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INDICE

I. LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA ………………………………….. ………….. 3

II. LA CONSTRUCCIÓN PSICODIAGNÓSTICA .………………………………….... 10

III. LA LECTURA DE LOS TEXTOS Y LA CONSTRUCCION DIAGNÓSTICA.


…….15

IV. EL DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE ESTRUCTURA………………………… 27

TRABAJOS ANEXOS

EL PSICODIAGNÓSTICO ANTE LOS NUEVOS PARADIGMAS


Silvia Pugliese…………………………………………………………………...…….. .. 48

MODOS ACTUALES DE VIGENCIA Y PRÁCTICA DEL PSICODIAGNÓSTICO


Etel Kacero………………………………………………………………………………. 49

CRITERIOS PARA JUZGAR LA ADECUACIÓN DE LAS INTERPRETACIONES


Roy Schafer……………………………………………………………………………… 57

LOS ENUNCIADOS IDENTIFICATORIOS


Etel Kacero…………………………………………………………………………..... .. 61

LECTURA INTEGRADORA DE LA CONSTRUCCIÓN PSICODIAGNÓSTICA


Nélida Alvarez…………………………………………………………………………… 66

LA ENTREVISTA Y SUS LECTURAS


Nélida Alvarez………………………………………………………………………....... 74

ESCUCHANDO HISTORIAS DE VIDA


Alfredo Schwartz………………………………………………………………………... 85

EL CUERPO EN LA CLÍNICA
Nélida Alvarez…………………………………………………………………………… 86

COMPLEJIDAD Y RELATIVIDAD
Cristina Weigle………………………………………………………………………….. 115

1
I. LA EVALUACIÓN EN LA PRÁCTICA PSICOLÓGICA

La evaluación psicológica, tal como se la entiende en la actualidad, es un área específica de


la práctica que se fue configurando en la segunda mitad del siglo XX a partir de las
demandas sociales provenientes de distintos ámbitos. Dispone de modelos de aplicación,
como son el psicodiagnóstico o la evaluación neuropsicológica, que recortan su objeto de
estudio según las teorías de referencia y el paradigma científico al que adhieren.

Para comprender mejor los cambios actuales destacaremos las transformaciones acaecidas
con esta práctica.

 A fines del siglo XIX surgieron las primeras escalas construidas para medir
fenómenos psíquicos en una persona. Se hacia en el marco de una Psicología
atomista y centrada en lo conciente.
 A comienzos del siglos XX, y por efecto de la teoría psicoanalítica, comienzan a
explorarse conflictos asociados a la idea de inconsciente. Jung1 crea el test de
Asociación de palabras con esta finalidad.
 En 1921 Herman Rorschach publica su libro Psicodiagnóstico que va a dar nombre a
un modelo de evaluación que se consolidará en el ámbito clínico. El marco en el que
se va a implementar el psicodiagnóstico responde al modelo médico y tiene como
objetivos diagnosticar los procesos mórbidos, poder establecer sus causas y formular
un pronóstico.
 Durante las dos décadas siguientes se investigaron y se crearon nuevas técnicas de
evaluación. Por un lado, las llamadas técnicas psicométricas fueron consideradas
pruebas estandarizadas, con un alto grado de validez y confiabilidad. Al definir
patrones esperables permitieron medir desvíos y obtener resultados cuantitativos
considerados objetivos. El psicólogo que aplicaba estas técnicas era considerado un
testista. Por otro lado, la Psicología proyectiva con fundamentos en la teoría
psicoanalítica, creó nuevos instrumentos que registraban modos de construir sentido
para explorar la dinámica de la personalidad.
 La práctica clínica fue consolidando un modelo de psicodiagnóstico “de estudio de la
personalidad” mediante la aplicación de una “batería tipo” compuesta con técnicas
proyectivas y psicométricas. Siquier de Ocampo, Grassano y García Arzeno plantean
que el objetivo del psicodiagnóstico es:“lograr una descripción y comprensión lo
más profunda y completa que sea posible de la personalidad total del paciente o
grupo familiar... Abarca aspectos pretéritos, presentes (diagnósticos) y futuros
(pronósticos) de esa personalidad”.2
 En 1948, y como resultado de un trabajo realizado con veteranos de guerra a los que
se quería reinsertar laboralmente, se publica el libro “La evaluación del hombre”. Su
importancia radica en que descentra la evaluación del modelo médico en que estaba
1
Vease Rapaport D. Tests de Diagnóstico Psicológico. Paidós. 1965
2
Siquier de Ocampo, García Arzeno, Grassano. Las Técnicas Proyectivas y el Proceso Psicodiagnóstico.
Nueva Visión. 1974.

2
inserto el psicodiagnóstico. Los recursos saludables y las potencialidades del
psiquismo que pueden desarrollarse son incluídos como parte del estudio de la
personalidad.
 A partir de los años 70 comienza a decaer en el mundo el entusiasmo que habían
suscitado las técnicas de evaluación. Hay fuertes críticas que sostienen su poca
operatividad o falta de rigurosidad científica. Los psicólogos cuestionan el uso de los
tests y muchos descreen de su valor como herramientas de trabajo (en nuestro país,
la influencia del psicoanálisis francés contribuyó mucho a este descrédito). En
algunas facultades del país se dejan de enseñar las técnicas. Sin embargo la sociedad
siguió reclamando psicodiagnósticos y desde distintos ámbitos creció la demanda de
evaluaciones. Estas cuestiones llevaron a re-pensar las evaluaciones y a considerar
los alcances y límites de las mismas.

Pensamiento racional y pensamiento complejo

La complejidad es una reconfiguración global de


las formas de producir, validar y compartir
conocimientos.
Denise Najmanovich.

El pensamiento científico racionalista que acompañó la construcción del Psicodiagnóstico


condicionó el modo de trabajar con las hipótesis y de elaborar los datos. La necesidad de
mediciones externas y de objetividad dio importancia a los puntajes cuantitativos y llevó a
jerarquizar los indicadores como referentes fundamentales en la lectura de las técnicas
proyectivas. La búsqueda de recurrencias y convergencias intra e intertest se apoyó en lo
previamente establecido con el fin de lograr una integración diagnóstica que pudiera
considerarse válida y confiable.
El pensamiento racional trató de eliminar los efectos de la subjetividad en la lectura de los
datos y eludir procesos temporales que alejaran el conocimiento de los postulados que
establecían el carácter universal de las leyes. Su efecto sobre la práctica era limitante para el
psicólogo clínico si quería comprender lo que singularizaba la producción del sujeto.
Tampoco podía desconocer las transformaciones en el tiempo si deseaba descubrir lo nuevo
no contemplado por el saber previamente establecido.
En las últimas décadas, el Psicodiagnóstico ante el “borde” 3 que planteaba su sistema
conceptual ha tenido que revisar sus premisas y abrirse a las nuevas opciones que brinda el
pensamiento de la complejidad.
Para abordar la realidad sin simplificarla, se hizo necesario abandonar los procesos lineales
y las categorías dicotómicas (objetivo-subjetivo, normal-patológico, verdadero-falso, etc) y
se incluyó el tiempo como una propiedad de la naturaleza que da lugar a fenómenos de
inestabilidad e irreversibilidad. Ilya Prigogine, destacado pensador (premio Nobel de
química 1977), va a sostener que “el tiempo es un elemento fundamental –y fundante- de la
naturaleza porque sin su rol constructivo no se podría pasar de un nivel de organización al

3
Najmanovich D. Los Bordes subjetivos y objetivos desde la complejidad. Rev.
Psicodiagnosticar. Vol. VI, Año VI, 1996.

3
siguiente”.4 Descubrió que no sólo las formas vivas actúan alejadas del equilibrio molecular
sino que existe energía fluctuante que genera formas espontáneas en la física y en la química
a las que denominó estructuras disipativas5.
Prigogine conjuga todas las ciencias y realidades a través del tiempo, va a decir que la
brecha que existía con las ciencias sociales obedecía a que el tiempo era considerado
construcción del hombre y no propiedad de la naturaleza. Desde su posición que el mismo
denomina indetermnista, cuestiona a fondo la física clásica y sus derivaciones filosóficas. El
tiempo del devenir histórico y de la evolución (ya no el tiempo cronológico o absoluto de
Newton) es junto con el azar la categoría más fértil para pensar la realidad. Las nuevas
técnicas matemáticas que permiten describir fenómenos no lineales, la topología y la
matemática fractal son nuevas herramientas que ofrecen modelos para enriquecer el lenguaje
de todas las ciencias6. Pudo aceptarse como conocimiento legítimo lo borroso (teoría de los
conjuntos borrosos), lo ambiguo, lo paradójico, lo caótico (teoría del caos) lo fluctuante, las
relaciones dinámicas, los cambios que surgen de procesos aleatorios. El azar ya no es un
mero error o lo diferente que está fuera de la ley o la norma, tiene que ser comprendido y
valorado como principio impulsor del cambio.

La metáfora de estructura disipativa se trasladó a lo psíquico y a lo social y obligó a


repensar los presupuestos teóricos. En psicoanálisis la idea de determinismo inconsciente
tuvo que limitarse ya que si todo está determinado lo nuevo no existe en absoluto y se niega
la temporalidad de la vida psíquica. Las transformaciones del azar en la organización del
psiquismo pueden desarrollar potencialidades por el incremento de la complejidad. Se tiene
que pensar que estructura y acontecimiento ya no se oponen en la medida que una
fluctuación menor puede tener un rol esencial en la constitución de la estructura y en sus
transformaciones.

¿Cuáles son las repercusiones de este pensamiento en el campo de la evaluación y el


Psicodiagnóstico?

Si el conocimiento se abre a los cambios y a los procesos temporales tiene que dar
relevancia al orden de lo cualitativo (no sólo lo cuantitativo). Se requiere pensar las
producciones desde perspectivas múltiples que acepten la existencia de lógicas diversas y
admitir cambios que surgen de lo aleatorio. Las expectativas ligadas a la permanencia y
previsibilidad de los diagnósticos y pronósticos sufren modificaciones. Se vuelve un desafío
desentrañar lo aleatorio y el diálogo que se establece entre orden, desorden y organización.
El estudio de procesos de recursividad y autoorganización que dan lugar a una mayor
complejidad, ofrece nuevas alternativas para pensar las estrategias terapéuticas7.

4
Najmanovich D. Mirar con nuevos ojos. Ed Biblos 2008. El Sr. del tiempo. Entrevista a I. Prigogine.
5
Las estructuras disipativas están alejadas del equilibrio, fluctúan y se expanden para luego bifurcarse y dar
lugar a un orden nuevo más complejo. Rompen con la termodinámica del sistema cerrado abriendo la
posibilidad de la entrada de energía. Son estructuras paradójicas que sólo sobreviven si están abiertas y en
permanente expansión. Una estructura disipativa no emerge del tiempo, es tiempo.
6
Ver Silvia Pugliese: El Psicodiagnóstico ante los nuevos paradigmas. VIII Congreso Metropolitano de
sicología.1995.
7
Sobre este tema puede verse la perspectiva de neogénesis que plantea en tratamiento de niños Silvia
Bleichmar en Clínica Psicoanalítica y Neogénesis. Amorrortu. 1999.

4
Por otra parte, si se acepta que el sujeto que conoce queda implicado en la relación se tiene
que redefinir las categorías de objetividad y subjetividad 8 Lo objetivo es un producto
histórico de estandarizaciones perceptivas y cognitivas. Cuando estas ideas se cristalizan en
el tiempo devienen “naturales” porque se han invisibilizado sus condiciones de producción.
El conocimiento que emerge en la relación y considera el contexto actual ya no es objetivo
pero se podrán diferenciar aspectos objetivables -que remiten a referentes consensuados- de
aquéllos donde la subjetividad ha quedado más implicada.

Según las evaluaciones tomen en cuenta al pensamiento racional o al pensamiento de la


complejidad se privilegiarán las técnicas a utilizar, lo que va a considerarse dato
significativo y cómo se van a construir las hipótesis. No es lo mismo establecer hipótesis o
recurrencias a partir de datos aislados que hacerlo centrándose en las relaciones y en las
formas dinámicas de combinación de datos.

Se pueden realizar evaluaciones en base a técnicas “objetivas” –tal como sucede en las
evaluaciones neuropsicológicas- o hacerlo con técnicas interpretativas (proyectivas) que
trabajan con la producción de sentido.
En la actualidad, el campo de la evaluación ofrece un panorama muy amplio que excede en
mucho al psicodiagnóstico como estudio de la personalidad9
En cada aplicación se tendrán en cuenta los objetivos de evaluación y el marco teórico con
el que se va a trabajar y que determinará tanto las estrategias metodológicas como los
niveles de inferencia que se podrán establecer.

Modelos de evaluación en el ámbito clínico.

Los dos modelos más conocidos y usados en la clínica son la evaluación neuropsicológica y
el psicodiagnóstico.

La evaluación neuropsicológica encontró su campo de aplicación en la exploración del


funcionamiento psíquico que puede quedar afectado por alteraciones en el funcionamiento
del sistema nervioso.
El avance de las neurociencias por un lado, y las teorías cognitivas por el otro, permitieron
desarrollar técnicas de evaluación capaces de revelar perfiles y patrones consistentes de
funcionamiento cognitivo.
Para el cognitivismo, las funciones mentales están constituidas por procesos y operaciones
relativamente simples que están interconectadas en virtud del tipo de procesamiento que
debe realizarse sobre la información. Por esta razón se han implementado técnicas objetivas
caracterizadas por su simplicidad estructural. Esta forma de evaluación permite establecer el
déficit de las funciones diagnosticadas, cuáles se mantienen conservadas y hacer el
seguimiento de los tratamientos de rehabilitación.
La aplicación de las técnicas conduce a resultados que dan respuesta a los objetivos de la
evaluación.

8
Najmanovich D. Los bordes subjetivos y objetivos desde la complejidad. Rev. Psicodiagnosticar. Vol VI, Año
VI, 1986.
9
Ver Cassullo M. Teoría y Técnicas de evaluación psicológica. Psicoteca. 1991.

5
En la actualidad este modelo se encuentra en expansión ya que se considera importante “la
evaluación masiva de procesos cognitivos o afectivos para desarrollar estrategias de
intervención sobre factores de riesgo en los cuales la conducta humana está implicada, o
para la prevención secundaria en la cual se diagnostican problemas en estadios iniciales10”

Por su parte, el psicodiagnóstico, se ha centrado en el estudio de la personalidad y el


diagnóstico diferencial. Los nuevos paradigmas comenzaron a transformarlo redefiniendo
sus límites. Fue importante precisar en cada aplicación los objetivos de la demanda sin
confundirlos con su objeto de estudio. Si el objetivo es construir una hipótesis de
diagnóstico estructural, se trabajará con aquellas nociones teóricas que explican como la
estructuración psíquica se realiza.
La pluralidad de ámbitos desde donde puede pedirse un psicodiagnóstico obliga a incorporar
nuevos lenguajes con el fin de volver más operativos los informes.
Pensar las técnicas como modos de producción de sentido centrará su lectura en un eje
conductor: el que busca lo analógico en lo diverso, lo que se repite (recurrencias) pero
también lo que se transforma en el tiempo siguiendo formas verosímiles.
Trazar nuevos límites para producir sentido conlleva una enorme responsabilidad ética, se
sabe que se está implicado en el decir, lo que se informa cobra otra dimensión ya que los
juicios emitidos sustentarán las decisiones del demandante (juez, empleador, terapeuta) y
afectarán de algún modo la vida del evaluado.

El psicodiagnóstico puede ser entendido como una tarea de investigación a partir de la trama
de relaciones que se recogen con las diversas técnicas. En esta trama se buscaran las marcas
particulares del sujeto, aquéllas en donde su singularidad se deja ver. En el trabajo de lectura
con la producción se podrán establecer conjeturas e inferencias para explicar las
permanencias de un determinado orden o la repetición de configuraciones y modos de actuar
que surgen de las posibilidades propias de una determinada estructuración psíquica.
En otras palabras, diagnosticar consiste en ir construyendo hipótesis de los movimientos que
realiza el sujeto frente a las situaciones que le proponemos, hipótesis que tendrán en cuenta
sus modos de interpretar, de simbolizar y comunicar a través del lenguaje sus vínculos con
la realidad. A partir de lo investigado se elaboraran las estrategia de cambio o se indicará la
orientación conveniente.
Es necesario aceptar el carácter probable de las predicciones que se establezcan. Si alguna
vez se deseo obtener conocimientos verdaderos que permitieran lograr predicciones exactas
hoy se es conciente de la relatividad de toda construcción diagnóstica ya que siempre habrá
aspectos no contemplados en la integración efectuada. Los juicios de evaluación se
sostienen en el discurso emitido y quedan abiertos a los acontecimientos imprevisibles que
el azar determine. Como dice Cristina Weigle 11, esto “impone una dolorosa tolerancia a la
ambigüedad, a lo inconcluso, a lo incompleto”

10
M. A Alvarez y M. Trápaga Principios de Neurociencias para psicólogos. Paidós. 2008.
11
Weigle C: el psicólogo evaluador en el campo laboral. Punto Sur. 1996.

6
Psicodiagnóstico Evaluación
Neuropsicológica
Paradigma racional:
 Busca objetividad en datos cuantitativos Paradigma racional:
 Usa indicadores clínicos  Identifica las variables a medir.
 Establece diagnósticos y pronósticos en  Busca objetividad en los puntajes.
base a juicios y predicciones confiables.  Implementa escalas y baremos de
 Pensamiento analítico (opera separando referencia.
unidades, describiendo, combinando  Pensamiento analítico (opera con la
datos). descripción y comparación de las
variables consideradas).
Objeto de estudio:
La personalidad. (considerada como una Objeto de estudio:
configuración única constituida a lo largo del Niveles de funcionamiento cognitivo
desarrollo individual). enlazados al funcionamiento del sistema
nervioso.
Objetivos:
Describir y comprender la personalidad del Objetivos:
modo más completo posible. Incluye el Identificar patrones de déficit y medir el
estudio del síntoma y aspectos presentes, grado de pérdida en funciones cognitivas.
pasados y futuros. Evaluar procesos de recuperación a partir del
tratamiento de rehabilitación.
Dispositivo técnico:
Se recurre a una batería estándar. Dispositivo técnico:
Se puede incluir otras técnicas para explorar Recurre a técnicas específicas de tipo
algún objetivo específico. objetivo. La mayoría son escalas que miden
las funciones afectadas a través de puntajes.
Elaboración de datos:
Se buscan recurrencias y convergencias entre Elaboración de datos:
indicadores con la finalidad de aportar Se procesan los datos siguiendo las pautas ya
evidencia a las hipótesis establecidas en las distintas técnicas. Se
obtienen resultados comunicables.
Construcción diagnóstica:
Da cuenta de la personalidad en sus aspectos Construcción diagnóstica:
patológicos y adaptativos. El diagnóstico Da cuenta de los resultados obtenidos. El
incluye el pronóstico y la recomendación diagnóstico y pronóstico informa acerca de
terapéutica. las debilidades halladas y de las funciones
que conservan sus potencialidades.
Informe:
Se lo ajusta al solicitante pero se lo redacta Informe:
como si su validez fuera extensiva a otros Se ajusta a los resultados obtenidos. Se da
contextos respuesta a la demanda en términos de
interdisciplina

7
Psicodiagnóstico Actualizado

Paradigma de la complejidad
-. El conocimiento se produce en la relación sujeto-objeto.
-. Importa el orden cualitativo
-. Se siguen procesos temporales y acontecimientos aleatorios
-. El pensamiento es complejo: opera con relaciones, secuencias de datos
y múltiples perspectivas.

Objeto de estudio
La estructuración psíquica como sistema abierto

Objetivos
Se establecen en la demanda

Dispositivo técnico
Se seleccionan las técnicas según el ámbito y los objetivos establecidos
en la demanda. Se pueden realizar cambios según la producción que
emerge.

Elaboración de datos
Se efectúan diversas lecturas. Se busca lo que se repite y lo que se
transforma en los textos. Es fundamental la búsqueda de lo analógico en
lo diverso.

Construcción diagnóstica
Establece cual es la estructura que organiza la trama de relaciones donde
la singularidad deja ver sus marcas, ya sean identificatorias o efectos de
acontecimientos vividos. Tiene en cuenta cómo responder a los objetivos
de la demanda.

Informe
Se ajusta el lenguaje al contexto de la demanda. Se informa sólo aquello
que es pertinente según el destinatario.

8
II. LA CONSTRUCCIÓN PSICODIAGNÓSTICA

Descriptivamente se puede decir que, en la realización de un psicodiagnóstico, se destacan


cuatro momentos. Si bien están interrelacionados se los diferencia porque ayudan a pensar
cómo desempeñar el rol en los intercambios con el solicitante y el sujeto a evaluar.

1-. La demanda.
La aplicación de un psicodiagnóstico comienza cuando alguien lo solicita. El psicólogo tiene
que ubicarse frente a esa demanda teniendo en cuenta el ámbito (forense, clínico,
educacional, laboral) y el lugar que ocupa el solicitante (terapeuta, juez, pediatra, empleador,
etc). También deberá conocer los motivos que llevan a pedirlo para establecer los objetivos
de la evaluación. En algunos ámbitos ya está incorporado explicitar los motivos (puntos de
pericia, perfil del cargo) y en otros tendrán que ser requeridos. Conocer cuáles son los
interrogantes que se desean resolver le anticipa al psicólogo lo fundamental a explorar y lo
que se espera del informe. Este último, debe resultar operativo para quien lo recibe ya que
siempre debe tomar decisiones en base a lo que allí se diga.
Tener claro de entrada quién pide, qué pide y para qué necesita esa información evita
sobreentendidos que luego interfieren en la buena comunicación con el solicitante y el
evaluado.
Otro punto que el psicólogo deberá considerar es si lo demandado está dentro de sus
competencias profesionales. No siempre lo que se pide y espera del informe está dentro de
las posibilidades de evaluación y deberá aclararse antes de aceptar realizar el
psicodiagnóstico.

2-. El encuentro con el evaluado


Consiste en varias entrevistas durante las cuales se aplican las técnicas y se efectúa –en caso
de que se haya pautado- una entrevista de “devolución” o cierre.
Existen pautas formales de inicio que establecen el encuadre de tiempo y espacio y otros
acuerdos contractuales. En el ámbito de la clínica tiene que explicitarse que no se dará
informe escrito al paciente sino una entrevista para los interrogantes que tenga. Esta pauta
no es rígida y el psicólogo puede cambiarla si lo estima necesario pero es conveniente
mantenerla para evitar que lo escrito se utilice de manera inadecuada. Puede suceder que la
palabra del psicólogo sea reinterpretada desde un punto de vista muy personal o que sea
usada con fines ajenos a los que promovieron su emisión.
El eje fundamental de este momento pasa por construir la relación que se va a ir dando a lo
largo de las entrevistas y que produce los textos (“protocolos”) surgidos del diálogo
establecido.
Es importante entender el encuentro como un acontecimiento12 que provoca efectos en
ambos integrantes de la relación y que lleva a que lo que emerge como texto sea entendido
como co-producción. Deja en el psicólogo vivencias (contra-transferencia) que al ser
significadas facilitan la comprensión de lo intersubjetivo.

3) El trabajo de lectura
12
Kacero E: El Psicodiagnóstico como acontecimiento. Congreso Latinoamericano de Rorschach.
Montevideo. 2003.

9
En este momento el psicólogo se ocupa de leer los textos recogidos durante el encuentro
teniendo en cuenta el tipo de discurso que prevalece en cada técnica.
Los referentes teóricos y técnicos intervienen para darle sentido a la lectura. El eje
conductor es hallar lo analógico en lo diverso, descubrir lo que se repite en las distintas
técnicas, lo que se va transformado o lo que surge como disruptivo en determinado
momento.

4-. El informe
Los informes se ajustan a los objetivos planteados en la demanda y al lenguaje propio del
ámbito que lo requiere. El informe siempre tiene un destinatario y no está escrito para
aquellos terceros que, eventualmente, puedan acceder al mismo.
Es la ética la que tiene que regular los intercambios de este momento. Consistirá en respetar
las pautas acordadas que autorizan al psicodiagnosticador a trasmitir sólo la información
pertinente para cada destinatario. Al mismo tiempo tendrá que ser responsable de los juicios
de evaluación que emite. Será una cuestión crucial decidir qué decir y qué callar pues no
todo lo interpretado en los textos debe comunicarse.
Si se realiza una entrevista de cierre con el consultante se hará como un espacio para que se
plantee los interrogantes que tiene acerca de sí mismo. Nunca se devuelven resultados
aunque el planteo del paciente sea pedirlos como tales. Se tratará de que entienda mejor lo
que le pasa y que piense en alternativas que puedan ofrecerle cambios favorables.
Puede resultar iatrogénico darle informaciones que excedan su capacidad para tolerarla por
no estar en condiciones de integrarlas a su psiquismo.

Conceptos teóricos en la construcción psicodiagnóstica

Cuando el objetivo de la evaluación es un diagnóstico diferencial de estructura, ciertos


presupuestos teóricos son referencias ineludibles para organizar la lectura de los textos.
En primer término se destacará el presupuesto de la teoría psicoanalítica que sostiene que el
psiquismo humano tiene la potencialidad de irse estructurando en el tiempo. También el que
sostiene que representar es la función esencial. La teoría establece que la constitución de
categorías básicas del psiquismo, como ser la imagen corporal o la articulación de la
presencia-ausencia, son siempre producto de un trabajo de simbolización que va entramando
el cuerpo y los afectos con el lenguaje.

Introducir la temporalidad en la construcción del psiquismo obliga a considerar las


relaciones entre estructura y acontecimiento. Se piensa la estructura como lo que permanece
pero también como lo que puede cambiar. Si bien la constitución de las relaciones básicas va
a producir restricciones al despliegue de las potencialidades iniciales, los acontecimientos
actuales pueden reorganizar procesos en curso y abrir nuevas posibilidades.
También se tienen que pensar las relaciones con la historia. Silvia Bleichmar 13 plantea
diferenciar lo histórico en su carácter estructurante del aparato psíquico de lo histórico como
encadenamiento lógico, temporalizado, de lo acaecido. Es decir, hay una historia
“acontencial” que produce la estructura y una historia relato que el sujeto recompone en un

13
Belichmar S. Repetición y Temporalidad: una historia bifronte. En temporalidad, determinación y azar.
Paidós. 1994.

10
segundo momento cuando se apropia de lo vivido y lo tematiza encadenándolo a sus propias
identificaciones.
El ser humano es historizante en el sentido de que necesita unificarse, comprenderse, dar
sentido a su vida o hacer que lo vuelva a tener algo que lo había perdido.
El yo tiene que sostener la vivencia de continuidad mediante las representaciones y sus
derivados. Es por la vía del recuerdo que los acontecimientos se ubican en el pasado o se
anticipan como probables en el futuro. Pero no todo lo vivido queda como registro de la
memoria, disponible a la evocación del yo, está la memoria que no se deja recordar porque
nunca ha sido olvidada. Lo inolvidable, lo no historizado, se va a imponer al yo como
repetición y para poderlo cambiar se tendrán que encontrar otros modos de ligazón y re-
simbolización.14
La historia es recuerdo pero, sobretodo, es creación y recreación donde lo significado en el
pasado puede volver a adquirir sentido en una nueva versión que incluya la perspectiva del
presente. Es el propio sujeto el que elige lo que se permite olvidar.
No todo lo que se olvida se repite y se puede repetir sin olvidar. Pero es fundamental que la
repetición no avasalle el presente, que lo vivido pueda ser significado y desactualizado
mediante el recuerdo que lo liga al pasado.

Estructura, acontecimiento e historia se articulan en la trama psíquica que tratará de leer el


psicodiagnóstico. Hornstein15 va a destacar que los acontecimientos no existen aislados sino
que forman nudos de relaciones al entramarse con el psiquismo previo. Pueden tener un rol
esencial en la constitución de la estructura, aportar a su complejización y abrir nuevas
posibilidades de historia o, por el contrario, producir deterioro o quiebre en la estructura. Y
esto es porque existen acontecimientos previsibles, que se esperan y que cuando se
presentan ponen al yo en contacto con la novedad. También existen acontecimientos
impensados que no tienen un lugar esperándolos en la trama psíquica, se lo tienen que hacer,
y si desbordan la capacidad del yo para contenerlos devienen traumáticos; producen
vivencias de estar a merced de algo extraño, ajeno y conducen a instrumentar defensas
primitivas que lo mantienen escindido de la estructura.

La historia que un sujeto puede contar trayendo a la memoria sus recuerdos disponibles y
armados en secuencias significativas, es lo que Piera Aulagnier consideró como carta de
identidad del psiquismo. Puede comunicar quién es, quién fue y quién desea ser hacia el
futuro.
La capacidad de historizar y el manejo de la temporalidad son criterios de
diferenciación diagnóstica, indican el grado en que la identidad se ha integrado y
cuáles son los recursos del yo para simbolizar.
Cuando en la entrevista, el sujeto que se evalúa, puede establecer relaciones entre su
pasado y su presente para buscar sentido a lo que siente que le pasa, da pautas de que

14
En relación a las estrategias terapéuticas rescatamos lo que dice Piera Aulagnier. Según esta autora, el
movimiento de la cura consiste en transformar los documentos fragmentarios en una construcción histórica que
aporta la vivencia de continuidad temporal. Las identificaciones constituyen la cara oculta de este proceso de
historización que transforma el tiempo físico en tiempo humano. Se reemplaza así un tiempo perdido
definitivamente por un discurso que lo habla.
15
Hornstein L. Práctica Psicoanalítica e Historia. Paidós. 1993.

11
ha ingresado en el proceso de historización y de que dispone de un discurso propio
para pensarse y anticipar cambios deseables. De lo contrario, la repetición compulsiva
dejará entrever el fracaso del significar y de la construcción de distancia psíquica con
el otro.

En las técnicas que aplicamos, lo histórico queda mediado por la elaboración simbólica. El
trabajo de simbolización es requerido desde las consignas que solicitan al sujeto que
construya un sentido en relación a lo dado (la configuración visual de la mancha en
Rorschach o el espacio gráfico). Se podrán inferir las operaciones realizadas a partir de
cómo aborde la realidad que se le presenta y cómo le adjudique significados en la nueva
puesta de sentido. La representación formulada puede ser una metáfora lograda, en un buen
nivel de abstracción, o puede no alcanzar un grado suficiente de simbolización para elaborar
las diferencias mediante la palabra.
Todo trabajo de simbolización implica tanto la pérdida como la sustitución en un
movimiento flexible que relaciona y sostiene la ligazón con la figura a investir. Si el yo
puede movilizar procesos terciarios16 que articulen lo figurativo con la organización propia
de los procesos secundarios de pensamiento, la representación pondrá en juego un sentido
que puede comunicase y compartirse.
Es posible indagar en las representaciones obtenidas los puentes que se han construido
entre los acontecimientos vividos y la forma que se los significó. Elsa Grassano17 sostiene
que cada producción proyectiva condensa, en un haz apretado, elementos históricos y
episodios vitales que es posible reencontrar como nuevas versiones del pasado personal. Los
hechos históricos están condensados en la estructura presente y su recorte y diferenciación
son factibles aunque no se los visualice de manera directa. Esto se da en las neurosis y en
algunos casos en las organizaciones límite. En las psicosis, el intenso ataque a las funciones
de contacto, vinculación y memoria determina una desorganización de las delimitaciones
temporales. La autora destaca la importancia de indagar estos episodios históricos en tanto
modelos de resolución de lo sucedido. Así por ejemplo, en el caso de una pérdida se puede
investigar qué grado de representación adquirió el objeto, como el yo toleró la pérdida, qué
huellas afectivas dejó la experiencia del dolor, qué detenciones o desarrollos promovió.

Otro concepto teórico que se relaciona con la historia y la construcción de identidad es el de


enunciado identificatorio propuesto por Piera Aulagnier. Son juicios que atribuyen
identidad a una persona y que son formulados por un otro significativo. Afectan la
imagen que el yo integra acerca de sí mismo.
Para Piera Aulagnier la totalidad del discurso familiar tiene una función identificante
de la cual el yo se apropia para inscribirse en un linaje.
Desde otro punto de vista, se habla de ideología familiar 18 Esta remite a mitos y
creencias que determinan las formas de organización de los mensajes –lo que se puede
decir y lo que debe silenciarse- y que conducen a que cada miembro ocupe su lugar en
la estructura.19 Estas construcciones simbólicas permiten mantener los lazos de pertenencia

16
El concepto de procesos terciarios ha sido tomado de André Green.
17
Grassano E. Indicadores psicopatológicos en técnicas proyectivas. Nueva Visión. 1984.
18
Vease Korrnblit A. semiótica de las relaciones familiares. Paidós 1984.
19
La familia se define como una estructura de lugares que incluye relaciones con significados precisos
(relaciones de parentesco). Cada grupo familiar realiza la trascripción de la estructura que provee la cultura

12
familiar en el tiempo ya que están destinadas a superar las contradicciones surgidas del
recambio generacional y los conflictos con las nuevas alianzas de pareja. También son
necesarias para ordenar acontecimientos deseables o traumáticos que suceden.
Los mitos son de carácter inconsciente y establecen la continuidad allí donde hay ruptura
simbolizando el conflicto para trasmitirlo a las nuevas generaciones. Operan como un
puente y cuando los padres no logran contener los conflictos provenientes de la generación
anterior, se los trasladan –con características patológicas- a los hijos. El síntoma expresará el
sin-sentido al aparecer como presencia disruptiva en relación al mito.
Las creencias son construcciones cognitivas basadas en la certidumbre, no aceptan dudas, y
proveen los argumentos para explicar hechos traumáticos o para adjudicar rasgos que
certifican el lugar asignado a cada miembro. En familias sin enfermedades graves, las
creencias hablan de hechos sobresalientes como marcas enaltecedoras que ayudan a
consolidar los vínculos de pertenencia. En cambio, la enfermedad, altera los vínculos, lleva
a escindir al miembro enfermo para quien queda impedida la salida exogámica.

En psicodiagnóstico puede ser importante profundizar en la entrevista la historia familiar


indagando sobre ciertos hechos que precedieron al sujeto y que le fueron contados de cierto
modo. También en las técnicas se puede indagar cómo ha quedado atravesado por el
discurso familiar que lo vuelve un portavoz de aquellas significaciones de las que es,
simultáneamente, su soporte. La técnica gráfica de la familia, aplicada con una consigna que
busque explorar los lugares en la familia de origen20 resulta ser un instrumento valioso para
esta lectura.
Cuando en la entrevista se deja hablar al entrevistado espontáneamente, sin acotar su
discurso con preguntas puntuales, los enunciados identificatorios se ponen en evidencia.
Introducir la pregunta acerca de la aceptación del nombre propio y del conocimiento que
posee sobre su elección, aporta datos que, al articularlos con la trama del discurso, abren la
lectura hacia las dos operaciones que el yo debe realizar.21 La primera es la de ser portador
del nombre que lo espera donde los otros inscribieron significaciones desde su deseo y la
segunda consiste en apropiarse del nombre para que se vuelva soporte del yo.
“Un nombre –dice Juan Tesone22- nunca es indiferente implica una serie de relaciones entre
el que lo lleva y la fuente de la cual procede”. Siempre hay una elección singular, más allá
que se desconozcan los motivos que la determinan, que le imprimen al nombre el sello de lo
familiar. Este autor considera que cuando se produce un síntoma en un niño, se lo debería
considerar como un criptograma a descifrar para liberar un punto de anclaje que obstaculiza
la asunción de la propia subjetividad.
En el trabajo con adultos consideramos importante relacionar la apropiación del nombre con
los procesos de historización y el trabajo psíquico que llevó al sujeto a re-significar las
identificaciones secundarias durante la conflictiva adolescente.

adjudicando a cada miembro un lugar en la misma.


20
Existen distintas consignas para el dibujo de la familia que exploran cuestiones diferentes. Corman utilizó el
pedido de una familia cualquiera pensando en potenciar lo proyectivo y complementarlo luego con un
inventario de preguntas. En la familia kinética se enfocan los roles y las interacciones entre los miembros. La
consigna de Porot “Dibuje a su familia” parece ser la más indicada para hacer inferencias sobre la estructura
de lugares pactada en la familia.
21
Berenstein I. Psicoanalizar una familia. Paidós. 1990.
22
Tesone J. En las huellas del nombre propio. Letra Viva. 2009.

13
Otro concepto teórico clave en la interpretación de las técnicas es el de imagen corporal. 23
Se trata de una categoría básica del psiquismo cuya apropiación por parte del yo le provee,
al igual que el nombre, un sostén donde apuntalarse.
Sin la constitución de la imagen corporal, el yo no puede ingresar en el espacio imaginario
que abre para el niño el camino de la simbolización. En las técnicas que trabajan con el
lenguaje de imagen (gráficos, Rorschach) es el referente para leer cómo se ha investido la
figura y cómo ha quedado diferenciada en el espacio y en el tiempo.

III. La lectura de los textos y la construcción de hipótesis

El Psicodiagnosticador opera con un


pensamiento integrador cuando reconstruye
23
Véase Alvarez Nélida. El cuerpo en la clínica. Potencialidad y déficit de la imagen corporal. 3er. Encuentro
Nacional de Intercambio Científico de Psicología. Santa Fé 2009.

14
circuitos que, al articular sentidos, permiten
captar una subjetividad que se ha unificado a
partir de sus propios códigos.

Una vez aplicadas las técnicas, comienza el trabajo de lectura del psicólogo para procesar
las producciones y poder arribar a juicios clínicos24 o de evaluación.
La formulación de hipótesis y la búsqueda de evidencias que la sustenten ha sido siempre el
eje conductor de esta tarea. Roy Schafer propuso criterios para asegurar la validez de las
hipótesis interpretativas.25 Este autor va a señalar que no deben construirse en base a datos
aislados sino que es necesario encontrar la evidencia suficiente que se logra con la
convergencia de varias líneas de elaboración asociativa. Para establecer inferencias se debe
disponer de un conjunto de relaciones surgidas de los datos significativos. También
destacará que el peso de un dato varía según sus relaciones con otros y que tendrá que ser
evaluado en relación a la estructura psíquica del sujeto y no al impacto que produce en el
intérprete.

