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Índice
1 Advertencias ______________________________________________________2
1.1 Motivante de esta investigación ________________________________________ 2
1.2 Objeto, método y estructura de la presente investigación __________________ 11
1.3 Status quaestionis __________________________________________________ 13
2 Introducción _____________________________________________________16
2.1 La ascensión cognoscitiva platónica ___________________________________ 16
2.2 Génesis del discurso humano _________________________________________ 26
2.3 De la opinión a la ciencia ____________________________________________ 34
3 La « » ___________________________________________________39
3.1 La « » o división como primer momento de la « » _________ 43
3.2 La « » o unificación como segundo momento de la « » _____ 50
3.3 La « » o descenso como tercer momento de la « » _________ 57
3.4 Justificación de la visión unitaria de la dialéctica ________________________ 60
4 Presupuestos fundantes de la « » ____________________________65
4.1 El problema de la determinación del «valor» en la « » ___________ 65
4.2 La idea de Bien como criterio último de valor o emergencia perfectiva ______ 71
5 Conclusión _______________________________________________________79
6 Bibliografía ______________________________________________________87
1
1 Advertencias
2
La importancia histórica de Calcidio y su autoridad en el Occidente latino hasta
el tardo medioevo es enorme ya que «for centuries the West drew its knowledge about
Plato chiefly from this work. During this time Plato’s fate lay, so to say, in the hands of
Calcidius. And, in consequence, the respect paid to Plato was shared by Calcidius. Plato
chiefly meant the Timaeus, and the Timaeus as translated and explained by Calcidius»5
El carácter filosófico de Calcidio es juzgado como substancialmente platónico, aunque
no falten autores que remarquen su carácter ecléctico a causa de la influencia
aristotélica6. Respecto del concepto de «resolutio», sorprendentemente, es calificado por
algún autor como de matriz substancialmente aristotélica7, sin embargo esta afirmación
medieval texts covering authors of the second to the fifteenth centuries. In the near future the
inclusion of Neo-Latin texts will expand its coverage beyond the latter of these chronological
boundaries... The database comprises almost all works published in the Corpus Christianorum,
both the Series Latina and Continuatio Mediaeualis. An important number of works have been
taken from other collections such as the Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum,
Sources Chrétiennes, Migne’s Patrologia, Acta Sanctorum, Analecta Hymnica Medii Aevi.»
4
Packard Humanities Institute, PHI CD-ROM #5.3. Descripción de la obra: «Contains virtually
all classical Latin literature through A.D. 200, together with a few later texts (e.g. Servius,
Porphyry, Zeno, Justinian). As an extra bonus we have also included the following versions of
the Bible: Hebrew, Septuagint, Greek and Coptic New Testaments, Latin Vulgate, King James,
and RSV».
5
Winden, J.C.M. van, Calcidius on Matter.., p. 2.
6
Es pacífica la centralidad platónica en Calcidio, las discusiones de los diversos autores
Bäumker, Prächter, Switalski y otros giran en torno a la consistencia o eclecticidad de la
doctrina calcidiana y también en torno a la fuentes inmediatas de tales doctrinas, pero jamás es
puesto en duda el rol principal platónico en el conjunto de la obra calcidiana (Cf. Winden,
J.C.M. van, Calcidius on Matter..., pp. 5-10).
7
«The first sense of resolution as a kind of division or reduction is derived most purely from
Calcidius’s Commentary on the Timaeus, wich in turn (and less purely seems to be derived
from Aristotle» (Sweeney, Eileen C., «Three notions of resolutio and the structure of reasoning
in a Aquinas», in The Tomist, 58 (1994), p. 206); «Calcidius, however, extracts the notion of
analysis or resolution into material parts and elements from Aristotle and pairs it with
composition, a process which ‘reconstructs’ the complex out of its parts» (ibid. p. 210); Más
adelante la tesis según la cual la doctrina de Calcidio sobre la resolutio sería un puro
aristotelismo es matizada: «Further, the coupling of resolution with recomposition is never
found in Aristotle, but only in Calcidius and in some of Greek commentators on Aristotle;
hence, there must be a source additional to Aristotle himself» (ibid. p. 213). La fuente adicional
de la que se habla no se trata de una fuente de Calcidio (lo que podría habernos hecho pensar en
Platón), sino de una fuente de Santo Tomás, lo que lleva a concluir al autor que es necesario
3
parece exagerada y es posible encontrar ocurrencias del lema «resolvo», en dicho
Comentario al Timeo, de neto corte platónico o neoplatónico, donde la «resolutio» se
entiende como un proceso de ascensión o retorno a las causas últimas de la realidad:
postular una fuente diversa (a saber Calcidio, Amonio, Alejandro de Afrodisia) del mismo
Aristóteles para poder explicar algunos de los sentidos de la «resolutio» tomista. Parece existir
un desconocimiento de parte del autor de la dialéctica Platónica, ya que todo lo que el autor
debe atribuir a los comentadores (Calcidio, Amonio, Alejandro de Afrodisia) para justificar los
aportes «extra aristotélicos» en la noción tomista de resolutio, en realidad, se puede encontrar de
un modo casi literal en Platón, parece al menos extraño, en un estudio de este tipo, que ese
hecho ni siquiera sea destacado. Por otra parte, un defecto notorio del artículo citado es reducir
a un mero aristotelismo, o al menos a una influencia principalmente aristotélica, la noción de
«resolutio» en Calcidio, sería muy fácil de probar mostrando textos paralelos de la dialéctica
platónica que la «resolutio» de Calcidio es substancialmente Platónica (el texto que citamos en
el cuerpo del artículo es más que suficiente), aunque sea innegable la influencia Aristotélica.
Tampoco se entiende el hecho que el sentido de la «resolutio» como mera división se reduzca,
en última instancia, a Aristóteles como fuente. Tal sentido se encuentra perfectamente en Platón
antes que Aristóteles y de los mismos textos de Calcidio se hace más patente la influencia
platónica que aquella aristotélica. Causa hasta un poco de humor la ingenuidad con que el autor
celebra la coincidencia de un texto Tomista (In Pol I, Lec. 1) con el modo calcidiano de hacer la
resolutio, sin conocer que literalmente el ejemplo mismo (no solo el modo como en Calcidio) de
la palabra que se divide en letras se repite varias veces en los diálogos platónicos y en la
República se pueden encontrar pasajes que coinciden casi literalmente con el análisis Tomista.
8
Cetedoc, Cl. 0579, pars 2, cap. 302, pp. 303-304.
4
El platonismo del texto para quien conoce aunque sea mínimamente la dialéctica de
ascensión cognoscitiva de Platón es innegable. También es sorprendente como ya en el
mismo Calcidio se pueden encontrar los dos más importantes sentidos de la «resolutio»
tomista:
9
«Tunc ergo compendio principalibus materiis quattuor sumptis exaedificauerat sermone
mundum, sed quia erat philosophi proprium cuncta quae ad causam pertinent summa cura
mentis et diligentiore examine peragrare, ratio porro asserit subiacere corporum diuersitati
siluae capacitatem, recte rationabiliter que censuit hanc ipsam rationem trahendam usque ad
intellegentiae lucem, difficile opus omnino uel assequi, longe tamen difficilius declarare ac
docere. Talis quippe natura est initiorum, quae neque exemplis demonstrari, nondum his quae
ad exemplum comparentur existentibus, possit nec ex praecedenti ratione aliqua intimari -nihil
quippe origine antiquius-, sed obscura quadam luminis praesumptione, non ut quid sit explices,
sed contra sublatis quae sunt singulis quod solum remanet ipsum esse quod quaeritur
intellegendum relinquas, hoc est, ut uniuersis corporibus, quae intra gremium siluae uarie uaria
formantur mutua ex alio in aliud resolutione, singillatim ademptis solum ipsum uacuum sinum
speculatione mentis imagineris» Chalcidius, Commentarius in Platonis Timaeum, Cetedoc, Cl.
0579, pars 2, cap. 274, p. 278, l. 17. «Consequenter igitur etiam corrumpetur aliquid et
dissoluetur existens in aliud existens, sed non principaliter, uerum ex accidenti, ut si ex
simulacro Liberi patris formam quis transferat in simulacrum Apollinis; uidetur enim hoc
quoque pacto forma in aliam speciem demigrare, sed non proprie, uerum ex accidenti. Similiter
poterit existens quid in non existens corrumpi ac resolui, sed non ut ex corruptela plenus
afferatur interitus proueniat que, ut id quod erat nihil omnino neque uspiam gentium sit» ibid,
cap. 284, p. 288, l. 15. «Si ergo has qualitates et quantitates, etiam formas figurasque uolemus
ratione animi separare, tum demum deliberare, quid sit illud, quod haec omnia inseparabiliter
adhaerens complexum que contineat, inueniemus nihil aliud esse quam id quod quaerimus,
siluam; inuenta igitur est origo siluestris. Et hoc quidem est unum duarum probationum genus,
quod resolutio dicitur» ibid, cap. 303, p. 305, l. 15.
10
En Platón, como veremos, el significado de la «compositio» es múltiple, por un lado es un
proceso que es contemporáneo al mismo proceso divisivo, por otro lado es un proceso
unificante heterogéneamente diverso a la división y por lo tanto no equiparable o reductible a su
contraposición a la división (como sí lo es el primero), sino que la supera y usa la división como
una mera condición para que sea posible el proceso de unificación, en otras palabras, según esta
segunda acepción la « » emerge sobre la « ». La confusión de los dos tipos de
composición, según mi opinión, causa serios problemas, sea en la interpretación de Platón,
como en aquella de Santo Tomás.
5
como el opuesto a la «divisio», es decir como movimiento desde los efectos
hacia la causa y de las conclusiones hacia las premisas, que sigue la
«compositio»11.
11
En este punto los diversos sentidos identificados por Eileen C Sweeney son correctos e
iluminantes, a estos dos enunciados ella agrega un tercero: «resolutio» como opuesto a
«demostratio», como se da en el movimiento práctico desde el fin de la acción hasta la acción en
sí misma considerada (Cf. «Three notions of resolutio and the structure of reasoning in a
Aquinas», in The Tomist, 58 (1994), p. 197-243).
12
«In un altro senso, anteriore (priora; ) si dice ciò che è tale per la conoscenza: e,
questo, è considerato come anteriore in senso assoluto. Le cose che sono anteriori secondo la
nozione sono diverse da quelle che sono anteriori secondo la sensazione. Secondo la nozione
sono anteriori gli universali, secondo la sensazione, invece, sono anteriori i particolari»
Metaphysica 1018 b, 30-35. «dire che un qualcosa sia anteriore e più noto si può intendere
secondo due significati: in effetti, ciò che è anteriore per natura non risulta la stessa cosa di ciò
che è anteriore rispetto a noi, né ciò che è più noto per natura si identifica con ciò che è più noto
a noi. Dicendo “anteriori” e “più noti rispetto a noi” , intendo riferirmi agli oggetti più vicini
alla sensazione; dicendo invece “anteriori” e “più noti assolutamente”, intendo riferirmi agli
oggetti più lontani dalla sensazione. I più lontani di tutti dalla sensazione sono così gli oggetti
massimamente universali, mentre i più vicini di tutti sono gli oggetti singoli: gli oggetti di questi
due tipi, inoltre, risultano contrapposti gli uni agli altri» Analytica Posteriora I (A), 2, 71 b 30 -
72 a 5.
6
por lo que no es un dato menor el hecho que en la traducción del Timeo aunque existan
palabras que en el original griego significan división (es más una «división» de orden
técnico filosófico no solamente del sentido usual, por ejemplo « » en 35b) y que
podrían haber sido traducidas con el lema «resolvo», sin embargo, jamás se hace uso del
mismo. Solo después, en el momento interpretativo del Comentario al Timeo, Calcidio
saca a relucir su vocabulario técnico de la «resolutio» explicando los sentidos de la
división en el Timeo y que en su momento prefirió no traducir con el lema «resolvo».
Creo que esta discriminación del lema «resolvo» de la traducción del Timeo, solo se
puede explicar porque tal lema viene asociado de manera exclusiva con el lema
« », de matriz netamente aristotélica que por no encontrarse en la obra platónica
no permite la aparición de su equivalente latino «resolvo» en la susodicha traducción.
Sin mucha dificultad, después de una atenta lectura del texto, se concluye que el sentido
en el cual es usado el lema «resolvo» es exclusivamente el de división del todo en
partes. Un atento análisis del resto de las ocasiones que aparece dicho lema cofirma que
este sentido de «resolvo» es el único usado por Boecio no solo en el presente texto sino
en toda su obra. Es digno de poner de relieve que aquí (como también en Calcidio) es
usado el ejemplo platónico de la división de las palabras en letras.
Otro hecho histórico significativo y que según mi opinión debe haber ayudado
mucho a consolidar esa especie de equivalencia semántica entre « » y «resolvo»
13
De Arithmetica, II, 1. Migne vol. 63, p. 1113.
7
es la traducción latina del título de la obra aristotélica « » que siempre
es vertida con el lema «resolvo». Ya en una carta de San Gerónimo podemos encontrar
el siguiente testimonio:
Hunc Dialecticum urbis vestrae, et Plautinae familiae columen, non legisse quidem
Aristotelis, non (Praedicamenta De Interpretatione), non
(Resolutiones)....14
Scribit itaque primos resolutorios quos Graeci vocant, qui legendi essent
15
antequam aliquid dialecticae vel apodicticae artis attingerent .
Sed prius de etymologia ipsius nominis, quod est pauca edisseras, non enim
mihi plane patet, necessarium esse video. MAG. a verbo derivatur,
id est resolvo vel redeo; enim re, vero solvo interpretatur. Inde etiam nomen
nascitur , quod in resolutionem vel reditum similiter vertitur. Sed
proprie de solutione propositarum quaestionum dicitur; vero de reditu
divisionis formarum ad principium ejusdem divisionis. Omnis enim divisio, quae a
Graecis dicitur, quasi deorsum descendens ab uno quodam definito ad
infinitos numeros videtur, hoc est generalissimo usque ad specialissimum. Omnis vero
recollectio veluti quidam reditus iterum a specialissimo inchoans, et usque ad
generalissimum ascendens, vocatur. Est igitur reditus et resolutio
individuorum in formas, formarum in genera, generum in , ousiarum in
sapientiam et prudentiam, ex quibus omnis divisio oritur, in easdemque finitur. DISC.
Satis dictum est de etymologia; perge ad cetera17.
14
Hieronymus Stridonensis, Epistolae (C,S). Migne Vol. 22, p. 513.
15
Dialogui in Porphyrium, Dialogus Primus. Migne Vol. 64, p. 0013 d.
16
«quod in prioribus resolutoriis, quae ab Aristotele transtulimus, demonstratum est»
(Cassiodorus Vivariensis, De artibus et disciplinis liberalium litterarum (C)*. Migne vol. 70, p.
1181 b).
17
De divisione naturae, Liber Secundus. Migne vol. 122, p. 0526A-C.
8
La primera cosa significativa es la elección del lema «resolvo» como el mejor vehículo
semántico (en la lengua latina) del significado del lema griego « ». El segundo
hecho relevante es la equiparación de «resolvo» y «redeo» como pareja que expresa los
diversos matices de « ». «Resolvo» apunta preferentemente el aspecto estático de
la resolutio, es decir el acto de encontrar la dependencia causal o fundante que da razón
de la actualidad y estructura de la cosa «resuelta» en los principios fundantes. Por su
parte «redeo» mira ya no tanto ese transparentarse de la cosa «resuelta» en sus
principios, sino el proceso dinámico por el cual se descubre tal dependencia causal, es
decir el «retorno», la «vuelta» al principio o fundamento (de reditu divisionis formarum
ad principium ejusdem divisionis). Es decir que el punto de partida del discurso
(divisionis formarum) es posterior a los principios por los cuales se explica la realidad
de la cual trata el discurso mismo (principium ejusdem divisionis), por eso es necesario
andar para atrás, retornar, volver a los fundamentos o principios.
9
ciertas nociones aristotélicas el lema latino «resolvo»18. En esta suscinta presentación
hemos querido detenernos principalmente en la mediación lingüística, hemos presindido
de la mediación doctrinal que es muy importante en los autores de lengua griega,
principalmente el mismo Aristóteles, y también Plotino, Pseudo Dionisio, Proclo, el
discípulo de Proclo que resume su doctrina en el Liber de Causis, Amonius, Alejandro
de Afrodisia, etc. Toda esta mediación doctrinal de la noción de resolutio también
merecería un detenido análisis mostrando los matices que cada uno aportó en su
formación. Sin embargo todos estos aportes invariablemente reconducen a un punto de
partida, doctrinalmente este punto de partida es Platón, aunque lingüisticamente el
vehículo por medio del cual nos ha llegado la doctrina Platónica es el lema de matriz
netamente aristotélica « ». Esto nos hizo concientes de la necesidad de una
investigación pormenorizada de la principal y primera fuente de la formación de la
noción técnico filosófica tomista de «resolutio» que es Platón. Lo cual nos condujo
indefectiblemente al método platónico, es decir la toma de conciencia y explicitación de
los caminos y modos que, segun Platón, conducen al resultado de decir la estructura
metafísica de la realidad. En esta toma de conciencia, dejando de lado el aporte de
Zenon de Elea, podemos decir que Platón es el primero en plantearse el problema con
una radicalidad y profundidad que marcará profundamente la historia de la filosofía. Si
como dice Gadamer: «Verdaderamente se podría escribir una historia de la metafísica
como historia del Platonismo. Sus estaciones serían Plotino y Agustín, Echhart e
Niccolò da Cusa, Leibniz, Kant e Hegel…»19 , también se podría escribir una historia de
la filosofía en base al método con el cual son determinadas las estructuras metafísicas de
lo real. Dado que el método es siempre el condicionante subterráneo del producto de
cualquier filosofía, esto no quiere decir que lo primero y punto de partida sea el método,
sino por el contrario que todo filósofo tendrá un «modo» de hacer filosofía que
condicionará absolutamente el resultado de sus especulaciones. En este ámbito
parafraseando Gadamer, se podría escribir una historia de la filosofía en base a las
18
Esta elección del lema latino «resolvo» no implica una servil versión de « ». Por
ejemplo en el caso de Guillermo de Moerbeke, hemos comprobado que aunque una buena
porción de las ocurrencias de «resolvo» traduce « », sin embargo no se restringe
estrechamente a ese solo lema, sino que usa como vehículo semántico el lema «resolvo» para
traducir algunos otros lemas además del de « ». La mediación lingüistica llevada a cabo
por los traductores latinos medievales es de gran importancia y merecería un detenido análisis,
ya que ellos son los responsables de una unificación de significados bajo un determinado lema
(en nuestro caso «resolvo»), unificación que no es tal en la lengua original, sino que se
despliega en una diversidad de lemas que no se reducen únicamente al « ».
19
La nuova interpretazione di Platone, Rusconi, Milano 1998, p. 131.
10
tensiones metodológicas, descubiertas por Platón, del «decir la verdad». Tensión
metodológica que es simplemente la consecuencia de la tensión que implica el problema
de la realidad, el problema del ser y la pregunta que ese problema le pone al hombre.
Este problema engendra una tensión por dar una respuesta, que a su vez se encamina
hacia un modo, una estrategia, una manera en concreto de responder al problema puesto
por la realidad. Las fórmulas con las cuales podemos expresar la realidad son variadas,
dependen de nuestra elección y de nuestra situación existencial. El modo o método con
el cual engendramos y concebimos dichas formulas depende también de la tensión que
lo real genera en nosotros (en una determinada situación existencial), convirtiéndose en
pregunta, y que necesitamos aliviar con respuestas. En la historia de la filosofía es fácil
percibir que los grandes pensadores, han encarnado diversas tensiones y esas diversas
tensiones las han resuelto con diversas estrategias. La sensación que uno tiene leyendo a
Platón es la de encontrarse delante de un espíritu extremadamente sensible a los
problemas que la realidad pone y que de un modo sorprendentemente rico y variado (en
cuanto a todos los posibles ámbitos en que la realidad puede poner un problema) ha
sentido profundamente las multifacéticas tensiones por lo real.
11
Platón fuente de autores históricamente posteriores, que de algún modo, concientes o no
(depende de cada caso particular), formularon una versión de la dialéctica (o del método
por medio del cual son determinadas las estructuras de la realidad) que invariablemente
unifica la diversidad de los elementos metodológicos platónicos. Una respuesta positiva
pondría definitivamente de relieve el protagonismo platónico en el punto de partida del
problema del método en la historia de la filosofía y, de modo particular, su rol
determinante en la noción tomista de «resolutio».
