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El niño
En los primeros años de vida no cuenta con la madurez suficiente para
comunicar sus necesidades, regular su comportamiento y expresar sus
deseos con palabras; por lo tanto, cuando el niño experimenta
emociones intensas como frustración, enojo, ansiedad o miedo, es
posible que reaccione de forma impulsiva mordiendo o lastimando a
otros.
El ambiente
Los niños necesitan estabilidad, estructura y rutina, son sensibles a los
cambios en su ambiente, cuando hay modificaciones repentinas en su
horario, alimentación o sueño pueden sentirse estresados y más aún si
los cambios son significativos, como asistir a una estancia por primera
vez, la llegada de un hermano o mudarse de casa. Ante situaciones así, el
niño puede recurrir ocasionalmente a las mordidas para manifestar su
ansiedad.
Considera también otros factores ambientales que pueden resultar
irritantes, por ejemplo sonidos estridentes, mucha gente o en general
exceso de estímulos. Morder quizá sea una forma de decir que necesitan
descanso o que alguien está invadiendo su espacio. Recuerda que es
importante respetar las necesidades de cada niño, procurar transiciones
amorosas y en todo momento brindarles un espacio tranquilo y una
presencia confiable.