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Llorar en orden

Ramiro Pelliza
Ay (Primera parte)
1

Amaneció de noche. El cielo con la luna tan adentro. Pero, ¿acaso no era
demasiado temprano para la grisácea?

Amaneció tarde aquella noche. Que lo mismo sería: ya no estás aquí a mi


lado. Pero nunca tuve tamaña soledad como para darle tu nombre. Jamás
pude contemplar una sonrisa desde adentro.

¿Existirá, realmente, alguna forma de llorar en orden? ¿y de enjugarse


los errados pronósticos del clima?

Ay, lastimadura de loro, herida que es repetición en slow motion de lo


adentro; del bordecito de la sangre que hace rojo en la superficie; Ay.
Decir dolor en el momento en que no lato, en que no sirvo ni como
eclipse. Ya no soy apto para cercanías; donar mi sangre sería desear que
pudieras acuchillarme en otro cuerpo.

Ya no tengo ni la fruta podrida para hacer versos con un paraíso


desflorado. ¡Mierda, carajo! Hasta lo escatológico es una pluma
asfixiada entre su viento.

Que no puedas calarme, no deseo.

Que no puedas parar de bostezar en el momento en que la luna se haga


cráteres en su reflejo apedreado en el desierto. Que tengas sueño y que
no duermas.
Que te resbales, torpe, hasta con las sábanas en las que, a partir de ahora,
te despiertes.
Que desayunes tarde, y más tarde llegues, demorada, culposa, triste, con
el tener encima los encantos hechos antecedentes.
Que te hamaques para un solo lado. Que tu calesita no dé la vuelta o que
no tenga sortija.
Que seas de un color que nadie sepa, transparentita.

Ay, dolor, si te pudiera llamar así, ya no estaría solo.


2

Amor, dale, que se me cansó el salir de sol. Amor, te huelo el corazón y


huele a otro.

Que me enigmes, puede ser.


Que me sucedan.

Vos, que para llegar hasta mi pecho, tuviste que atravesar mi espalda.
Por la parte que era ciego, también era sensible, libertadora de tu causa;
dolida por quejoso; requerida por vengativo; restauradora de ansias
ajenas; Ay, cansadita de siempre lo mismo.

Te juro que la luna no tiene entradas, pero cada día somos más los que
no podemos salirle. Y es que los ojos multiplícanse cuando uno sueña;
que de sueño no cumplido no hay retorno. Vos, soñadora, vos, sueñito.

Te acaricio con esta mano de sentirse solo; te sostengo con la fuerza de


hombre para abrir tapitas duras. Tengo camellos suspirando en la
desidia. Ay, amor, cuánta algarabía en tomar agua y seguir vivo.

¿Y este arnés que me sujeta por si me levanto? Dios, que enojarme sea
tan prolijo; eso no.
3

Ausencia, ¿sos indiferente? Ay, tu no quererme es tan suegrita conmigo.

Viento de antes. Mediodía para ciegos. Comida en familia con padres


separados. Así de tanto me querés.

Que ni los solos sírvense, a sí mismos, siquiera, de testigos.


Que ni muerto está bueno el Paraíso.
Que ni el mismísimo Jesús pudo soportar ser solamente alma. ¡Si hasta
tuvo que volver para avisar que ya no estaba!

¿Cómo querés que a mí me duela todo? Si la ausencia es cargarse el


alma encima. Y yo no tengo alma; te la dejé a vos para que la cuidaras.

Que me voltees, si pudieras.


Que me arrincones, ni de mentiras.

Hora pico del amor en que todos vuelven a mirarse el pecho hundido.
Hora pico en que se sale de la luna para esconderse entre los ojos. Hora
pico de respirar sin ganas todo junto.

Ay, que me lastimes, ya quisieras.


Pero que no lo hayas hecho, ya, lo dudo.

Que me precies y me desvalores. Que me incites, fagocitadora, a seguir


insistiendo. Tengo preludio de sobra antes de alcanzarte, ausencia.

Ay, ausencia, que antes de llegar a vos, es la soledad la cansadora.


4

Que te feliciten.
Que atestigües mal.
Que dilucidada seas, pero no por mí.
Que se te amedranten las perfecciones.

Y o ya no tenerte: o y tener demasiados salvavidas y ningún mar para


reclamar mi derecho a salvación.

Vos, anestesia, vos anestesiadora.

¿Ay?
5

De tanto adentro que tengo, me duele afuera. Me duele que ya no estés


adentro, que ya ni entrás. Pedacito, usurpadora de exteriores. ¡Mi alma
por un dolor de alma y no de cuerpo! ¡Por unos huesos de alma y no por
éstos!

Ay, relámpago de bombita quemada. Luz de adentro con metáfora.


Abanico leudante; tu velo, tu pantalla. Tengo tanto amor para decir que
ya trafico.

Que herida, entonces, descanses.

Envidia pura hasta de ser inocente para la muerte, yo.

Cacofónica, que replieguen tu verso. Que te amuchen; te incineren el por


qué del alma.
Que recuperes el habla, disléxica.
Que te acostumbres.
Que te acostumbren.

Columbradora, hay nubes si la pasión no tiene luna. Sumada para ser,


que te vitoreen lo malo para que te des cuenta.

Que te enumeren.
Que te nulen el por favor para romperme las ganas.
Que te den permiso para Dios, y que no te quiera ver, y que te sea la
salvación dada por encomienda, refrescante.

Ojalá sea mañana cuando faltes. Que no me des tiempo de saberlo.


6

Pedacito de mí, que ya sos otra, ojalá que nunca hayas sido mía. Ay,
pero que no se puede tanto entre te quieros.

Que full time te dediques a mi odio, no a mi olvido. Que yo tengo que


trabajar y estudiar para mantener la indiferencia.
Que aunque avergonzada, y por vergüenza, reincidas.
Que contaminada seas, denotadita.
Que escuches perfecto, perfecta para mí, ahora.

Ay, que reciclada ni sepan que sos vos. Que ni te encuentren.


Que te adolezcan por compromiso.
Que en doble fila ni te multen.
Que en doble fila ni te multen.
Que te avizoren.

