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La Actitud mental en el Budo

La mentalidad de un practicante de sable u otro arte que tenga un objetivo


espiritual o filosófico.

Esto no es un artículo, pasaremos de una idea a otra según el cariz de las preguntas. Sólo
tendremos en cuenta las leyes que podamos descubrir por propia experiencia o por la
lectura de las enseñanzas de nuestros maestros de zen y esgrima (o de yoga).

Para empezar, quisiera señalar que, en el Budo, el budismo zen se lleva a la práctica de
manera diferente según cada individuo, pero aun así podemos distinguir dos categorías:

1 - por un lado, tenemos al monje consagrado que se sirve del zazen (meditación sentada)
como medio para alcanzar el estado del perfecto despertar. Para ello respeta las
numerosas reglas de la comunidad, las leyes universales que son la base de su existencia y
del mundo en el que se encuentra, y estudia las técnicas meditativas (o mecanismos de la
conciencia) que le permitirán salir del ciclo de la vida y la muerte. Es un enfoque global
que es el mínimo requerido para alcanzar la conciencia del Nirvana.

2 – por otro lado, tenemos a los practicantes del Budo que utilizan el zazen, sin por ello
entrar en las prácticas búdicas de las tres joyas que son: el Buda (el objetivo), la Sangha (la
comunidad) y el Dharma (el comportamiento ético). La mayoría de los esgrimistas (por no
hablar más que de esta rama del Budo) se contentan con la práctica de zazen y en este
sentido no podemos hablar de religión, ya que esta práctica se sitúa solamente en el
control del principio mental que no tiene nada de espiritual, mientras esta mente no se
convierta en el reflejo de la Buddhi. El Zen, dijo un maestro, no está hecho para el hombre
no maduro espiritualmente.

El sexto patriarca, Huineng, era un simple campesino sin estudios, pero una vívida
intuición transcendental le permitió ir más allá de los conocimientos intelectuales tan
apreciados por los religiosos. Fue gracias a esta intuición que redescubrió en sí mismo, y
por propia experiencia, la verdad del zen que es el conocimiento del Ser o, como dicen
otros monjes, la naturaleza del Buda siendo ambas, definiciones de una misma verdad.
Digo esto porque la actitud mental impuesta al monje es muy diferente a la impuesta a un
laico o a un budoka, que vive la vida normal de un europeo moderno.

Para el monje, entregado a la budeidad, es imprescindible respetar las numerosas reglas


específicas impuestas por este método que no debería nunca mezclarse con otros. Es
desaconsejable, por ejemplo, instruirse en otras materias que no sean el budismo ya que
todo el método consiste en reducir el interés por el mundo de los sentidos, considerado
como una ilusión portadora de los gérmenes que impiden nuestra emancipación. Por lo
que se refiere a la acción, el monje puede estar ocupado en la cocina o en el jardín, estar
solo o con otros, lo que cuenta para él y atrae toda su atención y su concentración, no es

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la acción en sí, sino la contemplación en la acción. No he dicho contemplación de la acción
ya que ésta está al orden del día. Contempla su propia naturaleza de Buda, dejando al
mundo desarrollarse sin su intervención. ¿Qué contempla entonces el monje zen sentado
frente al jardín de piedras en el famoso templo de Kioto? ¡Ciertamente no el arreglo
armonioso de las piedras, los nuevos trazados hechos por el jardinero o la belleza del
jardín durante las distintas estaciones, no! Sólo contempla su propia naturaleza y deja a la
mente calmarse frente a esta maravillosa y tranquilizante visión. Su propia naturaleza no
es otra que su identidad real, que es de la naturaleza del Ser o del Buda. Se esfuerza por
darle (al Ser) la libertad de manifestarse en toda su gloria cuando el fruto esté maduro. Tal
como ocurre con el cielo, que siempre es azul y soleado, y las nubes lo velan de vez en
cuando. El papel del monje zen o del budoka se limita pues a vaciar o purificar el cielo de
las nubes que impiden al sol derramar su luz y calor. Sin embargo, nos habremos dado
cuenta de que no está en sus manos actuar directamente sobre el cielo y el sol. Para
nosotros el sol es el Ser, la mente es el cielo y las nubes nuestros pensamientos. Esta
metáfora es perfecta para explicar lo que corresponde a nuestro papel o voluntad, y lo
que resulta de una verdad más trascendente.

Las primeras instrucciones del maestro a su alumno o discípulo, (muy diferentes de la


relación alumno/profesor) consistirán en ponerle de manifiesto que él no es lo que cree
ser para que se revele lo que realmente es. Es decir, no es esta forma a la cual la
conciencia se identifica en el corto período de una existencia, sino su naturaleza
fundamental que es divina. Aunque una individualidad persiste cuando está encarnada, su
sentido limitado debe llegar a desaparecer para ser sustituida por una conciencia universal
e infinita: la del Ser (el atma o purusha de los hindúes). Toda la sutileza del maestro
instructor consistirá en hacer surgir en la conciencia del alumno el principio de la intuición
para que éste descubra la verdad en sí y por sí mismo.
Veamos un ejemplo de este tipo de sutileza. Si el maestro le pide al discípulo que no
reflexione más, éste reflexionará de inmediato para encontrar el sentido de la frase y el
modo de no reflexionar más. ¡Si el maestro le aconseja armonizarse con el Tao, él se
esforzará y por este mismo acto, se alejará porque el Tao es una pura abstracción del
pensamiento! Si el maestro pregunta, es para despertar la intuición y evidentemente no la
mente. Un día Po-Chang colocó su cántaro frente a dos de sus discípulos y les dijo: "Sin
llamarlo un cántaro, decidme qué es." El primer discípulo, sin haber comprendiendo
todavía la utilidad de poner la mente en punto muerto, le respondió: "No podríamos decir
que es un trozo de madera." Po-Chang encontró la respuesta sin interés y se dirigió al otro
discípulo. Como respuesta, el otro discípulo se avanzó, le dio la vuelta al cántaro y se fue.
Intuitivamente había descubierto la trampa y mostró la inutilidad y la inexistencia de ese
objeto ilusorio que sólo una mente activa podía nombrar. Po-Chang, según cuentan, lo
nombró inmediatamente su sucesor. Un sensei debería haber realizado en parte esta
capacidad de suscitar la intuición en sus alumnos y enseñarles la necesidad imperativa de
servirse de su intuición (durante los combates) más que llenarles la cabeza con conceptos
intelectuales.

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Para que la conciencia de un practicante de sable sea tan pura como un espejo, hasta el
punto de ser uno con los pensamientos de su compañero, es importante que deje de ver
la ilusión como algo real. Y la ilusión es aquí sinónimo de diversidad. ¡El río que
observamos no es un río, la flor que admiramos no es una flor, el hombre que está frente
a nosotros no es un hombre! Una montaña no es una montaña, dijo un maestro, sino un
simple montón de piedras. Además, todas estas formas se transforman minuto a minuto,
son transitorias, tienen un principio y acaban desapareciendo para volver a ser polvo,
átomos, energía… En cambio, lo que el monje contempla es algo único e inmutable, algo
que da vida a todas las formas. Esto es lo que el monje y el guerrero buscan, con
diferentes objetivos.
Veamos un ejemplo de esta ley. Supongamos que vamos a ver a un alfarero y nos enseña
una muestra de bellas figuras realizadas en arcilla, cocidas y pintadas. Hay budas, jarras de
agua, barros, platos, etc. Algunos objetos no nos gustan, otros nos dejan indiferentes,
algunos llaman nuestra atención más que otros y queremos comprarlos. En resumen,
estaremos hechos un lío con tanta oferta y la mente empezará a urdir planes para obtener
los objetos que deseamos. Pero si observamos bien todos estos objetos, veremos que
estas formas son ilusorias y algún día serán destruidas, porque todas estas formas
diferentes están hechas de un mismo y único elemento básico: ¡la arcilla! De la misma
forma, detrás de todas las formas que constituyen nuestro mundo y el universo, existe un
único principio divino sin forma (por lo que respecta al aspecto conciencia) que cuando
debe manifestarse en virtud de la ley de la periodicidad natural y eterna, se convierte en
el mundo con forma (por lo que respecta al aspecto energía) sin dejar un solo instante de
Ser. Llamemos a este Ser: Dios, Brahmán, Adi Buda, Principio Supremo, el Ser, etc., es lo
de menos, lo importante es que Él es el Único principio básico de todo lo que es y existe.
Esto es precisamente lo que intenta contemplar el monje zen y el esgrimista. No se trata
de un vacío o una ausencia, sino de una pura abstracción. Por conveniencia lingüística y
filosófica, se afirmó que este Ser estaba en nosotros. En realidad, está en todas partes,
pero sólo nuestra conciencia individual puede comprenderlo puesto que es nuestra
identidad real, la cual es un fragmento de la divinidad que, más allá de la mente, se
manifiesta por el sentido del "Yo", pura expresión de nuestro ser real. No se trata de este
yo identificado al cuerpo, que se cree una personalidad y afirma que es esta persona y
esta persona es yo. El único elemento de verdad en esta afirmación es el "Yo", al menos
cuando ya no está identificado a una forma o a una sensación cualquiera, a excepción de
la percepción de ser el Ser. Este tema ya ha sido desarrollado en el libro del autor titulado:
Le Kyudô, Art de l’éveil, Ed. Chariot d’Or, pág. 25 à 42. (en previsión de ser editado en
español por Escuela de Misterios N.T.)

Quien esté familiarizado con el yoga hindú, sabrá de qué hablamos cuando mencionamos
la naturaleza de este "Yo", porque quien quiera experimentarlo podrá hacerlo y será
suficiente con que se concentre en sí mismo, no como persona, sino únicamente como
conciencia de ser uno, aquí y ahora. Aquel que hace este trabajo seriamente, debe
cerrarse herméticamente a todo tipo de percepciones y evitar cualquier pensamiento que
no sea el "Yo". De esta forma, se superan los tres estados habituales de la mente: el
estado de vigilia, de sueño y de sueño sin sueños. Este es el gran secreto perseguido por

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todos los expertos de Budo, los monjes y todos los místicos en búsqueda de la verdad,
desde el alba de la humanidad. Por lo tanto, y para permanecer dentro de la tradición zen,
el único medio para conocer la verdadera naturaleza de Buda es, como dice el maestro
zen: "No intentar comprenderla o definirla". El fruto maduro cae de la rama sin voluntad ni
movimiento. Cae porque está maduro, simplemente. Como ya se ha dicho, no podemos
hacer caer el fruto, pero en cambio podemos participar en su maduración y este es el
planteamiento técnico del budismo con sus reglas, sus leyes y sus prácticas.

Como más adelante veremos sobre a la virtud esencial del desapego, centrarse
completamente en el Ser como "Yo", es muy difícil o incluso imposible para el hombre
impregnado todavía de trishna, la sed de existir (en el mundo) y gozar de él.
Generalmente, el hombre olvida rápidamente sus sufrimientos, pero en cambio se
acuerda de los placeres que obtiene de los cinco sentidos. Esta es la razón por la que,
antes de la concentración y la meditación, el gran maestro del yoga real, el rishi Patanjali,
aconsejaba la práctica de prathyahara, es decir, la retirada de los sentidos hacia el interior
porque, más que intentar gozar de los objetos mundanos que nos rodean y nos atraen al
exterior, es mejor nutrirse de las virtudes del alma. Sin esta práctica preparatoria, el
futuro meditante se arriesga a jaquecas y frustraciones, ya que su interés por el mundo, le
impedirá siempre interiorizarse y en consecuencia apreciar y profundizar en su
meditación.

