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Los legisladores, los jueces, los abogados, usan normas jurídicas. Los profesores hablan de
ellas.
Se ha llegado a decir, incluso, que “Los mejores abogados no son los que saben más derecho
sino quienes, cualquiera que sean los medios que a tal fin empleen, pueden ejercer mayor
fuerza persuasiva, sobre los jueces y demás autoridades”.
Por eso es que, es importante que en las escuelas se busque métodos o se establezcan
técnicas para estudiar el contenido de una carpeta de investigación, además, se le debe
enseñar al alumno que, en su vida profesional, un caso que se encuentre en sus manos, es
una asignatura que debe acreditar con la más alta calificación.
“Un abogado que sabe derecho y que estudia bien los asuntos en que le toca intervenir lleva
enormes ventajas al colega que se maneja a tientas”.
El autor Jiménez Martínez, nos ilustra: pero para que los abogados aprendan a persuadir, a
dialogar, a ser dialectico, es necesario educarse, adquirir conocimientos”. En ese tenor los
abogados que pretendan intervenir en el nuevo sistema procesal penal mexicano (lo que el
autor consultado dice, tiene aplicación para Guatemala) deberán tomar en cuenta los
siguientes aspectos:
a) Conocimientos generales;
b) Habilidades y destrezas de litigación;
c) Actitudes y valores que rigen el procedimiento penal.
EL ABOGADO Y LAS VALORACIONES DE LOS HECHOS
Escribe la Doctora Calonje “En medio de esta relación entre los individuos y la justicia se halla
el abogado. Su papel no incluye el tener que discernir conceptos jurídicos abstractos ni juzgar;
éstas serían funciones del juez. El abogado está implicado en la resolución de los problemas
y de los conflictos que emergen de las diferentes valoraciones de los hechos de su cliente y
de la toma de decisiones del juez”.
“El papel del abogado es actuar como parte en una lucha de contrarios en el ámbito de lo
posible, de lo plausible y de lo verosímil en que nada es exacto ni verdad. En esta lucha, el
abogado ha de contar, además de con la norma y la ley, con la inteligencia de carácter
substancial que está presente en todas las relaciones interpersonales y sociales; haciendo
referencia a la inteligencia que se entiende, según Heráclito como “la facultad que tiene la
humanidad para razonar en común”, la cual, referida al derecho, se llama argumentación
jurídica”.
“La misión del profesional del derecho es defender a su cliente argumentando sus valoraciones
de los hechos como preferibles a las de la parte contraria. Los problemas y conflictos que trata
el abogado giran en torno a las diferentes valoraciones de los hechos. Sus argumentaciones
serán, en último término, de carácter legal pero antes son de carácter racional. Unas serán
buenas razones y otras tendrán su sustento más débil o incluso, a veces, falso o equivocado.
Y, así, las decisiones del abogado ante su cliente o las del juez dependerán de estos dos
factores: El carácter riguroso de su argumentación y la hábil aplicación de la misma”.
VENCER LA TIMIDEZ
Una característica esencial que debe tener un buen abogado litigante es que no puede ser
penoso o tímido. Ese campo es para personas decididas. La pena es un rasgo de la
personalidad que puede ser vencido. Claro está, en ocasiones la pena la timidez son producto
de la falta de seguridad. Ésta, generalmente, es consecuencia de la falta de preparación. No
es posible concebir a un abogado litigante penoso, tímido e inseguro. Siendo así no se posee
ni se refleja autoridad, confianza y seguridad necesaria para convencer y persuadir a otros de
nuestra posición en determinado asunto.
NO COMETER ERRORES
La litigación oral requiere de un continuo actuar y proceder por parte del abogado litigante.
Muchos de ellos limitan sus actuaciones por temor a cometer errores. No se puede actuar con
miedo. El que tenga miedo “que no salga a la calle”. Como alguien dijo en una ocasión, “el
hombre que asume pocos riesgos hará pocas cosas mal, pero haría pocas cosas en la vida”.
El miedo es una respuesta condicionada, un hábito arrasador que puede, si no está atento,
consumir fácilmente toda su energía, creatividad y espíritu. Cuando el mismo enseñe su
horrible cabeza, córtesela de raíz. La mejor manera para ello es hacer precisamente aquello
que teme. No tema cometer errores. En la vida no hay errores, solo lecciones. Cometer errores
no es nada malo, estos forman parte de la vida y son esenciales para el crecimiento personal.