Que te entre mal el cambio en el hueco donde tenías corazoncitos. O que


te automaticen.

Hay un lugar del pecho que no es bueno. Ay –ahora por estar todo
protegido adentro de una lágrima.
7

Tan bello. Tan hombre para tenerte. Pero tan poco hombre: tan Dios.

Todo él, precioso. Angosto por los lados que merece; ancho para
sorberte a sorbos. Imponente.

Qué lujuria la de ser sus ojos. Pueda, alguien, serlos, a mansalva de


ningún perderse. Que así sea. Que se le tornen al cielo esos ojos. Y será
más bello el cielo.

Tierno. Porque sabe cómo no estremecerse. Eso es amor en el hombre.


Decirle puta a la que le corresponde un gracias. Eso es el amor. Ay, de
verlo tan hermoso.

Pero qué más da. Si vos sos divino. Sos una querella de las demás
fealdades. Sos feliz sin culpa de abotonarte. Sos reacio a dar razones de
alegría. No sabés querer de más, porque es dañino; pero ni siquiera sabés
cómo querer menos. Sos un fachero.

Sos el montón de llanto que me destrona, por ser bello. Vos sos él o el
otro o el ajeno. Pero sos preferencia, diadema, insurrecto siempre pasivo;
dardo en cualquier centro. ¡Qué impacto el de ser tu cielo!

Ay, amor, que incluso ese que me niega, es hermoso en vos.


8

Intimidada, ¿qué es esa herida tan en desuso? ¿No sentís que corren
venas en lo subterráneo de la inconstancia? ¿No sentís que hay algo vivo,
que tiene boca para tantos?

Subterránea, no hacía falta que en un empréstito donaras paraísos sin


besarlos. Hoy también hay día olisquéandole el zaguán a la luna.

Contrapunto, haceme silencio de no estar suspirando, ya, con veneno.


Ay, que tengo escalofríos donde podría estar viviendo. Ay, vida, que te
superé hace rato, suena falso. Pero no cabemos dos en lo mismo.

Ay, que te rematen antes de tiempo, chistosa.


Coriácea, que te orillen.
Madeja de viento, montón de moda, que te restauren las ganas de
morirte.
Que te hagan sombra los párpados.
Que tengas fama de estar viva.
Que no te adopten el desgano.
Que te antojen sin remedio.
Que aunque no, te creas descubierta.
Que se te haga primavera en las dudas.
Que toques fondo de una orquesta.
Que te inconcluyan.

Habré de creerte tanto, que rastrear estos azulejos será como tener de
víctima al destino.

Huesolita (Oh), te imantaron el desear distintamente.


Ay, N.N., ¿cuántos apellidos te habrán sobado el alma?

Aleteá tranquila, mariposita, tornado es otra cosa, tan solamente.


9

Ayer vinieron a censarme el por qué de estar tan solo. Y se fueron sin
siquiera tomarse el jugo que les había servido. Para ellos también existe
un Ay de tener que hacer todo a las corridas. Que el jugo quedó sobre la
mesa esperando boca, eso es un hecho. Pero y lo hecho, hecho está.

Me encontraron el oxímoron hasta en donde tenía un permitido por mi


dieta. Y yo ahí, tan poco solo por un rato mientras ellos, que les serví
jugo, al tiempo que me hacían las preguntas.

Pero de tan callado, el tiempo se hizo mudo sin probarlo. De tan poco
que les hizo falta para darse cuenta, no hubo vaso lleno, más, sobre la
mesa. Ay, carencia, si supieras lo que es la falta, no vendrías tan seguido.
Pero la memoria le falla a lo que anochece.

¿Será posible que exista orilla en el horizonte?


10

Ay, amor, que sobrás en esta ausencia; que en esta soledad estás de más.
No te quiero para estar solo. Ay, que tanta luz es estar oscuro por dentro.

¿En qué lugar de la fractura duele más el beso? Se me perdió la


intimidad adentro tuyo, amor. Ey, por favor, vení; por favor, dilapidame
el abandono. Vení, en serio, que ya inventé fronteras para que tengas un
lugar por donde entrar. Amor, pasá, dale; entrá; pasá cerca del hueco,
cargame de suspiros el centro, agigantame el respirar despacito, que
tengo la yugular tan sin estreno.

Pero no sirve de nada que me sujetes con pinzas los desgarros. Me


lastima el preferirme vivo. Tengo hasta ocluidas las formas de acariciarte
la falta. Y no se vuelve nunca a dolerse nadie por lo mismo. Tus ojos me
vedaron el escrutar la luna. Estar en este cuerpo es no tener pruebas de tu
ausencia. Este cuerpo ya sin marcas. Este cuerpo que respira. Este
cuerpo tan sentido tiene el alma en compromisos. Siento que te respiro a
las espaldas. Amor, tengo un por favor de rodillas que levanta arena con
la boca. Ay, la que no sos mía, también sos vos.

Pero ya está. Ya no repito más Ay. Porque tendrías que estar segura de
que la primavera tiene hojas en las raíces.
Mirame (Segunda parte)
1

Mirame. Que me vengo revolcando por el suelo. Que vengo solo a los
rastrones. Que vos podrías ser el cuerpo que le falta a mi arrastrarse.
Pero no. Porque es por vos por quien me arrastro. Y vendrías a eclipsar
mi amor por sumar tu cuerpo. Vendrías a transformar este revuelque en
una lujuria que no es mía, en algo compartido, que no quiero.

Mirame. Yo a vos no te quiero mía. Si no sos yo, que ni te acerques,


deseo. No me sirve de nada que seas algo más, un complemento. Para
eso me masturbo los por qué hasta encontrarle orgasmos a la ausencia.
Yo no quiero extranjeros en el amor. Yo no quiero que me visites como
si estuviera enfermo. No me duele nada. O sí, pero el dolor es mío,
porque estás toda hecha de ausencia. O sos el hueco que me falta o sos el
hueco que me sobra. Pero no podés ser las dos cosas. O sos la ausencia
que elimino o sos la ausencia que me encima. Pero nunca una sola.