En la práctica, cada psicólogo deberá resolver, teniendo en cuenta el contexto, la cuestión de


cómo aplicar esta metodología.
Desde el pensamiento racional se apeló al análisis como un modo de recortar datos para
luego compararlos y detectar recurrencias entre las técnicas. Los indicadores a las mismas
serían un puente entre el sujeto, comparado con otros, y su producción. Se trata de un modo
de abordar las técnicas que en la actualidad reconoce muchas restricciones. Sin embargo el
peso del análisis, como forma de iniciar la lectura, sigue siendo muy fuerte y puede volverse
un obstáculo a la hora de integrar el sentido. Así como heredamos la dinámica mecánica de
la Física, también heredamos el dividir y aislar para analizar mejor. Pero para integrar –tal
como sostiene Lidia Balatti26- hay que hacerlo a partir del todo; nada puede ser comprendido
aisladamente y es por eso que se requiere del pensamiento integrador que es el modo
creativo de generar algo nuevo.
Dicho en otros términos, no basta con encontrar lo ya dado sino que hay que generar nuevos
modos de producción simbólica a través de la interpretación. La nueva producción no se
encuentra en cada elemento analizado sino en los nuevos puentes simbólicos y en su
combinatoria.
Las producciones del sujeto serán consideradas textos. El texto es un discurso que por estar
situado permite al intérprete leerlo. Sus componentes están enlazados de modo peculiar y
constituyen un entramado de relaciones que se tratarán de volver legibles.
Existen diversas formas de lectura para abordar un texto: la mayéutica, la hermenéutica, la
deconstructivista, la semiótica, etc.27
En psicodiagnóstico se introduce siempre al menos dos lecturas. La primera trabaja con el
registro de lo explícito, qué dice y qué muestra el sujeto. La segunda profundiza en los
24
Véase Leibovich de Duarte A. El problema del juicio clínico. Congreso Internacional de Rorschach. Rosario.
1980.
25
Schafer R. Psychoanalytic Interpretation in Rorschach. Gruñe & Stratton. New York. 1958.
26
Véase Ballatti L. El Estallido de la Integridad. Psicoevolución. 1994.
Alvarez N. Lectura Integradora en la Construcción Psicodiagnóstica. IV Congreso Nac. de Psicodiagnóstico.
Salta. 2000.
27
Véase Saurí J. Lecturas de la Psicopatología. Ed. De Belgrano 1992.

15
implícitos de la comunicación y es el intérprete quien organiza el sentido al articular lo que
se dice con lo ya dicho y con lo no dicho en cada secuencia. En los gráficos o en Rorschach
la articulación trabaja con lo que se muestra de las figuras y lo que se omite de las mismas y
también con las contradicciones entre el decir y el hacer.

Para abrir las lecturas de la entrevista28 se pueden tener en cuenta algunas preguntas claves
cuyas respuestas ayudan a formular las hipótesis.

 ¿Cómo se inicia la entrevista? En la consulta se suele comenzar por lo que motiva el


encuentro. El sujeto, en su calidad de paciente, habla de lo que le pasa y mientras lo
hace va dando cuenta de cómo son sus vínculos o de cómo está organizada su vida
actual. Cuando la entrevista se realiza con un sujeto voluntario a quien se pidió que
hable de sí, lo que está en primer plano es la identidad. Se verá cómo se presenta,
quien dice que es. A veces la formulación incluye el “soy” indicando un enunciado
identificatorio. Otras veces, se enfatiza el tener o los estados que se están transitando
(“estoy estudiando”, “estoy en pareja”).
 ¿Sostiene la palabra en el tiempo? Si el sujeto dispone de un discurso propio va a
desplegar un relato para hablar de sí, de lo contrario, necesitará que el otro lo apoye
y le pregunte. Si esto sucede dejará de organizar su palabra para limitarse a
responder a la pregunta que se le hace.
 ¿El yo asume la conflictiva actual? Se registra cuando el entrevistado puede hablar
de lo que le pasa, de lo que desea cambiar y de lo que le impide lograrlo. Intenta dar
explicaciones, reconoce la ansiedad, lo que no alcanza a entender, busca ayuda.
 ¿Puede tomar distancia en el tiempo? Se registra cuando puede diferenciar quien es
de quien fue y puede integrar aspectos del pasado al presente dándoles nuevos
significados.
 ¿Cómo son sus vínculos en lo familiar y en lo social? Es importante ver si ha podido
tomar distancia con la familia de origen o ha quedado trabada la salida exogámica.
Ver qué vínculos funcionan como apuntalamiento del yo. Ver si existe capacidad para
abrirse a nuevas relaciones en lo social.
 ¿Cómo se proyecta hacia el futuro? Si el sujeto se visualiza como un yo en devenir
anticipará cambios deseables y buscará armar proyectos factibles de realizarse.
 ¿Existen acontecimientos vividos que pueden estar afectado el presente. Se tratará de
ver cuál ha sido la respuesta a los mismos.
 ¿cuál es la imagen de sí que muestra? Registrar si es la misma a lo largo de la
entrevista o sufre variaciones y en relación a que ámbito.

En los textos que trabajan con la imagen (gráficos, Rorschach) es un tema crucial cómo
situar la mirada para que la misma no quede secuestrada por la norma. Es necesario
interrogar la imagen para romper la ilusión que se instaló en nuestra cultura de que es un
discurso transparente que “lo muestra todo” cuando en realidad encubre sus condiciones de

28
Véase: Alvarez N. La entrevista y sus lecturas.

16
producción.29 Existen estrategias para que la imagen trasmita sentido que se relacionan con
su modo de realización.30
En psicodiagnóstico es muy fuerte la tendencia a aplicar, casi automáticamente, los
parámetros que desde Hammer31 se conocen y que utilizan significaciones fijas. En
Rorschach, las transformaciones que el sujeto imprime a la mancha pueden quedar
encubiertas por la palabra, sobretodo en respuestas muy comunes, si el psicólogo no indaga
bien lo que se dice que ve.
Es fundamental pensar cada imagen, desmembrarla en sus planos32 (no en las partes de la
figura), des-condensar las significaciones allí donde aparecen y ponderar el peso de lo que
no se muestra. Lo omitido en la imagen puede responder a una operación retórica propia de
este lenguaje que necesita omitir para enfatizar otro aspecto (Ej. si la figura humana está de
perfil no muestra ciertas partes que aparecen si está de frente). También puede expresar las
dificultades del yo para modular el impulso y organizar la forma (Ej. dibujo con el
entramado roto) o alcanzar la significación de lo que se llama “negatividad figural”. Aquí lo
que pesa es lo que está ausente como producto de la des-investidura de la figura. El
siguiente ejemplo es elocuente.

Al mirar este gráfico, el lector registra como significativo un lugar vacío que genera tensión
y que puede significar como que a la casa le falta el techo. Si continúa con la exploración de
la imagen puede buscar su posible desplazamiento o interpretarlo como un área des-
investida en la figura.

En este caso la hipótesis puede ser que el techo se ha desplazado al área de la ventana
condensando allí una doble figura: ventana-techo, cada una de las cuales puede obstaculizar
la función de la otra. La operación que el yo ha realizado podría ser expresión de sus
dificultades para mentalizar.
29
Véase Sercovich A. El discurso, el psiquismo y el registro imaginario. N. Visión. 1977.
30
La imagen simbólica organiza el sentido en relación al eje vertical, lo de arriba tiene valor distinto a lo de
abajo y toma como referente la imagen del cuerpo humano. La imagen realista organiza la profundidad
(perspectiva) para la mirada del espectador y requiere de su complicidad para reconstruirla imaginariamente.
En la actualidad la imagen digital la despoja de estos anclajes cultivados por la imagen gráfica fija.
31
Hammer, E. Test Proyectivos Gráficos. Mexico. Paidós. 1989.
32
Esta operación es consecuencia del hecho que el espacio gráfico es bidimensional mientras que el objeto de
la representación posee tres dimensiones.

17
Destacaremos en la lectura de la imagen algunas preguntas claves:

 ¿Cómo aparece la imagen en una aproximación inicial? Puede aparecer con


elaboraciones que la personalizan, con demasiado ajuste a lo convencional o con
un déficit en su realización.
 ¿Cómo se estructuró el espacio al ingresar la/s figura/s? Esta lectura es
fundamental para hacer inferencias acerca de la estructuración del psiquismo.
 ¿Cómo se invistió o des-invistió la figura?
 ¿Se trata de una producción simbólica lograda en el nivel metafórico?

En técnicas gráficas, el psicólogo selecciona en cada aplicación una serie de dibujos que
solicitará a través de consignas. Crea de esta manera una secuencia. En el TAT o en
Rorschach la secuencia viene determinada por el orden, ya fijado, de presentación de las
láminas. Según la secuencia de gráficos que se solicitó es necesario pensar:

 ¿Cómo se presenta en la primera producción gráfica? Relacionar con el modo


como se presentó en la entrevista.
 ¿Cuales son las cadenas asociativas que prevalecen en el encadenamiento
imaginario que sigue la secuencia?

Para las figuras más utilizadas en el psicodiagnóstico hay también preguntas específicas:

En la casa las preguntas fundamentales son:


 responde al estereotipo, es una simplificación del mismo o es un diseño más
personal;
 tiene representada la interioridad o es una casa fachada;
 sí tiene interioridad, cómo son las articulaciones entre el adentro y el afuera
(puerta, ventanas, camino, chimenea, antena etc);
 está representado el espacio extrafamiliar, qué características tiene.

Para el árbol se pregunta:


 responde al estereotipo, está simplificado en su diseño o tiene una elaboración
personal;
 da cuenta de su arraigo a la tierra;
 cómo creció (está ramificado, tiene frutos, está estable, torcido, tiene marcas de
acontecimientos);
 qué potencial de crecimiento tiene;
 según las asociaciones verbales, cómo se imagina el lugar en el que está
plantado.

Para la figura humana se pregunta:


 está elaborada o es esquemática;
 cómo es la postura de la figura;

18
 qué grado de humanización presenta;
 cómo son sus relaciones con el entorno (por la mirada, por el movimiento, por la
expresividad).

La prueba de Rorschach trabaja fundamentalmente con dos lecturas: la que surge de las
relaciones y fórmulas establecidas en el psicograma y el llamado análisis secuencial que se
centra en el discurso emitido a lo largo de las diez láminas. Dado que el discurso en
Rorschach incluye muchas operaciones que lo vuelven heterogéneo (la palabra, la imagen
dada, la transformación de la interpretación, las acciones que permiten localizar) su lectura
se puede realizar desde múltiples perspectivas.

Ejemplificación

Se ha elegido para esta ejemplificación seguir las operaciones de simbolización que


permiten establecer inferencias sobre la capacidad del yo para tolerar pérdidas, aceptar
cambios, procesar los efectos de la frustración. Se hablará de trastornos de simbolización
cuando surgen fallas en el pensamiento, no se diferencia fantasía de realidad o cuando el
acto predomina sobre la palabra.
En primer término, se ilustrará con la técnica de La persona bajo la lluvia, y luego con la
prueba de Rorschach.

La consigna “dibuje una persona bajo la lluvia” invita al sujeto a ingresar en una escena
imaginaria que plasmará como representación en el espacio de la hoja de papel. En dicha
consigna se le explicita cual deberá ser la relación entre la persona y la lluvia.

Conviene recordar que cuando el niño aprende a contextualizar la figura humana en el


dibujo, la ubica entre la tierra que la sostiene y el cielo que resulta inaccesible. La lluvia
altera este orden espacial al ser agua que cae del cielo y afecta a la persona según los afectos
que movilice. Puede significar tanto una bendición como un ataque al cuerpo físico. Por otra
parte, el sujeto tendrá que disponer de una imagen corporal bien simbolizada para ingresar
en la escena y luego poder salir de la misma, es decir poder moverse en tiempo y espacio.

Figura N° 1

El dibujo ha sido realizado por una joven de 15 años que está en duelo por la muerte de su
padre.

19
La imagen muestra como significativo:
 está elaborada de modo personal;
 el espacio ha sido estructurado como escénico siguiendo las reglas de la imagen
simbólica que ordena el sentido a partir de la vertical;
 se destacan como datos de peso que singularizan la producción: 1) la presencia del
sol entre las nubes y 2) la falta de distancia entre las figuras (persona, árbol) y la
representación del cielo, es como si este último tuviera demasiada presencia, en el
sentir y en las fantasías movilizadas en la joven.

En otros términos, se puede reconocer el esquema gráfico que sitúa a la persona entre el
cielo y la tierra pero con distancias emocionales y no racionales. El sol se muestra entre las
nubes que parecen estar disipándose lo que da a la lluvia el significado de un acontecimiento
pasajero. El relato que acompaña al dibujo expresa la capacidad del yo para tolerar pérdidas
anticipando cambios más favorables. Ha escrito:

“El chico estaba triste porque los papás eran pobres. Pero un día cuando estaba lloviendo
salió a ver y se dio cuenta que detrás de todas las nubes el sol estaba saliendo, estaba
asomándose y se dio cuenta que la lluvia estaba parando. Entonces él se puso a pensar y se
dio cuenta de que detrás de toda tormenta siempre va a estar el sol”.

En este ejemplo se ha podido diferenciar y anticipar lo que permanece (sol) más allá de lo
acontece en el presente. La necesidad de elaborar lo perdido, sin negar los afectos que
moviliza (el niño estaba triste), conduce a buscar un cambio esperanzador. Ha tratado de
poner límites para acotar los efectos del duelo y que el yo pueda asumirlo.

20
Figura N° 2

El gráfico ha sido realizado por un joven de 20 años, deprimido porque cree que Dios le dio
vocación por el arte pero no los recursos para ser un gran artista. Comenta de su dibujo “Es
Adán, lo agarró la lluvia”.

Destacamos como significativo en este gráfico:


 La imagen se muestra elaborada de un modo personal.
 El espacio da lugar a una escena que muestra una persona que expresa
dramáticamente su posición en ella. El contexto está parcialmente representado ya
que sólo se muestra la lluvia que cae sobre el personaje.

Si se tiene en cuenta que el joven dice que la lluvia “lo agarró” podría pensarse que la
consigna movilizó sentimientos de estar atrapado en la situación. El yo ingresó en la escena
imaginaria pero el cuerpo queda invalidado para realizar el deseo. Es también lo que
formula como su conflicto actual donde lo que le llegó del cielo (lo que Dios le dio y no le
dio) lo frustra y no le permite encontrar una salida.

Puede resultar interesante comparar este dibujo con uno anterior donde también el personaje
dibujado fue nombrado como “Adán”. La comparación va a destacar el llamativo cambio en
la postura corporal. La persona bajo la lluvia se muestra más activa, dato que puede ser
positivo porque rompe con la inercia temporal. Sin embargo su actuar expresa más la
“desesperación” que la posibilidad de darle un buen cauce a su accionar.

21
También se puede decir que el yo dispone de recursos cognitivos ya que sus figuras están
bien realizadas pero no puede producir las simbolizaciones que le permitirían tramitar la
conflictiva actual que lo perturba.

El siguiente ejemplo muestra que el sujeto presenta trastornos en el proceso de


simbolización debido a que la figura no ha sido humanizada y prevalecen procesos de
desligadura que afectan la articulación del sentido.

Figura N° 3

22
La figura humana ha sido reducida a un esquema de repetición automática que no permite
que el sujeto se identifique con un personaje. Está conectada33, sin diferenciar, a lo que
parece ser un paraguas y carece de todo intercambio con el entorno.

En la prueba de Rorschach se enfrenta al sujeto con una configuración visual que, por un
lado, favorece las operaciones de sustitución y por otro, requiere desestructurar lo dado para
construir nuevos sentidos. Dependerá de la estructura psíquica tolerar la pérdida de la forma
y generar nuevas posibilidades.
En cada interpretación formulada por el sujeto se podrá estudiar el trabajo de simbolización
realizado y diferenciar cuando la representación quedó ajustada a lo consensuado, cuando
los trastornos simbólicos se expresan en desajustes y relaciones arbitrarias y cuando los
procesos terciarios singularizan la producción.

Se ejemplificará con la lámina III que favorece la interpretación de personas en interacción.


Se podrá establecer si el sujeto puede o no organizar una escena, cómo se ha proyectado la
imagen del cuerpo y cómo la elaboración del conflicto se expresa en la representación34.

Una respuesta que diga que son “dos mujeres que están cocinando en una olla”, organiza
una escena entre tres figuras y responde lo consensuado

Si el sujeto no puede encontrar nexos para dar forma e integrar la imagen del cuerpo, el
sentido quedará alterado como en la siguiente formulación:

Esta parte (señala D gris inferior) parece un útero con los ovarios. Esto dos pies
enfrentados. Acá dos cabezas.

33
La simbolización no responde al trabajo de la metáfora sino que la vinculación está centrada en la fusión o
en una conectividad azarosa que responde a otro nivel de funcionamiento del psiquismo donde prevalece el
accionar y/o la lógica autista.
34
Los ejemplos que se dan pertenecen a mi libro Lectura de las respuestas al Rorschach. Ed. Biebel. 2010.

23
Resulta significativo como el cuerpo ha quedado fragmentado: arriba quedan las cabezas,
abajo los pies y todo el resto está escindido. La representación de un órgano interno acentúa
la fragmentación.

En cambio, cuando se registra una representación con elaboraciones singulares de la escena,


los procesos de simbolización responden a la necesidad de tramitar lo conflicto.

Parecen dos mozos sirviendo una mesa, les veo la pechera, de perfil, parece que llevan una
bandeja acá en el centro y parece que hay algo comestible sobre la bandeja podría ser un
trozo de carne. Tienen barba y unos zapatos como de taco fino de mujer.

RT: dos mozos sirviendo una mesa,) agachados, con la cola hacia atrás y las piernas hacia
delante sosteniendo la bandeja, sobre la bandeja habría carne (¿?) cintura, zapatos con
taco, delantal, pechera, cuello, cabeza (idea de mozos?) pienso que por el delantal, dos
mozos vestidos de etiqueta, más que mozos como sirvientes por la actitud de que juntos
están sirviendo una mesa (donde vería el delantal?) donde no hay nada, atado atrás
(carne?) no sé, dije carne por el color pero un poco no tiene sentido que lleven carne sobre
la bandeja (mesa?) está tapada por la bandeja, estas dos, son manchas superpuestas a la
mesa... parece que fuera algo que los mozos tuvieran de la mano como una bolsa.

La paciente, una joven de 20 años, comienza formulando la escena habitual donde las
personas, identificadas como “mozos”, están sirviendo una mesa. A medida que recorre las
distintas partes de la mancha, la imagen se carga de significados cada vez más personales
que muestran las contradicciones ligadas al cuerpo y a la identidad.

24
La lectura que realice el especialista tendrá que des-condensar esta producción para entender
de otro modo el sentido de lo trasmitido. Comenzaremos destacando lo más significativo:

 Los mozos están preparando la mesa para un huésped ausente en la escena. Es decir,
el deseo se dirige hacia un tercero próximo a llegar.
 La identidad de los personajes no se reconoce claramente en el discurso porque la
barba destaca su masculinidad pero tienen zapatos de mujer. La “pechera” oculta el
área de los senos y el “delantal” el área genital. Su vestimenta encubre su posición
social ya que están vestidos de etiqueta pero son meros sirvientes con delantal.
 La paciente percibe el espacio (el delantal “está donde no hay nada”) y es conciente
que introduce límites imaginarios para crear nuevos objetos. Estos agregados pueden
considerarse desplazamientos de sentido tal como ocurre en los procesos oníricos.
Avala esta idea su comentario espontáneo indicando que –desde lo que sería la lógica
racional- no tendría sentido llevar carne en bandeja a una mesa.

La lectura interpretativa puede avanzar si se interroga el dato más enigmático: por qué el
espacio central está ocupado por objetos que fusionan los planos si la paciente parece
disponer de recursos para organizar la profundidad. La hipótesis es que los mozos quedan
unidos en el espacio por los objetos para impedir un mayor acercamiento corporal.

Volviendo a la escena, se comprueba que el espacio de interacción potencial de las figuras


queda acotado a los rostros ya que por debajo de la bandeja no es posible el contacto. Pero
“la carne” reaparece en la bandeja bajo la apariencia de algo comestible. Esta idea es vivida
por el yo como algo extraño. Podemos suponer que el conflicto se da entre el deseo de
lograr una relación “carnal” y la represión del mismo. También surgen fantasías con
alguien por llegar que crea expectativas de cambio en el tiempo.

25
Estos ejemplos muestran como las técnicas proyectivas permiten acceder a los modos de
producción de sentido y registrar la disponibilidad representativa actualizada al adjudicar
significaciones. Al integrar en la lectura la producción total se podrá evaluar las
potencialidades simbólicas y los trastornos que afectan el trabajo de simbolización.

Después de la lectura de los textos será necesario pensar el diagnóstico diferencial. Este va a
requerir de la elección de criterios clínicos y un modo de pensar el psiquismo en salud o
cuando ha quedado afectado por la enfermedad.

26
VI. El diagnóstico diferencial de estructura

En el ámbito de la clínica, la consulta que realiza el paciente está centrada en el malestar que
lo aqueja y que desea aliviar. En algunos casos este malestar se liga claramente a un
conflicto reconocido por el yo que lo moviliza a buscar ayuda. Otros pacientes adjudicarán
lo que les pasa a problemas en el vínculo con un otro o al hecho de que han sufrido algún
acontecimiento perturbador.

Los interrogantes que plantea toda consulta serían:


 Qué le está pasando al paciente.
 Cómo avanzar en la comprensión de lo que pasa.
 Cómo producir cambios favorables.

Será el diagnóstico diferencial el que contribuya a esclarecer estos interrogantes. Para ello se
parte del supuesto de que el psiquismo, al irse estructurando en el tiempo, da lugar a
organizaciones estables y a modos de funcionamiento sostenidos por los sistemas
defensivos. La estructuración es producto de los acontecimientos vividos que se fueron
entramando y cuyas marcas se expresaran en los discursos que recogemos al aplicar las
técnicas de evaluación.
El psicodiagnóstico buscará, por un lado, inferir cual es la estructuración estable del
psiquismo y, por otro lado, comprender la dinámica de la conflictiva actual en sus aspectos
singulares.
Es decir, el rótulo que dice que la estructura es neurótica o psicótica no es una meta en si
misma. Para que el diagnóstico sea operativo y permita tomar decisiones tendrá que
considerar otros ejes relacionados con las circunstancias que viven los sujetos evaluados y
los condicionamientos que atraviesan su historia. Si “pronosticar” es imaginar lo posible, el
diagnóstico deberá abrirse al potencial de cambio que presenta el psiquismo y que le permite
al yo visualizarse en devenir, sobretodo, porque los cambios en el tiempo quedan
restringidos por los procesos patológicos.

Existen una serie de presupuestos que es necesario explicitar antes de trabajar con el
diagnóstico35 debido a que los sistemas referenciales son siempre claves para organizar la
interpretación. Las ideas acerca de la salud y la enfermedad 36 juegan un rol importante en la
construcción psicodiagnóstica y dependen de la concepción antropológica elegida y de las
categorías psicopatológicas que se consideren.

Para diferenciar los aspectos saludables de los patológicos se puede apelar a los siguientes
ejes que facilitan su ordenamiento cualitativo:

35
Se ha mencionado la importancia de la complejidad y sus categorías como concepción científica válida para
conocer en las ciencias humanas. También habrá que considerar los modelos del psiquismo que se deriven de
dicha concepción.
36
Lidia Ballatti sostiene que la integración a nivel psíquico presupone una concepción de salud y de
enfermedad. Cuando una parte se aísla de un todo, queda enajenada y se desprende significativamente del
sentido de ese “todo”, se automatiza y realiza una vida anómala siguiendo leyes propias al margen del código
de la totalidad. Veáse su libro: El estallido de la integridad. Ed. Psicoevolución. 1994.

27
 Capacidad para participar y comunicarse versus retracción, incomunicación.
 Capacidad para reorganizarse de modo flexible versus rigidez, incapacidad de
cambiar.
 Capacidad de satisfacción por los logros versus incapacidad de logros o de
satisfacción en los mismos.

Siguiendo estos ejes se puede decir que cuanto mayor sea la capacidad que tiene un sujeto
para establecer vínculos, investir metas, poder reorganizarse ante acontecimientos
perturbadores y obtener satisfacción de los logros alcanzados, más aspectos saludables
presenta. A su vez, la patología interfiere con todo tipo de intercambio social, y conduce a la
repetición de modos cristalizados de actuar que impiden la adaptación a los cambios. Al no
poder abrir alternativas ante lo nuevo del contexto actual, no se alcanzan las metas y la
frustración aumenta la retracción e intensifica los procesos regresivos. Cuando la patología
es grave se asiste a la alteración de las representaciones simbólicas y al retorno de un
pensamiento concreto.
En otros términos, podemos decir que lo patológico se expresa en lo escindido. En lo fijado
en el tiempo y en la existencia de deseos que no anclan y no hacen lazo con el objeto.

Uno de los autores que propuso el diagnóstico estructural y otorgó importancia a la


aplicación de técnicas proyectivas ha sido Otto Kernberg. Para este autor se pueden
diferenciar clínicamente 3 estructuras de personalidad: neurótica, psicótica y borderline. Un
aporte fundamental es su idea de profundizar en el psiquismo para diferenciar entre el
funcionamiento neurótico y borderline recurriendo para ello a las técnicas diagnósticas.
Estas son las que permiten remover los recursos adaptativos que pueden prevalecer en la
entrevista. Su enfoque establece una valiosa articulación entre la teoría psicoanalítica de las
relaciones objetales, la psicopatología y el diagnóstico.
Los criterios de diferenciación clínica que estableció son otro valioso aporte que encontró
amplio consenso en los psicodiagnosticadores37. Estos criterios permitirían, según Kernberg,
establecer “una secuencia que va de la normalidad neurótica a la psicosis con grados
intermedios, variables de mayor o menor perturbación”38. Serían:

1. la prueba de realidad: permite diferenciar la psicosis ya que es la estructura en la


que no está conservada.
2. las operaciones defensivas: diferencia las más primitivas basadas en la escisión de
las más elaboradas basadas en la represión. Esta última diferencia a la neurosis de las
otras dos estructuras.
3. la integración de la identidad: lograda en la neurosis, difusa o con escisiones en el
borderline y fallida en la psicosis.

Actualmente la categoría psicopatológica de borderline o fronterizo tiene amplia aceptación


y obliga a redefinir el diagnóstico que, con anterioridad, se basaba en la diferencia básica
entre neurosis y psicosis. De esta etapa existen trabajos de enorme valor clínico que

37
Véase Lunazzi H. Lectura del Psicodiagnóstico. Universidad de Belgrano. 1992.
38
Conceptos formulados por Kernberg en una entrevista publicada en la Rev. Zona Erógena N° 26. Noviembre
de 1995.

28
proporcionaron parámetros para leer las técnicas. Nos parece importante considerar dos de
estos autores.
En un trabajo de Garcia Arzeno 39 que toma como referencia teórica las ideas de Bion,
presenta indicadores del predominio neurótico y psicótico factibles de hallar en las distintas
pruebas. Para esta autora los siguientes criterios serían diferenciadores:
 La posibilidad o no de modificar y mejorar las producciones como indicador de que
el yo funciona con sus capacidades conservadas o no.
 El grado de congruencia formal al realizar dibujos y hacer interpretaciones verbales
y la presencia o ausencia de perseveraciones, distorsiones preceptúales y fallas
lógicas en la construcción de historias.
 La conservación de un pensamiento lógico y organizado o la presencia de signos de
pensamiento sincrético.
 La capacidad o no de manejar los impulsos.

Otro autor, Pedro Perez Garcia, ha publicado un trabajo 40 donde ha resaltado la necesidad de
ver en las técnicas proyectivas los logros vinculados a la construcción de una identidad
diferenciada. Para ello aplica el siguiente esquema para diferenciar:

 Capacidad del yo para integrar y sintetizar el objeto. Cuando esta función fracasa se
pierde la delimitación de las figuras que dejan de ser definidas y con ligazón estable
de sus partes, emergen vínculos deshumanizados y las secuencias caen en procesos
regresivos.
 La función de separación que permite diferenciar sujeto-objeto, mundo interno-
mundo externo. Cuando el yo adquirió esta función se la podrá reconocer en el
establecimiento de límites estables y claros que son necesarios para evitar la
confusión y posibilitar la organización de formas simbólicas. También esta función
permitirá la distancia emocional óptima que diferencia la fantasía de la realidad en
las interpretaciones sosteniendo el “como sí”. Cuando esta función no se logró o
cuando no está conservada, se pierde la claridad del trazado, se mezclan o
contaminan elementos, se producen incoherencias, se pierde la intencionalidad de la
acción (respuestas que se transforman sucesivamente) o la distancia emocional que
lleva a involucrarse en las producciones.
 La función del propio esquema corporal como límite y punto de referencia espacial.
En este ítem el autor plantea: “el sentimiento de estar-en-el-mundo supone la
referencia implícita a la vivencia de consistencia interna y a la ubicación en el
espacio exterior reflejados en la imagen del propio esquema corporal. Al conjugar
estas dos coordenadas obtendremos el grado de adaptación-desadaptación,
estabilidad-inestabilidad del yo en el mundo.” En las técnicas se leerán las
proyecciones en el espacio de la posición vertical estable que hablará de la seguridad
o inseguridad en el modo de vivir el propio cuerpo. A veces se registraran imágenes
caóticas y desorganizadas de la propia imagen corporal coexistiendo con intentos de
39
Garcia Arzeno E: Utilización de la batería proyectiva para diagnosticar el predominio de la parte neurótica y
psicótica de la personalidad. Jornadas Nacionales de Psicodiagnóstico. Tucumán 1988.
40
Perez Garcia P. Identidad y vivencia de espacio en las técnicas proyectivas. Su expresión en la Psicosis
simbiótica. Trabajo publicado en una revista española de la especialidad.

29
compensación (énfasis en el eje medio central). Las proyecciones de movimiento
indicarán el grado de acercamiento o alejamiento de los objetos con respecto al
propio cuerpo y permitirán inferir el tipo de vínculo objetal producto de las
identificaciones logradas.

Los distintos criterios seleccionados forman parte de un esquema referencial, de validez


en la clínica, que todo psicodiagnosticador considera al leer las distintas técnicas. Las
variaciones surgen al realizar la integración de estas lecturas, momento en el que
adquiere importancia cómo se baja la teoría al caso concreto, la consideración o no, de
las categorías del pensamiento complejo y el peso que se otorgue a los lugares de
apuntalamiento en lo social.

La construcción psicodiagnóstica que nos ocupa en esta oportunidad, tendrá como


objetivo diferenciar en el evaluado el tipo de estructuración 41 -neurótica, psicótica o
limítrofe- que puede inferirse de los textos producidos en el psicodiagnóstico y que dan
sentido a la conflictiva actual. Se tomaran en cuenta los criterios clínicos propuestos por
Kernberg y es clave para trabajar en la integración de lecturas, seguir las secuencias y
buscar lo que se repite de una técnica a otra. La repetición puede estar al servicio de
organizar realidades simbólicas y realizar transformaciones con valor analógico o puede
quedar limitada a un mero reiterar atemporal que desconoce la situación actual.

Al aplicar los criterios de diferenciación clínica conviene tener presente que:

1. Los recursos adaptativos se encuentran, en grado variable, en todas las


estructuras y son fundamentales para mantener la prueba de realidad.
2. Las defensas tienen por objetivo mantener el equilibrio narcisista y defender al
yo de alguno de sus “tres amos”: la pulsión, el superyó y la realidad. Pueden
estar funcionando de modo estable o estar fallando en cuyo caso se evaluarán que
posibilidades tiene el yo de restablecerlas en un nuevo equilibrio. A mayor
patología de la defensa mayor es la fragmentación del yo y más comprometida
queda la prueba de realidad.
3. La identidad es la representación que el sujeto tiene de sí mismo y en la que
puede reconocerse, más allá de los cambios, a lo largo del tiempo. Esta
representación es producto de un constante trabajo de integración que nunca
llega a ser total, siempre existen aspectos desconocidos del sí mismo que
provocan desacomodos con la propia imagen. No obstante, puede darse una
estabilidad en la identidad si la imagen de sí mismo es satisfactoria y favorece los
intercambios apropiados con el medio. En un adulto, la identidad puede estar
consolidada y estable o encontrarse afectada por una situación de crisis o por
estados patológicos.
41
Entendemos el concepto de estructuración como un sistema de relaciones implícitas que configuran un
entramado con tendencia a permanecer estable sin ser cerrado. Hablamos de estructura cuando la
estructuración se ha consolidado y permanece en el tiempo. Evitamos hablar de “personalidad” por considerar
que este concepto ha perdido claridad. Desde hace tiempo se han desatado debates controvertidos sobre la
personalidad como objeto de estudio de la Psicología. Ya en 1967, la Asociación de Psicología Científica de
Lengua Francesa organizó un simposio sobre el tema que fue publicado en el libro “Los Modelos de la
Personalidad” (Nueva Visión 1969). Este debate no se ha dado en el campo del Psicodiagnóstico.

30
La estructura neurótica

En la estructuración neurótica están constituidas las categorías 42 básicas del psiquismo y se


ha transitado la conflictiva edípica. El modo como se ha resuelto lo edípico da lugar a las
formas neuróticas (obsesiva, histérica). Por otra parte, esta conflictiva surge en el espacio
familiar y va a determinar la fijeza de ciertas identificaciones que serán las que le otorguen a
la identidad una estabilidad suficiente como para tolerar sucesos existenciales sin
desestructurarse.
El yo podrá pensarse como protagonista de su historia, reconocerse con autonomía y con
características propias que lo diferencian de los otros. Posee recursos de simbolización para
manejar la temporalidad, situarse frente a los cambios, tolerar la frustración y elaborar las
pérdidas. Tiene aceptadas las diferencias sexuales y los límites que tiene la existencia
humana. Admite la falta y busca como darle respuesta a la misma.
El quiebre de la defensa provoca efectos de inhibición, actos fallidos que el yo tratará de
rectificar y síntomas que son ego-distónicos.

En el adulto se espera que el psiquismo se haya organizado bajo la primacía de lo genital, es


decir, se espera que durante la adolescencia se haya hecho el pasaje de lo fálico a lo genital.
Si este pasaje no se dio aparecerán conflictos identificatorios y regresiones a fijaciones pre-
genitales. Las regresiones no involucran al yo sino que afectan a su funcionamiento y
pueden aparecer síntomas43 como formaciones de compromiso. Es importante diferenciar
cuando estas formaciones son funcionales al conflicto, como son las fantasías y los sueños, y
ayudan a sublimar las pulsiones pre-genitales, de los síntomas que tienen carácter
patológico.

Al aplicar los criterios de diferenciación clínica se encuentra que:


La prueba de realidad está conservada.
La defensa estructurante es la represión y es comandada por el yo de realidad. Le permite
postergar los impulsos y transformar la realidad sin desconocer los códigos compartidos. El
fracaso de la defensa produce inhibiciones, angustia y formaciones de compromiso.
La identidad se ha integrado en lo imaginario y el yo mantiene diferenciada la
representación de sí de la del otro.

En la entrevista se registra:

El entrevistado puede sostener su discurso, hablar de lo que le pasa, de lo que no entiende y


quiere saber y de sus expectativas de cambio, es decir, el yo asume el conflicto y se angustia
por no poder resolverlo.
Se puede apelar a metáforas para comunicar vivencias que perturban y que suelen estar
relacionadas con la fantasmática inconciente.

42
El concepto de categoría remite, en este caso, a determinadas representaciones estructurantes del psiquismo
que se crean en momentos lógicos fundamentes del aparato psíquico. Las categorías básicas son las que
diferencian adentro-afuera, imagen corporal, yo-no yo, familiar-extraño.
43
El síntoma es siempre resultado de un conflicto intrapsiquico entre instancias y se lo diferencia del trastorno
que es vincular.

31
Se advierten los efectos de la represión en el modo como maneja los impulsos, como se
posterga el deseo y como toleran frustraciones.
La capacidad para moverse imaginariamente en el tiempo favorece que se anticipen acciones
y que se articulen, espontáneamente en el relato, las experiencias pasadas con los
acontecimientos actuales. Este relato estará centrado en la conflictiva y el yo podrá hacer
reflexiones sobre la misma.
Si prevalece el estilo44 histérico, el entrevistado buscará la aprobación del psicólogo a través
de la seducción. Se dejará influenciar fácilmente y usará la dramatización para enfatizar su
mensaje. Sus temas giraran en torno a los afectos y al drama de amor.
Si prevalece el estilo obsesivo, la comunicación abundará en detalles con datos precisos,
tratarán de contar todo siguiendo un orden estricto y de controlar las emociones evitando
que surjan fantasías, actitudes lúdicas o comentarios espontáneos.

En las pruebas proyectivas:

Se ajustan a las consignas y mantienen una adecuada conciencia de interpretación.


Conservan la distancia proyectiva y establecen relaciones imaginarias con las figuras.
Pueden narrar historias con la estructura de un relato.

En los gráficos:
El dibujo se adquirió durante la infancia como una escritura compleja y funcionó como un
recurso del yo para elaborar la experiencia vivida y para realizar el deseo de modo
enmascarado.
La consigna de dibujar actualizará la experiencia con el grafismo que se va a reflejar en:
Pueden estructurar el espacio al modo escénico.
Pueden diferenciar y elaborar las figuras con una buena síntesis.
Pueden darle dinamismo a las figuras en sus intercambios con el escenario y/o con el
espectador. Las funciones de comunicación están representadas o formuladas como
relaciones imaginarias.
Pueden darle énfasis a la expresión de la imagen mediante recursos retóricos de omisión,
adicción o permutación.
Pueden personalizar el dibujo al incluir marcas subjetivas y realizar transformaciones que
mantienen la coherencia lógica y pueden dar cuenta del potencial creativo del yo.

Encuentran en los recursos gráficos modos de metaforizar el conflicto y mostrar las áreas
donde falla la simbolización. La presencia de tachaduras, repasados y borrones indica la
intensidad del conflicto y el fracaso de la defensa. También puede aparecer el acto fallido en
el comentario (“me olvidé de…”) o manifestar la necesidad de completud (“le falta…”, “le
voy a agregar…”).

44
El estilo refiere a configuraciones discursivas relevantes que funcionan como marcas del autor. Las
categorías estilísticas se diferencian en base al modo como se adjudican sentidos y significados a la realidad.
Para este tema puede consultarse el libro de Liberman, Maldavsky: Psicoanálisis y Semiótica. Buenos Aires.
Paidós. 1975.

32
En la secuencia de gráficos lo más frecuente es que el dibujo libre muestre una escena para
mostrar el conflicto, que en la casa esté representada la interioridad (se diferencia el adentro
y el afuera) y que las personas estén humanizadas y se presenten como personajes que
asumen un lugar en el relato.

Cuando predomina el estilo histérico, se busca que el dibujo provoque efectos estéticos en el
espectador, se hacen agregados que embellecen el texto. El equilibrio visual y la armonía
prevalecen.
Cuando predomina el estilo obsesivo, el realismo en la imagen se hace presente. Se observa
la concentración en la tarea y el esfuerzo por realizar modelos abstractos. Pueden recurrir a
líneas guía, a esquemas para que las proporciones y la simetría se mantenga. En las escenas,
la distancia entre las figuras está regulada por el orden (“cada cosa en su lugar”) que evita
que los fantasmas se introduzcan en la producción.
En las pruebas temáticas (TAT, TRO) arman historias con inicio, desarrollo y desenlace. A
través de los personajes se toma distancia proyectiva y se expresa la conflictiva.
El relato mantiene la lógica del proceso secundario pero si la defensa se quiebra puede
emerger lo emocional o pueden aparecer bloqueos.

