoa dice
Unos \TrSOS antes, el poeta habla: también de la lámpara en la casa humana:

Du regard emprisonné Étoile prisionníi!re prise au gel de finstant.


Entre ses quatre murs de pierre.lD
[Estrella prisionera prendida en el hielo del instante.]
[De la mirada prisionera / entre sus cuatro muros de
piedra.] Parece qne en esas imágenes las estrellas del cielo
,·ienen a habitar la tierra. Las casas de los hombres
En la nm·cla Hyacinthe, de Henri Bosco, que, con forman constelaciones sobre la tierra.
otro relato, Le jardín d' Hyacinthe, constituyen una de G.-E. Clancier, con diez aldeas y su luz, cla\'a
las novelas psíquicas más asombrosas de nuestro tiem- sobre la tierra una constelación de leviatán:
po, una lámpara espera en la ventana. Por ella la casa ,
espera. Lalámpara_es.elsig11Q_dc una gran espera. i Une nuit, dix villages, une montagne
J'or_ la)~z deJa.. casa lejana,)a ~ciisa \-e, vdá,-vigiJa,i
• - . - ' - 1
Un léviathan noir clouté d'or.21
,espera,
Cuando me dejo arrastrar por la embriaguez de las [Una noche, diez aldeas, una montaña / Un leviatán
negro claveteado de oro.]
inversiones entre el ensueño v la realidad, me viene
esta imagen: la casa lejana y 'su luz es para mí, ante
Erich Neumann ha estudiado el sueño de un pa-
mí, la casa que mira hacia fuera - j le tocó el turno!-
ciente que, mirando desde lo alto de una torre, veía
por el orificio de la cerradura. Sí, hay alguien en la
las estrellas nacer y brillar en la tierra. Brotaban del
casa que vela, hay un hombre que trabaja allí mientras
seno de la tierra; en esta obsesión la tierra no era una
yo sueño, una existencia obstinada mientras yo persigo
simple imagen del cielo estrellado. Era la gran madre
ensueños fútiles. jólQ por _s[]luz la c~sa es huma'.1~·<
productora del mundo, productora de la noche y de las
ye corno unhombr:é. Es l!n 9ió:.i!Q.ierfo'iila ¡}Q~]1e.
Y otras imágenes sin fin vienen a florecer la poesía
20 HéICne :rvforange, AsphodCJes et pervenches, Seghers, p. 29.
19 Christiane Barucoa, Antée, Cahicrs de Rochefort, p. 5. 21 G.~E. Clancier, Une voix, GaI1irnard, p. 172.

\.
1~¡
1-::-
' ..
LA C\S.\, DEL Só'L\:\'O AL\ GUARDILLA L\ C.\S,\, DEL SóT1\>:0 .\ L.\ GU.\RDILL\ 73
estrellas. 22 En el sueiio de su pJcicnte, NeumJn:1 "la primera 'ez" y trasmite ese signo a la noche fami-
muestra la foerza del arquetipo de b tierra·madre, de liar. No podemos decir que la luz, procediendo ele un
la i\futter-Erde. La poesía surge naturalmente de un ,·clador solitario, ele un yeJador obstinado adquiere h
ensueño que insiste menos que el sueño nocturno. fuerza del hipnotismo. Estarnos hipnotizados por la so-
Sólo se trata del "hielo de un instante". Pero el docu- ledad, hipnotizados por la mirada de la casa solitaria.
n_iento poético no es por eso menos significati\·o. Un El lazo que nos une a ella es tan fuerte que ya no
s1g;o terrestre. se, posa sobre un ser del cielo. La arqncc- soñamos más que en una casa solitaria en medio de
Iog1a de las 1magenes queda, pues, iluminada por la la noche:
imagen rápida, por la imagen instantánea ele! poeta.
Hemos desarrollado en todos esos aspectos una ima- O Lícht im schlafenden Haus 1 23
~ puede parecer trivial, para :Jemostrar que Ja;;
[¡Oh luz en la casa dormida!]
, 11I1:1_~e_.n_(;LEº. EU<;~eE permanecer qmetas. _g:¡ ensueiio
,poético, al contrano
- ----del ensúeñó
_______ ___ cltna
-- 'somnolencia no
----
--~--~-- ---- ---
- "_,. ~---- - - - ~
Con la choza, con la luz que yeJa en el horizonte
se di:i.~1e_j?pás. Nec_i:0!~,__iLP~'ttir sle b imagen rn3.s
si1Ilple,__ hacer· ig;¡cliar_ las. ondas. de la in1aginación'. lejano, acabarnos de indicar bajo su forma más simpli·
ficacla la condensación ele intimidad del refugio. Pri-
Pero por muy cósmica que se \'Ueh·a b casa solitaria
meramente, y al empezar este capítulo, habíamos in-
iluminada por la estrella de su lámpara, se impone
tentado, al contrario, diferenciar la casa de acuerdo
siempre corno soledad: transcribimos un último texto
que acentúa dicha soledad. con su verticalidad. Ahora, y siempre con ayuda de
documentos literarios circunstanciados, tenemos que ex-
En los Fragmentos de un diario íntimo reproduci-
plicar mejor los ,·alores ele protección ele la casa contra
dos frente a una selección de cartas de Rilke se en-
12s fuerzas que la asaltan. Después de haber exami-
cuentra la escena siguiente: Rilke v dos ele sus com-
pañeros advierten en la noche pro"funda "la ventana nado esta dialéctica dinámica entre la casa v el uni-
verso, examinaremos poemas donde la casa es. todo un
iluminada ele una cabaña distante, la última cabaña,
la que está sola en el horizonte ante los campos v los mundo.
estanques". Esta inrngen de una soledad simbolizada
por una luz única conmueYe el corazón del poeta, lo
conmueve ele un modo tan personal que lo aísla de-
sus compafíeros. Rilke añade, hablando ele! grupo
de los tres amigos: "Aunque esták1mos muy cerca
unos ele otros, seguíamos siendo tres aislados que ven
la noche por primera vez." Expresión que no medi-
taremos nunca bastante, porque la más trivial ele las
ii_nágene:s, una imagen que el poeta ha visto con segu·
ndacl cientos ·de veces, recibe de súbito el signo de
23 Richard von SchaukaI.. Anthologie de la poésic allcrnande,
~2 Erich Neun1ann1 Eranos-Jahrbuch, 1955, pp. 40-41. ed. Stock, II, p. 125 .
. 1
C\SA y u;-,;r\TRSO 75
a Kant, une la soledad del sueño y la soledad del pen-
II. CASA Y UNIVERSO samiento! Podemos sin duda leer la página de Bau-
delaire como se lee una página fácil, demasiado fácil.
Cuando las cimas de nuestro cielo Un crítico literario podría incluso sorprenderse de que
Se reúnan
el gran poeta haya utilizado con tanta soltura las imá-
Jvfí casa tendrá un techo.
genes ele la triv~aliclad. Pero si la leemos, esa página
PAUL ELU ..\.RD, Dignos de -rivír, trad. demasiado sencilla, aceptando los ensueños de reposo
l\farce!o Ravoni. que sugiere, si hacernos una pausa en las palabras sub-
rayadas, penetraremos en cuerpo y alma en plena tran-
INmcÁBA~ros en el capítulo anterior que las expresiones quilidad, nos sentimos situados en el centro de protec-
"leer una casa", "leer una habitación", tienen sentido, ción de la casa del valle, "em·ueltos" nosotros también,
puesto que habitación y casa son diagramas de psico- entre los tejidos del invierno.
logía que guían a los escritores y a los poetas en el Y tenemos calor, porque hace frío fuera. En la
análisis de la intimidad. Vamos a leer lentamente al- continuación de ese "paraíso artificial" sumergido en
gunas casas y algunas habitaciones "escritas" por gran- el invierno Baudelaire dice que el sofiador pide un in-
des escritores. vierno duro. "Él pide anualmente al cielo tanta nieve,
granizo v heladas cuantas puede contener. Necesita
I un invierno canadiense, un im,ierno ruso ... con ello su
nido sed. más dlido, más dulce, más amado, .. " s
Au0que es, en el fondo de su ser, un habitante de las Como Edgar Poc, gran soñador de cortinas, Bau-
0 ciudades. Baudelaire siente el aumento del valor de delaire, para tapizar la morada rodeada por el invierno,
.i-\ intimidad cuando una casa es atacada por el invierno. pide también "pesadas cortinas ondulando hasta el
En sus Paraísos artificiales describe la felicidad de Tho- piso". Tras los cortinajes sobrios parece que la nieve
\J
mas de Ouincey, encerrado en el invierno, mientras es más blanca, Todo se actiYa cuando se acumulan las
lee a Kairt, avuclado por el idealismo del opio. La es- contradicciones.
t cena sucede én un cottage 1 del País de Gales. "¿Una Baudelaire nos describe un cuadro centrado; nos ha
agradable habitación, no hace más poético el invierno, conducido hasta el centro de un ensueño que podemos
v no aumenta el invierno la poesía de la habitación? entonces confundir con nosotros mismos. Claro que
El blanco 'cottage' estaba edificado en el fondo de le daremos rasgos perscnales. En la casita ele Thomas
un vallecito rodeado de montañas suficientemente altas; de Quincey, evocada por Baudelaire, colocaremos a los
estaba como enrnelto en fajas de arbustos." Hemos seres de nuestro pasado. Recibimos así el beneficio
ll subrayado las· palabras de esta corta frase, que corres- ele una evocación que no se carga con exceso. Nncs-
ponden a b imaginación del reposo. ¡Qué marco de
l tranquilidad para un fum::idor de opio que, leyendo
tros recuerdos más personales pueden habitar aquL Por
!: I·Ienri Bosco describe bien el tipo de semejante ensueño en
1 Esa palabra dulce a la mirada, ¡cómo desentona en un texto esta corta fórmula: "Cu.Indo el refugio es seguro la ten1pcsta<l. es
francés si se pronuncia a la inglesa! buena."
i.' í4
76 CAS.\ Y UNIVERSO C.\S.\ 'f tJ>.:I\ 1 ETZSO
no sé qué simpatía, la descripción de Bauclclaire ha rcncia, se multiplica. La casa recibe del mnerno reser-
perdido su tri,ialidad. Y siempre sucede así:. Los cen-. ,·as de intimidad, finuras de intimidad . .En e_l mundri
tros de ensuefio bien determinados son medíos ele co- fu~.ra__deJa casa,Ia nic,·c b_orra los pa~os, confunde los ·
municación entre los hombres ele ensuefio, con la misma Cárninos, ahoga los ruidos, oculta los colores. Se siente
1 seguridad que los conceptos bien'definidos son medios
iJCtuar una negación cósmica por la blancura 'lml\"ersa 1.:.....
de comunicación entre los hombres ele pensamiento. El sofiador de casas sabe todo esto, siente todo esto, v :
En Curiosidades estéticas, Baudelaire habla tam- por la disminución del ser del mundo exterior, conoce
bién de una pintura de La,·ieille que representa "um un aumento de intensidad de todos los ,-alares íntimos.
cabafia en el linde de un bosque" en invierno, "la
estación triste". Y sin embargo: "Algunos de los efec- II
tos que [Lavieille] ha expresado a menudo me parecen
,,.-dice Baudelaire- extractos de la dicha invernal." De todas las estaciones· el iü\·íernb"''es la más yieja.
El invierno evocado es un refuerzo de la felicidad de ,1'óne ·eclad eri losrccuerdo~. Nos devueh·e a un largo
nabitaL En el Teino de la imaginación, d in\•íeirio _pasado. Bajo la nieve la casa es ,-ieja. Parece que la
erncado anmenta el \·,ilor de habitación dé la casa. . .. casa viYe más atds en los siglos lejanos. Ese senti-
·,e;:;' Si s~ nos picl]era un estudio onírico sobre el cottage miento está bien e,·ocado por Bachelin en las páginas
de Thomas de Quincey re\"ivido por Baudclaire, diría- en que el ínYiemo tiene toda su hostilidad." "Eran
mos gue consen·a el olor insípido del opio, y una atmós- noches en que, en la_s Yíejas casas rodeadas de nieve
fera de somnolencia. Nada nos dice el \·alor de los '\' de cierzo, las grandes historias, las bellas leyendas
muros, el coraje del tejado. La casa no lucha. Se diría que se trasmiten los hombres adquieren un sentido
que Baudclaire sólo sabe encerrarse entre cortinas. concreto y se hacen susceptibles, para quien las ahonda,
Esa falta de lucha es a menudo el caso de las casas ele una aplicación inmediata. Y así tal ,-cz uno ele nues-
en el invierno literario. La dialéctica de la casa y del tros antepasados, expírnndo en el afio 1000, pudo creer
universo resulta demasiado sencilla. Especialmen'te la en el fin del mundo. Porque las historias no son aquí
nieve aniquila con demasiada facilidad el mundo exte- cuentos de la Yelada, cuentos ele hadas rebtados por _
rior. Universaliza el universo en una sola tonalidad. las abuelas; son historiJs ele hombres, historias que me-
Con una palabra, la palabra nieve, el uní\·erso queda ditan fuerzas y signos." "En esos im·iernos -dice en
exprimido y suprimido para el ser refugiado. En Los otro lugar Bachelin- parece que, bajo la campana ele
desiertos del amor, el propio Rimbaud dice: "Era como la vasta chimenea, las viejas leyendas debían ser en-
una noche de im-ierno, con niC\·e para asfixiar decidida- tonces mucho más viejas que hoy." Tenían precisa-
mente al mundo." mente esa antigüedad del clrnma de los cataclismos, de
De todas maneras, más allá de b casa habitada, el
,_,-----~".""-""'~
los cataclismos que pueden anunciar el fin del mundo.
cosmos de im'í°ernó, es un cosmos simplificado. Es una Evocando esas Yeladas del invierno dramático en
no-casa, en el estilo en que el metafísico habla de la casa paterna, Bachelin escribe: "Cuando nuestros
un no-vo. De la casa a la no-casa todas las contradic- compafieros de veladas partieron con los píes en Ja nieve
ciones ~e ordenan fácilmente. En la casa todo se dife- 3 Henri Bachelin 1 Le serviteur1 p. l 02.
78 CAS,\ Y U:\"IVERSO C.\Sc\ Y L'-:1\'ERSO 79
,. la cabeza al Yiento, me parecía que se ib:;n muy la c;isa. Pone su confianza en la prudencia del hura-
lejos a países desconocidos, de lechuzas v lobos. Me cán, en la clarividencia del rclárnp:igo, en todos los ele-
sentía tentado de gritarles como había Íeído en mis mentos que, en su furia misma, Yen la morada dd
primeros libros de historia: ¡a la gracia de Dios!" hombre y se entienden para protegerla.
¿No es notable que en el alma de un niño, la sim- Pero este "negativo'' de imagen no es menos reve-
ple imagen de la casa familiar bajo la nieve que se lador. Testimonia un dinamismo de lucha cósmica.
amontona pueda integrar imágenes del año 1000? Rilke -ha dado muchas pruebas ele ello y lo hemos
Tomemos ahora un caso más complejo, un caso de citar con frecuenci3- conoce el drama de las mora-
que puede parecer paradójico. Pertenece a una página das del hombre. Sea cual fuere el polo de la dialéctica
de Rilke_. donde el soñ.ador se sitúa, biertsea la casa o el universo,
-Parn éLy al co_nJr_ªriQdeJª_iesis general_que soste- la dialéctica se dinamiza. La !casa--v er;;;:;¡; ers'() no SOJ;
nemos en el capítul9___3nteiior, es sooré-fodo en las ciu: "si.mplerncntc dos espacios ymlapu~tos. En el re;no de
dades -donoefa tormenta'sevuehe ofensiva, donde el ta imaginación se animan mutuamente en ensueños
cielo nos manifi'esta'sffira~on más claridad. En el cam- ~ontrnri(i~. Ya Rilke concede c¡ue hs pruebas "endure
po la tempestad se muestra menos hostil. .Desde nuestro cen" la vieja casa. La casa capitaliza sus Yictorias con-
punto de vista se trata de una paradoja de cosmicidad. tra el huracán. Y puesto que en un estudio sobre Ia
Pero la página rilkeana es hermosa y nos interesa co- imaginación debernos rebasar el reino de los hechos,
mentarla. ~a beill_os bien que; estarnos Illás. tranquilos, más seguros
He aquí que Rilke escribe a su amiga "l'viúsica": en-la .vieja morada, en la.casa natal, que en la casa
"¿Sabes tú que en la ciudad me asustan estos huracanes ele las CaJ1es' donde no habitamos ID<Í' que de paso. _--·
nocturnos? Diríase que en su orgullo de elementos, ni
siquiera nos ven. l'v1ientras que una casa solitaria, en IV
medio del campo, la ven, la toman en sus brazos po-
derosos y así la endurecen, y allí quisiéramos estar En oposición con el "negativo" que acabamos de exa-
fuera, en el jardín que muge, y por lo menos nos aso- minar, daremos el ejemplo de una positividad de adhe-
mamos a la ventana, y aprobarnos los viejos árboles sión total al drama de la casa atacada por la tormenta. ~.
iracundos que se agitan corno si el espíritu de los pro- La casa de J\falicroix 4 se llama La Redousse. Está
fetas estuviera en ellos." construida en una isla de la Camargue, no lejos del río
La página de Rilke se me antoja, en su estilo foto- que murmura. Es humilde. Parece débil, Vamos a
gráfico, un "negativo" de la casa, una inversión de la comprobar su ya]or.
función de habitar. La tormenta ruge y retuerce los árbo- El escritor prepara la tempestad a través de largas
les; Rilke, refugiado en la casa quisiera estar fuera, no páginas. Una meteorología poética va a las fuentes ele
por necesidad de gozar del viento y de la lluvia, sino por donde nacerán el rnoYirniento y el mido, ¡Con qué
un refinamiento de ensueño. Entonces Rilke participa, arte aborda primero el escritor lo absoluto del silencio,
se siente, en la contra-cólera del árbol atacado por la la inmensidad de los espacios del silencio! "Nada su-
cólera del viento. Pero no participa en la resistencia de 4 Henri Bosco, lVIalicroix, PP.· l 05 s.
80 C.\S.\ Y U-'i!VERSO C.\S ..\ Y U-'ilVERSO 81
.giere, como el .silencio, ..el sentimiento de los espacios poco, la casa se transforma en el verdadero ser de hu-
ilimitados. Yo entraba en esos espacios. Los ruidos co- manidacl pura, el ser c¡ue se defiende sin tener. jamús
lorean la extensión y le dan una especie de cnerpo la responsabilidad atacar. La l\edousse es la iResi;.
sonoro. Su ausencia la deja toda pura y es la sensación · tencia del hom hre. Es valor humano, granclcf:a ckr
de lo vasto, de lo profundo, de lo ilimitado, que se apo- 'l1ornbre: ··
dera de nosotros en el silencio. rvie invadió v fui, du- He ·aquí la página central de la resistencia humana
rante unos minutos confundido con esta gr;ndeza de de la casa en el centro de la tempestad:
la paz nocturna. "La casa luchaba bravamente. Primero se qnejó;
"Se imponía como un ser. los peores vendarnles la atacaron por todas partes a b
"La paz tenía un cuerpo. Prendido en la noche, \·ez, con un odio bien claro v' tales rugidos de rabia
b
hecho de la noche. Un cuerpo real, un cuerpo inmóvil." que, por momentos, el micclo me daba escalofríos.
En ese vasto poema en prosa vienen entonces pági- Pero ella se manturn. Desde el comienzo ele la tem-
nas que tienen el mismo progreso de rumores y temores pestad unos vientos gruñones la tomaron con el tejado.
que las estrofas de los Djins en Victor Hugo. Pero Trataron de arrancarlo, ele dcslom:ulo, de hacerlo pe-
aquí, el escritor se toma tiempo para manifestar el es- dazos, de aspirarlo, pero abombó la espalda y se adhi-
trechamiento del espacio en el centro del cual \·i,irá b rió al viejo armazón. Entonces llegaron ohos vientos
casa como un corazón angustiado. U na especie de an- y precipitándose a ras del suelo embistieron las paredes.
gustia cósmica preludia la tempestad. Después, todas Todo se. conmovió bajo el impetuoso choque, pero b.
!as gargantas del viento se distienden. Y pronto to- casa flexible, doblegándose, resistió a la bestia. Estaba
dos los animales del huracán emiten su voz. ¡Qué bes- indudablemente adherida a la tierra ele la isla por raíces
tiario del viento podríamos establecer si dispusiéramos inquebrantables que daban a sus delgadas paredes de
de espacio, no sólo en las páginas que invocamos sino caña enlucida y tablas una fuerza sobrenatural. Por
en toda la obra de Henri Bosco, analizando la dina- mucho que insultaran las puertas y las contraventanas,
mología de las tempestades! El escritor sabe por ins- que se pronunciaran terribles amenazas, trompeteando
tinto que todas las agresiones, vengan del hombre o en la chimenea, el ser ya humano donde yo refugiaba
del mundo, son animales. Por muy sutil que sea una mi cuerpo, no cedió ni un ápice a la tempestad.
agresión del hombre, por muy indirecta, camuflada y La casa se estrechó contra mí corno una loba, y por
construida, rewla orígenes inexpiados. Un pequeño fila- momentos sentía su aroma descender maternalmente
mento animal Yive en el menor de los odios. El poeta hasta mi corazón. Aquella noche fue ,·erdacleramcntc
psicólogo -o el psicólogo poeta, si es que existe- no mi madre.
puede equivocarse señalando con un grito animal los "Sólo la hwe a ella para guardarme y sostenerme.
diferentes tipos de agresión. Y uno de los signos terri- Estábamos solos."
bles del hombre consiste en no comprender intuitiva- Hablando ele la maternidad de la casa en nuestro
mente las fuerzas del universo más que por una psico- libro, La tierra y los ensueños de reposo, habíamos cita-
logía de la cólera. do estos dos versos enormes ele i'viilosz en que se unen
Y contra esta jauría que se desencadena poco a las imágenes de la Madre y de la Casa:
82 CASA Y UC\IVERSO C\S.\ Y U:\IVERSO 83
Je di;· ma Mere. Et c'est a rnus que je pense, o Z\foicon! .aislªda .. Yit:r!_e. a .darle imágenes tncrtcs, es decir, conse-
f..faison de beaux étés obscures de man enfance. jos de resistencia,
· Así frente a la hostilidad, frente a las formas ani-
'Yo digo madre mía, y pienso en ti, ¡oh Casal I Casa
de ]Los bellos y oscuros estíos de mi infancia. .1 males ~e latc1npcstad v del huracán, los valores de
¡, protección y ·de resistencia de la casa se trasponen en
( M élancolie) J 'j valores humanos. La casa adquiere las energías físicas
'.\ v morales de un cuerpo humano. Abomba la espalda
El agradecimiento conmovido del habitante de La Re- hajo el chaparrón, endurece sus lomos. Ba¡o las ráfagas
dousse evoca una imagen similar. Pero aquí la imagen se dobla cuando hay que doblarse, segma de enderezarse
no procede de la nostalgia de una infancia. Se nos da a tiempo negando siempre las de;rotas ¡;iasa}eras. ,Una...
en su actualidad protectora. Allende también de una casa así exige al hombre un hero1smo cosmico. Es un
comunidad de la ternura, hay aquí comunidad de fuer- -i!lstrumentó para afrontar el cosmos. Las metafísicas
za, concentración de dos valores, de dos resistencias. "del hombre lanzado al mundo" podrían meditar con-
¡Qué imagen de concentración de ser, la de esta casa cretamente sobre la casa lanzada a través del huracán,
que se "estrecha" contra su habitante, que se tr~ns­ desafiando las iras del cielo. A la inversa .Y.eri. .son.tra.
forma en la celda de un cuerpo con sus muros prox1- de todo la casanos avuda a dec1r~'.ieré unhgbitg!1te del
mos. LEl refugio se ha_ cgg.trªídq,.J Y.~Let1C[() _más _pro- ·mtÍnd~-' ;-p~sar ·del ~mido: Él problema no es sólo
tector'''s-eña ··neé!1o"'exteríormente más fuerte. De -Ún.proble.ma de ser, es un problema de energía y por
refl!g}o-se _'ha i::orwertido en_ fori.<lleia. La .choza ha consiguiente de contraenergía.
pasado a ser un baluarte del valor para el sohtano que En esta comunidad dinámica del hombre y de la
aprenderá así a vencer el miedo. Dicha morada es edu- casa en esta rivalidad dinámica de ja casa v del uni-
cadora. Se leen las páginas de Bosco como un engaste ' no estamos lejos de toda referencia a las
verso, ' simples
de las reservas de fuerza en los castillos interiores del formas geométricas .•.!::,a ,casa vi\ida no es un_a caja
valor. En la casa, convertida por la imaginación en el inerte. E;.L_e_sp:oJ('lo_J1ab1t_ado tr"a_sc.1e_nde \'L espacm_g¡;o-
centro mismo de un ciclón, hay que superar las sim- métrico.
ples impresiones de consuelo que se experimentan en - · ' EÚa trasposición del ser de 1a casa en valores huma~­
todo albergue. Esrp!ecj~\l.P.ªrticip:g en el drama cós- nos 'puede considerarse como una actividad de metá-
mico vivido por l:i;_s'.1;~2: que luc_ha. ,Todo el drama de for~s?' ¿No hay allí más que un lenguaje de imágenes?
j\faJicroix es una prueba de soledad. El habitante En su calidad de metáforas, un crítico literario las
de La Redousse debe dominar la soledad en la casa de juzaaría fácilmente excesivas. Por otra parte, un psi-
una isla desierta. Debe adquirir allí la dignidad soli- cól~go positivo reduciría inmediatamente el lenguaje
taria conseguida por un antepas_fldo al que un graH-... de imágenes a la realidad psicológica de un hombre
drama de la vida hizo solitario. :<.._,.---------·-
Debe estar ·--· 1
___ ,. -·" solo,--·-solo
-~---.- -~- enmurallado en su soledad, lejos de todo socorro hu-
en. un cosm.Q.s ... 'll1S !lº es. ~1.ds s11_1nfancia. Ue.l.it,J10m- mano. Pero_ la fenomenología de la ime.g_jnación .Jl.O_
bre de_ f:1Zél l;iJa_rid:oJ~Y fel_iz, el~r....:m__:i:µlor" ;¡prender .pucd <'.. C()I:J tenta.rs.e .. cqp-~1,JI1:1 re<.! µcs:_ió11 _<i!!e_b a ce_ de.las
e.L_ya].QL":l:!.te ~_fl cosmos rudo, pobre, fríoJ La ca~a
~--,~~~~~-·-·'"~·---~-· ---
_imágenes medios subalternos de expresión:
---------------~·--·~-~-- .. - .....
la fenome-

e •
"f

C\SA Y U!\IVERSO
nología de la imaginación pide que se ,-irnn directa-
1 CASA Y U'.\l\'ERSO
la trasposición_ a lo humano se efectúa inmediatamente,
85

mente las imágenes, que se tomen las imágenes como en cuanto se toma la casa corno un espacio de consuelo
acontecimientos súbitos de la vida. Cuando la ima- e intimidad, como un espacio que debe condensar v
gen es nueva, el inundo-es nuevo. · defender la intimidad. Entonces se abre, fuera de toda
·- ·y ep· l<l léctura aplicadaa la vida, toda pasividad racionalidad, .el campo del onirismo. Le·endo y rele-
desaparece si tratamos de tomar conciencia de los actos yendo !'vfalicroix, oigo pasar sobre el tejado de La Re-
i::!eidorés-aerpoefa que expresa el mu11do, un mundo dousse, como dice Pierre-Jean Jom-e, "el zueco ele hierro
'' que se abre· a nl.IeStros ensueños. En I\Jalicroix, la nÓ- del sueño". .
~ vela de Henri Bosco, el mundo influvc en el hombre Pero slLcomplejo realidad y sueño1, no se resuelve
'-' solitario mucho más ck lo que puédé~ influir-los pci- - nnnca definitivarne_nte. La propia casa, cuando se pone
sonajes. Si se suprimieran de la novela todos los poemas a vi\·ir de un modo humano, no pierde toda su "obje-
en prosa que contiene, sólo quedaría una cuestión _tividad". Es preciso que examinemos más de cerca
ele herencia, un duelo entre notario v heredero. Pero cómo···se presentan en geometría soñadora las casas del
qué ganancia para un psicólogo de l; imaginación, si pasado,_las casas donde volvemos a encontrar eh l1ue·s-
a la "lectura" social añade la lectura "cósmica". Se da tras ensoñaciones la intimidad del pasado. Debernos
bien pronto cuenta de que el cosmos forma al hombre, estudiar continuamente cómo b dulce materia de la
transforma a un hombre de las colinas en un hom- intimidad vueh·e a encontrar, por la casa, su forma,
bre ele la isla y del río. Comprende que la casa remo- la forma que tenía cuo.ndo encerraba un calor primero:G
dela al hombre.
Con la casa vivida por el poeta nos vemos condu- Et l' ancienne maison
cidos a un punto sensible de la antropocosmología. Je sens sa rousse tíédeur
Vient des sens a /'esprit.
La casa es, pues, un instrumento de touoanálisis. Es
un instrumento muy eficaz porque es' precisamente [Y la casa antigua I Siento su roja tibieza / Viene de los
de un empleo difícil. En resumen, la discusión de sentidos al espíritu.]
nuestra tesis _se sitúa sobre un terreno desfavorable.
--~--""""'
f" ""'''"""
En efecto, 9a casa !es primeramente un objeto. de fuerte V
geometría. 'Nos sentimos tentados de analizarlo racio-
nalmente. ~u realidad primera es Yisible y tangible. Primeramente podemos dibujar esas casas antiguas, dar
Está hecha de sólidos bien tallados, de armazones bien de ellas una representación que tiene todos los carac-
asociadas. Domina la línea recta. La plomada le ha teres de una copia de la realidad. Ese dibujo objetivo,
dejado la marca de su prudencia y de su equilibrio.º separado de todo ensueño, es un documento duro y
Un ..taLobjeto geométrico debería resistir a metáforas estable que señala una biografía.
que- acogen el cuerpo humano, el alma humana. Pero -· Pero esta representación extcriorista, aunque maní·
~ - -- - - -
fiesta sólo un arte de diseño, un talento de representa-
5 De hecho, debe notarse que la palabra casa no fio-ura en c1
ción, ahora se hace insistente, invitaclora, y nuestro
índice tan nünuciosamentc hecho de Ja nueYa ediciónti del libro
de C. C. Jung, Metamorfosis del alma y de sus sín1bolos. 6 Jean \Vahl, Poi:mes, p. 23.

. '
w s

86 C.>S\ Y Ul\IVERSO C.\Sc\ Y UC\IVERSO 87


criterio respecto a lo bien interpretado, y lo bien hecho De los tipos de estampas se pasa a concretar los
se prolonga en ensueño y en contemplación . .El eE_- tipos de casas. Así, Annie Duthil escribe: 8
sueño vuelve a habitar el dibujo exacto. La representa-_ "Estoy en una casa de estampas japonesas. El sol
'ciiíri de·· ú11a' éasá · nO 'aeja 1ñ-uc110 tiempo indiferente entra por todas partes, porque todo es transparente."
ál soñador:··--" . . .. . .. ' . -- Hay casas claras donde habita en todas las estacio-
..J\.:Íi:ich-;J"' antes de dedicarme a leer todos los días a nes el verano. No tienen más que ventanas.
los poetas, me dije con frecuencia que me gustaría Y también es un habitante de estampas el poeta
vivir en una casa como las que se ven en las estampas. que nos dice: "
La casa a grandes trazos, la casa de un grabado en
madera me decía aún mucho más. 1\fe parece que los Qui n' d pas au fond de son cocur
l!n sornbre cháteau d'Elseneuí
grabados en madera exigen mayor simplicidad. Gra-
cias a ellos mi ensueño habitaba la casa esencial. A l' instar des gens du passé
Esos sueños candorosos que yo creía míos, ¡qué On construit en soi-méme pierre
asombro fue para mí encontrar sus huellas en mis lec- Par pierre un grand chfiteau han té.
turas!
[Quien no tiene en su corazón / Un castiHo de ~1sei:ior !
André Lafon había escrito en 1913: 7
/ Co1no las gentes del pasado I Construyo en mr m-1smo~
piedra / sobre piedra, un gran cnsti11o con fantasmas.]
Je reve d'un logis, maíson basse a fenétres
Hautes aux troís degrés usés plats et verdís
Y de esta manera me conforto con los dibujos de
mis lecturas. Voy a habitar las "estampas literarias"
Logis pauvre et secret a l' air d' antíque estampe
Qui ne vit qu' en moi-méme, ou je rentre parfois que me ofrecen l?s poetas. g_~'1_'.1to.;:_i_á__s _s_e'._1_c:i}l?,~~-·J~
~as.a.... grabada, .mae .....hac:.f .... tra.fi..:!Pl..E1L.).1?2.\ig;!_!.~C:10 ~.~~e
1\1' asseoir pour oublier le jour gris et la pluic.
habitante. l\2.se q1:1.e<la en "r~Ee~c;i:t~!.si.éln '·.Les me~s 1
[Sueño con una casa baja, ele ventanas altas, / Con tres sjlñfucries .. Su al~efg11e es for!<1ll'c;e5fgr. Hay que habi-
peldaños viejos, lisos y verdinosos I . . . / 1\forada secreta tarlél' sim/Jlen?'énte, con la gran seguridad que da la sim-.
y pobre como una estampa antigua / Que sólo vive en mír y pliciclad. La casa grabada despierta en mí el sentido
donde entro a veces / para olvidar sentado el día gris ele la Cho;:a; revivo la fuer;:a de mzracla de la ventamta.
y lluvioso.] Y si digo sinceramente la imagen, siento la necesidad '
de subra,·ar. Súbrcryar. Í¿No es acaso grab~~~gi]Jjc;"[!dc:LJ
Tantos otros poemas de André Lafon están escritos ., '~~:·:::_'.:';1-.,.,,.,,, .. ,,,.><,1 ~-~--=-----~·-~"~

bajo el signo de "la casa pobre". . . La casa, en las


"estampas" literarias que él traza, acoge al lector como VI
a un huésped. Un poco más de audacia v el lector A veces la casa crece, se extiende. Para habitarla se
cogería el punzón para grabar su lectura. · 'iíe'éCsífa uha'fü:C'}\ ·oc§l!liJ:i.~i.cillg..:.Qr:~rs.i:!l'.!!.<:.l'l:::.. .!.!.!.!. en-
s A.nnie Duthil, La pécheusc d';ibsolu, ecL Seghers, p. 20.
7 ..\ndré Lafon, Poésies. Le réve d' un logis, p. 91. 9 \lincent \fonteiro, \l crs sur verre·, p. 15.

\
\i
'~;
TWM

88 CAS.\ Y U:'\l\'ERSO
sueño menos dibujado. "1\Ii casa -dice Georges Spy-
r CAS:\ Y u:-;IVERSO
... c[out respire a nouvcau
89

ridaki-,10 es diáfana, pero no de ,·idrio. Es más bien La nappc ost blanchc.


de la misma naturaleza que el vapor. Sus paredes se
condensan v se relajan según mi deseo. /\ veces, las [ ... Todo respira nuc,·amcntc i El mantel es blanco.]
estrecho en ·tomo mío, corno una armadura aislante ...
Pero otras, dejo que los muros de mi casa se expandan El mantel, ese pnñado ele bLrncma, basi·ó para an-
en su espacio propio, que es la extcnsibilidad infinita." clar la casa en su centro.
Las casas literarias de Gcorges Sp,riclaki y ele Rcné
La casa de Spyridaki respira . ..Es. ..r.e:-:e:stimie.nta....d.e....
'armadura v también .. se extiende hasta lo infinito. Cazclles son moradas ele inrnensicbcl. Los muros se han
ido de vacaciones. En tales casas se cura la claustro-
(H~~lga decir que vi, irnos en_¡:lLa_lg seguridad .V la ª'"en~­ fobia. Hay horas en c¡nc resulta sumamente saludable
j .tl!r;J póf1ufüós-:-Es.celda y _es mu[Jdo ... La geométría_
l se trasciende. · · - · ·· - · lnbitarlas.
La imagen de esas casas que integran el viento,, que
¡· ·:·Dú-ííiealícfad a una imagen adherida a una fuerte
realidad nos sitúa en el aliento mismo de la poesía. aspiran a una levedad aérea, que llevan sobre el arbol
' Unos textos de René Cazelles van a hablarnos ele esta de su crecimiento inverosímil nn mdo dispuesto a volar,
tal imaoen puede ser rechancla por un espíritu posi-
expansión, si aceptamos ha bitar las imágenes del poetJ.
tí...-o, re;lista. Pero par2 una tesis general sobre la im.a-
Escribe desde el fondo ele su Pro,·enza, el país ele con-
tornos más rotundos: 11 ginaeión resulta preciosa porqnc se encuentra tocada, sm ¡'í
"¿Cuándo dejaré ele buscar la casa in en contra ble que lo sepa probablemente el poeta, por .e:).llamam1~ntqr¡
donde respira esa flor de larn, donde nacen las tormen- de loscqntrarios que.,c11r¡mi:u;o;an.los,grancles arquetipos. ,1
tas, la extenuante felicidad? Ericl:ÍN eu~anr1, en· un artículo ele la revista Eranos,1"
ha demostrado que todo ser fuertemente terrestre -. v
la casa es un ser fuertcmen te terrestre- registraba, sm
"Destruida la simetría, servir de pasto a los vientos.
embargo, las llamadas de un mundo aéreo, de un mun··
do celesl:e. A la casa bien cimentada le gusta tener una
"Quisiera que mi casa fuera como la del viento ma-
rama sensible al \iento, un desván con rumores de fo-
rino, toda palpitante de gaviotas."
llaje. Pensando en ese dcs,·án un poeta escribió:
'· .Así en todo sueño de ca_s~Lbay una inmensa casa
\J cósmic; en potencia:·· De-su.centro irradian los .Yi_¡;ntos, Lt escalíer des arbres
: y'las gaviotas salen des1is-\·ent.':'.1ªs. ~~'1_.~a_sa ta1'. di.- On y monte.13
e ·ná1nica pernüfi; '!1 poebCh'!bitar eJ ~nnerso. O, dicho
¡ -aé ofra· manera, el universo viene a habitar su c~s~.· [La escala de Jos árboles / La subi111os.]
i · ·/\ veces durante un descanso el poeta Yuelve al cen-
tro de su morada: Si de una casa se hace un poema, no es rarn que las
10 Georges Spvridaki, J\,fort lucidc, ed. Seghcrs, p. 35. 12 Erich Neu.riiann, '·'Die Bedcutung des Erdarchetyps für die
11 René CazeÍies, De terre et d'envolée, ed. G. L. ;\f 1953 1 Neuzeit", Eranos, p. 12.
pp. 23 y 36. 13 C!aude Hartmann, Noctumcs, ed. La G:ili:re.
'. i

.'
90 CASA Y UNIVERSO C~S.-\ Y U0:IVERSO 91
más intensas contnclicciones ,-engan a despertarnos, L!ne 1naison drcssée au coeur
como diría el filósofo, de nuestros sueños en_ los concep- _\fa cathédrcJe de silence
tos va liberarnos de nuestras geometrías utilitarias_ En Chaquc nia:in reprise en rCve
la 'página de René Cazelles, es la solidez lo- que _al- Et chaque soir abandonnée
U ne maíson couverte d' aube
canza la dialéctica imaginaria. Se respna el aroma nn- Ouvcrte au yent de ma jeunesse.1 4
posible de la Ln-a, y el granito es alado. E inYersa-
mente, el Yiento súbito es rígido como una viga. La [Una casa erigida en el corazón I Mi catedral de silencio
'! casa conquista su parte de cielo. Tienen todo el cielo / Reanudada cada mañana en sueños I Y cada noche aban-
donada / Una casa cubierta de alba I Abierta al viento de
por terraza. . .
1ni jn\·entucLJ
Pero nuestro comentario se hace demasiado preciso.
Acoac fácilmente dialécticas parciales sobre los diferen-
Esta "casa" es una especie de casa ligera que se
tes ~aracteres ele la casa. Prolongándolo, quebraríamos
des¡):[aza, para mí, en _los alientos del tie1:1po. Está
la unidad del arquetipo. Siempre sucede así. Es mejor
''erdaderamente abierta al vendaval ele otro tiempo. Di-
dejar las ambivalencias de los arquetipos, e:ivueltas e,n
ríase que puede acogernos en todas las _mañanas <l_c
_ su valor dominante. Por esto el poeta S~I<l_ s1~rnpr_e _fl1aS
nuestra vida para darnos la confianza de v1v1r. En mis
~ugestivo que el filósofo. Tieneprec!san_iente_ derecho
ensueños relaciono estos versos ele Jean Laroche con
a-ser sugestivo. Entüncés, siguiendo el clmam1s:110 9ue la página donde René Char 15 sueña "en la estancia
corresponde a la sugestión, el lector puede lf mas le¡os; aligerada que desarrollaba poco a poco los grandes es-
demasiado lejos. Leyendo y releyendo el poema de Rene pacios viajeros". Si el Creador escuchara al poeta, crea-
Cazelles, una vez aceptado el surtidor de la imagen, se ría la tortuga voladora que lJtyaría al cielo azul las gran-
sabe que es posible permanecer no sólo ,en lo alto <l_e des seguridades de la tierra.
la casa, pero en una sobrealtura. Hay as1 muchas ima- ¿Es preciso otro ejemplo de estas casas leves?_ En
genes sobre las cuales me complace superelevarme. La un poema que se titula Casa de viento, Loms Gmllau-
elevación de la imagen de la casa está replegada en la me sueña así: 16
representación sólida. Cuando el poeta la clesp~ie¡¡a,
la extiende, se ofrece en un aspecto fenomenolog1co Longtenips je t'ai construíte, ó ~1aison! .
muy puro. La conciencia "se eleva" con ocasión de una - A chaque souvenir je transportazs des pzcrres
imagen que por lo general "repo_sa" ._ La imagen ya no Du rivage au somn1et de les murs
Et ¡e voyais, chaume couvé par les saisons
es- descriptiva, es resueltame12.!e__l_tl_Sp_lfadora, .--· ____ :
Ton toit changeant comme la tner
/F- Extraña situación,. ¡los ,espac10s que amamos. no
- ~_Qie~Il-é¡Üedarse-enéeúádcis si_empre! Se despliegan.
Danser sur le fond des nuages
Auxquels il melait ses fumées
fDi.iías·e--que se transportan fácilmente a otra parte, a 1
·¡ Maison de .-ent demeure qu'un souffle effar;ait.
/otros tiempos, en planos diferentes de sueños y re-
/ cuerdos.
14 Jean Laroche, Mémoire d~été, ed. Cahiers de Rochefort, p. 9.
¿Cómo no aprovecharía cada lector la ubicuidad de 15 René Char, Fureur et mystere, p. 41.
un poema como éste?: 16 Louis Gui11aume, Noir com1ne la mcr, ed. Les Lettres, p. 60.

- '
92 C.\S_\ Y U'.;l\'ERSO
93
[¡Cuánto ticn1po J1e,·o construyéndote~ 011 cas1! / ~-\ cada
recuerdo transportaba piedras í De la ribera a la cima de tus
Escribe Jean Bourdeil!ette en un verso de infinito."
muros I l~ YeÍa7 bálago Incubado por las estaciones / 1"'u tejado Cuando se ha soñado tanto en el cáliz de una flor,
cambiante como el mar í Danzando sobre el fondo de las se recuerda de otro modo la casa perdida, disnelta en
nubes I :\ las cuales se mezclaba el humo. / ! Casa de \~ento, las aguas del pasado. ¿Quién leerá sin entrar en un
morada que un soplo des,·anecía.J sueño sin fin estos cuatro Ycrsos?

Puede sorprender que acumulemos tintos ejemplos. La clwmbrc meurt miel et tilleul
Un espíritu realista dice: "¡Nada de eso se tiene de Oi'i les tiroirs s' ouvrírent en dcuil
pie! No es m<Ís que poesía vana e inconsistente, una L,a rnaison se 1néle ({. la mort
Dans un miroir qui se ternít.
1 ~sía qu_eni siql!i~i::a s'", relacioha ya con la realidad."
¡ Para el hombre positivo,[ _!_odo }o_}i:r_caJ_§~ ..¡ISfJileja. va [La estancia muere n1íc1 \' tila ! Donde los cajones se
1 guc _e_n_l§c_i_r!_caJiª~ bs formas están sumergidas y año- abrieron de luto I La casa s~ mezcla a la muerte ! En un
11raa_~;~d· dSólo l_as:~sas~r~n,~e_s~pirdríáñ tener unáiiicrfri- espejo que se cn1pai1a.]
uan a . · ·· ·

~
pero url, soñador¡cJ,e casas, las ve portodos1ados. VI
Todo le sirve de germen_ para sus ens"ueños' de moráda·s.
ean La roche dice tamb1en: · ·· · Si pasamos de esas imágenes todas fulgores, a imágenes
que insisten, que nos obligan a recordar más adentro
Cette piyoíne est une mai.son vague en nuestro pasado, los poetas nos domir'.a1:::., ¡Con _qué
OU chacun retrouve la nuit. fuerza nos demuestran que h1ifª_,:;as_peidúfas•.para s1em-
pr:f_ yi~e11 en n_osotros ! . Insistei: en nosotros para reYi-
[Esta peonía es una casa vaga I Donde cada uno "uelve vir, como si espcrarán.~quc 1cs prest:íiamos nn snple~
a encontrar la noche.] n1e11to· de-ser. ¡Cuábto mejor habitaríamos la casa!
¡Cóiúo adquieren súbitamente nuestros viejos recnerdos
¿No encierra la peonía en sn noche roja un insecto úna virn posibilidad de ser! No§otrosjuzgamos el pa-
dormido? saC!O:--_r\os···5·uínerge -una especíede remordimiento de ,
i
no haber YÍ\ido co11 bastante profundidad en la vieja
Tout calice est demeure Cñ:sa~-·Rilkc describe ese pesar punzante en versos inol-
i:ídablcs, en Yersos c¡uc hacemos dolorosamente rmes-
[Todo cáliz es morada.]
tros, no tanto en su expresión, corno en un drama del
Otro poeta hace de esta morada una permanencia sentimiento profundo:
de eternidad:
¡()h nost(llgia Je los lugares que no fueron
bastante amados en esa hora pasajera!
Pivoines et pJVots paradis tacitumes!
17 Jean Bourdeillette, Les étoiles dans 12 1n2in, ed, SeghersJ
[¡Peonías y adormideras, paraísos taciturnos!] p. 48.

- .
94 CASA Y UNIVERSO CASA Y UI\'IVERSO 95
¡Cuánto quisiera dei;olrerles de lejos ceremoniosa, otras escaleras, jaulas estrechas subiendo
el gesto olvidado, el acto suplementario' en espiral, en cuya oscuridad se avanzaba corno la san-
gre en las venas," 19
¿Por qué nos saciarnos tan pronto de la dicha de · Así, ]_os ,sueños desciend el},. a ...Y~es tan profunda-
. 1habitar aquella morada? ¿Por qué no hicimos durar mente en urc.pas_ac!o,fndefinido; en un pasado libre de
las horas pasajeras? Le faltó a la realidad algo más fechas, que los recuerdos precisos de la casa natal pare-
· qu.~ la realidad misma. En la casa no hemos soñado cen. desprenderse de nosotros. Esos sueños SOI])renden
bastante. Y puesto que podernos volver a encontrarla iJ[]estÍa cnsoñación~l.Jegarnos a dudar de haber vivido
·por el ensueño, el enlace se efectúa mal. Los hechos donde hemos Yi1ido. Nuestro .Pasado está en otra parte
1. •agobian nuestra memoria. Quisiéramos revivir, allende y una irrealidad irnpr~gna Jos lugares y. los · fie~pos~
' iJos recuerdos reiterados, nuestras impresiones abolídas Parece que se ha permanecido en los ·1imbos der :er. Y
1. !y.los sueños que nos hacían creer en fafelícidad:·· .. el poeta y el sofiador se encuentran escnb1endo pagmas
' cuva meditación apron:charía a un metafísico del sec
Ou vous ai-je perdue, mon imagerie piétínée? H~ aquí, por ejemplo, una página de rnetafisica con-
[¿Dónde os he perdido, imaginación mía pisoteada?]
creta que, cubriendo de sueños el recuerdo d.e . una
casa natal, nos introduce en los lugares mal defimdos,
dice el poeta.1s mal situados del ser donde un asombro de estar nos
• Entonces, sí sostenernosel ensueño en la memoria, sobrecoge; \Villiarn Goyen escribe en La casa de aliento:
"Pensar que se pueda venir al mundo en un lugar
L.~¡ r . .·.ebas.arn. os. 1a ·c:01~c.c1ó11 ..•.d. e]osjecüerdos ·¿0-ncretos, ia que en un principio no sabríamos nombrar s1qme:a'. que
¡:~~sa,-~j'iérC!ida(enla noche del tiempo surge de la scím-
1 bra jirón tras jirón .. No hacernos nada para reorg1~
se ve por primera vez y que, en este lugar anomrno,
i füzarla .. S.u_ ser se restituye a parti~ c]ela irüiII1idad, en desconocido, se pueda crecer, circular hasta que se co-
¡ !a dulzura y la imprecisión de la ¡.·ida interior.) Pa~c;ce nozca su nombre, se pronuncie con amor, se le llame
ij que algo fluido------reúne
- ________ _. ----·-----· ----- -
nuestros Nos
iecuerdós. -, - fUndi="
-- - -- ·- -- - - ----- ----- ---~
hoaar
b '
se hundan en él las raíces, se alberguen nuestros
1! ñios en ese fluido del pasado. Rilke ha conocido esta amores, hasta el punto que, cada vez que hablarnos de -
.
-~ - -- --- - -. - ·-
--~ .. ---
¡ intimidad de fusión. Dice esa fusión del ser en la casa él lo hagamos como los amantes, encantos nostálgicos,
' perdida: "No he vuelto a ver nunca esta extraña mo- y 'poemas desbordantes de deseo." El terreno donde el
rada. . . Tal como la encuentro en mi recuerdo infan- azar sembró la planta humana no era nada. Y sobre
tilmente modificado no es un edificio; está toda ella ese fondo de la nada crecen los valores humanos. Al
rota y repartida en mí; aquí una pieza, allá una pieza . contrario, si[;;Is-a1lá'-defosrecuerdoslse llega, al fondo
y acá un extremo de pasillo que no reúne a estas dos de Jos suefios, ~!1 __cse ª~Jt('_C('_de11t~g_e]_ª_mem_Cl_Ila, parece
¡ l piezas, sino que está conservado en cuanto que frag- T1§la__IJ_ada ac_<Iricia_al~s:.r,,r.<C11..e_trª el _ser_,_ desata dulce-
i !. mento, Así es corno todo está desparramado en mí; las rnente los lazos del ser. Nos preguntamos: ¿lo que fue
habitaciones, las escaleras, que descendían con lentitud
19 Rilke, Los cuadernos de l'vfJlte Laurids Brigge, trad. d?
18 André de Richaud, Le droit d'asile, ed. Seghers, p. 26 . Francisco Ayala, p. 3f,
. t

..
96 CASA Y C'.'lVEf\SO
97
ha sido? ¿Los _hechos t11iiergp ,.>l yaloi: _qgeJes prfsJa res tiemblen. Un valor que no tiembla es un valor
la m emqria?.La\iñemciria ]ej¡i!,lili sólo los recuerda. d:ín- muerto.
doles un valor. füú aúreóla de felicidad. Borrado dicho Cuando dos imágenes singulares, obra de dos poetas
,'3Jor,)os:-;Il::éi;íhosya no se quieren. ¿Es que han sido? que sueñan por separado, llegan a encontrarse, pa-
U na' irrealidad' se filtra .en la realidad de los recuerdos rece que se refuerzan mutuamente. Esta com·crgencia de
que 'están.en la frontera de D'uestra historia p~rsonal y dos imágenes excepciomlcs representa, en cierto modo,
• .i qeuna prehistoria indefinida enel punto precisamente una comprobación para la encuesta fcnomenolóaica. La
. . b
en que la casa natal, después .de nosotros, nene a na- imagen .p1er.~e su carácter gratuito. El libre juego de
cer en nosotros. Porque antes de nosotros -Gayen nos la in1ag1nac1on ;.-a no es una auarquiJ. i\proxi111en1os
Ío'háce comprender- era bien anónima. Era un lugar <l la imagen de La casa de aliento oc \Villiam Goven
perdido en el mundo. Así, en el umbral ele nuestro es-
pacio antes de la era de nuestro tiempo, rema un tem-
otra imagen ya citada en nuestro líb:·o La Tierra y lo.;
e1';'11eños de reposo (p. 96), imagen c;ue no supimos
blor de tomas de ser y de pérdidas de ser. Y toda la re1ac1onar.
redidad del recuerdo se hace fantasmagórica. Pierre Seghers escribe: 20
Pero esta irrealidad. formulada en los sueñ()S, _de] r~;
cuerdo ·no ieTlega af sofiadoi ante las cosás más sóli- Une maison o-ü je yais seul en appelant
-das· á;~t~ la casa de piedra hacia la cual, soñando del Un nom que le silcncc et les il!ttrs nze renvoicnt
mu;1do, d soñador Yueh·e por la noche? \Villiam Ca- Une étra.nge maison qui se tient dans ma roix
ven conoce esta irrealidad de ~J~;iL "Era así, porque Et qu'habite le vcnt.
tan a menudo, ct;~naó·',".'ófria~ solo, siguiendo la senda Je l'inve:1te mes mains dessínent un n.uage
1

en· un velo de llm·ia, la casa parecía elevarse sobre la [}n batea.u de grand ciel au-dessus des foréts
más diáfana de las gasas, una gasa tejida con un aliento Une brume qui se dissipe et disjJarait
Con1me au jcu des im.cgcs.
emitido por tí. Y pensabas entonces qu? la casa nac;dd
del trabajo de los carpmteros no ex1st1a tal vez, que
[Una casa donde voy solo llamando I Un nombre que
quizá no había existido nunc~, que no era 1;1ás que una
el silencio y los muros me devuelven I Una extraña casa
imaginación creada por tu aliento y que tu que la ha- que se sostiene En mi .voz ! l~ habitada por cI viento. / Yo
bías emitido, podías, con un aliento semejar:te, r~duci,rla Ja invento, mis n1anos dibujan nubes / Un barco de gran
a la nada." En una página como ésta, la 1ma.gmac10n, cielo encima de los bosques / Una bruma que se disipa y
la memoria v la percepción truecan sus func10nes. La <l~sap2recc I Como en el j:.1ego de las im{igenes.]
imagen se eitablece en una cooperación, de lo irreal v
lo real, mediante el concurso de la func1on de uno y de Para edificar mejor esta casa en la bruma, en el
otro. ·Para estudiar, no esta alternati1-,1 sino esta fun- soplo, el poeta dice c¡ue se necesitarÍC1:
ción de los contrarios, los instrumentos de la dialéctica
Jóaica serían inútiles. Harían la anatomía de una cosa 20 ·Pierre Seghers, Le domaine public, p. 70. Lievan1os inás
vi~a. Pero si la 9sa !Cs"\m,~·alor ~iyo, espreciso qne ]ejes la cita que dábamos en 1948, porque nuestra imaginación
de lector. se sientt: estimulada por los ensnefios recibidos d~l Ji,·
inteare
__ o_~--.--~una -Ír~:i.:\Jül.ad. Es necesario que todos los v,1Jo-
~_,._,_,~-~"' bro de \'\'il1ia1n Goyen. ·
\ (

98 CASA Y u;-.;IVERSO C\S,\ Y U:\"IVERSO 99


... u nevoix plus forte et r encens no se ha hecho, se hará. Se construirá la casa. Esta
Bleu du coeur et des mots. ·~casa soñada puede ser un simple sueño de propietario,
· ·
[ ... una voz más fuerte y el mc1enso .! azu1 d~l
e corazón 13 concentración de todo lo que se ha )Cstirnado cómodo,
c,onfortable, sano, sólido, inclusQ__ codiciable. para los
y de las palabras.]
<;Iemás. Debe satisfacer entonces el orgullo y la razón,
Como "la casa de ali en to", la casa ,<l~~;;.ºRlo v de la términos inconciliables. Si esos sneños deben realizarse,
~
i
¡¡ voz es un valor que se estremece en el1111:'1te¡de fo real abandonan el terreno de nuestra encuesta. Entran en
•,
' v de ¡~- irrealigad. Sin duda· un espíntu ·realista se el dominio de la psicología de los proyectos, pero ya
\ ·- hemos repetido bastan te que el proyecto es para nos-
que d ara., ·muy
· ·· · aca' ele esta región de los temblores. · - Pero
1 , otros un onirismo de corto alcance. El espíritu se des-
1: el ue lee Jos poemas en el júbilo de imagmar, ;ena ara
co~ una piedra blanca el día en que _puede 01r so'.JTe pliega en él, pero el alma no encuentra allí su \'asta
dos registros. los ecos de la casa¡ perdida. Para qmen vida. IaI yez sea !Juer10 que conservemos algunos sne-
'sabe escucháT la casa de1pasadc>,¿J1_? ~s_acaso una geo. ~os ~obre una casa que habitaremos m~s tarde,síempre
:·metna , de·-··- ··,-··· ·· >Oce,,
. s ]. voz de1.... .i:c;~~·-
nasado;•• ___
resuenan m3s tarde, tan tarde que no tendremos tiempo de rea-
ec9s . .Lªs ..a~-- ....,.~ .... _ _ _..