Este dolor que es mío, este dolor sos vos. Yo tengo las dos puntas de este
hilo, y vos la aguja. ¿De dónde me agarrás el ángel olvidado? ¿En dónde
me cosiste la aureola de estar vivo?

Es verdad. Porque no me duele absolutamente nada. Y por eso sé que no


estoy curado. Porque nunca estuve enfermo. Es imposible que me duela
tu no estar. Porque estás clavada en los párpados que miro. Y te miro. Y
vos te mirás para adentro. En el lugar en donde había alma, ahí tu cuerpo
es un albergue transitorio para mi amor. Es un polvito, un echarte
diéresis en donde recluís los huesos. Un pedirle permiso a todo lo que
tiene pase libre.

Mirame. Que te duela este montón de sombra. Que te acostumbres a que


no duela absolutamente nada. Porque en donde está mi alma ya no duele
nada. Porque en donde hay dolor sos vos, y no soy yo. ¿Será que mi
alma sos vos? Y entonces ya no sé, siquiera, ni cómo decirme que me
mire.
2

¿Qué razones tengo yo para celarte, si tu ausencia es toda mía?

No. No quiero que estés viva. Porque viva, las cosas te tocan. Vos tenés
el alma que le hace cosquillitas a las cosas. Por eso te quiero muerta.
Para que nada más te mire. Yo te quiero muerta en el mundo para que las
cosas no te vean.

Lésbicamente, amor, así te voy a adorar. Solamente te querré viva en mis


labios, para que sientas a las demás que bese.

Pero lo cierto, peor. Porque lo peor no es encontrarte en todo lo que veo.


Que lo peor es que las cosas no tengan ojos para devolverme la mirada.
Que lo que no me mira, ni siquiera, tiene dedicatoria. Si tan solo me
dejaras tranquilo un mirame.
3

Te restregaste el porvenir en mí. Lo dejaste pegado a lo que era de


ambos. Pero ya no me quiero tanto. Ahora quiero que te quedes sola acá,
en mi cuerpo. Que te quedes vos sola, sin mí. Que yo me lleve mi cuerpo
a otro lado. Que yo pueda escaparme por algún recoveco del alma.

¿Segura que no me estás mirando lo que es feo? ¿Segura que no me estás


mirando lo que está en desuso? ¿Estás segura de que no estás
espiándome el lugar en donde me encajaba la vida? Amor, ¿estás segura
de que no estás mirándome lo que, de vos, dejo? Que te quedes sola en
este espacio, si pudiera.

Pero le hiciste cielos al lugar en donde el alma es más oscura. Amor, le


hiciste caries al barroco que te daba, y ahora ya no cierra. ¿No tenías otra
puerta que olvidarte más temprano? No te hagas la viva. Si no fuera por
mí, tu abandono hubiera sido abandonado; los colores que apagaste
volverían como guerra.

Por el lugar que te fuiste, quedó abierto el pecho; y ahora tengo un pecho
abierto en cada lugarcito que dejaste ido. ¿Te llevaste algo?
¿Renunciaste a lo ajeno? Tuve que dedicarme al transformismo para
hacerme tuya. Si supieras que la luna no me late. Si supieras que me
quedo a la intemperie. Que desde que te fuiste me han quedado los
refugios como horóscopos vencidos.

Que ni mirame es un pedido lleno de cráteres.


4

Triste, tengo un cabaret en la esperanza de que vuelvas. A mí no me


lloran los espejos. A mí no me enguataron lo que raspa. E incluso, es de
día cada vez que me despierto y estás viva. Tengo un montón de playa en
las selecciones de mi cuerpo. Tengo un embarazo cruento de rodillas en
el tiempo de tu espera. Tengo un domicilio en cada cosa que hace llanto.
Duele, amor, este tener el mundo mal vencido.

Nos conoceremos de otro plagio. Pero, aunque sea por una vez, ahorrate
el amor y mereceme el cuerpo. Mirame el compromiso.

Le salieron alas a mi adentro, y más adentro vuela. Me salieron alas


hacia dentro. Amor, que se me cargó de plumas el irme. Y si te vas,
también me dejo.
5

¡Dejá de parirme! Que yo no quiero al mundo.

Me fundaste una constelación en cada ojo y quedé ciego. Que es lo


mismo: me dejaste mirando las estrellas y cielo ni siquiera había.

Es que tengo miedo, amor, de que cuando te vayas, yo no esté en otro


lado. Es que así, yéndote, no hacés más que abandonarte. Amor, no me
dejás a mí. Te dejás a vos. Y si decidís dejarte, porque ya no te querés,
¿por qué habría de quererte yo? ¡Qué sensación extraña la de tener los
párpados abiertos y los horizontes tan caminados!

¡Pero será posible, che, que no consiga broncearte, al fin, la ausencia!


Tan pálida en verano, que mi amor, amor, no parece tener vida.

¡Pero será posible que te hayas extraviado el dejarme solo en este


cuerpo! Juro que si no consigo pesadillas, voy a empezar a odiar a la
esperanza. Juro que si no aparecés en algún sueño, voy a empezar a
racionalizar porciones de almohada. Juro, y re que te contra juro, que si
no accedés a este mirame, voy a empezar a desechar lo que me queda de
ventana.
6

Tengo pendiente la actualización del alma. Tengo en penitencia todo lo


que podría sacarme del hastío. Tengo enfermedades en latencia de estar
vivo. Y hasta tengo hormigas en donde el aire persigue agujeros. Amor,
¿cuánta sinceridad le hace falta a la despedida para que pueda decir por
última vez te quiero?

Es que tengo los fantasmas llenos de noche y no hay luna. Tengo los
despertadores encendidos y no hay amanecer que me funcione. Amor, si
vos le donaras la carne al precipicio, volveríamos a tocarnos como todas
las metáforas del vuelo. Pero el precipicio sólo tiene la medida del que
no se arroja y lo mira. Y vos ya te tiraste, vos primera, siempre, porque
así funciona el chaucito, nos vimos.

