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* Investigador del Instituto de Historia. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Madrid). Correo
electrónico: agustin.guimera@cchs.csic.es.
1
La cita que encabeza estas líneas recoge una comunicación del comerciante irlandés Juan Cólogan a
Roberto Fleming (10 de marzo de 1762) en la que se describe la actitud arrogante hacia los isleños por
el comerciante irlandés Roberto de La Hanty, vecino de Santa Cruz de Tenerife, que le llevó a la ruina;
véase: Guimerá Ravina, Agustín. Burguesía extranjera y comercio atlántico: la empresa comercial irlandesa
en Canarias, 1703-1771. Santa Cruz de Tenerife: Gobierno de Canarias; [Madrid]: Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, 1985, p. 128.
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Agustín Guimerá Ravina
2
Se trata del Archivo Zárate-Cólogan, hoy custodiado en: Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz
de Tenerife, La Laguna (ahpsct, fzc). Son los copiadores de cartas y otros documentos de los comerciantes
irlandeses Bernard Walsh Carew o Bernardo Valois (1663-1727) y John Cologan White o Juan Cólogan
(1710-1771), establecidos en el Puerto de la Cruz, Tenerife. Toda la información sobre estos dos personajes
a lo largo del texto se encuentra en la citada obra: Guimerá Ravina, Agustín. Burguesía extranjera y comercio
atlántico… Op. cit.; y del mismo autor, Dios, clan y negocio: las memorias del comerciante irlandés Bernardo
Valois. [Santa Cruz de Tenerife; Las Palmas de Gran Canaria]: Gobierno de Canarias, 2005.
3
Para el caso español véase: Recio Morales, Óscar. Ireland and the Spanish Empire, 1600-1825. Dublin:
Four Courts Press, 2010; Recio Morales, Óscar. Irlanda en Alcalá: la comunidad irlandesa en la Universidad
de Alcalá y su proyección europea, 1579-1785. Alcalá de Henares: Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 2004;
Recio Morales, Óscar, Glesener, Thomas (coords.). Los extranjeros y la nación en España y la América
española. En: Cuadernos de Historia Moderna, anejos x (2011); García Hernán, Enrique, Recio Morales,
Óscar (coords.). Extranjeros en el Ejército: militares irlandeses en la sociedad española, 1580-1818. Madrid:
Ministerio de Defensa, 2007; García Hernán, Enrique, Bunes, Miguel Ángel de, Recio Morales, Óscar,
García García, Bernardo J. (eds.). Irlanda y la Monarquía Hispánica: Kinsale 1601-2001, guerra, política,
exilio y religión. Madrid: Universidad de Alcalá: csic, 2002. Véase también: Downey, Declan M., Crespo
MacLennan, Julio (eds.). Spanish-Irish Relations through the Ages. Dublin: Four Courts Press, 2008; Dow-
ney, Declan M. «Irish-European Integration: The legacy of Charles v». En: J. Devlin y H. B. Clarke (eds.).
European Encounters: Essays in Memory of Albert Lovett. Dublin, 2003, pp. 97-117; y Pérez Tostado, Igor,
García Hernán, Enrique (eds.). Irlanda y el Atlántico Ibérico: movilidad, participación e intercambio cultural.
Valencia: Albatros Ediciones, 2010.
4
Para una visión general de Irlanda se puede consultar: Cullen, Louis M. The emergence of modern Ireland,
1600-1900. Dublin: Gill and Macmillan, 1981. Son muy útiles los estudios de: Canny, Nicholas. Kingdom and
Colony: Ireland in the Atlantic world 1560-1800. Baltimore; London: The Johns Hopkins University Press, 1988;
y Canny, Nicholas, Pagden, Anthony (eds.). Colonial identity in the Atlantic world, 1500-1800. Princeton:
Princeton University Press, 1989.
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La comunidad irlandesa en la España del siglo xviii
fortuna económica y ascensión social que en Irlanda, amén de una puerta abierta para
establecerse en Hispanoamérica, vedada oficialmente a otros extranjeros.