12
pero como nuestro estudio apuntaba principalmente a la reflexión platónica explícita
sobre el método, aunque pudiendo ser muy interesante, he prescindido de un mayor
estudio diacrónico de dichas nociones, por el hecho que no hacían directamente al
objetivo del presente trabajo. En cuanto a los apartados introductivos, solamente tienen
esa función, presentar la doctrina platónica del conocimiento y sus exigencias para
poder entender el cuerpo del artículo, por tanto, además de la ya dicha proveniencia
diacrónica de los textos, no se ha puesto especial atención en el problema.
20
Cf. Platos Ideenlehre, Leipzig 19212 (19031).
21
Cf. Studien zur Entwicklung der platonischen Dialektik von Sokrates zu Aristoteles, Leipzig
und Berlin 19312 (Breslau 19171).
22
Cf. Plato’s theory of ideas, Clarendon-Pr, Oxford 1951.
23
Cf. Plato’s Theory of Knowledge, Routledge, London 1960.
13
Entre otros, uno de los primeros Trevaskis24, más recientemente Van Ophuijsen25,
Dorter26, Dixsaut27, Rossetto28 y aunque escribir estudios especialmente dedicado al
tema podemos encuadrar en esta línea interpretativa también a Krämer29, Reale30,
Movia31.
24
Cf. Trevaskis, J. R., «Division and its Relation to Dialectic and Ontology in Plato», in
Phronesis 12, 1967.
25
Cf. Van Ophuijsen, Johannes-M, «The Continuity of Plato's Dialectic: An Afterword», in
Plato and Platonism: Studies in Philosophy and the History of Philosophy, Volume 33, Cath.
Univ. Amer., Washington DC 1999.
26
Cf. Dorter, Kenneth, «The Clash of Methodologies in Plato's ‘Statesman’», in Plato and
Platonism: Studies in Philosophy and the History of Philosophy, Volume 33, Cath.Univ. Amer.,
Washington DC 1999.
27
Cf. Dixsaut, Monique, Métamorphoses de la dialectique dans les dialogues de Platon, Paris
2001.
28
Cf. Rossetto, Cristina, «La dialettica platonica nel ‘Sofista’: ‘Elenchos’ o ‘Diairesis’?», in
Platone e la dialettica, AA. VV. a cura di Piero di Giovanni, Laterza, Roma-Bari 1995.
29
Cf. Krämer, Hans, Platone e i fondamenti della metafisica, Centro di ricerche di Metafisica,
Varese 2001.
30
En el prólogo hecho a Movía en Apparenze essere e verità (Centro di ricerche di Metafisica,
Varese 19942, p. 16) se puede leer la valiosa indicación de Reale sobre dos tipos de errores
interpretativos de la dialéctica diairética del Sofista: «Un errore di natura analoga è quello che
fanno molti studiosi che, consapevolmente o anche inconsapevolmente, leggono la dialettica
diairetica presentata nel Sofista come la dialettica platonica in senso integrale, mentre, in
realtà, il Sofista parla a metà, e lascia tutta una serie di cose non dette o solo indicate per
allusione... ...Si è creduto da molti di poter, in un certo senso, “logicizzare”o “formalizzare” il
discorso dialettico del Sofista, sganciandolo, per così dire, dal discorso metafisico, e quindi
recidendone le radici, che, in realtà, sono assai consistenti e profonde».
31
Cf. Movia, Giancarlo, Apparenze essere e verità, Centro di ricerche di Metafisica, Varese
19942.
32
Cf. «The Socratic Elenchus», The Joumal of Philosophy, 79, 1982; «The Socratic Elenchus»,
Oxford Studies in Ancient Philosophy, 1, 1983.
33
Cf. R. Kraut, «Comments on Gregory Vlastos, The Socratic Elenchus», Oxford Studies in
Ancient Philosophy, pp. 59-70; G. Vlastos, «Afterthoughts on the Socratic Elenchus», Oxford
Studies in Ancient Philosophy, pp. 71-74; Ch. Kahn, «Drama und Dialectic in Plat’s Gorgias»,
Oxford Studies in Ancient Philosophy, pp. 75-121; T.C. Brickhouse - N. Smith, «Vlastos on the
14
radical de rumbo a la interpretación del Elenchus platónico, poniendo en duda la muy
difundida tesis, hasta ese momento, de que el Elenchus no posee metodológicamente
ningún valor positivo que pueda conducir a alcanzar alguna verdad, sino que se limita a
la destrucción dialéctica de las diversas tesis. A este punto es necesario declarar que el
tema del Elenchus, en el presente trabajo, lo dejaremos entre paréntesis o al máximo
será tratado de un modo tangencial. No porque no tenga que ver con nuestra temática,
sino porque excede el objetivo propuesto.
Elenchus», Oxford Studies in Ancient Philosophy, 2, 1984, pp. 185-195; G. Klosko, «The
Refutation of Callicles in Plato’s Gorgias», Greece and Rome, 31, 1984, pp. 126-139; A.M.
Ioppolo, «Vlastos e l’elenchos socratico», Elenchus, 6, 1985, pp. 151-162; R.M. Polansky,
«Professor Vlastos’s Analysis of Socratic Elenchus», Oxford Studies in Ancient Philosophy, 3,
1985, pp. 247-259; J. King, «Elenchus, Self Blame and the Socratic Paradox», The review of
metaphysics, 41, 1987-1988, pp. 105-126; H.H. Benson, «The Problem of the Elenchus
Reconsidered», Ancient Philosophy, 7, 1987, pp. 67-85; Id., «A Note on Eristic and the Socratic
Elenchus», Journal of the History of Philosophy, 27, 1989, pp. 591-599.
34
Este libro datado aproximadamente en el 45 y publicado póstumo por Reale bastante
tiempo después en el 70, en el prologo del cual reconoce, además del valor teorético del
mismo, que hasta ese momento no se había publicado nada mejor en el tema.
15
que ameritaría una enorme y minuciosa tesis de articulación de cada uno de los aspectos
de la dialéctica, con una profunda justificación crítica de cada uno de estos pasajes. Sin
embargo, esto no quita que en el presente trabajo se pueda presentar la estructura
esquemática de dicho proyecto, en lo que serían los pilares del edificio total y orgánico
de la dialéctica, y, de este modo, poner las bases para un ulterior desarrollo.
2 Introducción
Son pocos los textos en Platón que sean tan completo, técnico, e iluminante
sobre el proceso del conocimiento y sus partes como la «Séptima carta»35. En este texto
35
Alguien, con justicia, podría preguntarse por qué usamos un texto del cual se ha discutido la
autenticidad tan ampliamente en el pasado y que todavía hoy, aunque en mucho menor grado,
ya que su autenticidad es casi universalmente reconocida, es contestada todavía por algunos
filólogos. A decir verdad no hay en Platón ningún texto que tenga una mirada tan completa y
amplia sobre el problema del conocimiento y de todos sus elementos y pliegues y que sirva
mejor en el fin de presentar dicho problema en una manera breve y orgánica. El llamado
«Excursus» de la séptima carta es, en este sentido, un resumen precioso en orden a presentar el
Status Quaestionis del problema del conocimiento en Platón. Esto es una consecuencia lógica de
la naturaleza y fin del «Excursus». Siguiendo a Gadamer (Cf. «Dialettica e sofistica nella
Settima lettera di Platone», in id., Studi platonici, vol. I, Marietti, Casale Monferrato 1983, pp.
243-245) sostengo que dicho «Excursus» sería una especie de discurso introductivo y
pedagógico, por tanto profundamente metodológico, en el cual se presentan de una manera
sintética todas las dificultades que presenta el alcanzar la sabiduría, es decir el conocimiento
verdadero. Este carácter de especulación metodológico-pedagógica le da una amplitud reflexiva
única, es como si por un momento Platón hiciera un paso atrás y contemplara todo el conjunto
del proceso dinámico que implica alcanzar la sabiduría y se propusiese advertir a sus discípulos
de las posibles dificultades que pueden hallar y los posibles errores que pueden cometer,
cualquiera de los cuales los apartaría definitivamente del fin propuesto. Es por eso, siguiendo
siempre a Gadamer, que tal «Excursus» sería una especie de discurso propedéutico a las
enseñazas platónicas, repetido muchas veces en la enseñaza oral de Platón y que ha sido puesto
por escrito en la séptima carta. Ese paso atrás reflexivo de Platón le permite incluir elementos,
de un fuerte sabor existencial, que normalmente no son considerados en los clásicos pasajes que
es tratado de lleno el problema del conocimiento. De este género son tanto las reflexiones
lingüísticas sobre la dificultad que crea el discurso humano a la hora de buscar la verdad y
también el rol esencial del empeño del hombre en dicha búsqueda. Existe un punto, sin
16
se condensan todos los elementos del conocimiento y se presenta la descripción y
articulación dinámica de cada elemento en el orden ascensional que a cada uno le
compete. Presentemos el texto en lo que a nosotros nos interesa para después hacer los
comentarios pertinentes a nuestra temática:
Ciascuna delle cose che sono ha tre elementi attraverso i quali si perviene a conoscerla;
quarto è la conoscenza; come quinto si deve porre l’oggetto conoscibile e veramente
reale (l’idea). Questi sono gli elementi: primo è il nome ( ), secondo la definizione
(o discorso definitorio ), terzo l’immagine ( ), quarto la scienza ( ).
Se vuoi capire quello che dico, prendi un esempio, pensando che il ragionamento che
vale per un caso, vale per tutti:
Cerchio è una cosa che ha un nome, appunto questo nome che abbiamo ora
pronunciato.
Il secondo elemento è la sua definizione, formata di nomi e di verbi: quella
figura che ha tutti i punti estremi ugualmente distanti dal centro, questa è la
definizione di ciò che ha nome rotondo, circolare, cerchio.
Terzo è ciò che si disegna e si cancella, che si costruisce al tornio e che perisce;
nulla di tutto questo subisce il cerchio in sé, al quale si riferiscono tutte queste
cose, perché esso è altro da esse.
Quarto è la scienza ( ), l’intuizione intellettuale ( ) e la retta
opinione intorno a queste cose: esse si devono considerare come una sola cosa,
17
perché non risiedono né nelle voci né nelle figure corporee, ma nelle anime,
onde è evidente che la conoscenza è altra cosa dalla natura del cerchio e dai tre
elementi di cui ho già parlato. La intuizione è, di esse, la più vicina al quinto
per parentela e somiglianza: le altre ne distano di più36.
36
«
»
(Epist. 7, 342 a-d).
37
Cf. Levi, Adolfo, Il Problema dell'errore nella metafisica e nella gnoseologia di Platone,
Liviana, Padova 1970, p. 194.
18
verdadera) hay una especie de puente que pone en contacto ambos es el intelecto o
intuición intelectual que es el acto en el cual el alma de alguna manera hace presente de
un modo más perfecto y no discursivo el objeto de conocimiento, o Idea.
Lo stesso vale per la figura diritta e per la figura rotonda, per i colori, per il buono per il
bello per il giusto, per ogni corpo costruito o naturale, per il fuoco per l’acqua e per
tutte le altre cose simili a queste, per ogni animale, per i costumi delle anime, per ogni
cosa che si faccia o si subisca. Perché non è possibile avere compiuta conoscenza, per
ciascuno di questi oggetti, del quinto, quando non si siano in qualche modo afferrati
gli altri quattro. Queste cose (queste forme di conoscenze), del resto, si sforzano di
chiarire col debole mezzo dei discorsi la qualità di ogni cosa non meno del (vero) essere
di ciascuna.; perciò nessuno, che abbia senno, oserà affidare a questa inadeguatezza dei
discorsi quello ch’egli ha pensato, e appunto ai discorsi immobili, come avviene
quando sono scritti38.
Vemos claramente como los límites del conocimiento comienzan a delinearse. Por un
lado se afirma la inadecuación de la razón discursiva para expresar sea la cualidad como
el ser de los objetos de conocimiento. Por otro lado claramente se afirma que no es
posible un conocimiento acabado de cualquier cosa sino cuando son «aferrados» los
elementos que forman el discurso humano. De modo que el conocimiento humano
queda en la inestable situación de que la imperfección constitutiva de los elementos no
le permite alcanzar con plenitud su objeto. Sin embargo, contemporáneamente, esos
mismos elementos imperfectos son el único medio posible para alcanzar la aprensión de
algo que se hace presente al conocimiento, mediado por dichos imperfectos elementos,
pero que no se deja aferrar en plenitud de manera absoluta, a causa de la antedicha
imperfecta constitución de los elementos del discurso. Veamos ahora en que consiste la
imperfección constitutiva de cada uno de los elementos de la razón discursiva. Esta
imperfección constitutiva se basa en una inadecuación para aferrar plenamente el
quinto elemento, que es una especie de límite inalcanzable en su pureza original, pero
38
«
19
que de una manera imperfecta cada uno de estos elementos nos revela algo de su
naturaleza:
Un discorso che non finisce mai si dovrebbe poi fare per ciascuno dei quattro, a
mostrare come sono oscuri; ma l’argomento principale è quello al quale ho accennato
poco fa, e cioè che, essendoci due princìpi, l’essente ( ) e la qualità (o il «che cosa
sia», qualis latino, ), mentre l’anima cerca di conoscere non la qualità, ma ciò
39
«
» (Epist. 7,
343 a-b).
40
Cf. Gadamer, «Dialettica e sofistica...», p. 251.
41
Cf. Gadamer, «Dialettica e sofistica...», p. 253 y 259.
42
« , , Ion. , , of what nature? of what sort? Lat. qualis? used in questions:-
in Hom. expressing surprise and anger, what manner of speech hast
20
che è ( ), ciascuno degli elementi le pone innanzi, nelle parole e nei fatti, quello
che essa non ricerca; in tal modo ciascun elemento, quello che si dice o che si mostra ce
lo presenta sempre facilmente confutabile dalle sensazioni, e riempie ogni uomo di una,
per così dire, completa dubbiezza e oscurità43.
» (Epist. 7,
343 b-c).
44
El sentido del platónico plantea un problema exegético, la traducción literal sería «lo
que», sin embargo después de un recorrido por todas las ocurrencias de la formula en Platón se
llega a la clara conclusión que significa un algo, un que existente en concreto. La mayoría de los
traductores lo vierten como: «lo que es» o «lo real». El texto que ahora analizamos también
confirma esta visión ya que contrapone el a la pura cualidad , de modo que para
que tal contraposición se mantenga el no puede significar un puro «lo que», sino que
debe añadir algo más, eso es justamente el existir en concreto. Existe un texto precioso en el
cual Platón analiza explícitamente el significado del « »: «Ma questo però è chiaro: che ‘ciò
che non è’ non si può riferire a qualche cosa che sia compreso fra le cose che sono. TEET. E
come si potrebbe? LO STR. Se dunque non si può riferire a quanto indichiamo con il ‘che è’ (
), non sarebbe giusto porlo in relazione neppure a ciò che noi indichiamo col ‘qualche cosa’
( « »). TEET. E perché? LO STR. Anche questo è chiaro per noi, e cioè che anche il
‘qualche cosa’( « »), questa espressione, noi l’usiamo, ogni volta che l’usiamo, per qualche
cosa che è; dire il solo ‘qualche cosa’, nudo, staccato da tutte le cose che sono, è impossibile.
Non è vero? TEET. Impossibile.» (Sofista 237c-d). En este caso el no es contrapuesto a la
pura cualidad, sino que es contrapuesto a la nada de modo que es fuertemente subrayada la
imposibilidad de prescindir de la existencia cuando es usada dicha expresión. De modo que usar
en Platón el , en sentido técnico, implica invariablemente referirse a un «que» siendo en
la realidad.
21
que es» y la «cualidad». La tensión del alma se orienta a descubrir el « », sin
embargo cada uno de los cuatro elementos de la « » en sí mismo considerado
esconde el « », y encarna una tensión en cierto modo contraria a éste,
presentando al alma algo que ella misma no busca. Interpretamos nosotros que aquello
que ella misma no busca y que presentan los cuatro elementos de la « » es la
cualidad. De modo que los cuatro elementos, en oposición al quinto que es lo real, son
englobados en el género cualidad, esta calificación se les da en razón de su deficiencia
funcional: considerando lo que de sí mismos presentan al alma y por eso mismo lo que
esconden al alma de lo real. En cuanto estos elementos participan de la idea en sí que
quieren mostrar y no se presentan a sí mismos, sino que por medio de la intuición
intelectual ( ) hacen presente el objeto, mantienen la tensión por el « ». Si esa
tensión cae, y se manifiesta la realidad de cada uno de los elementos en sí mismos
considerados, que son siempre mezcla impura del objeto y de aquello que tienen de
propio, el discurso se vuelve dudoso porque se pone de manifiesto la inestabilidad
propia de cada uno de estos elementos. En otras palabras, y arriesgando una
interpretación, lo que genera dudas no es la realidad que el discurso quiere expresar por
medio de fórmulas, en la medida que estas fórmulas trasparentan esa realidad, sino que
por el contrario lo que genera dudas es cuando estas fórmulas dejan de transparentar la
realidad y se muestran a sí mismas como objeto y como radicalmente inadecuadas para
expresar la realidad que buscan transparentar. Vemos justamente en la continuación del
texto una fuerte confirmación de esta interpretación:
E dunque, là dove per una cattiva educazione non siamo neppure abituati a ricercare il
vero e ci accontentiamo delle immagini che ci si offrono, noi ci rendiamo ridicoli gli
uni di fronte agli altri, gli interrogati di fronte agli interroganti, capaci di disperdere e
confutare i quattro; ma quando vogliamo costringere uno a rispondere e a rivelare il
quinto, uno che sia esperto nell’arte di confutare può, quando lo voglia, avere la
vittoria, e far apparire alla gran parte dei presenti che chi espone un pensiero o con
discorsi o per iscritto o in discussioni, non sa alcunché di quello che dice o scrive; e
questo avviene appunto perché quelli che ascoltano ignorano talvolta che non è
l’anima di chi scrive o parla che viene confutata, ma la imperfetta natura di ciascuno
dei quattro45.
45
«
»
(Epist. 7, 343 c-e)
22
La misma idea se repite, pero ahora expresada con matices que profundizan la
interpretación dada. Si existe alguno que en la discusión se contenta con las imágenes,
es decir con aquello que los cuatro elementos muestran cuando se muestran a sí mismos,
entonces este se vuelve ridículo y fácil de refutar porque lo que es refutado son los
elementos del discurso que utiliza, que se ponen como objeto de conocimiento y no
como vehículo de aprendizaje de la realidad. Es por eso que cuando alguno que es
experto en el arte de refutar, revelando el quinto elemento que es la realidad, puede
mostrar fácilmente que quien hace el discurso basado en imágenes, discursos, escritura
o discusión (es decir tomando los cuatro elementos por objeto y no por vehículos de la
realidad) no sabe de qué habla o escribe. Porque la realidad de estos elementos tiene
toda su razón de ser en la medida que transparenta el quinto elemento que es lo real. Sin
embargo la refutación no prueba la absoluta inutilidad de los pensamientos, discursos,
escritos o discusiones, lo único que prueba es la inestable inadecuación de estos
elementos para expresar lo real46. De modo que cuando alguno es refutado en sus
palabras «no es su alma la que es refutada sino la imperfecta naturaleza de los cuatro
elementos de su discurso». En el alma por medio del acto de la intuición intelectual
( ) de algún modo el objeto, lo real, es presente de una manera netamente superior al
discurso.
Finalicemos ahora el texto de la séptima carta, que revela un giro final un tanto
inesperado:
Solo trascorrendo continuamente tra tutti questi, salendo e discendendo per ciascuno di
essi, si può, quando si ha buona natura, generare a gran fatica la conoscenza di ciò che
a sua volta ha buona natura. Se invece uno non ha una natura buona, come avviene per
la maggior parte degli uomini, privi d’una naturale disposizione ad apprendere e
incapaci di vivere secondo i cosiddetti buoni costumi, e questi sono corrotti, neppure
Linceo potrebbe dar la vista a gente come questa. In una parola, chi non ha natura
congenere alla cosa, né la capacità d’apprendere né la memoria potrebbero renderlo tale
(ché questo non può assolutamente avvenire in nature allotrie); perciò quanti non sono
affini e congeneri alle cose giuste e alle altre cose belle non giungeranno a conoscere,
per quanto è possibile, tutta la verità sulla virtù e sulla colpa, anche se abbiano capacità
d’apprendere e buona memoria chi per questa e chi per quella cosa, né la conosceranno
quelli che, pur avendo tale natura, mancano di capacità d’apprendere e di buona
memoria. Infatti insieme si apprendono queste cose, e la verità e la menzogna
dell’intera sostanza, dopo gran tempo e con molta fatica, come ho detto in principio;
46
Es bastante común en inteligencias profundamente intuitivas y poco discursivas que después
de haber tenido una intuición, cuando se busca expresarla con palabras, se siente la ridiculez de
aquello que se está diciendo en confronto con la intuición originaria, o, por otro lado, se
experimenta la incapacidad de encontrar las palabras adecuadas que expresen tal intuición.