Por la parte que no tenía ojos, fuiste de huesos, y no me alcanzó el aire


para llenarte los pulmones e irme adentro tuyo. Por la parte que eras
huesos, yo tenía goteras en las lágrimas. Y se me caían para adentro.

Tengo caries en la noche de un fantasma somnoliento. Un dolor de


muelas en los dientes con los que te mordía el cuerpo. Tengo caries en
los besos de tu cuello. Tengo alfombras, ahora, por donde antes me
revolcaba desnudo.

¡Qué epitafio robado a la tumba de estar vivo! Si no me muero es porque


aguanto hasta saber que si volvés, hay insectos cavándole lunas a la
tierra. ¡Qué epitafio el que te abro con las manos! No me sangra más el
respirar porque las venas se alinearon en defensa de los llantos. ¡Qué
montón de lloriqueos que aparecen en las traducciones!

¿No es capricho que me dejes? Pero si podés, al irte, entregate esta carta
y no la abras hasta que vuelvas.
7

Teleférica, llegar a vos es estar llegando al hombre, con heridas.

Te haría sucumbir la cornea en un mirame vitalicio. Portadora de


inocencia por la cola, habrase visto un colofón en mengua sin tamaño.
Me desnutrí de flores por amarte olorosamente.

Y qué dolor, cito: tengo un solo corazón, y no es el mío, en donde yo


quedé sin hueco. Me obligaste a latir el tuyo, y ahora cargo el alma
abandonado a perspectivas en desuso.

Tengo más historia que moretón monárquico sin sucesor.


8

Tengo el horóscopo lleno de signos repetidos. Y yo no soy ninguno. Y


vos no creés en el horóscopo.

Juro que te regalaría mi juramento, si volvieras y te llevaras esta


ausencia. Que con ausencia no hay verdadera soledad que valga.

Juro que dejaría de llenarme de brillantina el hueco, si pudiera dejar de


brillar tanto para adentro. Pero se me salen las costumbres de retirarme
de las causas del te quiero. Tengo alambres injertados en el punto de
fuga de mi aduana. ¿No ves que ni en bostezos puedo encontrar la forma
de soplar tus flores preferidas? Pareciera que estoy condenado al
contubernio con los huecos mal usados.

Porfiadita, ya no tengo ganas de tirar de un brazo que no me rozará la


espalda con las manos. Estructuralistita, ya no tengo una clasificación
segura de mi amor y de mi odio. Tengo un berrinche en cada pulsación
que tiende a cero cada vez que me abandono el pecho a tomar agua de
cementerio. Tengo pezones cuchicheados por las ganas de lamerte hasta
el único doblez de tu fantasma.

Cuchitril de ciencia exacta, acá no hay hornallas para sombras; acá no


hay cenestesia que me valga. A mí me duele el montoncito de carne que
se aleja, el porvenir que se hace cuenco reventado por pasado, el
frotarme las pestañas con las lágrimas que saco, el probarme el
profiláctico vencido.

A mí me dolerá el prestarme a que renuncies. Pero vos siempre vas a


llevar el alma orinada por mis besos.
9

Dejé lleno de cruces el lugar del calendario en donde espero. Pero tengo
un pacto con las puertas giratorias para no saber de qué lado es su
adentro. Yo sé que de algún lado estás más dolorosa. Que de algún lado
sos fantasma y del otro sos un pozo del que bebo, selectivamente.

Metaforita, no sos más que huelga en un feriado. No sos más contagiosa


que la ocultación del sol tras una nube. Sos persecución de ir hacia
donde más te extraño. Porque cuantos más pasos des lejos de mí, más
piernas voy a tener para correrte.

Fracasito. Por tu irte está lleno de amor el cachetazo. Por tu arrogarte la


franquicia del rodearme de canciones la tristeza, ahora tengo frases para
llenarte el velador de encendidos.

Vas a poder dormir el día en que me devuelvas el calendario que dejé


marcado. Porque los calendarios se compran para saber la fecha en que
el calendario se volverá inútil.

Chaucito, saludame, que te miro el retrovisor de los mirame que se


fueron.
10

Ay, que vuelve el Ay, y no te miro. Ay, que o te cegaste o fui reflejo de
un mirame.
O (Tercera parte)
1

O por apátrida me dejarás sólo tierra, o por melosa me chuparás la


sangre para dejarme en venas. Que estar desnudo también es no poder
vestirse por dentro. Que estar vestido es tener la sangre a la moda.

O por sectaria me harás reflejos en la carne, o por milagrosa me


concederás deseos de un ajeno. Que estar miedoso es tu volver partido en
cachos. Que estar antónimo es recibir una mejilla en otro cachetazo.

O sentirás las playas escondidas en el lugar donde ya no queda arena, o


tirarás los peines a la estrella más judía. Pero estar más cerca de la arena
es encontrar la boca ahogada. Que tener un néctar en la lluvia es
contagiarme piojos que se odian.

En el amor que yo merezco no hay tapones de punta que me terminen de


partir los huesos.
2

Hay un francotirador en cada duda. Un mal francotirador que no acierta a


la pregunta: ¿volverás por el camino que huellaste? Fatigosita,
fertilizante no hay que te deje crecer más tierra en este agujero. O me
apagás la abstinencia con quemarme o me sacás el frío por la puerta de
emergencia.

Pero yo no tengo un violador de consejero. Yo tengo un paredón sin


pelotitas ni raqueta: un cuaderno subrayado sin palabras: o una carta con
tu nombre y no tu letra.

Falsificadorcita de cortinas, vendehumo, siesta larga. Me prometiste que


al despertarme del encerado ya no tendría que preocuparme por el suelo.
Pero vos te fuiste volando, y suelo ya no queda. ¿A dónde hubiste de
partir en tu o me adapto o me encabrito? Felicitaste tus propias medidas
con el dispararme a la distancia.

Calesita no es diminutivo para tu indiferencia. Andate a lavar el apagado


y encendido con diplomas de silencio.
3

Estoy corto de vida para entender por qué tu: o mejor me voy o no
quedarme para seguir sufriendo, pueden llegar a ser formas de decir que
no te llame. Yo no tengo acueductos para construirme una ciudad en otro
lago. Culinariamente dejo al mundo suplicando otro deseo.

