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Pero antes de hablar acerca de esta obra, se es preciso explicar la biografía de su autor
para ayudarnos a entender mejor así el texto basado en el que se acontece en la propia
obra a comentar. Nace en el seno de una familia aristocrática en Kyoto en el año 1200, y
en su niñez pierde a sus ambos padres, estudiando a la edad de nueve años Budismo con
un familiar.
A los trece toma los Preceptos de Bodhisattva en la escuela Tendai y visita al maestro
Eisai de la escuela Rinzai. A los 23 años realiza su crucial viaje a China con otros tres
monjes y reside en el monte Tendo, recibiendo el Siho de Abad Mensai. Tras pasar
cuatro años allí, retorna a su país de origen al monasterio de Kenninji. Tres años más
tarde se retira a una pequeña ermita donde empieza a escribir el primer capítulo de su
obra y empieza a recibir laicos y monjes, y debido a la afluente llegada de éstos, se ve
obligado a trasladarse al monasterio de Kannondori-in y recibe a Koun Ejo que será su
maestro y padre del Dharma hasta su muerte.
Esto último nos lleva al capítulo siguiente llamado “Zazenshin”. Empieza el capítulo
con la respuesta de Yakusan a la pregunta de qué piensa acerca de la intensidad de su
sentada, que fue la de pensar en el no-pensando sin pensar. Se concebiría según mi
entender más bien como la aceptación de que no haya pensamiento. Zazen tal y como
anuncia la obra, es solamente sentarse.
Posteriormente, Nangaku explica que el estudio del zazen es el estudio del Buddha
sentado, teniendo que matar así al propio Buddha, que no tiene una forma fija, dejando
caer así el cuerpo y la mente.
Este tipo de conocimiento es libre de todas sensaciones y rompe los obstáculos del
cuerpo y de la mente, tratándose de algo armónico, sutil e integrador. Para Dogen, el
zazen es el objeto de estudio para Buddhas y Patriarcas, concibiéndolo como el gran
asunto.
Tratado el zazen, pasemos a hablar de “Immo”, capítulo 17. Immo quiere decir “Ello”,
la forma del Camino de Buda que contiene enteramente al mundo, trascendiendo a todos
siendo incluso ilimitado. Immo sería la forma real de la verdad que muestra a través del
mundo, siendo diferente a cualquier sustancia. Nuestro cuerpo no sería nuestro cuerpo y
se contempla una impermanecia de la vida, en el sentido de que nunca se mantiene de
una forma estática, todo está en continuo cambio. Este flujo es usado por algunos para
ahondar en su proceso de Iluminación, pero esto no se ha de verlo como un esfuerzo
personal, pues todos originalmente somos el hombre de immo, porque ya hacemos
posesión de la Iluminación. El Camino Budista no puede ser comprendido por una
mente iluminada. Puesto que uno es ya el hombre del immo, sería un tanto absurdo
preocuparse por la iluminación. La esencia de todo lo que ocurre ya es iluminación, la
real naturaleza del cuerpo y de la mente es immo, incluso Buddha es immo. Iluminación
es trascender la propia iluminación y todo de pende de caer y levantarse, por lo que
comprender intelectualmente no es bastante debido a que debe de ser probada, sin
importar las palabras de los Buddhas o los Patriarcas, sino que toma más relevancia el
espíritu con que se dijeron, participando así de su iluminación.
Y ahora continuaremos con uno de los capítulos más importantes del Shobogenzo, “Uji”
que se traduce como “siendo tiempo”, el cual significa que el tiempo está siendo, que el
tiempo es existencia y la existencia es en sí tiempo. No hay diferencia entre mente y
tiempo, todos somos tiempo, a través de esa resolución es como estamos relacionados
con la Iluminación. Comprender que cada instante contiene a la vez el mundo entero, es
el comienzo para la práctica de la iluminación.
Pensar que el tiempo es algo pasajero, no nos permitirá comprender Uji. Todo está
relacionado con todo y jamás está separado por el tiempo, y pues, como somos tiempo
que a su vez está siendo, práctica es también iluminación. Pero el tiempo se trata para
Dogen más bien como un aspecto de lo que es no-pasando, porque no darse cuenta es
también siendo. Tanto la ignorancia como la autoconcepción están en el Uji siendo
tiempo.
El Uji no depende de ideas, la existencia es el mundo en su totalidad actuando a través
del mundo por sí mismo, por ejemplo, el constante existir de algo, es ese algo en sí,
dando por finalizado la interpretación de este concepto.
