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Test de embarazo
Las pruebas de embarazo buscan detectar una hormona especial que sólo se
encuentra en la orina o en la sangre cuando la mujer está embarazada. A esta
hormona, la gonadotropina coriónica humana (HGC), también se la llama
hormona del embarazo.
Hay dos tipos de pruebas: los análisis de sangre y los de orina; ambas
buscan detectar esa hormona. Actualmente, muchas mujeres utilizan una
prueba de orina, o prueba casera de embarazo (HPT, por sus siglas en inglés),
para averiguar si lo están o no. El ginecólogo puede confirmar el resultado
positivo de la HPT por medio de un análisis de sangre y examen pélvico. El
análisis de sangre mide la cantidad exacta de HGC en la sangre, pudiendo
detectar cantidades muy pequeñas e incluso más cerca del comienzo del
embarazo que las pruebas de orina. Entre los 6 y 8 días después de ovular (o
del que el huevo sale del ovario) ya puede confirmar el embarazo, en cambio,
el de orina alrededor de 2 semanas después de la ovulación.
Medir el embarazo
Las semanas del embarazo se cuentan a partir del primer día del último
período menstrual de la mujer, ya que no se suele conocer la fecha exacta de
la fecundación. El embarazo dura unas 40 semanas y se divide arbitrariamente
en tres trimestres. Los primeros signos del embarazo son el cese de la
menstruación (o a veces un sangrado irregular), las náuseas o vómitos, la
sensibilidad mamaria, el cansancio y el aumento de la frecuencia urinaria. A
medida que el embarazo avanza, el útero se eleva sobre la pelvis; el punto en
el que puede notarse su extremo superior (la altura del fondo uterino) es un
indicador clave del crecimiento y desarrollo fetales.
Una vez que la placenta se forma (en el tercer mes), fabrica enormes
cantidades de estrógenos, más de lo que una mujer que no está embarazada
puede producir en 100 años. Este aumento de estrógeno, produce cambios en
la cérvix, vagina y en los pechos. La progesterona sostiene y alimenta al feto,
impide que el útero se contraiga y mantiene los vasos sanguíneos y las paredes
uterinas en buen estado. Las dos hormonas relajan el tejido muscular blando
del cuerpo, haciendo más fácil para el útero expandirse y para el cuerpo
acomodarse a la creciente de demanda de líquido y sangre.
Los embriones generalmente son muy fuertes, pero pueden ser dañados por
las drogas, el alcohol y el cigarrillo. En este momento es cuando se debe
comenzar a cuidar la salud del bebé.
Finalizando el primer mes, el bebé mide entre 4 y 6 mm. De largo y su peso es
menor a un gramo, pero crece rápidamente. Ya se detectan en su cuerpo el
corazón, la cabeza y sus bracitos y piernas.
En la séptima semana, las yemas que se encuentran en los laterales del cuerpo
se convierten en brazos y piernas en miniatura. Empiezan a visualizarse los
deditos de los pies y se forman los de las manos. La cabeza adquiere aspecto
humano y se distinguen la mandíbula y la boca. Al iniciarse la octava semana,
el embrión ya tiene los principales órganos internos, aunque todavía no están
totalmente formados. La médula ósea y el cerebro están prácticamente
completos. Se van formando los ojos y los oídos, y comienzan a perfilarse los
rasgos faciales. El bebé estrena sus primeros movimientos, demasiados leves
como para que la mamá los pueda percibir. Es muy frágil, y para que no le
suceda nada y esté bien guardado dentro del cuerpo de su madre, la placenta
comienza a fabricar cada vez mayor cantidad de progesterona, hormona que
protege al embarazo.
Al finalizar el segundo mes, mide unos cuatro centímetros y pesa unos siete
gramos.
Los músculos y los nervios empiezan a moverse juntos de una manera cada vez
más coordinada. Durante este mes aprende a cerrar los puños, doblar las
articulaciones, estirar y encoger las piernas, girar la cabeza, fruncir el ceño y
abrir y cerrar la boca