de otra rrlane'fa en la. gran estancia y en el cuarto pe- lizarlo. Una casa é¡üe fúerií fiiwl; sid1étrica de la casá
ueño y de otro modo también resuenan las llar;i~das natal, prepararía pensamientos y no va sueños, pensa-
~n la .escalera. En el orden de los recu_erdos d1f1c1les, mientos graYes, pensamientos tristes. J\Jás vale Yivir en
lo provisional que en lo dcfínitirn.
mucho más allá de las gegi:i1(0tE!~~- ci~i d~bu¡o, hly q~e
encontrar' de~pÚevÜ .la ton511idªéj_de.. _a .l'!z L c.:spues 1..
He aquí una anécdota de buen consejo.
·· · · Jos •.····suay_es_aromasque
·· · · quedan La relata Campenon, que hablaba ele poesía con el
llegan ... . . .en. las...... hab1tac10nes
· ..... .
~acía~, poniendo un sello aéreo en cada una de }as es: poeta Ducis: "Cuando llegamos a los poemillas que
dedica a su casa, a s11s macizos de flores, a su hverto,
tallcias de Ja casa del recuerci()· ¿Es posible, mas alla
a s11 bosq11ecillo, a s11 bodega . .. no pude menos de ob-
t davía restituir no solamente el timbre de las \'oces,
servar riendo que dentro de cien años correría el riesgo
"la inflexión de las ,·oces queridas que se han callado,
de torturar el espíritu de sus comentaristas. Se rió tam-.
sino también la resonancia de todos los cuartos de 1a bién v me contó cómo, habiendo deseado inútilmente
casa sonora.? En esta extrema tenmdad de los recuer- d desde~ su juventud te;1cr una casa de campo con un jar-
dos, sólo podemos pedir a los poetas documentos e dincillo, había resuelto a los setenta años, dárselos por
refinada psicología. su propia autoridad de poeta y sin gastar un céntimo.
Había empezado por tener la casa ,. como se le aguzara
:. o\Z..· , ~-~t~:~:V- . \TII el afán ele poseer, había añadido el jardín, el bosque-
cillo, etcétera. , .
1 '
,. . l..""''~ ~e~es, fi~~~;;;
del p¿rveniL..._h más sólida, más clara, Todo eso no existía más que en su imaginac10n;
<· más vasta que todas las casas del pasado. Frente a la pero era lo suficiente para que esas pequeñas propie-
casa natal trabaja h imagen de la c;asa soñada. Ya tarde dades quiméricas adquirieran realicbd a sus ojos. Ha-
en Ja vida, con un valor invencible, se dice: lo que blaba de ellas, las disfrutaba como si fueran reales;· y

..
CASA Y U:\IVERSO
C\S.\ Y U>;I\'ERSO JO]
100
P~ro la ~ucstión es más compleja: El que tiene un cas-
su imaginación tenía tal fuerza que no me hubiera sor-
prendido que durante las heladas de abril o mayo se le tILo suena con la choza, el que hcDc la choza suc!'ía
hubiera visto inquieto por la suerte ele su YifÍcclo de con el palacio. l\Iás aún, tenemos cada uDo nuestras
horas de choza i· nuestras horas de pa!ctcio. Desccncle-
Marly. mos para habitar junto a la tierra, en el sudo de la
"i\Ie contó a ese respecto que un honrado y buen
provinciano, habiendo leído en los periódicos algunos _31Jí_'~~:l_.!': C1espué5;-e-0~=s cas tili05"~2P.:Jtí~ que'
. mamos c!o-rrrm:ir-eJ-horizonte~-y-cfümC!o la lectura· 110.i ·
! í• de los poemas donde canta sus pequeños dominios, le
Cfií · tarifos 1l1gares 11abitados, sabemos hJcer vibrar en ·
había escrito of,-eciéndole sus sen~cios como administra-
nosotros la dialéctica ele la choza y del castillo. Un aran
dor, pidiéndole sólo alojamiento y los honorarios que
! poeta ha ,.iYido de ella. En Les féerics intérieure~ ele
juzgara justos."
Sain~-Pol Roux se encuentran dos cuentos que basta
r ->1nstalado entadas partes, pero sin encerrnrse en relac10nar para tener dos Bretafi.as, para duplicar el
ni:1~:: ]~~o,: ta} es ladi;~ísá }éJJs~fí.ádorde:mo:gQ~i
I
¡ En la casa fm,,1 como en m1 casa verdadera, el suefi.o
mundo .. De uno a otro mundo, .de una a otra morada,
rnn y vienen los suefi.os. El pnmer cuento se titula:
~e habitar está superado. Hay que dejar siempre abier-
Adiós a la cho;:a; el segundo: El castellano v el cam-
to un ensuefi.o de otra parte. pesino. '
Entonces ¡qué bello ejercicio de la función de ha-
He aquí la llegada a la choza. Abre en seauida 0 su
bitar la casa sofi.ada puede ser el viaje en ferrocarril! ' l
corazon y su ama: "Al amanecer, tu ser fresco, pinta-
Dicho viaje desenrolla toda una película de casas sofi.a-
rraieado de cal, se abre a nosotros: los niños creveron
das, aceptadas, rechazadas ... sin que jamás, como en
penetrar en el seno de mu paloma, y en seguid~ nos
automó,~l, sienta uno la tentación de detenerse. Esta-
encarifi.amos con la escalera de mano, tu escalera." y
rnos en pleno ensueño con la saludable prohibición de
en otrns páginas el poeta nos dice cómo la choza irradfo
comprobar. Como temo que este modo de \fajar sea
humanidad, fraternidad campesina. Esta casa-paloma
únicamente una grata manía personal, transcribiré un
es un arca acogedora.
texto. Pero un buen día, Saint-Po] Roux abandona la choza
"Ante todas las casas solitarias que encuentro en el
por el "castillo": "Antes de partir hacia el lujo y el -
campo, me digo -escribe Henry David Thoreau en Un orgullo -nos cuenta Théophile Briant-, 21 gemía en su
filósofo en los bosques- que podría, satisfecho, pasar alma franciscana rezagándose una vez más bajo el um-
en ellas mi día, porque las yeo perfectas, sin incom·e-
bral ele Roscanvel" y Théophile Briant cita al poeta:
níentes. No las he llenado todavía con mis tediosos pen- "Por última vez, cabafi.a, deja que bese los modestos
samientos y mis costumbres prosaicas y así no he estro- muros y hasta tu sombra color de mi pena ... "
peado el paisaje." Y más lejos, Thoreau dice con el
pensamiento a Jos dichosos propietarios de las cas~1s
La residencia de Camaret, donde va a vi,1.r el poeta,
es sm eluda, en la fuerza del término, una obra de
! ~ ,' vistas al paso: "sólo pido ojos que vean lo que vosotros poesía, la realización del castillo-soñado por un poeta.
poseéis".
George Sand dice que se puede clasificar a los hom- 0
- 1 1'1·1cop
' J11·¡ e B nant,
· ~ .
.Jaint-I'oI Roux, ed. Scghers, p. 42.
bres según aspiren a vivir en una choza o en un pabcio.
102 C\S.\ Y UNIVERSO C\SA Y U:\IVERSO lOl
Casi contra Lis olas, en la cima del risco llamado por Y más lejos: ".0.Ii naturaleza flexible se acomoda a ese
los habitantes de la Península Bretona el Lion du Tou- bienestar de águila sobre la Yilla y sobre el Océano, bien-
linguet, Saint-Po] Roux compró la casa de un pescador. estar donde la loca de la casa no tarda en conferirme
Con un amigo, oficial de artillería, trazó los planos de una supremacía sobre los elementos y sobre los seres.
un castillo con ocho torrecillas curn centro sería la casa Pronto, enlazado bajo el egoísmo, olvido, campesino
que acababa de comprar. Un árquitecto modeló los advenedizo, que la razón inicial del castillo fue re\·e-
:1 proyectos del poeta y quedó construido el castillo con larme por antítesis la choza."
• l. ·su corazón de choza . Sólo la palabra crisálida es una piedra ele toque que
"Un día -relata Théophile Briant-, para darme no engaña. En ella se reúnen dos sucí\os que hablan
la síntesis de la Peninsulilla ele Camaret, Saint-Pal di- del reposo del ser y de su impulso, la cristalización de
bujó sobre una hoja suelta una pirámide de piedra, los la nocbc y las alas que se abren al día. En el cuerpo
plumazos del viento y las ondulaciones del mar con esta del castillo alado que domina la villa y el océano, los
fórmula: 'Camaret es una piedra en el \iento, sobre hombres y el universo, ha conservado una crisálida de
una lira'."
choza para acurrucarse solo en ella, en el más grande
Hablábamos en unas páginas anteriores de J.2Lpoe- de los descansos.
1pas que__cantan las s:asas de_fosy:ipJQs . del _viento. Pen- Refiriéndonos a la obra La dialéctica de la duración
sábamos que en esos poemas llegábamos al extremo ele del filósofo brasileño Lucio Alberto Pinheiro dos San tos,
las metáforas. Y he aquí que el poeta sigue el diseño decíamos antaño que examinando los ritmos de la vida
ele esas metáforas para construir su morada.
en su detalle, descendiendo de los graneles ritmos im-
Harbmos todavía un ensueño semejante, si fuéra-
mos a soñar bajo el corto cono del molino ele viento. puestos por el universo a los ritmos más finos que tañen
Sentiríamos su carácter terrestre, la imaginaríamos como las sensibilidades extremas del hombre, se podría esta-
una cabaña primitiva modelada en barro, bien plantada blecer un ritmoanálisis que tendería a hacer felices y
en tierra para resistir al viento. Y después, síntesis leves las ambivalencias que los psicoanalistas descubren
inmensa, soñaríamos al mismo tiempo en la casa alada en los psiquismos trastornados. Pero si se escucha al·
que gime a la menor brisa y que sutiliza las energías poeta, los ensuefios alternos pierden su rivalidad. Las-
del \~ento. El molinero ladrón de viento hace buena dos realidades extremas ele la choza y del castillo enmar-
harina con la tempestad. can, con Saint.Po] Roux, nuestra necesidad ele retiro, ele
En el segundo cuento que hemos citado, Saint-Po] expansión, ele simplicidad y ele magnificencia. Vivimos
Roux nos dice cómo, Castellano de Camaret, vivió allí en ellas un ritmoanálisis de la función ele habitar. Para
una vida de choza. Tal wz no se haya invertido nunca dormir bien no hace falta dormir en una gran estancia.
tan simple y fuertemnte la dialéctica ele la choza y del Para trabajar bien, no hace falta trabajar en un reduc-
castillo. "Remachado -dice el poeta- al primer pel- to. Para soí\ar el poema y para escribirlo se necesitan
daño ele la escalinata. con mis zuecos herrados, vacilo ambas moradas. Pues el ritmoanálisis es útil para los
en brotar como señor, de mi crisálida de villano." 22 psiquismos actuant~s. __ .. ..... . .
22 Saint-Pal Ronx, Les féeries intérieures p. 361.
7
Así íl'tcasa'"sofiaCla debe tenerlo todo!
~-- 7 " • _ , ,-f,\
,,,, •. "•-
Debe ser, por
º•""~'" ,"'-'•>~
104 C.\S.\ Y U:";IVERSO CASA Y U0:!VERSO 105
~-l13=.....~g~to_g~~: s~.~~E~-~_c_i?_7 tn1a c~1bafia_. ur1 cuerpo Le corps de la montagne hésite a ma fe-nétre:
de paloma, un nido, una crisálida:····· -·· · -· - ·· · "Comment pcut-on entre-r si. l'on est la montagne,
La fotirrÍÍdad. nécesitá el cora;ón de un nido. Eras- Si l' on est en hauteur, avec roches, cai.lloux,
Un morceau de la Tcrrc, altéré /HJT le Ciel?"
mo, nos dice su biógrafo, tardó mucho "en encontrar,
en su hermosa casa, un nido donde poder abrigar su [El cuerpo de la montaña vacila en mi ventana: j ¿Cómo
cuerpecillo. l1cabó por encerrarse en un cuarto a fin poder entrar si se es la montaña, / Si somos en altura, con
ele respirar ese aire revenido que le era necesario" .2'i rocas, pedrezuelas, I Un trozo de la Tierra, sediento de
Y muchos soñadores quieren encontrar en la casa, Ciclo?]
en el cuarto, un ;·estido a su medida.
Pero una yez más, nido, criscllida y vestido, no for- Cua>Jclo nos hacemos sensibles a un ritmoanálisis,
man más que un momento de la morada. Cuanto más yendo de la casa concentrada a la casa expansin, las
c0ncknsado es el reposo, cuanto más hermética es la oscilaciones se repercuten, se amplifican. Los grandes
crisálida, c.ua!l.to_.!'l!~mªYºr grado el ser _que sale de. ella soñadores profesan como Supervielle, la intimidad del
es el se'. de otr~,_pa_r_te, más graI)qe_gL2.ll.\'.Xpan~i_ó_n. Y mundo, pero han aprendido dicha intimidad meditando
el lecfor;a··nuestro juicio, yendo de un poeta a otro, es la casa.
dinamizado por la imaginación de lectura cuando escu-
c11a·a linSü]Jérviellé en él momento en que hace e~tr-ar VIII
:_l_1111i\'erS<l (C!lJa_casa_jlOr_jg_das las__J211~rtf!~, por todas las La casa de Supervielle es una casa ávida de ver. Para
yentanas abiertas de par en par.24 --··--··--·--·- ella, ver e~ tener. Ve el mundo, tiene aIII1undo. ·Pero
- ____ _...,._,, ___ - -- ----
~---,,---- ·---~-~ - ~·-·"' ~_ ~--- .. -----·~--

como í.ú-;'iiiño goloso: tiene l~s ojos más g;3iides que el


Tout ce qui fait les bois, les riviC:rcs ou l' air estómago. Nos ha dado uno de esos excesos de imá-
A place entre ces murs qui croient fermcr une chambre genes que un filósofo de la imaginación debe anotar,
Accourez:, cayalíers qui trarcrsez les 1ners
sonriéndose de antemano ante una crítica razonable.
Je 11' ai qu'un toit du ciel, vous aurez de la place.
Pero después de esas yacaciones de la imaginación,
[Todo lo que hacen los bosques, los ríos o el aire / Cabe es preciso acercarse de nuern a la realidad. Hay que
entre estos muros que creen cerrar la estancia; / i\Cudid, decir ensueños que acompañen los gestos domrsticos.
caballeros que atravesáis los mares, / Sólo tengo un techo de Lo que guarda activamente la casa, lo que une en J:: !
cielo, encontraréis lugar.) _casa el pasado más próximo al porvenir más cercano, lo 'j\
_gue la mantiene en la seguridad de ser, es la acción
r· ~~-,.--·""''"""'- - ..., -
La acogida de la casa es entonces tan completa que e domestica.¡ ·
lo que se ve desde la \·entana pertenece a la casa tam- ·· - ¿Pero cómo dar a los cuidados caseros una actividcd
bién. creádora?
-K2 cuanto se introduc~ un fulgor ele conciencia en
23 _1\ndré SJglio, 1\Iaisons d'hommes céli:bres, París, 1893, p. 82.
el gestomaqii'ináreñ~cúiñto se hace fenomenología
24 Jules Supervie11e, Les amis inconnus, pp. 93 y 9ó. lustrando un mueble yiejo, se sienten nacer bajo la
106 C\SA Y U:\'IVERSO C\S\ Y u;.;I\'ERSO 107
dulce rutina doméstica, impresiones nue\as. La con- luminosa de cuidados se reconstrunc desde el interior,
ciencia lo rejuvenece todo. Da a los actos más familia- se renueva por el interior. En el equilibrio íntimo de
res un \·alor de inic1ación. Domina la memoria. ¡Qué los muros v de los muebles, puede decirse que se; toma
asombro volver a ser realmente el autor del acto ruti- ccínéiencia ·de una casa construida por la~mujer) Los
nario! Así, cuando un poeta frota un mueble -aunque hombres sólo saben construir las casas desde el exterior,
sea valiéndose de tercera persona-, cuando pone con 'no conocen en absoluto la ci\~ilización de la cera.
el trapo de lana que calienta todo lo qne toca, un poco ¿Y qué mejor manera de explicar la integración del
: í¡
¡ de cera fragante en su mesa, crea un nuevo objeto, ensueño en el trabajo, de los sueños más graneles en los
'•
aumenta la dignidad humana de un objeto, inscribe trabajos más humildes que la ele Henri Bosco hablando
dicho objeto en el estado civil de la casa humana. Henri ele Sidonia, una siIYicnta de "corazóñ grande" ? "Esta
1
Boseo escribe: 25 "La cera sua\·e penetraba en esa ma- rncación de felicidad, lejos de perjudicar su vida prác-
teria pulida, bajo la presión de las manos v del útil tica, alimentaba sus actos. ~Iientras bnba una sábana
calor de la lana. Lentamente, la bandeja adquiría un o un mantel, mientras lustraba cuidadosamente el ta-
·resplandor sordo. Parecía que subiera de la alburia blero ele la panadería, o pulía un candelabro de cobre,
¡ '
j centenaria, del corazón mismo del árbol muerto, ese le brotaban del fondo del alma esos pequeños movi-
resplandor atraído por el roce magnético, expandiéndose mientos de alegría que animaban sus fatigas domésticas.
poco a poco en luz sobre la bandeja. Los viejos dedos No esperaba haber terminado su tarea para volver a
cargados de virtudes, la palma generosa, arrancaban del adentrarse en sí misma y contemplar allí las imágenes
bloque macizo y de las fibras inanimadas las potencias sobrenaturales que la habitaban. J\Iientras trabajaba en
latentes de la \ida. Era la creación de un objeto, la la labor más trivial las figuras de ese país se le apare-
obra misma de la fe ante mis ojos maravillados." cían familiarmente. Sin que pareciera que soñaba, la-
~os pbjetos-~rtsí _mimado~]i:ícen verdaderamente de yaba, sacudía, barría, en compañía de los ángeles."
una luz íntima: ascienden a un ni\·el de realidad más He leído en una nm·ela italiana la historia de un
elevado que los objetos indiferentes, que los objetos barrendero que mecía su escoba con el gesto majestuoso
definidos por la realidad geométrica. Propagan una del segador. En su ensueño, segaba sobre el asfalto un
nueva realidad de ser. Ocupan no sólo su lugar en un prado imaginario, la gran pradera de la »erdadera natn- -
orden, sino que comulgan con ese orden. De nn objeto raleza donde ,·olvía a encontrar su juventud, el gran
a otro, en el enarto, los cuidados caseros tejen lazos oficio de segador al sol del amanecer.
que unen nn pasado muy antiguo con el día nuevo. El Se precisan también "reactivos" más puros que los
ama de casa despierta los muebles dormidos. · del psicoanálisis para determinar la "composición" de
, Si se llega al límite donde el sueño se exagera, se una imagen poética. Con las determinaciones tan finas
siente como una conciencia de construir la casa en los que exige la poesía, nos encontramos en plena micro-
cuidados mismos con los que se le conserva la vida, y química. Un reacti\·o alterado por las interpretaciones
se le da toda su claridad de ser. Parece que la casa ya preparadas del psicoanalista puede turbar el líquido,
Ningún fenomenólogo, re,·ivienclo la imitación que hace
20 I-Icnri Bosco, Le jardin d'l-Iyacinthe, p. 192. Snpervielle a las montafias para que entren por la ven-

. 1
------..--------·-----~c=.Jff!

108 C\SA Y UNIVERSO


C\S.\ Y U:-;IVERSO 109
tana, verá en ellas una monstruosidad sexual. r{o_s en- de un· objeto al que hechiza con sus cuidados, nos con-
contramos más bien ante el fenómeno poéticq _d~ 1ibec- vencemos de que todo es germen en la vida de un
tación püfa,· de sublimación absoluta. La ',5;:i:~g_é:'.J no poeta. He aquí una larga página de Rilkc que nos pone,
está bajo eidominio de las cosas, ni tampoco·oa¡o el pese a ciertos obstáculos (guantes y \·cstidos), en es-
empuje del subconsciente. Flota, vuela, mmensa, _ep tado de simplicidad.
la atmósfera de libertad de un gran poema .. Por la\ven-. En las Cartas a una 1\I úsica, Rilke escribe a Benve-
• tai-ú1lld poeta, la casa inicia co:1 el mundo un comerci_o nuta, que en ausencia de la criada ha lustrado los mue-
ºcTe"°iTimensidad. Por ella también, como le gusta decir bles: "Estaba, pues, magníficamente solo. . . cuando
· al metafísico la casa de los hombres se abre al mundo. rnlvió a asaltarme de improviso esta vieja pasión. Es pre-
1 Y de ig~al manera, effenom.enólogo que sigue. ,la ciso que lo sepas: fue sin duda la más grande pasión
construcción de la casa de las mu¡eres en la renoncron de mi infancia y también mi primer contacto con la
cotidiana de la limpieza, debe superar las interpretacio- música; porque nuestro pianino incumbía a mi jurisdic-
nes del psicoanalista. Esas interpretaciones nos habían ción de sacudidor, siendo uno de los raros objetos que
atraído también en libros anteriores.2s Pero creemos se prestaban a dicha operación y no manifestaban el
que se puede ir más a fondo, que se puede sentir cómo menor enfado. Al contrario, bajo el celo del trapo, se
un ser humano se entrega a las cosas, y se apropia las ponía de pronto a ronronear metálicamente... y su her-
cosas perfeccionando su belleza. Un poco más bella, por moso color negro profundo se tornaba cada vez más
lo tanto otra cosa. Algo más bello, otra cosa totalmen- bello
te distinta. ¡Qué delicia haber vivido esto! Presumiendo ya con
Tocamos aquí )a,_para,doi'!..de una inicia1idad_ a.e.un la indumentaria indispensable: El gran delantal y tam-
acto habitual. Los cuidados caseros devuelven a la casa bi-Sn los pequeños guantes lavables de piel de ante para
-~~1:~1~t"c; sU~oriifinalidad como su origen. ¡Ah!, ¡qué proteger las manos delicadas, adoptaba una cortesía ma-
gran vida ~i en !~ casa, cada mañana, todos '.?s objetos tizada de travesura para contestar a la amistad de las
pudieran ser rehechos por nuestras manos! ¡Salid de cosas, tan felices al sentirse bien tratadas, y cuidadosa-
nuestras manos!" En una carta a su hermano Théo, mente colocadas de nuern. Incluso hoy, debo confesár-
Vincent Van Gogh le dice "que es pr.eciso conserv~r telo, mientras todo se aclaraba a mi alrededor y la
algo del carácter original de un Robmson Cru;,oe . inmensa superficie negra de mi mesa de trabajo, con-
Hacerlo todo, ,-ehacerlo todo, dar a cada objeto un ges- templada por todo lo que la rodea. . adquiría, en cier-
to suplementario"; una faceta más .ªl espejo de '.a ce;:a, to modo, una nueva conciencia del volumen de la es-
otros tantos beneficios que nos brmda la 11nagmac1on tancia, reflejándola cada vez mejor: gris claro, casi
haciéndonos sentir el crecimiento interno de la casa. cúbica ... , sí, me sentía conmovido como si allí suce-
Para ser actirn durante el día, me repito: "Cada ma- diera algo, no sólo superficial, sino algo grandioso que
1
ñana piensa en San Robinsón." . se dirigía al alma: Un emperador lavando los pies de
Cuando un soñador reconstruye el mundo partiendo unos viejos o San Buenaventura fregando la vajilla de su
con,·ento."
26 Cf. Psicoanálisis del fuego. Benvenuta hace de estos episodios un comentarió
l

110 C.\S.\ Y l'::\IYERSO 1 C\S.\ Y U'.\'I\'ERSO 111


que endurece el texto 27 cuando dice que la madre de ¡Y qué dulzura en los recuerdos cuando podemos
Rilke "lo había obligado desde su más tierna infancia decirnos que, menos los guantes ele piel ele ante, se
a sacudir los muebles y a bacer trabajos caseros". ¡Cómo han >fríelo horas rilkeanas!
no sentir la nostalgia del trabaio que se transparenta
en la página rilkeana! ¡Cómo no comprender que allí IX
se acumulan documentos psicológicos de distintas eda-
des mentales, puesto que a la alegría ele ayudar a la Toda gran imagen simple v reveladora es un estado ele
madre se une la gloria ele ser un grande ele la tierra que alma. ,'[_,ª_casa ~~j más aún que el paisaje, un estado \
lava los pies de los indigentes! El texto es un complejo qe almª. Incluso reproducida en su aspecto exterior, )
ele sentimientos, asocia la cortesía ,. la travesura, la hu-
mildad y la acción. Y luego tene,;os la gran frase que J dice una il1t_imiclacl. Algunos psicólogos, en particular
Fran~oise J\Iinkowska, y los trabajadores que ella ha
1.
abre la página: "¡Estaba magníficamente solo!" Solo sabido arrastrar, han estudiado los dibujos ele casas
como en el origen de toda acción verdadera, de una hechos por los niños. Se puede hacer de ellos el motivo
acción que no estamos "obligados" a hacer. Y la ma- ele una prueba. La prueba de la casa tiene incluso la
ravilla de los actos fáciles es que de todas maneras nos ventaja de estar abierta a la espontaneidad, porque mu-
sitúan en el origen ele la acción. chos niños dibujan espontáneamente, con el lápiz en la
Desprendida ele su contexto, la larga página que ma110,. una casa. Además, dice !vfme Balif: as "Pedir
acabamos ele citar nos parece una buena prueba del '.!_[niñ;)}que dibuje unacasa, __ es pedirle que re\'ele el
interés de la lectura. Puede ser desdeñada. Puede uno , §~EJío rµ4~--E.'.:ofund? donde quiere albergar su felicidad;
asombrarse de que alguien se interese por ella. Al con- \s1 es dichoso, sabra encontrar la casa cerrada y prote-.
trario, puede interesar sin que se confiese. Y por últi- gida, la casa sólida y profundamente enraizada." Está
mo puede parecer Ú\'a, útil, consoladora. ¿No nos pro- dibujada en su forma, pero casi siempre h,:ry algún
porciona la manera ele tomar conciencia de nuestro cuar- trazo que designa una fuerza íntima. En ciertos dibujos
to sintetizando fuertemente todo lo que Yive en él, es evidente, dice l\1me Balif: '.'que hace calor dentro,
todos los muebles que nos ofrecen su amistad? hay fuego, un fuego tan. vivo que se le \'C salir ele la
¿Y no hay acaso en esta página el valor del escritor ~himen ea". Cuando la casa es feliz, el humo_ juega·
para vencer la censura que prohibe las confidencias "in- suavemente. encima del tejado.
significantes"? Pero ¡qué alegría nos da la lectura cuan- <Si el niño es desclichado;-JL1 casa lleva la huella de
do se reconoce la importancia ele las cosas insignifi- las ·::u1gtístias del dibujante. Fran9oise Minkowska ha
cantes! ¡Cuando se completa con ensueños personales expuesto una colección particularmente conmovedora
__el recuerclo"insignificante" que el escritor nos confía! ele dibujos ele niños polacos o judíos que padecieron las
i Lo insignificantelse co11vie.rte ~.n·t·qnp:s ~n
... si·&I\º de J.Jna sevicias ele la ocupación alemana durante la última gue-
extrema sensibilidad para (~ggificados íntimosJ:¡ue esta-__ rra. El niño que ha vivido escondiéndose a la menor
plecen una comunidaq .de .'1lma _entre eLe~cri_t<Jr_ z..._sus_,
28 De Van Gogh et Seurat 2ux dessins d'enfants 1 Guía-catálogo
lectores. ilustrado de una exposición del 1-Iuseo Pedagógico ( 1949) comen·
27 Benvenuta, Rilke et Benvenuta, trad., p. 30. tada por F. ]\'linko\1'ska, artículo de J\!mc Balif, p. J 37.

---=4"''"""'""""'----------------~,------"----------------
l. . .
---------.. -----------·-----~~···-ª

j J2 C.\Sc\ Y U:\IVERSO
alerta, en un armario, dibuja mucho, después de aque-
llas horas malditas, casas estrechas, frías y cerradas. Y lII. EL C.\JóN, LOS COFRES Y LOS AR:\fAR!OS
así Frarn;:oise i\Iinkówski 1íabla--de-"casas inmóviles",
casas inmovilizadas en su rigidez: "Esa rigidez y esa
inmoúliclad se encuentran igualmente en el humo y I
en las cortinas de las ventanas. Los árboles que la ro- REcrno siempre un pequeño choque, un pequefio dolor
:¡ , dean son rectos, parecen vigilarla" ( op. cit., p. 5 5). de lenguaje, cuando un gran escritor emplea nna pafa-
~
Fran~oise i\Iinkowsb sabe que una ~·l_YiY.'1 no es
¡

bra en sentido peyoratirn. Primeramente las p2labras,


realmente "inmóvil". Integra en particular los movi- todas las palabras desempeñan honradamente su oficio
1' mientos por los cuales 'se llega a la puerta. El camino
l )
en el lenguaje de la vida cotidiana. Después, las pala-
qllc-conducc a la casa es con frecuencia una cuesta. A bras m:\s habittwles, bs palabras adheridas a las reali-
veces invita a subir. Hav siempre elementos cinestési- dades más comunes no pierden por eso sus posibilidades
cos. La casa tiene K, diría el rorschachiano. poéticas. ¡Qué desdén cuando Bergson habla ele los
Con un solo detalle la gran psicóloga Fran~oise cajones! La palabra llega siempre como una metáfora
l\1inkowska reconocía el movimiento de la casa. En la polémica. Orqena y juzga, juzga siempre del mismo
casa dibujada por un niño de 8 años, Fran~oise l\1in- modo. Al filó1ofo no le gustan los argumentos de cajón.
kowska observa que en la puerta hay "un tirador; se El ejempló nos parece bueno para mostrarnos la di-
entra en eila, se habita". No es sencillamente una casa- ferencia radical entre la imagen y la metáfora. Vamos
construcción, "es una casa-habitación". El tirador de la a insistir un poco sobre esta diÍerencia antes de volver a
puerta designa evidentemente una funcionalidad; la ci- ..~nuestras encuestas sobre las imágene2. de intimidacJ.....sz=¡
nestesia está señalada por este signo, tan frecuentemente liclarias de los cajones v de los-cofres, s0lídarias..rle'todos 1
olvicladd en los dibujos de los niños "rígidos". ·lo escondites donde eÍ hombre, gran soñador de cerra-\
Observemos bien que el "tirador de la puerta" no duras, encierra o disimula sus secretos.
podría de ninguna manera dibujarse a la misma escala - En Bergson, las metáforas son abundantes Y en cam.
que la casa. Es su función la que se superpone a toda bio las imágenes escasean. Parece3ue ara él la imagi- _
preocupación ele tamaño. Traduce una función. de nación fuera toda metafórica. L~ metáfora •íene <Ld.<!J
apertura. Sólo un espíritu lógico i:uecle objetar que sirve ur1__cue1:pg_c;o_¡f_ci:.etQ.JJ_l!Il1LinrnresiÓn <lifíc;i_! de eiq-:'.:c.s_ar.
. tanto para J;.erigz como p~ra abnr. Ell el r~1no de los a metáfora es rd_<:i_tiY8._J1__1lI1_ ser.J?.Sig;ri_<:Q__cl_ifer_ente cl~.­
. valores, la(llave c;ierra mas que abre .. El tirador abre el@, La imagen], obra del3._imaginación absolu!'.J,..J~c;fü.-¿ .
ñiEque derra. Y el gesto que c~Lra ~s siempr~ n~~s al contra no togo su .S..é'.L<lc; Ji:i)m_§g!.nacign. Exagerando
rotundo más fuerte, masbre\'eq11e el gesto que abre.
1 ' ,. "' - '"' '''"" . " -· - hiég(; nuestra. comparación entre la metáfora y la ima-
· &Tidienao-esos··matic-es se llega a ser, como Fran~oise gen, comprenderemos que la metáfora no es susceptible
1 !
<•¡
l\finkowska, un psicólogo de la casa. de un estudio fenomenológico. No rnle la pena. No
tiene valor fenomenológico. Es, todo lo más, una ima-
gen fabricada, sin raíces profundas, verdaderas, reales.
Es una expresión efímera, o que debería serlo, empleada
l 13

i
..
114 EL CAjó:\, LOS COFRES Y LOS AR'>L\RIOS EL C.\)c5", LOS COFRES Y LOS AR\L\RIOS 1 l)
una vez al pasar, Hav que tener cuidado ele no pensarla 27 ele mayo de 1911 (reproducida en El fJensamiento
con exceso. Hay que' temer que los que la leen la pien- y lo moviente) Bergson demuestra la pobreza de la ima-
sen. ¡Oué gran éxito ha tenido entre los bergsonianos ' gen que desearía que hubiera "aquí y allí, en el cerebro,
la metáfora del cajón! / _cofrecillos para recuerdos que _,;ons'J'\-ªran jragrn¡:[Jtos
A la inversa ele la metáfora, a una imagen le pode- r del pasado".
rnos entregar nuestro ser ele lector; es donadora ele ser, · En la Introducción a la 1v1etafísica (El pensamiento
' 1' La ([n1agffi]obr;¡ p1m1_cl_~Ja _i@ilgÍ[]a,ci§n ;¡,l:isQl_ut'1, es un y lo moviente), Bergson dice que en cuanto a Kant la
'i fenómeno de ser, uno ele los fenórnenos_e.sp,~cíficos del ciencia "no le enseña más que marcos encajados en
s~!'j)a[lal1 te .... otros marcos".
1• La metáfora obsesiona ele nuevo el espíritu ele! filó-
II sofo cuando escribe su ensayo El pensamiento y lo
moviente, 1922, ensavo que en muchos aspectos resume
Como es sabido, la metáfora del ca¡on, y algunas otras su filosofía. Repite que las palabras en la memoria no
como la ele "el traje hecho", son utilizadas por Bergson han siclo depositadas "en un cajón, cerebral u otro".
para explicar la insuficiencia ele una fi!osofía del con- 'I,I Si éste fuera el lugar a propósito, podríamos demos-
cepto. Los conceptos son ca¡ones que s!Iven para clasi- trar 2 que en la ciencia contemporánea, la actividad en
1
ficar los conocimientos: Los conceptos son trajes hechos la invención ele los conceptos hecha necesaria por la
1
que clesincliviclualizan los conocimientos vividos. Cada evolución del pensamiento científico rebasa los concep-
concepto tiene su cajón en el mueble ele las categorías. :1 tos que se determinan mediante simples clasificaciones,
El concepto se convierte en pei:samiento_ muerto puesto \1 "encajándose los unos en los otros", según la expresión
que es, por definición, pensamiento clasificado. del filósofo (El pensamiento y lo moviente). Frente a
Indiquemos algunos textos que señalan bien_ el ca- una filosofía que quiere instruirse sobre la conceptua-
rácter polémico ele la metáfora del cajón en la filosofía lización en las ciencias contemporáneas, la metáfora ele
bergsoniana. los cajones sigue siendo un instrumento polémico rudi-
';, En 1907 se lee en La evolución creadora: "La me- mentario. Pero para el problema que nos ocupa actual-_
moria, corno hemos tratado ele clemostrar,1 no es la fa- mente, que consiste en distinguir metáfora e imagen,
cultad ele clasificar recuerdos en un cajón o inscribirlos tenemos aquí un ejemplo de una metáfora que se
en un registro, no hay registro, no hay cajón ..." endurece, que pierde hasta su espontaneidad ele imagen.
La razón ante cualquier objeto nuevo, se pregunta Esto se hace sobre todo sensible en el bergsonismo tal
! :.
(La evolución ' creadora): "¿Cuál _ele esas ca;egor,ias
'
an-
! ; corno lo simplifica la enseñanza. La metáfora polémica
tiguas es la que c_onnene al obieto nuevo. ¿En, qué ;¡ que es el cajón en su archivero, vuehc con frecuencia
cajón pronto a abnrse lo haremos entrar? ¿Con que tra- ;!
·¡ en las exposiciones elementales para denunciar las ideas
jes ya cortados vamos a vestirlo?" Porque claro está, estereotipadas. S~ued~_iuc:)i,::so p~':'er, _;i_ls_sc11char cí,cr-11
1' basta un traje hecho para encerrar en él a un pobre tas lecciones, qu~_.'\'-'1__'1___ surg1(Ja_ metáfora cldca¡()n. 'i
racionalista. En la segunda conferencia ele Oxforcl, el Ahora _bien, ciI:anQ.o s.c pr,si~1_1_t_eJ.<!.__niefáJo_ra 1 es_qu_e_la !
1 Bcrgson cita !\'latiere et n1én1oire, caps. n y IIT. 2 Cf. Le rationalisme appliqué, cap. "Les interconcepts",

. -"'------------------------,,,,-----·-----"---- ----·
-------------------~· •. - J

l 16 EL C.\/CJ'.\, LOS COFRES Y LOS .\R\Ll.RIOS EL CA)ó~. LOS COFRES Y LOS AR:.L\RIOS l l7

imaginación está fuera de ca usa. Dicha metáfora -ins- cerrar de ojos. ¡Cuarenta y ocho cajones!, lo suficiente
trurnenfo. po1erri:ico-rudi~neTitario-- y algunas otras que para contener todo un mundo bien clasificado de co-
la modrfrcan muy poco, han mecanizado la polémica nocimientos positivos. l\L Carre-Benoít atribuía a los
de los bergsonianos contra los filósofos del conocimien- cajones una especie de poder mágico. "El cajón, decía
to, en particular contra lo qne Bergson llamaba, con un a veces, es el fundamento del espíritu humano." ·1
epíteto que juzga demasiado pronto, "el racionalismo El que habb en la novela, repitámoslo, es un hom-
seco". bre mediocre. Pero es un no,·clista genial el que lo hace
hablar. Yel novelista, con el mw-:blc dcJos cajoncillos.
III concretiza "er-cs-pírltu aclministrativo ncc!o~- y .. coiúo
hace--falfü qüe la ironía acompafie a la estupidez en
' . Estas rápidas obsen.-aciones sólo tienden a demostrar cmnto el héroe de Henri Bosco ha pronunciado su
que una metáfora no debería ser más que un accidente aforismo, al abrir los cajones "del mueble augusto"
1 de la expresión v que es peligroso com·ertirla en pensa- descubre que la sirvienta ha guardado allí b mostaza
1miento. La\ metáfora es una fal2,a imai::en_,__pgesto oue y la sal, el arroz, el café, los guisantes y las Jentc¡as. El
/ 1l.º. Ji en~.),~ vÍrtlJd directa_Qt; _uJ~~i_rrr_a_ge_rr__p_rc.i<J.us!()r_a mueble que piensa se había trnn_sJonnado en despensa.
: Q~/:P!:é'.SIQ_n, formada en el. ensuefio hablado. - Después de todo, esa imagen podría ilustrar una
j .un gran novéfi'si:;· hae~¿Óntr~dÓ.la'metáfora berg- "filosofía del tener". Serúrfa en sentido propio y fi-
somana. Pero le ha servido para caracterizar, no la psi- gurado. Hay eruditos que acumulan pro\'isiones, Luego
cología de un racionalista kantiano, sino la psicología se verá, dicen ellos, si hay quien quiera alimentarse con
de un maestro necio. Se encontrará la página en una ellas.
novela de Henri Bosco.3 Por otra parte invierte la me-
táfora del filósofo. No es aquí la inteligencia la que es IV
un mueble con cajones. Es el mueble el que es una . A _Jll_Od()~reámbulo a nuestro estudio positivo ~e
inteligencia. De todos los muebles de Carre-Benolt, ·la~ imáaenes del secreto J. hemos considerado. una rget;i-
uno solo le enternecía, era su archi\·ero de encina. Siem- fo;~ Piet1!"1 :apnsa:}: _que n_(),J:,~Úne realme~te!as
pre que pasaba ante el mueble macizo, lo miraba com- realidades.. exteriores a la realidad ,mhma. Despues, con
placido. Por lo menos allí todo era sólido, fiel. Se veía la página de Henri Bosco, hemos encontrado una to:na
lo que se veía, se tocaba lo que se tocaba. La anchura directa de caracterología a partir de una realrdad bien
no penetraba en la altura, ni lo vacío en lo lleno. Nada dibujada. Debernos rnher a nuestros estudios positivos
1 i que no hubiera sido previsto, calculado para la utilidad, sobre la imaginación creadora. Con el tema de los .ca-
con un espíritu meticuloso,. ¡Y qué maraYilloso instru- jones, de los cofres, de las cerraduras v de lo~ armanos,
mento! Lo sustituía todo: era una memoria y una inte- tomaremos de nue\'o contacto con b reserva msondahle
ligencia. Nada huidizo ni vago en ese cubo tan bien de los ensueños de intimidad.
ensamblado. Lo que se metía en él una vez, cien ve- fil. armario y s_1~_estantes, el~Jitgrie>...Y _s_¡;s_c_ai?'
ces, diez mil veces, se podía encontrar en un abrir y 1 nes, eLcofre y su doblefqri,clo, so11. \'erdaderos organos

3 Henri Bosco, lv!onsieur Carre-Benoit a la C3mp2gne, p. 90. 4 Op, cit., p. 126,


1 IS EL CA)ó:\f, LOS COFRES Y LOS AR\L\RIOS EL CAJó:\, LOS COFRES Y LOS AI\\!ARIOS 119
: de la \ida psic?lógica secreta. S_in esos "objetos", y Ordonnance. flannonie
· algunos otros asi vaJuados, nuestra vida íntima no terÍ- Piles de drcps de l"armoire
Lavandc dans le linge.
dr!a moddo de intimidad. Son objet()s mixtos, objetos-
s_u¡eto,s.,_Ti~gen, .c:.?!llº nosotros, por nosotros, para nos- [Ordenamiento. Armonía I }\fontón de sábanas del ar-
()tros, \una intimid~ª,} · · · · ·· mario / Lavanda en la ropa.]
, ¿Hav un solo· so_ñador de palabras que no vibre al
Con la ]a,·anda entra también en el armario la his-
Olf la palabra armano 7 Armario, una de las grandes pa-
toria de las estaciones. La lavanda sola pone una du-
labras de la lengua francesa, majestuoso a la ,-cz v fami-
ración bergsoniana en la jerarquía de las sábanas. ¿No
liar. ¡Qué hermoso y qué gran volumen de áliento!
es preciso esperar antes de usarlas que estén, corno se
¡<?ómo inicia el soplo con la a de su primera sílaba v
decía en mi casa, bastante "l;ffandeadas"? ¡Cuántos
como ;o c ierra d_ukemente, le'.1tamente en su sílaba que
sueños en reserva si se rememora, si se vueh·e al país
expira. No 1
se ti~r:e nunca pnsa cuando se da a las pa-
de la vida tranquila! Los recuerdos acuden en tropel
labras su ser poetico. Y la e de armoire es tan muda
si se vuelve a ver en la memoria el estante donde des-
que ningún poeta quisiera hacerla sonar. Quizá por
cansaban los encajes, las batistas, las muselinas colo-
esto, ~n poesia, la palabra se emplea siempre en singu-
cadas sobre tejidos más densos: "El arm;:tDQ .-::-dice
lar. En. plural, el menor enlace le daría tres sílabas.
Milosz···- está lleno del tmnulto mudo de los recuer-
Ah,arn bien, en frar_icés, las grandes palabras, las palabras -dús~·n--u
poeticamente dommadoras, sólo tienen dos. Y, a bella
El filósofo no quería que se confundiera kme:Jfül·
palabra, bella cosa. Para la palabra que suena grave-
/ria con un armario lleno de re~l!.(;LclQ_s_. Pero lasim~e-
mente, el ser de la profundidad. Todo poeta de los
muebles -sea un poeta en su desván, un poeta sin
1 p¡:s=:-sai!ili.'í"~1].IlperíéiSiis:gli."~Jasic1_eas.Y-efm-ás
beri
\ soniano de sus discípulos, en cuanto es poeta, reconoce
,, muebles- sabe por instinto qu~~L~TIJaCj()_iI!_terior del J
. ¡
ne¡o. armar.10 es profundo . _!:lL es. pc.1c. LCl__inte_r.i.orJ.del~ar:
que la__ _Il1."_Il1oria es un armario. ¿No ha escrito Péguv
ese gran verso?___________ ,

' ;,
l
r -~~Er~~~~l~~riJ~:~...z.ritii:riziiad, uI!_esp~ci() q11e _nq~
Aux rayons de mémoÍíe et aux temples de l'annoíre.7
Y las p~labras obl}gan. En un armario, sólo un po-
[En los estantes de la memoria y en los templos del ar-
bre de_ espmtu podna colocar cualquier cosa. Poner
mario.]
cualqmer cosa, de cualquier modo, en cualquier mue-
ble,. md1ca una debilidad insigne de la función de Pero el verdadero armario no es un mueble cotidia-
habitar. ~I1 el ª.11Tl:~()_>:ive1Jn centro_de orde11 ql!(C_pro- E.2: No se abre fodcis ]os días~- Lo mis-moque i1n alma·
t.<ege_;:t_ t<Jda Iacasacontra un desorden sin límites. Allí que no se confía, la llave no está en la puert?. ·
.. reina. el orden o másJiien, aJlfe]orclen es. un reino. "El.
"í;
orden no es simplemente geométrico-~ ELqrden . se -L' ar111oire étaít sans clefs! ... Sans clefs la grande armoiro
_ai;t1e~da allí _d¡: la. historia de.la .familia. Lo sabe mnv On regardaít souvent sa porte brune et naire
bien el poeta que escribe: t
6 r..'1i1osz, Ainoureuse initiation, p. 217.
5 Colette \Vartz1 Paroles pour l'autre, p. 26. 7 Citado por Béguin, EYe, p. 49.

'
120 EL C.'.Jói>i, LOS COFRES Y LOS AK\L'.RIOS EL C.\)CJ>. LOS COFRES Y LOS ,\R,L\RIOS 121
Sans clcfs! ... C'était étrange! -On révait bien des fois una imagen y;,·a. ¿Añadir un lienzo de hadci, ritl es
Aux mysteres dormant entre ses flanes de bois
dibujar, en una voluta hablada, todos los bienes super-
Et l'on croyait ouir, au fond de la serrure
Béantc, un bruít lointain, -rague et joycux 111urn11Lrc.s abundantes, doblados, apilados, amasados entre los flan-
cos del armario de otros tiempos? ¡Qué grande es v
[¡-El annario está sin Jlaves! ... ¡Sin Ila\·es el grnn an11a- cómo engrandece una Yieja sábana que se desdobla!
rio! / Solían n1irar a 1nenudo su puerta sombría y negra ... ! ¡Y qué blanco era el mantel antiguo, blanco como Li
¡Sin 11aves!. . . ¡Era extraño! ... Se soñaba n1uchas veces / En luna de invierno sobre Ja pradera\ Soñando un poco se
! l(
'
misterios durmiendo entre sus flancos de madera / Y se creía encuentra muy natural la imagen de Breton,
escuchar, en el fondo de la cerradura / Abierta, un ruido le- No debe sorprendernos que un ser de tan gran ri-
jano, vago y alegre murmullo ('fad. E. M. S. Danero) .] queza íntima sea objeto de los más tiernos cuidados
1
del arna ele casa. Anne ele TourYílle dice que la pobre
Rimbaud designa así un eje de la esperanza: Qué leñadora: "Se había puesto otra yez a lustrar y los re-
beneficio está en reserva en el mueble cerrado. El ar-
flejos que jugaban sobre el armario le alegraban el co-
mario tiene promesas, es, esta vez, más oue una historia. razón." 1o El armario irradia en el cuarto una luz muy
¡' Con una palabra, André Breton va- a abrir las ma- suave, una luz comunicativa. Con razón un poeta ve
ra,·illas ele lo irreal. Añade al enigma del armario uua jugar sobre el armario la luz de octubre:
bienaYenturada imposibilidad. En El revólver de cabe-
llos blancos 0 escribe con la tranquilidad del surrealismo: Le reflet de l' ar1noire ancienne sous
La braise du créfJUscule d' octobre.n
I/ dr1noíre est pleine de linge
Il )' a méme des rayons de lune que je peux déplier. [El reflejo del armario antiguo / Bajo la brasa del cre-
púsculo de octubre.]
[El armario está lleno de lienzos / Hay incluso rayos de
luna que puedo desdoblar.] Cuando se da a los objetos hi amistad que les co-
rresponde, no se abre el armario sin estremecerse un
Con los \'ersos de Anclré Breton, la imagen llega a
poco. Bajo su madera rojiza, el armario es una almen-
ese punto ele exceso que un espíritu razonable no quie-
dra rnuv blanca. Abrirlo es vivir un acontecimiento de
re alcanzar. Pero hav siempre un exceso en la cima de
la blanéura.
s Rünbaud, Les étrennes des orphelins.
9 André Breton, Le rel·o]\'er_ aux cheveux blancs, p. 110. Otro V
poeta escribe:
: .¡
Una antología del "cofrecillo" constituiría un _gran ca-
Dans le lingc mort des pl;1c2rds pítulo de la psicología. Los muebles comple1os reali-
Je cherche le surnaturcl.
·t • zados por el obrero son . crn testimonio bien sensible de
[Entre los lienzos n1uertos de bs alacenas / Busco lo sobrenJ·
tun1I.J
'-------··· . .
una fnecesidai! de secretos; de una inteligencia del es-
.10 Anne de Tourvillc, Jabadao, p. 51.
(Joseph Rouffange, Dcuil et luxe du coeur, ed. Rongeric.) 11 CJ:indc \Tigée, op. cit., p. 16.L

.'
>·==~---~----------------------
122 EL CAJó:\, LOS COFRES Y LOS AR:\IARIOS
con&itc. No se trata simplemente de guardar de ,·eras
r EL C.\Jó'.', LOS COFRES Y LOS AR'\L\RIOS
ocultan el mismo misterio. Ese misterio prepara un
123

un bien. No hay cerradura que pueda resistir a la \"Ío- mismo destino. Es preciso todo el talento del noycJista
lencia total.·. Toda cerradura es una llamada
~-·---------- - - -
al - ladrón'.
- _-.
__ - --
para hacer sentir esa identidad de las sombras íntimas.
iQué umbral psicológ1ccies una ccrradúi'ciT¡Qi:iTaesaffo
'' ' __

Entonces ha\· que colocar el libro, bajo el signo del co-


al indiscreto cuando se cubre de adornos! ¡Cuántos frecillo, en el expediente ele la psicología del alma
"complejos" en una cerradura adornada! Entre los bam- hermética. ¡Entonces se sabrá que no se hace la psico-
bara, escribe Denise Paulme,12 la parte central de la logía del ser hermético sumando sus negativas, elabo-
:1'
i ¡ cerradura está esculpida "en forma de ser humano, de rando el catálogo de sus frialdades, la historia de sus
caimán, de lagarto, de tortuga ... " Es necesario que la silencios! Vigilarlo más bien en lo positivo de su alegría
potencia que abre v cierra sea una potencia d.ebida mientras abre un nuevo cofrecillo, como esta doncella
al poder humano, el poder de un animal sagrado. "Las que recibe de su padre el permiso implícito de ocultar
cerraduras de los dogones están adornadas con dos perso- sus secretos, es decir, ele disimular su misterio. En el
najes [la pareja ancestral]" ( op. cit., p. 3 5). relato de Franz Hellcns, dos seres se "comprenden", sin
Pero vale más que desafiar al indiscreto, que asus- decírselo, sin decirlo, sin saberlo. Dos seres herméticos
.
j '
tarlo con signos de poder, el engañarlo. Entonces em- comunican con el mismo símbolo.
piezan los cofrecillos múltiples. Se colocan los primeros
secretos en la primera caja. Si éstos se descubren, la VI
indiscreción quedará satisfecha. También se la puede
nutrir con falsos secretos. En resumen, hay toda una Declarábamos en un capítulo anterior que las expre-
ebanistería "complexual". siones "leer una casa", "leer un cuarto", tienen su senti-
Creo que no hacen falta muchos comentarios para do. Podríamos decir lo mismo cuando unos escritores
comprobar que existe una homología entre la gecrne- nos dan a leer su cofrecillo. Entendamos que no pode-
tría del cofrecillo y la psicología del secreto. Los nove- rnos escribir "un cofrecillo" dando solamente una des-
listas señalan a veces dicha homología en algunas frases. cripción de geometría bien ajustada. Sin embargo, Rilke
.' Un personaje ele Franz Hellens, queriendo obsequiar a nos dice la alegría de contemplar una caja que cierra
su hija, duda entre una pañoleta de seda o una cajita bien. En los Cuadernos (trad. francesa, p. 266), puede
de laca del Japón. Escoge el cofrecillo "porque me leerse: "La tapadera de una caja en buen estado, cuyo
parece que conviene mejor a su carácter reservado" .13 borde no tenga abolladuras, semejante tapadera no debe
Una nota tan rápida, tan sencilla, tal vez se le escape tener más deseo que el de encontrarse sobre su caja."
.., al lector apresurado. Sin embargo, se encuentra en el
centro de un extraño relato en el que el padre y la hija
¿Cómo es posible, preguntará un crítico literario, que
en un texto tan elaborado como el de los Cuadernos,
Rilke dejara semejante "trivialidad"? No nos deten-
12 Denise Pau1me, Las esculturas del Airica negra, Fondo de dremos en esta objeción si aceptamos ese germen de
Cultura Económica, J\..1éxíco, 1962, p. 45. ensueño del cierre suave. ¡Y qué lejos va la palabra
13 Franz Hellens, FantOmes vivanis, p. 126. Cf. Les petits
pof:n1es en prose, en que Bauder1aire ·habla de "el egoísta, cerrado
deseo! Yo pienso en el proverbio optimista de mi país·
con10 un cofre". "No hay puchero que no encuentre su tapadera." ¡Qué·
r 12+ EL C.\jó:\:, LOS COFRES Y LOS .\R1\L\RlOS
bien anclaría todo en el mundo si el puchero y fa ta-
T
' EL C.\)ó:>:, LOS COFRES Y LOS .\R}.L\RIOS
tan claro que resume la historia. Ya no hay nada que
l:)

padera estuvieran siempre perfectament; ajustados! confesar cuando se sueña con ilaves y cerraduras. Pero
A. cierre suave, ~ertura suave; quemainos que toda la poesía desborda el psicoanálisis por todas partes. Con-
la ~~da estuvie;a bien aceitada .. úerte siempre el sueño en cnsofü1ción. Y el ensueño
~- :Pero ''Jea.T110s" un cofre rilkeano, veamos <le qué poético no puede satisfacerse con un rudimento de
modo fatal un pensamiento secreto encuentra la im;1- historia; no puede anudarse sobre un nudo complexuaL
~ 1' aen del cofrecillo. En una carta a Liliana H puede leer- ELpoeta.siYe-un ensueño que vela. r, ~obre.. todo .su
~.~~-.~--,._,._·~~~·~-- - " t
'1,
~e: "Todo lo que se refiere a esta experiencia indecible en.sueño pcm1ancce en _el mundo, ante Jos objctos __dd
debe permanecer distante o no ,dar. pábulo, ~arde o i311!.::.sl.O· -"\1i1asa 1rnÍ\-erso en torno. a. un objeto, en .un
temprano, más que a los tratos mas discretos. ~i he de
1
' ' ~0]Jj,e_t_() .. Helo aquí c¡ue abcc los cofres, que amontona
confesarlo, imagino que debería suceder un dw como riquezas cósmicas en un exiguo cofrecillo. Si en el co-
con esas cerraduras imponentes y sólidas del siglo XVII fr.e.cilloJJa\ jO\as y piedrns-Preciosas, es uri/p~sgslCJ.; un
que cubrían toda la tapadera de un arcón, cor: toda l?rgc; pa5a<:Jg, un pasado que cruza las .generaciones que
clase de pestillos, pezuñas, barras y palancas, mientras el ,PCJ.~.t;¡, ya a .novelar. Las gemas hablarán de amor,
una sola v suave l!a,·c retiraba todo ese aparato defen- riatmalmente. Pero también habladn de poder, de des-
sivo de s{i centro más exacto. Pero la llave no actúa tino. Tocl() eso .es rnuch(l..más,gifill.dt;:_CJ1J<etma llave .Y
sola. Tú sabes también que los orificios <le la 7erradura 211 ~c:qg d QrJ,_
de esos cofres suelen estar ocultos bajo un boton ,º una En elcofrecillose encuentran las cosasinolvidqbles, 1
lenaüecilla. los cuales a su vez no obedecen mas <J.U.e inoE'Id;b¡;;·;;~para nosofr~;, ~ también púa aquen¿s a
a :na pre~ión secreta." ¡Cuántas imágenes matenah- quienes legaremos nuestros tesoros. El. pasado, d prg-
zadas de la fórmula "¡Sésamo, ábrete!" .¡Qué secret.a sente y un porwnir se hallan corrde.nsados allí . Y así, el
resión qué dulces palabras son necesanas para abnr cofrecillo es la memoria de lo inmemorial.
P ' para distender .un cora,zon
' n'lk eano.1 .. Si se aprOI echan las imágenes para hacer psicología,
un alma,
Es indudable que Rilke amo las cerraduras. ¿P.ero se reconoceré! que cada gran recuecdo - d recuerdo
q uién no ama cerraduras v, llaves? La literatura psico- puro bergsoniano- está engastado en su profecía. El
' l
analítica sobre este tema es abundante. Sena, por .o cecuerdo puro, imagen que es sólo nuestra, no quere-
tanto facilísimo constituir un expediente. Pero parn mos comunicarlo. Sólo confiamos sus detalles pintores-
el objeto que perseguimos, si pusiéramos en evidencia c;os. Pero su ser mismo nos pertenece y no queremos
símbolos sexuales ocultaríamos la profundidad de los nunca decirlo todo. Nada que se parezca aquí a una
'. ,;
ensueños íntimos. Tal ,-ez nunca se siente tanto corno frustración. Éste es un dinamismo torpe. Por eso hav
en este ejemplo la monotonía del simboli:mo conser- síntomas tan manifiestos. Pero cada secreto tiene su
vado por el psicoanálisis. Que en un sueno nocturno pequeiio cofrecillo, ese secreto absoluto, bien encerrado
aparezca el conjunto de la Jlaye y la cerradura, es, para dude todo dinamismo. La vida íntima conoce aquí
el psicoanalista, un signo claro entre todos, un signo una síntesis de la Memoria y de la Voluntad; aquí está
la voluntad de hierro no contrn el extcrillr, contra los
14 Clairc Go11, Rille et les fen1n1es, p. 70. otros, sino allende de toda psicología de lo contrario. ·
126 EL C.\Jó:-:, LOS COFRES Y LOS AR'.\!ARIOS EL CA)ó:-:, LOS COFRES Y LOS :IR:IL\RIOS ¡2·:

En tomo de algunos recuerdos de nuestro ser, tenemos genes dominantes. 1 6 Jcan-Pierre Richard nos hace revi-
la seguridad de un cofrecillo absoluto. 1 5 vir la apertura del cofrecillo encontrado bajo el signo
Pero he aquí que con ese cofrecillo absoluto nos- de El escarabajo de oro en el cuento de Edgar Poe.
otros también hablamos en metáforas. Voh·amos a Primeramente, las joyas encontradas tienen un valor
nuestras imágenes. inestimado. No son joyas "ordinarias", El tesoro no
está im·entariado por un notario, sino por un poeta.
VII Se carga "de desconocido y ele posible, el tesoro se vuel-
:1' --~ --------------- \-e nue\amente objeto imaginario generador ele hipótesis
. <' \
¡\~e. !sobre todo el cofrccillodel que nos adueñamos v de sueños, se ahonda \ se evade ele sí mismo hacia
/ n:iá_s por ,ccimpTe'.o,;soi1-00JefQ:<C qy" s"-~kren. Cuand_'.l___ ~na infinidad ele otros tesoros". Parece así que en el
1; - el cofrecillo se cierra vuelve a la comumdad de los ob- momento en que el relato llega a su conclusión, una
jctos;-oc!1pa s~r l_iiiúü- e;;~~e[~e;p~_~io ~te~í0; -pero i se conclusión fría corno la ele un fUCnto_poLiciaco, no quie-
abre! Entonces, este objeto que se abre es, como diría re perder nada ele su riqueza onírica. La· imaginación
un filósofo matemático, la primera diferencial del des- no puede decir nunca "no es más que esto". Hay siem-
cubrimiento. Estu,Qi;¡rr.J.)}QLen un capítulo ulterior la pre más que esto. Como hemos repetido varias veces__,_la
1 dialéctica de lo de/C!rntro v lo de fuerá} Pero en el ins- \iiiúígéll, _ge_la · imagina<:_~6i_iJn?_ está S()meticla a un;¡___com-
1~~ni~~~ -~~~d~-~¿r:~~o;~eJ~~e~e~~ª~~;~J~~Jó~~~~~~°, REº1Jació_i:i.cl~Jª_r~ali__cl~Cl,_ -
Y terminando la valuación del contenido por la va-
desc_ciI_Jocido. J,,o_d~_f_u~_r:<!J'~ i:igs!gl_lific_a . nada.
.l sorpr_(Csa1 luación del continente, Jean-Pierre Richard ofrece esta
i\E_ incluso, suprema parado¡a, las _dm1ens1og(Os <lel_ \'.9- fórmula densa: "Nunca llegamos al fondo del cofreci-
\]umen va no tienen sentido_ porg_ue acaba de abrfrse llo." ¿Cómo explicar mejor la infinitud de la dimensió_n
U)tra di~1ensióií_: la dimeris16ri ~de i11tiwi<lad. _r íntima?
1
Para alguien que valúa bien, alguien que se sitúa - A veces, un mueble amorosamente labrado tiene
en la perspecti\·a de los valores de la intimidad, esta perspectivas interiores modificadas sin cesar por el en-
' ~,
dimensión puede ser infinita. sueño. Se abre el mueble v se descubre una morada.
Una página mara,·il!osa de lucidez va a demos- Una casa que está oculta e;1 un cofrecillo. Así, en un
trárnoslo, dándonos un verdadero teorema ele topoaná- poema en prosa de Charles Cros se encuentra una de
lisís de los espacios de intimidad. estas maravillas donde el poeta prolonga al ebanista.
Escogernos esta página en la obra ele un escritor Los bellos objetos realizados por una mano hábil son
que analiza las obras literarias en función de las imá- naturalmente "continuados" por el ensueño del poeta.
P8ra Charles Cros, nacen seres imaginarios del "secreto"
15 ~-'Ia1L1n11é escribe en nna carta a Aubanel: "Todo hombre
tiene un secreto, n1nchos n1ueren sin haberlo encontrado, y no lo
del mueble de marquetería.
1 i. ., "Para descubrir el mi•;terio del mueble, para pene-
encontranín porque ya n1uertos el secreto no existe ni ellos tan1-
poco. Yo estoy Jnuerto y he resucitado con Ja llave de pedrería \ trar tras las perspectivas ele marquetería, para llegar al
de mi último cofrecillo espiritual. A mí me corresponde ahora
abrirlo en ausencia de toda impresión ajena y su misterio se derra· '\ 16 Jean-Pierre Ríchard, "Le vertige ele I3:n1dc1aire"~ en Critique,
nrnrá en un cielo hermoso." (Carta del 16 de julio de 1366-) núms. 100-101, p. 777.
i

·¡
Q

128 EL C.-\)ó:\', LOS COFRES Y LOS .\R\L\R!OS EL C:\JóN, LOS COFRES Y LOS AR\L\RIOS 12'.l
mundo imaginario a través de los pequeños espejos", ha Y las columnJtas; los sillones, las mesas y las cortinas se
sido preciso que tm-iera la "mirada bien penetrante, el evaporan.
oído bien fino, la atención bien aguzada". En efecto, "Y el salón queda vacío, silencioso y limpio." La
la imaginación afila todos nuestros sentidos. La apre- gente seria puede decir entonces con el poeta, "es un
hensión imaginante prepara nuestros sentidos a la ins· mueble de marquetería y nada más". Haciendo eco a
tanfaneidad. Y el poeta continúa: esta. opinión sensata, el lector que no quiera jugar con
. : "Pero he entre,·isto, por fin, la fiesta clandestina, . las mvers10nes de lo grande y lo pequeño, del exterior
. ' Y de la mtnmdad, podrá decir a sn vez: "Es un poema v
'' he oído los minuetos minúsculos, he sorprendido las J
' " "A nel n.oth.lng more."
n ad a mas. }
complicadas in trigas que se traman en el mueble."
\ "Se abren los batientes de las puertas, se ve un salón En realidad el poeta ha traducido a lo concreto un
·,como para insectos, se advierten- las baldosas blancas, ; tema psicológico bien general: ha Q.r~ siemEre más cosas
marrones v negras en una perspectiYa exagerada."17 1 "-.n t1n c:c,fre_c;é'.f_r.a.Qo c¡uc en un cofre-:1bíerto. La co~­
Si el poeta cierra el cofrecillo suscita una vida noc- , P.ro~;¡ci~l1. ;'~J.~ rnue.rtc ele las imágenes ... imaginar será
' ~1empre _mas_ gr¡¡nde .q11e rfyír. ..
turna en la intimidad del mueble.
"Cuando el mueble está cerrado, cuando el oída El trabajo del secreto prosigue sin fin, delser que
1,occilta al ser que se oculta. El cofrecillo es unrca1aboz6 !
de los inoportunos está tapado por el sueño o col-
mado de ruidos exteriores, cuando el pensamiento de /:.Je ,objetos. Y Jie aquíc¡ue elsoñador se encue;;:tra ~;;:·
los hombres pesa sobre algún objeto posith·o, f el calabozo de su secreto. Lo quisiera abrir y quisierá ·
1
entonces surgen extrañas escenas en el salón del \ abnrse._ ¿No pueden acaso leerse estos versos de Jules
Superv1elle en los dos sentidos? 1s
mueble, algunos personajes insólitos por su aspecto y
su tamaño salen de los pequeños espejos." Je cherche dans des coffrcs qui m'entourent brutalement
Esta ycz, en la noche del mueble, los reflejos ence- 1\Jettant des ténebres sens dcssus dessous
rrados reproducen objetos. La inversión del interior Dans des caisses profondes, profondes
,. el exterior es ,·iyida por el poeta con tal intensidad Comme si elles n' étaint plus de ce monde.
que se repercute en una inten-ención de objetos y de r
f1 e¡os.
re .. . [Busco en los cofres que me rodean brutalmente / Ponien-
do tm1eblas por arriba y por debajo / En cajas profundas,
Y una yez más, después de haber soñado en ese profundas I Como s1 ya no fueran de este mundo.] .
minúsculo salón que enfebrece un baile de rancios per-
sonajes, el poeta abre el mueble: "las luces y los fuegos El que entierra un tesoro se entierra con él. El se-
se apagan, los üwitados, los elegantes, las coquetas y creto es una tumba y por algo el hombre discreto se jac-
í i
los padres ancianos, desaparecen todos juntos, sin preo- t~ de ser una. tumba para los secretos que se le confían.
cuparse de su dignidad, por los espejos, los corredores ' Toda mhm1dacl se escondG. Joe Bousquet escribe:rn
. . . . -~.-- -----.,.f

17 Charles Cros, PoCmes et proses, ed. Gallimard, p. 87. EJ


poe1na "El mueble", de Le coffret de Santa], está dedicado a 18 Supen.'ie11e, Gr"avitation_s, -p, 17.
:0.fine 1-iauté de Flenrville . 19 Joe Bousquet, La neige d'un au.tI~ ~ge1 p. 90.