La prueba de Rorschach exige siempre diversas lecturas y todo intento de establecer


indicadores en base a la presencia o al porcentaje de determinada categoría puede inducir a
error.
Si la identidad se ha integrado se manifestará en el modo como se organiza el discurso y
como se simboliza la conflictiva a lo largo de las diez láminas.
Se podrán encontrar ciertas analogías con la entrevista y será en lámina I donde se puede
leer cómo se presenta -al otorgar identidad a la mancha- y como emerge la conflictiva
actual45. Pero a diferencia de la entrevista, el Rorschach dispone de un texto previo en
imágenes que requiere ser transformado por la interpretación que le adjudica sentido. Se
trata de un proceso sumamente rico para pensar y que explora cómo se ha abordado la
mancha, cual ha sido el grado de verosimilitud con las figuras que se mencionan y que es lo
que se ha integrado o dejado de lado en la respuesta. De estas lecturas se registra en la
neurosis:
 La conciencia de interpretación le permite al yo asumir como propia su
interpretación y admitir que pueden existir otras posibles lecturas de la mancha.
Puede quedar disminuida si el impacto emocional es fuerte en determina lámina sin
llegar a ser una pérdida marcada.
 Hay flexibilidad para adaptarse a los cambios que van apareciendo en la secuencia
de láminas y los efectos perturbadores o bloqueos se superan generalmente en el
retest.
 La capacidad para organizarse ante diversas situaciones y establecer diferencias
aparecerá en la localización como relación de áreas usuales integradas, o no, en
globales. Una global combinada de buen nivel formal es un dato potente para inferir
que la estructura se ha complejizado en su entramado.

45
Vease el capítulo “Estudios con lámina I” en Alvarez N. Lectura de las respuestas al Rorschach. Biebel.
2010.

33
 La organización de una o más escenas es propia de estas estructuras y muestra la
capacidad del yo para ingresar imaginariamente en ellas poniendo en juego la
figuración.
 El movimiento humano (entre 3 y 5 M en figuras completas y bien vistas) da cuenta
de que la imagen corporal está bien simbolizada y que existen identificaciones
secundarias que dan sostén a la identidad. También muestra la capacidad del yo para
modular los impulsos, postergarlos y ajustarlos a los requerimientos de la realidad.
 El claroscuro indicará la capacidad del yo para tomar contacto con las vivencias de
angustia sin negarlas.
 La presencia de respuestas de color indicará la capacidad para investir metas y
apropiarse de las mismas. Las perturbaciones emocionales propias del conflicto
suelen encontrar su expresión en el color. Así el shock al color, el predominio del
color sobre la forma e incluso su negación se encuentran frecuentemente en las
respuestas.
 El juicio crítico –en especial la autocrítica- indica que el yo admite su límites y será a
partir de las dudas que podrá rectificar sus respuestas.
 El índice de realidad se mantiene en valores de 6 o7 puntos y junto con la presencia
de detalles usuales y respuestas con formas frecuentes sostienen la hipótesis de que
la prueba de realidad está conservada.
 Pueden aparecer fallas defensivas que se expresan en olvidos de la respuesta,
disminución del nivel formal y otros fenómenos especiales que muestran una pérdida
de la distancia proyectiva y alteraciones en la lógica del proceso secundario de
pensamiento. Sin embargo estas alteraciones no dan lugar a categorías propias de un
pensamiento sincrético (W contaminada, forma negativa, concretización del
pensamiento, etc.) o a fenómenos especiales propios de la estructura psicótica.

Estructura psicótica

La estructuración psicótica se caracteriza por la necesidad de rechazar aspectos de la


realidad para poder sostener la integridad de un aparato mental que se siente amenazado. Se
han producido fallas en la organización narcisista primaria que hace que persista la fusión
con el objeto originario. La imposibilidad de que el yo logre suficiente autonomía lo expone
constantemente a la angustia de fragmentación.

La psicopatología reconoce dentro de esta estructura a la esquizofrenia, la melancolía y la


paranoia46. Si bien presentan diferencias estructurales comparten las fallas en la constitución
de las categorías básicas del psiquismo y el yo -que puede estar aparentemente cohesionado-
nunca estará completo. La imagen corporal no se unificó en lo especular y quedó
cristalizada, sin potencialidad para procesar transformaciones en el tiempo. El yo no puede
abrirse a nuevas simbolizaciones ni sostener la continuidad de la experiencia. Por estas
razones los cambios pueden dar lugar a vivencias de extrañamiento y despersonalización.

46
Ver Bergeret La personalidad normal y patológica. Gedisa 1983.

34
Al no haberse logrado la diferencia yo-no yo, la identidad no se puede construir en base a
una representación de sí bien delimitada. No habrá procesos de historización y el yo
permanecerá fijado a la problemática del origen47 y no podrá armar los lazos de filiación.
La defensa basada en la escisión se pondrá al servicio de evitar la desorganización, se
recurrirá a la desestimación de la realidad que perturba y se disociará también la parte del yo
que se relaciona con ella. Este ataque a la función de contacto conduce a un deterioro
paulatino con la realidad que afectará los procesos de pensamiento y los vínculos, éstos
últimos se presentarán indiscriminados y agresivos y, pese a que son precarios, quedarán
impregnados de omnipotencia.
Cuando la estructura está compensada puede haber un funcionamiento adaptado sin total
pérdida de la prueba de realidad pero la ausencia de una estructura de vínculos limitará la
vida social y la volverá ineficaz en muchas áreas.
Cuando se produce una descompensación se regresará a formas de organización más
arcaicas. La imagen corporal dejará de ser el eje de referencia vivencial y se producirán
quiebres en los sistemas simbólicos. La experiencia se codificará según formas primarias y
se intentará todo el tiempo recuperar el narcisismo. Lo fantasmático –única manera de re-
investir los objetos- pasará a operar con la potencia del sueño y no se discriminará el objeto
de la imagen.

En la esquizofrenia la intensidad de la escisión puede producir alucinaciones. La alucinación


supone que un fragmento corporal adquiere autonomía “diciendo” por su cuenta. El yo
siente que las voces le vienen desde afuera.
El movimiento de retracción libidinal no encontrará en el yo objetos internos donde ligarse
(fantasías) y quedará expuesto a una fusión terrorífica o a un vacío donde los objetos –no
diferenciados de la propia imagen- desaparecen. Si el cuerpo integrado tiene aun alguna
vigencia será el responsable de la intensa angustia dramática que invade a estos pacientes.
Los vínculos del paciente son “como de vidrio” duros y frágiles al mismo tiempo.
Puede llegar a haber una oscura conciencia de enfermedad que admite el tratamiento aunque
la realidad no da cabida al consenso sino que es vivida con pautas propias.

En la paranoia no se producen alucinaciones ni hay confusión mental sino que habrá


interpretaciones delirantes que funcionan como certezas. A veces se sistematiza una
construcción delirante que se apoya en la lógica del proceso secundario y que puede pasar
desapercibida como tal. Lo significativo es que el proceso secundario se pone al servicio de
darle evidencia al proceso primario.
En estas personas hubo una estructuración inicial pero el cuerpo no quedó integrado en lo
imaginario sino que se cristalizó como una simbolización cerrada que excluye otras cadenas
metonímicas. Han quedado adheridos a una figura de identificación en una estructura
matricial que los sume en una vida sin historia.
El yo lucha por separarse de una dependencia agresiva con el objeto, este último se vuelve
un perseguidor amenazante. La angustia de fragmentación surge del temor al ataque por
parte de un tercero que necesita ser controlado y excluido. Cuando prevalece la proyección
patológica aparecen las formas megalomaníacas que hacen que el yo se sienta invulnerable.
47
Sobre este tema véase el trabajo de Husain-Zubair “De los test Proyectivos al Wechsler y La linealidad del
tiempo y su no-integración en el esquizofrénico”. Publicación de ADEIP.

35
En la melancolía se produce un cuadro de depresión patológica que surge a partir de una
falla del yo y un quiebre en el ideal del yo.
La melancolía se fija en la experiencia conciente de una pérdida cuyo motivo se desconoce.
No se puede hacer su duelo porque no se diferencia el yo del objeto perdido. Como
prevalece la introyección, la agresión hacia el objeto se vuelve contra sí y produce una
devaluación de la propia imagen que va a quedar desfigurada para el yo. Se perderá la
autonomía y el drama pasará a ocupar la totalidad del mundo interno sin que se encuentre
una salida al mismo.
El melancólico se desinteresa por el mundo externo y no tiene proyectos ni puede
imaginarse un futuro. A veces aparece la idea de suicidarse, peligro por el cual se suele
demandar al psicodiagnosticador que evalúe el riesgo suicida que presenta.

En la entrevista se registra:

El yo es incapaz de asumir lo que le pasa y si hay conciencia de enfermedad es muy frágil.


El discurso puede aparecer fragmentado cuando hay disgregación del pensamiento o cuando
surgen aspectos desorganizantes. Puede haber comentarios inapropiados por falta de censura
y reacciones emocionales inmotivadas. Se ha perdido la función metafórica de la palabra y
pueden aparecer neologismos que condensan significaciones singulares.
Como la identidad no se ha integrado, no manejan la temporalidad ni la impulsividad y
pueden actuar atacando el vínculo con el entrevistador.
El melancólico produce efectos de impotencia en el oyente (“todo está mal”, “nada se puede
hacer para mejorar”) y el paranoico como ataca la relación para defenderse puede intimidar
al entrevistador y atemorizarlo si éste no logra manejar bien la situación. Los rasgos
paranoides están siempre presentes obligando al paciente a mantenerse en alerta,
desconfiando y buscando lo que se oculta detrás de una pregunta y de las intenciones que su
interlocutor encubre.

En las técnicas proyectivas se registra:

Suele haber desajustes en las consignas y fallas en la conciencia de interpretación. Surgen


contenidos del proceso primario por falta de censura que desorganizan el sentido. Incluso en
una prueba como el Bender pueden haber elaboraciones y agregados a las figuras que
expresan la necesidad de efectuar transformaciones a una realidad en la que el yo está
atrapado.
En los gráficos, la hostilidad afecta la capacidad de dar forma a las figuras. La dificultad
para realizar límites adecuados y conservar la síntesis de la figura será más acentuado en los
casos de esquizofrenia. Habrá figuras desarticuladas, trasparencias, trazos disgregados,
detalles bizarros, esquemas perseverantes y relaciones forzadas. Lo significativo es que nada
de esto suscita incomodad en el sujeto ni lo mueve a hacer criticas o intentos de mejorar su
dibujo.
En otros casos, cobra importancia la forma como des-invisten la figura (negatividad figural)
haciendo que lo omitido deje un vacío que cobra una significativa importancia para el
observador. Una operación compensatoria frente al terror al vacío lleva a que se llene el
espacio con fragmentos extraños que dan al conjunto un aspecto confuso y desorganizado.

36
La figura humana muestra características especiales en la paranoia donde aparecen signos
vinculados al estado de alerta y desconfianza (orejas marcadas, ojos grandes,
hipervalorados, con mirada penetrante). Karen Machover destacó el doble contorno en la
figura como signo patognomónico de la psicosis en el adulto, estaría expresando la lucha
contra la despersonalización.
Si bien una producción gráfica con estas características otorga evidencia suficiente a una
hipótesis de psicosis, es importante señalar que la diferenciación diagnóstica suele ser un
poco más difícil de evidenciar. Esto es porque los mismos indicadores pueden estar presente
en otros cuadros, por ejemplo, la fragmentación de los límites puede darse en un sujeto que
atraviesa un momento de crisis o en personas de edad avanzada donde la coordinación viso
motriz comienza a deteriorarse. A su vez, en la psicosis 48 puede mantenerse el armado de
figuras que no presentan detalles bizarros, sobretodo si el paciente ya está medicado o
atraviesa un periodo estable sin síntomas clínicos. Es a través de la lectura de la secuencia
de gráficos que se podrán inferir funcionamientos propios de la estructuración psicótica que
harán que los dibujos se realicen con una modalidad que fragmenta el espacio y deja a las
figuras detenidas en el tiempo. También se verá la imposibilidad de armar historias
siguiendo la estructura del relato.

En Rorschach se podrá registrar como disminuye la conciencia de interpretación por falta de


recursos simbólicos. Se procesa la mancha de acuerdo a códigos propios que redundan en
significaciones justificadas con lo que se considera una “lógica autística” y que, incluso,
suelen afectar el nivel perceptivo. Es por ello que se encuentran en la localización categorías
de pensamiento sincrético como son las globales confabuladas y con fusiones espacio-
temporales (fusiones de la figura con el fondo y contaminadas). Puede haber también
respuestas de detalle inusual donde se crean límites pero que, a diferencia de lo que sucede
en otras estructuras, no son operaciones que potencian las posibilidades expresivas de la
forma sino que redundan en una originalidad negativa.
Otra característica de la producción a la prueba es la pérdida de contacto con la realidad que
se advierte en la disminución del nivel formal y en la percepción de lo obvio. El porcentaje
de detalles usuales bien vistos baja y el índice de realidad suele encontrarse en 3 puntos o
menos.
Existen otras expresiones frecuentes en esta estructura que contribuyen al trabajo de
diferenciación diagnóstica. No suele haber crítica sobre las propias interpretaciones, los
fallos a una lámina no se recuperan en el re-test, puede haber perseveraciones que
introducen la inercia temporal y el automatismo, operaciones de abstracción (respuestas
tales como la libertad, la tristeza, etc.) y concretizaciones donde ser pierde la diferencia
entre la cosa y la representación. La extrañeza perceptual (percepción de algo “raro”) puede
llevar a no reconocer lo dicho y la desorganización del pensamiento puede producir efectos
que no permiten fijar la respuesta (quedarse con una interpretación) ni localizarla en la
mancha.
Lo que dijimos para los gráficos acerca de que puede mantenerse el armado básico de la
figuras es válido para el Rorschach. En muchos casos, cuando el psiquismo está estable y sin
producción de trastornos clínicos, es necesario avanzar sobre los datos formales y
48
En los últimos cincuenta años, la farmacología ha contribuido para que los efectos de la desestructuración
psicótica se compensen. Esto hace que ya no se encuentre en el psiquismo los efectos que producía la
cronicidad de los trastornos patológicos.

37
profundizar en la lectura secuencial para comprender como opera el yo al percibir y
organizar la interpretación de las láminas.

En esta estructura es importante incluir el WAIS III en el psicodiagnóstico 49 con el objetivo


de conocer el nivel de operatividad cognitiva. Es en los fracasos que el sujeto se aleja de lo
consensuado y se expresa con la propia lógica. Es por ello que los fallos no tienen relación
con las dificultades que plantean los ítems de la prueba. El objetivo de aplicarla es porque
permite evaluar el alcance de fallas en la capacidad de pensar y hasta donde se puede
sostener una representación compartida de la realidad.

Funcionamiento fronterizo

La problemática fronteriza surge de la necesidad de comprender hallazgos clínicos que


muestran diferencias significativas con la neurosis y la psicosis. Dio lugar a divergencias
tanto en la psiquiatría dinámica como en el campo del psicoanálisis y se puede encontrar una
amplia gama de posiciones, desde los que piensan en una estructura de base, los que niegan
su existencia, hasta los que hablan de cierta especificidad de componentes con
combinatorias variadas. Incluso están los que vinculan esta problemática con la modalidad
alienante de nuestro tiempo.
Kernberg es el gran propulsor de la idea de borderline y acepta su existencia como una
organización de base que puede ir acompañada de otros funcionamientos. Toma el concepto
de escisión de la teoría de las relaciones objetales y piensa que esta modalidad defensiva
prevalece y provoca la difusión de la identidad. Pero hay un buen mantenimiento de la
prueba de realidad. Diferencia al borderline de lo que llama la “personalidad narcisista” a la
que define como “…pacientes en la que toda interacción con los otros está referida a sí
mismo en medida inusual, tienen gran necesidad de ser amados y admirados… combinan
una grandiosidad, omnipotencia, una autoimagen inflada correlativa a una falta de
investidura de los demás, un problemático nivel de celos –concientes e inconcientes- y
generalmente un fondo de sensación de vacío”50

André Green, por su parte, sostiene que “lo limítrofe” es una categoría abierta con muchas
variantes y elementos comunes. Admite un funcionamiento escindido y contradictorio que
provoca dificultades en el desprendimiento del vínculo originario. El otro mecanismo que
considera importante es la depresión entendida como el agotamiento que se produce en el yo
por los procesos de investidura y desinvestidura 51. La problemática de estos pacientes no
recae en el deseo sino en la formación del pensamiento, ha quedado inhibida la función
básica de representar y no se logra construir distancia psíquica para evitar la intrusión y la
falta de comunicación.
En la clínica se registra la angustia centrada en la separación y las fallas en los procesos de
simbolización que favorecen los pasajes al acto y a la somatización.
49
Veáse lo que aporta Balatti sobre la inclusión de esta prueba en El Estallido de la integridad. Psicoevolución.
1994.
50
Extraído de una entrevista a Kernberg publicada en la revista Zona Erógena. Noviembre 1995.
51
El concepto de depresión no está ligado al conflicto sino que se acerca a lo que Piere Martin llama “la
depresión esencial” y se relaciona con los niveles energéticos, con la tensión. Esta depresión no permite el
proceso de duelo.

38
En el psicodiagnóstico se considerará la estructuración limítrofe en sus diferencias con la
neurótica y psicótica y se buscará precisar el caso singular dentro de las variaciones que la
misma contiene. Consideraremos las siguientes variantes:

Borderline anaclítico

Necesita contención y se compensa en un vínculo complementario que si se rompe produce


descompensación. Las pérdidas se vuelven insoportables porque comprometen el sostén del
yo. La incertidumbre en la identidad dificulta que puedan tener proyectos a largo plazo,
suelen empezar y dejar actividades de modo reiterado.
El yo lucha por mantener el equilibrio y busca compensaciones. Puede mostrarse con una
fachada armada pero en lo subyacente prevalece lo caótico. Esto se detecta en el desorden de
los registros cuando tienen que atribuir significados e interpretar situaciones. No sostienen la
continuidad en el tiempo y esto les impide ir re-significando la experiencia.

Borderline actuador

No muestran los signos de difusión de la identidad que tienen los anaclíticos ni


experimentan sentimientos de angustia o culpa. Se confunde pensamiento con acto por lo
que éste es ego-sintónico, sienten placer cuando el acto es usado defensivamente como
descarga de tensiones. Necesitan del otro para lograr sus fines pero al negar la culpa se
desestima el vínculo. Difícilmente establecen vínculos genuinos ya que no pueden
identificarse con el otro. La palabra ha perdido valor comunicativo y se expresan con la
acción concreta. Como no se tolera la demora que impone la reflexión no se puede elaborar
la angustia ni aprender de la experiencia vivida, la actividad representativa queda afectada
por la prevalencia del acto en sí.
Suelen experimentar aburrimiento y si se paralizan reaccionan con omnipotencia mediante
acciones transgresoras concientes52. La integración del superyó es frágil y algunos autores 53
han señalado como diferencia importante para el diagnóstico la existencia de daño a nivel
yoico. En este último caso la acción impulsiva se lleva a cabo sin ajuste a la realidad (por
ejemplo acciones delictivas fácilmente detectables) mientras que si solo existe daño
superyoico puede haber una actuación sumamente hábil en el manejo de situaciones
sociales.

Borderline con síndrome de vacío

La identidad queda atravesada por la necesidad de ser y la vivencia dolorosa de no ser. No


tuvieron un lugar como existentes para el otro significativo y este agujero en el psiquismo
produce un vacío de sentido. Solo se puede mantener la vivencia de ser sobre un fondo de no

52
Conviene diferenciar la acción impulsiva por descontrol, la compulsiva por imposibilidad de dejar de
hacerlo, la acción específica con fallas en la evaluación de la realidad (se piensa que la acción se puede llevar a
cabo) y la acción transgresora conciente (desmentida en acto).
53
Puede verse el trabajo de Irving Weiner “Evaluación de la psicopatía” XIII Congreso Internacional de
Rorschach. París 1990.

39
ser cuando se ha podido simbolizar la ausencia y construir las fronteras del yo en relación al
otro. El yo experimenta un fuerte desamparo y no puede afrontar los cambios y pérdidas.

Organización psicosomática

La escisión se efectúa entre la mente y el cuerpo, este último es desestimado. El cuerpo


queda en un lugar silencioso que se registra en el lenguaje como ausencia de palabras para
los afectos y emociones.54.
La dificultad para reconocer sentimientos afecta la capacidad de imaginar y orienta la
vinculación con el medio de modo pasivamente adaptado. Marty habla de pensamiento
operatorio para señalar como el pensamiento queda despojado de toda fantasmática. El
trastorno se expresa en no poder mentalizar la experiencia ni asumir la propia imagen. Las
experiencias afectivas indiscriminadas quedan depositadas y controladas en el cuerpo. Su
exclusión tiene el valor de un “acting” dirigido al cuerpo que es tratado como un objeto
ajeno.

A las variaciones que hemos señalado se agregan otras organizaciones como ser las
perversiones y las adicciones. Más allá de las especificidades que la clínica registra, la
problemática limítrofe muestra, en todos los casos, que hubo una falla en el trabajo de
separación/diferenciación destinado a constituir el objeto y las fronteras del yo. La
capacidad para acceder a la representación se muestra frágil y se ponen en marcha
operaciones defensivas frente a la realidad psíquica: se escinde, se excluye en el soma, se
des-inviste, se expulsa a través del acto.

En la entrevista se registra:

Tienen dificultades para sostener un discurso propio y se apoyan en el entrevistador con


distintas actitudes. El yo no asume la situación de conflicto sino que trata de liberarse del
malestar. La discontinuidad en el tiempo se registra en que pueden repetir fragmentos de lo
vivido pero no hay capacidad de re-significación. También se registra en la inestabilidad en
los vínculos y en como se organizan. Tienen dificultades para tolerar la espera, los cambios
y la frustración. Suelen perder la coherencia del relato a lo largo de la entrevista ya que no
reflexionan sobre lo que van diciendo.
La actitud es de dependencia en el anaclítico, requieren ser sostenidos y calmados frente a la
ansiedad que los desborda y no pueden tramitar. Los actuadores establecen un vínculo
inductor, buscan evacuar mensajes no verbales y controlar de modo omnipotente la relación
con el otro. Tratan de descolocar al psicólogo de su rol usando la sorpresa y su habilidad
para manejar produciendo efectos. El psicosomático tiene una actitud pasiva, no están
angustiados, pero la falta de lenguaje emocional y la ausencia de registro de climas
emocionales tornan a su discurso muy banal, sin marcas propias, sin metáforas. María Rosa
Caride55 habla de 3 tipos de discurso en estos pacientes que hace extensivo a las pruebas
verbales: 1) el sobreadaptado que se caracteriza por decir lo que se supone que el otro
54
Se ha denominado alexitimia a esta característica propia del discurso psicosomático. Sobre el tema veáse de
Roberto Sivack y Wiater. “Alexitimia, la dificultad para verbalizar afectos” Paidós. 1998..
55
Veáse su trabajo “Afecciones psicosomáticas: el “plus” de una minusvalía”. II. Congreso Nacional de
Psicodiagnóstico. 1998.

40
espera; 2) el catártico que lleva a hablar sin parar para desembarazarse del problema y no
permitir que el entrevistador intervenga y 3) el numérico o calculador donde se gira en torno
a lo material y a los números en términos de ganancias o pérdidas.

En las pruebas proyectivas se registra:

Hay una buena aceptación de la consigna –salvo en los actuadores con tendencia a la
trasgresión- y los recursos adaptativos les permiten conservar la prueba de realidad. Pero
debido a que la capacidad de simbolización es frágil puede surgir un exceso de
impulsividad, pérdida de distancia proyectiva y significaciones arbitrarias donde se impone
la lógica del deseo y no lo consensuado.

En gráficos se conserva el nivel gestáltico y se da un ajuste básico a las figuras pero los
dibujos muestran la lucha del yo para ordenar la realidad. La estructuración del espacio no
permite una buena diferenciación de las figuras y los efectos de la ansiedad y la
impulsividad se expresan en los límites desdibujados y en la fragmentación de la forma.
En el dibujo libre pueden armar una escena aunque la organización de los lugares es
inestable y las figuras muestran un equilibrio precario. Otras veces eligen la figura que
sienten que es parte de sí más que ser una representación de la realidad exterior.
El dibujo de personas carece de una postura firme (no están bien parados) y tienen poca
comunicación con el entorno (ojos vacíos, falta de manos). Las diferencias sexuales no están
bien simbolizadas. También en las figuras del árbol y la casa dejan sin representar relaciones
significativas con el medio como es el camino en la casa y la línea de base en el árbol. Los
agregados, que en los neuróticos son desplazamientos simbólicos, suelen ser menos
frecuentes y estar poco integrados al sentido, la disociación parece evidenciarse en esos
dibujos. Otras veces la lucha por el equilibrio se expresa en la búsqueda de compensaciones,
por ejemplo; trazo débil y figuras grandes o variaciones en el tamaño en lsa secuencia de
figuras.
En los actuadores hay menor inestabilidad pero puede haber expansión de las figuras en el
espacio (defensa megalomaníaca) y poca elaboración de la forma mientras que en los
anaclíticos se dan oscilaciones compensatorias en la secuencia entre figuras expandidas y
otras contraídas en el espacio. Lo que caracteriza a los gráficos del psicosomático es el
esquematismo y figuras banales, poco investidas, que carecen de marcas que las
singularicen.
Por otra parte, no sostienen la distancia que diferencia personajes en el relato, sus historias
son fragmentos de lo vivido y los nombres adjudicados se corresponden con el propio o son
nombres de familiares.

En la prueba de Rorschach se registra:

La conciencia de interpretación está afectada ya sea por pérdida de la distancia proyectiva


(auto-referencias) o por necesidad de defenderse y no asumir la autoría de la interpretación.
Las significaciones, cuando no son las convencionales, se sostienen en la lógica del proceso
primario. Son frecuentes las fabulaciones y las combinatorias confabuladas.

41
Existen contenidos en las respuestas que se consideran prototípicos por la frecuencia que
tienen en estas organizaciones fronterizas, especialmente en los anaclíticos. Se trata de
respuestas de fetos, gemelos, figuras pegadas, masas envolventes.
También son frecuentes las alteraciones en la simetría: reflejos, respuestas de espejo,
rupturas de la simetría.
El movimiento humano en figuras completas y bien vistas es nulo o escaso. Cuando hay
impulsividad puede prevalecer FM (gratificación en lo inmediato) junto con CF o C.
Lo que más se destaca en los actuadores y psicosomáticos es la ausencia de respuestas que
incluyan el claroscuro. Esto indica que no se conectan con lo que los puede angustiar. El
índice de angustia bajo corrobora esta problemática que conduce a la actuación en el soma o
en lo social.
El índice de realidad está disminuído (generalmente 5 puntos) pero queda compensado por
la existencia de otras populares. En los psicosomáticos la tendencia a la sobre-adaptación
puede aumentar las respuestas populares y el índice de estereotipia.

En síntesis:

Hemos tratado de establecer las diferencias significativas que pueden leerse al aplicar
técnicas diagnósticas. Consideramos a las técnicas como instrumentos de mediación que
recogen un discurso heterogéneo y comunican a través de la producción de sentido. Son
importantes para realizar inferencias acerca de la estructuración psíquica del evaluado. Su
ventaja radica en que permiten avanzar sobre la descripción de síntomas clínicos y traspasar
lo que la palabra suele encubrir. Su desventaja –o quizá su dificultad- estriba en que
comprometen la capacidad del psicólogo para integrar en el tiempo las distintas lecturas y
articularlas en un entramado válido acorde a los objetivos del contexto.
El psicólogo tendrá que conocer los límites de su construcción diagnóstica y poder
fundamentar los juicios de evaluación que formula y que plasma como informe escrito.

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TRABAJOS ANEXOS

El psicodiagnóstico ante los nuevos paradigmas

Lic. Silvia Pugliese

43
Trabajo presentado en el VIII Congreso Metropolitano de Psicología
Buenos Aires. 1995

“Debemos aprender, no ha juzgar a la población de conocimientos, de prácticas, de


culturas producidas por las sociedades humanas, sino a entrecruzarlos, a establecer
comunicaciones inéditas entre ellos, que nos pongan en condiciones de hacer frente a las
exigencias sin precedentes de nuestra época”. (6)

Adhiero a las palabras de Prigogine, y es con este espíritu que procuraré acercar algunas
reflexiones sobre nuestra práctica psicodiagnóstica.
En las ciencias humanas los problemas prácticos son tan importantes como los problemas
teóricos; sin embargo, el más desarrollado fue el de resolver problemas concretos. A veces,
con cierto desprecio por los estudios teóricos. Posiblemente porque no se alcanza a
dimensionar que si se reduce la práctica a la realidad misma, se está resignando la
racionalidad que se pretende mostrar y se pierde la posibilidad de evaluar el sentido y
significado de su práctica.

Acercándonos a la realidad

La historia de la ciencia es una historia conflictiva, de elecciones, de redefiniciones


impensadas. Historia que Khun la esquematiza en ciclos que se reiteran sucesivamente:
constitución del paradigma, crisis del paradigma y emergencia de nuevos paradigmas que
originan una revolución científica.
En los últimos años ha llamado la atención la aparición de diversas teorías que intentan
aproximarse a la realidad sin afectar su complejidad; y cuyo impacto llevó a Prigogine Y
Stengers a hablar de “metamorfosis de la ciencia”, a Gleik a denominarla “ciencia nueva”,
entre otros. De modo que podríamos pensar que estamos ante la “emergencia de nuevos
paradigmas”.
Estas teorías pretenden describir y explicar la realidad en forma distinta a la tradicional. Su
característica es que si bien posee una elaboración formal de orden cuantitativo, tiene
significativa relevancia el orden cualitativo, promoviendo un acercamiento entre las ciencias
naturales y las ciencias humanas.
Hoy la palabra paradigma nos suena familiar y agradable a nuestros oídos; a veces para
mostrar que se está en la cresta de la ola; otras veces porque se está convencido de haber
descubierto una “nueva verdad”, el haber desarrollado un nuevo enfoque que implique un
giro en la ciencia.
Los múltiples usos de la palabra paradigma, obligan a clarificar el término. Khun, quien es
el que elaboró la “teoría de los paradigmas”, según Masterman empleó dicho concepto en, al
menos veintidós sentidos distintos. En respuesta a estas críticas, en 1974 en su artículo
“Segundas reflexiones sobre Paradigmas” reconoce dos acepciones: a) como sinónimo de
“ejemplar”, una teoría modelo que sirve de guía para la investigación concreta; y b) en un
sentido más global, “matriz disciplinar”, vale decir, un sistema de creencias y aptitudes
instrumentales compartidas por una comunidad científica.
Para Khun lo realmente interesante ocurre cuando lo descubierto obliga a cambiar la teoría y
la concepción que se tiene del mundo. Por ello sostiene que el paradigma no es una teoría,

44
sino un sistema de conceptos, articulación de la experiencia, de métodos y valores. En este
sentido, von Bertalanffy prefiere hablar de “perspectivas” para aludir al marco general para
la construcción de teorías.
En los últimos treinta años se han presentado un número importante de teorías que se
postulan a “nuevos paradigmas”. Baste mencionar los desarrollos de la teoría general de los
sistemas de von Bertalanffy y los aportes de Bateson; la teoría del Caos; la teoría
Termodinámica no lineal de Procesos Irreversibles de Prigogine; la teoría de las Catástrofes
de Thom y la Matemática Fractal de Mandelbrot.
Decimos que se “postulan” porque, así como hay quienes hablan de nuevos paradigmas
como un hecho fuera de toda discusión, otros le niegan tal estatus, entre ellos René Thom al
afirmar “no creo en el cambio de paradigma. La “scienza nuova” creo que pertenece a la
retórica” (7). En honor a la verdad y teniendo presente la acepción más amplia de
“paradigma”, no corresponde hablar de nuevos paradigmas en el sentido de matrices
disciplinarias maduras compartidas por una comunidad científica. Pero no cabe dudas que la
apertura hacia nuevas perspectivas y la puesta en marcha de programas de investigación
novedosos, configuran lo que Khun denominó la etapa 6 (etapa de crisis) del desarrollo del
conocimiento científico y que estaría desencadenada por la aparición de las “primeras
anomalías”. Una anomalía es algún aspecto de la investigación que no puede ser articulado
con el paradigma. Cuando las anomalías aumentan se puede decir que se ingresa a la “etapa
de crisis”; lo que no significa abandono del paradigma y adopción de uno nuevo.
Según Munne (4) las teorías que hacen aportes fundamentales a las teorías de la complejidad
y con implicancias en la Psicología, se podrían reunir en cuatro grupos: la teoría de los
Fractales, la de las Catástrofes, la del Caos y la de los Conjuntos Borrosos.

Teoría de los Fractales

Según esta teoría, formulada por Mandelbrot en 1975, los objetos denominados “fractales”
están dotados de propiedades no euclídeas, entre ellas la tener una dimensión espacial
fraccionaria. Esto es, que el objeto puede ser subdividido hasta el infinito y cada una de las
partes guarda semejanza con el conjunto. En este sentido, puede afirmarse que hay
fractalidad en la estructura de un fenómeno cuando ella permanece semejante en cualquier
escala.
El análisis fractal pone de manifiesto qué y cómo lo cuantitativo puede adquirir
trascendencia cualitativa. En nuestra práctica, el hecho de aumentar el número de miembros
de un grupo puede generar un cambio tal en el estilo de vida y problemáticas grupales, que
impresionaría como un grupo nuevo. En general, se puede decir que los fenómenos
psicológicos tienen propiedades fractales.

Teoría de las Catástrofes

Su creador René Thom (1972), intenta con esta teoría describir las relaciones entre lo
continuo y lo discontinuo. Se propone explicar la aparición de accidentes discontinuos en
medios continuos, cuando aparecen discontinuidades que al principio no existían. Concibe
que un fenómeno discontinuo puede surgir de una manera casi espontánea a partir de un
medio continuo. Considera que la realidad es una mezcla de orden y desorden, de cambio y
estabilidad.

45
Zeeman (1977) ha hecho de ésta una teoría predictiva y la ha aplicado a la comprensión de
comportamientos sociales, tales como: motines en las cárceles, reacciones de la bolsa de
valores, conflictos internacionales.
A nivel psicológico puede facilitar el esclarecimiento de procesos como la toma de
decisiones, cambios bruscos de opinión y en especial el proceso de desarrollo, entendido
este como una sucesión de etapas y crisis.

Teoría del Caos

Esta teoría no tiene un autor sino que numerosos investigadores han coincidido en su interés
por ese fenómeno. Aunque aparecieron antes, es en la década del ochenta cuando tiene lugar
su desarrollo y aplicación.
El estudio científico del caos comienza con Lorenz cuando descubrió que podía predecir el
clima a partir de considerar tres variables. Esta predicción llevaba consigo la
“determinabilidad” del caos. Determinación que es formulable matemáticamente y puede
graficarse mediante ocho sucesivos y continuos que tienden hacia un “atractor”, hacia un
punto que atrapa. Una consecuencia del atractor es la “sensibilidad a las condiciones
iniciales”; en virtud de la cual una pequeña causa puede ocasionar un gran efecto. Esta
desproporción entre causa y efecto es propia de los procesos caóticos.
Es muy importante detectar el atractor porque es a través de él que puede representarse el
comportamiento del sistema en un tiempo. Eise intenta ver las actitudes como atractores.
Estos fenómenos tienen la singularidad de englobar el caos y el orden.
Cuanto más complejo e inestable es un fenómeno es, proporcionalmente, más ininteligible e
impredecible. Este concepto involucra, por tanto, la relación entre estado y evolución; la
imposibilidad de medir la plenitud de las causas y el carácter completo de los efectos.
En Psicología, en especial en psicodiagnóstico, esta teoría tiene amplias posibilidades de
aplicación.

Teoría de los Conjuntos Borrosos

Desde la década de los sesenta, Zadeh, viene elaborando esta teoría que trata de formalizar
en un modelo lógico y matemático lo impreciso, lo difuso, lo indeterminado. Ello implica
que una cosa puede pertenecer y no pertenecer a la vez aun mismo conjunto, simplemente
porque los criterios de pertenencia no son nítidos. De ahí que el razonamiento se construye
en términos de posibilidad.
Su aplicación más directa es en el mundo de los conceptos como la energía, la vida salud o
enfermedad, emoción, inteligencia, grupo, etc.
Entre los desarrollos de esta teoría es de destacar que se están realizando esfuerzos, en
lógica computacional, para disponer de lenguajes y programas borrosos.

Nuevos aportes al psicodiagnóstico


Estas teorías han provocado el debate en torno al determinismo y el azar, complejidad-
simplicidad, al concepto de causalidad, a la linealidad- no linealidad, orden-estructura,
continuidad-discontinuidad, holismo-reduccionismo, la racionalidad y los límites al
conocimiento.

46
El planteo sobre estas problemáticas pone de manifiesto el “resquebrajamiento” de las
concepciones tradicionales, puestas en crisis.
En el ámbito de la Psicología la situación de crisis se tradujo en la explosión de las “terapias
alternativas”: Gestalt, Sistémica, Logoterapia, trabajo corporal aplicado a la psicoterapia y el
lacanismo.

Ahora bien, veamos las repercusiones en el campo del Psicodiagnóstico.


Cuando hablamos de psicodiagnóstico nos estamos refiriendo a esa investigación en
pequeña escala que nos permite identificar las estructuras y procesos a través de los cuales el
ser humano construye y analiza su existencia cotidiana. En esta tarea no podemos decir que
hacemos ciencia si no podemos organizar una predicción, derivada del diagnóstico y una
explicación que dé cuenta de la organización actual. Predicción que orientará las acciones
terapéuticas, si es que son necesarias.
Cada una de las teorías enunciadas se ocupa de algún aspecto de la realidad, se abren nuevas
vías para aprehender la realidad; ponen de manifiesto propiedades desconocidas de la
realidad y afirman su complejidad. Pero al mismo tiempo nos aparece la contracara: la
realidad no es nítida pero tampoco dual; no es continua pero tampoco discontinua; no es
estable ni inestable; no es reiterativa ni innovadora; no es ordenada ni desordenada.
Tener en cuenta que la realidad psíquica no es nítida (conjuntos borrosos) significa que el
diagnóstico no debe encasillar ni clasificar; pero sí puede tener criterios que permitan
identificar las variables de los grandes cuadros psicopatológicos en el material clínico. Que
no sea una realidad continua y estable (teoría de las catástrofes) no significa que sea
absolutamente impredecible; pero sí enunciar el pronóstico en términos de posibilidades.
El hecho de que la realidad psíquica no sea ordenada (teoría del caos) impide que se ajuste
la lectura a moldes teóricos previos; pero si es posible explorar su estructura y organización
dinámica y comprenderla desde marcos conceptuales amplios y que establecerán las bases
para los respectivos abordajes terapéuticos. El que la realidad no se reiterativa (teoría de los
Fractales) no significa que un síntoma no pueda clasificarse de patognomónico; pero si es de
importancia la recurrencia intertest a la hora de acercar conclusiones diagnósticas.
Los términos “Psicodiagnóstico” y “Evaluación psicológica” responden a los dos cuerpos
conceptuales fundamentales y opuestos y que se tradujo en dos modalidades contrapuestas
para acceder al conocimiento del sujeto psíquico: la evaluación objetivista y la comprensión
subjetivista. Se podría decir, de acuerdo a los pares antitéticos enunciados, que cada una de
ellas enfatiza un polo en detrimento del otro.
La inteligencia del psiquismo humano y su evolución no va a provenir de una teoría que
contenga verdades cerradas y seguras predicciones; sino de aquéllas que sean capaces de
contemplar no sólo las complejidades de la estructura individual, sino también su relación
con el entorno inmediato y mediato, antes de organizar un pronóstico.
Jun dice que “cuando cambian los paradigmas, los científicos adoptan nuevos
instrumentos” y agrega: “con un mismo instrumento, ya conocido, el cambio de paradigmas
hace que los científicos vean nuevas cosas donde antes no las veían”.