En este apartado sigo la magnífica síntesis del profesor Oscar Recio. La nobleza vincu-
lada a la milicia ocupó una posición preeminente en la comunidad irlandesa del exilio
en Europa, tras la derrota de Boyne y el posterior tratado de Limerick (1691). La
política exterior de los Habsburgos españoles en relación a Irlanda siempre había sido
la defensa del catolicismo en la isla y los nobles irlandeses fueron bien acogidos, al ser
considerados como el mejor medio para continuar esta influencia española en su tierra
de origen. Durante la Guerra de Sucesión española (1702-1714), el apoyo de los nobles
jacobitas a la causa borbónica levantó muchas expectativas entre los irlandeses exiliados.
Desde entonces se fue consolidando una red jacobita en la Corte de Madrid y el ejército
hispano, con la creación de siete regimientos irlandeses durante el conflicto bélico.
Esta fidelidad al futuro rey Felipe v obtuvo su recompensa. El grupo irlandés en
la Corte consiguió una parcela de poder, mediante diversas vías: a través de enlaces
matrimoniales con poderosas familias de origen español o irlandés; actuando en la
diplomacia; y participando en la vida palaciega, como damas de compañía de la reina.
Pero el ejército fue el campo preferido para el ascenso social y la obtención de
privilegios por estos irlandeses. La expansión constante de la maquinaria militar de los
Borbones españoles fue un poderoso factor de atracción, como en otras monarquías
europeas. Esta estrategia se beneficiaba de la tradición militar en las familias irlandesas,
el prestigio de la nobleza católica en Irlanda y España, así como la presencia de una
influyente comunidad mercantil irlandesa en los puertos franceses y españoles, defenso-
res de la causa jacobita y seculares protagonistas del comercio entre Irlanda y España.
Tras la paz de Utrecht en 1713, se consolidaron tres regimientos irlandeses en Es-
paña —Hibernia, Irlanda y Ultonia— que siguieron funcionando hasta 1818. Durante
la segunda mitad del siglo xviii representaban una tercera parte aproximada de los
ocho regimientos extranjeros al servicio del monarca español, cuyas cifras de efectivos
conocemos5. En esa estadística, las unidades irlandesas agrupaban a más de siete mil
soldados. Toda la oficialidad de estas unidades era de origen o descendencia irlandesa.
Esta endogamia profesional les abría la puerta al privilegio, los honores, títulos nobilia-
rios y puestos administrativos, algunos de ellos muy cerca del poder político en la Corte.
Los mecanismos de promoción social y obtención de privilegios de estos militares
irlandeses son idénticos a otros extranjeros radicados en España y a los propios españo-
les: nobleza de origen, vínculos familiares en los propios regimientos, viejos servicios de
la familia al monarca, méritos militares de carácter excepcional, apelación directa al rey
o compra de graduaciones del ejército. Se acudía también al casamiento de una hija de
un comerciante irlandés con un oficial español, presentando como garantía testimonios
de nobleza realizados por el clero irlandés… la fortuna en busca del honor. No es de
5
No se conoce el número de soldados que agrupaba el regimiento suizo.
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Agustín Guimerá Ravina
extrañar que el 80% de los irlandeses que tomaron un hábito de orden militar durante
el siglo xviii —un total de 80 individuos— tuvieran el oficio castrense.
6
Téllez Alarca, Diego. D. Ricardo Wall: Aut Caesar Aut Nullus. Madrid: Ministerio de Defensa, 2008;
y Téllez Alarca, Diego. Absolutismo e Ilustración en la España del siglo xviii: el Despotismo Ilustrado de D.
Ricardo Wall. Madrid: Fundación Española de Historia Moderna, 2010.
7
Creo que Wall es el personaje poderoso a que se refiere un comerciante irlandés de Málaga: «Este gran
hombre me honra con su amistad y parece tener un afecto particular a nuestros paisanos, porque los tiene por
agradecidos, como deben estar (y espero están) a los muchos y grandes favores […]». Juan Galwey a la viuda
de Russell e hijos, de Santa Cruz de Tenerife, 20.05.1768 (Archivo Zárate-Cologan, Cartas de Comerciantes
siglo xviii).