.....•. .....----------~~-
130 EL CAJóN, LOS COFRES Y LOS AR1!ARIOS
"Nadie me Ye cambiar. Pero, ¿quién me \·e? Yo soy 1111
escondite." IV. EL NIDO
No queremos recordar en esta obra el problem,; de
la intimidad de las sustancias. Lo hemos esbozado en
otros libros?º Por lo menos debemos señalar la homo- Recogí un n!do en el csq;__ieleto de la hiedra.
lJD nido suayc de n1u:::.50 carnpcstre y hierba de cnsuefio.
dromía de los dos soñadores que bu.sean la 111t111:1dad del
hombre y la intimidad de la matena. Jung ha ilu,strado (YvA:> GoLL, Tombeau du pere, apud Poi!tes d'au¡ourcl
! I'
i ¡ bien está correspondencia de_ los so_ñadores alqrnm1cos _,u,-,i >
'/, 'Q : E a.l Se::;.oj1e~s,
r p. ] )'6 . )
( cf. Psvcholooie und Alchemze). Dicho de otro modo,
1\'ídos b1:J.ncos, vuestros pájaros \·an a florecer
í hav sóÍo un lugar para lo superlativo de lo oculto. Lo \' olaréís senderos de p1u111a.
'' oc~lto en el hombre y lo oculto en las cosas corresponde
al mismo topoanálisis en cuanto se, penetra en esa_ ex- (RonE:-(i' G.L~zo, L'oeurre poétíquc, Ed. Grassct, p. 6'3.)
i traña región de lo superlcrt1vo, reg10n apenas _estudiada
j;
por la psicología. A decir verdad, toda _posit1v1dad hace I
' recaer lo superlativo sobre lo comparatirn .. Para entrar
en el dominio de lo superlativo, hay que de¡ar lo positivo EN UNA frase bre\·e Víctor Hugo asocia las imágenes y
por lo imaginario. Hay que escuchar a los poetas. los seres de la función de habitar. Para Ouasimoclo,
dice,1 la catedrnl había sido sucesh,ameñte "cl hlic\·o' el
_i:_1(]0,'Tií'casa~-ia-j):atrfa, "er . Linn:ersO.",
·"Casi podría <le:
cirse que había tomado su forma lo mismo que el ca-
racol toma la forma ele su concha. Era su morada, su
agujero, su envoltura, . . se adhería a ella en cierto
1 modo como la tortuga a su caparazón, La catedral ru-
gosa era su caparazón." Eran necesarias todas esas imá-
',.,
'»;
genes para explicar cómo un ser desgraciado toma la
forma atormentada de todos esos escondites, en los rin-
cones del complejo edificio. :\sí el poeta, por la mul-
tiplicidad ele las imágenes, nos \uehe sensibles al poder
ele los distintos refugios. Pero afiad e en seguida a las
i ¡ imágenes que profüeran un signo de moderación. "Es
i ,..

' inútil -prosigue Hugo- ad\-crtir al lector que no tome


al pie de la letra las figuras que nos vemos obligados a
emplear aquí para expresar ese acoplamiento singular,
simétrico, inmediato, casi consustancial ele un hombre
zo Cf. La terre et les réveries du repoti, cap. I, Y. La formatioz: y un edificio."
de 1'esprit scientifique (aportación a un psicoanálisis del conoci-
miento objetivo), cap. vr. 1 \'ictor I-Iugo, Notre-Damc de I'Jris, f\T, § 3.

131

'
132 EL NIDO
Por otra parte es muy notable que incluso en la
l 3
EL NIDO
ción tan ensalzada: "La industria y el artificio con
que todos los animales hacen sus ni<los, son tan gun-
133

casa luminosa la conciencia del bienestar suscite las com-


paraciones del animal en sus refugios. El pintor Vla- des que no es posible mejorarlos, hasta el punto que
minck, viviendo en su casa tranquila, escribe: 2 "El superan a todos los albañiles, carpinteros y constructo-
bienestar que experimento ante el fuego cuando el mal res; porque no hay hombre que haya sabido hacer para
tiempo cunde, es todo animal. La rata en su agujero, él y sus hijos un edificio tan pulido, como el que estos
:\ 1' el conejo en su madriguera, la vaca en el establo deben pequeüos animales hacen para ellos, tanto así que tene-
{ ¡ ser felices como rn." Así el bienestar nos devuelve a la mos un proverbio que dice que los hombres saben ha-
priiniti,·idad del ·refugio. Físicamente el ser que recibe cerlo todo, excepto los nidos de los pájaros."
la sensación del refugio se estrecha contra sí mismo, se La lectura de un libro que se limita a los hechos,
retira, se acurruca, se oculta, se esconde. Buscando en redL1ce bien pronto este entusiasmo. Por ejemplo, en
..
1
las riquezas del vocabulario todos los verbos que tradu- la obra de Landsborough-Thomson, se nos dice que los
cirían todas las dinámicas del retiro, se encontrarían nidos están con frecuencia apenas esbozados, y a veces
imágenes del movimiento animal, de los movimientos terminados de cualquier modo. "Cuando el águila do-
de repliegue que están inscritos en los músculos. ¡Qué rada anida en un árbo1, ]eyanta a veces un enorme
suma de seres animales hay en el ser del hombre! Nues- montón de ramas al cual añade otro todos los años, has-
tras investigaciones no van tan lejos. Sería ya mucho ta que todo este andamiaje se derrumba un día bajo su
si pudiéramos dar imágenes válidas del refugio, demos- propio peso." 4 Entre el entusiasmo v la crítica cien-
trando que al comprender dichas imágenes las vivimos tífica, encontraríamos mil matices, si siguiéramos la
un poco. · historia de la ornitología. Pero no es ése nuestro tema.
Con el nido v con la concha sobre todo, encontra- Indiquemos solamente que sorprendemos aquí una po-
' , lémica de los Yalores que deforman a menudo ambos
remos todo un lote de imágenes que vamos a tratar de
caracterizar como imágenes primeras, imágenes que so- aspectos de la realidad. Podemos preguntarnos si esa
licitan en nosotros una primitividad. J\!Iostraremos lue- caída, no del águila, pero del nielo del águila, no pro-
... go cómo, en una dicha física, al ser le gusta "retirarse porciona al autor que la describe la peqneüa satisfacción

en su nncon .' '1 de ser irreverente.

II III
: !
Ya en el mundo de los objetos inertes, el nido recibe Nada más absurdo, hablando positivamente, que las
una valuación extraordinaria. Se quiere que sea perfec- valuaciones humanas de las imágenes del nido. El nido
to, que lleve la marca de un instinto muy seguro. Nos es sin duda, para el pájaro, una morada sua\·c v calien-
maravillamos de que ese instinto y el nido pase fácil- te. Es una casa para la ,-ida: sigue incubando' al paja-
mente por una maravilla de la vida animal. Tomemos s An1broise Paré, Le livrc des animaux et de I'intcliio-ence de
en la obra de Ambroise Paré un ejemplo de esa perfec- l'homme, Oeuvres complétes, ed. J. F. Malgaigne, t. I!l, ;. 740.
4 A. Landsborough-Thomson, Les oiscaux, ed. Cluny, I 934,
2 Vlarninck, PoJiment, 1931, p. 52. p. !04. . .


J-~J

IH EL 0IDO EL 0IDO 135


rillo que surge del hueYO. Par:i el pájaro que sale del nos lleva otra \·ez a nuestra infancia, a una infancia. A
huevo el nido es un plumón externo antes que la piel las infancias que deberíamus haber tenido. Son raros
desnuda reciba su plumón corpóreo. ¡Pero qué prisas aquellos de nosotros a quienes la vida ha dado la plena
de com·ertir tan pobre cosa en una imagen humana, medida ele su cosmicidacl.
una imagen para el hombre! Se sentiría el ridículo de Cuántas veces he conocido en mi jardín la decep-
la imagen si se aproximara re-dlmente el "nido"' bien ción de descubrir un nido demasiado tarde. Ha llegado
i ¡_ cerrado, el "nido" bien caliente que se prometen los el otoño, el follaje se desnuda \·a. En el ángulo forma-
1
\ í
enamorados, al nido verdadero nerdido en la enramada. do por dos ramas, he aquí un nido alxmdonado. ¡Esta-
Los pájaros, no es necesario sefialarlo, sólo conocen los ban allí el padre, la madre \" los pequeñuelos v yo no
amores pasajeros. El nido se construye más tarde, des- los he ,-isto!
pués de la locura amorosa a trm·és de los campos. Sí Descubierto tardíamente en el bosque im·ernal, el
hubiera que soñar en todo esto aprendiendo en ello nido vacío reta al buscador. El nido es nn escondite
lecciones humanas, habría que elaborar también una <ic;__l~~yig_¡¡__i1J_'l9ª· ¿Cómo !u podido scr-Ín~:isÚ)lé ¿rií~
• 1
dialéctica del amor en los bosques y del amor en tm Yisible frente al cielo, lejos de los sólidos escondites de
cuarto de la ciudad. Pero tampoco es nuestro este terna. la tierra? Pero puesto c¡uc para determinar bien los ma-
Hay que ser André Theuriet para comparar el des,·án tices de ser de una imagen, lrnv qlle añadirle una sobre-
a un nido adornando su compasión con este único co- impresión, he aquí una leyenda que lleva hasta el ex-
mentario: "¿no le gusta al sueño trepar allá arriba?" 0 tremo la imaginación del nido invisible. La tomamos
En literatura de un modo general, la imagen del del hermoso libro ele Charbonneaux-Lassay: El bes-
nido es una puerilidad. tiario de Cristo.ª "Se pretendía que la abubilla podría
El "nido vivido" es, pues, una imagen mal inicia- disimularse completamente a la vista de todos los seres
da. Sin embargo, tiene virtudes iniciales que el feno- vivos, por lo que a fines de la Edad ]'viedia se creía
menólogo aficionado a los pequeños problemas puede aún que en el nido de la abubilla había una hierba de
descubrir. Es una nue\·a oportunidad para borrar un varios colores que hace al hombre imisible cuando la
malentendido sobre la función principal de la fenome- lleva encima."
nología filosófica. La tarea de esta fenomenología no He aquí tal vez "la hierba ele sueño" de Yvan Goll.
es la de descubrir los nidos encontrados en la natura- Pero los sueños de nuestro tiempo no van tan lejos
leza, labor positiva reservada al ornitólogo. La feno- v el nido abandonado va no contiene la hierba de la
menología filosófica del nido empezaría si pudiéramos ;nvisibiliclad. Recogido, en el seto como una flor mar-
i)
dilucidar el interés que nos capta al hojear un álbum chita, el nido no es más que una "cosa". Tengo derecho
de nidos, o, más radicalmente toda,1a, si pudiéramos de cogerlo en la mano, de deshojarlo. J\Ie vuelvo me-
encontrar de nuevo nuestro deslumbramiento candoro- lancólicamente hombre ele los campos y de los mato-
so cuando antaño descubríamos un nido. Este deslum- rrales, presumiendo un poco del saber que transmito a
bramiento no se desgasta, el descubrimiento de un nido un niño diciendo: "es un nido de paro." Así el viejo
6 L. Charbonneaux~Lassay, Le bestiaire du Chrisf~ Paris 1 1940,_
5 André Thenriet, Colette, p. 209. p. 489.
136 EL NIDO EL :\"IDO 137
nido entra en una categoría de objetos. Cuanto más de traducción que gané en el colegio. E.ra un lindo
diversos sean los objetos más sencillo se hará el con- nido de verderón con cuatro huerns gris rosado cu-
cepto. A fuerza de coleccionar nidos se deja a la ima- biertos de vetas rojas como un mapa dc geografía emble-
gin2 ción en paz. Se pierde contacto con el nido vivo. mática. Sentí en seguida una conmoción ele placer in-
Sin embargo, es el nido Yivo el que podría introdu- decible que paralizó durante más ele una hora mi mirada
cir Una fenomenología del nido real, del nido encon- y mis piernas. El azar me sefialaba ese día 1111 voca-
[ 1 trado en la naturaleza y que se conyiertc por un ins- ción." 7 ¡Qué hermoso texto para nosotros que bus-
1 tante -la palabra no es demasiado grande- en el camos los intereses pnmeros 1 "Vibrando desde el
centro de un uniYerso, en el dato de una situación cós- principio ante tal conmoción", se entiende mejor que
mica. Levanto suavemente una rama, el pájaro está allí Toussenel haya podido integrar en su vida y en su obra
mcubando los huevos. Es un pájaro que no echa a toda la filosofía armónica de un Fourier, v añadir a la
volar. Se estremece solamente un poco. Tiemblo ante vida del pájaro una 'ida emblemática con Ía dimensión
la idea de hacerlo temblar. Temo que el pájaro que del universo.
incuba sepa que soy un hombre, el ser que ha perdido Pero en la vida más ordinaria, en un hombre que
la confianza de los pájaros. Permanezco inmóvil. Se ,·ive en los bosques v en los campos, el descubrimiento
apaciguan dulcemente -¡o yo lo imagino!- el miedo de un nido es -siem.pre una emoción nueva. Fernand
del pájaro y mi temor de asustarlo. Respiro mejor. Dejo Lequenne, el amigo de las plantas, paseándose con su
caer la rama. Volvere mañana. Hoy hay dentro de mí mujer Matilde, ve un nido de curruca en nn matorral
un gran júbilo: los pájaros han anidado en mi jardín. de espino negro: "l\Iatilde se arrodilla, alza un dedo,
Y a la mañana siguiente cuando vuelvo, caminando roza el musgo fino, y deja el dedo levantado
por la avenida con más cuidado que la víspera, veo en "De repente me estremece un escalofrío.
el fondo del nido ocho huerns de un color blanco ro- "La significación femenina del nielo colgado en la
sáceo. Dios mío, ¡qué pequeños son! ¡Qué pequeño horca de dos ramas, acaba de ser descubierta por mí.
es un huevo de los matorrales! La mata adquiere un valor tan lmmano que grito:
'". He aquí el nido virn, el nido habitado. El nido es "-¡No lo toques, sobre todo, no lo toques!" 8
la casa del pájaro. Hace mucho tiempo que lo sé, mu-
cho tiempo que me lo han dicho. Se trata de una his- IV
toria tan vieja que vacilo en repetirla, en repetírmela. Y
! ; sin embargo, acabo de re,·i,·irla. Y recuerdo, con una La "conmoción" ele Toussenel, el "escalofrío" de Le-
gran simplicidad de la memoria, los días en que, en mi quenne llevan la marca de la sinceridad. Les hicimos
vida, he descubierto un nido vivo. ¡Qué raros son, en eco en nuestro libro, porque es en los libros donde
una existencia, estos recuerdos reales! gozamos la sorpresa de "descubrir un nido". Conti-
Y qué bien comprendo ahora la página de Toussenel nuemos, pues, nuestra búsqueda de nidos en la litera-
que escribe: "El recuerdo del primer nido de pája-
7 ~A... TousseneJ, Le monde des oiseaux, Ornithologie passionelle,
ros que encontré yo solo, ha quedado grabado en mi París, 1853, p. 32.
memoria más profundamente que el del primer premio 8 Fernand Lequenne, Plantes sauvages, p. 269 _

- .
138 EL NIDO EL '.\"IDO 139

tura. Vamos a dar un ejemplo en que el escritor "Habia instalado un asiento, corno un nielo, en uno de
aumenta, dándole un nuevo tono, el .-alar domiciliario aquellos sauces: allí, aislado entre el cielo y la tierra,
del nido. Tomamos este ejemplo de Henrv-Davicl TI10- pasaba horas en compañía ele bs currucas."
reau. En su página, el árbol entero es par~ el pájaro, el De hecho, en el jardín, el árbol habitado por el
wstíbulo del nielo. Ya el árbol que tiene el honor ele pájaro se nos hace m,1s querido. Tan misterioso, tan
albergar un nielo participa en su misterio. El árbol im·isible como es a menudo el pico todo ycstido de
es ya para el pájaro un refugio. Thoreau nos muestra ,·erde entre la enranncb. se nos hace famili:ir. El
i l
a un pico-verde tomando todo un árbol para su morada. pico-\-erde no es un habitante silencioso. Y no pensa-
Con_iJ;'ara esta toma ele posesión con el júbilo ele una mos en él cuando canta, sino cuando trabaja. A lo
familia que vuelve a habitar la casa largo tiempo aban- largo del tronco del árbol, su pico golpea la madera.
donada. "Así cuando una familia vecina, después ele Desaparece con frecuencia, pero se le O\'C siempre. Es
una larga ausencia, vueh-e a una casa vacía oigo el un obrero del jardín.
rumor alegre ele las voces, las risas ele los niños: veo Y ele esta manera el pico·\'Crdc ha entrado en el
el humo el~ la cocina. Las puertas se abren ele par en universo sonoro. Lo con~:ierto par;:i n1í e11 una in1agen
par. Los mños corren por el hall gritando. Así el pico- saludable. Cuando en mi Gisa parisiense un vecino
vercle se precipita en el dédalo de las ramas, abre aquí martilla cb\'Os en la pared a una horn demasiado tardía,
una ventana, sale ele ella gorjeando, se lanza por otro vo "natnrc1lizo" el ruido. Fiel a mi método ele apaci-
lado, ventila la casa. Hace resonar su voz arriba, abajo, guamiento frente a todo lo que me incomoda, me
prepara su morada. . . v toma posesión de ella." 9 imagino que estoy en mi casa de Dijon y me digo,
Thoreau acaba de darnos el nido y la casa en expan- encontrando natural todo lo que oigo: "Es mi pica..
siórr. ¿No es acaso notable que el texto de Thoreau s~ wrde que trabaja en mi acacia."
anime en las dos direcciones de la metáfora: La casa
alegre es un nido vigoroso -la confianza del pico-verde V
en el refugio del árbol donde oculta su nido es la toma
de posesión de una morada. Rebasamos aquí el al-
¡'~)om_<:>_1:,(),c1~1_ if1~:1.&~r1_cL~ . Eep o.s(), .. ge__~ra_n g uili~a el.,
¡ se asc1_c1a mmediatamentea la n11agen_c]c la_s:asa sencilla.
cance de las comparaciones y de las alegorías. El pico-
¡¡pe lg~]Tñi!ién d'CJ:iiicIÓ ª· la .imagen cle_J<i..casa-c;:-~'.ice-_
vercle "propietario" que aparece en la ventana el el 1 versa, el tránsito .no puede 11acerse.gi_,t__sui~.._])3jo .f:l
árbol, que canta en el balcón, corresponde, dirá sin \signo de la{.simplicidadJ Van Gogh, qne ha pintado
duda la crítica razonable~ a una "exageració11". Pero muchos melas \' muchas chozas, escnhe a su hermano:
' ( el alma poética le agradecerá a Thoreau que le dé, "La choza con" su techo de juncos me ha hecho pensar
con el nido del tamaño del árbol, un aumento ele ima- en el nido de un ren:znelo." 10 ;/\caso no hav un au-
J ~ -

gen. El árbol es mi nido en cuanto un grnn soñador mento ele interés p2ra el ojo del pintor si pintando
se esconde en él. Leemos en Las memorias de ultra- un nido sueña con la cho7:1, si pintando una choz:1
tumba esta confidencia --recuerdo ele Cl:ateanbriand. sucfia co11 un nielo? (~on ta1es nudos de irnágenes
!} I-Tcnry~Da\·id rfhoreat!T Un filósofo en los bosques, p 2_27. 10 \Tan Go¡;h, Lcttrcs a -rhéo, p. 12.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - ,,,,.--
140 EL NIDO
EL ;-,;mo Hl
parece que se sueña dos veces, que se sueña en d?s
cias. Sobrej'1_s_.imáge11~~rebi::ion;idas rn.n.cl.i:iido.v la
tonos. La imagen más sencilla se duplica, es ella mis- casa, resuena un íntimo componente dd. fjdcli~laC!: · ·
ma v otra cosa más. Las chozas ele Van Gogh están -·····En. este terreno todo sucede por toques sencillos
sobrécargaclas ele bálago. Una paja gruesa, burdamente y delicados. El alma es tan sensible a esas simples
trenzada, subraya la voluntad ele albergar, clesborclanclo imágenes que en una lectura armónica oye todas las
los muros. El 'techo es aquí el testimonio dominante resonancias. Una lectura al nivel de los conceptos resu].
ele todas las virtudes ele albergue. Bajo el cobertor del huía insípida, fría, lineal. Nos pide que comprenda-
techo los muros son de adobe. Las aberturas son bajas. mos las imágenes unas tras otras. Y en este terreno
La choza está colocada sobre la tierra como un nido ele la imagen ele] nido los rasgos son tan simples que
!. sobre el campo. nos sorprende que puedan encantar a un poeta. Pero
Y el nido del reyezuelo bien se parece a una choza, la simplicidad trae el ohiclo y ele súbito sentimos gra-
porque es un nielo cubierto, un nielo redondo. El Abate titud hacia el poeta que encuentra, en un toque raro,
Vincelot lo describe en estos términos: "El revezuelo el talento ele renovarb. ¿Cómo no Yibraría el fenome-
da a su nielo la forma ele una bola muy redonda, en la nólogo ante esta rcnov·ación de una simple imagen?
cual se abre un pequeño orificio en la parte de arriba, En ton ces se lec con el corazón conmovido, el sencillo
a fin ele que el agua no pueda penetrar. Este orificio poema que Jean Caubere escribió con el título ele:
suele disimularse bajo una rama. Con frecuencia he El nido tibio. Dicho poema cobra aún más amplitud
examinado el nido por todos lados antes ele encontrar si se considera que aparece en un libro austero escrito
la abertura que deja paso a la hembra." 11 Viviendo bajo el signo del desierto: 12
en su enlace manifiesto la choza-nido ele Van Gogh, las
pabbras empiezan a reírs.e dentro ele mí. ~1e com~ Le níd tiJde' et calme
place repetir que un reyec1to habita la ch?za. He a9rn Oú chante l' oiseau
una imagen-cuento, una imagen que sugiere h1stonas.
Rappelle les chansons, les cliarmes
Le seuil pur
VI De la vieille mazson.
-~.
La \casa-nielo no es nunca joven. Podría decirse con [El nido tibio y en calma / donde el pájaro canta / /
ciertapé<liiiitería que~e~.,~l ]u-gar natur~l ·ªe la fun: Recuerda las canciones, el encanto, I El umbral puro / De
ción ele habitar. Se!Vííelve1i e.lla, se sueña en yoker la vieja casa.J
~offiüei pá¡;ro vu~lv~~~L nidO,_c:omo·-é1 cordero úíeh'c
! )

.''' al redil. .E:ste signo del retomoJeñala in~nit()S ensu_e- Y el umbral aquí es el umbral acogedor, el umbral
_ñQS, porquelos retorñosnifrÍ1anos se.r~ahzan sobre._el ! q~1e_1.1.º_Í~one )Or .s\1 majcs.tacl. Ambas imágenes: el
··gr~n ~tmo ele la vida -hmi1apa, ritmo que franquea \i \n100 _ei:i__c11L~· a ne¡a .c:_asaL\tc:¡en sobre d telar ele los
sl!eñ_o_s_la _!elftgpjcla ..cl~J.'1. intiili]g~~L Y~-i~_A~~S'
! 1
años, ~.l_ucha __p~~~ s11eñ() ~ontra tocl~s las ausen-
J

,(
Ji.ºll_S!JEPles, sm mnguna preocupac10n ele prntoresqms·
11 Vincelot, Les non1s des oiseaux expliqués par Jeurs moeurs
ou essais étymologiques sur ornithologie, ~<\ngers 7 1867~ p. 233. 12 Jean Caubere, Déserts, ed. Debressc, París, p. 25.

. .
~-------·····················

1 EL :\'IDO
142 EL NIDO i H3
mo. Ei poeta ha sentido exactamente que una especie circuLir no es otra cosa que el cnerpo del pój:uo.
de acorde musical iba a resonar en el alma de sn lector Girando const1E~en1ente y abon11);:n1c10 el muro por
por la erncación del nido, de tm cm to de ¡xíjaros. de la todos lados logra form:u ese círculo." La hembra.
atracción que nos llama hacia la vieja casa,· hacia torno vi\·o, ahueca su casa. El macho trae de fuera
la primera morada. Pero para comparar tan dulce- materiales hetero2éneos, briznas sólidas. Con todo eso
! mente la casa y el nido, ¿no_.es_ preciso haber perdido mediante una aZti\·a presió;,, la hembra confeccion;;
un fieltro.
: 1l
: '
1 La_ fI19.~9d~de la fchciclacl' Oímos un a).' "éú ese canro
1::~ J\-fic1-1c1et co11tinúa: '~La casa es Ja personJ n1is1na
- ¡ '. [ de t~rnnra. Sj se \ltC:l~t:.!1 .. 1~ . vic:ja c:ts:~.c:o_mo s~ ,~1 E_~e 1

i ~J..f]1do, es porque los recuerdos son sueños, porque l~ su forma \. su esfuerzo más ir.mediato· yo diría su pa-
1
l ,j ~asa del_ pas::i.d.o :;.e ha convertido en una gran. imagt:n, decimient~. El resultado sólo se obtie~e· por fa presión
/ 1l_a gran mpgen. de las ,íntimid;i¡]es perdigas.
1 continuamente reitewcla del pecho. No hay una ele
esas briznas ele hierba que para adoptar y conservar la

~I
1
( ¡ curva no ha,·a sido empujada mil y mil \"Cces por el seno,
por el corazón, con trastorno cYidente de la respirnción,
\ De este modo, los Yalorcs despbzan los hechos. Eu,_, tal vez con palpitaciones."
1 cuanto se am_a una imagen 1 'lct nq p_ued_e ser _la _ copia - ¡Qué inverosímil im·ersión de las imágenes! ¿No es
'~ Cle im néCE:o: ""üñOCie fos m{s grandes"sofiaC!oies C1E'."l1 acaso aquí el seEo creado por d embrión? Todo es em-
puje interno, intimidad físicamente dominadora. El
Ylcla alwa, l\iiichelet, nos dará otra prneba de ello.
Sm embargo, sólo consagra unas cuan tas páginas a la nido es un fruto que se hincha, que presiona sobre
"arquitectura de los pájaros", pero al mismo tiempo sus propios límites.
dichas p:\ginas piensan y sueñan. \' 1 ¿Del fondo de qué ensueños brotan tales imáaenes?
El pájaro, dice l\ilichelet, es un obrero sin herra- ¿No vienen del sueño de la protección más próxi~a, de
1 la protección ajustada a nuestro cuerpo? Los sueños
mientas. No tiene "ni la mano ele la ardilla ni el
diente del castor". "La herramienta es reai'm~nte
el cuerpo del propio _pájaro, su pecho, con el que prens~
'Il de la casa-vestido no son ajenos a quienes se compla-
cen en el ejercicio imaginario de la función de habitar.
v opnme los materdes hasta hacerlos absolutamente Trabajando el albergue lo mismo que J\lichclet sueña
dóciles, mezclarlos, sujetarlos a la obra general." 13 Y en su nielo, no revestiríamos un trnje hecho, tan frc-
l\ilichelet nos sugiere la casa construida por el cuerpo, cucnte111entc n1arcado con un 111;11 signo por Bergson.
1 -, por el cuerpo tomando su forma desde el interior como Tcndrímnos la casa personal, el nielo de nuestro cuerpo
un2 concha, en una intimidad que trabaja físicamente. afelpado a nuestra medida. Cuando después ele las
Es el interior dd nido lo que impone su forma. "Por pruebas de la vida le ofrecen a Colas Brcugnon, el
dentro, el instrumento que impone al· nielo la forma personaje de Romain Rolland, una casa más grande,
más cómoda, la rechaza como un troje que no fucrn
13 Jules Michclct, L'oiseau, 4' e<l., 1858, pp. 208 s. Joubert a su medida. "J\k haría bolsas o bien yo lo haría
(Pensées, II, p. 167) escribe: "Sería útil investigar si las formas reventar", <lijo.1·1
que da a su nido nn pájaro que nunca ha visto ningún nido, tienen
alguna analogía con su constitución interior." 14 Ro1nain Ro11and; Colas Breugnon, p. l 07.

. .
lH EL NIDO EL '\IDO 145
Y así, prolongando hasta lo humano las imágenes guida- es precario y, sin embargo, pone en libertad
del nido reunidas por l\Iichelet, se comprende que, dentro de nosotros un ensueño de la seguridad. ¿Cómo
desde su origen, dichas imágenes eran humanas. Es es posible que su fragilidad c,·idcntc no detenga semc-
difícil que algún ornitólogo describa, al modo de i\Ii- ¡ante ensueüo 7 La respuesta a esta paradoja es sen-
chelet, la construcción de un nido. Ese nido debe cilla: soñamos como fenomenólogo que se ignora. Re,·i.
llamarse "nido i\Iichelet". El fenomenólogo experimen- nmos, en una especie de ingenuidad, el instinto del
i
,, i,
i tará en él los dinamismos de un extraüo acurruca- pájaro. Nos complacemos en acentuar el mimetismo
i: miento, un acurrucamicnto acti,·o, sin cesar rcnorndo. dd nido todo verde entre el verde follaje. Lo hemos
No se trata de una dinámica del insomnio donde el ser nsto dec1d1damente, pero decimos que estaba bien
da vueltas v más vueltas en su lecho. Michelet nos escondido. Ese centro de vida animal está disimulado
llama al m.odelado del albergue, modelado que por en el inmenso rnlumcn de la úda vegetal. El nido
medio de finos toques, alisa y suaviza una superficie es un rnmillete de hojas que canta. Participa de la paz
primitivamente heterogénea y erizada. Además, la ,·egetal. Es un punto en el ambiente de dicha de los
página de Michelet nos trae un documento raro, pero grandes árboles.
por eso mismo precioso, de imaginación material. Quien Un poeta escribe: '"
ama las imágenes de la materia no puede ohidar la
raí revé d'un nid ou les arbres repoussaicnt la mort.
página de l\Iichelet, porque nos describe el modelado
en seco. Es el modelado, es el acoplamiento en el aire [Soñé con un nido donde Jos árboles rechazaban la muerte.]
seco y en el sol estival, del musgo y del plumón. El
nido de i\Iichelet está construido a la gloria del afelpa- Así, C.Ollt.Gm¡:i1a.11do d nido, nos situamos en el ori-
miento. g.en de una co_nfianza en. cI rnundo, reciliü,ri(); ii~1 inc~;,_
Observemos que hay pocos soñadores de nidos que t1y9 .de q:infia11za,.l1.n llamado a la confianza cósmica.
amen los nidos de golondrinas, hechos, según dicen ¿Construiría el pájaro su nielo si no tuviera su instinto
ellos, con salirn y lodo. Nos hemos preguntado ¿dónde de confianza en el mundo? Si entendemos este llama·
habitaban las golondrinas cuando no había casas ni miento, si hacemos ele este frágil albergue que es el
ciudades? La golondrina no es, pues, un pájaro "nor- JlicJ.Q -paradójifairicnfe "sin dudá;-pcro en e1 impulso
mal"; Charbonneaux-Lassay escribe ( op. cit., p. 572): mismo de la imaginación- '1n.rcfugio...absoluto .. ,·.0 ]ve-
"He oído decir a los campesinos de la Vendée que .lllo&.alas fuentes g_e Iac8sa Z1.'íri.SW N ~1~stra casa, ca.P-
un nido ele golondrinas infunde miedo, incluso en in- ta.da en .su .potencia de onirismo, es un ·¡:¡¡cro.ei1 ·el·
! 1
vierno, a los diablos ele la noche." ·mundo. \Ti:;i m ~JillÍ...C:1.'__lll_1.". c_or1 fü1_n,2'.3_Jriú_al~-~~ar!f~
·~ 1 .
:;:ipamos__re_al[11r;_nte, en nuestros ensueños. de la scgu ..

1( VIII 1-5 Adolphe Shedrov>', Bcrccau sans promcsscs, ed. Seghers, p. 33.
Shedro\v dice además:
Si se profundizan un poco los ensueüos ante un nido,
no se tarda en tropezar con una especie de paradoja fai r¿vé d'un nid oil Ics áges ne dorn1aicnt plus.
de la sensibilidad. El nido -lo comprendemos en se- [He soñado un nido donde los siglos ya no dormían_]

.•
1

HG EL :'-:IDO EL :-:mo
ridad de la primera morada. Para \1vir diclu con- propagarse, a partir del centro de nuestra intimidad.
fianza, tan profundamente inscrita en nuestros sue- ums ondas de apaciguamiento que irían hasta los lí-
ños. no necesitamos enumerar razones n1aterü1les de 11ütcs del n1unc10?
corifianza.--fü_xü_dp tanto com_ci_Ja casa .. oDírica__ yI_;i_ Pero qué .rf~0"i:~C~_1-1Lr~ición -¿¡~ iñ1_í{ien_c_$_i~11csu_1_t1qr,i39s
casa onírica tanto como el nido -si estamos real- en . el mundo-nido de golondrina de Batís Pasternak.
friente en -d origen de nuestros sueños-- no C(JrlOC(C11 se ¿poi qut~dcjiirí:imos de modelar, de a_glgrnerar Ja_
'1 la hostilidad del mundo. Para el hombre la nda em- nlo1sa __del mrmclo en torno_ de nucstrn .albergue? El _
11
! !
\:'
pieza· dl1rrniendo J)ie;.;· y todos los huC\·os de los nidos nidodel hombre, ei rnimdo cld hombrenose <icabJ
est:ín bien incnbados. La experiencia de la hostilidad )"
:.~i_t~T~~~-."- f3-~_~111:iglnaC,ión nos é"l)~uda- ~~ -co-~-1-t_i_D{~~~rY9_~.
del mundo -y por consiguiente nuestros sueños de El poeta no pm:de abandonar una imagen tan grande. 0
defensa v aaresividad- son más tardíos. En su germen 1 más exactarnente, se111ejante in1~1gen i10 puede aban~
toda vida ~ bienestar. El ser comienza por el bien- clonar a su poeta. Boris p,1sternak ha escrito mm· justa-
estar. En su conternolación del nido, el filósofo se 1 mente ( op. cit.. p. 5): "El hombre es muelo, es la ima-
tranquiliza prosiguiendo una meditación de su ser en gen la que habla. Porque es evidente que la image11
el ser tranquilo del mundo. Traduciendo entonces al sola puede sostenerse al mismo p;:iso que b_ naturaleza."
1
lenguaje de los metafísicos de hoy ~l candor absoluto
de su ensueño, el soñador puede decir: el mundo es el 'I
nido del hombre. ;[
El mundo es un nido; un inmenso poder guarda
en ese nido a los seres del mundo. En La historia ele "'i.-·¡
la poesía de los Hebreos (trad. Carlowítz, p. 269), Her-
der da una imagen del cielo inmenso apoyado sobre la
inmensa tierra: "El aire es una paloma que, apoyada
sobre su nido, calienta a sus hijuelos." 1
Y o pensaba en estas cosas; tenía estos sueños y he
aquí que leo en los Cahiers G. L. IYJ., otoño. de 195'f, 1
una página que me ayuda a sostener el axioma que
"mundifica el nido", que hace del nido el centro de 1

! ;
un mundo. Boris Pasternak habla del "instinto, con 1

1
b avuda del cual, como la golondrina, constrnimos un
mu~do -un nido enorme, conglomerado de tierra v
de cielo, de muerte y de >~da, y de dos tiempos, el que
está disponible y el que hace falta". 16 Sí, dos tien.rpos,
porque ¿qué duración necesitamos para que pudieran

16 Cahiers C. L. ?vL, otoño 1954, André Du Bouchet, p. 7.


L.\ COc.:CH.\ 149
mente".2 Parece que para el poeta, gran cartesiano, la
,¡ ¿ancha esuna verdad de geometría animal bien soJícli-::-
V. LA CONCHA ,¡
fi~a<:la, · p-or lo ta~;·to -ucfora ' cÍistínta'':.El-oojeto ¡:e;¡::-:-· .
1 lizado es de una gran inteligibilidad. _'f:s_laformac_ión · · ·-
I "no la forma lo_gue es misterioso. Pero en el momento _
1
1 de tomar forii!a ¡qué deClsiünCle por vida en la dec- -
A LA CONCHA le corresponde un concepto tan rotundo, ción inicial, que consiste en saber si la concha se enro.
tan seguro, tan duro que, no pudiendo simplemente llará hacia la derecha o hacía la izquierda• ¿Qué no se
dibujarla, el poeta se ,.e reducido a hablar de ella y se 1
ha dicho respecto a ese torbellino inicial? De hecho, b
.l: i
encuentra "a1 ·pri_llS:ijl_íQ..lál_to de!ITlágenes-' Quccracrete=--
niCJ(). en 'sil .e\'asión hacia los valores soñados, por la
,-ida no comienza tanto lanzándose, como girando.
Un impulso Yital que gira, ¡qué maravilla insidiosa, qué
¡
realidad geométrica de las formas. Y las formas son fina imagen de la existencia! ¡Y cuántos sueños po-
tantas, frecuentemente tan nuevas, que la imaginación
''•
¡

es vencida por la realidad. Aquí, la naturaleza imagina


drían soñarse sobre la concha zurda, sobre una concha
que derogara a la rotación de su especie!
' ¡ ~
y la naturaleza es sabia. Bastará contemplar un álbum "_,...... Paul Valéry se demora largo tiempo ante el ideal
de amonitas para reconocer que, desde el periodo secun· ele un objeto 'moderado, de un objeto cincelado que
dario, los moluscos construían su concha siguiendo las justificaría su ya]or de ser por b bella y sólida geome-
lecciones·· cle..la..geomerríatfasteñaente:-Las-amorufas · tría de su forma, desprendiéndose ele la simple preocu-
hacían·· su morada sobréer ..cj(.:~áe-üna espira · ogar~· pación de proteger su materia, La dil'isa del molusco
..mica. 'ICil.éThermoso l!Ero...clel\fono · erzen se en· sería entonces: hay que Yi\ir para edificar la casa y no
""i: contrará una exposición muy clara ele esa construcción edificar la casa para Yi>ir en ella. '\
~ .' ~
)
de las formas geométricas por la vida.1 ";~ En un segundo tiempo de su meditación, el poeta
Claro que el poeta puede entender esta categoría comprende que una concha cincelada por un hombre
estética de la vida. El bello texto que ha escnto Paul sería lograda desde fuera, en una especie de actos enn-
Valérv está todo iluminado de espíritu geométrico. merables que !lc,·an el signo ele una belleza retocada,
\\
Para. ~l poeta, "un cristal, una flor,. una co11cll.<:L.l$'_<les: mientras que "el molusco emana su concha", "deja 1·
prenden del desorden ordinario ~el, conjmlt?de las
cosas scrisibles. Son para nosotros ob¡etos prmleg1ados,_ .\ rezumar" la materia con la que va a construir, "destila )
¡. a su medida su mara»illosa cubierta'', Y desde la pri.
'1ñás inteligibíes a la Yista, aunque más misteriosos.ª la 1 mera »ez que rezuma, la casa queda entera. De este
1:
1 .. '
· 'reflexión que todos· los otros que vemos md1stmta· modo ,Valéry llega al .i;nisterio de la \"ida formadora,
'-rn1steno de la formac1011 lenta " contmua.
V
''
1 É<louard T\1onod-líerzcn, Principes de !\lorphologic généralc, Pero esta referencia al misterio de la lenta forma-
ed. Gauthíer-Villars, 192í, t. I, p. 119: "Las conchas ofrecen innu-
1nerab1es ejen1plos de superficies espirales, en donde las líneas ~e
ción no es más que un tiempo de la meditación del
suh1ra de las espiras sucesivas son hélices espirales." La gcometna poeta. Su libro es una introducción a un musco ele las
de la cola del pavo es más aérea: '"Los ojos de la cola del pavo
2 Paul \ 7a1érv I,es rnerYeillc-s de Ia n1cr. Les CO(]uilfagcs, Co1l.
real están situados en los puntos de intersección de un doble haz
de espirales, que parecen espirales de Arquímedes" (t. I, p. 58).
"Isís", ed. Plon: ~. 5.
148
150 L.\ CO;(CH.\ LA CO;(CH\ 151
formas. Unas acuarefas de Pauk\. Robcrt ilustran la
colección. Antes de pintar las acuarebs se ha preparado III
el objeto, se han pulido las ,·alvas. Esta delicada opera- ¡El mejor signo ele la admiración es la exageración!
ción ha revelado la raíz de los colores. Se participa en- Puesto que el habitante ele la concha sorprende, la ima-
tonces en una \·oluntacl de color, en la historia misma ele gii.1aci.3nno va a fiITEír en hacer sm:g1r de eJiaseres··
la coloración. La casa se re·ela tan bella, tan intensa- asombrosos, seresmás sorprendentes' qué la realidad . . i
' mente bella que el soñar en habitarla sería un sacrilegio. : ·no¡eemos por eiempJo efoelToalliúniCfe.. Jurgís KiffúJ:.- 1
: ,i
'¡ saitis, La edad media fantástica, y se verán reproduccio-
nes de gemas antiguas donde "los animales más ines- ,
II pera dos' una liebre, un pájaro, un ciervo, un perro, sur- \
El fenomenólogo que quiere vivir bs imágenes de la ,gen• de una ~onchacomo de una caja ele prestidigita- j
función ele habitar no debe ceder a bs seducciones ele y' dor" .3 Esta compariiéíón con una caja de prestidigi-
las bellezas externas. En general, la belleza extcriorin, fadé:ír resultará bien inútil para quien se sitúe en el
¡' . trastorna la meditación d; la mt1m1dad. El fenomenó- eje mismo donde se desarrollan las imágenes. Quien
lor;o no puede tampoco seguir al conquiliólogo que debe , acepta los pequeños asombros, se prepara para imaginar
clasificar la inmensa variedad ele los caparazones v de '--los grandes. En el orden imaginario, es normal que el
las conchas. El conquiliólogo está ávido de cli\ ersidad. elefante, ese animal inmenso, salga ele una concha de
Por lo menos el fenomenólogo podría instruirse cerca caracol. Sin embargo, es excepcional que se le pida, al
de él, si éste le confiara sus primeras sorpresas. estilo de la imaginación, que entre en ella. Ya tenclrq-
mos ocasión de comprobar en otro capítulo.que en el,
Porque aquí también, como para el nido, habría
~múí1clo de la imaginación entrar y salir no son imágc,,
que hacer partir el interés permanente del obseryador
ne~·simétricas. "Animales gigantes y libres se escapan
ingenuo, de un primer asombro. ¿Es posible que un
misteriosamente ele un pequeño objeto" dice Baltrusai-
i: ser qne esté \'i\'O dentro de la piedra, \-i\'a en ese trozo
lisv añade: "Afrodita ha nacido en esas condiciones." 4
de piedra? Este asombro no vuelve a \'ÍYirse. La Yicla
''LÓ bello, lo grande, dilatan los gérmenes . .Que lo
desgasta pronto las primeras sorpresas. Además, por graúcle surja de lo pequeño es, como demostraremos más
11
una conc11a "viva ¡cuántas concl1as muertas! Por una
,
tarde, una de las fuerzas ele la miniatura."
concha habitada, ¿cuántas conchas Yacías? Todo es dialéctica en el ser que surge ele una con- -\_
Pero la concha vacía, como el nido vacío, suscita , cha:·--y como no surge todo entero, l~ue sale contra- 1
f;
los ensueños de refugio. Seguir imágenes tan simples 1 dicen:-ro que qued'ü'Cñccrraao-.-1::0 posterior del ·ser 1
es sin duda un refinamiento del ensueño. Pero el feno- Í queda cncarcelaclo-ei1Torifüísgeomctncas solidas. Pero ···-
menólogo necesita, a nuestro juicio, llegar a Li simpli- a la salida, la v1clanene fanfa pnsa qne no tom~1 siem-
..
cidad máxima. Creemos, por consiguiente, que resulta ·----·-~~~-- ·----~------ --~

interesante proponer una fenomenología de la concha 3 Jurgis Baltrnsaihs, Le nioyen áge fantastique, Ed. Colin, p. 57.
4 Jurgis Baltrnsaiti:;, op. cit., p. 56. (En las n1onedJs de Hatria,
h:1bitada. ]:i cabeza de una n1ujcr con b cabellera ul vicnto quizá la propia
7

Afrodita, surge de una concha redonda.)

,..,......_ ________________ ___ .,..,.,.,. _.;._ ______ ..


