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ECONOMICO
UNIDAD 3
Servicio Público
Autor: ––
Coronel Piloso Johanna
ÍNDICE
4. Material Complementario................................................................................ 27
5. Bibliografía ...................................................................................................... 28
2
Servicio Público
Introducción:
El presente texto contiene información resumida de cada uno de los temas que
comprende la unidad 3 tema 1 para lo cual se enfoca sobre el estudio, del servicio
público.
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Por otra parte conviene enfatizar que la configuración y el diseño de la noción de servicio
público se han visto afectados seriamente por un problema de carácter semántico, cuya
consecuencia consiste en denominar de distinta manera una misma actividad; por tal
motivo, lo que para unos autores es servicio público, para otros viene a ser función
pública o cometido esencial, que con esos y otros nombres llaman a una misma
actividad, sin ponerse de acuerdo en ese “diálogo de sordos” a que se refiere Waline, en
el que “no hay posibilidad de entendimiento cuando cada uno de los que discuten da
diferente significado a las mismas palabras”.
No obstante que haya quien niegue importancia a dicha noción, resulta impresionante
la cantidad de recursos humanos, financieros, tecnológicos y materiales destinados a la
instalación y funcionamiento de los servicios públicos.
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jurídico especial, exorbitante del derecho privado. Si tal actividad la reconoce la ley
como servicio público, entonces se atribuye a la administración pública, ya para que la
desempeñe directamente o, bien, indirectamente, por medio de particulares en quienes
delega su ejecución, por ejemplo, bajo el régimen de concesión, estaríamos, según el
profesor Arnaldo de Valles, frente a un servicio público en estricto sentido, o sea
propiamente dicho.
Mas, si dicha actividad no está considerada por la ley como servicio público y, por tanto,
puede ser desarrollada directamente por particulares, por no estar atribuida a la
administración pública ni al Estado, en cuyo caso estaríamos, entonces, ante un servicio
público impropiamente dicho o virtual.
No es la ley la creadora del servicio público impropio o virtual, pues este deriva de un
permiso, licencia o –como también se le suele llamar, de una autorización de carácter
administrativo que destraba el ejercicio de un derecho individual limitado, de realizar
una actividad privada destinada al público, o sea a diferencia de la actividad comercial
ordinaria–, con obligación de realizarla en servicio de quienquiera que lo solicite, y en el
orden en que se presente, con apego a una regulación jurídica especial que incluye, por
regla general, la fijación de una tarifa obligatoria.
impropios o virtuales.
problemas de degradación del ambiente, en tanto que México las importa, junto con el
riesgo del manejo de sustancias tóxicas y peligrosas.
Algunos autores plantearon la idea de que el servicio público había perdido su razón de
ser, habida cuenta de la transformación radical de las circunstancias económicas,
sociales, políticas y culturales que le dieron origen; en esta tesitura, el profesor Gaspar
Ariño Ortiz señaló: “El servicio público fue un instrumento de progreso y también de
socialización, especialmente en los Estados pobres, a los que permitió mejorar la
situación de todos. Pero su ciclo ha terminado. Cumplió su misión y hoy –como dice José
Luis Villar– hay que hacerle un digno entierro”.4 Mas la opinión, muy respetable, del
distinguido jurista español, quizá pudiera ser aplicable a España –aun cuando contradiga
el artículo 128 de la Constitución española–, en su calidad de miembro de la Unión
Europea, mas no válida para todos los países, dada la asimetría de sus economías y la
diversidad de desarrollo económico, social, político y cultural de los mismos, toda vez
que en algunos, la idea de servicio público sigue siendo un instrumento de gran valía.
Hace ya dos y medio siglos que el célebre ginebrino Juan Jacobo Rousseau acuñara en
las páginas de El contrato social la expresión ‘servicio público’ que años después se
volvería moneda corriente en el léxico jurídico-político, con un significado de actividad
personal obligatoria en beneficio del Estado, al afirmar: “Desde el instante en que el
servicio público deja de ser el principal interés de los ciudadanos y que prefieren servir
con su bolsa, antes que con su persona, el Estado se encuentra ya cerca de su ruina”.
Si bien es cierto que la expresión ‘servicio público’ aparece en las páginas de El contrato
social, publicado por vez primera en 1762, también lo es que durante un siglo la idea del
servicio público deambuló por los textos legales, jurisprudenciales, doctrinales y legales,
como una nebulosa sin rumbo fijo, por no ser más que una idea ubicua e imprecisa.
