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1. Introducción
3. Aplicaciones
Los polímeros biodegradables son una alternativa sostenible, ya que por definición se
degradan mediante acciones enzimáticas que tienden a disminuir continuamente sus masas
moleculares. Los biopolímeros son cadenas poliméricas sintetizadas por organismos vivos y
por lo tanto son perfectos ejemplos de la aplicación de la biotecnología en la química verde,
debido a varios aspectos: 1) por ser biodegradables, reducen la acumulación de residuos
industriales; 2) tienden a generar menos contaminantes durante la producción; 3) pueden
utilizar residuos o subproductos como materia prima; 4) pueden ser menos tóxicos, lo que
aumenta las posibilidades de aplicación en medicina y alimentos, por ejemplo; y 5) tienden a
biodegradarse formando productos inocuos (o menos tóxicos) para el medio ambiente. El
uso de bacterias para la producción de biopolímeros ha abierto un amplio abanico de
posibilidades para la producción de diferentes materiales, ya que las bacterias son capaces
de convertir eficientemente distintas fuentes de carbono en varios tipos de polímeros con
diferentes propiedades químicas y mecánicas. La mayoría de las especies bacterianas
sintetizan polímeros en forma extracelular. Una de las aplicaciones más importantes de los
biopolímeros es en el área médica.
Los biopolímeros que tienen mayor potencial para reemplazar productos sintéticos de origen
petroquímico son los bioplásticos, con aplicación en el segmento de embalajes, ya que
pueden ser reciclados además de ser biodegradables.
3.2. Biocombustibles
Los biocombustibles de tercera generación que involucran el uso de algas. Las algas
pueden proporcionar rendimientos mucho mejores que los procesos con otras biomasas y
mediante pasos de producción teóricamente más simples. Una ventaja muy interesante de
utilizar algas como biomasa es que se pueden cultivar en aguas residuales como aguas
servidas, actuando simultáneamente para la biorremediación.
Los combustibles de cuarta generación, que son lo último en la actualidad, se definen como
combustibles fotobiológicos o “electrocombustibles”, y surgen de los increíbles avances de
la biotecnología y la ingeniería metabólica. Utiliza microorganismos fotosintéticos para
producir combustible. Se aplica ingeniería metabólica para algas, especialmente
cianobacterias y levaduras, para la producción de combustibles fotosintéticos. Con el fin de
obtener mejores rendimientos en la producción de lípidos precursores del biodiesel como
los triacilgliceroles, las especies de microalgas son evaluadas en diferentes medios de
cultivo, conteniendo diferentes nutrientes y condiciones fisicoquímicas como pH y
temperatura, ya que estos parámetros tienen una fuerte influencia en la composición de la
biomasa, ya que las algas tienden a adaptar su metabolismo a las condiciones de
crecimiento relacionadas con su medio de cultivo.
Las mejores aplicaciones biotecnológicas potenciales son: la producción de
biocombustibles, biogás, biorremediación, alimentación, etc.
Las principales características de una síntesis orgánica verde son: (i) economía de átomos,
en la que se debe incorporar al producto la mayor cantidad posible de reactivos; (ii)
conversión directa de enlaces C–H a enlaces C–C; (iii) no uso de grupos protectores, ya
que esto aumenta el número de pasos en la síntesis; (iv) reacciones en cascada que
pueden incorporar una serie de pasos para la síntesis del producto en un solo procesos; (v)
el uso de biocatalizadores, que son más selectivos y eficientes, a la vez que no son tóxicos;
y (vi) uso de solventes menos tóxicos como agua, CO supercrítico y líquidos iónicos.