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LAS DECISIONES DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS

HUMANOS Y SU PAPEL EN COLOMBIA1

THE DECISIONS OF THE INTER-AMERICAN COMMISSION ON HUMAN RIGHTS


AND ITS ROLE IN COLOMBIA

Por María Camila Antolinez Martheyn2

Resumen

En consideración a la amplia gama de derechos humanos que se recogen en los instrumentos


jurídicos del orden internacional que han suscrito los Estados que conforman la unión de las
Américas, es indispensable reconocer la autoridad de los órganos competentes para la promoción,
intervención y protección de tales prerrogativas, como lo son la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Conforme a la
obligatoriedad en la observancia de las normas de protección de los derechos humanos, como
corolario de ello, los pronunciamientos de la Comisión Interamericana en torno al estudio de fondo
de las peticiones, las recomendaciones desarrolladas para la protección jurídica de los derechos
humanos vulnerados en cada caso y las proposiciones para lograr una solución amistosa se
constituyen en fuente obligada de aplicación en el orden interno de los Estados. Con este artículo
de investigación se busca conocer el papel de las decisiones de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos en Colombia en directa conexidad con la supremacía normativa que se origina
en la exégesis de los tratados suscritos y ratificados por el Estado y que hacen parte del bloque de
constitucionalidad de acuerdo con la Carta Política de 1991.

Palabras clave: Bloque de constitucionalidad, Comisión Interamericana de Derechos Humanos,


decisiones, instrumentos jurídicos internacionales, obligatoriedad, supremacía normativa de los
tratados de derechos humanos.

Abstract

In consideration of the wide range of human rights that are included in the legal instruments of the
international order that have been signed by the States that make up the union of the Americas, it
is essential to recognize the authority of the competent bodies for the promotion, intervention and
protection of stories prerogatives, such as the Inter-American Commission on Human Rights and
the Inter-American Court of Human Rights. According to the obligation in the observance of the
norms for the protection of human rights, as a corollary of this, the pronouncements of the Inter-
American Commission regarding the substantive study of the applications, the recommendations
developed for the legal protection of the human rights violated in each case and the proposals to
achieve a friendly solution was achieved in a mandatory source of application in the internal order

1
Artículo inédito. Artículo de investigación e innovación. Producto del Diplomado del Sistema Interamericano de
Derechos Humanos-2019, realizado en Costa Rica en el mes de julio del año 2019.
2
Autora: María Camila Antolinez Martheyn Estudiante de Quinto (5°) año del programa de Derecho de la
Universidad Libre de Colombia, seccional Cúcuta. correo electrónico: Camiantolinez@hotmail.com. Correo
institucional:
of the States. This research article seeks to recognize the role of the decisions of the Inter-American
Commission on Human Rights in Colombia in direct connection with the normative supremacy
that originates in the exegesis of the treaties signed and ratified by the State and that are part of the
block of constitutionality in accordance with the 1991 Political Constitution.

Keywords: Constitutionality block, Inter-American Commission on Human Rights, decisions,


international legal instruments, mandatory, normative supremacy of human rights treaties.

Introducción

Como primer órgano competente para conocer de las peticiones por violaciones de derechos
humanos, la Comisión Interamericana de derechos humanos (la Comisión o CIDH) tiene a su cargo
la responsabilidad de promover la tutela efectiva ante los Estados responsables. Tomando en
consideración que los pronunciamientos de este organismo son la base conceptual para la
interpretación de las normas jurídicas en relación con la violación de los derechos, es necesario
que los Estados reconozcan a nivel interno su autoridad y la importancia de sus decisiones en la
aplicación de los instrumentos jurídicos de protección de derechos humanos. Bajo esa premisa, se
demarca la imposición contenida en la Convención de Viena, en cuanto a la aplicación del
principio pacta sunt servanda en estricta conexidad con las normas de derecho interno que
reconocen y respetan los tratados internacionales de derechos humanos. La Convención
Americana de Derechos Humanos es la fuente primaria de interpretación jurídica que tanto la
Comisión como la Corte Interamericana de Derechos Humanos aplican para la resolución de las
peticiones o casos contenciosos. La Comisión IDH se creó mediante la Carta de la Organización
de los Estados Americanos (OEA), la cual en su artículo 106 construye la base para otorgar sus
funciones “de promover la observancia y la defensa de los derechos humanos y de servir como
órgano consultivo de la Organización en esta materia” (Organizacion de Estados Americanos,
1948).

Específicamente, las decisiones de la Comisión se determinan en el estudio de las peticiones, en


la configuración de medidas para el restablecimiento de los derechos vulnerados cuando conforme
al estudio elaborado ameritan la investigación de los hechos y la proposición de una solución
amistosa que permita clausurar el caso y el problema jurídico presentado. Así, los Estados partes,
en sujeción a las normas de la Convención Americana de Derechos Humanos en cuanto a la
adopción de disposiciones de derecho interno, involucra que sus órganos judiciales,
administrativos y legislativos acojan las decisiones que la Comisión IDH ha desarrollado a lo largo
de sus casi sesenta años de funcionamiento (Organización de los Estados Americanos, 1969).
Sumado a esto, es fundamental la introducción de estas decisiones a la figura del bloque de
constitucionalidad como parámetro de interpretación de las normas convencionales adscritas a este
y el reconocimiento de su prevalencia normativa y jurídica en el orden interno. Con arreglo a esas
disposiciones, es importante valorar, asimismo, la postura de las altas Cortes colombianas en
cuanto a la adopción de las decisiones de la Comisión IDH en la solución de los casos de
violaciones de derechos humanos que son de su conocimiento. Esta perspectiva permitirá
comprender cómo se desarrolla el papel de estas resoluciones en Colombia a nivel institucional y
cómo se desenvuelve su aplicación en la jurisprudencia colombiana. Las razones que vinculan al
Estado colombiano con el cumplimiento de las decisiones de la Comisión se exponen frente a la
introducción del Estado como parte de la Organización de los Estados Americanos y por ende de
los tratados o instrumentos de protección jurídica que esta Corporación ha elaborado con el fin de
asegurar la tutela efectiva de los derechos humanos en el orden interno; por otro lado, que la
Convención Americana y otros tratados de derechos humanos son vinculantes al Estado por la
remisión internormativa que hace la Constitución Política a través de su artículo 93, adhiriendo las
disposiciones del orden internacional a la figura del bloque de constitucionalidad, lo cual les
confiere rango constitucional (Constitución Política de Colombia, 1991). Teniendo en cuenta que
el bloque de constitucionalidad es una figura constitucional que se creó en el marco de la
Constitución Política de 1991 en Colombia es evidente que las disposiciones de los tratados
internacionales de derechos humanos y por ende las decisiones de la Comisión IDH hacen parte
del orden interno desde hace veintiocho años (Sentencia C-327, 2016), es decir, la mitad del tiempo
que ha recorrido la Comisión en el ejercicio de sus funciones y competencias.

Previamente a la creación del bloque de constitucionalidad en Colombia ya se encontraba


reconocida la autoridad de los órganos que integran el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos tras la aprobación de la Carta de la OEA en 1948, esto significó reconocer que la
Comisión IDH y la Corte IDH son los únicos órganos interamericanos competentes para dirimir
las controversias en materia de derechos humanos (Organizacion de Estados Americanos, 1948);
no obstante, para la época no se vislumbraba un soporte conceptual que permitiera conferirle ese
carácter obligatorio a las disposiciones y decisiones de sendas instituciones.