Según el Tao, el mundo está en perpetuo movimiento y está hecho de acciones yin y de
acciones yang, haciéndonos pasar de manera constante y repetitiva por la vida y la
muerte, la alegría y el sufrimiento, la luz y la oscuridad. No existen eternas primaveras y el
invierno viene siempre a poner fin a nuestras esperanzas y a nuestras ambiciones. Pero
también sabemos que la perfección es infinita y que la muerte siempre irá seguida de un
renacimiento. Es más allá de este movimiento de construcción/destrucción, que se
encuentra el Ser (ya sea cósmico o individual). Este Ser, eternamente presente, que no se
mueve ni se transforma y en el que se disuelve el universo una vez se realiza su intención,
debería ser el único objetivo de nuestro interés y de nuestra concentración. El hombre
puede entonces elegir: o bien es inteligente (la mente impregnada de prajna) y busca el
Ser divino en su interior (aunque el Ser esté en todas partes); o no lo es y permanece en el
mundo material de la dualidad sufriendo, a merced de su karma, la alternancia de las
satisfacciones, placeres y desdichas.

¡En cualquier caso, el discípulo (cualquiera que sea su disciplina) sabe que llegó a este
mundo desnudo y pobre y que morirá desnudo! Imposible llevarse cualquier cosa material
ya que nada, absolutamente nada es de su propiedad, puesto que, por definición, el
propietario no es más que un ego ilusorio que se imagina ser una persona mientras que en
realidad es una conciencia universal. Es por esta consciencia de la situación que es posible
liberarse y desapegarse del mundo sin por ello abstenerse de sus obligaciones. Si llegan a
familiarizarse con el Ser como "Yo", seguirán siendo el observador sereno y ecuánime de
un mundo en el que podrán desempeñar su papel sin sufrir las ilusiones y las
consecuencias: sufrimiento y miseria. Serán como los discípulos de Jesús, viviendo en el

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mundo (para sostenerlo) pero fuera del mundo (perpetuamente cambiante) ya que su
conciencia ya no será la de un ego limitado y apegado sino la de un alma liberada, un alma
omnisciente y omnipresente. Habiendo trazado lo esencial, veamos ahora las reglas que
deben seguirse cuando se pertenece a una escuela tradicional.

Uno de los consejos que me dieron en varias ocasiones, fue el de suprimir las causas del
miedo ya que el miedo se convierte en la causa de nuevos sufrimientos, mayores y a
menudo imaginarios. La gente que tiene miedo tiende siempre a aferrarse a algo, se
apegan al mundo como una concha a su roca, como una persona que se ahoga y se agarra
a su salvavidas. Estos practicantes temen también el zen porque en el zen deben
desapegarse de todo lo referente al mundo, con la finalidad de dejarse atrapar por el
Incognoscible, al que no es posible conocer antes de que este misterio no se haya
revelado como Ser.

¡Muchos piensan que deben estar lúcidos y presentes como "yo soy yo" con el fin de no
extraviarse! ¡Extraña actitud para aquel que, siendo el Todo absoluto, tiene miedo de
extraviarse! Se apega a los conocimientos, a los amigos, a su maestro, a su familia, a sus
creencias, a su dinero para preservar su identidad de ser humano que posee un nombre y
una forma durante el breve lapso de una existencia. En verdad la causa de todos los
miedos reside en este apego a nuestra forma humana, a nuestro ego humano, sabiendo
con todo cuán frágil y transitorio es. La buena actitud consiste en comprender (por el
estudio eventualmente) que no hay realmente nada que temer y que no necesitemos
nada para entrar de pleno derecho en el ciclo de la reintegración hacia nuestra verdadera
naturaleza, que es del orden de la unidad y del todo. Una vez que se sabe de dónde se
viene y a dónde se va, no queda más que concentrarse en la más importante de todas las
preguntas: ¿Quién soy?

Para ello el método de investigación no concierne ni al pasado ni al futuro, no consiste en


aprender, en añadir un conocimiento suplementario, sino todo lo contrario, consiste en
dejar de acumular. Se puede actuar, e incluso es indispensable, pero desapegado de esta
acción como el hueso de la ciruela madura se despega de la pulpa. No hay nada más que
tomar sino más bien someterse al Ser, cuando estemos lo bastante vacíos de nosotros
mismos como para que éste pueda tomarnos a nosotros, como le gusta decir a uno de mis
amigos enamorado del budismo zen.

La actitud de ser el hueso de la ciruela, independiente de su pulpa, se incorpora a la de


Dogen cuando nos dice que: "Para volar, el pájaro no tiene que saber lo que es el cielo o
cuáles son sus límites". Es con esta mentalidad que debe emprenderse siempre la práctica
de la meditación zazen, hasta la desaparición de za y la contemplación de zen, que es el
vacío absoluto de todo lo que no es el Espíritu del Buda. En esto se encuentra nuestra
verdadera base y esta es la única verdad que debe realizarse.

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Para aquellos que sienten una mayor atracción por el yoga hindú, veamos una perfecta
definición de la esclavitud, lo contrario de la liberación, que nos viene dada por el rishi
Vyasa, uno de los más grandes maestros espirituales de la India antigua. He aquí sus
divinas palabras: "La esclavitud no es nada más que la situación de la inteligencia (buddhi)
cuando el objetivo último del Ser todavía no se ha alcanzado, y la liberación no es más que
el estado donde este fin ha sido llenado."

Reconozco que es necesario empezar por el principio y no quemar etapas, por lo tanto,
soy consciente que el principiante comienza, inevitablemente, por utilizar su cuerpo físico,
al menos para que este instrumento de experimentación (sólo es esto) no sea una
desventaja en el proceso del despertar de la conciencia del alma (buddhi)1. El primer
trabajo consiste pues en aprender a sentarse correctamente, algo que puede parecer fácil
pero que no lo es. Una vez sentado es necesario inmovilizarse y calmar el cuerpo. El
practicante debe poder, sin esfuerzo, mantenerse durante horas inmóvil y recto (¡aunque
no necesariamente en la postura del loto!). Este primer control del cuerpo nos permite
saber un poco más sobre nosotros mismos, ya que hay quienes lo logran en algunos días
mientras que otros necesitan varios años de esfuerzo. Algunos son pacientes mientras que
otros se irritan y son estas reacciones las que nos muestran claramente los límites de
nuestra mente. En nuestros acervos (buenos y malos) somos todos diferentes, unos de
otros. Esta constatación debe estar siempre presente en el espíritu del sensei, para que
pueda dar a cada uno el consejo que le conviene.

¡Una vez firmemente establecidos, como Fudô Myô-ô sobre el monte Meru, el eje de
rotación de toda esfera (la espina dorsal del que medita), es conveniente combatir la
mente que en la mayoría de los hombres no comprometidos en una disciplina es un
verdadero fuego artificial, al no tener ningún tipo de control sobre sí mismos! La primera
acción consistirá pues en reducir este fuego artificial a un minúsculo punto de luz. Hablo a
menudo en términos de luz ya que sugiere la belleza, la alegría, el retorno a la vida, el
conocimiento sobre el oscurantismo, el bien sobre el mal que a menudo se sirve de la
oscuridad para manifestarse. Y, además, la luz es un atributo del alma hasta el punto de
que el Sartori se describe a menudo como un tipo de iluminación.

Ahora nos encontramos confortablemente sentados y buscaremos un punto sobre el que


concentrarnos. Hasta la fecha, el sensei nos ha preparado aconsejándonos mantenernos
perfectamente concentrados sobre cada acción de la vida cotidiana, comiendo,

1 Buddhi: la facultad de conocimiento e inteligencia iluminada. Es el principio universal, parte del cual se
encuentra en el hombre como sexto principio, un reflejo inmediato del Espíritu Divino o el Ser divino. Esta
buddhi o alma espiritual es el principio por el cual el Espíritu manifiesta su esplendor divino, al menos
cuando impregna la mente racional, confiriéndole así la discriminación entre lo real y lo irreal, la intuición y
el Amor puro. En su aspecto "conciencia", buddhi es la luz de la trascendencia; en su aspecto "energía", es el
poder purificador y regenerador conocido por los yoguis indios como Kundalini. Aquel que manifiesta
plenamente la Buddhi o Sabiduría se llama Buda y el sistema que enseña esta sabiduría es el budismo. Buda
o buddhi deriva de la raíz sánscrita budh: sabiduría, despertar o conocimiento del Ser. Esta misma raíz dio la
palabra bodhi (en japonés Bodai) o sambodhi (en japonés Bodaishin), es decir, la mente cuando se libera de
la ignorancia. Cuando un rayo de bodhi alcanza la mente, ésta se ilumina (Sartori) o muere (moksha).

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trabajando, etc. A partir de ahora, el mundo exterior debe ser momentáneamente
abandonado de la misma forma que el mundo desaparece durante el sueño sin sueños.
Esta es la correcta actitud. ¡No proyectemos nada, no esperemos nada! La actitud ideal es
finalmente no tener y simplemente ser: ¡aquí y ahora, según la famosa fórmula!

No existe ninguna acción, desde la que realiza una madre en casa, pasando por el
científico, el hombre de negocios o el místico, que no precise de concentración para tener
éxito. No es algo espiritual porque la concentración sólo afecta al principio mental y, por
consiguiente, al cerebro. Sin embargo, sin el control de la concentración, la meditación es
imposible, ya que ésta es una concentración durante más de diez minutos. ¡No hablo, sin
embargo, de la contemplación que requiere del dominio de la meditación! Todavía no
hemos llegado a este estado y, por lo tanto, debemos buscar en el mundo de las ideas
aquellas que más nos inspirarán, las que sugieren la belleza, la grandeza, la pureza. El
científico se concentrará en el objeto de su investigación, el practicante zen sobre un
koan, sobre la respiración o sobre el Ser.

Reducir el mundo a un único punto es un poco como volver al origen del Big Bang donde,
según los astrofísicos, el Universo estaba contenido en una bola de energía original. Si
bien esta teoría es cuestionable, según la interpretación que se hace de los textos
antiguos que nos legaron los sabios, la idea es la misma y este punto de tensión absoluto
es de suprema importancia, ya que o bien esta bola de energía se interioriza y desaparece
dejando el Espacio vacío o por el contrario se exterioriza y permite la aparición de un
Universo. El meditante está en esta misma posición, o bien profundiza en su
concentración y penetra tras el velo hacia la realidad misteriosa de Dios, o bien sale y se
encuentra con el mundo exterior con todo lo que le es querido: él mismo, su
pensamiento, sus amigos y sus placeres, sus ambiciones y proyectos, su familia, su casa, su
dinero, su nación, etc. Por lo tanto, esta concentración sobre un punto, cuando es
sostenida es "sabiduría" porque el punto ya no retiene al ego que termina disolviéndose
en el Ser y nos permite vivir prajna, la suprema sabiduría transcendental. Cuando la
concentración es perfecta, se adquiere la sabiduría, de ahí las palabras del sexto patriarca
zen Huineng: "La concentración es la quintaesencia de la sabiduría, mientras que la
sabiduría es la manifestación de la concentración". Ambas son, decía este maestro,
comparables a una lámpara y su luz, o según un maestro hindú, al océano y sus olas. Las
dos forman una perfecta unidad cuando se activa la concentración y la sabiduría. La
concentración llega en primer lugar, al igual que la lámpara, luego aparece la sabiduría o
la luz, pero no se puede decir que una llegue antes que la otra, porque la sabiduría y la luz
ya estaban presente antes de que apareciera la concentración y la lámpara.