A modo de ejemplo podemos mencionar tres modelos de abordaje Psicodiagnóstico integral:


a) el diagnóstico integral e interdisciplinario de R. Opazo, b) el Diseño Diagnóstico
Pronóstico Terapéutico de L. Balatti y c) la propuesta de H. Lunazzi en base al modelo
diagnóstico diferencial estructural de O. Kernberg y su ampliación a la trama familiar. Tres

47
propuestas distintas pero con el mismo objetivo: tratar de aproximarse a la realidad psíquica
sin reducir su complejidad.

No hay dudas que así como las nuevas teorías han acortado las distancias entre las ciencias
naturales y las ciencias humanas, será posible la integración de un cuerpo conceptual desde
donde sea posible predecir y explicar la información obtenida sobre la organización y
funcionamiento del psiquismo humano.

Bibliografía

1- Balatti L. Estallido de la Integridad. Psicoevolución ediciones. Bs. Aires. 1994.


2- Klimosky G. Las desventuras del conocimiento científico. A-Z ed. Bs. As. 1994.
3- Lunazzi H. Lectura del psicodiagnóstico. Ed. De Belgrano. Bs. As. 1992.
4- Munne F. Las teorías de la complejidad y sus implicancias en las ciencias del
comportamiento. Rev. Interamericana de Psicología. Vol. 29, N°1 . 1995.
5- Opazo R. Diagnóstico integral interdisciplinario para una psicoterapia integrativa.
Conferencia en VIII Jornadas N. de Psicodiagnóstico. San Juan. 1994.
6- Prigogine, Stengers. La nueva alianza. Alianza Universidad. Madrid. 1990.
7- Thom R. Teoría de las catástrofes. Entrevista en Zona erógena N° 9 . 1992.
8- Von Bertalanffy Perspectivas en la teoría general de sistemas. Alianza Editorial.
Madrid. 1979.

Modos actuales de vigencia y práctica del psicodiagnóstico

Etel Kacero

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Conferencia Inaugural del Curso de Especialización en Psicodiagnóstico.

Rosario, 29 de Marzo 2008

Ustedes van a iniciar la carrera de Especialización en Psicodiagnóstico. Mi propósito es


introducirlos en algunas cuestiones que deberán afrontar en esta travesía que emprenden

Psicodiagnosticar es una tarea específica de los psicólogos; es por eso que nos interpela
directa e intensamente; nos exige un posicionamiento teórico, ético y humano. Nos interpela
no sólo acerca de sus modalidades, la diversidad de herramientas que se pueden
implementar, los ámbitos de aplicación, sino acerca de sus presupuestos y fundamentos: su
necesaria revisión y actualización de acuerdo a los paradigmas epistemológicos de nuestro
tiempo y sobretodo exige hoy, una mirada hacia las subjetividades emergentes, destinatarias
- precisamente - de nuestro trabajo.

Por la diversidad de temas implicados en este trabajo considero al psicodiagnóstico como un


campo de problemas que tenemos que explorar, dilucidar, desplegar. En ese despliegue
tendremos que recurrir a otras disciplinas, incursionar en otros territorios de conocimiento
que puedan iluminar la experiencia del encuentro con el otro. Un “otro” que nos demanda no
sólo un saber, sino una mirada, un sentido, un lugar identificatorio, no como etiqueta sino un
lugar en el sentido de un espacio para vivir.
Para realizar semejante tarea el vértice psicológico tendrá que engarzarse con todo aquello
que toca lo humano; me refiero a lo que sucede en la realidad cotidiana: sus cambios, la
remodelación cognitiva emocional, vincular y corporal que introducen las tecnologías de la
comunicación, productoras, entre otros factores, de las transformaciones de la
subjetividad.
Es que las tecnologías no son meros dispositivos técnicos; a través de ellas percibimos el
mundo, interaccionamos con él y con los otros.
La informática -inicialmente un modo de procesar información- se va articulando con
nuestro sistema cognitivo de tal forma que se nos torna imprescindible para pensar; los
dispositivos se entrelazan y trabajan en el interior del sujeto mismo… hasta el punto de
formularnos una pregunta crucial: quién piensa..? En efecto la informática moldea nuestros
pensamientos, nos proporciona metáforas para pensar (“me colgué”), regula nuestras
interacciones, acelera el tiempo, disminuye la distancia, nos conecta con regiones alejadas
creando la impresión de omnipresencia en el espacio
La paradoja es que se superponen una extrema velocidad con una llamativa parálisis; el
poder globalizante que nos dan las redes informáticas coexiste con la desmaterialización de
los cuerpos mismos; todo ello deja sentir los efectos en la subjetividad: aparecen
explosiones de diverso tipo, estallidos de los cuerpos, ataques de pánico, sociedades místicas
(sectas), adicciones.
Observamos la desarticulación de los modos defensivos, el desmantelamiento psíquico bajo
distintas formas de depresión o rigidización de la membrana yoica que se observa en las

49
psicopatías, carcteropatías o formas narcisísticas que buscan mantener la cohesión a costa de
ignorar lo otro, lo distinto y pasar a usarlo simplemente como objeto.
Se trata de obtener integridad para frenar la volatilidad, los flujos. Hoy la metáfora que
circula está asociada a la física de los fluidos; se habla de “flujo de información”, “flujos de
capital”, “densidad de la angustia”, “flujos temporales”, “amor líquido”.
El sujeto contemporáneo ¿puede escapar a esa consistencia fluida? Si nuestros gustos,
valores, consumos se formatean desde las pantallas, si los dispositivos de comunicación
golpean con ciertos temas y eluden otros, proponen modelos de normalidad, transmiten
ideales identitarios, es posible pensar en una subjetividad que se construya fuera de esos
mundos?
Pero no es sólo la tecnología sino las condiciones socioeconómicas que atraviesan tanto al
sujeto como a nosotros mismos las que producen esas transformaciones de la subjetividad.
Es necesario pensar en tales fenómenos no sólo para poder dar sentido a los padecimientos,
sino para destacar los aspectos saludables, adaptativos y creativos de la persona en estas
circunstancias; esta tarea es de una tremenda responsabilidad. De modo que los psicólogos
no pueden delegarla en quienes no están habilitados ni desde la ley ni desde el conocimiento
ni desde la ética para ejercer esta tarea de la que depende no sólo el hallazgo de un cuadro
psicopatológico, no sólo una planificación terapéutica sino muchas veces la posibilidad de
que puedan surgir, a partir del encuentro, nuevas marcas, oportunidades instituyentes,
novedosas para el sujeto.
Y no me refiero sólo al psicodiagnóstico en el ámbito clínico: en el área forense un
psicodiagnóstico puede incidir en la decisión de un juez sobre la culpabilidad o no de un
procesado, sobre la existencia de un abuso a un menor, sobre la expulsión de un violento/a
del hogar, la tenencia de un niño…. Mucho del futuro de las personas puede depender de la
tarea investigativa exhaustiva y seria del psicólogo.
En el campo laboral sugerirá al empleador acerca de la pertinencia o conveniencia de
aceptar a un postulante para la posición solicitada. En educación una exploración cuidadosa
podrá hacer emerger el saber acerca de la posesión de capacidades hasta ahora desconocidas
para el sujeto.
Pienso que nuestras conclusiones diagnósticas no son sólo un discurso, una puesta en
palabras de los dinamismos psíquicos que pudimos conocer de la persona, sino un verdadero
“acto” que produce efectos concretos.
Por eso he trabajado sobre el concepto del psicodiagnóstico como acontecimiento, que se
desarrolla y surge justamente durante su transcurso. El psicodiagnóstico no se agota en la
aplicación de determinadas técnicas y la formulación de interpretaciones que pretenden
llegar a ciertos “resultados”, el psicodiagnóstico es una construcción, una co-producción
con otro en ese juego vincular. En la medida en que algo distinto, no vivido hasta el
momento aparece, “sucede”, puede ser considerado como un acontecimiento.
Es útil aclarar esta palabra ya que a veces se la asocia a lo traumático, cuando en realidad no
es necesariamente así. El acontecimiento es algo imprevisto que sale de la serie de lo
esperado en la regularidad de los hechos. No es del orden del saber previo, sino del orden
del suceder, del vivenciar. Un vivenciar, que en nuestro caso está acotado en el tiempo, el
tiempo que transcurre durante el proceso psicodiagnóstico. Durante ese lapso y en ese
espacio podemos decir que se produce un “acople” que se da en la presencia de ambos
actores, algo ocurre por primera vez; se instituye una huella que puede convertirse en una
“marca” de apertura hacia otra forma de pensar y/o de sentir. Se produce un cambio de

50
significación, no simplemente la repetición en la transferencia de patrones vinculares
aprendidos.

La dimensión del encuentro y el efecto de presencia del psicólogo pueden constituir una
oportunidad para que el psicodiagnóstico se convierta en acontecimiento, si es que nos
interesamos no sólo por los “resultados” de los tests, sino que tenemos en cuenta lo que pasa
en la escena de ese encuentro. De ese modo, se podrían entrever qué objetos, cuáles
circunstancias, cuáles modalidades vinculares pueden ser favorecedoras de salud, de mayor
libertad, de inhibición o de acentuación de la rigidez de las defensas.
La cuestión no es meramente aplicar correctamente las consignas o hacer preguntas a la
manera de una máquina automática, ya que ese modelo maquínico estereotipado, también
producirá en el sujeto una tendencia a la repetición y no a la apertura a un espacio “otro” en
el que el psicólogo interviene como facilitador y actor de esa producción. Los relatos, la
interpretación de las imágenes, los grafismos, se narran en presencia del psicólogo que no es
lo mismo que narrar a un vecino, o a un amigo. En ese momento y en ese espacio
(consultorio, escuela, cárcel, hospital, juzgado, consultora…) el psicólogo desempeña la
función de co - enunciador, ya que su presencia produce indefectiblemente efectos que se
dan a partir de esa red continua de flujos, de gestos, de palabras y emociones de los que
pueden derivar nuevos vectores de significación y de experiencia.
En ese sentido es que me refiero a la diferencia entre “resultados” y “efectos”
Los resultados pueden obtenerse de los cuestionarios, de las cifras que se desprenden de
algún test como el Raven, o de la lectura de la producción desde las categorías del DSM o el
CIE10.
No discuto la importancia de contar con parámetros estandarizados para poder hacer
diferencias y establecer comparaciones. La aplicación de códigos estandarizados cumple
funciones importantes ya que establecen regularidades poblacionales, conforman entidades
nosográficas que permiten predecir algunos aspectos relacionados con la salud pública para
adoptar medidas de prevención.
Los DSM que se fueron sucediendo en el afán de perfeccionar y ajustar los códigos, son
útiles también para la investigación epidemiológica y el esclarecimiento de problemas
psicopatológicos a partir de caracterizaciones bien delimitadas de las enfermedades. Proveen
asimismo aproximaciones para pensar un conjunto de hechos o de síntomas: los famosos
síndromes (signos y síntomas que suelen venir asociados). Buscan una mayor precisión en
los nombres de las distintas patologías y sus matices, contribuyendo así a construir un
lenguaje consensuado entre especialistas, ya que esos nombres recortan lugares y permiten
distinguir lo normal de lo desviado. Su finalidad es el establecimiento de un “acuerdo” entre
los observadores. Claro que el observador permanece afuera y se propone ver como encajan
o no los datos dentro de parámetros predeterminados.
Lo singular es tomado en cuenta sólo en el sentido de si se amolda o no a las características
de lo esperable. Porque lo que importa, es el logro de la claridad basada específicamente en
dos valores: normal o desviado, siguiendo los lineamiemtos del paradigma de la
modernidad: dicotomías, oposición entre valores, vigencia de lo claro y lo distinto
cartesiano; rechazo a la ambigüedad, a las transformaciones que conlleva el pasaje del
tiempo, eliminación de la circunstancia y el contexto
Los datos recogidos son elaborados en estadísticas y se tornan significativos a partir de
porcentajes de frecuencia. Se tiende a hallar al sujeto normativo. Una vez establecido y

51
puntuado obtenemos un mapa de referencia poblacional. Lo singular deviene un punto
poblacional.
Nos hallamos así en un terreno equivalente al diagnóstico médico. Desde allí, desde ese
campo legitimado de alta valoración y consenso, se habla de diagnosticar, tomando
determinadas características, mientras que otras no se considerarán dignas de ser puntuadas
por no ser frecuentes.
Claro que esta modalidad exige un observador desde afuera de lo observado como garantía
de “objetividad”. A partir de esta sistematización, la comunidad científica podrá guiar su
quehacer; las categorías funcionarán como un a priori y se organizará el mundo desde allí.
Desde esta perspectiva el sujeto no importa quién es, qué circunstancias lo acosan o lo
alivian, qué vínculos lo apuntalan o lo expulsan. Se lo verá desde los síntomas registrados en
ese manual sostenido por un aparato social que no está exento de una mirada vectorizada
desde el poder. Poder que legitima ciertos sucesos y desautoriza o anula otras
manifestaciones.
No olvidemos que los laboratorios han invertido recursos y movido influencias para
conseguir plasmar en clasificaciones a determinadas manifestaciones de la conducta
humana: ADHD, depresión, ansiedad, para luego colocar en el mercado medicamentos
específicos para “curar” esos males.
Pensemos además que el DSM sólo habla de déficit, de trastornos, pero no de dimensiones
saludables, creativas o singulares que puedan presentar los sujetos. No hay categorizaciones
para esas manifestaciones.

Las objeciones planteadas no pretenden anular la existencia de manuales, ya que instituyen


un zócalo, una base de conversación entre los miembros de la comunidad científica. Pero la
cuestión es plantearnos el para qué, en qué contextos y de qué manera instrumentarlos,
de modo que no nos veamos constreñidos indefectiblemente al estrecho marco de las
categorías consensuadas. Tenemos que ser conscientes de que este tipo de aproximación al
padecimiento es descriptivo, no explicativo, pero no por eso deja de producir efectos;
efectos de identificación en un nombre, una categoría que funciona como una etiqueta que
desde ahí portará el sujeto.
El supuesto epistemológico en el que se basan es la creencia de que existen “clases
naturales” y sólo hay que encontrar los métodos que permitan descubrirlas; como si las
categorías existieran previamente, como si la naturaleza estuviese pre-cortada, sin advertir
que son los científicos con sus paradigmas a cuestas y los procedimientos que tales
paradigmas avalan, los que producen la construcción de esa categorías.
Lo que se pretende conceptualizar como “conocimiento objetivo” es el producto del trabajo
de los investigadores en una cultura determinada, guiada por valores, intereses, facilitados
por recursos, subvenciones, limitados por sus propios prejuicios y experiencias. Una muestra
de ello es la supresión en 1974, por parte de la Sociedad Americana de Psiquiatría, de su
lista de patología a la homosexualidad, redefiniéndola como una “variación normal de la
sexualidad de los seres humanos”.
Quiero decir que los trabajos que culminan en esas categorías que se toman como
“naturales”, son un producto histórico resultado de estandarizaciones perceptuales y
cognitivas. El problema está en que se pretende luego elevar a esas construcciones como el
único universo que garantiza validez.

52
Lo que deseo dejar en claro es que lo verdadero es tal en el interior de un universo de
posibilidades previamente constituido y relativo a una época y a un paradigma que establece
ciertas condiciones para que algo sea considerado válido. Esa verdad puede ser distinta bajo
otras condiciones. Para decirlo desde la Física que está constituida por leyes muy estrictas:
la teoría de la gravedad es absolutamente verdadera, pero no se cumple en el espacio que
transitan los astronautas.

Me interesa trabajar este concepto de verdad ya que está íntimamente asociado a nuestro
tema.
El siglo XX introdujo la idea de que nuestra experiencia y nuestra aprehensión de la realidad
se construyen. Es a partir de la posición del observador y sus presupuestos que se puede
percibir el dato y organizar el conocimiento. Es por eso que no se puede pretender que un
sistema, para no ser “contaminado” por la subjetividad, se despoje de teorías que
necesariamente posicionan la mirada. El pretendido rigor de “ajustarse a los hechos” es
ridículo. Los hechos no hablan; somos nosotros los que hablamos sobre los hechos, los que
elegimos sobre cuáles trabajar.
Los llamados “datos” aparecen como una masa heterogénea; es la pregunta que hagamos
frente al enigma que se nos plantea, lo que nos permitirá hacer conjeturas, hipótesis. Tales
hipótesis parten tanto de la observación como de nuestras expectativas teóricas y parten
sobretodo de las demandas concretas guían la investigación.
Lo que debe quedar claro es que siempre existe un salto epistemológico entre el material al
que tenemos acceso (enunciados narrativos, textos gráficos, construcción de formas a partir
de imágenes…) y la interpretación que hagamos. Y esto sucede en cualquier concepción del
conocimiento de que se trate, ya sea cuantitativo o cualitativo.
Esto quiere decir que no hay una realidad previa al conocimiento que tengamos de ella (me
refiero al orden del conocimiento, no a lo ontológico). Cada forma de organizar el
conocimiento abre un horizonte de exploración, permite aperturas perceptivas y opciones
cognitivas diversas y, por lo tanto, también habrá puntos ciegos a los cuales no se tenga
acceso, ya que nuestras teorías, experiencias, expectativas, sensibilidades y sobretodo
nuestro propios códigos de reconocimiento, recortan siempre el campo de los datos que se
nos hacen evidentes o que se nos vuelven pregnantes para determinar los significados.
No podemos hablar de una perspectiva privilegiada o de un método infalible que otorgue
validez absoluta a los resultados obtenidos.
La verdad será entonces un bucle de co-producción continua entre sujeto y objeto de
conocimiento y en una determinada circunstancia o situación.

Pretendo con estas ideas, ahondar en la reflexión sobre el necesario posicionamiento que
debemos tomar para el uso de nuestras herramientas. Quiero decir la ineludible tarea de
reflexionar desde qué marcos teóricos evaluar las diferencias y agrupar las semejanzas de las
manifestaciones humanas. Si elidimos la circunstancia, el contexto, en que se desarrolla
nuestro acto de psicodiagnosticar, elidimos también al sujeto y lo convertimos en una cifra
dentro de una escala o lo hacemos objeto de los a priori que aplicamos sobre él ocultando
otros aspectos más personales que lo identifican precisamente como “tal sujeto”. Pero
además nosotros también desaparecemos como sujetos al convertirnos en meros usuarios de
un saber gestado en otras circunstancias.

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Quiero dejar en claro que no desecho la experiencia de aquellos que conceptualizaron
categorías y hallaron significados, pero no es suficiente para hacer una comprensión más
específica. No basta con decir por ejemplo: “hay fallas en la discriminación”. Tenemos que
hablar de los modos de operar de esas fallas: la diversidad de modos en que ocurre, precisar
y desplegar calidades y explicitar en relación a qué objetos o situaciones se producen las
fallas; cuáles otras situaciones o vínculos facilitan otro tipo de funcionamiento.
La otra cuestión ineludible es con qué valores, prejuicios, mitos, preferencias, juicios de
valor abordamos a la persona y a su producción. Cuestión no menos acuciante ya que
evaluar, ubicar, diferenciar los funcionamientos psíquicos y las conductas no es una tarea
abstracta; implica el enfrentamiento con problemas concretos en los que están en juego los
modos de vida y hasta los modos de muerte de la persona.

Está en la honestidad del psicodiagnosticador explicitar las fuentes de su elección


conceptual y las motivaciones que lo llevaron a ella. Tarea nada fácil porque supone poner
en práctica lo que sostiene Castoriadis cuando dice que la reflexión aparece cuando el
pensamiento retorna sobre sí mismo y se interroga no sólo sobre sus contenidos
particulares, sino acerca de sus presupuestos y fundamentos, lo que implica el
cuestionamiento de lo instituido aún para re- aprobarlo luego.

El saber no consiste sólo en el conocimiento, en la búsqueda de una verdad; tampoco tiene


una única dirección posible. Como cualquier tipo de actividad está sujeta a prácticas
sociales, y a mitos que colorean el imaginario colectivo. En particular, en nuestro ejercicio
cobran mucha importancia los procedimientos estrictos, el cumplimiento de pasos formales,
los métodos rigurosos de observación y registro. Pero si consideramos sólo dichos
procedimientos como garantía de un trabajo correcto, vaciaremos de sentido nuestro
quehacer, ya que se diluirían los fines y objetivos particulares que cada circunstancia
demanda. En nuestra indagación tiene que estar presente el “para qué” y el “desde dónde”
miro lo que se me aparece; “cómo me vinculo” con la realidad del otro a quien intento
conocer y cómo estoy viviendo yo misma esa realidad que nos atraviesa a ambos. Desde qué
lugar digo que algo es saludable o patológico, desde qué lógica hablo, a partir de qué
dispositivos utilizados, cuáles son mis anclajes teóricos, ¿cómo concibo el tiempo, como
memoria histórica inscripta a fuego determinando indefectiblemente el futuro, o como
posibilidad de que lo que va aconteciendo en el desarrollo temporal de la persona pueda
generar transformaciones; dicho de otro modo: pienso que la resiliencia es posible o estoy
impregnada por la idea del “destino”?

En nuestro ejercicio habitual de psicodiagnosticar no es fácil lograr visibilidad para tales


cuestionamientos, aunque de ello depende lo que se pueda generar como novedoso para el
sujeto y también para nosotros.

Es cierto que tenemos que reconocer que algunos estereotipos (consignas, codificaciones,
baremos, instancias normativas, interpretaciones coaguladas) fueron útiles en la constitución
de la disciplina, pero hoy necesitan ser interrogadas, replanteando la pertinencia actual, para
cada situación y en relación a los modos de vida del presente. De lo contrario sería el
método el que decide, el que otorga significados y juicios que trascienden el sujeto particular
del que se trata

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La ciencia no es una actividad que se desarrolla sólo en nuestra cabeza y bajo formas
abstractas. Es una actividad histórica en la que están implicadas la política, los intereses, el
prestigio de las instituciones y de ciertos investigadores que dominan y se arrogan el papel
de excelencia que a lo mejor alguna vez tuvieron, etc. Es en esa trama que tenemos que
encontrar modos de regulación que permitan generar espacios en que la rigurosidad de los
procedimientos no esté reñida con las experiencias y circunstancia singulares del encuentro.

Entiéndase bien: no se trata de sumar al conocimiento científico, a la manera de un


complemento, la dimensión política y los factores de poder sino considerarlas como lo que
está presente desde el comienzo determinando sus orientaciones y sus visibilidades. Elegir
determinadas evidencias y desechar otras para ser utilizadas en una investigación, es ya una
decisión y la decisión es un compromiso. O sea que frente a lo que siempre se afirma en
cuanto a que la ética se ve en los momentos de aplicación de determinado conocimiento o
tecnología, sostengo que las decisiones acerca de la elección de determinada metodología de
entre las variadas posibles, la decisión de enfocar determinados hechos para la observación,
o sostener, en nuestro caso, dogmaticamente una concepción sobre el aparato psíquico,
moldeará las conclusiones y lo que se pretenda sostener como verdad. Y ya sabemos que
nuestras afirmaciones tienen efectos sobre la persona tanto como sobre su entorno.

Somos entonces responsables si aceptamos críticamente modelos y métodos; Es necesario


revisar las lecturas posibles de nuestros instrumentos para hacerlos pertinentes a nuestra
ideología de no remitirnos a normalizar a los sujetos sino a orientar hacia el desarrollo y
expansión de sus potencialidades en busca de una realización creativa de su persona.
También somos responsables si permanecemos indiferentes al uso bastardo de nuestros
instrumentos por gente que no hizo un recorrido científico y práctico adecuado para sus
aplicación, y sólo intenta sacar provecho económico de nuestras herramientas ofreciéndolas
al mercado mediante slogans publicitarios como hemos conocido en estos días, que dice:
ofrecemos un CD con todos los tests conocidos y de mayor uso, con las respuestas correctas
Somos responsables si contemplamos, sin hacer nada, que las técnicas se publiciten como
herramientas fáciles que cualquier experto en relaciones humanas, laborales, abogados o
psiquiatras pueden aprender y aplicar.
Como en el resto de nuestra vida cotidiana, el mercado, el facilismo, lo Light ganan terreno.
Está en nosotros concientizar a la sociedad que así como un médico no puede construir un
edificio, ni un abogado puede recetar antibióticos, es necesario estar capacitado para poder
comprender los complejos mecanismos del psiquismo no sólo a través de la aplicación de
“técnicas” sino de una valoración del comportamiento del sujeto en un contexto y respecto
de la trama de su historia.

Quizás sea redundante en mi insistencia acerca de la importancia de comprender que el


mundo que habitamos no está afuera de nosotros, sino que nos condiciona, limita, pero
también nos abre a la presencia de factores nuevos que pueden ser posibilitadores de un
posicionamiento distinto del psicólogo psicodiagnosticador en el contexto profesional.

Desde nuestras prácticas cotidianas, podemos aceptar lo que sucede en la sociedad,


volviéndonos parte de ella y no ver las transformaciones que suceden, podemos trabajar con

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formas y reglas de otra época en las que habitaban otras subjetividades, o podemos
encontrar sentidos y espacios posibles que den lugar a la salud, el goce, la creatividad de
cada singularidad psíquica. Incluyendo justamente lo que posibilita la comunicación
electrónica con la oportunidad que nos ofrece de generar intercambios, confrontaciones de
ideas, desarrollo de la crítica no sólo de ideas, sino de instituciones o manejos espúreos de
nuestra profesión, pudiendo incidir en la opinión pública acerca de los recaudos necesarios
para ejercer esta tarea.
Cada ámbito donde actúe el psicodiagnosticador puede ser una oportunidad de mostrar tanto
la complejidad como la idoneidad necesaria. Claro que no es lo mismo actuar en el ámbito
empresario, que en el judicial, el educacional o el clínico. Cada uno exigirá conocimientos
específicos, acomodaciones vinculares, lenguajes pertinentes, valores asumidos,
comprensión de lo que se juega en cada ámbito y de nuestro rol en cada uno de ellos.

No sólo se trata de responsabilidad social sino de apuntalar nuestra identidad para que
nuestro conocimiento y actuación permitan nuestro propio desarrollo. Lo social y lo
individual no están separados: la realidad nos está haciendo en la medida en que hacemos,
en un pliegue moebiano en el que nuestro conocimiento y acción pueden también modificar
la realidad aunque sea en nuestro reducido campo de acción.

La interpelación constante de nuestro saber y de nuestro hacer se hace entonces


imprescindible

La carrera que van a iniciar les brindará oportunidad para ello.

Criterios para juzgar la adecuación de las interpretaciones

Roy Schafer56

56
Resumen del capítulo V del libro Psychoanalytic Interpretation in RorschachTesting Roy Schafer R. New
York, Grune &. 1954.

56
En las discusiones previas quedó indicando la múltiple determinación de las respuestas y las
complejidades conceptuales del análisis temático. El análisis temático de cualquier imagen
puede darse en varios niveles y varias direcciones.

Una respuesta como “explosión” (dada en Rorschach) sugiere: a) intensa hostilidad; b) que
las defensas no contendrán esta hostilidad; c) expectativas de que frente al fracaso defensivo
suceda una descarga violenta e indiscriminada; d) impulsos inconcientes de carácter
destructivos y anal-expulsivos.

¿Cómo establecer si estas ideas son o no adecuadas?


Necesitamos criterios para juzgar lo que se puede llamar la adecuación de las
interpretaciones. Los siguientes 6 criterios merecen atención particular:
 Debe haber suficiente evidencia para la interpretación.
 La profundidad de la interpretación debe corresponderse con el material disponible.
 La forma manifiesta de las tendencias interpretadas debe ser especificada.
 Debe hacerse una estima de la intensidad de la tendencia interpretada.
 Debe asignarse a la tendencia interpretada una posición jerárquica dentro de la
personalidad.
 Deben especificarse los aspectos adaptativos y patológicos de la tendencia
interpretada.

Una interpretación no necesita reunir todos estos criterios para ser adecuada o útil. Pero una
interpretación debe reunir lo suficiente de estos criterios para tener sentido psicológico y
resultar una contribución del psicólogo abierta a la verificación o refutación con el resto del
material clínico.

1-. Debe haber suficiente evidencia para la interpretación

Qué constituye evidencia suficiente, no es fácil de especificar. En el ejemplo de la explosión


podría argumentarse que no hay justificación para tantas inferencias de una respuesta
aislada. De acuerdo. Afortunadamente, los pacientes nos ayudan dándonos una cantidad de
imágenes y expresiones que confirman, modifican, enfatizan o diluyen las orientaciones
interpretativas provistas por una respuesta.
La presencia de un dato aislado no permite establecer inferencias. Las interpretaciones
significativas deben construirse sobre una cantidad suficiente de evidencias, éstas son las
que posibilitan afirmar una tendencia significativa. Esto no impide que frente a un dato que
nos parece significativo se exploren todas las posibles implicancias que pueda tener. Cuanto
más detallamos cada implicación o hipótesis más adecuado será el marco de referencia para
cada nuevo dato y así alcanzar una síntesis final de interpretaciones.
En el caso de la respuesta explosión, el peso de lo agresivo, podría repetirse en otras
imágenes -como fuegos artificiales o volcán- que son compatibles con la hostilidad
explosiva. También podría suceder que existieran otras formas de expresión que desplazaran
el énfasis interpretativo de lo explosivo a otros modos de hostilidad (absorbente,
fragmentadora, etc.). Se verá como diferentes contextos van a sostener distintas
implicaciones.

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La interpretación final debe representar la convergencia de varias vías de elaboración. Este
principio de convergencia es similar al que guía el análisis de los sueños en la terapia
psicoanalítica o el análisis temático de los relatos al T.A.T.
Si bien hay imágenes que se acomodan con estereotipos o clisés, es en su elección y
estructuración que se transporta el sello individual.

Como primera regla de evidencia para el análisis temático puede ser considerada la
siguiente: una interpretación es tanto más segura cuanto más extensa es la convergencia que
existe entre sus datos y secuencias.
Cuando las interpretaciones aluden a reconstrucciones genéticas de experiencias pasadas es
fundamental no hacerlo desde la teoría. Es necesario saber que lo que un sujeto actualiza de
su pasado depende de lo que necesita tomar ahora. Lo que se refleja en la técnica suelen ser
las apreciaciones más enfatizadas por el paciente sobre sus relaciones pasadas, donde
inevitablemente hay selección, distorsión y otras falsificaciones retrospectivas de las
experiencias remotas. Cómo un paciente representa su pasado nos dice cómo necesita ver
ese pasado ahora. La autobiografía del presente no puede tomarse como información
absolutamente válida. A menudo es sólo avanzado el tratamiento cuando se producen ciertas
correcciones vitales que son introducidas por el paciente, las que nos permiten ver las
diferencias con respecto a su relato inicial de su pasado. Una madre horrible puede aparecer
como habiendo sido, tempranamente, un hada buena; un hermano indiferente puede haber
sido una figura identificatoria clave positiva o negativa. Por estas razones no hay en las
técnicas indicadores confiables del pasado auténtico y se requiere de la investigación para
entender cómo han sido actualizadas ciertas experiencias y relaciones tempranas.

Otro tipo de reconstrucción genética pertenece a la evolución de la estructura del carácter.


Por definición una estructura de carácter es un trabajo de toda una vida y una vez establecida
no puede ser modificada con facilidad. Similarmente si decimos que la defensa represiva
parece ocupar una posición básica en la estrategia de adaptación del paciente, aludimos a un
rasgo de personalidad relativamente estable, cristalizado, el cual también debe tener una
larga historia. En ninguna circunstancia la interpretación dice como el sujeto se conformó de
esa manera. La reconstrucción es de tipo formal y no etiológica.
Existe también la reconstrucción que se relaciona con el pasado reciente y que alude a la
personalidad premórbida del paciente. Por ejemplo, se pueden discernir evidencias
diagnósticas de una reciente desestructuración psicótica que venía “larvada”, hablar de
ciertas defensas que se hayan descompensadas o estimar el cociente intelectual que en el
presente está disminuido por la enfermedad. A menudo estas hipótesis son las que nos
permiten reconciliar contradicciones aparentes en los datos hallados e integrar
significativamente tendencias que surgían dispersas.
Una segunda regla en el análisis temático sostiene que, en la medida que no pueden
establecerse reconstrucciones históricas de las experiencias tempranas a partir de respuestas
a las técnicas, la interpretación abarca sólo la estructura de personalidad presente, las
dinámicas del presente y ciertos cambios en relación al pasado relativamente reciente.

Como tercera regla hay que señalar que no pueden establecerse significaciones simbólicas a
partir de significados fijos previamente establecidos. Es necesario tener en cuenta de que
manera el sujeto respondió o evitó responder a las “áreas simbólicas” de la técnica.

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En síntesis, para que una interpretación posea evidencia suficiente deberán converger en las
mismas varias líneas de inferencias a partir de los datos actuales y su interrelación dentro de
la secuencia.

2-. La profundidad de la interpretación deberá ser apropiada al material


disponible.

El término “profundo” en el lenguaje psicoanalítico ha sido usado para referir a tendencias


arcaicas o primitivas que siguen más el proceso primario que el secundario (regulador de
impulsos, realista, ordenado y lógico). Así se suele hablar de pulsiones orales o de
agresividad anal. Pero a menos que se especifique como es la forma manifiesta en que
aparecen las tendencias en cuestión, su relativa intensidad, cómo son controladas, etc. éstas
formulaciones aisladas dicen poco del paciente. En todos nosotros, presumiblemente, hay
pulsiones orales, anales, etc.
La profundidad a la cuál la interpretación debe ser llevada está condicionada por el material
disponible (a veces sólo aparece la defensa y el control rígido) y con la suficiente evidencia
elaborada en la sesión precedente.

3-. La forma manifiesta de la tendencia interpretada deberá ser especificada.

Este criterio de una adecuada interpretación es mucho más fácil de mencionar que de
encontrar. A menudo es posible inferir la presencia de una tendencia poderosa pero no
podemos establecer cuál de las posibles formas manifiestas asumirá. Por ejemplo una fuerte
tendencia homosexual puede derivar en un paciente en una conducta heterosexual inhibida
mientras que otro termina como un Don Juan. El comportamiento manifiesto siempre está
sobredeterminado de una forma compleja y no depende de una sola tendencia subyacente.
Poder especificar en relación a las defensas prevalentes es importante para sostener este
criterio cuando sea posible.
Se debe ser cauteloso en la interpretaciones ya que los límites de los recursos de los
pacientes con respecto a logros adaptativos y sublimatorios son difíciles de estimar porque
dependen de acontecimientos significativos sobre los cuales se puede no tener control, lo
que puede ser solución productiva en un caso puede ser tendencia patológica en otro si se
tiene en cuenta el contexto situacional y vincular.

4-. La intensidad de la interpretación debe ser estimada

Dado que muchas de las tendencias que inferimos suelen ser muy abarcativas es conveniente
efectuar estimaciones aunque sean de tipo cualitativo basadas en el juicio clínico. Así si
hablamos de frustración, ambivalencia o egocentrismo es importante que estas
interpretación se ubiquen en una escala que cubra cinco ítems: extremo (intenso)- fuerte
(marcado, sobresaliente)- moderado- leve- irrelevante.

5-. La tendencia interpretada debe recibir una posición jerárquica dentro del
cuadro de personalidad total.

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Este criterio, de alguna manera implica los previamente discutidos de suficiente evidencia,
profundidad apropiada, especificación de la forma manifiesta y estimación de la intensidad.
Requiere en lo posible que cada tendencia interpretada sea explícitamente relacionada con
otras tendencias importantes.
Toda tendencia se relaciona con otras y es preciso graduar el peso de estas relaciones.
Lo importante es evitar interpretaciones en cadena en las cuales cada tendencia se halla
simplemente yuxtapuesta a otra tendencia y no se establece una jerarquía de importancia.
Los siguientes dos informes de tests muestran la diferencia entre la cadena y la jerarquía
.
1-. Interpretaciones tipo cadena: el paciente es muy hostil, también aparenta ser muy
ansioso. Es compulsivo pero su rendimniento está intacto.

2-. Interpretación jerárquica: se registran fuertes impulsos agresivos, el paciente trata de


defenderse de estos impulsos hostiles apoyándose fuertemente en defensas compulsivas. En
este momento las defensas compulsivas parecen ineficaces. Esta inestabilidad genera fuerte
ansiedad.

El asignar posiciones jerárquicas a las interpretaciones presupone una teoría que de cuenta
de un psiquismo organizado. Esto ayuda a evitar contradicciones psicológicas al informar y
capitalizar las aparentes contradicciones presentes en las técnicas para hacer inferencias
acerca del conflicto..

6-. Los aspectos adaptativos y patológicos de las tendencias interpretadas


deben ser especificados.

Es importante dar cuenta en la interpretación de cómo una tendencia permite ciertas


adaptaciones y los aspectos patológicos que conlleva. Se establecerá por cuales vías y qué
extensión una tendencia facilita o entorpece los esfuerzos adaptativos.

En resumen: hemos considerado seis criterios generales para juzgar la adecuación de una
interpretación. Puede decirse que idealmente, una interpretación basada en suficiente
evidencia debe llegar en lo profundo hasta material arcaico y en lo manifiesto a las formas
de funcionamiento altamente socializadas.
La interpretación debe incluir una estimación de la fuerza de la tendencia interpretada y
localizarla jerárquicamente destacando los aspectos tanto adaptativos como patológicos.
Cuanto más basada en estos criterios esté una interpretación más adecuada y práctica será.
En todos los casos la interpretación se basa en lo dado por el paciente como respuesta a las
técnicas solicitadas, nunca debe sostenerse en teorías o simbolizaciones de tipo mecánico.
LOS ENUNCIADOS IDENTIFICATORIOS

Su importancia en la construcción de la identidad

Etel Kacero

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Los enunciados identificatorios son juicios emitidos por otro significativo de quien se
depende afectivamente. No sólo determinan conductas, sino que a lo largo de los años
pueden plasmar estructuraciones psicopatológicas del psiquismo.

Son verdaderos juicios de identidad atribuida. Tanto el Yo como el Superyó se moldean


según las líneas de estructuración que proceden de la incorporación tanto de los rasgos
(imágenes de sí), como de los enunciados (representaciones significativas) que le aporta el
otro significativo.