8
Torres Ramírez, Bibiano. «Alejandro O’Reilly en Cuba». Anuario de estudios americanos, n. 24 (1967),
pp. 1357-1388; Torres Ramírez, Bibiano. Alejandro O’Reilly en Las Indias. Sevilla: Escuela de Estudios
Hispanoamericanos, 1969; Guimerá Ravina, Agustín. «Historia de una incompetencia: el desembarco de
Argel, 1775». En: Manuel Díaz-Ordoñez (coord.). Informe «Logística anfibia: el poder naval del Imperio
español en el Mediterráneo durante el siglo xviii». Revista universitaria de historia militar, v. 5, n. 10 (2016),
pp. 135-155; y Villaba Pérez, Enrique. «O’Reilly y la expedición de Argel (1775): sátiras para un fracaso».
En: Agustín Guimerá Ravina y Víctor Peralta (coords.). El equilibrio de los imperios: de Utrecht a Trafalgar:
actas de la viii Reunión Científica de la Fundación Española de Historia Moderna (Madrid, 2-4 de junio de
2004). Madrid: Fundación Española de Historia Moderna, 2005, v. ii, pp. 565-586.
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La comunidad irlandesa en la España del siglo xviii
Los comerciantes irlandeses habían creado una red mercantil en los principales puertos
de Holanda, Bélgica, Francia, Portugal y España antes de la denominada «Revolución
Gloriosa» de 1688-1691. Familias oriundas de los puertos de Dublín, Waterford,
Wexford, Cork, Limerick y Galway habían desarrollado con anterioridad a aquella
fecha una serie de vínculos comerciales y familiares en un sistema portuario atlántico
formado por Londres, Dublín, Ostende, Nantes, Burdeos, Bilbao, Lisboa, Sevilla, Cádiz
y otros enclaves marítimos. Esta corriente mercantil se potenció después del tratado
de Limerick. De allí se expandieron a los puertos de Hispanoamérica y las posesiones
francesas y británicas en América9.
Formaron así parte de aquella élite comercial extranjera establecida en los puertos
atlánticos, situándose en el corazón de la vida económica, social, política y cultural de
estas comunidades portuarias. Sus ventajas de acceso a los mercados internacionales
le valieron el apoyo de cónsules, embajadores y autoridades civiles o militares. Sus
múltiples funciones —comercio, seguros, banca, navieras, etc.— les permitieron llevar
a cabo un modo de vida cosmopolita.
Los irlandeses fueron también exitosos en los puertos españoles relacionados con
el comercio hispanoamericano10. En Cádiz, los británicos —mayoritariamente irlande-
ses— representaban el 19% de los comerciantes extranjeros en 1762, después de los
franceses y los súbditos de los estados italianos. Pero desde el punto de vista económico
ocupaban ese año la segunda posición detrás de los franceses, con el 15% de las rentas
anuales del comercio exterior. En el censo de extranjeros de 1791 figuran ciento dieci-
nueve nombres irlandeses. En el Puerto de Santa María se encuentra el apellido Terry
y en Sevilla los White y Plukett. En Huelva aparecen cincuenta nombres irlandeses en
los 1700-1750. En Málaga la mitad de los comerciantes extranjeros son irlandeses en
1716-1719, así como el 60% de los matrimonios de los mercaderes extranjeros en todo
el siglo. En este puerto figuran como adelantados de la protoindustrialización Tomás
Quilty Valois o Guillermo O’Sheam.
9
Crespo Solana, Ana (coord.). Comunidades transnacionales: colonias de mercaderes extranjeros en el Mundo
Atlántico (1500-1830). Madrid: Doce Calles, 2010; Dickson, David, Parmentier Jan, Ohlmeyer, Jane (ed.).
Irish and Scotishh Mercantile Networks in Europe and Overseas in the Seventeenth and Eighteenth Centuries.
Gent: Academia Press, 2007; Fernández Pérez, Paloma, Lluch, Andrea (eds.). Familias empresarias y grandes
empresas familiares en América Latina y España: una visión de largo plazo. Bilbao: Fundación bbva, 2015; y
Fernández Pérez, Paloma, Rose, Mary B. (eds.). Innovation and Entrepreneurial Networks in Europe. New
York; London: Routledge, 2010; y Villar García, M. Begoña. «La contribución irlandesa al progreso de
Europa en el siglo xviii: Militares, políticos y comerciantes». Baetica: estudios de Arte, Geografía e Historia,
n. 24 (2002), pp. 445-360.
