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1. Aspectos generales
La sociedad anónima (SA) es una sociedad mercantil cuyo capital, formado con
las aportaciones de los socios, está dividido en acciones, y en la que los socios no
responden personalmente de las deudas sociales (art. 1.3 LSC). Se trata de una
sociedad con estructura corporativa y plena autonomía patrimonial.
En la sociedad anónima, la posición de socio está configurada en función de lo
que cada uno aporta al capital social, teniendo escasa relevancia, en principio, las
condiciones personales de los socios. La transmisión de la condición de socio se
realiza con gran facilidad y de manera libre, mediante la enajenación a otra persona de
las acciones (todas o una parte) de las que el socio transmitente sea titular.
Esta forma social puede servir para el desarrollo de actividades empresariales
de muy diversa naturaleza y envergadura. Por una parte, es la forma social que mejor
se adapta a las exigencias de las grandes empresas (sociedades anónimas abiertas).
Las sociedades anónimas pueden incluso ser sociedades cotizadas o bursátiles, esto
es, pueden tener sus acciones admitidas a cotización en una Bolsa de Valores (en un
mercado secundario oficial de valores negociables). Las acciones de las sociedades
cotizadas son objeto de negociación en un mercado organizado, que facilita a los
accionistas la desinversión a través de la venta de sus acciones por el precio o valor
de cotización correspondiente.
Por otra parte, también las pequeñas y medianas empresas, con un número
poco elevado de socios y un capital no demasiado elevado, podrían adoptar la forma
de sociedad anónima (sociedades anónimas cerradas). En estos casos, los
accionistas suelen participar mas activamente en los órganos sociales y sus
condiciones personales pueden llegar a tener mayor relevancia, siendo frecuente que
se establezcan en los estatutos restricciones para la libre transmisión de las acciones
por parte de su titular.
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Real Decreto Legislativo 1/2010, de 2 de julio, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de
Sociedades de Capital (LSC).
2. El capital social
En la LSC se establece una cifra mínima de capital (60.000 euros) para poder
constituir una S.A. (art. 4.3 LSC), que debe estar totalmente suscrita y desembolsada,
al menos, en una cuarta parte.
El capital social está dividido en acciones. Constituye una cifra, expresada en
euros, que se fija en los estatutos de la sociedad y corresponde a la suma del valor de
las aportaciones comprometidas por los socios. Desarrolla importantes funciones en el
régimen jurídico de la sociedad anónima. Por un lado, cumple una función
organizativa, ya que la titularidad de las acciones (que son partes del capital)
determina la posición jurídica de los socios dentro de la sociedad, de manera que el
porcentaje de capital que representen las acciones de cada socio será la medida
cuantitativa de muchos de sus derechos y obligaciones en la misma. Por otro lado,
cumple una función de garantía para los terceros que entablan relaciones jurídicas con
la sociedad porque les proporciona información sobre su situación patrimonial, ya que
el valor del patrimonio social, como regla, debe mantenerse por encima de la cifra del
capital social. Desde el punto de vista contable, el capital social es una partida de
pasivo en el balance, sirviendo así como cifra de retención de valores del activo.
Finalmente, se dice que el capital social cumple una función financiera, ya que la cifra
formal que figura en los estatutos de la sociedad debe corresponderse con
aportaciones efectivas de bienes que conforman los fondos o recursos propios
necesarios para el desarrollo del objeto social.
1. Escritura pública
2. Estatutos sociales
que impongan la obligación de realizar prestaciones accesorias (art. 86.1 LSC) o las
que fijen restricciones a la libre transmisión de las acciones (art. 123.1 LSC).
Finalmente, se deja abierta la posibilidad de incluir en los estatutos
cualesquiera otras cláusulas o pactos lícitos que los socios estimen conveniente,
“siempre que no se opongan a las leyes ni contradigan los principios configuradores
del tipo social elegido” (art. 28 LSC).
V. NULIDAD DE LA SOCIEDAD
indeterminado; causa ilícita), cuya apreciación se produjera una vez que la sociedad
ya ha sido inscrita en el Registro Mercantil.
El tratamiento de estas situaciones con las reglas generales del Derecho civil
sobre nulidad de los contratos conduciría, en relación con el de sociedad, a resultados
muy contraproducentes para el tráfico jurídico. La razón está en que el contrato de
sociedad crea una entidad que, como consecuencia de su personalidad jurídica, puede
entablar relaciones con terceros en nombre propio, contrayendo obligaciones y
adquiriendo derechos como sujeto de Derecho.
Aplicando estrictamente las normas de Derecho civil sobre nulidad de los
contratos, en principio, podrían ser considerados ineficaces todos los actos y contratos
realizados en nombre de la sociedad declarada nula con terceros, lo que perjudicaría
seriamente los intereses de estos. Por estos motivos, se establece un régimen de
nulidad restrictivo, limitándose las causas que permiten solicitarla y regulándose los
particulares efectos de la declaración de nulidad de una sociedad anónima.
1. Causas de nulidad
El artículo 56 LSC regula las únicas causas por las que es posible que una S.A.
sea declarada nula:
Art. 56.2 LSC: “(...) 2. Fuera de los casos enunciados en el apartado anterior no podrá
declararse la inexistencia ni la nulidad de la sociedad, ni tampoco declararse su
anulación.”