,
¡ -~_ L\ CO:\CH1\ L\ CONCHA 153
_Ef:e una forma designada, como la del lebrato v la del e\•olución animal piensa en el hombre. En el dibujo
camello. Hay grabaoosque nos enseñan a la salida de las melusinas alquímicas, la forma humana sale de
extrañas mezclas de seres, como ese caracol reproducido una pobre forma deshilachada a la cual el dibujante
en el libro de Jurgís Baltrusaitis (p. 58), "de cabeza ~sólo ha dado una atención mínima. Lo inerte no soli-
humana barbada y con orejas de liebre, con una mitra cita el ensueño, la concha es una em·oltnra que se va·
y patas de cuadrúpedo". La concha es un caldero de he- a abandonar. Y Estüerzas aeTa salida son ta1es, las-:. -
chicera donde hierve la animalidad. "El Libro de fuerzas de producción y. de nacimiento son tan impe-
!j í'
<
Horas de l'vfarguerite de Beaujeu -continúa Baltru- tuosas que pueden hacer surgir de la concha informe
(;
saitis- abunda en esos personajes grotescos. Algunos dos seres humanos que están en la figura 11 del libro
de ellos han abandonado su corazón, pero conservan de C.-G. Jung coromdos con una diadema. Es la dop-
sus pliegues. Cabezas de perro, de lobo, de pájaro; y pelkopfigc !\fclusíne, la melusina de dos cabezas.
cabezas humanas se ajustan directamente sobre moluscos Todos esos ejemplos nos traen documentos fenome-
sin protección." De esta manera la ensoñación anima- nolóaicos para una fenomenología del verbo salír. Son
lesca en libertad realiza el esquema de una evolución tant~ más puramente fenomenológicos cuanto que co-
!';''<
animal condensada. Basta abre\Ür una ernlución para rresponden a "salidas inventadas". El animal no es aquí
engendrar lo grotesco. . .
De hecho, el ser que sale de su concha nos sugiere ';.
>\ más que un pretexto para multiplicar las imágenes d~l___
"sahr". El hombre vive de las imágenes. Como todos los
los ensueños def"ser m1xtc;:-r;Jo es solo el ser "m1tacr-:,¡ grandes verbos. salir de exigiría múltiples investigacio-
. carnev mitad p~S el Ser sem1muerfO y sem1V!\'O !I nes donde se reunieran, junto a ejemplos concretos, los
;-y, eri1os grande$ excesos, mitad piedra y mitad hombre. / movimientos apenas sensibles de ciertas abstracciones.
. ) 1 i Se trata de la inversa misma del sueño de medusa. El ;
' ·-- I
Ya no sentimos una acción en las derivaciones gramati-
nomDrel1aceae!a pieClra. Si se estudian atentamente/ cales, en las deducciones y en las inducciones. Los pro-
en el libro de Jung, Psychologie und Alchemíe, las fi- _pios verbos se endurecen como si fueran sustantiv()_S_._
guras de la página 86, se verán allí unas melusinas, no S-ólolas-!mTgénes pueden volver a poner en movimiento
melusinas románticas surgidas de las aguas del lago, sino !Cls\·erbº3;.- ---------- -~

unas melusinas símbolos de alquimia, que contribuyen

¡'

1 !
a formular los sueños de la piedra de donde deben salir
los principios de vida. l\Ielusina surge realmente de su
cola escamada v pedregosa, de su cola, pasado remoto,
---- IV
La imaginación se elabora también sobre el tema de la ~-
concha además de la dialéctica de lo pequeño y de¡
< 1 ligeramente en. espiral. No tenemos la impresión de 'Jo grau'de, la dialéctica del ser libre v del ser encade- T
que el ser inferior haya gu<udado su energía. La cola- nado; y ¡qué no puede esperarse de un ser desenca- i ¡
l '· ;
concha no expulsa a su habitante. Se trata más bien
de un aniquilamiento de la vida inferior por la vida
·°' denado!
'-- Es cierto que en la realidad el molusco sale blanda-
superior. Allí como en todas partes, la vida es enér- mente de su concha. Si nuestro estudio tratara de los
gica por su cima. Y esa cima tiene su dinamismo en fenómenos reales de la conducta "del caracol", dicha
el símbolo acabado del ser humano. Tod:) soñador de \ conducta se entregaría sin gran dificultad a nuestras

'
lllllllííí-----------------..,,-----"~-~- -~-- -- - .
¡;4 LA CONCK\ LA CO:'\"CH.-\ 15:;
observaciones. Y si pudiéramos restaurar, en la obscr- c?racol saliendo de su concha, de un caracol empujando
ra pr~amente sus cuernos contra el ciclo, ¡qué agresión'
0
,·ac10n misma, un candor total, es decir revivir verda-
deramente la obsen-0ción primera, volverfamos a poner L-. ue cuernos agresirns' El miedo bloquearía toda cu-
en acción ese complejo de miedo ,. ele curiosidad que nosrdad. El complejo miedo-curiosidad quedaría des-
acompaña a toda primera acción sobre el mundo. Qui- cuartizado.
siéramos ver v tenemos miedo ele ver. :E:ste es el um- Hay un signo de_ \iolencia en todas estas figuras
( ¡
' bral sensible de todo conocimiento. El interés ondula donde un ser sobrexcitado sale de la concha inerte. El
sobre dicho umbral, se turba, vueh-e. El ejemplo que dibujante precipita sus sueños animalescos. Hay qnc
encontramos para indicar el complejo miedo v curiosi- asociar a las conchas de caracoles de donde salc1; cua-
dad, no es grande. El miedo znte el caracol se tranqui- drúpedos, p3jaros, seres humanos, esas abreviaciones de
11
liza inn1ediatamente, está gastado, es l(insignificante ; anrmales en donde cabeza v c_ola se encuentran pegadas,
pero en estas páginas nos dedicamos al estudio de lo v que per!enecen al mismo tipo de ensueños: el dibujo
insicrnificantc.
b
Y a \·eces reyeJa extraños refinamientos. oh-rda el rntermed1ano del cuerpo. Suprimir los ínter.
Para revelarlos, situémoslos bajo la lente de aumento de medrn,nos es _un relea] de rnpide~. Una especie de acc.
la imaginación. lerac10n del rmpulso ntal 1magrnado c¡uiere c¡ue cual-
Cómo se amplifican esas ondulaciones ele miedo y qmer ser que surge de la tierra encuentre en seguida
de curiosidad, cuando la realidad no está allí para mo- una fisonomía. ,
delarlas, cuando se imaginan. Pero aquí no inventamos / ¿Per? de dónde proceded cvidcr:te dinamismo de \
nada. Damos documentos referentes a imágenes que : esas 1magenes excesn:as? Diclws rmagenes se animan \
han sido efectirnmente imaginadas, realmente dibuja- en la dialéctica de lo oculto v de lo manifiesto. El ser ,¡ \
das y que permanecen grabadas en las gemas y las pie- _c¡ue s~ esconde, d, ser que se "centra en su concha ..EE'::: ¡f \
dras. l\!Ieclitemos aún algunas páginas del libro de Jurgís _para u,mr sahda . Esto es ciert,o en toda la escala de-'Ti
Baltrusaitis. Nos recuerda la acción de un dibujante que las meta foras, _desde la resurrccc10n de un ser sepultado ,1 !
nos enseña la hazaña de un perro que "salta de su _hasta la expresión súbita_ del hon~_r~__!a..r:g()_ tiempo~t'!.ci::JJ /
concha" y se lanza sobre un conejo. Un poco más de turno. Quedandonos aun en el centro de la ímaaen Jj /
agresiYidid, y el perro enconchado ataca a un hombre. que estudiamos, _e! ser prepara explosiones tempor~lcs / ·
Estamos realmente en presencia del acto de aumento \ del ser,_ torbellmos Cfe....2_eL Las evaswnes mas dinámí:- I
por el cual la imaginación supera a la realidad. Aquí la \ cas se e1ectúan a partir Gel ser comprimido v no en la
imaginación opera, no sólo sobre las dimens10nes geo- mullida pereza del ser perezoso que sólo' desea ír a
métricas, sino también sobre fuerzas, sobre velocidades er;iperezarse a otro lado. Si se vive la imaginación parn-
-no ya.en un espacio aumentado, sino sobre un tiempo do¡rca del molusco 1igoroso -los grabados que comen-
acelerado. Cuando en el cine se acelera la eclosión de tamos nos dan imágenes claras ele ellos- se llega a la
una flor, se tiene una imagen sublime de la ofrenda. más decisiva de las agresi1-idades, a b agresividad dife.
Diríase que la flor que se abre entonces sin lentitud, riela, a la agresi\idad que espera. Los lobos enconcha-
sin retinencia, tiene el sentido del clón, que es un dón dos son más crueles que los lobos errantes.
del mundo. Si el cine nos presentara una aceleración del
156 LA. CONCHA L.\ CO:"\CH:, 157
interiormente el hombre es un ensamblaje de conchas_
V • J
Cada órgano tiene su casualidad formal propia, ya ensa-
/:, .. d
¡ ns1, s1gmen o un método que nos parece decisi' o para
\\11
' ' yada, en los largos siglos en que la naturaleza aprenelía
la_ fenomenología de l_ª_ s_ imáge_ nes, Ill_étod_o _que_ cons_iste _ ! }\ a hacer al hombre ,-aliénelose de alguna concha. La
eIJ __c;tes1gnar Ja_m1agen como un exceso de la imagma- ' _función construye su forma sobre antiguos modelos,
la vida parcial constnn-e su morada como el mofusco-
.l:1
¡
'
f , _ció-n,
_d;, l? h-e-mos_
pequeño, a_cen_ _tu-ad
de_ lo __º_-oculto
__-__ -1--as d-i-ale_'
y de _c--t-icas º_ _
d-e l__ --g--ra-nd-c
lo manifiesto, ele lo )!
_'_' ¡ ¡' construve su cor1í::11a. -- '
,¡¡ \__ placido y ló ofe11s1vo, _de lo blando y de_ Io _vigoroso. í Si se sabe revivir esta vida parcial, en la precisión
Hemos seguido a la imaginación en su tarea de creci- de una vida que se da una forma, el ser que tiene
miento, hasta un más allá de la realidad. Para superar una forma domina los milenios_ Toda forma conser-
bien, primero hay que ensanchar. Hemos visto con qué va una vida. El fósil no es, pues, simplemente un ser -
libertad de imaginación trabajan el espacio, el tiempo, que ha vi\'ido, es un ser guc vive todavía dormido en '
las fuerzas. Pero la imaginación no trabaja sólo en el su forma. La concha es el ejemplo más manifiesto de
f'
¡ plano de las imágenes. También tiende a los excesos una_ v__i,da___l:l,rií~crsa1conéjUiZlante:- - '/
en el plano de las ideas. Hay ideas que sueñan. Ciertas ---roifo esto es afirmaelo con seguridad por Robinet:
teorías que se ha podido creer científicas, son vastos "Persuadido -escribe ( op. ciL, p. 17)- de que los
ensueños, ensoñaciones sin límites. Vamos a dar un fósiles viven, si no ele una vida exterior, porque quizá
ejemplo de una idea-sueño que toma a la concha como les falten miembros y sentidos, lo que sin embargo no
el testigo más claro del poder ele la vida para consti- me atrevería a afirmar, por lo menos de una vida inte-
(\ tuir formas. TQdo lo _9_1.JC tiene forma ha conocido una rior, al abrigo, pero muy real en sú especie, aunque
-• ontogénesis de concha. El primer esfuerzo de L~ v1CI~
1 muy por debajo de b del animal dormido y de la planta;
\"~ elabQrar _c:gnch<l..5,_ Creemos que un gran sueno de no se me ocurriría negarles los órganos necesarios a las
(
1 conchas constituve el centro del vasto cuadro ele la funciones de su economía ,-ita] v fuera cual fuese su
evolución de los' seres que presenta la obra de J.-B. forma, la concibo como un prog(eso hacia la forma de
Robinet. Sólo el título de uno de sus libros dice ya sus análogos en los vegetales, en los insectos, en los
bastante respecto a la orientación de sus pensamientos: grandes animales y, por último, en el hombre."
"Puntos de vista filosóficos de la gradación natural de Vienen después en el libro de Robinet elescripciones
las formas del ser, o ensayos de la naturaleza que apren- de los hermosos grabados que representan litocarditas,
f ). de a hacer al hombre" ( Amsterelam, 1768). El lector piedras de corazón, encefalitas que son como preludios
! f ~ que tenga la paciencia de leer toda la obra encontrará del cerebro, pieelras que imitan la mandíbula, el pie, el
bajo forma dogmática, un verdadero comentario de las riñón, la oreja, el ojo, la mano, el músculo -y luego
imágenes dibujadas que evocábamos más arriba. Sur- las orquis, diorquis, y triorquis, las priapolitas, colitas v
gen por todas partes animalidades parciales. Los fósiles faloides que imitan los órganos masculinos, v la histe-
son, para Robinet, trozos de vida, esbozos de órganos rapetia que imita los órganos femeninos.
que encontrarán su vida coherente en la cima de una Nos equivocaríamos si sólo viéramos allí una simple
evolución que prepara al hombre. Podría decirse que referencia a los hábitos del lenguaje, que nombran los

l?p----..,.-------------------JL_----~~--
153 L\ CO:\'CHA LA CONCI·H J 39
objetos nuerns siffiéndose de comparaciones con obje- Frente a un soñador de sabios pensamientos. corno
tos comunes. Aquí los nombres piensan y sueñan; la fue Robinet, y que organiza en sistema sus ideas-vi-
imaginación es act:i\·a. Las litocarditas son conchas de s10nes, un psicoanalista acosturn brado a desenredar com-
corazón, los esbozos de un corazón que \·a a latir; las plejos. familiares resultaría bien ineficaz. Sería preciso
colecciones mineralógicas de Robinet son piezas anató- un psicoanálisis cósmico, un psicoanálisis que abando-
micas de lo que será el hombre cuando la naturaleza nara un momento las preo_cupaciones humanas para in-
"!fl sepa hacerlo: algún espíritu crítico objetará que el na- qmetarsc ele las contrachccrones del cosmos. Sería nece-
'¡: {\ turalista del siglo xnn es '\·íctima de su imaginación". sario también un psirnanálisis ele la materia que, acep-
Pero el fenomenólogo que, por principio, se niega a tando el acompañamiento humano de la imacrinación
1 toda actitud crítica, no puede oh·idar que en el exceso de la materia, siguiera más de cerca el fuego prof~ndo de
mismo del ser dado a unas palabras, en el exceso mismo las imágenes de ésta, Aquí, en el campo muy circuns-
!l de las imágenes, se manifiesta un sueño en profundidad. . cnto en que estudiamos las imágenes, habría que resol-
En toda ocasión Robinet, desde el interior, piensa en ver las contradicciones de la concha. a yeces tan mela
la forma. Para él la '-:ida es cansa de formas. Es natu- en su C~\terior y tan suct\·e, tan nacarada en su in timi- -:,:~
ral que la vida, causa de formas, forme formas vivas. '.diicL ¿Corno puede consegmr ese lustre con la frotaciórf-·
U na vez más, para tales ensueños, la forma es la babi-· deUn ser blando' El dedo que sueña rozando el nácar
! tación de la vida. íntimo ¿no supcrn los sueños humanos, demasiado hu-
.r Las conchas, corno los fósiies son otros tantos en- rnaroos? Las cosas más sencillas son a veces psicológi-
' \ sarns de la naturaleza para preparar las formas de las camente complejas. . ·
. . diferentes p~r!_es del cuerpo humano; son(trozos de horn- No acabaríamos nunca si nos dejáramos llevar por
\ L_!re, trozos de rnuj<:0Robinet da una descripción de la todos los ensueños de la piedra habitada. Curiosamente
, ('- Conchaaevenus que representa la vulva de una mu- dichos ensueños son largos y breves. Se les puede perse'.
~ jer. Un psicoanalista no dejaría de ver una obsesión gmr sm fm y, sin embargo, la reflexión los detiene de
j

'

; "
;

.: ''
f'

t'
r sexual en esas designaciones y en las descripciones de
los detalles. Incluso no le sería difícil encontrar en el
súbito. La concha se humaniza al menor signo v sin
embargo, sabemos que la concha no es humana. é~n la
museo de las conchas, representaciones de fantasmas, concha, el impulso vital de habitación \'a demasiado
!, corno el fantasma de la vagina dentada, que es uno de rápidamente a su término. La naturaleza obtiene dema-
siado pronto, la seguridad ele la vida encerrada. Pero
\ los motivos principales del estudio qne l\lme i\farie
1 Bonaparte ha consagrado a Edgar Poe. Escuchando a el soñador no puede ercer que el trabajo está terminado
1
\ Robinet se creería que la naturaleza estuvo loca antes cuando los muros son sólidos, y así los sueños construc-
\ que el hombre. Y qué divertida respuesta daría Robinet tores de concha clan vida y acción a las moléculas tan
\ a las' observaciones psicoanalíticas o psicológicas, para geométricamente asociadas. Para ellos la concha, en el
· defender su sistema. Escribe simplemente, tranquila- teiiclo mismo de su materia, está viva. Vamos ahora a
mente ( op. cit., p. 53): "No debe sorprendernos la encontrar una prueba de esto en una gran levenda
atención de la naturaleza multiplicando los modelos natural. ·
1
\ de las partes generatrices, dada su importancia."

____________________ _____________________ .......


160 LA CONCHA
161
VI en esta obra, no tenemos por qué insistir sobre las tra-
diciones lejanas. Todo lo que debemos hacer es pre-
El padre jesuita Kircher pretende que en las riberas de '., guntarnos cómo las imágenes más simples pueden en
Sicilia, "las conchas de pescado, reducidas a polrn, ciertos ensuefios candorosos alimentar una tradición.
renacen y se reproducen si dicho poh·o se riega con Charbonneaux-Lass:n· dice estas cosas con toda la sim-
agua salada". El abate ele Vallernont 5 cita esta fábula plicidad, toda la ingenuidad deseables. Después de ha-
¡ ¡
corno paralelo ele la del fénix que renace de sus cenizas. - ber citado el libro ele Job y la im-enciblc esperanza de
He aquí, pues, un fénix del agua. El abate ele Valle- la resurrección, el autor de El bestiario de Cristo afiacle:
mont no da fe njnguna a la fábula ele uno y otro fénix. "¿Cómo ba siclo posible que el tranquilo caracol terres-
i:
Pero nosotros que nos situamos en el reino de la ima- tre haya siclo elegido para simbolizar esta fogosa e in- 1
ginación debemos sefialar que los dos fénix han siclo vencible esperanza? Es que en el tiempo moroso en ·
imaginados. Son hechos de la imaginación, los hechos 1 que la muerte del invierno cifü:· la tierra, se hunde
muy positivos del mundo imaginario. , en ella, se encierra en su concha como en un ataúd
/ Estos hechos ele imaginación se relacionan además mec1iante un sólido epigrama calcáreo, hasta que la
Í con alegorías que perduran a través ele los siglos. Jurgis · primavera venga a cantar sobre su tumba las aleluyas
Baltrusaitis recuerda ( op. cit., p. 57) que "hasta la ele Pascua. . . Entonces, rompe su tabique y reaparece
época carolingia, las sepulturas contienen a menudo \_ . en el día, lleno ele \ida."
conchas ele caracol, alegoría ele una tumba donde el / Al lector que se sonría ante tal entusiasmo, le pedi-
hombre va a ser despertado". Por su parte, Charbon- ríamos que re,iviera la sorpresa ,·ivida por el arqueólogo
neaux-Lassay escribe (Le bestiaire du Christ, p. 922): cuando descubre en un sepulcro de lndre-et-Loire "un
1 "Tornada en su conjunto como prueba y como orga- féretro conteniendo cerca de 300 conchas de caracol,
/ nisrno sensible, la concha fue, para los antiguos, un ( colocadas ele los pies a la cintura del esqueleto ... " Se-
/ emblema del ser humano completo, cuerpo y alma. El mejante contacto con una creencia nos sitúa en su
! simbolismo de los antiguos hizo ele la concha el em- propio origen. Un simbolismo perdido vuelve a encon-
';
' • +l ! blema ele nuestro cuerpo, que encierra en una envoltura
trase reuniendo sueños.
e.xterior el alma que anima al ser entero, representada Entonces, todas las pruebas del poder ele renova- -.
por el organismo del molusco. Así, dijeron que__('l ;uer::..._ ción, de resurrección, del despertar del ser, que estamos
i ¡:>o se vuelve inerte cua_ndo_ el alma se separa ae el, lo _._ obligados a enumerar unas tras otras, deben tomarse
_!IlJ~rI1_()__que!<i . concl~_aes mea paz . ae ,~1overs; cuando ---
f
..
¡
! ! ,
. es~arada de _1'1J2ªrt<:__c¡u~ la an,;_ma. Poclna reumr- !
en una coalescencia ele ensuefios .
Si afiaclirnos a esas alegorías y símbolos ele resurrec-
-\se un grríeso ex .. · ~· te _solirc _las . conchas de resurrec- ( ción, el carácter sintetizador de los ensuefios de las
ción" ,s En J~Wb~ vestigac10nes que nos ocupan . j potencias de la materia, se comprende que los grandes
1 i !.
,-,,
1
5 Abbé , e~"'_ rnont, ufi<j; és de la nature et de Tait sui la
· uculfure et ·JC!¡r nage dans Ieur perfect10.n., Pa~ 7. -
ty, sofiadores no puedan olvidar el sueño del fénix ele las
V éoétation
o
1709, Part
j - -~'
t¡;' . ~~9.-¡G • f ,< ::,:: h . · . ··
l'
l aguas. La concha en donde se prepara una resurrección,
G Char u.i:.1.:assay c1t ,);. ,fg1at6n, a Jámblico, y se refiere ~ en el suefio sintético, es ella misma materia de resurrec-
al libro de · \ l¡Ro l\:1~, ~e,,¡;.. 'rj/ysteres d'Eleusis, VI~ Payot. fi ci_ón. Y si el poh-o en la concha puede conocer fa
·.' -? ¡-_,/"~ \·, ::- / /-1
,·,·.V ·.·¡-s.('.
.
• ".u:......,,¡r-,..., },_·-V.
~~. o.,J'I.);;; ~.-;::;-
J/
!
--~-------·- ..-- --;z
:~
.L __ . '
-----------·--------------------------=~---"~J

162 LA CONCHA L.·\ CO:\ClIA 163


resurrccc10n ¿cómo no encontrará la concha reducida Yilh del uni1·erso. Y de modo general, concluye el
a poll·o, su fuerza de espiral? abate de Val!emont ( op. cit., p. 225), las conchas son
Claro que el espíritu crítico se. burla -y ésa es su "sujetos sublimes <le contcmpbción para el espíritu".
función- de las imágenes incond1c10nadas. Por un poco,
un realista pediría experiencias. Querría, aquí como en
todas partes, que se comprobaran las imágenes confron- VII
tándolas con la realidad. Ante un mortero lleno de Resulta siempre divertido ver a un dc>;;huctor de fábu-
conchas trituradas, nos diría: ¡fabriquemos, pues, un ca- las víctima de una fábula. El abate de Vallemont, a
racoJI Pero los proyectos de un fenomenólogo son más principios del siglo xvrn, no cree en el fénix del fuego
ambiciosos: quiere vivir tal y como los grandes soñado- más que en el fénix del agua; pero cree en la palinge-
res de imágenes han vivido. Y puesto que subnyamos nesia, una especie mixta de ambos fénix. "Reducid a
palabras, rogamos al lector que se fije en c:¡ue ,la palabra cenizas un helecho; disoh·ed esas cenizas en agua pura
tal supera la palabra como, la cual olndana prec1sa- v haced que se evapore la solución, Nos quedarán unos
me1-,te un matiz fenomenológico. La palabra como bellos cristales que tienen la forma de una hoja de he-
imita, la palabra tal implica que nos convertimos en el lecho." Y podrían aducirse muchos otros ejemplos en
sujeto mismo que sueña el ensueño. que unos soíladores meditan para encontrar lo que de-
Así no amontonaremos nunca bastantes ensueños, bería llamarse sales de crecimiento saturadas de causali-
si cme(emos comprender fenomenológicamente cómo el dad formal!
car;col fabrica su casa, cómo el ser más blando consti- Pero más cerca de los problemas que nos preocupan
tuve la concha más dura, cómo en ese ser encerrado <ictualmcntc, puede sentirse en el libro del abate de
re;uena el gran ritmo cósmico del inYierno y de la pri- Vallemont una contaminación de las imágenes del nido
1havera. Y ese problema no es un problema ps1cologica- y de las imágenes ele la concha. El abate de Valle-
mente vano. Se plantea de nuern por sí mismo, en mont habla ( op. cit., p. 243) de la Planta Anatífera o
cuanto se vuelve -como dicen los fenomenólogos- a Concha que crece sobre Li madern de los navíos. "Es
'' la cosa misma, en cuan to se vuelve a soñar en una casa un ensamblaje de ocho conchas ba~tantc parecido a un
que crece en la m.edida n;isma en que crece el cuer~o ramillete de tulipanes ... su m<1tcria es idéntica a la de
mismo que la habita. ¿Como puede crecer el pequeno fas conchas ele los meíillones ... su entrada está arriba
caracol en su cárcel de piedra? He aquí una pregunta v se cierra con tmas pcqueílas puertas unidas ele un
natural, una pregunta que se hace naturalmente. No modo que nunca admiraremos bastante. Sólo falta
¡ r "
nos gusta hacerla, porque nos de1·uch·c a nuestras prc- saber cómo se forma esta phrnta marina y los pcquefios
ountas de niños. Esta pregunta queda sin respuesta huéspedes que se alojan en esos apartamentos tan artís-
~ara el abate de Vallemont, que añade: "En la natura- ticamente fahricados."
leza se está raramente en país conocido. Hay, a cada Unas páginas más alb la contaminación de la con-
paso, con qué humillar y mortificar a los espíritus so- cha y el nielo se presenta de modo inconfundible. Esas
berbios." Dicho de otro modo, la concha del caracol,
Ja casa c¡uc crece a la medida de su dueüo es una mara- 7 Cf. La fonn::ition de l'csprit scientifique 1 ed, \'rin, p. 206.
164 L\ CO'\CH.\ L\ COXCH.\ ¡5;
conchas son nidos de los que se escapan unos pájaros. clan como todo lo que es lejano, en una ensoüación
"Yo digo que las distintas conchas de mi planta anatí- humana.
fera ... son nidos donde se forman y surgen esos pájaros No nos gusta nada explicar esos ensueños. Ningún
de origen tan oscuro que llamarnos en Francia negretas." recuerdo explícito los explica. Tornándolos en el resur-
Encontrarnos aquí una confusión de géneros bien gimiento que se manifiesta en los textos que acabamos
común en los ensueños de las épocas precientíficas. Las de transcribir, nos sorprendernos pensando que la ima-
1¡ negretas estaban consideradas corno pájaros de sangre ginación es anterior a la memoria.
fría. Si se preguntaba cómo incubaban dichos pájaros,
se solía responder que ¿por qué debían incubar, puesto
que no pueden, por naturaleza, calentar a sus hue,·os VIII
va sus pequeñuelos> "Una asamblea de teólogos .el'.' la Después de esta brga excursión en los ámbitos remotos
Sorbona -añade el abate de Vallernont (p. 2)0¡- del ensueño, voh·amos a imágenes que parecen más
ha decidido que se sacaría a las negretas de b clase ele próximas a la realidad. Sin embargo. nos preguntarnos
los pájaros para colocarlas en la de los peces." Son, si una imagen de la imaginación está alguna ,·cz cerca
por lo tanto, un alimento ele cuaresma. de la realidad. Con frecuencia se imagina lo que se
Antes de abandonar su nido-concha, las negretas, pretende describir. Se obtiene la descripción que, según
esos pájaros-pescado, están prendidos a él por un pico- se cree' instrm·e
pedúnculo. Así se reúnen, en un ensueño erudito, fos . cli\"irtiendo. Este género falso abarca
toda una literatura. En un libro del siglo xvrrr que se
enlaces leaenclarios.
b
Los dos grandes
,
ensueños del mdo
. presenta como obra para la instrucción de un joven
v de la concha se presentan aqm en dos perspechvas caballero," el autor "describe así el mejillón abierto y
que podríamos calificar de anamorfosis recíprocas. Nido, prendido a nn pedrusco: 'se le tomaría por una tienda
concha, dos grandes imágenes que repercuten en sus con sus cuerdas y sus postes'." Y se aüadc siempre
ensueños. Las formas no bastan aquí para determinar que con esas cuerdas minúsculas se han hecho tejidos.
tales aproximaciones. El principio ele los ensueños que Y efectivamente se ha fabricado hilo con las amarras
acogen tales leyendas rebasa la experiencia. El soñaclm del mejillón. El autor deduce también una conclusión
ha entrado en el dominio donde se forman las convic- filosófica en una imagen muy tri,·ial, pero que debernos
ciones que nacen más allá de lo que se ve y de lo que señalar una vez: "Los caracoles construvcn una casita
se toca. Si los nidos v las conchas no fueran valores, que llevan consigo." Así, "el caracol está siempre en
no sintetizaría tan fáciÍmente, tan imprudentemente, su su casa, viaje por donde ,-iaje". No diríamos una tan
-( -, imagen. Con los ojos cerrados, sin tener en cuenta las pobre cosa si no la hubiéramos encontrado centenares
formas v los colores, el soñador queda prendido por de veces en los textos. Aquí se presenta a la medita-
las comicciones del refugio. En dicho refugio la vida se ción de un caballero de 16 años.
concentra, se prepara, se transforma. Nidos y conchas Tampoco falta nunca una referencia a la perfección
no pueden unirse tan fuertemente más que por el oni- de las casas naturales. "Están todas hechas -dice el
rismo. Todo un ramillete de "casas oníricas", encuen-
tra aquí dos raíces lejanas, dos raíces que se entremez- 8 Le spectacle de la nature, p. 2 31.
166 LA CO::\'C!H LA COC\CIIA 167
autor-? coa t1n n1isn10 propósito, que es el de poner el caracol ha fabricado su "escalera"; así, tocia la casa
al abrigo al anim;1L Pero ¡qué varicd;id en ese diseño del caracol sería una caja de escalera. A cada contor-
tan simple! Tienen todas una perfección, gncias ,. co- sión, el blando animal fabrica un peldaño ele su escalera
modidades que le son propias." de caracol. Se contorsiona para avanzar y crecer. El
Todas esas imágenes y reflexiones corresponden a pájaro fabricando su nido se contentaba con dar vuel-
una admiración pueril, superficial, dispersa; pero una tas; aproximaremos la imagen dinámica de la concha
psicología de la imaginación debe anotarlo todo. Los de Robinet a la imagen dinámica del nielo de J\Iichelet.
intereses más pequeños preparan los grandes.
Llega también un tiempo en que se reprimen
;¡ Jas imágenes demasiado ingenuas, en que se desdeñan las IX
' imágenes gastacl;1s. Y no hay ninguna tan gastada como La naturaleza tiene un modo muv sencillo de asom-
la ele la concha-casa. Es demasiado simple para que se la brarnos: la ele hacer en grnndc. Con la concha que
pueda complicar de un modo afortunado, demasiado llamamos comúnmente la Gran Pila, vemos a la natu-
vieja para que se la pueda rejuvenecer. Dice lo que __J"aleza realizar un mmenso sueño de protección;ui1·--
tiene que decir en una sola palabra. Pero ele todas delmo de protección v obTeñer;afln· de cuentas, una-·-
maneras es una imagen inicial y una imagen indestruc- monstruosidad de la pérreccion~ El moluscCJ''sólo pesa-·..
tible. Pertenece al indestructible bazar ele las antícua- 14 lbs., pero e1peso -de ..c.acla ..i:ma ele su valvas es de
llas de la imaginación humana. 2 50 a 300 kilos, y tiene de l metro a uno y medio
De hecho, el folklore está Iieno ele cancioncillas que de long:itud". 1 º El autor de ese libro, que forma par-
le cantan al caracol para que enseñe los cuernos. El te ele la célebre Biblioteca de las Maravillas, añade: "en
niño se divierte también molestándolo con una brizna China ... algunos ricos mandarines poseen bañeras he-
de hierba para que el caracol se meta en su concha. Las chas con una de esas conchas." ¡Qué baño reblanclecc-
comparaciones más insólitas explican esa retirada. Un dor debe tomarse en la VÍ\'icncla <le un tal molusco!
biólogo escribe: el caracol se retrae "taimadamente en ¡Qué poder de relajamiento podía sentir un animal ele
su quiosco, como una muchacha impacientada que va a 14 lbs. ocupando tanto espacio! Yo no sé nada ele las
llorar a su cuarto" Y Las imágenes demasiado claras realidades biológicas. No soy más que un soñador ele
-tenemos aquí un ejemplo- se convierten en ideas libros. Pero con la lectura ele la página de Armand
1 •
generales. Entonces bloquean la imaginación. Se ha Landr:in hago un gran sueño ele cosmicidad. ¿Quién
visto, se ha comprendido, se ha dicho. Todo está cena- no se sentiría cósmícamente reconfortado imaginando
do. Y es preciso encontrar una imagen particular para que se baña en la concha de la Gran Pila?
dar vida nuevamente a la imagen general. He aquí una, Su fuerza va a la par con el tamaño y la masa ele
para reanimar este párrafo, donde parece que somos sus murallas. Un autor dice que es preciso enganchar
víctimas de la trivalidad. dos caballos a cada valva para obligar a la Gran Pila
Robinet ha pensado que, rodando sobre sí mismo, "a bostezar a la fuerza".
-9 Léon Binct, Sccrets de la vic des animJ.ux. Ensayo de fisiología 10 ¡-\rrnand Landrin, Les rTJonstres n1arins, 2? cd, IIachctte, 1879,
animal, P. U. F., p. 19. p::ígina 16.
168 LA CO'.'\CK\ LA COZ\CH.\ 169
I\k gustaría mucho \·er un grabado que inmortali- y puede decirse: "¿No tenía ya ese cuartito, ese cuarto
zara esa proeza. Me lo imagino sirviéndose de la vieja profundo y secreto como una concha? ¡Ah!, los cara-
figura, que contemplé tantas veces, de los caballos en- coles no conocen su dicha." 11
ganchados a los dos hemisferios entre los cuales se había A veces la imagen es muy discreta, apenas sensible,
hecho el vacío, en "la experiencia de :tvlagdeburgo". Esta pero actúa. Dice el aislamiento del ser replegado sobre
imagen legendaria en la cultura científica elemental, _sí mismo. Un poeta, en el momento mismo en que
'l tendría una ilustración biológica. Cuatro caballos para sueña en alguna casa de la infancia, engrandecida por
dominar siete kilos ele carne blanda. el recuerdo, en
Pero si la naturaleza puede hacer cosas grandes, el
hombre imagina lo grande con mayor facilidad. En un I~a vieillc nzaison oi't -i:ont et vicnnent
grabado de Cork inspirado en una composición de Jeró- L' étoilc et la rose
nimo Bosco conocida con el nombre de: La concha na-
vegando sobre el agua, puede verse una enorme concha [La vieja c2s3 donde v;:iu y vienen / [,a estrella y la rosa}
de mejillón donde se han instalado una decena de per-
sonajes, cuatro niños y un perro. Hay una hermosa escribe:
reproducción de esta concha habitada por los hombres,
en el bello libro de Lafonte sobre Jerónimo Bosco. !\fon on1brc fonn.c un coquillage sonare
Et le pot?te écoute son passé
Esta hipertrofia del sueño de habitar todos los ob:_
Dans la coquillc Je l' ombre Je son corps.12
jetos huecos del mundo,_ se acompaña con escenas gro-
frscas propias <le la imaginación <le Bosco. En la [Mi som hro forma una concha sonora / Y el poeta es·
concha los na\·egan tes se dan la gran vida. El sueño cucha su pasado / En la concha de la somhrn ele sn cuerpo].
de tranquilidad que queremos realizar cuando "nos
metemos en nuestra concha", queda perdido por la _}'()c!adaH_a veces la imagen adquiere su fuerza me-
voluntad de delirio que caracteriza el genio del pintor. . cliante un isomorfismo de todos los espacios del reposo.
Después del ensueño hipertrofiado, hay que volver Entonces todos los huecos acogedores son conchas tran-
siempre al ensueño que se designa por su simplicidad quilas. Gas ton -1'iief-esciibc:-13--··-·---·-- ····-~·-

primera. Se sabe muy bien que hay que estar solo p_':lrn _ ----.-.Diré esta mañana la simple felicicbd de nn hom-
habitar ~!1_.Jlna co!.l_cha. Viviendo la imagen se sabe bre acostado en el hueco de una barca.
que se consiente la soledad. "La concha oblonga <le una canoa se ha cerrado
Habitar solo ¡Gran sueño! La imagen más inerte, la sobre él.
más físicamente absurda, como la de \~vir en la concha, "Duerme. Es una almendra, La barca, como un
puede servir de germen a un tal sueño. Ese sueño nos lecho, abraza el sueño."
I'"
¡
viene a todos, a los débiles, a los fuertes, en las grandes
tristezas de la vida, contra las injusticias de los hombres 11 Georges Duhame1, Confesión de medi1noche, cap. VIL
1~ l\·Iaxime Alexandre, La pean et les os, ed, Gallimard, 19 ;ó,
y del destino. Como ese Sala\·in, ser de tristeza blanda,
página 18.
que se consuela en su cuarto exiguo porque es exiguo 13 Gaston Pncl, Le chant entre dcux astrcs, p. 10.


170 L\ CO:'\CH.'l L\ CO>:CFI.\ ] 71
El hombre, el animal, la almendra, todos encuen- Deberían realizarse largas imcstigaciones psicológi-
tran el reposo máximo en una concha. Los valores del cas para determinar el 1 alor del ejemplo moral que se
reposo dominan todos esas imágenes. ha encontrado siempre en la Yida de los animales, Ese
problema sólo se nos presenta accidentalmente, Lo in-
X dicamos de pasada. Además hay nombres que relatan
por sí mismos: entre ellos el del paguro, mejor cono-
Puesto que nos esforzarnos en multiplicar todos los cido por Bernardo el Ermitaño. Ese molusco no fa-
matices dialécticos por los que la imaginación da vida brica su concha; se díce con frecuencia que habita una
a las imágenes más simples, anotemos .algunas referen- concha vacía v que cambia de YÍvienda cuando no cabe
cias_a_1ma_Qfe11sividad de la conch_a. Lo mismo que hay en ella.
casas-asechanzas,_]J_~~-ha:>-C_('.p_os_. La imaginación las A la imagen de este molusco que habita en las con-
convierte en redes de pescar perfeC'cionadas, con cebos chas abandonadas, se asocian a veces las costumbres del
y trinquetes. Plinio cuenta que la ostrapcna encuentra cuco que pone sus hue1·os en los nidos de otros pájaros.
así su sustento: "La concha ciega se abre, mostrando su Parece que en ambos casos la naturaleza se divierte
cuerpo a los pececillos que juegan en torno de ella. Ani- contradiciendo la moral naturaL La imaginación se ex-
mados por la intimidad, llenan la concha. En ese mo- cita ante todas las excepciones. Se complace afiadiendo
mento el cangrejillo de la ostrapena que acecha, aYisa astucias y sabiduría a los hábitos del pájaro Squatter,
a la concha con un pequefio mordisco: ésta se cierra, Se dice que el cuco rompe un huevo en el nido donde
aplasta todo lo que se encuentra entre sus vahas y va a poner el suyo, después de haber acechado la salida
';;
comparte su presa con su asociado." 14 de la hembra, Si pone dos, rompe dos, Este anírnal
' En el terreno de los cuentos animales no se puede que dice "cucú", conoce bien el arte de ocultarse, Es
ir más lejos. Y sin multiplicar los ejemplos, demos un payaso del juego del escondite, ¿Pero quién lo ha
todavía esta fábula puesto que se apoya en un gran v~sto? Corno sucede con tantos seres del mundo vivo,
hombre. En los Cuadernos de Leonardo da Vinci: "La el nombre es más conocido que el ser. ¿Quién distin-
ostra se abre de par en par bajo la luna llena y el can- guirá entre el cuco rojo v el cuco ceniciento? ¿No se ha
grejo, cuando la ve, le arroja un trozo de piedra o una sostenido, dice el abate V in celos (op, cit., p. 101) que el
brizna para impedir que se cierre y le sirva entonces de cuco rojo es el cuco gris en sus primeros afios; que
alimento." Y Leonardo, como con\'iene, añade a esta unos "emigran hacia el Norte, los otros hacia el Sur, y
l'"
fábula su moraleja: "Así sucede con la boca que reve- que no se encuentra a ambos en la misma localidad,
lando sus secretos se pone a merced del oyente indis- siguiendo la regla de fas aYes viajeras, de las cuales las
creto." v~ejas y las jóvenes 1·isitan raramente un mismo país"?

1-! Arn1and Landrín, op. cit., p. 15. La n1isma fábula es citada


No puede sorprendemos que al pájaro que tan bien
,-",. por A1nbroise Pare ( (E'uvres completes, t. III, p. 776). El pequefio sabe esconderse se le haya atribuido tal pocler de meta-
cangrejo au."í:iliar está "sentado como un portero en la abertura de morfosis que durante siglos, según dice el abate Vin-
la concha". Cuando un pez entra en la concha, el habitante inor- celot, los antiguos pensaron que el cuco se transfor-
dido, cierra Ia concha, "y después los dos roen y devoran juntos su
presa". maba en ga1·ilán. Soñando en dicha leyenda, recór-
L\ CO:\Cll\
172 LA CONCHA
De todos esos ensueños sólo queremos anotar aquí
dando que el cuco es un ladrón de huevos, pienso que
los que buscan las más curiosas imágenes de la casa.
la historia del cuco transformándose en gavilán podía
He aquí uno de ellos que con el título: "De la ciudad
resumirse en este proverbio apenas deformado: "Quien
fortaleza" se encuentra en la obra: Receta verdadera.'"
roba un huevo, roba un buey."
No querríamos traicionar, al resumirla, la amplitud del
relato.
XI Bemard Palissy, ar1te "los horribles peligros de la
.
( f
guerra", piensa en trazar el plan de una "ciudad forta·
; ¡ ,¡1 Hay espíritus para los cuales ciertas imágenes conser· leza". Ya no espera encontrar "ningún ejemplar en fas
van un privilegio que no caduca. Bernard Palissy es ciudades que han sido edificadas actualmente". Expli·
uno de estos espíritus y las imágenes de la concha son ca que Vitrm'Ío no puede tampoco ayudarle en el siglo
para él imágenes de largo destino. Si hubiéramos de del cañón. Se .-a "por los bosques, montañas v valles,
designar a Bernard Palissy por el elemento dominante para ver si encuentra algún animal industrioso que
de su imaginación material, se le clasificaría natura]. haya fabricado algunas casas industriosas". Tras muchas
mente entre los "terrestres". Pero como todo es matiz encuestas Bcrnard Palissv medit<1 sobre "una joven ca-
en la imaginación material, habría que definir la irna· racola" q~e edificaba su ·casa y su fortaleza con su pro ..
g:inación de Palissy como la de un terrestre en busca pia saliva. Un ensueño de la construcción por dentro
de la tierra dura, de la tierra que hay que endurecer ocupa a Palissy duraiüe varios m;ses. En todo;, sus
por el fuego, pero que también puede encontrar un ocios se pasea por las n beras del oceano donde ve . tan-
devenir de dureza natural por la acción de una sal con- tas casas y fortalezas de diversas especies que c1eüos
aeladora, de una sal íntima. Las conchas manifiestan pececillos habían hecho con su prop10 licor y ;ahva,
~se devenir. El ser blando, pegajoso, viscoso es, de que desde entonces empecé ª. pensar .~u,~ podna en·
esta manera, el autor de la dura consistencia de su con· contrar allí algo bueno para mi negoc10 . Las batallas
cha. Y el principio de solidificación es tan fuerte, la v Jos bandidajes del mar" eran más grandes que los de
conquista de la dureza va tan lejos, que la concha Ía tierra, v para los seres más desarmados, los seres
gana su belleza de esmalte corno si hubiera recibido blandos, Dios "ha dado industria de saber hacer a cada
la ;¡-v-~d;-del fueao. A la belleza de las formas geomé- uno de ellos una casa construida y aplomada con tal
tric;s se añadió b una belleza de sustancia. ¡Para un geometría y arquitectura, que Salomó,~ con toda su sa-
alfare~o-y pam un esrnaltador, qué gran objeto de me· biduría no supo hacer cosa semepntc . . ,
<litación es la concha! En los platos del alfarero ge- Y en cuanto a .las conchas en esJf ral, no es solo
nial, cuántos animales c¡ue cuajados por el esmalte, han "por la belleza, hay bien otra cosa. . ú debes. enten-
convertido su piel en la más dura de las conchas. Si der que hav varios peces que tienen el hocico tan
se rei,ive la pasión de Bernard Palissy en el drama cÓs· puntiagudo que comerían a la mayor parte de los suso-
,-,,: mico de la materia, en las luchas de la masa y del fue. dichos peces si su casa fuera derecha; pero cuando son
¡.
go, se comprende por qué el menor caracol segregando
su concha, le ha dado, corno V<Jmos a ,·er, suefíos rnf!· 15 Bernard Pa1issy7 Recepte véritable, ed. Bib1iotheca Roman~,
pp. 151 s.
nitos,


- - - - - - - - - - - - - - - . . --·=-~.-

174 L\CO~CHA L\ CO:\"CIL\ P5


asaltados por sus enemigos en la puerta, retirándose mar en cnfibcb JJs c1lles de la ciudad cnroscacfa_ Lns
hacia dentro, se retiran girando, siguen el trayecto de cañoneros enemigos se encontrarán tan decepcionados
_lU_gie_<l_<:SP_Í~'-!]Y_d_e__ ~sa -manera sus enemigos no pue- corno lo cstuneron, ante la concha enrollada, los de-
den hacerles daño". - · ------ predadores ele "hocico puntiagudo".
En esos mom~ntos le trajeron a Bernard Palissv Este resumen que tal vez se le antoje excesivamen-
dos grandes conchas de Guinea: una púrpura y una te largo al lector, no ha podido entrar en el detalle
¡ ¡ buxina. Como la púrpura era la más débil ten{a que de las pruebas y las imágenes mezcladas. Siguiendo el
ser, según la filosofía de Bernard Palissy, la mejor de- texto ele Palissy línea por línea, un psicólogo encontra-
'.-,¡,;
fendida. En efecto, como la concha tenía "cierto nú- ría frnágencs que demuestran, imágenes que son testi-
mero de pinchos bastante gruesos colocados alrededor, momos de una imaginación que razona. Esas páginas
me di cuenta que esas especies de cuernos no habían sencillas son psicológicamente complejas. Para nosotros,
sido formados sin motirn, y que eran otras tantas de- en el siglo en que estamos, semejantes imágenes no "ra-
fensas para la fortaleza". zonan n". Ya no se puede creer en las fortalezas natu-
. _Hemos creído preciso dar todos estos detalles pre- rales. Cuando los militares organizan defensas "en erizo-·
bmmares porque demuestran bien que Bernard Palissv sabrn que ya no están en el terreno de las imágenes, sino
quiere encontrar la inspiración natural. No quiere nada en el de las simples metáforas. ¡Qué error cometeríamos
n;ejor para edificar su "ciudad fortaleza, que tomar sí, confundiendo los géneros, tomáramos el caracol-
e¡emplo ele la fortaleza ele la mencionada púrpura". Así fortaleza de Palissy por una simple metáfora! Es una
instruido, se arma de un compás y de una regla para imagen que ha vivido en un gran espíritu.
trazar su plan. En el centro mismo de la ciudad for- En lo que nos ataiíe personalmente, en un libro ele
taleza habrá una plaza cuadrada donde se construirá esparcimiento como éste, en que nos entretenemos en
la casa del gobernador. Partiendo de esta plaza sale todas las imágenes, deberíamos pararnos ante este ca-
un¡¡ calle única que le dará la vuelta cuatro veces, prime- racol monstruoso.
ro (;n dos circuitos que siguen la forma del cuadrado, Y para demostrar que la grandeza trabaja toda ima-
después en otros dos ele forma otogonal. En esa calle, gen con el simple juego de la imaginación, citemos este
cuatro veces enrollada, todas las puertas y ventanas dan poema donde el caracol crece al tamaño de una aldea: 10 __

al interior de la fortaleza, de suerte que la parte de


C' est un escargot énorme
atrás de las casas forme una muralla continua. La Qui dcsccnd de la montagne
última muralla de casas se apoya en el muro de la ciu- Et le ruisseau l' accompagne
: ( ' dad que forma así un caracol gigantesco. De sa bm·c blanche
Bernard Palissy enumera prolijamente las ventajas Tres vieux, il n'a plus qu'une carne
de esa fortaleza natural. Aunque el enemigo se apode- C' est son covrt clocher carré.
ra de una parte de ella, el núcleo central quedaría siem-
[Es un caracol enorme / Oue desciende de la montaña /
pre disponible. Ese movimiento de retirada espiral ha Y el arroyo lo acompaiía / c;)n su baba blanca / Muy viejo,
proporcionado la línea general de la imagen. El cañón
del adversario no sabrá tampoco seguir la retirada y to, 16 René Rouquier, La boulc de verre, ed< Seghers 1 p. 12 .

.-.-----------..,...;-..JL..----------~--- -
176 L\ CO:\CIL\ L\ CO:\Cll.\ 177
ra no tiene inás que un cuer110 / I~s su ca1npanario cuadra- gen extraordinaria medios extr;¡ordinarios. El hombre
do y breve.] quiere aquí lubitar una concha. Quiere que la pared
que protege su ser sea lisa, pulida, hermética como si
Y el poeta aüacle: su carne sensible debiera tocar los rnmGs ele su casa.
El ensueño ele Bernarel Palissv traduce, en el orden del
Le chátcau cst sa coquille . ..
tacto, la función ele habitar. ·La concha concede el en·
[El castillo es su conchc:i .. .] suefio de una intimidad completamente física.
Las imágenes dominantes tienden a asociarse. El
Pero otras páginas en la obra de Bernard Palissv enarto-gabinete ele Bemard Palissy es una síntesis ele
rnn a acentuar ese destino de imagen que hay que ré- la casa, ele la concha y ele la gruta: "Estará labrado por
conocer en la concha-casa \civicla por él. En efecto, este dentro con bl industria -dice Palissy ( op. cít.,
constructor virtual de concha-fortaleza es también un p. 82)- que parecerá propiamente una roca excavada
arquitecto paisajista de los jardines. Para completar para sacar b piedra ele dentro; ahora bien, el citado
planos de jardines, añade planos de "gabinetes". Dichos gabinete será torcido, jiboso, con varias jorobas v cou-
"gabinetes" son retiros exteriormente rocallosos como ca\·iclacles oblicuas, sin ninguna apariencia ni forma de
una concha de ostra: "La fachada de dicho gabinete arte, ni escultura, ni twbajo ele mano ele hombre, v las
-escribe Bernard Palissv--1 7 estará construida con bóvedas estarán deformadas ele t;il suerte que parecerá
gruesas piedras de roca, 1~i pulidas, ni cortadas, a fin que van a caerse, pues tendrán varias jorobas colgan-
de que la fachada no tenga fom1a de edificio." En cam- tes." Claro que esta casa en espiral estará por dentro
bio, querrá que el interior esté pulido como el in te- cubierta ele esmalte. Será una gruta en forma de con-
rior de una concha: "Cuando el gabinete esté así cha enroscada. A fuerza de trabajo humano, el artifi-
construido, quisiera cubrirlo con varias capas de es- cioso arquitecto hará ele ella una morada natural. Para
malte, desde la cima de las bóvedas hasta sn pie y pa, acentuar su carácter, se recubrirá el gabinete de tierra
'':' vimento: después de lo cual, quisiera encender un gran "y habiendo plantado sobre la tierra varios árboles, ten-
fuego dentro. . . hasta que dichos esmaltes se hayan drá poco aspecto ele edificio". Así, la verdadera casa
derretido o licuado sobre la citada construcción ... " Así del gran terrestre que fue Bernarcl Palissy es subterrá-
el gabinete p:lrecerá "por dentro de una sola pieza ... nea. Querría \°Í\·ir en el corazón ele trna roca, en la
reluciendo de tal manera que los lagartos que entren · concha de una roca. Por las jibas que cuelgan, la mo-
se vean allí como en un espejo". rada rocallosa recibe la pesa<lilla del aplastamiento. Por
Con ese fuego encendido en la casa para esmaltar la espiral que se hunde en b roca, recibe una profun-
los ladrillos, estamos lejos ele las hogueras que "hacen didad atormentada. Pero el ser que quiere la morada
secar los yesos". Tal vez Palissv vio allí nuC\·amentc las subterránea, sabe dominar los espantos ordinarios.
visiones de su horno de alfarer~ donde el fuego dejó en Bernard Palisw es en sns sueños un héroe ele la \°ida
las paredes lágrimas de ladrillo. En todo caso, a ima- subterránea. Goza en la imaginación del miedo ele un
perro -lo dice- que laclIJ a la entrada ele la caverna;
17 Op. cit., p. 78. goza ele las vacilaciones ele un visitante que no se atre-

. '
178 LA CONCHA L~ CONCH.\ \79
\·e a continuar su camino por el torcido laberinto. La na pábulo a comentarios fáciles. Dichos comentaric"
gruta-concha es aquí una "ciudad fortaleza" para un no harían más que ilustrar, con nueyos ejemplos, las
hombre solo, para un gran solitario qnc sabe defender- tesis que acabamos de exponer. Nos ahorraremos. pues,
se y protegerse con simples imágenes. No hacen falta un capítulo sohrc fa casa de la tortuga.
barreras ni puertas de hierro: dará miedo entrar. .. Sin embargo, como algunas pequeñas contradiccio-
¡Cuántas investigaciones fenomenológicas habría nes a las imágenes prínceps estimulan a \'Cces la imagi-
que hacer sobre las entradas oscurasr nación, vamos a comentar una página de Giuseppe Un-
garetti sacada de las notas de \'iaje del poeta italiano
XII en Flandes. 19 En casa del poeta Franz Hellens -sólo
los poetas poseen esas ri,quezas- Ungaretti ha visto
Con los nidos, con ~concha~_ hemos multiplicado, a un grabado en madera donde "un artista había expre-
riesgo de agotar la paciencia del lector, las imágenes sado la rabia del lobo que, arrojándose sobre una tor-
que ilustran, según creemos, bajo formas elementales, tuga retraída en su caparazón óseo, se n1ch-e loco sin
tal vez demasiado lcjanamente imaginadas, la función calmar su hambre".
___cl_e_h~]:,i!ar: Se siente que hay allí un problema mix- Estas tres líneas no se borran de mi memoria v me
to de imaginación y observación. Claro que el estudio sirven para tejer historias sin fin. Veo al lobo venir de
positivo de los espacios biológicos no es nuestro pro- lejos, de un país donde reina el hambre. Está esque-
blema. Queremos simplemente mostrar que en cuanto lético, una fiebre roja hace colgar su lengua. En ese mo-
la vida se instala, se protege, se cubre, se oculta, la ima- mento sale de un matorral la tortuga, ese manjar co-
gin;;ción simpatiza con el ser que habita ese espacio diciado por todos los glotones de la tierra. De un salto
protegido. La imaginación vive la protección, en todos el lobo se lanza sobre su presa, pero la tortuga, a la
los matices de la seguridad, desde la yida en las con- que la naturaleza ha dado una rapidez singular cuando
chas más materiales, hasta los disimulos más sutiles mete en su casa cabeza, patas y cola, es más viva que
en el simple mimetismo de las superficies. Como sue- el lobo. Para el lobo hambriento ya no es más que una
ña el poeta Noel Arnaud, el ser se disimula bajo la piedra del camino.
· similitud.1 s Estar al abrigo bajo Un color, -¿no es acaso En ese drama del hambre, ¿por quién pronunciar-
llevar al colmo, hasta la imprudencia, la tranquilidad nos? He tratado de ser imparcial. No me gustan los
! '' de habitar? La sombra es también una habitación. lobos. Pero, ¿por una yez no debió la tortuga dejarse?
Ungaretti, que ha soüado mucho tiempo sobre el \'iejo
i ( ,' grabado, dice con toda claridad que el artista ha sabido
XIII hacer "simpático al lobo y odiosa a la tortuga".
Después de este estudio de las conchas, podríamos citar ¿Cuántos comentarios puede hacer un fenomenólo-
algunos relatos y algunos cuentos sobre los caparazo- go sobre este comentario? En efecto, estamos aquí ante
nes. Sólo la tortuga, el animal de la casa que anda, da- el caso del grabado comentado. La interpretación psi-

18 Noel Amaud, L'état d'ébauche, París 1 1950. 19 La rev'Ue de culture européenne, 40 trimestre, 1953, p. 259.

. '
180 LA CO:\CH_.\ L\ CO>:C!L\ lSi
------- ----- ·-¡
cológica rebasa naturalmente los hechos. Ningún trazo 1 '
lle poético, );L.',Íllli!gina_ción_[p_q:;___sitú'1 __ ante_un mundo~
dibujado puede traducir una tortuga odiosa. El animal nuevo.. Desde entonces el detalle supera al panorama.
\ en s.n caja, está seguro <le sus secretos. Se ha conver: l"üna-s1mpTe1magen;-srrs nueva;·abrc un rnun~ Visto
\1tldo--en un nionsfruo deI1sonomia nnpenctrable. Hace i desde las mil ,;entanas de Tülrria-g;naríoel-mmlcfoes-
falta, pues, que el fenomenólogo se cuente a sí mismo ¡~~~hle~-IZ-enuev:1, pties-;-erprübleffia-defarcnomt.'Ilo- ·
la fábula del lobo v de la tortuga. Es preciso que ~Joaía. Resolviendo los peqneños problemas, se aprende
\ \
monte el drama al nivel cósmico y que medite sobre a ~esolver los grandes. No nos hemos limitado a pro-
\
el-hambre-en-el-mundo (con los guiones que les gusta poner nuestros ejercicios sobre el plano de una feno-
a los fenomenólogos poner para describir la línea de su mcnoloaía elemental. Por otra parte estarnos conven-
entrada al mundo). :tifas simplemente: es preciso que cidos d~ que en la psique humana no hay nada insig-
el fenomenólogo tenga por un instante, ante la presa nificante.
que se convierte en piedra, entrañas de lobo.
Si yo tuYiera reproducciones de dicho grabado, ha-
ría con él una prueba para diferenciar y medir las pers-
pectivas y las profundidades de la participación en los
dramas del hambre en el mundo. Se manifestaría casi
seguramente una ambigüedad de dicha participación.
Algunos, abandonándose a la somnolencia de la función
fabuladora, no trastornarán el juego de las viejas imá-
genes infantiles. Gozarán sin duda con el despecho
del malvado animal; se reirán, sotto voce, con la tortuga
n1elta a su refugio. Pero otros, prorncados por la inter-
\
pretación de Ungaretti, podrán im·ertir la situación. En
¡ .,,,
esa inversión de una fábula adormecida en sus tradicio-
nes, hay una especie de rejuvenecimiento de la función
fabuladora. Hay, en este caso, un nuevo punto de
partida de la iniaginación que un fenomenólogo puede
aprovechar. Tales inversiones podrán parecer documen-
tos bien insignificantes para los fenomenólogos que se
i
. \
¡_ 1
enfretan al mundo en un solo bloque. Tienen inme-
diatamente la conciencia de estar en el l\fondo, de ser
del l\!Iundo. Pero para un fenomenólogo de la imagi-
,, <r'
nación el problema se complica. Se ve enfrentado sin
1 cesar por las extrañezas del mundo. l\íás aún: en su
frescura, en su actividad propia, la imaginación hace
cosas extrañas con elementos familiares. Con un deta-

-------~-----
LOS Rl:\CO:\ES 183
se recuerda el silencio, un silencio de los pensamientos.
VI. LOS RINCONES ¿Por qué describir entonces la geometría de tan pobre
soledad? El psicólogo, y sobre todo el metafísico, en-
j Cerrad el espacio! ¡cerrad la bolsa, contrarán bien inútiles estos circuitos de topoanálisis.
del canguro! está caliente. Saben observar directamente los carncteres "reserva-
dos". No necesitan que se les describa al ser cejijunto
2\LrnRJCE BLANCHARD
(Le temps de la poésie, G. L. i\L, como un ser arrinconado. Pero no borremos tan fácil-
Juillet 1948, p. 32.) ~ mente las condiciones del lugar. Y t_odo ret_iro_d_el
i~ .'!_IJE_a !ien e, a n uestroj ni eje>,_ fjgt1_r:o1_ª-Zi Lefogi\f El más
I v. sórclidoCieTosrefogios, el rincón, merece un examen.
Retirarse en su rincón es sin duda una expresión pobre.
CoN LOS nidos y las conchas, nos encontrábamos evi- Si es pobre, es que tiene numerosas imágenes, imágenes
dentemente ante unas trasposiciones de la función de una gran antigüedad, tal vez incluso imágenes psi-
de habitar. Se trataba de estudiar intimidades quimé- cológicamente primiti\as. A ,·eccs, cuanto más simple
ricas o burdas, aéreas como el nido en el árbol o sím- es la imagen, más grandes son los sueños.
bolos de una vida duramente incrustada, como el Pero primeramente, .el _rin_c;_óg_es._!1_I! __reft1gio que nos
molusco en la piedra. Queremos abordar ahora im- g_s_e_gl1r.'!.l1I1__Frim~r ~'-ª!in ~~]_ser l.?_. in..12'.ovílidad Es el
presiones de intimidad que, incluso cuando son fugiti- local seguro, el local próxim().~le_u1i inmcivilidacr El rin-
vas o imaginarias tienen, sin embargo, una raíz más cón t_S_!J_[l_fl CSJl_é'cÍe de 1Scl11ic:_aja,J mité!d_ !J}U~OS, ffiftad
humana. Las impresiones que vamos a estudiar en este El1~.rta. Será uría..iIUstracióñ-parií la dialéctica de lo de
capítulo no necesitan trasposición. Se puede hacer de · dentro y lo de fuera, de la que trataremos en un próxi-
ellas una psicología directa, aunque un espíritu positivo mo capítulo.
las tome por ensoñaciones vanas. La conciencia de estar en paz en su rincón, difun-
!)