¿Cómo puede utilizarse de manera práctica esta concentración? He aquí una buena
pregunta, porque muchos practicantes se piensan que la concentración se adquiere
permaneciendo tranquilamente sentados en zazen, no permitiendo que ninguna idea
surja en la mente. Esta actitud no es falsa pero sólo representa el primer paso en la
práctica, es la fase donde se detienen aquellos que no están provistos de visión interior y

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que, según las palabras de Huineng: "Tienen una inteligencia limitada." La concentración
que se trabaja en el zen activo y que conviene especialmente a un experto del Budo,
consiste en mantener la concentración sobre la verdad de tres grandes leyes,
independientemente de nuestro estado, sentado o dormido, activo o pasivo. Por supuesto
que esta forma de concentración es más fácil para el monje que para el hombre de
nuestro tiempo, pero corresponde a cada cual adaptarse inteligentemente y utilizar los
conocimientos que enseñan los maestros. Para evitar cualquier error de interpretación,
prefiero citar literalmente las palabras del sexto patriarca quien nos da claramente los tres
puntos de concentración esenciales para alcanzar Prajna.

"Erudito auditorio, es tradición en nuestra Escuela tomar los "no-fenómenos" (wou-siang) como
esencia, el no-detenerse (wou-tchou) como base, el no-apego (wou-nien) como principio
fundamental."

1 - "Los "no-fenómenos" significa: no dejarse absorber por los objetos exteriores y la ausencia de
imaginación significa: no dejarse atrapar por algunas ideas particulares en el ejercicio de nuestras
facultades mentales.

2 - El "no-detenerse", es considerar como "vacío" lo que es bueno o malo, bonito o feo y aunque,
de vez en cuando, surgen peleas o conflictos, debemos tratar a nuestros amigos y enemigos de la
misma manera y nunca pensar en vengarnos; en ningún momento el pensamiento debe detenerse
en estas elucubraciones. Si permitimos a nuestros pensamientos del pasado, del presente y del
futuro detenerse y conectarse en serie, entonces esto significa que nuestro pensamiento está
atado y suspendido. Si, por el contrario, en cualquier momento y hacia todas las cosas, dejamos a
nuestro pensamiento en "no-detenerse", entonces ya no existe ninguna conexión (secuencia), ni
suspensión. Es por esta razón que tomamos el "no-detenerse" como base.

3 - Erudito auditorio, en el pensamiento que no se mancha en ningún ámbito encontraremos el


"no-apego" (wou-nien). El ser mismo que piensa, debe siempre desapegarse de todos los ámbitos
para que su pensamiento no sea una fuente de creación (causas-efecto) en ningún ámbito. Pero
no pensar en nada y luego suprimir todo pensamiento, detener el curso de los pensamientos, es la
muerte e inmediatamente después nos reencarnaremos en otra parte. He aquí el gran error.
Llegar a ser sin pensamiento sería pues inútil puesto que esto no nos liberaría de los
renacimientos.
Erudito auditorio, déjenme explicarles todavía porqué tomamos el "no-apego" como principio
fundamental. Existe un tipo de hombre ilusionado, elucubrador sobre la propia naturaleza y los
pensamientos producidos en todo ámbito. Allí, nace la idea surgida de visiones erróneas que son
la fuente de todo tipo de conceptos falsos y manchas. En la propia naturaleza (que es esencia muy
pura) no hay, intrínsecamente, nada que alcanzar. Decir que en esta naturaleza se debe "alcanzar"
y hablar inconsideradamente de méritos o deméritos, son visiones erróneas y manchas. Por esta
razón, en nuestra Escuela, el "no-apego" es nuestro principio fundamental."2

Entiendo perfectamente que este texto requiere un desarrollo y una interpretación a


fondo, pero prefiero dejar este trabajo para aquellos que eligieron el zen mucho antes que

2 Discours et sermons de Houeï-Nêng, pág. 85-86, Edition Albin Michel, 1963.

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la práctica del Budo como medio para llegar al Nirvana, y concentrarme sobre el desapego
que es la base del espíritu y la práctica de una escuela tradicional (como el Kyudo, el
Aikido o el Iaido-ken-jutsu). Es, en efecto, la actitud más útil pero quizá la más difícil de
aplicar cotidianamente. Nuestra vida no es la de un monje que vive en contemplación en
un monasterio, y múltiples agresiones exteriores vienen constantemente a perturbar
nuestro cuerpo emocional y mental, cuando no el físico. No dije "perturbarnos", porque lo
que realmente somos no es el hombre físico sino la conciencia del Ser, y este Ser no se ve
afectado por las experiencias del exterior. Si hay una cosa con la que todos estamos de
acuerdo, es que nuestros cinco sentidos nos aportan algunas satisfacciones (que
buscamos frenéticamente renovar), y sobre todo mucho sufrimiento de carácter físico,
emocional y mental. Este sufrimiento persistirá mientras nuestra conciencia, creyéndose
este cuerpo, reaccione a todo lo que le afecta. Cuando digo cuerpo, pienso obviamente en
el conjunto de la personalidad humana y mortal triplemente constituida. Estar
desapegado significa que la conciencia del alma ha madurado y que sentimos en lo más
profundo de nosotros que el cuerpo no es más que un apoyo transitorio a una conciencia
que se despierta y nos aporta a cada momento una "comprensión", cada vez más extensa
y más inclusiva de aquello que somos y de la intención de esta encarnación. Es por el
despertar de esta conciencia del alma (bodhi o prajna) que comenzamos a cambiar de
polaridad: aparece una ligera repulsión en relación con el mundo exterior y una sutil
atracción nos conduce hacia aquello que no tiene nombre o existencia, pero que
llamamos paz interior, amor, beatitud. Es una intuición todavía muy abstracta que
lentamente nos hace apreciar otros valores y otros intereses, que los que atraen a la
mayor parte de la humanidad y que nosotros llamamos dinero, comodidad, bienestar
personal, gloria, distracción, etc. Aquel que se desapega del mundo aprecia con mayor
intensidad las virtudes del alma que son la amabilidad, el valor, la honradez, el sentido de
la fraternidad, la compasión, la abnegación, la caridad, la modestia, etc. Mientras esta
distinción entre el hombre y su alma no esté establecida, la conciencia vive dentro de los
estrechos límites del cuerpo y sufre con él.

En la práctica del ken-jutsu, suele ser normal recibir un golpe de sable en los dedos, la
reacción "desapegada" es procurar que el dolor siga siendo dolor allí donde se encuentra,
sin hacerlo remontar hasta la mente y luego al cuerpo emocional, comportando las típicas
reacciones de irritación, cólera, gritos y gesticulaciones. Aquel que ha cultivado el espíritu
del desapego o renuncia y que, por lo tanto, ha adquirido un cierto grado de indiferencia
(sánscrito: vairagya) no se apegará a este dolor, sino que permanecerá ecuánime y
seguirá (si el golpe no es grave) lo que estaba haciendo. De esta forma la conciencia está
activa en otra parte y el dolor es mucho menos vivo. Recibir un mal golpe no debería
tampoco generar una sensación de repulsión (rechazamos todo aquello que no es
agradable). El golpe es registrado y el dolor canalizado sin más. Se registra el hecho que
posteriormente se analizará para saber de dónde viene el error. Si se trata de nuestro
compañero le haremos comprender respetuosamente la naturaleza del problema, si el
error es nuestro, haremos personalmente el esfuerzo de no volverlo a cometer.

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A nivel puramente emocional, nuestra ecuanimidad o espíritu de desapego es igualmente
solicitado, pero mucho menos que en los deportes de competición. Todos los años,
podemos ver a los competidores de judo durante los campeonatos. En el 2017, valoré
especialmente la victoria por equipos de los japoneses. Para mi, sin embargo, la victoria
no estaba vinculada a la técnica y al juicio de los árbitros, sino solamente a la actitud de
desapego y ecuanimidad de los candidatos. Aquellos que leen estas líneas y que como yo
siguieron las competiciones, pudieron observar la tranquilidad y la modestia de los
japoneses tras su victoria. No hubo gritos de entusiasmo o decepción, ni puños alzados o
actitudes victoriosas. Una vez ganado el combate, se unieron a su equipo y se se callaron
observando los otros combates de manera serena y sin pasión desbordante. Nuestros
compatriotas (a parte de algunas excepciones) hicieron exactamente lo contrario,
totalmente excitados por instructores fanáticos y vulgares, ejemplo que nunca
deberíamos seguir si buscamos el desapego. Al no estar presente el espíritu de la
ecuanimidad, asistimos a derrotas llenas de sufrimientos, decepciones, lágrimas y
frustraciones. Esto es precisamente lo que debemos evitar en la vida cotidiana y en el
Budo en particular.

Mi instructor de zen, el maestro Sano Jushoku, decía a menudo sobre el desapego: "Todo
aquello que proviene del exterior debe resbalar sobre nosotros sin nunca llegar a
adherirse o penetrar". Si una persona nos insulta, debemos dejar pasar la injuria cuyos
efectos volverán de nuevo a su propietario, no debemos sentirnos afectados. Si somos
sordos nos mantendremos serenos ante la injuria por lo tanto seamos sordos ante la
crítica o a las injurias, y lo mismo debemos hacer con nuestros otros sentidos.

¡La ausencia de pensamientos, como postulan los maestros del budismo zen, no significa
matar nuestra mente, lo que equivaldría a morir o a convertirse en loco! No, el no pensar
es la conciencia (Prajna) liberada de los pensamientos inferiores tales como el apego, el
miedo o el deseo. Aunque nos veamos obligados a utilizar los pensamientos, es necesario
observarlos sin ilusión, por lo que son, y nunca identificarnos con aquellos que surgen del
mundo material. Podemos utilizarlos, pero nunca atarnos a ellos, no olvidemos que los
pensamientos emanan del ego y lo refuerzan. ¡Sin pensamiento, el ego desaparece! De
nuevo el aspirante y el principiante plantean la pregunta: ¿pero si no pensamos quién va a
dirigir la maquinaria humana? La respuesta sigue siendo la misma: la mente que es la
causa de los pensamientos no es algo malo cuando es el alma quien la utiliza, en cambio,
lo que genera el sufrimiento y el encarcelamiento en este mundo hasta la muerte, es la
utilización de los pensamientos por el ego o la personalidad inferior.