Inclusive bajo la hegemonía de la Constitución de 1886, Colombia reconoció las disposiciones


internacionales, un ejemplo de ello, fue la expedición de la ley 16 de 1972, por la cual se aprobó
la Convención Americana de Derechos Humanos (Ley 16, 1972). Con todo, cabe apreciar que la
jurisprudencia de la Corte Constitucional colombiana es la que más ha ponderado el papel de la
Comisión en la resolución de las peticiones por violaciones de derechos humanos (Sentencia T-
568, 1999), pese a que el Consejo de Estado colombiano haga parte de sus decisiones judiciales
muchas de las providencias de la Corte IDH no se logra vislumbrar un desarrollo jurisprudencial
más activo en la determinación de la importancia de las decisiones de la Comisión en su papel
consultivo e interventor (Sentencia Reparación Directa 26036, 2007). Mientras, que la Corte
Suprema de Justicia en sus distintas salas, especialmente, la penal ha desarrollado importantes
líneas que destacan el rol de la Comisión en la aplicación de las normas de protección de los
derechos humanos (Sentencia Casación 26077, 2007).

Igualmente, se observa que con la introducción y extensión de la figura del control de


convencionalidad en Colombia se ha intensificado la labor jurisprudencial de las Cortes por
penetrar en la aplicación de las normas y tratados internacionales suscritos por el Estado en sus
diversas materias. En síntesis, la importancia debida a las decisiones de la Comisión involucra la
participación de todos los órganos del Estado y el conocimiento jurídico que se desarrolle en torno
a la obligatoriedad en el cumplimiento de los pactos y obligaciones internacionales. El
reconocimiento de las decisiones de la CIDH en Colombia representa la evolución jurídica a nivel
interno en cuanto a la promoción y defensa de los derechos humanos, dado a que muchas personas,
como es el caso de los colombianos, históricamente han sufrido graves violaciones viéndose
afectados por la negligencia, apatía e impunidad del Estado. Por eso, bajo la determinación de
estos parámetros internacionales que se encargan de proteger los derechos humanos, es necesario
que los Estados, a través de sus diferentes órganos, continúen expresando el cumplimiento de las
normas en estrecha armonía con la aplicación de las decisiones de la Comisión.
Problema de investigación

¿Qué papel o función ejercen las decisiones emitidas por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos en Colombia?

Metodología

Para la presentación de esta investigación se realizó un proceso en donde se analizaron todas las
fuentes de información como las normas jurídicas que hacen parte del Sistema Interamericano de
Derechos Humanos, las sentencias más importantes que conforman el precedente judicial, los
manuales, revistas y artículos científicos relacionados con el tema en estudio. Además, los datos
recolectados se sustentan en todos los instrumentos de recolección de información dispuestos en
la página oficial de la Organización de los Estados Americanos (OEA), sitio web que recoge toda
la información relacionada con el acceso a la jurisdicción de los Derechos Humanos. El tipo de
investigación es del tipo jurídica y descriptiva, con enfoque metodológico es cualitativo, porque
se hace una descripción completa del tema bajo estudio, sin considerar datos cuantitativos o
estadísticos, además de utilizar el método de investigación inductivo.

Los objetivos específicos son:


1. Identificar las diferentes decisiones que emite la Comisión en los casos de violación de
derechos humanos.
2. Analizar la estructura del bloque de Constitucionalidad en Colombia a fin de conocer si las
decisiones de la Comisión son incluidas en esta figura.
3. Investigar en algunas de las sentencias más importantes, la postura de las altas Cortes
colombianas en relación con la adopción de las decisiones de la Comisión.

Esquema de resolución del problema jurídico

En el estudio del tema abordado para la presente investigación se han considerado citar las normas
jurídicas internacionales que establecen la base jurídica de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos. Por otro lado, las normas que las complementan y que son fuente que definen
las funciones, integración, su origen y naturaleza. Dentro del análisis al tema objeto de estudio es
importante reconocer, además las posiciones jurisprudenciales y doctrinales de los juristas que han
desarrollado a fondo la estructura integral de la Comisión, como de otros organismos
internacionales. Entre tales posiciones encontramos la de algunos juristas colombianos (Sánchez,
2001), (Arango Olaya, 2004), (López, 2005) que se han encargado de debatir la función de la
Comisión en la lucha por la protección de los derechos humanos en relación con el conflicto
armado, entre otros. Por otro lado, la posición jurisprudencial de las Cortes colombianas en cuanto
a la adopción de los parámetros convencionales desarrollados por la Comisión para la solución de
los conflictos jurídicos en el orden interno.

En el esquema integrador de la presente investigación se determinaron los siguientes ejes de


resolucion del problema jurídico propuesto:

• Las diferentes decisiones que la Comisión IDH emite en el ejercicio de sus facultades.
Bajo este esquema se relaciona la tipología de las decisiones que emite la Comisión en el
ejercicio ordinario de sus funciones como órgano consultivo y promotor de los derechos
humanos en el contexto del Sistema Interamericano de Derechos Humanos.

• La integración de las decisiones de la Comisión IDH al bloque de constitucionalidad


en Colombia.

En este apartado de identificó el concepto del bloque de constitucionalidad, en relación


directa con la remisión internormativa que hace la Constitución Política de los tratados de
derechos humanos suscritos y ratificados por Colombia y, en consecuencia, la introducción
o integración de las decisiones de la Comisión a la figura del bloque de constitucionalidad.

• La postura de las altas Cortes colombianas en cuanto a la aplicación de las decisiones


de la Comisión IDH.

En este eje temático se determinan directamente las sentencias proferidas por las altas
Cortes colombianas (Corte Constitucional, Consejo de Estado y Corte Suprema de Justicia)
en relación con la introducción y ponderación de las decisiones que la Comisión ha emitido
a lo largo de su funcionamiento. Para ello, se analizaron separadamente los diferentes tipos
de resoluciones de la Comisión que las Cortes Colombianas ha adoptado dentro de su
jurisprudencia, señalando cuáles les ha dado aplicación directa y el carácter de
obligatoriedad que la Constitución Política consagra.

Plan de redacción

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante la Comisión o la CIDH) es el


primer órgano llamado a conocer todos los asuntos relacionados con la vulneración de derechos
humanos. A partir de la Carta de la OEA nació jurídicamente la Comisión ante la comunidad
internacional, la cual en su artículo 106 destinó la creación de una comisión con plena facultad
para “promover la observancia y la defensa de los derechos humanos y de servir como órgano
consultivo de la organización en esta materia” (Organizacion de Estados Americanos, 1948).
Con el fin de establecer y regular las funciones y facultades de la Comisión, la Carta de la OEA
incorporó la creación de una Convención Interamericana sobre Derechos Humanos en la cual se
“determinará la estructura, competencia y procedimiento de dicha Comisión, así como los de los
otros órganos encargados de esa materia” (Organizacion de Estados Americanos, 1948). Es
importante indicar que la Organización de los Estados Americanos funciona a través de muchos
órganos, entre ellos, la Comisión IDH, según establece el artículo 53 de la Carta citada
(Organizacion de Estados Americanos, 1948). Por tanto, las funciones que desarrolla la Comisión
permiten de contera realizar los fines que la Organización de Estados Americanos ha diseñado
para, entre otros, afianzar la paz y la seguridad del continente, promover y consolidar la democracia
representativa, prevenir las posibles causas de dificultades y asegurar la solución pacífica de
controversias que surjan entre los Estados, organizar la acción solidaria de los Estados en caso de
agresiones y procurar la solución de los problemas políticos, jurídicos y económicos en la región
(Organizacion de Estados Americanos, 1948).
En el ejercicio de las facultades de la Comisión, en estrecha conexidad con los principios y fines
de la Organización de los Estados Americanos, ha emitido diferentes pronunciamientos bajo los
cuales ha desarrollado ampliamente el alcance de las normas para la protección efectiva de los
derechos humanos.

• Informes temáticos

Con base en los estudios que ha preparado de las peticiones presentadas, la Comisión emite unos
informes temáticos que desarrollan las diferentes situaciones bajo las que se demarca la violación
de uno o varios derechos humanos. Por ejemplo, por la violación del derecho de circulación y
residencia contenido en el artículo 22 de la Convención Americana de Derechos Humanos, la
Comisión ha elaborado informes sobre el desplazamiento forzado y la migración. También elabora
unos informes especiales en atención a la calidad de las víctimas, como aquellas que especialmente
se encuentran protegidas, es el caso de los niños, las mujeres, la población indígena, las personas
en condición de discapacidad, entre otros.

