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I.

Relatos de un ocaso

Estruendos de la mar
gritan y se ahogan en el viento,
casi llorando un lamento,
musita un nombre silente.
Agitado, feroz y ansioso
debora la arena morena.

Extasis de media tarde,


agotado sobre la playa
se estrella en su última estocada,
sin poner resistencia se desliza,
pintando la espuma de sus aguas
y estalla
así
dejándose caer la noche encima.

II. Otras formas del habla

Me cuentan tus ojos las cosas que tu boca no me dice


y tus manos tocan mis líneas escritas en Braille,
bonita forma de leernos,
tocándonos el alma
mientras jugamos a imaginar metáforas vivientes
en un libro que lleva por nombre
un tú y yo sempiterno.

III.
Tú me inspiras las formas más elocuentes de amarte entre las letras
y profanarlas con erotismos.
Me gustas para pintarte, delinearte y hacerte verso.
Dime cómo no amarte, poetizarte, dibujarte, besarte y todo lo que termine en ti, porque eso
eres: arte.

IV. ANSIEDAD

Sabor amargo que se hace nudos en la boca y no dejas que te trague, una comida insípida
cuando no tienes hambre.
Eres un hombre que toca las puertas de una casa en la que no hay nadie.
Una mosca que busca néctar en una flor marchita,
zumbando en el oído de los hongos que se han reunido en tu partida.
Eres ese visitante inesperado que no recibo con gran emoción,
la cara del desdén deseando que sea corta su visita.
Eres una jaula y las ganas de salir volando y no estar, no encontrarte.
Eres una hormiga de agua que me pica los ojos,
el sonido de vidrios rotos en el pecho y el jalar de los cabellos al peinarme con tu
indiferencia.
Mal apostador, siempre sabes que vas a ganar y aún así apuestas,
soy la casa de apuestas que siempre sale perdiendo.

V. Incongruente
Descomunales cuerpos pasean folcloricamente,
posantes galardonados, sonrientes, sin mucha mente.
Pensando solo en su físico, causando una conmoción,
¿y es que acaso el sentimiento ya no produce una emoción?

No es el hombre solo carne, si no ser inteligente;


empeñados en verse bien, tratando de lucir sonrientes.
Mientras por dentro se pudren sentimiento y corazón
¿dime dónde has dejado, hombre tonto tu ilusión?

VI. Armis perdidi mean

Rey de mi tablero en negativa


dime dónde están tus vasallos
o dónde dejaste tus caballos
a ver si tomo iniciativa
y convertir en positiva
mi armadura ante tu senda
y aún despojada de prendas
pueda matarte en mis versos
para que confundas con besos
la estocada que el jaque emprenda

Sin moverme ya te vigilo


guardando mi turno de ataque
y no espero que el alfil saque
sus cuchillas con sigilo
y su espada pierda el filo
en las casillas pintadas de azahar
que no admiten el azar
de ir desnuda a tu morada
como el alma enamorada
sin pretensiones al amar

Y así planeas capturarme


en tus redes que son oscuras
y quitarme el armadura
para poder malograrme
y ante ti yo desarmarme
dejando sólo al rey y al peón
robándome el corazón
quitándome hasta la reina
que a tu lado se peina
feliz al ver tu misión

Cuentan que al capturarme


yo me hallaba dormida
y no pude responder con huida
tus intenciones de amarme
y en el tablero tú dejarme
como si hubieses vencido
pues estabas convencido
que mi alma ya era color
y ya no era ese sinsabor
de no habernos conocido

VII. Tutte le strade mi portano da te

Todos los caminos me llevan a ti,


a ti, con tus ojitos lapislázuli;
a ti, con el perfume de la brisa de la noche;
a ti, con la voz rasgada de tanto amar;
a ti.

Me llevan a ti pensando en un rincón de nosedonde,


brillando mis ojos de aventurina te busco,
ven que quiero enseñarte
que el camino más corto a la felicidad lleva tu nombre,
que aunque recorrí otros caminos,
todos me llevaron a ti.

Tú, llévame
donde los sueños no son fugaces y tienen rostros,
llévame a Italia una vita insieme mientras te canto.

Llévame donde la arena y la playa te siguen a ti;


a ti, con la brisa de Cinque Terre,
a ti, con mis labios pegados a tus labios,
a ti, donde mis besos se vuelven versos,
a ti, con el inconfundible sabor del frenesí.
VIII. Mensaje oculto

Te escribo aquí desde el secreto,


con las palabras del silencio que hacen ruido en mi cabeza,
te escribo.

