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Claudio Luján
es extremadamente difícil ya que sus tex- Veremos que Blaug no exagera cuan-
tos de economía están irremediablemente do dice que “las declaraciones de aprio-
impregnados de su apriorismo, de modo rismo radical de Mises son tan intransi-
que el estudiante al aprender lo primero gentes que hay que leerlas para creerlas”
se expone también a lo último. Jesús (op. cit., p. 80). La acción humana está,
Huerta de Soto nos cuenta en su estudio en efecto, plagada de pasajes de un
preliminar de La acción humana que “se dogmatismo casi demente.
cumplen ya diez años desde que La ac-
ción humana comenzara a ser recomen-
dada por nosotros como libro de texto 2. El apriorismo de Mises
fundamental en un Curso de Economía
Política en la Universidad Complutense El objetivo de este trabajo no es servir de
de Madrid, habiendo sido utilizada como introducción al pensamiento misesiano
instrumento de estudio y trabajo durante sino criticarlo. Existe un buen número de
los pasados diez años académicos por libros dedicados a la metodología austria-
más de dos mil alumnos, que han sabido ca, así como al apriorismo de Mises, los
generar en el mundo universitario español cuales son los indicados para facilitar un
un rico acervo de experiencias docentes e acercamiento al tema. Este trabajo pre-
intelectuales que es preciso sacar a la luz” tende ser únicamente una guía para salir
(Mises, 1949/66, p. i). Esto es aún más del pantano del apriorismo misesiano; por
significativo si tomamos en cuenta que se esta razón presumo que el lector conoce
trata de la misma persona que afirma que la obra en cuestión y está familiarizado
la “aportación [de Mises] en este campo con la temática, de modo que sólo se ex-
[metodológico y epistemológico] se en- plicarán ciertos conceptos en la medida
cuentra entre las más esenciales del gran en que su crítica lo requiera.3
economista austriaco” (ibid., p. xli). En la
UFM el estudio de la filosofía de Mises
es materia obligatoria para todas las ca-
inequívocos de apriorismo, y en ningún mo-
rreras, mientras que el estudio de su eco- mento se hacen esfuerzos por separarse de él.
nomía es prácticamente una actividad Lo mismo puede decirse, en líneas generales,
extracurricular. de las publicaciones del Ludwig von Mises
Institute (The Free Market, Austrian Econo-
Igualmente beneficiado saldría el mo- mics Newsletter, Review of Austrian Econo-
vimiento liberal si lograra desprenderse mics).
del apriorismo misesiano ya que la situa- 3
Para una breve introducción al tema puede
ción es tanto más absurda si se compren-
consultarse Methodology of the Austrian
de que el liberalismo no lo necesita en lo School (White, 1977); una exposición menos
más mínimo. El apriorismo, por el contra- enfática con elementos de la praxeología se
rio, es un estorbo.2 encuentra en An Essay on the Nature and
Significance of Economic Science (Robbins,
2
Por mencionar sólo algunos ejemplos: la 1932/35), mientras que The Evolution of
revista Liberty lo declaró recientemente el Austrian Economics (Gloria-Palermo, 1999)
liberal del siglo, por encima de nombres co- nos ofrece un comentario más reciente sobre
mo Friedman y Hayek (Liberty, January la escuela austriaca (véase también Rothbard,
2000); la publicación Atlas del Sud celebró 1992, y Vaughn, 1994); en la obra de Blaug
ampliamente a Mises en una de sus ediciones ya citada (Blaug, 1981/92) se puede apreciar
(Atlas del Sud, Octubre 1999). En ambas el estado actual del debate metodológico en
publicaciones pueden encontrarse rastros economía.