• Informes sobre casos (admisibilidad, soluciones amistosas, fondo, recomendaciones y


archivo de las peticiones)

En relación con las peticiones que generalmente son allegadas en primera instancia a la Comisión,
este órgano elabora informes en relación a la admisibilidad o inadmisibilidad de las peticiones, a
las soluciones amistosas que se presentan, al fondo de las peticiones, al archivo de las mismas y
los informes para elevar las peticiones a casos contenciosos ante la Corte Interamericana.

La admisibilidad de una petición depende del cumplimiento de los requisitos formales establecidos
en los artículos 46 y 47 de la Convención Americana de Derechos Humanos y también al
procedimiento establecido para la Comisión en su reglamento, artículos 30 al 36. Para que la
Comisión decida el fondo de una petición en primer lugar debe estudiar su admisibilidad en estricta
satisfacción de las normas. Una petición podría no ser admitida cuando, por ejemplo, no se hayan
agotado los recursos internos previstos en la legislación del Estado demandado antes de acudir a
esta instancia. En ese caso, la Comisión elabora también un informe, pero de inadmisibilidad,
comunicando las razones jurídicas por las cuales no fue posible admitir la petición.

En cumplimiento de las normas que prevé sus funciones la Comisión a través de su secretaría
ejecutiva se encarga “del estudio y tramitación inicial de las peticiones presentadas a la Comisión
que llenen todos los requisitos establecidos en el Estatuto y en el artículo 28 del presente
Reglamento. Si una petición no reúne los requisitos exigidos en el presente Reglamento, la
Secretaría Ejecutiva podrá solicitar al peticionario o a su representante que los complete. Si la
Secretaría Ejecutiva tuviera alguna duda sobre el cumplimiento de los requisitos mencionados,
consultará a la Comisión. Si falta alguno de estos requisitos, la Secretaría Ejecutiva asiste a los
interesados en completar la petición. Con el traslado al Estado comienza el trámite de la primera
etapa, llamada de admisibilidad. En ella, el Estado puede oponer objeciones al tratamiento del
asunto, sobre la base de la presunta ausencia de alguno de los requisitos de competencia de la
Comisión o de admisibilidad del caso. Se produce así un intercambio de escritos y documentación
entre las partes, hasta que la Comisión está en condiciones de decidir. En ocasiones se fijan
audiencias para discutir la admisibilidad” (Boluarte, 2014).
Desde el punto de vista material, aunque la inadmisibilidad de la petición se presenta como un
obstáculo para acudir ante la jurisdicción, es innegable que la Comisión tiene la obligación de
estudiar en primer lugar el cumplimiento de las reglas de procedimiento para conocer el fondo del
asunto. El estudio formal de la petición determina cómo la Comisión en aplicación del control de
convencionalidad, regula estrictamente el procedimiento que la Convención Americana establece.

Los informes sobre soluciones amistosas que desarrolla la Comisión se fundan en la proposición
de vías o canales para lograr un acuerdo amistoso entre los peticionarios y el Estado demandado,
para ello, la Comisión prevé el cumplimiento de medidas para que el Estado pueda satisfacer
directamente los derechos que en el proceso se hayan debidamente probado. Específicamente, el
mecanismo de soluciones amistosas permite que la Comisión intervenga como mediador en la
negociación, facilitación y solución de los conflictos, de manera que existan espacios de
reconciliación y paz siendo posible garantizar la satisfacción integral de los interesados y el debido
restablecimiento de sus derechos. Muchas de las peticiones elevadas han concluido en esta etapa
gracias a la debida implementación del mecanismo, por tanto, es considerable la función
interventora de la Comisión en la elaboración de sus informes.

Por otro lado, los informes de fondo producidos por la Comisión IDH son uno de los principales
aspectos en la apreciación de las violaciones a los derechos humanos, ya que en ellos se establece
directamente la decisión final de la petición, definiéndose si hubo o no una o varias violaciones a
los derechos humanos. En mérito de los hechos y fundamentos de la petición y configurada la
violación, en el mismo informe la Comisión expone las recomendaciones al Estado para que sea
posible aplicar medidas que remedien la violación causada. La etapa de fondo es de suma
importancia porque a partir de aquí se conocen las conclusiones de la Comisión en la apreciación
de los argumentos que presentan las partes (peticionario y Estado).
En los informes de fondo, la Comisión evalúa con detalle los principales rasgos que evidencian la
violación alegada, si las pruebas presentadas son suficientes para demostrar los hechos en que se
funda la petición, dándole mérito—si reúne los requisitos de fondo—y presentando unas
proposiciones o recomendaciones para que el Estado responsable adecue sus procedimientos y
permita satisfacer los derechos humanos vulnerados. En esta etapa, los informes que presenta la
Comisión representan su principal labor, pues a través de ellos, la Comisión hace uso de todas sus
facultades para la promoción y defensa de los derechos humanos.

Por otro lado, en los informes que se presentan para archivar las peticiones con fundamento en el
artículo 48 inciso b del Reglamento de la Comisión, se determinan las causas por las cuales no fue
posible darle trámite a la petición (Organización de Estados Americanos, 1979). En ese aspecto,
la Comisión verifica si los motivos de la petición continúan y en dado caso de no existir ordena el
archivo definitivo del expediente, para darle trámite a otra petición. Es importante abordar aquí
que antes de dar tramite al archivo de la solicitud, la Comisión se comunica en reiteradas ocasiones
con el peticionario a fin de que este rinda información sobre el caso y se apersone de su solicitud,
si la Comisión observa el incumplimiento de esta orden, puesto que depende solo de él la
continuación e impulso de la petición, la Comisión ordena el archivo del expediente.

Asimismo, cuando la controversia presentada no tiene solución a los ojos de la Comisión, este
órgano presenta un informe detallado a la Corte IDH remitiendo la petición para que pase a ser un
caso contencioso, de esta manera, solo la Corte decidirá sobre la responsabilidad del Estado en la
comisión de los hechos y en consecuencia ordenará las medidas adecuadas para asegurar la
protección de las normas que contienen los derechos humanos alegados. Como se observa, los
diferentes tipos de decisiones que emite la Comisión se desarrollan en la necesidad de conocer las
bases que este órgano ha definido para la efectiva tutela de los derechos humanos en la región. Los
informes emitidos en las diferentes etapas del proceso ante la Comisión constituyen la base jurídica
de este órgano para el establecimiento de la protección, para el refuerzo de las garantías
convencionales y para el mejoramiento de las relaciones jurídicas entre los Estados y las personas.
De manera que las decisiones de la Comisión IDH en todas sus etapas son la columna vertebral en
la garantización de los derechos y en la protección de los instrumentos internacionales,
entendiendo que cada una de los pronunciamientos contiene unas razones de hecho y de derecho
que expresan armónicamente la ideología original propuesta eficazmente para la salvaguarda de
los derechos humanos.

• Informes anuales

De acuerdo con su función en la investigación e inspección de los derechos humanos en el


continente, la Comisión IDH elabora un informe anual al finalizar el período en el que detalla con
determinación la labor de los Estados parte en la protección de los derechos humanos, de esta
manera indica cómo se encuentra la situación y el estado de los derechos humanos a nivel de cada
Estado. A partir de las visitas in loco que realiza la Comisión a los Estados se da cuenta razonada
de las circunstancias que se presentan en el contexto interno, observando en cada caso si existe un
riesgo o una amenaza evidente que ponga en detrimento los derechos de los ciudadanos debido a
una actuación determinada del Estado (González Morales, 2012), en ese sentido, el informe que
elabora determina las consideraciones y recomendaciones que del Estado se tengan que
implementar en materia de derechos humanos.

