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INSTITUTO HUMANISTA DE PSICOTERAPIA GESTALT

MORELIA S. C.

PSICOTERAPIA Y LIBERACION #18


Reporte de lectura

NOMBRE: Maria Fernanda Gutiérrez Molina


FECHA: 29/06/2021

Una de las cosas que más disfruto con estas lecturas es la forma en la que se pueden
incluir distintas disciplinas para ejemplificar y ampliar los saberes de los que provienen
la psicoterapia humanista. Aquello que le da sentido a su práctica, como lo es, en este
caso, los estilos de vida budista y taoísta.

El autor ejemplifica de forma sencilla los aspectos positivo y negativo de la liberación,


por un lado, tal como lo muestran las disciplinas orientales, reside justamente en la
libertad que se pone juego día a día. Por el otro, el espíritu crítico con que analiza las
normas de la estructura social en la parte en que la sociedad limita esa libertad y
obstruye al desarrollo personal.

El nirvana búdico se define como la liberación del samsara, o sea, la vida vivida en
círculos viciosos, como intentos de resolver un falso problema que se repite
interminablemente. Samsara sería comparable al problema de la cuadratura del
círculo, de la trisección de un ángulo, o de la máquina del movimiento perpetuo. Se
trata de una adivinanza que no tiene solución y que nos obliga a volver a ella
reiterativamente, hasta descubrir que el interrogante que se nos plantea es absurdo.
Eso lo vemos en la persona neurótica, la que repite indefinidamente sus modelos de
conducta, siempre fracasando porque el problema que intenta resolver no es del todo
verdadero. Se atormenta buscando la salida a una autocontradicción. Si no es capaz
de darse cuenta de que el problema carece de sentido, puede evadirse en la psicosis,
en la parálisis de la voluntad, en una impotencia total de actuar. En algunos casos, la
psicosis es una manera de escapar de una intolerable desesperación.

Para que se produzcan desarrollos positivos en la ciencia de la psicoterapia, es


necesario liberarla de bloqueos inconscientes, de suposiciones apresuradas y de
problemas carentes de sentido que se originan en el contexto social. Es sumamente útil
la comparación de culturas como la china y la hindú, las que han evolucionado en un
relativo aislamiento de la nuestra. Son culturas de elevada complejidad y resulta
interesante poner atención a las modalidades aplicadas dentro de ellas para
encontrar la liberación de sus propias normas estructurales. No se trata de adoptar las
prácticas budistas, hinduistas o taoístas como si se tratara de convertirse a una religión.
Para que el Occidente comprenda y aplique las técnicas psicológicas usadas en el
Oriente, es de suma importancia que conserve su espíritu crítico y su lucidez científica,
si no, caería en las brumas del romanticismo esotérico.
Ahora, en los finales del siglo veinte, el interés que existe por el pensamiento oriental es
considerable. Dichas ideas ya están influyendo sobre nosotros por sus propios medios,
aunque aún hay necesidad de mucha clarificación, interpretación y comprensión, Su
estudio no puede ser considerado una novedad absoluta para los psicoterapeutas.

Existe una mala interpretación de que el cambio de la consciencia personal realizado


por medio de las formas orientales de liberación equivale a una “despersonalización”,
o regresión a estados primitivos o infantiles de la consciencia. Freud habló de una
experiencia “oceánica” o de un “deseo de retorno al útero” en relación con las ideas
relativas a la trascendencia del ego. Tales conceptos fueron adoptados
persistentemente por sus seguidores. Es probable que esta actitud tenga que ver con
el imperialismo de la Europa occidental del siglo diecinueve, época en la que se
consideraba a chinos e hindúes como paganos subdesarrollados e incultos que
estaban necesitando desesperadamente el progreso que les brindaría la colonización
europea.

Nunca se terminaría de subrayar con énfasis que la liberación no significa en lo más


mínimo una pérdida o destrucción del ego. No es que lo disminuya, sino que lo
sobrepasa. Sólo nos bastaría poner atención en las formas alegres y variadas y en los
ojos alertas y abiertos de las pinturas chinas y japonesas de los grandes maestros Zen,
para convencernos de que el ideal de persona realizada que aquí se nos presenta no
tiene nada que ver con una no-entidad amorfa y colectiva de un ego desfalleciente
que se disuelve en su regreso al útero.

En Occidente, suponemos que se enaltece y honra al individuo separándolo del


mundo que lo rodea, y enfatizando la diferencia que lo aleja de su Creador. En
cambio, Baruch Spinoza decía que mientras más conocemos de las cosas particulares,
más sabemos acerca de Dios”. La más rica representación del hombre y del mundo
circundante es la que más nos revela su relatividad y la interconexión de sus procesos
dentro de un todo indiviso. Un psicoterapeuta estaría perfectamente de acuerdo con
las formas de liberación como propósito de la psicoterapia, tal como ocurre en el
proceso de individuación de Jung, y la autorrealización de Maslow.

Esta experiencia de lectura, ha sido sin lugar a dudas muy enriquecedora.

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