La cajita de fósforos o se prende toda junta o hace relámpagos en


miniatura con las uñas. O rescato un punto de visitante en me duele el
alma o me llevo el porvenir a casa en un frasquito para análisis de orina.
Pero no me revientes el mameluco en la garganta. Tengo provechito de
escoger las medias con las que duermo.

Feretrita, adentro de tu voz vas a necesitar respuestas a mi enjambre de


puteadas. Tenés el pestañear tan lento que se te va a inundar el ojo a
garzos de octosílabos. Tengo un soneto para cada vez que me cortás el
teléfono. Pero no tengo mar en donde poner la lengua que me sala.

¿Tenés frío en el entierro de la primera costura? ¿Cómo enterrar un hilo


en una aguja si del otro lado sigue el aire? Así estoy yo buscando cuellos
en donde refugiar este chupón sin marca. Ojalá te dedicaras a mi
vendimia.

Ojalá supiera cómo enterrarle los tapones a semejante pantano.


4

¿Cuántas fuentes se necesitan para confirmar tu ausencia?

Tu ausentismo tiene horas extras en mi alma, y ni pronto se jubila.

¿Seguís teniendo tu santuario oculto sin los privilegios de mi casa?

Hay pegarle de rastrón a las palomas que abrieron tarde las alitas. Hay
pendencia entre los ojos por verte cerca o lejos.

O el aullido tiene un fraternal colgarse el cielo o el verdugo se atraganta


a carilinas. O tu mano me destierra el polvo de la sangre en la cabeza o
tu boca me reclama cierres en los labios.

Oriundo de este mar sin horizonte; oriundita de los estacionamientos sin


balizas, se me quedó sin metástasis el cuerpo para quererte en otro lado.
5

Quedó todo escondido un poco. Para que la esponja no friccionara el


perfil que no amanece de la luna. Porque la única forma de llegar a
cualquier lugar es que haya alguien esperándote el regreso. Si no, si no
ese llegar es solamente irse.

¡Amor, por favor, que no tardes en llegar a él! ¡Enamorate! ¡Sé feliz!
¡Llegá temprano! Que vos, llegando, prometés estar de vuelta, algún día.

Estoy tratando de tocarte el alma, cuando en realidad tendría que estar


buscando alguna forma de manosearte la indiferencia.

Luz, lucecita del alma, pantomima de tener un recreo en este estar


sufriendo; cajerita, sueldo en bruto, estoy sordo cuando el taladro
mesiánico no me traspasa cañerías. Francamente necesito tener alguna
forma de soldarme a tu ausencia para hacerla mía; para hacer la mía.

Dormime, cuento de hadas. Le decimos estaciones a los lugares a los que


llegamos y a las hojas que se mueven. Estacionarse es encontrar un lugar
para quedarse quieto, pero las estaciones pasan.

Estacionarse es encontrar un lugar durante un tiempo. O en el para


siempre las bodegas se quedaron.

Catadora, tengo la lengua sin gusto; hace rato que no me rozas lo


humedecido. Tengo moteadas las cerraduras sin candados, tengo un
facsimilar de los agujeros de la luna. Pero acá despiertan mariposas en el
momento en que el estómago te devolvía la aquiescencia.

Carotidita, ¿o me esperarás abajo cuando ruede mi cabeza o me delatarás


a fondo el no llegar jamás hasta las nubes con las manos?
6

Porque la vida es un segarse el responderle a otro. Porque la historia es


tener vecinas que te cuenten. Porque la euforia es poder darte los
nombres que nadie te puso. Porque amor es nombrarte con los sueños
que me olvido.

Remendarte con la hoz los peristilos. Acercarte a la sentencia de una


broma. Asfixiarte el meridiano a retos. Descubrirte el pasado entre los
míos.

Anidé entre tus alas rotas. Para equivalente suspirar este aire solo fuiste
una donante de pulmones. Amor, que en este espacio sobra el aire y no
se llena a escupitajos.

Tendría que seguir mascullando el tierno escape entre puntillas. El que


conozca algún lugar en donde todos se la crean que arroje la primera
piedra.

Que por o no sentrite despreciada o que por saltarte etapas, seas de las
que se sienten abrazadas a ningún cuerpo.
Que por arrinconar las cuerdas contra el pecho, seas puesta en knock out
tras los vestigios.

Ceñirle fantasmas al temperamento no es tener paleontólogos amándome


el suicidio de las cartas para vos.

Catalogaría las letras del abecedario por los usos que le doy a tu nombre
en el te quiero; y eso, lo juro, juraría.
7

Azulino, azuloso, azulenco, azulón, azulete. Que la ausencia es del color


que más tira a lo que menos te gusta. Porque la fractura en el corazón
también es hueso.

Pero ya no puedo más con este debatirme insultos en el alma sin ponerle
nombres. Tengo cruzado los dedos sobre un espejismo que va en el
asiento de acompañante. Hay un incendio ya apagado sobre el que
bostezaba y me incendiaba. ¿Qué forma de escupir para arriba me puso
la otra mejilla? ¿Qué cachetazo me dio la espalda?

En este lapsus sigo encontrando más cuerpos que memorias. (O más


cuerpos o más memorias). Ya tuve el desnudo artístico de cada palma de
mi mano y sólo me vieron el lugar que hacía surco entre las venas. ¿Qué
hay ahí? ¿Qué recorrerte? Ya no quedan llaves con olor a óxido de
apertura vieja.

Amor, jamás me vestiré de acantilado para que de mí saltes.


8

Adiós a trabajar el ángel mío.

Adiós, que no hay adiós sin compromiso.

Penumbras sin tus ojos en el sitio,

dónde pisado el velorio a fallidos.

O se me arruina el cielo si no hay luna.


O necesita el cielo algún asilo.

Adiós ginecólogo del delirio.

Adiós remojar tardes de bullicios.

No puedo malcriarte, a sangre, cuchillos.

Ya no hay ausencia libre; requisitos.