Hay una reflexión que dice” La felicidad es fruto del buen criterio, el buen criterio es fruto de la
experiencia, y la experiencia es fruto del mal criterio”. Lo que seria imperdonable es repetir los
mismos errores una y otra vez.
NO SER INDECISO
Un requisito para todo aquel que decida entrar en el campo de la litigación oral es que tiene
que ser una persona dispuesta a tomar decisiones y asumir responsabilidad por las mismas.
El abogado litigante no puede ser una persona indecisa. Éste, al igual que el juez, tiene que
estar tomando decisiones día a día, minuto a minuto, por lo tanto, tiene que estar dispuesto a
tomar decisiones continuamente. Muchas de éstas sin duda, serán muy controversiales. Pero
tendrá que tomarlas, aunque puedan resultar equivocadas. La infalibilidad de estas nunca está
garantizada. Al tomar decisiones, de entre varias opciones posibles, debe estar consciente del
riesgo que se corre al hacerlo; y asumir con entereza el éxito o el fracaso que estas conlleven.
La indecisión surge, en la mayoría de los casos, cuando la persona se exige a sí misma mucha
seguridad. Otros no admiten la posibilidad de cometer un error y al no quererse responsabilizar
por éste: dudan. Esa duda los lleva a la indecisión. A otros les aterroriza el pensar, si quiera,
en un posible fracaso. Por el contrario, la persona que esta clara en que el acierto de una
decisión no puede estar garantizado no le cuesta tomarla. Toma decisiones de acuerdo a sus
conocimientos y a lo que considera más justo, conveniente y oportuno, en las situaciones que
se le presentan.
Si en algún momento, ya sea como fiscal, como abogado defensor, o como juez, algún superior
le solicitara que tome una decisión contraria a la ley o contrario a lo que entiende correcto:
niéguese ello terminantemente, no importando las consecuencias que ello le pueda ocasionar.
Esa acción de su parte podrá sustentarla y defenderla, aun en el caso de que haya resultado
ser una decisión equivocada. Por el contrario, si la decisión tomada fue por temor o por
complacencia, esa será su única defensa: que aun estando consciente que no era la decisión
correcta, la tomo por temor o por agradar a esa persona
SER ELOCUENTE
Se necesita tener una buena retórica, buen discurso, elocuencia y dominio del lenguaje: tanto
oral como escrito. No olvide que, el idioma en la litigación oral es lo que un fusil en la guerra.
“grandioso papel” hace el abogado litigante que no se expresa correctamente, ya sea en forma
oral o escrita. Para ampliar su vocabulario, y así lograr mayor elocuencia, lo más
recomendable, es hacer de la lectura un hábito. El buen abogado debe mantenerse leyendo
todo el tiempo.
El abogado litigante debe ser además una persona asertiva sin necesidad de ser agresiva. La
persona agresiva es aquella que para expresar sus necesidades y lograr lo que desea maltrata,
hostiga, humilla y ridiculiza a las demás personas. Le da al otro: por donde le duele. Hasta
causarle resentimiento y hostilidad. Hasta herirlo y humillarlo. Por lo general casi nadie le
escucha y muchos le temen, pues exige sumisión y obediencia.
Por el contrario, la persona asertiva es la persona segura de si misma y sabe lo que desea. La
que comunica lo que siente de forma clara y directa. Es espontanea y natural. Se enfrenta a
los problemas de forma clara y directa en vez de evadirlos. Se expresa con firmeza sin ofender
ni herir. Escucha y se interesa en la opinión de los demás. Si no esta de acuerdo con algún
punto, lo expresa con respeto y honestidad. Hace valer sus derechos reconociendo que el
derecho de los demás también cuenta. Sabe escoger prioridades, tomar decisiones y aceptar
las consecuencias. Acepta y reconoce sus errores. Sabe disculparse y aceptar la crítica
negativa. Se atreve a negarse a hacer algo que no esta de acuerdo con sus valores y sus
principios, independientemente de quien se ala persona que se lo solicita.
El abogado litigante puede sentirse tentado a poner en riesgo su integridad a largo plazo por
obtener metas a corto plazo. Por ejemplo, entre otras cosas puede, por el deseo de ganar un
caso, hacer que sus testigos falseen la verdad al declarar en el tribunal o puede inducir a error
al tribunal haciendo una falsa relación de hechos o del derecho aplicable. Ningún abogado
litigante debe ceder ante tales tentaciones. Podría con ello lograr ganar un caso, pero perdería,
a largo o mediano plazo, su mayor tesoro: si credibilidad y reputación profesional. Estas, no
debe ponerse en riesgo por nada ni por nadie.
