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MABEL MORANA

VIAJE AL SILENCIO
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Exploraciones del discurso barroco

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Cuidado de la edición: Juan Carlos H. Vera
Diseño: Opsis

Primera edición: 1998


DR © Facultad de Filosofía y Letras, UNAM
Ciudad Universitaria, 04510, México, D. F.

..Impreso y hecho en México


ISBN 968-36-6819-4
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
UNIVERSIDAD NACIO.NAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
BARROCO Y CONCIENCIA CRIOLLA EN HISPANOAMÉ,RICA

En el último decenio se ha asistido a un notable incremento, cuan-


titativo y cualitativo, de los estudios sobre el periodo colonial hispa-
noamericano, tanto en el medio acadénüco 11ortcan1ericano co1no
en los centros europeos de estudios latinoamericanos_ Este interés
responde a varias razones, aun dejando de lado cuestiones de polí-
tica universitaria y demanda académica, Por un lado, parece haber
caído en desuso cierta moda de los afias sesentas que interpretaba
la historia de los países al sur del río Bravo como un ejemplo virn
de magia cotidiana -de magia negra, en muchos casos- en que la
realidad parecía dar cuerpo histórico al)rnaginario sociaL Los en-
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foques desarrollistas o tributarios ele la vieja dicotomía moderno


versus tradicional hicieron crisis, en los estudios literarios corno en
los ele las ciencias sociales, como analiza bien James LockharL Hizo
crisis también cierto sociologisrno que, apoyado en la pirotecnia
teórica que desató la Revolución cubana, convenció a muchos, con
un facilismo que poco favor hizo a la causa latinoamericana, ele que
ese continente entraba en el mejor de los, mundos posibles, Esa vi-
sión panglossiana de la historia y la literatura, para la cual la cultu-
ra del subcontinente aparecía como un epifenómeno sin lazos con
la tradición, dejó como saldo a nuestra década una larga serie ele
problemas sin resolver, y un interés renovado en la cultura latinoa-
mericana, Poco a poco ha ido arraigando, en gran medida a impul-
sos de los sucesos políticos de los años setentas, una perspectiva
diferente, menos "tropicalista" y rnásJ1istórica, para el estudio de la
problemática latinoamericana, Esta perspectiva se corresponde, a
su vez, con una metodología que pretende ser afín a su objeto de

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26 1 Caracterización del Barroco de Indias Barroco y conciencia criolla 1 27

estudio. En efecto, los países latinoamericanos, con sus economías porque no se hagan alusiones constantes a él, sino porque no ha sido
de venas abiertas, sus dictaduras transnacionalizadas y sus desa- hasta ahora revisado y problematizado con la profundidad que me-
fiantes revoluciones, han lanzado a la arena de los estudios sociohis- rece. Me refiero al Barroco hispanoamericano, o mejor aún al que
tóricos una problemática que reclama estudios globales, multidis- Mariano Picón Salas denominara tempranamente, con acierto, el
ciplii1arios, y que no cede a enfoques formalistas creados para otras '(Barroco de Indias", llamando la atención sobre su calidad deriva-
realidades culturales. da, translaticia.
Nociones como "colonialismo", "dependencia>), "cultura popular", La importancia del Barroco en Hispanoamérica, ya sea éste con-
"conciencia social", "autoritarismo" tienen en la historia latinoame- siderado un periodo, un estilo, o un "espíritu de época'', no radica
ricana un referente concreto, de dramática presencia, que se ofrece exclusivamente en la calidad de la producción literaria que correspon-
como un desafío a la crítica y la historiografía. El arraigo de esas de al que se ha dado en llamar "periodo de estabilización virreinal" .2
nociones en la historia latinoamericana se remonta, obviamente, al La importancia del Barroco reside principalmente, por un lado, en
periodo colonial y al proyecto imperial que la naciones europeas que la evaluación de esa producción poética plantea problemas crí-
aplicaron al conjunto de formaciones sociales de ultramar, las cua- tico-historiográficos que se proyectan sobre todo el desarrollo pos-
les a partir de esa violencia inicial, se dieron en llamar "el Nuevo terior de la literatura continental, y que derivan del proceso de impo-
Mundo". A los estudios del periodo colonial se llega así, en muchos sición cultural y reproducción ideológica que acompañó a la práctica
casos, con una orientación retrospectiva. 1 En efecto, se busca en esa imperial. En segundo lugar, es también en el contexto de la cultu-
etapa de la historia continental al menos una de las vertientes de la ra barroca que aparecen las primeras evidencias de una conciencia
tradición cultural del continente. Por un lado, porque en los siglos social diferenciada en el seno de Ja sociedad criolla. Esas formas

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XVI y XVIJ cristaliza ya una li_teratura, una crítica y una historia lite- incipientes -y en muchos casos contradictorias- de conciencia so-
raria a la vez dependientes y culturalmente diferenciadas de los mo- cial, hablan a las claras, sin embargo, de Ja dinámica creciente de
delos metropolitanos. Por otro lado, porque esa cultura es ya, des- las formaciones sociales de ultramar, y no es errado ver en ellas el
de sus albores, producto de un sistema de dominación del que aún germen, aún informe, de las identidades nacionales.
es en gran parte tributaria nuestra realidad actual y es la raíz de esa Quiero referirme a este nivel, crítico-historiográfico y también
problemática la que queda expuesta a través de los productos cultu- ideológico, del Barroco de Indias, tomando luego algunos textos qne
rales del periodo. Es solamente a partir del estudio de esas raíces ilustran la problemática de fondo.
propias que puede rescatarse y comprenderse la singularidad con- Para empezar, existen v.".r:ia~ aproximaciones posibles al Barro-
flictiva de la cultura latinoamericana, nacida tanto bajo el signo de cc)):¡ispanoamericano. La primera y más tradicional, interpreta la
la violencia y los intereses del dominador, como de la creatividad y producción del periodo como un simple'°_rdlejo o traslación de mo- rr, ·
resistencia del dominado. delos estéticos metropolitanos.~ Desde esta perspectiva, la produc-
Quiero referirme aquí, en especial, a uno de los capítulos más
relegados de la historia literaria hispanoamericana, relegado no
~ Vid. Hernán Vidal, Socio·historia de In literatura rnlonial hüpanoameril"ana: tres lntiiras
argtinicas.
1 \!id. infTa, "Para una relectura del Barroco hispanoamericano: problemas críticos e :i De esta posición es tributaria casi toda la historiografía literaria del periodo colonial;
sobre esta base funciona, ade1nás, toda la perspectiva académica tradicional y aún buena parte
historiográficos", pp. 49·61, para un resumen de las distintas posiciones crítico-ideológicas
de Jos estudios actuales, que no reaccionan contra los resabios colonialistas que interpretan
desde las que se ha enfocado hasta ahora la cuestión del Barroco. En la presente sección alu-
la realidad cultural latinoamericana desde la perspectiva de las antiguas inetrópolis polflicas
do solan1ente a algunas de las posiciones más frecuentemente utilizadas.
y culturales.
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ción barroca sólo puede ser entendida como un desprendimiento Lo importante es, en todo caso, reconocer, que tomando co1110
que remite al tronco de las culturas centroeuropeas, y principalmen- base posiciones como las mencionadas, se intenta muchas veces re-
te de las peninsulares. Sobreimpuesta a la realidad tensa y conflic- solver la problemática del Barroco hispanoamericano a través de un :-
tiva del Nuevo Mundo, la cultura del Barroco, habría tenido en las análisis de sus estructuras de superficie. 6 Por un lado, es imposible - ·
colonias una realización degradada y siempre tributaria de los mo- desconocer quelos-i:odigos conceptuales y estéticos del Barroco
delos metropolitanos. Los text()~n1ás importantes de la Iitera_tura europeo y principalmente peninsularson _impuestos en América
ªlll<:'ricana delsiglo XVII aparecen asTcomo productos excepciona- como parte del proyecto expansionista que buscaba unificar en tor- ·
les_ por su fidelidad a las formas canónicas, frutos acabados de una no a un rey, un dios y una lengua, la totalidad imperial. En los ám-
mecánica especular. Así, por ejemplo, la obra de sor Juana Inés de bitos de las cortes virreinales, la cultura barroca consagra el predo-
la Cruz ha sido juzgada durante mucho tiempo como un capítulo minio de la nobleza cortesana y de la burocracia estatal y eclesiásti-
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desprendido de la historia literaria española, accidentalmente situa- ca, que coronaban la pirámide de la sociedad de castas.
do en el contexto de la Nueva España. La dinámica social del virrei- Tanto para la minoría peninsular como para la creciente oligar-
nato fue a menudo considerada irrelevante para una comprensión quía criolla el Barroco constituyó sobre todo un modelo comunica-
del discurso poético y aún de la prosa de la monja mexicana. En el tivo a través de cuyos códigos el E_s,tado imperial exhibía su poder
i ,i !, -, ,
mismo sentido Menéndez y Pelayo alabando la obra crítica de Juan
de Espinosa Medrana, mestizo nacido en el repartimiento del Cusca, 1i La perspectiva eurocentrista ha fundado su práctica crítico-historiográfica en aproxi·
maciones de extrema simplificación, muy interiorizadas en el ámbito hispánico. Se aplica. por
resalta su excepcionalidad, afirmando que su "Apologético en favor
ejemplo, el esquema~_radidón/ originalidad, o se habla de la literatura hispanoamericana conio
de don Luis de Góngora [es] una perla caída en el muladar de la poé- de un proceso de ..adopciónfadaptación de__ ~odel~s. En otros casos se ernplean recursos
tica culterana" hispanoamericana. 4 adiüyos (Hispanoaméf.1C3- seiía así la suma de e\ement?s de la cultura indiana y la cultura ne·
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g;~: a Ja 1natriz hispánica), o se cae en falacias de falsa generalización, confundiendo la parte