10
Chauca García, Jorge. «Irlandeses en el comercio gaditano y americano del setecientos». En: i Coloquio
Internacional ‘Los extranjeros en la España Moderna’. Málaga: [s. n.], 2003, v. i, pp. 267-277; Fernández Pérez,
Paloma. El rostro familiar de la metrópoli: redes de parentesco y lazos mercantiles en Cádiz, 1700-1812. Madrid:
Siglo xxi, 1997; García Fernández, María Nélida. Comunidad extranjera y puerto privilegiado: los británicos
en Cádiz en el siglo xviii. Cádiz: Universidad de Cádiz, 2005; Lario de Oñate, María del Carmen. La colonia
mercantil británica e irlandesa en Cádiz a finales del siglo xviii. Cádiz: Universidad de Cádiz, 2000; Villar
García, María Begoña (coord.). La emigración irlandesa en el siglo xviii. Málaga: Universidad de Málaga,
2000; y Villar García, María Begoña. «Ingleses e irlandeses en España». En: La inmigración en España (actas
del Coloquio Santiago de Compostela, 6-7 de noviembre de 2003). Santiago de Compostela: Universidad de
Santiago de Compostela, 2004, pp. 31-76.
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Agustín Guimerá Ravina
La mayor parte del mencionado comercio con Europa y las colonias inglesas está
en manos de los irlandeses católicos romanos establecidos en Tenerife, Canaria
y La Palma, y los descendientes de los irlandeses que se establecieron allí ante-
riormente y se casaron con españolas.
Así, a partir del último tercio del siglo xvii se instalan en Tenerife los Brook (Arro-
yo) los Walsh (Valois) y los FitzGerald (Geraldín), seguidos por numerosos irlandeses,
algunos de los cuales fundarán verdaderas sagas familiares: Cólogan, Murphy, Forstall,
Russell, Madan, Mead, Commyns, Power, Creagh, White (Blanco), La Hanty, Key, Wa-
ding, Lynch, Roch, O’Ryan, Blanch Field (Campoblanco), Cullen, Mahony, MacDaniel,
MacCarrick, O’Reilly, Clancey, Sinnott, Barry, Sall, O’Shee y Edwards (Eduardo). En
Gran Canaria lo harán los Walsh, O’Shanahan, Fogorty, Mill, Cane, Mead, etc. En La
Palma figuran comerciantes y otros oficios oriundos de Irlanda: McGhee, Stafford,
Daniell, Lynch, Commyns, Hickson, Draper, Condy, Colon, Kábana y O’Daly, el más
influyente de todos ellos.
11
Aparte de los estudios citados de Guimerá Ravina de 1985 y 2005, véase: Hernández González, Manuel.
«Los mercaderes de origen extranjero en el tráfico canario-americano (1765-1808)». En: Ana Crespo Solana
(coord.). Comunidades transnacionales: colonias de mercaderes extranjeros en el mundo atlántico (1500-1830).
Madrid: Doce Calles, 2010, pp. 155-188; Iglesias Hernández, María Luisa. Extranjeros en Gran Canaria: primer
tercio del siglo xviii. Santa Cruz de Tenerife: Gobierno de Canarias, 1985; y Lorenzo Tena, Antonio. «Una
colonia irlandesa en la isla de La Palma durante el siglo xviii». Boletín Millares Carlo, n. 27 (2008), pp. 82-100.
12
Glas, George. Descripción de las islas Canarias (1764). La Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 1976,
pp. 133-134.
13
Olmo, Margarita. «La solidaridad en el proceso de formación de grupos étnicos». En: Josepa Cucó y Joan
Pujadas (coords.). Identidades colectivas: etnicidad y sociabilidad en la Península Ibérica. Valencia: Generalitat
valenciana, 1990, p. 137.