23
allora a stento, mentre che ciascun elemento (nomi, definizioni, immagini visive e
percezioni), in dispute benevole e in discussioni fatte senza ostilità, viene sfregato con
gli altri, avviene che la saggezza e l’intellezione di ciascuno brillino a chi compie tutti
gli sforzi che può fare un uomo47.
En todo este texto podemos encontrar una serie de condicionantes del conocimiento
verdadero (o conocimiento de las cosas verdaderas: verdad, mentira, virtud, culpa):
47
«
»
(Epist. 7, 344 a-c).
24
El cuarto condicionante, al cual se le une íntimamente el tercero (la condición
moral virtuosa del sujeto), aunque se lo puede distinguir de este último, es la
necesidad del empeño y del esfuerzo humano para conocer la verdad. La verdad
solo se conoce después de un gran trabajo, superando dificultades y fatigas. De
modo que sólo en quien se ha empeñado en superar todas estas dificultades
brillen la sabiduría ( ) y el intelecto ( ). Ante lo sugestivo del texto
no podemos dejar de indicar el rol decisivo de la voluntad y de la libertad para
poder alcanzar la verdad.
Todo el camino que lleva a la verdad está condicionado por una serie de requisitos sin
los cuales dicho camino se trunca. Creo sea posible dividir los requisitos enunciados en
dos grupos:
Formales podemos considerar al primer y segundo requisito (el uso de los cuatro
elementos y la buena disposición del sujeto, capacidad de aprender y memoria),
porque dan la estructura del acto del conocimiento prescindiendo de cual sea el
motor de su ejecución.
Al tercero (la condición moral virtuosa del sujeto48) y al cuarto (el empeño
humano) los llamaremos agentes de la realización existencial de la verdad. En
otras palabras, menos técnicas y con un riesgo menor de anacronismo, el motor
que guía y empuja en orden a que la verdad pueda ser alcanzada. Pero que al
final es más importante porque hace que la verdad humana exista de hecho como
fruto de la virtud y del empeño de la voluntad.
A modo de conclusión diremos que este breve trozo de la séptima carta de Platón nos ha
dado una profunda y articulada panorámica de la « » platónica. Que en sentido
estricto es la ciencia, y en sentido amplio es la razón discursiva (porque incluye dentro
de sí la opinión verdadera). Es claro que la misma « » es el eje de todo el texto
sobre el cual se articula dinámicamente el proceso de ascensión a la verdad. Esto nos ha
dado la ventaja de una apretada y técnica exposición acerca del funcionamiento de la
razón discursiva y de la articulación de todo su funcionamiento en orden a la
consecución de la verdad. Sin embargo, debido a que nuestro punto de partida ha sido la
dinámica de ascensión cognoscitiva de una razón discursiva ya funcionante y en acto, en
48
La virtud en cuanto es una condición natural del sujeto podría pertenecer más al primer grupo
que al segundo, en cuanto es fruto del empeño y de la libre elección pertenece más al segundo
que al primero.
25
razón de esto, esta panorámica introductiva ha dejado un punto oscuro: el origen del
discurrir humano. En otras palabras, nos falta todavía responder ¿cómo surge el
discurso articulado en el alma humana?
Son varios los elementos que dan nacimiento al discurso intelectual, sea en forma
de opinión o ciencia, comencemos nuestro análisis por aquellos que generan la opinión:
SOCR. Ma la nostra opinione non nasce sempre dalla memoria e dalla sensazione e così
pure il nostro sforzo per farci una opinione? PROT. Proprio così 50.
uno, avuta sensazione di qualche cosa, perché l’abbia veduta o udita o in altro modo
percepita, ecco che costui, per via di questa cosa, si fa a pensarne un’altra della quale
s’era dimenticato e a cui quella si avvicinava o per somiglianza o anche per
dissomiglianza. Cosicché, come dicevo, delle due l’una: o noi siamo nati già
conoscendo quelle idee e ne conserviamo la conoscenza durante la vita tutti quanti,
oppure, in séguito, quelli i quali diciamo che apprendono, non fanno altro costoro che
ricordarsi, e questo apprendimento sarà appunto reminiscenza 51.
49
Por discurso entendemos el producto de la razón discursiva, sea opinión, sea ciencia.
Poniendo, por medio de esta palabra discurso, el acento en el carácter de fórmula que es
afirmada y sustentada por el hombre y prescindiendo momentáneamente de su valor veritativo
como opinión o como ciencia. Por supuesto, prescindiendo también, por ahora, de aquello que
da valor veritativo y que hace pasar de una opinión a una aserción científica.
50
Phil. 38 a.
51
«
» (Fhaed. 76 a).
26
pensamientos la memoria, esto en razón que las sensaciones por sí mismas no pueden
presentar nada estable52. Es más cuando la opinión se funda en la sensación o se mezcla
con la sensación, y no meramente toma ocasión de ella para comenzar a existir,
entonces tal opinión se llama «apariencia»:
E d’altra parte, noi per certo sappiamo che nei discorsi c’è... TEET. Che cosa? LO STR.
L’affermazione e la negazione. TEET. Lo sappiamo. LO STR. E quando ciò si realizza
nell’anima, come pensiero, in silenzio, sai tu come chiamare questo fatto altrimenti che
opinione? TEET. E come se non così? LO STR. E quando tale affezione si verifica, in
qualcuno, non più per sé ma sulla base della sensazione è possibile chiamarla senza
errore altrimenti che ‘apparenza’? TEET. Non è possibile. LO STR. Poiché dunque
abbiamo visto che il discorso è vero e falso, e poiché, fra i discorsi, il pensiero noi
vedemmo che è una conversazione che l’anima fa con se stessa, e poi l’opinione è la
conclusione del pensiero e vedemmo pure che quando diciamo la parola ‘appare’ v’è
una mescolanza di sensazione e di opinione, è certo necessario anche ammettere che
essendo le apparenze congeneri al discorso, alcune di esse e qualche volta siano false.
TEET. Come no? LO STR. Ti rendi conto allora che abbiamo trovato l’opinione falsa e
il discorso falso prima di quanto poco fa prevedevamo, tanto da temere, poco fa, di
compiere un’opera completamente vana conducendo questa ricerca? 53.
Es decir que cuando la opinión se verifica «no por sí misma sino en base a la
sensación» es simplemente «apariencia» ( ). Del mismo modo que cuando para
expresar una opinión decimos «parece» ( ) seguramente hay una mezcla de
opinión y sensación que hacen que ulteriormente la opinión sea falsa. Esto confirma el
hecho que la sensación es una mera ocasión para que pueda suscitarse la reminiscencia
que es la última fuente segura de la opinión verdadera. Opinión verdadera, que es tal,
cuando surge por sí misma, el problema se encuentra en determinar la naturaleza de ese
52
«Io penso, per esempio, a questo: hanno qualche verità vista e udito per l’uomo, o è proprio
come ci ripetono continuamente anche i poeti, che noi non udiamo e non vediamo niente di
preciso? E sì che se proprio questi due, fra i sensi del corpo, non hanno niente né di preciso né
di sicuro, tanto meno gli altri; perché tutti gli altri ammetterai che sono più deboli di questi. O
non ti pare che sia così? - Ma certo, disse.» (Fhaed. 65 b-c).
53
«
27
«surgir por sí misma». Descartamos que sea en el plano dinámico, el proceso por el cual
la opinión surge no puede darse sin la sensación, porque aunque sea mera ocasión la
sensación se presenta como condición sine qua non del surgir de la opinión. Esto nos
deja una sola opción: el «surgir por sí misma» de la opinión verdadera tiene que ser
interpretado al nivel estructural de la misma opinión, es decir que la opinión verdadera
abreva en sus contenidos solamente en la fuente de la reminiscencia. Es decir que tiene
como causa formal54 únicamente la reminiscencia y en el plano formal (o plano de los
contenidos) no participa en nada la sensación. Todos los contenidos surgen por sí
mismos de la reminiscencia y en ese surgir, al nivel de los contenidos, en nada participa
la sensación, de modo que si la sensación fuese más allá de su mera función dinámica
de ser ocasión del surgir de la opinión y comenzase a aportar de sí misma al nivel de los
contenidos, entonces ya no tendríamos opinión verdadera sino simplemente apariencias.
54
Permítasenos un lenguaje de matriz aristotélica que aún a riesgo de poder ser considerado
anacrónico expresa con mucha mayor precisión lo que queremos decir.
55
«SOCR. A me pare che in tali circostanze l’anima nostra assomigli ad un libro. PROT.
Come? SOCR. La memoria, che opera in coincidenza colle sensazioni, e quelle affezioni che si
verificano in tale processo paiono a me in tale occasione quasi scrivere nelle nostre anime dei
discorsi; e quando questo complessivo processo di affezioni scrive il vero allora ne risultano in
noi opinioni vere e discorsi veri ma quando un tale interno scrivano scrive il falso ne risulta
l’opposto della verità. PROT. Pare assolutamente così anche a me e [b] accetto ciò che tu hai
affermato in questi termini. SOCR. Accetta allora anche questo: in tali circostanze v’è nelle
nostre anime anche un altro artefice. PROT. Quale? SOCR. Un pittore, il quale dopo lo scrivano
disegna nell’anima rappresentazioni delle cose dette. PROT. Come e quando dobbiamo dire che
operi questo nuovo artefice per parte sua? SOCR. Quando qualcuno avendo allontanato dalla
vista o da qualche altro senso gli oggetti delle opinioni e dei discorsi di allora, in se stesso
contempla in qualche modo le rappresentazioni di ciò che fu opinato e [c] detto. Forse che ciò
non avviene in noi? PROT. Moltissimo avviene.» (Phil. 38 e 39 c).
28
E allora, quando a uno, veduta una cosa, viene fatto di pensare così: "Questa cosa che
ora io vedo tende a essere come un’altra, e precisamente come uno di quegli esseri che
esistono per se stessi, e tuttavia ne difetta, e non può essere come quello, e anzi gli
rimane inferiore"; ebbene, chi pensa così, non siamo noi d’accordo che colui ha da
essersi pur fatta dapprima, in qualche modo, un’idea di quel tale essere a cui dice che la
cosa veduta s’assomiglia, ma da cui è, in paragone, difettosa? - Necessariamente56.
56
«
» (Fhead. 74 d-e)
57
Cf. p. 50.
58
Theet. 155 d.
59
Cf. Metaphysica 982 b.
60
«
» (Polit. 285b).
29
intelecto de recoger lo idéntico, lo semejante teniendo delante de la multiplicidad que
por medio de sus muy variadas desemejanzas es capaz hasta de confundir la mirada
( ), confusión que se disipa en la recolección de todas las características
afines en una única semejanza ( ). Esta unificación se lleva a cabo por
medio de la razón discursiva, que confronta las semejanzas y desemejanzas de la
multiplicidad de lo real (presentado fenomenológicamente por la sensación) y que
finalmente es capaz de expresar tal unidad por medio del discurso ( ), teniendo
como último fundamento de dicho proceso el o intuición intelectual. Es así que se
establece una especie de flujo dinámico desde la dispersiva multiplicidad de la
sensación, capaz de confundir la mirada, que desapareciendo gracias a la actividad
unificante del intelecto da lugar al nacimiento del contrario la sabiduría y la
reminiscencia:
Come infatti quando qualche cosa si perde e scorre via sempre di necessità l’opposta
affluisce e prende il suo posto, così la reminiscenza è l’affluire della saggezza
( ) perduta62.
61
De hecho deriva de en el cual entre sus significados podemos encotrar también el
sentido de recoger, es decir una cierta actividad unificante.
62
«
» (Leg. 732 b).
30
subsistente en sí) e intuición intelectual engendra y da punto de partida proceso
dialéctico de ascensión cognoscitiva. Proceso que da nacimiento, a su vez, a la
necesidad de dar una explicación mediante un discurso ( ) y comienza el flujo
(también dialéctico) de ascensión que culmina en la sabiduría ( ) y que debe
estar permanentemente sostenido en tensión por la presencia de los dos polos dialécticos
del discurso. Por un lado la apariencia ( ), que puede tomar forma de sensación
(pero que no se reduce a la sensación) o de cualquier parte del discurso que en su
presentarse aparente le muestra al alma «aquello que ella no busca» y que en cuanto
parte del discurso es englobado por Platón como «cualidad» ( ). El otro polo
dialéctico es la realidad (o el «siente»: ) que se hace presente por medio de la
intuición intelectual ( ) y siempre mantiene la tensión por «lo que es» ( ) que
en definitiva constituye lo que el alma busca. Por eso el discurso, que es el medio de
ascensión a la sabiduría, estará siempre tenso hacia algo que él busca presentar pero que
por su misma naturaleza impura termina por esconder.
Finalmente tenemos que poner de manifiesto un elemento que casi siempre por
obvio y descontado pasa desapercibido. Porque, como ya sabemos, en filosofía las cosas
más simples, evidentes, obvias y desapercibidas suelen ser las más difíciles de aferrar y
a la postre también suelen ser los principios fundantes más profundos de la realidad.
Este elemento que hace surgir el discurso lo habíamos encontrado en la citación del
Filebo con la que hemos abierto este capítulo: «¿Nuestra opinión no nace siempre de la
memoria y de la sensación como también de nuestro esfuerzo ( ) por hacernos
una opinión?». Este esfuerzo, que es también un condicionante del nacimiento del
discurso, en griego es expresado con el infinitivo del verbo « »63 que es
usualmente traducido como esfuerzo o fatiga, pero tiene el sentido original de «poner
las manos encima de», «intentar», «hacer un intento» o finalmente «atacar», «asaltar».
En definitiva es un «impulso» o «intento» que encuentra una resistencia fatigosa, por lo
que implica un empeño o esfuerzo de quien realiza dicho intento. Veamos ahora como
continúa el texto del Filebo citado más arriba:
Ora pensiamo necessariamente che per queste cose noi ci comportiamo così? PROT.
Come? SOCR. Spesso a chi guardi da lontano oggetti che di là non vede con assoluta
chiarezza accade di voler giudicare ciò che vede, non diresti? PROT. Direi. SOCR. Ma
dopo di ciò un uomo in tale situazione non farà a se stesso questa domanda? PROT.
Quale? SOCR. "Che cosa mai è ciò che mi appare in piedi davanti [d] a quella roccia,
63
« , f. ,( ) to put one's hand in or to a thing, to attempt it, c. dat. rei, Eur., huc.;
c. inf., Xen., etc.: absol. to make an attempt or beginning, Soph., Thuc.2. to lay hands on,
attack, assail, Id., Xen. Hence » (Liddell and Scott's…).
31
sotto quell’albero?" Credi che dirà così a se stesso un uomo vedendo in qualche
occasione ciò che a lui appare nelle circostanze di cui s’è parlato? PROT. Certo. SOCR.
E allora, dopo aver detto così egli, come rispondendo a se stesso, dirà che è un uomo? E
dirà bene? PROT. Senza dubbio, almeno a mio parere. SOCR. E, andando poi fuori
strada, forse dirà a se stesso che l’oggetto veduto è una statua, opera di qualche pastore.
PROT. Proprio così. SOCR. E se c’è qualcuno con lui egli esprimendo con la voce
quanto aveva detto a se medesimo ripeterà a quello che gli è presente queste stesse
cose? E’ proprio così che risulta anche come discorso ciò che noi allora chiamavamo
‘opinione’? PROT. Senza dubbio64.
En primer lugar Platón nos muestra una situación en la cual la sensación no presenta el
objeto con una precisión suficiente como para emitir un juicio cierto: «Quien mira de
lejos objetos que no ve con absoluta claridad». Sin embargo, a pesar de eso, el juicio se
emite de todos modos, la razón es que «acontece querer juzgar aquello que se ve». Se
muestra claramente que lo que empuja al juicio es una necesidad del hombre por darse
una explicación de la realidad que se le presenta. La percepción de la insuficiencia de la
presentación (no se veía con absoluta claridad) respecto del juicio emitido y la posible
inadecuación de éste respecto de la realidad hace percibir una apertura de posibilidades
que no se fija con el primer juicio. Por el contrario esta posible inadecuación de origen a
la posibilidad de la tesis contraria: «tal vez eso que parecía un hombre era una estatua
hecha por pastores». Ahora bien, como concluye Platón, este discurso nacido de una
«explicación provisoria» y que da lugar a múltiples posibilidades es lo que llamamos
opinión.
64
«
» (Phil. 38 c-e).
32
empeño y en la elección que significa darse a sí mismo una explicación, una visión del
mundo por medio de juicios. Esto era relativamente fácil de entender para un griego, o
al menos más fácil de entender que para nosotros, ya que en la misma lengua griega el
juzgar: « » significa tanto discernir, separar, distinguir como elegir, decidir,
escoger, optar. Finalizo con un texto, que aunque sea muy conocido, muestra claramente
que es esencial al hombre en cuanto hombre darse a si mismo una explicación, una
visión de la realidad:
Perché su tali questioni a me pare, o Socrate, come forse anche a te, che avere in questa
nostra vita una idea sicura, sia o impossibile o molto difficile; ma d’altra parte non
tentare ogni modo per mettere alla prova quello che se ne dice, e cessare di insistervi
prima di aver esaurita ogni indagine da ogni punto di vista, questo, o Socrate, non mi
par degno di uno spirito saldo e sano. Perché insomma, trattandosi di tali argomenti,
non c’è che una cosa sola da fare di queste tre: o apprendere da altri dove sia la
soluzione; o trovarla da sé; oppure, se questo non è possibile, accogliere quello dei
ragionamenti umani che sia se non altro il migliore e [d] il meno confutabile, e,
lasciandosi trarre su codesto come sopra una zattera, attraversare così, a proprio rischio,
il mare della vita: salvo che uno non sia in grado di fare il tragitto più sicuramente e
meno pericolosamente su più solida barca, affidandosi a una divina rivelazione. E così
dunque, anche ora, io non avrò scrupolo a interrogarti, dal momento che tu stesso me lo
dici; e tanto meno avrò da incolparmi in séguito di non averti detto ora quello che avevo
nel cuore. Perché veramente, o Socrate, le ragioni dette fin qui, da che io sto indagando
meco medesimo e con questo nostro amico, non mi pare che soddisfino del tutto66.
65
« , Lat. cerno, to separate, part, put asunder, distinguish, Il., Xen. II. to
pick out, choose, Hom., Hdt., Att.:-Med. to pick out for oneself, choose, Hom., etc.:-Pass. to be
chosen, Il.; pf. and aor. i part. picked out, chosen, Hom. III. to decide
disputes, Id., Hdt., etc.; to judge crooked judgments, i.e. to judge
unjustly, Il.; they decide the question by shouting, not by voting,
Thuc.; to decide a contest for a prize, Soph., etc.; to decide their contest, i.e. judge
them, Eur.:-Pass. and Med., of persons, to have a contest decided, come to issue, Hom., etc. 2. to
adjudge, Soph. 3. to judge of, estimate, judging of
him by myself, Dem.:-Pass., Hdt. 4. to expound, interpret dreams, Id.,
Aesch., etc.: so in Med., Il. 5. c. acc. et inf. to decide or judge that, Hdt., Att. 6. c. inf. only, to
determine to do a thing, N.T. IV. to question, Soph. 2. to bring to trial, accuse, Xen., etc.:-Pass.
to be brought to trial, Thuc., etc. 3. to pass sentence upon, to condemn, Soph., Dem.» (Liddell
and Scott's…).
66
«
33
2.3 De la opinión a la ciencia
manifestare il proprio pensiero, mediante la voce, con verbi e nomi, effigiando nelle
parole che fluiscono dalle labbra, come in acqua o specchio, l’immagine dell’opinione.
Non ti pare che ragione sia qualche cosa di simile? TEET. Mi pare. Certo chi fa codesto
diciamo che ragiona. SOCR. Però codesto, cioè significar con parole che opinione ha
uno di una data cosa, chiunque, più o meno prontamente, se non è muto e sordo di
natura, è capace di farlo. E, in questo senso, tutti coloro che hanno una giusta opinione,
[e] è evidente che tutti quanti l’avranno accompagnata da ragione; e quindi non ci sarà
mai giusta opinione scompagnata da conoscenza69.