SABER ESCUCHAR
Tiene que aprender a escuchar a los demás. Para poder opinar con corrección y enfrentarse
al adversario debe primero escuchar con atención lo que éste tenga que decir. Si no lo hace,
no sabrá lo que tiene que rebatir. Escuche para que lo escuchen o para que pueda exigir que
así lo hagan. Nunca interrumpa la alocución del contrario, a no ser por medio de una objeción.
Espere siempre su turno con paciencia, elegancia, cortesía, educación y, sobre todo, con
mucho estilo. En resumen, descubrir y reconocer sus limitaciones debe ser el primer paso para
tomar para mejorarse como persona. Sin embargo, es de las cosas más difíciles de aceptar.
Si decide ser un abogado litigante en el nuevo proceso oral evalúe si posee estas cualidades.
Si no posee, trate de hacerlas suyas. De no lograrlo le recomiendo se dedique a otra
especialidad del Derecho que no sea la penal.
Por último, si decide ser un abogado litigante no tenga como única meta el producir dinero con
el único propósito de enriquecer. Tenga siempre presente que sus conocimientos pueden ser
de gran ayuda para personas que no tienen los recursos económicos para sufragarlos.
Aprenda a disfrutar el placer de servir a los demás sin esperar nada a cambio. La gratificación
que esto brinda es irremplazable., La magnitud de su cuenta bancaria y a de su casa o su carro
no tienen nada que ver con la sensación de alegría y felicidad. Este mundo está lleno de
millonarios desdicharos: no lo dude.
Las competencias del abogado eficaz, La eficacia es la capacidad de conseguir el efecto
que se desea o espera en un juicio, y esto sólo se posible si el abogado domina estas
tres competencias
1. Actitud. El abogado eficaz se caracteriza por una determinada actitud en la preparación de
los casos y en los juicios que celebra. A nuestros efectos entendemos por actitud la capacidad
de crear realidades favorables a los objetivos que se persiguen. EL abogado por encima de
las adversidades y alinear las oportunidades con sus objetivos. La actitud del abogado que
gana juicios se apoya en unas creencias firmes sobre sus capacidades. Posee una especial
habilidad para modificar las creencias que le limitan por otras que potencien sus recursos. EL
motor de su actitud es una fuerza de motivación excepcional con la que consigue entrar en el
estado mental más favorable para afrontar un juicio.
Utilizan el lenguaje no verbal en coherencia con el lenguaje verbal, introduciendo una pausa o
un cambio de entonación en el informe para destacar las pruebas que son esenciales para su
defensa. Conocen como sintonizar con el lenguaje del juez para persuadirle y saben como
reaccionar si este les interrumpe.
3. Técnicas procesales. El abogado que logra los resultados que se propone es alguien que
controla la técnica del interrogatorio y la del informe final. Selecciona al testigo más idóneo
para su defensa teniendo en cuenta sus características personales y aplica la regla de oro: “En
caso de duda no interrogar”. Lo prepara mediante el autoaprendizaje, enseñándoles a sortear
las preguntas del abogado contrario. El interrogatorio a los testigos contrarios siempre tiene un
objetivo definido y controla sus respuestas dirigiéndolos hacia donde corresponde. Cuando
elabora el informe final delimita de forma clara las ideas principales e introduce elementos de
persuasión. Prepara un informe flexible, integrando en él todas aquellas pruebas o evidencias
que se han practicado en el juicio y que le favorecen. Reacciona ágilmente a los recursos
interpuestos por el contrario y es capaz de improvisar un informe final o un recurso con una
sólida base legal.
Estas tres grandes áreas de competencias son denominador común de los abogados eficaces.
Las tres competencias se integran y complementan unas con otras, de tal manera que solo
con el dominio de las tres se logra a eficacia en el juicio. Usted puede conocer la técnica
procesal del interrogatorio. Pero si afronta el juicio con una actitud basada en creencias
negativas no alcanzara los resultados deseados. O puede que tenga una red de creencias
positivas y una fuerza de motivación adecuada, aunque si no domina las técnicas de
comunicación verbal y no verbal será imposible que pueda canalizar su motivación de forma
productiva.