;~ J ; ¡ · -He aqu!.-~unto de partida de. nu,estras reflexio- de, si nos atrevemos a decirlo, una inmovilidad. La
; n"'s · todo\nncon 'de una casa, Jodo nncon de __uD cu ar, inmovilidad irradia. Se construye una cámara imagi-
i.to, ti'Kro esj5ac]a·' reduCido donde nos gusta acurrucar- naria alrededor ele nuestro cuerpo que se cree bien
! '.nos, agazapariiósso1:Jre nosotros mismos, 'es para· 1a oculto cuando nos refugiamos en un rincón. Las som-
.1 jmaginación una _soledad, es decir, el germen d(O ifñ bras son ya muros, un mueble es una barrera, una cor-
;¡ cuarto, el germen. de. una cas<1_, . tina es un techo. Pero todas estas imágenes imaginan
' ( · · Los documentos que pueden reumrse de lecturas demasiado. Ya hay qnc _cl_e.:;Jgnar .<:Lsspac~o__ d~~~i1]:
son escasos porque ese estrechamiento, todo físico, so- .. moülidad CQllYÍLtiénclolo e_11 __ c1__esl'agQ_c!.cLs1'T Un
bre sí mismo, tiene ya una marca negativa. E.I!......J.Il!!· poeta escribe este·\:ciSílh:- 1
._chos aspectos, e_] rincón '\jvid_o"_ se niega a la vida,
~sJringe fa yida, ó~1Jlta layida, El ríncop es-·entónce~
Ic su is l' cs¡Jacc oi't fe suís
una negación del unfrerso. En el rincón no se habfa L;/ L_[Y o ;~y el esp~~i~ 9_1m~~e2t_ciy]j
corisigcí mismo. - Si- se recuerdan las horas del rincón, 1 1\'0el Arnaud 1 L'état d'ébauche.
182

. '
18-f LOS Rl1'CO:\ES 13)
en un libro que se titula: El estado de bosquejo. Ese es decir en términos ele espacio, en términos de expe-
verso es grande. ¿Pero dónde sentirlo mejor que en un riencias de fuera v· de dentro, las dos direcciones que
rincón? los psicoanalistas ~eñalan con bs palabras introvertido
En l'v!i vida sin mí, Rilke escribe: "Bruscamente, un ,. extrav-ertido: ante la Yicla, ante las pasiones, en el es-
cuarto con su lámpara se puso enfrente de mí, casi quema mismo de la existencia, el nov-clista encuentra
palpable en mí. Ya estaba yo arrinconado en él, cuan- esta dualidad. El pensamiento fulgurante de ser ella
do las contraventanas me sintieron, se cerraron." ¿Cómo misma, que recibe la niila en el cuento, la c.ncuentra
decir mejor que el rincón es el casillero del ser? saliendo de "sí misma". Se trata de un cogrto de b
salida, sin que se nos harn dado el cogito del ser reple- ·
gaclo sobre sí mismo, del cogito mús o menos .~encbr~:
II so, ele un ser que jncga primero a hacerse una estufa ·"
,Tome.mas. ahora··· un .t._exto. ambiguo donde el ~er ,2-~
cartesiana, una morada quimérica en el rincón de un
1\'ela__en.-<0Lins.tante...m1~mo .en....qlle.sak_de.su ..rmco.n. . barco. La nii'ia acaba de dcscnbrir que era ella, explo-
tando hacia el exterior, en reacción tal yez a las con-
En su libro sobre Baudelaire, Sartre cita una frase centraciones en un rincón del ser. ¿Por qué el rincón
¡;
que merecería un largo comentario. Está tomado de del barco no es un rincón del ser' ¿Cuando la niña
una novela ele Hughes: 2 "Emilia había jugado a ha- ha t'xploraclo el vasto universo que es el barco en medio
cerse una casa en un rincón en la proa misma del bar- del mar n1eh-e a su casita? ¿Ahora que sabe que ella
co ... " No es esta frase la que Sartre explota, sino la es ell.a 'reanudará su juego domiciliario, volver a su
siguiente: "Cansada de ese juego, caminaba sin objeto
casa es decir entrar en ella misma' Claro que puede
hacia la proa, cuando le vino súbitamente la idea ful- tom~r conciencia ele existir escapando al espacio, pero
gurante ele que ella era ella . .. " Antes ele voh·er y revol-
aquí la fábula del ser es solidaria de un juego ele la
ver estos pensamientos, observemos qué verosímilmente
espacialidad. El nov-elista nos debía todo; los detalles
i;
; ' corresponden, en la novela de Hughes, a lo que hay que de la inversión dél suefio que va del en-s<, al muvcrso
¡í ; . llamar la i,nfancia inventada. En las novelas abundan. para descubrir el ser. Puesto qu·e· se trata de una m-
Los novelistas ·achac:m -a una infancia inventada, no fancia inventada de una metaf!Slca modelada, el es-
\~vida los acontecimientos ele un candor inventáclo.
critor tiene las Ílaves del doble dominio. Siente su
Ese pasado irreal proyectado atrás de un rel.ato, por
correlación. Podría sin duela ilustrar de otro modo b
la actividad literaria, enmascara con frecuencia la ac-
forma de "ser". Pero puesto que el en-sí precedía
tualidad del ensueño, de un ensneño que tendría todo
f < '
al universo, deberían habérsenos dado los ensueños
su valor fenomenológico, si nos lo dieran en una inge-
ele la casita. Así el autor ha sacrificado -tal vez re-
nuidad verdaderamente actual. Pero ser y escribir son
difíciles de aproximar. . ' primiclo- las ensol}~;.iones del ri~c~~; Las ha puest~
Sin embargo, tal como es, el texto transcnto por lt_]Jajo el signo .9i:.~i\,_¡u_c:gc:i_:!e:__r;1nos ,\ c~nfesan~lo, as1,
Sartre es precioso porque designa topoanalíticamente,

~ Richard Hughes, Tempestad sobre Jamaica .


~ ;~~tsr-::~:'l~u~~i~::'.-t:::~r:~~~:~~:, \':~:r:st:l e:~!--
...,. _________________________ ....

·
-
·
·
"
-
~
~----~-----

lSó LOS RINCO?\'ES LOS RIXC01'1'S 1S7


1crs() _mism(l replegado en ..un .. rincón _con ...cl_;;(lñcicfor ele habitar comunica lo lleno v lo vacío. Un ser , i1 0
r_eplegadg sobre_ si_.rnis_rn_o, los poetas podrán decirnos \llena i1n rdugí6\acío:-YJis::imáge1.i~s habitan. T.<:>_d_os
mucho más. Ko v;icilmán en dar a este ensueño toda \ltisrincone_s están enca1;tados, si. no habitadoT·.- El so-
su actualidad. ñador ele rmcones creado por l\I1losz, i\L ele Pmamon-
te, instalado en un "antro", después de todo espacio ..
III so, entre el arcón y la chimenea, continúa: "Aquí, Li
meditabunda araña Yive poderosa y feliz; aquí el pa-
En la novela del poeta 1\lilosz La iniciación amorosa, sado se agazapa y se hace pequeño, vieja mariquita
;, 4 ,;
el personaje central, el ele la sinceridad cínica, no se
asustada ... irónica y astuta mariquita; aquí el pasado
oh·ida de nada. No se trata ele recuerdos de jmTntud. ,·ueh·e a encontrarsé ,. permanece inencontrablc para
Todo está bajo el signo ele una actualidad viúcla. Y los doctos anteojos ele los coleccionistas de moncrfas."
es en su palacio, en el palacio donde llC\a una vida Y bajo la varita mágica del poeta, ¿cómo no com-ertirsc
ardiente, donde tiene rincones clesivnclos, rincones a
~
en mariquita, y no recoger recuerdos v ensucfios bajo
menudo rehabitaclos. Como "ese pequeño rincón os- los élitros del animal redondo, el más redondo de los
curo entre la chimenea y el arcón de encina donde ibas animales? ¡Qué bieu ocultaba su facultad ele volar esa
a acurrucarte" durante las ausencias de la amiga. No bola terrestre de vida rojal Se evade de su esfera como
esperaba a la infiel en el vasto palacio, sino re~lmente ele un agujero. ¡Quizá en el cielo azul, como la nifia de
en el rincón de las esperas tediosas donde se puede la novela, le viene el pensamiento fulgurante de que
¡ \ digerir la ira. "Con las posaderas sobre el mármol duro ella es ella! ¿Cómo dejar de soñar ante esta pequeña
y frío del enlosado, los ojos perdidos en el falso cielo concha súbitamente rnlaclora?
dei techo, con un libro sin abrir en la mano, ¡qué deli- Y en las páginas de J\Iilosz se multiplican los in-
ciosas horas de tristeza y espera, oh 'iejo zopenco, su- tercambios de la '~da animal v de la vida humana. Su
piste vi1·ir allí!" ¿No es éste un refugio para una ambi,·a- cínico soñador dice aún: Aq~í, en el rincón entre el
lencia? El soñador está feliz de estar triste, contento arcón y la chimenea, "encuentras mil remedios al tedio
de estar solo y de esperar. En ese rincón se medita ,. una infinidad ele cosas dignas ele ocupar tu espíntu
sobre la vida y la muerte, como sucede siempre en las durante la eternidad: El olor cnmohccientc ele los mi-
cimas de la pasión: "Vivir y morir en ese rincón senti- nutos ele hace tres siglos, el sentido secreto ele los jero-
mental, te decías; sí, vivir y morir; ¿por qué no, señor glíficos de excrementos ele mosca; el _arco triunfal d.e
de Pinamonte, amigo ·de los rinconcillos oscuros y pol- ese agujero de ratones; el deshilacham1ento de la tapi-
Yorientos?" _ cería donde se estira tu espalda redonda y huesuda; el
Y todos los habitantes ele los rincones vendrán a ruido roedor ele tus talones sobre el mármol; el sonido
dar vida a la imagen, a multiplicar todos los matices de tu estornudo poh-oriento ... el alma, en fin, de todo
¡de ser del habitante ele los rincones. J'.::ua los grandes este viejo polvo del rincón ele la sala olvidado por los
' Í s~ad()I_es_.!k_.I.Ü:!.GQ!1CS, .s.lúi;igulos,__cle_ág!Jfüi:os, nad'!.._ p l umeros" .
está vacío,
......___________ ··-··- la dialéctica ele ___
lo ...lleno
________ - v de lo vacío sólo Pero, salvo "los lectores del rincón" entre los cuales
f
~" ---"·'~"-----~~,......__ -~-·-<· <>=·=--"·~-----~----------~·-----

. S9E'~?P0.!1de .ª .d.9:?..i.cr~ahcla<l_e:¡_ge~Ei;tti:~cas. La función estamos nosotros, ¿quién continuará la lectura ele estos·
188 LOS Rl:\"CO?\'ES LOS RI:\CO:\"ES } 09
nidos de polrn' Tal ,-ez un l\Iichel Leiris quien, arma- rincón de sala por una niña del siglo pasado ... " Sin
do de un alfiler, iba a descubrir el poh-o en las ranuras duda hay que Jle,·ar el ensueño a fondo para conmo-
del entarimado. 3 Pero, una vez más, éstas son cosas \Trse ante el gran museo de las cosas insignificantes.
que el mundo no confiesa. ¿Puede acaso soñarse en una vieja casa que no sería el
Y sin embargo, _9.Ltal~s_en~u_eños, ¡qué antigüedad asilo de las cosas \·iejas, que no conservaría sus Yicjas
tiene el pas_ado! Entran en el gran don1inio del pasado cosas, que se llenara de antiguallas ele exportación por
5in _fecha. Dtjando ,-agar la imaginación por las _crip- una simple manía de coleccionador de chucherías? P,1ra
tas de Ja \memOfÍ~, Yoh·emOS a
encontrar, SÍn darnos restituir el alma de los rincones, \·ajen más la dep
c_uenta, la ,-ida soñadora maneja<;la en las minúsculas _pantufla v la cabeza de mufieca que prenden la me-
madrigueras de la casa_, en el refugio casi animal de los ditación del soñador de l\Iilosz: "i l\!isterio de las cosas
sueños. -continúa el poeta-, pequeños sentimientos en el
Pero la infancia Yneh·e sobre ese fondo lejano. En tiempo, gran vacío de la eternidacl 1 Todo el infinito
sn rincón de meditación, el soñador de l\filosz hace su encuentra lugar en este ángulo de piedra, entre la chi-
examen de conciencia. El p;¡sago¡-e1J10]1t_a_p_<ig__¡iflo- menea y el cofre de encino ... ¿dónde están esas horas,
~en el presente. Y _el j(}ñado_r_se s_Ü_I])rencle 1]9_rando: dónde están, ¡pardiez!, tus grandes felicidades de arn-
"Porque de niño, tenías ya la afición ele los sótanos fia, tus profundas meditaciones ele cosita mimada v
ele los castillos Y de los rincones ele bibliotecas con rui- muerta?" ,
señores, y leías· áYidamente sin entender una palabra, J Entonces, desde_ el fondo de su rincón el sofiador
los pri\~legios holandeses de los infolios de Diafoirus ... ¡~e_~c1_ª_Cl_e}9:ct0S: la~ J)})J~toscf~iQlt=.c!.~1,~éfo-:-los _()b.
¡ah! bribón, ¡qué horas deliciosas supiste vivir en tu petos_que son rccuerdos_de s.siledacl_y CJ.1:1.<'_son traiciona-
perversidad en los reductos salpicados de nostalgia del Jdos por el solo . 9lvid;;i, abandonados. en_ u_n_ .ringón.
palazzo J\frrone! ¡Cómo perdías tu tiempo penetrando '"Piensa en la lámpara, en la lámpara tan vieja que te
, 1;
el alma de las cosas que acabaron el suyo! ¡Con qué saludaba desde lejos en la ventana de tus pensamien-
dicha te metamorfoseabas en vieja pantufla extraviada, tos, en la ventana toda quemada de soles antiguos ... "
evadida del arrollo, salvada de Ja basura!" Desde el fondo de su rincón c:L;,ofiaclor.vueke a_ ver
¿Es preciso quebrar aquí el ensueño, suspender la l_l_na(~~~ ~;¿~;i~Ja, l<~~_a_s~~<; ~tro país, haciendo así t;1;a,
lectura? ¿Quién irá, más allá de la araña, la mariquita síntesis de la casa natal y de la casa onírica. le_os obje-_
v el ratón, hasta identificarse con las cosas olvidadas tos, losalusirns objetos lointenogan: "¿Qué pensará
~n los rincones? Pero ¿qué es un sueño que se interrum- de ti, durante las noches ele invierno y de abandono,
pe? ¿Por qué interrumpirlo por un escrúpulo o por la vieja lámpara amiga? ¿Qué pensarán de ti los objetos
buen gusto, por un desdén hacia las cosas viejas? Milosz que te fueron acogedores, tan fraternalmente acoge-
no se interrumpe. Soñando, guiado por su libro, más dores? ¿Su oscuro destino no estaba estrechamente uni-
allá de su libro, se sueña con él en un rincón qlie sería do al tuyo? ... Las cosas inmóviles y mudas no olvidan
el sepulcro de una "muñeca de madera olvidada en ese jamás: melancólicas y despreciadas, reciben b confi-
dencia de lo más humilde, de lo más ignorado al fondo
3 Michel Leiris, Biffures, p. 9_ de nosotros mismos." ¡Qué llamamiento a la unidad
190 LOS RJC.:C00:ES 191
escucha el soñador en su rincón! El nncon niega el c1on, se 1ería aparecer un germen, un ad¡etivo. Se po-
palacio, el polrn niega el mármol. -ios· objetos usad.os dría dar este conse¡o: para encontrar la esencia de una
megan el esplendor y el lujo. El soñador, en su rin- filosofía del mundo, buscad el adjetivo.
cón, ha rayado el mundo en un ensueño minucioso que
destruve uno a uno todos sus objetos. El rincón se
V
. convierte
i. ' ,-, .,,- _,_,_
en un armario ele recuerdos. Habiendo frnn-
t queaclc:Io.~ ir1il pequéñ(ls üfüorales-(]el. d<:sorden de las Pero tomemos nue1·amentc contacto con cnsuefios más
( __cos~s_po_lyQr]entas, los objetos-recuerdos ponen el pa,á: breves, solicitados por el detalle ele las cosas, por ras-
do en or_clc_n. Se a.I_ocian a la inmm·ilidad condéns::Ida gos de la realid:id insignificantes a primera vista.
los más distantesí~""Cs g__lln.n1_1:1ri_cl_o_clesap_<!r.<:Q.\l.Q] En Cuántas yeces se ha recordado que Leonardo da Vinci
i\Jilosz, ¡el sueño rn tan lejos en el pasado que llega recomend:iba a los pintores faltos de imaginación ante
como a un más allá de la memoria! "Todas estas cosas la naturaleza, que contemplaran con o¡os soñadores Lis
están lejos, bien lejos, va no son, no han siclo nunca. 'grietas de un úejo muro. ¿No hay un p@_f]___dd UJ1i\c;r-
el pasado no las recuerda ... mira, busca v asómbrate: ~-e11 Ja_s_Jirrc:11.C!tbtD~sJátJ5Cir. el_ fü~n.i12.QJ52b1§_\J.I1? vit:i a
estremécete. . . tú mismo ya no tienes pasado." Al muralla? ¿Quién no ha 1 is to en algunas líneas que apa-
meditar las páginas del libro se siente uno arrastrado reéeñ_-sob~scTTecT1ií~el !11apa de111l1~\:() ·coi_ítfoente? El
en una especie de antecedente del ser, como en un poeta sabe todo esto. Pero para contar a su modo lo
más allá de los sueños. que son esos universos creados por el azar en los con-
! i fines de un dibujo y de un cnsucüo, va a habitarlos.
IV Encuentra un rincón donde morar, en ese mundo del
techo agrietado.
Hemos querido cla1, con las páginas de l\Iilosz, una de De esta manera el poeta sigue el camino hueco ele
las. experiencias más completas del ensueño desapaci- una moldura para volver a encontrar su cabaña en el
ble, del ensueüo de un ser que se inmoYiliza en un rin- rincón ele la cornisa. Escnchernos a Pierre Albert-Birot,
cón. Encuentra allí un mundo gastado. De paso, quien en los poemas del otro yo "adopta", como se dice,
observemos el poder ele un ad¡etirn cuando se le aplica "la curva que calienta". Su· dulce calor nos incita
a b vida. La vida desapacible, el ser desapacible firma pronto a eI1roscarnos, a envo1\·ernos.
un universo. Es más c¡ue una coloración que se extiende Primero, Alber-Birot, se cuela en la moldura:
sobre las cosas, son las cosas mismas que se cristalizan
en tristezas, en pesares, en nostalgias. Cuando el filósofo ... Je siús tout droit les moulures
busca junto a los poetas, junto a un gran poeta como Qui suíven.t tout droit le plafond.
J\/Iilosz, lecciones ele in<li1iclualización del mundo, se [... Sigo -todo derecho 12s mo1dnras -; ·Que s1guen, t6do
convence pronto ele que el mundo no está en el orden de:-echo, el techo.]
del sustantivo sino en el orden del adjetivo.
Si se reconociera en los sistemas filosóficos referen· Pero ",e,sc~c!'a_ndo" el clihujo de bs cosas, he aquí
un ~¡;ig!J]o, he acu1L~ ~<epa que prciid{)1 soü~d?,~;
1
tes al universo la parte que corresponde a la imagina-
1

~·~' ..
192 LOS RIXCOXES
LOS Rl:\'CO:\'ES 1f)3
f\Iai<> il y a des angles d'oU l'on ne peut plus sortir.
no es un simple mo,·imiento bergsoniano de inflexiones
,[Pero hay ángulos de los cuales no se puede salírl bien colocadas. No son un tiempo que se despliega.
. . ._.., Es también un espacio habitable que se constituye
Incluso en es~ cárcel nos Yiene la paz. En esos .á!l.:. armoniosamente. Y es todada Pierre i\lbert-Birot quién
gulos, en esos rin'2oiíeS,-pa_rece que el soñador conoc.c nos da ese "rincón-estampa", esa bella estampa de li-
el reposo mixto del ser y del no-ser.. Es el ser de un;¡ teratura. En los Poenias al otro Yo, escribe:
irrealidad. Hace falta un acontecimi:11to para echarlo
fuer.a.· Precisamente el poeta añade.:· -- ... · ·· · Et voici que fe suis dei:enu un dessin d'ornement
"Pero el claxon me hace salir del ángulo donde em- \'olutcs sentimentales
Enroulcmcnt des spiral~s
pezaba a morirme de un sueño de áng~L" , .
Surfacc organisée en noir et blanc
Es fácil criticar al modo de los retoncos esta pagi-
Et pourtant je viens de m'entendre resjJirer
na. El espíritu crítico tiene razón en dispersar y bo- Est-ce bien un dessin
rrar tales imá baenes .v tales ensueños. ,, Est-ce bien rnoi.
Primero, porque no son "sensatos , porque no s_e
suelen habitar "los rincones del techo" mientras se esti- [Y he aquí que me hc convertido en un dibujo de ador-
1

ra uno en una cómoda cama, porque la telaraña no es no J \ olutas sentiincntales I Enroscamíento de las espirales !
co:r,o dice el poeta, una cortina y, crítica más persona- Superficie organizada en negro y blanco / Y sin embargo
1ne acabo de oír respirar J Es acaso un díbujo / Soy ac~so yÜ.J
..
l)
lizada, porque el exceso de_ imágenes debería parecer
una burla a un filósofo que mtenta recoger al ser sobre
Parece que· ia espiral nos coge con sus manos jun-
su centro, que encuentra en un centro de se_r, una es- tas. El dibujo es más actírn respecto a lo que encierra
pecie de unidad de lugar, ,d_e tiempo y d; accwn.
que respecto a lo que exfolia. Lo siente el poeta que
1: Sí, pero cuando las cnticas de la razon, _cuando los
se va a habitar el arco de una voluta, a encontrar el
desprecios de la filosofía, cuando las trad1c~ones ele, la calor v la vida tranquib en el seno de una cur\·a.
..;
~
poesía se unen para ale¡arnos de los ensuenos labenn-
La filosofía intelectualista que quiere conservar las
ticos del poeta, de todas maneras el poeta ha hecho dc
palabras en la precisión de sus sentidos, que toma las pa-
su poema un cepo para soñadores. labras como a los mil pequeños instrumentos de un
En cuanto a mí me dejé aprehender. He seguido pensamiento lúcido tiene a la fuerza que asombrarse
la moldura. ante las audacias del poeta. Y sin embargo, un sincre-
}"__ .,,_ ____ -- '
~

. tismo de la sensibilidad impide que las palabras se cris-


En uno de nuestros capítulos sobre ¿}a_caSj!.,\ dec1a:11os talicen en sólidos perfectos. En el sentido central del
que lª- casa representad~ en una estampa, suscita fac'.1- sustantivo se aglomeran adjetivos insólitos. Un ambien-
mente el deseo de 1iab1tarla. Sentimos que nos gusta- te nuevo permite a la palabra entrar, no sólo en los
!íá ,:ivfr alií, ~ntre los trazos mismo~u:!~JcJibnjo _bien pensamientos, sino también en los ensueños. El len-
grabado. Nuest'~a quimera, que nos impulsa a vivir en guaje sueña.
Jos rincones nace también, a veces, por la graC!a de un
El espíritu crítico no puede nada contra ·eso. Es
\}i.mp1e clisefio"f0 Pero entonces, la gracia ae una. cllr\a
un hecho' poético el que un soñador pueda escribir
LOS RINCONES
LOS RI:\CO~ES
]9)
c¡ue una curva es caliente. ¿Creernos que Bergson 1:º ¡ no es nunca un soñador. Subir la escalera en la casa
rebasaba el sentido a tribuvendo a la curva la gracia y sm
¡ de la palabra es, de peldaño en peldaño, abstraerse.
duda a la línea recta la rigidez? ¿Qué hacernos de más
Bajar a b bodega es soñ<u, es perderse en los lejanos
si decimos que un ángulo es frío y una curva caliente? corredores de una etimología incierta, es buscar en bs
¿Que la curYa nos acoge y que el ángulo de.rnasiado palabras tesoros inencontrablcs. Subir y bajar, en las pa-
agudo nos expulsa? ¿Que el ángulo es masculino y la labras mismas, es la vida del poeta. Subir demasiado
curva femenina? Una nada de valor lo cambia todo. La alto, descender demasiado bajo son cosas permitidas al
·gracia de una cuffa es una invitación a permanecer. No poeta que une lo terrestre y lo aéreo. ¿Sólo el filósofo
puede uno evadirse de ella sin esperanza de retorno. será condenado por sus semejantes a ,·ivir siempre en
La curva amada tiene poderes de nido; es un llama- la planta baja?
miento a la posesión. Es un rincón curvo. Es una !'

"eornetría habitada. Estamos allí en un mínimo ele re-


fugio, en el esquema ultrasirnplificado de un ensueño
del reposo. Sólo el soñador que se colma de gozo con
contemplar unos bucles sabe de esas alegrías sencillas
del reposo dibujado.
Es, sin duda, imprudente para un autor acumular
¡; en fas últimas páginas de un capítulo las ideas menos
Jiaadas, las imágenes que sólo viven en un detalle, con-
vi~ciones, sin embargo, tan sinceras, que no duran más
que un instante. Pero. ¿qué más puede hac.er un fer:o-
rnenólogo que desea enfrentarse con la imagmacion
hormigueante? Para él una sola palabra es a menudo
germen de ensueño. L~':yendo las obras de un gran so-
ñador de palabras corno :Niichel Leiris (en particular
Biffures), nos sorprendernos viviend? ~n las ~alabras,
en el interior de una palabra, monrnientos mtimos.
Como una amistad, la palabra se hincha a veces, a gus-
to del soñador, en el rizo de una sílaba. O sea que
todo es pÍácido, apretado. Joubert, el prudente Joubert,
no ha conocido el reposo íntimo en la palabra cuando
habla furiosamente de las nociones que son "chozas"
l,;:;· p;bbras'i-lo imagino con frecue.ncia- s?n casitas
\ cOñ-sif'boaéga y su desván .. El sentid~, comun. habita
1 en la planta baja, siempre dispuesta al comer;:10 exte-
\ ri,¡¡", clt: tú ~ tú con el vecino, con ese transeunte que
\ .

. '
. L\ ~rINL\TUR.\ 197
nos siqmer~ en el _plano general de la representación
VII. LA MINIATURA aunque sena, muy mteresante estudiar en ese plano J~
fenomenologia de la sm1ihtud. Nuestro estudio debe
especifiea~se corno relacionado sin duela a!auna con la
I 1mag1nac1on.
0

EL PSICÓLOGO -v a fortiorí el filósofo-- presentan poca Todo se aclarará, por ejemplo, si para entrar en el
atención a los ju~gos de las miniaturas que intervienen dornmio donde se ímagir:'a, nos hacen franquear un
con frecuencia en los cuentos de hadas. Para el psicó- umbral de lo absurdo. Sigamos un instante al héroe
Joao el escIÍtor se divierte fabricando casas que caben de Charles Nodier, Tesoro de las Habas, que entra en
d;ntro de un garbanzo. Es un absurdo inicial que la calesa dd hada. En esa calesa que tiene el tamaño
sitúa el cuento en el terreno de la más simple fantasía. d_e una alubia, el muchacho entra con seis medios cuar-
En esta fantasía, el escritor no entra realmente en el hl}os de alubias, cargados al hombro. El número queda
gr<m terreno de lo fantástico. El propio escritor, cuan- asi contradicho al mismo tiempo que la dimensión del
do desarrolla -a menudo pesadamente- su invención espacio. 6 000 alubias caben dentro de una. Lo mismo
fácil, no cree, según parece, en una realidad psicológica que cuando el gordo l\lichel entrara -con qué asom-
que corresponda a tales miniaturas. Le falta esa semi- bro-- en_ la morada del Hada de las Migajas, morada
lla de ensueño que podría trasmitirse del escritor al oculta ba¡o una mata de hierba, se encontrará en ella
!estor, Para hacer creer hay que creer. ¿Vale la pena, n:rnv a gu?to. Se "encaja". Feliz en nn espacio redu-
l;
p·ara un filósofo, plantear un problema fenomenológico cido, _reah~a una experiencia de topofilia. Una vez
con motírn de esas miniaturas "literarias", de esos ob- en el mt_ei;ior de la miniatura verá sus amplias estancias.
jetos tan fácilmente disminuidos por el literato? ¿La Des;:ubnra. desde el mtenor una belleza interior. Hav
conciencia -la del escritor, la del lector- puede en- aq,m una. mversión de perspectiva, inversión fugaz ~
contrarse sincernmente en el origen mismo de tales mas cauhvadora, según el talento del narrador v Ja
facultad de ensueño del lector. A veces demasiado' em-
imágenes? . . . peñado en narrar "agradablemente", demasiado diver-
Sin embargo, es preciso concederles cierta ob¡etin-
dad, por el hecho de recibir la adhesión, _incluso el m- tido. r:ara ahondar en la imaginación, Noclier deja
terés de muchos soñadores. Puede decnse que esas subsistir r~cionahzacíones mal camufladas. Para expli-
' . . car psicologicamente la entrada en la casa miniatura
casas en miniatura son ob¡etos falsos provistos de una
objetividad psicológica verdadera. Aquí el proceso de evo_ca_ las casitas de cartón de los juegos infantiles: la~
im<>ginación es típico. Plantea un problema_ q_ue hay "mmiaturas" de la imaginación nos devolverían simple.
qu-= distinguir del problema general de las similitudes mente a una mfanc1a, a la participación en los ¡uguc-
geométricas. El geómetra ve exac~amente la misma tes, a la realidad del juguete.
cosa en dos figuras semejantes dibu¡adas a escalas dis- .La imag_inación vale más que todo eso. De hecho,
tintas. Los planos de casas a escalas reducidas no im- la imagmación miniaturizante es una imaginación na-
plican ninguno de los problemas que proceden de una tu~al. Apar~ce en todos los siglos en el ensueño de los
filosofía de la imaginación. No tenemos que colocar- sonadores mnatos. Precisamente hay que desprender
196
198 LA ).l!NL\TURA LA Ml:-.i!ATURA 199
lo que divierte para descubrir las raíces psicológicas niatura: Hay que rebasar la lógica para ,-ivir lo grande
efectivas. Por ejemplo, se podrá leer seriamente esta que existe dentro de lo pequeño.
página de Hermann Hesse publicada en la reústa Fon- Estudiando algunos ejemplos \·amos a demostrar
taine (núm. 57, p. 725). Un prisionero ha pintado <Jll~ la min.iatura literaria -es decir el conjunto de las
sobre el muro de su calabozo un paisaje en el que un mngenes hteranas que comentan las inversiones en Ja
pequeño tren penetra en un túnel. Cuando sus carce- perspectiva de las grandezas- estimula \'alares pro-
leros vienen a buscarlo, les pide amablemente "que fundos.
esperen un momento para que yo pueda entrar en el
trenecito de mi tela a fin de comprobar algo. Corno II
de costumbre se echaron a reír porque me considera-
ban como un débil mental. ]\fo hice pequeño. Entré Tomaremos primero un texto de Cyrano de Bergerac
en mi cuadro, subí en el trenecito que se puso en mar- citado en un bello artículo de Pierre-l\;faxime Schuhl.
cha y desapareció en lo negro del pequeño túnel. Du- En este artículo que se titula '"El Tema de Gulliver v
rante unos instantes se percibió todavía un poco de el Postulado de Laplace", el autor acentúa el carácte-r
humo en copos que salían del redondo orificio. Luego intelectualista de las divertidas imágenes de Cyrano de
ese humo se desvaneció v con él el cuadro v con el Bergerac, para aproximarlas a las ideas del astrónomo
cuadro mi persona" ... ¡éuántas veces el po~ta-pintor matemático.i
en su cárcel no ha atravesado los muros con un túnel! He aquí el texto de Cyrano: "Esta manzana es un
:1 ¡Cuántas veces, pintando ensueños, se ha evadido por pequeño universo por sí mismo, cuyas semíllas, más
una grieta del muro! Para salir de la cárcel todos los calientes que las otras partes, &funden en tomo suvo
el calor conservador de su globo; y ese germen, de acuér-
'r medios son buenos y en caso de necesidad lo absurdo
nos libera.
Así, si seguimos con simpatía al poeta de la minia-
do con esta opinión, es el pequeño sol de ese pequeño
mundo, que calienta y nutre la sal vegetativa de esa
pequeña masa."
tura, si tomamos el trenecito del pintor encarcelado, la
contradicción geométrica queda redimida, la Represen- En ese texto nada dibuja, todo se imagina v la mi-
tación es dominada por la Imaginación. La Representa- niatura imaginaria es propuesta para encerrar L;n valor ··
ción no es más que un cuerpo de expresiones para co- imaginario. En el centro están las semillas más calien-
\_'
municar a los demás nuestras propias imágenes. En el tes que toda la manzana. Ese calor condensado, ese
eje de una filosofía que acepta la imaginación como cálido bienestar, amado de los hombres, hace pasar
facultad básica, puede decirse al modo schopenhaueria- la imagen, de la categoría de imagen que se ve, a la
no: "el mundo es mi imaginación". Poseo el mundo categoría de imagen que se vive. La imaginación se
1 tanto más cuanto tengo mayor habilidad para miniatu- siente toda reconfortada por ese germen que nutre una
"'
,-t" rizarlo. Pero de paso hay que comprender que en la sal vegetativa.2 La manzana, la fruta no es ya el valor
l. miniatura los valores se condensan y se enriquecen. No
1 Journal de Psycbologie, abril-junio de 1947, p. 169.
basta una dialéctica platónica de lo grande y de lo pe- 2 ¡Cuántas personas, después de comer 1a manzana, atacan
queño para conocer .las virtudes. dinámicas de la mi- las semillas! En sociedad suele refrenarse la inocente manía que

.
...------------...---...Ja.---------~------.~~-
..
200 L\. \!JNL\.TUR.\ L.\ \!INIATURA 201
primero. El verdadero \·alor dinámico es la semilla. Es y detenerlo. ¡Cuántos suefíos contados objetivamente
ésta la que paradójicamente hace la manzana. Le emfa no son ya más que onirismo en poh·o! En presencia
sus zumos balsámicos, sus fuerzas conservadoras. La de una imagen que sueña, hay que tomar ésta como
semilla no nace solamente en una dulce cuna, bajo una invitación a continuar el ensueño que la ha creado.
la protección de la masa de la fruta. Es la productora El psicólogo de la imaginación que define la po-
del calor vital. sibilidad de la imagen por el dinamismo del sueño, debe
En semejante imaginación hay, frente al espíritu justificar la im·ención de la imagen. En el ejemplo que
de obsen-ación, una im·ersión total. El espíritu que estudiamos, el problema planteado es absurdo: ¿Es la
imagina, sigue aquí la vía inversa del espíritu que ob- semilla el sol de la manzana? Poniendo en ella bastante
sen-a. La imaginación no quiere llegar a un diagrama ensueño -claro que se necesita mucho-- se acaba por
que resumiría conocimientos. Busca un pretexto para hacer que esta pregunta sea \'álída oníricamente. Cyrano
multiplicar las imágenes y en cuanto la imaginación de Bergerac no esperó el surrealismo para hacer frente
se interesa en una imagen, aumenta su \'alor. Desde con alegría a las preguntas absurdas. En el pla..no de
el instante en que C:mmo imaginaba la semilla-Sol, te- la imaginación, no se ha "equivocado", puesto que la
nía la convicción de que la semilla era un centro de imaginación no se equivoca nunca, porque la imagina-
vida y de fuego, en resumen, un valor. ción no tiene que confrontar una imagen con una rea-
Estamos naturalmente ante una imagen excesiva. lidad objetiva. Hay que ir más lejos: Cyrano no espe-
El elemento juguetón, en Cyrano y en muchos auto- raba engañar a su lector. Sabía bien que el lector no
¡¡ res, ~orno a Nodier, a quien evocábamos anteriormen- se engañaría. Ha esperado siempre encontrar leetores
i; te, perjudica la meditación imaginaria. Las imágenes a la altura de sus imaginaciones. Hay una especie de
van demasiado de prisa, demasiado lejos. Pero el psi- optimismo de ser en toda obra de imaginación. ¿No ha
,. cólogo que lee lentamente, el psicólogo que examina las dicho Gérard de Nerval (Aurelia, p. 41): "Yo creo que
imágenes en ralentí, permaneciendo todo el tiempo que la imaginación humana no ha inventado nada que no
hace falta en cada imagen, experimenta una coalescen- sea cierto en este mundo o en los otros"?
cia de valores sin limites. Los valores se engolfan en
la miniatura. La miniatura hace soñar. Cuando se ha vivido en su espontaneidad una imagen
Pierre-l\1axime Schuhl concluye su estudio subra- como la imagen planetaria de la manzana de Cyrano,
vando en este ejemplo privilegiado los peligros de la se comprende que dicb imagen no está preparada con
imao-inación
o· , maestra en errores 'v falsedades. Pensa- pensamientos. No tiene nada de común con las imá-
: { j- mos como él, pero nosotros soñamos de otra manera, genes que ilustran o sostienen las ideas científicas. Por
o más exactamente, aceptamos el reaccionar como ejemplo, la imagen planetaria <le! átomo de Bohr es
;~ i;'l' soñadores ante nuestras lecturas. Y aquí se plantea el -en el pensamiento científico, si no en algunas pobres
·, .¡. problema de la acogida onírica de los valores oníricos. y nefastas \·aluaciones de una filosofía de divulgación-
.. Describir un ensueño objetivamente, es ya disminuirlo un puro esquema sintético de los pensamientos mate-
pela las semillas para paladearlas rnejor. i Y cuántos pensamientos,
máticos. En el átomo planetario de Bohr, el pequeño
cuántos ensueños, cuando se comen gérmenes! sol central no es caliente.

. '
202 LA ;\l!NL\TURA LA ~l!NL\TURA 203
Hacemos esta breve observación para subrayar la llas desnudas permanecen en el fondo del cáliz v se
diferencia esencial que hay entre una imagen absoluta alzan en él, lo mismo que en las Indias los niños se 'me-
que se realiza en sí misma y una imagen post-ideati- cen en su hamaca. Cada estambre reconoce su obra
va que sólo quiere ser un resumen de pensamientos. y no pueden existir envidias."
Así, el sabio botánico ha encontrado en la flor la
III miniatura de la vida conyugal, ha sentido el dulce calor
i ¡ conservado por una piel, y ha visto la hamaca que mece
Como segundo ejemplo de miniatura literaria valuada,
vamos a seguir el ensueño de un ·botánico. El alma
!
1
la semilla. De la armonía de la forma ha deducido el
bienestar de la morada. ¿Es preciso señalar que, corno
botánica se complace en esa miniatura de ser que es 1 en el texto de Cyrano, el dulce calor de las regiones
la flor. El botánico utiliza ingenuamente las palabras 1 encerradas es el primer indicio de una intimidad? Dicha
que corresponden a cosas de tamaño ordinario para des- 1 intimidad cálida es la raíz de todas las imágenes. Las
cribir .Ja intimidad floral. En el Diccionario de botá- imágenes -se ve de sobra- no corresponden ya a nin-
nica cristiana, que es un voluminoso torno de la Nueva guna realidad. Bajo la lupa, se podía aún reconocer el
enciclopedia teológica, editada en 1851, en el artículo cepillito amarillo de los estambres, pero ningún obser-
Epiario, puede leerse esta descripción de la flor de la vador sabría ver el menor elemento real para justificar
estaquiea de Alemania: las imágenes psicológirns acumuladas por el narrador
"Esas flores creadas eu cunas de algodón, son pe- de la Botánica cristiana.. Puede pensarse que si se hu-
¡i
queñas, delicadas, color de rosa y blancas ... Quito el biera tratado de un obieto de dimensión ordinaria el
¡ '\ pequeño cáliz con esa red de larga seda que lo cubre ... narrador hubiera sido más prudente. Pero ha entrado
1 el labio inferior de la flor es recto y un .Poquito curvo; en una miniatura y en seguida las imágenes se han
es de un rosa vivo por dentro y cubierto por fuera puesto a multiplicarse, a crecer, a evadirse. Lo grande
con una piel espesa. Toda esta planta calienta cuando sale de lo pequeño, no por la ley lógica de una dialéc-
se toca. Tiene un pequeño vestido bien hiperbóreo. tica de los contrarios, sino gracias a la liberación de
Los cuatro estambres son como cepillítos amarillos." todas las obligaciones de las dimensiones, liberación
Ha3ta aquí, el texto puede pasar por objetivo. Pero no que es la característica misma de la actividad de ima-
1
tarda en psicologizarse. Progresivamente, un ensueño ginación. En el artículo Pcninca en el mismo Diccio-
acompaña la descripción: "Los cuatro estambres se man- nario de botánica cristiana se lee: "Lector, estudia la
tienen erectos y en buena inteligencia, en la especie 1 pervinca en detalle; verás cómo el detalle agranda los
:')'"
;
de nicho que forma el labio inferior. Están allí bien objetos."
abrigadas en sus pequeñas casamatas acolchadas. El 1 En dos líneas, el hombre de la lupa expresa una
pistilo está respetuosamente a sus pies, pero como su gran ley psicológica. Nos sitúa en un punto sensible
tamaño es exiguo, para hablarle tienen que doblar una de la ob¡etividad, en el mornen to en que e:; preciso
tras otra las rodillas. Esas mu¡ercitas son muy impor- acoger el detalle inadvertido y dominarlo. La lupa
tantes; y aquellas que hablan con tono más humilde condiciona, en esta experiencia, una entrada en el
son bastante autoritarias en su hogar. Las cuatro semi- mundo. El hombre de la lupa no es aquí el anciano que·
204 LA /..l!NlATURA
L\ \U:\IATUR,\ 205
quiere, con unos ojos cansados de \·er, leer todavía el imaginación. Ya ha \'ÍSto lo que obser\"a en el micros-
periódico. El hombre de la lupa toma el mundo como copio. Podría decirse, ele un modo paradójico, que no
una novedad. Si nos confiara sus descubnm1entos n- ve nunca por primera vez. En todo caso, en el reino
vidos nos daría documentos de fenomenología pura, de la observación científica y en la segura objetividad,
dond~ el descubrimiento del mundo, o la entrada en la "primera vez" no cuenta. La observación pertenece
el mundo, sería más que una palabra gastada, más entonces al reino de "varias \·eces". Psicológicamente,
que una palabra empañada por su uso filosófico tan en el trabajo científico es preciso digerir primero la
frecuente. A menudo el filósofo describe fenomeno- sorpresa. Lo que el sabio observa está bien definido
lógicamente su "entrada en el m.undo", ~~ "ser en ~l en un cuerpo de pensamientos y de experiencias. No
mundo", bajo el signo de un ob¡eto fam1har. De~cn­ es, pues, al nivel de los problemas de la experiencia
be fenomenológicamente su tintero. Un pobre ob¡eto científica donde tenernos que hacer observaciones cuan-
es entonces el portero del vasto mundo. do estudiamos la imaginación, Oh-idando, como hemos
El hombre de la lupa suprime -muy simplemen- dicho ya en nuestra Introducción, todos nuestros há-
te- el mundo familiar. Es una mirada fresca ante un bitos de objetividad científica, debemos buscar las
objeta nuevo. La lupa del botánico es ,ia. infanci? imágenes de la primera ve;:. Sí fuéramos a tomar docu-
vuelta a encontrar. Presta de nuevo al botamco la mi- mentos psicológicos en la historia de las ciencias -por-
rada amplificadora del niño. Con ella, vuelYe al jar- que también se nos objetará que, en dicha historia, hay
dín, al jardín una reserva de "primera vez"- veríamos que las pri-
¡i
meras observaciones microscópicas han sido leyendas
oú les enfants regardent grand.ª de pequeños objetos, y cuando el objeto estaba anima-
[donde los niños ven grande.] do, leyendas ele vida. Tal observador, todavía en el
reino de la ingenuidad, ¿no ha visto acaso formas hu-
Así lo minúsculo, puerta estrecha, si las hay, abre manas en los "animales espermatozoides"? 4
el mundo. El detalle ele una cosa puede ser el signo Una vez más volvemos a plantear los problemas
de un mundo nueYO, de nn mundo que como todos de la imaginación en términos ele "primera vez". Esto
los mundos, contiene los atributos de la grandeza. justifica el tomar ejemplos en las fantasías más extre-
La miniatura es uno de los albergues de la gran- madas. Como variación sorprendente del tema "el
deza. hombre de la lupa", vamos a estudiar un poema en
prosa de André-Pieyre de Mandiargues titulado El hue-
IV vo en el paisa¡e. 5
Claro está que al esbozar una fenomeno!ogía del hom- El poeta, como tantos otros, sueña tras el >idrio.
bre de la lupa no pensamos en el traba¡ador del. labo- Pero en el vidrio mismo descubre una pequeña defor-
ratorio. El trabajador científico tiene una cl1snplma mación que rn a difundir la deformación en el uni-
de objetividad que detiene todos los ensueños de la verso. De l\fandiargues dice a su lector: "Acércate a
4 Cf. La formation de 1' esprit scientifique.
3 p. de Boissr I\.Jain prenúere, r· 21. 5 En Métamorphoses, Gallímard, p, 105.
206 LA :\l!NIATURA LA ~!!NL\TUR:\ 207
la ventana procurando que tu atención no corra mucho ofrece Pieyre de J\fandiargucs y se YÍ\c el centro que
hacia fuera. Hasta que tengas bajo los ojos uno de se 1magma; entonces, se lee el pa1s11¡e eu el núcleo de
esos núcleos que son como quistes del \1drio, pequeños vidrio. Ya no se le mira a través. Ese núcleo nuclean-
huevecillos a veces transparentes, pero con más frecuen- te es un mundo. La miniatura adopta las dimensiones
cia nebulosos o bien vagamente translúcidos, y de una del uniYerso. Lo grande, una \'CZ más, está contenido
forma alargada que recuerda la pupila de los gatos." en lo pequeño.
A través de ese pequeño haz vidrioso, a través de esa Co,ger una lupa es prestar atención, pero, ¿prestar
pupila de gato, ¿qué sucede con el mundo exterior? atenc1on no es. ya muar con lupa? La atención por sí
"¿Cambia la naturaleza del mundo? ¿O bien es la ver- misma es un ndno de aumento. En otra obra,s Picne
dadera naturaleza la que triunfa sobre la apariencia? de ]\;fandiargues, al meditar sobre la flor del euforbio
En todo caso el hecho experimental reside en que la escribe: "El euforbio, bajo su mirada demasiado aten'.
introducción del núcleo en el paisaje basta para con- ta, como un corte de pulga bajo la lente ele un micros-
ferir a éste un carácter blando ... l\1uros, rocas, tron- cop!O, había crecido misteriosamente: ahora era una
cos de árbol, construcciones metálicas, han perdido fortaleza pentagonal, erigida ante él a una altura prodi-
1¡ toda rigidez en las cercanías del núcleo móvil." Y por giosa, en un desierto de rocas blancas y de flechas rosas
todas partes, el poeta hace brotar las imágenes. Nos da que aparecían inaccesibles desde las ·cinco torres que
un átomo de universo en multiplicación. Guiado por estrellaban el castillo situado en vanguardia de la flora
el poeta, el soñador, desplazando su ·rostro, renueva su sobre la región árida."
mundo. De la miniatura del quiste de vidrio, el soña- Un filósofo sensato -la especie no es tan rara-
dor hace surgir un mundo. El soñador obliga al mundo objetará tal vez que estos documentos son exagerados,
"a las más insólitas reptaciones". El soñador hace co- que resaltan con palabras, de modo excesivamente gra-
rrer ondas de irrealismo sobre lo que era el mundo real. tuito, lo grande, lo inmenso de lo pequeño. No sería
"El mundo exterior, en su unanimidad, se ha transfor- más que prestidigitación verbal, bien pobre ante la fuer-
mado en un medio maleable ante ese único objeto duro za del prestidigitador que hace salir un despertador de
y punzante, verdadero huevo filosófico que los me- dentro de un dedal. Sin embargo, defenderíamos la
nores movimientos de tu rostro pasean a tra,·és del prestidigitación "literaria". El acto del prestidigitador
espacio." sorprende, divierte. El acto del poeta hace soñar. Yo
Así, el poeta no ha ido a buscar muy lejos su ins- no puedo vivir y revivir d acto del primero. Pero la
trumento de ensueño. ¡Y sin embargo, con qué arte página del poeta es mía, si es que amo el ensueño.
ha sembrado el paisaje! ¡Con qué fantasía ha dotado La filosofía sensata excusaría nuestras imágenes si
el espacio de múltiples curvas! He aquí que el espacio pudieran darse como efecto de alguna droga, de alguna
curvo maneja la fantasía. Porque todo universo se en- mezcalina. Entonces tendrían para él una realidad fi-
cierra en unas curvas; todo universo se concentra en un siológica. El filósofo se serviría de ellas para dilucidar
núcleo, en un germen, en un centro dinamizado. Y sus problemas respecto a la unión del alma v del cuer-
ese centro es poderoso porque es un centro imaginado. po. En cuanto a nosotros, tomamos los d.ocumcntos
Un paso más en el mundo de las imágenes que nos 6 .Pieyre de I\Iandiargues, Afarbre, ed. Laffont, p. 63.
203 LA C\!1:-.iL\TUR.\ L:\ :\ll~L\ TURA 209
literarios como realidades de la imaginación, como pro- tíca de la intuición que ve siempre en grande', y del
ductos puros de la imaginación. Pues, ¿por qué los trabajo hostil a los vuelos. En efecto, los intuicionistas
actos de la imaginación no habrían de ser tan reales se dan todos en una sola mirada, mientras que los deta-
como los actos de la percepción? ¿Y por qué, además, lles se descubren y se ordenan unos tras otros, pacien-
esas imágenes "excesi,·as", que no sabemos formar nos- temente, con la malicia discursiva de un agudo minia-
otros mismos, pero que podemos, nosotros lectores, re- turista. Parece que el miniaturista desafíe la perezosa
cibir sinceramente de manos del poeta, no serían -sí contemplación del filósofo intuicionista. No lo digan:
la noción nos gusta- "drogas virtuales que nos procu- "¡Ustedes no hubieran visto esto! Tomen su tiempo
ran gérmenes de ensueño"? Esta droga virtuál es de para ver todas estas cosillas que no pueden contem-
una eficacia muy pura. Estamos seguros, con una ima- plarse en su conjunto." En la contemplación de la mi-
gen "exagerada", de estar en el eje de una imagina- niatura hace falta una atención que rebota para inte-
ción autónoma. grar el detalle.
Naturalmente, es más fácil decir que hacer la mi-
V niatura, y podríamos coleccionar fácilmente descripcio-
nes literarias que ponen al mundo en diminutivo.
No hemos reproducido sin escrúpulos, uu poco más Como esas descripciones dicen las cosas en pequeño,
arriba, la larga descripción del botánico de la Nueva son ai1tomátícamente prolijas. Como esta página (abre-
enciclopedia teológica. La página abandona demasia- viada) de Víctor I-Iugo que nos sirve de autoridad para
do pronto el germen del ensueño. Parlotea. Se la aco- pedir al lector su atención respecto a un tipo de en-
ge cuando tiene uno tiempo para bromear. Se la rechaza sueño que puede parecer insignificante.
cuando se quieren encontrar nuevamente los gérmenes Víctor I-Iugo, que, según se decía, veía a lo grande,
vivos de lo imaginario. Es, si nos atrevernos a decirlo, también sabe describir miniaturas. En El Rin,7 se lee:
una miniatura hecha con piezas grandes. Necesitarnos "En Freiberg olvidé largo tiempo el inmenso paisaje
: encontrar un contacto mejor con la imaginación minía- que tenía ante los ojos por la pradera de césped en la
1:
turizante. No podemos, filósofos de cámara que somos, cual estaba sentado. Era sobre una pequeña jiba sih-es-
beneficiamos con la contemplación de las obras pinta- tre de la colina. También allí había un mundo. Los
das de los miniaturistas de la Edad Nledia, esa gran escarabajos caminaban lentamente bajo las fibras pro-
época de las paciencias solitarias. Pero nos imagina- fundas de la vegetación; unas flores de cicuta en forma
mos muy concretamente dicha paciencia. Pone paz en de sombrilla imitaban a los pinos de Italia, un pobre
los dedos. Solamente imaginándola, la paz invade el abejorro mojado, vestido de terciopelo negro y amari-
alma. Todas las cosas pequeñas piden lentitud. Ha sido llo, trepaba penosamente a lo largo de una rama espi-
preciso un gran ocio en la estancia tranquila para rni- nosa; espesas nubes de moscardones le ocultaban el
níaturizar el mundo. Hay que amar el espacio para día; una campanilla azul temblaba al viento y toda una
df>scribirlo tan minuciosamente como si hubiera molé- nación de pnlgones se había refugiado bajo esa enorme
culas de mundo, para encerrar todo un espectáculo en
una molécula de dibujo. En esta proeza, ¡qué dialéc- 7 Víctor Rugo, Le Rhin, ed. Hetzel, t. III, p. 98.


210 LA ~l!'.\'L\TURA L\ C\l!NL\T(m.\ 2¡ l

tienda ... Yo veía surgir del léaamo v retorcerse hacia Pero para entregarnos con la conciencia tranquila
el ciel~, aspirando el aire, una lombr1z, de pitones an- a esta metafísica miniaturizada, tenemos necesidad de
ted1luv1anos, y que quizás tiene también en su unin~rso multiplicar los apoyos y de coleccionar algunos. textos.
microscópico, su Hércules para matarlo y su Cuvier Sin eso temeríamos, al confesar nuestra mclmac1on
para describirlo. En resumen, ese univer;o ·es tan gran- por la miniatura, reforzar el diagnóstico que Madame
de _como el otro." La página se prolonga, el poeta se Favez-Boutonier nos anticipaba en el umbral de nues-
d;vie;t~, evoca a micromegas y signe entonces una teo- tra buena y Yieja amistad hace un cuarto de siglo:
,, na fac1L Pero el lector que no tiene prisa -y éste es "Vuestras alucinaciones liliputenses son características
el único lector que podemos esperar- penetra segura- del alcoholismo."
mente en el ensueño miniaturizante. Es el lector ocioso Hay múltiples textos en que la pradera es un bos-
que ha tenido con frecuencia ensueños análoaos pero que, eii que una mata de hierba es un bosquecillo.
. b '
En una noYela de TI10mas Hardy, un puñado de musgo
no se h ub1era at_rev!do jamás ª.escribirlos. El poeta aca-
ba de darles d1gmdad Iiternna. Nosotros quisiéramos es nn pinar. En una novela de pasiones. finas y múl-
-jgran am?ición!- conferirles la dignidad filosófica. tiples, Niels Lyhne, J. P. Jacobsen descnbe el bosque
P~rque en fm, el poeta no se engaña, acaba de descu- de la felicidad: las hojas de otoño, los serbales doble-
11'
bnr un mundo. "También allí había un mundo." ·Por gándose bajo "el peso de l~s racimos rojos"; com_pleta
qué no se enfrentaría el metafísico a ese mundo? R~no­ su cuadro con "el musgo vigoroso y espeso parecido a
varía, con provecho, sus e.xperiencias "de abertura al los pinos, y a las palmeras". Y "hab}a también .ese mus-
j'i.
mundo'', "de entrada en el mundo". Con demasiada go leve que recubría los troncos de arbol y hacia pensar
I < frecuencia, el i'viundo diseñado por el filósofo no es más en los trigales de los elfos". Que ur: autor cuya tarea es
que un no-yo. Su enormidad es un cúmulo de ncgati- seguir un drama humano de gran mtens1dad como ,s.u-
vidades. El filósofo pasa a lo positivo demasiado pronto cede con Jacobsen,s interrumpa el relato de la paswn
y se da el l\1undo, un ]\fondo único. Las fórmulas: estar para "escribir esta miniatura"' he aquí una oparado¡a
!
1 ¡

en el mundo, el ser del ]\fondo, son demasiado majes- que debería dilucidarse ª,fin de, tomar una medida exac-
'
¡; tuosas para mí; no llego a vivirlas. Estoy más a mi ta de los intereses literar10s. V1v1endo de cerca el texto,
gusto en los mundos de la miniatura. Son para mí mun- parece que algo humano se afina en este esfuerzo de -,
dos dominados. Viviéndolos siento partir de mi ser yer el bosque minúsculo engastado en el bosque de los
soñante ondas mundificadoras. La enormidad del mun- grandes árboles. De un bosque a otro b~sc¡ue, del bos-
do ya no es para mí más que la nebulosa de las ondas que en diástole al bosque en sístole, respua una cosm1-
mundificadoras. La miniatura, sinceramente vivida, me cid2d.
aísla del mundo ambiente, me avuda a resistir la diso- Venimos a distendernos en un pequeño espacio.
if-; lución del ambiente. La miniat~ra es un ejercicio de Éste es uno de los miles de ensueños que nos si-
~ 1J ; túan fuera del mundo, que nos colocan en otro mundo,
"t )'
frescor metafísico; permite mundificar con poco riesgo.
1 i Y qué reposo en este ejercicio del mundo dominado! y el novelista lo ha necesitado para transportarnos a
La miniatura reposa sin adormecer nunca. Allí la ima- 8 El 1íbro Nicls Lyhne ha sido para Rilke un libro de ca~
ginación .está vigilante y dichosa. becera.

.'
j'
212 L\ '.\!INIATURA LA :\IINL\TUR.\ 213
ese más allá del mundo que es el mundo de un amor joven nacer y extenderse sobre el muro: ¡Qué juventud,
nuevo. La gente apresurada por los negocios huma- qué vigor en la gloria de la superf1c1e!
nos, no penetran en él. El lector de un libro que sigue Claro que se perdería el sentido de los valores rea-
las ondulaciones de una gran pasión, puede sorpren- les, si se interpretaran las miniaturas en el simple rela-
derse ante esta interrupción de la cosrnicidad. Y es tivismo de lo arande ,. de lo pequeüo. La bnzna de
que sólo lee el libro linealmente, siguiendo el hilo de musgo puede bien seºr pino, pero el pi~o no podrá
los acontecimientos humanos. Para él, los acontecimien- nunca ser bnzna de musgo. La 1magmac10n no traba¡a
tos no necesitan fondo. ¡Pero de cuántos ensueños nos en ambos sentidos con fo misma convicción.
priva la lectura lineal! En los jardines de lo minúsculo el poeta conoce el
Semejantes ensueños son llamados a la verticali- germen de las flores. Y rn quisiera poder decir como
dad. Son pausas del relato durante las cuales el lector André Breton: "Tengo manos para cortarte, minúsculo
es llamado a soñar. Son muy puras porque no sirven tomillo de mis sueños, romero de mi extremada pa-
para nada. Es preciso distinguirlas de esa costumbre lidez." 9
del cuento donde un enano se esconde tras una lechuga
para tenderle trampas al héroe, corno El enano amari- VI
:1.
llo de l\fadame d'Aulnoy. La poesía cósmica es inde- El cuento es una imagen que razona. Tiende a aso-
pendiente de las intrigas del cuento infantil. Reclama, ciar imágenes extraordinarias como si pudieran ser imá-
en los ejemplos que citamos, una participación a un aenes coherentes. El cuento lleva así la comicción de
il '. vegetalismo verdaderamente íntimo, a un vegetalismo ~na imagen primera, a ,todo un co~junto de imágenes
que escapa al letargo al cual lo condenaba la filosofía derivadas. Pero la relacron es tan facrl, el razonamien-
1
(¡' bergsoniana. En efecto, por la adhesión a las fuerzas to tan fluido que pronto se ignora dónde está el ger-
miniaturizadas, el mundo vegetal es grande en lo pe- men del cuento.
queño, vivo en la dulzura, todo virn en su acto verde. En el caso de una miniatura relatada, como en el
A veces el poeta capta un drama minúsculo, como cuento de Pulgarcito, parece que se encuentra si.n di-
Jacques Audiberti, que en su sorprendente Abraxas nos ficultad el principio de la imagen primera: la s1mpk
hace sentir, en la lucha de la parietaria y el muro de pequeñez va a facilitar ,todas, las proezas. Per_o, exami-
piedra, el instan te dramático en que "la parietaria le- nada más de cerca, la s1tuac10n fenomcnolog1ca de esta
vanta la escama gris". ¡Qué Atlas vegetal! En Abra- miniatura contada es inestable. Está, en efecto, some-
xas Audiberti teje una tupida tela de sueños y realida- tida a la dialéctica de la admiración y de la broma,
des. Conoce los ensueños que sitúan la intuición en el Un rasgo sobrepuesto basta. a veces parn in_terrump;r
punctum proximum. Entonces, quisiéramos ayudar a la participación en la maravilla. En un drbu¡o todav1a
la raíz de la parietaria para que pusiera sobre el viejo se podría seguir admirando, pero c1 comentario rebasa
muro una vejiguilla más. los límites: ün Pulgarcíto, citado por Gaston Pans, es
r
' Pero ¿no hay acaso tiempo en este mundo para amar
las cosas, ,para verlas de cerca, cuando gozan de su pe- 'O A.ndré Breton, Le révoh·er aux cheveux bJancs, ed. des Ca11iers
queñez? Una sola vez en mi vida he visto a un liquen Librest 1932, p. 122.