El Yo es un término utilizado para designar la forma bajo la cual el sujeto se representa. No


es una entidad única ni homogénea. Se halla integrado por el conjunto de representaciones
–imágenes y enunciados verbales- que el sujeto toma como representaciones de su ser. Está
formado por una multiplicidad de representaciones parciales: del cuerpo, la mente, de
conductas, de distintas imágenes de sí, etc.
Es necesario recordar que el Yo es ante todo un yo corporal que se forma por la captación de
la propia imagen (el espejo...). Pero ese esbozo, ese núcleo inicial, será reestructurado
volviéndose más complejo por las afirmaciones – en el plano del lenguaje- que se hagan
sobre el sujeto. Si uno se representa como gordo, flaco, inútil... ya no se trata de simples
imágenes, sino de conceptos articulados en una red de oposiciones y diferencias, de
correlaciones, de juicios que toman forma mediante palabras.
Podríamos decir que el “Yo” que representa al sujeto está construido por juicios acerca de lo
que él es.
O sea, es necesario reconocer todo el peso del lenguaje y la palabra del otro significativo
(los padres, la cultura, las instituciones....). Si el balbuceo del hijo es transpuesto a la
categoría de “es inteligente” o la fiebre en “estás en peligro de muerte” o si una vez se quedó
dormido es transformado en “sos un haragán”, o si reprobó un examen en “sos un
fracasado”, estas generalizaciones constituirán enunciados identificatorios (P. Aulagnier),
que determinarán, congelarán la identidad mucho más allá de la situación original o de la
circunstancia que los originó.

La identidad puede ser entendida como emergiendo de un contexto vincular que está
cargado de ideología, valores, rasgos que pueden ir desde un máximo de valor (yo ideal),
hasta la máxima imperfección (negativo del yo ideal).
La totalidad del discurso tiene una función identificante. El Yo es efecto de la apropiación de
los enunciados identificatorios que sobre él pronunciaron los objetos investidos.

El sistema de significaciones es esencial, no es sólo porque es fundante sino porque es


importante para el mantenimiento del Yo-representación, para que pueda procesar sus
vivencias.
Los padres codifican el universo del niño, delimitan un campo semántico para juzgar los
valores, los temas y los parámetros de análisis que tienen importancia.
Entonces, en el estudio de un caso particular, es necesario tener en cuenta el papel
estructurante que tiene la “identidad supuesta” para el sujeto ya que ella va a actuar como
premisa general. Con ello atendemos a la lógica interna que permite, por ejemplo, que
representaciones parciales del yo se suelden de una manera específica por la fuerza de los

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mensajes familiares y operen en áreas distintas de aquellas a las que explícitamente se
refieren.
Un mensaje desvalorizante puede reaparecer en quien lo recibe y ser transformado en “soy
débil”, “no podré defenderme” y contribuir a configurar un síntoma fóbico; tomado como
supuesto básico actúa como una verdadera máquina productiva que origina mil variantes de
una misma temática de hallarse en peligro. Y esto es, porque lo que se incorpora no es esa
representación parcial sino -y ello es más importante aún- un modo de funcionar. Es que
determinados atributos singulares son trasladados a categorías valorativas que atribuyen
una identidad al sujeto: pegarle al hermano se transforma en “sos malo”. Este pasaje de un
registro (el acto concreto) a otro (a la categoría general) es lo que se llama transposición
categorial. El nexo es arbitrario; responde más a los procedimientos del sofisma que a los
de la lógica. Ya que a partir de un aspecto limitado saca una conclusión general acerca de la
identidad global del sujeto

En la transposición categorial –inscripción de un significante a un código de significado-


reconocemos todo el peso del lenguaje y la palabra del otro significativo, sean los padres o
la cultura, que por el ejercicio del poder que tienen son capaces de volver invisible el
sofisma operado y presentar las cosas como una ley natural derivada de la razón.
La transposición categorial llega a ser de este modo, el instrumento por excelencia para el
ejercicio del poder porque es, justamente, el poder del amor o del odio que se tiene desde un
lugar de autoridad (padres, cultura, medios). Este lugar se constituye en una coartada que
conduce a la cristalización de los juicios sobre la identidad.
La transposición categorial permite entender cómo forman los enunciados identificatorios de
los que habla Piera Aulagnier. Como la categoría a la que son transportadas las acciones o
atributos es más abarcativa que estos últimos, una vez congelada la identidad bajo esas
etiquetas, las nuevas acciones y atributos van a caer en esa misma etiqueta.
Si el chico hace el mismo rictus que un pariente que es tonto y se lo califica de “será tonto”
ya se lo verá como poseyendo todos los caracteres que esta categoría comnota .
Existe transposición categorial cuando, por ejemplo el fóbico, registra una sensación
determinada como pueden ser palpitaciones, un puro significante físico, y lo trasmite
significado como “me muero”, o cuando se le contrae la garganta y dice “me ahogo”.
Luego esas creencias se independizan de las sensaciones de las que partieron y terminan por
volverse “literales” creando la convicción de muerte. Se observa entonces una operatoria
donde a partir de una generalización se pasa a un discurso totalizante. Luego, ese discurso
totalizante preexiste y determina la visión del mundo y de sí mismo.

Lo específico del discurso totalizante es la creencia o premisa que actúa como punto de
partida. Esta moldea, transforma los datos de modo que pasen a ser miembros de una clase:
“Soy tonto... entonces eso que dije es tonto”.
Una premisa general se vuelve creencia matriz y va determinando múltiples convicciones
subsidiarias. El discurso totalizante puede llegar a ser tan abarcativo que termina generando
la mayor parte de los enunciados que va creando el psiquismo. Puede empezar a decir “mi
cuerpo puede enfermarse” para después deslizarse hacia “algo siniestro va a ocurrir…”, o
“estoy en peligro”, y esto puede derivar en preocupaciones en otras áreas (económica,
matrimonial....)

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La adjetivación valorativa es testimonio de la transposición categorial. En el “discurso
superyoico” abundan calificativos como: bueno, malo, decente, inmoral, mentiroso, etc,
categorías en las que quedan encasilladas y traspuestas todas la conductas. Esta adjetivación
transmite una modalidad de captar al mundo, crea un estilo de pensamiento. Si un padre, al
llegar su hijo del colegio y mostrarle las calificaciones, repara sólo en las materias en las que
no ha alcanzado el máximo puntaje, le está transmitiendo una regla en la que lo central es lo
que falta para alcanzar la perfección. Más aún, si ésta se acompaña de una evidencia de
frustración y rechazo del hijo por parte del padre, le brinda un código en que si no es lo
máximo no es nada.

La transposición categorial puede ser una regla y no meramente un enunciado


identificatorio, porque con esa operación el niño adquiere una forma de organizar la
experiencia, es un tipo de operación mental que va más allá del contenido particular. Cada
vez que se encuentre con una conducta, suya o del otro, enseguida la apareará, la
correlacionará con una categoría general. No lee conductas aisladas sino identidades
globales.
El prejuicio racial es una muestra de la transposición categorial: un color de piel – puro
significante- queda soldado a una categoría valorativa (significado).

Todo proceso de socialización, en la familia y fuera de ella, constituye una interminable


serie de transformaciones categoriales. El llanto de un niño es convertido, por la palabra del
adulto que lee desde su propio código, en evidencia de hambre, frío, soledad o rabia.
Es lo que P. Aulagnier llama violencia primaria, necesaria para los primeros tiempos en que
el niño necesita significados para atravesar su existencia y poder reconocer y hablar de los
estados por los que está pasando.

Vemos como la identidad supuesta por el otro significativo tiene un papel estructurante por
haberse constituido en premisa general. Se genera una creencia a despecho de que no sea
válida para todos los casos. Esto sucede por el peso que posee el lenguaje para arrastrar
significaciones congeladas, no explícitas y su capacidad de crear efectos de sentido. Es que
las palabras son como bloques ofrecidos por la cultura para hablar de la realidad y ya llevan
incluidas creencias. Las palabras con que se piensa la realidad son verdaderos almacenes de
significado que, en su combinación, producen efectos de sentido.
En la constitución del sujeto no sólo es importante lo que se dice en la familia como
enunciado identificatorio (valorización, desvalorización, peligro), sino que a través del
lenguaje y de las conductas (gestos, expresiones faciales, ademanes...) se van transmitiendo
modelos de operaciones mentales que van más allá de un contenido particular, a la manera
de metamensajes no conceptualizados.

Estas reglas se adquieren en la cotidianeidad, mediante escenas aparentemente sin


importancia que pasan desapercibidas pero que tienen un papel esencial en la estructuración
del sujeto. Pongamos por caso aquellas familias en las que se habla mucho de si alguien es
valioso o no. Todo es una referencia al mérito o a los defectos de la persona. Se van
ubicando así las representaciones dentro del área del narcisismo. Otras, en cambio, enfatizan
continuamente la vulnerabilidad física, los peligros de la contaminación, de la enfermedad,
las infecciones o por el contrario, la necesidad de hacer deportes, jugar campeonatos. Como

63
consecuencia de estos énfasis el sujeto sólo será reconocido si su cuerpo entra en juego. Y se
considerará “distinto” o “raro” si su sensibilidad o sus intereses se dirigen hacia otro lado.

El niño que escucha el discurso de los padres no sólo recibe un universo semántico en el
que se privilegian determinados contenidos, sino que se identifica con las operaciones que
presiden la organización de ese discurso.
Si el hijo es codificado como admirable, excepcional y ningún otro vale nada, lo que se le
está transmitiendo es una regla de que existe un solo lugar, ya que el otro lugar estará
ocupado por alguien que no es nadie. Es la lógica bivalente (todo o nada). Ocurre que
cuando tiene que enfrentar la vida se desmoronan, porque la regla que han incorporado es “o
yo o el otro” (depresiones adolescentes).
Por eso en terapia es inútil infundirle una representación valorizada. Lo que hay que cambiar
es la regla que usa para juzgar las posiciones posibles.

Es por el poder estructurante de ciertos discursos parentales que calan hondamente en el


inconsciente, que se producen o construyen esas creencias matrices (Hugo Bleichmar) que
luego determinarán mil producciones. En el “hombre de las ratas” las miles de formas de
sentirse culpable no dependían unicamente de sus fantasías agresivas, sino de la escena en
que el padre, frente a una simple rabieta pronunció el terrible vaticinio: “este niño será un
gran hombre o un gran criminal”.

Entonces, es importante señalar la diferencia entre enunciados identificatorios que son


afirmaciones concretas que dicen que alguien es, fue o será de determinada manera y las
reglas de enunciación identificatoria que son normas para construir aquellas afirmaciones.
Estas reglas o normas abren un camino promisorio para el estudio de cómo se construyen las
creencias sobre la identidad.
Decir que la identidad viene del otro, es insuficiente. Lo que es necesario es ver más
cuidadosamente qué reglas se transmiten y cómo se transmiten cada una de las operaciones
psíquicas que conducen a esta atribución de identidad (“Mi papá nunca hablaba, sólo que
cuando te clavaba la mirada uno ya sabía lo que quería decir”).

Si consideramos a la identidad como una posición que se tiene en una estructura


intersubjetiva es necesario distinguir:
1-. Los enunciados identificatorios directos (que hablan sobre el sujeto)
2-. Los enunciados identificatorios por implicación (lo dicho sobre un tercero adjudica
un lugar al sujeto mismo).

Los segundos son más importantes aún que los directos, porque al no hablar directamente
sobre el sujeto se le hace menos evidente que está siendo ubicado en algún sentido respecto
de esa afirmación. (“la carrera de medicina no es para todos” o “mi hermano tiene suerte,
todos sus hijos han hecho una carrera universitaria”)
Si bien es necesario indagar o reconstruir lo que se decía del sujeto, lo no dicho sobre él o lo
dicho sobre un tercero, es a veces más importante en la construcción de la identidad.
Acá resulta pertinente recordar que la palabra es acción que atraviesa y estructura. Si hay
“falta” de palabra se genera un vacío porque no hay enunciados identificatorios para
atravesar la existencia y darle forma. Como una máquina a la que le falta una pieza

64
fundamental para terminar de conformarse, pieza sin la cual puede funcionar, pero habrá
procedimientos que no podrá realizar adecuadamente.
Es que la lengua, mediante los recortes de significado (lo semántico), organiza las relaciones
entre los interlocutores. Los hablantes en sus conversaciones van construyendo un sistema
de demarcación de opciones y sentidos estructurantes del mundo vincular (Isidoro
Berenstein).

Pero es necesario reconocer que si bien los objetos parentales significan el espacio mental
del yo infantil, el hijo autoproduce sus propias interpretaciones. No es pasivo. El yo es
autoalteración; aprende a reelaborar las representaciones identificatorias. Sin embargo
contiene parte de la voz y el deseo de aquellos que lo significaron en sus primeros tiempos.
Las significaciones ofrecidas por esas voces van configurando un sistema de opciones que
determinarán una clausura o una apertura para otras significaciones posibles.
Dependerá de la fuerza en los modos de transmisión de esos mensajes y de los recursos del
propio sujeto. Dependerá, también de la frecuencia, de los tonos empleados, del momento en
que se pronuncia (momento constitutivo o no de algún trabajo psíquico del sujeto) o del
contexto en que se pronuncian (“qué hacés ahí sin hacer nada...?; “mejor no hablar que decir
pavadas...” “el silencio es oro”). Aunque el Yo, en su recorrido histórico se acercará o alejará
de los recortes significativos que le transmitieron.

El tratamiento suele reabrir el sistema de opciones al ofrecer un contexto para desplegar el


proceso de des-cubrir lo congelado.

Por último diremos que los enunciados identificatorios y las reglas inconscientes que
conllevan, no son sólo las familiares. La cultura también transmite de manera invisible
metamensajes y genera modos en los que el yo se concibe, puede o debe concebirse.

Bibliografía: Aulagnier, Piera: “La violencia de la interpretación “


Berenstein,Isidoro: “Psicoanalizar una familia”
Bleichmar, Hugo: “El Narcisismo: estudio sobre la enunciación y la gramática inconsciente”

LECTURA INTERGRADORA EN LA CONSTRUCCIÓN PSICODIAGNÓSTICA

Lic. Nélida Alvarez

IV CONGRESO NACIONAL DE PSICODIAGNOSTICO


Salta. Octubre de 2000

65
1-. El modelo psicodiagnóstico.

Poder producir integración es un logro al que aspiramos en nuestra práctica del


psicodiagnóstico, especialmente, cuando operamos con el modelo de evaluación que dio
nombre a esta actividad en el ámbito clínico.
Psicodiagnosticar es, ante todo, poder dar cuenta de la dimensión psíquica en el nivel de
integración propio de lo humano. Desde la teoría se presupone la potencialidad que tiene el
psiquismo para estructurarse con diversidad y se acepta que la subjetividad se plasma de un
modo singular según los efectos, a veces simbolizantes a veces desorganizantes, en los
intercambios vinculares vividos.
Para explorar y comprender esta trama subjetiva, tal como se despliega en cada situación
particular, necesitamos de un modelo dinámico que permita establecer una compleja
relación -por sus múltiples interacciones- donde ir enlazando la dimensión simbólica con lo
fáctico.

Partimos de la idea de que el psicodiagnóstico es una construcción realizada a lo largo de un


proceso que diferencia momentos específicos. Hay un tiempo de encuentro donde se
constituye un vínculo que permite la exploración y el registro de la producción y un tiempo
posterior donde se analiza lo simbolizado en los textos. En simultaneidad con este análisis se
inicia otro proceso: el de pensar la producción construyendo otra nueva. Es en la
búsqueda de inteligibilidad que comenzamos a comprender la realidad psíquica que estamos
investigando.

En este trabajo nos centraremos en el segundo momento del proceso psicodiagnóstico,


momento en el que podemos acotar el universo discursivo que hemos recogido y con el cual
vamos a trabajar. En el mismo se apoyarán las evidencias que otorgan validez a la
construcción psicodiagnóstica final. Destacaremos la importancia que en esta etapa cobran
las operaciones de integración ya que son el resorte subyacente para articular el sentido a
través de las distintas técnicas.

2-. La Integración durante la fase exploratoria

Trataremos de explicitar los recorridos del análisis durante el seguimiento de los textos. La
integración que busca realizar el psicodiagnosticador se va apoyando en las distintas
operaciones del pensamiento: analizar, identificar, diferenciar, ordenar, relacionar, articular,
jerarquizar, sintetizar.

Cada especialista aborda la tarea seleccionando los recorridos más afines con su estilo
cognitivo pero siempre hay una primera búsqueda de comprensión donde se pone en juego
la preconcepción del texto. Siempre se tienen ideas de lo que se puede esperar basadas tanto
en imágenes normativas de la realidad a la que se pretende acceder como, así también,
generadas en la demanda inicial y en la experiencia de encuentro con el sujeto. Ya sea de
manera explícita o implícita estas ideas operan como hipótesis exploratorias que van
marcando el recorrido del análisis.

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Algunos de estos recorridos los podemos caracterizar como movimientos de apertura de
tipo espontáneo mientras que otros son de búsqueda sistemática. Algunos ya están
indicados como procedimientos a aplicar con las distintas técnicas y han sido reconocidos y
consensuados por los especialistas. Un ejemplo típico de esto podría ser el análisis del
Rorschach desde la clasificación y los cómputos. Son momentos en los que la tarea se centra
en lo registrado como un producto que puede ser objeto de una indagación más objetiva. En
cambio, cuando son movimientos de apertura y de exploración de nuevas relaciones entre el
sentido y el sin sentido, la actividad del psicólogo adquiere prevalencia, éste puede
detenerse en ciertos datos que le parezcan significativos y dejar de lado otros. La tarea se
modifica según las contingencias halladas y según las oscilaciones en una toma de distancia
móvil. De este modo se dinamiza el abordaje de los textos desde una estrategia que
podríamos denominar de focalización múltiple. El observador no se mantiene en una
posición estable sino que, al establecer un diálogo fluído y rico con lo registrado, va
cambiando la distancia en la búsqueda de nuevos puntos de vista. Se puede decir que la
misma es mayor cuando se realizan descripciones centradas en criterios objetivables pero el
intérprete se involucra cuando realiza ordenamientos diferentes en las lecturas que van más
allá de lo explícito. También lo hace cuando elige hipótesis, cuando selecciona unidades de
análisis o cuando privilegia ciertas estrategias de exploración.

Tanto los procedimientos sistemáticos como los que siguen trayectorias innovadoras se
vuelven valiosos en la medida que permiten avanzar en la tarea. Los primeros recogen la
experiencia clínica y de investigación con las técnicas y permiten confrontar lo hallado con
lo esperable; los segundos descubren más las contingencias singulares y hacen surgir los
puntos donde el texto -al perder su transparencia- nos coloca ante múltiples interrogantes.
Son puntos donde las marcas singulares del psiquismo han dejado sus huellas en el texto de
un modo significativo. Esto obliga a detenerse para buscar intelegibilidad allí donde la
coherencia se quiebra, el decir se vuelve ambiguo, con efectos contradictorios, donde las
significaciones parecen condensarse y donde las formas se han vuelto enigmáticas.

En el intercambio dinámico con los textos se hace presente el trabajo de integración aun en
los momentos más analíticos. La tarea de identificación no se agota en la descripción de los
distintos componentes, se extiende también a las relaciones y a los procesos. Para vincular
los componentes a contextos más amplios y seguir las transformaciones en el tiempo, es
necesario recurrir a unidades más complejas. Las operaciones de diferenciación ya no
quedan aisladas sino que se incluyen en el devenir temporal y por ello se tienen que integrar
en sus distintos niveles de lectura.

3-. La integración en la articulación de lecturas.

Cuando pasamos a la articulación de lecturas entramos de lleno en el trabajo de integración.


Ya no se buscará desarmar los textos estableciendo diferencias (analizar) sino que se
buscarán los circuitos que sintetizan relaciones y permiten captar las configuraciones
esenciales. Será también importante reconstruir las secuencias que mantienen la continuidad
del sentido y fundamentalmente, comprender como lo analógico se expresa en lo diverso.
En este punto nos encontramos con la necesidad de procesar las producciones más allá de
los códigos específicos de cada técnica.

67
Es parte de la complejidad de la tarea articular significados recogidos según los distintos
soportes. En psicodiagnóstico el lenguaje es oral en una entrevista con adultos y es lúdico
cuando se realiza con un niño. La palabra, la imagen y el gesto corporal se combinan de
modos diferentes en cada uno de los instrumentos utilizados. Variedad que favorece al sujeto
porque le amplía sus posibilidades de movilizar representaciones y de comunicar así sus
experiencias, sus conflictos, sus deseos. Ahora bien, si quien enuncia el mensaje utiliza su
disponibilidad de representaciones a través de los códigos del lenguaje, el psicólogo que lo
registra recibirá los efectos de ese decir y de ese mostrar y para leerlos tendrá que
“desmembrar” esos códigos y articularlos en una nueva lectura que integre la movilización
del psiquismo.

Para comprender mediante unidades amplias en su devenir temporal, un lenguaje que


además de palabras incluye el gesto y la acción corporal, es importante concebirlo como un
acontecimiento dialógico y no sólo como un producto de lo ya dicho. Es decir,
reconocemos que en el intercambio comunicativo ponemos palabras donde ha surgido el
gesto del otro pero también ponemos lo figurativo (imágenes del cuerpo, de los objetos y las
situaciones mencionadas) para captar el significado de las palabras.

Desde este planteo surge cómo contener, en lo interpretado, los significados y las lógicas
con las que el sujeto ordena sus producciones. La nueva construcción tiene que integrar
todos los aspectos de la enunciación para posibilitar el pasaje a los procesos subyacentes del
psiquismo, comenzando por descubrir los logros y fracasos de la función simbolizante.
Habrá momentos en donde lo que prevalece es la puesta en acto y otros donde el sujeto
puede plasmar en el soporte ofrecido, una producción simbólica. Son estos movimientos
los que permiten evaluar como dicha función, al fijar la experiencia, ha posibilitado las
estructuraciones del psiquismo y sus recursos disponibles.

4-. Un ejemplo de integración

Recurriré a un ejemplo para mostrar como en el proceso de integración, al encontrar lo


analógico en los diversos textos, se van construyendo los circuitos con sentido.

Las producciones elegidas pertenecen al psicodiagnóstico de Tomás un niño de 4 años, y


serán brevemente comentados.
Durante la hora de juego su actitud inicial fue de curiosidad hacia el nuevo lugar. Tomás fue
sacando los objetos del canasto y haciendo comentarios sobre los mismos. Encuentra unos
títeres, los prueba, los desarma y los deja tirados en el piso. Luego su exploración se
expande hacia los objetos del cuarto pero como asume la forma de una búsqueda
descontrolada y requiere que se le pongan límites a su acción. En un momento posterior -y
por un señalamiento de la psicóloga- vuelve a los objetos del canasto pero reacciona
abruptamente y lo da vuelta volcando la totalidad de su contenido.
Nos encontramos con que en esta primera entrevista no hubo producción lúdica ya que
Tomás no ha podido usar el juguete como soporte para transmitir significados. Sin embargo
podemos registrar los efectos de su accionar y decir que ha “desparramado” el contenido del

68
canasto y que su expansión corporal hacia el espacio requirió ser contenido por el cuerpo de
la psicóloga, quien de esta forma quedó involucrada en el accionar de la situación.

En el dibujo libre Tomás “hace” con el lápiz sosteniendo la continuidad del trazado y sin
buscar una representación figurativa. Lo que ahora explora y recorre es el espacio de la hoja
de papel pero como el movimiento se limita a la mano, los efectos del gesto son registrados
por el niño. En un momento en que el trazo se sale de la hoja comenta: “estoy haciendo un
redondel tan grande que se me cae el lápiz”

Al realizar el dibujo de la persona Tomás se apoya en la palabra para construir la imagen, va


diciendo mientras dibuja: “un ojo, otro ojo, un redondel, un brazo, mano, dedos, la panza,
los pies”.
Una primera lectura del texto de la persona produce el efecto de una figura desmembrada.

69
La expectativa que se genera desde los parámetros normativos establece que las partes
corporales sean contiguas y no se representen aisladas. Desde la lógica del niño se podría
decir que ha buscado la completud de la figura desde un criterio aditivo: ha graficado todo lo
que sabe que el cuerpo debe tener.
En una segunda lectura, relacionando este dibujo con el anterior, podemos decir que el
pasaje a la representación figurativa ha determinado la pérdida de la continuidad del trazado
presente en el dibujo libre, posiblemente, por el esfuerzo realizado al organizar la forma y
ajustarla a la significación simbólica.
También se puede leer que Tomás ha logrado la representación de la figura (imagen
corporal) pero no del entorno donde queda limitada; el espacio gráfico funciona
concretamente como su continente de igual modo que lo hace con los movimientos de la
mano que recoge en su superficie. Es el fondo el que unifica la imagen al mismo tiempo
que la contiene. Desde esta lógica de producción la figura no estaría desmembrada para el
niño.

Al realizar el dibujo de la familia, simplifica las figuras en consonancia con la mayor


complejidad de la representación que requiere de la diferenciación de lugares. Tom “evalúa”
su resultado y hace un comentario muy significativo diciendo: “mi mamá me salió toda
desparramada”. El efecto de la propia acción se refleja, ahora, en una de las figuras
representadas.

70
Si seguimos la lectura en el eje desparramado/contenido, vemos un circuito que se inicia con
un acto cuando en la hora de juego vuelca lo contenido en el canasto y lo deja
desparramado. Luego el movimiento del trazado se “desparrama” en el espacio gráfico al
mismo tiempo que se incorpora a él. Finalmente es la figura la depositaria de los efectos del
gesto mediante la palabra. El circuito reconstruye el pasaje del acto (desparramar), a la
metáfora plástica (figura desmembrada), a la verbalización (“mi mamá desparramada”)
poniendo en evidencia los avances del niño en el proceso de simbolización.

En el Rorschach encontramos que responde arbitrariamente “un mapa” en las primeras


láminas, la palabra es un efecto perseverante que se repite “porque sí” pero al llegar a la
lámina IV se produce un cambio y dice “este es el mapa...de los gigantes monos peludos”. A
partir de aqui las respuestas interpretan distintas formas ajustándose a las características de
la mancha. También aquí encontramos un pasaje, que ahora se establece desde la palabra
arbitraria como mero efecto pragmático, a la lectura metafórica de la imagen.
Una producción significativa emerge al llegar a la lámina VIII. Nos encontramos con la
siguiente producción: “Dos animales que están alejando un barco” (mientras lo dice el gesto
acompaña a la palabra). La acción es ahora dramatización lúdica, en tanto imita con el
movimiento de la mano el alejamiento del objeto e introduce en la escena interpretada la
“trama dramática”. Tom ha podido recrear en esta respuesta, la profundidad faltante en el
texto al significar las relaciones imaginarias que la restituyen y otorgan “sentido” escénico a
la imagen.

¿Cuál es la importancia de seguir este proceso de lectura?


La hipótesis previa que desde lo esperable se formula, es que en la hora de juego
diagnóstica, un niño de 4 años, tiene que poder ingresar en la escena lúdica y utilizar los
objetos ofrecidos como juguetes. Esta expectativa no se verifica en Tomás y por lo tanto la
primera hipótesis es la de un psiquismo con fallas en su organización y en su capacidad
simbólica. Pero la posibilidad del niño de dibujar una figura humana refuta esta hipótesis
inicial porque ahora lo presuntivo es que está constituida la imagen corporal. Si bien esta

71
imagen no se movilizó en el juego, es la que posibilitó la representación de la persona en el
espacio gráfico.

Los nexos para articular estas dos hipótesis, en principio contradictorias, los iremos
construyendo a partir de otros datos. El comentario de Tomás cuando dice que la mamá le
salió desparramada resulta importante si se introduce una hipótesis teórica que da cuenta de
cómo operan en la organización del psiquismo la identificación y los procesos de
diferenciación simbólica.
Si Tomás está identificado con una “madre desparramada” de la cual no logra diferenciarse,
su imagen corporal estará amenazada y no disponible para el desdoblamiento lúdico, hecho
que explicaría la ausencia de juego en la primera hora.
Pero también en esta primera hora de juego algo aconteció en el vínculo, la psicóloga lo
contuvo en su desborde al ponerle límites con su cuerpo y recogió en su presencia los
objetos desparramados por el piso. Es decir, lo que aconteció es el encuentro con alguien
capaz de contener lo que al niño lo desborda. El actuar de Tomás en la segunda entrevista
permite inferir que al disminuir el nivel de ansiedad pudo retomar un trabajo de elaboración
en el nivel simbólico.

En estas lecturas seguimos las transformaciones que el niño va realizando para acceder a una
mayor complejidad simbólica; capacidad que se despliega gracias a los intercambios que
acontecen en el vínculo y que reconstruyen permanentemente las relaciones entre lo que
se vuelve fondo y lo que se diferencia como figura. En este punto -y siguiendo con la tarea
de integración psicodiagnóstica- podemos efectuar una lectura interpretativa que, desde el
marco teórico, explicite en qué momento de la construcción de su psiquismo se encuentra el
niño.
Se pueden pensar sus producciones desde la conquista simbólica que significa la operación
del fort/da, entendida como esquema de representaciones que moldea todas las situaciones
de separación (Sami Ali). En esta operación, el acto de arrojar el objeto se pone al servicio
de crear la dimensión espacial que permite salir de lo fusional y diferenciar el adentro del
afuera. A su vez, la alternancia temporal de alejar/acercar el objeto conduce a la posibilidad
de simbolizar lo ausente.

En la hora de juego de Tomás esta operación fracasa, si bien puede movilizar su agresividad
para desparramar, volcar, sacar, intentando crear distancia con el objeto, no puede
recuperarlo e inicia su búsqueda descontrolada. Finalmente no hay juguetes que sean
soportes de una producción lúdica y si angustia por la ausencia no simbolizada. En los
gráficos se produce un cambio porque el impulso arrojado al espacio le vuelve como imagen
y se constituye en un doble identificatorio. Pero es en la respuesta que en Rorschach
rescatamos como significativa, donde podemos leer la operación del fort/da en
funcionamiento, mediante la identificación que el niño hace con la figura. Desde la misma
se construye la profundidad imaginaria que permite alejar/separar de sí al objeto.

Haciendo una síntesis de lo hasta aquí formulado, podemos decir que el psicodiagnosticador
opera con un pensamiento integrador cuando va construyendo circuitos que, al articular

72
sentidos, permiten captar una subjetividad que se ha unificado con sus propios códigos. Y lo
hace a través de las operaciones que:
 captan el modo de producción de sentido plasmado en los textos;
 siguen las transformaciones encontrando los nexos que las posibilitan;
 construyen metáforas que organizan el sentido al hallar lo analógico en lo diverso;
 ordenan las producciones desde distintos enfoques, ejes o perspectivas que permiten
pensar la realidad psíquica desde los marcos teóricos.
 Estos circuitos de lectura ayudan a procesar como el sujeto entra en cada nueva
situación propuesta, como la transita y como sale de la misma.

5-. Condiciones para la construcción psicodiagnosticadora

Encontrar las analogías que a través de la diversidad de los textos remiten a los movimientos
propios de la subjetividad, es una de las claves para comenzar a realizar una articulación
coherente entre las distintas lecturas efectuadas. Es el pasaje para reconocer mediante
inferencias, las organizaciones más estables del psiquismo diferenciándolas de aquéllas que
se presentan como inestables, fluctuantes o caóticas. Del interjuego de las mismas surgirán
las potencialidades vinculadas con el plano de lo saludable, en tanto hay posibilidades de
cambio o vinculadas con los trastornos psicopatológicos.

Todo psicodiagnosticador instrumenta criterios clínicos que le permiten ordenar diferencias.


En primera instancia entre lo que responde a los parámetros de la salud y lo que, por quedar
afuera de los mismos, es significado como patológico. Y en segunda instancia, para
introducir un diagnóstico psicopatológico más preciso que sea comunicable, a terceros, a
través de códigos compartidos.

No es parte de este trabajo desplegar el tema de la precisión diagnóstica pero si me parece


importante señalar que el modelo con el que estamos trabajando, al ser dinámico, prevé
transformaciones en su devenir. También supone que la construcción psicodiagnóstica no
tendrá un carácter definitivo ni atemporal. La integración lograda se basará en las lecturas
realizadas sin agotar las posibilidades de indagación de la subjetividad.

La construcción psicodiagnóstica final resultará válida en la medida que cumpla con los
siguientes requisitos:
 Estará legitimada en las producciones analizadas. En ellas se encontrarán las
evidencias que autorizarán las interpretaciones realizadas.
 Poseerá coherencia interna y podrá dar cuenta de los procedimientos de lectura
implementados.
 Poseerá relevancia cognoscitiva, esto es, proporcionará intelegibilidad acerca de la
subjetividad explorada.

73
La entrevista y sus lecturas

Nélida Alvarez

La primera entrevista, considerada como texto, es una unidad de comunicación y es pensada


como una producción de lenguaje que da lugar a representaciones y a momentos narrativos.
Se realizará su lectura desde un enfoque multidimensional que evite los reduccionismos
lineales que terminan por banalizar lo leído.

¿Qué es un texto?
Es un discurso situado en una relación comunicativa particular. La misma permite
identificar cuales son las condiciones de producción y de reconocimiento de lo discursivo.
Así, por ejemplo, en una entrevista psicológica se establece una relación donde los lugares
del entrevistador y el entrevistado están diferenciados, se puede conocer quién enuncia y
quién es el destinatario del mensaje en cada momento de la dinámica comunicativa. El texto
sería la totalidad de la producción discursiva que, por estar ajustada a una determinada
finalidad, resulta legible. En ella se inscriben marcas de todo tipo algunas de las cuales serán
reconocidas por el lector como huellas y serán legibles para él.
Los lectores varían en su capacidad para captar las marcas inscriptas según las competencias
que posean y que puedan actualizar durante la lectura.

En el psicodiagnóstico, la primera entrevista juega un rol importante ya que en su transcurso


se inicia la relación entre los integrantes del encuentro. El sujeto de la evaluación, al hablar
de sí, comienza a contar quien es y que le sucede actualmente. Al dar explicaciones irá
desplegando su conflictiva y evocando otros sucesos de su vida. El psicólogo podrá
establecer las primeras hipótesis que luego buscará confirmar o rectificar con las
producciones a las técnicas.

Hay varias modalidades de lectura de una entrevista. En un primer acercamiento al texto se


lee lo explícito. Esta lectura se denomina descriptiva-informativa. El lector se coloca en una
posición de máxima distancia, busca el mayor grado de objetividad posible y trata de
entender de qué se habla. De este modo va demarcando, según el vocabulario del hablante,
el contenido de los distintos temas, especialmente, los acontecimientos que se mencionan.
En una entrevista de consulta se tiene en cuenta lo que el sujeto dice que le pasa, a qué lo
atribuye y las informaciones relevantes que proporciona.
Cuando se trata de un sujeto voluntario se lo invita a qué hable de sí y por lo tanto se espera
que relate aspectos de su vida y su historia. La lectura pone el acento en comprender cómo
inicia su presentación, qué dice sobre su imagen (enunciados centrados en “soy”), cómo son
sus vínculos, qué asociaciones con episodios de su vida introduce espontáneamente.

Este primer acercamiento informativo no basta para penetrar en la trama textual, es


necesario desmontar los significados más obvios y poner en primer plano la matriz que los
organiza. De ahí que hablemos de trabajo de lectura donde, al desplazarse por el texto, el
lector puede detenerse en un punto, comparar enunciados, volver para atrás, fragmentar y

74
recorrer según un nuevo orden hasta comenzar a asir los procesos de integración que le
permitan reconstruir el sentido.
Son varias las formas de lecturas que trabajan en el nivel implícito del texto: semiótica,
deconstructivista, mayéutica, hermenéutica.

La lectura semiótica trabaja con los implícitos que son propios de la estructura del lenguaje.
Permite analizar el texto en sus estrategias de comunicación y diferenciar lo enunciado de
los efectos de la enunciación. Es importante establecer si el sujeto que habla coincide con el
sujeto del enunciado. El hablante puede ser “portavoz” del discurso de otro pero esto no
invalida el hecho de que el juicio le pertenece y que sean suyos los motivos por los que
desea trasmitírselo a alguien.
La pragmática lingüística ha investigado en los mecanismos de implicitación que se dan en
la interacción entre hablantes. Es importante reconocer los efectos producidos por los
denominados presupuestos, sobreentendidos y por las implicaciones pragmáticas.

-. El sobreentendido se produce cuando el hablante insinúa ciertos significados que no


formula directamente y que provocan en el receptor la tendencia a incorporarlos al mensaje.
Lo no dicho por el hablante queda sobreentendido en el oyente. Esto puede conducir al
malentendido en la comunicación.

-. El presupuesto alude siempre a un saber compartido que “como ya se sabe” no requiere


ser explicitado nuevamente. El hablante da por entendido que el oyente acuerda con el
mismo. Si en el curso de la comunicación esto no se cumple conduce al desacuerdo. En
nuestra tarea nos interesan aquellos presupuestos establecidos en las relaciones del sujeto
que forman parte de su conflictiva.

-.La implicancia pragmática introduce lo conflictivo en el mensaje provocando su traslado


al oyente quien encuentra dificultades para entender, desde lo dicho, qué es lo que se le
desea trasmitir.
El siguiente ejemplo ilustra como pueden estar presentes los mecanismos de implicitación
en una entrevista de consulta.
Paula inicia su entrevista diciendo: “Vengo porque los que me ven me dicen que necesito
terapia pero yo no estoy convencida”.
¿Cómo leer lo enunciado?
El psicólogo que escucha suele tener como presupuesto de su práctica que si alguien solicita
una entrevista es porque desea hacer terapia o necesita algún tipo de ayuda psicológica. Este
implícito puede pesar en su lectura y llevarlo a agregar al mensaje ciertos significados. Por
ejemplo puede interpretar que , aunque no está convencida, igual desea ser ayudada porque
vino a la entrevista y eso ya quiere decir algo. Se trata de un significado sobreentendido que
se apoya más en el contexto de entrevista y su presupuesto que en lo dicho por Paula. De
este modo, el psicólogo preserva el presupuesto que sostiene su rol. En cambio, si lo pone en
suspenso podrá reconocer los efectos paradojales del mensaje: Paula se apoya en el juicio de
un otro para justificar su venir a ver a un psicólogo e inmediatamente lo descalifica como
sostén de su actuar. Esto deja al psicólogo sin saber que lugar tiene en la relación que acaba
de iniciarse, no sabe si Paula ha venido como paciente a ver a un terapeuta o no. El trabajo

75
de lectura apunta a poner en descubierto estos efectos provocados por el habla en la
situación de intercambio.

La lectura hermenéutica introduce la interpretación para comprender los significados


provenientes de un otro. Busca los posibles significados de los sistemas de símbolos y
permite ahondar en el plano semántico del lenguaje. En psicodiagnóstico se la ha
considerado fundamental para leer las técnicas proyectivas que operan en un doble nivel: el
manifiesto y el latente. Pero su lectura se aplica a cualquier texto ya que la interpretación del
lector es inevitable, es éste quien construye el sentido. Esto plantea el problema de
establecer cuales, de todas las interpretaciones posibles, pueden aceptarse como válidas.57
En el caso de la construcción psicodiagnóstica las interpretaciones se formulan como
hipótesis que luego serán ajustadas a los criterios consensuados.58

La lectura hermenéutica en la entrevista va articulando lo que se dice en cada momento con


lo ya dicho y con lo no dicho. Las operaciones básicas establecen:
 lo que se llaman “puntos nodales” del texto. Es allí donde convergen y se condensan
diversas significaciones.
 los momentos en los que el discurso se quiebra porque el sujeto se interrumpe
dejando inconcluso lo que estaba diciendo.
 los momentos donde se registra efectos de ambigüedad, incoherencia, contradicción,
alteraciones de la sintaxis, fallas gramaticales, de implicitación pragmática, etc.