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humana según lo que observa por expe- es porque deliberadamente decidió su-
riencia. Se trata, por el contrario, de una cumbir a esa pasión (p. 21).
definición a priori, esto es, independiente
de la experiencia; no describe la realidad, Un punto interesante y obscuro es que
sino más bien llega a ella por medio de la la acción humana, a pesar de definirse a
reflexión.4 De hecho, esto es solamente lo priori, no logra ser un concepto comple-
que Mises creía estar haciendo ya que la tamente objetivo e independiente de la
introspección de la cual infiere su con- experiencia. Mises reconoce de hecho
cepto de acción no es otra cosa que expe- que la categoría de acción depende tam-
riencia personal. Pero de esto hablaremos bién de las consecuencias: “(...) el sonre-
más adelante; por ahora nos concentra- írse y el quedarse serio pueden constituir
remos en lo que Mises entiende por ac- actuaciones” (p. 17). Presumiblemente,
ción humana. esto significa que una sonrisa deliberada
que no es observada por nadie, es decir,
La acción humana excluye por defini- que no tiene consecuencias, no sería una
ción todos los actos involuntarios e in- acción, aunque no se diferencie, en sí
conscientes para quedarse únicamente misma, de otra sonrisa deliberada que sí
con los actos deliberados. De modo que tenga consecuencias. En otras palabras,
ni los actos reflejos e instintivos (p. 15), una sonrisa con el propósito deliberado
ni los fenómenos psicológicos (p. 16) de ser observada sólo se convierte en
cumplen con la racionalidad que exige la acción si efectivamente es observada,
acción humana, precisamente porque esto es, si tiene las consecuencias previs-
carecen de deliberación y de fines defini- tas por el agente. Mises enfatiza que “la
dos. acción es una cosa real” y no cuentan las
intenciones si éstas no llegan a materiali-
Sin embargo, su categoría de acción sí zarse (p. 17).
incluye los motivos subconscientes del
agente; así, por ejemplo, los desequili- Asimismo, la actividad que perma-
brados mentales actúan porque también nezca en el plano mental sin manifestarse
persiguen fines por ellos escogidos aun- en el mundo exterior, no califica para ser
que nosotros no necesariamente los com- considerada como objeto de estudio de la
prendamos o nos parezcan irracionales praxeología. Ciertamente, para la activi-
(ibid., p. 16). Su definición incluye asi- dad mental involucrada en la imaginación
mismo a las pasiones: los sentimientos o los recuerdos existe (o puede existir)
son causa de la acción, o en todo caso, también una relación entre medios y fi-
influyen en el curso de acción a seguir. nes. Incluso un gesto deliberado con fines
Algo menos razonable es el incluir, como específicos, como una sonrisa, puede no
hace Mises, a la persona que mata bajo convertirse en acción, si no llega nunca a
los efectos de la ira. Por extraño que pa- ser observada. No se debe, por tanto, caer
rezca, Mises afirma que el que así actúa en el error de creer que Mises se interesa
por todo lo que relaciona medios y fines
4 por el simple hecho de ser éste un ele-
Sin embargo, como veremos más adelante,
mento de su definición. Más aún, si estoy
Mises hace constantes referencias al mundo
real utilizando los mismos términos que antes en lo correcto, las consecuencias son, en
definió a priori, lo cual provoca enorme con- ciertos casos, necesarias para definir la
fusión. acción.
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su reflexión fue exitosa, y cree, por lo tro el mensaje estaba probablemente cla-
tanto, haber dado definitivamente con la ro, pero quienes después lo citan olvidan
“esencia” de la acción, como si ésta fuera a menudo lo que sus palabras significan.
algolo que él dice que esy no pudie- Se afirma por ejemplo que “la acción
ra ser otra cosa. En otras palabras, su humana es siempre deliberada y racio-
definición es la realidad. Es lógico pensar nal,” sin saber, la mayoría de las veces,
que Mises no la consideraría propiamente qué incluye y qué excluye esa acción
una definición puesto que él cree estar humana. De acuerdo con su vocabulario,
reflexionando sobre esencias. Su confu- semejante proposición es cierta por defi-
sión puede apreciarse claramente cuando nición, ya que se trata de una tautología.
