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Resumen
Abstract
In consideration of the wide range of human rights that are included in the legal instruments of the
international order that have been signed by the States that make up the union of the Americas, it
is essential to recognize the authority of the competent bodies for the promotion, intervention and
protection of stories prerogatives, such as the Inter-American Commission on Human Rights and
the Inter-American Court of Human Rights. According to the obligation in the observance of the
norms for the protection of human rights, as a corollary of this, the pronouncements of the Inter-
American Commission regarding the substantive study of the applications, the recommendations
developed for the legal protection of the human rights violated in each case and the proposals to
achieve a friendly solution was achieved in a mandatory source of application in the internal order
1
Artículo inédito. Artículo de investigación e innovación. Producto del Diplomado del Sistema Interamericano de
Derechos Humanos-2019, realizado en Costa Rica en el mes de julio del año 2019.
2
Autora: María Camila Antolinez Martheyn Estudiante de Quinto (5°) año del programa de Derecho de la
Universidad Libre de Colombia, seccional Cúcuta. correo electrónico: Camiantolinez@hotmail.com. Correo
institucional:
of the States. This research article seeks to recognize the role of the decisions of the Inter-American
Commission on Human Rights in Colombia in direct connection with the normative supremacy
that originates in the exegesis of the treaties signed and ratified by the State and that are part of the
block of constitutionality in accordance with the 1991 Political Constitution.
Introducción
Como primer órgano competente para conocer de las peticiones por violaciones de derechos
humanos, la Comisión Interamericana de derechos humanos (la Comisión o CIDH) tiene a su cargo
la responsabilidad de promover la tutela efectiva ante los Estados responsables. Tomando en
consideración que los pronunciamientos de este organismo son la base conceptual para la
interpretación de las normas jurídicas en relación con la violación de los derechos, es necesario
que los Estados reconozcan a nivel interno su autoridad y la importancia de sus decisiones en la
aplicación de los instrumentos jurídicos de protección de derechos humanos. Bajo esa premisa, se
demarca la imposición contenida en la Convención de Viena, en cuanto a la aplicación del
principio pacta sunt servanda en estricta conexidad con las normas de derecho interno que
reconocen y respetan los tratados internacionales de derechos humanos. La Convención
Americana de Derechos Humanos es la fuente primaria de interpretación jurídica que tanto la
Comisión como la Corte Interamericana de Derechos Humanos aplican para la resolución de las
peticiones o casos contenciosos. La Comisión IDH se creó mediante la Carta de la Organización
de los Estados Americanos (OEA), la cual en su artículo 106 construye la base para otorgar sus
funciones “de promover la observancia y la defensa de los derechos humanos y de servir como
órgano consultivo de la Organización en esta materia” (Organizacion de Estados Americanos,
1948).
¿Qué papel o función ejercen las decisiones emitidas por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos en Colombia?
Metodología
Para la presentación de esta investigación se realizó un proceso en donde se analizaron todas las
fuentes de información como las normas jurídicas que hacen parte del Sistema Interamericano de
Derechos Humanos, las sentencias más importantes que conforman el precedente judicial, los
manuales, revistas y artículos científicos relacionados con el tema en estudio. Además, los datos
recolectados se sustentan en todos los instrumentos de recolección de información dispuestos en
la página oficial de la Organización de los Estados Americanos (OEA), sitio web que recoge toda
la información relacionada con el acceso a la jurisdicción de los Derechos Humanos. El tipo de
investigación es del tipo jurídica y descriptiva, con enfoque metodológico es cualitativo, porque
se hace una descripción completa del tema bajo estudio, sin considerar datos cuantitativos o
estadísticos, además de utilizar el método de investigación inductivo.
En el estudio del tema abordado para la presente investigación se han considerado citar las normas
jurídicas internacionales que establecen la base jurídica de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos. Por otro lado, las normas que las complementan y que son fuente que definen
las funciones, integración, su origen y naturaleza. Dentro del análisis al tema objeto de estudio es
importante reconocer, además las posiciones jurisprudenciales y doctrinales de los juristas que han
desarrollado a fondo la estructura integral de la Comisión, como de otros organismos
internacionales. Entre tales posiciones encontramos la de algunos juristas colombianos (Sánchez,
2001), (Arango Olaya, 2004), (López, 2005) que se han encargado de debatir la función de la
Comisión en la lucha por la protección de los derechos humanos en relación con el conflicto
armado, entre otros. Por otro lado, la posición jurisprudencial de las Cortes colombianas en cuanto
a la adopción de los parámetros convencionales desarrollados por la Comisión para la solución de
los conflictos jurídicos en el orden interno.
