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Valentina Palacio Castillo

Escrito sobre Miedo Líquido, de Zygmunt Bauman.


Introducción: Sobre el origen, la dinámica y los usos del miedo.

La idea del mundo moderno traía consigo la desaparición de la incertidumbre que ha rodeado
la vida del ser humano, esa condición que genera impotencia y miedo. Nuestro mundo
moderno venía como la promesa de dejar atrás los temores que históricamente habían
dominado nuestra vida. Pero, como se puede evidenciar esto no ha sucedido, así. El miedo
sigue permeando nuestra vida y por ende nuestras decisiones. “Miedo es el nombre que le
damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que hay
que hacer -a lo que puede y no puede ser- para detenerla en seco, o para combatirla, si pararla
es algo que está más allá de nuestro alcance”. Con esa primera frase el autor devela la
característica más importante del miedo y también su fundamento: la incertidumbre. La
incertidumbre en la sociedad que quiere tener control de todo, es algo que no tiene lugar, ya
que resulta inconcebible algo más allá del control/poder humano, la sensación de no saber
que pasará, de que trata es lo que más carcome a la sociedad.

La segunda frase habla de la tendencia de todos los episodios en la modernidad líquida: “ La


vida líquida fluye o se desliza lenta y pesadamente de un desafío a otro y de un episodio a
otro, y el hábito familiar a todos esos desafíos y episodios es el de su tendencia a ser
efímeros”. Lo efímero, volátil, el estado fluido de las cosas es lo que impera en la sociedad
líquida, donde antes habían nexos, tejidos fuertes y potentes ahora priman los lazos
provisionales. Y eso, con relación al miedo es una situación muy compleja, ya que por la
ausencia de esos lazos, de un entorno protector, cercano y de apoyo es que se tiende tanto a
caer en el manejo del miedo líquido. No puede dejarse de lado que este miedo es producto del
la economía de consumo “hay que producir para el consumo de productos contra el miedo
tienen que estar aterrorizados y asustados, al tiempo que esperanzados de que los peligros que
tanto temen puedan ser forzados a retirarse y de que ellos mismos sean capaces de obligarlos
a tal cosa (con la ayuda del bolsillo,claro está)”, está tercer frase devela el carácter de la
economía del consumo que identifica los miedos en la modernidad líquida, ya que a todo
miedo que crea la sociedad tiene de inmediato su solución, no es en vano que al momento de
crear un producto se haga tanto énfasis en el miedo, el temor, que pretende atacar.
Enmarcada en la sociedad de consumo está la cuarta frase la cual dice “disfrute ahora, pague
después”, esta generación comparada con las pasadas es la que en definitiva vive a crédito,
antes no se podría ni imaginar el nivel de endeudamiento tanto individual como colectivo al
que se ha llegado hoy. En este contexto del miedo líquido es que entra la cura: la amada
tarjeta de crédito. Que quita el temor a lo futuro, trayendo mágicamente a nuestro regazo el
porvenir, generando una falsa creencia de tener control sobre lo que pasará.
La velocidad, fluidez, efimeridad que caracteriza a la modernidad líquida es algo que
predomina sobre el miedo líquido; vivir en la niebla es algo inconcebible en la sociedad del
control, por ello “nuestra certeza busca y centrar nuestros intento de ser precavidos en los
peligros visibles, conocidos y cercanos que pueden preverse y cuya probabilidad puede ser
computada, aun cuando los peligros que resultan, con mucho, más imponentes y temibles,
son precisamente aquellos que son imposibles o terriblemente difíciles de predecir” es decir,
lo que constituye el temor mayor, es lo que no puede predecirse, no puede haber control sobre
ello: lo impredecible, lo imprevisto constituye el temor más imponente y temible que pueda
existir, dada su característica de incierto.

Para la sexta frase tiene que ver con los majestuosos silencios “ Dulces melodías, en realidad,
relajantes y tonificantes a un tiempo. Música en directo, en tiempo real. Los últimos éxitos,
los intérpretes más famosos. Sonidos retumbantes y ensordecedores y luces estroboscópicas
parpadeantes y cegadoras. Hacen inaudibles los susurros apenas perceptibles de las
premoniciones y vuelven invisible a nuestros ojos la enormidad de los iceberg,
majestuosamente silenciosos. Bien dice el poeta Ruben Darío: no hay peor pesadumbre que
la vida consciente, por ello aquí entran las dulces melodías, las luces cegadoras y los sonidos
ensordecedores a la realidad, que impiden ver los iceberg económicos, nucleares, ecológicos,
sociales, políticos, culturales, son tantos y su dimensión es tal que la única salida, es evadirlos
por medio de distracciones propias de la modernidad líquida.