Con el paso del tiempo, la noción del servicio público no se redujo a una pauta para el
deslinde de competencias ni tampoco se circunscribió a la jurisprudencia francesa sino
que incrementó tremendamente su importancia e impactó fuertemente en la doctrina,
al grado que el profesor de la Universidad de Burdeos, León Duguit, fundador de la
llamada Escuela de Burdeos, consideró a la noción del servicio público sustitutiva del
concepto de soberanía, como fundamento del derecho público, porque, en su opinión,
“El Estado no es un poder que manda, es un grupo de individuos que tiene una fuerza
que debe emplear en crear y dirigir los servicios públicos.
Se entiende por función pública la actividad esencial y mínima del Estado, fundada en la
idea de soberanía, que conlleva el ejercicio de potestad, de imperio, de autoridad –de
donde su índole indelegable–, cuya realización atiende al interés público.
Es una actividad esencial, porque si el Estado no la ejerce, tiende a desaparecer. En la
función pública se pueden distinguir distintas clases, entre las que destacan la legislativa,
la jurisdiccional y la administrativa.
Con gran acierto, el respetado jurista argentino Manuel María Díez planteó que “el
término función pública debe reservarse para designar los modos primarios de
manifestarse la soberanía, de donde la numeración primaria de las funciones del Estado,
legislativa, ejecutiva y judicial”.
En cambio, el servicio público, al ser una actividad muy importante, no es esencial para
el Estado; además los propósitos de ambas categorías son diferentes: la función pública
trata de satisfacer necesidades públicas, entendidas como necesidades de las personas
públicas, como el Estado y el municipio, en tanto que el servicio pretende satisface
necesidades individuales generalizadas, o sea, de carácter general.
Como apuntara el profesor español José Antonio García Trevijano Fos, las funciones
publicas “están de tal forma unidas a la esencia del propio Estado que solamente él
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Fern%C3%A1ndez.pdf
La administración, como poder ejecutivo, por una parte, puede crear normas, digamos,
complementarias a las contenidas en la ley.
Eso es lo que grosso modo se conoce como el poder o la facultad reglamentario. Pero la
administración también se erige como un árbitro, un gestor, un gran gerente del interés
público, en el juego que entabla con los variados intereses privados. Incluso interviene
directamente en el juego de los meros intereses privados como cuando aplica una
norma a un caso litigioso entre particulares. Cuando un particular pide una licencia para
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explotar una mina, por ejemplo, se establece una relación jurídica que inicia por tener
una tensión entre el interés general del Estado, dueño de la mina, y el legítimo interés
del particular que la pretende.
providencias de tipo administrativo que el Estado debe dictar para lograr todos esos
cometidos son los actos administrativos, que, a su vez, se dividen entre los actos
administrativos reglas y los actos administrativos particulares. De modo que el
desarrollo y la ejecución formal o jurídicos tanto de la Constitución como de la ley viene
a ser lo que se conoce como la función pública administrativa.
Esta semana finalmente de la misma soberanía estatal y figura en el mismo sitial que la
función pública legislativa y la función pública judicial. Se trata de una misma familia de
poderes públicos cuyo tronco común es eso que se conoce como soberanía y cuyos hijos
son la ley, la sentencia y el acto administrativo, este último, de dos categorías, para estos
efectos: el acto general o reglamento y el acto particular y concreto.
Esta actividad daba lugar, por tanto, a la expedición de actos de poder o de autoridad.
La actividad de gestión, que consistía en aquellas actuaciones que realizaba el Estado sin
utilizar su poder de mando y que, por consiguiente, eran semejantes a las actuaciones
de los particulares. Cuando el Estado actuaba de esta forma, lo hacía mediante actos de
gestión.
Estos criterios diferenciadores cumplían su cometido debido al limitado campo de
actuación que tenía el Estado, donde se diferenciaban con facilidad las funciones que
cumplía el Estado de las actividades ejercidas por particulares, frente a esto Rodríguez
(1995) indica: Esta idea del poder público se acomoda a la actividad del Estado de la
época, regido por los principios del liberalismo clásico.
El motivo de esto fueron los servicios técnicos que empezó a prestar el Estado a la
comunidad, en los cuales no se materializa la actividad de poder o de autoridad, por lo
que los actos de poder o de gestión no fungían como un criterio diferenciador efectivo.
La transición del “poder público” hacia el nuevo factor diferenciador es explicado por
Rodríguez (2011) de la siguiente forma: Si la noción de poder o mando ya no era el
elemento esencial que permitía diferenciar claramente la actividad administrativa de la
realizada por los particulares, algunos autores a comienzos del siglo XX consideraron
que era necesario encontrar una nueva noción.