9

Así me excomulguen el espiarte la distancia de tu irte, yo no tendré


reparos o en acariciar el polvo que dejás o en darle besos a las llagas para
medir la resequedad del labio que carece de anfitrión.

Así me resuelvan la intimidad culpable por no haber dos personas, yo no


le tendré miedo o a decir que estoy dolido y el dolor sos vos y que el
dolor es sólo mío y que, por tanto no existís si no es en mí, o que la
sangre que yo pierdo es fácil encontrarla en el beso de quien hoy te hizo
revivir la boca, agüita.

Así me dejen una sed insoportable como plenipotenciaria de vivirlo todo


entre miradas, yo no tendré cansancios o a decir que ya no sé si sos dolor
o sos ausencia, o si me duele que no duelas y que hayas hecho huesos
con latidos.

Así me posterguen todas las formas de volver a tener luna, yo no tendré


cielo para ir a morir a ningún lado.
10

Melopeíta, si cualquier cisne canta es porque vos estás más viva. Que no
hay consuelo para el que o se entusiasma con el destino o el que se taja
las cintas con las que cierra los paquetes de regalos.

Costurera, sobre la alcoba no hay más regazo tuyo sobre el que llorar los
ojos que te buscan con la tenue luz de algún siglo sin lámparas.
Afiladorcita, que los cuchillos ya no tienen escépticos con los que
competir cuando falangean las balas cerca del cráneo.

Fumigadorcita, recién vas a entender cómo se dejan rastros cuando yo


pueda deshacerme, al fin, de tanta ausencia. Pronto será el pasado y ya
no será más gris la luna. Pronto será pasado y el coraje se te llenará de
abecedarios de otros idiomas.

Aullada. Preferida. Licenciosa. Argumentada. Quien viste y calza hoy


tiene una calle como morada.

¿A quién que viste y calza le diste besos en los pies cuando el relámpago
nos oscureció la casa por dentro? Pecho frío de siluetas. Mampostería
donde Dios derribó cada lamento. Pecho frío, abrigadita. Ya te cubrieron
el doler con sangre de querellas.

¿De qué manera voy a llegar a la consolidación de un hueco propio, si


cada vez que tengo que hacer algo por mí los agujeros se hacen nudos?
No me pacifiquen más el vendaval que sopla en contra. Tengo ranchos
derribados en la cara por no salir a tirar tierra contra el viento.

Fuego, corazón salvado. Hay cruces en cada uña que me queda larga y o
eso es malo y no tengo escapatoria, o estoy perdido subcutáneo entre mi
alma y para respirar no hay fotosíntesis si hacés oxígeno con otra planta.

O Ay, mirame que me estoy desvistiendo las uñas para respirar un rato
este tanto asfixio. O mirame el Ay, así tengas que cerrar los ojos para
que se abran los míos. Ay, que ni me creas, ni no tengas credo para
hacerlo.
Ni no (Cuarta parte)
1

Ni sonreír ante el espejo ni no tener espejo para sonreírle.

Te hubieras matado por mí, cuando me querías. Pero te maté yo con mi


no saber irme. Cadavercita, te llevaron flores de resucitada y las pusieron
en tu tumba. Tu tumba era mi corazón que no se iba.

Implicitita, así fuiste en tu ida. Resurreccionadita como Jesús, sin


avisarle a nadie. Implícita como mi sangre que no sangra, pero duele con
tan sólo seguir viva.

Dejá de histeriquearme la sangre. Que ni vigilar puedas desde tus


pesadas alturas o que ni no tengas castigo.
2

Así me excomulguen el espiarte la distancia de tu irte, yo no tendré


reparos o en acariciar el polvo que dejás o en darle besos a las llagas para
medir la resequedad del labio que carece de anfitrión. Ni no poner los
dientes antes que la boca, así me luchen las luciérnagas el hacerme de
día a cualquier hora.

Así me resuelvan la intimidad, culpable, por no haber dos personas, yo


no le tendré miedo o a decir que estoy dolido y el dolor sos vos y que el
dolor es sólo mío y que, por tanto no existís si no es en mí, o que la
sangre que yo pierdo es fácil encontrarla en el beso de quien hoy te hizo
revivir la boca, agüita. Ni no rastrearte los cordones en donde pueda
tropezarme, será más fácil, así me den los pies para caminarle a tus
espinas.

Así me dejen una sed insoportable como plenipotenciaria de vivirlo todo


entre miradas, yo no tendré cansancios o a decir que ya no sé si sos dolor
o sos ausencia, o si me duele que no duelas y que hayas hecho huesos
con latidos. Y no colgarme de tu hambre ni no tener el hambre de tus
rezos, así me ayune a patrias las dos guerras con tus ojos y los suyos.

Así me posterguen todas las formas de volver a tener luna, yo no tendré


cielo para ir a morir a ningún lado. Ni no te dejaré salir por esta puerta, si
pudiera decir algo.
3

¿Te circuncidaron el derredor y te lo pusieron de contexto? ¡Horror de


veo veo, qué ves! te sale por entre lo cortadito y tajado. Ni no te veo tu
qué ves.

Con el pecho intenté cavar tu alma para llegarte al cuerpo. Fracasé en


tiritar con armas sin disparos. Fracasé en subirme al fondo de un color
sin trayectoria. En el peso de un ángel había recreos para mirarse el
centro no latido con auroras. En el latido todavía no hay ángel con
respiraciones boca a boca que sobreviva.
4

Quise que te tocaras los hombros. O, en verdad, quise juntarlos para que
se tocara uno con el otro, para que se tocaran entre sí. Erudita de mi
sangre, me dejaste un arsenal de almas pidiéndome algo de cuerpo. Pero
suspiraste en cada espalda como si te abrazaran las armas de los débiles.
Así te fuiste, prejuiciosita.

No quise colores ni no esperé a que hubiese luz para que te aferraras a


ellos. ¿Cómo hubiere de ser el lugar mío en el que todavía respirare? Si
no es que me falta el aire, es que me sobra, y tienen que abanicarme a
contramarcha para que no se me agite el porvenir tan celosito.