_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __:¡,,,_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __
214
---
LA :..HNIATURA LA :\!!:.:!ATURA 21)
tan pequeño "que atraviesa con su cabeza un grano de y sale siempre triunfante de los malos pasos en que
polvo y pasa todo entero por él". Otro muere bajo la se ve metido".
coz de una hormiga. No hay ningún valor onírico en Pero entonces, para participar realmente en el cueu..
este último rasgo. Nuestro onirismo animalizado que to, es preciso duplicar esa sutileza de espíritu con una
es tan fuerte respecto a los animales de gran tamaño, sutileza material. El cuento nos invita a "deslizarnos
no ha registrado los hechos y gestos de los animales entre las dificultades"; dicho de otro modo, además
minúsculos. Del lado de lo minúsculo, nuestro oniris- del diseño, hay que captar el dinamismo de la minia-
mo animalizado no va tan lejos como nuestro onirismo tura. Ésta es una instancia fenomenológica suplemen-
vegetal.1° taria. ¡Qué animación nos infunde entonces el cuento
Gaston París señala muy bien que por este camino, si seguimos la causalidad de lo pequeño, el movimiento
en el que Pulgarcito muere por una coz de hormiaa, naciente del ser minúsculo actuando sobre el ser ma-
se va hacia el epigrama, a una especie de injuria ;or cizo! Por ejemplo, el dinamismo de la miniatura es
la imagen, que manifiesta el desprecio hacia el ser dis- frecuentemente revelado por los cuentos en que Pul-
minuido. Estamos ante una contraparticipación. "Se garcito instalado en la oreja del caballo domina las
encuei:tran esos juegos de ingenio entre los romanos; fuerzas que arrastran el arado. "Ése es, a mi juicio
un epigrama de la decadencia dirigido a un enano, de- -dice Gaston París-, el fondo primitivo de su histo-
cía: "La piel de una pulga te viene demasiado grande." ria; es el rasgo que se encuentra entre todos los pueblos,
Todavía en nuestros tiempos -añade Gastan Paris- mientras que las otras historias que se le atribuven,
¡¡ 1 se encuentran las mismas bromas en L:i canción de El creadas por la fantasía, una vez despertado este pequeño
Maridito. Gastan París presenta esta canción como y divertido ser, difieren, por lo general, entre pueblos
"infantil", cosa que no dejará de sorprender a nuestros distintos."
psicoanalistas. Desde hace tres cuartos de siglo, los Naturalmente que Pulgarcíto dice al oído del ani-
medios de explicación psicológica, felizmente, han au- mal: "Arre, arre." Es el centro de decisión, que los
mentado. ensueños de nuestra voluntad nos comprometen a res-
De todas maneras, Gastan París designa claramente tituir en un pequeño espacio. Decíamos más arriba
el punto sensible de la leyenda ( op. cit., p. 23); los que lo minúsculo es un albergue de lo grande. Si se
trozos donde se hace burla de la pequeñez deforman simpatiza dinámicamente con el activo Pulgarcito, he
el cuento primitivo, la miniatura pura. En el cuento aquí que lo minúsculo aparece como albergue de la
primitivo que el fenomenólogo debe restituir siempre, fuerza primitiva. Un cartesiano diría -si un cartesiano
"la pequeñez no es ridícula, sino maravillosa; lo que da supiera bromear- que en esta historia, Pulgarcito es
interés al cuento, son las cosas extraordinarias que Pul- la glándula pineal del arado. En todo caso, lo ínfimo
garcito realiza gracias a su pequeñez; por otra parte, en es dueño de las fuerzas, es el pequeño quien manda al
todas las ocasiones está lleno de ingenio y de malicia, grande. Cuando Pulgarcito ha hablado, el ca hallo, la
reja y el hombre no tienen más que seguir. Cuanto
10 Gaston Paris, Le petit Poucet et la Grande Ourse, París, 1875,
p. 22. Observemos, sin embargo, que ciertos neuróticos han preten- mejor obedezcan estos tres seres subalternos, más dere-
dido ver los microbios gue roen sus órganos. cho será el surco.

. .
216 LA :\ ll 1'L\TURA L\ :\ff:\'L\TUR.\ 21 '7
Pulgarcito está en su casa en el espacio de una leí que un ermitaño que miraba sin cesar su reloj de
oreja, en la entrada de la ca\"idad natural del sonido. arena, escuchó ruidos que le destrozaban el tímpano?
Es una oreja dentro de otra oreja. Así, el cuento figu- Oía súbitamente en el reloj de arem la catástrofe del
rado por las representaciones visuales se duplica con lo tiempo. El tic tac de nuestros relojes es tan burdo, tan
que llamaríamos, en el párrafo siguiente, una miniatu- mecánicamente entrecortado, que ya no tenemos el
ra del sonido. En efecto, estamos imitados a seguir oído suficientemente fino para oír el tiempo que corre.
el cuento, a descender por debajo del umbral de la
audición, a escuchar con nuestra imaginación. Pulgar-
cito se ha instalado en la oreja del caballo para hablar VII
en voz baja, es decir, para dar órdenes fuertes, con una El cuento de Pulgcircito, traducido en el ciclo, demues-
voz que sólo oye aquél que debe "escuchar". La palabra tra que las imágenes pasan sin esfuerzo ele lo pequefio
"escuchar" toma aquí el doble sentido de oír y obede- a lo grande y de lo grande a lo pequeño. El ensueño
¡ 1'
cer. Por otra parte ¿no es acaso en la tonalidad míni- gulli\·eriano es natural. Un gran soñador vi1·e esas imá-
ma, en una miniatura del sonido como lo que ilustra genes por duplicado, en la tierra v en el cielo. Pero en
la leyenda, donde el doble sentido juega con mayor esta \'ida poética de las imágenes, hay algo más que
delicadeza? un simple juego de dimensiones. El ensueño no es
Este Pulgarcito que guía con su inteligencia y su geométrico. El soñador se compromete a fondo. Se
voluntad el tiro del labrador, nos parece muy alejado encontrará en la tesis ele C. A. Hackett: El lirismo
del Pulgarcito de nuestra juventud. Sin embargo, está de Rimbaud, un apéndice bajo el título: "Rímbaucl y
en la línea de las fábulas que van a conducirnos, si- Gulliver"; páginas excelentes donde se nos representa a
guiendo a Gaston París, ese gran dosificador de pri- Rimbaud cerca de su madre, grande en el mundo do-
mitividad, hasta la leyenda primitiva. minado. J\Iientras que junto a su madre no es más que
i ! l
Para Gaston París, la clave de la leyenda de Pulgar- un "hombrecillo en el país de Brobdingnag", en b
cito -como tantas leyendas- está en el cielo: Es Pul- escuela el pequeño "Arturo se imagina que es Gullivcr
garcito quien conduce la constelación del Gran Carro. en el país de Liliput". Y C. A. Hackett cita a Victor
En efecto, Gastan Paris ha observado que en muchos Hugo, quien en Las contemplaciones (Recuerdos pa-
países se da el nombre de Pulgarcito a una pequeña ternos), muestra a los niños riendo.
estr.ella que se encuentra bajo el Carro.
No es preciso seguir todas las pruebas convergentes De voir d' affreux géants trCs bétes
que el lector puede encontrar en la obra de Gastan Vaincus par des nains pleins d' esprit
Paris. Insistamos tan sólo en una levenda suiza que va
[\!iendo unes horribles gigantes muv necios / \Tencídos
a darno.s la hermosa medida de una oreja que sabe por enanos llenos de ingenio.]
soñar. En esa leyenda transcrita por Gaston Paris, el
Carro vuelca a media noche con gran estrépito. ¿No C. A. Hackett ha indicado en esta ocasion todos
nos enseña esta leyenda a escuchar la noche? ¿El tiem- los elementos para un psicoanálisis de Arthur Rimbaud.
po de la noche? ¿Él tien1po del cielo estrellado? ¿Dónde Pero si el psicoanálisis, como hemos obse¡yaclo con

\
218 LA l\l!NIATUR/\ LA :\!ll\'l/\ TURA 21 ')
frecuencia, nos da puntos de Yista prcciosoo sobre la lidad psicoanalítica de la imagen, sino t1mbién toda
naturaleza profunda del escritor, puede desvi:unos a causalidad psicológica de lJ imagen poética. La poe-
veces del estudio de la Yirtud directa de una imagen. sía, en esas parndojas, puede ser contracausal, lo cual
Hay imágenes tan inmensas, su poder de comunicación es otra manera de ser de este mundo, de estar com-
nos llama tan lejos de la vida, de nuestra vida, que los prometido en la dialéctica de las pasiones. Pero cuando
comentarios psicoanalíticos sólo pueden desarrollarse al la poesía llega a su autonomía puede decirse que es
margen de los valores. ¡Qué inmenso ensueño en es- acausal. Para recibir directamente la virtud de una ima-
tos dos versos de Rimbaud: gen aisbda -Y tocia la virtud de una imagen está en
un aislamiento- la fenomenología nos parece abora
Petit Poucet riireur~ j' égrenais dans 1na course más favorable que el psicoanálisis, porque b fenomeno-
Des rúnes. i\1on auberge étaít a la Grande Ourse. logía reclama precisamente que asumamos nosotros mis-
mos, sin crítica, con entusiasmo, dicha imagen.
[Pulgarcito soñador, desgranaba en mi can1ino / las rimas.
Mi posada estaba en la Osa Mayor. (trad. de E. M. S. Entonces, en su aspecto de ensueño directo, "Li
Danero)] posada de la Osa 1\favor" no es una cárcel maternal
ni tampoco una mues'tra de aldea. Es una "casa del
Se puede admitir que la Osa 1\Iayor era para Rim- cielo". En cuanto se sueña intensamente ante un cua-
baud "una imagen de Madame Rimbaud" (Hackett, drado, se experimenta su solidez, se sabe que es un
p. 69). Pero esta profundización psicológica no nos refugio de gran seguridad. Entre las cuatro estrellas de
! il '. da el dinamismo de este impulso de imagen que hace la Osa puede habitar un gran soñador. Tal vez huya
encontrar al poeta la leyenda del Pulgarcito de Valo- de la tierra, y el psicoanalista enumera las razones de sn
nia. Incluso debo poner entre paréntesis mis conoci- huida, pero el soñador está primeramente seguro de
mientos psicoanalíticos, si quiero recibir la gracia feno- encontrar un albergue, un albergue a la medida de sus
menológica de la imagen del soñador, del profeta de sueños. Y esta casa del cielo, ¡cómo gira! Las otras
quince años. Si la posada de la Osa 1\1ayor no es más est:Yellas perdidas en las mareas del cielo giran mal.
que la casa dura de un adolescente embromado, no Pero el Gran Carro no pierde su ruta. Verlo girar
despierta en mí ningún recuerdo positivo, ningún en- también, es ya ser dueño del viaje. Y el poeta vive
sueño activo. Sólo quiero soñar aquí en el cielo de seguramente, soñando una coalescencia de las leyendas.
Rimbaud. La causalidad particular que el psicoanáli- Y esas leyendas, todas esas leyendas, son reanimadas
sis deduce de la vida del escritor, aunque sea psicoló- por la imagen. No constituyen un saber ya viejo. El
gicamente exacta, tiene muy pocas probabilidades de poeta no repite los cuentos de la abuela. No tiene pa-
volver a encontrar una influencia sobre un lector cual- sado. Está en un mundo nuevo. Ha realizado, frente
quiera. Y sin embargo, yo recibo la comunicación <le al pasado y las cosas de este mundo, la sublimación
esta imagen tan extraordinaria. Hace de mí por un ins- absoluta. Al fenomenólogo le corresponde seguir al
tante, desprendiéndome de mi vida, de la vida, un poeta. El psicoanalista sólo se preocupa de la negati-
ser imaginante. En tales ocasiones de lectura he lle- vidad de la sublimación.
gado poco a poco a poner en duda, no sólo la causa-
220 L\ :-.II'.\I:\ TUR.\ L\ 1\!l'\L\ TU~·\ 22i
Appuyée sur un miracle
VIII Qui cherche a se définir.
Acabamos de asistir, lo mismo en el folklore que en
[El hombre, la mujer, los niños ! En la mesa aérea ! ,,\po-
el poeta, y sobre el tema de Pulgarcito, a transposi- yada sobre un milagro ! Que intenta definirse.]
ciones de tamaño que prestan una doble ,·ida a los es-
pacios poéticos. A veces bastan los versos para esta Y el poeta, después de esta "explosión de lo irreal",
transposición, como en estas líneas de Noel Bureau: 11 vueh·e a la tierra:
Il se couchait derriere le brin d' herbc fe me retrouvc a ma table habituellc
Pour agrandir le ciel. Sur la terre cu.ltivée
,.
;; '

Ce/le qui donne le ma~5 et les troupeau:c


[Se acostaba tras la brizna de hierba I para agrandar el
cielo.]
Je retrouvais les YÍsages autour de moí
Pero, a veces, las transacciones de lo pequeño y de Arec les plcins et les creux de la vérité.
lo grande se multiplican, se repercuten. Cuando una [Y 111e encuentro de nue\·o en mi n1esa de siempre / So~
imagen familiar crece hasta las dimensiones del cielo, bre la tierra culti,·ada / La gue da el maíz y los rebai'ios./
nos llega de súbito el sentimiento de que, correlativa- ... / Encontraba de nueYo los rostros en torno mío / Con
mente, los objetos familiares se convierten en las mi-
,, . niaturas de un mundo. l\Iacrocosmo y microcosmo son
los llenos y los huecos dc la Yerdad.]

t-; 1r '
'
correla ti Vos. La imagen que sin-e de pirnte a este ensueño trans-
l¡' En esta correlación susceptible de jugar en ambos formador, terrestre y aérea por turnos, familiar y cós-
sentidos, se basan muchos poemas de Jules Supervie- mica, es la imagen de la L1mpara-sol y del sol-lámpara.
lle, en particular los poemas reunidos bajo el título Se podrían reunir millares de documentos literarios
revelador de Gravitaciones. Todo centro de interés poé- sobre esta imagen vieja como el mundo. Pero Jules
tico, que esté en el cielo o en la tierra, es aquí un Supen-ielle introduce una rnriación importante apli-
centro de gravitación activo. Para el poeta, dicho cen- cándola en los dos sentidos. De,·uehe así a la imagi-
tro de gravitación poética está presente, si nos atreve- nación toda su flexibilidad, una flexibilidad tan mila-
mos a decirlo, en el cielo y en la tierra a un tiempo. grosa que puede decirse que la imagen totaliza el
Por ejemplo, con qué soltura de imágenes, la mesa sentido que crece y el sentido que concentra. El poeta
familiar se convierte en una mesa aérea que tiene por impide que la imagen se inmovilice.
lámpara el sol ,12 Si se \'ive la cosmicidad supen-iellana, bajo el titu-
lo de Gravitaciones, tan cargado de significación cien-
L'homme, la femme, les enfants tífica para un espíritu de nuestro tiempo, ''uehen a
Á la table aérienne
encontrarse pensamientos que tienen un gran pasado,
1.1 NoeI Bureau, Les mains terÍdues, -p. 25. Cuando no se moderniza abusivamente la historia de
12 Jules Supervielle, Gravitations, pp. 183·185. las ciencias, cuando se toma, por ejemplo, a Copémico

. .
222 LA ~!!NJATURA L\ i\UNIATURA 22l
tal como fue, con la suma de sus ensueños v de sns siempre dispuesto a ker lo grande en lo pequeño. Por
pensamientos, se da uno cnenta de que los aÚros gra- e¡emplo, la cosmogoma de un Claudel asimila rápida-
Yitan en torno a la luz. El sol es ante todo fa gran mente, bct¡o el benef1c10 de la imagen, el vocabulario
Luminaria del i\fondo. Los matemáticos lo com:C:rti- -s1 no el pensamiento-, de la ciencia de hov. Clau-
rán después en una masa atrayente. La luz es, arriba, clel ,:scribe en Las cinco grandes odas (p. 180):
el principio de la centralidad. ¡Es un valor tan grande . Corno se ven las pequeñas arañas o ciertas larvas
en la jerarquía de las imágenes! El mundo, para la ima- de msectos corno piedras preciosas bien escondidas en
ginación, gravita en torno de un valor. su bolsa de huata y de raso.
La lámpara nocturna, sobre la mesa familiar, es "Así me han mostrado toda una lcchiaada de soles
\i
también el centro del mundo. L'l mesa iluminada por todavía entorpecidos en los pliegues fríosb de la nebu-
la lámpara es, ella sola, un pequeño mundo. Un filó- Iosa.11
¡¡ i sofo soñador no puede temer que nuestras iluminacio- Aun9ue un .poeta mire por d microscopio o por e]
nes indirectas nos hagan perder el centro de las estan- telescop10, ve siempre la misma cosa.
cias nocturnas. La memoria conservará entonces los
rostros ele antaño:
IX
Avec les pleins et les creux de la vérité.
Además lo '.ejano fabrica miniaturas en todos los pun-
¡¡: (Con los llenos y los huecos de la verdad.] tos del honzonte., El soüador, ante esos espectáculos
¡ i
de la naturaleza le¡ana, desprende sus miniaturas como
Cuando se ha seguido todo el poema de Supervielle otros tantos nidos de soledad donde sueña vivir.
1'
en sus ascensiones astrales y en sus retornos al mundo Así Joe Bousquet escribe: 15 "Me hundo en las di-
de los humanos, se advierte que el mundo familiar rnens10ncs minúsculas ofrecidas por la distancia, in-
'1
toma el nuevo relieve de una miniatura cósmica res- qmeto de medir en ese empequeüecimicnto la inmovi-
"¡¡1 plandeciente. No sabíamos que el mundo familiar fuera lidad donde me siento retenido." Clavado sobre sn
tan grande. El poeta nos ha demostrado que lo grande ~;cho, d ~.ran soñad.ar, saln el espacio in termeclio para
no es incompatible con lo pequeño. Y se piensa en hundirse en lo mmusculo. Las aldeas perdidas en el
Bauclelaire que, a propósito ele las litografías de Goya, honz?nte son entonces patrias ele la mirada. Lo lejano
podría hablar de "Vastos cuadros en miniatura" 1 3 y no dispersa nada. Al contrario, reúne en una minia-
que podría decir que un pintor sobre esmalte, l\farc tura un país donde nos gustaría v~vir. En las mi-
Beaud, "sabe aparecer grande en lo pequeño".14 niaturas d~ lo lejano vienen a "componerse" las cosas
..En realidad, como veremos después al tratar más dispares. Se ofrecen entonces a nuestra posesión, ne-
especialmente de las imágenes de la inmensidad, lo mi- gando la distancia que las ha creado. ¡Poseemos de
núsculo y lo inmenso son consonantes. El poeta está le¡os, y con cuánta tranquilidad!
Deberíamos aproximar a estos cuadros-miniaturas
13 Baudelaire, Curiosidades estt:ticas, p. 627.
14 Baude1aire, op. cit., p. 577. 15 Joe Bousquet, Le 1nentur de June, p. 162.
224 L\ C.!l:\L\TURA
sobre el horizonte, los espectáculos captados por los LA \ll:\L\TURA
225
ensueños del campanario. Son tan numerosos que p_a- estos aspectos ele nuestro problema en un capítulo
recen tri,iales. Los escritores los anotan al pas? sm posterior.
damos apenas ,-ariaciones. Y, sm embargo, i que_ lec-
., d e solecladl. En la soledad del "campanano el X
c1on . n
hombre contempla a esos hombres que se agitan so- Como centramos todas nuestras reflexiones sobre los
bre la plaza blanqueada por el sol cl7! estío. Los problemas del espacio \-i1'ido, la miniatura procede para
hombres parecen "grar:cles,. como moscas_' se mue-1 en nosotros exclusi>·amente de las imágenes de la \'isión.
sm. razon , " com 0 hormigas · · Estas comparaciones,
, , tan Pero la ca:usalidad de lo pequeño conm uc\·e todos los
astadas que "ª no nos atreYemos a es,cr:bulas, surgen sentidos y podría hacerse, a propósito ele cada sentido,
~orno por inaclYertencia en muchas pagmas donde se un estudio de sns "miniaturas". Para sentidos como
d 'be un sueño ele campanario. De todas maneras el gusto v el olfato, el problema sería incluso más inte-
u~s~~nomenólogo ele Ja imagen debe anotar la extr~":ª
;¡ i

resante que en el caso ele la vista. La ústa abre-1·ia esos


. l.ici'el a el ele esta
simp · meditación que · eldestaca
El tan • e] facil- dramas. Pero un rastro ele perfume, un olor ínfimo
mente al soñador del mundo habita o. _sana or se puede determinar un verdadero clima en el mundo
imaginario.
da, oratuitamente, una impresión. cl_e . clomimo. Pero
cuando se ha señalado toda la tnnahclacl ele tal ensuc- Los problemas de la causalidad de lo pequeño han
- adYierte que especifica una soledad de b altu- sido examinados naturalmente por la psicología ele las
no, ~a soledad encerrada tendría otros pensamientos. sensaciones. De una manera totalmente positiva, el
~~garía el mundo ele otro modo. No tendría, para do- psicólogo determina con el mayor cuidado los diferen-
minarlo, una imagen concreta .. , Desde_ lo ~]to de su tes umbrales que fijan el funcionamiento de los diver-
t e el filósofo de la dommacion mimatunza el un,1- sos órganos del sentido. Dichos umbrales pueden ser
¡,
-~rr ' Todo es pequeño porque él está en lo alto. Es
\ rso.por lo tanto es gran_de. L a a¡tura d e su albergue
distintos en individuos diferentes, pero su realidad es
alto, indiscutible. La noción de umbral es una ele las nocio-
-~ l 1
es una prueba de su propia grancl~za_. , . nes más claramente objetivas de la psicología moderna.
Cuántos teoremas ele topoanahsis habna. que dilu- Queremos examinar en este párrafo si la imagina-
cidar para determinar toda la labor del espacio en nos- ción no nos llama por debajo del umbral, si el poeta
otros. La imagen no quiere dejarse mecl:r. Por mucho ultra atento a la palahra interior no escucha, en un
ue hable ele espacio cambia de tamano. El menor más allá ele lo sensible, haciendo hablar los colores
~alar la extiende, la ele\·a, la multiplica y el soñador y las formas. Las metáforas paradójicas a este respecto
se convierte en el ser de su imagen. Absorbe toclq .el son demasiado numerosas para que no se las examine
. o de su imac-en O bien se reduce en la mm1a- sistemáticamente. Deben cubrir una cierta realidad,
espaci ." · · d · el de se
tura de sus imágenes. y es en ca a nnag:n. on una' cierta verdad ele imaginación. Daremos algunos
debería determinar, como dicen los metahs1cos, nues- ejemplos ele lo que, para ser breves, llamaremos minia-
tro estar-allí a riesgo de no encontrar a veces en nos- turas sonoras.
otros más que una miniatura ele ser. Volveremos a , Debemos alejar primero las referencias habituales
a los problemas de la alucinación. Dichas referencias a
226 L\ ::\lL'iL\TUR:\
fenómenos objetivos, discernibles en un comportamien- Los ,,objetos, en la noche, "irradian suavemente tinie-
to real que puede fijarse graóas ª. la fotografía de un blas . Las palabras murmuran. Todo oído sensible
rostro angustiado por voces imagmanas, esas referen- sabe que es un poeta el q;ie escribe en prosa; que en
cias nos impedirían entrar verdaderamente en los do- un momento dado la poesra viene a dominar el senti-
minios de la imaainación pura. Nosotros creemos que do. En suma, en el orden de la audición, tenemos una
no se capta, por ~na mezcla de sensaciones ve;daderas mrnensa mmratuw sonora, la de todo un cosmos que
y de alucinaciones ,·erdaderas o falsas, la actindad au- habla en voz baja.
tónoma de la imaginación creadora. El problema no Ante semejante miniatura de los ruidos del muPdo
consiste para nosotros, re~itá;i:ioslo, en ex~minar hom- el fenomenólogo debe sefialar sistemáticamente lo gu~
bres sino en examinar imagenes. Y solo podemos :e~asa el orden de lo sensible, tanto orgánica como ob-
exar:iinar fenomenológicamente imágenes trasmisibles, ¡ehvamente. No es el oído lo que tintinea, ni fo grieta
(1 f
imáaenes que recibimos en una trasmisión aforhma- d~l muro lo que se agranda. Hay nna muerta en nn
da. bincluso si hubiera alucinación en el creador de sotana, una muerta que no quiere morir. ILw en
imaacn la imaaen puede colmar nuestro deseo de ima- un a:iaquel de 111 biblioteca, unos libros muy viejos' que
b ' b 1 . d ensen~n otro pasado gue no es el que el soñador ha
•¡('
;¡ ginar; el nuestro, lectores que no estamos a ucma os; .
1: Hay que reconocer un verdadero cambio ontolog1- conocido. Una memoria inmemorial trabaja en un tras-
co cuando en relatos como los de Edgar Poe, lo que mundo. Los sueños, los pensamientos, los recuerdos
i\ l el' psiquiatra llama alucinaciones. auditivas reóben del for'.11a_n un solo tejido. El alma sueüa y piensa, y des-
aran escritor la dignidad hterana. Las explicac10nes pues rmagma. El poeta nos ha conducido a una sit1uz-
' ( !
~sicológicas o psicoanalíticas, tocantes al autor de la ción-límite, hacia un límite que se terne rebasar, entre
obra de arte pueden entonces inducir a plantear mal la vesania y la razón, entre los Yivos y una muerta. El
1!' -o a no pi'antear- los problemas de la ima~inación menor ruido prepara una catástrofe, los vientos inco-
creadora. De modo general, los hechos no exphcan los herentes preparan el caos de las cosas. Murmullos y
valores. En las obras de la imaginación poética, los va- estrépitos son. contiguos. Se nos enseña la ontología
lores tien~n tal signo de novedad que todo lo gue se del presentimiento. Se nos tiende en la preaudición.
refiere al pasado es, en lo gue ~ ellos respecta, merte. Se nos pide que tornemos conciencia de los más nimios
Toda memoria tiene que reimagmarse. Ter;emos. en la indicios. Todo es indícío antes ele ser fenómeno en
memoria microfilms que sólo pueden ser lerdos s1 reci- este cosmos de los límites. Cuanto más débil es el in-
ben la luz viva de la imaginación. dicio, más sentido tiene, puesto que indica un origen.
·. Se podrá naturalmente afirmar siempre qu;, si Ed?ar Tomados como orígenes, parece que todos esos indicios
1 Poe ha escrito La casa Usher es porque ha padecido comienzan y recomienzan sin cesar el cuento. Recibi-
1 alucinaciones auditivas". Pero "padecer'.' está en el mos en él lecciones elementales de genio. El cuento
polo ·opuesto a "crear". Podemos estar seguros . qu_e acaba por nacer en nuestra conciencia y por eso se con-
Poe no escribió el cuento mientras padecía. Las ima- vierte en propiedad del fenomcnó]ouo. ·
genes, en el cuento, están genialmente asociadas. ~s . Y la conciencia se desarrolla agt~, no en relaciones
ondas y los silencios tienen delicadas correspondencias. mterhumanas, relaciones que el psicoanálisis pone con·
L\ \!!:\"L\Tl"R.\ 229
223 LA ~!IN!/\ TURA
Porque todas las flores habbn, cantan, incluso las
mayor frecuencia en la base de sus observaciones. ¿Cómo
que se d1bu¡an. No se puede dibujar una flor, un pá-
ocuparme del hombre que soy ante un cosmos en pe-
jaro, perma!1eciendo taciturno.
ligro? Y todo V!Ve en un pretemblor; en una casa que
Otro poeta did: 1;
se derrumbará, bajo unos muros que al derrumbarse
acabarán por sepultar a una muerta. Son sccrct e' était
Pero este cosmos no es real. Es, empleando una
palabra de Edgar Poe, de una idealidad "sulfurosa". Es D' écouter la fleur
el soñador quien lo crea a cada ondulación de sus már- U ser sa couleur.
genes. El Hombre y el J\Iundo, el Hombre y su mun- [Su secreto era / ... I Escuchar la flor ! Usando su
do, están entonces muy próximos, porque el poeta sabe color.]
designárnoslos en sus instantes de mayor proximidad.
El hombre y el mundo están en una comunidad de También Claude Vigée, como otros tantos poetas, oye
peligros. Son peligrosos el uno por el otro. Todo eso crecer la hierba. Escribe: 1s
j! -
se oye, se preentiende en el murmullo subterráneo del
poema. J'écoute
Un ¡eune noísetíer
XI Verdír.

Pero nuestra demostración de la realidad de las mm1a- [Escucho I Un joven avellano I Verdeando.]
turas poéticas sonoras será sin duda más sencilla si
Tales imágenes deben por lo menos tomarse en su
escogemos miniaturas menos compuestas. Escojamos,
ser de realidad de expresión. Toman todo su ser de la
pues, ejemplos contenidos en algunos versos.
Los poetas nos hacen penetrar con frecuencia en el expresión poética. Se disminuiría su ser si se quisiera
mundo de los ruidos imposibles, de una imposibilidad r~fenrlas a una realidad, mcluso a una realidad psico-
tal que podemos mm· bien tacharlos de fantasía sin log1ca. Van más allá de la psicología. No correspon-
interés. Se sonríe y s~ sigue adelante. Y sin embargo, den a ningún impulso psicológico, fuera de la pura
necesidad ele expresar, en una pausa del ser, todo lo ..
casi siempre, el poeta no ha tomado su poema como un
juego, porque yo no sé qué ternura dirige dichas imá- que en la naturaleza no puede hablar y, sin embargo,
escuchamos.
genes.
René-Guv Cadou viviendo en la Aldea de la Casa Es superfluo que tales imágenes sean verdaderas.
Feliz, podía- escribir: 1" Son. Tienen lo absoluto de la imagen. Han franquea.
do el límite que separn la sublimación condicionada de
On entend ga;ouíller les fleurs du paravent. la sublimación absoluta,
Pero incluso partiendo de la psicología, el cambio
[Se oyen gorjear las flores del biombo.]
17 Noe1 Bureau, Les rnains tendues, p. 29.
16 René-Guv Caclou, FiéJCne OLI le regne végétal, ed. Seghers, 18 Claude Vigée, op. cit., p. 68.
P· 13.
230 LA :\rI>:L\ TURA L\ ;\Il >:IATUR,\ 231

de las impresiones psicológicas a la expresión poética, la arrancaron. i Y qué rumor de silak1s, en su nom-
es a veces tan sutil que se siente uno tentado de dar bre, para un oído que suo'\a! Las palabras, las palabras
una. '.ealidad psicológica de base a lo que es pura ex- son conchas de clamores. ¡En la miniatura de una sofa
p_res10n. l'vI,oreau (de Tours) no "resiste al placer de palabra, caben tantas historias!
citar_ a Th_eophrle Gautrcr cuando traduce en poesía Y grandes ondas de silencio vibran en los poemas.
sus 1mpres10nes de devorador de haxix" .rn "::\li oído En una pequeüa colección de poemas publicada con un
-:-<!ice Théophi~e Gautier- se había desarrollado pro- bello prefacio de J\Lucel Raymond, Pericle Patocchi
d1g10samcnte; ora el rmdo de los colores· sonidos ver- concentra en un ,-crso el silencio del mundo lejano:
des, rojos, azules, amarillos, me llegab;n por ondas
perfectamente distintas." Pero j\;foreau no se engaña ¡-\11 loin j'cntcndais pricr les sources de la tcrrc.
ii

e_ indica que cita las palabras del poeta "pese a la poé- [Oía rezar a lo lejos las fuentes de la tierra.]
tica exageración de que están impreanadas v que es
inútil señalar". Entonces, ¿para quié~ es el documen-
!1 :
(Vingt Poemes.)
to? ¿Para el psicólogo o para el filósofo que estudia el
ser poético? Y dicho de otro modo, ¿quién "exagera" Hay poemas c¡ne van al silencio como se desciende
aquí: el haxix o el poeta? El haxix no sabría exage- a una memoria. Como ese gran poema de f..Iilosz:
rar tan bien solo. Y nosotros, apacibles lectores, que
Tandis que le grand wnt glapit des noms de martes
no estamos intoxicados por esa hierba más que por de-
Ou bruit de víelle pluie aigre sur quelque route
j t legación literaria, no oiríamos a los colores estremecerse
si el poeta no hubiera sabido hacernos escuchar, so- Écoute - plu.y rien - seul le grand silence - écoute 20
brescuchar.
Entonces ¿cómo ver sin oír? Hay formas complica- [I\.'Iientras el gran viento grita no1nbres de muertas í O
das que en el reposo mismo hacen ruido. Lo que está ruido de vieja lluvia agria sobre alguna ruta / ... / Escucha
torcido continúa chirriando al contorsionarse. Y Rirn- - nada más - sólo el gran silencio - escucha.]
baud lo sabía muy bien:
Aquí nada qne necesite una poesía limitativa, corno
Il écoutait grouiller les galeux espaliers en el poema, tan famoso y tan bello, de Víctor Hugo,
(Les poetes de sept ans.) Les D¡inns. Es más bien el silencio que obliga al
poeta a escucharlo. El ensueño es entonces más ínti-
[Escuchaba bullir las sarnosas espalderas. (Trad. E. M. mo. Ya no se sabe dónde está el silencio: ¿en el vasto
S. Dan ero). J mundo o en el inmenso pasado? El silencio viene de
más lejos que un viento que se apacigua, que una lluvia
La mandrágora tiene en su misma forma su leyen- que se suaviza. En otro poema ( op. cit., p. 372), nos
da .. Esa raíz, de forma humana debió de gritar cuando dice l'vfilosz en un verso inolvidable:
19 J. :l\tiorcau (de Tours), "Du haschisch et de l'aliénation
mentale", Études psychoiogiques, París, 1845, p. 71. .20 O. \:\1. de L. r..Jilosz, en Les Lettres, 29 año, núrn. 8.
L\ '-IINIATUR.\
L\ \ll',;I,\TUL\
L' odcur du silencc cst si Yiellc . .. certidumbres de una realidad que une al hombre y al
mundo. Pero antes de hablar, hay que oír. Claudcl
[El olor del silencio es tan viejo ... ] fue un gran experto en el arte de escuchar.
¡Ah! ¡De cuántos silencios, en la vida que em·ejece,
no hay que acordarse! XIII

XII Acabamos de encontrar unidas en la grandeza de ser


,, la trascendencia de lo que se ,.e v la trascendencia de lo
¡Qué difíciles son de situar los grandes Yalorcs del ser que se oye. Para indicar con un rasgo más sencillo esta
y d~l no ser! El silencio, donde está su raíz, ¿es una doble trascendencia podemos fijarnos en la audacia del
glona de no ser o una dominación del ser? Es "pro- poeta que escribe: 21
fundo". Pero ¿dónde está la raíz de su profundidad?
¿En el umverso donde rezan las fuentes que van a Je m'cntendai.s fcrmer les yeux, les ouvrir.
n~cer, o bien ~n el corazón ele un hombre que ha su-
fndo? Y a que altura del ser deben abrirse los oídos [Y o me oía cerrar los ojos, abrirlos de nuevo.]
1
que escuchan? En cuanto a nosotros, filósofos del ad-
Todo soñador solitario sabe que oye de otro modo
jetfro, estamos prendidos en las complicaciones de la
cuando cierra los ojos. Para reflexionar, para escuchar
dialéctica de lo profundo v de lo grande; de lo infini-
la voz interior, para escribir la frase central, condensada,
tamente reducido que profundiza, o de lo grande que
se extiende sin límites. que dice el "fondo" del pensamiento ¿quién no ha
opimido sus párpados con el pulgar y los dos primeros
¿A qué profundidad del ser no desciende este bre,·e
dedos aprentando con fuerza? Entonces el oído sabe
diálogo entre Violaine v Mara en La l\.n11nciación hecha
que los ojos están cerrados, sabe que la responsabilidad
a J\1aría. Enlaza en algunas palabras la ontoloaía de lo
.1 . im·isible y de lo inaudible.
0 del ser que piensa, que escribe, está en él. El rela-
1: jamiento wndrá cuando vuelvan a abrirse los párpados.
Vrnu.xA (Ciega): Oigo... Pero ¿quién nos contará los encuefios ele los ojos
iVLrnA: ¿Oué oves? cerrados, semicerrados o bien abiertos? ¿Qué es lo que
VIOUNA:-Las cosas existir conmigo. hay que cansen-ar del mundo para abrirse a las tras-
cendencias? En el libro de J. :\foreau, libro que data
de más de un siglo ( op. cit., p. 247), puede leerse: "El
,,..
. El matiz es aquí tan profundo que deberíamos me-
ditar largamente sobre un mundo que existe en lo pro- simple hecho de bajar los párpados basta, entre ciertos
fundo por su sonoridad, un mundo donde toda la exis- enfermos, y mientras velan, para producir alucinacio-
tencia sería la existencia de las voces. La voz, ser frágil nes ele la vista." J. 1forcan cita a Baillarger v añade:
Y efímero, puede dar testimonio de las más fuertes rea- "El hecho ele bahr los párpados no produce solamente
lidades~ Adquiere, en los diálogos de Claudel -encon- alucin:iciones de la ,-ista, sino también del oído."
traríamos con facilidad muchas pruebas de ell(}-- las
21 Loys l\1asson~ Icare ou le voyageur, ed. Seghcrs, p. 15.
234 LA :\!!:\'!ATURA
¡Cuántos ensueños me otorgo reuniendo estas ob-
servaciones de buenos y viejos médicos y de ese dulce VIII. LA. INl\IENSIDAD íNTil\1A
poeta que es Loys l\fasson! ¡Qué oído tan fino tiene
el ¡;oeta ! ¡Con qué maestría gobierna el juego de esos El mundo es grande, pero en nosotros
aparatos de sueño: ver y oír, ulhaver y ulhaoír, oírse es}rotun~()_co1710 el mar.
ver! RrLKE.
Otro poeta nos enseña, si esto es posible, a oírnos
escuchar: El espacio me ha vuelto siempre
¡J
"Sin embargo, escucho bien. No mis palabras, sino silencioso.
el tumulto que se levanta en tu cuerpo cuando tú es- (JuLES VALLES, L'enfant, p. 238.)
cuchas." 22 René Daumal capta bien aquí un punto
de partida para una fenomenología del verbo escuchar. I
Al acoger todos los documentos de la fantasía y de
los ensueños que gustan de jugar con las palabras, \LA. rn~11:;_~~.~~i\D -hs,
podría decirse, un_a C'l_tegg¡;Ía filosÓ.-
con las impresiones más efímeras, confesamos una vez hCa aeT ensueño. Sm duda, el ensueno se nutre de dr-
más nuestra voluntad de permanecer superficiales. No ~'ersos-especB.cl.llos, pero por una especie de inclina-
exploramos más que la delgada capa de las imágenes r ción_ .innata, conte_mrla_.....1.'1__granc!_cza. -X la contem-
nacientes. Sin duda, la imagen más frágil, la más in- 1_plac10I1..d.e~la g_:~ndeza___':l~!erII1irH1._ un3:_~~t_1tyd Jan_esi:e~.
consistente, puede revelar vibraciones profundas. Pero ! cial un éstacfo de alma tan pa.rt~<;11l_'.1f. ..9.Ue el ens}reno
sería necesaria una investigación de otro tipo para des- l_jo~C aJ sofiaclOI fueTil·-aei. mundo _1l~~XiTilc:c.ante Un
pejar la metafísica de todos los más allá de nuestra \~da ¡ mundo que lleva e1~~iJ;_l1?-.~ u.n Ll1Íln1t9. . .
sensible. Especialmente para decir cómo el silencio Por el simple l,r~c1:'.~~ª2.;Ylc1os de las mmensrd~~es
trabaja a la vez el tiempo del hombre, la palabra del del mar y de la llanura, podemos, en la med1tac1on,
hombre, el ser del hombre, haría falta un gran libro. renovar én nosotros mismos las resonancias de esta
Ese libro ya está escrito. Hay que leer El mundo del contemplación de la grandeza. Pero ¿se trata realmente
silencio de l\fax Picard.23 entonces de un recuerdo? La imaginación por sí sola,
¿no puede agrandar sin límite las imágenes ele la in-
mensidad? ¿La imaginación no es ya ~ct1yg_g~sde la
primera contemplación? De hecho, __¡:j&m!IE".PQ.j es ur\\
estado en teramer¡j:~_!;QIJJtit!lido c]cscle ..eL.lllStantc .mi-·
¿iaL No se le v~e_mJ.1CZar y, sin embargo, empieza sJ.eIT1~
)pre dei mismo modo .. Huye del ob¡eto próxirnQ_)'.__~!1

f _seguida está lejos, en otra parte, ei:r_~esplJCiQ_g_eJa__QIT<L¡
¡1 l parte.1 i
e---~··:-:--~~-~
René Daumal, Poésie noire, poésie blanche, Ga1limard, p. 42.
22
2.3 11a.x Picard, Die 'Velt des Schw·eigens, Rentsch Ver1ag, 1 Cf. Supervie1le, L'e.scalier, p. 124. "La distancia me arras·
1948, , Zurich. tra en su móvíl exi1io."
235
, __
236 LA l:\''.llE:\SlDAD 1;-..'TJ'.IL\ L\ l:\'\lE:\'SID.\D f:\'Tl\L\ ...:. ) ¡

Cuando esa otra pC!Ite es natural, cuando no habita dad es uno _de los.carac.tcrcs clín:ímicos del cnsuei'io
las casas del pasado, es inmenso. Y el ensueño es po- _tran.quilO. · ·
dría decirse, contemplación primera. ' Y puesto que encontramos toda rn1estra enseñanza
Si pudiéramos analizar las impresiones de inmensi- filosófica en los poetas, leamos aquí a Pierre :\lbcrt-
d.ad, las imágenes de la inmensidad o lo que la imnen- Birot, que nos dice en tres versos: 2
s1dad trae a una imagen, entraríamos pronto en una
región de la fenomenología más pura -una fenomeno- Et ¡e me crée dºun trait de plumc
logía sin fenómenos o, hablando menos paradójicamen- .\foitre du 7'.fonde,
Iiomme illimité.
te, ?na fenomenol?gía 9ue .~º tiene que esperar que los
fenomenos de la 1magmac10n se constituyan v estabi- [Y me hago de un plumazo / Dueño del mundo, / Hom- )·
licen en.• imágene~ a;abadas, para conoce'r el'flujo de bre ilimitado.]
;l'
producc10n de las 1magenes. Dicho de otro modo corno
~o_inmens~ es_ll.nc---()Qi.'12, una fenomenologí; de Jo II
mmenso nos Clevolvería- sin circuito a nuestra concien-
cia imaginante. En el análisis de las imáaenes de in- 1. Eor mt1cv paradójico que parezca, es a menudo esta.' in-
mensidad realizaríamos en nosotros el set puro de la \: '!;e.rz.sj_da(l.Jnte_:.i:ij la
gue da s1L\:er.dadern .significado-:-a
\: pertas__ ~)(pr_esic;nes respe_c:tg_~_aI mundg que se ofrece
imaginación pura. Aparecería entonces claramente que
las obras de arte son los subproductos de este existen- \a n11~.!Ja. 0\Í;>t_a. Para díscutir sobre un ejemplo concreto,
ciali_smo d~I ser imf¡;in;:inte.~En c~'bÚil .•<:lel .ensueño 'examinemos un poco de cerca a qué corresponde la,.in,
.:J.e m111~n$1dad, ~¡ .\''t:I.dade_rQ../?!2411cf2l es. la concien- ,i_n,ensJda,d delb9sque. Esta "írrme_n_sidad" nace de un
cia de engrandec1m1ento. Nos sentimos promovidos a cuerpo de impresiones que no proceden realmente de
la divinidacrdel"ser admirante. J_as__informaciones del geógi;afo. No hace falta pasar
Desde entonces, en esta meditación, no estamos mucho tiempo en el bosque para experimentar la im-
"lanzados en el mundo", puesto que abrimos en cierto presión siqnpre un poco angustiada de que "nos lmn-
modo el mundo al rebasar el mundo visto tal como es, dimos" en un mundo sin límite. Pronto, si no se sabe
tal como era antes de que soñáramos. Incluso si tene- a dónde se va, no se sabe tampoco dónde se está. Nos-
mos conciencia de nuestro ser raquítico -por la acción será fácil presentar documentos literarios que serán
misma de una dialéctica brutal- tomamos concicncü1 otras tantas Y3riaciones sobre este tema de un mundo
de la grandeza. Nos vemos entonces de,·uc!tos a un:1 ili111itado, atributo primitivo de las imágenesº ckl'bos-
actividad natural de nuestro ser inmcnsificante. que:·pefo una página breye, de una profundidad psi-
cológica singular, página tomada del libro tan positivo
¡ La inm~I]~igad_ está en nosotr()s. Está adherida ~ ·'
el~ rvfarcault y Thérese Brosse, va a permitirnos fijar
' lllla~esp:ede de. expa:isión de-jer~que vicia 'reprin1¡;,1.)
1a bien el tema central. Escriben: 3 "El bosque sobre
que Ja prudencia detiene, ¡;:.::;_~!?~'l~..s;ontinúa en la sole-_\
todo, con el misterio de su espacio indefinidamente
_da..d. ~n __c:t1a.i;i.to_. estamosJJ~'.11:?_\'!_lt;s¡ rs,tarnos en otr:i \
parte; soña.m?s en un mundo inmenso. ~a inm¡:nsidad ¡ 2 Pierre J\lbert-Birot, Les amusernents natureis~ p, 192.
es el moy1rmento del horT1bre jn¡nq,·if) l;,a inn}~i:~ ... 3 MarcaUlt y Thérese Brosse, L'éducation de demain, p. 255:
238 LA Ii'\C-.!Ei'\SIDAD li'\TlC-.tA LA ¡;-.¡;.¡E:,'SID.\D f:,'Tfa!A 239
prolongado más allá del velo de sus troncos v de sus El poeta aquí no describe. Sabe bien que su tarea
hojas, espacio velado para los ojos, pero transparente a es más grande. El bosque piadoso está roto, cerrado,
la visión, es un verdadero trascendente psicolóaico." 4 prieto, apretado. Amasa ínmóúl su infinito. Después
E n cuanto a nosotros, yac1·1 anamos
, b
aute la expresión dirá en el mismo poema la sinfonía de un viento eterno
de trascendente psicológico. Por lo menos constituye que vive en el mmimícnto de las cimas.
un buen índice para dirigir la investigación fenomeno- Así, ~-1 '_']JQ~qpe" de Pierre-Jean Jouve es inmc:dia:
lógica hacía el más allá de la psicología corriente. ta mente sagrado, sagrado por fo. _tradición de su natura,
¿Cómo decir mejor que las funciones de la descripción Jeza; lejos de- toda historia de-los hombres., Antes que
-tanto de la descripción psicológica como de la des- los dioses estuvieran allí, los bosques eran sagrados. Los
¡:ripcíón objetiva- son aquí inoperantes?. S_e_ sienteq~-~ l dioses han venido a habitar los bosques sagrado's. No
¡b_ay otrac_osaque cxp_r;sar que lo que_ se _of~ec~_()b¡c- / han hecho más que añadir singularidades humanas, de-
;¡ i
¡tivamente a la expres1orL Lo que habría que expre- ; masiado humanas, a la gran ley del ensueño del bosque.
sar, es la ~ndeza oculta, 11E.'1_IJ.r:ofundidad. Lejos de ·. Incluso cuando un poeta ernca una dimensión de
entregarse a la prolijidad de las impres1on_e5;_lejos de per- geógrafo, sabe por instinto que esa dimensión se lee
derse en el detalle de la luz vo de las sombras ' se siente en lo inmóvil porque está enraizada en un valor onírico
:! uno ante una impresión "esencial" que busca su expre- particular. Así que cuando Pierre Gueguén (La Bretag-
,¡. ne, p. 71) evoca "el Bosque profundo" (el bosque de
sión, en resumen, en la perspectiva de lo que nuestros
autores llaman un "trascendente psicológico". Cómo Brocelianda), añade bien una dimensión, pero no es
decir mejor, si se quiere "vivir el bosque'', que nos en- la dimensión lo que revela la intensidad de la imagen.
contramos ante una inmensidad inmóvil, ante la in- Diciendo qne el bosque profundo se llama también "La
mensidad inmóvil de su profundidad. El poeta siente tierra tranquila, a causa de su silencio prodigioso, cua-
esta inmensidad inmóvil del bosque antiguo: 5 jado en treinta leguas de verdor", Gueguén nos llama
;j \
a una "tranquilidad trascendente", a un silencio "tras-
Fori!t pieuse, foret brisée oú l'on n'enleve pas les morts cendente". Porque el bosque rumorea, porque la tran-
Infiniment fermée, serrée de vieilles tiges droites roses qnilídad "cuajada" tiembla, se estremece, se anima <le
Infiníment resserrée en plus vieto: et gris fardés mil vidas. Pero esos rumores y esos movimientos no
Sur la couche de mousse énonne et profonde en cri de velours. desplazan el silencio y la tranquilidad del gozo. Cuando
se vive la página de Gueguén, se siente que el poeta ha
[Bosque piadoso, bosque roto del que no quitamos a los
apaciguado toda ansiedad. La paz del bosque es para
muertos / Infinitamente cerrado, tupido de viejos tallos ro-
sas I Infinitamente apretado en más viejo y gris, pintado / él la paz del alma. El bosque es un estado de alma.
Sobre el lecho de musgo enorme y profundo en grito de ter· Los poetas lo saben. Unos lo indican con un solo
!\ ciopelo.] trazo como Jules Supervielle que sabe que nosotros so-
q mos en las horas apacibles
:1
•¡ "El carácter silvestre consiste en ser cerrado, al mismo tiem#
4
f'.º que abierto por todas partes." A.-Pieyre de Mandiargues, Le Habitants délicats des foréts de nous -mdmes.
lis de mer, 1956, p. 57.
5 Pierre-Jean Jouve, Lyrique, lvfercure de France, p. 13. (Habitantes delicados de los bosques de nosotros mismos]..

Y.·11'"'-'-'-~'-======-=-~-~==~-~-=-=·~-~-----------..,..-----"-------------~-~ ·-------~------",_--- -~------- ----·- ____ ,.


2.JO L\ !'-;\!f'-;SfD.\D f:\Tl\f\ 241
Los otros, m:Js discursirnmente, como René J\Ienard, de imaginación, es una pabbra qne debe explicarse,
presentando un admirable álbum de árboles donde no es una palabra explicativa.
cada árbol está asociado a un poeta. He aquí el bosque ¿Pero quién nos dirá b climcnsión temporal del
íntimo de J\Ienard: "J\Ic encuentro atravesado de ra- bosque? La historia no bJsta. Habría que saber cómo
yos, sellado de sol v de sombra ... habito una buena vi\·e el bosque su gran edad, porque no hay, en l:]
espesura ... el abrig~ me llama. ]\feto el cuello en los reino de la imaginación, bosques jóvenes. En cuanto
hombros de las frondas ... en el bosque estoy en mi a mí, sólo sé meditar bs cosas de mi tierra. Sé viYir,
ser entero. Todo es posible en mi corazón como en los me lo ha enseñado Gastan Ronpnel, el amigo inolvi-·
escondites de los barrancos. U na distancia de matorra- dable, la dialéctica de las extensiones campestres y de
les me separa de la moral y de las ciudades." e Pero hav las extensiones boscosas. 7 En el vasto mundo del no-vo,
que leer todo ese poema en prosa animado, como dice el no-yo de los campos no es el mismo que el no-yo 'de
el poeta, por una "aprehensión reverencial ante la ima- los bosques El bosque es un antes-yo, un antes-nosotros.
il! ginación de la Creación". Respecto a los campos y las praderas, mis sueños y
En los dominios de la fenomenología poética que mis recuerdos los acompañan en todas las épocas de
estudiamos, hay un adjetivo del que debe desconfiar las labranzas v de las cosechas. Cuando la dialéctica
el metafísico de la imaginación: es el adjetivo ances- del yo y del· no-yo se suaviza, siento las praderas y
tral. En efecto, a este adjetivo le corresponde una los campos conmigo, en el con-migo, en el con-nosotros.
valuación demasiado rápida, con frecuencia meramente Pero el bosque reina en el antecedente. En tal bosque
verbal, jamás bien vigilada, que hace olvidar el carác- que yo sé se perdió mi abuelo. Me lo han contado
ter directo de la imaginación de las profundidades, e y no lo olvidé. Sucedió en un antaño en que yo no
incluso, en general, la psicología de las profundidades. vivía. j\;fis recuerdos más antiguos tienen 100 años
El bosque "ancestral" es entonces un "trascendente" o algo más.
psicológico barato. El bosque ancestral es una imagen He aquí m1 bosque ancestral. Y todo lo demás es
para libros infantiles. Si hay que plantear a propósito Ji tera tura.
de dicha imagen un problema fenomenológico, es el de III
saber por qué razón actutil, en \irtud de qué valor
de imaginación en acto, una imagen semejante nos h En los ensueños m¡~.2-~;ipgc!_~r_¡i_TI_ __c;l9L.bg_mbr.ec._ qu_c.
seduce, nos habla. Una lejana impregnación llegada !¡\medita, Jo.s detalles se _borran, 11) pintoresco se.. de_cQ
del infinito de los siglos constih1ye una hipótesis psi- \/ lora, la hora no suena"va y el csp:1cio se .ex:ticndc sin
cológica gratuita. Semejante hipótesis sería una imita- límitcs_,, __l_lí.::_'._1..J'_UCde _dgrse a bles ensueños el nom-
ción a la pereza si un fenomenól.ogo la conservara. En \ bre ele snS1J<OJ1.QUe~Ü1fi1nJ:9_j Con las imágenes dd
lo que a nosotros respecta, nos sentirnos obligados a bosque "profundo" acabamos de dar un esquema de
establecer la 2ctualidad de los ·arquetipos. De todas este poder de inmensidad que se revela en un valor.
maneras, la palabra ancestral, en el reino de los valores Pero podemos seguir el camino inverso \", ante una
~ René N!enard, Le Iivre des arbres, Arts et I\fétiers Graphiques, 7 Gaston Roupne1, La camp3gne franc;aise, cap. "La forSt", Club
Pans, 19 56, pp. 6 s. . deS Libraires de France~ pp. 75 ss.
242 LA INJ\fE"SIDAD !NT!i\IA LA IN'.\fE;\SID.\D !"TI\lA
inmensidad evidente, como la inmensidad de la noche, de la exaltación franquea todo límite (p. 155): "¡De-
el poeta puede indicarnos los caminos de la profun- rrumbaos, límites sin amor de los horizontes! ¡apareced,
didad íntima. Una página de J\íilosz va a servirnos de lejanías verdaderas!"; en h p. 168: "Todo era luz, dul-
centro para experimentar la _s:on_sgnaE':~8:-ªe la il1rnef1::_ __ _ zura ' prudencia·' .v en el aire irreal, lo le¡·ano hacía
3idad del mundo y .la profundidad_ peJ_ser íntim9. ,

señas a lo lejano. J\Ii amor enrnh-fa el uni\'erso."