Actualmente las decisiones de la Comisión IDH en la aplicación de los estándares internacionales


de protección jurídica de los derechos humanos inducen a los Estados a cumplir obligatoriamente
los tratados internacionales que han suscrito. La protección del ser humano a nivel internacional
se estructura gracias a esas decisiones jurídicas, por ello es esencial que a la luz del artículo 2 de
la Convención Americana de Derechos Humanos se adopten las decisiones de la Comisión IDH
como garantía al deber de adoptar disposiciones de derecho interno (Organización de los Estados
Americanos, 1969).

Para que se defina y establezca la obligatoriedad de aplicar las normas internacionales de


protección de los derechos humanos en el orden interno la carta magna del Estado debe reconocer
directamente la prevalencia de sus efectos jurídicos (Petzold-Pernía, 2012). La integración de las
decisiones de la Comisión IDH al derecho interno implica que gocen de un rango equivalente a la
Constitución Política del Estado, lo que en consecuencia introduce la figura del bloque de
constitucionalidad.

En Colombia, la figura del bloque de constitucionalidad se define en particular por el artículo 93


de la Constitución Política de Colombia que señala “Los tratados y convenios internacionales
ratificados por el Congreso, que reconocen los derechos humanos y que prohíben su limitación en
los estados de excepción, prevalecen en el orden interno. Los derechos y deberes consagrados en
esta Carta, se interpretarán de conformidad con los tratados internacionales sobre derechos
humanos ratificados por Colombia” (Constitución Política de Colombia, 1991).

La promulgación de la Constitución Política de 1991 introdujo una evolución importante y drástica


para la apreciación de las normas jurídicas internacionales de protección de los derechos humanos
en el orden interno. Sin duda, se aprecia cómo el constituyente de 1991 acertadamente introdujo
una figura que le concede directamente jerarquía constitucional a los instrumentos internacionales,
como sucede con las convenciones interamericanas de derechos humanos. La difusión del término
“Bloque de Constitucionalidad” se originó con base en la jurisprudencia de la Corte
Constitucional, pues el concepto univoco de la figura se refiere a la posibilidad de acoger toda
norma internacional que protege derechos humanos y que sea reconocida por el Estado a efectos
de aplicarla con el idéntico valor y sentido de interpretación que tiene la Carta Política (Góngora
Mera, 2014). De esta manera, se evidencia que a partir de la consagración del artículo 93 superior,
los Tratados de Derechos Humanos son fuentes de Derecho obligatorias en materia de Derecho
Internacional de los Derechos Humanos, del mismo modo “la Jurisprudencia de los organismos
internacionales encargados de la protección de los derechos humanos es vinculante porque es una
interpretación autorizada de los Tratados” (Yáñez Meza & Yáñez Meza, 2012).

La ampliación del texto constitucional en la remisión de los tratados y convenciones ratificadas


por el Congreso que reconocen derechos humanos desarrolla la evolución jurídica de la
Constitución en la protección del ser humano a nivel internacional. En la jurisprudencia
constitucional mucho se ha hablado sobre el bloque de constitucionalidad, tan solo en la sentencia
C-225 de 1995, la Corte Constitucional indicó que “el bloque de constitucionalidad está compuesto
por aquellas normas y principios que, sin aparecer formalmente en el articulado del texto
constitucional, son utilizados como parámetros del control de constitucionalidad de las leyes, por
cuanto han sido normativamente integrados a la Constitución, por diversas vías y por mandato de
la propia Constitución” (Sentencia C-225, 1995). En consideración de ello, las normas de
protección de derechos humanos constituyen verdaderos parámetros de interpretación jurídica en
los casos de violación de derechos humanos, y ostentan el mismo valor y jerarquía normativa que
la Constitución del Estado tiene en el orden interno.

De acuerdo con esa ideología, si los tratados o convenios de derechos humanos comparten esa
jerarquía, en consecuencia, las decisiones de los órganos que se encargan de aplicarlos e
interpretarlos también gozan de primacía en el orden interno. Por lo cual, las decisiones que emite
la Comisión IDH hacen parte de ese conjunto de parámetros de interpretación normativo ya que
sus informes desarrollan directamente en qué situaciones se afectan los derechos humanos y cuales
son los pasos a seguir para hacer cesar la vulneración de los mismos.

Las normas constitucionales que determinan el concepto, sentido y alcance del bloque de
constitucionalidad en Colombia son, además del referido artículo 93, el artículo 9 que define el
alcance de las relaciones exteriores del Estado y el reconocimiento de los principios del derecho
internacional aceptados por Colombia, el artículo 94 que imprime la obligatoriedad de reconocer
que los enunciados normativos de los tratados internacionales vigentes son inherentes a la persona
humana, el artículo 214 que regula los estados de excepción y la prohibición de suspender los
derechos humanos ni libertades fundamentales cuando sean decretados por el gobierno nacional y
el artículo 102 que establece en su inciso segundo que los limites señalados en la forma prevista
por la Constitución, solo pueden modificarse en virtud de los tratados aprobados por el Congreso,
debidamente ratificados por el presidente de la república (Constitución Política de Colombia,
1991).

La composición y estructura del bloque de constitucionalidad en Colombia se determina por el


preámbulo constitucional, la Constitución en si misma considerada, los tratados limites de derecho
internacional ratificados por Colombia, las leyes estatutarias que regulan los estados de excepción,
los tratados de derecho internacional humanitario, los tratados de derecho internacional que
reconocen derechos intangibles, los artículos de los tratados de derecho internacional de derechos
humanos ratificados por Colombia, la doctrina de los altos tribunales internacionales u órganos de
control de tratados de derechos humanos en relación con esas normas internacionales (Arango
Olaya, 2004).

Como interprete de la Constitución, la Corte Constitucional ha buscado concretar un sentido


amplio a la figura del bloque de constitucionalidad, no obstante, ha sido enfática al prever el exceso
de su contenido hacia normas que puedan de alguna manera alterar el sentido de las normas
constitucionales, por ejemplo, en la sentencia C-295 de 1993, se indicó que aunque la Convención
Americana de Derechos Humanos sea instrumento internacional de protección en esta materia y
establezca que el derecho a la propiedad es un derecho humano, no es posible categorizarlo como
aquellos derechos cuya limitación se prohíbe en los estados de excepción, puesto que debido a su
naturaleza y en razón al interés publico la ley puede subordinar su pleno ejercicio y goce (Sentencia
C-295, 1993). Por tanto, el contenido del bloque de constitucionalidad no puede dirigirse en
sentido estricto a determinar que de manera absoluta las las disposiciones de los tratados o
convenciones internacionales son de estricta sujeción en el orden interno, con base en una
interpretación armónica del principio de supremacía constitucional.

Ahora bien, teniendo en cuenta que la Comisión Interamericana emite informes y recomendaciones
sobre los casos que se le presentan, es evidente que no posee rango jurisdiccional y como resultado
no emite sentencias con pleno efecto obligatorio. Sin embargo, la Comisión emite unos
pronunciamientos sobre las peticiones, y estos pronunciamientos satisfacen completamente la
condición de obligatoriedad que le son por ejemplo inherente a las sentencias de la Corte IDH,
porque cumplen con las mismas formalidades de una sentencia y de acuerdo con la Convención
Americana la Comisión tiene la facultad de emitir los Conceptos que estime.
Directamente no es posible conocer si todas las decisiones de la Comisión Interamericana en
relación con los informes que elabora para la solución de las peticiones hacen parte del bloque de
constitucionalidad por extensión y remisión del artículo 93 citado, pues la jurisprudencia
constitucional solo ha determinado que los informes de fondo y las medidas cautelares decretadas
por la CIDH son vinculantes en el orden interno. En relación con las decisiones de otros órganos
del orden internacional como por ejemplo la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la
jurisprudencia ha indicado que en estos casos, sus opiniones consultivas no son de forzoso
cumplimiento para los órganos del Estado, pues aunque sean criterios de valoración o
interpretación, sus decisiones no tienen jerarquía constitucional (Sentencia T-558, 2003), pero, en
relación con los órganos que hacen parte del sistema interamericano de derechos humanos, la
jurisprudencia colombiana ha indicado que el fundamento para incluir estas decisiones al bloque
de constitucionalidad se vincula a la obligatoriedad en el cumplimiento de las normas
internacionales de derechos humanos, como es el caso de la Convención Americana de Derechos
Humanos. En materia de derechos humanos, las decisiones de la Comisión son vinculantes en el
orden interno en la medida en que con fundamento en el principio pacta sunt servanda, los Estados
partes tienen la obligación de cumplir de buena fe las recomendaciones emitidas por la Comisión.
Por ende, aunque la Comisión IDH no sea un órgano jurisdiccional sus decisiones son vinculantes
en el orden interno por decidir en primera instancia la responsabilidad de los Estados en la
violación de derechos humanos, facultad que le ha conferido la Convención Americana de
Derechos Humanos, norma jurídica prevalente en Colombia y que hace parte de los instrumentos
internacionales del bloque de constitucionalidad (Ramírez, 2016). La introducción de las
decisiones de la Comisión IDH al bloque implica que el Estado y la sociedad estén obligados a
respetarlas y observarlas en el análisis jurídico de casos análogos en Colombia.

