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LAS RECOMENDACIONES DE LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES

SOBRE DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA


Natalia Marcela Torres Rivera
En el presente me propongo dar respuesta al cuestionamiento ampliamente
discutido por los juristas en el país, sobre si el estado colombiano tiene un
deber jurídico de acatar las recomendaciones de los organismos
internacionales sobre derechos humanos en Colombia. Con tal objetivo hare
inicialmente (i) una introducción que enmarque las obligaciones de los estados
frente al derecho Internacional de los derechos humanos, (ii) su vigilancia y
control por parte de los organismos dispuestos para tal fin, para finalmente (iii)
abordar el valor jurídico de las recomendaciones por órganos no
jurisdiccionales de derechos humanos en Colombia.
Desde mediados del siglo XX, tras la culminación de la segunda guerra
mundial, la creación de la Organización de las Naciones unidas (ONU) en 1945
y su Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948 marcan el inicio de
la elaboración y adopción sistemática por parte de los estados de una serie de
tratados en materia de derechos humanos que paulatinamente desarrollan la
protección de los derechos humanos en el ámbito internacional. Así dan lugar a
la creación de sistemas de protección universales y regionales en los que se
establecen organismos supranacionales encargados de su vigilancia y
control.12
Al presente, todos los esfuerzos de los Estados, organizaciones y movimientos
por los derechos humanos se han consolidado en lo que denominamos
Derecho Internacional de los Derechos Humanos (DIDH) el cual se ha
robustecido y cimentado y continua en constante evolución, al punto de poder
hablar entre sus fuentes incluso de normas imperativas del derecho
internacional humanitario que desbordan la voluntariedad de los Estados, pues
no se aplican basándose en que el Estado suscriba un tratado que las
contenga, sino que están en un nivel superior que ilumina todo el derecho, que
vincula a todos los sujetos del derecho internacional humanitario, las cuales no
son derogables, más conocidas como normas de ius cogens.3
Ahora bien, no puede negarse que la voluntariedad sigue siendo un elemento
importante en el DIDH, al hacerse parte de los tratados internacionales en
materia de derechos humanos los Estados asumen obligaciones de respetar y
garantizar cada uno de los derechos protegidos 4 a que haya lugar en el tratado
respectivo. La obligación de respetarlos tiene entonces una dimensión
negativa, en cuanto impone al Estado que se abstenga de realizar actos que
transgredan o limiten el disfrute de los derechos humanos. La obligación de
garantizarlos, por su parte, implica la realización de acciones afirmativas para
el goce libre y pleno de los derechos, lo que se entiende incluye el deber de no