En La amorosa iniciación, J\Iilosz escribe: "Yo con- Claro que si en estas páginas nuestra _meta fuera
templaba el jardín de maravillas del espacio con la estudiar objetivamente bs imágenes de la mmensrdad,
sensación de mirar en lo más profundo, en lo más habría que abrir un e.xpediente voluminoso; porque la
secreto de mí mismo; y sonreía, ¡porque nunca me inmensidad es un tema poético inagotable. Hemos
había soñado tan puro, tan grande, tan hermoso! En abordado el problema en un libro anterior s insistiendo
mi corazón estalló el cántico de gracias del universo. sobre la voluntad de enfrentamiento del hombre que
Todas esas constelaciones son tuyas, están en ti; no medita ante un universo infinito. Hemos podido ha-
tienen realidad fuera de tu amo~ ¡ay! ¡qué terrible
'):
blar de un complejo espectacular en que el orgullo
parece el mundo a quien no se conoce! ¡Cuando te de ver es el núcleo de la conciencia del ser contern-
sentías solo y abandonado ante el mar, piensa cuál plante. Pero el problema que plantearnos en esta
debería ser la soledad de las aguas, en la noche, y la obra es el de una participación más relajada en las
soledad de la noche en el universo sin fin!" Y el poeta imágenes de la inmensidad, una relación más íntima
\ continúa ese dúo de amor del soñador v del mundo, de lo pequeño y de lo grande. Nosotros quisiéramos de
\ haciendo del rnuñ2rü-·y-a;;r-Iiciintii'é--dos-'ciíatu-ras-:-con- alguna manera, liquidar el complejo espectacular que
\ juntas .. paradójicamente - unTdas en el~o 7cte su puede endurecer ciertos valores de la contemplación
\soledad. · poética.
·· En otra página, en una especie de rneditación-
exaltación, uniendo los dos movimientos que concen- IV
tran y que dilatan, J\Iilosz escribe ( op. cit., p. 151):
En el \alrriii-dísteridida_\ q1J!';._@~dj_~ y_que l_u_eii_a, un~ ..
j¡' "Espacio, espacio que separa las aguas; mi alegre amigo,
l.nménsidad~parece esperar a lasi111ágen~s de la mm en~
¡cómo te aspiro con amor! héme aquí, pues, como la
sidád:-Elespíritu ve X revé g_bjetQ~· Elal111.~_encl1entra
ortiga en flor al dulce sol de las ruinas, y como el gui-
~n un OD¡eto-er ñídó de su in111~i.9!!~- Tendremos
jarro al filo del manantial, y corno la serpiente en el varias--pruebas de ·ello si seguirnos los ensueños que se
calor de la hierba: ¿y qué, el instante es verdadera- abren, en el alma de Baudelaire, bajo el signo único
mente la eternidad? ¿La eternidad es verdaderamente de la palabra vasto. Vasto es una de las palabras más
el instante?" La página continúa enlazando lo ínfimo baudelairianas, la palabra que, para el poeta, señala
con lo inmenso, la ortiga blanca con el cielo azul. más naturalmente la infinitud del espacio íntimo.
Todas las contradicciones agudas, como la del guijarro Se encontrarían sin duda páginas en donde la
afilado y de la onda clara, quedan asimiladas, aniqui- palabra vasto no tiene más que su pobre significado
ladas, en cuanto el ser soñante ha rebasado la contra-
dicción de lo pequeño y de lo grande. Este espacio 8 Cf. La terre et les réveries de la voionté, cap. L'La terre
immense".
244 LA l:\~fE?'{SlDc\D l:\1TIL\ 2-f 5
de geometría objetirn: "En torno de nna ,·asta mesa aumenta la tonalidad de la metáfora; sin b palabra
onlada ... " se dice en una descripción de las Curio- rasto, valuada por él, Baudelaire hubiera tal vez retr0-
sidades estéticas. Pero cuando nos haramos n1elto cedido ante la pobreza del pensamiento. Pero fo pa-
hipersensibles a dicha palabra, se verá qu~ es m12 adhe- labra vasto lo salva todo v Baudclaire añade: "Algún
sión a una amplitud feliz. Además, si se hicieran esta- lector, algo familiarizado por la soledad con estas vas-
dísticas de las diversas aplicaciones de la palabra vasto tas contemplaciones, podrá pre,·er ya adónde quiero
en Baudelaire, nos llamaría la atención que el empleo llegar ... "
de la palabra en su significado objetirn positirn es No es mucho decir que la palabra vu.s/o es, en
raro, en comparación con los casos en que esa palabra Baudelaire, un wrdadcro argumento metafísico para
tiene resonancias íntimas.9 el cual se unen el vasto mundo y los 1 as tos pensamien-
Baudelaire, que siente tanta repugnancia hacia bs tos. Pero, ¿la grandeza no es acaso más actin1 del lado
palabras dictadas por la costumbre, Baudelaire que, del espacio íntimo? Esta grandeza no \iene del espec-
particularmente, piensa con cuidado sus adjetirns eYi- táculo, sino de la profundidad insondable de los vastos
tando el tomarlos como una secuela del sustantirn, no pensamientos. En sus Diarios íntimos ( op. cit .. p. 963)
Yigila el usá de la palabra vasto. Esa palabra se le Baudelaire, en efecto, escribe: "En ciertos estados ele
impone cuando la grandeza toca una cosa, un pensa- alma casi sobrenaturales, la profundidad de b vida
miento, un ensueño. Vamos a dar algunas indicaciones se revela por entero en el cspcct:iculo, por corriente
sobre esta asombrosa di,-ersidad de empleo. que sea, que uno tiene bajo los ojos. Se convierte en
El opiómano, para aprovechar el ensueño calmante, su símbolo." He aquí un texto que designa la dirección
debe tener vastos ocios. El ensueño es farnrecido ·10 por fenomenológica que nos esforzamos en seguir. El es-
"los vastos silencios de la campiña". Entonces "el pectáculo exterior ayuda a desplegar una grandeza
mundo moral abre sus vastas perspectivas, llenas de íntima.
claridades nuerns".11 Ciertos sueños se sitúan "en la La palabra vasto es también en Baudelaire la pala-
1
\·asta tela de la memoria". Baudelaire habla también bra de la síntesis suprema. ¿Qué diferencia hay entre
Ir., de un "hombre entregado a grandes proyectos, opri- las gestiones discursivas del espíritu v los poderes del
mido por vastos pensamientos". alma? Se sabrá meditando este pensamiento: 13 "El alma
¿Quiere definir una nación? Baudelaire escribe: lírica da zancadas vastas como síntesis; el espíritu del
"ciertas naciones. . . vastos animales cuyo organismo novelista se deleita en el análisis."
es adecuado a su medio". Así, bajo el signo de la palabra vasto, el alma
Y vueh·e de nuevo: 1 2 "Las naciones, vastos seres encuentra su ser sintético. La palabra vasto reúne a
colectivos." He aquí un texto donde la palabra vasto los contrarios.
"Vasto como b noche v corno la claridad." En el
9 La palabra vasto no se encuentra, sin en1bargo, incluida en
el e.xce1ente índice que termina 1a obra: Fusées et journaux intimes, poema deJ haxÍX, H SC e11CUC11tran ]OS elementos de ese
ed. Jacques Crépet, T\Iercure de France. ,·erso famoso, ele! yerso que Yisita L1 memoria de todos
10 Baudelaire, Los paraísos artificiales, p. 270.
11 Op. cit,, pp. 270, 274, 279. J3 Baude1aire, El arte rorn:íntico.
12 Baudeiaire, _Curiosidades estéticas, p. 536. 1-± Baudelaire, Los paraísos artificiales, p. 270.
246 LA IN:\!ENSID.\D f';!I'.lfA 247
los baudelairianos: "El mundo moral abre sus vastas volumen dichoso. Baudelaire 'ª a hacerlo entrar, por
perspectivas, llenas de claridades nuevas." Así la natu- su armonía, en la catcgorb estética de lo vasto. Ha-
raleza "moral", el templo "moral" llevan la grandeza blando del movimiento de un navío, 16 Baudelaire es-
en su virtud inicial. A lo largo de toda la obra del cribe: "La idea poética que se desprende de esta
poeta, se puede seguir la acción de una "vasta unidad", operación del movimiento de las líneas es la hipótesis
siempre dispuesta a unir las riquezas desordenadas. de un ser vasto, inmenso, complicado pero eurítmi-
El espíritu filosófico discute sin cesar sobre las rela- co, de un animal lleno de genio, sufriendo y suspirando
ciones de lo uno y de lo múltiple. La meditación todos los suspiros y todas bs ambiciones humanas."
" baudelairiana, verdadero tipo de meditación poética, Así el navío, hermoso volumen apoyado sobre las aguas,
encuentra una unidad profunda y tenebrosa en el contiene lo infinito de la palabra vasto, de la palabra
poder mismo de la síntesis por la cual las diversas que no describe, pero que da el ser primero a todo
impresiones de los sentidos serán puestas en correspon- lo que debe ser descrito. Bajo la palabra vasto hay en
dencia. Las "correspondencias" han sido a menudo Baudelaire un complejo de imágenes. Dichas imáge-
estudiadas demasiado empíricamente, como hechos de nes se profundizan mutuamente porque crecen sobre
la sensibilidad. Ahora bien, los teclados sensibles ape- un ser vasto.
nas coinciden de un soñador a otro. El benjuí, fuera A riesgo de dispersar nuestra demostración, hemos
del goce fonético que ofrece a todo lector, no le es tratado de indicar todos los puntos de afloramiento
dado a todo el mundo. Pero, desde los primeros acor- donde aparece en la obra de Baudelaire este extraño
des del soneto Correspondencias, la acción sintética del adjetivo, extraño porque confiere grandeza a imprt>
alma lírica se pone a la obra. Incluso si la sensibi- siones que no tienen nada de común entre ellas.
lidad poética goza de las mil variaciones del tema de Pero para que nuestra demostración tenga más uni-
las "correspondencias", hay que reconocer que el tema dad, vamos a seguir todavía una línea ele imágenes,
es por sí mismo un goce supremo. Y precisamente, una línea de valores que van a mostramos que en
Baudelaire dice que en tales ocasiones, "el sentimiento Baudelaire la inmensidad es una dimensión íntima.
de la existencia está inmensamente aumentado". 1 5 Nada expresa mejor el carácter íntimo de la noción
Nosotros descubrimos aquí que la inmensidad en el de inmensidad que las páginas consagradas por Bau- -
aspecto íntimo, es una intensidad, una intensidad de delaire a Wagner. 1 7 Baudelaire da, podría decirse, tres
ser, la intensidad de un ser que se desarrolla en una estados de esa impresión de inmensidad. Cita primero
vasta perspectiva de inmensidad íntima. En su princi- el programa del concierto donde se tocó la obertura
pio, las "correspondencias" acogen la inmensidad del de Lohengrin ( op. cit., p. 736). "Desde los primeros
mundo v la transforman en una intensidad de nuestro compases, el alma del piadoso solitario que espera el
ser íntirÍio. Instituyen transacciones entre dos tipos de vaso sagrado se sumerge en los espacios infinitos. Y ve
grandeza. No se puede oh·idar que Baudelaire ha formarse poco a poco una aparición extraña, que ad-
'!'.'
.
vivido dichas transacciones. quiere cuerpo y rostro. Esta aparición se precisa más, y
El movimiento mismo tiene, por decirlo así, un
16 Op. cit .• p. 966.
15 Baude1aire, Diarios íntimos, p. 963. 17 Baudelaire, El arte ro111ántico, S IX.
LA ll\''.\!El\'SIDAD f:\Tl'.\!A
de un hombre presa de un gwn cnsucüo en una soledad
pasa ante él la tropa milagrosa de los ángeles, llevando absoluta, pero una soledad con un 1mnensc; honzonte
entre todos la copa sagrada. El santo cortejo se aproxi- v una amplía luz difusa; la inmensidad sm mas decorado
ma, el corazón del elegido de Dios se exalta poco a
poco; se ensancha, se dilata; inefables aspiraciones se que ella misma". . , , ,
En la continuac10n del texto, se en con tranan mul-
despiertan en él; cede a una beatitud creciente, al verse tiplcs elementos para una fenomenología de la exten-
cada vez más próximo a la luminosa aparición, y cuan- sión, de la expansión. del éxtasis -en resumen, para
do por fin el Santo Grial mismo aparece en medio del una fenomenología del prefijo ex. Pero, largamente
cortejo sagrado, se abisma en una adoración extática, preparada por Baudelaire, acabamos de alcanzar la
como si el mundo entero hubiera súbitamente desapa- fórmula que debe situarse en el ~entro de nuestr~s
recido." Estos pasajes han sido subravados por el pro- ohscf\'aciones fenomenológicas: una mmcns1dad sm mas
pio Baudelairc. Nos hacen sentir la dilatación progre- adorno que ella misma. Dicha inmensidad, Baudelairc
siva del ensueño hasta el punto supremo en que la acaba de decírnoslo en detalle, es um conquista de la
inmensidad nacida íntimamente en un sentimiento de intimidad. La grandeza progresa en el mundo, ~ me-
éxtasis disueh-e y absorbe de algún modo al mundo sen- dida que la intimidad se profund1z:L El cnsueno de
sible. Baudebire no se ha formado ante un urns-erso contem-
El seaundo estado ele lo que creemos poder llamar un plado. El poet~ -.él mismo lo dice- ~ueña co~ los
b
crecimiento ele ser nos es dado por un texto d e Liszt.
.
ojos cerrados. No nve de recuerdos, S;1 extasis poetico
Dicho texto nos hace participar en el espacio místico se ha com·crtído poco a poco en una nda sm aconteci-
¡ ¡
nacido de la meditación musicaL Sobre "una amplia mientos. Los ángeles que ponían alas azules en el
i; extensión durmiente de melodías, un éter vaporoso . .. cielo se han fundido en el azul muyersal. Lentamente,
se extiende". En la continuación del texto de Liszt, la inmensidad se instituye en valor pnmero, en valor
las metáforas de la luz ayudan a captar esta extensión íntimo primero. Cuan~ vise \CI_cl_<lcle~c¡_rne_nte_ la p_ala:: ¡
de un mundo musical transparente. 1
¡'' br~ inm_c¡_1s~, ej_s_o_fí;¡é1or ~:S1c:Jwexado_<lc;_g1s prc_~c1:-¡
1
Pero estos textos no hacen más que preparar la 1naciones, Cfe Sl}s_ r_e_11cSi!IHit~nto~, li]J_t:r:ic1o c]e ~u~suenost
j)
,, página personal de Baudelaire, págin.a donde bs "corres- IJ:.,--~-
!l:a no esta,__
encerra d o en ,u s peso ,__ Ya __, no__ es
,___ r_nns10nero,
___, . , __ , ___ ,t
pondencias" van a aparecer como diversos aumentos de \ de-s1iproj5i-crser:-' --------- - ,., . ,
los sentidos, cada ampliación de una imagen amplian- ·-- Si-se siO:u!eran las vías normales de la psicologia
do la magnitud de otra. La inmensidad se desarrolla. para estudia~ estos textos baudelairianos, se podría con-
Baudelaire, entregado esta vez todo :ntero al onirismo cluir que el poeta, abandonando .los ad~rnos dd mundo
de la música, experimenta, según dice, "una de esas para vivir el único ad.~rno ele la mmensidad, solo P.~ede
impresiones felices qnc casi todos los hombres imagi- conocer una abstracc10n, lo que los psicologos anti 0 uos
¡ natirns han conocido gracias a los sueños, mientras dor-
'
¡,; llamaban una "abstracción realizada". El espacio ínti-
,,
I' mían, J\Ie sentí liberado de los lazos de la gravedad, mo así trabajado por el poeta no sería más el com-
,·olví a encontrar, por medio del recuerdo, la extraor- pañero del espacio exterior d,e l.os. gcómetr~s que, ellos
dinaria voluptuosidad que circula en las altas cimas. también, quieren el espacio mfmrto sm mas signo que
Lnego me pinté involuntariamente el delicioso estado
250 LA J'.\:Z\!ENS!Dc\D l:\TI:.L\ LA INMENSIDAD L\!I:v!A -.
7 -¡
)

c1 infinito mismo. Pero tal conclustón desconocería las respiración. Se coloca en nuestro aliento. Exige que
gestiones concretas del largo ensueño. Cada vez qu.e este aliento sea lento v tranquilo 19 y siempre, en
el ensueño abandona aquí un rasgo demasiado 1mag1- efecto, en la poética de Baudelaire, la palabra vasto in-
nado, cobra una cücnsión suplementaria del ser ínti- duce calma, paz, serenidad. Traduce una convicción
mo. Sin recibir siquiera el beneficio de la audición de vital, una convicción íntima. Nos trae el eco ele las
Tannhiiuscr, el lector que medita las páginas baudelai- cámaras secretas de nuestro ser. Es una palabra grave,
rianas detallando los estados sucesiv·os del ensueño del enemiga de las turbulencias, hostil a los excesos voca-
poeta, no puede menos ele darse cuenta que, alejando
,, metáforas demasiado fáciles, está llamado a una onto-
les de la declamación. Se la quebraría en una dicción
sujeta a la medida. Es preciso que la palabra vasto
¡
logía ele la profundidad humana. Para Baudelairc,. el reine sobre el silencio apacible del ser.
" destino poético del horn brc es ser el espejo de la 111- Si vo fuera psiquiatra, aconsejaría al enfermo que pa-
mensidad, o más cxactamen te todavía la inmensidad dece de angustia, en el momento de la crisis, que
viene a tomar conciencia de elb misma en el hombre. leyera el poema de Baudelaire, repitiendo muy sua\·e,
Para Baudelaire el hombre es un ser vasto. mente la palabra baudelairiana dominadora, esa pala-
bra vasto que da calma y unidad, esa palabra que abre
1
. Así, en muchas clirecciones, creemos haber demos. un espacio, que abre el espacio ilimitado. Esa palabra
trado que en la poética ele Baudelaire !a palabra vas,to nos enseña a respirar con el aire que reposa en el hori,
·no perten.ece realmente al nrnnd,o. ob¡eti;·o. Querna- zonte, y lejos de los muros de las prisiones quiméricas
mos añadir un matiz fenomenolog1co mas, un matiz que nos angustian. Hay uua virtud vocal que traba¡a
que corresponde a la fenomenología de la palabra. en el umbral mismo de la potencia de la voz. Panzera,
A nuestro juicio, pena Baudelmre la palabra vasto el cantante sensible a la poesía, me dijo en una oca-
.
es un valor vocal. Es una palabra pronunciada, jamás sión que según los psicólogos experimentados no se
I!.
'i l solamente leída, jamás solamente vista en los objetos puede pensar la vocal a sin que se inerven las cuerdas
con los cuales se le relaciona. Es de esas palabras que vocales. Con la letra a ante los ojos, la voz ya quiere
un escritor dice siempre en voz baja mientras la es- cantar. La vocal a, cuerpo de la palabra vasto, se aísla
cribe. Lo mismo en verso que en prosa, tiene una en su delicadeza, anacoluta de la sensibilidad que habla.
acción poética, una actuación de poesía vocal. D.icha Parece que los múltiples comentarios que se han
palabra resalta en seguida sobre las palabrns vecmas, hecho sobre las "correspondencias baudelairianas" han
resalta sobre las imágenes, y tal vez sobre el pensa- olvidado ese sexto sentido que trabaja modelando,
miento. Es una "potencia de la palabra". 18 En cuanto
leemos la palabra en Baudelaire, en la medida del 19 Para Víctor I-Iugo, el viento es vasto. El viento dice:
!¡ verso o en la amplitud de los periodos de los poemas
.. !
;¡ en prosa, parece que el poeta nos obliga a pronunciar-
los. La palabra vasto es en ton ces un vocablo de la
Je suis ce grand passant, vaste invincible et vain
1

[Yo soy ese gran transeúnte, vast0 invencible y vano.]


7

18 Cf. Edgar Poe, La puissance de fo parole, apud Nouvelles (Dieu, p. 5). En las tres últimas palabras, Jos labios no se mue·
histoires extraordín<iires, trad. Baudelaire p. 238.
7 ven al pronunciar las "v".

. '
LA Ic.;\!Ec-;SID.\D lc.;TI:\L\
modubndo la rnz. Porque es un sexto sentido, llegando
extrema donde los fenómenos fonéticos y los fenó-
después que los otros, por encima de los otros, esta
menos del Zogos ,·iencn a armonizarse, cuando el len-
pequeña arpa eólica, delicada entre todas, colocada
guaje encuentra toda su nobleza. ¡Pero qué len ti tu el
por la naturaleza en la puerta de nuestro aliento. Esh
meditatiYa habría que saber adquirir, para que vi"iéra-
arpa se estremece al simple moYimiento de las metá-
mos la poesía interior de la pabbra, la inmensidad
foras. Por ella, el pensamiento humano canta. Cuando
interior de una palabra! Todas las grandes palabras, t0-
prolongo sin fin mis ensueños de filósofo rebelde, llego
Q<ls_]as _paJgbr;is ll?111adas:-a T;l:'grzffiü~~a :p_cfr:_TID pof_fa
a pensar que la YOcal a es la yocal de la inmensidad.
son lla\·es. de. univcrsQ, del doble uni1 crso del coSIJlO.S
Es un espacio sonoro que comienza en un suspiro v
que se extiende sin límite.
y<lC::fas -profoñélfdadesilel ahnáJiü:rrlina~-·
En la palabra vasto, la \·ocal a conserva todas sus
virtudes de Yocalidad amplificadora. Considerada rncai- V
mente, la palabra vasto no es Ya simplemente dimen-
sional. Recibe, como una sua\·e materia, los poderes Creemos haber demostrado que en un gran poeta comoJ
balsámicos de la calma ilimitada. Con ella lo ilimi- · Baudelaire, ~e~p~_cle . . oír rr1_ás .'l'lté Q..ll.S_cg_c:lc]q exte.21
taclo penetra en nuestro pecho. Por ella respiramos .rior, un llámamiento íntimo ele la inmensidad. Podría.\
cósmicamente, lejos de las agonías humanas. ¿Por qué mos, pues, décir en estifo filosófico-que l¡1j~iTiensidad
descuidaríamos el menor factor en la medida de los va- es una "categoría" de la ima~ipacíón_p_()~,ti<:~ y no sóló:
¡¡ lores poéticos? Todo lo que contribuye a dar a la poesía un:i-iC!ea~éneraTioÍrrfaC!i~en la contcm lación
._,...,,.,.......,.~-"-·~---~_,..,_ -,..,__ ,,,,.~-~---"'~- ------ _,,,,_,",,,,,,,~,.,,~._..."""JE!_, . ,_"""'~«-,-,.,, de los
~- _,,,~_,,,_.,.
_e,

.1:
su acción psíquica decisiva debe incluirse en una filo- !'~Eec:tA~!:!12~.gra11d¡_o~9,s,,. Para dar, a modo de contraste,
sofía de la imaginación dinámica. A veces los valores un ejeni'plo ele una inmensidad "empírica", comentare-
sensibles más distintos y más delicados se relevan para mos una página de Taine. Allí veremos en acción, en

dinamizar y ampliar el poema. Un largo estudio de yez de la poesía, la literatura mala, la que busca a
las correspondencias baudelairianas debería dilucidar la cualquier precio la expresión pintoresca aunque sea
correspondencia de cada sentido con la palabra. a costa de las imágenes fundamentales.
A veces el sonido de un vocablo, la fuerza de una En el Viaje a los Pirineos (p. 96), Taine escribe:
letra abren o fijan el pensamiento profundo de la pala- ''La primera wz que ,·i el mar fue el desencanto
bra. Leemos en el hermoso libro de ]\fax Picard, Der más desagradable... creí ver una de esas largas llanu-
!vfensch und das \Vort: "Das W in \Velle bewegt die ras de remolachas que se encuentran en los alrededores
:r \Velle im \Vort mit, das Hin Hauch lasst den Hauch de París, cortadas por cuadros de coles verdes, v fran-
aufsteigen, das t in fest und hart macht fest und jas ele cebada roja. Las velas distantes parecían las
hart." 20 Con tales obseIYaciones el filósofo del i\fondo alas de los pichones que regresan. La perspectiva me
del silencio nos conduce a los. puntos de sensibilidad parecía estrecha; los cuadros de los pintores me habían
presentado el mar mucho más grande. Necesité tres
20 ivfax Picard, Der j\fensch und das \\7 ort, Eugen Rentsch
Veriag, Zurich, 1955, p. 14. Está claro que semejante frase no
debe traducirse porque exige que se tienda e1 oído a la vocalidad de la lengua alemana. Cada lengua tiene sus pa1abras de gran.
\"Ocali<lad .

.f
254 LA 10:\ rE::\SlDAD 10:TI\H
días para encontrar nuevamente el sentimiento de la "'ciile el árbol de restricciones'' s~E~rrimero _)_~ __ o_1)1i-
inmensidad." ga._s-_i§_p__ -~-~ ----~il?~~-~:J9, d~ i11Ycst~_r~9 __ de.:_ Jí_D1its;_;; ~J}_ S'l ~_es­
¡Remolachas, cebada, coles y pichones están muy .É'!Eͺ. .~:tcric:_r. Obedeceríamos cntonces.JasJegla.Lsim-
artificialmente asociados! El reunirlos en una "ima- plcs de h pe:"rfeccíú1,..seriamos "ol;ü~tirns", ya __J1q_
gen" sólo podría ser un accidente de conversación para ünágir1úíamos. Pero el árbol está, como todo ser
alguien que meramente quiere decir cosas "originales". 'vercfoClero, captado en su ser "sin límites". Sus lími-
¿Cómo es posible ante el mar seguir obsesionado hasta tes no son más que accidentes. C:onJrn_el ;;icc_id.~Je
ese punto por el campo de remolachas de las llanuras i de los límites, el ~rbol n,cc:e_sif:g_que t.ú_J;;_é!\CLtl.l.LÍIDá~
arden esas? 1 ~essuJ:i~f~l.?.1:1nd'1r:tes., n:itridg5 porJ11 espaciojnt;im(),
Al fenomenólogo le encantaría saber cómo después ¡ p.Qi:'.'.es6: éspacio que .tíene .•s_1L~.er.rn__ Ji''.. Ent()i.ie_e_s e~
de tres días de privación el filósofo volvió a encontrar \ ~r[J()l_ y su_ soñad9r, juntos,_. seord~r:ar:1 _cre_~e1:1; En
su ·'sentimiento de la inmensidad", mediante qué retor- ·el mundo del ensueño el árbol no se estab1cce nunca
no al mar, contemplado ingenuamente, vio, por fin, como ser acabado. Busca su calma, dice Jules Super-
su grandeza. · vielle en un poema:~~
Después de este intermedio volvamos a los poetas.
..A•.:ur yi-vace d'une espacc
01) chaque arbre se hausse au
VI dénouement des palrncs
A la recherche de son clme.
Los poetas nos ayudarán a descubrir en nosotros un
goce de contemplar tan expansirn, que viviremos a [..\zul vivo de un espacio / donde coda árbol se alza al I
veces, ante un objeto próximo, el engrandecimiento desenlace de las palmas / en busca de su alma.]
ele nuestro espacio íntimo. Escuchemos, por ejemplo,
a Rilke, cuando da su existencia de inmensidad al árbol Pero cuando un poeta sabe que un ser del mundo
contemplado: 21 busca su alma, es que busca b suya propia. "Un largo
árbol estremecido toca siempre el alma."""
El espacio fuera de nosotros gana y traduce las cosas: Devuelto a las fuerzas imaginarias, investido por
Si quieres acertar la existencia de nn árbol, nuestro espacio interior, el árbol entra con nosotros
lm1stelo de espacio interno, ese espacio en una emulación de la grandeza. En otro Poema de
Oue tiene su ser en tí. Cíñelo de restricciones.
Es sin límites, v sólo es realmente árbol Agosto, 1914., Rilke había dicho:
Cuando se orde"na en el seno de tu renunciamiento.
. .. /.1. -través de nosotros vuelan
En los dos últimos versos, una oscuridad rnallar- los pájaros en silencio. Oh yo que quiero crecer,
meana obliga al lector a meditar. El poeta le plantea n1iro h:Jci3 fuer2, y e] árbol crece en rní.
un hermoso problema de imaginación. El consejo:
:!2Jules Supenie1le, L'esc:ilier, p. 106.
21 Poen1a de Jun'io, 1924. 23 Henri Bosco, Antonin, p. 13.
2)6 LA J:\'\fE:\'SlDAD !:\'Tl\lA LA l:\'\lE:\'S!DAD !:-TIT\H 2S7
Así el árbol tiene siempre un destino de grandeza. _El· ~~¡2;1..1:i,,,_}¡e__k_;1pJ!LCCe_ento11_cg al__ p_Q.et;i como el .
Difunde ese destino. El árbol engrandece lo que le sujeto del verbo des¡:>kgarse, del verbo crecer. En ;
rodea. En una carta reproducida ~n el Ebr~, tan -cuan fo- un espacio es un ;:1lor --¿hay--ácaso un valor
humano de Claire Goll,2" Rilke le hab1a es,cnto: Es~s más grande que la intimidad'- crece.~ª~/
árboles son magníficos, pero es más magmhco toclana .l_uaclci es un _ \~r1oo; en nosotrns__ c;_J~1er::: __~_e __ng~(ltr2;
el espacio sublime y patético, en_t;e ,?llos, como si con b grandeza no es jamás un "objeto"_
f'U crecimiento aumentara tambien. . -·· · Dar.su espacio poético a un objeto, es darle más
11 .\ ,[-¿;~-¿¡~~ es-p-acios;7.~1 _ esi:acio ínti1Il()_ y el espacio. espacio que el que tiene objetirnmcnte, o para decir
'ext€i'ór-\;ienei1, -sin cesar, Sl puede decirse. a estlm U- mejor, es seguir la expansión ele su espacio íntimo. Para
;J larse e~--su -crecimiento.--- Designar, como lo hacen con conservar la homogeneidad, recordemos también que
j todo . derecho los psicólogos, el espacio YÍ\'iclo somo Joc Bonsguct expresa así el espacio íntimo del árboJ:2fl
un espacio afectivo no llega, sin embargo, a ,la ra1z de "El espacio no está en ninguna parte. El espacio está
Jos sueños de la espacialidad. El ??eta Ya mas a_ fondo en sí como la miel en el panal." En el reino de las
descnbriendo con el _§Jl.<LO.U __p.~.l;¡<::.Q____un espac1Q___c:¡11_~ imágenes, la miel en el panal no obedece a la dialéctica
no nos encierr<I-Cll--lma afectividad. Sea cual fu_er:_i. k elemental del contenido y del continente. La miel
-afe~tividad que colorea un __e_spacio, sc_a trfste o pesada, metafórica no se deja encerrar. Aquí, en el espacio
en cuanto está e:'q:ifésada, expr~sada ,poet:iocamente, ja íntimo del árbol, la miel es algo muy distinto a una
tristeza se moaerá, la. pesantez se aligefa. El espa~io médula. La "miel del árbol" 1·a a perfumar la flor.
poético, ya expresado, aclqmere valores ele expansion.
Pertenece a 1a 1fisteza -del ex. Ésta es por l? menos -
Es el sol interior del árbol. Ouien sueña con miel
sabe mm· bien que la miel es un poder que concentra
e irrndiá por tumos. Si el espacio interior del árbol
la tesis que queremos C\'Ocar en toda ocas10n, tesis
sobre la cual volveremos en escritos posten?,;es. Una es una miel, da al árbol "la expansión de las cosas
prueba al pasar: cuando el poeta me dice:-" infinitas".
Claro que se puede leer la página de Joe Bonsquet
Je saís une tristesse a l'odeur d'ananas. sin detenerse en la imagen, pero si nos gusta llegar al
fondo ele la imagen, ¡cuántos sueños suscita! El filó-
[Yo sé una tristeza con olor de ananás.] '1
sofo del espacio se pone él mismo a soñar. Si se aman
me siento menos triste, más clulcem_ente tri~te. las palabras de la metafísica compuesta, ¿no puede
decirse que Joc Bonsquet acaba ele revelamos un espa-
1 En este comercio de Ja es¡:>a_cia]¡dªc}._po_s:tJCa: ..q ue~
cio-sustancia, la miel-espacio o el espacio-míe!? A cada
i va de la intimidad prci!und8: a Ia__extens10n ipdefrn1da
i reunidas en'iiiia rnism¡l expansign, se siente bulhr materia su localización. A cada sustancia su existen-
¡·Cierta grándeza. Rilke lo ha dicho: cia. A cada materia la conquista de su espacio, su
"Por todos los seres se despliega el espacio único, poder de expansión allende las superficies, por las cua-
les un geómetra quisiera definirlas.
el espacio íntimo en el mundo ... "
Parece entonces que por su "inmensidad", los dos
24 Claire Goll, Rilke et les fc111mes, p. 63.
·11 e, L' esca ¡·1er, p. 17~:i.
25 Julcs Superv1e " ~6 JoC Bousquet, La neigc d'un autre iige, p, 92.
LA I:-;''-!E'.:SID.'\D lNTl'-lA LA INMENSIDAD l1'"1T\[A 259
258
¡_sJ.eIJ1pr~ en otra parte, en _otra_ parte flo.tante, fluida.
espacios, el espacio de 1a intimidad, y_el espacio del_
mundo se hacen consonantes. Cuando se profundiza 1_Largamente ausente de mí mism9,_ y en ninguna parte
p_resente, concedo con demasiada facilidad la incon~
_la gran ~~e~acÍ~=d~~~on~:f.~;1 ias dos in_m~nsidad~s se:
l tocan se coñfunaen. "En una carta Rilke se ti~nde,
s1steng.ª _d~rfil~ s.i1~fi()s_;i J(Js tCiI'.a.cio_silirni ta-dos-"Que
•. con toda su -alma,' hacia "esta soledad limitada, que ;7211___1,Qs favo.r.ecenn.
( - -•.• EP..!Is:._éstos dos polos de la dominación v de la
hace de cada día una \-ida, esta comunión con el uni- 1

verso, el espacio en una palabra, el esp.acio invisib!e '-i' dispersión, ,¡cuántos matices se encontrarían sis¿ tuviera
que- el hombre puede, sin embargo, habitar y que lo ~encueñ"fa:- el humor del soñador, ele las estaciones ~­
del viento! Y se encontrarían siempre matices entre
rodea de innumerables presencias".
· Oué concreta es esta coexistencia de las cosas en los s~ñadores a los que la llanura apacigua y aquellos
un ~~acio que nosotros duplican:os. ¡:;or la concienc;ia a qmenes la llanura inc¡uieta; matices ele un interés
de nuestra existencia! El tema leibrnziano del espac10, tanto mayor cuanto que la llanura es frecuentemente
lugar de los coexistentes, encuerltra. en Rilke su P.oeta. considerada como un mundo simplificado. Uno ele los
Cada objeto investido de espac10 mtimo se convierte, h.echizos de la fenomenología de la imaginación poé~
eu este coexistencialismo, en el centro de todo el espa- tica consiste en poder vivir un matiz nuevo ante un
cio. Para cada objeto lo lejano es lo presente, el hori- espectáculo que atrae la uniformidad que se resume
en una idea. Si el, matiz es. sinceramente \-Íviclo por el
zonte tiene tanta existencia como el centro.
poeta, el fenomenologo esta seguro de captar la salida
¡¡ de una imagen.
VII ·En todos estos matices, en una encuesta más minu-
En el \reino de las imigen:e~! no puede haber con_tr~dic­ ciosa que la que llevamos a cabo, debería mostrarse
'{;íó'n~y-á1mas igualmente sensibles pueden sensibilizar cómo se inttcgran en la grandeza de la llanura o del
altiplano, decir por qué el ensuefio del altiplano no
la dialéctica del centro y del honzonte de una manera
diferente. Podría propÓnerse, a este respecto, una es- es nunca un ensueño de la llanura. Este estudio es
pecie de test de la llanura _do_nde resonarían _capta- difícil porq7c a veces el escritor quiere describir, por-
ciones de infinito de tipos distintos. En un extremo qu·o el escntor conoce por anticipado, en kilómetros,
del test, debería situarse lo que dice Rilke brev.emente el tamafio de su soledad. Entones se sueña sobre el
en una frase inmensa: "La llanura es el sentimien~o mapa, se sueña en geógrafo. Como Loti a la som-
que nos engrandece." Este teorem_a de antropologia bra de un árbol en Dakar, su puerto ele destino: "Los
estética está enunciado con tal clandad que se siente ojos vueltos hacia el interior del país, interroaábamos
despuntar un teorema correlativo. que podría expre: el inmenso horizonte ele la arena." 28 Ese inmenso
sarse en estos términos: todo sentimiento que nos en- horizonte de arena, ¿no es un. desierto de escolar, el
grandece planifica nuestra situación en el mundo. Sabara ele los atlas escolares?
¡C~ánto más preciosas para un fenomenólogo son
Al otro extremo del test de la llanura, situaríamos
esta página de Henri Bosco. 27 En la llanura, "estoy 1 las imagenes del Desierto en el hermoso libro de Phi-
28 Pierre Loti 1 Un jeune officier pauvre, p. 85.
27 Henri Booco, Hyacintbe, p. 18.
260 LA l"li\!ENSID_\D !NTl'.\!A L\ lN\lENSIDMl lNT!'.L\ 2GJ
lippc Diolé: El más bello desierto del mundo! La ele! buceo en el agua profunela. El océano se ha con-
inmensidad de un desierto \'Ívielo resuena en una in- \·ertido para él en un "espacio". A cuarenta metros
tensidad del ser íntimo. Como dice Philippe Diolé, de profundidad bajo la superficie del agua, ha encon-
Yiajero lleno de ensueños,2" hay que ,-ivir el desierto trado "lo absoluto de la profundidad", una profun-
"tal como se refleja en el interior del hombre errante". dielad que ya no se mide, una profundielacl que no
Y Diolé nos llama a una meditación donde sabríamos daría otras potencias de ensueños y ele pensamientos,
-síntesis ele los contrarios- yj,-¡r una concentración si se la duplicara o se la triplicara. Por sus experien-
de la errabundez, Para Diolé, "esas montañas en giro- cias de buceo, Diolé ha entrado verdaderamente en el
nes, esas arern«s y esos ríos muertos, esas piedras Y volumen del agua, Y cuando se \'i1·c, con Diolé, si-
ese duro sol'', todo este universo que tiene el signo del guiénelolo en sus libros anteriores, esta conquista de
desierto está "anexado al espacio de dentro"_ Por la intimidad del agua, se llega a conocer en ese cspacío-
medio de esta anexión, la eliversidad de las imágenes sustancia un espacio de una sola dimensión. Una sm-
está unificada en la profundidad del "espacio de den- tancia, una dimensión. Y se está tan lejos de la tierra,
tro".30 Fórmula elecisiva para la demostración que de ~a vida terrestre, que esta dimensión del agua llen
queremos hacer ele la corresponelencia de la inmen- el signo de lo ilimitado, Buscar lo alto, lo bajo, la dere-
sidad elel espacio del munelo v ele la profnnclielad de cha o la izquierda en un mundo tan bien unificado
"el espacio de elentro". por su sustancia, es pensar, no es vivir -es pensar
Además esta interiorización elel Desierto no corres- como antaño en la vida terrestre, no es \'Ívir en el
' '
mundo nuevo conquistado en la zambullida. En cuanto
pande en Diolé a la conciencia de un vacío ínhmo.
Al contrario , Diolé nos hace vivir nn elrama de imáge- a mí, antes ele leer los libros de Diolé no imaginaba
nes, el drama fundamental de las imágenes materiales que lo ilimitado se hallaba tan fácilmente a nuestro •
¡¡ del agua y de la sequía. En_ ,efecto, "el espaci_o ~e den- alcance. ~ª~!"._ __ sc:ña:r__}~ILJª--·pr()fundidad pura, cn..Ja \
¡I' tro" es en Diolé una adhes10n a una sustancia 111t11na. ,.Pro[nn_dida(L que. no .necesita •. medida.,.para ser. . ¡
! Ha vivielo largamente, deliciosamente las experiencias Pero entonces, ¿por qué Diolé, ese psicólogo, ese
J:
ontólogo de la \-ida humana submarina, se rn al De-
2n Ph. Diolé, Le plus bC-au désert du monde, A. ~1ichel, p. 178. sierto? ¿Por qué dialéctica cruel quiere pasar del agua
30 Henri Bosco escribe ta1nbién (L'antiquaire, p. 228): "En ilimitada a las arenas infinitas? A esas pregnntas, Diolé
el desierto oculto que llevamos en nosotros, donde ha penetrado el
desierto de la ·arena y de la piedra, la extensión del alma se pierde contesta como poeta_ Sabe que toda nueva cosmicidad
a· través de la extensión infinitamente inhabitada que asuela las renueya nuestro ser interior y que todo nue1·0 cosmos
soledades de. Ja tierra:." Véase tan1bién 1a p. 227 de la misma está abierto cuando se libera uno de los lazos de una
obra. sensibilielad anterior. Al principio de su libro ( op. cit-,
En ·o.tro -lugar, sobre un altiplano desnu~_o, en es_a llanura que
toca el cielo,· el gran soñador que ha escnto Hyac1nthe, traduce p. 12), Diolé nos elice que ha querido "terminar en
en su profundidad el mimetisn10 del desierto en el mundo y del el desierto la operación mágica que, en el agua pro-
desiertó del alma: "En n1í se extendía de nuevo ese vacío, y yo funda, permite al buzo desatar los lazos ordinarios
era el desierto en el desierto." La stanza de meditación se termína
con esta nvta: ":{a no tenía ahna." (I-Ienri Bosco, Hyacinthe, del tiempo y del espacio y hacer coincidir la vida con
PP· 33 s-) un oscuro poema interior".
262 L.-\ iN:\fENSID/\.D í~TI:-,.L,\ LA lN:\!ENSIDAD f:\Tl\l:\ 263
Y al final del libro, Di olé concluye (p. 178): "Des- fluida, luminosa, densa, que es el agua del mar, el
cender en el agua o errar en el desierto es cambiar recuerdo del agua del mar. Este artifício bastaba a
de espacio", y cambiando de espacio, aba~donando el humanizar para mí un mundo de una sequedad repe-
espac10 de las sensibilidades usuales se entra en comu- lente, conciliándome las rocas, el silencio, la soledad.
• • ' • ' • 1
mcac10n con un espac10 ps1qmcamente mnovador. "Ni

las extensiones de oro solar cavendo del cielo. Mi pro:
en el desierto, ni en el fondo del mar se puede sos- pia fatiga se sentía a]i,íada. l\Ii grawdad se aponba
tener un alma pequeña, aplomada e indi,isible." Este en sueños sobre esta agua imaginaria.
cambio de espacio concreto no puede ser va una sim- "Me he dado cuenta que no era la primera vez que
ple operación del espíritu, como sería lá' conciencia recurna mconsc1entemente a esta defensa psicológica.
del relativismo de las geometrías. No se cambia de El silencio y la lenta progresión de mi Yída en el Sabara
lugar, se cambia de naturaleza. despertaban en mí el recuerdo del buceo. Una especie
~ Pero como estos. problemas . de fusión. del ser en de dulzura bañaba entonces mis imágenes interiores y
) \!.fl_ ~SJ>lt<;i() __CQ!lfreto, en UÜ~efü)acÍÓ.-:iJtaii:lente Cualita- en el tránsito así reflejado por el sueño, el agua afloraba
¡, tLvo, interesan aun~ feqo~enologh,de la_ imagiil~ciEE­ naturalmente. Yo caminaba, llevando en mí reflejos
~ -:P,ci_i:qut: .ha,7__ qµe_1magmar, nrnd:10 .l,ªra vivir -"ur1 e_;;- luminosos, una densidad translúcida que no eran más
¡ _pac1cJ nl](O\'O - , veamos la mfluencia de las imágenes que recuerdos del mar profundo."
' fundamentales sobre nuestro autor. En el Desierto, Así, Philíppe Diolé acaba de darnos una__ t~cnica
Diolé no se desprende del océano. El espacio del P.Si~e>l<'.>gís;;i_Ef~S-~~n ()tra. pNJf,,,J;11 una, otra p_arte
Desierto, lejos de contradecir el espacio del agua pro- a,~s,C1L1!!'!,.9.1:1":. _().1i~!~Sl1li;cªJ_;i~ h1~z-ª s. _q \le .. nos__ x~tieggn
funda, va en los sueños de Diolé a expresarse con el en Ja PiisJQ!L de1)1_q11L I'S,2-.,_se trata simplemente de
• lenguaje de las aguas. Hay allí un verdadero drama de -u~a évª~iÓJ1__ ~n_un espacie) al)ie_r.tc;_:Ji?~ todai~P<i_i:l:es-,
la imaginación material, drama nacido del conflicto a la aventur~. Sin la maquinaría de pantallas y espe-
de la imaginación de dos elementos tan hostiles como 'jos reunidos en la caja que lleva a Cyrano a los impe-
la arena árida del desierto y el agua segura de su rios del sol, Diolé nos transporta a la otra parte de
masa, sin compromisos de barro y de lodo. La página otro mundo. N~L.S.t:_,sirv'2J_p_o,rsl_eciLgsJ, mJs_Q.!Je c!t:_iJna
de Diolé tiene tal sinceridad de imaginación que la !Daquinaria . psk()lógi_c_a quep_on<:.. en acción las leyes
transcribimos entera ( op. cit., p. 118). m~s seguras, las más fuertes de la psicología. Sólo
"He escrito antaño -dice Diolé- que el que recurre a esas realidadesfuertes y eitables :que· son fas
había conocido el mar profundo no podía volver a ser \mágenes materiale..:~. frmdárii"eíitales, l_as _imágef!eS que ·
un hombre como los otros. En instantes como éste se encuentran enla .bas(:_de toda imaginación. No hav
(en medio del desierto) he tenido prueba de ello. 1 nada allí que se relacione_ con ilusiones v-qrríITleras-:- _'.
.' " _El1tieinpo y cspaCí6'1estána(¡uTbajo el dominio,
Porque he advertido que mentalmente, mientras cami-
naba, llenaba de agua el paisaje del desierto. En ima- de la_ m1ag~l)'. La otra parte y el antaño son más
ginación, inundaba el espacio que me rodeaba y en el fuertes que el lúe et nunc. El ser-allí está sostenido
centro del cual iba andando. Vivía en una inmersión por un ser de la otra parte. El espacio, el gran espa-
inventada. J\1e desplazaba en el centro de una materia cio es el amigo ....
del ser.
··- --·< ·""-
· ·-

. ,
..
26-! L.\ l:\'.\!E:'\S!D.\D I~:TL\!A 265

¡Ah, cómo se instruirían los filo' oofo, si · una tregua de su perpetua inc¡uietud, contempla la
• .., w - COI151Il-
beran en leer a los poetas! campiña humeante. ?\o podríamos imaginar un indi-
cio más seguro de paz profunda en los contornos. En
ese momento, es un animal sagrado al que hay que
VIII adorar." El eje de pro,·eccíón de la calma que "ª a
extenderse sobre la llanura, queda claramente indi ..
Como acabamos de to:nar dos imágenes heroicas, Ja cado: "Parece que su mirada apacigua el Universo."
imagen de! buceo y la n'.1a_gen ckl desierto, dos imáge- Un soñador que confiese sus suei\os a ese movimiento
nes que sofo podemos yivu en imaginación sin poder de visión, vi,1rá con una tonalidad acrecentada la in-
nunca nutrirlas c~n una experiencia concreta, termi-
mensidad de los campos extendidos.
naremos este capitulo . tomando una imaaen b
ma's a Semejante página es en sí misma un buen test de
nuestro al canee, una imagen que sabemos alimentar
sensibilidad retórica. Se brinda tranquilamente a la
con t?dos nues?'os recuerdos de la llanura. Vamos a crítica de los espíritus apoéticos. Es verdaderamente
,-er com? una imagen muy particular puede dominar
muv d'annunziana y puede serl'Ír para denunciar las
el espac10, dictar su ley al espacio.
estorbosas metáforas del escritor italiano. Sería tan
Ante un mundo tranquilo, en la llanura apaciguan- se;-ieillo, piensan los espíritus, ¡describir directamente
te, el hombre puede conocer la calma y el reposo. la paz de los campos! ¿Por qué elegir el intermediario
P_ero en el mundo C\·ocado, en el mundo que se ima- de la liebre contemplativa? Pero el poeta no cuida de
gma, los espectáculos de la llanura no tienen con tan buenas razones. Quiere revelar todos los grados
11 frecuencia más que esfuerzos gastados. Para dc\'01- de crecimiento de una contemplación, todos los ins-
verl~s su acció1:1, hace falta una imagen nueva. Por la
tantes de la imagen y primero ese _instante donde la
gracia de una imagen _literaria, de una imagen inespc- paz animal se inscribe en la paz del mundo. Nos
r~da, el alma henda sigue la inducción de la tranqui-
volvemos aquí conscientes <le la función de una mirada
lidad. La imagen literaria hace al alma bastan te sen-
que no tiene nada que hacer, de una mirada que va
sible para recibir la impresión de una absurda finura.
no mira un objeto particular, sino que míra al mundo.
Así; en una página admirable, D'Annunzio a1 nos co-
No nos sentiríamos tan radicalmente trasladados a una
munica la mirada del animal tembloroso la mirada
primiti,·idad si el poeta nos hubiera dicho su propia
de la liebre que, si'.1 tormento un instante, proyecta
contempbción. El poeta no haría más que repetir un
una paz sobre el umverso de otoño. "¿Han visto uste-
des alguna ,-ez por la mañana, una liebre salir de los tema filosófico. Pero el animal d'annunziano queda,
surcos recién abiertos por el arado, correr algunos ins- un instante, libre de sus reflejos: el ojo no acecha ya,
tantes sobre la escarcha de plata detenerse en el el ojo no es va un remache de la máquina animal,' el
sile:icio, sentarse sobre sus patas tr;seras, levantar las ojo no ordena la huida, Si, verdaderamente, seme-
ore¡as y ~ontemplar el horizonte? Parece que su mi- jante mirada es, en el animal del miedo, el instante
rada apacigua el U ni verso. La liebre inmóvil que,, en sagrado de la contemplación.
Hace unas cuantas líneas, siguiendo una inversión
21 D'Annunzio, El fuego .
que traduce el dualismo mirantc-mirado, el poeta había

• _,.:::.....;._~---
266 LA IN1'IENSIDAD lNTI:\!A LA IN:\!ENSIDAD ¡;.,7¡;,fA 267
,·isto en el ojo tan bello, tan grande, tan tranquilo nes hacen crecer el mundo, crecer el estío. A ciertas
de la liebre, la naturaleza acuática de las miradas del horas, la poesía difunde ondas de calma. De ser ima-
animal vegetariano: "Esos grandes ojos húmedos ... ginado, la calma se instituye como una emergencia del
espléndidos como los estanques en las noches de ve- ser, como un valor que domina pese al estado subal-
rano, con sus juncos que se bañan en ellos, con todo terno del ser, pese a un mundo trastornado. La in-
el sol mirándose y transfigurándose en sus aguas." He- mensidad ha sido agrandada por la contemplación. Y
mos reunido en nuestro libro El agua y los sueños la actitud contemplativa es un valor humano tan
muchas otras imágenes literarias que nos dicen que el grande que presta inmensidad a una impresión que
estanque es el ojo mismo del paisaje, que el reflejo un psicólogo declararía, con razón de sobra, efímera
sobre las aguas es la primera visión que el universo y particular. Pero los poemas son realidades humanas;
'' tiene de sí mismo, que la belleza acrecentada de un no basta referirse a unas "impresiones" para explicar-
'
paisaje reflejado es la raíz misma del narcisismo cós- las. Hay que vivirlas en su inmensidad poética.
mico. En \Valden, Thoreau seguirá también natural-
mente ese engrandecimiento de las imágenes. Escribe:
"Un lago es el rasgo más bello y más e'<presivo del
paisaje. Es el ojo de la tierra, donde el espectador,
sumergiendo el suyo, sondea la profundidad de su pro-
pia naturaleza."
Y, una vez más, vemos animarse una dialéctica de
la inmensidad y de la profundidad. No se sabe dónde
está el punto de partida de las dos hipérboles. La
hipérbole del ojo demasiado vidente y la hipérbole del
paisaje que se ve confusamente bajo los pesados párpa-
dos de sus aguas dormidas. Pero toda doctrina de lo
imaginario es, a la fuerza, una filosofía del exceso.
Toda imagen tiene un destino de engrandecimiento.
Un poeta contemporáneo será más discreto, pero
dirá lo mismo:
r habite la tranquíllité des feuílles, l' été grandit,

[Habito la tranquilidad de las hojas, el estío crece.]

escribe Jean Lescure.


Una hoja tranquila verdaderamente habitada, una
mirada tranquila sorprendida en la más humilde de las
visiones, son operadores de inmensidad. Estas imáge-
DL\LCCTIC\ DE DE.'\TRO Y DE FUER.\ 269

IX. LA DIALÉCTICA estructura de la negación, ha podido justamente hablar 1.


DE LO DE DENTRO Y DE LO DE FUERA de nn "1)[iI11(.'.r mito de lo ele fuera_ I_JQ._d(:_dcntro''.
I-lypj:iolite añacfe'."'U-Sfedes-sienten qué alcance tiene ese
Las geografías solemnes de los límites mito de la formación de lo de fuera \' lo ele dentro: C\.
hu1nanos ... el de la alienación que se funda sobre esos dos térmi-
nos. Lo qne se traduce en su oposición formal se con- f
(P.rnL ÉLUARD, Les yeux fertiles, p. 42)
Yierte más allá en alienación de hostilidad entre arn-:
,------------~----~-,----------r
! Porque estamos donde no estamos. \ 'bos." .· Y así, la simple oposición geométrica se tiñe de
agresiYidad. La oposición formal no puede permanecer
/ (PIERRE-JEAS Jou\'E, Lyrique, p. 59)'
tranquila. El mito la habaja. Pero no debe estudiarse
;¡ --~----- - - - ·- - '
,.. Una de la;-;;;¡;¡;;;,,· de- ~d;.¡~~~¡ó-;; \ ese trabajo del mito a través del inmenso dominio de la
práctica que han dominado mi infancia:
imaginación y de la expresión, clúndole la falsa luz de
no comas con la boca abierta. -1as....iutuiciones geométricas. 2 .
fr--f'.1 más ad y el más allá repiten sordamente la dia-
( CoLETTE, Prisons et Paradís, p. 79) lécfica crc]u"'de'<léíi'tici'y _de lo fuera;,Jodo se. dibuja,
incluso lo infinito. Se .qnieu:.fijar .eleer y_a1.Jijarlo-se
I c:¡uieréfrascender todas las situaciOTJ.<".S_Far'1_ dar __una sir
tnacÍón <le to<.las lis sll:Uá6orles. Se enfrenta entonces
DENTRO v fuera constih1ven una dialéctica de descuarti- "el ser del hól11bre ~º~-el serdel n'.í~í1ao~'córño si se toca:
zamiento. y la geomehí; e\·idente de dicha dial,éctica ra11 fácilmente las primiti,idades. Se hace pasar a la '
nos cieaa en cuanto la aplicamos a terrenos mctafoncos. 1 ~ategoría deabsol1Jto la dialéctica éTcI'Liquí ,:aé1 allá_,
Tiene l~ claridad afilada de la dialéctica del sí y del no Se d,;- :lesos pobres adverbios de lugar poderes de de-
queTo-<leci<letocfci-~se hace de ella, sin 9ue nos demos
cuenta, una base de imágenes que: domman todos los
p~nsª111ien_tCJ_sc]e_~ J:l?sitivo y_de lg_neg~tü:D. Lós 1og1s-
l terminación ontológica mal vigilados. ]\luchos metafí-
sicos exigirían una cartografía. Pero en filosofía todas
las facilidades se pagan v el saber filosófico se inicia
hs hazan círcuTos que se encabalgan o se excluveu \' mal a partir de experiencias esquematizadas.
en seguida todas sus normas se aclaran. El filós_of<)
p_iensa_C:,()1.1._l':l_c!e,c]en!ro y lo de fu~rae)_ser y e} no ser.
··La met;ifísica_mas profunda se ha enraizado as.1 en ;.ma II
l óeome.tría implícita, en una geometría que -se qmcra
~-h<f-"-- espacfalii:a ·el pensamiento;. ¿si el metafísico n?
Estudiemos un poco más de cerca esta canccrización
geométrica del tejido lingüístico de la filosofía contern-
·-dibujara, pensaría? Lo abierto y lo cerrado son P?ra el poránea.
pensamientos. Lo abierto y lo cerrado son metaforas 1 Jean I-Iyppolite, comentario hablado sobre la \ 1 erneinung de
que añade a todo, incluso a sus temas. Ei;i una confe- Frcud apud la psychanalyse, 1956, p. 35.
rencia en donde Jean Hvppolite ha estudiado la sutil 2 Hyppolite pone de relieve 1a inversión psic?lógica .profund~
de la negación en la denegación. Daremos despues, al simple n1°
eshuctura de la denegación, bien diferente de la simple vel de las imágenes, ejemplos <le dicl1a inversión.
263

'.";
270 DL\L:f:CTICA DE DENTRO Y DE FUERA DIALÉCTI,CA DE DE~TRO Y DE FUERA 271
En efecto, parece que una sintaxis artificial viene a ¡Y _qu~ ~s~iral es el ser del hombre! s En esta espi-
s?lclar los adverbios y los verbos para formar excrecen- ral ¡cuantos d111am1smos se invierten! Xa..no_sesabe en
cias. Esta sintaxis, multiplicando las uniones, obtiene seguuiQ_si seco~r_e al __centro o si se _E'.3ck uno de éL
frases-palabras. Las fachadas ele las palabras se funden , l,os poet-_as _c_onocen bien este ser de la vacifaclón-dcl
en su interior. La lengua filosófica se convierte en len- L s~JJean Tardieu (;;scribe: -
gua aglutinante. \i
. A veces, a la inversa, en vez ele soldarse, las pala- Pour avancer je tourne sur moi·meme
•. bras se desligan íntimamente. Prefijos y sufijos -sobre '
~ - ¡-
Cyclone par l'ímmobile habité .
.•todo los prefijos- se desoldan: quieren pensar solos. \/
Entonces a veces las palabras se desequilibran. ¿Dónde . [Para av~nzar giro sobre mí mismo / Ciclón por lo inmó-
vil habitado.'
~._ .. __ ---"--~·-·--~- j
· - ····--- --- - · ·
está el peso mayor del estar allí, .en el estar o en el
allí? ¿En el al.lí -que sería preferible llamar un aquí- (JEA.-" TARDIEU, Les témoins invisibles, p. 36.)
clebo buscar primeramente mi ser? O bien, ¿en mi ser
voy a encontrar primero la certidumbre ele mi fijación En otro poema, Tardieu había escrito ( op. cit., p. 34):
'en un allí? De todas maneras uno de los términos de-
bilita siempre al otro. Con frecuencia el allí está dicho l'vfais au-dedans, plus de frontieres!
con tal energía que la fijación geométrica resume bru- r'~------·-- ----------- --------
11 talmente los aspectos ontológicos de los problemas. Y ~-!~"'.'':'._dentro, ¡no más fro-;;-te;~;!];
-----~ ·---~~~~ -- - J
resulta una dogmatización de los filosofemas desde las , }-='b-~c.,-<"""·"h ~-"-~~ .• ~,,~-~~-~•""1 • t

instancias de la expresión. En la tonalidad de la len- \ -~Slf]ser en espira]'.! qu.e se designa_ exteriormente \:


gua francesa, el ahí es tan enérgico, que designar al ser centro bien investido, n__(JJlegará nunca a-su ¡
~2!.fl()_11n
por un estar-allí, es erigir un índice vigoroso que coloca- C!'?tEQ,__, EJs_er .del_hgmbre~s .1u1 ... secd~sfüid(). Toda \
rla fácilmente al ser íntimo en un lugar exteriorizado.
Pero ¿por qué ir tan de prisa en las designaciones
primeras? Se diría que el metafísico ya no se toma
, expres10n lo desf_1¡a. E:::i.__ e.Lremo ª(';_la imaginación,
{ --~P':'.1ªLS,e ha antic1paáo _UI1<J expresióp; el
\,otra, el ser debe SeLels".LQ<;otr.'lsxprcsíón.
necesita ser l
tiempo para pensar. Nosotros creemos que para un A nuestro juicio, deben evitarse los cona]omerados
estudio del ser vale más seguir todos los circuitos onto- verbales. La metafísica no tiene interés en b verter sus
lógicos ele las diversas experiencias de ser. En el fondo, pensamientos en .fósiles lingüísticos. Debe aprovechar
las experiencias de ser que podrían legitimar expresiones la extrema .mov1hclacl de las lenguas modernas perma-
"geométricas" se encuentran entre las más pobres ... neciendo, sm embargo, en la homogeneidad ele una len-
hay que reflexionar dos veces antes de hablar en francés gua materna, siguiendo precisamente la costumbre de
l
1
del estar-allí. ~¡;errado e11_ el ser, habrá siempre que
los verdaderos poetas.
Para aprovechar todas. las lecciones ele la psicología
' L~alird;_éL -:"penas salido ielser habrá siempreql1e_y?l-
1~ ver a el._ As1,_~~-eL~~r,_t_<J_d_<J_ e\:::cmto,~~_c:ido_e._~es.::10, moderna, de los conoc1m1entos adquiridos sobre el ser
¡ t~to~no, discurso, todo es rosai10 de estancias, todo es 3 ¿U na espiral? Expulsemos lo geométrico de 1as intuiciones
t.~til1Jil!()_(l_!ico_pJ~f!~f1~: -------- --------- ·-- filosóficas y regresará a1 galope .