sentencia que “la acción humana es siem- La expresión “acción racional,” nos dice
pre y necesariamente racional” (p. 24). Es Mises, “es un evidente pleonasmo” (ibid.,
probablemente esta convicción la que lo p. 24). De aquí se sigue que el concepto
hace saltar alegremente entre la realidad y de “racionalidad” es igualmente estrecho
la teoría como si se tratase de una misma que el de “acción,” puesto que ambos se
cosa; y es en gran parte su negativa a refieren a lo mismo. Más adelante afirma
reconocer esta diferencia la causa de que que “acción y razón son congenéricas y
se le considere a menudo como una cu- homogéneas; se les podría considerar
riosidad académica. como dos aspectos diferentes de una
misma cosa” (p. 48).8
Aparte de su esencialismo, el incon-
veniente de una definiciónrestrictiva cio dialéctico logra, como por arte de magia,
como la de Misesque choca con el uso escamotear el que el deseo de alcanzar ciertos
común es que se vuelve difícil atenerse a fines es el motor que induce al hombre a
ella en la práctica y esto termina provo- actuar” (p. 32). Parece olvidar, por momen-
tos, que fue así precisamente como definió la
cando confusión. Ya sea por descuido o
acción; es entonces obviamente imposible
por preocupaciones de estilo y expresión, encontrar, dentro de esa definición, una ac-
Mises utiliza sus propios términos con ción que no persiga fines. Otra variante de lo
otros significados.7 En la mente del maes- mismo: “La cuestión debatida se reduce a
determinar si se puede aprehender intelec-
la interpretación, sin mencionar que no hay tualmente la acción humana negándose a
que confiar demasiado en el poder de convic- considerarla como una conducta sensata e
ción de los democráticos argumentos ad intencionada que aspira a la consecución de
numerum. Me parece más acertado entender específicos objetivos” (p. 32). No creo que
el “lo es y siempre lo ha sido” como una esto sea exceso de severidad, ni espero una
referencia a la inmutabilidad de la esencia de absoluta perfección lógica en el texto, aunque
la acción. ese es, por cierto, un raro atributo que no le
7
debería ser inaccesible a la Escuela Austriaca
Esto es algo que puede ser observado por el y a Mises en particular. Si señalo errores
lector a lo largo de la obra; aquí nos limita- como estos, es únicamente con la esperanza
remos a dar tan sólo algunos ejemplos: “Es de reducir el efecto perjudicial de los enredos
impensable un actuar en el cual no sea posi- que provoca el uso atropellado e irregular de
ble distinguir y separar netamente medios y ciertos términos.
fines o costos y rendimientos” (p. 48). Esta-
8
mos obligados a suponer que se refiere, en James Buchanan y Gordon Tullock ofrecen
este caso, al mundo real porque de lo contra- una concepción más amplia de la racionali-
rio se trataría del tipo de pleonasmos que con dad: “Se dice que el comportamiento es ‘ra-
tanta vehemencia rechaza (véase la página 24 cional’ cuando el individuo elige ‘más’ en
así como el texto más abajo). “Ningún artifi- lugar de ‘menos’ y cuando es consistente en
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perfectamente feliz tendría serias dificul- p. 39). Los siguientes párrafos resumen
tades para seguir siendo hombre pues ya en pocas palabras lo que piensa acerca de
no actuaría y como vimos esta es la “ca- la historia:
racterística específicamente humana.” No
se trata de juegos de palabras ni de retor- La historia no puede instruirnos acerca de
cer sus afirmaciones y citarlas fuera de normas, principios o leyes generales. Es
contexto. Cualquiera puede asomarse y imposible deducir, a posteriori, de una
verificar lo que Mises efectivamente es- experiencia histórica, teoría ni teorema
alguno referente a la actuación o conduc-
cribió, y comprobar que Blaug no exage-
ta humana. La historia no sería más que
raba al decir que hay que leer sus afirma- un conjunto de acaecimientos sin ilación,
ciones para creerlas. un mundo de confusión, si no fuera posi-
ble aclarar, ordenar e interpretar los datos
disponibles mediante el sistematizado
5. Apriorismo e Historia conocimiento praxeológico (ibid., p. 50).
ella, es algo que Mises no aclara. Con esto desecha, de un plumazo, el tra-
bajo y el esfuerzo de la inmensa mayoría
Como una más de las diferencias en- de economistas que se afanan precisa-
tre las ciencias naturales y las ciencias mente en encontrar ese tipo de relaciones
praxeológicas, Mises señala que la histo- causales. Por otra parte, es muy
ria de las primeras es un desfile de teorías significativo que no le dé ninguna
repudiadas al enfrentarse con los datos importancia a los progresos de la estadís-
experimentales; sin embargo, opina que tica inferencial y al desarrollo de la eco-
no ocurre lo mismo en economía (p. 50). nometría. De hecho, otra manera de
Salvo que se refiera a la supuesta imposi- criticar el apriorismo de Mises consiste
bilidad de experimentar en economía, no en comparar las conclusiones económicas
tengo la menor idea de cómo entendería de sus investigaciones con la realidad o
las generaciones sucesivas de teorías re- con las conclusiones de otras
emplazadas hasta llegar a la moderna investigaciones. Esto es lo que hacen
teoría del valor. Sin embargo, me parece indirectamente los economistas que sí
que este es un claro ejemplo, entre mu- valoran la información empírica al
chos otros, que se opone a su visión de la proponer teorías diferentes, aunque natu-
historia económica. Y aún admitiendo ralmente, la gran mayoría de economistas
que no se pudiera experimentar, lo cierto no tienen en mente al economista austria-
es que continuamente aparecen nuevos co al momento de formular sus hipótesis.