» (Phaed. 85 c-b).
67
Confronar el apartado anterior: Soph. 263 e - 264 b, p. 53.
68
«
» (Theet. 206 c).
69
«
34
La conclusión es clara y determinante el simple hecho de hacer un discurso no lo
convierte en conocimiento.
El segundo significado:
Teeteto: mentre invece non è possibile che dica cosa veruna a norme di conoscenza chi
prima non sia penetrato a fondo di ciascuna cosa, insieme con vera opinione, attraverso
gli elementi che la compongono; che è quel che già dicemmo precedentemente. TEET.
Dicemmo così infatti. SOCR. E così anche del carro noi possiamo, sì, aver giusta
opinione; ma solo chi riesca, scorrendo per quei suoi cento pezzi, a definirne l’essenza,
solo colui alla opinione vera avrà aggiunta, con codesto, anche la ragione; e della natura
del carro, anziché una mera opinione, avrà insieme scienza e conoscenza, essendo
penetrato fin dentro al tutto attraverso gli elementi70.
Sin embargo, también para esta segunda propuesta la respuesta será negativa, no se
arriba al conocimiento ( ) «recorriendo toda la serie de los elementos hasta
71
alcazar el entero» . El argumento que esgrime es difícil de identificar en primer lugar
parece que conocer los elementos no significa conocer la relación o conexión que existe
entre los elementos72 pero en otras partes de la misma argumentación da la sensación de
35
sugerir que la arbitrariedad de la relación de los elementos no deja fundar una ciencia
estable.
SOCR. E così colui che, già avendo di una qualunque delle cose che esistono retta
opinione, ne colga inoltre quel segno onde si distingue dalle altre, egli verrà ad avere di
codesta cosa anche la conoscenza, mentre prima non ne aveva che l’opinione. TEET.
Diciamo proprio così73.
sillaba, ora credevamo che la lettera fosse questa, ora quella; o anche che, la stessa lettera, ora la
univamo alla sillaba cui spettava, ora a un’altra? SOCR. Questo dico. TEET. Non me ne sono
dimenticato affatto; e sono ben lontano dal credere che abbiano conoscenza coloro che si
trovano in questa condizione. SOCR. O allora? Quando in quel primo tempo che s’impara a
scrivere, scrivendo uno il nome Theeteto, creda di dover scrivere Th e e, e così scriva; e
provandosi poi a scrivere il nome Theodoro creda di dover scrivere T e e, e così scriva: ebbene,
diremo che colui ha conoscenza della prima sillaba dei vostri due nomi? TEET. Ma dicevamo
pure or ora d’accordo che chi fa codesto non ha conoscenza. SOCR. E niente impedisce che
anche rispetto alla seconda sillaba e alla terza e alla quarta la stessa persona sia senza
conoscenza. TEET. No, niente. SOCR. E non è chiaro che allora colui, quando scriva per ordine
il nome Theeteto, lo scriverà possedendone, oltre che retta opinione, anche tutti gli elementi che
lo compongono, uno dopo l’altro? TEET. E’ chiaro. SOCR. E tuttavia non ne ha conoscenza,
ma solo retta opinione, come stiamo dicendo. TEET. Sì. SOCR. E ne ha la ragione insieme con
retta opinione; perché lo scrisse possedendone tutti gli elementi in fila, che è ciò appunto che
convenimmo di chiamare ragione. TEET. Vero. SOCR. C’è dunque, o amico, una retta opinione
accompagnata da ragione, la quale non si deve ancora chiamar conoscenza. TEET.
Pare.» (Theet. 207 c - 208 b).
73
«
36
dicen la diferencia de Teeteto que lo identifica como tal74. Solo puede captarse la
diferencia de Teeteto por la impresión (sensible? no lo dice pero no es arriesgado
interpretar en ese sentido) que este nos causa en la memoria75. Todo intento de «decir» a
Teeteto, es decir de definirlo con palabras, no puede alcanzar el estatuto de ciencia
porque no capta la diferencia de Teeteto. Por eso si a la recta opinión se le agrega la
diferencia no hace que deje de ser mera opinión. Por ejemplo si alguien tiene una recta
opinión de cual sea la diferencia de una casa en concreto expresada en algunos
elementos: puertas, muro, ventanas, y quisiera hacer que esta opinión se vuelva
conocimiento nada lograría si continúa enumerando características76. La enumeración
74
«SOCR. Te lo dirò, se ci riesco: per esempio, io ho di te retta opinione; se anche io colga di te
la ragione, allora ti conosco; se no, ti opino soltanto. TEET. Sì. SOCR. E ragione, dicevamo,
significa interpretazione della tua differenza. TEET. Appunto. SOCR. Ebbene, quando di te
opinavo soltanto, che forse coglievo in te, col pensiero, alcuno di quei segni distintivi onde tu ti
distingui dagli altri? TEET. Non parrebbe. SOCR. Dunque pensavo di te qualche cosa di
comune che non è più proprio di te che [b] di chiunque altro. TEET. E’ naturale. SOCR. Ma
dimmi allora, come facevo mai io, in codesto caso, a opinare di te piuttosto che di un altro
qualsiasi? Supponi ch’io pensi qui di Teeteto in questo modo, che è uomo, che ha naso e occhi e
bocca, e così via, un per uno, tutte le altre membra: orbene, questo pensiero è mai possibile
faccia sì ch’io pensi piuttosto a Teeteto che a Teodoro, o all’ultimo, come si dice, dei Misi?
TEET. Non è possibile. SOCR. E ancora; se io penso di uno che, come te, non solo abbia [c]
naso e occhi, ma anche sia rincagnato di naso e con gli occhi in fuori, che forse per codesto
dovrò io opinare te piuttosto che me o un altro dei tanti che assomigliano a me e a te?» (Theet.
209 a-c).
75
«SOCR. Ma pure, credo, la opinione che io ho di Teeteto non sarà formata in me prima che
questa tua rincagnatura di naso non abbia lasciato nella mia memoria imprimendovici, un suo
segno particolare che la differenzia da tutte le altre rincagnature che ho vedute; e così dico di
tutti gli altri segni di cui il tuo aspetto risulta; e sarà questo o quello che desterà in me, anche se
t’incontro domani, il ricordo della tua persona e farà ch’io abbia di te giusta opinione. TEET.
Verissimo.» (Theet. 209 c).
76
«Cosicché anche la retta opinione risale per ciascuna cosa alla differenza. TEET. Pare.
SOCR. E allora questo aggiunger ragione alla retta opinione che cosa significa in più? perché,
se significa dover tuttavia opinare in che si differenzia una cosa dalle altre, la proposta è
sommamente ridicola. TEET. Come? SOCR. Perché alla retta opinione che noi già abbiamo
della differenza onde si distinguono certe cose dalle altre, ci comanda di aggiungere tuttavia
retta opinione della differenza onde queste medesime cose si distinguono dalle altre. E così,
rivoltare, come dicono, una bacchetta o un pestello o altra cosa rotonda da un lato o dall’altro,
sarebbe sempre poco o nulla di fronte a una proposta come codesta. La quale sarà più giusto
chiamarla il comando di un cieco; e in verità comandarci di aggiungere tuttavia quello che già
37
de características no encierra jamás el concreto. Por eso el agregar la diferencia de una
cosa al nivel de la opinión no hace que esa opinión se vuelva conocimiento77.
La conclusión que podemos extraer del análisis de estos textos del Teeteto es
que la opinión en sentido estricto no se puede volverse conocimiento ( ) por su
estricta relación con el objeto sensible. Opinión en sentido estricto es aquello que tiene
por objeto lo sensible en cuanto tal, de modo que sobre estas cosas jamás se podrá tener
otra cosa que no sea opinión. De todos modos ha sido para nosotros muy útil tratar de
recorrer el arco de las posibles cosas que podrían hacer devenir la opinión en ciencia.
Esta utilidad la vemos en el uso de dos métodos de la dialéctica, la división del todo en
sus partes, y la búsqueda de la diferencia.
Anche le opinioni vere, finché restano sono cose belle, capaci di realizzare tutto il bene
possibile; solo che non acconsentono a rimanere per lungo tempo, e fuggono via
dall’anima umana, per cui non hanno un gran significato, a meno che non s’incatenino
abbiamo perché s’impari quello che già opiniamo, è cosa in tutto degna realmente di un uomo
accecato.» (Theet. 209 d-e).
77
«TEET. Dimmi ora, che cosa volevi sapere dianzi quando mi domandavi... SOCR. Questo,
che, se cogliere di una cosa anche la ragione vuoi dire conoscere e non già solo opinare, la
differenza di detta cosa, allora, caro figliolo, sarebbe una meraviglia, perché avremmo scoperto
la più bella tra le ragioni di conoscenza: infatti conoscere, mi pare, è cogliere conoscenza; non è
così? TEET. Sì. SOCR. E allora colui, naturalmente, interrogato che cosa è conoscenza,
risponderà che è retta opinione con conoscenza di differenza; perché aggiunta di ragione
vorrebbe dir proprio questo, chi segua l’interpretazione sua. TEET. Così pare. SOCR. E sarebbe
risposta quanto mai stolidissima, perché ci verrebbe a dire, mentre noi stiamo cercando che cosa
è conoscenza, che conoscenza è retta opinione con conoscenza sia pur con conoscenza di
differenza o di che altro vuoi. Cosicché, o Teeteto, né sensazione, né opinione vera, né ragione
accoppiata con vera opinione, potranno mai essere conoscenza. TEET. No, è chiaro» (Theet.
209 e - 210 b).
38
con un ragionamento fondato sulla causalità. Ma proprio in questo, compagno Menone,
consiste l’anamnesi, quella reminiscenza su cui sopra ci siamo accordati. Se collegate,
esse dapprima divengono scienza e, quindi, cognizioni stabili. Ecco perché la scienza
vale più della retta opinione: la differenza tra scienza e retta opinione sta, appunto, nel
collegamento. MEN. Per Zeus, Socrate, sembra proprio che tu abbia ragione! 78
De modo que este tipo de opiniones en sentido amplio pueden llegar a ser ciencia si se
muestra o demuestra su dependencia causal de un principio superior y son explicitados
sus conexiones ( ) con los principios más altos y la propia posición con el resto de
los conocimientos.
3 La « »
78
«
» (Men. 97 c - 98 a).
79
«SOCR. E questi non è, dunque, colui che sa interrogare? ERM. Certamente. SOCR. E quello
che sa anche rispondere? ERM. Sì. SOCR. E colui che sa interrogare e rispondere lo chiami
'dialettico' o in qualche altro modo? ERM. No, così.» (Crat. 390 c); «Allora, o dice questo il
nome hèroes, oppure che erano sapienti e abilissimi rètores (retori) e dialettica
giacché erano capaci di erotàn (interrogare): eìrein, infatti, significa 'dire'. Come,
dunque, dicevamo or ora, [e] detti nella lingua attica, gli hèroes si trovano ad essere
rètores e eroteticòi (interrogatori), cosicché la stirpe degli eroi diventa
generazione di retori e di sofisti.» (Crat. 398 d - e); «E si commette ingiustizia in questo modo,
39
El segundo significado es la dialéctica como técnica o método específico de
hacer filosofía que debe ser aplicado en orden a obtener un resultado
determinado. Así entendida, como método o técnica, dialéctica es sinónimo de
« » y del método de la « », como veremos en los próximos
80
apartados .
quando uno non distingua nettamente, facendo sue dispute, se disputa con animo di contendente
o con animo di dialettico: ché nel primo caso ama scherzare e cerca quanto più può di cogliere
in fallo l’avversario; mentre nell’altro ragiona con serietà, e chi parla con lui raddrizza e
corregge, e lo avverte dì quegli errori soltanto nei quali sia caduto per colpa propria o di coloro
coi quali abbia disputato precedentemente» (Theaet. 168 a-b).
80
Cf. Soph. 253 d-e; Phil. 17 a.
81
«Tuttavia, Socrate, disse Parmenide, se qualcuno avendo notate tutte le difficoltà di poco fa e
altre simili, non consentirà che ci siano idee degli enti e non distinguerà una determinata idea
per ciascun oggetto singolo, non avrà neppure un punto a cui indirizzare il suo pensiero, in
quanto non concede che ci sia un'idea sempre identica di ciascuno degli [c] enti, e in tal modo
distruggerà completamente il potere della dialettica. Ma di una cosa del genere mi pare che tu ti
sia reso fin troppo conto» (Parm. 135 b-c); «Però, Protarco, non credi che la potenza dell’arte
dialettica ci sconfesserebbe se attribuissimo nel nostro giudizio a qualche altra arte un valore
preminente rispetto [58a] ad essa? PROT. E quale bisogna dire che sia quest’arte dialettica?
SOCR. E’ evidente; ognuno riconoscerebbe questa scienza di cui parliamo. Penso infatti che
ognuno in ogni occasione, solo che abbia anche un minimo di intelligenza, ritiene di gran lunga
la più vera delle scienze quella relativa a ciò che è, ciò che è realmente e che per natura è
sempre identico a se stesso» (Phil. 57 e - 58 a).
40
la verdad, el sofista convencer, prevalecer, etc.), o en otros casos más raros la estructura
misma del modo de razonar (en el raciocinio heurístico se multiplica o se unifica más
rápido o más lento de lo debido, en cambio el dialéctico lo hace en la proporción
adecuada82). De este modo por un lado tenemos el modo dialéctico, propio del filósofo,
de conducir el diálogo, y por otro lado, contrapuesto a este, el modo retórico83, el modo
heurístico84 y el modo sofístico85. Lo importante es que la dialéctica diacrónicamente
conserva siempre el significado de técnica de diálogo.
82
Cf. Phil. 17 a.
83
Cf. Phaedr. 266 b-d, 269 b-c.
84
Cf. Phil. 17 a.
85
Cf. Soph. 253 e - 254 a.
86
Cf. Lys. 290 c.
87
Cf. Phaedr. 277 b.
41
hipótesis: « », también bosquejado en el Fedón88 y explicado profundamente en
la República89 (usado permanentemente en todos los diálogos, no de manera refleja sino
«in actu exercitu», como parte de la técnica misma del diálogo). Esta oscilación, de
parte de Platón, en cuanto a la explicitación refleja de en qué consista su método, ha
suscitado observaciones en cuanto a la falta de unidad metodológica y consistencia
lógica respecto del concepto de dialéctica90. Algún autor, aunque aboga por la unidad
sistemática de la dialéctica, llega a calificar la diversidad multifacética con que se
presenta en los textos platónicos de «metamorfosis»91. A pesar de todo, creo que sea
posible unirse con aquellos que sustentan la tesis de la consistencia de la dialéctica
platónica como una doctrina unitaria92, a reconstruir uniendo no solo los textos en los
cuales se habla explícitamente de su metodología, sino también donde se aplica.
Finalmente, el último criterio exegético, implica preguntarnos el ¿para qué? de ambos
métodos, de modo que apoyados en el sentido teleológico de la dialéctica que busca
llegar al conocimiento noético an-hipotético, en función de este fin indiscutiblemente
declarado consigamos, mirando hacia atrás sobre un camino ya recorrido, distinguir el
88
Cf. Phaed. 100 a; 101 d-e. Aquí el método de la hipótesis es presentado sumariamente del
siguiente modo: «(1) When we accept something as true we accept whatever agrees with it and
reject whatever conflicts (2) But when the initial hypothesis itself comes into question we must
examine its consequences to see whether they lead to disharmonious results (3) And (regardless
of whether the consequences were harmonious) when we must give an account of it we do so in
terms of a higher hypothesis that is satisfactory ( ). According to the Republic, this point
is not attained until we reach the unhypothetical principle, the Idea of the Good.» (Dorter,
Kenneth, «The Clash of Methodologies in Plato's ‘Statesman’», in Plato and Platonism: Studies
in Philosophy and the History of Philosophy, Volume 33, Cath. Univ. Amer., Washington DC
1999, p. 198)
89
Cf. Resp. VI, 511 c.
90
Cf. Stenzel, J., Studien zur Entwicklung der platonischen Dialektik von Sokrates zu
Aristoteles, Leipzig und Berlin 19312 (Breslau 19171); Natorp, P., Platos Ideenlehre, Leipzig
19212 (19031); Robinson, R., Plato’s Earlier Dialectic, Oxford 19532 (19411).
91
Dixsaut, Monique, Métamorphoses de la dialectique dans les dialogues de Platon, Paris
2001.
92
Van Ophuijsen, Johannes-M, «The Continuity of Plato's Dialectic: An Afterword», in Plato
and Platonism: Studies in Philosophy and the History of Philosophy, Volume 33, Cath. Univ.
Amer., Washington DC 1999; Dorter,Kenneth, «The Clash of Methodologies…»; Rossetto,
Cristina, «La dialettica platonica nel ‘Sofista’: ‘Elenchos’ o ‘Diairesis’?», in Platone e la
dialettica, AA. VV. a cura di Piero di Giovanni, Laterza, Roma-Bari 1995, p. 54.
42
entramado de operaciones que hizo posible tal resultado93. Es desde este punto de vista
que sostenemos que si consideramos los dos métodos por separado, « » y
« », ninguno de ellos da suficientemente razón de la ciencia y que combinando
ambos se puede ver la armonía de la ascensión platónica en dirección a la ciencia an-
hipotética. Por tanto presentaremos en primer lugar nuestra articulación unitaria de la
dialéctica en tres momentos, y en un cuarto punto la justificaremos.
93
«because the unhypothetical principle is the Idea of the Good, the method of hypothesis is
ultimately teleological: it seeks the ultimate ‘why’ and is rooted in the ground of value» (Dorter,
Kenneth, «The Clash of Methodologies…», p. 198), esto implica una tensión permanente por la
idea del bien que nos permite yendo hacia atrás metodológicamente determinar qué es necesario
para alcanzarla.
94
Cf. Levi, Adolfo, Il Problema dell'errore..., pp. 16, 26, 56, 59, 101-105; Friedlaender, P.,
Platon, II, Leipzig-Berlin 1930, pp. 211-212.
95
Confrontar en el apartado anterior todos los posibles significados de «que se entiende cuando
se afirma que la razón agregada a la opinión verdadera es la más perfecta forma de
conocimiento».
43
più vera delle scienze quella relativa a ciò che è, ciò che è realmente e che per natura è
sempre identico a se stesso 96.
Sin embargo, aunque la dialéctica tenga por objeto las realidades estables
siempre idénticas a si mismas, no por eso pierde su característica de método, es decir, de
proceso por el cual se arriba a un resultado. El resultado es la ciencia en su plenitud,
que implica la articulación del discurso mediante dependencia causal y la explicitación
de la posición o conexión que ocupan cada una de las partes del discurso en el interior
de aquello que llamamos ciencia (por no pecar de anacronismo no uso la palabra
«sistema», aunque se ajustaría de una manera bastante adecuada). Por lo que si el
resultado es la ciencia en plenitud el punto de partida no puede ser tal, de otro modo no
habría proceso ni método, aunque el objeto siempre sean las realidades subsistentes y no
el sensible. Esto implica que el punto de partida será algo que tiene por objeto dichas
realidades subsistentes pero que por su formulación todavía no adquiere las
características propias de la ciencia. A esto hemos dado en llamar opinión en sentido
amplio.
96
«
» (Phil. 57 e - 58 a).
44
dividendo ( ) in due ( ) genere che abbiamo davanti, a camminare sempre nella
direzione segnata dalla parte di questo che ad ogni suddivisione risulterà a destra,
attenendoci sempre a ciò che risulta comune al sofista, fino a che detratte tutte le
determinazioni generiche che gli appartengono ed isolata la sua propria e particolare
natura, proprio questa finalmente riveliamo a noi stessi e dopo di noi anche a quelli che
più strettamente sono portati per natura a questo genere di metodo di ricerca 97.
De modo que una vez ya en el interior de la búsqueda del discurso verdadero el método
de indagación se lleva a cabo por medio de la división en dos ( ) dejando
de lado lo que no pertenece al Sofista y conservando siempre aquello que le es común
de modo que recogidas todas las determinaciones que le pertenecen y determinada su
naturaleza propia estamos en condición de revelarnos, es decir comunicarnos, decirnos,
a nosotros mismos y a otros (lo que implica por medio de un discurso y de palabras) en
qué consta esta naturaleza del sofista.
è pericoloso operare con tagli minuti; è più sicuro procedere tagliando a metà: così è più
facile che ci si imbatta in idee. Questo è di capitale importanza per le indagini 98.