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Fue así como basados en algunos fallos importantes de la jurisprudencia de finales del
siglo XIX y comienzos del XX, como el famoso fallo Blanco, del Tribunal de Conflictos
(1873) y el fallo Terrier, del Consejo de Estado (1903), concluyeron que la nueva noción
clave era la de servicio público, caracterizada por un elemento fundamental que era la
búsqueda del interés general.
De acuerdo a lo anterior, los servicios públicos eran considerados como aquellas tareas
de tipo político que tradicionalmente cumplía el Estado, además de abarcar aquellos
servicios técnicos adoptados por el Estado en los cuales no está presente la noción de
poder público.
La noción del servicio público sustituye al concepto de soberanía como fundamento del
derecho público. Seguramente esta noción no es nueva.
El día mismo en que bajo la acción de causas muy diversas, cuyo estudio no nos interesa
en este momento, se produjo la distinción entre gobernantes y gobernados, la noción
del servicio público nació en el espíritu de los hombres. En efecto, desde ese momento
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se ha comprendido que ciertas obligaciones se imponían a los gobernantes para con los
gobernados y que la realización de estos deberes era a la vez consecuencia y la
justificación de su mayor fuerza. Tal es esencialmente la noción de servicio público.
Esta noción clásica de servicio público, la cual es orgánica al ser los servicios públicos
prestados únicamente por el Estado, y su elemento esencial consistente en la
satisfacción del interés general; es una de las razones por las cuales, hoy en día, se
presenta controversia a la hora de definir si la prestación de servicios públicos constituye
o no función administrativa, aspecto en el cual se profundizará más adelante.
La noción clásica de servicio público llegó a un estado de crisis por varios factores,
Rodríguez (1995) indica: A partir de la Primera Guerra Mundial y como consecuencia de
las nuevas ideas sobre intervencionismo del Estado, la actividad de este último continuó
evolucionando y fueron apareciendo nuevos servicios de carácter económico hasta
llegar a los llamados servicios industriales y comerciales, que ya no se diferenciaban
claramente de las actividades de los particulares.
Por su parte, Marín (2010) atribuye la mencionada crisis a los siguientes motivos: La
noción anterior empezó a revaluarse en virtud de la dinámica moderna que domina la
economía y el mercado, así como las nuevas concepciones políticas, culturales y sociales
donde participa el Estado, y desde las cuales se reconsideró la prestación del servicio
bajo la forma del monopolio.
Tras analizar ambas explicaciones, se puede identificar como las nuevas ideas frente al
intervencionismo estatal, los servicios industriales y comerciales del Estado, y las nuevas
dinámicas del mercado entre otros factores; llevaron a la noción del servicio público a
la crisis enunciada.
La convergencia de estos elementos se materializó específicamente en dos
circunstancias, respecto a las cuales ambos autores tienen un punto de encuentro,
siendo estas la participación del Estado en actividades desarrolladas por los particulares
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con las cuales quien resulta beneficiado es el usuario de los servicios públicos, puesto
que las entidades prestadoras de servicios públicos buscan la obtención de una mayor
clientela, incrementan la cobertura y mejoran la prestación del servicio al tiempo que
sostienen una tarifa adecuada para competir en el mercado.
El papel que funge el mercado en este cambio es explicado por Ariño (citado en
Santofimio, 2003, al fundamentar la exposición al nuevo modelo de la siguiente forma:
La esencia del cambio en el concepto y régimen del servicio público consiste en el paso
de un sistema de titularidad pública sobre la actividad, concesiones cerradas, derechos
de exclusiva, obligación de suministro, precios administrativamente fijados, carácter
temporal (con reversión-rescate en todo caso) y regulación total de la actividad, hasta
el más mínimo detalle, a un sistema abierto, presidido por la libertad de empresa, esto
es, libertad de entrada (previa autorización reglada), con determinadas obligaciones o
cargas de servicio público (se trata de un servicio de interés general esencial para las
gentes), pero con libertad de precios y modalidades de prestación, con libertad de
inversión y amortización y, en definitiva, en régimen de competencia abierta, como
cualquier otra actividad comercial o industrial, en la que hay que luchar por el cliente
(no hay mercados reservados ni ciudadanos cautivos).
Por supuesto, en este segundo modelo no hay reserva de titularidad a favor del Estado
sobre la actividad de que se trate.
Por lo expresado en este numeral, tal como lo indica Marín (2010), el tradicional modelo
francés donde el Estado poseía el monopolio de los servicios públicos, ha sido suplido
por el modelo anglosajón, en el cual, al Estado solo le incumbe la prestación de los
servicios públicos en situaciones especiales, donde es necesaria su presencia, pero es el
sector privado, aquel que en situaciones ordinarias cumple con la prestación de los
servicios públicos.