datos que permiten refutar o corroborar
las teorías según sea el caso. Pero esto a 6. Lo autoevidente y la introspección
los aprioristas los tiene sin cuidado. Con
respecto a la imposibilidad de experimen- Como apriorista, Mises se enfrenta al
tar en economía Mises señala lo siguien- problema de encontrar un punto de parti-
te: da para sus afirmaciones. Este problema
ha afectado desde siempre a los filósofos
La experiencia de que tratan las ciencias que se embarcan en la búsqueda de certe-
de la acción humana es siempre expe- zas absolutas mediante un proceso deduc-
riencia de fenómenos complejos. En el tivo, aunque también es cierto que seme-
campo de la acción humana no es posible jantes empresas no han sido nunca dema-
recurrir a ningún experimento de labora-
siado exitosas.
torio. Nunca se puede ponderar aislada-
mente la mutación de uno solo de los
elementos concurrentes, presuponiendo Por la misma época en que Mises re-
incambiadas todas las demás circunstan- flexionaba sobre estos asuntos, el movi-
cias del caso. La experiencia histórica miento positivista lógico se veía aquejado
como experiencia de fenómenos comple- por una dificultad similar. De hecho, Mi-
jos no nos proporciona hechos en el sen- ses trata de escapar al inconveniente de
tido en que las ciencias naturales emplean una regresión infinita recurriendo a la
este término para significar sucesos ais- autoevidencia, a la manera de Moritz
lados comprobados de modo experimen- Schlick. Es muy probable que Mises tu-
tal (ibid., p. 38). En cuestiones de acción viera pleno conocimiento de esto ya que
humana ningún experimento puede ser
Richard von Mises, hermano menor de
realizado (Mises, 1933/60, p. xiv) .... no
se puede deducir ninguna relación causal Ludwig, estuvo vinculado al Circulo de
del estudio de los fenómenos complejos Viena el cual era dirigido por Schlick.
(Mises, 1949/66, p. 83). Estas conjeturas podrían haberse evitado
de no ser por la escasez de referencias
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bibliográficas en su obra cumbre. Por causa anterior debe existir al menos otra
ejemplo, es curioso notar que a pesar de forma de comprenderla.
haber tomado muchos elementos de su
apriorismo directamente de Kant, el A pesar de que Mises, como buen ra-
nombre del filósofo alemán no es men- cionalista que es, afirma que “todo cono-
cionado ni una sola vez a lo largo de la cimiento, por mínimo que sea, ha de ad-
obra. Afortunadamente, dado el surrea- quirirlo el hombre fatalmente por vía de
lismo de los movimientos intelectuales no la razón” (ibid., p. 82), empieza su cami-
será imposible encontrar quien se pre- no recurriendo a lo que llamaremos in-
ocupe por resolver finalmente estas inter- trospección: “Para comprender la acción
rogantes si no es que ya se encuentran sólo podemos recurrir a un método de
resueltas.9 interpretación y análisis: el que parte del
conocimiento y examen de nuestra propia
La acción humana es entendida como conducta consciente” (p. 32). “El cono-
“presupuesto irreductible” en el sentido cimiento praxeológico, como el lógico y
en que en el estado actual de conocimien- el matemático, lo llevamos en nuestro
tos “no puede ser desmenuzada en sus interior; no nos viene de fuera” (p. 78).