Tras el uji, se va a hablar sobre el zenki o “la total actividad de la vida y de la muerte”
expuesto en el capítulo 22 de la obra. Se empieza hablando con el propósito de todo
Buddha que es realizar la iluminación y alcanzar el Nirvana donde se habiéndose
superado el Samsara. Se expone que la experiencia de la vida es la vida y la de la
muerte es la propia muerte, y la liberación consta de la total inmersión en ambas.
Cuando se realiza la iluminación, el mundo se empieza a mostrar su apariencia
completa. Todo instante tiene existe totalmente y es completo por sí mismo y
reconocerlo nos renueva constantemente. Todas las cosas poseen su propia muerte y su
propia vida pudiendo descubrir a través de ellas la verdadera naturaleza de la mera
existencia.
Según sigue contando, tanto la vida como la muerte aparecen en cada momento de
forma natural y sin pensar. Pudiéndonos concentrar y esforzarnos de forma muy seria,
podríamos percibir su aspecto, pero será con la Iluminación cuando vida y muerte se
nos presente claras completamente.
Se puede legar a creer de manera equivocada que esos tres mundos no existen, pero la
realidad es que no podemos separarnos de ellos. Si alguien pesara lo contrario, Dongen
afirmaría que esa persona es falsa. Los tres mundos son tratados como un viejo punto de
vista o nuevo, se ven de ambas formas, ilusión e iluminación.
Según Sakiamuni, “los tres mundos se trata de un encuentro de la función del desapego
y la función causada de ser desatado” tal y como expone en el documento de referencia.
Esos tres mundos son los tres mundo que vemos y a través de ellos surgen la práctica, la
Iluminación y el nirvana. En estos tres mundos se encuentran todos los seres sintientes,
no hay nada fuera de los tres mundos, no hay nada fuera de los seres sintientes. Sólo
mente significaría la realidad de todas las formas.
Dogen piensa que usar palabras para describir las enseñanzas de Buddha es algo muy
superficial y que solo expresa letras y formas. Una frase que se utiliza en la obra es “las
flores aparecen sin necesidad de hablar” siendo el rigen según Dogen de las doctrinas
buddhistas. Pero a pesar de eso, la mayoría de las personas no lo entienden,
convirtiéndose así en una “enseñanza secreta” que quedaría oculta para ellos. Serán
influidos por las palabras y las no-palabras de la enseñanza de Buddha quienes tienen fe
y siguen el Dharma, ellos serán los que se libren del cuerpo y de una mente vulgar.
El secreto estaría según Dogen delante de nosotros, sin estar oculto, pues el que estudia
con gran interés quien recibirá una enseñanza secreta, siendo la verdadera trasmisión de
los Buddhas y de los Patriarcas.
Por último, pero, no menos importante, tenemos la interpretación del capítulo Shoji
traducido como “vida y muerte”. El Maestro Zen Kassan y Jozan dice que “No hay vida
y muerte cuando Buda está en medio de la vida y la muerte y que, si no hay Buddha en
medio de la vida y la muerte, no hay ilusión sobre la vida y la muerte”.
Dogen trata de aclarar esto y cuenta que poner a Buddha fuera de ese camino de la vida
y de la muerte es perder el camino de la liberación. Alcanzar verdaderamente el nirvana
es aceptar la vida y la muerte como el mismo. La vida no cambia con la muerte, la vida
y la cesión de la misma son pura existencia con su propio tiempo. Cuando llega la vida
y la muerte, las aceptas tal y como son sin aborrecer o desear otra cosa.
Como vida y muerte, si las rechazas o las pierdes, también pierdes la vida de Buddha,
pues son en sí mismas su vida, al igual que si estas atado a ellas queda la apariencia.
Solamente sin deseos de nirvana y sin rechazos se puede llegar a entrar a la mente de
Buddha, cuando cuerpo y mente caen, sin intentar de definirlo o describirlo haciendo
uso de las palabras. Siguiendo el camino del desapego de la vida la muerte sin realizar
esfuerzo alguno, te conviertes en un Buddha.
El capítulo termina en una reducida síntesis donde muestra un camino sencillo para
convertirse en Buddha, que sería el de no hacer el mal, desapegarte de la vida y de la
muerte (se observa la importancia del concepto del apego y del desapego), ten pura
compasión por los seres sintientes, se sincero respetando a los de encima y amando a los
que están por debajo (en el sentido no de poder, sino más bien de conocimiento) y
abandona el amor, odio, preocupación y pena. A todo lo mencionado se le llama
Buddha y no se ha de tratar buscar nada más.