• Las diferentes decisiones que la Comisión IDH emite en el ejercicio de sus facultades.
Bajo este esquema se relaciona la tipología de las decisiones que emite la Comisión en el
ejercicio ordinario de sus funciones como órgano consultivo y promotor de los derechos
humanos en el contexto del Sistema Interamericano de Derechos Humanos.
En este eje temático se determinan directamente las sentencias proferidas por las altas
Cortes colombianas (Corte Constitucional, Consejo de Estado y Corte Suprema de Justicia)
en relación con la introducción y ponderación de las decisiones que la Comisión ha emitido
a lo largo de su funcionamiento. Para ello, se analizaron separadamente los diferentes tipos
de resoluciones de la Comisión que las Cortes Colombianas ha adoptado dentro de su
jurisprudencia, señalando cuáles les ha dado aplicación directa y el carácter de
obligatoriedad que la Constitución Política consagra.
Plan de redacción
• Informes temáticos
Con base en los estudios que ha preparado de las peticiones presentadas, la Comisión emite unos
informes temáticos que desarrollan las diferentes situaciones bajo las que se demarca la violación
de uno o varios derechos humanos. Por ejemplo, por la violación del derecho de circulación y
residencia contenido en el artículo 22 de la Convención Americana de Derechos Humanos, la
Comisión ha elaborado informes sobre el desplazamiento forzado y la migración. También elabora
unos informes especiales en atención a la calidad de las víctimas, como aquellas que especialmente
se encuentran protegidas, es el caso de los niños, las mujeres, la población indígena, las personas
en condición de discapacidad, entre otros.
En relación con las peticiones que generalmente son allegadas en primera instancia a la Comisión,
este órgano elabora informes en relación a la admisibilidad o inadmisibilidad de las peticiones, a
las soluciones amistosas que se presentan, al fondo de las peticiones, al archivo de las mismas y
los informes para elevar las peticiones a casos contenciosos ante la Corte Interamericana.
La admisibilidad de una petición depende del cumplimiento de los requisitos formales establecidos
en los artículos 46 y 47 de la Convención Americana de Derechos Humanos y también al
procedimiento establecido para la Comisión en su reglamento, artículos 30 al 36. Para que la
Comisión decida el fondo de una petición en primer lugar debe estudiar su admisibilidad en estricta
satisfacción de las normas. Una petición podría no ser admitida cuando, por ejemplo, no se hayan
agotado los recursos internos previstos en la legislación del Estado demandado antes de acudir a
esta instancia. En ese caso, la Comisión elabora también un informe, pero de inadmisibilidad,
comunicando las razones jurídicas por las cuales no fue posible admitir la petición.
En cumplimiento de las normas que prevé sus funciones la Comisión a través de su secretaría
ejecutiva se encarga “del estudio y tramitación inicial de las peticiones presentadas a la Comisión
que llenen todos los requisitos establecidos en el Estatuto y en el artículo 28 del presente
Reglamento. Si una petición no reúne los requisitos exigidos en el presente Reglamento, la
Secretaría Ejecutiva podrá solicitar al peticionario o a su representante que los complete. Si la
Secretaría Ejecutiva tuviera alguna duda sobre el cumplimiento de los requisitos mencionados,
consultará a la Comisión. Si falta alguno de estos requisitos, la Secretaría Ejecutiva asiste a los
interesados en completar la petición. Con el traslado al Estado comienza el trámite de la primera
etapa, llamada de admisibilidad. En ella, el Estado puede oponer objeciones al tratamiento del
asunto, sobre la base de la presunta ausencia de alguno de los requisitos de competencia de la
Comisión o de admisibilidad del caso. Se produce así un intercambio de escritos y documentación
entre las partes, hasta que la Comisión está en condiciones de decidir. En ocasiones se fijan
audiencias para discutir la admisibilidad” (Boluarte, 2014).
Desde el punto de vista material, aunque la inadmisibilidad de la petición se presenta como un
obstáculo para acudir ante la jurisdicción, es innegable que la Comisión tiene la obligación de
estudiar en primer lugar el cumplimiento de las reglas de procedimiento para conocer el fondo del
asunto. El estudio formal de la petición determina cómo la Comisión en aplicación del control de
convencionalidad, regula estrictamente el procedimiento que la Convención Americana establece.