causas integrantes” (ibid., p. 23). Las Como me señaló Julio César de León
explicaciones científicas que recurren a Barbero, la introspección es la experien-
una regresión de causas encadenadas se cia que resulta de volcar los pensamientos
topan, tarde o temprano, con muros in- sobre nosotros mismos. El examen que
franqueables para la técnica y el conoci- realiza Mises sobre su propia conducta
miento del momento. consciente es, en otras palabras, el tipo de
experiencia íntima que la persona posee
Como es natural, Mises se esforzó por sobre sí misma.
darle a su punto de partida la mayor soli-
dez posible, aunque ya vimos que la cate- Sin embargo, las palabras de Mises
goría de acción no es la fortaleza inex- sobre el conocimiento racional así como
pugnable que pretendía. Es preciso ahora la misma introspección pueden interpre-
preguntarnos cómo llegó a seleccionar a tarse con menos severidad a fin de evitar
la acción humana como su punto de par- la contradicción; pero más difícil me pa-
tida, ya que si ésta no es el efecto de una rece eliminar del todo el mal sabor que
dejan estas ambigüedades. Y más ambi-
9
Un comentario de Mises con respecto a una guo resulta aún el hablar cuatro páginas
propuesta sobre el cálculo económico revela antes de “nuestros conocimientos expe-
el tono de las relaciones que mantenía con su rimentales” (p. 78). Esto prueba, en mi
hermano: “Idea tan desatinada no merecería opinión, que contrario a lo que él cree, sí
ni ser mencionada si no fuera porque procede es posible demostrar, de manera conclu-
de ese grupo tan activo y entrometido que yente, que su lógica es diferente de la
forman los ‘positivistas lógicos,’ siempre nuestra (véase p. 30). Pero, bromas apar-
pregonando planes para la ‘unificación de
te, lo cierto es que Mises muestra una
todas las ciencias’ ” (ibid., p. 829n). Mises
alude aquí a la Enciclopedia Internacional de fuerte predilección por cierto tipo de am-
Ciencia Unificada, en la cual Richard von bigüedad que consiste en ser absurda-
Mises era miembro de la comisión asesora. mente categórico la mayor parte del
Esta digresión es importante porque podría tiempo, para después decir, con tono mo-
ayudarnos a comprender los motivos psicoló- desto, que sus afirmaciones no son abso-
gicos que empujaron a Mises al apriorismo. lutas ni la ciencia es infalible. El lector
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puede quedar desconcertado cuando lee, Pero más allá del margen que exista
por ejemplo, que “la ciencia jamás podrá para la interpretación, lo importante es
llegar a un convencimiento pleno de que que Mises considera autoevidentes los
su investigación se halla acertadamente resultados de su introspección, y por lo
orientada y de que son efectivamente tanto, absolutamente ciertos. Habla, por
ciertas las verdades que considera incon- ejemplo, del “carácter constitutivo y obli-
cusas” (p. 82), o el igualmente categórico gado de la estructura de la mente huma-
“la ciencia jamás brinda certeza absoluta na” de acuerdo al cual debe de realizarse
y definitiva” (p. 8). Esto no puede haber el análisis de la consciencia: “Las rela-
traído sino confusión a muchos de sus ciones lógicas fundamentales no pueden
discípulos que no acaban de comprender ser objeto de demostración ni de refuta-
lo que desea expresar el maestro cuando ción. El pretender demostrar su certeza
afirma al mismo tiempo poseer y no po- obliga a presuponer su validez. Es impo-
seer verdades absolutas. Lo cierto es que sible explicarlas a quien, por sí solo, no
a pesar de estos desaciertos la historia lo las advierta (....) Se trata de categorías
tiene, creo que acertadamente, por un primordiales, que no pueden ser objeto de
apriorista dogmático.10 análisis. La mente humana es incapaz de
concebir otras categorías lógicas diferen-
10
Don Lavoie ofrece un punto de vista dife- tes” (Mises, op. cit., p.42, las itálicas son
rente en su ensayo “Euclideanism versus mías).