Posiciones como las mencionadas, ostentan un evidente purismo
con el todo. Se dejan así fuera de consideración aspectos que son esenciales a nuestro temít.
eurocentrista. Muchos reconocen la altura literaria sólo de aquellos Por ejemplo el hecho de que !a utilización de cualquier forma expresiva i.mp!ica una p.ostura
textos que con mayor rigor actualizan el paradigma metr()politano. epistemológica, es decir, una forma específica de conocimiento de la re~l!dad, necesar.ia.1nen·
'( ,¡ ~­
Otros, incluso, llegan a resentirse ante cualquier interpretación que te articulada al horizonte ideológico-cultural de una época, pero tambien a las condioones
~1'(e, 1nateriales de producción cultural, en un espacio y en un tieinpo histórico deternünados. En
tienda a "denigrar" al Barroco español, vicio en que caen sobre todo segundo lugar, se deja fuera el hecho de que en una 1nisma époc~ c~~xist~n diversos grupos
los "hispanistas extranjeros" que toman por valores auténticos del productores de cultura, cada uno de los cuales tiene una adscnpoon diferente dentro del
Barroco las que son sólo muestras primitivas o bárbaras, "reducien- sistema social. En cada caso, se hará una actualización diversa de los códigos dotninantes.
ultilizándolos en su capacidad meramente expresiva, o como formas de interpelación
do la literatura española a poco más que un arte de indios o de ne-
intersocial. Propongo aquí que el Barroco hispanoa1nericano parece reclamar un estudio ba·
gros" .5 sado en la diferenciación de sistemas, cuyo eje articulador debería considerar al inenos tres
_Arte de indios o, al menos, de mestizos es, en efecto, el Barroco variables: primero, las condiciones materiales de producción cultural: segundo, las di~·ers~s
formas de actualización de los códigos expresivos dominantes; tercero, los grados de connencia
hispanoamericano.
social manifestados por los diversos grupos productores. De todos modos, antes d.e que pue·
da avanzarse un estudio sistémico, es necesario revisar la dinámica cultural del penado fuera
1 i1arcelino Menéndez y Pelayo, Historia de la poesía hispanoamericana, t. 11, p. 117. de muchos preconceptos arraigados en Ja críticu hispánica. El objetivo de est;:is p;:í.ginas es
"Dámaso Alonso, Ensayos sobre poesía española, p. 12, apud fielmut Hat1feld, Estudios so· intentar un paso adelante en este sentido. . . ,
bre el Barroco, p. 127, n. 8. En su esfuerzo por restringir los parámetros del barroco, Hatzfeld 7 Vid. Mariano Picón Salas, De la Conquista a la Jndependenaa; lr\'lng Leonard, La ej1oa1

indica también: "A 1ni entender, todo barroco protestante y aun el barroco de la América barroca en el México colonial; Leonardo Acosta, Rarrol'O de Indias y otros ensayos; Jai1ne Concb<1,
hispana y católica son barrocos derivados, es decir, imitativos y analógicos, sin auténtica fuerza "La literatura colonial hispano-americana: problemas e hipótesis", en l'Veohelicon, vol. IV. n<im.
creadora" (ihid., p. 427). 1-2, pp. 31-50, y H. Vidal, op. cit.
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b.ajo formas sociales altamente ritualizadas. El código c~lto, aleg<)- cos dominantes durante la Colonia. 12 En definitiva, este nivel de los
nco y ornamental del Barroco expresado en la fisonomía misma de estudios del Barroco hispanoamericano -escasos, por otra parte-
I:i ci~idaci virreinal o a través de ct::rtá_Il}enes, ceremonias religiosas, se apoya en los ya avanzados estJ1cJí9~_so!ireideQlogía que desde la
"alta" literatura, poe~ía devota o cortesana, constituyó así durante vertiente marxista, especialmente en su línea gramsciana, permiten
};01 lb"• el periodo de estabilización virreinal el lenguaje oficial del Imperio, analizar la funcionalidad de los discursos hegemónicos en una cir-
cJ < , un "~¡¡r:rQ~Q d" Estado" 8 al servicio de una determinada estructu- cunstancia histórica dada. Ese fenómeno de imposición verticalizada
t; B l<.:t.-:::lt.J ra ~~ _9omi!lac.~ón. No es de extrañar entonceSqUeTa·ya p~~a enl~~-­ de los discursos dominantes y de contaminación de los valores y hasta
ces sofisticada intelectualidad criolla intentara consolidar sus posi- de los principios de legitimación del sector hegemónico en los sec-
ciones a través de la apropiación de esos códigos. 9 La habilidad para tores subalternos, tiene, sin embargo, su reverso. Me refiero al "fe-
hacer uso de los discursos metropolitanos se convirtió así en una nómeno de retorno" por el cual los sectores dominados en determi-
especie de prueba que permitía definir las posibilidades de compren- nado momento de la historia comienzan a activarse hasta generar
sión y participación de los grupos sociales periféricos en los univer- respuestas sociales diferenciadas. Estas respuestas tendientes a im-
sales del Imperio. 10 Pero aún más: bajo el régimen inquisitorial los pugnar el discurso hegemónico y los principios de legitimación en
modelos metropolitanos protegían al discurso colonial de toda sos- los que éste se apoya, se desarrollan y afianzan hasta constituir for-
pecha de heterodoxia, permitiendo que la literatura del "Nuevo mas alternativas dentro de la totalidad social. Este momento de
Mundo" se amparara en el "principio de autoridad". Imitar mode- emergencia de las que podríamos llamar forma_s_decor¡ciencia sub-
"/,1;. /Fi;;Jos consagrados significaba así aceptar una transferenciade ¡;~;sÚ- alternas por su ubicación dentro del aparato político-social de una
gio y colocarse a salvo de la censura. época, es un proceso de difícil lectura. En primer lugar, porque esa _.¡e y vV''
~_fui_![QW adquiere así la dimensión de _u11verda~ero paradig- misma posición de subalternidad condiciona el grado de for-

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1ma cultural, form~lizado y cultivado de espaldas a J_;;reªlidad social malización y homogeneidad que ese discurso puede alcanzar. En
1 de la ColoniaH Se ha hablado así de "las máscaras de la represión segundo lugar porque la evidencia histórica de ese proceso, lapo-
barroca" y de la "verdad soterrada" del Barroco hispanoamericano sibilidad de documentación del mismo, implica la interpretación de
que recordaba a Picón Salas el monólogo de Segismundo: una ale- indicios que, expresados muchas veces con el lenguaje y la retórica
goría sobre el poder interpolada entre arte y realidad. dominantes, se mimetizan con la visión del mundo hegemónica, la
Esta fl)!l_CJ~l!ideológica del Barroco de Indias sí ha sido vislum- reme¡jan, parqdian o utilizan para sus propios fines. r'' .
brada en algunos estudios, que mitigan la perspectiva eurocentrista ---Es- esta manifestación del ser social la que me interesa en el pe-
' {__ al esclarecer la funcionalidad social y política de los modelos estéti- riodo colonial, no sólo porque constituye una de las etapas más im-
., 1 ·;::.. . ••
. - ..b ,,_J ,., 1(\__ portantes en el proceso del pensamiento hispanoamericano, sino por
su articulación peculiar con el paradigma barroco.
_L N Vid. Jonh -~-~~'.~~9',.Del "Lazarillo" al sandinismo: estudios sobre la función ideológica de la El Barroco de Indias se corresponde históricamente con el pro- e< • ··
lLteratura española e hispanoamernana.
~ lhid., pp. 77-97. Fid. J. Concha, op. cil.
1
ceso de emergencia de la ~onciencia criolla e~ lo~ centros,v.irreinales
lO Vid. J. Beverley, op. cit.
\\ desde los que se establec1an los nexos econom1cos, palmeos y cul-
11
Vid. H. Vida!, op. dl. Cuando aludo al "paradig1na barroco" hago referencia, al fenóme·
turales con el poder imperial. n Los historiadores coinciden en ge-
no transnacionalizado, protonacional para el caso de A1nérica, que actualiza muchas de las
carac_L_erísticas que Maravall sintetizara para el caso europeo y especiahnente peninsular, en·
teñdiendo por "barroco" una estructura histórica que no descan<i sino que subsume un con·
cepto de estilo.
l:l Vid. M. Picón Salas, op. cit.; L. Acosra, op. cit.;]. Concha, op. át. y H. Vida], op. cit.
1
~ Vid. M. Hernández-Sánchez Barba, Historia de América, t. 1, y H. Vida!, op. cit.
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neral en que hacia !~9. aparece ya en el seno de la ciudad virreinal La posición social del criollo es esencial para la comprensión de
el complejo fenómeno cultural que conocemos como "criollismo". la dinámica social e ideológica de la Colonia. Es obvio que el ele-
Éste se manifiesta como '¡el nuevo régimen indiano caracterizado mento étnico vertebra en América no sólo la constitución de gru-
por un intenso protagonismo histórico del vasto conglomerado pos sociales desde el comienzo sino también su jerarquización y las
social formado por cuantos se sienten y llaman a sí mismos criollos formas de conciencia social que esos grupos alcanzan. Por lo mismo,
en toda la extensión de las Indias". 14 se vierte como un componente insoslayable en la productividad cul-
El surgimiento del "espíritu criollo" es, sin embargo, muy ante· tural y específicamente en la literaria. Es interesante anotar, asimis-
rior. Los estudios de historia social lo remontan en general al_r~senti: mo, que nuestro uso del término "criollo" y "sociedad criolla" está
miento de los conquistadores y primero,; pobladores "americanizados" avalado p()r. el sentido que esos términos adquieren en los textos li-
que se séni:ian mal recompensadoS- por la Corona y afirmaban sus terari<is del periodo, y no solamente en la documentación jurídico-
derechos en contraposición a los residentes de la Península, quienes administrativa, como veremos más adelante.
controlaban los mecanismos de poder, prebendas y recompensas De todos modos, lo que interesa retener de toda la problemática
destinadas a los pobladores de Indias. Desde un punto de vista más social vinculada al sentimiento criollo en la Colonia, es que éste crece
estrictamente cultural, JQséJuan Arrom fija entre 15.61_y J§941a y se articula a los paradigmas de la cultura barroca en el marco de
primera generación criolla. A través de las crónicas de fray Diego un proceso reivindicativo a partir del cual empieza a diferenciarse
Durán, Bias Valera, el Inca Garcilaso,Juan de Tovar, así como en la lo que podríamos llamar "el sujeto social hispanoamericano". Este
producción dramática de Fernán González de Eslava, Cristóbal de proceso se corresponde, como se sabe, con el periodo de la deca-
Llerena,Juan Pérez Ramírez, Arrom identifica las fuentes de lo que dencia española, desde la muerte de Felipe II, en 1598, hasta la
puede ser llamado, con lenguaje de hoy, "el discurso criollo". 15 muerte de Carlos Il, último miembro de la dinastía austríaca. Du-
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rante esta fase de la historia española se· ajusta y transforma el or-