En el proceso de profundización que realiza el lector surgen nuevas significaciones en


función de la interpretación misma. Esto permite conectar temas de distintos momentos de la
entrevista e iniciar la construcción de relaciones que siguen los grandes ejes del discurso.

Una forma de abordar la entrevista puede ser ir trabajando secuencias establecidas según las
pausas, las intervenciones en el diálogo o los cambios de tema. Luego se las articula, se
construyen nexos y se pone en primer plano el sistema de relaciones subyacente en el texto.
El trabajo con la entrevista concluye armando las hipótesis interpretativas que se desprenden
de su lectura y que serán el punto de partida para trabajar las producciones a las técnicas.

A los fines del aprendizaje es importante tener en cuenta:

 Cuales son los datos significativos y que peso tienen en la totalidad del discurso. No
quedar “atrapado” en aquello que el sujeto enfatiza como importante ni por el
impacto dramático que suelen tener ciertos acontecimientos de su vida. Hay datos
que adquieren peso sólo cuando realizamos la articulación entre lo que fue dicho y lo
no dicho en la entrevista.
 Integrar todo dato relevante en la conflictiva del sujeto sin dejar informaciones en el
fondo. Esto no quiere decir que haya que integrarlo todo -ya que tampoco es posible-

57
Sobre este tema se puede consultar el libro de Humberto Eco “Los límites de la interpretación” Lumen. 1992
58
Schafer R. “Criterios para juzgar la adecuación de las interpretaciones” en Psychoanalytic Intepretation in
Rorschach. Gruñe & Stratton. N. York.

76
pero efectuar re-lecturas permite multiplicar los enfoques, ampliar los niveles del
sentido y acercarnos a la complejidad propia de lo psíquico.
 Cuidar la formulación de las ideas. Si se efectúa un pasaje desde un nivel descriptivo
a otro subyacente se tiene que explicitar cual es el nexo que permite el pasaje.
Cuando se construyen relaciones mencionar los datos que se incluyen. Diferenciar
cuando se hacen inferencias acerca del psiquismo del sujeto. Éstas requieren
sostenerse en varias relaciones y no pueden establecerse a partir de datos aislados.
 Usar la pregunta para pensar las primeras hipótesis exploratorias, las que luego serán
reformuladas como hipótesis interpretativas en base a la evidencia hallada.
 Recordar que el pensamiento complejo no usa el análisis para aislar componentes
sino que opera con relaciones, secuencias temporales y articulaciones de ejes.
Realiza enfoques para descubrir imágenes metafóricas en los distintos discursos.

Ejemplificación: lectura de la entrevista de Miguel

Referencias previas.
Miguel tiene 44 años, es casado y vive con su esposa, un hijo del primer matrimonio de la
esposa de 20 años y sus tres hijos: un varón de 10 años y dos nenas de 8 y 7 años. La
consulta la pide porque desea hacer terapia por estados de angustia y síntomas físicos.
Es de trato agradable, se comunica con fluidez y por momentos recurre a lo gestual como un
modo de completar el sentido de lo que desea trasmitir.
Para favorecer el trabajo de lectura de la entrevista se la ha diferenciado en secuencias.

Entrevista

Sec. 1:
Después de ubicarse comienza a hablar.
-Ando mal, me angustio, tengo estados de congoja, de tristeza, físicamente no me siento
bien tampoco. Tengo un negocio y los problemas económicos no ayudan...

Sec. 2
Hace una pausa. Cambia el tono de voz por uno “más dramático” y mientras hace un gesto
con la mano en dirección hacia atrás dice:
-todo para allá... económica y humanamente...

Sec. 3
Se produce una nueva pausa durante la cual me mira y ante mi silencio continúa.
-yo me paralizo, me aplasto, los dolores me producen el temor a morirme... y ese sentirme
pobrecito o disminuido... me dijeron que me hice de una coraza y el parche se rompió...

Sec. 4
-cuando se rompió...
-hace 13...12 años... entonces no tenía hijos, menos responsabilidades, no tenía grandes
problemas económicos, me dolía la garganta (se toca el cuello) me tomaba un remedio y me
iba a trabajar... (se interrumpe en el tono de su relato y se dirige de un modo más directo a
mí) le aclaro que la mitad de mi familia se murió de cáncer...

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Sec. 5
Hace una pausa y vuelve al tono “dramático”.
-Hubo un hecho concreto... se me hizo la noche... eran las 11 de la noche... se cortó la luz...
(hace gestos) cambio de gobierno... se terminó la carrera de 25 años, me desplazaron, me
ofrecieron el retiro voluntario y me fui. Yo sentía que era invencible, no encontraba quien
me hiciera sombra... ahí descubrí quién... (me mira y hace un gesto facial expresivo “como
interrogándome”, ante mi silencio me aclara). Era la segunda jerarquía no política de C
(nombra una empresa del estado que había sido privatizada unos 4 años atrás) (vuelve al
tono anterior) ahí me di cuenta de la fragilidad... en relación al huerfanito de 9 años...

Sec. 6
-a qué se refiere...?
-a esa edad se murió mi mamá, tuve una niñez con mi hermano embromada.
-tiene un hermano...
-tengo un hermano menor, es 3 años y medio menor que yo... él tenía 5 años cuando murió
mi mamá... mi padre falleció el año pasado, mi viejo se vino abajo en 3 meses, tenía 74 años
y enfisema crónico, el asma era secuela de su trabajo, por el polvillo de la fundición, mi
viejo siempre tuvo un taller a la vuelta de casa... en los últimos meses le apareció cáncer de
próstata pero murió del corazón por el enfisema... la mitad de mi familia murió de cáncer y
otros de viejos...

Sec. 7
- y cómo es su familia...
-actualmente vivo con mi esposa, un hijo del primer matrimonio de mi esposa que tiene 20
años y mis tres hijos, un varón de 10 y dos nenas de 8 y 7 años. Mi nene es hipoacúsico, me
preocupa su recuperación... el nene nació prematuro de 5 meses y medio, era una cosita asi
(gesto) daba impresión, estuvo mucho tiempo en incubadora y no se sabía si se salvaba o
no... finalmente se recuperó pero a causa de que no lo protegieron bien de la luz de la
lámpara, esa que le ponen, le quedó la sordera como secuela... va a un colegio de sordos y le
puedo asegurar que me sé todo sobre los métodos de recuperación porque están los que
consideran que es mejor oralizarlos de entrada y los que recomiendan la lengua de señas...
pero tiene 10 años y no sabe leer y escribir bien ¿podrá enfrentar el mañana?...
Se queda en silencio como esperando respuesta.

Sec. 8
Tengo dolores de cabeza impresionantes, yo fui al médico y me dijo que tengo colesterol
alto y pulmones de fumador... cuando se me van los dolores logro organizarme mejor en el
trabajo. Tengo una socia y tengo problemas porque ella está bien económicamente por el
lado del marido y no se preocupa y yo no hago nada... tendría que separarme...
En el fondo me quedó un miedo grande dentro mío, a los 20 años era impetuoso... hay días
que me levanto inyectado y hago en una mañana cosas que antes no tocaba, esos días son
cada vez más espaciados, cada vez me cuesta más levantarme del sillón. El centro de mis
problemas pasa por mí, la inercia va trayendo los problemas.

Sec. 9

78
-lo afecta en sus relaciones...
-todo gira en torno a esta sintomatología que yo tengo, si me levanto con dolor de cabeza o
me duele el brazo estoy pensando en mis dolores (vuelve al tono “dramático”) ¿o existen o
no existe?... o el mal está o no está... si no es algo real se me va a ir... (pausa) ...empezaste a
los 37... a los 40... y...? (hace un gesto facial de interrogación) ...¡ya 44 pirulos!...
-le pesa la edad...
-... (silencio)...

Sec. 10
-que edad tenía su mamá cuando murió?
-mi mamá se enfermó a los 30 y falleció a los 35... de más joven pensaba que me iba a morir
a los 33 años... (con tono “dramático”) ahora pienso en el 2015... en mi familia se muere
joven o viejo... mi abuela materna también murió de cáncer a los 30 y pico...

Sec. 11
-qué recuerda de su mamá?
-de mi infancia no me acuerdo nada, es un blanco total... si sé pero porque seguimos
viviendo en la misma casa... vivíamos en una casa que era de mi bisabuela, como mi mamá
perdió a su madre cuando tenía meses se crió con ella porque el padre desapareció. Mi
hermano y yo nos criamos con mi papá y esa bisabuela. Mi papá se volvió a casar y tuvo una
hija que ahora tiene 22 años. Nunca me llevé bien con ella. Cuando yo me casé por primera
vez me fui a vivir ahí. Después conocí a Beatriz y estuvimos un tiempo con idas y venidas
hasta que mi esposa alquiló un departamento luego volvimos a estar juntos. Finalmente ella
enganchó con otra persona si hubiera sido por mi hubiera durado mil años. Con Beatriz nos
mudamos dos veces, la primera vez nos fuimos a vivir a avenida “X” (avenida principal del
barrio) y después a media cuadra en la misma manzana.
-siempre en el mismo barrio...
-siempre en el mismo barrio, mis padres también vivieron siempre en el mismo barrio.

Sec. 12
-qué desea cambiar...
-lo que yo quiero cambiar... la recuperación de mi nene, los chicos se me van escapando, el
nene ya tiene 10 años y en cualquier momento voló... al viejo se le discute... las nenas por
ahora me creen superman.
-y la relación con su esposa...
-mi esposa está un poco cansada de mis estados físicos, la relación se está afectando por eso
tengo que aprender a vivir con mis dolores o eliminarlos, o mis malestares son reales o no
son lógicos... son jueguitos de la mente...

Sec. 13
Mi reloj de pulsera adelantaba (se toca la muñeca) y cuando fui al homeópata me dijo “usted
tiene un gran miedo”... (con tono “dramático) no nos vamos a adelantar...

Lectura de descriptivo-informativa

¿De qué nos habla el texto de Miguel?

79
Ante todo de los síntomas que lo aquejan. Tiene estados de angustia y tristeza y dolores
físicos que lo atemorizan y paralizan. Nos cuenta que estos síntomas producen efectos en su
vida laboral creándole nuevos problemas. También están afectando la relación con su
esposa. Miguel sostiene que últimamente su vida gira en torno a esta sintomatología y se
pregunta si sus malestares son reales o “jueguitos de su mente”.

A lo largo de la entrevista nos proporciona informaciones sobre su vida laboral, sus


vínculos actuales y sobre acontecimientos de la historia familiar
 .Ha trabajado 25 años en una empresa estatal donde llegó a ocupar un cargo
jerárquico. La privatización de la empresa lo obligó a aceptar el retiro voluntario. A
partir de ahí trabaja en un negocio que puso con una socia.
 Está casado por segunda vez y tiene 3 hijos, un varón de 10 años y dos nenas de 7 y
8 años. El hijo mayor nació prematuro y quedó afectado de hipoacusia. A Miguel le
preocupa su futuro.
 Durante su infancia y juventud vivió en una casa que era propiedad de su bisabuela
materna. Su madre fue criada por ella desde bebé. Miguel permaneció en la casa
hasta que se fue a vivir con su segunda esposa. Se mudó dos veces más pero siempre
dentro del mismo barrio.
 Su madre falleció de cáncer cuando él tenía 9 años. Miguel dice no tener recuerdos
ni de su madre ni de lo vivido por él hasta esta edad. . El y su hermano menor
continuaron viviendo con su padre y la bisabuela.
 Su padre trabajaba en un taller que tenía a la vuelta de la casa. Se volvió a casar y
tuvo una hija que ahora tiene 22 años. Falleció hace unos meses atrás a los 74 años.
 No conoció a sus abuelos maternos debido a que la abuela falleció de cáncer muy
joven y su abuelo “desapareció” poco después dejando a su hija al cuidado de la
bisabuela.
 Miguel sostiene que la mitad de su familia se murió de cáncer y otros de viejos.

En esta primera lectura podemos registrar que Miguel se comunica con fluidez y nos
proporciona informaciones importantes acerca de sus vínculos presentes y pasados. También
comprobamos que introduce con frecuencia lo gestual y que emplea distintos tonos de voz
para ampliar el sentido de sus palabras. Esto exige que lector tenga que introducirse en un
discurso heterogéneo, rico en metáforas y seguir los cambios en los modos de comunicar.

Lectura hermenéutica

Miguel comienza a desplegar su conflicto a través de la frase “ando mal”. Introduce una
imagen de sí que condesa significados: alude a un modo inadecuado de situarse en el
mundo, a sentirse enfermo y a un yo que ha dejado de apuntalarse en su propia imagen.
Luego va precisando los estados anímicos que lo aquejan y dejando entrever malestares de
tipo físico. La secuencia termina, de un modo más ambiguo, diciendo que tiene un negocio y
que los problemas económicos no ayudan. La frase queda abierta a los significados que el
oyente le adjudique.
En la sec. 2 registramos un cambio en la estrategia de comunicación la que ahora se centra
en el gesto. Señala una dirección en el espacio mientras dice: “todo para allá”. El cambio

80
en el tono en la voz connota el mensaje con un segundo nivel de sentido. Lo expresivo busca
escenificarse en lo imaginario y el terapeuta es convocado a presenciar un “drama”. Si
relacionamos “todo para allá” con “ando mal” entrevemos que siente que se ha desplazado
hacia un lugar no deseado.
Después que confirma con la mirada que la terapeuta lo está siguiendo, retoma el hablar de
sus malestares. Dice que los dolores (no aclara de qué tipo) le producen el temor a morirse,
su yo se restringe, se paraliza, se aplasta. Son modos de ponerle palabras a sus vivencias de
andar mal. En este punto su discurso se interrumpe para dar paso a una imagen de sí que lo
hace sentirse “pobrecito o disminuido”. Luego busca apoyarse en la palabra dicha por otro
para darle significado a su sentirse indefenso: “me dijeron que me hice de una coraza y el
parche se rompió”. Miguel se ha ido desplazando entre ideas que recorren el eje del tiempo:
desde “yo me aplasto” (presente), pasando por su temor a morirse (futuro) y concluyendo
en “el parche se rompió” (pasado).
Podríamos establecer como primera hipótesis que sus defensas han perdido eficacia y hacen
que el yo se sienta amenazado en su integridad.

La terapeuta introduce una primera pregunta para ubicar la ruptura en el tiempo. Esto hace
que Miguel se retrotraiga a 13 años atrás cuando vivía con menos responsabilidades y
problemas y cuando los dolores tenían remedio. En esta secuencia vuelve a aparecer el
gesto, esta vez en dirección al propio cuerpo. Al tocarse el cuello retorna al presente y sale
abruptamente del tiempo evocado, su discurso se interrumpe y necesita hacerle una
aclaración a la terapeuta: le dice que la mitad de su familia murió de cáncer.
El cáncer, igual que un fantasma, invade imprevistamente en su discurso.

El cambio en el tono de voz nos indica que ha retomado la modalidad comunicativa de la


secuencia 2. Miguel parece disponerse a contar un hecho concreto que le sucedió. No lo
hace de forma informativa sino que introduce nuevamente un escenario donde el drama se
cuenta de modo enigmático. Cada frase parece condensar múltiples significados haciendo
que su lógica se aproxime al proceso primario. En medio del relato, y después de constatar
con una mirada interrogante el posible efecto que produce, estima conveniente explicar que
ocupaba un cargo jerárquico en la empresa X. No considera necesario agregar más, hay un
saber social compartido sobre las privatizaciones que funciona como un presupuesto en la
comunicación. Podemos entender lo sucedido: Miguel se vio forzado a aceptar un “retiro
voluntario” indeseado y esto produjo variados efectos en él. No solamente perdió su puesto
de trabajo sino que se confrontó con una realidad impensada hasta ese momento: se vio
despedido y despojado de un lugar que durante 25 años sintió que le pertenecía. La imagen
de sí, investida hasta ese momento de atributos de fortaleza e invulnerabilidad, también se
vio despojada de los mismos. Miguel experimentó su fragilidad. La secuencia termina con
una alusión al huerfanito de 9 años, lo cual parece dar paso a otra escena de su historia.

La psicóloga lo interroga en este punto y Miguel le informa de las pérdidas que tuvo en su
familia de origen. Cuando tenía 9 años murió su mamá, hecho que le dejó la idea de haber
compartido con su hermano menor una niñez “embromada”. Su padre falleció hace unos
meses atrás al agravarse un problema pulmonar crónico. Enfatiza que “se vino abajo en tres
meses” dando a entender que el final se precipitó con la rapidez de una caída. A modo de

81
conclusión amplía la aclaración de la secuencia 4 y categoriza el modo de morir en la
familia: de cáncer o de viejo.
La imagen contenida en la frase “se vino abajo” introduce relaciones con la imagen del yo
que se aplasta y también con la pérdida del cargo “jerárquico”. (las caídas se repiten)

Al preguntarle por su familia actual, nos informa sobre la composición y se detiene en el


nacimiento prematuro de su hijo. Con el gesto marca su pequeñez y muestra que cabía en las
manos. El niño quedó con una severa disminución auditiva. Miguel se ha preocupado por
buscar métodos de recuperación pero a los 10 años se le hacen evidentes las dificultades del
niño y se pregunta si podrá enfrentar el mañana.
La pregunta queda esperando respuesta en el espacio de la relación terapéutica.
Los significados de niñez embromada, de fragilidad, de sentirse pobrecito, disminuido,
encuentran en el hijo un soporte válido. El eje del problema se sitúa ahora entre el poder
(capacidad para desplegar lo potencial) y la impotencia.

Después de un silencio que sostiene la pregunta dirigida al futuro, Miguel vuelve a sus
dolores puestos ahora en su cabeza. Más allá del malestar físico, en lo implícito el dolor
habla de lo que necesita ser “duelado”. Miguel afirma que cuando logra tomar distancia con
sus dolores recupera su poder, su capacidad de organizarse.
Su capacidad reflexiva lo lleva a enfocar el fondo de sí mismo y reconocer que allí le quedó
un gran miedo. También reflexiona que es la inercia lo que va trayendo los problemas. Con
esta imagen connota pasividad, rigidez y falta de vida. Articulando significados podemos
decir que cuando el cuerpo duele es porque está vivo y si está inerte es porque está muerto.

Miguel vuelve a introducir la dramatización para “jugar” con sus síntomas. Lo hace
reiterando el suspenso y la intriga ¿sus dolores existen o no existen? ¿el mal está o no está?.
Su discurso asume la forma de un monólogo frente al espejo va recordando el paso de los
años. Finaliza con una expresión llena de significados ¡ya 44 pirulos!. La intervención de la
psicóloga acerca del peso de la edad produce efectos en la relación aunque Miguel
permanece en silencio. La psicóloga piensa en la madre de Miguel (su primer espejo) y le
pregunta a que edad ella murió. Comenta que en su familia se muere joven -como su mamá
o su abuela- o de viejo (no dice como su papá) y habla de las relaciones imaginarias que
tiene con la fecha de su muerte. De joven pensó en morir a los 33 años y ahora fantasea con
el 2015.

En la secuencia 11 nos informa que no tiene recuerdos de su madre. Su memoria anterior a


los 9 años es “un blanco total”. Al mismo tiempo afirma que “sabe” debido a su
permanencia en la misma casa. Parece dar por presupuesto que el hecho de vivir en ella
otorga un pasado. Lo vivido se borró de su memoria pero la casa fue el escenario de lo
acontecido y garantizó la continuidad de la historia. Miguel recién pudo tomar distancia con
ella al establecer su segunda pareja aunque no se alejó demasiado ya que permaneció en el
mismo barrio. En cambio sus padres permanecieron en ella hasta el final.

La pregunta sobre sus deseos de cambio lo remite al deseo de que su nene se recupere (no a
la sintomatología expresada en la consulta). Frase significativa ya que habla del padre que
quiere ser pero también abre el interrogante acerca de cuál es el niño a recuperar, sobretodo

82
si tenemos en cuenta que parece haber un niño “embromado” (palabra que contiene el
significado de engaño) enterrado en su memoria. Es posible que éste reaparezca a través de
los “jueguitos de la mente” desorientando al adulto Miguel.
Al finalizar la entrevista se dispone a relatar un hecho anecdótico sobre su reloj que
adelantaba. Asocia con el miedo que le diagnosticó el homeópata y concluye de modo
enigmático diciendo “no nos vamos a adelantar”. Marcaremos esta frase como nodal ya que
parece expresar sus expectativas de lograr en la terapia situarse mejor en su vida actual.

La articulación de secuencias.

Después de haber profundizado en los significados de cada secuencia necesitamos encontrar


las articulaciones que permitan reordenar el sentido del relato.

Encontramos secuencias donde el discurso se centra en lo imaginario. En la primera escena


(“todo para allá”) retrocede en el tiempo y en el espacio y deja sobreentendido que ha vuelto
a un lugar no deseado. La otra escena es la que alude al despido cuando dejó de avanzar en
una carrera laboral donde nadie le “hacia sombra”. Cuenta que inesperadamente la sombra
lo alcanzó y cayó sobre él. Como consecuencia reapareció el “huerfanito” de 9 años con la
carga de una imagen sombría que en él dejó la muerte de la madre. Cuando Miguel
reflexiona sobre su “fondo” intenta conectarse con lo siniestro, con la dificultad para
diferenciar lo vivo (o lo que existe) de lo muerto (lo que no existe). Desplaza luego el tema a
la existencia o no de sus síntomas.
La caída laboral y la pérdida de la madre son dos acontecimientos que lo marcan, que
señalan un antes y un después en su historia. Son momentos donde lo acontecido quiebra los
“presupuestos” en los que se apoyaba. Esto provocó cambios en la imagen de sí, del otro y
del mundo como lugar confiable para el crecimiento y la realización personal.
En la actualidad dice que anda mal. Está nuevamente indefenso y se siente pobrecito y
disminuido.
¿Por qué se siente así? ¿qué le pasó? ¿por qué reapareció el huerfanito?
La hipótesis sería que la muerte de su padre lo ha movilizado y necesita re-significar la idea
de orfandad. Miguel enfatiza la idea de “huerfanito” que le quedó de su infancia.
Posiblemente sea el rótulo a las vivencias que en su psiquismo generó la pérdida de su
mamá pero también lo que los adultos le trasmitieron. Si registró que sentían “lastima” por
él seguramente se sintió ubicado en el lugar de un “pobrecito”, de un disminuido por la falta
de su mamá. Pero en realidad no quedó totalmente huérfano porque su padre no lo abandonó
(introduce diferencias respecto de la historia de su mamá quién, efectivamente, quedó
“huerfanita” sin registro de los padres).
Miguel está transitando por un tiempo de duelo en el que tendrá que elaborar una nueva
pérdida y los efectos que conlleva, como ser el recambio generacional de lugares. Pero en
primera instancia tendrá que superar el impacto emocional que le produce lo que dice: “mi
viejo se vino abajo en tres meses”. Si alguna vez se identificó con él como figura grande y
fuerte, esta imagen es lo que también se derrumbó dentro de él y como consecuencia toda la
historia ha quedado movilizada. Y con ella los fantasmas que lo atemorizan: el cáncer, el
envejecimiento (¡ya 44 pirulos!), la fragilidad del hijo como repetición de una historia
trágica. Relacionamos la discapacidad del niño con la que tiene Miguel: su amnesia. No
puede evocar recuerdos de su vida infantil o la voz de la madre para repetir sus frases más

83
frecuentes, el silencio quedó instalado en esta relación. No obstante está empeñado en que
su hijo se recupere buscando ayuda en los métodos que la sociedad ofrece para reparar este
daño. Esto nos lleva a preguntarnos por el daño psíquico no reparado aún en él.
El olvido es resultado de un trabajo activo de borrado que tuvo sus ventajas defensivas al
permitirle dejar atrás una niñez “embromada” y vivir una juventud impetuosa y llena de
expectativas. Los logros que fue alcanzando le confirmaron que podía dejar el lugar del
pobrecito. La pérdida del trabajo fue un duro golpe a su imagen y ahora lo afecta también la
muerte de su padre. En la entrevista contó que ya una vez se creyó invulnerable y la caída de
esta imagen fue un golpe muy duro. Pudo saber que la fragilidad es también del hombre y no
sólo del huerfanito.
El conflicto, sitúa a Miguel en una encrucijada temporal: volver para atrás es volver al
desvalimiento infantil y a la amenaza de un cáncer que devora prematuramente; seguir hacia
adelante es caminar hacia la vejez y acercarse a la “caída final”.
Su frase final “no nos vamos a adelantar” introduce la idea de que no desea equivocarse al
dimensionar su existencia.

Detendremos aquí el trabajo de lectura aunque es posible seguir integrando otros datos (el
tema de la separación de su primera esposa y de la casa natal, la herencia que ahora tiene
que asumir, etc). Igualmente podemos encontrar que el sentido de lo relatado se despliega en
una trama básica sostenida en:
 La idea inicial, “ando mal”, entendida como estar en una encrucijada vital y no saber
cómo moverse;
 La idea que ordena como se muere en la familia, “de cáncer o de viejo”, y que instala
el temor a la muerte en relación al tiempo;
 La idea de “ser invulnerable” como máscara engañosa para negar la amenaza de lo
siniestro;
 La idea de moverse hacia delante sin repetir la salida precipitada y engañosa con la
que dejó atrás su infancia. Es decir, lograr una salida que permita el pasaje de “andar
mal” a la posibilidad de “andar bien”.

Construcción de hipótesis

1) El paciente atraviesa un periodo de inestabilidad que afecta la imagen de sí y hace


que el yo sienta que sus defensas no son eficaces.

2) Tiene capacidad para ponerle palabras a su malestar y puede apelar al sentido


metafórico. También puede reflexionar sobre lo vivido. Estos datos permiten suponer
que dispone de recursos de simbolización.

3) La muerte del padre ha movilizado una conflictiva ligada a la separación y a los


efectos que la misma produce.

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4) Lo infantil ha quedado escindido en el proceso de historización pero se presentifica a
través de la dramatización (igual que el juego) y puede volverse un recurso para
elaborar lo no resuelto de su conflictiva.
Escuchando historias de vida

Lic. Alfredo Schwarcz

Cuando uno trabaja como psicólogo en un Hogar de Ancianos y escucha las historias de vida
de octogenarios y nonagenarios, accede de este modo a un valioso material psicobiográfico
que permite analizar e investigar una serie de temas psicológicos interesantes: aspectos
variables y constantes de la personalidad a lo largo del tiempo, repeticiones y variantes en la
larga trama familiar (el relato del viejo puede abarcar hasta 6 generaciones, desde el
recuerdo de sus propios abuelos hasta sus bisnietos), mitos y leyendas de la historia
individual y familiar, desarrollos y cambios en la identidad, etc.
Pero seguramente lo más valioso de estas historias de vida es que representan cada una de
ellas la manera personal, única e irrepetible de cómo un ser humano fue respondiendo al
desafío de la existencia. En este sentido su relato encierra siempre algún mensaje
trascendente, que nosotros podemos rescatar si nos disponemos a escucharlo.
No me refiero aquí a la historia de vida en el sentido sociológico o antropológico del
término. No me preocupa la objetividad de los datos obtenidos, es decir “la historia real”,
sino la manera subjetiva de cada anciano al relatar su vida, o sea la historia que hace de su
historia.

Ahora bien, este relato acontece en un encuentro concreto con alguien que cuenta y alguien
que escucha, y por lo tanto es necesario analizar las características de este encuentro para
comprender cabalmente el sentido y el valor del relato. Surgen entonces las siguientes
preguntas: ¿es válido diferenciar este encuentro de otras situaciones terapéuticas? ¿hay algo
que la haga distinta? ¿qué motivaciones y fantasías llevan a uno a contar su historia y a otro
a escucharla?, ¿tiene un valor terapéutico el mero hecho de relatar la historia de vida?.

No resulta lo mismo encontrarse en el extremo final de la vida que en algún punto


intermedio. El viejo que pasa la barrera de los 80 es conciente de la proximidad de su
muerte. Esta se ha transformado en un hecho cierto, inevitable, cercano, lo cual confiere a la
visión temporal del viejo características especiales: el futuro se achica y con él las
posibilidades de proyectarse; la esperanza se transforma en espera. Entonces la mirada se
vuelve hacia atrás, hacia el pasado, para rescatar en la memoria lo que el tiempo le fue
robando. Cuanto más vive el viejo más pérdidas acumula: la muerte de los familiares, de los
amigos, el deterioro en su cuerpo, la pérdida de sus roles laborales, sociales y familiares y en
el caso de los ancianos institucionalizados la pérdida de su propia vivienda. Esta
constelación de pérdidas se hace a veces intolerable y surge entonces el sentimiento de la
nostalgia. El viejo busca en el pasado lo que fue porque siente que ahora no es nadie. Se
pregunta por el “para qué” y el “para quién” de la vida y no encuentra respuesta. Distinto es
el caso de la reminiscencia, que consiste en evocar el pasado sin quedar atrapado en él.

85
Volver atrás con el recuerdo o la nostalgia es también escapar imaginariamente de la
proximidad de la muerte, como esas canciones que cuando están por terminar vuelven a
empezar una y otra vez desde el principio.
Esta mirada retrospectiva parece ser un rasgo general de la vejez, si bien adquiere en cada
anciano una intensidad y una cualidad diferente. En los viejos institucionalizados esta
actitud está aun más intensificada por lo que podríamos llamar “el síndrome de la última
estación”. En ellos la presencia de la muerte está potenciada. Pero no me refiero a la muerte
como posibilidad, como accidente que interrumpe la vida, porque en ese sentido está
presente desde el mismo momento de la gestación. Se trata acá de esa presencia anticipada
que proviene del saber certero de la muerte como final necesario.
Desde este lugar existencial, el viejo se dispone a revisar su historia, para hacer una especie
de balance final de la vida. A modo de cierre guestáltico el viejo intenta integrar sus
vivencias en una imagen de conjunto que le dé sentido a lo vivido. Se trata por lo tanto de
una mirada retrospectiva y al mismo tiempo introspectiva. Este trabajo de integración ante la
inminente pérdida de la vida, que podríamos llamar “el gran duelo”, acontece en una especie
de diálogo interno con los personajes significativos de la historia personal.
Pero la posibilidad de relatar la historia de vida ante un testigo puede facilitar y enriquecer
este trabajo de integración. El terapeuta que escucha se transforma en un organizador de la
historia por el sólo hecho de estar ahí como depositario del relato; algo similar a lo que
acontece con el sueño cuando atraviesa el proceso de elaboración secundaria. Pero además
el terapeuta, con sus señalamientos, interpretaciones y construcciones, puede participar
activamente en este proceso ayudando a unir y significar las vivencias que el viejo le relata.
El ser humano necesita darle un sentido a sus experiencias, en especial a las traumáticas, que
sino se hacen mucho más insoportables y difíciles de integrar al conjunto de lo vivido.
Frases como “Dios lo quiso así” o “no hay mal que por bien no venga”, “me lo merecía”,
ilustran esta idea. Ayudar a significar es una importante tarea terapéutica.
Ahora bien que nos mueve a nosotros a escuchar el relato del viejo? Seguramente en cada
terapeuta actúan motivaciones personales que tienen que ver con su propia historia, y es
tarea de cada uno tomar conciencia de estas para garantizar una buena labor gerontológica.
Pero quizás podamos descubrir alguna motivación en común en relación a esta situación
particular que estamos analizando. El viejo con su relato nos transporta en una especie de
túnel del tiempo hacia el pasado. Nos transporta imaginariamente a un tiempo que no hemos
presenciado, y que no es solamente su tiempo sino el toda una generación a la que él
representa. Es historia de la humanidad y por lo tanto nuestra propia historia. Se trata
entonces de la fascinación por los orígenes, por las raíces, por el “de dónde vengo” en un
sentido histórico.
Pero el relato del viejo representa también el “a donde voy”: nos traslada hacia el futuro en
la medida que se transforma para nosotros en un modelo de identificación que anticipa
nuestra propia vejez.
¿Desde qué lugar escuchamos al viejo? En gran medida desde un lugar de hijo-nieto, ya que
al ser depositarios de su historia somos de algún modo sus herederos. A través de esta
particular forma de tradición oral la historia del viejo seguirá viva en nuestra memoria. Se da
pues un fenómeno de trascendencia que le añade sentido a su historia de vida.
Creo que cabe reflexionar acá sobre dos posibles actitudes iatrogénicas frente a las cuáles
debemos estar prevenidos: por un lado, está la fascinación por la historia del viejo que puede
generar en nosotros una tendencia inconciente a ver en él únicamente un ser que fue,

86
descuidando sus necesidades presentes y futuras, como si sólo tuviera valor y razón de ser
por su pasado. Algo asi como cuando se lo mira al niño sólo como un futuro adulto. En ese
caso estaríamos favoreciendo una actitud nostálgica en él en lugar de la reminiscencia. Por
otro lado, al instalarnos frente al viejo como hijos-nietos, especialmente en el caso de los
ancianos institucionalizados, podemos transformarnos en una especie de “ladrón de padres-
abuelos”. Inconcientemente podemos descuidar la tarea terapéutica de reconectar al viejo
con sus “legítimos herederos” cuando estos existen.

Es necesario señalar que no todos los viejos quieren relatar su historia y qué, además, no
todos pueden hacerlo, porque requiere un cierto grado de salud psico-física, a saber, una
memoria más o menos preservada y la capacidad orgánica y psicosocial de establecer un
diálogo verbal. Sin embargo en mi experiencia con pacientes confusos, es decir, con
trastornos de memoria y de orientación témporo-espacial, también resulta beneficioso un
trabajo de reconstrucción histórica, en el cual el terapeuta actúa como “ayuda-memoria”
utilizando todos los recursos disponibles.
Pero hay muchos ancianos que renuncian concientemente a relatar su historia por temor a
ser desoídos, criticados, rechazados o mal interpretados.
Estos sentimientos son en gran parte el resultado de la actitud negativa y desvalorizante que
nuestra sociedad tiene hacia el viejo. Es tarea de la gerontología revertir esta situación para
qué, entre otras cosas, el viejo se sienta con más motivación y derecho a relatar su historia
de vida y de este modo favorecer el trabajo de integración vital que entendemos constituye
un elemento esencial de la buena vejez.

La historia de David

A continuación presentaré la historia de un hombre llamado David, asi como pude


reconstruirla en base a sus relatos a lo largo de varias entrevistas. Junto al material
biográfico iré intercalando algunas reflexiones que el mismo fue despertando en mí.
Para empezar describiré brevemente nuestro encuentro y la manera en que se desarrolló
nuestro diálogo. Hacía 4 o 5 días que David había ingresado al hogar de ancianos cuando lo
fui a visitar a su habitación para entrevistarlo, como acostumbro a hacerlo con todo nuevo
habitante. Me recibió muy amable y se mostró muy comunicativo y deseoso de relatarme su
historia, de la cual parecía estar muy orgulloso. Rebozaba de entusiasmo y fortaleza física.
Una de las primeras cosas que me dijo fue que aun a los 88, casi 89 años, poseía su
dentadura propia. Su lucidez mental era absoluta y su memoria estaba intacta. Me llamó la
atención como en tan pocos días había transformado la habitación extraña en un lugar
propio, llenándolo de objetos personales: un antiguo combinado con una importante
colección de discos viejos y colgados en la pared, un cuadro con fotografías de su propia
persona cuando era joven, un cuadro-retrato de su abuela paterna, y varios diplomas que
testimoniaban su trayectoria laboral.
Durante este primer encuentro fui sintiendo una especie de fascinación que me movió a
continuar el diálogo con David a través de varias entrevistas más que las previstas. Intuía
que esta fascinación estaba relacionada con la particular manera en que la temporalidad se
manifestaba en la personalidad y en el relato de David, en especial esta capacidad de
conservarse a pesar del paso del tiempo. ¿Acaso buscaba yo en su relato el secreto de la
longevidad?.

87
He aquí su historia: nació en Varsovia, Polonia en 1884 en el seno de una familia judía. Era
el primogénito. Su madre falleció a la semana de haberlo dado a luz, justamente en el día de
su circuncisión. Lo criaron los abuelos paternos y hacia esta abuela-mamá siente una mezcla
de amor, veneración y agradecimiento hasta el día de hoy. “A ella le debo todo lo que
tengo”, me dice emocionado, con lágrimas en los ojos, señalando el retrato. “Todas las
mañanas la saludo con un beso”. Su padre era cantor de sinagoga, no se hizo cargo del hijo
y aproximadamente al año de haber muerto la mujer se vuelve a casar y de ese matrimonio
nacen 5 hijos, hermanastros de David con los cuales siempre tuvo contacto muy distante.
De toda su infancia y adolescencia relata prácticamente un único episodio de cuando tenía
11 años: el casamiento de una tía paterna, para el cual su abuelo hizo una fiesta en la casa
que duró toda una semana, con las puertas abiertas para todos los que quisieran entrar a
comer algo. Era la última hija que se le casaba y por lo tanto se justificaba tanto derroche.
Durante muchos momentos de su relato David intentaba transmitir una imagen de opulencia
y generosidad, la cual contrastaba dramáticamente con la pobreza afectiva que mostraba su
historia y con la pobreza material en la que se encuentra actualmente.
A los 21 años, cuando ya había aprendido el oficio de modelista de carteras, se fue solo a
Berlín en busca de progreso. De ahí en más su vida gira fundamentalmente alrededor del
trabajo, eje central de su existencia e identidad. En Berlín demuestra sus aptitudes laborales
trabajando para la nobleza. El príncipe Joachim le recompensa un trabajo que hizo para él,
no sólo con una buena paga, sino además con un reconocimiento verbal que guarda en su
memoria como una reliquia. Luego veremos que David, en realidad, sólo sabe conservar sus
cosas a modo de reliquias. Las palabras del príncipe fueron: “No le creo que usted sea
polaco, usted debe ser alemán”. Esta seudo-identidad alemana la asume con orgullo,
representando un aspecto de su ideal del yo. Creo que en este contexto se inscribe su
decisión de cambiarse de nombre: desde que vive en Berlín se hace llamar Daniel en lugar
de David, nombre con el cual se identifica de ahí en adelante. Esta contradicción lo
acompaña durante toda su vida: su condición judío-polaca versus su ideal alemán- cristiano.
Ya de viejo cuando las circunstancias lo obligan a recurrir a un hogar de ancianos, repite el
mismo itinerario: primero recurre a un hogar que depende de la comunidad judía de origen
ruso-polaco, es decir “Varsovia”, y de ahí pasa al hogar judío de habla alemana donde vive
actualmente, es decir “Berlín”.