“Lo incomprensible ha devenido rutina” Esta séptima frase es corta y contundente en donde
evidencia la situación en la que se está en la modernidad y es la inexistencia de un
pensamiento crítico que tenga la posibilidad de impulsar los grandes deseos de seguridad y
libertad de la sociedad, esto se debe a la indiferencia en la que han caído los pensadores
contemporáneos, estos que deberían generar siquiera una pizca de esperanza caen en un
escéptico y ambigüedad en lugar de ayudar, posibilitar ver las cosas de otro modo,
promoviendo la esperanza. Esto, en perjuicio de la sociedad y para beneficio total de la élite
global como la titula el autor Bauman, ya que alimentar los miedos es una forma de
autoglorificación y más aún un sistema de vida que permite la continuidad del estado de
cosas.

“Para impedir una catástrofe, antes hay que creer en su posibilidad. Hay que creer que lo
imposible es posible” Esta octava frase es decisiva con relación al miedo líquido ya que
permite comprender la necesidad de creer en lo posible dentro de lo imposible, ya que lo
posible siempre acecha en el interior de lo caracterizado como imposible y que eso imposible
es lo que más golpea, ya que no se espera. Las catástrofes que más fuerte golpean son las que
se habían considerado de posibilidad ínfima; esta caracterización lo que causa es ignorarlas
por completo generando así la excusa para no hacer nada por evitarlas. Y esto es en lo que
estamos cayendo actualmente pues el anuncio de la catástrofe no representa nada para las
personas, en la medida de que no genera un cambio ni en la forma de pensar y menos en la de
accionar. La mente rechaza diciendo que es sencillamente imposible, mientras más increíble
una catástrofe y que las personas se regocijen en su imposibilidad y no hagan nada para
evitarla, mayor será su impacto, su predecible pero improbable impacto.

La época actual tiene muchas carencias, excepto carencias de miedo, “los miedos son
múltiples y variados. Personajes de categorías sociales, de género y de edad distintas viven
obsesionadas por miedo característicos de su condición respectiva, pero también hay temores
que todos compartimos, sea cual sea la zona del planeta en la que de la casualidad que
hayamos nacido o que hayamos elegido para nosotros vivir”. Esta novena frase permite ver
una característica importante del miedo y es que atraviesa a todas las personas,
indistintamente de su condición social, económica, política, género, raza. La obsesión al
miedo es algo presente en toda persona de la modernidad líquida, aunque al decir que
indiferente de la condición social, económica no pretendo evadir la situación que ya la
manera de enfrentar el miedo depende las posibilidades económicas de cada persona, por
ello, es imposible afirmar que el miedo es igual para alguien pobre que para alguien de una
condición económica alta. Además, sostener el miedo es algo que posibilita el seguimiento
del estado de cosas, beneficiando a unos pocos, que hacen parte de la elite global, porque
alimentar los miedos es una forma de autoglorificación y más aún un sistema de vida que
permite la continuidad de lo actual. El miedo es, según Bauman, el más siniestro de los
múltiples demonios de las sociedades abiertas. Y no en vano el más siniestro ya que si de este
deriva la incertidumbre y la inseguridad, la respuesta a este será la seguridad y está siempre
en detrimento de las libertades.
Para finalizar, la décima frase es transgresora e invita a reflexionar sobre el miedo líquido y
por ende sobre la modernidad líquida: “las condiciones de la sociedad individualizada son
hostiles a la acción solidaria; inciden negativamente en la posibilidad de ver el bosque que se
oculta tras los árboles”. La sociedad individualizada está marcada por la dilapidación de los
vínculos sociales, la imposibilidad y negación de tejer vínculos sociales, generar entornos
seguros y protectores, la individualización impide cualquier cimiento de solidaridad. Generar
redes, tejer vínculos es una acción transformadora en esta sociedad líquida, donde lo sólido y
estable no existe, donde los vínculos fuertes y capaces de disipar o hacer más llevadero el
miedo no tienen cabida.

Referencias
Bauman, Z. (2010). Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temores. Traducción de
Albino Santos Montera. Paidós. Barcelona.

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