.•,
,-
-'7/ DIALLCTIC\ DE DE'\TRO Y DE FUERA DL\LLCTJC\ DE DE'\TRO Y DE FUER.\
del hombre por el psicoanálisis, la metafísica debe ser, de .L1 imaginación. Entre lo concreto y lo nsto, Ja opo-
pues, resueltamente cliscursi,·a. Debe desconfiar ele los s1c10n no es franca. Al menor toque, aparece la disime-
privilegios de evidencia que pertenecen a las intuiciones tría. Y así sucede siempre:. lo de dentro y lo de fuera
geométricas. La ,·ista dice demasiadas cosas a la vez. no reciben de la misma manera los calificativos, esos
El ser no se ve. Tal vez se escuche. El ser no se dibuja. calificativos que son la medida de nuestra adhesión a ,
No está bordeado por la nada. No estamos nunca segu- las. cosas. l':fo.. "'-c._p_i¿ede _viv_ir sJ.e]<l_ !fl_Í.S1:1.1~ri:a'.1'::E! 12,s /
ros de encontrarlo o de voh'er a encontrarlo firme al phficab1os que corresponden a_l9_de clentrq_y_.~lo el<:_¡
acercarse a un centro de ser. Y si es e1 ser del hombre lfu_eI~· Todo, incluso b grandeza, es nlor humano y 1
lo que se quiere determinar, ¿no seestá nunca seguro hemos p,odido demostrar, en un capítulo anterior, que
de estar más cerca ele sí "entrando" en sí mismo, yendo , la miniatura sabe almacenar grandeza. Es vasta a su
¡ hacia el centro ele la espiral? <¡;:on .fa~.c.p~cia, _e§ en elJ modo.
¡ cora3'Ón del ser donde el ser. es errabundo. A veces es l ¡ De todas maneras, lo ele clentrov lo ele fuera vivi-
l~tí.iera. de-sídondé-é] sei"e~peri~e~t; 'éü7isistencias. A l dos por la Ünaginació~'~ñQ~pu-eden va' toii1;use en-~u
'\veces también está, podríamos decir, encerrado en el \ sfiljJiJe:ri:Siiiio~iditl; en adelante, n~ hablando va de
, . exterior. Daremos después un texto poético donde geometría para decir las primeras expresiones dél ser,
'la prisión se encuentra en el exterior. eligiendo puntos ele partida más concretos, más fenome-
r-- Si se multiplicaran las imágenes, tomándolas en los nológicamente exactos, nos daremos cuenta ele que la
dominios de la luz y ele los sonidos, del calor y del dialéctica de lo ele dentro y lo de fuera se multiplica
, frío, se prepararía una ontología más lenta, pero sin y se diversifica en innumerables matices.
· eluda más segura que la que descansa sobre las imáge- · Siguiendo nuestro método habitual, discutamos nues.
nes geométricas. · ha tesis con un ejemplo ele poética completa, pidamos
Hemos querido hacer estas observaciones generales a un poeta una imagen bastante nueva en su matiz de
. porque, desde el punto ele vista de las expresiones geo- ser para que nos dé una lección de amplificación onto-
métricas, la dialéctica de lo de fuera v ele lo ele dentro lógica. Por la novedad de la imagen y por su amplifica-
se apoya sobre un geomehismo refÓrzado donde los ción estaremos seguros de repercutir por encima o al
¡ límites son barreras. Es preciso que estemos libres res- margen de las certidumbres razonables.
pecto a toda intuición definitiva -y el geometrismo
registra intuiciones definitivas- si queremos seguir, III
como lo haremos después, las audacias ele los poetas que
nos llaman a refinamientos de experiencia de intimidad, En un poema en prosa, El espacio en las sombras, Hcmi
f Gi'.::'.'s;Ilíii:<?JI~:~'':~:T~g~CTóRJ JYiichaux escribe: "
Ante todo hay que comprobar que los dos términos, "El espacio, pero no pueden ustedes concebir ese
fuera y dentro, plantean en antropología metafísica pro- horrible adentro-afuera que es el \'Crdadero espacio.--
blemas que no son simétricos. Hacer concreto lo de "Ciertas ( sombTaS),-sobre toClo Urilfüé!ose-poi ulti-
dentro y vasto lo ele fuera son, parece ser, las tareas 4 Henri >,[ichalLX, ]\Tourelles de l'étranger, 1\Iercure de Francc,
iniciales, los primeros problemas, ele una antropología 1952.
274 DL\.LE:CTICA DE DE:'-ITRO Y DE FUERA DL\LE:CT!C\ DE DE'.'TRO Y DE FUERA - )

ma vez, hacen un esfuerzo desesperado por 'se: cu su sus últimas fuerzas, se ha convertido en remolino del ser
sola unidad'. l\fal les va. Yo encontré urnL que se acaba. __ El ser es pqr turnos condensación que se
"Destruida por castigo, ya no era más que un ruido, j dispersa. estallando y dispersión que refluye hac.ia nn
pero enorme. éentio; Lo de fuera y lo de dentro son, los_ dos, ínti_mos;
·¡'

"Un mundo inmenso la oía todavía, pero ya no era, están prontos a invertirse, a trocar su hostilidad. Si ha;·
convertida sola y únicamente en un ruido que iba a una superficie límite entre tal adentro y tal afuera, di-
rodar aún durante siglos, pero destinado a extinguirse cha superficie es dolorosa en ambos lados. V1nendo la
completa:mente, como si nunca hubiera sido." página de Henri 1Jichaux, se absorbe una mezcla de
Tomemos toda la lección filosófica que nos da el ser y de nada. El punto central del "estar-allí" ;-acila
poeta. ¿De qué se. trata en _esa_ p_ágin.al_De un alma y tiembla. El espacio íntimo pierde toda su claridad.
que ha ~erdiao-su~'estar~allí",
- ----· --- -----
de-----~~-~1.:-----~--'----
un alma-fíuE-\;;J:á El espacio exterior pierde su vacío. El vacío, ¡esta ma-
deca~r_c1e_ serae-s!Tsombi:c:J')arapasar, como_unruido teria de la posibilidad de ser! Estamos e;,.-pulsados del
vano, con -uñ·rumor-füsituable en los se-dice deCser. reino de la posibilidad.
¿Füe? ¿No fuemas que el .ruido que es--ahora?-¿Su En ese drama de la geometría íntima, ¿dó11Q.e_hay
castigo no es no ser más que el eco del ruido vano, inútil, q11~,J1aJJj,t¡u? EJ cOi)sejo del fil('¡s_()fo, de ent.raren uno__
que fue? ¿No era hace poco lo que es ahora: una sono- mismo para situarse en la exis_tcn_cia, ¿no pierde acaso
ridad de las bóvedas del infierno? Está condenada a sli valor, su significado mismo, cuando la imagen más
repetir la palabra de su mala intención, una palabra flexible del "estar--allí" acaba de ser vivida siguiendo la
que, inscrita en el ser, ha trastornado al ser.5 Porque pesadilla ontológica del poeta? Observemos bien que
el ser de__Herl_l:i_l\;Iicl:iaux~~in_ se:r _culpable, culpable ~sta pesadilla no se desarrolla en grandes sacudidas de
CíeSer. Y nosotros estamos en el infierno)i'unaparte-de espanto. El míeda· no vícne·del'cxtenor_,. Tampoco se
nosotros está siempre en el infierno, puesto que estamos compone de viejos recuérdos. No tiene pasado. Tam-
emparedados en el mundo de las malas intenciones. poco tiene fisiología. No tiene n~cla en común ;:on la
-. ¿Por qué candorosa intuición localizamos en un infierno filosofía del aliento entrecortado. El miedo es aqm el ser
el-mal que no 1íeñe hmite?"'"'Esta-mma, esta somora, ! mismo. Entonces, ¿dónde huir, dónde refugiarse? ¿A
ese-ruido deuna sombra-que, según nos dice el poeta, ' qué afuera podríamos huir? ¿En qué asilo podríamos
quiere su unidad, la oímos desde fuera sin tener la refugiarnos? El espacio no es más que un "horrible !
seguridad de que esté dentro. En este "horrible dentro- afuera-adentro".
fuera" de las palabras no formuladas, de las intenciones Y la pesadilla es simple porque es radical. Intdec-
de ser inconclusas, el ser, en el interior de sí mismo, tualizaríamos la experiencia diciendo que la resad11la
digiere lentamente su nada. Su aniquilamiento durará estí hecha de una duela súbita sobre la cerhdumbre
"siglos". El rumor del ser de los se-dice, se prolonga de lo de dentro y la rotundidad de lo de fuera. Es todo
en el espacio y en el tiempo. En vano el alma recluta el espacio-tiempo del ser equívoco que Michanx nos da
5 ¿Otro poeta no ha dicho acaso: "Piensa que una simple pa-
como a priori del ser. En ese espacio equívoco, el espí--
labra, un nombre. basta para quebrantar las paredes de tu fuerza"? ritu ha perdido su patria geométrica y el alma flota.
Pierre Rever<ly, Risques et périls1 p. 23. Se puede ciertamente evitar la entrada por la puerta
:-6 DL\LÉCTICA DE DE:\TRO Y DE FUERA DI.\LÉCTIC.\ DE DE:\TRO Y DE FUER.\

estrecha de tal poema. Las filosofías de la angustia tie- ción de las interpretaciones del psicoanálisis -más libe-
nen principios menos simplificados. No prestan su rales que la crítica literaria clásica-- sigue, sin embargo,
atención a la actividad de una imaginación efímera por- el diagrama de la reducción. Sólo la fe~omenología se
que han inscrito la angustia, mucho antes de que las sitúa, por su principio, ante tod_a r~duccion, para exami-
imágenes la activen en el corazón del ser. Los filósofos nar, para experimentar el se~ psicologico de una_ ;magcn.
se conceden la angustia y sólo ven en las imágenes ma- La dialéctica de los dinamismos ele la rcduccion y de
nifestaciones de su causalidad. No se preocupan en la exageración puede iluminar b dialéctica del psico-
absoluto de ,-frir el ser de la imagen. La fenomenología análisis v de la fenomenología. Es, naturalmente, la
de la imaginación debe asumir la tarea de captar el ser fenomenología lo que nos da la posibilidad psíquica ele
efímero. Precisamente, la fenomenología se !nstitíye ·por la imagen. Transformemos, pues, _nuestro asor;ibro en
la: ·!Ji"C\edad misma de la imagen. Lo que impresiona admiración. Empecemos por adnnraL Se vera en se-
aquí es que el aspecto metafísico nace al ni,·cl mismo guida si será necesario, por medio de, la crítica, por la
de la imagen, al nivel de una imagen que turba las reducción, organizar nuestra decepcion. Para benefi-
nociones de una espacialidad comúnmente considerada ciarse de esta admiración activa, de esta aclmirac10n
susceptible de reducir los trastornos y de devoh·er al es- inmediata, basta seguir el impulso positivo de la exage-
píritu su situación de indiferencia ante un espacio que ración. Y o leo y releo entonces la página de Hcnri
no tiene que localizar dramas. ?-.Iichaux aceptán"dola como una. fobia del espacio inte-
En cuanto a mí, acojo la imagen del poeta como rior, como si unas lejanías hostiles cstm·1era'.1 '";1 ~pre­
una pequeña locura experimental, como un grano de sivas en la diminuta celda que es un espacio mtimo.
haxix virtual, sin la ayuda del cual no se puede entrar Con' su poema Henri Míchaux ha yuxtapuesto en nos
en el reino de la imaginación. Y ¿cómo acoger una otros la claustrofobia y la agorafobia. Ha exasperado h
imagen exagerada, sino exagerándola un poco más, per- frontera de lo de dentro y de lo de f?era. Pero, ¡:ior este
sonalizando la exageración? En seguida aparece la ga- hecho ha arruinado, del punto de nsta psicolog1co,. las
erezosas certidumbres de las intuiciones geométncas
nancia fenomenológica: prolongando lo exagerado se
tiene en efecto alguna posibilidad de escapar a los há- ~or las cuales el psicólogo quisiera_ regir el espacio de la
bitos de la reducción. A propósito de las imágenes del intimidad. Incluso a modo de figura, en lo que con-
espacio, se está precisamente en una región donde la cierne a la intimidad, no se encierra nada, no se enca¡an
reducción es fácil, común. Se encontrará siempre a las unas en las otras para designar una profundidad
alguien para borrar toda complicación y para obligarnos de las impresiones que mrgen siempre: qué bella ano-
a partir, en cuanto se habfo de espacio -sea de una tación de fenomenología en esta siml'.le frase de un
poeta simbólico: "El pensamiento se vmficaba de surgir
manera figurada o no- de la oposición de lo de fuera 11 0
v de lo de dentro. Pero si la reducción es fácil, por esto corola . . . .

~ismo la exageración es fenomenológicamente más in- Una filosofía de la imaginación debe, pues, segun al
poeta hasta la extremidad ele sus imúgenes, sin reducir
teresante. El problema que estudiamos es muy farnrn-
ble, a nuestro juicio, para señalar la oposición de la 6 i'\ndré Fontainas, L'ornement de l::i solitude, fvfcrcure clt
reducción reflexiva y de la imaginación pura. La direc- France, 1899, p. 22.

. '
278 DIALÉCTICA DE DE;\TRO Y DE FUERA DIALÉCTICA DE DENTRO Y DE FUERA 279
jamás dicho e.xtremismo que es el fenómeno mismo del carrera sin fin por la pampa suramericana, Jules Super-
impulso poético. Rilke, en una carta a Clara Rilke, \~elleescribe: "En razón misma de un exceso de caballo
escribe: "Las obras de arte nacen siempre de quien ha v de libertad, y de este horizonte inmutable, pese a
afronta do el peligro, de quien ha ido hasta el extremo ~uestras desespéradas galopadas, b pampa tomaba para
de una experiencia, hasta el punto que ningún humano mí el aspecto de una cárcel más grande que las otras."
puede rebasaL Cuanto más se ve, más propia, más per-
sonal, más única se hace una vida." Pero ¿es necesario
ir a buscar el "peligro", fuera del peligro de escribir, IV
del peligro de expresar? ¿El poeta no pone a la lengua Si dernh-emos, por la poesía, su libre campo de expre-
en peligro? ¿No profiere la palabra peligrosa? ¿A fuerza sión a la actividad del lenguaje, pasamos a vigilar d
de ser el eco de los dramas íntimos, no ha recibido la 'empleo de las metáforas fosilizadas. Por ejemplo, cuan-
poesía la pura tonalidad de lo dramático? Viv~r, vivir do lo abierto v lo cerrado van a jugar metafóricamente,
verdaderamente una imagen poética, es conocer en una :debemos endurecer o dulcificar la metáfora? .. ¿Repeti-
de sus pequeñas fibras un devenir del ser que es una con- ~emos, en el estilo del logista: una puerta ''(rébe estar.
ciencia de la turbación del ser. El ser es aquí tan su- 'ab.ierta o cerradaZ. ¿Y encontraremos en esta sentencia
mamente sensible que una palabra lo agita. En la mis- un instrumento de análisis verdaderamente eficaz para
ma carta, Rilke dice también: "Esta especie de extravío una pasión humana? En todo caso y en toda ocasión'
que nos es propio, debe insertarse en nuestro trabajo." es preciso afilar tales instrumentos de análisis. Hay que
Las exageraciones de imágenes son, por otra parte, deyo]ver a toda metáfora su ser de superficie, hacerla
tan naturales que pese a toda la originalidad de un remontar del hábito de expresión a 1a actualidad de
poeta, no es raro encontrar en otro poeta el mismo im- expresión. Cuando nos expresamos resulta peligroso
pulso. Hay imágenes de Jules Supervielle que pueden "trabajar desde la raíz"
relacionarse aquí con la imagen de :tviichaux que esta- Precisamente, la fenomenología de la imaginación
mos estudiando. También Supervielle yuxtapone la poética nos permite explorar el serdel hombrecoi;;o ser
claustrofobia y la agorafobia cuando escribe: 7 de una superficie, de la superficie que separa la region de_
¡-;-· '.'El exceso de espacio nos asfixia mucho más que su lo mismo y la región ·de lo otro. No olvidemos que -en
¡¡ .escasez. ,, -- --- ---- - - .
esfa· -io-irá de superficie scnsibílizacla, antes de ser hay\
1 Supervielle conoce también ( op. cit., p. ;21) "el vér- que decir. Decir, si no .ª los otros, por lo meno_s a
1 tigÜexteriof,". Eilotro lugar habla de una "inmensidad.' nosotros mismos. Y anticiparse siempre. En esta onen-
l. i11t.~,io¡'', X..8:sí)os dos espacios de lo de dentro y de lo tación, el universo de la palabra domina todos los fenó-
de fuera .t.rg_ecan .s.ti vértigo,. · · menos del ser, los fenómenos nue\"Os, se entiende. J:sis .
.;: ···En 'otro texto de Supen-ielle, justamente subrayado medio del lengua¡e,poético, onsJas de pov_edad discurren.
por Christian Sénéchal en su bello libro sobre Super- sob~~_Ja supe-rficie.. del sr:r .. X.elJenguaje Ileva en sí Li .
vielle, la cárcel está en el exterior. Después de una gran ·dialéctica de lo abierto Y de lo cerrado. Por el senti·
do,~enciierra, porJa_expresjófi-poética··5¡; abre.
7 Jules Supervielle, Gravitations, p. 19. ·---·Sería contrario a la índole de nuestras encuestas re~
280 DL\LE:CTICA DE DE:\'TRO Y DE FUERA DL\LtCTIC.\ DE DE>:TRO Y DE FUER.\ 281
sumirlas en fórmulas radicales, definiendo, por ejemplo, En este único \·erso hJ;.· tanto psiquismo trJnsfc-
el ser del hombre como el ser de una ambigüedad. Sólo rido al objeto que un lector adherido a la objetividad
saben~~ajar e11_J1-~ª filosofía del detalle. Entgr1_~5'J no verá en él más que un simple juego de ingenio. Si
el1Jajsuperfi9(;d."e_lser{ en esaregió11 donde ~_serquig_<'/ sC\Ilejante documento procediera de alguna mitología
manifestarse y quiere ocultarse, los movimientos ele~ - lejana, lo acogeríamos con más facilidad. Pero ¿por qué
cierre-5=--Cle apertura· son tan numerosos, tan frecuente- no tomar el verso del poeta como un pequeño elemento
mente invertidos, tan cargados, también, ele vacilación. ele mitología espontánea? ¿Por qué no sentir que se
, que podríamos concluir con esta fórmula: el hombre es encarna en la puerta un pequeño dios del umbral? Es
[ el se~_!'!1!fc_a_t~\;.It\l..- ~---~~-"~-- preciso ir hacia un pasado lejano, un pasado que no es
<" el nuestro, para sacralizar el umbral. Porfírio ha dicho:
V "Un umbral es cosa sagrada." 9 Sin referirse a ta'. sacra'¡
lización por la erudición, ¿por qué no habríamos de'
Entonces, cuántos -~1$fto~ía que analizar bajo esta \ vibrar ante esta sacralización por la poesía, por una poe-
simple mención: <í'~~erta"'L.L.a_J_JU_erta es todo un sía de nuestro tiempo, teñida de fantasía tal vez, pero
_cosmos de lo entre~re~ por lo menos su imagen e que está de acuerdo con los valores primitivos?
prínceps, el ()rigen mismo de un -
ensueño donde se !
1 Otro poeta, sin pensar en Zeus, puede muy bien
'\-'acumulan deseos y tentaciones, la tentación de abrir 1 escribir, descubriendo en sí mismo la majestad del um-
el ser en su_ trasfond_,?, el deseo de conquistar a todos _ bral:
-los seres reticentes. fLa puerta esquematiza dos posibi- - Je me surprends a definir le seuil
lidades fuertes, que'ctasifican con claridad dos tipos ele 1 ·Comme étant le líeu géométrique
1:'
énsueño. A veces, hela aquí bien cerrada, con los cerro- ,l· Des arrívées et des dépa:rts
Dans la l\Iaison du Pere,10
)'os echados, encadenada.
abierta de par en par. •
-, A ,-eces hch abierta, es decir,
Pero llegan las hor~s de marnr sensibilidad imagi- · [1le sorprendo definiendo el nmbral / como el lugar geo-
nante. En las noches de mayo, cuando tantas puertas métrico / de las llegadas y las salidas / en la casa del Padre.]
están cerradas, hay una apenas entreabierta. ¡Bastará
empujar tan suavamcnte! Los goznes están bien acei- ¡Y todas las puertas ele la simple curiosidad que han
tados. Entonces, un destino se dibuja. tentªd(}_al ser para nada, para el vacío, para lo descono-
¡Y tantas puertas que fueron las puertas ele la vaci- cido que no está siquiera imaginado!-·
lación! En la Romanza del retorno, ese fino v tierno :Quién no conserva en su memoria un gabinete ele
poeta, Jean Pellcrin, escribía: s Barb;;- Azul que no hubiera debido abrir ni entreabrir?
O -lo que es igual para una filosofía que profesa la
La porte me flairc, elle hésite. primacía de la imaginación- o una puerta que no de-
bería haberse imaginado abierta, susceptible de entre-
[La puerta me olfatea, vacila.] abrirse?
~--,-- 9 Porfirio, El antro de la.s ninfas.
8 Jean Pellerin, La ro1nance du retour, N. R. F., 1921, p. 18. 10 1\íichcl Barranlt, Dorninicale, I, p. l L
282 DIALECTICA DE DENTRO Y DE FUERA DIALJ':CTIC.\ DE DE>:TRO Y DE FUERA 283
¡Cómo se vueh·etodo c:oncreto en el mundo de un Traducirnos lo que creemos ser el lenguaje figurado al
qlma cuando un objeto, cuando una simple puerta viene lenguaje razonable. Nos es difícil, nos parece fútil, se·
¡a dar las imágenes. de la' vacilación, de la tentación, del guir por ejemplo al poeta -vamos a prese~ta_r docu-
¡deseo~ de la .segurid~d, gcJc,1 libre acogidi!, d.el IE'.Sp_eto! mentos- que dice que la casa del pasado esta Vl\'a den-
:Oiríamos toda lrnestra vida si hícierarnos el relato de tro de su propia cabeza. En segmda traducirnos: el
:~<Jdas1as·:puerfas~C[t!eJ1J:rnoS::-C:~fra<lü~ 9.'ii.,_h~()s -~b!er:~ poeta quiere decir simplemente que t:ene un vie¡o re-
¿o, de todas las puert~~ c¡ue_quisiéramo_s voh-er aabrii:. cuerdo guardado dentro de su mernona: El exceso de
·· Pero ¿es acaso el rmsrno ser, el que abre una puerta Ja imagen que quisiera im·ertir las relac10ncs de conte-
v el que la cierra? ¿A qué profundidad del ser pueden nido a continente nos hace retroceder ante lo que puede
,llegar los gestos que dan conciencia de la seguridad o pasar por una ,·esanía de imágenes .. Seríamos más indul-
';de la libertad? ¿No se ,·uelven tan normalmente sirnbó· gentes si siguiéramos las autocopias de la fiebre. Si·
licas en razón de esta "profundidad"? Así, René Char guiendo el laberinto de las fiebres que corren por nues-
torna como motivo de uno de sus poemas esta frase de tro cuerpo, explorando l_as "casas de la fi;bre", los
Alberto l\fagno: "Había en Alemania dos niños mellizos dolores que habitan el diente enfermo, sabnarnos que
de los cuales uno abría las puertas .tocándolas con el la irnaginafi.c'.mJQfa]i.z;i 1os. torp1~l)Jgs_y._qy_gJi'1.C§_y _.i:.e-
brazo derecho y el otro las cerraba con el brazo izquier- -Jiac~-::-i.11_;;i_ó!Ili~s_iII131.gÍ)}'!ILas, Pero no ut'.licemos en esta
do." Semejante leyenda, bajo la pluma de un poeta, no obra los múltiples documentos que podnarnos encontrar
es, claro está, una simple referencia. Ayuda al poeta a en los psiquiatras. Preferirnos acentuar nuestra ruptura
sensibilizar el mundo próximo, a afinar los símbolos de con el causalisrno ale¡ando toda causalidad orgamca.
~ la vida ordinaria. Esta vieja leyenda se vueh·e nueva. El Nuestro problema' consiste en discutir imágen_es de la
~ poeta la toma para sí. Sabe .9.1;'.C hay dos. ''sere.s''•.en. imaginación pura, de la imagi.naóón libera.da, lrberante,
¡ 1~):?.~eEti,_ que l'.1 I.;':1(;r_ta-ct:Spiert~:eñ 'ño~otr~s·:~os di- .. sin ninguna relación con inc;taciones orgamc~s. ,
~,:I~CCvf1!J~1s:!1~hi~~lJill'i~º~bI~~e1a;:ig~{¿~? .¿S.e_ Estos documentos de poctica absoluta existerL El
poeta no retrocede ante la inversión de _los enca¡on::i.
\ a1J.re.n_parn_el.111u11c[Q...QeJ9s_h_ornl:Jr<'Cso para el mundo mientas. Sin pensar siquiera que escandaliza al_ hornb.re
\de la soledad? Ramón Gómez de la Serria ha podido sensato, pese al simple buen sentido, Vl\'e la mve~s10n -.
escr!Dir~- 17Las puertas que se abren sobre el campo pa- de las dimensiones, el trastrueque de la perspecti>a de
recen dar una libertad a espaldas del mundo." 11 lo de dentro y de lo de fuera. . .
El carácter anormal de la im¡igen .flº...9.!f.l.\'.1~-decu
que está artificialmente fabricada. j~a_irnagí;i.~ci~1.1J; la
VI facultad más natural c¡ue e;<1.ste_: _Sm C!uda, 1as irnage-
nesqÚe varriOs a-examinar.no podrían inscribirse en una
En cuanto la palabra dentro aparece en una expresión,
ya no se toma a la letra la realidad de la expresión. psicología del proyecto, aunque fuese de un proy~cto
imaginario. Todo proyecto es una contextura de image-
11 Ramón Gómez de la Serna, Echantillons, ed. Cahiers verts,
nes y de pensamientos que supone un anticipo de la
Grasset p. l 67. realidad. No tenemos, por lo tanto, que considerarlo en
284 DL\Lf:CTIC.\ DE DE:\TRO Y DE FUER.\ Dl\Lf:CT!C.\ DE DE:\TRO Y DE FtTER.\

una doctrina de la imaginación pura. Es incluso inútil [t~l n1crcado de1 sol ha entrado en el cuarto í \~ el cuarto
en 1a cabeza zumbadora<]
continuar una imagen, es inútil conservarla. Nos basta
,__.~<~~~- ... ~-=--~- .. ~
que sea.
Estudiemos, pues, en toda simplicidad fenomenoló-
Par~_ryta~la __imag<:1_1Ll!!!): ..9.1!LQÍ.da..imagr;IL....ÜÚr
este extraño rumor del sol que entra en un cuarto
gica, los documentos que nos brindan los poetas.
'donde se está solo, porque, es un hecho, el primer rarn
En su libro: Donde se abrevan los lobos, Tristan golpea fuertemcn te las paredes. Esos ruidos, sin duda,
T za rn escribe: los oirá también -más ;illá del hecho-- el que sabe
que cada rayo del sol acarrea abejas. Entonces todo
U ne lente hu milité pénetre dans la chambre
Qui habite en moi dans la paume du repos.
zumba ,. la cabeza es una colmena, la colmena de los
ruidos del sol.
[Una lenta humildad penetra dentro del cuaito / Que ha- La imacren0
ele Tzara estaba, en un principio, sobre-
hita en mí en la palma del reposo.] cargada de surrealismo. Pero si se la sobrecarga todavía
1nús. si se aumenta su carga de imagen si, bien enten-
7

Para apro,·echar el onirismo de dicha imagen, hay dido, se superan las barreras de la crítica, de toda crí-
que situarse primero sin duda "en la palma del reposo", tica, entonces entra Ycrdaclcramente en la acción surrea-
es decir, recogerse sobre uno mismo, condensarse en el lista ele una imagen pura. Si lo extremo ele la imagen
ser de un reposo que es el bien que, sin esfuerzo, "se se reYela así, actirn, comunicable, es que el punto ele
tiene en la mano". Entonces la gran fuerza de humil- partida era bueno: la habitación soleada zumba dentro
dad sencilla que está en la habitación silenciosa se de- de la cabeza del soñador.
rrama en nosotros mismos. La intimidad del cuarto Un psicólogo diría que nuestro análisis. no hace más
pasa a ser nuestra intimidad. Y correlativamente, el que relatar "asociaciones" audaces, demasiado audaces.
espacio íntimo se ha hecho tan tranquilo, tan simple, El psicoanalista aceptará tal wz -está acostum_brado a
que en él se localiza, se centraliza, toda la tranquilidad ello-- "analizar .. dicha audacia. Uno y otro, s1 toman
ele la habitación. El cuarto es, en profundidad, nuestro la imagen como "sintq.m.i.ttL~ª:'.,_Jrn,tai¡án ele encontrarle
cuarto, el cuarto está en nosotros. Ya no lo vemos. Ya razones y causas. I~lJCI1~:;:i~::_ól~¡;.gJtoma. las cosas de
no nos limita, porque estamos en el fondo mismo de ' otra manera; más exactameme, foIJ:.á~la. .1D1.'1E~l!J.'1LS9JJJO
su reposo, en el reposo que nos ha conferido. Todas
las habitaciones de antaño vienen a encajonarse en ésta.
j es,. co'.I1~º!'.l poeta la cr~a y trata qi;J1'1e_e_'.l.'.!.E~O,Pia, de
' "nutrirse con ese raro fruto; lleva la imagen hasta la fron-
¡Qué sencillo es todo! j tera misma de lo que puecTeifíf~gi;i3:_. ·Por muy lejüs
En otra página, más enigmática todaYÍa para el es- 1 qúeestécle ser poeta'. intenta repetir p~ra él ,la creac10n,
píritu sensato, pero igualmente clara para quien se hace \ contmuar, s1 es posible, la exagerac10n. Entonces b
sensible a las inversiones topoanalíticas de las imágenes, asoci8ción rn no es encontrada, padecida, es buscada,
Trístan Tzara escribe: querida. Es una constitución poética, específicamente
poética. Es una sublimación totalmente desembarazada
Le marché du soleil est entré dans Za chambre
Et la chambre dans le tete bourdonnante. ele los pesos orgúuicos o psíquicos de los que queríamos
286 DIALECTICA DE DENTRO Y DE FUERA D!ALECTIC:\ DE DE',1RO Y DE FUERA 287
liberamos, en resumen, corresponde a lo que llamába- de los muros protege, por sí sola, la celda del soñador.
mos, en nuestra introducción, sublimación pura. Es má fuerte que toda geometría. Viene a inscribirse
· .Claro que no se recibe del mismo modo todos los en la celda de la intimidad.
~ºíªs._<! seme,j;ipJejmageIJ. N9~.5_!1_!1_f1_~ª~-·-psíquícarneñtc Tales imágenes son inestables. En cuanto se aban-
hablando- _obieJiya. Otros comentarios.. podrían _rcnQ: dona la expresión tal corno es, tal como el escritor nos
~~íl~~s-~e~_lac~;~~~~~~n~~~Z:Wj~-biei2 ~sJ;iLe11J¡i;¡h9rná la ofrece con una espontaneidad total, se corre el riesgo
de voh·er al sentido llano y de aburrirse en una lectura
1' - ----~-- --
que no sabe condensar la intimidad de la imagen. Qué
! Una vez tocados por la gracia de la superirnaginación, repliegue sobre uno misrnjl,..se-ni;~ccsita, por ejemplo,
/ la e.xp_~rirnentaD1~S.. ante las imágel]es _ más. senciJEi? para leer esta página cle(Bla_i;ichot,)en la tonalidad de
¡por las que el mundo exterior viene a dar al hueco de
; ----~~-------·- '- -··--·-------- - • - ··- . - ---- ' ··- - --- - -------- - ----. --- ---< - - - - •
ser en que está escrita: "besY!c·esa__estancia,__ sumergicla_
\n¡iestro ser espacio~,virtua lq bien coloreados. Así es ~n la noche más profunda~-To--~()riéJcía yo todo, la había
la imagen por la que Pierre-Jean Jouve constituye su P.~'1:~.!.ra.§.o, Ja~II<:::~ba ·. en.· n1í..._. la _}1a_cí;¡_vh;ir, con. una
ser secreto. Lo sitúa en la celda íntima: 'ida que no es 1a \·ida, peroque es más fuerte que ella

La cellule de moi-m¿me emplit d' étonnement


t- qu( ~ijig1ú1~]i.l~E~~-. er1~ -~tniHii~P ·p:qCfrI~. Y~P<;~r.'' 12
¿Acaso no se siente en esas repeticiones, o más exacta-
La muraílle peinte a la chaux de man secret. mente en esos refuerzos repetidos ele una imagen en
que se ha penetrado -y no de una estancia donde se
[La celda de mí mismo llena de sorpresa / El m'uro pin:
tado con cal de mi secreto.] ha penetrado- de u,!hll_l2abil:;ls;i9!1.9.1Lc_ ~I ,scritor lleva
(Las nupcias, p. 50.) en ~l, a Ja que_hace yiviruna vida.que_nq. está en la
vida; sí, no ·se ve que el escritor no pretende simple-
La estancia donde el poeta tiene este ensueño no mente decir que tal es su morada familiar? ¡J:,a memoria\
está, probablemente, '"pintada con cal". Pero esta habi- colmaría esta imagen. La amueblaría . c_o'ri. recuerdos
tación, la habitación donde se escribe, tan tranquila, compúestos procedentes de ,·arios siglps. Tóclo es aquí
merece también su nombre de "cuarto solitario". Se le Ínás senéillo, más radicalmente sencillo. El cuarto de
habita por la gracia de la imagen, como se habita una Blanchot es una morada del espacio íntimo, es su cá-
imagen que está "en la irnagi_f1!1fi.Q11'~, El poeta ele Las mara interior. Participamos en la imagen del escritor
1 nupcias habita aquí la Íirnagen celular) ~§ta imagen gracias a lo que t.;;..pr<:eiso.lla_war.JJ.J:J~LimagC!_n general,
ncJ transpcme una_teaJidad-.-$_ería rÍdrCWO pedir -ál sqi);J_.:-. 1l_f1'1_.iIJ1;igen que la participación nos_ünpid~ C(}nfundü
"51 cir sus, pirn.ensiOJ1t:S· Es . refracta_riª _a la .intui_ciún. gcQ~­ c:<JE....!Jnªj_<i_ea g_eii:elªI· ~sta !riiagen general, .fa singula-
métrica, pero enmarca füen~'itls'er secreto. El ser secreto rizarnos en seguida. L¡1. h'1.bit'!.rno_s, la penetramos corno
\ se'siente gúardado allí
pÓr la blancura de una leche ele B!a1rclfót'¡)énetra'!a suya. ~.'1 palabra no b'1sta, la idea
_no basta, es preciso que el escrit.or pos ayude a invertir
cal más que po.r espesas murallas. La celda del secreto es
blanca. Un solo valor basta para coordinar bien los , e_lespac:i(}, a alejamos de l.o que s_e_ quisiera describir
sueños. Y siempre sucede igual,)aimagen poética está E'li:a viyir mejor la .jt;i;:irquía de .11uestros.repos(}~
1!'1i\l~]dominio d.e UJ1?C.11a]igacl ainpli;¡.ªá_:.:Labiiíncura- 12 ~tfaurice Blanchot, L,'arrét de mort, p. 124.

. .
DL\Lf:CTIC.\ DE DFSTP.0 Y DE FUER:\ 289
cSS DIALf:CTICA DE DENTRO Y DE FUERA sición geométrica. ¿TJc qué exceso de un. intenor rami-
Con frecuencia, por la concentración misma en el es- ficado se escurre la sustancia del ser? ,Es que el exte-
pacio íntimo más reducido, la dialéctica de lo de den- rior llama? :No es el exterior una intimidad antigua
tro y de lo de fuera toma toda su fuerza. Se sentirá perdida en la' sombra de la memoria' ¿En q~é silencio
dicha elasticidad meditando esta página de Rilke (Los resuena la jaula de la escalera? Eu es_c s.1~9.;c1q_~~o;;~n
cuadernos . .. ~: "Y aquí no hay apenas espacio; y tú ¡pasos ahogados: la madre _vuehc. para cmdar a su l-nJO,
te c:llmas casi, pensando que es imposible que algo de- cómo·-anfaño.-vuehc a dar a todoslos rmdos_co11fl1s_os
masiado grande pueda sostenerse en esta estrechez." -;; irreales su scn-ticIO-cOnciefo y~fari1liia,r.. Ca noche. sin
Consue;a saberse en calma en un espacio exiguo. Rilke límites-deja Cle-seí-.ün éspacfo _v,1cío. La página de R1lke
realiza mbmamentc -en el espacio de lo de dentro-- atacada por tantos espantos, encuentra su paz. Pero
¡esta estrechez, dondetodo es a la medida del. ser ínti- ·qué Jarao es el circuito! Para Vl\'lrlo en la realidad de
1 b . t •
/ ñj~-,:~=-E~:óí1ces, -u11-pocoñE:ís alla, ertexfü'\~í\cla'<l!a'.. las imágenes parece preciso ser s:n ;esar con emporan~o
fectica: Pero fuera, fuera todo es desmedido. Y cuando de una ósmosis entre el espano mhmo y el espac10
el nÍ\'cl sübe-foera;- ·se eleva tambíéfi' ell 'ti, no en los indeterminado.
vasos que están en parte en tu poder, o en la flema
de tus órganos más impasibles: sino que crece en los Hemos dado textos Jo más distintos posibles para
vasos capilares, aspirado hacia arriba hasta en los últi- demostrar que hayju,e,:gos.. de ya lores qu\é hacen pasar
mos ramales de tu existencia infinitamente ramificada.
t. a segundo térmií{o todo lo que se ref~crc a simples dec
Allí es dónde asciende, allí es donde desborda de tí más 1t ºterminaciones de espacio. La opos1c1on de lo de fuera :
alto que la respiración, y, último recurso, tú te refugias \ y de lo de dentro no halla entonces su coehc1entc en ,
coi;no sobre el filo de tu aliento. ¡Ah!, v dónde después ~u evidencia geométrica. _
Para terminar este capítulo, consideraremos un texto
¿don~e? Tu corazón te expulsa fuera de ti mismo, tu
en donde fü1lzac define una voluntad de oposición ante
corazon te persigue y ya estás casi fuera de ti v no
puedes más. Como escarabajo al que han pisad.o, te el espacio confrontado. El texto es .d.oblemente intere-
escurres fuera de ti mismo y tu escasa dureza o elastici- sante porque Balzac creyó deber rectificarlo.
En una primera 'ersión de Louis Lambe:t, se lee:
dad ya no tiene sentido.
"Cuando empleaba así todas sm fuei:zas, perd;a en _oe;-
"Oh noche sin objetos. Oh ventana sorda a lo de to modo la conciencia ele su vida flSlca, y solo ex1stia
fuera, oh puertas cerradas con cuidado; costumbres
por el juego todopoderoso de sus órganos interiores c:1yo
venidas de antiguos tiempos, trasmitidas, comprobadas, alcance hacía, de acuerdo con su admuahle expresión,
¡amás enteramente comprendidas. Oh silencio en la
retrocedeT el espacio ante él." 13
j~ula de la. escalera, silencio en las estancias próximas, En la versión definitiva se lec solamente: "Dejaba,
s1lenc10 alla amba, en el techo. Oh madre, oh tú, única.
según su expresión, el espacio tras él:.' .
que te has puesto ante todo este silencio, en los tiempo~ ¡Qué diferencia entre Jos dos mov1m1entos de cxpre-
en que yo era n1fio.n
Hemos dad.o esta larga página sin interrupción, por-
13 E<l. Jean Pomn1icr, Corti, p. 19.
que tiene precisamente una continuidad dinámica. Lo
\de dentro y lo de fuera no están abandonados a su opo-
\:

A
290 DIALE:CT!CA DE DENTRO Y DE FUER:\
si6n! ¡Qué descenso de potencia del ser frente al espa-
cio, pasando de la primera forma a la segunda! ¿C6mo X. LA FENO.\!E:'\ULUGL'\. DE LO REDU,'\DU
Balzac pudo hacer una corrección semejante? Voh·ió,
en resumen, al espacio indiferente. En una meditación I
sobre el ser, suele ponerse comúnmente el espacio entre
paréntesis, es decir, que dejamos el espacio "detrás de CuA.c..,,DO los metafísicoo hablan poco, pueden alcanzar
nosotros". Como índice de la tonalización de ser per- la ,·erdad inmediata, una verdad que se desgastaría
dida, anotemos que "la admiraci6n" ha caído. La se- por las pruebas. Entonces se puede comparar a los me-
gunda manera de expresarse, va no es, por confesión del tafísicos con los poetas, asociarlos a los poetas que nos
escritor, admirable. Porque era efectivamente admira- revelan en un ,·erso una Yerdad del hombre íntimo.
ble,- este poder que hace retroceder el espacio, qne pone Así, extraigo del enorme libro de Jaspers Von der
al espacio fuera, todo el espacio fuera para que el ser \Vahrheit, este juicio brnc: "Jedes Dasein scheint in
meditante esté libre en su pensamiento. sich nmd" ·(p. 50). "Toda existencia parece en sí re-
donda." Como apoyo de t:sta verdad sin prueba de un
metafísico, aduciremos algunos textos formulados en
orientaciones muy diferentes del pens:imiento meta-
físico.
Así, sin comentario, Van Gogh ha escrito: "La vida
es probablemente redonda:·
Y Joe Bousquet, sin haber conocido la frase de Van
Gogh, escribe: "Le han dicho que la vida era hermosa.
No. La vida es redonda ... " 1
En fin, me gustarb mucho saber dónde ha podido
decir La Fontaine: "Une nuez me hace toda redonda."
Con estos cuatro textos de origen tan diferente
(Jaspers, Van Gogh, Bousquet, La Fontainc), parece
claramente planteado el problema fenomenol6gico. Ha-
brá que resolverlo enriqueciéndolo con otros ejemplos,
aglomerando otros datos. teniendo buen cuidado de
reservar a dichos "datos" su carácter de datos íntimos,
independientes de los conocimientos del mundo exte-
rior. Tales datos sólo pueden recibir ilustraciones del
mundo exterior. Incluso hay que cuidar que los colores
demJsiado vivos de b ilustración no hagan perder al ser

1 Joe Bousquet, Le meneur de lune p. 174.


1

291
292 FENO~!ENOLOGlA DE LO REDO:\DO
FE::\O:\!E::\OLOCL\ DE LO REDO:<DO 293
de la imagen su luz primera. El simple psicólogo sólo
puede aquí abstenerse, porque hay que im·ertir la pers- nei?ad, se advierte que sólo se piensa en eso, que se
p_ectiva de la investigación psicológica. No es la percep- esta entero en el ser ele dicha expresión. Si nos somc-
.. crón lo que puede justificar tales imágenes. Tampoco tem?s a la fuerza hipnótica de tales expresiones, he
se las puede tornar como metáforas, como cuando se aqm que estamos enteros en la redondez del ser, que-·
dice de un hombre franco y simple que es "redondo". nnmos en la redondez de la nda como la nuez que se
i Esta redondez del ser, o esta redondez de ser que evoca redondea en su cáscarn. El filósofo, el pintor, el poeta
f aspers no puede aparecer en su \Trdacl directa más que y el fabulrsta nos han dado un documento ele fenomc- ',
en la meditación más puramente fenomenológica. nología pura. A nosotros nos corresponde ahora servir- i
Tampoco se transportan tales imágenes en no im- nos de ellos para aprender la concentración del ser en ,
porta qué conciencia. Algunos querrán sin duela "com- su centro; a nosotros nos incumbe sensibilizar el clocu- ',
prender" cuando es preciso primero tomar la imagen mento multiplicando sus vanac10nes. - •
desde su punto ele partida. Hay sobre tocio muchos
que declararán, con ostentación. que no comprenden: II
la vicia, objetarán, no es ciertamente esférica. Les sor-
prenderá que entreguemos tan ingenuamente al geó- Antes de_ presentar ejemplos suplementarios, creemos
metra, a ese pensador de lo externo. el ser que queremos que connene reducir en un término la fórmula ele Jas-
caracterizar en su verdad íntima. Las objeciones se l~ers para hacerla más fenomenológicamente pura. Di.
arnmulan por todas partes para interrumpir en seguida namos entonces: das Dasem ist nmd, la existencia es
la polémica. redonda, porque aüadir que parece redonda es conser-
Y sin embargo, las expresiones que acabamos de ,·ar una duplicación de existencia y apariencia; cuando
anotar están ahí. Están ahí resaltando sobre el lengua- lo que queremos decir es b existencia en tocia su re-
je común, implicando un significado propio. No pro- dondez. N_o se trata en efecto ele contemplar, sino de
ceden de una intemperancia del lenguaje, ni de una \J\"Jr la exrstencra en tocia su caliclacl inmediata. La
torpeza ele éste. No han nacido de la voluntad ele contemplación se desdoblaría en ser contemplante y
asombrar. Por muy extraordinarias que sean llevan el se_r contemplado. La fenomenología, en el campo rcs-
signo de la prirnitiviclad. Nacen de súbito y quedan tnngrdo en que la trabajarnos, debe suprimir tocio in-
terminadas. Por eso, a mis ojos, estas expresiones son termediario, tocia :u_nción snperpncsta. Para lograr la
maravillas de fenomenología. Nos obligan a adoptar, pur~za fenomenologrca máxima, hay que suprimir de
para juzgarlas, para amarlas, para hacerlas nuestras, la la formula ¡asperrana tocio lo que ocultaría el valor on-
aptitud fenomenológica. tológico, tocio lo que complicaría su complicación
Esas imágenes borran el mundo y carecen ele pasa- radical. Sólo con esta condición la fórmub: "1'1 cxis.
do. No proceden de ninguna experiencia anterior. Es- ~encia es redonda", se convertirá para nosotros en un
tamos seguros ele que son metapsicológicas. Nos dan mstrument? ~ue nos permita reconocer la primitíviclad
una lección ele soledad. Tenemos que tomarlas para ele crertas 1rnagencs del ser. Una vez más, las irnáge-
-r~c;.s ele Ja ___reclon?ez absoluta no ayudan a recoaemos
nosotros solos un instante. Si se aceptan en su subita-
~~~Il_~sotros mismos, a darnos a nosotros mismos unir
29·! FENO~!El\OLOGL\ DE LO REDONDO fE;.;OolENOLOGfA DE LO RFDo;.;cc ;::95
primera constitución, a afirmar nuestro ser íntimarncn- dedos_. se smnergb en los más profundos ensueños de
-te-;-por-d entro:-rorq u c-Vividacffsd eaenff0,--s1n--e:Xte- -·· la ciencia."
nondid,-Ei exístencia sofo
pücdcscr-recfoncfa::---·-·--·--·-- ¿Nos gustaría saber cuáles? El escritor no lo dice.
¿Sera oporfiiri()---evocar aqüflafiTosoha presocrática, ¿.-\caso imagina qnc al lectura de Lis ~Ieditaciones de
referirse al ser parmenidiano, a la "esfera" de Parmé- Descartes puede ser ayudada si el lector hace girar lar-
nides? De una manera más general ¿puede ser b cul- gamente una esferilb bajo sus dedos: Los pensamientos
tura filosófica una propedéutica de la tenomenología? científicos se desarrollan en otros horizontes v la filoso-
No lo parece. La filosofía nos pone en presencia de fía de Descartes no se aprende sobre un objeto, aunque
ideas demasiado fuertemente coordinadas para que, de un fuese la esfera. Bajo la pluma de Alfrccl de Vigny, la
detalle a otro, nos pongamos y nos rnlvamos a poner palabra profundo es, corno sucede con frecuencia, nna
de continuo, como debe hacer el fenomenólogo. en si- negación de la profnncliclad.
tuación de partida. Si es posible una fenomenología Por otr'.l parte, ¿quién no YC que hablando de 1·0-
del encadenamiento de las ideas, debe reconocerse que lúmenes el geómetra sólo trata de las superficies que
no podría ser una fenomenología elemental. f:ste es el los limitan? La esfera del geómetra es la esfera vacía,
beneficio de elementaridad que encontrarnos en una esencialmente ncía. :\To puede ser un buen símbolo
fenomenología de la imaginación. Una imagen traba- para nuestros estudios fenomenológicos de la redondez
jada pierde sus virtudes primeras. Así, la "esfera" de absoluta.
Parménides ha conocido un destino demasiado grande
para que su imagen permanezca en su primitividad y III
sea así el instrumento adecuado a nuestra im-estigación
sobre la primiti"idad de las imágenes del ser. ¿Cómo Estas observaciones preliminares están sin eluda muv
resistiríamos a enriquecer la imagen del ser panneni- grávidas de filosofía implícita. Sin embargo, había que
diano por las perfecciones del ser geométrico de la señalarlas bre1-crnentc porque nos han sido útiles y un
esfera? fenomenólogo debe decirlo todo. Nos han ayudado
Pero ¿por qué hablamos de enriquecer una imagen, a "desfilosofarnos", a alejar tocios los arrastres de b
cuando b cristalizamos en la perfección geométrica? cultura, a ponernos al margen de las comiccioncs ad- --
Podríamos dar ejemplos en qnc el valor de perfección quiridas en nn largo examen filosófico del pensamiento
atribuido a la esfera es totalmente \'erbal. He aquí uno científico. La filosofía nos madura demasiado ele prisa
que debe servirnos de contraejemplo en donde se ma- y nos cristaliza en nn estado ele madurez. ¿Cómo en-
nifiesta el desconocimiento de todos los valores de imá- tonces esperar 1·i1ir, sin "clesfilosofarse", las conmocio-
genes. Un Personaje de Alfred de Vignv, un joven . nes que el ser recibe ele Lis imágenes nuevas, de las
Consejero, se instruye leyendo las '.\Icditaciones de imágenes que son siempre fenómenos de b juYentud
Descartes: 2 "Algunas veces tomaba una esfera coloca- de ser? Cuando se está en edad de imaginar, no se sa-
da cerca ele él v haciéndola girar largamente bajo rns bría decir cómo v por qué: se imagina. Cuando se sabe
decir cómo se imagma, ya no se imagina. Por lo tanto,
2 :\1fred de Vigny, Cinq J\Jars, c:ip. xvr. habría qne desmadurizarsc.
296 FENO:\IE:'\OLOGL\ DE LO REDO:'\DO FE:\O\!E'\OLOCL\ DE LO REDO:\DO -.n-
L 'f i

Pero puesto que nos ha dado -por accidente- un participación e,·idente en el principio jaspersiano de Li
acceso de neologismo, digamos todavía, como preám- "existencia redonda". El pájaro cs-paraMíche!et una
bulo al examen fenomenológico de las imágenes de fo redondez absoluta, es b Yida~-redonda. El comentano
redondez absoluta que hemos sentido aquí, como en de l\!ichekt da_~Iy_;ijar<_:, en algunas líneas, su signifi.
muchas otras ocasiones, la necesidad ele "clespsicoana- cado de imoaeio de ser."j ''El p;íjaro, casi todo esférico,
listicamos". es ciertamente b cima. sublime y divina. de concentra-
En efecto, hace uno o dos lustros, en un examen ción Yiva. No :puede Yerse, 11i ~iquíera, imaginarse un
psicológico de las imágenes de la redondez ' sobre todo grado más alto de 1 ünidad) Exceso de ~oncentración''\
las imágenes de la redondez absoluta, nos hahríamos c¡ue constitm·e la (gran fuerza personal ,-·del pa¡aro,
detenido en las explicaciones psicoanalítirns y habría- pero c¡ue implica s'\;"@rema- mdíl'idualíclog; sn aisla-
mos reunido sin esfuerzo un enorme expediente, por- miento, su debilidad soc1aI"---·--~----~
que todo lo que es redondo atrae la caricia. Semejantes Estas líneas aparecen también en el texto del libro
explicaciones psicoanalíticas tienen seguramente tma en un aislamiento total. Se siente que el escritor obe-
gran parte de validez. Pero ¿acaso lo dicen todo, y so- deció también a la imagen de la concentración Y que
bre todo pueden ponerse en el eje de las determinacio- ha abordado un plan de meditación donde conoce "fo-
nes ontológicas? Diciéndonos que el ser es redondo, el cos" de vida. Claro que se encuentra por encima de
metafísico desplaza de golpe todas las determinaciones todo deseo de descripción. También aquí el geómetra
psicológicas. Nos libra de un pasado de sueños y de podría sorprenderse, tanto más cuanto que el pájaro se
pensamientos. Nos llama a una actualidad del ser. A medita aquí en su vuelo, en su aire libre y que, por con-
esa actualidad apretada en el ser mismo de una expre- sig,riente, las figuras de flechas podrían venir aquí a
sión, el psicoanalista no puede adherirse. Juzga dicha trabajar de acuerdo con la imaginación de la dinami-
expresión humanamente insignificante por el hecho cidad. Pero i\lichelct ha captado el ser del pájaro en
mismo de su extremada rareza. Pero es esta rareza la su situación cósmica, como una centralización de la
que despierta la atención del fenomenólogo y lo i1wita vida custodiada por todas partes, encerrada en una bola
a mirar con mirada nue,·a la perspectiva de ser señala- Yiva, al máximo por consiguiente de su unidad. Todas
da por los metafísicos Y los poetas. las demás imágenes, procedan de las formas, de los
colores o de los rnoYimientos, adolecen de relativismo,
ante lo c¡ue hay c¡nc llamar el pájaro absoluto, el ser
IV de la Yida redonda.
Veamos un ejemplo de una imagen fuera de todo sig- La imagen de ser -porque es una imagen ele ser-
nificado realista, psicológico y psicoanalítico. que acaba de aparecer en la página de l\Jichelet, es ex-
l\1ichelet, sin preparación, precisamente en lo ab- traordinaria. Y por eso mismo, se considerará como
soluto de la imagen, dice que "el pájaro es casi todo insignificante. El crítíco literario no le ha dado más
esférico". Suprimamos ese "casi" que modera inútil- importanci" que el psicoanalista. Y sin embargo, ha
mente la fórmula, que es una concesión o una Yisión
que juzgaría sobre la forma, y tendremos entonces una 3 Julcs Michclet, L'oise,u, p. 291.
298 FENO:\!E:'\OLOGL\ DE LO REDO:'-JDO 2G9
sido escrita y existe en un gran libro. AdquirirÍJ in te-
rés y sentido si se pudiera instituir una filosofía de la \'
imaginación cósmica que buscara centros de cosmi- :\ yeces] en efecto. l1ay una fnrn1~1 guc guL1 Y encierra
cidad. los primeros sueüos. Para un pintor, el árbol se com-
Captada en su centro, en su bre,·edad, ¡qué com- pone en su rcdond~:z. Pero el poeta reanuda el sucfio /
pleta es la sola designación de esta redondez! Los poe- desde más arri1oa. Sabe que lo que se aísb se rcdon- ,i.
tas que la eyocan sin conocerse, se contestan. Asi _gea~dquiere !::i. fí.gura_ . .de1_ ser q_~'.:.::._ se._ co!.1C>'ntr,~- sobre_¡~
Rilke, que indudablemente no pensó en la página de sí mismo. En los Poemas filinceses aelZ1TEc \l\"C V se !
i\Iichelet, escribe: 1 impone de esa manerc• el nogal. Tambié:n allí, en tor-
... ese nítido grito de pájaro no al árbol solo, centro de un mundo, Li cúpula del
en el instante de nacer, reposa cielo va a redondearse siguiendo la norma de h poesía
inmenso como e1 cielo, sobre la selva n1archita. cósmica. Así, leernos:
Todo acude dócilmente a reunirse en este grlto.
Todo el paisaje parece reparar en él. ~ ~Á.rbo1~ sien1pre en n1cdio
De todo lo que te rodea,
Para quien se abre a la cosmicidad de las imágenes, Arbol que saborea
parece que la imagen esencialmente central del pájaro La bóveda entera del cielo.
es, en el poema de Rilke, la misma imagen que en la
página de I\1ichelet. Está solamente expresada en otro Claro que el poeta sólo tiene ante los o¡os un ár-
tono. El grito redondo del ser redondo, redondea en bol de la llanura: no piensa en un ygclrasil legendario,
cúpula el c~lo. Y en el paisaje redondeado todo parece que sería, él solo, todo el cosmos, uniendo la tierra y
descansar.~ ser redondo_ difunde su redondez, difun- el cielo. Pero la imaginación del ser redondo signe sn
de la calma de toda redondez. > lev: puesto que el nogal está, como dice el poeta, "or-
--~Y-para.un soñador cle..palilirns ¡qué calma en la pa- _ grillosamente redondeado", pncde saborear "b bó1·cda
,~labra redonda! ¡ Cómo\redonaea apaciblemente la boca. · entera del cido"'. El mundo es redondo en torno ai
<:<,..los labios, er ser, del aliento! Porque esto también debe ser redondo.
ser dicho por un filósofo que cree en la smtancia poé- Y de verso en Yerso, el poern:1 crece, aumenta su
tica de la palabra. ¡Y qué júbilo docente, qué alegría ser. El árbol está -,iyo, pensante, tendido hacia Dios:
sonora, la de iniciar la lección de metafísica, en ruptura
con todos los "estar-ahí" diciendo: Das Dasein ist rund. Dios "ª a aparccérsc1e
.1.a.. existencia es redonda. Y lncgo esperar que los es- I""~ para que esté seguro,
trépitos de ese trueno dogmático se apacigüen sobre Desarrr;11;1 en redondo su ser
los discípulos extasiados. 1- Je tiende sus brazns n1Jdnros,
Pero volrnmos a redondeces más modestas, menos
intangibles. .-\rbol que tal wz
Piensa por dentro.
< Rilke, Obra poética, trad. E. J\L S. Dan ero, p. 97. ~.\rbo1 qne se donlin3
300 FEC.:O~lE:\OLOGL\ DE LO REDO>;DO
Dándose ]entamen te
l,a for1na que eliminJ INDICE
Los azares del viento.
- Introducción.
.. \
¿Encontraré otro documento mejor para una feno-
menología del ser que se establece a la yez v se desarro- ·. I,/ta casa, del sótano a la gnardilla. El sen-
·-·· tido ele la choza. 35
lla en su redondez? El árbol de Rilke difunde, en orbes
de verdor, una redondez conquistada sobre los acciden- .e II. 'Casa y universo. í4
tes de la forma y sobre los acontecimientos caprichosos \_ ___ ·: -~-·

de la moYilidad. Aquí, el devenir tiene mil formas, mil _I~!:.'El cajón, los cofres v los anmmos. 113
hojas, pero el ser no padece ninguna dispersión: si yo IV. El nido 13 l
pudiera alguna vez reunir en una ;-asta imaginería to-
das las imágenes del ser, todas las imágenes múltiples, V. La concha 1-tS
mudables que, de todas maneras, gustan la permanencia \
VI. Los rincones. 182
del ser, el árbol rilkeano abriría un gran capítulo en -~~---",.

mi álbum de metafísica concreta. VII. La miniatura.


VIII. La inmensidad íntima
:; IX ..La dialéctica de lo ele dentro v de lo de
····-- /fuera . ' 268
X. La fenomenología ele lo redondo . 291

3Ul

También podría gustarte