97
«
45
es en sí con toda su intensidad la formalidad que participa. De modo que la semejanza-
desemejanza encuentra su contraparte metafísica en la estructura sujeto participante-
formalidad participada. Sin embargo, en el proceso de ascensión cognoscitivo platónico
la semejanza-desemejanza es fenomenológicamente anterior y se presenta como un
escalón por el cual se llega a la estructura de la participación. Aunque una vez arribado
a dicha estructura se juzgue que ella es el último fundamento que hacía de motor de la
tensión semejanza-desemejanza que conduce la investigación científica. Justamente
reconocer esa tensión de identidad y diferencia dividiendo la íntima pertenencia de cada
una a sí misma es la tarea propia de la dialéctica:
Il suddividere per generi e non credere che una specie che è identica sia invece diversa,
né pensarla identica se invece è diversa, non diremo che appartiene alla scienza della
dialettica? TEET. Sì, lo diremo. LO STR. Dunque chi è capace di fare quanto sopra è
anche in grado di distinguere con esattezza una determinata ed unica nota caratteristica
del reale fra molte altre di cui ciascuna sta come una unità separata dalle altre, una nota
dico appartenente a tutte queste, e così molte, diverse fra loro, tutte circondate dal di
fuori da una sola, e poi una sola di queste che inerisce con continuità a molte totalità di
esse ed è in se stessa una unità continua, e ancora molte, distinte, e assolutamente non
collegate fra loro. Questo è in fin dei conti il saper distinguere per generi, vedendo dove
ciascuno di essi può e dove non può entrare in comunicazione 99.
99
«
» (Soph.
253 d-e).
46
entitativa, es decir de la consistencia ontológica de algo que es uno en medio de otros
unos igualmente consistentes. Es por eso que la unidad de las notas platónicas de la
realidad (o ideas) siempre navegan entre la simple unidad cualitativa de ser tal y la
pretensión de fundarse a sí mismas como unidades entitativamente consitentes. Así el
«distinguir con exactitud una determinada nota de lo real entre muchas otras» se
convierte en la ímproba tarea de reconocer una determinada nota del real como una
unidad en medio de otras unidades, y una unidad que «inhiere» en otras unidades
conservado su unidad y haciendo parte de la unidad de las otras unidades. Por eso saber
distinguir es saber encontrar donde estas unidades se comunican.
100
Cf. Levi, Adolfo, Il Problema dell'errore…, p. 101.
47
Arte
De producción De adquisición
De pájaros De peces
De noche De día
101
101
El cuadro es tomado de Levi, Adolfo, Il Problema dell'errore, p. 101.
102
En esta justificación en general sigo a Movia ( Cf. Apparenze essere e verità, pp. 74-99)
48
adquisitivo, que aunque el pezcador con caña venga puesto de la parte del adquisitivo,
ya de un modo muy sugestivo prepara la futura definición del sofista, en base a esta
división, como productor de apariencias en contra del filósofo que adquiere la realidad
en sí misma. No menos sugestiva es la siguiente división de la caza en seductiva o
violenta. Preparando la futura calificación del sofista como un seductor de jóvenes ricos.
De este modo se prepara en mayor o en menor grado en cada uno de los pliegues
divisivos del pescador con caña la futura definición del Sofista.
Ecco: per la maggior parte il nostro discorso ha giocato in verità festosamente; ma fra le
altre cose che abbiamo detto casualmente non sarebbe [d] affatto privo di ricompensa
cogliere scientificamente il significato di due procedimenti. FEDR. Che procedimenti?
SOCR. Uno….103 ….FEDR. E qual è l’altro procedimento che dici, o Socrate? [e]
SOCR. Consiste nella capacità di smembrare l’oggetto in specie, seguendo le nervature
naturali, guardandosi dal lacerarne alcuna parte come potrebbe fare un cattivo
macellaio. Ma, per fare un esempio dei due discorsi di poco fa, essi riducevano tutti gli
elementi che compongono l’irrazionale del pensiero in un’unica forma, analogamente a
[266a] quanto avviene in un corpo che, pur essendo unico, si dirama naturalmente in
membra doppie e omonime - e sono designate come arti di destra e di sinistra -; così
anche gli elementi dell’insania sono stati considerati nei due discorsi come un’unica
forma naturale in noi. Il primo discorso, tagliata via la parte sinistra, e sezionando
ancora, non cessò finché non scoprì in tutte quelle sezionature un certo amore definito
sinistro, e non lo coprí di vituperi del tutto legittimamente. Ma l’altro menandoci alle
forme di delirio che stanno alla destra, ci scoprì un certo amore, omonimo del primo, ma
divino, e, messocelo in evidenza, lo ha preso a lodare come autore di beni [b]
grandissimi per noi. FEDR. E’ verissimo!104 .
103
El procedimiento que es descrito en este lugar lo trataremos en el apartado siguiente.
104
«
49
De particular relevancia es este ejemplo de división de un concepto que en sí es
considerado como una unidad pero que posee «hendiduras» o «fisuras» por donde
naturalmente se lo puede dividir. Lo que añade este modo de dividir del Fedro es que es
una división que se hace de un concepto según una taxonomía clasificatoria, en la cual
el concepto dividido es más universal que las partes divisas pero se puede predicar
totalmente de cada una de sus partes. Así decimos que el hábito se puede dividir en
vicios y virtudes y podemos decir que el vicio como la virtud cada uno por separado
realizan totalmente el concepto de hábito. Del mismo modo en este punto es analizado
«lo irracional del pensamiento» el cual se divide en la negatividad de una especie de
«amor siniestro» y en la positividad de un «amor divino». Lo que quería justamente
evidenciar es esa manera de dividir según positividad y negatividad, que hace pensar a
perfección-imperfección, y aunque no sea más que lejanamente a acto y potencia como
fisura de división en la estructura de la realidad.
SOCR. Uno: abbracciare in uno sguardo d’insieme e ricondurre ad un’unica idea ciò che
è molteplice e disseminato affinché definendo ciascun aspetto si attinga chiarezza
intorno a ciò di cui s’intenda ogni volta insegnare. Come anche adesso nel caso di
50
Amore, siccome l’abbiamo definito, bene o male che lo si sia fatto, il nostro discorso ha
potuto raggiungere chiarezza e coerenza con se stesso107.
Esta función unificante del intelecto presenta claramente dos aspectos en primer
lugar una especie de intuición del todo bajo una sola mirada: « »108, que
significa en el griego clásico «ver en conjunto», «al mismo tiempo», «ver todo de un
vistazo», y que muy sugestivamente en el coiné posterior adquirió el significado «de
darse cuenta», «volverse conciente»109. Esta visión unificante del todo es de corte
netamente intelectivo y es el fruto de una actividad (la dinámica de la razón discursiva)
que ha preparado dicha intelección guiada por una tensión dialéctica entre la intuición
intelectual y los elementos del discurso, que como vimos, si los dejamos librados a su
propia presentación son «apariencia» y conducen al alma hacia algo «que ella no
busca». Esta visión intelectual unificante implica que todo lo múltiple y diseminado que
se ha conocido, es conocido bajo una luz nueva, hay una especie de darse cuenta, de
tomar conciencia o de retorno al fundamento último que está detrás de toda la realidad
que se presenta como múltiple y diseminada, fundamento último que siempre sostuvo (y
porque siempre la sostuvo el encontrarlo explícitamente se llama «retorno») la tensión
dialéctica de la búsqueda entre la apariencia y «lo que es», estando presente por medio
de la intuición intelectual, aunque sin una toma de conciencia explícita como la que
ahora se lleva a cabo.
107
«
51
gama de significados, pero que de entre aquellos más importantes podemos resaltar el
sentido de conducir, llevar que en las mayoría de las versiones a otras lenguas
neolatinas, atendiendo al contexto, los traductores utilizan verbos el prefijo latino «re»:
reconducir, retornar, reportar. Tal prefijo trasmite la idea de una acción de idéntica
naturaleza de aquella que realiza el verbo pero a veces en dirección contraria u otras
veces intensificada o reduplicada. Otra acepción interesante es aquella de capturar, en
la cual curiosamente « » se distingue de « » en que este último se aplica a las
cosas y el primero a los seres vivientes y a los hombres solamente. También tiene el
52
sentido de educar, entrenar. Otro grupo de significados es el constituido por sostener,
sustentar. En definitiva trasmite fuertemente la idea del rol fundamental que juega el
sujeto y su actividad, que implica el empeño de quien «conduce» o «reconduce» porque
tal actividad conlleva un obstáculo a vencer y una tarea a realizar. La tarea es
justamente de «reconducir a una única idea lo múltiple y lo diseminado» y que esa
tarea tenga como fruto algo que ella misma no produce pero que crea las condiciones
para que se de: «la visión del todo bajo una sola mirada». Esta mirada «universal» (en
su sentido original de unum + versum: el conjunto de todas las cosas vuelto uno111) es
el último fundamento del hablar y del pensar, de modo que sólo puede ser llamado
dialéctico quien la posee:
Es justamente esta visión del todo y la dinámica del retorno a esta visión del todo, que
es la dialéctica, lo que será el criterio de distinción de las ciencias. De modo que
solamente, con toda propiedad, el conocimiento fundado en el método dialéctico puede
ser llamado ciencia113, porque solamente con este método se trasciende la mera
111
Cf. Blanquez Fraile, Agustín, Diccionario Latino-Español, Sopena, Barcelona 1961, Tomo
II, p. 1783.
112
«
»(
Phaed. 266 e-c).
113
«Ebbene, dissi io, il metodo dialettico è il solo a procedere per questa via, eliminando le
ipotesi, verso il principio stesso, per confermare le proprie conclusioni; [d] e pian piano trae e
guida in alto l’occhio dell’anima, realmente sepolto in una specie di barbarica melma, valendosi
dell’assistenza e della collaborazione di quelle arti che abbiamo considerate, arti che spesso
abbiamo chiamate scienze, conforme all’uso, ma cui dobbiamo dare un nome diverso, più
fulgido di ‘opinione’, più oscuro di ‘scienza’. Prima abbiamo usato per esse la definizione di
‘pensiero dianoetico’, ma, a mio avviso, chi ha dinanzi un’indagine di problemi tanto importanti
quanto i nostri non disputa sul nome. - No davvero, rispose, ma quel <nome> che solamente
faccia conoscere la condizione nell’anima, è espressione chiara. -Dunque va bene, dissi,
chiamare, come s’è fatto prima, scienza la prima frazione, pensiero dianoetico la seconda,
credenza la terza e immaginazione la quarta» (Resp. VII 533 c - 534 a).
53
hipótesis ( ) y se llega al primer principio an-hipotético (
):
Ecco dunque che cosa intendevo per specie intelligibile, e dicevo che, ricercandola,
l’anima è costretta a ricorrere a ipotesi, senza arrivare al principio, perché non può
trascendere le ipotesi; essa si serve, come d’immagini, di quegli oggetti stessi di cui
quelli della classe inferiore sono copie e che in confronto a questi ultimi sono ritenuti e
stimati evidenti realtà. - Comprendo, disse, che ti riferisci al mondo della geometria e
delle arti che le sono sorelle. - Allora comprendi che per secondo segmento
dell’intelligibile io intendo quello cui il discorso attinge con il potere dialettico,
considerando le ipotesi non principi, ma ipotesi nel senso reale della parola, punti di
appoggio e di slancio per arrivare a ciò che è immune da ipotesi, al principio del tutto; e,
dopo averlo raggiunto, ripiegare attenendosi rigorosamente alle conseguenze che ne
derivano, e così discendere alla conclusione senza assolutamente ricorrere a niente di
sensibile, ma alle sole idee, mediante le idee passando alle idee; e nelle idee termina
tutto il processo114.
Podemos ver claramente que en el campo del conocimiento que tiene por objeto las
ideas115 Platón ve dos segmentos del inteligible o dos especies de ciencia (en sentido
amplio) diversas. La primera es la ciencia dianoética a la cual pertenecen la matemática
y la geometría, que se caracterizan de partir de una hipótesis, de modo que «partiendo
de la hipótesis se procede no hacia un principio sino hacia las conlusiones»116 y por
apoyarse y usar de imágenes117, de modo que todo la ciencia construida sobre hipótesis,
114
«
54
que justamente es el compuesto de « » puesto, lugar, situación que deriva del verbo
« » que significa poner y de « » que significa debajo. En definitiva,
apartándonos de la mera interpretación histórica de Platón, este tipo de ciencias parte de
algo que se pone, es decir una especie de axioma que una vez puesto delimita y
condiciona todo lo que se construye sobre él, dado que es algo «puesto», un producto de
quien pone, que porque tiene algo de producto invariablemente es compuesto de la
realidad que busca expresar de modo intencional y de su propia realidad de producto.
De modo que «aquello puesto», que en definitiva son hipótesis surgidas del discurso
humano, terminan «por esconder al alma aquello que ella busca» ya «que mientras el
alma busca de conocer no la qualidad ( ) sino lo que es ( ) cada uno de los
elementos del discurso le presenta, en las palabras y en los hechos, aquello que el alma
no busca»118. Las palabras y el discurso como algo puesto en parte por el hombre, por
esa misma razón no dan la an-hipótesis, es decir la incondicionalidad absoluta de
aquello que proponen. En esta línea interpretativa, es significativo un temprano texto del
Cratilo en el cual la capacidad de poner nombres es también llamada diánoia:
E' verosimile che questo nome sia una qualche denominazione della diànoia ( ).
ERM. Come dici? SOCR. Suvvia, che cosa tu credi che sia la causa del nominare
( ) per ciascuna delle cose che sono? Non è forse ciò che ha posto i nomi?
ERM. Senz'altro. SOCR. Ebbene, questo potrebbe essere la diànoia degli dèi o degli
uomini o di entrambi? ERM. Sì. SOCR. Ebbene, ciò che ha nominato ( ) le cose
e ciò che nomina ( ) sono la stessa cosa, la diànoia? ERM. Sembra. SOCR.
Ebbene, ciò che venga prodotto dall'intelligenza e dalla diànoia è [d] lodevole, ciò che
no, biasimevole? ERM. Certamente. SOCR. Dunque, ciò che è medico produce cose
mediche e ciò che è proprio del costruire produce cose relative al costruire? O come
dici? ERM. Io così.119
La diánoia es aquello que da nombre a las cosas y los nombres que surgen de esta
capacidad son «producidos» ( ) por ella y parangonados con los productos de
otras artes humanas como el producir del médico y del constructor. Es por esto que
interpretamos que la hipoteticidad de las ciencias dianoéticas no es una característica
que se restrinja solamente al hecho de poner una hipótesis como punto de partida o
118
Epist. 7, 343 b - c.
119
«
» (Crat 416 c)
55
principio de una determinada ciencia (en sentido estricto), sino que también puede
hablarse de una hipoteticidad en sentido amplio que es propia del discurso y de los
elementos del discurso, de hecho la diánoia es habitualmente interpretada como
pensamiento discursivo120. Por supuesto esta hipoteticidad de los elementos del discurso
es considerándolos en sí mismos, no en cuanto intentan transparentar una verdad, sino
en cuanto «presentan al alma algo que ella no busca» presentándose a sí mismos,
escondiendo «lo que es», el real o «siente» para dejar ver solo su apariencia, es decir la
«cualidad» o lo que es lo mismo, interpretamos nosotros, su condición de fórmula
compuesta de los elementos del discurso, que siempre queda atrapada en el darse
cualitativo de los objetos en el interior del mismo discurso prescindiendo del acto que
«pone» la realidad para que pueda ser objeto de discurso, se cae así en la in-emergencia
propia de la relación sujeto-objeto. Tal acto poniente de toda la realidad no puede ser
deducido, y es, interpretamos nosotros, el principio an-hipotético de toda perfección
posterior, que es necesario buscar no hacia delante deduciendo, sino hacia atrás como
un esfuerzo de reflexivo por aislar el último condicionante-incondicionado fundamento
de la posibilidad de toda perfección y por tanto de todo discurso. Por esta razón, entre
otras, seguimos la línea interpretativa de los que dicen que la matemática y la geometría
son solamente ejemplos, dado que las características con las que Platón ser refiere a las
ciencias dianoéticas se pueden aplicar a todas las ciencias a excepción de la filosofía o
ciencia noética121.
120
Levi admite que la diánoia es habitualmente tomada y traducida como pensamiento
discursivo pero argumenta, siguiendo a Diès, que: «la dialettica è completamente intuitiva
soltanto al suo limite, mentre nel suo procedere, in cui va da intuizioni parziali ad altre piú
ampie, è ancora discorsiva», lo cual es verdadero, pero no contradice la hipoteticidad en sentido
amplio de los elementos del discurso.
121
Cf. Ritter, C., Platon, II, München, 1923, p. 32.
56
que permanentemente «le muestran al alma algo que ella no busca», por lo que por un
lado, dicho discurso, en cuanto conjunto de fórmulas, se muestra cualitativamente
heterogéneo, en un plano diverso de aquello que busca aferrar, y porque tal plano está
por debajo de aquello que pretende aferrar, entonces, tal tarea es desproporcionada a la
realidad del discurso como conjunto de fórmulas. Sin embargo, el discurso no es sólo
fórmulas y apariencia, sino que por medio de la tensión dialéctica sostenida por la
intuición intelectual ( ) consigue transparentar la realidad. Entonces sumergido en un
plano cualitativo inferior, propio del discurso, la dialéctica usa las hipótesis no como
principios del cual deducir una ciencia, sino como «un simple punto de apoyo y de
impulso para arribar aquello que es privo de hipótesis ( ) y principio de todo
( )». De ese modo la dialéctica intenta emerger, superar el discurso
para llegar al fundamento de todo discurso y principio de toda realidad (no una sección
limitada de la realidad arbitrariamente puesta como en las ciencia dianoéticas) que es
aquello que el alma busca: «lo real» (el siente: ), «lo que es» ( ), por
medio de la intuición intelectual ( ). De manera que el proceso unificante del
intelecto no es deductivo, no parte de un principio o axioma y desenvuelve o desarrolla
la ciencia, como en el caso dianoético. Sino que, por el contrario, el movimiento es de
retorno, o de ascensión desde el interior de la dinámica del discurso hacia algo
hetereogéneamente diverso de esa misma dinámica, y de los elementos que la
componen, pero que ella pretende y debe buscar de transparentar hasta alcanzar aquello
«que es propio de Dioses» que es la «visión unitaria del todo».
Este tercer momento, que respecto de nuestra temática reviste un interés menor,
sin embargo, siguiendo el esquema del Fedro, que es el que hemos asumido para esta
triple división de la dialectica, haremos una sumaria presentación. Se puede leer en el
Fedro que:
Fino a che non si conosce la verità sul soggetto di cui si parla o si scrive e non si è in
grado, poi, di definirlo in se stesso e avendolo definito non s’è appreso come dividerlo
nelle sue specie, fino a che è divisibile122.
122
«
57
Coincide con el tercer momento propuesto en la República:
VII. PROT. V’è qualche cosa, Socrate, di quello che hai detto, che penso di aver capito
in qualche modo, ma c’è dell’altro per cui ho bisogno di sentirti parlare più chiaramente.
SOCR. Quello che dico senza dubbio, Protarco, si ritrova chiaramente nelle lettere
dell’alfabeto; vedilo in queste stesse in cui tu sei stato istruito fanciullo. PROT. Come?
SOCR. La voce che esce dalla nostra bocca costituisce in un certo senso una unità, ed è
anche infinitamente molteplice; questo vale per la voce in generale, di ciascuno e di
tutti. PROT. Sicuro. SOCR. E noi non siamo per nulla sapienti per l’uno o per l’altro
almeno di questi due aspetti, non perché conosciamo che è infinitamente molteplice,
non perché conosciamo che è una, ma invece il fatto che sappiamo quanti e quali tipi di
suono vi sono, questo è ciò che rende ciascuno di noi capace di leggere e scrivere.