Los informes sobre soluciones amistosas que desarrolla la Comisión se fundan en la proposición
de vías o canales para lograr un acuerdo amistoso entre los peticionarios y el Estado demandado,
para ello, la Comisión prevé el cumplimiento de medidas para que el Estado pueda satisfacer
directamente los derechos que en el proceso se hayan debidamente probado. Específicamente, el
mecanismo de soluciones amistosas permite que la Comisión intervenga como mediador en la
negociación, facilitación y solución de los conflictos, de manera que existan espacios de
reconciliación y paz siendo posible garantizar la satisfacción integral de los interesados y el debido
restablecimiento de sus derechos. Muchas de las peticiones elevadas han concluido en esta etapa
gracias a la debida implementación del mecanismo, por tanto, es considerable la función
interventora de la Comisión en la elaboración de sus informes.
Por otro lado, los informes de fondo producidos por la Comisión IDH son uno de los principales
aspectos en la apreciación de las violaciones a los derechos humanos, ya que en ellos se establece
directamente la decisión final de la petición, definiéndose si hubo o no una o varias violaciones a
los derechos humanos. En mérito de los hechos y fundamentos de la petición y configurada la
violación, en el mismo informe la Comisión expone las recomendaciones al Estado para que sea
posible aplicar medidas que remedien la violación causada. La etapa de fondo es de suma
importancia porque a partir de aquí se conocen las conclusiones de la Comisión en la apreciación
de los argumentos que presentan las partes (peticionario y Estado).
En los informes de fondo, la Comisión evalúa con detalle los principales rasgos que evidencian la
violación alegada, si las pruebas presentadas son suficientes para demostrar los hechos en que se
funda la petición, dándole mérito—si reúne los requisitos de fondo—y presentando unas
proposiciones o recomendaciones para que el Estado responsable adecue sus procedimientos y
permita satisfacer los derechos humanos vulnerados. En esta etapa, los informes que presenta la
Comisión representan su principal labor, pues a través de ellos, la Comisión hace uso de todas sus
facultades para la promoción y defensa de los derechos humanos.
Por otro lado, en los informes que se presentan para archivar las peticiones con fundamento en el
artículo 48 inciso b del Reglamento de la Comisión, se determinan las causas por las cuales no fue
posible darle trámite a la petición (Organización de Estados Americanos, 1979). En ese aspecto,
la Comisión verifica si los motivos de la petición continúan y en dado caso de no existir ordena el
archivo definitivo del expediente, para darle trámite a otra petición. Es importante abordar aquí
que antes de dar tramite al archivo de la solicitud, la Comisión se comunica en reiteradas ocasiones
con el peticionario a fin de que este rinda información sobre el caso y se apersone de su solicitud,
si la Comisión observa el incumplimiento de esta orden, puesto que depende solo de él la
continuación e impulso de la petición, la Comisión ordena el archivo del expediente.
Asimismo, cuando la controversia presentada no tiene solución a los ojos de la Comisión, este
órgano presenta un informe detallado a la Corte IDH remitiendo la petición para que pase a ser un
caso contencioso, de esta manera, solo la Corte decidirá sobre la responsabilidad del Estado en la
comisión de los hechos y en consecuencia ordenará las medidas adecuadas para asegurar la
protección de las normas que contienen los derechos humanos alegados. Como se observa, los
diferentes tipos de decisiones que emite la Comisión se desarrollan en la necesidad de conocer las
bases que este órgano ha definido para la efectiva tutela de los derechos humanos en la región. Los
informes emitidos en las diferentes etapas del proceso ante la Comisión constituyen la base jurídica
de este órgano para el establecimiento de la protección, para el refuerzo de las garantías
convencionales y para el mejoramiento de las relaciones jurídicas entre los Estados y las personas.
De manera que las decisiones de la Comisión IDH en todas sus etapas son la columna vertebral en
la garantización de los derechos y en la protección de los instrumentos internacionales,
entendiendo que cada una de los pronunciamientos contiene unas razones de hecho y de derecho
que expresan armónicamente la ideología original propuesta eficazmente para la salvaguarda de
los derechos humanos.
• Informes anuales
De acuerdo con esa ideología, si los tratados o convenios de derechos humanos comparten esa
jerarquía, en consecuencia, las decisiones de los órganos que se encargan de aplicarlos e
interpretarlos también gozan de primacía en el orden interno. Por lo cual, las decisiones que emite
la Comisión IDH hacen parte de ese conjunto de parámetros de interpretación normativo ya que
sus informes desarrollan directamente en qué situaciones se afectan los derechos humanos y cuales
son los pasos a seguir para hacer cesar la vulneración de los mismos.