Hermeneutics: A Reinterpretation of Mise-
sian Apriorism” (Lavoie, 1986), que más que Habría que empezar por aclarar que el
“una crítica devastadora del apriorismo de concepto de “lo evidente” es bastante
Mises,” como afirma Blaug (1992, p. 81n), es caprichoso. Cuando se asegura que una
principalmente una reinterpretación desde el proposición es evidente “por sí misma” se
punto de vista de la hermeneútica. Su reinter-
supone que el reconocimiento de esta
pretación, aunque bien documentada con
citas textuales (a veces convenientemente
condición es universal e inmediato para
mutiladas), me parece sin embargo equivoca- todo aquel que reflexione sobre el tema.
da. Las dos interpretaciones son radicalmente De hecho, la reflexión misma es innece-
distintas y mutuamente excluyentes: en una saria: se requiere tan sólo el contacto con
Mises es un hermeneuta y en la otra es el el tema para aprehender el concepto y
apriorista euclidiano e intransigente que co- aceptarlo en el acto con una profunda
nocemos. Lavoie, apostándolo todo a su pun- sensación de necesidad. Una autoeviden-
to de vista, reconoce por cierto que “si la cia genuina debe ser cierta hoy y siempre;
insistencia de Mises en la certeza de los lo autoevidente no admite refutación pre-
axiomas y de las derivadas conclusiones de la sente ni futura. Los postulados de Eucli-
praxeología es un ardid exclusionario, em-
des eran inevitables y de naturaleza tan
pleado para sustraer sus ideas de la amenaza
de la crítica, entonces la comunidad científica
simple que todo aquel que se iniciara en
no tiene la responsabilidad de tomarlo seria- el estudio de la geometría no oponía nin-
mente” (p. 202). Debemos recordar, como ya guna objeción y no tenía ningún inconve-
mencionamos, que según Mises “la categoría niente en aceptarlos como ciertos y evi-
de acción humana no admite crítica ni obje- dentes.11 Mises, eso sí, con mucha más
ción alguna.” Obviamente la interpretación
de Lavoie no es del agrado de los misesianos
11
tradicionales. Rothbard (1989) en su ensayo Esto en realidad no es del todo exacto. Co-
“The Hermeneutical Invasion of Philosophy mo señala Abbagnano (1997), desde la anti-
and Economics” hace duros comentarios güedad se habían suscitado discusiones con
sobre Lavoie y maltrata a la hermeneútica. respecto al postulado V; no obstante, hubie-
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arrogancia que Euclides pero con menos que ha tenido la oportunidad de experi-
suerte, pretende estar haciendo lo mismo mentar las cantidades.
con el estudio de lo que llama ciencias Se puede argumentar que los “meno-
praxeológicas. res” no están todavía mentalmente capa-
citados para percibir determinadas auto-
En realidad, cuando afirmamos que evidencias. Esto es casualmente lo que
una proposición es evidente lo que que- piensa Mises (op cit., pp. 18, 41), y aun-
remos decir es que así nos lo parece des- que esto es cierto en general, es fácil
pués de haberla comprendido. Por ejem- encontrar excepciones lo cual muestra
plo, frente al descubrimiento aritmético que lo importante no es la edad sino la
de un niño que afirma que “un perro es capacidad del sujeto para percibir “lo
menos que dos perros, pero dos perros autoevidente.” De modo similar
también pierden porque son menos que podríamos considerar la proposición “la
tres perros,” jamás se nos ocurriría seña- suma de los ángulos interiores de un
lar con desprecio que se trata de algo triángulo es igual a la suma de dos
evidente. Para el niño en cuestión ob- ángulos rectos” que, desde una
viamente no lo es. Al niño le parece que perspectiva apriorista, fue durante siglos
“un perro es menos que dos perros,” no considerada evidente para todo el que
sólo porque posee la capacidad para conociera los postulados de Euclides. No
comprenderlocapacidad que no tenía nos es difícil imaginar a un adulto sin
cuando era un recién nacidosino por- conocimientos de geometría que no
encuentre esta afirmación “evidente,” y a
quien incluso le podría llegar a parecer
complicada. Si pretendemos que llegue a
ron de pasar más de dos mil años antes de percibir esta supuesta autoevidencia,
poner en duda la geometría clásica pues “se tendríamos primero que explicarle
consideraba escandaloso admitir la posibili- algunos conceptos fundamentales de
dad de una geometría diferente a la de Eucli- geometría, y sólo entonces estaría prepa-
des” (p. 588). Abbagnano señala oportuna- rado para comprenderla. De igual manera
mente que “en el mundo contemporáneo la podemos imaginar, esta vez no sin alguna
noción de axioma ha sufrido su más radical dificultad, a otra persona con mayores
transformación. La característica que lo defi-
habilidades matemáticas que las de Mi-
nía, la inmediatez de su verdad, la certeza, la
evidencia, le ha sido negada. Este resultado ses, quien encontraría fáciles y evidentes
se debe al desarrollo del formalismo matemá- ciertas operaciones que a él le parecerían
tico y lógico, o sea, a la obra de Peano, Rus- complicadas y de ninguna manera evi-
sell, Frege y Hilbert. Según el punto de vista dentes.