M Guillermo Céspedes del Castillo, Historia de España. IV. América hispánica (1492-1898), den anterior. La política del Estado español con respecto a Améri-
p. 292. ca se encauza hacia objetivos fiscales, sacrificando, como se ha di-
1" José Juan Arrotn, Certidumbre de América, pp. 9-24. El crítico cubano discute a su vez
muchos de los tnatices histórico-semánticos del término "criollo". La palabra "criollo" apare-
cho, la economía a la Hacienda, y quebrando así el principio del bien
ce ya a mediados del siglo xv1. Comienza teniendo un sentido exclusivamente descriptivo, y común. 16 Sin tocar las bases del mercantilismo monopólico, la Co·
se utiliza entonces para nombrar a "éstos que acá han nacido" (como indica un oficio real de rana sigue una política filoaristocrática de profundas consecuencias
1567), es decir, a los hijos de padres emigrantes nacidos en Indias. Su aplicación genérica, sociales en América. Entre ellas se cuenta, por ejemplo, la progre-
sin distinción de clase, no tiene al comienzo sentido laudatorio ni derogatorio. Se usa igual
para nombrar a encomenderos, hijos de conquistadores o esclavos (se llaina, por ejemplo, siva burocratización de la nobleza castellana y la creación de una
"negro criollo" al nacido en América y "negro bozar al nacido en África). Es así usado co1no "nobleza indiana" endogámica que se afianza sobre la base del ma-
sinónimo de "nativo", y sólo graduahnente va adquiriendo connotaciones étnicas. Al princi- yorazgo, las alianzas matrimoniales y el acaparamiento de tierr~s
pio se usa en relación al fenómeno demográfico de crecimiento vegetativo de la población
blanca, considerada tal aun cuando los individuos llevasen un porcentaje de hasta un 16 %
por medios ilegales (concesiones abusivas de los Cabildos, nepot1s-
de sangre india. A medida que disminuyen los índices de mortalidad y aumenta la aclimata-
ción biológica a la geografía americana, o sea en un proceso lento de los siglos XVI y XVII las dón directa con el grupo blanco, la derivación conceptual hacia el término de "sociedad
generaciones criollas se hacen más nutridas y alcanzan mayoría numérica sobre los "españo- criolla" abarca también el fenómeno del mestizaje. De modo que cuando hablamos, refirién-
les peninsulares" (Hernández·Sánchez Barba, op. cit., p. 1106). Au1nenta también el fenómeno donos al siglo xvn, de "sociedad criolla", aplicatnos convencionalmente el ténnino como
del inestizaje y la composición sanguínea se convierte, cada vez más, en un factor de diferen· prefiguración de "americano", y sobreentende1nos la inezda del elemento blanco (europeo)
ciación social, dando lugar a la existencia de una "pigmentocracia" cuyos efectos aún conti- con la población oribrinaria del 1nal llatnado "Nuevo Mundo".
núan. En todo caso conviene recordar que si bien "criollo" itnplica originahnente Ja vincula- u; G. Céspedes del Castillo, op. cit., p. 1106.
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mo, usurpación de comunidades indígenas). Igual que antes se hi- De todo este proceso que hemos venido exponiendo, lo que in-
ciera con los cargos públicos se venden, desde principios del siglo teresa en todo caso retener, podría ser resumido en tres puntos prin-
XVII, títulos de la nobleza castellana a mercaderes indianos, hacen- cipales.
dados o mineros ricos. Como indica Céspedes del Castíllo, a lo lar- En primer lugar, el sectQ[_c_:~íollo_ se convirtió en un importante gru-
go del siglo xvrr los criollos van acaparando títulos nobiliarios com- po de presión que se afianza progresivamente en su riqueza, presti-
prados o concedidos, hábitos de las Órdenes Militares, escudos de gio y poder político. Aunque los criollos no consiguen nunca dentro
armas más o menos fantasmagóricos, títulos de "familiar del Santo de los marcos del Imperio los objetivos de autonomía administrati-
Oficio", cargos en cofradías religiosas, patronazgo de conventos e va y predominio político-económico, lo cierto es que el creciente pro-
instituciones de beneficencia, puestos en la guardia del virrey, gra- tagonismo del grupo amenaza el ideal del Imperio como cuerpo unifi-
dos militares honoríficos. 17 Según el mismo autor, un avance igual- cado. Los intentos de autodeterminación de ese sector son, en mu-
mente agresivo se registra en el nivel social medio. Los criollos pre- chos casos, vistos con respeto; en otros casos, son interpretados como
dominan en las profesiones liberales, el clero y la burocracia, con- una forma incipiente de separatismo tendiente a favorecer proce-
virtiéndose en un satélite ideólogíco de las elites. La gran movilidad sos de regíonalización (como efectivamente sucedería), constituyen-
social ínterclase aumenta en el periodo la competencia y la discri- do gérmenes de las futuras nacionalidades, que lrving Leonard ve
minación, que alcanzan hasta el nivel popular. asomar ya hacia fines del siglo XVII.
Todo esto índica que el sector criollo, adquiere a nivel social, una En segundo lugar, i:s~--~~ance criollo, consecuencia de un largo
visibilidad innegable, que está escrita profusamente en documen- proceso reivindicativo originado ya en la Conquista, generó el de-
tos desprendidos del cuerpo juridico del Imperio en el siglo xvrr, sarrollo de la conciencia social de ese grupo, la cual surge no sola-

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algunos de los cuales tuve oportunidad de consultar en el Archivo mente de los logros conseguidos sino principalmente de las poster-
de Indias, en Sevílla. Pero 1ncluso al margen del testimonio que deja gaciones y los límites de ese avance. Se sabe, por ejemplo, que los
este tipo de documentación, digamos, institucionalizada, y por lo criollos no alcanzaron puestos de jerarquía eclesiástica o civil, sal-
mismo formal, articulada, es interesante la lectura que muchos his- vo excepciones. También existe extensa documentación que demues-
toriadores y dentistas sociales han hecho en las últimas décadas de
realizada por el virrey a un grupo de criollos, Jndicando que éstos no servían para nada bue·
otras fuentes de carácter más popular y espontáneo, redimensíonan- no ni eran capaces de regir ni un gallinero, cuando más una ciudad o una gobernilción. Esa
do el concepto de Social History central en esa disciplina. El estudio afinnación levantó un tumulto en el templo, se desenvainaron las espadas y se desató un es·
de correspondencía privada, memoriales} archivos conventuales, et- cándalo público al que se siguió la reacción del arzobispo, que retiró al jesuita Ja licencia para
predicar. Los jesuitas, como Orden, se rebelaron, designando a un canónigo como su defen·
cétera, permite captar los usos cotidianos, espontáneos y a veces
sor, el cual terminó en la cárcel. El incidente fue creciendo y tuvo contnocionada a toda la
contradictorios de términos claves para la investigación sociohis- ciudad virreinal durante cuatro meses. Los jesuitas debieron finalmente disculparse por lo
tóríca, revelando, además, la dinámica cotidiana de la Colonia, sus que fue entendido corno una forn1a intolerable de discrilninación. Se realizaron una serie de
valores dominantes y modelos de comportamiento. 18 sermones de desagravio a Jos criollos, elogiando su inteligencia y buena condición, con ;;isis"
tencia del Cabildo de México en pleno, la audiencia, el arzobispo y el mismo virrey, y llegan-
do la disputa hasta el propio Consejo de Indias (G. Céspedes del Castillo, op. cit., pp. 28~-
17 !bid.,
p. 294. 284). Coincido con el autor en que episodios como éstos son bien ilustrativos de una deter-
18 James Lockharr, "The Social History of Colonial Spanish América: Evolurion and minada dinámica social, y no un mero conflicto de jurisdicción eclesiástica. Si el nivel cultu-
Potential", en Latin American Research Review, vol. VII, núm. 1, pp. 6-45. En esta línea de inves- ral se articula, como creemos, a Ja historia social, y si la literatura representa, medíatizadamente,
tigación, Céspedes del Castillo resalta, por ejemplo, en su cap!tulo sobre "El criollismo" de Jos conflictos y expectativas de una época, es imprescindible relevar estos niveles de la diná·
su América hispánica una anécdota ocurrida en 1618 en la ciudad de México, importante 1nica novohispana como referencia imprescindible para lograr una lectura adecuada de sus
por su valor paradig1nático. Durante un sermón, un predicador jesuita criticó la venta de oficios productos poéticos.
36 11 Caracterización del Barroco de Indias Barroco)' conciencia criolla 1 3 7

tra la resistencia al criollo dentro del clero regular. Se consideraba En relación con esta problemática es que se define la obra de quie-
que la "santidad" de este grupo era dudosa, dado el medio social del nes son, probablemente, kis_tr~sescritores más importantes del pe·
cual surgía el criollo, dominado por el afán de éxito y ascenso social riodo, en los virreinatos de Perú y de la Nueva España. Se u·ata de Juan
la codicia y el resentimiento. Por lo tanto, para la dirección de las ór'. de Espinosa Medrana, el Lunarejo, Carlos de Sigüenza y Góngora y sor
denes no podían competir con los peninsulares, imbuidos de Ja tra- Juana Inés de la Cruz, nombres ineludibles en la literatura del siglo XVII
dición mística castellana. En el mismo sentido, dentro de Ja escala ad- hispanoamericano. En tres estilos muy diferentes entre sí, estos tres
ministrativa, existió todo un cuerpo legal destinado únicamente a re- escritores actualizan la naturaleza jánica del barroco hispanoamerica·
gula; el otorgamiento de cargos públicos a los criollos y obligando a no. Por un lado, en su obra el paradigma barroco da la cara a los ritua-
un reg1men de alternancia con los peninsulares. Este sistema, refren- les sociales y políticos del Imperio y se a¡:iropia de los códigos cultura-
dado por el papa, se continúa hasta fines del dominio español." les metropolitanos como una forma simbólica de participación en los
En tercer lugar debe mencionarse el plano estrictamente cultu- universales humanísticos del imperio. Por otro, esos intelectuales se ),. .-· :~
ral (y en este punto regresamos al problema del paradigma barro- articulan a través de sus textos a la realidad tensa y píurai de la Colo-
co y su asimilación en el complejo de la cultura virreinal). A este nia a Ja que ya perciben y expresan como un proceso cultural dife-
nivel, y específicamente en el plano de la literatura, se manifiesta renciado, y utilizan el lenguaje imperial no sólo para hablar por sí mis-
en su propia modulación la problemática hegemonía/ dependencia mos sino de sí mismos, de sus proyectos, expectativas y frustraciones.
que hemos visto manifestarse en Jo que tiene que ver con el sur- Juan de Espinosa Medrana, el Lunarejo, sacerdote natural del
gimiento de la conciencia criolla. Por un lado, en Ja práctica litera- Calcauso, corregimiento del Cusco, tiene entre sus obras, piezas dra-
ria de algunos escritores del siglo XVII hispanoamericano, el código máticas sacras y profanas, obras filosóficas y crítico-literarias. es-
barroco sirve como vehículo para cantar la integración al sistema critas en castellano, latín y quechua. En 1662 da a conocer su i\j;o·
pri-
8/20