En artículos y debates doctrinales se ha cuestionado si los pronunciamientos de la Comisión IDH


tienen el mismo valor que las sentencias de la Corte IDH y siendo así, son vinculantes en el orden
interno. En el artículo de investigación denominado ¿son vinculantes los pronunciamientos de la
Comisión y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos? (control de constitucionalidad y
convencionalidad) redactado por el doctor Juan Carlos Hitters, se discute justamente si las
decisiones de la Comisión tienen fuerza vinculante en los Estados pese a no ser un órgano
netamente jurisdiccional como sí lo es la Corte IDH. En este estudio, el doctor Hitters indica que
la cuestión per se es difícil de resolver pues “la Comisión produce Informes, Conclusiones y
Recomendaciones, que por lo menos poseen un notorio valor moral, jurídico y político” (Hitters,
2008), sin embargo, luego concluye al igual que otro jurista que las decisiones sobre las denuncias
“reúnen todas las condiciones para ser obligatorias, ya que se trata de un “proceso” con todas las
garantías, por lo que en estas situaciones, la Comisión actúa como un organismo cuasi-
jurisdiccional, a tal punto que sus resoluciones poseen las mismas formalidades que un fallo”
(Hitters, 2008). Para hacer una aclaración al respecto, el autor indica cómo sucede esta situación
en Argentina, en donde la influencia de las recomendaciones de la Comisión ha ido en crecimiento
importante en el orden interno. Del mismo modo, en Colombia, las decisiones de la Comisión se
vinculan al ámbito interno como parte del ordenamiento jurídico, sea mediante, las
recomendaciones, opiniones consultivas y el decreto de medidas cautelares, pues el alcance en su
aplicación se deriva de la obligatoriedad que emana de los tratados internacionales, especialmente,
la Convención Americana de Derechos Humanos.

En este apartado es esencial reconocer que los Estados en aplicación del enfoque Ius
constitutionale commune a través de la introducción y difusión del bloque de constitucionalidad
se han dedicado a fortalecer constantemente los criterios de valoración para la aplicación efectiva
de las resoluciones que emiten los órganos internacionales, incluso “en el caso colombiano, la
adopción de la doctrina del bloque en la Sentencia C-225 de 1995 de la Corte Constitucional se
determinó gracias a la influencia francesa […] teniendo un impacto sustancial a favor de la
protección de derechos humanos a través de los instrumentos internacionales constitucionalizados
[a diferencia de otros Estados de la región que lentamente fueron adoptando estos criterios]
(Góngora Mera, 2014)”.

Para iniciar, se analiza la posición jurisprudencial de la Corte Constitucional de Colombia en la


adopción de esas decisiones, en qué sentencias ha aplicado directamente los informes que emite la
Comisión sobre las peticiones y cuáles son los argumentos jurídicos para acoger esos
pronunciamientos.
• Postura de la Corte Constitucional

Haciendo un esquema general en relación con las diferentes decisiones que la Corte Constitucional
ha emitido en los años de funcionamiento que lleva, se expone cómo la Corte ha reconocido el
valor de la jurisprudencia de algunos órganos internacionales de derechos humanos es vinculante
pese a que, aunque “no son jueces […], cumplen funciones parecidas a la jurisdicción” (Yáñez
Meza & Yáñez Meza, 2012), situación directamente conexa con las funciones que cumple la
Comisión IDH.

En las providencias que emite esta corporación judicial, se destacan las sentencias de tutela que en
relación con la aplicación de los derechos fundamentales es necesaria la observancia de las
medidas adoptadas por la Comisión en sus pronunciamientos. Por lo cual, se presenta la sentencia
T-568 del año 1999, como una de las primeras providencias en donde se desarrolló el concepto
sobre la fuerza vinculante de las recomendaciones de la Comisión IDH. En esta oportunidad se
estudió la diferencia entre las recomendaciones de la OIT y las recomendaciones de la Comisión
IDH, en donde se indicó que a pesar de que “las recomendaciones [de la OIT] no son normas
creadoras de obligaciones internacionales, sino meras directrices, guias o lineamientos que deben
seguir los Estados Partes en busca de condiciones dignas en el ámbito laboral de sus países”
(Sentencia T-568, 1999) existen otros órganos de control que como la OIT formulan
recomendaciones y estas en ocasiones son vinculantes, por ejemplo, “de las que profiere la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos” (Sentencia T-568, 1999), dada su competencia
y facultades otorgadas mediante el artículo 41 de la Convención Americana de Derechos
Humanos, tratado internacional que integra el bloque de constitucionalidad en sentido estricto. De
esta manera, en la sentencia de marras, la Corte solicitó a las demás autoridades judiciales no
otorgarle poder vinculante a las recomendaciones que emite la OIT asimilándola a las
recomendaciones obligatorias de otros órganos de control internacionales como la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos.

Posteriormente, en la sentencia T-558 del 10 de julio del año 2003, siendo es una de las primeras
providencias en donde se habla de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y su facultad
para adoptar actos jurídicos unilaterales, la Corte Constitucional invocó y acotó el tema de la
procedencia de la acción de tutela para la práctica de medidas cautelares decretadas por la
Comisión IDH. En ese momento, la Corte Constitucional indicó que en el derecho internacional
existían muchas dudas sobre el alcance y efecto vinculante de los actos jurídicos emitidos por los
órganos internacionales en el orden interno. En armonía con la posición doctrinaria del derecho
internacional, la Corte indicó que las opiniones consultivas de los órganos internacionales no
gozan de efecto vinculante en el Estado debido a su naturaleza, así, solo las sentencias tendrían
ese efecto por hacer tránsito a cosa juzgada. En esa oportunidad dijo: “[l]a doctrina se limita a
distinguir entre los actos de los órganos judiciales internacionales, que pueden ser “sentencias”,
las cuales tienen efecto vinculante y hacen tránsito a cosa juzgada y “opiniones consultivas”,
desprovistas de tales efectos; y, por otra parte, están las decisiones y las recomendaciones. En lo
que concierne a las decisiones, se trata de un acto jurídico unilateral de una Organización
Internacional que tiene efecto vinculante. En el ámbito internacional, los únicos actos que
técnicamente pueden ser calificados como decisiones son aquellos que aparecen referidos en el
artículo 25 de la Carta la ONU y son adoptados por el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas, en el marco de las facultades que le otorga el Capítulo VII de la misma. Por el contrario,
las recomendaciones carecen de efecto vinculante y se limitan a proponerle a sus destinatarios un
determinado comportamiento. De allí que el contenido jurídico de la expresión coincida con su
sentido corriente. Los destinatarios de éstas son los Estados Partes en la Organización
Internacional, y en ocasiones, los particulares” (Sentencia T-558, 2003).