Las normas constitucionales que determinan el concepto, sentido y alcance del bloque de
constitucionalidad en Colombia son, además del referido artículo 93, el artículo 9 que define el
alcance de las relaciones exteriores del Estado y el reconocimiento de los principios del derecho
internacional aceptados por Colombia, el artículo 94 que imprime la obligatoriedad de reconocer
que los enunciados normativos de los tratados internacionales vigentes son inherentes a la persona
humana, el artículo 214 que regula los estados de excepción y la prohibición de suspender los
derechos humanos ni libertades fundamentales cuando sean decretados por el gobierno nacional y
el artículo 102 que establece en su inciso segundo que los limites señalados en la forma prevista
por la Constitución, solo pueden modificarse en virtud de los tratados aprobados por el Congreso,
debidamente ratificados por el presidente de la república (Constitución Política de Colombia,
1991).
Ahora bien, teniendo en cuenta que la Comisión Interamericana emite informes y recomendaciones
sobre los casos que se le presentan, es evidente que no posee rango jurisdiccional y como resultado
no emite sentencias con pleno efecto obligatorio. Sin embargo, la Comisión emite unos
pronunciamientos sobre las peticiones, y estos pronunciamientos satisfacen completamente la
condición de obligatoriedad que le son por ejemplo inherente a las sentencias de la Corte IDH,
porque cumplen con las mismas formalidades de una sentencia y de acuerdo con la Convención
Americana la Comisión tiene la facultad de emitir los Conceptos que estime.
Directamente no es posible conocer si todas las decisiones de la Comisión Interamericana en
relación con los informes que elabora para la solución de las peticiones hacen parte del bloque de
constitucionalidad por extensión y remisión del artículo 93 citado, pues la jurisprudencia
constitucional solo ha determinado que los informes de fondo y las medidas cautelares decretadas
por la CIDH son vinculantes en el orden interno. En relación con las decisiones de otros órganos
del orden internacional como por ejemplo la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la
jurisprudencia ha indicado que en estos casos, sus opiniones consultivas no son de forzoso
cumplimiento para los órganos del Estado, pues aunque sean criterios de valoración o
interpretación, sus decisiones no tienen jerarquía constitucional (Sentencia T-558, 2003), pero, en
relación con los órganos que hacen parte del sistema interamericano de derechos humanos, la
jurisprudencia colombiana ha indicado que el fundamento para incluir estas decisiones al bloque
de constitucionalidad se vincula a la obligatoriedad en el cumplimiento de las normas
internacionales de derechos humanos, como es el caso de la Convención Americana de Derechos
Humanos. En materia de derechos humanos, las decisiones de la Comisión son vinculantes en el
orden interno en la medida en que con fundamento en el principio pacta sunt servanda, los Estados
partes tienen la obligación de cumplir de buena fe las recomendaciones emitidas por la Comisión.
Por ende, aunque la Comisión IDH no sea un órgano jurisdiccional sus decisiones son vinculantes
en el orden interno por decidir en primera instancia la responsabilidad de los Estados en la
violación de derechos humanos, facultad que le ha conferido la Convención Americana de
Derechos Humanos, norma jurídica prevalente en Colombia y que hace parte de los instrumentos
internacionales del bloque de constitucionalidad (Ramírez, 2016). La introducción de las
decisiones de la Comisión IDH al bloque implica que el Estado y la sociedad estén obligados a
respetarlas y observarlas en el análisis jurídico de casos análogos en Colombia.
En este apartado es esencial reconocer que los Estados en aplicación del enfoque Ius
constitutionale commune a través de la introducción y difusión del bloque de constitucionalidad
se han dedicado a fortalecer constantemente los criterios de valoración para la aplicación efectiva
de las resoluciones que emiten los órganos internacionales, incluso “en el caso colombiano, la
adopción de la doctrina del bloque en la Sentencia C-225 de 1995 de la Corte Constitucional se
determinó gracias a la influencia francesa […] teniendo un impacto sustancial a favor de la
protección de derechos humanos a través de los instrumentos internacionales constitucionalizados
[a diferencia de otros Estados de la región que lentamente fueron adoptando estos criterios]
(Góngora Mera, 2014)”.