PROT. Verissimo. SOCR. E senza dubbio anche ciò che fa diventare musicista uno di
noi è lo stesso modo di conoscere. PROT. Come? SOCR. La voce, io penso, anche per
quanto riguarda quest’arte è una? PROT. Come no? SOCR. E due noi dobbiamo dire i
toni acuto e grave, e terzo il tono uniforme; o com’è invece? PROT. Così. SOCR. Ma tu
non saresti ancora sapiente di musica conoscendo queste sole cose della musica; va da
sé d’altra parte che non sapendole, saresti, per dir così, un buono a nulla in questo
campo. PROT. Non altro effettivamente. SOCR. Però, amico mio, quando tu avrai
conosciuto il numero degli intervalli che ci sono sia nel tono acuto sia nel grave e [d]
quali sono, e i limiti di questi intervalli e quanti sistemi risultano dalla loro
congiunzione (gli antichi scoprirono questi sistemi e li trasmisero a noi, che a loro
seguiamo, col nome di ‘armonie’ e videro anche nei movimenti del corpo verificarsi
altre affezioni simili le quali, misurate mediante numeri, essi affermarono che bisogna
chiamarle ‘ritmi’ e ‘misure’ e insieme capire che è così che bisogna analizzare le cose in
ogni caso di unità e molteplicità), orbene, quando tu così avrai conosciuto anche ciò, [e]
allora sarai divenuto sapiente di musica, e quando avrai afferrato e compreso
analizzandola così un’altra qualsiasi delle unità, allora sarai divenuto profondo ed
intelligente conoscitore dell’oggetto della tua analisi. Ma l’infinità delle cose, l’infinita
molteplicità che è in ciascuna di esse, in ogni caso ti fa incapace di pensare con acutezza
e impedisce che tu sia uomo illustre e di valore riconosciuto, qualora appunto non sia
mai riuscito a scorgere in nessuna cosa nessuna determinazione quantitativa124.
123
Resp. VI, 511 c.
124
«
58
Se replantea en el ejemplo de las palabras pronunciadas vocalmente la existencia de una
unidad compuesta de unidades, en la cual no es suficiente saber en general que se trata
de una unidad o saber en general que está compuesta por una multiplicidad, sino que es
necesario conocer cada unidad sonora en su diferencia cualitativa para ser capaz de leer
y escribir. Lo mismo sucede con el músico, necesita un dominio profundo de cada una
de las componentes del arte musical, para poder ser hábil en el arte de la música. A este
punto la argumentación se desliza suavemente hacia la medida y armonía que se
encuentra en todas las cosas, armonía que es proporcional y de proporciones
numéricamente establecidas. De modo que se llega a ser un conocedor de música
cuando «son aferradas y comprendidas por medio del análisis» cada una de las
unidades que comprenden el arte de la música. Es así que «la infinita multiplicidad que
existe en cada unidad» hace incapaz de pensar con agudeza hasta que no se consigue
vislumbrar en esas unidades las «determinaciones cuantitativas» que la componen. El
modelo es claramente matemático y creo que lo que empuja a Platón en esta dirección
es la pacífica convivencia de la unidad en la multiplicidad que se da en las matemáticas.
Cada número es una unidad en si compuesta de varias unidades que no comporta
mayores conflictos. En cambio en el plano de la realidad y de la «posición ontológica»
de cada una de estas unidades en el interior de una unidad representan un problema
insoluble. El giro hacia solución matemática de la realidad se presenta como una fuerte
» (Phil. 17 a-e).
59
tentación hacia la búsqueda de un campo o modelo de cosas que podría dar solución a la
acuciante dificultad de la convivencia ontológica de las unidades dentro de una unidad.
125
Ross, William David, Plato’s theory of ideas, Clarendon-Pr, Oxford 1951, p. 239ss.
60
absolutamente. De hecho como vimos hemos usado el Fedro126, dialogo de la primera
construcción, para dar un ejemplo de diairesis (como método obviamente), y por otro
lado no faltan ejemplos del uso del método de la hipótesis en el Sofista:
la stessa cosa quei purificatori sono giunti a pensare anche per l’anima, che essa cioè
non avrà utilità dalle cognizioni fornitele prima che qualcuno esercitando la
confutazione riduca alla vergogna di sé il confutato, togliendo di mezzo le opinioni che
sbarrano la via alle cognizioni e lo faccia risultare totalmente purificato e tale da ritener
di sapere soltanto ciò che sa e niente più. TEET. Questa, direi, è la migliore e la più
saggia condizione umana. LO STR. Per tutte queste cose, Teeteto, noi dobbiamo
affermare che la confutazione è la più grande, è la fondamentale purificazione, e chi non
ne fu beneficato, si tratti pure del Grande Re, non c’è da pensarlo altrimenti che come
impuro delle più gravi impurità e privo di educazione e pure brutto proprio in quelle
cose in relazione alle quali conveniva fosse purificato e bello al massimo grado uno che
veramente avesse voluto essere un uomo felice. TEET. Assolutamente è così. 127
126
Cf. Phaedr. 265 d - 266 b.
127
«
61
Otro argumento que sustenta la estructura dada es el hecho que, como veremos
en el apartado siguiente, de suyo la diairesis tiende a prescindir de la consideración de
valor o de emergencia perfectiva, más aún, es un presupuesto para que pueda existir un
juicio de valor. En ese caso no se puede simplemente identificar el culmen de la
dialéctica con el simple método de dividir. En todos los diálogos platónico existe,
podríamos decir, una «manía» clasificatoria perfectiva. Para Platón el más perfecto y el
más fundante es una pregunta permanente, de modo que insistir sobre la pura diairesis
como piedra angular metodológica en Platón, prescindiendo o en reemplazo de la
búsqueda del principio an-hipotético, es en cierto modo ir en contra del mismo espíritu
platónico, que es en permanente tensión por definir la escala ontológica de la realidad.
Esto no implica que una vez hecha la diairesis cesa toda tensión dialéctica en el
discurso, al contrario la tensión dialéctica se mantiene y es el motor mismo que lleva al
desarrollo del discurso, pero esa «tensión dialéctica» no se identifica con la diairesis
entendida como mero método analítico de distinción de esencias o formas131. La
diairesis como mero método de división de esencias tiene esencialmente dos funciones:
the classification of all the species falling under a genus in a complete table, or
the definition of a single species only132.
130
«To derive a logical impossibility from any proposition can be a purely negative exercise,
but within binary oppositions such as motion/rest, limited/unlimited, and mortal/immortal
disproving one alternative converts into a positive result. In this way elenchus can lead to the
formation of conglomerates of consistent beliefs, the truth of some of which has been
established by showing that their contradictory leads to absurdity. By continuing the elenchus,
that is, by confronting propositions with each other in various permutations and working out
their logical relations, it should be possible to eliminate remaining vices or viruses in the form
of false assumptions and fallacies, to find additional and cumulative confirmation of the
surviving assumptions, and to incorporate several of these conglomerates into fewer of in an
Aristotelian sense, the ongoing elenchus would in Platonic terms prepare the intellect ( ) for
the decisive act that transforms these many partial accounts ( ) into the desired synoptic
view of reality, when the intellect has traced their necessary connection to a common foundation
in the ultimate source of reality and truth, in the language of the Republic, the Form of the
Good.» (Van Ophuijsen, Johannes-M, «The Continuity of Plato's Dialectic...», p. 301)
131
«Dialectic must be taken to have an independent meaning for Plato, over and above the
method of Division» (Trevaskis, J. R., «Division and its Relation to Dialectic and Ontology in
Plato», in Phronesis 12, 1967, p. 119).
132
Conford, F.M., Plato’s Theory of Knowledge, Routledge, London 1960, p. 171.
62
Es claro, por su parte, que la filosofía platónica tiene irrenunciables pretensiones
ontológicas, no puede reducirse a una mera clasificación o definición de las cosas. En el
mismo Sofista, dialogo diairético por excelencia, es explícitamente descripta la función
del dialéctico como una tarea que netamente excede la mera función clasificatoria en
253 d-e. Dicho texto, que ya hemos citado y comentado más arriba 133, tiene un
profundo contenido ontológico que muestra la tensión permanente entre la distinción o
división y su último fundamento que es la comunicación de la formalidad distinguida en
todos los órdenes ontológicos en los cuales ella inhiere. Claramente la densidad
metafísica del pasaje desmiente una mera interpretación logicista134, lo que implica que
aún en un diálogo de naturaleza preeminentemente diairética, como el Sofista, la técnica
de la división es claramente orientada a algo superior a si misma135, es decir una
estructura metafísica. De hecho la comunicación y la pertenencia de los géneros en algo
uno, como es descripta, se asemeja más a la visión unificante del segundo momento de
la dialéctica, a causa de las implicancias ontológicas de tal comunicación y pertenencia,
que al mero hecho compositivo propio de la definición.
133
Cf. p. 46.
134
En este sentido lo interpreta Cornford, aunque admite que la segunda parte es «less easy to
interpret» (Cf. p. 267)
135
Dicho pasaje es interpretado por Trevaskis de la siguiente manera: «The argument of 252 e -
253 e seems to me to go like this: some terms or concepts go together so as to produce true [in
note: It is important to be clear that we are concerned with true statements, not statements that
are merely formally legitimate like ‘grass is back’. Plato tells us at 252 d 6-10 that a statement
which won’t do is ‘change rests’; yet this statement is of entirely legitimate form. It simply
happens to be false] statements, some do not. It is like what happens with the letters of the
alphabet or with musical notes: only certain combinations succeed. But in order to decide which
these alphabetical or musical combinations are, a man needs to be literate, or, in the other case,
a trained musician. Similarly, a man who wishes to demonstrate which concepts are congruent
and which are not, and whether there are uniting concepts which make combinations possible
and other concepts which cause disjunction in statements in which concepts are disjoined, will
need a particular type of knowledge, indeed the supreme type of knowledge. In fact, such a man
will need to be a philosopher; for the ability to discriminate concepts falls under dialectic, which
the philosopher alone can practice. The possessor of the ability to distinguish concepts can
recognize the class-concept lying behind a group of related individuals, and the generic concept
lying behind a group of related concepts. Again, he can recognize when a number of concepts
can be unified under one generic concept, and when a number of concepts are in no way related
to each other. This dialectical ability is the capacity to understand conceptual relations
correctly» (Trevaskis, J. R., «Division and its Relation...», p. 121-122).
63
Desarrollemos finalmente lo que nosotros consideramos el criterio interpretativo
más sabio (aunque no necesariamente el más «científico» si por científico entendemos
la exégesis diacrónica y microscópica de los textos) que es la visión teleológica del
sistema Platónico. Todo filósofo esencial, que ha recogido en su pensamiento una
verdad perenne, tiene un punto resolutivo sobre el cual fundamenta y hacia el cual
ordena todas sus ideas, si logramos identificarlo ciertamente tendremos una luz potente
por medio de la cual armonizar los aparentes conflictos particulares que puede suscitar
una crítica microscópica de los textos, sin con esto querer menospreciar tal crítica que
de todos modos es necesaria, útil, y condición sine qua non de seriedad, siempre que
esta sea flexible y de horizontes abiertos a algo que va más allá de ella misma,
identificar la verdad imperecedera y universalmente válida que el filósofo ha entrevisto
con su pensamiento. En este sentido es importante resaltar que en Platón la idea de
Bien, aunque con algunos cambios en los últimos diálogos debido a un giro
«matematicista» y por tanto racionalista, ha sido siempre el fin dominante de la filosofía
y de la vida filosófica:
Without elaborating a ‘single system’, Plato does indicate that what became the ‘form of
perfection’ of a later tradition are coextensive and that, insofar as an order obtains
among them, this is such that we need the others in order to understand the Good. This
seems to confirm that, although the Good may no longer be proposed as ontologically
basic, it continues to be the dominant objective of philosophy and of the philosophic
live. Plato’s elaborations of dialectic as including collection and division in the Sophist
and the Philebus offer no reason to doubt that he still considered it the ultimate task of
dialectic to throw light on the order that provides the setting for the Good, or rather to
prepare the intellect for discerning that light: for receiving the illumination that proceeds
from this very order136.
Es algo pacíficamente admitido que Platón no haya elaborado un sistema único137, sin
embargo esto no quita que pueda existir un faro condicionante de toda la ópera
Platónica y si existe, no puede ser otro que la idea de Bien138. De modo que toda
136
Van Ophuijsen, Johannes-M, «The Continuity of Plato's Dialectic...», p. 309-310.
137
«Plato… seems never to have brought his ‘highest Ideas’ into a single system, but in the
Good of the Republic and the Philebus, the Existence of the Sophist, the Truth of the Philebus,
and the One of the Idea-number theory, we find the sources of the original list of
transcendentals» (Ross, William David, Plato’s theory of Ideas, Clarendon-Pr, Oxford 1951, p.
245).
138
Es cierto que muchas veces la idea de Bien desaparece de escena en algunos diálogos
platónicos, lo que sucede por momentos también en diálogos que tienen por objeto principal
dicha idea, como sucede por ejemplo en el Filebo, el cual tratándose todo el diálogo de un
análisis de la idea de Bien en el momento crucial de definir la escala ontológica, de las
perfecciones y de las formalidades que la constituyen, no es nombrada la idea de Bien de un
64
investigación filosófica tiene como horizonte y está tensionada teleológicamente por la
idea de Bien. Este hecho condiciona ciertamente los medios con los cuales se intenta
alcanzar dicho fin. Y el instrumento principal de todas estas indagaciones filosóficas es
la misma dialéctica. La cual quedaría a un plano incomprensible y negaría lo dicho si la
dialéctica tuviera un objetivo meramente clasificatorio, y por tanto de orden
racionalista. Si se clasifica se lo hace con un objetivo que excede el mismo
conocimiento clasificatorio, ese objetivo es ascender cognoscitivamente hasta poder
lograr una visión unitaria del todo, que es lo propio del dialéctico.
4 Presupuestos fundantes de la « »
modo explícito: «il primo valore è nella misura, nella giustizia, nella opportunità e in tutto ciò
che bisogna ritenere che, a questi simile, sia stato prescelto ed assunto dalla natura eterna.
PROT. Ciò risulta almeno da quanto s’è detto ora. SOCR. Il [b] secondo valore è nella
simmetria e bellezza, nella perfezione e sufficienza e in tutto ciò che appartiene a questa
famiglia. PROT. Risulta così almeno. SOCR. Terzo allora, come mi par di poter congetturare,
poni la mente e l’intelligenza e non ti allontanerai molto dal vero…» (Phil. 66 a-b). ¿A qué se
debe que el Bien no sea nombrado explícitamente? La respuesta la da el mismo Platón
parágrafos antes de definir la escala: «Se dunque noi non possiamo cogliere ed esaurire il bene
in una sola nota caratteristica, comprendendolo sotto tre di queste, bellezza, proporzione e
verità, affermiamo che a tutto ciò come a una sola unità possiamo con massima correttezza
attribuire la causa di ciò che avviene nella mescolanza e che quest’ultima per virtù di tale unità,
che noi conosciamo come bene, risulta quella che è.» (Phil. 65 a). Es claro entonces que el Bien
no se puede agotar en una sola característica tiene algo de «inaferrable», «se encuentra más allá
de todo ser», afirma Gadamer (Los caminos de Heidegger, Herder, Barcelona 2002, p. 89). Esa
inaferrabilidad se radica en su mismo ser fundante de todas las otras formalidades, dado que
desde el punto de vista cognoscitivo estas formalidades fundantes son tan simples y envolventes
de todo el resto de las cosas que fundan que se vuelve muy difícil captarlas en su especificidad,
sin que en ese «creer» haberlas captado las modifiquemos por medio de la estructura discursiva
de nuestro conocimiento. Las nociones más simples son siempre las más difíciles de expresar
discursivamente porque se resisten a ser asimiladas totalmente a la dinámica del discurso. Es
por eso, según mi opinión, que aunque la idea de Bien pueda desaparecer explícitamente de
algunos diálogos, sin embargo continúa a ser el telón de fondo de todas las inquietudes del
filósofo, y por extensión, del hombre.
65
La cuestión del «valor» (value) en la « » es suscitada por los intérpretes
platónicos de extracción analítica que ponen de relieve que en el método analítico139 de
la división necesariamente se prescinde del valor140. Valor, en nuestra tradición
continental, significa primacía ontológica, emergencia perfectiva de una formalidad
sobre otra, entonces la cuestión que se plantea en este apartado es justamente esa: en
que momento y en que condiciones el dialéctico reconoce la emergencia perfectiva de
una formalidad sobre otra y cual es el último fundamento de tal juicio. En otras
palabras, en que estadio y con que condiciones se puede formular el juicio «x es más
perfecto que y».
139
«The method of division, then, is very amenable to analytic philosophy, not only because its
emphasis is on analysis rather than synthesis, but also because its abstraction from questions of
value shares with analytic philosophy a denial that it is possible to derive values from facts, the
“ought” from the “is”» (Dorter, Kenneth, «The Clash of Methodologies…», p. 199-200).
140
«Ma ora bisogna affermare che al metodo del nostro discorso non interessa di meno o di più
l’arte della spugna o l’arte farmaceutica, se l’una, purificando, ci dà piccoli vantaggi e l’altra ce
ne dà di grandi; allo scopo di avere di tutte comprensione, fra tutte le arti il nostro metodo si
prova ad individuare quelle che di esse appartengono ad uno stesso genere e quelle che non vi
appartengono e le valuta in vista di ciò tutte allo stesso grado di dignità. E così non ritiene per
nulla le une più risibili delle altre nelle somiglianze che si stabiliscono e per nulla ritiene che se
uno spiega la caccia collegandola all’arte strategica sia più degno di rispetto che se la collega
all’arte di spidocchiare, ma per lo più non vede in quello che maggior vanità.» (Soph. 227 a-b)
141
«Per il loro carattere giuridico-politico di trattato di legislazione, le Leggi non si diffondono
in ricerche speculative; però, come più volte è stato osservato, non è fondata l’opinione che in
esse manchi ogni accenno alla dialettica, perché, come si è detto, se di questa manca il nome, è
presente la cosa» (Levi, Adolfo, Il Problema dell'errore…, p. 186).
142
Cf. Leg. II, 667.
143
«Da quanto ora diciamo non si dovrebbe da parte nostra affermare che per nulla conveniente
è giudicare un’imitazione in base al piacere o all’opinione non vera (e neppur [668a] ogni altra
uguaglianza; infatti non se ad un uomo pare, o perché non gli piace qualcosa, l’uguale è uguale
e il commensurabile commensurabile in generale), ma soprattutto si deve giudicare avendo
come criterio il vero, e con nessun’altra cosa affatto? CLIN. Certo, assolutamente.» (Leg. II,
667 e - 668 a).
66
determinación de estos elementos en el estilo del diálogo platónico, como es usual, se
contraponen cada uno de esos elementos, tratando de someter «el acto de juzgar
rectamente un arte» a una situación hipotética límite: ¿se podría juzgar rectamente la
perfección de un arte si faltase tal o cual criterio de medida?. De este modo, si la
respuesta es negativa, queda asentada la necesidad de ese criterio para juzgar la
perfección de un determinado arte, en nuestro caso la representación pictórica. En
consecuencia quedan como criterios necesarios del acto de juzgar rectamente un arte en
primer lugar el conocimiento de la naturaleza de una cosa y en segundo lugar el
conocimiento de la plenitud o perfección absoluta de la cual esa cosa participa o tiene
por modelo144. El tercer criterio, el conocimiento profundo de todas las proporciones de
dicho arte, es dado por descontado que sea necesario para un recto juicio sobre el
mismo145. De modo que la conclusión que se impone es que:
chi vorrà essere giudice intelligente di ogni rappresentazione imitativa, nel disegno,
nella "musica", in ogni altra arte, dovrà avere questi tre requisiti: conoscere prima che
cos’è la cosa rappresentata, e poi com’è nella sua perfezione relativamente
all’imitazione, e terzo infine in quale misura una qualsiasi immagine fatta con le parole,
le melodie o i ritmi è ben fatta146.
144
«Quindi, pare, chi non vuole sbagliare nel suo giudizio deve conoscere di ciascuna delle
opere quello che essa è; infatti chi non conosce il suo essere, ciò che essa vuole, l’oggetto di cui
essa è veramente un’immagine, a stento potrà conoscere e distinguere la perfezione della
realizzazione di ciò cui essa tende o il suo fallimento. CLIN. A stento, come non dirlo? ATEN.
Chi non ha conoscenza della perfezione come può distinguere ciò che è fatto bene da ciò che è
fatto male? Ma non sono del tutto chiaro; forse più chiaro sarà se detto così. CLIN. Come? XI.
ATEN. Ci sono, senza dubbio, infinite possibilità di rappresentazioni percepibili con la vista.
CLIN. Sì. ATEN. E se uno ignora quale è ciascuno dei corpi imitati in queste? Potrà mai
riconoscere ciò che nell’esecuzione di essi è ben fatto? Dico così: conoscerà per esempio se
sono state conservate le proporzioni del corpo e la collaborazione di ciascuna delle sue parti, e il
loro numero, e quali parti in relazione a quali altre essendo situate hanno ricevuto i mutui
rapporti secondo l’ordine naturale e conveniente - e poi i colori, e i contorni -, o se tutte queste
cose invece sono state eseguite confusamente; vi pare che tutto ciò potrà discernere un uomo
che ignora del tutto quale è l’animale imitato? CLIN. E come? ATEN. E se invece noi
sapessimo che l’oggetto disegnato o modellato è un uomo, e tutte le sue parti gli furono
attribuite dall’arte, e così i colori e i contorni? Non è di per sé necessario che chi sa questo sia
subito anche in grado di riconoscere se sia ben fatto o se la sua bellezza sia in qualche modo
venuta meno? CLIN. In tal caso, ospite, per così dire, tutti noi avremmo potuto valutare senza
incertezze la bellezza di quegli animali rappresentati. ATEN.» (Leg. II, 668 c - 669 a).