La ausencia de unanimidad en la determinación del valor jurídico de las recomendaciones de los


órganos internacionales ha generado una discusión permanente en el ámbito internacional, incluso,
la Corte Constitucional tuvo en cuenta la interpretación que ha hecho la Corte Interamericana de
derechos humanos en relación con las recomendaciones indicando que según la Convención
Americana de Derechos Humanos y la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados debe
ser interpretado conforme a su sentido corriente. En consecuencia, las recomendaciones no son
fuente obligada para que los Estados deban someterse a su cumplimiento u observancia. Sin
embargo, cuando las recomendaciones son emitidas por órganos como la Comisión IDH estas
decisiones sí son imperativas y de cumplimiento forzoso para el Estado.

Específicamente sobre las medidas cautelares decretadas por la Comisión IDH, la Corte
Constitucional indicó en la misma providencia que el alcance de estas tienen prevalencia en el
orden interno y son de obligatorio cumplimiento por todos los órganos del Estado y los
particulares. De manera que, si la Comisión tiene pleno poder para resolver de fondo las peticiones
y proponer las recomendaciones que estime necesarias y convenientes para que los Estados se
acojan a las medidas que permitan proteger y respetar los derechos humanos, entonces, estas
decisiones son efectivas en el ámbito interno, pero no lo son de manera inmediata ni directa, porque
“[p]ara su implementación interna, en muchas ocasiones, dependen de la voluntad del legislador
en la medida en que se le invita a regular una materia o a que derogue una determinada
normatividad contraria al tratado internacional” (Sentencia T-558, 2003).
En otra sentencia de tutela, la Corte indicó que por remisión de la Convención Americana de
Derechos Humanos y al hacer esta parte del bloque de constitucionalidad, las medidas cautelares
que decreta la Comisión IDH tienen fuerza vinculante en el ámbito interno. En esta sentencia, la
Corte determinó con claridad las autoridades estatales competentes para la ejecución de medidas
cautelares decretadas por la Comisión, entre ellas, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el
Ministerio de Interior y de Justicia, la Fiscalía General de la Nación, la Procuraduría General de la
Nación, entre otras (Sentencia T-786, 2003).

Las reglas jurídicas asentadas por la Corte Constitucional en la aplicación de los criterios jurídicos
expuestos en las decisiones de la Comisión Interamericana certifican la adopción de disposiciones
de derecho interno, pauta contemplada en el artículo 2 de la Convención Americana de Derechos
Humanos. En determinación de estas pautas de interpretación, la Corte Constitucional ha emitido
otras sentencias (Sentencia T-524, 2005) que exponen la jerarquía normativa de las decisiones de
la Comisión Interamericana en ajuste a la obligatoriedad que impone la figura del bloque de
constitucionalidad.

Si bien, la Corte ha sido enfática en la aplicación de las medidas cautelares decretadas por la
Comisión IDH también ha indicado la obligatoriedad en la observancia de los informes de fondo
que contienen las recomendaciones, indicando que: “Concluyó así la Sala Novena de Revisión
que, habida cuenta de que las medidas cautelares aluden a casos concretos con beneficiarios
determinados y que apuntan a salvaguardar la vida e integridad personal de éstos, el Estado
destinatario de las mismas no goza de discrecionalidad absoluta para cumplir o no lo decidido por
la CIDH, pues no se trata de situaciones generalizadas de violaciones de los derechos humanos en
un Estado, casos en los cuales este órgano internacional de protección emite recomendaciones,
cuyo carácter vinculante ha suscitado una discusión en la doctrina internacional” (Sentencia T-
524, 2005).

• Postura del Consejo de Estado

En análisis de la jurisprudencia del Consejo de Estado, especialmente, la emitida por la sección


tercera de la Sala de lo Contencioso Administrativo, se observa que, respecto a la aplicación de las
decisiones de la Comisión, esta corporación ha indicado la importancia en el cumplimiento de las
recomendaciones emitidas por la Comisión en el sentido de que, al formar parte del sistema de
fuentes del derecho internacional, por remisión constitucional, estas decisiones son vinculantes
para todas las autoridades en el ámbito interno.

De esta manera, la sala de Consulta y Servicio Civil del Consejo de Estado emitió el primer
concepto en relación al tema indicando que con fundamento en la promulgación de la ley 16 de
1972 que ratificó la Convención Americana de Derechos Humanos en Colombia se aceptó la
competencia de la Comisión y la Corte IDH como los únicos órganos responsables de asumir los
casos en materia de violación de derechos humanos. Por tanto, con fundamento específicamente
en el artículo 51 numeral 2 de la Convención Americana, el Estado colombiano se encuentra
sometido a las recomendaciones que la Comisión haga en el marco de sus leyes internas y
preceptos constitucionales, no obstante, en cuanto a las indemnizaciones, señaló el Consejo de
Estado, no es posible atribuirle a los informes el mismo valor jurídico que tienen las sentencias
proferidos en los casos de responsabilidad extracontractual en contra del Estado, puesto que los
informes de la Comisión no tienen carácter judicial, a menos que hubiesen sido ordenadas por la
Corte IDH, bajo la cual sí serían obligatorias (Concepto 247832, 1992).

Posteriormente, en un auto del año 2007, la sección tercera de la sala de lo contencioso


administrativo, se refirió a las recomendaciones de la Comisión IDH como una de sus funciones
esenciales según ha indicado la Convención Americana de Derechos Humanos y que teniendo en
cuenta que Colombia aceptó la figura del bloque de constitucionalidad tiene la obligación de
adoptar todas las normas internacionales que hacen parte de este, por ello, las autoridades del
Estado que incluye a sus operadores jurídicos deben tener en cuenta los lineamientos que trazan
las autoridades del sistema interamericano de derechos humanos como son la Corte y la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos en la resolucion de los casos contenciosos y peticiones que
se llevan a cabo en esa instancia internacional, pues ellos se encargan de interpretar y desarrollar
los conceptos y figuras jurídicas que se origina en la Convención Americana de Derechos
Humanos, norma que por remisión hace parte del bloque de constitucionalidad (Sentencia
Reparación Directa 26036, 2007).

En relación con el medio de control de reparación directa, en la sentencia del 09 de septiembre del
año 2013 el Consejo de Estado tuvo en cuenta las recomendaciones que elaboró la Comisión en el
informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia del 26 de febrero de 1999,
acotando con suficiencia todos los aspectos sobre la protección jurídica de los derechos de los
niños (Sentencia Reparación Directa 27452, 2013).

Es notable cómo el Consejo de Estado reconoce la autoridad de los órganos del sistema
interamericano y deduce lógicamente que cuando el Estado introdujo en su ordenamiento la ley
que ratifica la Convención Americana, los conceptos jurídicos que emiten estos órganos son de
imperativa aplicación, por eso en otros conceptos y autos, específicamente del conocimiento de su
sección tercera de la sala de lo contencioso administrativo, el Consejo de Estado se ha pronunciado
positivamente dando prevalencia en su jurisprudencia a los parámetros establecidos en los
informes que ha desarrollado la Comisión IDH. En síntesis, esta corporación judicial ha aceptado
integralmente que las decisiones de la Comisión IDH tienen plena validez y son de obligatorio
cumplimiento para todas las autoridades públicas, de suerte que ha acogido acertadamente las
recomendaciones que la Comisión ha realizado en los casos de violación de derechos humanos y
que sirven como pauta armónica en la solución de las controversias presentadas a través del medio
de control de reparación directa.

• Postura de la Corte Suprema de Justicia

En la jurisprudencia de las diferentes salas de casación, la Corte Suprema de Justicia,


principalmente, en su Sala Penal, se ha identificado el papel y alcance de las recomendaciones de
la Comisión IDH y es que resulta sumamente conveniente que esta corporación se ajuste a los
lineamientos que ha demarcado la Comisión porque el derecho penal se encuentra directamente
conexo al derecho internacional de los derechos humanos.