Haciendo un esquema general en relación con las diferentes decisiones que la Corte Constitucional
ha emitido en los años de funcionamiento que lleva, se expone cómo la Corte ha reconocido el
valor de la jurisprudencia de algunos órganos internacionales de derechos humanos es vinculante
pese a que, aunque “no son jueces […], cumplen funciones parecidas a la jurisdicción” (Yáñez
Meza & Yáñez Meza, 2012), situación directamente conexa con las funciones que cumple la
Comisión IDH.
En las providencias que emite esta corporación judicial, se destacan las sentencias de tutela que en
relación con la aplicación de los derechos fundamentales es necesaria la observancia de las
medidas adoptadas por la Comisión en sus pronunciamientos. Por lo cual, se presenta la sentencia
T-568 del año 1999, como una de las primeras providencias en donde se desarrolló el concepto
sobre la fuerza vinculante de las recomendaciones de la Comisión IDH. En esta oportunidad se
estudió la diferencia entre las recomendaciones de la OIT y las recomendaciones de la Comisión
IDH, en donde se indicó que a pesar de que “las recomendaciones [de la OIT] no son normas
creadoras de obligaciones internacionales, sino meras directrices, guias o lineamientos que deben
seguir los Estados Partes en busca de condiciones dignas en el ámbito laboral de sus países”
(Sentencia T-568, 1999) existen otros órganos de control que como la OIT formulan
recomendaciones y estas en ocasiones son vinculantes, por ejemplo, “de las que profiere la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos” (Sentencia T-568, 1999), dada su competencia
y facultades otorgadas mediante el artículo 41 de la Convención Americana de Derechos
Humanos, tratado internacional que integra el bloque de constitucionalidad en sentido estricto. De
esta manera, en la sentencia de marras, la Corte solicitó a las demás autoridades judiciales no
otorgarle poder vinculante a las recomendaciones que emite la OIT asimilándola a las
recomendaciones obligatorias de otros órganos de control internacionales como la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos.
Posteriormente, en la sentencia T-558 del 10 de julio del año 2003, siendo es una de las primeras
providencias en donde se habla de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y su facultad
para adoptar actos jurídicos unilaterales, la Corte Constitucional invocó y acotó el tema de la
procedencia de la acción de tutela para la práctica de medidas cautelares decretadas por la
Comisión IDH. En ese momento, la Corte Constitucional indicó que en el derecho internacional
existían muchas dudas sobre el alcance y efecto vinculante de los actos jurídicos emitidos por los
órganos internacionales en el orden interno. En armonía con la posición doctrinaria del derecho
internacional, la Corte indicó que las opiniones consultivas de los órganos internacionales no
gozan de efecto vinculante en el Estado debido a su naturaleza, así, solo las sentencias tendrían
ese efecto por hacer tránsito a cosa juzgada. En esa oportunidad dijo: “[l]a doctrina se limita a
distinguir entre los actos de los órganos judiciales internacionales, que pueden ser “sentencias”,
las cuales tienen efecto vinculante y hacen tránsito a cosa juzgada y “opiniones consultivas”,
desprovistas de tales efectos; y, por otra parte, están las decisiones y las recomendaciones. En lo
que concierne a las decisiones, se trata de un acto jurídico unilateral de una Organización
Internacional que tiene efecto vinculante. En el ámbito internacional, los únicos actos que
técnicamente pueden ser calificados como decisiones son aquellos que aparecen referidos en el
artículo 25 de la Carta la ONU y son adoptados por el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas, en el marco de las facultades que le otorga el Capítulo VII de la misma. Por el contrario,
las recomendaciones carecen de efecto vinculante y se limitan a proponerle a sus destinatarios un
determinado comportamiento. De allí que el contenido jurídico de la expresión coincida con su
sentido corriente. Los destinatarios de éstas son los Estados Partes en la Organización
Internacional, y en ocasiones, los particulares” (Sentencia T-558, 2003).
Específicamente sobre las medidas cautelares decretadas por la Comisión IDH, la Corte
Constitucional indicó en la misma providencia que el alcance de estas tienen prevalencia en el
orden interno y son de obligatorio cumplimiento por todos los órganos del Estado y los
particulares. De manera que, si la Comisión tiene pleno poder para resolver de fondo las peticiones
y proponer las recomendaciones que estime necesarias y convenientes para que los Estados se
acojan a las medidas que permitan proteger y respetar los derechos humanos, entonces, estas
decisiones son efectivas en el ámbito interno, pero no lo son de manera inmediata ni directa, porque
“[p]ara su implementación interna, en muchas ocasiones, dependen de la voluntad del legislador
en la medida en que se le invita a regular una materia o a que derogue una determinada
normatividad contraria al tratado internacional” (Sentencia T-558, 2003).