. dominante, lograda o anhelada.'Én otros casos, el modelo barroco logitico enfavor de don Luis de Góngora, textoreconocido como el
provee las formas y tópicos que, utilizados por Ja intelectualidad mer ejemplo de crítica literaria hispanoamericana. 21 La voluntad del
.· virreü:al, ~enuncian la Colonia como una sociedad disciplinaria y erudito mestizo de terciar en las polémicas metropolitanas en tor-
• represiva. Esta, por un lado, tolera la ascención criolla, por otra parte no a la valoración del poeta cordobés, resurgidas después de la
i~evitable; al mismo tiempo, intenta controlarla como parte orgá- muerte de éste, en 16~7, es importante como indicio de época. El
rnca del proyecto imperial, enajenándola de su realidad cotidiana a Lunarejo sale al cruce de los ataques hechos a Góngora por el eru·
través de Jos rituales y las máscaras del poder. 20 dito portugués Manuel de Faría y Souza, en sus cuatro volúmenes
dedicados a comentar Las Lmíadas de Camoes. Faría y Souza deni-
gra a Góngora por considerar que su reputación oscurecía la de
rn Vid. G. Céspedes del Castillo, op. cit.
Camoes, a quien consideraba "hombre inspirado por el espíritu
10
No se trata ya solamente de la política inquisitorial (el Santo Tribunal se establece en divino". En su defensa de Góngora, Espinosa Medrana expresa, por
Indias alrededor de 1570) o de disposiciones concretas, co1no la prohibición de 154!\ de que un lado, su profundo dominio del céjdigo culterano, y un concepto
se difundan "libros de romances, y materias profanas y fabulosas, ansi como libros de A1nadis"
riguroso de Ja función y procedimientos de la crítica literaria, a la
en las colonias. Muchos escritores barrocos sienten y se revelan contra el fenómeno de Ja
rnarginadón que sufren por razón de su mestizaje, sexo, o ubicadón subalterna en la jerar-
21 Vid. Jaime Giordano, "Defensa de Góngora por un comentarista arnericano", en Atenea,
quía social, eclesiástica o administrativa. Empiezan a modelar entonces, a través de su pro-
ductividad cultural surgida "al margen" del discurso hegemónico, formas de identidad dife· núm. xxxvm, pp. 226-241, y Alfredo Roggiano, 'Juan de Espinosa 11edrano: apertura hacia
rendadas, que no quedan circunscritas a sus casos individuales, sino que se perfilan co1no un espacio crítico en las letras de la América hispánica", en Raquel Chang-Rodríguez, ed ..
un proyecto social claro y distinto. Prosa hispanoamericana virreinal.
38 1 Caracterización del Barroco de Indias Rarroco y conciencia criolla 11 39

cual concibe como una disciplina de orientación científica. Indica Según algunos, la rápida difusión que alcanzó el Apologético de
que ésta, a partir del relevamiento y la cuantificación de procedimien- Espinosa Medrano en España no fue mayor a la que mereció en
tos literarios, debería además tomar en cuenta la cualidad comu- Roma su Philosophia Tomisthica, publicada en latín en 1688. El volu-
nicativa de éstos dentro del contexto poético. Distingue los recursos men correspondiente a la Lógica aborda agresivamente, en su "Pre·
que convienen a la poesía secular y a la escritura revelada, rastrea con facio al lector" el tema de la igualdad intelectual de europeos y ame-
increible erudición las (11entes latinas en las que estaban ya codifica- ricanos, a partir de una curiosa disquisición geográfica. El Lunarejo
das las cinco variantes del hipérbaton, planteando el problema tradi- reafirma la idea de que los americanos gozan del privilegio de ha-
ción/ originalidad, código culto/lenguaje popular o cotidiano, aspecto bitar el polo antártico, que "está en lo alto del cielo, o sea que es la
que algunos han visto como un adelanto de Tinianov y Jakobson.22 parte superior y a la vez la parte diestra" del Universo, e indica:
Concluye el crítico peruano en que Góngora realiza con su obra la
"habilitación" del idioma castellano que con él entra en un_pro_ceso Por consiguiente, los peruanos no hemos nacido en rincones os- 1,
de renovación lingüística. La transgresión del orden convencional de curos y despreciables del mundo ni bajo aires más torpes, sino en
la frase está naturalizada en el discurso poético gongorino; no un lugar aventajado de.la tierra, donde sonríe un cielo mejor, por
sobreimpuesta como disrupción o anomalía lingüística sino integra- cuanto las partes superiores son preferibles a las inferiores y las
da al lenguaje en su función expresiva, propiamente poética. diestras a las siniestras.;i:i
En todo caso, Espinosa Medrano se articula a la revisión del ca-
non culterano proponiéndose como un interlocutor válido rn. la Y se pregunta:
~i~p\lta metropolitana. Su sofisticado disc~~s-¿ ¿rÍti~o ~o está exen-

9/20
to, sin embargo, de nutridas referencias a la c_o_ndici(}nmarginal.del Conque para los peruanos las estrellas son diestras, y sin embar-
intelectual de Indias. El Apblogético en favor de don Luis de Góngora se go su fortuna es siniestra. Y ipor qué? Sólo porque son superados
por los europeos en un sólo astro, a saber, el augusto, óptimo y
abre con_ el reconocimiento de su identidad periférica. En las pala-
máximo rey Carlos[ ... ] Alejados, pues, en el otro orbe, carecemos
bras dedicadas al lector de la Lógica, indica: "Tarde parece que sal-
de aquel calor celestial con que el príncipe nutre, alienta, fo1nen-
(Y ; 0 ( i, go a esta empresa: pero vivimos muy lejos los criollos y si no traen
ta y hace florecer la excelencia y todas las artes. A.sí pues no basta
las alas del interés, perezosamente nos visitan las cosas de España".2' merecer los premios, la gloria, los honores debidos a esta excelen-
cia (los cuales hay que buscar prácticamente en las antípodas, y aun
Y más adelante:
así llegan tarde o nunca); hay que ser argonautas también. Pero
Ocios son estos que me permiten estudios rnás severos:. pero ¿qué ésta es la vieja queja de los nuestros, y no cabe reiterarla aquí. 21 '
puede haber bueno en las Indias? iQué puede haber que conten-
te. a los europeos, que desta suerte dudan? Sátiros nos juzgan, La q11_eja_yel reclamo, el tono reivindicativo y la arrogancia im-
tritones nos presumen, que brutos de alma, en vano nos alientan plícita en la apropiación de los códigos expresivos dominantes, son
a desmentirnos máscaras de humanidad. 24 la modulación de una conciencia crítica incipiente. Aún aplicada a
elementos, como el culteranismo, que integraban el discurso canó-
22
nico, esa conciencia crítica descubre en la tradición hispánica in·
,.) ;t \ Eduardo llopkins, "Poética de Juan Espinosa Medrana en el Apologético a favor de don
_Luis. ~le Góngora", en Reui.íta de Crítica Literaria Latinoamericana, vol. 1v, núm. 7-8, pp. 112-11~.
23
Juan de Espinosa ?<.1edrano, Apologético, p. 17.
'..!:. lhid., pp. ~26·.127.
~·! ldem.
~li lhid., p. .127.
40 11 Caracterización del Barroco de Indias Barroco )' conciencia criolla 1 41

mediata su propia tradición, pero al mismo tiempo descubre supo- En esa misma dirección es que debe entenderse también la par·
sición excéntrica, desplazada, con respecto al objeto de su reflexión. ticipación de muchos escritores de la época en polémicas cultura-
Se equivoca Mariátegui, por una vez, al interpretar que la litera- les que incluso trascendían el ámbito peninsular. En el contexto de
tura de la Colonia es "un repertorio de rapsodias y ecos, si no de Ja Nueva España el principal de ellos es probablemente Carlos de Si-
plagios" y que textos como el Apologético están dentro de los pará- güenza y Góngora, relacionado por línea materna con el poeta
metros canónicos de la literatura españolan cordobés,_ ex jesuita y representante de la más alta erudición u ovo his-
La poética de la lírica culterana, que el Lunarejo realiza a través pana. Según Irving Leonard, Sigúenza y Góngora "simboliza la transi-
de su Apologético se manifiesta así no solamente como un aporte al ción de la ortodoxia extrema de la América espafiola del siglo xrn
canon. Implica, al mismo tiempo, la voluntad de identificación de a la creciente heterodoxia del siglo xvm". 50 Su calidad ele pQlígrafo
un estilo hispanoamericano de época, de claras connotaciones ideo- se prueba en los temas de arqueología e historia, poesía devota en
lógicas. Marca, como indicara alguna vez Jaime Concha, "un primi- estilo culterano, crónicas contemporáneas, narraciones y escritos
tivo momento de constitución de una ideología de las capas medias científicos, pero su devoción n1ás consta11te_ fueron las n1aten1ática~
del Virreinato, en su grupo de letrados", 28 poseedores de cierta con- y la astronomía. Fue cosmógrafo real, y se afirma que Luis XI\7 tra-
ciencia ele elite cultura_] por el manejo de ese instrumento técnico tó de atraerlo a la Corte francesa, por el prestigio de su instrumen-
complejo constituido por el gongorismo. Finalmente, ese intento de tal y dominio científico. Manifiesta en diversos tratados su desacuer-
ósmosis de los intelectuales del barroco virreinal con el humanis- do con el significado que los astrólogos atribuían a las manifesta-
mo renacentista no es tampoco casual. Forma parte de la cultura ciones astrales, consideradas por unos presagios de calamidades y,
colonial de la época, que tiene uno de sus pilares en el humanismo por otros, extrafios compuestos en que se combinaba la exhalación
y la pedagogía jesuíticos, propuesto como contramoclelo de las ten- de los cuerpos muertos con la transpiración humana. Sigüenza y
10/20

dencias disolventes del protestantismo. Pero el fenómeno es com- Góngora reacciona con su obra Belerofonte matemático contra la qui-
plejo. Es cierto, por un lado, que el_gQ.11gorismo, tan extendido en mera astrológica (1692) en queafirma la superioridad del análisis
América, sirvió, por ejemplo, en manos de los jesuitas, como un "pe- matemático sobre el saber asfrólogico, entrando también en polé-
sado instrumento pedagógico", haciendo que los niños que debían mica con el austriaco Eusebio Francisco Kino, jesuita de inmenso
,aprender en las escuelas largas tiradas del poeta cordobés "se apar- prestigio como matemático y astrólogo. Sigüenza y Góngora se queja
taran de sus circunstancias inmediatas para sumergirse, mediante del desdén con que los europeos pensaban en los conocimientos y
el espejismo seductor de las palabras, en la distante patria metro- avances científicos de ultramar, diciendo:
politana" .29 Pero no es menos cierto también que el gongorismo,
lejos de ser en todos los casos la lengua muerta del poder imperial, En algunas partes de Europa, sobre todo en el norte, por ser rr1ás
dio a muchos intelectuales del Barroco indiano un m_Qtivsi de luci.-.. alejado, piensan que no solamente los habitantes indios del Nue·
miento y autoafirmación, actuando, paradójicamente, como pretexto vo Mundo, sino también nosotros, quienes por casualidad aquí na-
en el proceso de conformación de la identidad cultural hispanoame- cimos de padres españoles, caminamos sobre dos piernas por dis-
ricana, al menos en uno de sus sectores sociales. pensa diviria, o, que aún empleando rnicroscopios ingleses, ape-
nas podrían encontrar algo racional en nosotros.'.{!