Yo no renuncio a usar las lunas como salmos. Pero no encuentro la


manera de quejarme ante vos como si un dios fueras. Yo sé que escuchás
más de lo que yo quiero decir. Y esa es mi culpa: porque callado se me
descuelgan los atardeceres sin pestañear.

Te vas a quedar eterna. Y yo me voy a ir muriendo tranquilo.


5

No hay multitud de ojos que pueda verse los huesos. Ni no hay huesos en
los ojos. En los huesos no existen máscaras que miren para dentro. Y
chorrea la llama hasta que es vela derretida. El cuerpo tiene gravedad de
sobra. La gravedad es transparente e igual pesa. No como un río, pero
como ojos, en el horizonte hay curvas que vuelven por la espalda.

Vestirse es una forma de decir de qué manera nos gustaría estar


desnudos. La piel es el órgano más grande. Y sin embargo no se puede
tocar el corazón. Los huesos juegan a las escondidas dentro de uno
mismo.

Amor, ¿no sentís que ya no hay saltos con garrocha para llegarme al
horizonte?
6

Rocío, preguntás por tu azul. Y te quedás sin cielo. Pero el cielo no tiene
puertas por donde podamos entrarle. Ni puerta alguna tiene por donde el
cielo salirse pueda. Porque es más cielo la luna que el cielo. Y es más
luna, mi soledad, que tu vida. En la madriguera del alma siempre hay
vecinos que odian que ausencias despierten temprano en tu nombre.

Sacudida en el topless del amor te queda el corazón a pecho abierto,


como una esdrújula acentuada a contrabando. Faquir exento de reinado,
reinita. Vos tenés coronas en donde yo muero cerúleo, cara al cielo
perforado en luna.

Sacudido después del mear, tan laxo, el estragarse a sueños la virulencia


de tu vuelta sin permiso.

Fruta prohibidita, cisne en cisterna de pléyades y ninfas. Famosa entre


cada uno que dejaste amando tu resquicio, punto núbil de tu ida, para
efectuarte en soledades. Ni la primera ni la segunda. Ni no por estar
cuestionada recibirás la vida con ausencia.

Que tener vida es haber hecho pasión en otro cuerpo.

Y quién me arrancó de joyas; si no hay lucero más mitad que la luna.


7

Te voy a embadurnar de carne, el alma. Agónica quedarás de ceniza en


el pisar el polvo llano. Empolvada, sacudida, laqueada: experimento de
favores por la puerta de abandono. La mirada al frente, de mi frente el
tiro más fallido. Las fasces de mi colapsar los virreinatos; más
enamorado que un testigo.

Hay alguien rendido en las hornallas apagadas. Hay alguien quemado en


maquillajes de protesta. Amor, tengo sintagmas extraviados en sintaxis.
Me sobra lo cholulo y no sé cómo espiarte los eclipses.

Dejará de hervir el agua con tus grados. Dejará de llamarse ausencia


cuando deje de existir latiendo. Ni será la vida ni no habrá código morse
para golpear el ataúd.
8

Bruxismo entre el alma tuya y el alma mía. No hay efeméride que el


corazón azogue. Porque no habrás de verte en tu recuerdo, donde yo sólo
existo, recordándote. Bruñida, como estilete que habrá de punzar a plena
mano. Tu daga ha sido solamente adiós sin levantar los dedos.

Postradita, ¿hay camas con ruedas para acostarte junto a la misma


despedida practicada?

Pero no fibrila el DNI en la sangre. Ni tengo pasatiempo para perderte ni


no pierdo demasiadas cosas a propósito. Me ausento de la calma en cada
masaje que me doy con desgano.

Me boxearía con cada resplandor que te saliera por el amanecer. Cada


vez que levanto el brazo, me amanece en el sobaco la falta de tu cuerpo
enroscado.
9

Pero el dos no ha sido nunca un número. Y ahora somos dos. La angustia


y la sombra. Socorro y Auxilio. Ni, ni no.

Yo fui el que preguntado fui pasado. El que del vierdes fue el primero en
llegar a otra mano. (De rodillas por la rima interna). Pero en esa otra
mano sólo había plantaciones de animales, con un Dios que no se dejaba
hacer el amor por los costados. (De rodillas). Y Dios, crucificado, sin
embargo.

Dios puede penetrar a todos con solamente sus agujeros.

Entenderás, amor, que por mí dijiste: adolezco, peno y muero. Y yo me


renuncié a rodillas por hacer un dos en desamparos. Y ahora somos dos
con vos primera, haciendo la distancia, haciéndola.

No se reconcilian los que nunca han sido números, con matemáticas. Te


quiero en cualquier horóscopo, sin avisarte que no te mataría ni aunque
mueras.

Por mí.
10

No, ni no. Ay, la sombra que me atestiguó en contra del alma. Dije que
te habías ido, pero el mirame tuvo ojos para dentro. Y me vi a mi mismo:
o no tuve forma de pedir perdón o te pedí demasiadas exhalaciones.

Ya no habito más en donde estoy mirado.


Más (Quinta parte)
1

¿Deberían temerte mis rodillas una temporada más? Auclillada en el


jabón que pierde el baño. Irresoluta en el tejer las borlas que penden de
la suavidad de anochecernos. Pero no juntos, ni tristeza, ni más por
donde vieres que podamos, en nocturno, volver a conflagrarnos dos, y
nadie más.

La luna es todo lo que perdió la invisibilidad de la ceguera. La luna es


todo lo que recuerda que es de noche, cuando ausente. La luna no desea
al otro, porque ella es su lado oscuro en vísperas de estar soñando.

Incendiá los fósforos. No los apagues en quinquenios. No los repliegues


ni repulgues. No los expulses de este siglo a nuestros besos. Que ni
muerta olvidarás, porque todo fenece antes en tus marcas; que mi boca
en aliento aproxímese a no tenerlo.

Sensatita, la palidez te costura el flagelo. Son mis labios los que babean
eso mismo.
2

Otros tienen la piel para adentro. Pero no tienen más que piel. Cirujano
plástico del alma, que embelleciste tanta soledad a silicona.