145
Cf. el texto de la nota anterior (Leg. II, 668 c - 669 a).
146
«
67
Hay muchos y muy interesantes comentarios que se podrían hacer a este texto, pero
retomando el hilo de la argumentación del presente apartado, la conclusión que salta a la
vista es el hecho que la posibilidad de «pronunciar» un juicio de perfección sólo se da
después de la cuidadosa determinación de todos los elementos necesarios para poder
pronunciar ese juicio. Para la aparición de la perfección como objeto explícito del juicio
es necesario un trabajo, o proceso analítico anterior, en nuestro caso la diáresis o
división, por medio del cual son distinguidos cada uno de los elementos. Baste recordar
lo que hemos dado en llamar el tercer momento de la dialéctica o descenso, en el cual la
posesión perfecta de la definición o de un arte (que coincide con la tercera condición de
perfección que vemos aquí en las leyes) implica conocer todos los pliegues divisivos
que esa definición147 o arte148 poseen, solo entonces se puede juzgar el arte o definir
algo con perfección. Dicho de un modo más simple para poder decir «x es más perfecto
que y» es necesario primero distinguir y dividir «x» de «y». En esto la filosofía analítica
tiene en parte razón, en esa actividad del mero dividir se prescinde del valor de las
partes divididas, se busca conocer lo que es distinto. Pero digo «en parte» porque en
realidad de lo que se prescinde no es del valor ontológico de cada una de las partes
distinguidas, que va unido íntimamente a la esencia de lo distinguido (no solo eso, en
muchas de las distinciones tal emergencia ontológica de una sobre otra cosa distinguida
funciona como fundamento próximo de la distinción149), sino que nuestra estructura
judicativa necesita conocer antes la distinción para poder solo entonces (habiendo
separado adecuadamente los elementos del juicio) formular y decir un juicio de valor.
Simplemente para poder decir y pronunciar el juicio de prevalencia ontológica de «x»
sobre «y» la inteligencia se tiene que aplicar a la primer tarea condicionante de la
posibilidad de tal juicio que es poder distinguir adecuadamente «x» de «y». No significa
que en esa tarea de dividir el valor de «x» y de «y» no esté presente150, por el contrario
muy probablemente sea el fundamento último de la división, sin embargo el intelecto se
concentra en otra cosa, de manera explícita, que es en el distinguir y decir la no
pertenencia esencial de «x» con «y». Sin distinciones, como condición material, no
68
pueden haber juicios posteriores porque no hay nada para componer y dividir 151. Esta
conclusión, que puede parecer simple, está llena de notables implicancias en el modo de
hacer metafísica.
151
Por supuesto es claro que en este último parágrafo estamos yendo más allá de la mera
interpretación de Platón, desenvolviendo conclusiones personales coherentes con la temática
platónica pero lejanas de una tratación explícita en los textos platónicos.
69
una visión conceptual de la realidad. El problema que se plantea ahora es el siguiente:
¿El condicionamiento que tiene un concepto por parte de todas las contrariedades que lo
posicionan en el interior de una estructura conceptual interpretativa de la realidad
condiciona del mismo modo la realidad o formalidad que ese concepto busca
transparentar? La respuesta, llevando el análisis hasta sus últimas consecuencias, desde
un punto de vista realista, debe ser negativa, de otro modo se terminaría identificando
ser y pensar sin ningún tipo de emergencia de uno sobre el otro152. Pero de todos modos
para poder «pensar» la realidad necesitamos hacer nacer junto con aquellos principios
que consideramos los fundamentos de la misma realidad el conjunto de las
contrariedades que necesariamente los tienen que acompañar para que sean pensables.
El problema es que esas contrariedades en el pensamiento (en cuanto que son conceptos
condicionantes de otros conceptos) adquieren una densidad mayor que la que puedan
tener en la realidad. Doy un ejemplo banal, la ceguera es una carencia pero a los efectos
gramaticales y en nuestro modo común e irreflejo de hablar y de pensar, en cuanto
concepto o palabra, adquiere con una naturalidad enorme el mismo estatuto de cualquier
otra nota positiva. Es por eso que el posterior juicio de valor o de emergencia ontológica
juega un papel primordial en la determinación de la estructura de la realidad. Dado que
este juicio de emergencia es lo que finalmente restituye la jerarquía ontológica de los
principios en su fundación de la realidad que había momentáneamente perdido el
intelecto ocupándose de su función de dividir y de hacer nacer los contrarios para que
puedan ser pensados dichos principios fundantes de la realidad. Admitimos, como dice
la filosofía analítica, que el primer acto divisivo prescinde de la temática explícita del
152
En este sentido es sintomática de dirección idealista la in-emergencia platónica en el obrar
respecto de los contrarios, el ser causa de un efecto es atribuido tanto a la virtud positiva como a
su contrario que es mera carencia: «E ora, domandai, c’è qualcosa che sia bello"? Acconsentì. -
E c’è contrario del bello che non sia il brutto? - No. - E che? Esiste il bene? - Sì. - E c’è
contrario del bene che non sia il male? - No. - E ancora: esiste l’acuto nella voce? - Sì. E
dell’acuto vi è altro contrario fuorché il grave? No, rispose. - Dunque, affermai, a ciascun
singolo contrario corrisponde un solo contrario e non molti. Fu d’accordo. - Sù via, allora!,
dissi, riprendiamo in esame ciò su cui siamo rimasti d’accordo. Abbiamo ammesso che ciascuna
cosa ha un solo contrario, e non di più? -Siamo rimasti d’accordo così. - E che quando si agisce
in modo contrario si agisce a causa del contrario? Disse di sì. - E siamo o no rimasti d’accordo
che si agisce contrariamente all’agire da saggi, quando si agisce da insipienti? Acconsentì. - E
quando si agisce da saggi si agisce a causa della saggezza, mentre quando si agisce da insipienti
si agisce a causa dell’insipienza? Ne convenne. - Ma allora, se si agisce in modo contrario si
agisce a causa del contrario? - Sì. - Nel primo caso si agisce, dunque, a causa della saggezza e
nel secondo a causa della insipienza? - Sì. - In modo contrario? Senza dubbio. - A causa,
dunque, del contrario - Sì» (Protag. 332 b-e).
70
valor o de la emergencia ontológica de aquello que se divide, sin embargo, esta es una
tarea meramente preparatoria, una condición material, para que pueda darse el juicio
metafísico por excelencia, que es el juicio resolutivo, donde se pronuncia la emergencia
ontológica del principio y su carácter fundante de la realidad, sin diluirse en su papel de
fundamento por el condicionamiento de los contrarios, ya que se ha relegado tal
condicionamiento in-emergente como una consecuencia propia del plano del pensar y
no del ser.
SOCR. Prima dobbiamo ancora accordarci su alcuni punti di non grande importanza.
PROT. E quali? SOCR. La natura del bene deve essere o no cosa perfetta? PROT. La
153
«Ho in mente ora alcuni discorsi ascoltati una volta, non ricordo se in sogno o da sveglio, sul
piacere e sulla intelligenza; si diceva che né l’uno né l’altro è il bene, ma un’altra cosa, una
terza, diversa da essi, migliore di ambedue. Sono discorsi di un tempo, ma se ciò risulterà ora
anche a noi con chiarezza evidente, al piacere è già sfuggita la vittoria, il bene infatti non si
identificherebbe più al piacere; o come pensi? PROT. Così. SOCR. A mio avviso allora non
avremmo più nessun bisogno di suddividere le specie del piacere. Procedendo questo sarà
ancora più evidente. PROT. Hai detto benissimo, continua così a svolgere fino in fondo la tua
argomentazione.» (Phil. 20 b-c).
71
più perfetta di tutte, direi, Socrate. SOCR. E allora? Il bene è cosa sufficiente? PROT.
Come no? In ciò deve differenziarsi da tutte le cose che sono 154.
Es importante tener presente este pasaje dado que, según mi opinión, en él se encuentra
el germen metodológico que se desenvuelve en todo el desarrollo posterior sobre la
naturaleza de la perfección y del bien, que es de una extensión considerable y ocupa la
totalidad del Filebo. El texto se abre con el dialema crucial «¿El bien es o no es
perfecto?». La primera dificultad que tal pregunta nos plantea para entenderla en toda la
profundidad que implica es el significado mismo de « » que nosotros
habitualmente traducimos y, lo que es más problemático, entendemos por perfección.
« » tiene un significado dinámico y quiere decir lo que ha conseguido su plenitud,
colmado sus posibilidades, en definitiva aquello que ha alcanzado su « ». Por su
parte «perfectum», que se deriva de «perficio», a su vez es compuesto de «per» +
«facio», significa: «hacer por completo, hacer hasta el fin, completar, acabar, realizar
completamente». La misma raíz nos indica que lo perfecto no indica tanto la tendencia
de alcanzar un fin como el completarse de algo que es producto del hacer humano. De
hecho el objeto del «perficio» son objetos del obrar humano: empresa, proyectos, etc. El
mismo «perficio» tiene como significados: perpetrar, hacer, hacer de una manera
perfecta, formar, digerir, etc. De este modo lo perfecto es lo acabado, que es fruto de
una acción, que desde afuera le otorga la perfección a aquello que es perfecto. En
cambio « » pone más el acento en la tendencia al fin, tendencia que le pertenece
inmanentemente a aquello que ha alcanzado el « ».
154
«
» (Phil. 20 c-d).
155
« , ( ) becoming, befitting, sufficing: I. of persons, sufficient,
competent, c. inf., Hdt.; sufficient to prove a point, Thuc.; with
sufficient power to punish, Xen.; c. acc. rei, a man of sufficent prudence,
Hdt.; sufficiently versed in medicine, Xen.:-c. dat. pers. a match for,
equivalent to, Plat.:-absol., Soph.; Eur.;
very tolerable in comparison with common men, Plat II. of things,
sufficient, adequate, enough, Eur.; they have had successes
72
adecuado, bastante. « » por su parte deriva del verbo « » que a su vez deriva
del verbo « », teniendo ambos practicamente el mismo significado: alcanzar, llegar.
De modo que el significado original de « » es entonces aquello que ha alcanzado
su objeto, y en este alcanzar ha sido colmada la tendencia inmanente a dicho objeto de
manera que dicho objeto respecto de quien ejerce la acción de alcanzar es suficiente,
adecuado, bastante. Entonces si la adecuación-colmante ( ) es el criterio último de
medida de toda realidad, una cosa será perfecta en cuanto es suficiente o adecuada para
colmar la tendencia intrínseca de aquello que lo busca como su objeto o « ». Esto
implica que la noción de perfección es íntimamente ligada a la tendencia de todas las
cosas hacia su fin:
SOCR. Che è in questo che la natura del bene differisce dalle altre cose... PROT. In che
cosa? SOCR. In questo suo carattere: se a un essere vivente permanentemente il bene
sia presente, per sempre, assolutamente e da ogni punto di vista, tale vivente non avrà
più bisogno di null’altro, avrà una perfetta sufficienza in se stesso. Non è così? PROT.
Sì, è così 157.
»
(Phil. 20 c-d).
157
«
» (Phil. 60 b-c).
73
Esta «perfecta suficiencia» ( ) es justamente el criterio que se usa para
dialécticamente determinar que el bien es algo superior que el placer y que la
inteligencia.
Neppure il piacere egli accetterebbe, direi, sia pure il piacere più vario od il più intenso,
se in relazione ad esso né riuscisse ad opinare veramente di goderne né conoscesse
assolutamente di quale affezione fosse affetto e neppure avesse ricordo dell’affezione,
neppure per una qualsiasi misura di tempo. Le medesime cose dica anche per
l’intelligenza, se cioè qualcuno totalmente privo di piacere, anche del più piccolo,
accetterebbe di avere intelligenza così, piuttosto che insieme godendo anche di certi
piaceri, oppure se accetterebbe di godere di tutti i piaceri senza intelligenza, piuttosto
che con una certa intelligenza. PROT. Non è possibile, Socrate, e non occorre per nulla
continuare ad interrogare su questa materia almeno. SOCR. Dunque non sarà né l’uno
né l’altro di questi due la cosa perfetta, eleggibile da tutti, ciò che universalmente è il
bene? PROT. E come potrebbe esserlo infatti?
Más allá de la validez a del argumento, que parece ser dudosa dado que el gozo honesto
que surge del uso de las facultades superiores es confundido con los placeres sensibles,
lo que se vuelve realmente interesante es que, esa oposición dialéctica introducida por
medio de la oposición placer-inteligencia, pone en planos heterogéneamente diversos la
inteligencia y el placer. Esta distancia heterogénea entre uno y otro «crea el espacio»
para que la felicidad surja como un acto heterogéneamente diverso del acto mismo de
entender. El acto de la inteligencia no puede por sí dar la felicidad porque en su última
resolución formal prescinde, o lo que es lo mismo, es específicamente distinto, del acto
en posesión del objeto que causa la « ». De modo que la felicidad es
solamente alcanzada por un acto diverso del de la inteligencia y el objeto de tal acto es
capaz de causar la « », tal objeto, no presenta dificultad, es el bien.
Sin embargo la determinación del acto, a causa de la ausencia de una distinción
adecuada de las facultades del alma, se vuelve difícil de especificar. De todos modos en
cuanto acto, prescindiendo de la determinación de la facultad que lo ejecuta, es descrito
en el Simposio, diálogo de la primera construcción platónica, con una nitidez notable:
chi ama, ama il bello:che ama? - Che diventi suo, dissi.- Ma tale risposta provoca
l'esigenza di un'altra domanda, di questo genere: che cosa accadrà a chi venga in
possesso del bello? A questa interrogazione confessai di non saper dare lì per lì una
risposta. - Ma è come se uno, servendosi del bene in luogo del [e] bello, ti domandasse:
suvvia, Socrate, chi ama, ama il bene: e che ama? - Che diventi suo. - E che gliene
verrà, dal possesso del bene? - Qui riesco più facilmente a rispondere, dissi: sarà felice.
- Infatti, per il possesso del bene è felice chi è felice; né occorre chieder più oltre, a
quale scopo voglia esser felice, chi così vuole: la risposta è definitiva, pare. - E' vero,
dissi. - Ora, questa volontà e questo amore, pensi tu che siano comuni a tutti gli uomini,
74
e che ognuno aspiri sempre al possesso del bene? o come dici? - Così, risposi: che sian
comuni a tutti158.
Es así que el bien como formalidad llega a ser perfección emergente sobre todas
las otras formalidades, dando la medida de todo lo que es. Para ejemplificar este hecho,
en el Libro VI de la Republica, Platón propone una imagen la relación entre la vista, el
color, la luz que causa la visibilidad de las cosas visibles y el sol causa de la luz. Sin la
158
«
» (Symp. 204 d
- 205 a).
75
luz la vista y los colores son absolutamente inútiles por eso es necesario un ligamen
precioso que restituye su razón de ser a la vista y a los colores, este ligamen es la luz,
que a su vez tiene una fuente y causa principal que es el sol, el cual por ser causa de la
vista, de los colores y de la luz es visto, sin confundirse con ninguno de esos
elementos159. Una vez establecido claramente uno de los términos de la analogía de
proporcionalidad, comienza a establecer las relaciones de proporción que guarda dicho
ejemplo con aquello que se quiere ilustrar. Así como el sol está a la vista el bien está al
intelecto. Cuando falta el sol la vista se ofusca y pierde nitidez, y cuando el sol está
presente los objetos se vuelven nítidos y claros. Del mismo modo el alma cuando mira
aquello que es iluminado por la verdad y por el ser dicho objeto se vuelve firmemente
evidente a su inteligencia. Cuando mira aquello que es compuesto de ténebras, es decir
lo que nace y perece, la inteligencia se ofusca y solamente puede alcanzar opiniones160.
Veamos ahora, finalmente, como es descripta la relación entre la inteligencia y el bien:
159
«Ammettiamo che negli occhi abbia sede la vista e che chi la possiede cominci a servirsene,
e che in essi si trovi il colore. Ma se non è presente un terzo elemento, che la natura riserva
proprio [e] a questo còmpito, tu ti rendi conto che la vista non vedrà nulla e che i colori
resteranno invisibili. - Qual è questo elemento di cui parli? - Quello, risposi, che tu chiami luce.
- Dici 1a verità, ammise. - Di una specie non insignificante sono dunque il senso della vista e la
facoltà di essere veduti, se sono stati congiunti con un legame più prezioso di quello che tiene
insieme le altre combinazioni, a meno che non sia cosa spregevole la luce. - Spregevole?, disse.
Tutt’altro.- A quale dunque tra gli dèi del cielo puoi attribuire questo potere? un dio la cui luce
permette alla nostra vista di vedere nel miglior modo e alle cose visibili di farsi vedere? -
Quello, rispose, che tu e gli altri riconoscete: è chiaro che la tua domanda si riferisce al sole. -
Ora, il rapporto tra la vista e questo dio non è per natura così? - Come? - La vista, né come
facoltà in se stessa né come organo in cui ha sede e che chiamiamo [b] occhio, non è il sole. -
No, certamente, - Eppure, a mio parere, tra gli organi dei sensi è quello che più ricorda
nell’aspetto il sole. - Sì, certo. - E la facoltà di cui dispone non l’ha perché dispensata dal sole,
come un fluido che filtra in essa? - Senza dubbio. - E non è vero anche che il sole non è la vista,
ma, essendone causa, è da essa stessa veduto? - E’ così, ammise.» (Resp. VI, 507 e - 508 b)
160
«- Puoi dire dunque, feci io, che io chiamo il sole prole [c] del bene, generato dal bene a
propria immagine. Ciò che nel mondo intelligibile il bene è rispetto all’intelletto e agli oggetti
intelligibili, nel mondo visibile è il sole rispetto alla vista e agli oggetti visibili. - Come?, fece,
ripetimelo. - Non sai, ripresi, che gli occhi, quando uno non li volge più agli oggetti rischiarati
nei loro colori dalla luce diurna, ma a quelli rischiarati dai lumi notturni, si offuscano e
sembrano quasi ciechi, come se non fosse nitida in loro la vista? - Certamente, rispose. - Ma
quando, credo, uno li volge agli oggetti illuminati dal sole, vedono distintamente e la vista, che
ha sede in questi occhi medesimi, appare nitida. - Sicuro! - Allo stesso modo considera anche il
caso dell’anima, così come ti dico. Quando essa si fissa saldamente su ciò che è illuminato dalla
verità e dall’essere, ecco che lo coglie e lo conosce, ed è evidente la sua intelligenza; quando
76
Ora, questo elemento che agli oggetti conosciuti conferisce la verità e a chi conosce dà
la facoltà di conoscere, di’ pure che è l’idea del bene; e devi pensarla causa della
scienza e della verità, in quanto conosciute161.
Ma per belle che siano ambedue, conoscenza e verità, avrai ragione se riterrai che
diverso e ancora più bello di loro sia quell’elemento. E come in quell’altro àmbito è
giusto giudicare simili al sole la luce e la vista, ma non ritenerle il sole, così anche in
questo è giusto giudicare simili al bene ambedue questi valori, la scienza e la verità, ma
non ritenere il bene l’una o l’altra delle due. La condizione del bene dev’essere tenuta in
pregio ancora maggiore162.
Termina el texto sin decaer en la tensión por la emergencia del bien, pero esta vez
llevando el argumento al máximo de sus posibilidades, mostrando el bien como la
perfección envolvente de toda perfección y que gravita detrás de toda actividad humana:
- Dirai, credo, che agli oggetti visibili il sole conferisce non solo la facoltà di essere
visti, ma anche la generazione, la crescita e il nutrimento, pur senza essere esso stesso
generazione. - E come potrebbe esserlo? - Puoi dire dunque che anche gli oggetti
conoscibili non solo ricevono dal bene la proprietà di essere conosciuti, ma ne
ottengono ancora l’esistenza e l’essenza, anche se il bene non è essenza, ma qualcosa
che per dignità e potenza trascende l’essenza163.
invece si fissa su ciò che è misto di tenebra e che nasce e perisce, allora essa non ha che
opinioni e s’offusca, rivolta in sù e in giù, mutandole, le sue opinioni e rassomiglia a persona
senza intelletto. - Le somiglia proprio.» (Resp. VI, 508 b-d).