27
José Carlos Maríategui, Siete ensayos de interpretación de Úl realidad peruana, p. 155.
28
J. Concha, op. cit., p. 45. ~o I. Leonard, op. cit., p. 279.
29 /bid., p. 46. ~ 1 lhid., p. 297.
42 1 Caracterización del Barroco de Indias Barroco y conciencia criolla 11 43

KiI]()rCfl!ta a Sigi,i~nza y Góngora con su Exposición astronómica, des políticas que constituyen a un príncipe (1680) se refiere a los anti-
,,_ ';' '' reafirmando la idea de que los cometas eran presagios de mal ague- guos reyes indios como ejemplos para sus contemporáneos. Su sin-
ro. Sigüenza contesta con su Libra astronómica yfilosófica, que sugiere cretismo cultural articula la mitología griega, las Sagradas Escntu-
claramente la heterodoxia del mexicano en su interés por llegar a la ras, la cultura indígena y las ideas y métodos más avanzados de la
verdad natural: "Yo por la presente señalo que ni su Reverencia, ni ciencia europea como partes de una cosmovisión protonacional que
ningún otro matemático aunque fuese 1olomeo mismo, puede estable- convierte el Barroco de Indias en un producto original, articulado
cer dogmas en estas ciencias, pues la autoridad no tiene lugar en ellas activamente a la circunstancia histórica de la Colonia y a las condi-
para nada, sino solamente la comprobación y la demostración".3 2 ciones concretas de producción cultural en la Nueva España. En la
Y se pregunta: "iSería prudente para la inteligencia aceptar las obra de Sigüenza y Góngora, como en la de el Lunarejo (como antes
enseñanzas de otros sin investigar las premisas sobre las cuales se en el Inca Garcilaso) aparece concretamente el concepto de "patria"
basan sus ideas?";¡;¡ casi siempre en contextos donde sirve como elemento diferenciador
Sus escritos incluyen múltiples huellas de las teorías de Gassendi, con respecto a la indiferencia arrogante de los europeos, y para iden-
Galileo, Kepler y Copérnico, así como referencias concretas a Des- tificar un proyecto cultural que no se extendía aún mucho más allá
cartes y atrevidas refutaciones al pensamiento aristotélico. Dice de los límites reivindicativos del sector criollo ni descartaba toda-
Sigüenza y Góngora, en un escrito de 1681, en un tono que sonaba vía Ja matriz española. !,a conc_e_ptualización y Ja retórica barrocas,
herético a sus contemporáneos: "Aun Aristóteles, el reconocido Prin- que en la Península legitimaban un sistema de poder que comenza-
cipe de los Filósofos, quien por tantos siglos ha sido aceptado con ba a resquebrajarse, sirven en América al proceso creciente de con-
veneración y respeto, no merece crédito [,,.] cuando sus juicios se solidación de formas de conciencia social de la oligarquía criolla que

11/20
oponen a la verdad y a la razón".34 tiene en un buen sector del grupo letrado a sus "intelectuales orgá-
. ur Esta oposición al autoritarismo escolástico y la apertura hacia la
. ,,
111COS .
'·' , '.' · ¡ experimentación no son, sin embargo, los únicos rasgos en la obra ·En varias vertientes la reelaboración indiana del Barroco deja sus
'" ·,,.,.c.c~~del pensador mexicano. En su obra asoma también un orgullo crio- huellas en la literatura, y cada una de estas vertientes merecería un
llo arraigado no sólo en el dominio del pensamiento científico sino estudio detenido. Una de ellas tiene que ver con la asimilación del
en las fuentes históricas del pasado prehispánico, como en sus Glo- cartesianismo interiorizado como instrumento poco visible de
iaci~I"ÍaÍización y punto de apoyo para la construcción del ser social.
36
rias de Querétaro (1688) donde describe el mundo indígena como in-
grediente de la tradición criolla." También en su Teatro de las virtu- Otra vertiente podría perseguirse en la utilización de ciertos tópicos,
como el t~pico del viaje, por ejemplo, que adquiere el sentido de una
recuperación crítico-satírica del espacio marginal. Una tercera línea
~:: lhid., p..100.
:n ldem.
:H !bid., p. 30 l. Indica al respecto Leonard: "Éste fue en verdad un ro.mpimienlo brusco vol. XXX!, núnl. 60, pp. 195-207;]. J. Arron1, "Carlos de Sibrüenza y Góngora. Releclura criolla
con el pasado y una aserción que los jesuitas, por quienes el tanto ansiaba ser aceptado, difí- de Jos Infortunios de Alonso Ramírez'', en Thesaurus, nú1n. 42, pp. 386-409; Beatri"z González
cilmente habrán perdonado. De hecho, poco después de la muerte de don Carlos, los mietn· Stephan, "Narrativa de la estabilización colonial", en Jdeologies and Litemture, vol. H, nú1n. l.
bros de esta compaflía tan intelectualmente avanzada, recibieron orden de enseñar únicamente pp. 7-52. Vid. infra, "11áscara autobiográfica y conciencia criolla en Inforlunws de A /muo
Ja filosofía aristotélica, y de huir de las 'proposiciones erroneas del pensamie_nto cartesiano'" Ramfrez", pp. 217-230.
(idem.) ~(,El Discurso del Mitodo es de 16~7,._Para una difusión del cartesianismo en A1nérica véase
:i 5 Sobre Sigüenza y Góngora y la cuestión criolla pueden verse L Leonard, op. dl.; M. Leopoldo Zea, "Descartes y Ja conci~~cia de América", en FiWsofia y Letras, núin. 39, pp. 93-106;
Hernández·Sánchez Barba, op. cit.; Saú! Sibirski, "Carlos Sigüenza y Góngora (1645-1700). La I. Leonard, op. cit.; Francisco López Camara, "El cartesianismo en sor Juana y Sigüenza'', en Filo-
transición bada el iluminismo criollo en una figura excepcional", en Revista Iheroameril"ana, sofía y Letras, nú1n. ~9, pp. 107-131, y Elías Trabulse, Ciencia y religión e·n NUxico ett el siglo Xl."ff/.
44 1 Caracterización del Barroco de Indias Barroco y concitnria criolla ~ 4~1

de reflexión es la que abre lautilización del yo en el discurso literario La producción epistolar de sor Juana tiene, en este sentido, un
del periodo. En Infortunios de Alonso Ramírez (1690) de Sigüenza y carácter mucho más explícito, aunque provisto de una elaborada re-
Góngora, considerada una de las primeras novelas americanas, la tórica. Allí la monja impugna el carácter restrictivo del discurso es-
ficción autobiográfica se quiebra al final de la narración, en que el colástico, lo cual era posible no sólo por el interés creciente que
autor hace aparecer su propio nombre en boca de su personaje, para despertaban las disciplinas científicas y la literatura profana, que s'.i-
canalizar a través suyo, ante el virrey, un reclamo personal. Alonso cavaban ya las bases de la ortodoxia, sino porque: en termmos mas
Ramírez, el personaje de rasgos picarescos, menciona los cargos de generales, el principio de orden y regulación sooal sobre1rnpuesto
Sigüenza y Góngora como cosmógrafo real y catedrático de mate- a la sociedad novohispana ya era pasible de ser impugnado,: El estu-
máticas de la Academia Mexicana indicando que "títulos son estos dio de las estrategias retóricas de la "Carta de Monterrey . de soi
que suenan mucho y valen muy poco, y a cuyo ejercicio le empeña Juana, por ejemplo, deja al des:ubierto de qué modo un texto ~k
[a Sigüenza y Góngora] más la reputación que la conveniencia".'7 esas características logra asediar las bases del oi den 1 ni ei;1a. \
.. ;,,_, El Barroco de Indias redimensiona así procedimientos, tópic9s deconstruir sus principios de legitimación.'° Pero quizá lo mas no-
.i e:f ':"•,. y!l1éto_d()S de estructuración discur,siva, de acue_rdo co~ el proyecto torio en esta carta de la n1onja mexicana tani-o corno en su fan1osr1
"''"" ,,,,_,.·cultural del mtelectual cnollo, segun sea su arttculac1on dentro de Resp~esta a, sor Filotea., diez afios posterior, es la posici~n triplernente
la totalidad social del virreinato. En sor Juana Inés de la Cruz el dis- marginal desde la cuai la inonja denuncia el inecan1sn10. autot ::"'~­
curso autobiográfico se integra en la prosa epistolar como una rio en la sociedad virreinal. En efecto, sor.Juana habla como n;u1_.i,
prefiguración de la identidad social y de la alteridad represiva del como intelectual y coino subalterna en la categoría ec~esrasttc~
interlocutor. El ejemplo de sor Juana es, en este sentido, el más rotun- novohispana, y desde esos tres frentes, a través de lo podna \l;una1 -
do, porque en ella convergen una actualización precisa del código se su "retórica de la marginalidad", sor Juana realiza un verd3t~e1 ~.1
12/20

barroco y una conciencia aguda de la marginalidad, de profunda d('.srnontaje del discurso hegemónico. La "Carta ele M.0~1ierreY di~
vigencia en nuestros días. rigida a Antonio Núñez de Miranda, confes~r de la Decmia Musa)
Si, por un lado, el Primero Sueño es considerado "una manifesta- calificador de la Inquisición, se refiere prmcipalmente al pi oblenM
ción ultrabarroca del verso colonial", 38 otros de sus escritos dejan de su productividad literaria, que le era reprochada a la rehgios;i
al descubierto una relación más tensa y beligerante con el medio como un apartamiento de la devoción eclesiástica. Más que una
social del virreinato. El soneto tradicionalmente conocido como "A defensa, su texto es una impugnación a los acusadores. Hay alusio-
su retrato", de notoria elaboración gongorina, en que el hablante nes constantes a la censura y la represión social, cuando ella alude
lírico plantea el problema del tiempo y la identidad, ha sido visto a ese "tan extrafio género de martirio" al que es sometida, Y a las
como una expresión de la ambivalencia social del criollo mexica- "pungentes espinas de persecusión", que resultan en la autoc;:ns111 a,
no, una recomposición, entonces, del tópico del "engaño a los ojos" · · · ·, d e l mecan1sm
con10 inter1or1zac1on · o auto1·i"tari·c)'
~ .~ · ";Qué
·- . . . . n1as- castl-
articulado a la problemática social novohispana.'" go me quiere Vuestra Reverencia que el que entre los mismos aplau-
sos que tanto se duelen tengo? ¿De qué envidia no soy blanco? eDe

:!7 Carlos de Sigüenza y Góngora, Seis obras, p . .:l8. Vid. J. J. Arrom, op. cit.; B. González 10 Se cita aquí por la edición de Tapia Méndez, que lleva el título de Carta de rnr]11nnr1
·· {E t ba'o sobre el Barroco reproduz·
Stephan, op. át. l'íd. infra, "Máscara autobiográfica ... ", pp. 217-230. Inés de fa Cruz a su confesor: autodefensa espintua . n este ra ·~ · .,
:if! l. Leonard, op. át., p. 254. d · · -r · sobre este texto al que aludo como "Carta de t'vlonterrey .
co algunos puntos e mi ana isis . . ' , rre ele sorjuana lné5 de