Tendría que cortarme la intensidad para no sufrir. Pero tengo


moretoneado el suculento vuelto que me dan cada vez que compro
caramelos: caramelos.

¿No ves que los ángeles prefirieron excrementar por el centro de sus
aureolas? Amor, ¿qué ángel de la guarda te cuida las promesas? Ya no
puedo hacer más cielos que esta luna. Ya no puedo dejar de hacer
gárgaras con los ojos. Llorar es tener dioses predispuestos a la fuga; es
tener amores que retornan como párpados abiertos con la luz solar
atravesando la pupila.

Que retires lo dicho, si te retirás.


Que cartonera te hagan la casa de chapas, lumínica.
Teocéntrica, carátula de historieta, facciosa, cornisa de mis te quieros.
¿En dónde dejaste la habitación de un dios vacía?

Si vacía, esa habitación entonces no es espacio. Si llena, no es espacio y


es habitación. Kantiana por despecho. Literata con llanuras de chistes.

Me más pero preferiría que me succionen el menos constantemente. Pero


te más.
3

Del horizonte nunca hay ojos cerca,


sino un lugar sería.

La parte por el todo es lo que duele:


metonimia, mi vida.

Lejos de ser quien fuiste, sos, mi amor,


la sangre de una envidia.

Lejos de estar cercana, estás ausente,


vos, en la lejanía.

Difícil es estar presente donde


me colocaste estigmas.

Aburrido es contar más lento y no


picar en la escondida.

Problema es este despojo de pájaros


en tu volada mímica.

La piel abierta es el cielo, y el cielo


nublado, ¿ves? mi vida.
4

Ausente por donde se te mire; morir es un prejuicio que tanto nos gusta.
Si un solo labio sirviera para beso, cuánto beso tendría mío a cada rato.

Se me cerraron las flores por las venas sin coloquio. Se me llenaron de


consultorios las enmiendas de no despedirte. Se rompieron las cosas de
la madrugada: ¿y las copas? Tu altar quedó vacío de sigilos por donde
entraban protestantes.

Cuando llegamos a la línea del horizonte regresa la mujer y tocamos.


Pero se me terminaron los manifiestos para dar a conocer el cielo con el
color que le corresponde al alba.

¿Cómo te buscará el sol, si tengo la ceguera en las pestañas? ¿Cómo se


acercará el correcto estornudar si no hay aviso?

Me reclamaron la nostalgia cuando había corazón, pero hoy no queda.


No hay más balcón que inúndese con tempestades. Tuvimos que saltar
relámpagos como la soga de tu pecho que tirose desde el cielo hasta tu
boca.

Que los ángeles perturben tu caída. Que no tengas buenas noches, porque
trapos son los que se escurren alfileres en el alma.
5

Se desmorona el exabrupto, si la complacencia viene con la mano en la


garganta del que reza. ¡Que no quiero que me veas! ¡Que no quiero que
me veas!

Me aglutina la complacencia de que me mires por la Historia.

Axiomatiquita, tengo las definiciones paradas y no dejo nunca de estar


caliente. Las hijas de mis lágrimas me tienen comprometido con llorar
una vez de cada lado. Pero yo tengo los dos ojos derechos; y vos los dos
izquierdos.

Un fantasma desnudo es todo lo que está vestido en el recuerdo. Pero


más que vestido, tiene las sombras puestas sobre las paredes de la luz.

Voy a comenzar la despedida, sin que me puedas ver el derramar de mi


progenie en lágrimas.
6

(No se puede fracturar la sangre que me duele. No, que no quiero verla.)

Te lloré la eternidad;
pero vos estabas viva.

Vivita, amor, coleando


diste, a pura cruz, saliva;

me hiciste orgasmo por donde


vos ya estabas despedida.

Austera, taimada, sombra.


Sos mi sombra preferida.

Tu infernal, y tu escampar
hace las estanterías.

¿Chorreado?, no más muerte;


detente: no tengo vida.
7

Y quise que la rosa no tuviera beso para que no sintieran más el aire
vacío mis labios. Pero no se pudo. Hay un dolor de huecos por el aire
sin. ¿Quién me hace la segunda en el te extraño?

¿Y con más libertad tengo peces y cristales que sudan el cómo quedé yo?
No, ya lo dije, que no quiero verla.

¿Funcionará este hueco en ambas direcciones? Después de ida, ¿podré


salir de él yo también, para irte al encuentro? ¿Y podré volver a mi
hueco solo? ¿Podré entrar, a mi regreso, sin que vuelva yo contigo a este
hueco que quedó con latidos, solamente?

Que quedó latiendo. Ahogado por el recién. Más ahogado que recién.
8

Más azul el abismo que el cielo, paloma, en donde vueles, no habrá.

A mí me sale el sol de los dos lados del mundo; y solamente la luna,


cada tanto, si abro venas de las mías. Todos los pubis juntos.

¿Qué querés que haga, si tengo vanguardias escribiendo manifiestos a


mis espaldas y me los publican en la cara? ¿Quién me llena el recuerdo
de ruinas?
9

¡Habrase visto cuerpo más predispuesto a florearse sin estación de


primavera!

¡Habrase visto un regocijarse más falso que el tuyo, por decir que en tu
memoria sólo te besan los anónimos!

¡Habrase visto un final por donde arrancar un hilo del que no tejimos
nada juntos!

¡Habrase visto una serie de aforismos en donde tu nombre no exista bajo


ningún punto de vista!

¡Habrase visto forma más extraña de llorar en orden los interregnos en


donde nos pusimos a buscar puteadas que empezaran con la primera letra
de cada uno de nuestros nombres!

¡Habrase visto este recuerdo, que no sé quién me lo llena de ruinas!

¡Habrase visto una lágrima después de otra, caer en orden para que no se
lastimen entre ellas!
10

Mujer, soy yo cuando te vas.


Pero cuando estamos juntos, cómo me gustaría que fuéramos solamente
vos, que sos mucho más hermosa que los dos unidos.

¿Habré llegado hasta acá sin decirlo? Pero siempre es necesario más.
Más: te amo.

Pero que no exista un santo con tu nombre;


que te ame.

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