En otra sentencia de tutela, la Corte indicó que por remisión de la Convención Americana de
Derechos Humanos y al hacer esta parte del bloque de constitucionalidad, las medidas cautelares
que decreta la Comisión IDH tienen fuerza vinculante en el ámbito interno. En esta sentencia, la
Corte determinó con claridad las autoridades estatales competentes para la ejecución de medidas
cautelares decretadas por la Comisión, entre ellas, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el
Ministerio de Interior y de Justicia, la Fiscalía General de la Nación, la Procuraduría General de la
Nación, entre otras (Sentencia T-786, 2003).
Las reglas jurídicas asentadas por la Corte Constitucional en la aplicación de los criterios jurídicos
expuestos en las decisiones de la Comisión Interamericana certifican la adopción de disposiciones
de derecho interno, pauta contemplada en el artículo 2 de la Convención Americana de Derechos
Humanos. En determinación de estas pautas de interpretación, la Corte Constitucional ha emitido
otras sentencias (Sentencia T-524, 2005) que exponen la jerarquía normativa de las decisiones de
la Comisión Interamericana en ajuste a la obligatoriedad que impone la figura del bloque de
constitucionalidad.
Si bien, la Corte ha sido enfática en la aplicación de las medidas cautelares decretadas por la
Comisión IDH también ha indicado la obligatoriedad en la observancia de los informes de fondo
que contienen las recomendaciones, indicando que: “Concluyó así la Sala Novena de Revisión
que, habida cuenta de que las medidas cautelares aluden a casos concretos con beneficiarios
determinados y que apuntan a salvaguardar la vida e integridad personal de éstos, el Estado
destinatario de las mismas no goza de discrecionalidad absoluta para cumplir o no lo decidido por
la CIDH, pues no se trata de situaciones generalizadas de violaciones de los derechos humanos en
un Estado, casos en los cuales este órgano internacional de protección emite recomendaciones,
cuyo carácter vinculante ha suscitado una discusión en la doctrina internacional” (Sentencia T-
524, 2005).
De esta manera, la sala de Consulta y Servicio Civil del Consejo de Estado emitió el primer
concepto en relación al tema indicando que con fundamento en la promulgación de la ley 16 de
1972 que ratificó la Convención Americana de Derechos Humanos en Colombia se aceptó la
competencia de la Comisión y la Corte IDH como los únicos órganos responsables de asumir los
casos en materia de violación de derechos humanos. Por tanto, con fundamento específicamente
en el artículo 51 numeral 2 de la Convención Americana, el Estado colombiano se encuentra
sometido a las recomendaciones que la Comisión haga en el marco de sus leyes internas y
preceptos constitucionales, no obstante, en cuanto a las indemnizaciones, señaló el Consejo de
Estado, no es posible atribuirle a los informes el mismo valor jurídico que tienen las sentencias
proferidos en los casos de responsabilidad extracontractual en contra del Estado, puesto que los
informes de la Comisión no tienen carácter judicial, a menos que hubiesen sido ordenadas por la
Corte IDH, bajo la cual sí serían obligatorias (Concepto 247832, 1992).
En relación con el medio de control de reparación directa, en la sentencia del 09 de septiembre del
año 2013 el Consejo de Estado tuvo en cuenta las recomendaciones que elaboró la Comisión en el
informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia del 26 de febrero de 1999,
acotando con suficiencia todos los aspectos sobre la protección jurídica de los derechos de los
niños (Sentencia Reparación Directa 27452, 2013).
Es notable cómo el Consejo de Estado reconoce la autoridad de los órganos del sistema
interamericano y deduce lógicamente que cuando el Estado introdujo en su ordenamiento la ley
que ratifica la Convención Americana, los conceptos jurídicos que emiten estos órganos son de
imperativa aplicación, por eso en otros conceptos y autos, específicamente del conocimiento de su
sección tercera de la sala de lo contencioso administrativo, el Consejo de Estado se ha pronunciado
positivamente dando prevalencia en su jurisprudencia a los parámetros establecidos en los
informes que ha desarrollado la Comisión IDH. En síntesis, esta corporación judicial ha aceptado
integralmente que las decisiones de la Comisión IDH tienen plena validez y son de obligatorio
cumplimiento para todas las autoridades públicas, de suerte que ha acogido acertadamente las
recomendaciones que la Comisión ha realizado en los casos de violación de derechos humanos y
que sirven como pauta armónica en la solución de las controversias presentadas a través del medio
de control de reparación directa.