Veamos algunos ejemplos sobre la diferencia entre el ego y el Ser: ¡el ego toma, el alma
da, el ego acusa, el alma perdona, el ego puede odiar, el alma nunca, el ego vive en el
mundo de los efectos, el alma en el de las causas! Estos ejemplos se cuentan por miles.
Por lo tanto, es la conciencia inspirada por el alma la que debe guiar la personalidad, no la
personalidad limitada a sus cinco sentidos y a su mente racional y materialista.

10
Desapegarse del mundo no significa en absoluto que nos desinteresemos, sino que
nuestra felicidad no depende ya del mundo y de lo que nos ofrece, nuestro único interés
es poder aportar ayuda y felicidad a nuestros hermanos que están presos en él. A veces el
desapego ha llevado a los místicos a no actuar en el mundo. Sin embargo, los sabios
siempre se han opuesto a esta interpretación. ¡Es necesario actuar por el bien o por su
contrario, pero es necesario actuar! Sólo hay una forma de conseguir que una acción
quede exenta de karma3 y es realizándola desapegado del deseo de su fruto. Si un médico
ve a su paciente como un cliente, el resultado de una supuesta buena acción que habría
derivado en un karma positivo, será estéril. Si además el médico en cuestión solo ve en
esta acción un interés financiero, corre también el riesgo de un karma negativo. El tema es
muy largo y ya ha sido desarrollado por el autor en otro de sus libros, tan sólo quería
destacar este importante detalle. Por otro lado, todos los maestros que alcanzaron la
liberación fueron ante todo instructores que se sacrificaron y se sacrifican,
reencarnándose en nuestra pobre humanidad confundida con el fin de mostrarle la puerta
que abre las cumbres de la realización. Si debemos cultivar la indiferencia, es solamente
relativa a nosotros mismos y nunca hacia los demás. Por el contrario, debemos estar muy
atentos a la miseria del mundo y hacer lo que esté en nuestras manos para sostenerlo,
aliviar su carga y sobre todo iluminar a aquellos que lo desean. Terminaré con unas bellas
palabras del sexto patriarca:

"Cuando nuestro espíritu (la mente – N.A.) ya no se apega ni al bien ni al mal, debemos velar para
que no permanezca en el vacío (en este caso sinónimo de ausencia – N.A.) o en un estado de
inercia. Llegados a este punto, lo que conviene hacer, es seguir nuestros estudios y ampliar
nuestro conocimiento de tal modo que conozcamos nuestra propia naturaleza, comprender con
profundidad los principios del Buda, ser benévolos ante nuestra relación con los demás, liberarnos
de la idea del "yo" y "tú", y que desde entonces hasta el momento en que alcancemos la
iluminación (bodhi) hayamos comprendido que la verdadera naturaleza, es decir, la pura esencia,
permanece constantemente inmutable. Así es la esencia del Conocimiento obtenido, consecuencia
de la liberación (moksha) alcanzada."4

Otra pregunta se repite a menudo: ¿La iluminación (satori) llega repentinamente o por el
contrario es una experiencia progresiva? No siendo un maestro de zen, dejo la palabra a
mi instructor Sano Jushoku que respondió a esta pregunta según su peculiar manera:

"Más que de iluminación yo hablaría del cese súbito o progresivo de la ignorancia, pero en ambos
casos se trata de ignorancia. Estas dos concepciones solo existen para el que está desprovisto de
intuición porque aquel que ha recibido la luz, sabe que siempre ha estado presente y que
cualquier otra especulación sobre su aparición lenta o instantánea es superflua."

Según todo lo que he aprendido sobre el tema, puedo decir que algunas personas
trabajaron mucho en sus vidas pasadas y en esta vida obtienen rápidamente la luz,

3 “Los méritos sólo pueden ser adquiridos en el Cuerpo de la Ley (Dharmakaya) y no tienen nada que ver
con las prácticas que aportan la felicidad.” (Bodhidharma)
4 Ibíd. Pág. 94-95

11
mientras que otros deben hacer muchos esfuerzos para obtener resultados que sólo
darán su fruto en un futuro lejano. Por otro lado, la calidad de la mente no es idéntica
para todos, y la luz del Ser podrá revelarse lenta o espontáneamente según esta misma
calidad. Esta forma de manifestarse no tiene ninguna importancia ya que muchos
discípulos no tienen ningún Sartori, pero internamente están iluminados, actuando con
amor y sin egoísmo por el mundo. Por lo tanto, dejaron de lado las prácticas espirituales y
quizá no tendrán experiencias objetivas o subjetivas, pero aún así, estarán impregnados
de conciencia búdica. Por lo demás, la actitud zen es ante todo no esperar nada de la
práctica zen, dado que esto daría nacimiento a la idea de "futuro", desviándonos así del
presente inmediato.

Como budista del Vajrayana, me gusta utilizar el término prajna en lugar de buddhi, lo que
viene a ser prácticamente lo mismo. Prajna, es necesario recordarlo, es la aptitud para
percibir la mente universal. Es la verdadera sabiduría como resultado de la realización del
Ser; es la inteligencia intuitiva y discriminativa que refleja claramente la naturaleza del
Espíritu (Dios en cada uno). También utilizo la expresión el Ser, que es la sublimación del
pequeño yo egocéntrico, pero que básicamente siempre ha sido el Ser mismo, pero
manifestado por una persona que sufre de ceguera o visión espiritual dañada. Es como
una persona que busca desesperadamente sus gafas sin darse cuenta de que las lleva
puestas. El ojo es el Ser, las gafas el ego.
¡El esfuerzo por preparar la mente a desaparecer es enorme y puede durar varias vidas,
pero una vez que el Ser o el alma impregna la mente, el cambio de uno (la mente) por el
otro (el Ser) se hace en un pestañeo! Nada se mueve ni cambia, nada extraordinario viene
a interrumpir lo cotidiano, el mundo sigue siendo el mundo, pero todo es diferente desde
entonces, aquello que era negro sigue siendo negro (pero blanco internamente), aquello
que era oscuro sigue siendo oscuro (pero luminoso por dentro), la mente es reemplazada
por prajna, la visión de la realidad se impone. ¡Nos convertimos en esa realidad y cesa la
ilusión! Según D. T. Suzuki5:

"Este algo, de un carácter muy diferente, es lo que llamamos el Satori. Es intuición, pero es
diferente de la intuición ordinaria; yo la llamo intuición prajnica. Podemos traducir prajna por
sabiduría transcendental, pero esto no nos da todos los matices del sentido, ya que prajna es una
intuición que entiende a la vez la totalidad y la individualidad de las cosas. Es una intuición que, sin
mediación de ninguna clase, ve que cero es el infinito y que el infinito es cero, y esto no constituye
una indicación simbólica o matemática, sino un hecho de la experiencia resultante de una
percepción directa.
"Psicológicamente hablando, el Satori consiste en un ultrapasar los límites del ego; lógicamente,
es ver la síntesis de la afirmación y la negación; metafísicamente, es saber por la intuición que el
destino es el ser y que el ser es el destino."

5 D.T. Suzuki escribe aún: "... prajna ve el interior de la esencia de las cosas tal como son (yathabhutam),
prajna tiene la visión de las cosas tal como son en su vacío de naturaleza; tal visión de las cosas pretende
alcanzar el límite de la realidad, es decir, ir más allá del dominio de la comprensión humana; por lo tanto,
prajna se apodera de lo inasequible, alcanza lo inalcanzable, comprende lo incomprensible; cuando la
descripción intelectual del trabajo de prajna se traduce en términos psicológicos, no parece apegarse a
nada, ya sea a una idea o a un sentimiento. (Essais sur le Bouddhisme Zen, série III, 245, Albin-Michel.)

12
En la práctica del Budo, esta impregnación de prajna se traduce por una nueva actitud
durante la práctica, especialmente si el estilo de la escuela es rápido como, por ejemplo,
los katas en el estilo de la escuela Tenshin Shôden Katori Shînto que, en su expresión real
son muy rápidos, solamente el entrenamiento es lento y rítmico. Ahora bien, el que gana
en velocidad gana en intuición, pero pierde en precisión. No se puede hacer otra cosa que
dejar a la intuición que se ocupe de la precisión. En una palabra, es necesario sustituir la
mente por prajna. La velocidad es un atributo del tiempo, eliminemos el tiempo que es un
concepto de la mente y llegaremos a trascender la velocidad. Dicho de otro modo, el Ser
nos unirá a las acciones del compañero y anticipará lo que debe ser anticipado. Es una
armonización que resulta de la unidad. Para alcanzar este estado, es necesario tener
confianza en el Ser, lo que no es fácil debido al intenso miedo por fallar. Confiamos en
nuestras capacidades, pero dudamos de las del Ser a quien todavía no identificamos
claramente. Sin embargo, será necesario que algún día le dejemos la responsabilidad de
hacer en nuestro lugar lo que debe hacerse y para ello es preciso aprender a seguir siendo
un simple observador de la acción. Debemos mantenernos afianzados en el Ser silencioso
mientras que el ego hace lo que le parece necesario hacer. En pocas palabras, es
importante dar absoluta prioridad al Ser y cesar el parloteo mental. Es la acción en la
inacción, dicho de otra forma, es la acción privada de intenciones objetivas porque la
conciencia está totalmente unida y dirigida por prajna.

Prajna no tiene ni forma ni color, ni características particulares. Sólo es una palabra para
designar la intuición de nuestra propia naturaleza que es universal e infinita. Hemos de
entender bien que la no intervención del pensamiento, demasiado lento y pesado, es la
condición sine qua non para alcanzar la armonía con el compañero, o con los adversarios
como fue el caso en siglos pasados. Si la mente detiene su discurso, el kata se convierte en
el universo y el hombre desaparece en prajna. Dado que ahora estoy utilizando el término
prajna en sustitución de decenas de otros términos con un significado parecido,
permitidme dar algunas explicaciones sobre esta palabra, muy utilizada por los budistas
del Zen o del Shingon, así como por los adeptos del Shugendo.