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La ley colombiana al prohibir la huelga en los servicios públicos define a estos últimos
acogiendo un criterio material, esto lo hace en el parágrafo segundo del artículo 430 del
Código Sustantivo del Trabajo, según el cual:
Para este efecto se considera como servicio público, toda actividad organizada que
tienda a satisfacer necesidades de interés general en forma regular y continua, de
acuerdo con un régimen jurídico especial, bien que se realice por el Estado directa o
indirectamente, o por personas privadas.
del poder de la administración pública, tal como es indicado por la Sección Tercera de la
Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, con ponencia del Dr.
Ramiro Saavedra Becerra, en sentencia emitida el 31 de marzo de 2005 con radicado
25000-23-25-000-2004-01617-01(AG)DM, la cual pregona:
Públicas
RELACIÓN ENTRE FUNCIÓN ADMINISTRATIVA Y PRESTACIÓN DE SERVICIOS PÚBLICOS
Como se mencionó con anterioridad, las nociones de función administrativa y prestación
servicios públicos llegaron a ser consideradas como equivalentes, contemplación propia
de la doctrina clásica francesa, la cual predominó durante el periodo en que se efectuó
el surgimiento de la noción de servicios públicos como tales, esto mediante su adopción
monopólica por parte del Estado.
Sin importar que los conceptos de función administrativa y servicio público han
evolucionado de forma separada, ambos continúan fielmente arraigados a su finalidad
de origen, siendo esta, el interés general. Incluso este es uno de los argumentos
utilizados por la tesis positiva, según la cual, el servicio público constituye función
administrativa. Además de lo anterior, como indica Marín (2010), aunque no de forma
absoluta, la mayoría de los servicios públicos están a cargo de la rama ejecutiva, motivo
por el cual, aquellos son permanentemente asociados con esta y la función
administrativa que desarrolla.
Esta complicada evolución de los conceptos de función administrativa y prestación de
servicios públicos, con puntos de bifurcación e intersección, se presta para ser
interpretada de forma diferente de acuerdo a los distintos pensamientos que se tienen
respecto al papel que cumple el Estado e ideologías político-económicas.
La Sección Tercera del Consejo de Estado, en sentencia con radicado 50001- 23-31-000-
2003-00020-01(AP), emitida el 13 de mayo de 2004 con ponencia de la Dra. María Elena
Giraldo Gómez, , indica:
El Consejo de Estado en esta misma sentencia clarifica el cambio sufrido por la noción
correspondiente a la prestación de servicios públicos posterior a la constitución de 1991,
indicando que dicha prestación se encuentra sometida a las leyes del mercado, esto
precisando la intervención a la cual los servicios públicos 18 se ven sometidos, esto con
base en la importancia que conllevan como se indica a continuación:
De acuerdo con tal (sic) disposiciones se destaca, jurídicamente, que los servicios
públicos “son inherentes a la finalidad social del Estado”, pues contribuyen al bienestar
Solamente en caso que la prestación haga necesario el ejercicio por parte de ese
particular de potestades inherentes al Estado, como por ejemplo, señalamiento de
conductas, ejercicio de coerción, expedición de actos unilaterales, podrá considerarse
que este cumple en lo que se refiere a dichas potestades una función pública.
Por último, y con la finalidad de precisar otro punto de intersección entre la prestación
de servicios públicos y la función administrativa, se debe recurrir nuevamente a la
sentencia C – 037 de 2003, según la cual:
Siendo este uno de los puntos de intersección más fuertes 21 entre la función
administrativa y la prestación de servicios públicos. Bastidas (2014) expresa lo
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El artículo 365 ya citado señala que, en todo caso, el Estado mantendrá la regulación, el
control y la vigilancia de los servicios públicos. Ahí está el conjunto de puntos de
encuentro entre la función pública administrativa y la actividad de servicio público,
actividad que, insisto, el propio Estado puede desempeñar, pero en subsidio de la
asignación hecha a los particulares para que organicen cuanta empresa sea legalmente
posible y económicamente viable en pos de satisfacer necesidades de interés general
(iniciativa privada y libre industria y comercio).
Actuaciones a las que les serían aplicable los mecanismos establecidos para el control
de legalidad de los actos administrativos proferidos por las autoridades administrativas.
https://repository.upb.edu.co/bitstream/handle/20.500.11912/4029/%C2%BFEN
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%20QU%C3%89%20MEDIDA%20LA%20PRESTACI%C3%93N%20DE%20SE
RVICIOS%20P%C3%9ABLICOS%20CONFIGURA.pdf?sequence=1
Principios de los servicios municipales Existen ciertos principios que las autoridades
municipales deben tomar en cuenta para prestar los servicios públicos a la comunidad.