De contera, la labor jurisprudencial de la Corte Suprema indica cómo ha creado una línea
homogénea en la identificación de los parámetros constitucionales, como el de la figura del bloque
de constitucionalidad, no obstante, en diversas sentencias la sala de casación penal no reconoce la
obligatoriedad de los informes de recomendaciones que emite la Comisión. Un ejemplo se observa
es la sentencia 26077 del 01 de noviembre de 2007, donde la sala penal con ponencia del doctor
Sigifredo de Jesús Espinoza Pérez, en el caso de la muerte de un menor en Patio Bonito indicó que
de acuerdo con la figura del bloque de constitucionalidad, las decisiones de la Comisión
Interamericana tienen unos alcances normativos e interpretativos en el orden interno. En relación
con las pautas de los informes de la Comisión, la Corte Suprema señaló que la competencia de este
órgano internacional en Colombia es indiscutible reconociendo que la procuraduría general de la
nación es la institución estatal competente y autorizada constitucionalmente para cumplir con las
recomendaciones realizadas por la Comisión IDH, no obstante, determinó que la naturaleza y
alcance de estas decisiones no es suficiente para conferir obligaciones al Estado colombiano de
modo que no tienen fuerza vinculante para las autoridades, caso contrario con las sentencias de la
Corte Interamericana de derechos humanos, la cual, sin duda, al contar con jerarquía judicial está
facultada para emitir sentencias con efecto de cosa juzgada. Para declarar la insuficiencia de las
recomendaciones, la sala cita los lineamientos de la Corte Interamericana cuando esta “ha
reconocido que las recomendaciones no tienen la categoría de una decisión jurisdiccional
obligatoria, cuyo desacato conduciría a determinar la responsabilidad del Estado” (Sentencia
Casación 26077, 2007).
En otras sentencias de la sala penal, la Corte Suprema ha continuado manifestando que las
recomendaciones de la Comisión tienen un carácter limitado que les impide gozar de fuerza
vinculante en el ámbito interno, contrario a lo que sucede con las sentencias de la Corte
Interamericana, pero pese a eso, la sala reconoce que estos lineamientos son significativos para la
interpretación de los casos donde se alega violación de derechos humanos, inclusive, la Corte
Suprema en una ocasión se remitió a la jurisprudencia de la Corte Constitucional para dilucidar el
alcance y diferencia entre los convenios y las recomendaciones, donde concluyó que, así como lo
dijera la Corte Constitucional, “las recomendaciones, a diferencia de los convenios, no son
entonces tratados, pues no generan, modifican o extinguen obligaciones internacionales para los
Estados (Auto Revisión 26703, 2008).
Por otro lado, la Sala Penal en otra sentencia indicó la naturaleza y alcance de las soluciones
amistosas de la Comisión Interamericana en el orden interno, resaltando que este tipo de
mecanismos sí tienen carácter obligatorio para el Estado en la adopción de medidas para la
protección real y oportuna de los derechos consagrados en la Convención Americana de Derechos
Humanos (Sentencia Casación 26657, 2009). Así lo ha reiterado en otras sentencias seguidas,
continuando actualmente con una línea de interpretación homogénea en esa materia, de estas
sentencias recientes se destacan la sentencia del 03 de agosto de 2011 sobre el caso de la muerte
del menor en el sector del tunal en Bogotá y la del 02 de mayo de 2018.
Con fundamento en las posiciones jurisprudenciales, es necesario considerar que las altas cortes
colombianas tienen diferentes puntos de vista y perspectivas en cuanto a las decisiones de la
Comisión IDH. En el caso de la Corte Constitucional se encomia principalmente su labor en el
desarrollo jurisprudencial que ha hecho sobre la vinculación de las decisiones de la Comisión al
bloque de constitucionalidad; no obstante, se presentan muchas ambigüedades alrededor de
conocer el alcance en la obligatoriedad de las decisiones de los órganos internacionales puesto que
la doctrina internacional actual no comparte esa ideología, incluso, como lo apuntó la Corte
Suprema de Justicia, la misma Corte Interamericana de Derechos Humanos le ha restado valor a
los pronunciamientos los órganos internacionales en especial a las recomendaciones que a la luz
de la Convención de Viena deberá interpretarse en su sentido corriente, o sea, siendo meras
recomendaciones no gozan de suficiente peso en el ámbito nacional y por ende el Estado no se
encuentra sometido a su cumplimiento. Por otro lado, el valor jurídico de los informes sobre
soluciones amistosas sí son obligatorias en el orden interno, teniendo a su juicio, la fuerza
vinculante suficiente para obligar al Estado a cumplir de buena fe las medidas idóneas y adecuadas
para la protección real y material de los derechos humanos.