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14
Sigo aquí el magnífico esquema teórico de: Canny, Nicholas. «Identity Formation in Ireland: The Emer-
gence of the Anglo-Irish». En: Nicholas Canny y Anthony Pagden (eds.). Colonial Identity in the Atlantic World,
1500-1800. Princeton: Princeton University Press, 1989, pp. 159-212. Son útiles los trabajos de: Greene, Jack
P. «Changing Identity in the Bristish Caribbean: Barbados as a Case Study», en esta misma obra, pp. 213-266;
y Claydon, T. y McBride, I. (eds.). Protestatism and National Identity: Britain and Ireland, c. 1650-c. 1850.
Cambridge: Cambridge University Press, 1998.
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España ofrece muchas expectativas para estos expatriados. La mitología que en-
cierran las rebeliones de los católicos irlandeses pueden despertar las simpatías de la
sociedad española, en un contexto de una secular rivalidad hispano-británica. Pero
también hay otros objetivos. En el caso de los jacobitas —los defensores del derrotado
Jacobo ii— persiguen la recuperación de una posición económica y política que han
perdido en su isla. Aspiran a recuperar el trono británico para los Estuardo.
Como otros comerciantes, extranjeros o no, exhiben su estilo de vida sofisticado,
su fortuna, aspirando a formar parte de la élite española. Tomemos como ejemplo al
comerciante Bernard Walsh, del Puerto de la Cruz (Tenerife). La relación de sus pro-
piedades rústicas y urbanas es muy ilustrativa. Destaca en primer lugar, su hacienda
de La Paz, a las afueras de la localidad, dominando el Puerto y una gran extensión
de océano: una magnífica casona —todavía existente—, jardín francés, corrales, pajar,
molino de viento, estanque, viñedos, morales y trigales. Fue un lugar muy alabado por
viajeros y naturalistas. En el centro de la población levantó sus espléndidas casas prin-
cipales de dos plantas —hoy Hotel Marquesa—, con balcones, patio central y mirador.
Allí tenía su escribanía comercial. Tuvo otras casas, bodegas y almacenes en el Puerto
de la Cruz, algunas de las cuales se conservan todavía. Es como si quisiera recrear su
Waterford natal allende los mares. Además poseía un molino de agua en La Orotava,
junto a fincas y casas en Icod, La Matanza, La Laguna y Santa Cruz.
Su riqueza comerciante se manifiesta también en el lujoso mobiliario —de caoba y
mármol preferentemente— en su hacienda de La Paz o sus casas principales del Puerto:
espejos, escritorios, relojes, mesas, sillas, armarios, pinturas, cornucopias; juegos de té,
café y chocolate —de porcelana china—; bandejas y fuentes de plata; joyas de piedras
preciosas, oro y perlas; ropa fina; etc.
Su formación cultural se expresa en los fondos de su magnífica biblioteca, con
quinientos sesenta y ocho volúmenes, la mitad en lengua francesa, seguida por una
gran porción de obras en inglés, y a gran distancia los libros en latín, griego, holandés
y español. La literatura del barroco francés predomina y abundan los escritos de la
Antigüedad clásica. En cuanto a la temática, sobresalen las obras literarias, seguidas de
la religión, historia, viajes, ciencia y otras disciplinas. Bernard Walsh redactó además
unas memorias en inglés, donde narra su vida, algunos acontecimientos de Tenerife,
las erupciones volcánicas, sus excursiones al Teide y cuevas de la isla, así como pensa-
mientos religiosos y oraciones: todo un universo cultural barroco y católico, con tintes
exóticos. Veamos un ejemplo15:
El año 1690 fui a ver la Cueva de Icod, que es asombrosa por su profundidad.
Se extiende desde la costa hasta el Pico del Teide y tiene unas concavidades
muy grandes. Caminé cerca de dos millas bajo tierra. Allí pueden verse varios
huesos de gigantes, tal y como fueron depositados, y otras maravillas de la
Naturaleza […].
15
Guimerá Ravina, Agustín. Dios, clan y negocio… Op. cit., p. 63.
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La comunidad irlandesa en la España del siglo xviii
iglesia parroquial del Puerto con su tumba de mármol, escudos de armas y la institución
del mayorazgo en su descendencia.