La actitud que persigue todo practicante del Budo, es la de permanecer en el Ser


inmutable mientras que la película del mundo se desarrolla en la pantalla de la mente no
identificada y percibida como pura ilusión. Una de las mejores descripciones de esta
actitud zen, es la ofrecida por el maestro zen Takuan, tal como la enseñó al gran maestro
de esgrima Yagyu Tajima-no-kami:

"Lo más importante en el arte de la esgrima es adquirir cierta actitud mental llamada: "sabiduría
inmutable". Esta sabiduría se adquiere intuitivamente después de una práctica prolongada.
"Inmutable" no significa rígido, pesado y sin vida, como una roca o un trozo de madera. Significa el
más alto grado de movilidad alrededor de un centro inmutable. La mente alcanza entonces el más
elevado grado de alacridad y puede dirigir la atención en todas partes, ya sea a la izquierda, a la
derecha o en otras direcciones. Cuando la atención es comprometida y movilizada por la espada
con la que afrontáis al enemigo, perdéis la primera ocasión de realizar por por vosotros mismos el
próximo movimiento. Vaciláis, pensáis y durante esta deliberación el enemigo se prepara para

13
abatiros. Se trata de no proporcionarle esta ocasión y es suficiente con seguir el movimiento de la
espada que se encuentra en manos del enemigo, manteniendo la mente libre de hacer su propio
contra movimiento sin que intervenga la reflexión. Os desplazáis cuando se desplaza vuestro
adversario y esto conducirá a su derrota."6

Es aconsejable el estudio de este Tratado de Takuan para todos aquellos budokas que
buscan el control de su arte, ya que ofrece muchos consejos. El maestro tuvo que adaptar
sus consejos porque se dirigía a un guerrero y, como podemos imaginar, habrían sido un
poco diferentes si hubieran estado dirigidos a un monje en su búsqueda de la realidad.
Debemos aclarar varios puntos, su descripción es totalmente conveniente cuando habla
de la sabiduría inmutable, es decir, nuestro Ser como centro omnisciente en el que la
mente no está ni aquí ni allí, sino en todas partes a la vez. Quisiera hacer una observación,
cuando poseemos este estado de percepción intuitiva, ya no nos situamos en la mente
sino en el Ser, y entonces es imposible que nuestra atención (nuestra mente) quede
atrapada por la espada del adversario. Takuan dice que es necesario seguir la espada del
enemigo manteniendo la mente libre. Esto es imposible excepto para un maestro que ha
dominado totalmente su mente. Si se es capaz de seguir la espada del adversario, es que
la mente está presente y activa, y en ese caso, a menos de ser un espadachín fuera de lo
común, habiendo alcanzando la cima de su arte, la mente corre el riesgo de quedar
atrapada y pasar por delante del Ser inmutable. ¡En realidad, estar en el Ser implica la
total sumisión de la mente incapaz de intervenir por propia iniciativa, y aquello que se
desplaza cuando el adversario se desplaza no es un acto de la mente ya que no está
presente! Sólo queda el Ser o conciencia prajna (la actitud mental de la no injerencia
según Takuan) que es uno con el otro, convertido en parte de sí mismo.

Es cierto que sólo son palabras, pero deben ser bien entendidas para comprender el tema
que nos ocupa. Ahora queda claro que ya no tenemos más enemigos que combatir
cotidianamente, excepto quizá el más temible de ellos: nuestra mente. Por lo tanto, el
texto de Takuan sigue siendo válido si cambiamos el término "adversario" por el de
"mente".

El Sutra del Corazón (Hannya Shingyo)

En la escuela Shingon del maestro Kukai (Kobo Daishi), que fue la forma de budismo
practicada por el fundador de la escuela Tenshin Shoden Katori Shinto, prajna, la
conciencia omnisciente, asume un lugar fundamental y fue objeto de un estudio particular
del fundador, así como de un valioso comentario sobre uno de los Sutra más importantes
cuyo título en sánscrito es:

"Buddha Bhasa Mahâ Prajnâ Parâmitâ Hridaya Sutram"

6 D. T. Suzuki, Essais sur le Bouddhisme Zen, serie III, pág. 362.

14
Es un texto muy corto que expone la naturaleza de la sabiduría transcendental prajna.
Existen varios Sutras del Prajnâpâramitâ traducidos por distintos monjes eruditos, pero el
que utilizaba Kukai es el Sutra que fue traducido por el maestro Kumarajiva7. Muchos
críticos han querido ver en este corto Sutra un simple resumen del Mahâ Prajnâ Pâramitâ
Sûtra, indiscutiblemente más voluminoso. D. T. Suzuki escribió al respecto: "En chino, los
cuatrocientos primeros fascículos de esta obra corresponden a grosso modo al
Shatasahasrika-prajnâ-pâramitâ sánscrito que se compone de 100.000 versículos." ¡Este
sería el motivo de la introducción de la palabra "corazón" en el título! Sin embargo, Kukai
rechaza esta opinión que acreditaría la tesis de un Sutra resumido y dice: "Diré pues que
un dragón tiene escamas similares a las de una serpiente." Esta frase de Kukai ha sido
comentada de maneras bien diferentes, pero en mi humilde opinión, poco fieles a la idea
que tenía Kukai al escribir estas palabras.

Recordemos que en el budismo existen dos manifestaciones de la misma doctrina. Un


gran iniciado nos explica:

"Las dos escuelas de la doctrina de Buda, la esotérica y la exotérica, son llamadas


respectivamente: Doctrina del «Corazón» y Doctrina del «Ojo». El Bodhidharma, la
religión de Sabiduría de la China (desde donde llegaron los nombres al Tíbet) denomina a
estas dos escuelas: Tsung-men (esotérica) y Kiau-men (exotérica). La primera es llamada
así porqué la enseñanza emana del corazón de Gautama Buda; mientras que la doctrina
del “Ojo” fue obra de su cabeza o cerebro. La «Doctrina del Corazón» es denominada
también “sello de verdad” o “verdadero sello”, símbolo que se encuentra encabezando
casi todas las obras esotéricas."8

Ahora podemos comprender mejor porqué Kukai, que no lo olvidemos recibió a los 32
años el título de octavo patriarca de la doctrina esotérica (Mikkyo), daba gran importancia
a la doctrina del corazón que para él era la esencia de este Sutra. El hecho de utilizar los
nombres del dragón y la serpiente no es una coincidencia ya que son los dos símbolos del
adepto más elevado (parecido a las Nagas arias de la antigua India) y esto Kukai lo sabía,
obviamente. Aunque la forma pueda ser diferente (Sutra largo y Sutra corto), el fondo
(esotérico) no cambia básicamente. El Sutra corto contiene cinco partes:

1. La primera parte es una introducción general de la persona religiosa y del dharma.


Veamos las primeras líneas:

7 Otras traducciones de este texto, altamente sagrado y esotérico, fueron realizadas por Hsuan-Chuang
(600-664), I-Ching (635-713), Fa-Yueh (¿? -741) y Prajna, uno de los instructores de Kukai cuando se
encontró con Ch’ang-An en China.
8 H.P.Blavatsky : « La Voix du Silence », pág. 27.

15
"Cuando el Buda Avalokitesvara practicaba la profunda sabiduría transcendental
(prajnâpâramitâ) él distinguía claramente que los cinco constituyentes psicofísicos eran
vacíos, y por lo tanto él se convirtió en libre de todo sufrimiento."9

2. La segunda parte trata de los cinco diferentes vehículos (escuelas, N. del A.) que son el
Kegon, el Madhyamika, el Yogacarya, el Hinayana y el Tien-tai.

- por Kegon se entiende la enseñanza del samadhi del Tathagata que apoya la doctrina
de la interpretación.
- por Madhyamika, se entiende la enseñanza del samadhi del Tathagata que es libre de
toda especulación sin fundamentos.
- por Yogacarya, se entiende la enseñanza del samadhi del gran Bodhisattva Maitreya,
en el vacío del cual no existe ninguna forma.10
- por Hinayana, se entiende aquello que se relaciona con dos tipos de creyentes:

1) aquél que sólo reconoce los cinco constituyentes psicofísicos y no el Ser


permanente (sravakas).
2) aquél que es libre de la raíz del karma (Pratyeka-Buda). En otros términos, son las
enseñanzas del samadhi de los fieles del Hinayana.

- por T’ien-tai, se entiende la enseñanza del samâdhi del Bodhisattva Arya


Avalokitesvara; este Bodhisattva cuyo nombre esotérico es "Tathagata y cuya
naturaleza propia es pura, revela a todos los seres sensibles que la única vía no está
manchada, al igual que es pura la flor de loto en el lodo que elimina los obstáculos de
sus sufrimientos."11

3 - la tercera parte del Sutra trata de los beneficios que el discípulo recibirá y corresponde
al siguiente texto:

"El Bodhisattva no tiene obstáculos en su Espíritu gracias a su dependencia de la Sabiduría


Transcendental; porque no tiene obstáculo, no tiene temor. Liberado de toda vista
pervertida, alcanza el último Nirvana. Todos los Budas del pasado, el presente y el futuro,
que dependen de la Sabiduría Transcendental, alcanzan la iluminación perfecta."12

4 - Esta parte importante, es un resumen expresado en términos de dharanis (recitación


mantrica - N. del A.) y corresponde a las siguientes líneas:

9 Kukaï Major Works, pág. 267.


10 El samadhi de Maitreya se caracteriza por la compasión infinita. Su principio rector es enfatizar la gran ley
del karma, de causa y efecto, discutiendo las diferencias entre el mundo de la esencia y el de la apariencia.
Niega la validez del mundo material, declarando que lo que existe es solo la expresión en el tiempo y el
espacio del Espíritu. Todo esto está motivado por su compasión y su deseo de salvar a los seres humanos.
11 Kukai Major Work, pág. 271.
12 Ibid. Pág. 271.

16
"Por lo tanto, se sabe que el Prajnâpâramitâ es el gran mantra, el de la Gran Sabiduría, el
mantra más elevado, el incomparable mantra que puede aliviar todos los sufrimientos; es
verdadero y no falso."13

El Maestro Kukai intentará demostrar que el mantra más grande ya no es uno porque está
vacío de cualquier atributo objetivo y definición alguna, ya que el Prajnâpâramitâ es el
cumplimiento perfecto de la naturaleza vacía de toda la humanidad, es el conocimiento
absoluto que todo monje logra a través del poder de los mantras.

5 - finalmente, la última parte se refiere al mantra secreto, la síntesis del Sutra, que ha
intrigado a algunos eruditos (¡como el profesor Suzuki en persona!). Este mantra es el
siguiente:

" ¡Gate Gate Paragate Parasamgate Bodhi Svaha!"

Que puede traducirse como: "¡Se fue, se fue, se fue a la otra orilla! ¡Oh Bodhi!"

Este mantra resume la totalidad de la experiencia del despertar, que permite al discípulo
acceder a la otra orilla, aquella de la que no hay retorno y que se llama Nirvana. Este
mantra puede dividirse en cinco segmentos según Kukai: "El primero "gate", revela lo que
es alcanzado por los sravakas. El segundo "paragate", indica el objetivo alcanzado por los
pratyeka-budas. El tercero "parasamgate", designa el resultado más elevado de los
distintos mahayanistas. El cuarto "parasamgate", clarifica el resultado en que el mundo de
la iluminación del mándala es plenamente realizado por los budistas Shingon. El quinto,
"bodhi svaha", explica la realización última de cada uno de los enfoques mencionados."14

Así pues, en el Sutra del corazón, se asocia íntimamente la adquisición de prajna a la


recitación de los mantras (como en el Kototama del maestro Morihei Ueshiba). Sin
embargo, todo esto es puramente teórico, aunque la reflexión discriminada es
importante. Kukai, como todos los instructores da más importancia a la doctrina del
corazón, que ya no es teórica sino esencialmente de carácter práctico. En el Dainichikyo,
Vajradhara se plantea la siguiente pregunta: "¿Cómo se puede alcanzar el fruto?" En otras
palabras, cómo pasar de la teoría a la práctica esencial. Y la respuesta cae por sí misma:
"Esta fruta se obtiene como resultado de la práctica de los mantras."

13 Ibíd., pág. 272.


14 Ibíd., pág. 273.

17
El papel del sensei cuando prajna es buscado.

Algunas palabras son necesarias sobre uno de los puntos fundamentales que hacen que
un sensei sea o no apto para enseñar, sea cual sea la rama del Budo.