Por su parte, la posición de la Corte Suprema de Justicia en la materia, da vista de que el papel de
las decisiones de la Comisión IDH se identifican por su fuerza vinculante en el orden interno, de
esta destaca la obligatoriedad de los informes sobre soluciones amistosas y al igual que el Consejo
de Estado resta valor jurídico a los informes de fondo que establecen las recomendaciones que
elabora la Comisión para que el Estado responsable se encargue de adoptar medidas apropiadas
para el restablecimiento de los derechos.
Resultados de la investigación
Conclusiones
Pese a ello, es posible determinar que la Corte Constitucional es la única corporación en Colombia
que ha tenido una notable inclinación por apreciar los conceptos y directrices de los organismos
internacionales de derechos humanos, reconociendo en diferentes sentencias que aunque existe
muchas tergiversaciones en torno al tema, en el caso de los derechos humanos es necesario dar
aplicación a todas las medidas que como es el caso de la Comisión IDH adopte para la solución de
los conflictos de derechos humanos (Sentencia C-295, 1993) (Sentencia T-568, 1999) (Sentencia
T-558, 2003) (Sentencia T-786, 2003) (Sentencia T-524, 2005) (Sentencia C-327, 2016). Indica
entonces que el valor jurídico de las recomendaciones depende, en todo caso de la naturaleza del
órgano internacional que adopte la recomendación, teniendo en cuenta que de acuerdo con el
artículo 41 de la Convención Americana la Comisión IDH tiene competencia para formular
recomendaciones cuando considere necesario a los gobiernos de los Estados miembros.
Resulta incluso contradictorio que por ejemplo en el caso de las recomendaciones que emite la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismos como la Corte Constitucional de
Colombia, ponderen la aplicación de los tratados internacionales que promulga este organismo y
nieguen la aplicación de muchas de sus cláusulas convencionales (Sentencia T-568, 1999). Mas el
respeto por las decisiones de la Comisión IDH indica que la Corte Constitucional no solo cumple
con la función de defender la Carta Política, sino que también se ha convertido en una auténtica
promotora de los derechos humanos en Colombia.
En la lucha contra la desigualdad en los procesos de democratización de los Estados, las decisiones
de los organismos internacionales de derechos humanos fungen como verdaderas garantías
jurídicas en la protección del ser humano, y más si internamente estas decisiones son prohijadas
en forma integral pues de ello depende su eficacia y efectividad frente a las violaciones. La ola
progresiva en materia de derechos humanos es inexorable cuando todas las instituciones son
armónicas y comprenden que el sentido y alcance de estas prerrogativas es superior a las leyes que
intentan limitarlos. Asimismo, los Estados han comprendido acertadamente que los compromisos
internacionales no son baladís que puedan indiferentemente inobservarlos sin ninguna
consecuencia jurídica. De contera, los jueces como parte de la administración de justicia del Estado
tienen el deber de velar porque las decisiones de la Comisión se cumplan efectivamente, de manera
que haya una correlación específica con los fines esenciales de los Tratados sobre derechos
humanos vinculados al bloque de constitucionalidad. Cabe aclarar que esa función judicial impone
que no solo se observen las disposiciones normativas de esos tratados sino también los criterios y
conceptos que sobre ellas se han extraído.
En aplicación del principio pacta sunt servanda (Organización de las Naciones Unidas, 1969),
Colombia de buena fe está cumpliendo con los deberes y compromisos internacionales suscritos
mediante la introducción de las decisiones de la Comisión en su jurisprudencia constitucional, la
cual, sin duda, representa un avance significativo en la medida en que los demás órganos judiciales
del orden interno se ajustan también a esos parámetros de aplicación e interpretación, pues a partir
del precedente constitucional se sientan las bases jurídicas a considerar en todas las demás
jurisdicciones. De manera que la labor desarrollada por la Corte Constitucional conduce a crear un
velo de protección judicial de los derechos humanos apreciable en la medida que todas las
autoridades deben seguir sus lineamientos homogéneos. Igualmente, es notable la aplicación del
concepto definido en la doctrina internacional como el Ius Constitutionale Commune en donde el
fortalecimiento de los poderes y la democracia es una realidad y continúa siendo un aspecto en
constante construcción y perfeccionamiento (Arango Olaya, 2004).
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