.~!I Cf William H. Clamurro, "Sor Juana Inés de Ja Cruz Reads her Partrait", en Revista de
1
'\ l'id. infra, "Orden dogmático y marginalidad en la Carta de Monte ) ·
Estudios Hispánicos, vol. xx, núm. 1, pp. 246-262. la Cruz", pp. 65-86.
46 1 Caracterización del Barroco de Indias Barroco y conciencia criolla 1 4 7

qué mala intención no soy objeto? iQué acción hago sin temor? iQué mo/voluntad, que remite a otras antítesis en el plano de la historia
palabra digo sin recelo?" 41 política: hegemonía/subalternidad; centro/periferia. Esas antítesis
Pero los frentes de impugnación desde los que se sitúa el hablan- exponen, en sus manifestaciones diversas, la tensión ideológica de
te epistolar de la "Carta de Monterrey" superan la circunstancia in- la época; revelan la mecánica del poder, su derivación autoritaria y ,_,. ,,
dividual, y se definen más bien como parte integrante de la totali- su ejercicio megalomaníaco. Más que una dinámica oximorónica e ;,,_-e,•
dad virreinal. El hablante del texto de Monterrey es, ante todo, re- estas oposiciones exponen la dialéctica epoca] del virreinato, su me-
presentativo, al igual que el interlocutor epistolar construido al inte- cánica de regulación y transgresión que culminaría en la síntesis aus-
rior del texto. Sor Juana da, entre otros, el testimonio de. la intcl~ piciada por el pensamiento iluminista. Para llegar a esa síntesis his-
lc-/n,~IQ .!ual, enfrentada a la unicidad masculina del discurso ortodoxo, y tórica que fue la Independencia -apertura a otras contrad1cc10nes
denuncia: ideológicas- fue necesario que Barroco y conciencia criolla opera-
ran, un siglo antes, como tesis y antítesis de una ecuación histórirn
[... ]que hasta el hacer esta forma de letra algo razonable me costó que tuvo como resultado la producción histórica del sujeto sooal
una prolija y pesada persecusión, no por más de porque dicen que hispanoamericano. Del Barroco no deriva en América una litera-
parecía letra de hombre, y que no era decente, conque me obliga- tura meramente mimetizada al canon europeo_ Siguiendo un ejem-
ron a malearla adrede, y de esto toda esta comunidad es testigo. 42 plo de Céspedes del Castillo 4 j (que retomo aquí libremente) pod_e-
mos recordar que las iglesias de México o del Perú exponen, sm
La cita enfoca un elemento de valor simbólico, paradigmático:
duda, la pasión ornamental del Barroco español, pero el tezontle,
la letra como unidad mínima del texto, la grafía como la forma de
piedra volcánica muy roja, les da un carácter diferente en M,éxico,

13/20
expresión individual más directa e inalienable, la práctica escritura]
igual que la piedra blanquísima y porosa de Areqmpa, tan faC:1l de
como reducto final a partir del cual el ser social se reconoce como
labrar, anula la pesadez arquitectónica de los modelos espanoles.
sujeto participante dentro de la dinámica disciplinaria del sistema:
Como indica ese autor, la construcción se hace más ventilada en
sor Juana lo cita como evidencia extrema del avasallamiento de que zonas tropicales o incorpora la quincha, caña y barro, en zonas
es objeto todo discurso que transgrede su marginalidad amenazan-
sísmicas. Pero tampoco se trata de meras modificaciones formales,
do la hegemonía del discurso dominante, masculino, exclusivista, porque los altares de esas iglesias, en un raro sincretismo, combi-
inquisitorial.
nan a su vez las imágenes sagradas con la escultura indígena, la flo-
Sería posible desarrollar extensamente estos aspectos referidos
ra y la fauna locales y las supersticiones y mitos vernáculos, de modo
a la retórica y estrategia discursiva a la vez tan notorios y sutiles en
que el barroco puede ser percibido como un instrumento sobreim-
el texto de sor Juana. Valga como resumen de lo anterior, sin em-
puesto, qué-vehiculiza la expresión de una cultura subalterna pero
bargo, mencionar solamente que el texto invierte la mecánica de la
presente, o mejor dicho, S()brev_ivienre. Es una síntesis histórica y
confesión y esgrime la mejor prosa barroca en defensa de los aspec-
artística no una ecuación matemática. La totalidad no es igual a la
tos que el discurso hegemónico marginalizaba, creando una diná-
sumad~ las partes que la componen. El producto cultural resultan-
mica de opuestos: literatura sagrada/literatura profana, dogma/
te es dependiente de sus fuentes pero original en sí mismo, y expre-
libre albedrío, fe/ razón, esfera pública/ esfera privada, determinis-
sa las condiciones reales de producción cultural, y la ubicación so-
cial del productor. Y lo que es más importante, se pone al servicio
41
A. Tapia Méndez, ed., op. cit., p. 17, párr. 6.
1
:.i !bid., p. 17, párr. 8. ~:\ G. Céspedes del Casrillo, op. cit., pp. 306-307.
48 1 C.'aracterización del Barroco de Indias

de otros intereses político-sociales, diferentes de aquellos que ase-


guraron el surgimiento y prolongación de la cosmovisión imperial.
Barroco y conciencia criolla son estructuras culturales e ideoló-
gicas en diálogo, interdeterminantes, y la literatura quizá la forma
en que mejor se expresa btr¡insid§_u_ del "reino de Dios" al reino
de lm hombres y mujeres que están en la base de nuestras naciona-
lidades actuales.
Para la oligarquía criolla del siglo XVII y su sector letrado, el Ba- PARA UNA RELECTURA DEL BARROCO HISPANOAMERICANO:
tToco es, como dijimos, un modelo expresivo, la imagen y el lenguaje PROBLEMAS CRÍTICOS E HISTORIOGRÁFICOS
del poder, al que se puede venerar o subvertir, según el grado de
conciencia alcanzado. A través suyo se escucha la voz de la escolás- Creo que no es errado afirmar que el Barroco es uno de los perio-
tica, la po_ética aristotélica y las formas de composición gongorinas. 44 dos de la historia literaria y cultural de Hispanoamérica que recla-
La apropiación de ese modelo es, en gran medida, simbólica. Y ma más urgente revisión. Por un lado, la proliferación de estudios
reivindicativa. Toma connotaciones políticas cuando esos modelos monográficos sobre temas y obras del periodo demuestra un noto-
dominantes adquieren, digamos, opacidad, llamando la atención rio interés por parte de la crítica en esa etapa de la historia cultural
sobre sí mismos; cuando lo que importa no es ya, solamente, las del continente. Esta dedicación al Barroco no ha resultado, sin em-
formas o grados de apropiación del canon, sino los valores que ese bargo, en la producción de estudios globales, de reinterpretación y
canon institucionaliza, juzgados desde la perspectiva de un sector análisis del significado de la producción barroca como parte del de-
con conciencia de sí. En este caso se trata del sector criollo, que sarrollo histórico-cultural hispanoamericano. Los estudios parcia-
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afirmado a la vez en la herencia, la riqueza y la territorialidad, pug- les que han visto la luz en las dos últimas décadas no impugnan casi
naba por el reconocimiento social, la participación política y la au- nunca la periodización o los criterios historiográficos que han fija-
tonomía económica. Esa pugna cristaliza en proyectos sociales di- do el Barroco a las etapas del proceso imperial, con prescindencia
versos, a veces divergentes, que en términos generales coincidían de los avatares históricos y las condiciones político-sociales ameri-
en torno a un objetivo común, que a mediados del siglo XVII pare- canas. Incluso desde el ala de la crítica sociohistórica, la sobreenfa-
cía aún un sueño, un horizonte utópico. El Lunarejo lo expresa en tización de la teoría dependentista, por ejemplo, oscureció, a mi
el "Prefacio al lector de la Lógica." con palabras que hubieran podi- juicio, buena parte del proceso propio de las nuevas formaciones
do suscribir muchos escritores de siglos posteriores: "Pues los eu- sociales americanas. Las innovaciones críticas que muchas veces
ropeos sospechan seriamente que los estudios de los hombres del aparecen en estudios actuales sobre temas o autores barrocos no
Nuevo Mundo son bárbaros[ ... ] Más que si habré demostrado que alteran así la continuidad de vicios conceptuales y desviaciones ideo-
nuestro mundo no está circundado por aires torpes, y que nada cede lógicas acerca del periodo. La ampliación del canon colonial no
al Viejo Mundo?"45 cambia aún la matriz interpretativa global. Por otra parte, la diver-
sidad de direcciones desde la que se ha enfocado el Barroco ha ter:
minado por confundir los campos de análisis, ha oscurecido tanto
el objeto como los objetivos de esta área de los estudios coloniales.
El "precioso catálogo de disparates" al que se refiriera hace años
11
Vid. H. Vida!, op. cit.
1
" J. de Espinosa Medrana, op. cit., p. ~25. Jaime Concha aludiendo a la crítica existente sobre el corpus colo-

49
50 1 Caracterización del Barroco de Indias Para una relectura del Barroco 1 51

nial, tiene su principal fuente de ingresos en el nivel metodológico. que permanecen irresueltas. A partir de cuestiones como las del rea-
Este oscila entre el reduccionismo y la expansión 4d in.finitum de las lismo o lo "real maravilloso", los orígenes de la novela, la crónica o
categorías de análisis, entre el eurocentrismo y el tropicalismo, en- el testimonio, la identidad hispanoamericana y el surgimiento de los
tre el dependentismo y la crítica intrínseca, apegada a su ideal de nacionalismos, se llega en muchos casos al Barroco viendo en él una
desconstruir epifenómenos culturales. especie de piedra fundamental de muchos temas y problemas que
En estas notas quiero, en primer lugar, esbozar algunas de las po- la actualidad hispanoamericana no alcanza a resolver. La ampliación
siciones desde las que se ha abordado el tema del Barroco america- del canon colonial, uno de los tradicionalmente más restringidos
no, para delinear de alguna manera el mapa de los estudios sobre en nuestra historia literaria, es resultado de esta operación
el periodo. En. segundo lugar, mencionaré algunos de los proble- historicista, que reivindica los orígenes de la cultura hispanoameri-
mas a los que se enfrenta, necesariamente, la crítica que trata del cana al interior de esa misma cultura, promoviendo una lectura de
Barroco. En tercer lugar, deseo incluir algunas de las bases que los procesos culturales continentales en su peculiaridad histórica.
podrían servir, a mi juicio, para elaborar una propuesta crítica para
la reinterpretación del Barroco hispanoamericano.
.El:Barroco
:== cultura "clásica". En otros casos, la recurrencia crítica sobre
-----
el Barroco surge de otros supuestos menos compatibles que el an-
terior, muy arraigados, sin embargo, en buena parte de los estudios
La cuestión del Barroco literarios hispanoamericanos, específicamente de los coloniales.
Partiendo de premisas sentadas por el liberalismo burgués en el siglo
El Barroco ha permanecido en el interés de la crítica y la historia pasado, muchos estudios actuales de la literatura colonial conside-