De contera, la labor jurisprudencial de la Corte Suprema indica cómo ha creado una línea
homogénea en la identificación de los parámetros constitucionales, como el de la figura del bloque
de constitucionalidad, no obstante, en diversas sentencias la sala de casación penal no reconoce la
obligatoriedad de los informes de recomendaciones que emite la Comisión. Un ejemplo se observa
es la sentencia 26077 del 01 de noviembre de 2007, donde la sala penal con ponencia del doctor
Sigifredo de Jesús Espinoza Pérez, en el caso de la muerte de un menor en Patio Bonito indicó que
de acuerdo con la figura del bloque de constitucionalidad, las decisiones de la Comisión
Interamericana tienen unos alcances normativos e interpretativos en el orden interno. En relación
con las pautas de los informes de la Comisión, la Corte Suprema señaló que la competencia de este
órgano internacional en Colombia es indiscutible reconociendo que la procuraduría general de la
nación es la institución estatal competente y autorizada constitucionalmente para cumplir con las
recomendaciones realizadas por la Comisión IDH, no obstante, determinó que la naturaleza y
alcance de estas decisiones no es suficiente para conferir obligaciones al Estado colombiano de
modo que no tienen fuerza vinculante para las autoridades, caso contrario con las sentencias de la
Corte Interamericana de derechos humanos, la cual, sin duda, al contar con jerarquía judicial está
facultada para emitir sentencias con efecto de cosa juzgada. Para declarar la insuficiencia de las
recomendaciones, la sala cita los lineamientos de la Corte Interamericana cuando esta “ha
reconocido que las recomendaciones no tienen la categoría de una decisión jurisdiccional
obligatoria, cuyo desacato conduciría a determinar la responsabilidad del Estado” (Sentencia
Casación 26077, 2007).
En otras sentencias de la sala penal, la Corte Suprema ha continuado manifestando que las
recomendaciones de la Comisión tienen un carácter limitado que les impide gozar de fuerza
vinculante en el ámbito interno, contrario a lo que sucede con las sentencias de la Corte
Interamericana, pero pese a eso, la sala reconoce que estos lineamientos son significativos para la
interpretación de los casos donde se alega violación de derechos humanos, inclusive, la Corte
Suprema en una ocasión se remitió a la jurisprudencia de la Corte Constitucional para dilucidar el
alcance y diferencia entre los convenios y las recomendaciones, donde concluyó que, así como lo
dijera la Corte Constitucional, “las recomendaciones, a diferencia de los convenios, no son
entonces tratados, pues no generan, modifican o extinguen obligaciones internacionales para los
Estados (Auto Revisión 26703, 2008).

Por otro lado, la Sala Penal en otra sentencia indicó la naturaleza y alcance de las soluciones
amistosas de la Comisión Interamericana en el orden interno, resaltando que este tipo de
mecanismos sí tienen carácter obligatorio para el Estado en la adopción de medidas para la
protección real y oportuna de los derechos consagrados en la Convención Americana de Derechos
Humanos (Sentencia Casación 26657, 2009). Así lo ha reiterado en otras sentencias seguidas,
continuando actualmente con una línea de interpretación homogénea en esa materia, de estas
sentencias recientes se destacan la sentencia del 03 de agosto de 2011 sobre el caso de la muerte
del menor en el sector del tunal en Bogotá y la del 02 de mayo de 2018.

Con fundamento en las posiciones jurisprudenciales, es necesario considerar que las altas cortes
colombianas tienen diferentes puntos de vista y perspectivas en cuanto a las decisiones de la
Comisión IDH. En el caso de la Corte Constitucional se encomia principalmente su labor en el
desarrollo jurisprudencial que ha hecho sobre la vinculación de las decisiones de la Comisión al
bloque de constitucionalidad; no obstante, se presentan muchas ambigüedades alrededor de
conocer el alcance en la obligatoriedad de las decisiones de los órganos internacionales puesto que
la doctrina internacional actual no comparte esa ideología, incluso, como lo apuntó la Corte
Suprema de Justicia, la misma Corte Interamericana de Derechos Humanos le ha restado valor a
los pronunciamientos los órganos internacionales en especial a las recomendaciones que a la luz
de la Convención de Viena deberá interpretarse en su sentido corriente, o sea, siendo meras
recomendaciones no gozan de suficiente peso en el ámbito nacional y por ende el Estado no se
encuentra sometido a su cumplimiento. Por otro lado, el valor jurídico de los informes sobre
soluciones amistosas sí son obligatorias en el orden interno, teniendo a su juicio, la fuerza
vinculante suficiente para obligar al Estado a cumplir de buena fe las medidas idóneas y adecuadas
para la protección real y material de los derechos humanos.

La posición jurisprudencial del Consejo de Estado, aunque de manera pasiva, ha enfatizado el


papel de la Comisión en la solución de las denuncias por violaciones de derechos humanos. En el
reconocimiento de estas decisiones, el Consejo de Estado ha considerado como importantes los
informes sobre las recomendaciones, así como de obligatorio cumplimiento los informes sobre las
soluciones amistosas puesto que se constituyen en verdaderos mecanismos en la solución del
conflicto de derechos humanos y por tanto el Estado responsable está en sujeción estricta a la orden
para su cumplimiento.

Por su parte, la posición de la Corte Suprema de Justicia en la materia, da vista de que el papel de
las decisiones de la Comisión IDH se identifican por su fuerza vinculante en el orden interno, de
esta destaca la obligatoriedad de los informes sobre soluciones amistosas y al igual que el Consejo
de Estado resta valor jurídico a los informes de fondo que establecen las recomendaciones que
elabora la Comisión para que el Estado responsable se encargue de adoptar medidas apropiadas
para el restablecimiento de los derechos.

Resultados de la investigación

Como resultado en el proceso de investigación se hallaron diferentes corrientes que en el transcurso


del proceso asentaron una postura específica sobre la hipótesis planteada. Bajo el tema de
investigación propuesto se desarrollaron todos los aspectos que buscaron darle solución a la
pregunta de investigación, no obstante, los resultados hallados evidencian directamente la validez
de la hipótesis. Dicha hipótesis se concentra en conocer la importancia de las decisiones de la
Comisión IDH en Colombia y en reconocer la efectividad de estas resoluciones en los órganos
judiciales por remisión de la figura del bloque de constitucionalidad. Conforme a ello, se encontró
que, aunque en Colombia se presenta bastante ambigüedad en la aplicación de los informes que
elaboran los organismos internacionales, en el caso excepcional de los derechos humanos, las
decisiones de la Comisión tienen efectos vinculantes en el ámbito interno, sin embargo, algunos
órganos judiciales de Colombia no admiten que todas las decisiones de la Comisión tienen fuerza
obligatoria por ejemplo en cuanto a los informes de fondo que contienen las recomendaciones, el
Consejo de Estado y la Corte Suprema de Justicia se enfocan en la insuficiencia de las
recomendaciones de la Comisión al no gozar de fuerza vinculante en el Estado.

Conclusiones

Las declaraciones de la Comisión en la resolucion de las peticiones o denuncias que son de su


conocimiento elevadas en informes constituyen las decisiones que este órgano internacional emite.
Los informes que la Comisión produce en cuanto a la admisibilidad o inadmisibilidad de las
peticiones son los primeros actos jurídicos que promueve en la formulación de los requisitos
formales que toda petición debe reunir, ahora bien, los informes que contienen las soluciones
amistosas son otro tipo de actos jurídicos que contienen una decisión en la valoración del acuerdo
que las partes han suscrito amistosamente para la solución real y efectiva de la controversia jurídica
(Hitters, 2008). Por su parte, los informes desarrollados para decidir el fondo de las peticiones y
la proposición de recomendaciones para la aplicación de medidas jurídicas en el ámbito interno,
son otro medio o vía que utiliza la Comisión para resolver de facto los casos de violación de
derechos humanos. En la medida en que estos informes deciden con eficacia jurídica el fondo de
las peticiones, se reconoce su validez y fuerza vinculante en el orden interno de los Estados parte.