Principio de gratuidad. No estriba tanto la gratuidad del servicio público en que su uso
sea gratuito como en prestarlo sin ánimo de lucro, lo cual no ocurre, salvo casos
excepcionales, cuando queda a cargo de particulares, circunstancia que impide aceptar
la gratuidad como otro principio del servicio público.
Tipos de servicios Los servicios públicos son diversos porque comprenden, por lo
general, aquellas necesidades que la propia comunidad requiere a lo largo de su
evolución, tales servicios públicos son los que se enuncian a continuación:
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Alumbrado público. Este servicio consiste en iluminar las dependencias y áreas públicas
y vigilar los programas de mantenimiento de las redes de alumbrado público.
El drenaje sanitario tiene por finalidad la eliminación de aguas negras hasta aquellos
lugares en donde se les pueda dar debida utilización.
El drenaje pluvial tiene por objeto la conducción del agua de lluvias para evitar su
estancamiento.
Cementerio y panteones. Este servicio tiene por objeto proporcionar sitios adecuados
para las inhumaciones o incineraciones de cadáveres, implica el cobro de derechos y el
mantenimiento de las instalaciones.
Parques y jardines. Mediante este servicio público el municipio brinda a sus habitantes
lugares de esparcimiento y áreas verdes que operan como pulmones urbanos. El
mantenimiento abarca las fuentes y los motivos ornamentales. Rastros. Al proporcionar
este servicio, el municipio se ocupa de vigilar la matanza de los animales que son para
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Lo anterior sólo podrá lograrse al contar con todos y cada uno de los factores necesarios.
Donde la organización, la participación y la exigencia de la población en cuanto los
servicios que se reciban, además del conocimiento y la información que se tenga
respecto de las funciones y atribuciones que tienen cada una de las instituciones y
organismos que se encuentren dentro de la comunidad permitirá el acceso a las mismas.
En esta lógica, la necesidad del ser humano respecto del agua no se limita a la posibilidad
de acceder a la cantidad suficiente de agua para beber, también se requiere para
preparar alimentos, para el aseo personal y para el funcionamiento de los servicios de
saneamiento.
https://www.redalyc.org/pdf/870/87022786005.pdf
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3. Pregúntas de Comprension de la
Unidad
1. ¿Pregunta de comprensión Nro. 1?
¿Señale las formas de contrato administrativo?
4. Material Complementario
Los siguientes recursos complementarios son sugerencias para que se pueda ampliar la
información sobre el tema trabajado, como parte de su proceso de aprendizaje
autónomo:
Bibliografía de apoyo:
Lecciones de Derecho Administrativo, Jorge Zavala Egas, Enero 2011, Edilex S.A.;
Derecho Administrativo Acorde con la Constitución Ecuatoriana, Pérez Efraín, 2009,
Corporation de Estudios y Publicaciones; Manual de Derecho Administrativo, Acorde
con la Nueva Constitución Ecuatoriana, Pérez Efraín, 2011, Corporation de Estudios y
Publicaciones.
Nociones del Derecho Administrativo Ecuatoriano; Fernando Ortega Cárdenas
Innovaciones en el Derecho Administrativo; Gabriela Obando
Links de apoyo:
https://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/2891/1/03-
Fern%C3%A1ndez.pdf
https://revistas.uexternado.edu.co/index.php/contexto/article/download/3852/41
07/
https://repository.upb.edu.co/bitstream/handle/20.500.11912/4029/%C2%BFEN%
20QU%C3%89%2
0MEDIDA%20LA%20PRESTACI%C3%93N%20DE%20SERVICIOS%20P%C3%9ABLICOS
%20CONFIGURA.pdf?sequence=1
https://www.redalyc.org/pdf/870/87022786005.pdf
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5. Bibliografía
» Amores, L. M. (febrero de 2014). PROCESOS ADMINISTRATIVOS PREVIOS A LA
EJECUCIÓN DE GARANTÍAS EN. PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL
ECUADOR, págs. 10-11-12-13.
» Circulantes. (2019). Tipos de contratos del sector público.
https://circulantis.com/blog/contratos-sector-publico.
https://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/6012/1/T2505-MDCP-Huaca-
Relevancia.pdf. (2018). Acto
» administrativo.
» Jaramillo, M. Z. (2016). Cumplimiento del Derecho Al debido procedo en
procedimientos administrativos.
» http://dspace.ucuenca.edu.ec/, 22-24.
» Marquez, M. B. (2015). Los contratos administrativos.
https://repositorio.iaen.edu.ec/, 15-20.
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