formalista, ahora aceptado casi universalmen- Estas observaciones sobre la autoevi-
te, los axiomas de la matemática no son ni dencia pueden en realidad parecer bastan-
verdaderos ni falsos; han sido adoptados te irrelevantes, pero analizar el punto de
convencionalmente, por motivos de conve- partida de Mises nos lleva al tema princi-
niencia, como fundamentos o premisas del pal puesto que él mismo reconocería de
discurso matemático. De tal modo, los axio- buena gana que el edificio praxeológico
mas no se distinguen de los postulados, y las
no puede sostenerse sin los cimientos. La
dos palabras se usan actualmente en forma
alterna. La elección de los axiomas es, en pregunta es, pues, cómo determinar, con
cierta medida, libre y en tal sentido se dice absoluta certeza, qué es objetivamente
que los axiomas son ‘convencionales’ o ‘ad- autoevidente. No nos preocuparemos de
quiridos por convención’ ” (ibid., p. 121). averiguar si tal objetividad existe de
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hecho y en qué forma, o si podemos si- tarde, Bernhard Riemann demostró que
quiera aspirar a alcanzarla. puede igualmente sustituirse por otro
postulado que afirme que por el punto
Lo categórico de sus afirmaciones ex- exterior a una recta pasan cero paralelas,
cluye de entrada la posibilidad de pensar esto es, una geometría donde no existen
en grados de autoevidencia. Las proposi- dos paralelas cualesquiera. Fue así como
ciones son evidentes o no lo son; no exis- nacieron las geometrías no-euclidianas.
ten puntos intermedios ni matices ya que, Cualquiera que sea el postuladouna,
según dice, son inconcebibles otras cate- cero, o infinitas paralelasel hacerlo
gorías lógicas de pensamiento, y de ahí la variar entre estas tres posibilidades da
necesidad y la certeza. Por cierto, Mises lugar a igual número de sistemas geomé-
siempre habla, con gran humildad, de lo tricos no-contradictorios. De tal manera,
que eventualmente podría realizar una señala Abbagnano, que la geometría eu-
mente con lógica sobrehumana, como si clidiana resulta un caso particular de una
sus propias capacidades individuales di- geometría mucho más extensa y general
eran la medida de lo que puede realizar el (op. cit., p. 589).12
género humano; lo que él no pueda con-
cebir debe ser necesariamente sobre- Así, los axiomas que por siglos fueron
humano. considerados evidentes y necesarios no
son, en la geometría contemporánea, más
Como vimos, Mises sostiene que a es- que una de las posibilidades. No se debe
tos conceptoscuya aprehensión es tan caer en el error de creer que con estas
simple e inmediatapuede, sin duda, posibilidades nos referimos necesaria-
calificárseles objetivamente de autoevi- mente a la realidad, es decir, a la física;
dentes. Esto explica por qué se comporta podemos pensar únicamente en la posibi-
como si fuese el feliz poseedor de una lidad matemática de distintos sistemas
verdad irrebatible. No obstante, el consi- geométricos. Aunque por cierto, Singer
derar lo que sucedió en el caso clásico de señala que, por ejemplo, el desarrollo de
la geometría euclidiana nos ayudará a la teoría de la relatividad se basó en el
comprender lo errado de recurrir a la au- concepto de la geometría de espacio cur-
toevidencia como fuente última de certe- vo de Riemann (Singer, 1995).
za.
