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En el hospital de Konoha, se encuentra nuestro protagonista, Matsuo Akatani, con la cabeza

vendada y un gotero que le ayudaba a recuperar sus fuerzas. Han pasado dos días desde
que encontraron al peli azul en un bosque con una cortada que partía desde arriba de su
ceja izquierda hasta el final de esta. El que el joven siga vivo es gracias a que un Ninja lo
encontró regresando de una misión de reconocimiento.
Con gran rapidez lo llevo al hospital y fue tratado eficazmente evitando una posible muerte
por un animal salvaje o por desangramiento.

Lo único que desconcertó al hombre es que... junto al joven se encontraba una enorme
mancha de sangre.

—¿Dónde estoy...? — Lentamente sus dos pepitas de oro se dieron a relucir entre
parpadeos. — ¿Qué son esos ruidos? — Se rascaba con sus manos cerradas en puño los
ojos, su oreja hico un pequeño tic, parecía que alguien hablaba por fuera de la habitación.

—Está bien. Voy a revisar al paciente que me trajeron hoy y te acompaño a almorzar.

Una mujer entro a la sala.

Con la sensación de ojos empacados, lo único que pudo denotar fue el cabello similar al
más rosado algodón de azúcar de una mujer el cual llegaba hasta la nuca.

Su piel era de un color blanco níveo.

La bata blanca en la que se envolvía le hacía pensar a Matsuo que se trataba de una
doctora.

— ¡Ya has despertado! ¡Me tenías preocupada! — La pelirosa se acercó al chico, se sentó a
un lado de su cama y acaricio su cabello azul grisáceo.

— ¿Preocuparse... por mí? ¿Quién es usted? — El joven se tallaba los ojos intentando
distinguir la persona frente a él.

— ¿Eh? — La ojiverde levantó una ceja y ladeó su cabeza. — Soy tu doctora. Te traté hace
poco y vine a ver como seguías por que aun estas en periodo de observación. Es un gusto
conocerte. Mi nombre es...

Sus ojos por fin recuperados pudieron ver a quien tenía frente a sí.

El joven ojidorado abrí los ojos como platos y apuntó con su dedo índice a la mujer.

— ¡Sakura Haruno! ¡La alumna de la legendaria Tsunade!

— ¡La misma! — Una sonrisa se formó en su rostro. — Ahora que sabes quién soy,
¿Porque no nos presentamos? — La mujer tomo el portapapeles que se encontraba sobre
el escritorio, para seguidamente llevar su dedo hacia donde decía el nombre del peli azul. —
¿Tu… Matsuo?
— Así es, Matsuo Yoshiki, un gusto. — El chico levanto el dedo índice indicando que era él.

— A ver… Matsuo. — La mujer acerco su mano bajo su cabello para apreciar la herida. —
Interesante…

Volteo a tomar el portapapeles y escribió la conclusion.

— Creo que solo hará falta la Palma Mística, un poco de comida y podre darte de alta.

— Eso está bi-

— Pero antes tendré que llamar al Hokage para decirle que ya estas despierto.

— ¿Ho-hokage? ¿Se-se-se refiere al séptimo?

Pudo sentir como de repente un frio recorrió toda su vertebra, sus manos comenzaron a
recibir pequeños espasmos mientras que sus dedos chocaban entre sí por los temblores,
después de que la mujer recitara esas palabras el peli azul no podía pararlo.

— El mismo, Naruto. – La peli rosa respondió al peli azul. — Sabes, no es nada normal
encontrarse a un chico en medio del bosque con una mancha de sangre a su lado.

— Man-mancha de sangre, pero si lo ultimo que recuerdo es estar entrenando mi chakra


y… y…. vino un oso y después…. — El oji dorado intentaba forzar su cerebro a recordar
que había ocurrido, cosa que la peli rosa noto.

— Oye… oye acabas de salir de la observación, no es necesario que te fuerces así,


además queda la fatiga de esas dos semanas aquí. — Explicando, la pelirosa se dio la
vuelta para entregarle la comida al peliazul.

— ¡¿Dos semanas?! — Exclamo, asustando a la pelirosa. De la sorpresa, por poco casi tira
todo sobre sí misma.

— ¡Matsuo! Baja la voz, estas en un hospital. — La pelirosa se giro y coloco un dedo sobre
su labio indicando que hiciera silencio.

— «Lo-lo siento, me sobresalte… pero como que dos semanas.» — El joven comenzó
hablar de una formas mas leve y tranquila. — «Si mi papa me encuentra me va a matar…»

Un sonido ensordecedor comenzó a formarse en el oído del pelinegro tal y como si cien
hombres estuvieran rayando con sus uñas una pizarra de la escuela. Inclino sus ojos hacia
un costado intentando ocultar su mirada muerta y oscurecida por el temblor que poseía todo
su cuerpo. Su corazón cada vez conseguía mas revoluciones, que podía ser notada desde
fuera de si por la camina que tenía conectada a él.

Una sensación de arcadas comenzaba a subir de su cuello hacia su cuello, casi deseando
salir de su cuerpo.
— “Literalmente.”

Al cabo de un par de segundos, alguien entro por la ventana de la habitación del hospital,
este tenía un cabello rubio y ojos azules, junto a unas marcas similares a los bigotes de un
gato en su cara.

Su vestimenta consta de una sudadera de color naranja con rayas negras, junto con
pantalones negros y sandalias shinobis, a juego lleva una capa blanca decorada con llamas
en los bordes que tiene inscrita verticalmente las palabras ”Séptimo Hokage” que cerraba
en la parte frontal por una cuerda delgada de color rojo.

Para el ojidorado sería imposible describir en una sensación lo que sintió.

Llevaba una camisa sin mangas de cuello alto de color rosado oscuro con detalles y
broches blancos, se abre un poco en la parte de su ombligo. También usa unos pantalones
blancos un poco más abajo de las rodillas, sandalias negras y unos brazaletes blancos en
cada mano, y su cabello era adornado por una vincha rojo rubí.

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