Sigamos la historia: en Berlín conoce a su primer mujer con quien se compromete a los 26
años, sin estar enamorado y en cierto sentido por conveniencia. A través de su futuro cuñado
se le abrían posibilidades de trabajo y la perspectiva de viajar a Buenos Aires, la cual se
concreta al poco tiempo. Durante el viaje que emprende solo después de comprometerse, y
estando en un pueblo de Holanda, tiene el siguiente sueño: “Estaba acostado en la cama y
de pronto se acerca una mujer vestida de negro y con la cara cubierta con un velo. Ella
movía la cabeza como si quisiera decir “pobre David”. En ese momento yo me despierto
gritando mamá, pero ya no estaba”. El se pregunta en relación al sueño como es posible que
reconociera a la madre si nunca la había visto ni siquiera en fotos, ni nadie le habló de ella.
“De todos modos fue la única vez que la ví”, dice con emoción. Creo que con este sueño y
en general con la muerte tan temprana de la madre se relaciona la creencia que David
desarrolló con respecto a la existencia de un ángel guardián que lo cuida y lo protege en los

88
momentos más adversos. Una creencia muy similar me fue relatada por otro anciano que
perdió a la madre a los 3 meses de vida.
En Buenos Aires nacen sus 3 hijas. La primogénita, Felisa, lleva el nombre de su abuela
paterna, de la que lo crió a David, y es con la única que se siente ligado afectivamente, pero
sólo en forma narcisística. De ella dice: “quería hacer algo grande de ella, tenía talento
para la música y tenía buena voz, como mi padre y mi tía. Yo también canto; siempre
cantábamos en la familia”.
Actualmente, David forma parte del coro del hogar, pero además muchas veces se lo
escucha cantar fragmentos de ópera cuando está sentado delante del comedor o caminando
por el hogar. El canto y la música lo identifican con el padre y a través de éstos quiso
prolongar la tradición familiar. Pero la hija no cumple con el deseo paterno, y al igual que
sus otras dos hijas, su mujer, y prácticamente todos los familiares, se irán alejando de él casi
en forma definitiva. En el año 1944 su esposa lo abandona junto con las hijas y según él,
llevándose prácticamente todas sus pertenencias. Inclusive la mujer inicia un trámite judicial
para embargarle los bienes. Según David esto lo toma por sorpresa, si bien reconoce que
nunca había sido un buen matrimonio. “Tengo la conciencia tranquila porque siempre
cumplí con mis obligaciones morales y nunca les faltó nada ni a mi mujer ni a mis hijas”.
Se refiere evidentemente al bienestar material que habían alcanzado gracias a la fábrica de
carteras que con mucho esfuerzo él había construido. Desde ese día, prácticamente, no
vuelve a ver ni hablar a la mujer y a las hijas, salvo Felisa, que actualmente vive con su
marido y dos hijos en Israel. Con ella mantuvo algún contacto esporádico. “Están muertos
para mí”, me dice ocultando su dolor tras una máscara de triunfo y fortaleza. Justamente
hace pocos días se enteró a través de un cuñado que su ex mujer había muerto. “No sentí
nada ante esta noticia, o mejor dicho sentí algo de alegría, era una mujer mala, ella me
quiso arruinar y al final Dios se la llevó antes que a mí”, confiesa con aire de triunfo.
David confirmó y reforzó en su matrimonio la concepción negativa y desconfiada que había
desarrollado con respecto a las mujeres en general. Su madrastra, con la cual tenía durante
su infancia cierto contacto y a quién recuerda con cariño, le había dicho una vez cuando era
adolescente: “cuidate de las mujeres, hay mujeres que se comen a los hombres”. Estas
palabras se grabaron en su mente. En otra ocasión cuando hablábamos de su vida sexual dijo
que la mujer le saca fuerzas al hombre. Esta concepción sin duda atentaba contra su deseo y
fantasía de longevidad. “Voy a llegar a los 100 años”, afirma con convicción.
Su vida sexual en el matrimonio fue pobre y de vez en cuando tenía alguna relación
extramatrimonial. “Pero sin exagerar –decía- porque el secreto de la salud está en llevar
una vida metódica, también en el sexo”. Por fin había aparecido el secreto que yo esperaba y
no pude más que desilusionarme.

Siguiendo con la historia, la mujer, luego de abandonarlo, arma una nueva fábrica de
carteras junto con el yerno, esposo de Felisa y ex empleado de su fábrica. Pero según él no
podía competir con la suya. En relación a este tema, cuando en otro momento hablamos de
las hijas, me dijo: “fue una suerte en verdad no tener un hijo varón, porque entonces hasta
me hubieran sacado el nombre de la firma”, es decir, su apellido. Me muestra entonces una
tarjeta de presentación de su empresa que guarda prolijamente en su billetera. En ella
figuran su nombre y apellido y en la esquina superior izquierda un escudo con la inicial D.
¿Acaso se trate del escudo imaginario de su novela familiar?

89
Relata con orgullo la actitud severa y distante que tuvo como padre y lo ilustra a través de
un recuerdo. Durante la cena en la casa, Felisa, la hija mayor le pide al padre que le sirva
más vino; éste al ver que aun había un resto de vino en el vaso, en lugar de servirle más, le
vacía el vaso a modo de castigo. Reconoce que no fue ese el trato que él recibió de niño,
pero no se muestra arrepentido de su conducta paterna a pesar de los nefastos resultados. El
dice: “ésta es mi manera de educar, nunca les faltó nada, siempre cumplí con mi moral y
eso es lo más importante para mí”. Más adelante, en otra entrevista, pudo reconocer su
incapacidad afectiva: “no pude dar cariño porque nunca recibí cariño”. De todos modos
esta frase sonaba más a racionalización que a verdadero reconocimiento.
En el plano laboral continua implacablemente y se recupera luego de la crisis familiar. A los
68 años se casa por segunda vez con una mujer de origen alemán, viuda de un hombre de la
aristocracia argentina, a través de la cual accede nuevamente a su mundo idealizado.
Después de 15 años de matrimonio ella fallece luego de un largo proceso de enfermedad, en
el cual, según él, se le fueron todos sus ahorros. Habla con afecto y respeto de su segunda
mujer: “Era una mujer muy fina –me dice mientras me muestra una foto de ella donde se la
ve muy bonita y elegante- nos entendíamos muy bien y nos queríamos mucho”, cuenta con
emoción.
La vida sexual en el segundo matrimonio fue más satisfactoria, pero siempre se mantuvo
dentro del marco de su filosofía metódica. Hasta los 86 años mantuvo una vida sexual
regular, y cuenta que a partir de ese momento “mi cuerpo no pidió más”. Haciendo cuentas
esa edad coincide con el último año de su matrimonio, en el que su mujer ya estaba enferma
(psoriasis y finalmente cáncer de pulmón). Sin embargo en él no parecen unirse ambos
datos. Una vez más su relato denota un intenso narcisismo: su propio cuerpo es el punto de
referencia y no el cuerpo de su compañera.
Después de la muerte de su mujer se queda absolutamente solo y con problemas
económicos. Luego de ser desalojado del departamento que habitaba recurre a la A.M.I.A.,
mutual de la comunidad judía. A través de ella ingresa a un hogar de ancianos donde
permanece unos meses, y luego recurriendo a la A.F.I., una asociación filantrópica de la
comunidad judía de habla alemana, ingresa finalmente al hogar donde reside actualmente. Y
de esta manera David también ingresa en mi propia historia.

Análisis psicológico de la historia

El tema del abandono atraviesa la historia de David como una línea subyacente y
estructurante de la personalidad. La madre que lo deja al nacer y el padre que no lo incluye
en la nueva familia. Son abandonos lo suficientemente traumáticos como para instalar en él
una compulsión a la repetición: él se ocupará inconcientemente de generar situaciones
reiteradas en las que se siente abandonado, sin tomar conciencia de su propia conducta
abandónica. Para él todos son desagradecidos e interesados que no le reconocen su
generosidad. El se oculta a sí mismo su tacañez y pobreza afectiva a través del desarrollo de
una personalidad grandilocuente y pomposa pero que en el fondo suena a hueca. Su
omnipotencia no es más que el intento de sobrellevar la carencia de afecto. El vive en un
mundo básicamente hostil que no le merece confianza y desprovisto de vínculos
suficientemente estables y abastecedores, salvo la abuela paterna, a la cual sigue aferrado
como un niño.

90
A modo de defensa y sobre la base de mecanismos de negación y racionalización construye
una imagen megalómana de sí mismo: se considera un hombre inteligente, capaz, sano,
fuerte, atractivo y recto, lo cual explica sus sentimientos de orgullo y triunfo. Para poder
sostener esta estructura narcisística carente de base sólida , necesita aislarse afectivamente,
porque en los vínculos con los demás se delatarían sus carencias. Su conducta obsesiva le
permite controlar sus relaciones objetales y defenderse de sus fantasías paranoides. Creo que
en relación a toda esta estructura defensiva debe comprenderse la significativa ausencia de
recuerdos infantiles en su relato. Este gira mayoritariamente alrededor del trabajo, porque
sobre el mismo vuelca todas sus energías para afirmarse en su identidad. Construir su propia
empresa se transforma en la meta de su vida y en lo que dará contenido a su existencia. Ama
a su trabajo y a su producto porque a través de ellos se siente valioso y reconocido por los
demás. Entre la falsa opción que él se plantea, es decir, entre su empresa y su familia, elige
la empresa porque a ésta la engendró solo, sin complicidad de una mujer como en el caso de
sus hijas. El “cuidate de las mujeres” en boca de su madrastra configura en el lo que
podríamos llamar “el mito de la mujer peligrosa”. Si para él la mujer personifica la muerte,
como se aprecia en el sueño, que extraño destino entonces el haber engendrado tres hijas
mujeres.
Su personalidad narcisista se manifiesta una vez más en la relación que establece con las
hijas. Para él prácticamente solo existe Felisa, la primogénita con la cual se identifica. Pero
la quiere en la medida que ella sostiene los proyectos no realizados del padre. Las otras dos
hijas ni figuran por su nombre en el relato. Asi como David fue el único hijo de Felisa (la
madre) Felisa es cuasi la única hija de David.
En la historia de David nos encontramos con una continuidad generacional fracturada en
ambas direcciones: en cuanto a su ascendencia los padres están prácticamente ausentes, y en
cuanto a su descendencia las hijas también están ausentes. No pudo heredar ni pudo legar.
Está solo en un tiempo histórico que empieza a terminar con él. Conserva a modo de
reliquias aquellos objetos-testigos de lo que fue e imaginariamente sigue siendo: un hombre
poderoso. Rodeado de sus fotos, sus papeles y sus documentos metódicamente ordenados,
construye un mundo en el que el tiempo está detenido. Su salud psicofísica y su sensación
de juventud a los 89 años le permiten alimentar aun más estas fantasías omnipotentes. ¿O
acaso es válido invertir los términos y sostener que su autoconservación es producto de su
intenso narcisismo?
En el fondo David solo sabe ocuparse de sí mismo y probablemente esto le haya ayudado a
preservarse en el tiempo, pero sin duda a un alto precio: su soledad afectiva.
Pero David no es un hombre triste, o por lo menos no lo demuestra en ningún momento.
Mantiene intacta su autoestima. Está convencido de ser un hombre recto, generoso,
bondadoso y exitoso y está orgulloso de sí mismo. Ese es su mito y este sigue funcionando
más allá de las contundentes pruebas de la realidad. David tampoco piensa en la muerte
porque para él esta sigue siendo tan lejana como siempre.
Con su costumbre de cantar a toda hora se afirma ante los demás, y tal vez de esta forma
ahuyente los fantasmas de la soledad. Identificado con el padre y la tradición familiar,
encuentra en la música aquella línea perdida de la continuidad generacional.

Probables líneas de investigación

91
Las historias de vida de los viejos su relato dentro de un encuentro terapéutico arrojan nueva
luz sobre importantes aspectos de la técnica y teorías psicológicas. A través de este material
accedemos en forma privilegiada a la dimensión esencial de la condición humana: la
temporalidad. Desde esta concepción temporal del ser humano, que alcanza justamente en la
vejez su máxima expresión, quisiera proponer algunas posibles líneas de investigación:
 Narcisismo y longevidad
 Estrategias psicológicas frente a la muerte
 Mitos estructurantes de la personalidad
 Transferencia y contratrasnferencia desde la clínica gerontológico
 Modalidades del manejo temporal: reminiscencia o nostalgia, trascendencia o
desesperación.
 La novela familiar alo largo de la vida.

Bibliografía:
Balán J. y ot. Las historias de vida en ciencias sociales. Teoria y Técnica.
De Beauvoir Simone La vejez
Butler R. Life-Review Therapy. Putting memories to work
Erikson E. Infancia y sociedad.
Frankl Viktor Der Mensch auf der Suche nach Sinn
Freud S. Introducción al narcisismo.
Ken Plummer Documents of life. An introduction to de problems and literature of
humanistic method.
Moffatt A. Terapia de crisis: teoria temporal del psiquismo.
Pearl King El ciclo vital tal como se revela en la transferencia en el psicoanálisis de
pacientes de edad madura y avanzada. Rev. de psicoanal. Vol. IV, N° 3, 19882.
Romano Guardini. La aceptación del si mismo. Las edades de la vida.

92
EL CUERPO EN LA CLÍNICA. POTENCIALIODAD Y DEFICIT DE LA IMAGEN
CORPORAL59

Lic. Nélida Alvarez

En la práctica clínica la problemática del cuerpo queda expresada en los síntomas y en los
discursos donde el sujeto habla. En este ámbito, el cuerpo se considera un entramado que
enlaza lo orgánico con un doble imaginario: el que proviene de la historia singular y el que
da cuenta de cómo cada cultura le asigna valores y regula normativamente los intercambios
humanos. Profundizar en esta trama puede ayudarnos a comprender como se da en la
consulta esta ligazón entre cuerpo y subjetividad.

Los discursos sociales sobre el cuerpo -científicos, filosóficos, religiosos- ofrecen versiones
antagónicas que significan como los opuestos básicos, unidad-fragmentación, vida-muerte,
integración-desintegración, lo atraviesan. Se podrá privilegiar el equilibrio o destacar una de
estas polaridades. En ciertos discursos se exalta la potencia del cuerpo como órgano de lo
posible y en otros se lo considera sede del desvalimiento y de la inevitable finitud. Algunos
discursos pretenden hablar desde una posición objetiva, tal como sucede en las
descripciones anatómicas o cuando se realiza un retrato, mientras que otros se centran en el
eterno enigma que suscita la relación del cuerpo con sus fantasmas.
Cada sociedad construye significados que simbolizan la imagen del cuerpo y ofrece modelos
ideales donde reconocerse desde la mirada del otro. A lo largo de la historia, las practicas
sociales relacionadas con la educación, la formación religiosa o la salud, han sido la forma
de disciplinar los cuerpos para ajustarlos a los requerimientos de la comunidad. Es
importante tener en cuenta que los modelos ideales vehiculizados en estas prácticas no sólo
marcan a los sujetos sino que también modifican la propia estructura social y van abriendo
otras formas de instituir la subjetividad.

Para pensar como se han modificado las imágenes del cuerpo en las últimas décadas hay que
tener presente otros cambios como ser la expansión de los entornos mediáticos, el peso que
ha alcanzado la imagen en los mismos y la importancia del consumo en eso que se ha dado
en llamar “el mundo globalizado”. Las imágenes ideales del cuerpo se ofrecen en las
distintas pantallas y si adquieren la connotación de un consumo más, hacen de la
autotransformación corporal una nueva práctica. Se ha vuelto cada vez más frecuente la

59
Trabajo presentado en 3er. Encuentro Nacional de Intercambio Científico de psicología. Sta. Fe. 2009.

93
obsesión de muchas personas por fabricar una imagen que responda a lo que se muestra
como modelo deseable.
Lo especial del cuerpo humano es su capacidad de transformarse, por mediación del
lenguaje, al modificar a otros objetos materiales y también es el centro desde el cual se
organizan proyectos. Se tiene que mantener la diferencia con otros objetos si se desea una
interacción creativa con el mundo.
Las imágenes del cuerpo que imponen los medios de comunicación pueden volverse
emblemáticas de aquello en lo que hay que reconocerse y proyectarse para obtener identidad
y pertenencia, cuando esto sucede se impulsa a que se modele el cuerpo según una fachada
exterior y el sujeto puede caer en la paradoja de apropiarse de una imagen que lo deja
desposeído del cuerpo ligado a su experiencia y a su historia.
Las valoraciones sociales sobre la imagen del cuerpo pueden conducir a conflictivas
similares en los sujetos pero su tramitación se hará de acuerdo a la estructuración lograda y
a los recursos de simbolización disponibles.

Para el psicoanálisis, la imagen corporal se constituye durante el psiquismo temprano y es


fundante de estructuraciones posteriores.
Debemos a Dolto la diferenciación entre imagen del cuerpo y esquema corporal. Este último
nos identifica como especie y funciona como la representación conciente y preconciente que
cada uno puede tener de su cuerpo. La imagen corporal, en cambio, es inconciente y está
ligada al sujeto deseante y a los intercambios con el otro. Allí se inscriben las experiencias
relacionales que sostienen el narcisismo y que se manifiestan en las variaciones percibidas
en el esquema corporal. Una vez lograda su unificación el yo podrá sostenerse en ella y
configurar el espectro imaginario donde todo niño buscará reconocerse y diferenciarse del
otro.
Para Doltó el esquema corporal es el intérprete pasivo o activo de la imagen del cuerpo.
Puede ser sano pero quedar invalidado si se enlaza a una imagen inapropiada que posee una
organización arcaica o incestuosa. Los síntomas de inhibición, los tics o los desbordes
impulsivos muestran este desajuste. En el otro polo, las afecciones orgánicas pueden
restringir el funcionamiento de lo sensoriomotriz aunque si la imagen corporal es apropiada
y se ha integrado el deseo al lenguaje, el sujeto no queda atrapado en la discapacidad como
marca de identidad, podrá significar las limitaciones físicas y aceptar las diferencias que lo
separan del semejante.
El esquema corporal se irá simbolizando a lo largo de la infancia en el entrecruzamiento del
cuerpo que se mueve en el espacio y el movimiento deseante que lleva a la apropiación de
nuevas representaciones. El cuerpo irá cobrando sentido a medida que se elabora la
experiencia que se tiene con él y el yo aumentará su capacidad de anticipación simbólica. De
este modo, disponer de una imagen con poder simbolizante es lo que permite abrir nuevas
posibilidades en el encuentro imaginario entre el sujeto y el otro. La imagen va ser el
pasaporte para ingresar en un escenario virtual donde buscar y crear relaciones posibles.

Desde otro punto de vista, la imagen del cuerpo es tanto un lugar de apropiación como de
enajenación. El cuerpo actúa como límite de referencia para discriminar entre lo que se vive
como propio y lo que se desconoce o vive como ajeno. La construcción de este límite
muestra la existencia de tendencias contrapuestas debido a la necesidad del yo de mantener
la integridad de su imagen y de ir aceptando sus cambios en el tiempo. Si logra mantener el

94
equilibrio, el funcionamiento del esquema corporal será relativamente estable, de lo
contrario, se hallarán fluctuaciones que expresan los momentos de expansión o retracción
que se realizan en los intercambios con el otro.
El déficit en la integración de la imagen corporal se presenta en las patologías graves. El yo
del psicótico no dispone apropiadamente de ella por la persistencia del vínculo fusional. Es
por la precariedad de sus límites que se favorece la irrupción de vivencias de
despersonalización y se experimentan las partes corporales como extrañas.
En el autismo, el amarre de la subjetividad al cuerpo no se ha producido. El movimiento sin
imagen se vuelve automático, hay un hacer estereotipado que refleja la inercia de lo
temporal.
Las fallas con la imagen corporal introducen rupturas con el espacio y el tiempo y se pierde
la posibilidad de anticipar simbólicamente el devenir del gesto. Esto también puede
apreciarse en patologías, que sin llegar a ser estructuras psicóticas, presentan un sostén
narcisista precario. Aquí no se ha podido simbolizar suficientemente la ausencia del objeto y
esto afecta la capacidad para figurar, para investir la representación de objeto. La palabra no
enlazada a los afectos se vuelve vacía y no representa al sujeto. El cuerpo queda en el
registro silencioso que el síntoma psicosomático denuncia o bien interviene para dar curso a
descargas impulsivas o compulsivas sin la mediación del lenguaje. Esto se comprueba en las
adicciones tóxicas y en las personas actuadoras.
En las neurosis, y más allá de los desacomodos temporales que puede sufrir la imagen de sí,
el grado de simbolización alcanzado le permite al sujeto desplegar su conflictiva en el
lenguaje y apelar a la metáfora para elaborar la experiencia vivida. El discurso, que puede
estar centrado en la palabra o en el gesto, ofrece distintas formas para comunicar lo vivido.
Así, el sentido figurativo, propio de la metáfora, es el que da “cuerpo” a la palabra mientras
que en el gesto, la dramatización lo pone directamente en escena y su imagen se transmite a
la mirada del otro. En la clínica lo registramos en el juego infantil o plasmado mediante
operaciones de escritura como son el dibujo o el modelado. La figura cobra entonces
visibilidad y adquiere el valor de un doble imaginario que al mismo tiempo que refleja al
sujeto lo transforma en otro. En todos los casos se pueden construir analogías sobre las
formas espaciales transpuestas al soporte y hallar las marcas que singularizan la producción
discursiva del sujeto.

En la consulta es importante que el sujeto pueda tomar distancia con el síntoma mediante
representaciones metafóricas. Daré algunos ejemplos.
1-. Susana acaba de atravesar una enfermedad física que puso en riesgo su vida (obstrucción
intestinal que le produjo una infección generalizada). Después de informar acerca de las dos
intervenciones quirúrgicas que tuvo dice: “me siento des-corazonada con esto que me
sucedió”. Con esta frase intenta poner en palabras la vivencia de daño corporal y como su
imagen quedó amenazada en su integridad. Alude a la incompletud, al sentimiento de
pérdida de una parte de su cuerpo que ha dejado un vacío en ella.
2-. Silvina consulta por sentirse muy angustiada, relaciona su malestar con el comienzo de
su menopausia y con los cambios que experimentó en el vínculo con su hijo adolescente.
Intenta ponerle palabras a su malestar diciendo: “cuando me despierto a la mañana siento
como una mano que me aprieta las tripas” mientras lo dice hace la dramatización llevando
su mano al vientre y cambiando su postura como si el cuerpo fuera a cerrarse sobre sí
mismo. Silvina trata de comunicar las sensaciones extrañas que ahora habitan su cuerpo, que

95
lo invaden y lo tornan desconocido. La imagen corporal que la acompañaba con anterioridad
y en la cual el yo se apuntalaba, ha cambiado dejándole sensaciones de inquietud y temor a
quedar desvalida.
3-. Miguel consulta por estar deprimido, se siente paralizado como si estuviera en un estado
de inercia. Luego explica que cuando perdió su empleo se sintió desplazado de un lugar que
había significado mucho crecimiento para él, expresa esto diciendo: “se me vino la noche
encima”. La figura condensa las vivencias producidas por un acontecimiento que no
esperaba y que tuvo efectos traumáticos. Con ella trasmite la imagen de un cuerpo que
quedó aplastado, en la oscuridad y sin la posibilidad de seguir proyectándose hacia delante.

En estos ejemplos nos encontramos con pacientes que disponen de una imagen corporal con
potencialidad simbolizante lo cual abre una expectativa favorable para la terapia. Cuando las
posibilidades del decir propio son más acotadas o cuando se desea profundizar en las
relaciones imaginarias que el sujeto tiene con su imagen, se puede abrir la comunicación al
trabajo figurativo mediante el dibujo. Este es un medio privilegiado debido al rol que ha
cumplido en la infancia como escritura de lo corporal.

En los textos gráficos que mostraré se podrá apreciar:


1. cuando existe la imposibilidad para armar la figurar;
2. las distintas formas de identificarse con el personaje y su escena según la
fantasmática personal;
3. reconocer cuando actúan los procesos creativos.

1-. Son casos de adultos con patologías graves a los que se pide que dibujen una persona. El
déficit gráfico que se registra indicaría que la constitución de la imagen corporal ha quedado
fallida.

Figura 1

En la figura 1 se puede apreciar la repetición de pequeños círculos rellenados. No se ha


logrado acceder a la forma figurativa y transferir al espacio gráfico una imagen unificada y

96
especular del cuerpo. Sin imagen, el movimiento es un hacer estereotipado y se vuelve
automático.
En la figura 2 se realizan tres intentos sin lograr armar la figura humana, su trazado se
caracteriza por formas cerradas que remiten a vivencias corporales de tipo sincréticas donde
no se han simbolizado diferencias.

Figura 2

En la figura 3 se Intenta organizar la imagen distribuyendo en el espacio círculos que


demarcan las partes corporales. El déficit en la simbolización de la imagen se advierte en la
persistencia de formas estereotipadas (sólo círculos) y, fundamentalmente, en la ausencia de
rostro. La apropiación del rostro como diferente al percibido en el otro, es fundamental para
reconocerse en la propia imagen.

97
Figura 3

2-. Son casos de adolescentes a los que se les pide un dibujo. Muestran capacidad para
metaforizar mediante figuras la conflictiva propia de la edad. Es importante recordar que los
cambios de la pubertad ponen en crisis la imagen corporal. Es un tiempo de pérdidas a
elaborar y también de nuevas búsquedas para resignificar la identidad. En el espacio gráfico
se actualiza el poder de metamorfosis del cuerpo al ingresar a una escena imaginaria, se lo
transporta como doble a una situación y a un tiempo distinto. Es frecuente encontrar la
emergencia de representaciones que muestran lo extraño, lo desconocido, lo cambiante pero
que, al transferirse a la imagen, permiten tomar distancia y seguir reconociéndose en ella.

En la figura 4 la representación ha quedado acotada a mostrar una cabeza. El joven que la


realiza dice: “es una cara, una cabeza contenta” La figura no le promueve asociaciones en
relación a una situación imaginaria definida. En la representación pesa la ausencia del
cuerpo (negatividad figurativa) y de nexos con el entorno.

Figura 4

En la siguiente figura la joven, de 17 años, dice haber dibujado “una chica con un vestido
largo que va a una fiesta, le gustan las fiestas, le gusta vestirse bien, los zapatos de taco
alto y eso...la hice medio tímida... hace mucho que no dibujo... le gustan las fiestas ¡qué sé
yo!... está medio tímida”

98
Se presenta a través de una figura con sombreado y muy elaborada en el trazado lo que
indica que ha sido fuertemente investida. La escena imaginada coloca a la figura en una
situación de tránsito: la chica se dirige a una fiesta. Se ha preparado para la situación
ajustando la propia imagen para la mirada de los otros. La escena se liga a la realización de
un deseo y las expectativas se abren hacia lo que va a suceder en la fiesta. Pero entonces,
aparece la timidez, como aquello del propio cuerpo que no se puede dominar
convenientemente. El deseo entra en conflicto con el temor que suscita lo desconocido de sí
y del otro.

Figura 5

Luis, de 16 años, ha dibujado una figura ideal. Dice: “es Poseidón, es grande como un
rascacielo, bien grande. Vive en el mar, su dominio es todo el mar. Es un dios griego, de la
mitología griega, es el dios del mar. (¿cómo es?) No tengo idea, la personalidad que le doy
es que ayuda, nada más. La figura elegida le permite identificarse con una imagen ideal que
pertenece al imaginario social. El joven se ha apropiado de ella como soporte de
significaciones deseadas ligadas a fantasías de dominio y expansión. La imagen corporal se
ha encarnado en un cuerpo extraño para transitar sin temor espacios aún no conocidos.

99
3-. El dibujo moviliza procesos creativos.

El sujeto de la creatividad es aquel que puede abrirse a las posibilidades del devenir y
ejercer la libertad de elegir. No queda atrapado en lo dado, por una adaptación excesiva a la
realidad, ni en condicionamientos defensivos rígidos que impidan la movilización del
psiquismo hacia lo novedoso, hacia el cambio, hacia una salida saludable.
Se trata de un sujeto que ha logrado conservar en su organización interna el lugar de la
potencialidad inicial del psiquismo cuando todavía su historia no estaba inscripta. Gracias a
esta plasticidad podrá actualizar, en los procesos creativos, las operaciones que van a
permitir la emergencia del objeto. Su psiquismo alcanzó una complejidad que no responde
exclusivamente a estructuraciones provenientes de una historia identificatoria ligada al otro.
Lo más significativo del sujeto creador está en la capacidad que tiene para des-identificarse,
para tolerar el vacío a partir del cual engendrar al objeto. El acto creativo le traza límites a
este vacío y lo transforma en un lugar a ocupar. La ausencia le permite al yo generar modos
de elaboración que inventan acontecimientos instauradores y figuras del devenir. Son
procedimientos que, desde el punto de vista individual, parecen ponerse al servicio de
elaborar los efectos de fallas narcisistas pero donde la ausencia del otro no se vive como

100
mortífera porque el espacio se puede poblar de acontecimientos. Cuando esta situación se
da, el sujeto no se sostiene en un otro como objeto sino en el proceso creador mismo,
encuentra en él una alternativa de salida sin recurrir a defensas patológicas.

En la siguiente representación, la joven dice: es un árbol que se transforma en persona, esta


es la parte de la cabeza, las manos y el tronco y está aferrada a la tierra con los piés (es
una imagen que viste en algún lugar?) no, la inventé yo.

En la clínica nos encontramos con pacientes que disponen de una imagen corporal con
potencialidad simbolizante lo cual abre una expectativa favorable para la terapia. Cuando las
posibilidades del decir propio son más acotadas o cuando se desea profundizar en las
relaciones imaginarias que el sujeto tiene con su imagen, se puede abrir la comunicación al
trabajo figurativo mediante el dibujo. Este es un medio privilegiado debido al rol que ha
cumplido en la infancia como escritura de lo corporal.
En los textos gráficos que mostré se aprecia cuando existe la imposibilidad para armar la
figura, las distintas formas de identificarse con el personaje y su escena según la
fantasmática personal y también reconocer cuando actúan los procesos creativos.
Este último aspecto me parece fundamental de integrar a la clínica debido a que ofrece una
nueva línea de salida a las situaciones conflictivas.

II Parte: Lectura de la imagen corporal aplicada a los casos Mara,


Diego y Mariana.

101
Para esta lectura se tendrán en cuenta los temas desarrollados en el trabajo anterior y las
ideas de Sami Ali, autor que investigó el psiquismo temprano y agregó una perspectiva
acerca del cuerpo que complementa y enriquece las ya expuestas. Ha partido de un concepto
de proyección que Freud expuso en “Adición metapsicológica a la teoría de los sueños” en
1917. En este artículo Freud dice que el sueño es también una proyección en tanto
exteriorización de un proceso interno. Los procesos primarios serían, entonces, objeto de
una proyección primordial cuyo campo se extiende más allá de su función defensiva, para
coincidir con lo imaginario en sí. Es esta la idea principal que Sami Alí va a sostener.

El cuerpo se define como una potencia, en principio desconocida, que se dejará aprehender
por lo que está en condiciones de hacer, es decir, por la magia de la transformación del
espacio real en un espacio imaginario. En un principio cuerpo y espacio forman una
ecuación primitiva para la subjetividad. El espacio imaginario es una superficie sin
profundidad y se irá transformando con la aparición de la tercera dimensión. Se construirá
la diferencia adentro-afuera y la distancia para separar al yo del objeto. Para que el proceso
de separación se establezca apropiadamente se tendrá que simbolizar la ausencia del objeto.
Sami Ali dice que la madre crea con su presencia la realidad fusional y será necesario que no
esté visible para que el niño pueda comprender la autonomía de su cuerpo. Lograda esta
delimitación, el cuerpo propio se vuelve el referente para organizar la acción en un espacio
tridimensional y reversible.
Estableció dos formas arcaicas de organización del cuerpo en el espacio a las que se puede
volver en procesos regresivos -sean normales como el sueño o patológicos- y que difieren
por la existencia o no de profundidad. Son:
 Espacio bidimensional de inclusiones recíprocas, no hay diferencia adentro-afuera.
Opera con la lógica de los procesos primarios tal como sucede durante el soñar.
 Espacio especular que engloba en una complementariedad imaginaria al cuerpo
propio y al del otro, este último es el que opera como referente. Se rige por la
simetría y por relaciones espaciales irreversibles.

Un aporte fundamental del autor es que estudió como se trasladan a la hoja de papel las
vicisitudes del cuerpo en el espacio con valor de diagnóstico diferencial. Estableció 4
modalidades de grafismo:
1. El espacio gráfico se confunde con la espacialidad del cuerpo, no se lo
distingue como espacio de escritura simbolizado por la cultura. El trazo es
movimiento de la mano y no gesto para comunicar.
2. El espacio funciona como espejo que refleja la imagen misma del sujeto. Esto
se da cuando el deseo hace surgir lo visible y la proyección da lugar a una
geometría del espacio corporal. La correspondencia biunívoca define la
relación entre las figuras. Enfatiza que aquí es el cuerpo el crea el espejo y no
a la inversa.
3. El espacio se organiza como escenario (tridimensional y reversible) donde las
figuras realizan el deseo. El cuerpo opera como un esquema de
representaciones que organiza la experiencia.
4. El espacio se vuelve un vacío que no permite investir la figura (negatividad
figural). Lo que se omite tiene un peso importante en la comunicación de la
imagen.

102
Caso Mara

De la lectura de la entrevista surge que Mara está retraída y no puede movilizarse para
concretar sus deseos. Siguiendo a Dolto se podría decir que su esquema corporal es el
intérprete pasivo de una imagen corporal cargada de vivencias arcaicas o incestuosas. La
capacidad que tiene para ponerle palabras a su deseo y para explicar el conflicto que le
suscita, permite inferir que su imagen corporal se ha constituido apropiadamente dando
acceso a la anticipación simbólica.
Al desplegar la conflictiva que la mantiene trabada encontramos:
 Se identifica con una imagen pasiva del padre que justifica su propia inactividad. La
lógica de esta argumentación disocia al yo del hacer en la realidad y se espera que el
tiempo todo lo resuelva.
 Ha sufrido en los primeros años de la adolescencia una escolosis de columna que la
obligó a usar corsé. Esto restringió parcialmente la actividad corporal aunque no
registra angustia por lo vivido.
 El conflicto con lo corporal se extiende a los vínculos familiares. Se posiciona en un
lugar que desea hacer valer pero que la frena para ocupar otros lugares (fuera de la
familia) que podrían ser más importantes en el momento actual.

En la lectura de la secuencia gráfica se podrá indagar más esta problemática con la imagen
corporal.
El primer dibujo muestra una figura bien integrada que ha podido transferir al espacio
gráfico. Esto habla, siguiendo a Sami Ali, de la potencialidad de su cuerpo para proyectarse
en una representación.
El personaje que ha elegido es “una nena” y es importante destacar que su postura corporal
no conduce a que el cuerpo se cierre sobre sí (retracción) sino que se abre a la mirada del
otro. La figura, vestida y adornada como para un encuentro social, le expresa al espectador
el deseo infantil de ser mirada y reconocida. Desde la palabra, Mara dice que es un dibujo
que comparte con sus sobrinas, es decir, remite a una situación familiar donde siente que
puede mostrar con seguridad una imagen que sabe valiosa para las nenas. Logra en este
intercambio ser confirmada en un lugar que los adultos ya no valorizan.
La casa muestra otro modo de ubicarse en el mundo, no está en primer plano sino alejada del
espectador como si hubiera quedado en el fondo, en un lugar del pasado. No está
desconectada pero el largo camino a transitar deja entrever el esfuerzo a realizar para poder
vincularse. A su vez, la figura secundaria (árbol) se muestra quebrada por la irrupción de la
línea del horizonte que debió quedar oculta. Mara ha mostrado en esta figura como puede
quedar afectada la integridad de la imagen corporal. También le pone palabras en el relato
cuando escribe “alguien olvidó cerrar la ventana del fondo” .
Esta línea de elaboración avanza un poco más cuando se le solicita que dibuje un árbol. La
posibilidad de esta figura para dar cuenta de significados ligados al crecimiento le ha
permitido expresar vivencias de fragilidad y daño corporal. La representación proyecta en la
figura un esquema corporal que tiene que ser reforzado (límites del tronco) para mantener la
postura (recuerda el uso del corsé). El trazado impulsivo que lo llena se vuelve metáfora de
una energía contenida que no circula adecuadamente (no se ha sublimado) para construir
lazo en lo social (ramas frágiles).

103
La proyección de la espacialidad del cuerpo podría haber dejado una marca de asimetría en
la base (línea del suelo) aunque también abre interrogantes sobre el sostén en la relación
original con el objeto.
El texto de la pareja permite ver su capacidad para simbolizar, a través de la figura humana,
la imagen corporal. Se aprecian figuras completas, integradas y humanizadas. El déficit se
encuentra en la falta de atributos sexuales (especialmente en la chica) y una postura corporal
que no pone en juego el erotismo que facilitaría el acercamiento en la pareja. Otro aspecto
significativo que surge del relato es la inactividad de la figura femenina y la postergación del
encuentro que decide el personaje masculino: deja que el tiempo pase (desplazamiento de la
imagen pasiva del padre con la que se identifica).
Se va confirmando en esta lectura que el esquema corporal está invalidado por una imagen
corporal cargada, por un lado, de vivencias de daño no elaborado que pueden poner en
riesgo su integridad y por otra parte, atrapada en una fantasmática incestuosa que no se
terminó de tramitar.

En Rorschach disponemos de un rico discurso que muestra como se han organizado las
figuras en lo verbal y en la imagen del calco. Una de las formas de indagar la imagen
corporal en esta prueba es seguir sus fluctuaciones a lo largo de la secuencia. Se
considerarán no sólo las significaciones atribuídas al verbalizar el cuerpo del objeto sino
dilucidando lo que acontece al organizar los aspectos formales de la mancha. Cada lámina
presenta diferencias en su estructura visual que facilitan evaluar las tendencias internas del
sujeto para unificar, cerrar, delimitar, separar, aislar, etc. No hay que olvidar que la imagen
corporal es estructurante de toda situación nueva.
Mara aborda la lámina I diferenciando las tres áreas presentes en la mancha a las que
integrará en una escena imaginaria: se trata de una pareja bailando en primer plano y de otra
en el fondo que mira el baile. Describe las partes nombrando la cabeza, los brazos y el resto
queda oculto por el ropaje. La imagen corporal proyectada en primer plano es dinámica (se
mueven en el espacio bailando) mientras que la del fondo es pasiva. Supone que las
“parejas” son hombres lo que hace pensar que proyecta relaciones simétricas y
complementarias y no centradas en la diferencia. Esto es más notable en la pareja del fondo
que se muestra “pegada” como si sus integrantes no funcionaran con autonomía.
Es en la lámina III donde encontramos figuras bien definidas que están incluidas en una
escena de intercambio.
En otras láminas, la imagen se muestra con marcas subjetivas que afectan al cuerpo. En II el
calco revela el agregado de marcas envolventes en el cuello que lo fusionan con el fondo. En
IV reaparecen estas marcas y la figura se interrumpe allí. Pero es en la lámina VII donde las
figuras, que están muy bien logradas, permiten leer la escena donde el cuerpo queda trabado.
La postura de los cuerpos indica que tratan de alejarse pero las cabezas han girado para
sostener la mirada del otro. La tensión del conflicto se concentra a la altura del cuello y es
quizás por ello que el uso del corsé representó un alivio para el cuerpo físico.
El desborde pulsional del cuerpo aparece en las láminas de color a través del volcán que
estalla. Esta representación permite evaluar que las emociones pueden movilizarse y que aun
nada está definitivamente congelado en el tiempo.