Sabemos que la escuela marcial Katori fue fundada durante los tumultuosos periodos de
las guerras donde el control de las armas era fundamental para sobrevivir, ayudar a su
familia, a su nación o a su señor. Podemos imaginar que durante los siglos que siguieron,
el estilo fue mejorado con el fin de conseguir que la técnica Katori fuera insuperable. De
hecho, lo ha demostrado a lo largo de su historia. Desde el final de la Guerra Mundial, el
Bujutsu, conservado aún en algunos ryu, cambió de nota y se volvió un arte y un medio de
realizar la naturaleza de Buda. El Bujutsu dejaba finalmente su lugar al Budo. El Judo y el
Aikido fueron claros ejemplos de esta necesaria mutación, lo que no ha impedido que hoy
estas dos disciplinas estén perdiendo su alma. ¡El Aikido se convierte en un arte del
movimiento sin ki y sin prajna, con o sin relación con lo sagrado, y el Judo se ha convertido
en un deporte de competición! Afortunadamente algunas escuelas, viviendo al mismo
tiempo el espíritu del Budo, han mantenido la pureza de su estilo tal como se expresaba
antes de la Guerra Mundial. El Katori ryu forma parte de ellas, pero también genera
mucha incomprensión. Para comprender en lo qué ha llegado a ser, debemos admitir que
incluso si un sensei sabe que tal movimiento tiene un propósito estratégico (desequilibrar
al oponente, bloquearlo para vencerlo, etc.) es evidente que hoy en día esta estrategia ya
no es necesaria porque la regla es clara, un miembro de la escuela que ha firmado el
Keppan con su sangre nunca debe batirse, o al menos debe hacer todo lo posible por
evitarlo. Buscamos la paz, no la guerra y son las técnicas de paz las que son necesarias
desarrollar, no las técnicas que permiten al pequeño ego ganar y enorgullecerse. Esta
actitud debe o debería impregnar la conciencia del sensei y condicionar su método de
enseñanza ya que lo que se busca no es una victoria del ego sino del alma, una victoria
sobre la ignorancia, el sufrimiento y la muerte. ¡Una victoria de prajna sobre la mente!
¿Quién, en la escuela Katori desaprobaría esta actitud? Espero que nadie, ya que esto
sería ir en contra de la filosofía del fundador y de su Shihan más emblemático: Risuke
Otake. No está claro que, en el futuro, los instructores tengan esta perspectiva en mente,
pero lo que importa no es el mañana, sino hoy (¡aquí y ahora!).

El instrumento que nos sirve para desplegar nuestros talentos y alcanzar el objetivo es un
sable cuyo manejo es necesario conocer, pero más importante es aún el conjunto de los
movimientos llamados kata que el maestro Choisai Iizasa Ienao, esto debemos recordarlo,
fue el primero en crear para que un estudiante en su entrenamiento pudiera controlar su
mente evitando al mismo tiempo herirse o dañar a su compañero. Un kata es un
verdadero organismo vivo, formado por la vida de ambos compañeros, que irradia un
campo electromagnético resultante de sus dos organismos biológicos en acción y dirigido
por una cierta fusión de ambas conciencias. Es una forma etérica que nacerá entre
nuestras manos y se convertirá en sublime, armoniosa, o incluso trascendente; una forma
que debería irradiar una luz, una vibración de paz y amor, y no una energía agresiva y
ambiciosa, forjada de miedo y tensión como lo son todas las acciones asociadas al deporte

18
de competición. Esta es la razón por lo que la primera cosa que debe respetarse en la
escuela Katori, a parte de su instructor, es nuestra relación con el compañero. Un sensei
no puede ni debe jamás perder su calma o ponerse en cólera contra sus alumnos. Debe
explicarles tranquilamente las reglas y mostrarse siempre respetuoso y cortés.
La segunda cosa importante es el respeto a la integridad del kata, que debe ser perfecto
en todos sus detalles. Esta es la razón por la que siempre utilizamos el término compañero
y no adversario. Esto significa ser uno con él en términos de polaridad (tori-uke),
respiración, desplazamiento, centralización, todo ello impregnado de ki y amor. Ahora
bien, la única manera de alcanzar esta unidad perfecta con el otro es la no-mente,
provocando la no-mentalización del kata. Todos los Budo parten de esta constatación y
todos los Budo saben que el único medio de llegar a ello es saturando el cuerpo físico y
mental con un movimiento perfectamente idéntico, mil veces repetido hasta que esté
totalmente integrado en el inconsciente. La memorización y luego la integración del kata
es bastante parecido a los movimientos aprendidos por el conductor de un taxi que puede
permitirse escuchar la radio o conversar con su cliente mientras conduce y todo ello sin
ser consciente. Algo frena, algo cambia las marchas, todo no son más que actos reflejos.
Por lo que al conductor respecta, él sabe que puede poner toda su confianza en este
inconsciente ya que sabe que algunas acciones objetivas por su parte serían demasiado
lentas si tuviera que confiar en su mente analítica a través de sus cinco sentidos. No por
ello deja de estar atento ya que una parte de sus acciones requieren igualmente la
presencia de su mente objetiva.

El espadachín va todavía más allá, puesto que llega hasta interiorizar completamente este
resquicio de objetividad. Se mantiene vigilante antes y al final del kata, pero en cuanto
éste comienza, y debido a que no hay ningún peligro real, la mente se apaga y el
inconsciente (el subconsciente para aquellos más avanzados) toma el relevo.
Una buena analogía de lo que intento explicar la podemos encontrar en el sonambulismo.
En este estado de consciencia intermedio, la mente está dormida y es el subconsciente
quien toma el volante, si puedo decirlo así. Sin embargo, y todo el mundo lo sabe, el
individuo en este estado puede hacer entonces cosas extraordinarias que no podría hacer
en absoluto si estuviera despierto. ¡Se han visto somnámbulos andar sin miedo sobre
techos resbaladizos con un control que avergonzaría a un ninja! Pero esto no llegará
NUNCA mientras el sensei impida a los practicantes repetir y repetir los katas, después de
haber explicado la utilidad de esta repetición cansina para la mente impaciente de un
principiante, pero de suma importancia para aquel que entra en la dimensión del experto.
No es ciertamente en este momento que el sensei debe hacer hincapié en los detalles de
la estrategia, es mejor que deje al kata desarrollarse y sólo más tarde podrá explicar el
porqué de tal o cual movimiento. La erudición sobre la estrategia del estilo Katori existe y
es normal que los más cualificados estén instruidos, pero eso debe hacerse fuera de la
práctica, como hacíamos al estudiar los puntos débiles de la armadura en los cursos
intensivos. Se ha terminado el tiempo de los omote wasa y de los ura wasa, estamos en el
tiempo de los wasa trascendidos. ¡Qué pensaríais de un sensei que pensara en cómo
limpiar bien la hoja de su sable mientras ejecuta los katas! Por lo tanto, explicar detalles
técnicos durante el entrenamiento del ken se incluye dentro de la misma aberración. El

19
alumno debe alcanzar el vacío incondicionado de la mente (munen-mushin), y sería
lamentable, vista la dificultad para llegar a este estado, que el sensei fuera el culpable de
impedir a la mente CALLARSE.

Uno mis sensei en el Japón me decía a menudo que los practicantes (incluso de Budo) son
gente habladora que no dejan nunca ni un instante de pensar en lo que hacen en el
corazón del kata. Instintivamente la mente comenta todas las acciones, y cuanto más
lento es el kata, más tiempo tiene la mente para disertar: he realizado bien mi
movimiento, el compañero me ha alcanzado, es necesario que vaya más rápido, nos están
observando, etc. En un dojo, que es un lugar sagrado, existe un tiempo para escuchar, un
tiempo para entrenar, un tiempo para hablar y un tiempo para meditar. Un buen sensei
tiene en cuenta los ritmos que impregnan su dojo y le confiere su vida pulsativa, su
vitalidad, su armonía. Es él y nadie más quien debe consagrar este dojo santuario y hacer
de él un lugar santo, un lugar vivo, un lugar que una vez despertado permita a los
practicantes encontrar rápidamente una cierta fusión de las energías. Saturado de ki, cada
uno da y recibe la energía que permite al grupo armonizarse y encontrar la fuerza para
realizar los esfuerzos requeridos. Cada dojo tiene pues su nota, su color y su ritmo. Un
maestro que visita un dojo no tiene ninguna necesidad de ver cómo se entrenan los
alumnos para conocer el valor del sensei y calidad de la práctica.
Cuando un miembro de la escuela katori entra en el dojo, se borra como personalidad
profana y se sintoniza inmediatamente al diapasón del dojo mediante el kamiza y lo que
representa. Se puede decir que entra en una verdadera familia donde cada miembro tiene
el mismo objetivo.
Del mismo modo, cuando el sensei entra en el dojo antes que los alumnos, su deber es
hacer vibrar el lugar y atraer sobre él la luz y la paz. Esto lo hace por medio de su propia
voluntad o por la oración (shinto o budista). El sensei debe tener extremo cuidado en
poner al alumno al diapasón del aura del dojo y evitar que pueda romper esta armonía y
este ritmo. Si un monje zen toca el gong, espera pacientemente a que el sonido haya
recorrido toda su gama hasta los ultrasonidos, beneficiándose así del valor de este sonido
particular. ¡Y por supuesto, no se le pasará nunca por la cabeza detener el gong antes de
que el sonido termine toda su frecuencia! Lo mismo ocurre con el sensei respecto a los
alumnos. El sensei es idéntico al monje y el gong es su alumno, por lo tanto, el sensei debe
permitir al alumno elevarse progresivamente de su nota de la personalidad y la del dojo
establecida por él y por la fuerza del grupo. Se necesita tiempo para que un alumno
encuentre el ritmo y la cadencia del aura del dojo y los sensei japoneses, que conocen
bien todo lo que acabo de decir, se mantienen generalmente silenciosos durante el
entrenamiento, rectificando de vez en cuando un detalle sin nunca intervenir rompiendo
la armonía del dojo. Esta es la gran diferencia en parte entre los instructores occidentales
y los sensei japoneses. El profesor occidental tiene a menudo la detestable manía de
detener el entrenamiento por un simple detalle, de romper el ritmo del grupo para
corregir algunos problemas técnicos, olvidando o ignorando que aquello que se da así a la
mente se olvidará rápidamente. Lo más grave, es que hay una violación del ritmo y una
pérdida de tiempo precioso para el alumno. ¡En el lado contrario se encuentra el buen
sensei que ve lo que no va bien, sabiendo que se rectificará por sí mismo más tarde y

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naturalmente durante el keiko! Pone más énfasis en la actitud interior (ecuanimidad,
respeto, discreción, humildad, valor, etc.). Hace lo posible por mantener siempre en clase
la cadencia, el ritmo, la vibración específica del dojo a la que son conducidos los alumnos,
haciéndoles alcanzar progresos que no podrían realizar solos. Por su parte, el sensei
japonés es paciente y espera con sabiduría que el estudiante "descubra" por sí mismo los
errores cometidos. Si da un consejo o rectifica un error, será discretamente sin romper la
armonía general. La actitud de algunos profesores occidentales es peligrosa al crear en el
alumno una frustración con los frecuentes paros que le impiden llegar hasta el final de su
esfuerzo y le impiden entrar en la vida del dojo. Su intención se ve constantemente rota y
no hay nada más negativo que romper la intención de una buena voluntad. No porque el
instructor vea un error es necesario corregirlo de inmediato. Hay que ser pacientes y
vendrá el momento en que este error se corregirá por sí mismo, o supondrá una pregunta
por parte del alumno, y entonces se podrá dar una enseñanza al final del entrenamiento,
un consejo que será apreciado y que no se olvidará. Lo que cuenta, sobre todo, no son los
detalles del kata (símbolo de la diversidad), sino el conjunto del kata (símbolo de la
unidad).