161
«
» (Resp. VI, 508 e).
162
«
77
Es claro como a pesar de ser envolvente de todas las perfecciones, a todas ellas las
trasciende y sin dejarse identificar por ninguna de ellas, ni siquiera por el hecho de ser
« ». Así se entiende que lo específico del conocimiento humano tanto en el
164
Filebo , como lo hemos visto en estos textos de la República no sea otra cosa que una
especie de actuarse concreto del bien en un campo que le está subordinado. De modo
que todo es útil y tiene provecho en la medida que se actúa el bien y nada puede
poseerse que tenga provecho y utilidad alguna fuera de la actuación, en ese mismo
poseer, del bien:
E inclino piuttosto a questa seconda supposizione, poiché hai sentito dire spesso che
oggetto della massima disciplina è l’idea del bene; è da essa che le cose giuste e le altre
traggono la loro utilità e il loro vantaggio. E pressappoco tu sai ora che voglio dire
questo, e inoltre che di essa non abbiamo una conoscenza adeguata; ma se non ne
abbiamo conoscenza, anche ammesso che conoscessimo perfettissimamente tutto il
resto senza di questa, vedi bene che non ne ritrarremmo alcun giovamento, come non lo
ritrarremmo se possedessimo una cosa senza il bene. Credi che ci sia vantaggio a
possedere una qualunque cosa, se non è buona? o a intendere tutto ad eccezione del
bene, senza intendere per nulla il bello e il bene? Per Zeus!, rispose, io no 165.
En definitiva todo posible valor o perfección se da en la medida que cada cosa que es un
bien. Pero la naturaleza misma del bien y su ultimo criterio de medida que es esa
adecuación-colmante exigen un alguien que sea colmado. Es decir una subjetividad que
toma la iniciativa en la búsqueda de aquello que la colma166. Es decir una subjetividad
que libremente tienda a que aquel objeto plenificante devenga suyo, lo poseea (
). De otro modo una determinación de la emergencia perfectiva del bien
en un plano puramente objetivo quedaría vacía.
78
5 Conclusión
Sin embargo los frutos del presente trabajo trascienden el mero papel de fuente
de una noción tomista. La fuerza teorética de la dialéctica platónica pone problemas de
perenne validez y universalidad en metafísica que tienen que ver con todas las filosofías
posteriores. Esto es lo más sorprendente de todo, cuando uno se adentra en los diálogos
platónicos comienza a reconocer en tal recorrido, que pertenece a la historia antigua de
la filosofía, un sin número de cosas familiares y contemporáneas al lector. Tal vez, para
oídos demasiado sensibles, pueda sonar exagerado decir que «el modo más seguro de
presentar la tradición filosófica europea es que esa consiste en una serie de notas a pié
de página a Platón»167, sin embargo, sin necesidad de ser tan radicales, no se ve ningún
tipo de dificultad en compartir las posiciones de platonistas de la estatura de Krämer ,
por dar un ejemplo concreto, que encuentran una íntima conexión168 entre las doctrinas
platónicas y la filosofía analítica, la filosofía trascendental, la filosofía idealista (sobre
todo Hegel), la fenomenología Husserliana y el existencialismo Heideggeriano.
Por nuestra parte, más allá del fin específico de la presente investigación, que es
de articular los heterogéneos elementos de la dialéctica en una visión sistemática única,
este ensayo, o mejor dicho la temática platónica con la cual este ensayo pone en
contacto, abre caminos de reflexión sobre un tema crucial en metafísica. Este tema es el
Inicio mismo de la metafísica, el Anfang en la terminología Hegeliana. De algún modo,
aunque sin declararlo intencionalmente en los textos y sin avasallar el fin específico del
ensayo, esta inquietud ha estado siempre latente en transcurso de nuestras búsquedas.
Por eso no es extraño que la temática platónica desarrollada nos provea de un rico
167
Whitehead, A. N., Process and Reality, New York 1941, p. 63.
168
Cf. Krämer, Hans, Platone e i fondamenti della metafisica, Centro di ricerche di Metafisica,
Varese 2001.
79
material útil a este propósito y sea el estadio natural preparatorio de una ulterior
investigación que en esta conclusión esbozaremos. Según mi modo de ver, con ocasión
de los textos platónicos y usándolos a modo de trampolín para ulteriores desarrollos
teoréticos, la problemática del Inicio abre tres potentes campos de reflexión, que se
comportan al modo de ejes cardinales o estadios teoréticos heterogéneamente
irreductibles que fundan el espacio de toda posible reflexión filosófica ulterior: El Inicio
lingüístico, el Inicio formal o inteligible, el Inicio existencial o real.
En este lugar daré simplemente un bosquejo de como los textos platónicos dan
un potente punto de partida para la investigación en las direcciones señaladas.
Comencemos del inicio, partamos de aquello mismo que declara Platón: «Si addice
particolarmente al filosofo questa tua sensazione: il meravigliarti ( ). Non vi è
169
altro inizio della filosofia, se non questo» . Aunque, tal vez, como filósofos estemos
demasiado acostumbrados a escuchar reflexiones más o menos estimulantes sobre el
papel del asombro (o maravillase) en el seno de la filosofía, es mi opinión que se
menosprecia el alcance teorético de la misma. En primer lugar el maravillarse ha un
profundo valor existencial, real y concreto, no es un inicio que se hace a partir de
nociones abstractas (ser, nada, devenir), muy por el contrario se inicia en el inicio
mismo de toda posible comprensión filosófica posterior. Maravillarse implica una no
abstracción del sujeto que se maravilla e implica también una no abstracción del objeto
que causa tal maravilla, de modo que maravillarse dice un alguien en concreto, delante
de un objeto en concreto, maravillarse, por tanto, dice el encuentro sintético del sujeto
que conoce y del objeto que se dona. Este hecho lo transmite y lo protege
constantemente la técnica del diálogo platónico, y en nuestro caso hemos resaltado
convenientemente170 que aunque el significado de la dialéctica evoluciona en los
diálogos del Platón maduro jamás pierde su sentido primario de técnica del diálogo. El
diálogo obliga siempre a ponerse en una situación existencial concreta de seres que
dialogan, en cambio la prosa sistemática filosófica tiende por su propio peso, a menos
que el esfuerzo reflexivo le restituya su lugar adecuado, a volverse abstracta. En la
misma línea se encuentra la desconfianza por los elementos del discurso en si mismos
considerados, como hemos puesto en relieve171, y la insistencia de un retorno
permanente y crítico al encuentro sintético con el llamado quinto elemento, lo real
( ). Esta desconfianza se extiende al texto escrito: «I prodotti cioè della
pittura ci stanno davanti come se vivessero; ma se li interroghi, tengono un maestoso
169
Theet. 155d.
170
Cf. pp. 39-43.
171
Cf. pp. 16-26.
80
silenzio. Nello stesso modo si comportano le parole scritte: crederesti che potessero
parlare quasi che avessero in mente qualcosa; ma se tu, volendo imparare, chiedi loro
qualcosa di ciò che dicono esse ti manifestano una cosa sola e sempre la stessa»172. La
fuente viva que puede hacer crecer el conocimiento, no es el mismo fruto del
conocimiento, ni el discurso, ni ninguno de sus elementos, ni la puesta por escrito de los
mismos, todas estas cosas, alargamos nosotros la aplicación del texto citado, quedan en
un majestuoso silencio, repiten siempre lo mismo, repiten siempre lo que ya han dicho
no pueden hacer crecer nuestro conocimiento a la ansiedad que le imponen nuestras
preguntas. La fuente viva que hace crecer el conocimiento es ese primer encuentro
sintético del individuo con lo real, que provoca siempre nuevos asombros, porque lo
real escapa siempre a los elementos del discurso que buscan manifestarlo, pero que lo
hacen de una forma limitada e imperfecta, y por eso es siempre necesario retornar a ese
primer encuentro sintético para descubrir más cosas sobre lo real y manifestarlas ahora
en un metadiscurso que intenta transparentar, de una manera más adecuada, lo real
corrigiendo o desarrollando más finamente el discurso anterior. Por eso, si como dicen
los críticos modernos173, el sistema platónico permanece siempre dual sin desembocar
en el monismo Parmineidiano ni en el absorbimiento inmanente hegeliano de la
oposición de Idéntico e Diverso, lo cual según mi opinión es también un monismo,
debemos concluir que esta dualidad está siempre sostenida íntimamente y desde el
inicio por un encuentro sintético con la realidad. Si los opuestos no se derivan de un
solo principio y si, por otra parte, tampoco se disuelven inmanentemente uno en el otro
por medio del devenir, entonces necesariamente el fundamento de dichos opuestos y de
su misma oposición no es algo que se resuelve en un principio posterior, sino que, por el
contrario, es algo que se descubre, se devela en un encuentro sintético con los mismos.
172
Faedr. 275 d.
173
«In definitiva: “né Parmenide né Hegel”, dunque, com’è stato giustamente affermato dai
critici - almeno nella misura in cui Parmenide può venir considerato il sostenitore dell’unità e
identità dell’Essere, escludente ogni pluralismo e ogni differenza, e in quanto in Platone è
totalmente assente la nozione hegeliana dell’opposizione di Identico e Diverso come relazione
“immanente” o costitutiva» (Movia, Giancarlo, Apparenze essere e verità, Centro di ricerche di
Metafisica, Varese 19942, p. 480) «Platone parte dalla duplicità di due principi últimi, la quale
non è più suscettible di essere posta ulteriormente a problema. Platone presupone quindi che la
totalità dell’essere non possa venir dedotta da un unico principio, senza cadere nel paradosso
dela autoduplicazione dell’Uno originario» (Krämer, Platone e i fondamenti..., p. 154).
81
Hasta ahora hemos descrito principalmente lo que hemos dado en llamar inicio
formal o inteligible mechado con algunos elementos lingüísticos con el fin de presentar
el problema. Pero lo específico de dicho inicio formal es el encuentro sintético de lo real
( ) y el intelecto. En otras palabras la presencia las cosas que poseen el
ser a la conciencia. Tal presencia provoca una inquietud, un asombro, un maravillarse
que surge del encuentro del poder unificante del intelecto con la multiplicidad
dispersiva del concreto material presentado por medio de la sensibilidad. De esta
ascensión unificante cognoscitiva hemos hablado largamente174. Para finalmente, en
nuestra versión unificada de la dialéctica, formular una mecánica del raciocinio y de la
estructuración del discurso que tiene una pretensión de valor perenne y condicionante de
cualquier filosofía. Poder pensar, poder filosofar significa poder emitir juicios, es decir
componer y dividir elementos. Pero para poder componer y dividir necesitamos al
menos distinguir cosas diversas, de otro modo no hay elementos para componer y
dividir. Es decir que la posibilidad misma del juicio comienza por el esfuerzo del
intelecto por dividir y distinguir los elementos de la realidad, este es el rol de la
« ». La « » se convierte así en el condicionante absoluto de la
posibilidad de cualquier pensamiento o raciocinio articulado, por tanto, también de la
misma filosofía. Sin embargo, la « » no es pura división es también al mismo
tiempo composición, como hemos mostrado175. Cuando el intelecto discrimina una
formalidad de lo real dividiéndola de sus contrarios no ejecuta simplemente un mero
acto de división, sino que por su parte, además de la división, pone la unidad de la
formalidad dividida poniendo la esencial pertenencia de tal nota a si misma, y también,
además, su posición de contrariedad respecto de lo cual es dividido. A ejemplificar esto
sirve el ejemplo del pescador con caña del Sofista, en el cual se aplica la « »
para poder definirlo y podemos ver con claridad (en el cuadro de página 48) que las
notas de la izquierda del cuadro son divididas de la definición del pescador con caña,
sin embargo, al mismo tiempo las notas de la derecha se unen constituyendo así la
susodicha definición. Creo que no pocos problemas crea la confusión de esta
composición con el estadio siguiente de la dialéctica que es la « ». La diairesis,
por su parte, se preocupa de dividir y clasificar notas, pero, como dicen los analíticos,
prescinde de la temática del valor, es decir prescinde del juicio de preeminencia
perfectiva de unas notas sobre otras. Este es el segundo estadio de la dialéctica que
condiciona cualquier tipo de construcción filosófica. Toda filosofía tendrá
necesariamente un modo de estructurar, y por tanto ordenar, perfectivamente las
174
Cf. pp. 16-39.
175
Cf. p. 48.
82
formalidades de lo real que primero distinguió por medio de la diairesis. Toda
filosofía176 pone en algo el acto, y después en base de ese acto que cree reconocer, y
que todas las demás filosofías de algún modo han olvidado, estructura el propio
sistema177 filosófico. Esta es justamente la función de la « » determinar el
primado perfectivo de aquellas notas que primero fueron distinguidas, y, una vez
determinado, estructurar una visión unificante de dicha realidad identificando tal nota
que prima ontologicamente como principio fundante de todo el sistema.
176
Por supuesto «toda filosofía» con una mínima aspiración de ser metafísica. Aunque ni
siquiera los nihilismos o deconstructivismos escapan a esta regla, normalmente ponen el acto en
el puro ejercicio de la libertad, y lo discriminan o dividen de cualquier cosa que lo pueda limitar
ese puro ejercicio de la libertad. Y dado que, por un lado, dicha libertad no puede encontrar
como fundamento nada distinto de ella misma, y por otro, es incontestable la finitud de quien la
ejercita, terminan por resolver en la nada.
177
No entiendo aquí sistema en sentido estricto, sino en sentido amplio como conjunto de
doctrinas.
178
También hemos hablado ampliamente de ello en el desarrollo del trabajo cf. pp. 16-26.
179
Estos cuatro elementos son: el nombre, la definición, la imagen, el conocimiento
propiamente dicho (que a su vez se compone y se articula en tres elementos: ciencia, opinión
verdadera, intelecto o intuición intelectual).
180
Epist. 7, 342 d- 343 a.
83
medio de un discurso, posicionándola en un sistema total de conocimientos. Pero un
sistema total de conocimientos no es más que una trama delicadísima de conceptos que
se encarnan en palabras. El problema es que, como hemos mostrado181, las palabras y
los conceptos tienen una dinámica propia y tienden, por su propio peso, a mostrarse a sí
mismos, oscureciendo la realidad que deberían transparentar. Por eso el filósofo debe
ser uno que, conociendo la verdad de lo que dice, puede defender lo que dice 182. Es
decir alguien que tiene presente la totalidad de la realidad, que implica la realidad que se
le hace presente, el discurso con el cual intentamos transparentarla -con todos las
posibles deficiencias significativas en las cuales el discurso se muestra a sí mismo
escondiendo la realidad- y la relación que une a ambos183. Solamente de este modo el
filósofo puede crear un metadiscurso que devela aquello que ha dicho, develando al
mismo tiempo la realidad.
181
Cf. pp. 65-71.
182
Cf. Faedr. 278 c.
183
Sin pretenderlo hemos arribado al concepto clásico de verdad.
184
Cf. pp. 26-34.
185
Phil. 38 a.
186
Phil. 38 c.
187
Epist. 7 344 b.
188
Epist. 7 344 c.
84
adecuadamente o menos la realidad. Así planteado el problema implica, como hemos
mostrado cuando identificamos el último criterio de valor o de primado perfectivo de la
realidad en Platon189, que la verdad está subordinada al bien: «Es justo juzgar similares
al sol la luz y la vista, sin embargo no lo es identificarlas con el sol, del mismo modo es
justo juzgar similares al bien estos dos valores: la ciencia y la verdad, pero identificar
con el bien ni una ni la otra. La condición del bien debe ser tenida en mayor valor»190.
Por eso el bien es el último principio de todo y no encuentra su fundamento en nada
ulterior, la capacidad de amar es el don más alto que los dioses han hecho al alma
humana191 y el último fundamento de dicha perfección y -según Platón- de la
inmortalidad del alma es su absoluta espontaneidad192 y perfecta autofundación: «solo
aquello que se mueve a si mismo, en cuanto no puede abandonarse a si mismo, jamás
cesa de ser en movimiento. Antes bien es fuente y principio de todas las cosas que se
mueven»193. En este movimiento de absoluta espontaneidad no debe entenderse ningún
tipo de imperfección, en el sentido de movimiento físico que pasa de la potencia al acto
destruyendo mediante un esfuerzo la cualidad contraria, sino que es, en lenguaje
aristotélico, un acto del acto. Es por eso que la búsqueda del bien, y por tanto el
ejercicio de la libertad, no puede abandonarse, dejarse ( ) a si misma, porque
siempre se pertenece solamente a si misma, por tanto es iniciativa solamente de si
misma y de la propia subjetividad. Así, lo dicho, nos hace entrar en sintonía con el
principio kierkegaardiano de la verdad es la subjetividad. La verdad se presenta en su
última calificación perfectiva como bien, en otras palabras la verdad es acto si es puesta
por la iniciativa de la subjetividad, de otro modo queda como mera adecuación, sin ser
un bien para ningún sujeto. Es por eso que la verdad como acto exige la libertad y es
por eso también que el intento más amplio, englobante y absoluto194 de formulación de
la verdad, que llamamos filosofía, es «la ciencia de los hombres libres»195. No nos
escandaliza entonces, como a Kant, que los filósofos no se pongan de acuerdo y sería
degradar la filosofía pretender que en ella hubiese una unidad de pensamiento como en
la física y en la matemática. Ni tampoco es concebible una especie de convergencia
189
Cf. pp. 71-79.
190
Resp. 6 508 e - 509 a.
191
Cf. Phaedr. 245 b-c.
192
Entiendo por absoluta espontaneidad la absoluta independencia fundativa en la puesta del
acto de todo otro principio formal, no entiendo tal absoluta espontaneidad como prescindiendo
del ultimo principio que pone todas las cosas en el ser, el absoluto.
193
Cf. Phaedr. 245 c.
194
Desde el punto de vista puramente humano.
195
Soph. 253 c.
85
filosófica necesaria después de un largo andar como aquella que postula Pierce. La
filosofía comienza en el germen del libre empeño absoluto de un hombre en concreto,
llamado filósofo, de darse una explicación del mundo, de si mismo, y del sentido de
ambas cosas. Tal explicación compromete absolutamente, si en él existe algún vestigio
de coherencia, el fin último de dicho filósofo, por tanto la cosmovisión que construye es
ante todo algo que elige y eligiéndola, también196, en su vida concreta y existencial
realiza el mayor acto de libertad que es la elección del fin último.
En esta larga conclusión hemos querido poner de manifiesto las ulteriores vías
de reflexión a la cual nuestro trabajo abre la puerta y de mostrar no solo el aspecto
exegético sino también la postura teorética de quien ha realizado dicha exégesis. No
comparto la postura de quienes «juegan a las escondidas» con el lector, escondiendo la
propia posición teorética en pro de una pretendida neutralidad o imparcialidad. Toda
hermenéutica implica el encuentro de los textos con alguien que de un modo u otro ya
posee una preconcepción (Vorgriff) o una cosmovisión de la realidad. Por eso me ha
parecido útil explicitar esos elementos, de ese modo el lector podrá juzgar más
exhaustivamente el valor de la tesis. Es necesario también aclarar, antes de finalizar que
nuestras interpretaciones no intentan ser únicas ni excluyentes en el sentido de
arrogarnos la pretensión de decir: esto es el verdadero Platón. Muy lejos de todo esto
somos concientes de los puntos de contacto de Platón con filosofías que imponen
direcciones muy diversas a la nuestra, sino totalmente contrarias, como es el caso del
idealismo hegeliano197. De algún modo nuestro espíritu ha sido declarar: esto también
está en Platón, forma parte del conjunto de polifacéticas tensiones filosóficas de la
doctrina platónica, y por tanto vale la pena ponderarlo.
196
Digo también porque el filósofo en concreto de carne y hueso puede vivir traspasado de la
incoherencia. Como dice Kierkegaard los filósofos construyen grandísimos palacios para
después en la vida cotidiana vivir en chozas. De modo que la elección del fin último en la vida
existencial y concreta sigue siendo el acto de más profunda libertad, pudiendo trascender en
concreto hasta la cosmovisión que tal filósofo se ha creado, traicionando lo que dice tal
cosmovisión para poner a fuerza de elecciones y actos el fin último en algo diverso.
197
Cf. Krämer, H., Platone e i fondamenti..., pp. 282-303.
86
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Fuentes
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Theaetetus
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Leges
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Symposium
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BOETHIUS, De Arithmetica
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