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del arte hispanoamericanos por razones diversas, quizá principal- ran que el Barroco corresponde al periodo "más clásico" de las le-
mente por la concienci:t, muy clara en algunos casos, de que nos tras hispanoamericanas, ya que aparece contaminado por el presti-
encontramos frente a un tema a la vez crucial y mal resuelto por los gio indiscutido de los modelos metropolitanos. No es infrecuente,
estudios existentes hasta ahora. Las causas de ese interés en el Ba- así, ver integrado al currículo de los cursos o manuales de literatu-
rroco son, en todo caso, muy variadas, y no siempre parten como ra española autores como sor Juana Inés de la Cruz o Juan Ruiz de
podría pensarse, del reconocimiento per se del valor estético de la pro- Alarcón. La excelencia literaria de estos autores, a quienes la visión
ducción del periodo. Quiero indicar aquí, someramente, cuáles son eurocentrista beneficia con su inclusión en el Parnaso universal del
algunas de las trincheras crítico-ideológicas desde las que se ha ase- clasicismo, permite pasar por alto la casualidad histórica de su con-
diado este periodo crucial del desarrollo cultural hispanoamerica- dición colonial, que aparece, más bien, desde esta perspectiva, como
no, y cuyas divergencias han llegado a configurar lo que hoy puede un obstáculo bien superado por estos exponentes excepcionales de
reconocerse como "la cuestión del Barroco". la cultura hispánica. Esta perspectiva asume, así, una posición
reflejista, que por supuesto no se agota en los estudios coloniales,
El Barroco, periodo fundacional. Considerado una de las etapas funda- realizando una lectura precondicionada por los códigos expresivos
cionales de la literatura hispanoamericana, el Barroco encierra para metropolitanos, y descartando como no canónicos todos los textos
muchos los orígenes de la identidad mestiza y la condición colonial que rompen este esquema de d~[!denciaexpresiva.
de Hispanoamérica. Por un lado, volver a él significa, en muchos casos,
interrogarse acerca de nuestras raíces culturales, preguntarse, con un Barroco, "barroquismo''. "neobarroco". Otros autores, por su parte, se
interés retrospectivo, sobre los orígenes de problemáticas actuales, interesan en el tema del Barroco porque el mismo provee, más allá
52 1 G'aracterización del Barroco de Indias !f Para una relectura del Barroco R 53

de los límites de su canonización crítico-historiográfica, un rótulo ¡ lógicos de Estado y hegemonía, por ejemplo, y nos remite a la temá-
ticit cid colonialismo en su manifestación más ortodoxa. Doy aquí
vagamente asociado con el "sistema de preferencias" temáticas y
estilísticas que el Barroco formalizó en su momento. En efecto, la
denominación de "barroco" aparece hoy día aplicada a los más va-
¡ algunos ejemplos de esta orientación crítica. Las tres primeras ci-
tas corresponden a Leonardo Acosta: "El Barroco fue un estilo im-
riados productos culturales, en diferentes épocas. Los autores que
recurren a esta utilización del término, son en general escritores
ellos mismos, y realizan una aproximación espontánea y voluntarista
l portado por la monarquía española como parte de una cultura estre-
chamente ligada a su ideología imperialista. Su importación tuvo, des-
de el principio, fines de dominio en el terreno ideológico y cultural" .1
a la literatura continental, no exenta, en algunos casos, de ricas suge- En seguida el mismo autor se pregunta -claro- por qué, enton-
renoas. En este sentido deben ser entendidas las reflexiones de ces, "el tema del Barroco merece tanta atención", e indica:
Lezama Lima cuando habla de "La curiosidad barroca" o las consi-
deraciones de Carpentier en Tie-:¡;ios y diférencias o la teorización de Ante la existencia de problemas mucho más apremiantes -inclu-
so en el plano cultural-:--, tales como los que plantea la creciente
Severo Sarduy u Octavio Paz, aun cuando en cada caso podría verse
penetración yanqui en la América Latina, el tema del barroco co-
!una diversa utilización crítica e ideológica del concepto de "barroco". lonial o neocolonial no parece 1nerecer tanto espacio ni tan prolí-
Esta posibilidad de "extensión metafórica" del termino "barroco" se
fica argumentación. 2
produce también con otros códigos expresivos (realismo, romanticis-
mo, vanguardia, por ejemplo). Además de que el procedimiento Y se contesta: "Sin embargo, la importancia del tema resalta cuan-
trivializa y en gran medida tiende a la desemantización del térmi- do lo insertamos en su verdadero contexto, el de la ideología
no, creo que ese recurso de extensión metafórica tiene consecuen- hispanizante que surgió en nuestra América a fines del siglo pasa-
cias de tipo ideológico, que no cabe desarrollar en estas notas. Baste
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do y en cuyos lazos cayeron no pocas figuras ilustres de la política


indicar, solamente, de qué modo en muchos casos se articula ese su-
y las letras".'
puesto "barroquismo" de la cultura hispanoamericana a una concep-
ción tropicalista de nuestros países. "Barroquismo" se asocia, en efecto,
Jaime Concha, por su parte, indica que
a una condición intrínseca de América Latina, facilitando paralelos
entre "barroquismo", exhuberancia geográfica, volubilidad políti- [... ]lo característico de la poesía barroca en el continente es que
ca, por ejemplo. la renovación gongorina[ ... ] se pone al servicio de intenciones cla-
ramente apologéticas del orden colonial, especialmente de una su-
El Barroco, i.4etilogí_a/;Egerr¡ó__nicac Desde el ala de los estudios sociohis- perestructura administrativa civil y eclesiástica. Lo que en la me-
tóricos e ideológicos de la literatura hispanoamericana, la "cuestión trópoli fue un impulso de liberación cultural llevado hasta límites
del Barroco" es abordada con el siguiente fundamento: El Barroco extremos de las posibilidades del lenguaje, se convierte en la Co-
ofrece, en la historia literaria hispanoamericana, la primera opor- lonia en un vehículo de poesía devota, de reverencia hagiográfica. 4
tunidad de estudiar el modo en que un código expresivo, articula-
do a formas bien concretas e institucionalizadas de dominación, es
impuesto como parte del sistema hegemónico y asimilado en las for- 1 Leonardo Acosta, Barroco de Indias y otros ensayos, p. 51.
11ldem.
maciones sociales del mundo colonial. El estudio del Barroco nos
'/bid., pp. 51-52.
permite la aplicación de la teoría marxista en sus variantes althus- 1 Jaime Concha, "La literatura colonial hispano-americana: problemas e hipótesis", en
r
/ seriana y gramsciana con respecto a los conceptos de aparatos ideo- Neohelicon, vol. IV, núm. 1-2, p. 34.
54 1 Caracterización del Barroco de Indias Para una relectura del Barroco 1 55

. A partir de la aplicación de este modelo de análisis, puede in- ca un mecanismo de colonialismo interno, por el cual las formas
! terpetarse así la historia literaria hispanoamericana como la repeti- dominantes terminan eclipsando totalmente a otras que por razón
ción de un p~tr~~_de_ dependencia, sojuzgamiento de formas del relegamiento social de los sectores productores, son también
autóctonas, transculturación y censura, con variantes que correspon- marginalizadas, apareciendo como no configurando el periodo al
den a las distintas formas de dominación y a la distinta configura- cual pertenecen.
ción del Estado en épocas diversas. A partir principalmente de los ~~tu_<ii(l§ de Maravall, se habla en
En estas notas quiero argumentar solamente con respecto a la el ámbito hispánico de "la cultura del Barroco" extendiendo así la
metodología e implicaciones ideológicas de esta última posición con aplicaclo_ñ.del término del campo de lo estético al de las demás for-
respecto al Barroco, aunque relacionándola con la primera de la se- mas de organización político-social en un periodo determinado.
rie mencionada: la que enfoca esta época como una de las etapas Maravall concibe la cultura del Barroco como una '.'estructura his-
f1!-ndaciom1les en el desarrollo cultural de Hispanoamérica. Previa- tórica" y a la vez como un "concepto de época" que articula una de-
mente mencionaré, sin embargo, algunos de los puntos cuya reso- terminada "mentalidad" a ciertas condiciones de producción cul-
lución me parece primaria para el desarrollo de cualquier interpre- tural que se repiten, según su análisis, en diversos países del con-
tación del Barroco. texto europeo. Es interesante anotar que en ningún momento
Maravall hace extensiva esta conceptualización a la realidad ameri-
cana, ni alude a ningún tipo de continuidad o sincronización de la
Problemas para el estudio del Barroco hispanoamericano cultura barroca metropolitana y colonial. 5
Otra variante de la cuestión barroca es la que ilustra, por ejem-

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El Barroco: fon estilo, un periodo, una cultura? plo, el delirio crítico de Severo Sarduy, que se lanza a una interpre:
El problema más obvio-es la falta de acuerdo en cuanto a la signifi- taci.Sr;Iibre de lo que denomina el "campo simbólico del barroco". 6
cación y aplicabilidad del término. Los usos más tradicionales del
término "barroco" se aplican a diversos niveles relacionados con el La pluralidad barroca
estudio de las obras artísticas y específicamente literarias. Cada uno A pesar de que mnchos de los más valiosos estudios sobre el Barro-
de esos niveles implica una operación cognoscitiva específica, y por co señalan su presencia en numerosos países europeos, 7 tiende a pre-
tanto, reclama una metodología diferente. Recogiendo solamente dominar la idea de que el Barroco es un fenómeno artístico predo-
los usos más frecuentes, podemos indicar que se habla, por ejem- minantemente español_irradiado desde la Península a espacios que
-----·---- - ---
---~"- ' . . 8
plo, de un §E_il() barroco, haciendo referencia a rasgos generales que aparecen así constttuyendo una especte de penfena cultural. Por
. extreman la estética renacentista y que pueden reducirse, siguiendo el contrario, la descentralización del fenómeno Barroco, su com-
• a \A/()lfflin, a un sistema de opuestos que denota en sí mismo la ten- prensión com;;-fenórneno o "~nifica11te cultural" 9 permite el es-
: sión expresiva de ese estilo.
Se habla también de un p~r~odo barroco, es decir de una etapa di- '' l'id. José Antonio Maraval", La L"ultura del Barroco.
fícil de delimitar en la historia del arte y la literatura, marcada por 1; Vid. Severo Sarduy, Rarroco y "El Barroco y el neo-barroco", en César Fernández More-
la predominancia estilística del Barroco. La presencia de estas "do- no, ed., América Latina en su literatura.
7 Vid. Gilbert Highet, The Classical Tradition.
minantes" barrocas fagocita otras formas artísticas que permanecen K Vid. Helmu( Hatz.feld, Estudios sohre el Barroco.
así como formas no canónicas. Esta lectura de la historia literaria !l C:f John Beverley, "Nuevas vacilaciones sobre el Barroco", en Revüta de Critica Literaria

del periodo instala al interior de las culturas americanas de la épo- Latinoamerfrana, vol. 14, núin. 28, pp. 215-227.
56 1 Caracterización del Barroco de Indias Para una relectura del Barroco 11 5 7