Dada la trascendencia de la figura del bloque de constitucionalidad en los contextos


contemporáneos se determina que la vinculación de los informes que emite la Comisión IDH a
esta figura es un aspecto que causa aún muchas incertidumbres a nivel jurídico. Porque la remisión
intranormativa de las normas o tratados internacionales que protegen derechos humanos y
prohíben su limitación en estados de excepción al bloque de constitucionalidad no supone que
todas las decisiones de la Comisión sean directamente obligatorias para el Estado en sus diferentes
facetas.
Si bien es cierto, en la constante transformación del derecho interno se observa que con la
promulgación de la Carta Política de 1991, el derecho internacional de los derechos humanos ha
tenido una difusión significativa en Colombia en los últimos años, pero, los avances en esta materia
se detienen ante la postura en la interpretación jurídica de las corporaciones judiciales colombianas
cuando deciden no otorgarle el valor jurídico que deberían tener todas las decisiones de la
Comisión IDH en la resolución de las peticiones por violación de derechos humanos, como se
observó con los casos expuestos de la Corte Suprema de Justicia en su sala penal y del Consejo de
Estado (Sentencia Casación 26657, 2009) (Concepto 247832, 1992).

Pese a ello, es posible determinar que la Corte Constitucional es la única corporación en Colombia
que ha tenido una notable inclinación por apreciar los conceptos y directrices de los organismos
internacionales de derechos humanos, reconociendo en diferentes sentencias que aunque existe
muchas tergiversaciones en torno al tema, en el caso de los derechos humanos es necesario dar
aplicación a todas las medidas que como es el caso de la Comisión IDH adopte para la solución de
los conflictos de derechos humanos (Sentencia C-295, 1993) (Sentencia T-568, 1999) (Sentencia
T-558, 2003) (Sentencia T-786, 2003) (Sentencia T-524, 2005) (Sentencia C-327, 2016). Indica
entonces que el valor jurídico de las recomendaciones depende, en todo caso de la naturaleza del
órgano internacional que adopte la recomendación, teniendo en cuenta que de acuerdo con el
artículo 41 de la Convención Americana la Comisión IDH tiene competencia para formular
recomendaciones cuando considere necesario a los gobiernos de los Estados miembros.

La flexibilización en la valoración de la naturaleza del organismo internacional demuestra que la


Corte Constitucional efectivamente reconoce el papel de las decisiones de la Comisión IDH con
el fin de que el Estado colombiano pueda adoptar medidas a favor de los derechos humanos en el
orden interno. No es menos cierto que respecto a la obligatoriedad de las decisiones de los
organismos internacionales se han abierto numerosos debates, debido a que en el derecho
internacional de vieja data se conoce que tales decisiones no guardan la fuerza vinculante necesaria
para exigir su cumplimiento estricto ante los Estados parte.

Resulta incluso contradictorio que por ejemplo en el caso de las recomendaciones que emite la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismos como la Corte Constitucional de
Colombia, ponderen la aplicación de los tratados internacionales que promulga este organismo y
nieguen la aplicación de muchas de sus cláusulas convencionales (Sentencia T-568, 1999). Mas el
respeto por las decisiones de la Comisión IDH indica que la Corte Constitucional no solo cumple
con la función de defender la Carta Política, sino que también se ha convertido en una auténtica
promotora de los derechos humanos en Colombia.

Se aprecia el tratamiento privilegiado que se le ha dado al derecho internacional de los derechos


humanos, en vigencia de la actual Constitución Política de 1991, principalmente, porque a través
de la labor jurisprudencial de las altas Cortes colombianas se ha reconocido el rol de las decisiones
de los órganos judiciales y no judiciales que integran el sistema interamericano de derechos
humanos, como lo son la Corte Interamericano de Derechos Humanos y la Comisión.
Considerando que la Comisión no alcanza un rango jurisdiccional como sí lo tiene la Corte
Interamericana de Derechos Humanos es importante denotar la valoración de sus decisiones
jurídicas en el ordenamiento interno en torno a la protección de los derechos y garantías de los
ciudadanos.
La trascendencia de la justicia trasnacional en el ámbito de los Estados demuestra que día tras día
el derecho evoluciona a favor de los derechos humanos y que su protección real y efectiva es la
razón suficiente para que los órganos internacionales y nacionales fabriquen esfuerzos
continuamente. La evocación permanente de la doctrina internacional de los derechos humanos en
la jurisprudencia colombiana induce a que entre las corporaciones judiciales nacionales y los
órganos internacionales exista una conexidad interpretativa en la armonización de las
disposiciones normativas y jurisprudenciales. Las diferentes tesis jurídicas de las altas Cortes,
particularmente la de la Corte Constitucional indican que la doctrina de órganos semi
jurisdiccionales como la Comisión tienen poder en las decisiones del orden interno (Sentencia C-
295, 1993) (Sentencia T-568, 1999). Como se observó hasta el año 2000, la Corte Constitucional
presentó ciertas discrepancias en cuanto a reconocer esa fuerza jurídica de las decisiones de la
Comisión, principalmente porque la doctrina internacional no las admite (Sentencia T-524, 2005).
Con todo, la experiencia en Colombia en la aceptación por parte de la jurisprudencia constitucional
de las decisiones jurídicas de la Comisión IDH es muy interesante, sencillamente porque las
posiciones de las altas Cortes no son unánimes, iniciando con la del Consejo de Estado que, aunque
de manera pasiva, no reconoce la influencia de las decisiones de fondo y las recomendaciones que
formula la Comisión presentada en sus diferentes actos jurídicos (Concepto 247832, 1992)
(Sentencia Reparación Directa 26036, 2007). De la misma forma, la Sala de Casación Penal de la
Corte Suprema de Justicia niega la preponderancia de las recomendaciones en los casos de
violaciones de derechos humanos, tomando como base de esa razón, el sentido interpretativo de la
Convención de Viena sobre el derecho de los tratados (Auto Revisión 26703, 2008) (Sentencia
Casación 26657, 2009).

En la lucha contra la desigualdad en los procesos de democratización de los Estados, las decisiones
de los organismos internacionales de derechos humanos fungen como verdaderas garantías
jurídicas en la protección del ser humano, y más si internamente estas decisiones son prohijadas
en forma integral pues de ello depende su eficacia y efectividad frente a las violaciones. La ola
progresiva en materia de derechos humanos es inexorable cuando todas las instituciones son
armónicas y comprenden que el sentido y alcance de estas prerrogativas es superior a las leyes que
intentan limitarlos. Asimismo, los Estados han comprendido acertadamente que los compromisos
internacionales no son baladís que puedan indiferentemente inobservarlos sin ninguna
consecuencia jurídica. De contera, los jueces como parte de la administración de justicia del Estado
tienen el deber de velar porque las decisiones de la Comisión se cumplan efectivamente, de manera
que haya una correlación específica con los fines esenciales de los Tratados sobre derechos
humanos vinculados al bloque de constitucionalidad. Cabe aclarar que esa función judicial impone
que no solo se observen las disposiciones normativas de esos tratados sino también los criterios y
conceptos que sobre ellas se han extraído.

En aplicación del principio pacta sunt servanda (Organización de las Naciones Unidas, 1969),
Colombia de buena fe está cumpliendo con los deberes y compromisos internacionales suscritos
mediante la introducción de las decisiones de la Comisión en su jurisprudencia constitucional, la
cual, sin duda, representa un avance significativo en la medida en que los demás órganos judiciales
del orden interno se ajustan también a esos parámetros de aplicación e interpretación, pues a partir
del precedente constitucional se sientan las bases jurídicas a considerar en todas las demás
jurisdicciones. De manera que la labor desarrollada por la Corte Constitucional conduce a crear un
velo de protección judicial de los derechos humanos apreciable en la medida que todas las
autoridades deben seguir sus lineamientos homogéneos. Igualmente, es notable la aplicación del
concepto definido en la doctrina internacional como el Ius Constitutionale Commune en donde el
fortalecimiento de los poderes y la democracia es una realidad y continúa siendo un aspecto en
constante construcción y perfeccionamiento (Arango Olaya, 2004).

Referencias

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