Sin embargo, lo que nos interesa aquí
Después de más de dos mil años de es que lo que fue visto durante mucho
venerar a la geometría euclidiana como tiempo como una necesidad lógica del
un sistema único y necesario, a comien- pensamiento resultó que a fin de cuentas
zos del siglo XIX los matemáticos Carl no lo era. El quinto postulado, que fue
Gauss, Nikolaï Lobachevsky y János siempre considerado como un teorema
Bolyai demostraron de forma indepen- aún no demostrado, es visto ahora como
diente la posibilidad lógica de construir una definición convencional y útil, es
una geometría diferente en la cual se de- decir, un axioma en el sentido contempo-
bía modificar el quinto postulado. La ráneo. Donde antes había verdad absoluta
modificación consiste en sustituir dicho y autoevidente, vemos hoy arbitrariedad y
postulado por otro que afirme que por un convención. La pregunta sigue siendo la
punto exterior a una recta dada se pueden
trazar infinitas paralelas y no una sola 12
Para una explicación más extensa y rigurosa
como indica el postulado euclidiano. Más véase Torretti (2000).
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misma: ¿cómo estar seguros de hallarnos Otro caso que parece haber pasado
frente a una verdad absoluta y evidente? desapercibido para Mises es el de los
A juzgar por lo que sucedió en el caso de conjuntos infinitos. El juicio “la parte es
la geometría euclidiana, los sentimientos menor que el todo” es un ejemplo típico
de autoevidencia parecen no ser suficien- de un axioma en el sentido antiguo del
tes. Pero Mises no cuenta con ningún término, es decir, una verdad evidente por
criterio para determinar la autoevidencia sí misma desde todo punto de vista. Ya
ni lo busca tampoco puesto que “es impo- desde el siglo XIV Guillermo de Occam
sible explicarlas a quien, por sí solo, no había señalado que “no es incompatible
las advierta,” y “el pretender demostrar que la parte sea igual o no menor a su
su certeza obliga a presuponer su vali- todo porque ello sucede cada vez que una
dez.” En efecto, la única manera de de- parte del todo es infinita .... Sucede tam-
terminar la autoevidencia es esa íntima bién en la cantidad discreta o en una mul-
sensación de que tiene que ser así y no tiplicidad cualquiera, en la cual una parte
puede no serlo. Si pudiésemos argumen- tenga unidades no menores de las conte-
tar sobre ellas y justificarlas dejaríamos nidas en el todo. Así en todo el universo
entonces de llamarlas autoevidentes pues- no hay partes en número mayor que en un
to que no serían irreductibles.13 A pesar haba, porque en un haba existen infinitas
de que la polémica sobre las geometrías partes. De tal manera el principio de que
no-euclidianas sucedió muchos años an- el todo es mayor que la parte vale sólo
tes de Mises, él actúa como si nada y ni para todos los compuestos de partes inte-
se da por enterado, probablemente por el grantes finitas” (citado por Abbagnano,
hecho de que pertenecen a la historia y 1997, p. 674). Siguiendo este mismo ca-
nada teórico se puede aprender de ella. mino Georg Cantor desarrolló hacia fina-
les del siglo XIX su teoría de conjuntos
mediante la cual llegó a una definición
matemática de las series infinitas: un con-
13
Karl Popper señala que “no hace mucho junto es infinito si puede ser colocado en
tiempo se sostenía que la lógica era una cien- correspondencia uno a uno con un sub-
cia que trataba de los procesos mentales y sus conjunto suyo. De este modo los elemen-
leyes, las leyes de nuestro pensamiento. Se- tos del conjunto no pueden ser enumera-
gún esto, no había más justificación para la dos en su totalidad y se le considera infi-
lógica que el supuesto hecho de que no po- nito; así, por ejemplo, aunque son infini-
díamos pensar de otra manera. Una inferencia tos de distinto orden, no hay menor nú-
lógica parecía estar justificada porque se mero de elementos en la serie de números
experimentaba como una necesidad del pen-
naturales que en la de números raciona-
samiento, como la sensación de estar obliga-
dos a pensar según ciertas directrices. En el les, y en este sentido, la parte no es me-
campo de la lógica, esta clase de psicologis- nor que el todo. Una vez más, lo que fue
mo quizá ya pertenezca al pasado. Nadie evidente en algún momento dejó de serlo
pensaría, ni en sueños, justificar la validez de en circunstancias diferentes.
una inferencia lógica o defenderla contra las
dudas, escribiendo junto a ella, en el margen,
la siguiente frase de protocolo: ‘al revisar hoy
esta cadena de inferencias, tuve un fuerte
sentimiento de convicción’ ” (Popper, 1934,
p. 169). Popper probablemente no llegó nun-
ca a leer los pronunciamientos metodológicos
de Mises.
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