tudio independiente de las diversas culturas nacionales en las cua- Estrategía.s para una reinterpretación
les el Barroco pudo actualizarse con significados estético-ideológicos del Barroco americano
div~¡-sos. A esta ~~ce_ntralización apunta Picón Salas al hablar del
Barroco de Indias, fijando en esa fórmula el encue-ntro de constan- A partir de los niveles de problematización antes indicados, puede
tes y variables propio del desarrollo de una cultura dependiente pero irse delineando una propuesta interpretativa que debería intentar
diferenciada, como es Ja americana. Creo que el acento de Jos es- responder a las siguientes preguntas: ¿oebe continuar viéndose el
tudios actuales sobre el Barroco americano debe enfatizar prin- Barroco como un fenómeno periférico con respecto al metropoli-
cipalmente las formas, grados y alcances ideológicos de esa dife- tano en el cual se actualizan, "regionalizados", los códigos dominan-
renciación, vista como resultado de procesos histórico-sociales tes? ¿puede ser entendido el Barroco como un sistema histórico-cul-
específicos. tural diferenciado? mn qué medida el código barroco se articula a
la dinámica social americana? mn qué consiste, a nivel ideológico,
El Barroco y su articulación histórico-ideológica la importancia fundacional del Barroco?
Las articulaciones más recibidas: Barroco y Contr_<trreforma, Barro- Creo que una aproximación a estos problemas requiere una in-
co y práctica jes11ítica, Barroco y abso]ytismo monárquico, Barro- novación metodológica al menos en dos aspectos fundamentales:
co como estilo de una sociedad rural y seiigrial, Barroco como
cultura eminentemente urbana y masificada, dan cuenta de la línea Atención a la dinámica sociocultural de la Colonia. Creo que el estudio y
dominante del Barroco español, principalmente. La dominante evaluación de los códigos expresivos vigentes durante el periodo colo-
barroca, así articulada, eclipsa las que fueron manifestaciones de un nial debe partir de la realidad americana misma, identificando como
Barroco protestante, por ejemplo, o subestiman la calidad "diside:i- factores esenciales para la comprensión del periodo aquellos que
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te" de la estética gongorina. El Barroco español es así considerado tienen que ver con las variaciones polítíco-económicas verificables
un arte que, para algunos, celebra el poderío de la España impe- en Ja época, las pugnas raciales, la composición de las castas, funcio-
rial; para otros, es el lenguaje grandilocuente y propagandístico a namiento institucional, etcétera. La asimilación del Barroco con el
través del cual se expresa la crisis de un imperio. En todo caso, estas que ha dado en llamarse "periodo de estabilización virreinal" sugie-
articulaciones tienen sólo una relativa vigencia en el caso de Amé- re Ja existencia de una continuidad entre las formas de dominación
rica. Como área periférica y dependiente, la cultura barroca virreinal "estabilizadas" en ultramar y los modelos expresivos dominantes,
está condicionada por la ideología hegemónica. Como sociedad implantados en América para reproducir y perpetuar los principios
nueva, constituida económica, étnica y lingüísticamente por compo- del absolutismo monárquico y la Contrarreforma. Las múltiples ten-
nentes diversos a los metropolitanos, su dinámica propia plantea otras siones ideológicas, políticas y sociales del periodo parecen, desde esta
necesidades expresivas. Los grupos productores y receptores actua- perspectiva, no haber sido relevantes, o no haber encontrado repre-
lizan así los códigos dominantes a través de un proceso diferencia- sentación a través de las formas canónicas. De modo que el primer
do del metropolitano, determinado por la vigencia de peculiares con- paso para una relectura del Barroco parece ser el abandono de toda
diciones de producción cultural:La función de la crítica es así la de actitud eurocéntrica y reflejista, y la relectura de la dinámica social
identificar es 0 s puntos de articulació"Iíet1tre-los- ~ódigos estéticos y del virreinato, a través de la cual se manifiesta no solamente la deca-
el nivel histórico-social para que el Barroco de Indias, sig21ificante .d~~~ia del régimen imperial, que expone ya a esa altura numerosas
cultural diferenciado, adquiera su significación precisa. fisuras, sino además los c9_nflictos_ propios de las nuevas socieda-
des, dependientes pero diferenciadas de la metrópoli.
58 1 Caracterización del Barroco de Indias Para una relectura del Barroco 1 59

Consideración de los grupos productores. En el mismo sentido, la carac- tropolitanos hegemónicos no solamente con las estructuras de do-
t}'rización delsector letrado ..en l¡iColonia es esencial para Ía iden: minación vigentes en América sino con lasformasi_deológicas emer~
tificación de la perspectiva ideológica desde la cual se produce la gentes a través de las cuales se expresa por lo menos algún sector
apropiación de los códigos metropolitanos y su redimensionamiento -social de los que componen las formaciones sociales de ultramar.
eñAmenca. A estos efectos es necesario considerar aspectos como los La dificultades que presenta esta forma de análisis ideológico son
relacionados con la formación de una nobleza indiana, así como múltiples. Por un lado, las formas ideológicas emergentes se expre-
los vinculados a la constitución social de los sectores entronizados en san a través de los códigos del dominador. El proceso de diferencia-
la alta dirigencia eclesiástica y en la burocracia estatal en la Colo- ción con la formación social peninsular es gradual, problemático y
nia. Estos elementos definen, entre otros, a este sector letrado cuyas muchas veces contradictorio, y en el discurso a través del cual se
expectativas y frustraciones se establecen en relación con los gru- expresa ese proceso deben identificarse indicios, formas de redimen-
pos peninsulares, con los que competían, pero al mismo tiempo a sionamiento ideológico, avances y retrocesos en el curso de la cons-
partir de un horizonte ideológico definido y limitado a las alterna- titución de la identidad criolla y de los proyectos protonacionales.
tivas de la época. Desde una perspectiva así determinada es que debe Pero es solamente a través de este análisis que el Barroco se presen-
analizarse el sentido de la apropiación de los códigos dominantes tará en su verdadero carácter y funcionalidad sociocultural dentro
así como de los aportes de la cultura indígena, que revela la cara ocul- de las formaciones sociales americanas.
ta de Ja sociedad virreinal. Las estrategias metodológicas que acabo de mencionar dejan al
descubierto algunos rasgos diferenciadores del Barroco de Indias
Estudio de las ideologías emergentes: Barroco y conciencia criolla. La con- que la crítica no ha desarrollado hasta ahora. En una síntesis provi-

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sideración del Barroco en su carácter de ideología hegemónica, es sional, el _d_isc11:rso barroco americano aparecería a esta luz como:
decir en tanto celebración y reproducción de los valores dominan-
tes y de los principios de legitimación imperial, deja al descubierto 1) Discurso de ruptura.
sólo la mitad de Ja verdad con respecto a este periodo de la historia 2) Discurso reivindicativo.
colonial americana. Como mencionaba en páginas anteriores, el 3) Discurso de la marginalidad criolla.
largo adiestramiento de la crítica literaria sociobistórica en el aná-
lisis del verticalismo ideológico ha sido ya frnctífero en su demos- No es del caso desarrollar aquí los apoyos textuales que nutren
tración del modo en que funcionan los modelos de legitimación este análisis. Baste indicar que los textos más importantes del periodo
político-ideológica a nivel cultural y específicamente literario. Existen recaen sobre aspectos como los siguientes, por ejemplo: ~[eación
suficientes elementos como para establecer Jos modos de aplicación de un yo epistolar, lírico, crítico o narrativo que opera el desmonta-
y función de códigos estéticos como el gongorismo, el discurso escolás- je de la sociedad virreinal y expresa las aspiraciones y reclamos de
tico, la poética aristotélica en el contexto de la cultura barroca. No buena parte del sector criollo; bivalepcia de ese yo (individual y co-
se cuenta, sin embargo, con apoyo teórico como para mostrarla ope- lectiva, representacional); utilización de recursos canónicos con una
ración_.c_ontraria: el modo en que el seno de ese "enclave asediado" diferente funcionalidad ideológica, por ejemplo uso de la retórica
que esla ciudad virreinal, y a través de las formas excluyentes yr_e- forense, utilización "perversa''. de la erudición, redimensionamiento
presivas impuestas como parte de la dominación imperial, surge y del tópico del viaje como revelación de espacios marginalés, desmon-
se desarrolla la sociedad criolla. Creo que la clave para el estudio taje de la sociedad virreinal en sus contradicciones y conflictos,
del Barroco de Indias estriba en la articulación de los códigos me- utilización del discurso crítico y la polémica como fijación de la
60 1 Caracterización del Barroco de Indias Para una relectura del Barroco 1 61

identidad criolla, dinamización del concepto de patria como ideo- ción y alegoría del poder imperial, y que a través de sus códigos se
logema protonacional, representación de la cotidianidad y sectores expresaron los intelectuales orgánicos de la Colonia, no es menos
populares, integración de elementos de la cultura indígena en diá- cierto que una ideología emergente, que con el tiempo consolida-
logo con las formas canónicas peninsulares, articulación de la esté- ría un proyecto político-económico alternativo, comienza a expre-
tica gongorina a la visión criolla, representación de la tensión entre sarse y a representar su condición social a través de los mismos
espacios públicos y privados, recepción del cartesianismo, etcétera. modelos expresivos del dominador, pero articulados a conflictos
diversos, y redimensionados estéticamente en textos que hoy recla-
man una nueva lectura.
Hacia la constitución del sujeto social hispanoamericano

Más allá de estas formas concretas a través de las cuales se expresa


el proceso de constitución de la identidad criolla y la representación
de ese proceso a través de los códigos expresivos dominantes, es ob-
vio que el Barroco asume en América, junto a las manifestaciones
celebratorias del sistema imperial que han sido ya relevadas por la

crítica, el carácter de un discurso de ruptura. Antes de alcanzar una 1
forma acabada y de llegar a constituir un proyecto político diferencia- 1
do, el discurso b_arroc_o se afirma en la representación de las diversas
1
formas de marginalidad criolla impuesta como expresión epoca! de
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la hegemonía imperial. Es a partir de esa representación que el dis-


curso barroco se afirma como discurso reivindicativo y, en este sen-
tido, como etapa fundacional en la constitución de las identidades
nacionales. Ésa es la funcionalidad histórico-ideológica de buena
!
parte, al menos, de la producción barroca en América. La natura-
[
leza jánica del Barrroco se define en América no tanto por el doble t
enfrentamiento de los resabios de la sociedad feudal y los albores
de la modernidad, sino por la vigencia paralela de la id_<:()logía
hegemónica imperial y la emergente conciencia criolla. De más-está
¡
decir que ésta no se define obviamente en contra de aquella hege- ~
monía en tanto que proyecto político-económico en el siglo XVII, ni r
siquiera como acabado proyecto alternativo. Pero sí como emergen-
te proceso de constitución de una identidad diferenciada y en pugna
por el predominio. Es en este sentido que el Barroco consolida su
condición fundacional: al manifestarse como momento inaugural 1
en la constitución d~l¿_uji:_t()socialJüspanoamericano. Si es cierto,
entonces, que en América rigió un "Barroco de estado'', teatraliza- ¡
t
[
1

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