Los detalles insignificantes que deben corregirse en un kata sólo tenían importancia
durante la época en que la vida del soldado estaba en juego y donde todo dependía de
ese detalle. ¡Pero ya no es lo mismo hoy en día! Ir en contra de esta idea equivale a decir
que el sensei permanece anclado en la Edad Media y no es consciente del desarrollo de la
humanidad. ¡Quiero pensar que tales sensei ya no existen! En la actualidad, como ya he
dicho más arriba, no salvaremos nuestra vida con un sable, sino con la inteligencia
razonable y la sabiduría intuitiva. Tampoco será practicando el jutsu que controlaremos la
mente, nuestro peor enemigo. No hay medias tintas en el ámbito espiritual, o buscamos el
bienestar, la gloria, los cinturones, el poder y el dinero, o bien nos despegamos del mundo
con un único objetivo: encontrar en nosotros mismos la pura naturaleza de Buda, como
hizo con todo su corazón el fundador de nuestra escuela. ¡No sirve de nada recitar de
memoria el Mahâ-Prâjna-Pâramitâ si no se lleva a la práctica, hablar de comida no alivia el
hambre! Si tú, el profesor, tienes que hablar, hazlo al final del entrenamiento o durante un
curso, pero deja un poco de tiempo a los alumnos para que puedan integrarse al ritmo del
dojo.

Aunque no sea así, otro rol puede resultar útil para el sensei. Algunos profesores piensan
sinceramente que deben hacer de padres en el centro de su grupo de estudiantes, que a
menudo suelen ser más jóvenes. Esto llega inevitablemente pero el sensei nunca debería
tener este rol. Creyendo hacerlo bien, el sensei escucha las quejas y los pequeños
problemas de cada uno, y entra, sin darse cuenta, en la intimidad de su vida privada y esto
no es nada bueno. El sensei puede a veces ser de ayuda o incluso un buen consejero, pero
siempre será algo excepcional. Al llegar al dojo, el estudiante deja momentáneamente el
laberinto de su vida profana en la que se discute y se sufre, porque aquí ha encontrado
una puerta de salida. El profesor no debe por lo tanto entrar en el laberinto del alumno,
sino procurar que éste se dirija hacia la salida y alcance así su emancipación. Sé que, para
saber más sobre los problemas del alumno, el sensei entra a veces en su vida privada pero

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este no es en absoluto su papel. Su único objetivo debe ser permitir al estudiante
encontrar en sí mismo y por sí mismo los remedios a sus males, es la intención
fundamental del Katori, procurar que sus miembros se conviertan en adultos y capaces, en
mujeres y hombres responsables e independientes, incluso si de forma natural les une un
sentido agudo de fraternidad entre ellos. ¡El sensei tiene por misión volver la mirada de
los alumnos hacia su propio Ser, y no hacia él, el profesor que lo sabe todo! Existe
demasiada veneración hacia el sensei que, debido al color de su cinturón, centraliza las
atenciones sobre su pequeña persona. Si es realmente el centro del grupo, es como centro
vacío (lleno de buddhi) que atrae la atención y las energías, no como ego humano. Las
cosas son menos terribles hoy que hace 20 o 30 años, pero el hecho sigue siendo el mismo
ya que muchos sensei enseñan sin tener las bases necesarias. La impersonalidad es pues la
nota clave en esta actitud, y el amiguismo después del entrenamiento nunca ha sido
portador de correctas relaciones. Ir contra esta ley es un riesgo para todos y para el sensei
en primer lugar.

En cambio, y para ayudar a los alumnos, es bueno que el sensei sepa cuál es la cosa más
importante en la vida del alumno, su objetivo esencial en la existencia, así podrá dar a
cada uno lo que le conviene. Algunos vienen a para afirmarse, otro para sentirse bien,
otros por salud o para aprender a defenderse. Bien pocos acuden para encontrar en el
fondo de sí mismos la fuente de una cierta verdad que quieren experimentar. Por eso es
evidente que todo lo que digo debe ponerse en condicional. Son generalidades que no
tienen en cuenta la realidad de cada estudiante. Una vez conocemos los objetivos de un
individuo, entonces es más fácil ayudarlo a entrar en los tortuosos meandros de su vida
psicología o psíquica. Habría mucho que decir todavía sobre la actitud de un buen
profesor, pero he tratado lo que me parecía más esencial.

Para quienes quieren ir más allá…

Durante los katas, que están formados por movimientos yin (retroceso), yang (entrada) y
estáticos (kamae), complementados por los ataques y las defensas, las inspiraciones y las
expiraciones, algo permanece "inmóvil". La vía del Do se encuentra allí y el deber de aquel
que busca superar la técnica, es concentrarse en este principio inmóvil e inmutable, es
donde se encuentra el Tao, donde los opuestos se anulan. Sin embargo, este estado de
absoluta inmovilidad en todo parecido a la vacuidad (Sunyata), no puede ser realizado
hasta que los katas sean tan conocidos y asimilados que ya no ofrezcan ninguna duda
posible. A partir de esta nueva forma de ser durante la práctica, se conseguirá la
experiencia de una modificación progresiva de la conciencia objetiva. Puede suceder que
repentinamente sea el observador de sus actos o anticipar la acción, o simplemente ser
uno con el compañero durante el desarrollo del kata. Esto no sucede nunca (o sólo
accidentalmente) si no se busca intensamente la sabiduría "inmóvil", llamada con
nombres diferentes según los sistemas, pero que no es más que un acercamiento
progresivo de nuestra naturaleza divina al Ser.

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Los alumnos de una escuela, como la Tenshin Shôden Katori Shintô, saben obviamente
que todo tiene lugar en el principio mental y que muchas imágenes (metáforas, alegorías,
etc.) han intentado hacernos comprender aquello que imperativamente debemos hacer o
no hacer, para alcanzar esta forma de vacuidad del Espíritu. Por ejemplo, sabiendo que la
mente no puede ser destruida sino solamente apaciguada, ha sido comparada a la
superficie de un estanque límpido e inmóvil. El menor pensamiento o emoción es, como el
viento que causa ondas sobre la superficie cristalina y estas ondas perturbadoras impiden,
como en la naturaleza, ver el fondo donde descansan las perlas de la sabiduría. En el
Budo, este fondo es el espejo que nos devuelve las intenciones del compañero o del
adversario en tiempos de guerra. Los grandes maestros de sable, como nuestro fundador
o el maestro Tsukahara Bokuden, por ejemplo, permanecían en el centro del combate
perfectamente "ecuánimes", palabra clave para una mente que ninguna ola puede
perturbar la conciencia. Lo que en ese momento percibimos, es la intención del adversario
y la forma de contrarrestarlo. Incluso entonces, solo quien haya superado el miedo en su
conciencia es capaz de mantener la superficie de su mente serena y pacífica. El alma
(buddhi) puede entonces tomar las acciones y hacer lo que sea necesario para mantener la
armonía.

Pero se requiere un mínimo de esfuerzo para mantener la mente relativamente inmóvil y


calmada, y este mínimo consiste en hacer un esfuerzo por seguir siendo silencioso, tomar
un poco de receso antes de cualquier discusión o acción, evitar la palabrería inútil (sobre
todo la crítica sobre aquellos que están ausentes), calmar la cólera, los celos o el orgullo.
Todo esto requiere una nueva actitud, no solamente en el dojo, sino en cualquier
momento del día, tanto en la familia como en el trabajo.

Quién no ha reflexionado alguna vez así: ¡Todo esto está bien, pero no somos monjes y
tenemos poco tiempo para dedicarlo al Ser! Efectivamente, es la sensación que se tiene al
principio cuando intentamos conquistar el mundo interior del alma, que nos permite
diferenciar el mundo objetivo exterior del mundo subjetivo interior, acercado por esta
misma mente pero que desemboca en una realidad abstracta que no se puede percibir
hasta despertar un sexto sentido: la intuición. Durante mucho tiempo aún nos veremos
zarandeados entre estos dos mundos, el de las causas (interno) y el de los efectos
(externo). Es precisamente para encontrar un puente que una a estos dos mundos
opuestos que se practica el arte del sable.
Por una parte, tenemos una fuerte disciplina del cuerpo al mismo tiempo que una
disciplina igualmente exigente de la mente, ambos deben conducirnos a un tercer
principio que unifica y que sintetiza: el alma. Sólo cuando prajna está presente la
naturaleza del alma se revela en primer lugar, como inteligencia, luego como amor y a
continuación como compasión. Finalmente, entre los más evolucionados, se manifiesta
como voluntad divina, muy diferente a la voluntad humana que normalmente se revela
como terquedad. Cuando el alma toma posesión de nuestra pequeña personalidad, la
prepara lenta pero segura, a recibir algún día la visión de su realidad y entonces el
practicante o el meditante experimenta un cierto tipo de Sartori o toma de conciencia
transcendental. Este despertar nos muestra sin la sombra de una duda (la cual es un

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atributo sólo de la mente) lo que el intelecto es incapaz de mostrarnos: la esencia del Ser y
del mundo, la esencia del infinito, la naturaleza del Espíritu, en una palabra, la realidad de
nuestra naturaleza de Buda. Por su parte, el cristiano hablará de esencia crística, que es lo
mismo. Llegado a este estado de despertar, sólo se percibe la unidad que anima tanto a la
conciencia como a la forma, y el mundo de los opuestos desaparece. El Dios inmanente en
cada átomo de materia se revela en el Dios trascendente de nuestra perfección. No hay
entonces ya nada que decir, si no "ser" e irradiar lo que realmente somos: la pura Verdad,
la pura conciencia y la pura beatitud.

Las tres etapas de la conciencia relativa (avasthas)

Para terminar y manteniéndonos sobre el control mental, abordemos una realidad que es
tan cercana a nosotros que ha terminado por ser invisible, me refiero a los tres estados de
la mente por los que pasamos a lo largo de todo un día, tres estados considerados como
tres prisiones por las cuales pasamos alternativamente y que nos obligan a experimentar
tres estados de consciencia y tres mundos, a saber:

1 - la esfera del mundo tosco, material y objetivo o, en otras palabras, el estado de vigilia;
2 - la esfera del mundo sutil y subjetivo, el estado de sueño con sueños;
3 - la esfera del mundo inconsciente, la esfera del sueño profundo sin sueños.