Te escribo aquí para no agobiarte


pensando que tu presente ausencia me ha incendiado las manos
y ha convertido las brasas en letras;
te escribo aquí para no quemarte los ojos mientras lo lees
y cuando llegue el día la brasa queme menos
y logre calentarte el pecho cuando lo leas.

Te escribo aquí,
en este diario que es casi un bestiario de mis ansias.

IX. Sentidos y sentir

Y que nos íbamos, y nos fuimos


a una tierra extraña,
donde no hay noches con lunas
y las estrellas oscurecen para la intimidad;
y que decíamos lo que dijimos,
cuando un verso tocó mis manos
y jugó con él
dejando a las letras en otro plano,
para decirte una verdad sin sílabas en los labios;
y que veríamos lo que vimos,
cuando tus ojos eclipsaron los míos,
y me prestaste tu universo y lo pintamos de azul
porque ese era el color que jugaba con nuestra alma;
y que probaremos lo que probamos,
el sabor revuelto con sal y leche,
tu materia y la mía reaccionando
partículas colisionando con un sonido casi de pesar;
y tocamos lo que jamás habíamos tocado,
te siento ergo suspiro y vivo,
un solo detallar y tallar en mis manos,
abrazas y abrasas, tu especialidad.
Y escuchamos lo que nunca escucharemos,
la palabra en el aire
libre y atada a ti,
rompiendo el silencio con el amar.
X. La ruta
Tu silencio ha sido mi mejor poemario,
hay verdades que no han sido dichas y ya las siento acariciarme,
las siento enredarse en mis rizos con fervor,
queriendo llegar a mi boca sin antes terminar de darles forma,
en una lucha intangible de lo imaginable
que me hace querer seguir soñando con esta travesía
de amarte en el silencio y sin avisarte
para que no sólo las palabras sean la guía.

XI. De las cotidianidades


Creyó que con su amargura opacaría la dulzura de sus ojos al mirarlo,
qué ingenuo,
no sabía que ella era fanática del chocolate amargo y el café sin azúcar,
porque dice que así pruebas la esencia,
amargo,
sin pretender ponerle dulce para agradarle a nadie.

XII. Pensamientos en rap

Y vivo, respiro,
escapando de la muerte un suspiro,
la noche me dice que aún vivo
pero mi consciencia callada
parece estar enterrada en el vacío que habito.
Pintar palabras en el viento y hoy sólo se escucha un lamento,
de lo que fuí ya ni me acuerdo,
yo soy la quimera en el tiempo
cambiando en mil formas hasta los recuerdos,
quieren definirme y yo ni lo intento
yo soy lo que soy no lo que parezco.
Et
Y hoy digo que voy a dar la batalla
pero mi fantasma ya no se calla
me grita que deje este sitio que habito
que a veces ha estado tranquilo pero hoy ya no estoy ni conmigo.

La línea en un borde de ambivalencias,


no sé ni qué es ya ni la la decencia
este sistema ya está en decadencia
y el límite es buscar las respuestas a enigmas de cien referencias.

Me dicen que estarán a mi lado


pero ella me tiende un lecho en su amparo
y me saca de la luz de este faro,
que un día llamamos la vida
y ahora el suiche dice que es mentira.
Caigo y parece que renazco,
está oscuro este peñasco,
desnuda me voy al infierno que parece ser el firmamento,
y me encuentro que mi penitencia son tus labios que acarician mi sien con un beso
y me duermen en este nuevo universo
de un verso de medianoche
en el que las almas escapan del cuerpo que es una jaula y en vida nos hace cien mil
reproches.

et
Y hoy digo que voy a dar la batalla
pero mi fantasma ya no se calla
me grita que deje este sitio que habito
que a veces ha estado tranquilo pero hoy ya no estoy ni conmigo.

La línea en un borde de ambivalencias,


no sé ni qué es ya ni la la decencia
este sistema ya está en decadencia
y el límite es buscar las respuestas a enigmas de cien referencias.

XIII. De la cartografía y otros sucesos

Nunca fui buena siguiendo instrucciones


y con un talento excepcional en perder el rumbo;
argonauta nací en esta tierra de rebeldías,
hasta que me dejé seguir por aquella carta que hablaba d-e-l-a-m-a-r.

Leído a conveniencia cualquier camino tendría la marea alta.

En medio de la nada mi brújula siguió el frenesí de las olas,


tus olas o las mías,
causales del magnetismo que marcó el Norte en este viaje,

y en el naufragio de mi corazón
fuiste la ínsula que me dió un refugio;

encallé en tu orilla una noche


con el viento que venía de los suspiros,
y ese brillo que cansada confundí con la estrella del Norte
pero no eran más que tus luceros brillando de cerca.
No tuve más miedo,
sólo hambre y sed,
que poco a poco fueron saciados por la espuma del mar.
Y d-e-l-a-m-a-r sólo pude decir que sabía a sal y lluvia,
tomado de las olas hipertónicas sólo te da sed,
pero cuando viene del cielo es dulce y sacia el alma.