Caso Diego

104
La lectura de la entrevista de Diego pone en evidencia un discurso fragmentado donde el
sentido se pierde en el tiempo. Inmerso en una realidad concreta que no tolera ni anticipa
cambios, su imagen corporal no puede proyectarse en lo imaginario siguiendo el deseo.
El esquema corporal del paciento está sano pero invalidado por una imagen corporal que no
se integró adecuadamente sino que se cristalizó como una simbolización cerrada. Ante el
peligro de desestructurarse, la violencia lo invade y ataca la función de contacto con la
realidad. Como sucede en las estructuraciones psicóticas no puede tomar distancia con el
vinculo original y los nuevos lazos sociales que establece son muy precarios.

En su primer dibujo puede reconocerse el estereotipo de la casa indicando que el mismo se


adquirió en algún momento del aprendizaje. La figura no ha sido investida lo suficiente, se
muestra inestable, con fallas en la diferenciación con el fondo (trazado con rupturas) y
carece de contexto.
Dado que en las figuras siguientes (árbol y pareja) este déficit gráfico se mantiene, se puede
inferir que no dispone de una imagen corporal que le permita sostener la autonomía del yo y
poder ingresar a una escenario virtual donde metaforizar lo conflictivo.
Si nos detenemos en la figura humana que se le pidió con la consigna de que fuera lo más
completa posible, se advierte que conoce las partes del cuerpo anatómico pero la integración
de la forma es incongruente, con desproporción en el tamaño, y con una postura corporal tan
forzada que la figura apenas logra mantener el equilibrio. Diego se reconoce a si mismo en
el dibujo y no construye un personaje que posibilite el acceso a lo imaginario.
De acuerdo con Sami Ali, la organización del espacio es aun irreversible y el movimiento
depende del cuerpo de otro que funciona como el referente. Atrapado en este espacio
fusional, el paciente se violenta (texto oral de la pareja) sin encontrar una salida.

El Rorschach provoca efectos desestructurantes ya que al tener que dar identidad a las
figuras, lo extraño lo invade. Busca algún punto de apoyo pero no avanza mucho más allá de
perseverar en la idea de “algo alado”.
La respuesta a la primera lámina “animal que está mutando” destaca la dificultad para
dinamizar la figura sin que pierda su identidad.
Cuando buscamos en la secuencia la figura mejor organizada, encontramos que interpretó el
murciélago de la V y los animales cuadrúpedos de la VIII. Pero ambas figuras se
“contaminan”, el murciélago porque pierde la distancia proyectiva (“yo arriba”) y los
animales porque dan lugar a la emergencia de la lógica del proceso primario (están tratando
de apoderarse de las ideas de la calavera).

Caso Mariana

En la entrevista es la frase “no doy pié con bola” la que trasmite como la paciente siente el
accionar de su cuerpo, se desorganiza, algo se le va... Mariana insinúa que pierde la
memoria. Más adelante se registra que le cuesta ponerle palabras a su malestar hasta que
logra decir “tuve una mamá muy enferma que me vuelve loca”. Se entiende, entonces, que
su cuerpo es un lugar de enajenación y los efectos son vividos como ataque a la capacidad
de pensar y a poder ser ella misma.

105
Encuentra calma en un contexto familiar que la protege pero que la obliga a hacer constantes
esfuerzos para no contaminarlo con su malestar.

En el primer gráfico elige dibujar una casa que significa como doble de sí (es su casa). La
figura se muestra descolocada en el espacio, sus límites se pierden y queda mal armada. Al
igual que Mariana, la figura parece “no dar pié con bola”. La paciente ha proyectado una
imagen corporal inestable que no sostiene adecuadamente al yo pero que no llega a ser un
estereotipo coagulado en el tiempo (distinto a la psicosis) sino que mantiene el poder de
movilidad.
Si bien la movilidad está, ésta no se organiza en el tiempo y el espacio. La casa se sitúa en
un escenario acotado donde hay un árbol “al aire libre”. Esta segunda figura le permite
sostener el deseo de apertura y salir del encierro pero este impulso no se puede sostener y
necesita regresar al adentro nuevamente.
El movimiento oscilante entre el adentro y el afuera, sin establecer una distancia
satisfactoria, es propio de un yo que no puede elaborar las pérdidas.
La figura mejor dibujada es la que realizó en la persona bajo la lluvia. La postura corporal
está inestable y el contacto con la realidad es limitado. La necesidad de ser sostenida por el
otro entra en conflicto con la posibilidad de alcanzar un espacio propio donde diferenciarse.
Este déficit de diferenciación se manifiesta también en la falta de los atributos sexuales que
significan el cuerpo de la mujer.

En la prueba de Rorschach se registra que puede efectuar un abordaje ajustado a lo que las
láminas promueven desde su estructura visual. Es al tener que precisar significados cuando
le surgen las dudas, le faltan las palabras y no queda conforme con la interpretación
formulada. La proyección de una imagen corporal inestable no le permite una buena
elaboración formal de la respuesta. Esto se lee en la lámina III donde en la administración da
la escena popular y en la encuesta la escena se altera: dice que las personas tienen cuerpos
fragmentados y justifica la fogata (D inferior) por el rojo superior al que, por otra parte,
significa como calor (concretización).
La dificultad para tomar distancia proyectiva hace que se involucre con referencias
personales disminuyendo la conciencia de interpretación. En la lámina I es una parte de su
cuerpo anatómico (cadera) la que literalmente reconoce y en la V la imagen no remite al
concepto del animal sino que alude al murciélago que entró en su casa.
Pese a las fallas de simbolización, la capacidad de ajuste a la realidad consensuada se
conserva y puede brindar aquellas respuestas populares que se ligan a recursos adaptativos.

En síntesis: la lectura de la imagen corporal en el discurso emitido se realiza siguiendo el


modo de organizar las representaciones que depende de la capacidad de anticipación
simbólica. Esta es buena en la neurosis, está afectada en el borderline y fracasa en la
psicosis. Leer como se ha desplazado el poder estructurante del cuerpo en el espacio
(organización de la figura) y como el movimiento se da en el tiempo (dinamismo de la
figura) es un eje importante para evaluar diferencias diagnósticas.

106
La secuencia gráfica

Nélida Alvarez

En una evaluación concreta los gráficos se incluyen cuando la relación con el evaluado ya se
ha establecido. Esto hace que la comunicación tenga como fondo el discurso ya emitido. Si
el ámbito es clínico el paciente ha expuesto el problema que motiva la consulta y ahora
podrá expresarlo a través del dibujo.
Nunca se pide un solo gráfico sino que se le dan varias consignas, una a continuación de la
otra, lo que permite seguir una secuencia de dibujos y explorar el encadenamiento
imaginario movilizado en el sujeto. Los comentarios espontáneos, las asociaciones y las
historias pedidas forman parte de la producción textual.
La secuencia básica que suele aplicarse se inicia con el dibujo libre que abre al máximo las
posibilidades de elección del sujeto y luego se solicitan las figuras más conocidas. Se puede
aplicar el HTP completo o se lo puede combinar con la técnica de Machover o con la Pareja
de Jaime Bernstein. El psicólogo podrá luego solicitar otras técnicas si lo estima
conveniente.

1-. Dibujo libre

La consigna “haga un dibujo” suele provocar una importante movilización en los adultos. En
el niño y el adolescente resulta más natural pero los grandes no sienten esta actividad como
propia y lo expresan en sus comentarios: “no sé dibujar”, “hace mucho que no dibujo”, “me
quedaron infantiles”. Otras veces piden aclaraciones sobre la tarea: “¿que dibujo, lo que yo
quiera?”, expresando el impacto inicial. Sin embargo casi todas las personas lo superan
rápidamente y al finalizar la aplicación de gráficos siempre se ha consolidado la relación con
el psicólogo. Y es que el sujeto sabe que el objetivo no es evaluar la calidad de sus dibujos
sino seguir entendiendo su problemática.
Para el psicólogo, el primer dibujo da cuenta de los recursos gráficos disponibles. Será la
presentación del sujeto y cobrará sentido en la media que pueda elegir una figura con la cual
identificarse o representar una escena. En estos casos se podrá evaluar cual es la capacidad
de simbolización del yo y la eficacia de las defensas. Si el sentido se pierde, los trazos
irrumpen y se vuelve un acto que puede leerse como efecto. Se registra lo tachado, lo
llenado, lo desorganizado, etc.

Una vez realizado el dibujo, es bueno solicitarle que “cuente lo que dibujó”. Se busca que, al
ponerle palabras a la imagen, el sujeto ancle ciertos significados 60 y dé cuenta de las
relaciones imaginarias61 que estableció con las figuras. Muchas veces, el gráfico parece no
expresar demasiado pero se lo acompaña de una situación imaginaria que le otorga la
singularidad que le falta al dibujo. En otros gráficos se aclaran trazados que no pueden
reconocerse con facilidad y que constituyen un límite a la tendencia del psicólogo a ponerle
sus propias palabras. Ambos registros contribuyen a la lectura de la producción ya que con
60
Barthes sostiene que mientras la imagen congela una infinidad de posibles, la palabra determina un único
seguro, estructura un sentido, tiende a subrayar lo que impacta de la imagen, a dar énfasis en lo que es.
61
La relación imaginaria es la que el sujeto establece con un discurso a partir de su deseo.

107
la imagen se representan mejor las ideas mientras que la palabra puede diferenciar mejor las
conexiones lógicas.

La riqueza expresiva de este primer dibujo ha llevado a que se exploren en él diversos


aspectos del psiquismo. Garcia Arzeno62 sostiene que es útil para indagar la fantasía de
enfermedad y curación. Traslada al dibujo la hipótesis que Aberastury trabajó en la hora de
juego diagnóstica. Otros autores63 lo han utilizado para hacer una evaluación del proceso
psicodiagnóstico, solicitan el dibujo libre como primera técnica proyectiva y lo vuelven a
solicitar al cerrar la tarea.
Independientemente de la diversidad de enfoques que puedan realizarse, es indudable que el
aporte más importante de este primer texto es el que da cuenta de dos cuestiones básicas:
cómo se presenta el sujeto a través de la imagen que elige y de que modo queda
metaforizada la conflictiva. Para esta lectura es imprescindible tener como referencia la
entrevista previa realizada.

2-. El dibujo de la casa

La casa es el primer desplazamiento de la persona que realiza el niño cuando está


adquiriendo el grafismo y es otro modo de proyectar el cuerpo hacia el espacio exterior. Se
trata de una figura muy significativa porque sintetiza numerosas vivencias ya que puede
operar como doble de sí, expresar la relación imaginaria con la madre o puede remitir al
espacio familiar.
Lo más importante a tener en cuenta en su lectura es evaluar si la representación dispone o
no de interioridad. Simbolizar esta dimensión habla no sólo de la disponibilidad de un
espacio habitable por la familia sino de la existencia de lo interior para el funcionamiento
del yo.
Si el diseño elegido coincide con el estereotipo de la casa, representación compuesta por tres
planos: uno frontal donde se suele colocar la puerta y dos laterales diferenciados como
paredes y techo, se acepta por convención64 que esta significada la interioridad. En cambio,
si el estereotipo está simplificado y le falta uno de sus tres planos, se considera que es una
casa-fachada. En diseños diferentes se evaluará si muestra o no profundidad.
Tiene que existir la interioridad para que la puerta y ventana tengan sentido como espacios
potenciales de articulación entre el adentro y el afuera. De lo contrario, son seudo-aberturas.
Además, para poder hablar de un intercambio dinámico, el entorno de la casa tiene que tener
algún tipo representación. La presencia de un camino es el dato más significativo porque
habla de la posibilidad de direccionar el movimiento de salida de lo familiar.

3-. El árbol

Es una figura fuertemente simbolizada en todas las culturas lo que favorece la identificación
con su imagen, es decir, no solo es un objeto natural sino que existe en torno al árbol un

62
García Arzeno M. Nuevas aportaciones al psicodiagnóstico clínico. Nueva Visión. 1993.
63
Veáse Gonzalez Ana M: El dibujo libre inicial y el dibujo libre final como apertura y ciere del proceso
psicodiagnóstico. V Jornadas Nacionales de Psicodiagnóstico. San Luis. 1991.
64
Lo importante es que se muestren los tres planos, independientemente de la imagen presente un efecto de
aplanamiento.

108
lenguaje muy rico que incluye mitos de todo tipo. Para el dibujo infantil es importante que
pertenezca al ámbito extrafamiliar y que su crecimiento pueda darse en un espacio fuera de
la casa.
La idea de que permite proyectar una imagen más inconciente de sí65 tiene amplio consenso
en el ámbito psicodiagnóstico. Si bien no existe una idea clara de porque resulta ser así, es
evidente que el árbol puede asociarse a ideas de fortaleza y perennidad, a ideas de daño
corporal y puede mostrar las huellas de acontecimientos que lo marcaron.
La lectura de esta figura hace foco en el modo como creció. Se puede encontrar que se ha
ramificado, ha podido tener frutos o carece de estos aspectos.
El espacio por encima de la copa, como espacio potencial de crecimiento, es un dato
significativo que habla de un yo que se visualiza en devenir y que puede anticipar
transformaciones futuras. Esto queda anulado cuando el árbol está expandido y llega al
límite de la hoja y tiene un carácter patológico cuando no cabe en el espacio gráfico y queda
implícito que se expande hacia otro espacio.
Otro dato de fundamental importancia es que se haya simbolizado la relación del árbol con
la tierra, relación que sostiene su crecimiento. En la imagen simbólica, como la figura está
en el plano, la tierra oculta las raíces y si son visibles hay transparencia. En el caso de una
imagen realista se puede mostrar como las raíces se introducen en la tierra y se ocultan en
ella.
El psicólogo suele efectuar diversas preguntas después de realizado el dibujo. Dos de estas
preguntas son ineludibles: la primera remite a los años que tiene el árbol y que por
comparación con la del evaluado nos acerca a su fantasía de par o de figura asimétrica. La
segunda pregunta es “¿cómo es el lugar donde está plantado?” y en la respuesta dada por el
sujeto se espera que aluda a la posición en lo social que cree tener.

4-. La figura humana

Ha sido el gráfico más trabajado basándose en la idea de que expresa la imagen corporal. Se
trata de una figura que se sitúa en la encrucijada entre lo interno y lo externo, el cuerpo es un
lugar de encuentro con el otro y por ello su representación es un lugar de ambigüedad donde
se mezclan experiencias vividas, identificaciones y donde se cristalizan muchos fantasmas.
Machover partió de la hipótesis de que siendo el cuerpo la referencia del yo, el dibujo de la
figura humana sirve de vehículo para la proyección de la personalidad. Pero como la imagen
de sí mismo proyectada en el test sufre omisiones y disfraces respecto de los puntos
vulnerables del sujeto, exige de la interpretación simbólica y clínica.
La proyección de la imagen corporal corresponde a los deseos más profundos del sujeto, a
una franca exposición de carencia o defecto, a una fuerte compensación de dicho defecto o a
una combinación de los 3 factores.
El dibujo permite localizar el conflicto ya que los aspectos motores expresivos aparecen
inextricablemente entretejidos en el contenido del dibujo. El cómo se expresa en el donde,
en la parte de la figura que lo muestra. Las omisiones, interrupciones de línea perspectiva,
tachaduras y borrones se deben interpretar en función del significado atribuido a las diversas
partes del cuerpo.
Según Machover las 4 categorías funcionales en la imagen de la figura son:

65
Hammer E. Test proyectivos gráficos. Paidós. 1989.

109
 La cabeza: órgano de comunicación y dependencia, expresa necesidades sociales y
de control. Los rasgos faciales se refieren a la comunicación social: ojos, orejas (en
paranoicos y sordos) la nariz y cabello (desplazamiento de conflictos sexuales), la
boca como conflictos con la nutrición el lenguaje, alcoholismo, sadismo.
 Cuerpo-tronco: depósito de impulsos, de potencial de actividades y crecimiento. La
marcación del torax es valoración del poder físico en hombres y los senos destacan
aspectos dominantes femeninos (poder nutricio). El cuello y la cintura son límites
entre áreas y distintas. El área inferior del cuerpo habla de la genitalidad.
 Brazos: como elementos de contacto y para dominar el ambiente.
 Pie de contacto y de equilibrio. Manos y pies expresan los conflictos más frecuentes.

El enfoque de Karen Machover puede volverse a pensar ampliando la idea de imagen


corporal y poniendo el acento en el carácter relacional de la misma, su estructuración
requiere –tal como lo sostuvo Doltó- de intercambios humanizadores. Una imagen corporal
inapropiada, arcaica o incestuosa puede obstaculizar el funcionamiento del esquema
corporal como punto de referencia en torno al cual se establecen las configuraciones
espaciales.

El dibujo de la persona expresa en primer término la concepción del cuerpo, su unidad. Pero
es en los detalles que se agregan donde se puede reflejar la vivencia de integración y el
grado de humanización que presenta la figura. La lectura de este gráfico tiene que
privilegiar, a nuestro entender, dos ejes:
1) El grado de integración o de fragmentación de la figura. Se trabaja sobre la construcción
de los límites y sobre los espacios que han quedado vacíos. Ambos registros permiten inferir
como las ansiedades de fragmentación se dan en cada caso.
2) El grado de humanización del personaje. La conquista de una figura bien humanizada se
va logrando por el dominio cognitivo y el interés libidinal con la que se inviste. El rostro, en
tanto adquisición básica de la identidad, es junto con la postura corporal lo más significativo
a considerar.
En el dibujo de un niño pequeño, el primer rostro, es también el cuerpo todo: el círculo se
presenta como un contorno-masa al que se agregan trazos como miembros. Se expresan las
vivencias ligadas a la locomoción y al apoderamiento de objetos que son fundamentales para
él. A medida que el esquema corporal se va simbolizando, el cuerpo se alarga y la postura
refleja la importancia de la posición vertical al caminar. El impacto de la marcha se registra
aquí en la figura humana y más adelante, cuando el espacio gráfico se signifique como
escenario, se articulará con el valor simbólico del orden vertical. La persistencia de lo
circular se vincula al funcionamiento sincrético de un yo que no puede diferenciar vivencias.
Al ganar prevalencia lo visual sobre lo kinestésico se ajustará la imagen de la persona a su
apariencia y se irá construyendo la distancia con el personaje. Se dibujará otro cuerpo en
otro espacio y se lo podrá volver a incorporar desde la mirada por apropiación
identificatoria.
Finalmente, la conflictiva edípica lleva a elaborar las diferencias sexuales, sus enigmas y las
complejidades en los vínculos.

110
Cuando el personaje está en una escena es importante el lugar que ocupa y desde el cual
mira porque su presencia en un dibujo suele indicar la posición del yo en el conflicto.
Es importante explorar la presencia de lo extraño en la figura, cuando lo extraño se pone en
el cuerpo queda fuera de la unidad corporal, hay un quiebre que hace que ese lugar resulte
ajeno para el yo. Puede seguir una línea patológica cuando es un modo de evitar quedar
atrapado por el otro. Es lo que sucede cuando se producen somatizaciones o identificaciones
tóxicas. Pero también puede seguirse una línea más saludable cuando se busca “engendrar
un cuerpo extraño” que pueda funcionar como un sustituto del yo. En este último caso, se
apela a procedimientos para dar forma a la pérdida de referencias identificatorias y cuando
se logra redimensionar lo extraño se evita que el yo se sienta invadido por vivencias de
extrañamiento corporal.
Otro aspecto a considerar es como el envejecimiento del cuerpo afecta al dibujo de la
persona. En personas de edad avanzada se registra una des-investidura de la imagen y
también un trazado más desorganizado que se explica por las fallas en la coordinación viso-
motriz. Se va perdiendo la riqueza de la figura y la expresividad que la humaniza. Lo último
que permanece es el círculo.

5-. La pareja

En la aplicación de una secuencia de gráficos es recomendable introducir la consigna


“dibuje dos personas” después de haber solicitado la casa y el árbol. Se pasa de una figura
que se ubica en la hoja a dos que tienen que compartir un mismo espacio. El pedido
posterior de una historia consolida la existencia, o no, de un vínculo entre ellas. Es decir, da
cuenta de por qué están ahí juntas.
La pregunta básica es ¿quién comparte con quién? y la respuesta hablará de un vínculo
asimétrico (adulto-niño), de un vínculo de paridad, entre personas de igual o distinto sexo.
Pone de manifiesto cual es el vínculo que privilegia el evaluado y es significativo el carácter
familiar (dos hermanos, madre-hijo) o el carácter social (amigos, pareja) que pueda tener.
Es importante considerar las posibilidades que el sujeto tiene de establecer o no un vínculo
entre las figuras dibujadas y la distancia proyectiva que puede crear con las mismas. Se
puede registrar:
 No establece vínculo entre las dos personas y no se puede armar una historia. Es
frecuente en las estructuras psicóticas.
 No puede establecer distancia proyectiva con las figuras y se involucra de modo
directo tanto al nombrar las figuras como al escribir sobre las mismas, recurriendo al
hechos vividos por él. Es frecuente en la patología narcisista.
 Puede armar un vínculo entre dos personajes y crear una historia con la estructura de
un relato66, es decir, plantear una situación conflictiva que tiene un desenlace. Es
característica de las estructuras neuróticas.

6-. El dibujo de la familia

66
Todo relato se estructura como trayecto que lleva de una situación de equilibrio a otra a través de un proceso
de distanciamiento primero y de re-encuentro después. La identificación del lector encuentra su base en esa
búsqueda de colmar la ausencia constitutiva que articula toda narración.

111
Se trata de una técnica que ha dado lugar a una variedad de consignas y que es ampliamente
usada en el Psicodiagnóstico. Al igual que el dibujo libre, su aplicación antecede a la
sistematización de las técnicas proyectivas gráficas. Al incluirse como técnica se analizaron
los aspectos formales y el contenido y autores como Corman 67 incluyeron un interrogatorio
posterior destinado a explorar conflictos y afectos ligados a la relación con familiares.
Posteriormente tuvo amplia difusión la consigna propuesta por Burns y Kaufman que
solicita dibujar a la familia propia haciendo algo68.

Una revisión de esta técnica obliga a pensar cual sería el modo de interrogar el texto para
entender la movilización en el sujeto de la escena familiar. La representación de la familia
encuentra su significación en la estructura a la que alude.
En las últimas décadas, la estructura familiar ha ido perdiendo la estabilidad que tenía en
otros momentos donde los cambios eran más previsibles. Existen actualmente grupos
familiares menos tradicionales que diversifican las representaciones registradas en los
dibujos y que en muchos casos cuestionan la existencia de consenso entre sus miembros69.

Durante el siglo XX existió una representación específica de la estructura familiar a nivel


cultural que permitía considerar las diferencias de cada grupo familiar al asignar los lugares
ocupados por sus integrantes. La familia era definida como una estructura de lugares que
generaba relaciones con significados precisos (padre, hijo, suegro, nuera, etc.). Una clave
fundamental para entender como se organizan los vínculos de alianza y de consanguinidad
estaba en la prohibición del incesto. Correspondía a cada familia realizar la transcripción de
la estructura de parentesco provista por la cultura. Los lugares adjudicados a los miembros
podían o no coincidir con lo esperable y podían circular por los mismos miembros
diferentes.

Es importante entender como cada familia, al intentar dar cuenta de la distribución de


lugares, produce elaboraciones simbólicas y construye códigos propios. Existen creencias
que han sido estudiadas como la ideología familiar 70. También el psicoanálisis consideró los
mitos y creencias inconcientes cuyos efectos se registran en los discursos que aparecen en la
clínica71. Tales construcciones son necesarias para sostener la continuidad familiar que
siempre queda afectada por los cambios que se dan en el tiempo. Es necesario elaborar las
pérdidas, explicar las nuevas alianzas y re-significar los vínculos y lugares que conlleva el
corrimiento generacional.
Las familias difieren en la posibilidad de elaborar el impacto que producen los cambios ya
que las defensas se instalan también a nivel colectivo. Hay acontecimientos muy
perturbadores –por ejemplo migraciones no elegidas o el suicidio de un miembro- que no
alcanzan a elaborarse en la generación que los padeció. Si sus efectos se trasladan a la
generación siguiente deviene en patológicos.

67
Corman L. El test del dibujo de la familia. Kapelusz. 1967.
68
Burns y Kaufman. Los dibujos kinéticos de la familia como técnica psicodiagnóstica. Paidós. 1978.
69
La pertenencia a una familia se sostiene en lo pactado por sus miembros que se aceptan como de la misma
familia.
70
Véase el tema de la ideología familiar en: Kornblit A. Semiótica de las relaciones familiares. Paidós. 1984.
71
Berenstein I. Psicoanalizar una familia. Paidós. 1990.

112
A nivel individual, la familia provee al nuevo integrante de la matriz identificatoria donde
quedará incluido y de la cual tendrá que diferenciarse para poder transformar el lugar
asignado en otro más acorde a sus deseos y que lo ubiquen en lo social. Los significados de
la ideología familiar que recaen sobre el sujeto le permitirán inscribirse en un linaje y lo
conducirán a ocupar un lugar que puede ser deseado o rechazado por el grupo. Es decir, cada
miembro soporta los efectos de la ideología familiar y por eso puede ser portavoz de
aquellos significados de los cuales, a su vez, es soporte. Esta idea me parece esencial a la
hora de interpretar el texto de la familia.

Se han descrito formas de funcionamiento familiar a partir de cómo se organizan para


proveer a los miembros de suficiente protección y recursos para crecer en lo social. En las
formas extremas encontramos:
1-. La familia tiende a intensificar la cohesión grupal ante procesos de separación y cambio.
Implementan como defensa colectiva la masificación y en condiciones patológicas fracasa la
diferenciación y autonomía de sus miembros. Esto se puede registrar también en otras
técnicas gráficas como dificultades para la salida exogámica.
2-. Se intensifica la diferenciación y separación vincular. Implementan la fuga como defensa
llegando, en condiciones patológicas a fracturas y al aislamiento entre sus miembros.

Es importante tener en cuenta que es la familia en común introyectada la que produce la


realidad experiencial de pertenencia a la misma. Los cambios que se han dado en los últimos
tiempos han resentido la cohesión producida por vínculos que perduran en el tiempo.
Actualmente predominan fracturas y reagrupamientos que generan nuevas cuestiones, en
especial, el tema de la familia pactada. En el caso de familias ensambladas es frecuente
registrar que no hay coincidencia en la representación de familia que los miembros tienen.
Un señor que ha establecido una nueva pareja y tiene hijos de un matrimonio anterior los
incluirá en su gráfico de la familia mientras que la nueva esposa o los hijos de ésta
probablemente no lo hagan. También se suelen superponer roles que, al no estar bien
diferenciados producen confusiones. Así un niño puede tener un padre que vive en otra casa
y la madre puede decirle que su nuevo marido es su padrastro. Estas transformaciones
producen nuevas formas de conflicto y por ello es necesario revisar las consignas con el fin
de tener claro nuestra forma de intervención.
La consigna “Dibuja una familia” o “Imagina una familia que tú inventes y dibújala” es la
propuesta por Corman y tiene por objetivo descentrar al niño, al menos a nivel conciente,
del grupo familiar propio. Para el autor, esto facilitaría la proyección de los conflictos y
deseos en relación a los vínculos familiares que, al desplazarse a una representación distinta,
le otorgaría una mayor libertad expresiva.
Por su parte Burns y Kaufman utilizan la consigna “dibuja a tu familia haciendo algo”. Los
autores consideran que el niño puede expresarse mejor con la acción que con la palabra y
por ello buscan indagar las interacciones entre los miembros para registrar como
experimenta las relaciones familiares.
Con la consigna se introducen las condiciones más favorables para explorar lo familiar
teniendo en cuenta el psiquismo del niño. Posteriormente estas consignas se extendieron a
los adultos72.

72
Frank Renata. Interacción y Proyecto familiar. Gedisa. 1985.

113
Como ya se dijo, la organización y dinámica familiar ha cambiado notablemente y lo que en
su momento fue un logro productivo hoy no parece ser tan efectivo si se desea incorporar
estos cambios en la escena familiar.
La consigna más conveniente, a mi entender, vuelve a ser la que inicialmente introdujo
Porot “Dibujá a tu familia”. Con ella se solicita la representación internalizada por el yo de
un escenario familiar donde suele haber acuerdos de pertenencia familiar y desacuerdos con
mayor o menor grado de conflicto. Así Nicolás quien vivía con su mamá y su nuevo esposo,
al dibujar a su familia comentó “yo dibujo a mí papá y al otro no lo dibujo”. Esta consigna
me parece también la más adecuada si se desea indagar en la estructura familiar de la cual el
sujeto es soporte y portavoz.
En los adultos que ya no viven con su familia de origen puede ser importante, a los fines de
un diagnóstico diferencial, indagar cómo se construyó en el proceso de filiación esta
representación. La consigna puede ser decirle que “dibuje a su familia como lo hubiera
hecho a los 8 años”. A esa edad es esperable que se haya construido la identidad básica y se
haya internalizado una representación estable de la organización familiar. Si no se alcanzó
este logro es probable que exista una dificultad muy grande para ordenar los modos de
intercambio en los vínculos.
A la hora de indagar algo más acerca de la estructura familiar comencé a pedir que cada
miembro dibujado diga una frase. Esta frase resultó tener un poder de síntesis significativo
para pensar el lugar que ocupa –o que ocupó en el pasado- cada integrante.

Complejidad y relatividad

La subjetividad del psicodiagnosticador

114
Cristina Weigle73

 ESCUHAR PARA COMPRENDER (no hay escucha sin deseo de


escuchar)

Toda escucha supone una interpretación. Ella se manifiesta tanto en el modo de preguntar
como en el modo de registrar el sentido de un mensaje.
Interpretar ocurre desde un determinado modelo, explícito o silvestre, con el cual se piensa y
se procede a comprender.
La escucha transcurre atravesada por dos subjetividades, la del evaluado y la del psicólogo
evaluador. Ellas no son meramente dos sino un interjuego de inconcientes donde se
entrelazan la transferencia y la contratransferencia. La escucha es un proceso dentro de ese
encuentro. Es desde un deseo genuino por conocer al otro que se logra escuchar. Esto ocurre
en un placer sostenido dado por el intercambio.

 LA COMPLEJIDAD DEL MENSAJE (el qué y el cómo)

Descifrar un mensaje requiere una costosa tarea de integración por parte del examinador. El
mensaje parte del QUÉ se dice inseparablemente ligado al CÓMO se dice.
El CÓMO se implica en una melodía que expresa un sentir.
También depende de QUIÉN lo dice y de un ESTILO personal dentro de un CONTEXTO.
Este último funciona como continente del mensaje y, a la vez, lo condiciona. Los contextos
de evaluación son variados.

 LA POSICIÓN DEL EVALUADOR (identificarse y tomar distancia)

Evaluar implica establecer una distancia óptima operativa para ver y comprender. Exige
ponerse en el lugar del otro, estar en el otro.
Se requiere no incidir en el evaluado abrumándolo y obturándolo al poner lo propio. Se
requiere no dar por obvio lo no comprobado y no enajenarse al mimetizarse con el otro.
Se debe estar dispuesto a dejar lugar para que surja el deseo del otro.

 LA SUBJETIVIDAD DEL EVALUADOR (desde ella y sobre ella)

No solo se trabaja desde y con la propia subjetividad, sino que se trabaja sobre la misma. La
función interpretativa requiere tener en cuenta, en forma alternada, a estos dos sujetos: al
evaluado y a sí mismo como receptor de lo proyectado por el primero.
La subjetividad se manifiesta en cada fase del diagnóstico:
 en la administración según el ritmo, el tono de voz y la contención que sea capaz de
ofrecer;
 al trabajar con las técnicas por la elección de criterios para clasificar (Rorschach) o
para enfocar abordajes;
 en la lectura interpretativa de acuerdo al bagaje teórico;

73
Trabajo presentado en el XIII Congreso Nacional de Psicodiagnóstico. Octubre de 2008.

115
 en las decisiones plasmadas en el informe.

El estilo personal del psicólogo condiciona tanto al vínculo como al modo de arribar al
diagnóstico. Su incidencia sobre el evaluado genera un impacto negativo o positivo que
difícilmente pueda quedar olvidado.
Cuando el psicólogo vuelto sobre sí mismo se considera “sujeto en subjetividad”, buscará
conocerse e interpretarse. Habrá de disociar lo propio de lo ajeno a fin de comprender mejor
el vínculo. De ahí la necesidad de su propio análisis, de supervisión, de interconsulta, de los
grupos de estudio e investigación.

 PSICODIAGNOSTICO Y TRATAMIETNO SE EMPARENTA

Durante años se mantuvo una separación tajante entre el diagnóstico con técnicas y la clínica
psicoterapéutica74. Ahora bien, si consideramos la entrevista de exploración ¿ella no implica
un particular estilo clínico cuando indaga sentido sin inducir?
Cuando se apela a la libre asociación del evaluado, cuando se lo contiene y considera como
sujeto, el psicodiagnóstico y el tratamiento se ubican desde igual posición.
Todas las técnicas conllevan una faceta proyectiva. Por ejemplo el WAIS ofrece una lectura
interpretativa del discurso en los diferentes sub-test. El mismo RAVEN deja entrever lo
proyectivo en los variados modos como se abordan los problemas lógicos.
La manera de abordar la exploración como la manera de encaminar un tratamiento tienen
mucho en común: podemos sintetizarlo diciendo que coinciden en la escucha y en la actitud
clínica. Dichas maneras son completamente distintas a las de un educador, de un
psicopedagogo o de un psiquiatra.

 LAS TÉCNICAS COMO PRETEXTO (estimulo y detonante)

Los tests de rendimiento y los tests proyectivos tienen en común el ofrecerse como estímulo
y detonante para que el evaluado se despliegue ante los ojos del psicólogo.
En cada una de estas técnicas se registran en grados y profundidad diferentes: ansiedades,
mecanismos defensivos, núcleos de conflicto y erogeneidades pulsionales. Su función es
similar a la de una entrevista clínica semi-dirigida.
La clave interpretativa no depende fundamentalmente de la técnica aplicada sino del
entrevistador, de su actitud, de su visión, de su escucha, de su modo de intervenir. En todos
los casos respaldado por un marco referencial fundamentado.

 ALINEARSE AL CAMBIO DE PARADIGMA

No podemos concebir un psicodiagnóstico atado a determinado tipo de nosografía, en


cuanto a enumeración acotada y rígida.
Al peligro de simplificar la complejidad del sujeto psíquico, se suma el riesgo de fracturar su
singularidad perdiendo aquello que es específico y propio: lo individual.
Al evaluado se lo puede confundir entre “muchos de una clase” lo cual sería volverlo “uno
más, de tantos similares, cuando se le encuadra estadísticamente”.
74
En nuestro país contribuyó a esta división la “ley de Ongania” que reglamentó la profesión y que, durante
mucho tiempo, le impidió al psicólogo hacer terapia. (nota de N Álvarez)

116
Ya las ciencias duras no sostienen como fácil el acceso a las certezas sino, como nos ilumina
Edgar Morin, “nos movemos en un mar de incertidumbres entre algunos archipiélagos de
certeza…” y los necesitamos como puntos de referencia. Tarea ésta nada sencilla para
aceptarla y sostenerla en el tiempo coherentemente.
Nos corresponde a los psicólogos psicoanalíticos mantener abierto el camino que el
psicoanálisis viene recorriendo desde hace muchos años:
1. Incorporar tolerancia a la ambigüedad y a las contradicciones mientras se busca
resolverlas.
2. Soportar las angustias provisionalmente antes de arribar obligatoriamente a una
definición tentativa de diagnóstico.
3. Sostener la paciencia para acompañar la lentitud de los ritmos en los que transcurren
los cambios psicológicos.
4. Tolerar el no-saber, no-aseverar. Tolerar transitar sin certezas y sin objetividad.

Los resultados diagnósticos desde hace años para los psicólogos mantienen su carácter de
probabilidad, de hipótesis provisoria sujeta a revisión permanente, sin perder, por ello, la
utilidad al ofrecer una función orientadora y una predictibilidad relativa.

 EL EVALUADO Y EL PACIENTE

Dijimos que en el diagnóstico y en el tratamiento existen varios personajes:


a) El evaluado y el paciente como sujeto consciente;
b) Lo inconsciente que aflora en su discurso cuando se escucha a sí mismo hablando en
virtud del dispositivo o encuadre, ya sea en el contenido de la sesión como en la
entrevista de exploración;
c) El evaluador desde lo consciente;
d) La subjetividad y lo inconsciente del mismo.

Estos cuatro personajes entran en un interjuego que se apodera de la escena; corresponde al


personaje vigilante guiar desde atrás lo que sucede. Un psicólogo no va marcando el rumbo
como un líder que planifica y realiza propuestas. Sino acompaña a partir de la escucha y
aporta, esclareciendo lo que escuchó o simplemente lo convalida.

 EL INFORME DIAGNÓSTICO: UN PRODUCTO METABOLIZADO

El diagnóstico culmina luego de un arduo y bien encarado proceso de asimilación. No se


trata de un resultado matemático ni de un juego meramente intelectual de causas,
consecuencias e interrelaciones. Es una combinación de conocimientos, intuiciones y
vivencias que buscan captar lo medular de una persona de un modo sintético.
Lo atraviesan sentires muy diversos y difíciles de expresar en cada caso, proyecciones,
contratransferencias. Conjuga descubrimientos inesperados como sutiles análisis
particularizados.
Supone “dejarse tomar” por el otro para trabajarlo serenamente en la trastienda del sueño,
hasta lograr asirlo como es.

117
Todo psicodiagnóstico arrastra partes del evaluador. Ellas dejan plasmada su huella en el
resultado. Es algo propio que se trasluce en el informe y que a la vez permanece en el
evaluado al modo de una marca, tanto si llega a leer el informe como cuando se le ofrece
alguna devolución.
Cada resultado genera en el psicólogo un cansancio rico: asimismo el intenso placer que
produce el haber entregado mucho de sí aportando a otro, con la incomparable alegría de
descubrir como contrapartida que se ha crecido un poco más.
Diagnosticar en muchas ocasiones resulta una vocación: la de escudriñar, explorar, ser
investigador. Se alimenta de la sed de comprender. Cuando al fin se alcanzan conclusiones
Se asiste a una especie de revelación privilegiada que aparece allí, ante la sorpresa, ante el
asombro inagotable como la persona.
En esa travesía en permanente búsqueda para develar quien es el que habla, el evaluador no
tiene otra opción que hacerse cargo de la complejidad y la relatividad que todo ello implica.

BIBLIOGRAFIA
HUSAIN, Odile y equipo “sobre la interpretación en psicodiagnóstico” publicado por Adeip.
MORIN E. Introducción al pensamiento complejo. 1990. Gedisa
WEIGLE C. Rorschach, Discursos y estilos.1998.
Como interpretar el Rorschach. Reed. 2007.

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