No pretendo hacer un análisis exhaustivo sobre el tema, pero sí aportar algunas ideas que
permitan tomar conciencia y un análisis interesante del tema que nos ocupa: la
transcendencia de estos tres estados temporales conocidos por los hindúes como jagrat,
svapna y sushupti15, hasta la realización del substrato eterno representado por la esfera
más extensa que, en nuestro esquema de más abajo, simboliza la naturaleza infinita del
Ser o del Espíritu. Todo lo que se encuentra en este círculo único (e infinito) es conocido
como el cuarto estado, o estado turiya. Este término "cuarto" no significa, en modo
alguno, una cuarta condición ya que la conciencia del Ser es una, sino el estado último y
real detrás de los tres estados relativos. La naturaleza o presencia del Ser es pues el
substrato desconocido para aquellos que aún son prisioneros de estas tres esferas de
actividad del cuerpo físico, el cuerpo astral y el cuerpo causal (Kârana Sharîra). Veamos el
esquema que nos ayudará a visualizar nuestra observación.

15 Según la clasificación del Vedanta: Vishva, Taijasa y Prajna.

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Naturaleza de Buda

Estado de Estado de
sueño sueño
profundo “SVAPNA”
“SUSHUPTI”

ESTADO
TURIYA

Estado de
vigilia
“JAGRAT”

SER

1 - (Jagrat). Empecemos por el estado de vigilia, el más familiar para todos aquellos que
viven en el mundo material y lo perciben por medio de la mente y de los cinco sentidos. Es
el mundo de la experimentación donde el hombre está activo y, por lo tanto, puede
trabajar para su reintegración. Puede generar las causas de transformaciones futuras y
lograr algunos objetivos, como instruirse para entender y poner de su parte todos los
medios que le permitan alcanzar la liberación. Es en este mundo tosco donde se enfrenta
a la presencia de la ilusión (maya) en los tres mundos (el material, el emocional y el
mental) y busca liberarse. Vivimos en un mundo (más infernal que paradisíaco) de causas
que generan efectos en este mismo mundo, y en menor grado en el siguiente. Nada
puede adquirirse en otra parte que no sea aquí abajo. Es aquí donde debe realizarse la
purificación del triple vehículo humano ya que lo recibido en este mundo, en términos de
cosas malas, repercutirá en el estado de sueño, reflejando tendencias malas que
reaccionarán sobre la conciencia de vigilia por sensaciones o sugerencias malsanas que
impedirán recibir los conocimientos superiores de otros seres durante el sueño.

2 - (Svapna). El estado de sueño durante el sueño es un estado pasivo durante el cual la


conciencia recibe impresiones buenas o malas como resultado de las actividades en el
triple mundo. Esta es la razón por la que la palabra sueño posee dos significados. El
Diccionario Webster da a la palabra dos orígenes: uno la remonta a una raíz sánscrita que

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significa "dañar o hacer el mal" y el otro la remonta a una vieja raíz anglosajona que
significa todo lo contrario "alegría o felicidad", probablemente porque en la mayoría de la
gente, los sueños revelan impresiones de la vida astral del soñador (deseos, odio, miedo,
frustración, etc.). Y en el lado opuesto tenemos los sueños basados en proyecciones
imaginarias de aquello que el soñador desea ardientemente.

Los sueños pueden estar también impresionados por la mente y revelar espejismos,
ambiciones o por el contrario ideales elevados. Existen también los sueños basados en la
actividad demasiado intensa del cerebro debido a la tensión y a las preocupaciones, lo que
impide un sueño profundo y la regeneración del sistema nerviosos. Las consecuencias son
el insomnio o sueños de superficie embrollados. Algunos sueños son verdaderas
percepciones del plano astral donde el soñador puede registrar algunas experiencias de
escenas vistas y oídas, sobre este plano o a nivel material. Las causas de los sueños son
infinitas y sólo mencionaremos las del último tipo, las de los sueños verdaderos, es decir,
el registro de instrucciones transmitidas por un maestro y recibidas por su discípulo. La
naturaleza del sueño se ajusta entonces a la calidad de la vida del soñador y depende de
ella, de ahí la importancia de la purificación y de la integración de los vehículos del
hombre a nivel físico. Cuanto más se revela la conciencia del Ser, más en condiciones
están las tres esferas de transmitir la información de carácter superior de la verdad como,
por ejemplo, iluminar el tercer estado del sueño sin sueños. Mientras la conciencia no se
revela, la zona del estado de sueño permanece inaccesible y el soñador sigue siendo un
observador pasivo; cuando el estado de vacuidad del Ser comienza a revelarse, el
meditante llega a mantener su vigilancia o conciencia lúcida sobre este plano. El yoga
nidra es este estado donde se sigue estando consciente durante el período de sueño. De
ahí la toma de conciencia lúcida durante el desarrollo del sueño que entonces se
diferencia de sí mismo.
Citemos ahora una respuesta de Bhagavan Ramana Maharshi respecto a los dos primeros
estados. Al maestro le preguntaron: "¿No existe diferencia entre el estado de vigilia y el de
sueño?" El maestro respondió:

"El estado de vigilia es largo y el estado de sueño corto, aparte de esto no hay diferencia alguna.
De la misma forma que los sucesos durante la vigilia parecen reales mientras estamos despiertos,
los sucesos durante el sueño nos parecen reales mientras estamos dormidos. En sueños la mente
toma otro cuerpo. En ambos estados, los pensamientos, los nombres y las formas se presentan
simultáneamente. "

3 - (Sushupti). Es el estado de sueño sin sueños, lo que no dice mucho. Quien sale de este
estado se siente siempre revitalizado, liberado, bien en su cuerpo, dice sentirse bien y
haber dormido bien al mismo tiempo que no se acuerda de nada. Esta esfera es el estado
en que la conciencia relativa del ego es reabsorbida en la condición causal. Es la condición
más elevada, pero de tal nivel que la conciencia del hombre no iniciado se encuentra
completamente inconsciente. Sólo el yogui que puede mantener su conciencia despierta a
nivel astral, podrá mantenerla despierta durante el período de sushupti. Tradicionalmente
y más allá del hecho que sushupti siempre se asocia a un estado de oscura ignorancia, es

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aquí donde el yogui experimenta la felicidad que es el atributo principal de la envoltura de
felicidad (ânandamaya-kosha), la cual pertenece al cuerpo causal o kârana sharîra. Sin
embargo, esotéricamente, el cuerpo causal corresponde a buddhi y a la mente superior (el
alma espiritual).

Este estado es el mejor situado para salir del círculo infernal. De ahí esta constante
investigación sobre la naturaleza del Ser llamada Atma Vichara y que consiste en
permanecer centrado conscientemente en nuestra identidad real como "Yo" soy Eso,
principio que se encuentra en el mismo corazón del cuerpo causal (el cuerpo del alma
individual). Cuando la investigación sobre "¿quién soy yo?" y de "¿de dónde vengo? ",
conduce a ser todo lo que ya no es la mente, entonces el meditante desaparece en el
objeto de su meditación. Sin ego, ya no es ese o aquel, sino la conciencia pura e iluminada
del Ser. Centrados en la identidad del "Yo", trascendemos los dos estados de vigilia y
sueño, y nos encontramos en la esfera de sushupti, inconscientes en las primeras fases de
la meditación profunda, pero progresivamente iluminados a medida que nos mantenemos
en este estado de pura consciencia al que nos sometemos sin miedo, sin aprehensión,
pero con confianza en el Amor de Dios o del Ser. Sin que tengamos que realizar un
esfuerzo, la continuidad de la conciencia surgirá a medida que el Ser se revela.

Supongo que todo esto no interesará mucho o muy poco a los budokas, pero nuestro
esquema habrá permitido visualizar una cierta condición del ser, y alguno de los principios
con los que trabajan los maestros del Budo. En nuestro esquema, las tres esferas se
suceden, pero podrían yuxtaponerse en ciertas condiciones. Intentamos mostrar de
manera concreta, de qué forma el hombre se encuentra encarcelado y esclavo de estas
tres condiciones a lo largo de su existencia. No obstante, como es imperativo salir de este
ciclo infernal de vida y muerte, es obligatoriamente necesario detenernos en la esfera de
sushupti antes de entrar en el gran círculo que los incluye a todos (que aquí es un símbolo
del infinito) y que los yoguis llaman el estado turiya, como ya vimos más arriba. Es en
verdad la última etapa, el estado trascendido, la pura naturaleza de Buda (en
Dharmakaya), el Ser o Brahmán, o uno de los múltiples nombres dados al Dios
desconocido y sin forma.

Las flechas en el sentido opuesto a las agujas del reloj indican que estas tres esferas no
controladas nos conducen a la muerte y a los incesantes renacimientos, mientras
buscamos la liberación de este ciclo de vida y muerte. Las otras flechas que van en el buen
sentido están allí para mostrarnos el retorno a la fuente, y el hecho de que si en cada una
de las esferas, realizamos un determinado trabajo de disciplina éste puede contribuir a
acercarnos al gran Círculo de la liberación nirvanica.

En el arte del sable, es evidente que la mayoría de practicantes trabaja solamente en la


esfera de la vigilia y, por lo tanto, nunca tendrán la oportunidad de comprender la
naturaleza del Zen que es la de tomar la puerta de sushupti para alcanzar el gran Satori de
la iluminación perfecta. A cada uno corresponde ver lo que motiva su existencia y en el
Katori como en el mundo, cada uno encuentra lo que corresponde a su estado de

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consciencia y por lo tanto a sus aspiraciones del momento. ¡Sólo espero que estas líneas
hayan permitido al lector, no necesariamente iluminarle, pero sí haberle procurado
algunos soportes de reflexión y quizá incluso de meditación!

¡Un último aspecto que nunca deberíamos olvidar es que no alcanzaremos la liberación
solos! Es imposible transformar lo personal en universal si se piensa en términos de
interés personal: ¡mi libertad, mi nirvana, mi felicidad! Sólo existe una única conciencia de
unidad universal en cada ser y no pensar así nos limita a permanecer dentro de los límites
del yo egoico y egoísta. Un budista que busca la liberación tendrá siempre en mente que si
se libera es para que un día pueda, a su vez, liberar a sus hermanos. Es imposible acceder
a nuestro Espíritu interior y espiritual sin ver surgir en nuestra mente el principio del amor
y este amor es el germen de la compasión, una virtud del alma que nos impulsa
irresistiblemente a mejorarnos para despertar en nuestros hermanos, para ayudarlos y
aliviarlos. Qué acción más bella puede existir que la de ayudar a nuestro hermano, de
aportarle felicidad, un poco de esperanza y para algunos las llaves de la liberación. Los
renunciantes que viven apartados del mundo lo están sólo físicamente, su Espíritu es uno
con el mundo entero y con los que sufren. Es imposible ir solos al paraíso porque el
paraíso sólo está abierto para aquellos que se renuncian a sí mismos y realizan que el otro,
es uno mismo. Como miembros de una sola y gran familia nuestra primera vocación,
nuestra actitud fundamental, es ser Uno y hacer todo lo posible para conducir a los otros
en este maravilloso peregrinaje hacia la unidad. ¡No se puede alcanzar la liberación en
solitario!

Michel Coquet

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