XIV. Statu quo

Escápate conmigo esta noche


y quítate toda esa indumentaria sucia y desgastada
que has traído contigo,
no vaya a ser que nos estorbe
y distorsione la intención.

He venido desnuda
y he vendido parte de mis posesiones
a un par de rituales en el que los gatos
se comían las sombras de las bestias
que atacaban mi nación.

Sé que tienes miedo a este bosque oscuro


y que gobernar un terreno baldío
es una insulsa misión,
pero vente a mi reino
y sabrás que sin corona y sin ropas
se es más libre que atado y en sumisión.

XV. Vocación

A estas alturas ya ni el cansancio siento,


él me siente a mí haciéndole compañía;
el sueño no existe en nuestro mundo,
se fué a dormir
y nos dejó eternamente despiertos.

Los latidos de mi corazón son un poco más veloces,


dejaron atrás a los impulsos nerviosos en mi cabeza,
quizá en un intento de querer despertarme.

Me estudio y me celebro algunas veces,


otras tantas me ignoro;
y ahí, viene la angustia.
Esta es una celebración de un sacrificio,
en el que media parte
o quizá toda nuestra vida
sea la ofrenda.

XVI. Desvariando

Desde la ventana el mundo es más pequeño,


las figuras se ven lejanas y amorfas;
no hay lugares que desconozca,
solo yo y mi ventana.
Quizá la entrada a otra dimensión,
en el que somos virutas hechas del aliento de un colibrí
llenos del polvo que siembra la vida.
Viajamos con la brisa entre las enramadas rutas de este plano tangencial,
esperando a que la asíntota torsione sus redes
y que por una epifanía nos toque el sentido de este frenesí.
Mi ventana a veces sí me lleva lejos.

XVII. La piedra

Mi amor fue como una piedra, lanzada con violencia vez tras otra.

Era persistente, no le importaba ser lanzada,


aunque la mayoría de las veces se fuera contra el suelo.
Se desbarató, quizá, pero fue la misma
y con todos los trozos jugabas al tiempo.

Fue esa cura intragable,


que evitabas por todos los medios.
Aunque en conticinio fuera la cura de tus insomnios.

La dejaste muchas veces en el suelo húmedo,


no te importaba que en él floreciera la maleza.

Mi amor fue esa piedra visolada,


que cada vez que era lanzada dibujaba un arcoiris en el firmamento,
y tú sólo pintabas un arco sin reflejarse el iris en tu boca.

Tú la llamaste mágica,
inagotable, siempre eterna;
quizá con la intención de avivar su núcleo,
pero al final tiraste todos sus retazos.
Jamás intentaste atraparla y guardarla.
Más llegó el día del impacto,
y lo notaste;
Ya no era la misma, los musgos se habían tragado su núcleo.

Y lloró el cielo por ella,


quizá más por tu vida en su ausencia.

El agua se la llevó en su cauce,


y el sonido de la lejanía de mi roca, que era tu roca, te sonó a nostalgia.

XVIII. Carta de renuncia

No escribiré más sobre ti.


Este no es un poema en el que te acaricio la sien mientras te posas en mi hombro.

Este quizá ni sea un poema,


es una carta de renuncia al trabajo de malograr los sentimientos en el papel.

Es más un aviso de una catástrofe,


un cataclismo que resuena en el pecho y se posa en los ojos que llueven en tempestad.

Es la ruptura de los estilos y la métrica,


¿tú qué vas a saber de eso?
si para ti todo eran prosas,
relatos que comparabas con inverosímiles tragedias en la vida de otros;
sí, siempre fue la vida de otros
y jamás fue nuestra.

Algún día de un año bisiesto en el que la luna no alumbre,


miraré al cielo sin buscar tu nombre entre las estrellas;
veré sólo cadáveres escarchados queriendo cegarme para dejar de llorar por ellos.
Ese día, mi amor, mi pecho dejará de ser jaula
y dejará salir aquel sentimiento feroz que fue amarte.

XIX. No lo sé
Basta soledad que me acaricias
Son tus manos la ternura del odio
y los residuos del amor
Aquél que un día fue la panela de mis días
Y hoy sólo son podredumbres llenas de abejas en el suelo
Fuiste dulce tanto tiempo que ya me sabes a vinagre.

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