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ampliando de manera importante la protección de derechos que ordena el ius cogens.
repetición, prevenir, investigar, sancionar y reparar en los casos de
vulneraciones a los derechos humanos.
Para vigilar y controlar el cumplimiento de las obligaciones anteriormente
expuestas, se han conformado organismos supranacionales con órganos de
carácter jurisdiccional y no jurisdiccional. Sobre los pronunciamientos de los
primeros existe acuerdo generalizado respecto a su obligatoriedad, en cuanto
se dan en procesos jurisdiccionales por organismos que tienen claras
facultades para determinar la responsabilidad del estado de las vulneraciones
de los tratados de derechos humanos y que emiten decisiones cuya
obligatoriedad se establece claramente.
Otro caso muy distinto es el de los pronunciamientos de los órganos no
jurisdiccionales, en particular cuando en sus visitas para evaluar la situación de
derechos humanos en un territorio determinado o en sus pronunciamientos
sobre un acontecimiento especial en un territorio emiten recomendaciones para
que los estados implementen acciones puntuales. Aunque la facultad para
emitir recomendaciones es expresa en los tratados y reglamentos cuando
dichos organismos despliegan sus funciones para la vigilancia y control de los
tratados, nada se dice de manera específica sobre el carácter de estas.
Frente a la falta de certeza en el DIDH sobre el valor jurídico de las
recomendaciones, el estado colombiano ha sido reticente a su cumplimiento
argumentando que las recomendaciones, son solo meras sugerencias dadas
por los organismos internacionales y que el seguirlas o no trasciende al ámbito
de si el gobierno desea implementarlas. Al fin y al cabo, no son sentencias
emitidas en el marco de un proceso jurisdiccional.
Pero la verdad es que a partir de los principios de Pacta Sunt Servanda y
buena fe que rigen los tratados de derecho internacional, según los cuales, lo
pactado debe ser cumplido por los estados y además de buena fe, se debe
entender que, si el estado adquirió la obligación de respetar y garantizar los
derechos contenidos en determinado tratado, y la vigilancia del cumplimiento
de dichas obligaciones se deja a cargo de determinado organismo
internacional, las recomendaciones emanadas de sus órganos de control
contienen una obligación jurídica para el estado. Y no por que aquellas sean
del talante suficiente para obligar al estado, sino porque a ellas compete la
interpretación del instrumento de derecho internacional, y si consideran que al
estado le hace falta tomar acciones para el cumplimiento de las obligaciones
que adquirió como parte del tratado, bien porque podría estar realizando
acciones que limitan un derecho o porque no está garantizando
adecuadamente otro, es en virtud de esa de la obligación de respetar y
garantizar los derechos del tratado que debe tomar las medidas necesarias
para el cumplimiento de esta obligación. Así, repito, lo pactado en el tratado
debe ser cumplido por el estado de buena fe.
No debe olvidarse que según la doctrina la interpretación que hacen los
órganos de control de los tratados respecto a los que son competentes
constituye una fuente importante en el DIDH. Según Daniel O’Donnell (2004)
las fuentes del DIDH son la jurisprudencia, la doctrina, la costumbre
internacional, los principios generales del derecho, las mencionadas normas de
ius cogens y el denominado corpus iuris del DIDH, que incluye los tratados, las
declaraciones y las interpretaciones de los órganos de control de los tratados.
Como consecuencia de lo anteriormente expuesto si los organismos de
derecho internacional emiten recomendaciones en materia de derechos
humanos a un estado este debe de implementar las acciones tendientes a su
cumplimiento, y ello es una realidad no solo para el caso colombiano. Frente a
ello solo cabe aclarar que no puede ser cualquier organismo sino aquel
encargado de la vigilancia y control de un tratado que contemple la protección
del derecho que en particular se discuta, que en todo caso es quien
generalmente tiene la potestad de emitir dichas recomendaciones.
Finalmente, en Colombia dicha obligación jurídica tiene un carácter especial, en
cuanto según la jurisprudencia de la corte constitucional en sentencia
C578/1995, C358/1997, y T 067/2003 estableció que los tratados de derechos
humanos que no pudieran suspenderse en estado de excepción hacían parte
del bloque constitucional. Y además los tratados internacionales sobre los
derechos contenidos en la carta del 91 también harán parte del bloque para su
interpretación
En sentencia T568 de 1999, dispuso frente a las recomendaciones emitidas por
la Organización Internacional del Trabajo (OIT):
“aunque no sean vinculantes directamente, generan una triple obligación en cabeza
de los Estados: deben 1) ser acogidas y aplicadas por las autoridades
administrativas; 2) servir de base para la presentación de proyectos legislativos; y
3) orientar el sentido y alcance de las órdenes que el juez de tutela debe impartir
para restablecer los derechos violados o amenazados en ése y los casos que sean
similares.”

Postura que reafirmo en sentencias T385/2005, T 161/2011, T385/2005, la


ultima frente a las recomendaciones de un comité de la ONU.
Es de destacar que progresivamente el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos, ha tenido progresivamente mayor importancia en el derecho interno
los estados dando cabida a los derechos humanos cabalmente en las
legislaciones internas, fortaleciendo el sistema regional y universal.

COMITÉ INTERNACIONAL DE LA CRUZ ROJA “Derecho internacional


humanitario y derecho internacional de los derechos humanos, analogías y
diferencias”. 2003.
Control de Legalidad en el Ejercicio de las Atribuciones de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (Arts. 41 y 44 a 51 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva OC-19/05 del 28 de
noviembre de 2005, Serie A No. 19, párr. 13 b.
HITTERS, Juan Carlos, Derecho Internacional de los Derechos Humanos,
1999, op. cit., t. II, pp. 282-283, y 393.

HITTRES, Juan Carlos. “¿Son vinculantes los pronunciamientos de la


Comisión y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos? (control de
constitucionalidad y convencionalidad”, visto en http: www.corteidh.or.cr
%2Ftablas%2Fr25295.pdf&usg=AOvVaw13mmGbXUfTiuIUPunYmD1 el
01/09/2021
PIZARRO SOTOMAYOR, Andrés y MÉNDEZ POWELL, Fernando. Manual de
derecho internacional de derechos humanos: aspectos sustantivos, 2004

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