Su yerno John Cologan siguió la senda de Walsh en estos patrones de riqueza comer-
ciante, aumentando la biblioteca familiar con ciento cincuenta y siete volúmenes, donde
ya figuran obras de la Ilustración francesa y española. Asimismo mejora el mobiliario
de la hacienda de La Paz y las casas principales del Puerto de la Cruz.
El sentido de la historia fue también un medio de autodefinición para estos oriundos
de Irlanda. En general, los comerciantes irlandeses radicados en España defienden el
mito de un antiguo origen ibérico de su comunidad isleña. Igualmente sacan a colación
la antigua cristiandad de la isla desde los celtas, la persecución religiosa en la Irlanda de
los siglos de la Reforma y Contrarreforma, la fidelidad al catolicismo que pagaron sus
antepasados a menudo con la exclusión y el exilio. Los colegios irlandeses en España
son propagandistas de esta visión histórica y los jacobitas exiliados proclaman a los
cuatro vientos sus servicios a la Monarquía Hispánica desde el siglo xvi.
16
Recio Morales, Óscar. «Identity and Loyalty: Irish Traders in Seventeenth-Century Iberia». En:
David Dickson, Jan Parmentier and Jane Ohlmeyer (ed.). Irish and Scotish Mercantile Networks… Op.
cit., pp. 197-210.
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Agustín Guimerá Ravina
17
En el listado que presento sobre apellidos irlandeses en Canarias se deben separar los de otros orígenes
como O’Shanahan, O’Daly, O’Shee y O’Ryan, MacCarrick o McGhee. Véanse los citados trabajos de: Canny,
Nicholas. Kingdom and Colony... Op. cit.; Canny, Nicholas. «Identity Formation in Ireland…». Op. cit.; y
Clarke, Aidan. The Old English in Ireland, 1625-1642. Dublin: Four Courts Press, 2000.
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2.4. Actitudes
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Aquí nos hallamos en el mayor regocijo por la felicidad con que prosigue nuestro
Príncipe Carlos en la empresa, y mediante tener toda Escocia por suya, habiéndo-
sele sometido voluntariamente, tenemos grandes esperanzas que logrará ponerse
la Corona de su padre. Su Divina Majestad lo disponga así para el consuelo de
todo Católico.
Epílogo (1808-1814)
Entre finales del siglo xviii e inicios del siglo xix los irlandeses siguieron actuando en
España como un grupo identificable. Por ejemplo, en Tenerife los Cólogan se casaron
con los Fállon, y los Murphy con los Meade y Power. Pero su integración en la sociedad
isleña es plena. Tanto los Murphy como los Cólogan fueron alcaldes o ediles en los
ayuntamientos de Santa Cruz y del Puerto de la Cruz, y en las actividades de la Real
Sociedad Económica de Amigos del País19.
18
Juan Cólogan a Bernabé Murphy, 11.11.1745 (ahpsct, fzc: Copiador de Cartas a).
19
Véase: Guimerá Peraza, Marcos. «Bernardo Cólogan y Fállon (1771-1814)». Anuario de estudios atlán-
ticos, n. 25 (1979), pp. 307-355; Guimerá Peraza, Marcos. «Los Cólogan, alcaldes del Puerto de la Cruz de
La Orotava (siglos xviii y xix)». Anuario de estudios atlánticos, n. 38 (1992), pp. 199-250; Guimerá Peraza,
Marcos. José Murphy (1774-1841): vida, obra, exilio y muerte. 2ª ed. ampl. Santa Cruz de Tenerife: Ayuntamiento
de Santa Cruz de Tenerife-Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Santa Cruz de Tenerife, 2003.
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20
Véanse también los siguientes trabajos: Gumerá Peraza, Marcos. Los diputados doceañistas. Santa Cruz
de Tenerife: Aula de Cultura de Tenerife, 1967; Guimerá Peraza, Marcos. El marqués de Villanueva del Prado
y don José Murphy en la Junta Suprema de Canarias (1808-1809). La Laguna: Instituto de Estudios Canarios,
1993; Guimerá Peraza, Marcos. «En el bicentenario de la Junta Suprema de Canarias, 1808-1809». Boletín de
la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife (La Laguna), n. extraordinario (2008), pp. 169-189.
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